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PRONOMBRES PERSONALES Y SU RELACIÓN CON EL SISTEMA

VERBAL

El pronombre o sustituto es una categoría o clase de palabras que se


caracteriza, funcionalmente, por su capacidad de sustituir al nombre; formalmente,
por constituir un paradigma en el que tiene vigencia la categoría caso y,
semánticamente, se caracteriza porque carece de notas intensivas propias y adquiere
en cada momento ocasionalmente las del nombre o frase a los que sustituye. Los
valores semánticos del pronombre son exclusivamente denotativos de manera que, la
definición o caracterización del pronombre es desde el punto de vista formal, funcional
y semántico así:

Formal: capacidad de caso

Funcional: sustitución del nombre

Semántico: intensión Ø (rasgo no relevante)

denotación (rasgo relevante)

En cuanto a la intensión, algunos sustitutos insinúan un cierto contenido que no


sabemos si colocar propiamente en la intensión; me refiero a las notas de relación que
establece el pronombre respecto al sujeto del discurso: así, en el demostrativo hay una
nota espacial o temporal y en el posesivo, una nota de posesión respecto al que habla.
No son, sin embargo, notas de intensión propiamente dichas sino de relación respecto
a los particulares egocéntricos: demostrativos, posesivos, adverbios de lugar, tiempo,
etc.

PRONOMBRES PERSONALES

El discurso gira necesariamente alrededor de las tres personas lingüísticas: el


hablante, el oyente o receptor y el ausente. Pues bien, el sustituto ( o pronombre)
personal sirve para representarlas cada vez que el discurso lo requiere y en sus
diversas funciones de la oración.

Aspecto formal:

Deriva del latín:

Ěgo > ieo > ío (reducción del triptongo) >ió (dislocación del acento, como en Deus) >yo.

Se articula con tendencia a la fricación por los andaluces. En castellano estándar se


pronuncia como fricativa central.

Tū > tú (evolución normal)

Ĭll(e) > él (pérdida de “e” final y de “l”; en textos primitivos, sobre todo leoneses,
aparece “ell”.

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Ĭlla > ella

Ĭllud > ello

La primera y segunda personas no presentan alteraciones de género, sí la tercera. Esto


en formas de un mismo paradigma parece extraño.

Nos > nos + alteros > nosotros

Vos > vos + alteros > vosotros

Esta añadidura de “alteros” se hizo tal vez para poner de relieve el llamado plural
inclusivo.

“Nosotros llegaremos a estudiar el verbo en febrero” (plural inclusivo)

“Nosotros los profesores…” (plural exclusivo)

Ĭllos > ellos

Ĭllas > ellas

No hay neutro plural

Se conserva la categoría caso en el personal, pero, frente a la significación de


los casos latinos, las formas castellanas derivadas de aquellos no tienen significación
casual sino significación funcional o de distribución. Así pues, distinguimos, no entre
genitivo, dativo, etc., sino entre formas átonas, sin preposición y formas tónicas con
preposición; es decir, distinguimos entre formas que pueden o no ir con preposición:

La oposición:

Mihi > mí

Me > me

No se establece por el caso, sino por ser capaz de ir o no con preposición: “ a mí”, que
es igual a decir “me”.

Lo mismo ocurre con:

Tibi > tive > tiv > ti

Te > te

Al aplicar el método transformacional a estas formas se comprobará que la


equivalencia “a mí=me” / “a ti= te”, entre formas tónicas y átonas es una equivalencia
muy especial porque no tienen la misma capacidad de relación unas y otras. Por
ejemplo, las formas “me, te”, y lo mismo “le, les”, no admiten la coordinación como
procedimiento expansivo en las frases nominales en que están: no podemos decir “me
y a él nos vieron”, pero sí “a mí y a él nos vieron”.

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LEÍSMO, LAÍSMO Y LOÍSMO

En la tercera persona el dativo era ILLI > LE y el acusativo ILLUM, ILLA, ILLUD > LO, LA,
LO, con sincretismo formal entre el masculino y el neutro.

