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Rolando Astarita Fuga de capitales y atraso económico

Fuga de capitales y atraso económico


En entradas anteriores señalé que uno de los principales problemas que dificulta
el desarrollo en Argentina es que una parte sustancial del excedente (esto es, de
la plusvalía) no se reinvierte productivamente en el país, y sale al exterior. Por
ejemplo, en polémica con los K-economistas, escribí en septiembre de 2011:

“… en los 2000, y a igual de lo sucedido en períodos anteriores, ​otra parte


fundamental del excedente ha estado saliendo al exterior​, sea bajo la forma de
remesas de utilidades, pagos de intereses y salidas de capitales que se colocaron
en inversiones inmobiliarias y de cartera. La diferencia con los 90 es que esa
salida de capitales, en lugar de financiarse con deuda, se financió con buena
parte de los excedentes de la balanza comercial. (…) [Entre 2003 y 2010] las
salidas netas por pagos de intereses, utilidades y dividendo… fueron por 63.192
millones de dólares. Y los activos externos (incluyen inversiones inmobiliarias,
depósitos en el exterior, tenencia de moneda extranjera y diversas inversiones de
cartera) del sector privado pasaron de 118.008 millones de dólares en 2003 a
172.888 millones [en 2011]” (​aquí​).

En otra nota, aproximadamente un año después:

“Desde el punto de vista del desarrollo capitalista, la raíz de los problemas en la


economía argentina reside en que una parte sustancial del plusvalor no se
reinvierte productivamente. En parte se utiliza en gastos improductivos
(incluidos gastos estatales), o construcción inmobiliaria. Y otra se coloca en el
exterior, ya sea porque las multinacionales no reinvierten sus ganancias, o
porque la burguesía argentina saca los capitales. Los teóricos de la dependencia,
y en general los autores de izquierda, tradicionalmente explicaron el atraso de
los países coloniales y semicoloniales por la extracción del excedente que
realizaban las potencias y sus empresas, aliadas a las oligarquías locales. Pero
hoy, en Argentina, la remesa de utilidades por parte de las grandes
transnacionales es solo una parte del problema, porque existe una enorme masa
de riqueza, propiedad de la clase capitalista criolla, que está acumulada en el
exterior (algunos la ubican en 160.000 millones de dólares, pero puede ser
superior); esto es, no se reinvirtió, ni se reinvierte, para ampliar las capacidades
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productivas. En este punto,​ el esquema explicativo “imperio-colonia” hace


agua, ya que esa transferencia del excedente fue un acto libre de los
capitalistas argentinos​. (,,,) Esta debilidad de la acumulación de capital explica
entonces por qué el problema económico en Argentina ​se manifiesta como
carencia, como falta​ (de energía, de transporte, de producción con valor
agregado, etc.) ​y no como “exceso”​ (​aquí​).

Pero no es solo Argentina. La transferencia de plusvalía al exterior es un


fenómeno que afecta de conjunto a los países atrasados. En este respecto, es
ilustrativo el informe “Financial Flows and Tax Havens: Combining to Limit
the Lives of Billions of People”, de diciembre de 2015, elaborado por el Centre
for Applied Research, Norwegian School of Economics. Global Financial
Integrity (GFI). En lo que sigue resumo las principales cuestiones que plantea, y
presento luego una reflexión sobre el significado de la fuga de capitales.

Presentación del estudio del GFI

Se trata del estudio más abarcativo de los flujos financieros globales que
impactan en los países en desarrollo. El GFI reconoce dos tipos de flujos, los
que se registran en la balanza de pagos y los que no se registran, y son en gran
medida ilícitos. Sobre las transferencias registradas, se analizaron 151 países en
desarrollo, a lo largo de 33 años, el período 1980-2012.

El GFI define Transferencia Neta de Recursos (NRT por sus siglas en inglés)
como los flujos netos registrados hacia o desde un país, menos las salidas de
capital ilícito. La balanza de pagos proporciona un marco estadístico unificado
para medir las transferencias registradas, que son principalmente financieras.
Cuando se calcula el neto de las transferencias hacia afuera a través de la fuga
de capitales con las transferencias registradas en la balanza de pago, se obtiene
el balance NRT. Esto es, el balance de la NRT no toma en cuenta las entradas de
capital provenientes de actividades ilícitas.

