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Corrupción, olvido y experiencia histórica:

De los fragmentos aislados al collage como posibilidad de montaje de la historia


(Bogotá 1905-1938)1

Fabián Andrés Llano.2

Introducción.
La corrupción como fuente del olvido

El 25 de junio de 2010 siendo alcalde de la ciudad de Bogotá Samuel Moreno Rojas, estalla
uno de los más grande escándalos de corrupción en la Administración de Bogotá asociado a
malversaciones de fondos públicos3.La noticia fue difundida por los principales medios de
comunicación en Colombia, luego de las denuncias realizadas por el exconcejal Carlos
Fernando Galán y su equipo de trabajo. Al respecto Escallón, (2014) declara que la
investigación llevada a cabo por Galán, encontró que nueve licitaciones entre las que estaban
la rehabilitación de la malla vial, la fase III de Transmilenio y otros grandes proyectos de la
capital, habían sido repartidas entre estos contratistas, a través de la entrega de comisiones
ilegales a Samuel Moreno Rojas, Iván Moreno Rojas y otros funcionarios del Estado (p.8).

El denominado “Carrusel de la contratación”, no solo puso en entredicho la


administración del burgomaestre encargado, sino que además condujo al Estado a la creación

1
El siguiente texto hace se adscribe a los proyectos de investigación que se adelantan bajo la línea de
investigación Primaria de la Facultad de Contaduría Pública: Corrupción, Gobernabilidad y Estado. En la
exposición de resultados toma algunos insumos del texto Chavarro, C. & Llano, F. (2010). El héroe, el lujo y
la precariedad patrimonio histórico en Bogotá (1880-1950). Bogotá: Universidad La Gran Colombia.
2
Licenciado en Ciencias Sociales y Magister en Investigación social interdisciplinaria de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas, candidato a doctor en Ciencias Humanas del Patrimonio y la Cultura
Universidad de Girona (España) En la actualidad se desempeña como Docente catedra de la Facultad de
Contaduría de la Universidad la Gran Colombia y docente investigador programa Administración Turística y
hotelera Corporación Unificada Nacional de educación superior CUN fabian-llano@upc.edu.co,
fabian_llano@cun.edu.co llanofabian@hotmail.com ID 0000-0003-2181-3476
3
El centro de la noticia giraba alrededor del Grupo Nulle, conformado por Miguel Eduardo Nule Velilla, Miguel
Nule Amín, su hermano Manuel Francisco Nule Velilla y su primo hermano Guido Alberto Nule Marino, Este
grupo de empresarios sucreños quienes dirigían importantes empresas asociadas principalmente al desarrollo
urbano había ganado legitimidad adjudicándose importantes contratos.
y modificación de normas jurídicas para combatir la corrupción, como la nombrada Ley 1474
de 2011 (Estatuto Anticorrupción).Lo sorprendente de este evento fue la defraudación
privada en el sector público que además de involucrar a representantes del Estado,
comprometió a diferentes entidades encargadas del desarrollo de la ciudad como el Instituto
de Desarrollo Urbano(IDU),Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Caja de
Vivienda Popular, Fondo de Vigilancia y Seguridad, Unidad Administrativa Especial de
Servicios Públicos–UAESP–,Secretaría de Salud, Terminal de Transporte, la recolección del
Sistema Integrado de Transporte Público, algunas alcaldías locales y comedores
comunitarios(Escallón,2014).