El dativo no señalaba la alternancia de género, esto ha dado lugar, para intentar


deshacer este sincretismo, a una sustitución de la forma LO, por la forma LE, utilizado
para el C.I. de persona en grandes zonas del castellano, sobre todo en el centro, con
foco en Valladolid. Es el fenómeno conocido por LEÍSMO. En resumen, el leísmo es
emplear la forma LE (diferenciando lo sustituido en su valor de PERSONA/NO-
PERSONA) como sustituto en función de implemento de persona frente al LO en
idéntica función pero no-persona:

“le miro, a Juan”, frente a “lo miro, al libro”.

Se establece, pues, la oposición

LE / LO

+ -

de marca de persona, donde LE implica no LO, con uso de LE como exclusivo de


personas frente a LO para algo no-persona; y donde LO no implica no-LE, puesto que
“lo miro” puede referirse a “Juan” o a “libro”; es decir, en conformidad con el
funcionamiento etimológico latino.

La RAE, por utilizarlo muchos escritores, llegó a considerar que era la forma correcta
para la expresión del complemento directo personal. Protestaron las academias
americanas que seguían utilizando LO, entonces la RAE dio marcha atrás y ahora da
como correcto LO, aunque no condena LE.

En una línea similar de comportamiento lingüístico aparece el LAÍSMO, que consiste en


el empleo del sustituto LA para desempeñar la función de C.I. sin nexo, que
históricamente corresponde a LE, cuando se trata de persona femenina: “la dije que
viniera”. Estamos así ante la oposición:

LA / LE

+ -

con marca de género, donde LA implica no-LE, solo para el femenino, pero LE
masculino no implica no-LA, para masculino o para femenino. El foco está en Burgos y
Vitoria.

Mucho menos extendido, pero su consecuente continuación, aparece


esporádicamente en el habla popular el LOÍSMO, que consiste en el empleo de LO por
LE en función de complemento indirecto y como sustituto de persona masculino: “lo
pego una bofetada”.

Con este uso se instaura una coherente contraposición de Laísmo y Loísmo con los
correspondientes términos de la oposición:

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LA / LO

+ -

que, sustituyendo ambos al genérico LE, precisan el género, femenino frente al


masculino, en la función personal de C.I. Se utiliza mucho en Madrid.

También hay barbarismos en el plural:

ILLIS > LES

ILLOS > LOS

ILLAS > LAS

El cambio de LES por LO se hace en Aragón: “se les diré a mis amigos”, por “ se lo diré a
mis amigos”. Este SE equivale a un LE:

Dedit illi illum > dio le lo > dio ge lo > dióselo

desde el último tercio del XIV. Es una evolución condicionada de ILLI, es una evolución
de fonética sintáctica en la que SE es un alomorfo de LE.

El SE se transforma así en una variante de distribución de LE, en el singular o en el


plural. No es que sea equivalente sino que al haber un complemento directo en la
frase pronominal, no se distingue el plural y entonces los aragoneses reaccionan
diciendo también: “se les diré” por “se lo diré”.

Las formas latinas con CUM

MECUM > MIGO (“i” analógica de “mi”, pues debería ser “migo”)

TECUM > TIGO

SECUM > SIGO

Como la “C”, al ser intervocálica, pasa a “G”, ya no sonaba y entonces se vuelve a


poner CUM, dando CONMIGO…

NOSCUM y VOSCUM desaparecen y son sustituidos por las perífrasis “CON


NOSOTROS” y “CON VOSOTROS”.

INTERACCIONES

Hay una interacción paradigmática que da lugar a desviaciones en el sistema, a


usos anómalos. Esta interacción se da, unas veces, porque el sistema latino interfiere
la acción del sistema romance. Hay una presión de tipo diacrónico entre dos
paradigmas. El efecto de esta interacción puede ser la disociación de formas, lentitud
en la evolución, alteraciones en la concordancia de los particulares egocéntricos, etc.

En castellano podemos considerar interacciones paradigmáticas las formas


vulgares MOS, MUS, MUSOTROS. Es una interferencia de ME, que hace cambiar la 1ª
del plural en la N por la M. Así lo vemos en la canción vasca: “A nosotros lo mismo mos

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da”. En Chile y en algunos casos de Andalucía aparece “Loh, Lohotroh (todas las haches
llevan un punto encima) por Nos y Nosotros: “Si Uhteh (las haches con punto) se
quean lohotroh loh (las haches con punto) vamos”. No se ve muy claro este cambio a
no ser que haya un influjo de las formas átonas de 3ª persona.