Las fugas de capital juegan un papel de primer orden, y consisten


principalmente en flujos ilícitos. Según el estudio, las salidas ilícitas representan
el 82% de toda la NRT desde los países en desarrollo.
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Existen dos formas principales de fugas de capitales. Por un lado, las


filtraciones no registradas en la balanza de pagos. Precisemos qué son las
filtraciones en la balanza de pagos: cuando la fuente de fondos de un país (flujos
de IED entrantes por no residentes en exceso de los flujos de IED salientes por
los residentes, más el neto de nueva deuda externa contraída por sobre el repago
de viejos préstamos) excede el uso de los fondos (tales como financiar el déficit
de cuenta corriente y/o aumento de las reservas), el exceso tiene que haberse
filtrado por fuera de la balanza de pagos de una forma no registrada. La otra vía
de fuga de capitales son las malas facturaciones del comercio (subfacturación de
exportaciones, sobrefacturación de importaciones) o refacturaciones realizadas
en paraísos ​offshore​.

En cualquier caso, el cálculo de los flujos no registrados presenta muchos


problemas. Tengamos presente que entre esos flujos se encuentran, en primer
lugar, los que tienen origen en actividades de tipo criminal, tales como tráfico
de drogas, tráfico de personas, comercio de órganos, falsificación
(medicamentos, electrónica, cigarrillos, ropa, calzado) y contrabando. Con
respecto a los flujos provenientes del crimen, no queda claro si existen
transferencias netas hacia o desde los países en desarrollo. Como adelantamos
más arriba, el GFI, de todas maneras, no considera las entradas de capital en los
países en desarrollo que son producto de estas actividades.

En segundo lugar está la falsificación de facturas de comercio. Los datos del


comercio bilateral muestran refacturación de transacciones, habitualmente
realizadas a través de entidades offshore, pero no revelan mala facturación
dentro de los mismos documentos intercambiados entre exportadores e
importadores. El tercer rubro es la propiedad intelectual y servicios, ya que solo
el comercio de mercancías está comprendido en el análisis de datos de la mala
facturación. Se considera, de forma conservadora, que la propensión a mal
facturar en servicios es la misma que en bienes. Otra dificultad importante es
China, ya que es el mayor exportador tanto de capital lícito como ilícito y
porque los flujos financieros a través de Hong Kong son problemáticos.

Los principales resultados del estudio


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Cuando se toman en cuenta las transferencias registradas, entre 1980 y 2012


salieron de los países en desarrollo 2,97 billones de dólares (aproximadamente
90.000 millones de dólares anuales, en promedio). Debido a que China tiene
grandes superávits en cuenta corriente y salidas de capital y activos de reserva
asociados a esos superávits, cuando se excluye a China las transferencias netas
acumuladas pasan a ser de aproximadamente un billón de dólares (o unos
32.000 millones de dólares por año, en promedio).

En cuanto a las fugas de capitales, para el período 1980-2012 de todos los países
en desarrollo fue de 13,37 billones de dólares; son 405.000 millones por año, en
promedio. Las salidas de capital desde los países atrasados a lo largo de los 33
años correspondieron más o menos de forma pareja a filtraciones en la balanza
de pagos y mala facturación en el comercio. Como porcentaje del PBI
aumentaron desde 3,7% en 190-1984 a 6,4% en 2000-2004, llegando a un pico
de 7,2% en vísperas de la crisis financiera. Luego bajaron, pero de todas formas
en 2012 eran del 6,2%. La fuga de capitales acumulada, excluyendo China, para
el período bajo estudio fue de 10,6 billones de dólares; representaban el 4,9% de
sus PBI en la primera mitad de los 1980. Antes de la crisis financiera, en 2008,
representaban el 8,3%. Cayeron durante la crisis, pero en 2012 representaban el
6,4% del producto.

Si se suman las transferencias registradas, la transferencia neta de recursos fue


negativa por más de 16,3 billones para el conjunto de los países en desarrollo.
Es un promedio anual de 495.400 millones de dólares. La provisión neta de
recursos aumentó desde un promedio de 15.800 millones por año en la primera
mitad de los 1980 a 503.800 millones en la primera mitad de 2000. El drenaje
declinó cuando la crisis financiera, en 2009; pero luego volvió a aumentar,
llegando casi a los 2 billones de dólares en 2012​.