Esta imagen de un espectáculo de corrupción se ha relacionado con una atracción


mecánica como el carrusel. Su simbolización en el escenario político lo representa la figura
del servidor público que gira en una sola dirección bajo el efecto de un ritmo circense, que
además de evocar las cajas musicales, fortalece el efecto hipnótico de un continuum de
maniobras de corrupción casi imperceptibles4.Como imagen fija, la corrupción se ha
petrificado en una sólida representación del “natural” modo de hacer política y lo que resulta
inadmisible es que se ha compactado como una práctica aceptada y legitimada en el escenario
público (Leal, F. & Dávila, A 1990; Cepeda F. 1997;Thoumi, F 1999;Serna,
2001;Gutiérrez,A.2001; Gamarra, J 2006; Ángel Botero A. 2012). Todo esto logra evidenciar
una práctica habitual en el comportamiento del político de turno, donde el funcionario
público entra en una esfera que no diferencia lo público y lo privado. Más que un
representante de la sociedad para administrar los recursos públicos, el funcionario elegido o
designado, se ve expuesto al fenómeno de corrupción asociado a redes de clientelas y a
estimar los dineros públicos como recursos privados. El binomio político-corrupto y la
imagen del político como devorador de los recursos colectivos han estado presentes como
variables estructurales de la vida política nacional (González, F. 1993; Cepeda, F.1994;
Guizado, 2001; Fajardo L.2002; García & Serna, 2002).

4
Bajo declaraciones que difícilmente pueden constatarse y en especial de dilaciones de los juicios contra los
acusados, el caso particular de Samuel Moreno Rojas culmina el 29 de marzo de 2016 con una condena de
dieciocho años de prisión y una multa de 157 millones de pesos.
Alrededor de esta discusión sobre los problemas de corrupción que enfrenta
actualmente el pais, particularmente la ciudad de Bogotá con el escandalo del carrusel de la
contratación, aparecen otras imágenes, otros fragmentos y discontinuidades que pueden
asociarse a esta problemática histórica. Algunos episodios, banalidades o minucias tocan
tangencialmente el problema y los efectos de la corrupción en la Administración bogotana,
en efecto, estas imágenes tal vez cercanas o lejanas alrededor de las inversiones para la
ciudad se asocian inevitablemente a la contratación estatal. El rastro más cercano del
fenómeno del carrusel de la contratación se presenta al iniciar el gobierno del exalcalde
Samuel Moreno Rojas bajo el júbilo que producen las celebraciones patrióticas.

Esta administración, se enfrentó con el desafío del bicentenario de la independencia


de Colombia. Reavivar la memoria nacional y conmemorar doscientos años de independencia
no podría ser el mejor pretexto para una verdadera inversión para la capital. Así, el Parque
Bicentenario daría la entrada a un gobierno progresivo e incluyente al extender una verdadera
alfombra verde, sobre la calle 26 entre Cra 5 y 7 con el pretexto de unir el parque de la
independencia con algunos escenarios culturales como el museo de arte moderno y la
Biblioteca Nacional. Luego de cuatro largos años las obras apenas se reactivan. Este parque
se ha convertido en uno de los símbolos de la postergación de las obras públicas, junto con
las adecuaciones de la calle 26 por estar asociado al proyecto de la tercera fase de
Transmilenio.

Casi olvidado, la obra del parque Bicentenario permanece como una ruina5. Esta de-
función del lugar, como nombra Salazar (2010) a la muerte de toda funcionalidad de un
espacio, contrasta con otros lugares olvidados de la ciudad6. El olvido, la postergación de

5
Tal vez como advertiría Rogelio Salmona, “solo una buena arquitectura será una bella ruina porque será
juzgada por el tiempo, las ruinas son clásicos que tienen que ver con la memoria porque son continuas en el
tiempo”. Sin embargo, como sostiene Salazar Valenzuela(2010) , un lugar puede ser una ruina al revés, tal es
el caso del Centro Cultural Jorge Eliecer Gaitán, que antes de convertirse en ruina, nació como una de ellas. En
este momento, el lugar se encuentra en completo abandono. Otro caso que puede seguir siendo una ruina al
revés es el Parque Tercer Milenio, construido sobre las ruinas del barrio Santa Inés, un lugar emblemático de
Bogotá que tiempo después se convertiría en la calle del cartucho. El arquitecto de este escenario fue Giancarlo
Mazzanti, arquitecto barranquillero quien también diseño el Parque Bicentenario.
6
Quizá una de las mayores limitaciones del patrimonio cultural en Colombia es el desconocimiento de sus
estructuraciones históricas lo que no permite una construcción de un mundo público incluyente y el descredito
de una ciudadanía que reconozca todos sus participantes también (Chavarro, C. & Llano, F. 2010).
obras públicas y la corrupción política en la Administración de la ciudad, se constituyen en
características que se inscriben en la historiografía como fechas, personajes y escándalos de
la administración pública. Sin crítica, denuncia e indignación, la corrupción se alimenta de
las historias y relatos que se han fijado en la memoria colectiva, como fósil y ruina,
desconociendo que es ante todo un síntoma7.