Interacción podemos considerar también el paso de ILLI a SE. En la 2ª persona


del plural, la evolución VOS >VOSOTROS y OS.

Vulgarmente en vez de OS se sigue diciendo VOS. No hay interpretación de tipo


histórico; quizá sea interacción del sistema. Podemos descubrir en los usos actuales de
los pronombres fenómenos de interacción entre las fórmulas del paradigma del
pronombre y las del tratamiento. Eso da lugar a dos usos sobre todo. En primer lugar,
el VOSEO, el uso de VOS por Ud. Uds. O TÚ en gran parte de Hispanoamérica y en
segundo lugar el uso de USTEDES como plural único de 2ª persona, habiendo
desplazado a VOSOTROS. Se da en Andalucía e Hispanoamérica.

El pronombre nos dará ocasión para comprobar que estas formas que consideramos
más estables como YO, TÚ, NOSOTROS y VOSOTROS se utilizan en realidad como
índices de otras personas. Es decir, no solo los usos anómalos demuestran la
dinamicidad del sistema, sino que también los elementos considerados siempre como
más estáticos presentan una movilidad asombrosa. El sistema de pronombres nos dará
ocasión para comprobar alteraciones, pasos, influencias entre hechos morfológicos y
relaciones sintácticas. Se comprobará esto al analizar el SE, pues esta partícula,
además de ser una unidad morfológica, puede ser utilizada como signo categorial de
unas formas que hasta ahora habían sido llamadas de pasiva refleja y pasiva
impersonal. En estos casos el SE ha dejado de ser una unidad morfológica y puede ser
considerado como un signo categorial.

En resumen, todos estos hechos no hacen más que corroborar el carácter dinámico de
la lengua, en contra de alguna versión estructuralista que consideraba la lengua como
una realidad de comportamientos estancos, como decía L. Hjelmslev.

LA CATEGORÍA PRONOMBRE

Cuando el hablante utiliza la lengua se transforma en un “up” que por medio de unos
sonidos se pone en comunicación y transmite un mensaje a un “tú”. La persona que
utiliza la lengua es siempre singular. La persona a quien va dirigida la lengua puede ser
singular o plural. A esta 1ª persona le llamaremos el sujeto primero de la lengua, que
no tiene por qué coincidir con el sujeto gramatical. En todo acto de lengua se puede
distinguir:

SUJETO PRIMERO LENGUA SUJETO SEGUNDO


Son elementos primarios e irreductibles. Los pronombres personales no pueden ser
definidos si atendemos solo al nivel de lengua. Para caracterizarlos hay que contar con
el proceso. La Academia definió al pronombre como la parte de la oración que designa
persona o cosa sin nombrarla y denota a la vez a las personas gramaticales que son la
1ª y 2ª (a la que se habla) y la 3ª (de quien se habla, él, le). Si analizamos esta
definición se muestra poco consistente:

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1º porque el llamado pronombre de 1º y 2ª no sustituye nunca a un nombre. La 3º
persona puede sustituir a personas, animales o cosas. Este sí puede sustituir pero no
puede ser definido como pronombre personal porque sustituye a animales o cosas
también. Así pues el de 1ª y 2ª no son pronombres y el de 3ª es pronombre, pero no
personal.

EL PROBLEMA DE LA SERIE

Según la gramática tradicional forman serie: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos, y la
alternancia es debida al cambio de persona: 1ª, 2ª, 3ª.

Unas palabras forman serie cuando tienen unas notas comunes y cambian por la
actualización de otra nota que supone la alternancia. Así, YO, TÚ, Él, según la gramática
tradicional, tienen en común ser pronombres personales y lo que da la alternancia es
1ª, 2ª, 3ª persona. Pero como ya vimos es difícil mantener esta aseveración.

Ya Benveniste en “Structure des rélations de personne dans le verbe” y en “la nature


des pronoms” (estos artículos están traducidos al castellano en el libro del propio
Benveniste titulado Problemas de lingüística general. Editorial Siglo XXI. 1971.) había
advertido que a la oposición persona/no-persona respondía afirmativamente YO,TÚ/ a
a no-persona Él.