Por otra parte el estudio del GFI estima que el total de activos en paraísos
fiscales de los residentes en países adelantados y en desarrollo pasaron de 18,1
billones de dólares a finales de 2005 a 30,8 billones en 2011. Los activos de los
residentes –ajustados por inflación- crecieron, entre 2005-2011, a una tasa anual
del 5,9%, en tanto los activos de los residentes en países en desarrollo crecieron
al 12,2% anual. En promedio las tenencias de los residentes en países en
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desarrollo representaban el 12% del total de los activos en los paraísos fiscales.
Los activos en paraísos fiscales del sector privado de los países adelantados
pasaron de 16,8 billones en 2005 a 28,1 billones en 2011. Los activos de los
residentes en países en desarrollo pasaron de 1,2 billones en 2005 a 2,6 billones
de dólares en 2011. Los paraísos fiscales ​offshore ​juegan un rol central, ya que
facilitan los flujos financieros provenientes del crimen, la corrupción y la
evasión fiscal.

¿Explotación de países, o explotación de clase?

Una de las tesis más extendidas entre el progresismo y la izquierda –incluidos


los marxistas- sostiene que los países atrasados son explotados por parte de los
países adelantados. Esta explotación tendría su expresión más clara y definida
en las transferencias de plusvalía desde los países atrasados hacia los
adelantados (o “desde el Sur al Norte”). La bandera de la “liberación nacional”
tiene como fundamento último esta idea. Cuando se afirma que Argentina, por
ejemplo, es explotada por los países adelantados, se está afirmando que, de
alguna manera, el conjunto de la población argentina padece esa explotación.
De ahí que se haya llegado a afirmar que las burguesías de los países atrasados
son “semi-oprimidas”, o “semi-explotadas”, y que sus fracciones “nacionales e
industrialistas” tendrían un “interés objetivo en la liberación nacional”. Fue, y
sigue siendo, el argumento de los partidos Comunistas y otras variantes
stalinistas, para proponer los “frentes nacionales” de colaboración de clases.

En otras notas he criticado esta tesis, planteando que las burguesías de los países
atrasados participan en pie de igualdad con las burguesías de los países
adelantados de la explotación de la clase obrera, tanto nativa como a nivel
global. Cuando hablo de “igualdad” no estoy diciendo que globalmente el
capitalismo de los países atrasados tenga el mismo poder económico que el
capitalismo de los países adelantados; ni que los Estados de los países atrasados
tengan el mismo poder militar y geopolítico que los Estados de los países
adelantados. Simplemente estoy diciendo que la relación no es la del tipo
“metrópoli-colonia”, sino la que existe entre capitalistas con iguales derechos
formales, y que como tales ​participan de la tajada que les corresponde de la
plusvalía, según sus fuerzas económicas relativas​.
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Pues bien, el informe del GFI refuerza mi argumento contrario al nacionalismo


radical y al nacional-marxismo. Es que la fuga de capitales –la principal forma
de transferencia de riqueza hacia los países adelantados- no ocurre por alguna
imposición ​manu militari​ o imperial, sino es el resultado de las decisiones de
amplias franjas de las clases dominantes de los países atrasados. Más
precisamente, sea que esa fuga se realice vía filtraciones en la balanza de pagos,
o mala facturación, ​no puede llevarse a cabo si no hay un comportamiento de
clase​. Esto significa que abarca empresas de todo tipo, rentistas, bancos y otras
instituciones financieras, así como amplias capas de la alta burocracia estatal de
los países atrasados. Es la clase capitalista “del Sur” (o una porción significativa
de ella) la que decide colocar sus fondos en los paraísos fiscales, o en bancos e
inversiones inmobiliarias en el extranjero. Agreguemos que, al menos en el caso
de Argentina, ​la fuga de capitales fue financiada con deuda externa, tomada
por el mismo capitalismo nativo, y el Estado ​(véase “La fuga de capitales.
Historia, presente y perspectiva”, de J. Gaggero, C. Casparino y E. Libman,
Cefidar, Documento de Trabajo N° 14, mayo 2007).

La salida de capitales es un factor clave a la hora de explicar el atraso


económico de países del “tercermundo”. Pero no ha caído del cielo; está
orgánicamente vinculado a la lógica de la ganancia y a la seguridad que puedan
tener los capitalistas de los países atrasados para sus inversiones.

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