Alrededor de este evento de corrupción, se pueden asociar detalles históricos que bien
pueden ayudar a comprender el fenómeno como un hecho de memoria. Para todo aquel que
visite el planetario de Bogotá y decida recorrer las escalinatas del parque de la independencia,
el asombro puede llegar de improvisto. En pleno parque existe un carrusel destruido, con
latas oxidadas que evoca los juegos de niños y la concurrencia de padres de familia en los
tiempos de ocio. Lejos de las intenciones conmemorativas de los primeros parques de la
ciudad que albergaron las exposiciones nacionales y los festejos patrióticos del primer
centenario de la independencia, el carrusel en ruinas trae a la memoria la función social de
los parques de diversión para la ciudad. Una de las primeras iniciativas para la ciudad en
términos de recreación fue el hoy desaparecido Parque Centenario que según Salazar (2007)
“Incluía dentro de su equipamiento nuevos jardines, asientos de madera, dos pilas de bronce,
un templete elaborado en piedra tallada, destinado a contener una estatua de Bolívar
(actualmente ubicado en el parque de los periodistas) y un carrusel” (p190).

Esta conexión entre el carrusel en ruinas ubicado actualmente en el parque de la


independencia y el carrusel emplazado en 1883 en el Parque Centenario, para conmemorar
el primer centenario del nacimiento de Bolívar, no es casual, en realidad se trata del mismo
carrusel que fue reubicado luego de la construcción de la avenida Jorge Eliecer Gaitán en
19498. En estas superposiciones de la memoria que evidencian discontinuidades históricas,

También Cfr. Llano, F( 2014) espacios olvidados, lugares diferenciados: transformación social del espacio
urbano en Bogotá (1850- 1880) Revista Nodo Universidad Antonio Nariño
7
El síntoma no es conceptualizado como concepto clínico, o semiológico, sino como expresión de un malestar,
de lo que aparece para interrumpir “el curso normal de las cosas” y de lo que en esa aparición sobreviene a
destiempo(Didi Huberman, 2008, p14)
8
Inicialmente el carrusel original fue importado desde Paris a comienzos del siglo XX por el entonces
presidente Rafael Reyes, emplazado como diversión en el Parque del Centenario, hoy desaparecido por la
construcción de la avenida Jorge Eliecer Gaitán. Este avenida fue construida en memoria del caudillo, Jorge
Eliecer Gaitán, pero es más conocida por los habitantes de la ciudad como la calle 26 o Avenida el Dorado
se percibe con claridad la destrucción de lo patrimonial y lo público para dar paso al progreso
de la ciudad. Con este salto de tigre de un presente plagado de escándalos de corrupción a un
pasado cargado del deseo de modernización y avances materiales para la ciudad, la pregunta
sigue siendo la misma ¿cuál es la insistencia de suprimir la memoria? ¿Por qué el bogotano
no logra rememorar hechos anteriores? ¿De qué manera se puede vencer el olvido? ¿Cómo
acceder a una experiencia histórica? Todas estas preguntas, tal vez no tengan respuestas
contundentes, solo intentos de unir algunos fragmentos aislados a fin de descubrir un sentido
o la unificación por anamnesis9. Más que una historia clínica, la anamnesis como posibilidad
de recordar y dar sentido a fragmentos dispersos permite reflexionar en la memoria como
proceso, en la memoria como vestigio e incluso en la memoria como síntoma, para buscar
objetivar esa historia de fantasmas y de supervivencias.