Yo y tú son índices personales, se refieren siempre a persona, la persona que habla y la


que escucha. Cuando aparece yo o tú como índices de cosa es un lenguaje metafórico
y surge una figura: la personificación: “ Si tú quisieras, Granada…”

EL no responde positivamente a esta categoría ni tampoco negativamente, porque es


indiferente a esta categoría. Se refiere igual a personas, cosas e incluso palabras.

YO es sujeto primero; TÚ está en el nivel del sujeto segundo. El denotatum de estos


dos índices se encuentra siempre en situaciones de proceso lingüístico. ÉL se sitúa en
el nivel de lengua y puede tener generalmente un denotatum extralingüístico y puede
tenerlo también lingüístico.

El transformacionismo ha utilizado el concepto de estructura profunda para oponerlo a


estructura superficial. Basándonos en esta oposición, podemos afirmar
categóricamente que ÉL, ELLA, ELLO son formas que se localizan siempre en la
estructura superficial y sirven para sustituir a otras formas de la estructura profunda.
YO y TÚ se diferencian de ÉL porque YO y TÚ no sustituyen a nada de la estructura
profunda y ÉL aparece solo en la superficial sustituyendo a términos de la profunda.

Esto justifica unas diferencias radicales en la forma y en el sistema de estas tres


palabras que se venían incluyendo en la misma serie y que no pueden ser. Lo vamos a
comprobar por forma, función y significado.

1.- YO y TÚ no presentan alternancia de género; en cambio, aparece Él, ELLA y ELLO,


que por esto se aproxima al sistema señalador castellano.

2.- Respecto a número: YO y TÚ no tienen plural porque VOSOTROS y NOSOTROS no se


oponen a TÚ y YO con el mismo valor que se opone un nombre singular a otro en
plural, pues NOSOTROS es igual a YO+TÚ, o YO+ÉL. Lo mismo ocurre con TÚ.

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3.- Funcionalmente, y viendo la distribución, YO y TÚ no son nunca término de
preposición (no es gramatical decir: “para yo”; en cambio, sí lo es “para él”). YO y TÚ
disponen de formas tónicas como términos de preposición: “para mí, para ti”. LE no
puede ser utilizado como término de preposición:*para le. Vemos, pues, que no hay
entre ellos paralelismos distribucionales.

4.- La variante combinatoria “conmigo, contigo”, parece que tienen correlato en la


forma “consigo”, pero al constituir serie; “él va contigo”, “él va conmigo”, el término
tercero sería “él va con él”, no el va consigo.

“conmigo” solo se utiliza cuando hay identidad entre el sujeto y el complemento. Esto
ha servido de base para hablar de una cuarta persona a R. Lenz, en La oración y sus
partes .Centro de Estudios Superiores, Madrid 1930.

“consigo” no es pronombre personal sino reflexivo, pues exige identidad con el sujeto
de la acción.Lo mismo se puede observar en otros usos: Yo me lavo, tú me lavas, él me
lava/ Yo te lavo, tú te lavas, él te lava. En estos usos hay identidad de sujeto y objeto,
pero en la 3º persona no lo hay: “Yo lo lavo, tú lo lavas, él lo lava”. Si mantenemos LO
no hay identidad entre sujeto y objeto, para que coincidan hay que acudir a un nuevo
índice: SE. Tampoco en este caso hay paralelismo entre YO-TÚ por un lado y Él por
otro. Se ve claro que en cuanto a la forma y distribución no se puede hablar de serie en
los pronombres.

5.- Valor funcional:

“Yo lavo las manos” (sentencia=oración)

F.N. F.V.

V. F.N.

Det. N.

Yo lavo las manos

En este esquema podemos observar que si la FN tiene una reescrituración YO, el verbo
debe ir en 1ª persona. Pasará el verbo a 2ª persona si aparece TÚ. El verbo
necesariamente va en 1ª o 2ª persona, lo demás no se altera.

Si ponemos “Él lava las manos”, podemos eliminar el índica personal, pero no
podemos

F.N. F.V.

V. F.N.

Det. N.

