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Positivismo

El Positivismo surgió en Francia en la segunda mitad del siglo XIX, su nombre


proviene del propósito de utilizar para investigación filosófica los métodos y
resultados de la ciencia positiva, al surgir en Francia se difunde por toda
Europa y se convierte en la forma preferida
de pensar de filósofos, historiadores,
científicos, literatos, etc.

El positivismo tuvo como fundador a Hume,


siendo su principal representante Augusto
Comte (1789-1857) hijo de una modesta
familia católica. Comte estudio en la
escuela politécnica de Paris en la cual fue
profesor. De sus obras cabe destacar curso de filosofía positiva, discurso
sobre espíritu positivo, sistema de política positiva, también llamado tratado
de sociología y catecismo positivista.

Si bien el termino positivismo fue acuñado por Augusto Comte en el siglo XIX
sus precursores en especial los empiristas británicos, se remontan a los siglos
anteriores (Bacon, Locke, Hume y Berkeley).

Hay que distinguir el Positivismo como doctrina que reduce lo real a lo


experimental, del método positivista.

EL positivismo en México
En la segunda mitad del siglo XIX México vive los albores de su vida
independiente. Es el momento de trazar un proyecto para la nación recién
emancipada, que abarque todos los ámbitos del orden social. Se quiere dar
un nuevo rumbo a la política, la economía, la cultura y, por supuesto, a la
educación. De hecho este último ámbito se concibe como el principio y
fundamento de todo cambio.

La preocupación por reformar al país es tema de las discusiones de los


círculos intelectuales que, ante todo, proponen la constitución de un estado
laico. Tal es el contexto en el que reciben y estudian la filosofía positivista del
francés Augusto Comte (1798-1852).

Por un camino similar avanzaron los filósofos ilustrados, como Voltaire y


Rousseau; sin embargo, Comte los criticó duramente. Para él, ambos
pensadores crearon utopías metafísicas e irresponsables, pues no aterrizaban
en una situación concreta. Y era esto, precisamente, lo que hacía falta; una
respuesta basada en hechos y no en especulaciones.

Una doctrina que sólo clava su mirada en los hechos requiere, para
desarrollarse, de un ambiente libre de cualquier tipo de dogmas (salvo,
quizás, del dogma del cientificismo). En otras palabras, el positivismo debe
crecer en el seno de un estado laico. De ahí la conocida doctrina de Comte,
según la cual, la humanidad transitará por tres estados, en los que
paulatinamente abandonará la creencia en favor de la experiencia. A grandes
rasgos, el proceso evolutivo que marcan estos tres estados consiste en lo
siguiente:

 Estado teológico. Los hombres acuden a las entidades sobrenaturales o


divinas para explicar lo que les sucede a ellos y a su mundo. Su vínculo
con este tipo de causas, comienza por el fetichismo, para pasar
después por las religiones politeístas y culminar en las monoteístas.

 Estado metafísico. En este punto se cuestiona el pensamiento


teológico. Las divinidades, que antes fungían como causas últimas,
ceden su lugar a los conceptos abstractos, como los de forma y
esencia.

 Estado positivo. Aquí el interés ya no radica en saber qué son las cosas,
sino en observarlas para descubrir cómo se comportan y encontrar las
leyes generales que expliquen tal comportamiento.

Comte identificaba el tránsito por estos tres estados con el crecimiento del
individuo. Ascender del nivel teológico al positivo era equivalente a pasar, de
la infancia, a la mayoría de edad. Ahora bien, ¿no era esto lo que anhelaba el
México de la segunda mitad del siglo XIX? ¿Un giro desde la dependencia
ideológica, hacia la libertad y la madurez política?

Es cierto que nuestro país no adoptó el positivismo de Comte a pie juntillas,


pero sí reconoció en él algunas de sus más importantes aspiraciones. El
conocimiento a la base del orden social, el estado laico, la educación
científica y el individuo armado con saberes prácticos, dispuesto a emplearlos
en beneficio de su país. Estas ideas ya estaban en ciernes en el México que se
trazaba un nuevo plan de vida y no hallaron en el positivismo más que su
formulación clara y ordenada.

Y como todos los reformadores del estado coincidían en que la educación era
el punto de partida para realizar el nuevo proyecto de nación, fue justo en
ese ámbito en donde la doctrina positivista tuvo su mayor incidencia.

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