Como un fantasma, el carrusel ha estado presente en la historia como representación


material y simbólica de los manejos en la contratación estatal. Ubicado inicialmente en lo
que hoy podria ser el parque del Bicentenario, el carrusel de tracción humana contaba con
veinte caballos tallados en madera y con los recuerdos de niños que memorizaron, la frase
'eche fuerza, señor Peinado, a quien habían dado la concesión inicial de la atracción infantil.
Hoy como ruina, el carrusel metálico, ya que fue cambiado por el original que era de madera
no se sabe cómo, ni por qué, representa un vestigio de los parques de diversión en Bogotá,
que en su momento fueron pensados como estrategias para la modernización de la ciudad.

A partir de la segunda década del siglo XX, se hace evidente en Bogotá una
transformación en el proyecto ciudadano de la época. Emerge una ciudadanía nacional,
propulsada por las élites Bogotanas, quienes por los efectos benévolos de la economía
nacional, producto de la indemnización de panamá y los ciclos extractivos del café, se vieron

9
Los procesos de significación histórica provistos desde el positivismo reducen las posibilidades de entender
otras realidades, otras culturas e incluso de comprenderlas por sus acontecimientos primordiales relatados en
los mitos. Según Eliade (1996) La cultura occidental se despliega como una especie de esfuerzo prodigioso de
anamnesis historiográfica. Se esfuerza por descubrir, en despertar y recuperar el pasado de sociedades más
exóticas y periféricas (…) una verdadera anamnesis historiográfica se traduce por el descubrimiento de una
solidaridad con pueblos desaparecidos o periféricos(…)y aún más: por anamnesis historiográfica se penetra
más hondo en uno mismo(…) y la verdadera anamnesis historiográfica desemboca en un tiempo primordial, el
tiempo en que los hombres echaban sus cimientos de sus comportamientos culturales, a pesar que estos
comportamientos les habían sido revelado por Seres Sobrenaturales (pp 145,146)
beneficiados de manera notable al consolidar la actividad económica industrial y comercial
en la ciudad. Bajo tal contexto, la élite Bogotana propugnó por encumbrar una ciudadanía
que tenía en medio el discurso civilizatorio y del progreso que básicamente se comprometió
con los avances materiales de la ciudad, imitando, de alguna forma, a las metrópolis europeas.
En consonancia, las élites buscaban encumbrar un nuevo estilo de vida que en esta ocasión
poseía modelos propios, obtenidos de sus viajes por las principales ciudades europeas, en
especial, París y Londres, modelos que se buscan replicar a su llegada a la ciudad bogotana
(Serna, 2001, p 24).

Con algunas ideas inglesas de los campus y la inserción del deporte como actividad
para el tiempo libre, los procesos de modernización en la ciudad de Bogotá estuvieron
trazados por estrategias culturales y urbanísticas como la construcción de estadios (Acosta,
2013). En este contexto de buscar las formas civilizadas de la cultura desde el discurso de la
higiene y expandir la imagen del progreso en la ciudad, la Administración Municipal se vio
limitada por formas de hacer política amarradas a la corrupción y al clientelismo, dentro de
los que se destaca el caso de “La Rosca” grupo de políticos corruptos y los intríngulis de la
huelga de choferes en Bogotá en 1937 que termino con la salida de Jorge Eliecer Gaitán de
la Alcaldía de Bogotá.

Marco teórico:

Antes de entrar a explicar en qué consiste el concepto de Montaje desde Walter


Benjamín y de proponer una aplicación del concepto en un contexto como el bogotano, se
hace necesario evidenciar epistemológicamente desde qué concepción de la historia se
procede y cuáles son las implicaciones que puede tener esta particular forma de ver la historia
asociada a la defensa de la minucia y al rescate de la ruina como posibilidad de restitución
de una experiencia histórica.

Rastrear las ruinas de un pasado que sobrevive en un presente, conectar las


experiencias de actualidad con algunos aspectos del pasado y de allí trazar una línea de
sentido, supone una concepción del conocimiento que destruya la linealidad de una
historiografía positivista. En efecto, poner un énfasis a los relatos poco convencionales
dejados de lado por el ejercicio académico que los caracteriza como minucias históricas,
supone la destrucción de un relato histórico lineal anclado a los rudimentos de la historia
oficial.