Él lava las manos

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poner Yo ni TÚ, pero podemos poner “el médico, Antonio etc.”, o una oración
completa. ¿Qué conclusión se saca de esto? Que al ir el verbo en 1ª o 2ª personas la
posibilidad de reescrituración de la frase nominal es solo YO, TÚ, mientras que si el
vebo va en 3ª persona la frase nominal puede tener una reescrituración con un
nombre, una oración etc.

Cuando el YO se utiliza en el metalenguaje, no solo como índice personal, por ejemplo:


“Yo es pronombre personal” “Yo tiene dos letras”, entonces el verbo tiene 3ª persona
y ya se puede sustituir por TÚ; pero en ninguna otra ocasión más que en el
metalenguaje.

La 1ª y 2º personas tienen exigencias en cuanto a la extensión e intensión, la 3ª está


falta de exigencias, de ahí que Lenz hable de una 4ª y 5ª personas.

Intensión Persona
(notas obligatorias) Hablar
Yo- tú Ahora
Extensión
(a quien se refiere) Uno
Intensión Negación de toda exigencia.
Él No tiene intensión. Cero
Extensión Ilimitada

Cuadro formas y funcional

1º y 2ª personas

SUJETO YO TÚ
COMPLEMENTO SIN ME TE
PREPOSICIÓN
COMPLEMENTO CON MI TI
PREPOSICIÓN

3ª persona

Masculino Femenino Neutro


Sujeto/término de Él Ella Ello
preposición

Complemento Le/lo Le/la Le/Lo


La 3ª persona mantiene como categoría el género, pero tiende a unificar la función.
Así los pronombres de 1ª y 2ª no son personales sino índices personales y el de tercera
es pronombre pero no personal. Por tanto, podemos considerar YO y TÚ como
nombres o índices personales, mientras ÉL es pronombre, en sentido de sustituto del
nombre.

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VARIANTES DE YO Y TÚ

En el esquema

A) S.P. L. S.S.

podemos advertir la existencia de tres sujetos: el sujeto primero, el gramatical y el


sujeto segundo.

(Yo digo) Juan lee (a ti)

S.P. Sujeto gramatical S.S.

El sujeto primero y el sujeto segundo representan niveles del proceso seguido que
únicamente toman una dimensión formal cuando coinciden con el enunciado así:
cuando decimos: “(yo digo) yo leo (a ti)” está latente el sujeto primero que coincide
con el que toma forma en el nivel fático. El esquema sería un S.P.=Sujeto gramatical y
un S.S. La coincidencia puede darse con respecto al otro sujeto:

(yo digo) tú lees (a ti) , tendríamos

S.P.= yo

Sujeto gramatical=S.S.=Tú

Cuando el S.P. o el S.S. adoptan forma en el enunciado lingüístico, se suprime uno de


los sujetos. La forma general (A) puede adoptar estas dos variantes.

B) S.P. / L>S.P. : S.S. / S.S. (1)


(1). Explicación de signos: > quiere decir signo de implicación (=en el nivel de la lengua queda implicado
el S.P o el S.S.); : (los dos puntos son signo de indiferencia).

Esto nos muestra que la serie que empleaba la Academia para explicar los pronombres
personales: yo leo, tú lees, él lee, no es correlativa pues el enunciado que no incluya al
yo o al tú abarca tres niveles de sujeto, mientras que los enunciados en los que toman
forma el Yo y el Tú, reducen los sujetos a dos.

Las variantes que podemos encontrar ateniéndonos a este nivel de estructura del
proceso lingüístico son bastante numerosas: aparte de las (A) y (B) podemos encontrar
otro en el que el S.P. aparentemente entra a formar parte del nivel de lengua pero no
es más que apariencia, es el que llamaremos “falso estilo autobiográfico”.

C) S.P. / L>S.P.’ ≠ S.S. / S.S.

Esto tiene una dimensión que sobrepasa los límites de la lingüística y entronca con la
estilística.

Hay un S.P. que no es el S.P. real. La lengua en estos casos implica a un S.P. que no es
el real (reproduce lo que otros ha dicho), por ejemplo, en los enunciados en los que
alguien presta la palabra para repetir lo que otro ha dicho.

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Otra variante presenta la posibilidad de que la lengua quede implicada en sí misma.
Esto sería un metalenguaje lingüístico.

D)

S.P. / L>L / S.S.

(Yo digo) Juan es nombre propio (a ti)

En este caso, el sujeto gramatical (Juan) no es trascendente a la misma lengua pues no


denota a un individuo llamado Juan sino que se hace sobre cualidades de esa palabra.
La lengua queda implicada en la lengua.

También puede darse una variante sobre esta forma: la lengua implica a la lengua que
implica bien al S.P., bien al S.S.; sería entonces un metalenguaje referido al proceso
lingüístico.

S.P. / L>L ( S.P.:S.S.) / S.S

(Yo digo) que yo es índice personal (a ti)

Estos fenómenos han sido estudiados por la lógica a quien le interesa la inmanencia o
trascendencia de los “denotata”. La lógica moderna tiene a un análisis del lenguaje no
para caracterizar el lenguaje natural, sino para proporcionar a la investigación en
general una forma de expresión verdadera.

Pues bien, si interpretamos un enunciado lingüístico como trascendente y, en realidad,


es inmanente, nos equivocaremos y por eso esto interesa a la lógica actual.

HECHOS LINGÜÍSTICOS RECOGIDOS A TRAVÉS DEL LENGUAJE LITERARIO

En el lenguaje literario la aparición del YO estaba condicionado por el género


que se utilizaba (novela autobiográfica, psicológica, picaresca, lírica…), e indicaba una
identificación del estilo autobiográfico, real o aparente, con el autor.

La novela moderna tiende a una apertura del YO frente a lo que se consideraba NO-YO,
según la filosofía de FICHTE. El Yo tiende a incluir al TU, al ÉL, al NOSOTROS, al
VOSOTROS y al ELLOS. La crítica literaria ha observado estos hechos y así LIPPS:
Estructura de lo bello y del arte, habla del fenómeno que denominaba EINFÜLUNG,
que consiste en la teoría de la transferencia, la obra de arte a partir del romanticismo
no intenta proyectar el YO hacia el exterior sino eliminar la frontera entre el YO y el
NO-YO, asimilar a un mismo nivel el objeto y el sujeto; el sujeto estético se
transformará en objeto percibido.

La crítica posterior, fenomenológica, aprovechará esta idea y analizará las obras de


arte en las que se advierte una valoración de las cosas en sí mismas. Después de esta
crítica, la behaviorista, niega la persistencia del YO, tanto si se enfrenta con los objetos
como si los atrae hacia su mundo. Nadie cree en nadie, no hay calificación de hechos
ajenos, cada personaje se hace según su conducta. El YO ha desaparecido como
constante literaria. Todo esto se advierte en hechos lingüísticos como el del YO por el

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TU; el Yo por el Él; el TÚ por ÉL; el Nosotros…Los novelistas intentan trasladar esto a
sus obras.

Los principales cambios son:

1.- Sustituciones formales del YO. Bajo otra forma cualquiera se alude en forma
inequívoca al YO. Dentro de estas sustituciones distinguiremos:

a.- Sustitución del YO por NOSOTROS. En este caso la sustitución puede


obedecer a diversas razones. Distinguimos el “plural de modestia”, porque se entiende
que la persona que habla tiene reparo en manifestarse como protagonista del habla.
Es frecuente en la lengua literaria y en la conversacional. Generalmente este
NOSOTROS es de tipo exclusivo. Otras razones de este cambio son la tradición o
superposición de sistemas. En el lenguaje protocolario, formulario, suele utilizarse un
NOS (Nos el rey…) que no tiene sentido de modestia sino de persistencia de una
tradición lingüística. Otra razón es la falta de responsabilidad. Al no querer hacerse
responsable de un acto, en vez de decir “yo he hecho…”, decimos “Nosotros hemos
hecho…” Es frecuente en el lenguaje de los médicos “hemos equivocado la cura”
(Marcos de Obregón).

b.- Sustitución del YO por el TÚ

No nos sorprende por llevar el sema de la 1ª persona la sustitución del YO por


NOSOTROS. Más sorprendente es este caso del YO por el TÚ que tiene matiz
impersonal por razones reducibles a una sola: el yo es demasiado chillón, hiriente y
con el TÚ se hacen afirmaciones que pretenden ser generales e incluir al interlocutor
en una misma situación. Por ejemplo, cuando una persona está encargada de guardar
el orden y llega el director a quien dice: “Les manda callar y no te obedecen”.

Cuando una madre habla con otra sobre los hijos y le dice: “Les dices que tal y…” Hay
una matiz de impersonalización cuando decimos “En esta ventanilla vas y no te
atienden”.

c.- Sustitución del YO por una tercera persona que puede ser ÉL, nombre
propio, nombre de oficio, este, este + hicopocorístico. En C.J.Cela:”desde su ventana el
cronista (refiriéndose a él mismo)”. En Valle Inclán (Sonata de estío) vemos la
sustitución del nombre propio: “Ya sabe el Marqués de Bradomín la vida y obra de Fray
Lope del Castelllar (es este el que habla)”.

Tiene muchos casos esta sustitución, que tiene por fin obtener mayor objetividad
narrativa.

d.- Sustitución del YO por VOSOTROS

En la literatura castellana no encuentra ningún ejemplo, pero en La modification de


Michel Butor, que trata de un señor que intenta ver el futuro en los años presentes y
así utiliza el VOUS para evitar una responsabilidad que le permitirá volver, pues había
abandonado a su mujer y tomado el tren de Paris a Italia, siendo en el camino cuando
se hace toda esta visión.

La sustitución del YO por ELLOS no es corriente

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2.- Sustituciones formales del TÚ

Tiene valor impersonal el TÚ en los enunciados generales, en las reflexiones. Suele


aparecer con posibilidades de ser sustituido y alternar en un texto con UNO.
Sustituciones formales del TÚ propiamente dichas son difíciles de encontrar. Suele
sustituirse por UNO y SE: “Uno va y no le atienden”. En el diálogo directo, el YO suele
buscar fórmulas para no introducir el TÚ en unas circunstancias muy especiales cuando
duda si al interlocutor hay que tratarlo de TÚ o USTED. En la obra citada de Valle dice
el capellán Fray Lope:”Se le saluda Marqués de Bradomín”. Es el enfrentamiento del
TÚ, YO, USTED. En La corte de los milagros del mismo Valle se lee “Hay que ver
reconciliar el sueño/”Hay que dormirse y dejar cavilaciones”.

En los romances aparece con mucha frecuencia una 3ª persona sustituyendo a una 2ª.
Estando el rey presente, los vasallos se refieren en 3ª persona: “licencia le pido al rey
para irle a visitar”

En La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, los distintos capítulos van en 1º, 2ª y
3ª personas. Es autobiográfico. El primer capítulo empieza con YO, el segundo con TÚ y
el tercero con ÉL. Con esto, la estructuración de la materia novelesca, desde un índice
de 1ª persona, índice de subjetividad, cambia a una 2ª persona, siendo en este caso el
Yo visto desde el tú y en el tercer capítulo desde él.

No cambia solamente el índice lingüístico de persona sino toda la narración. El Yo


supone persistencia en los hechos, en los juicios, mientras que el TÚ manifiesta cómo
aparece el YO de Artemio Cruz. Es una posición de tipo behaviorista: el Yo no es
constante, la personalidad se construye a través de las actuaciones que cara al exterior
tiene el sujeto, es una suma de moementos.

El ÉL supone una objetivización del YO, frecuente en la novela cuando el YO toma la


palabra. La estructuración de la novela se da en tres estados: el del autor, el de los
entres de ficción y el del lector. Esto corresponde al S.P., Sujeto gramatical y Sujeto
segundo. De la misma manera que el yo se sustituye por cualquier índice, el autor
puede prestar el Yo cayendo en el falso estilo autobiográfico, y también puede
introducir el sujeto segundo.

En todas estas interacciones hay siempre una constante: las referencias deben quedar
suficientemente claras para que le lector sepa atenerse en la distribución de los
distintos suejtos.

El Yo como centro de las referencias exige todos los particulares egocéntricos referidos
a su yo. El esquema lingüístico en esta situación es estable al exigir que los particulares
egocéntricos se mantengan inalterables.

Julio Cortázar empieza así un relato, Las babas del diablo, “no se sabrá cómo hay que
contar esto, si en primera o en segunda, usando la tercera del plural o inventando
continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir yo vieron subir la
luna, o nos duele el fondo de los ojos y sobre todo asís: tú la mujer rubia eran las
nubes que siguen sonriendo delante de mi tu sus nuestros vuestros sus rostros”.

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Puede alterar la 1ª, 2ª. 3ª pero no las referencias: “si se pudiera decir…” Cabrera
Infante consigue hacerlo, pero sale un texto tan confuso que debe poner paréntesis
para explicar a quién se refiere. El relato resulta farragoso. El relato se llama Tres
tristes tigres: “Él estaba ahí detrás y yo estaba aquí delante y estaba uno (él) detrás del
otro (yo) y así uno detrás y otro delante, todo, la lectura, el examen, lo que fuera
hubiera ido de lo más lindo”.

La crítica interpreta esto como ensayo de literatura onírica o surrealista. No se trata de


esto sino de descubrir simplemente y de utilizar los recursos lingüísticos, se trata de
aprovechar los tres niveles del proceso lingüístico (SP/L/SS).

Si consideramos como forma a la lengua, lo más que podemos descubrir es la relación


entre la estructura superficial y la profunda, pero desde este punto de vista no se
explica nada, sino que para explicar estos hechos hay que acudir al proceso lingüístico
completo, a las transformaciones entre el autor, lo creado y el lector y paralelamente
en lingüística: SP/L/SS

VALORES FUNCIONALES DE LA FORMA “SE”

La forma SE es seguramente la forma castellana que más número de funciones


diferentes puede manifestar. Habrá que observar, como siempre se impone, el texto
donde se encuentra y observar en él la función que desempeña y el valor que de esa
función brote.

Conviene considerar en primer lugar una coincidencia debida a la evolución diacrónica:


ILLI+ILLUM>GELO>SELO. Aquí SE, en una construcción con una situación
inmediatamente anterior a LO, LA o LE, viene a ser un ALOMORFO de LE.

En cuanto a sus funciones gramaticales distintas, debemos considerar los siguientes


grados en la sincronía actual, ya que diacrónicamente están bastante
interrelacionados:

Se reflexivo, que realiza la función de implemento de un verbo donde el agente


y el paciente son la misma persona: Pedro se lava.

Coincidimos con otros lingüistas, como Alarcos, en diferenciar esta función reflexiva de
aquella que proviene de considerar la forma SE incluida en el lexema de verbos como:
“ocuparse, acordarse…”, de distinto valor en lengua que los correspondientes
“acordar, ocupar…” Por ello, la forma SE no es ahí del dominio morfosintáctico sino de
la estructura lexicológico-semántica.

Se reflexivo complemento, diferente del anterior por la distinta función


sintáctica que desempeña: “Pedro se lava las manos”.

Se dativo ético, típico del español, así llamado por su valor de subrayar la
persona que usufructúa la acción verbal: “Pedro se bebe un vaso de leche”.

Se recíproco, similar a un doble se reflexivo implemento o complemento con


los dos agentes y pacientes intercambiados: “Pedro y Luisa se aman y se escriben
cartas”.

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Se pasivo refleja, donde el sujeto expreso no produce la acción sino que la
padece, pero el verbo va construido en activa. Se trata de la voz media a que
aludíamos al hablar de las clases de verbos:”la casa se cayó de puro vieja”. Procede de
construcciones de verbos transitivos usados como tales. Las transformaciones sobre
los usos transitivos de verbos transitivos dan lugar a la pasiva refleja (ver Alcina,
pág.918):”La constructora edifica muchas casas en este barrio>Se edifican muchas
casas en este barrio”

Se pasivo impersonal, que proviene del anterior empleo funcional por


supresión del agente; la oración se ofrece sin actor, haciéndose impersonal., como dice
Manacorda, pero con concordancia pasiva. Esta construcción es el resultado de
transformaciones de verbos intransitivos o transitivos sin objeto directo: “la
constructora edifica mucho en este barrio> se edifica mucho en este barrio”.

Hay que reconocer que en el uso actual se va imponiendo la construcción impersonal


sobre la refleja: “Se ha pedido refuerzos”, frente a “se han pedido refuerzos”.

BIBLIOGRAFÍA

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