La hegemonía de la historia positivista no solo se ha estructurado bajo una larga


tradición de las Ciencias Naturales, sino que además ha pretendido la descripción de hechos
del pasado bajo hipótesis universales. En efecto, esta forma de pensar el pasado ha
prosperado dentro de una tradición científica que ha tomado las epistemologías de las
ciencias naturales como referente indispensable de elaboración del conocimiento. Según
Serna (2007) con el advenimiento de la ciencia moderna fortalecida bajo un conjunto de
operaciones inscritas en el método científico tales como: la certeza epistemológica y
metódica de las Ciencias Naturales, la separación de la realidad y la representación mediante
lenguajes universales, instrumentales y neutros, se operó una conversión de la realidad en
objetos discretos en el espacio (objeto próximo occidental) o distantes (oriental) junto con la
caracterización temporal de los objetos (sincrónico y diacrónico) y de esta forma se
consolidaron las diferentes disciplinas de las Ciencias Sociales bajo procesos de
asociatividad caracterizados por las esferas individuales, interacciónales o colectivas10.

En este proceso de disciplinarización de los saberes, el historicismo del siglo XIX


establece unos criterios básicos para pensar el pasado. El primero de ellos establece que lo
que sucedió debe explicarse en el momento en que sucedió y el segundo criterio relevante,
es que existe una ciencia dotada de específicos procedimientos lógicos, para desentrañar lo
que sucedió11

10
Bajo esta forma de construcción del conocimiento, la disciplina se fortaleció como categoría organizacional
en el seno del conocimiento científico, postulando a la realidad como una entidad objetiva. Bajo estas
características se instituyó allí la división y la especialización del trabajo para responder a la diversidad de los
dominios que recubren la ciencia. Si bien está englobada a través de un conjunto científico más vasto, una
disciplina tiende naturalmente hacia la autonomía, por la delimitación de sus fronteras, la lengua que de ella se
constituye, las técnicas que ella esta conducida a elaborar o a utilizar, y eventualmente por las teorías que le son
propias (Morín 1994ª p.1 citado por Serna, 2007. p. 33)
11
Desde una postura Neopositivista de la ciencia, la historia según Roch (2001) pretendió un estatus científico
apartándola de la narración y la experiencia biográfica. La escuela de los anales quiso fundar una ciencia
histórica centrada en las estructuras, dejando de lado la narración. De acuerdo con Los hechos históricos eran
regularidades bajo el modelo nomológico - deductivo. La crítica de Anales frente a esta corriente. (Escuela
metódica) radicaba en que una historia lineal de acontecimientos tendría la tendencia a convertirse en narración.
“Estudio”, “lectura” y “escritura” nombrarían según el ideal del historicismo, no operaciones
con efectos retroactivos, sino la contradictoria neutralidad de unos medios en y a través de
los cuales el pasado habrá de presentarse así mismo por sí mismo. La empatía como método
se impone como garantía de extrema objetividad, neutralidad, imparcialidad y fidelidad –
exactitud del conocimiento que engendra (Colllingwood, 2009, p95)

Esta falta de reflexividad en la construcción del conocimiento histórico, encumbró al


historiador como agente objetivo y objetivado de la historia y los documentos de su
producción los dispuso como referentes indiscutibles de lo sucedido (Le Goff, 1991), de allí,
que la tarea del historiador y su hálito cuasi sagrado lo posicionó como un agente en la
organización de los acontecimientos vistos como hechos incontestables del pasado por medio
de la representación que ponía a circular a través de los discursos que producía.

De acuerdo con Bourdieu (2003) la historia se establece mediante luchas por la


imposición de un sentido legitimo del pasado. Cada uno de sus protagonistas desarrolla una
visión de dicha historia adecuada a los intereses vinculados a la posición que ocupa en ella,
ya que los diferentes relatos históricos están orientados en función de la posición de su autor
y no pueden aspirar, por tanto, a la condición de verdad indiscutible (p25).

Esta lucha entre posiciones y disposiciones del campo de la historia se presenta por
la imposición de un principio orientador de este campo de fuerzas. Las posiciones legítimas
y las posiciones devaluadas buscan reorientar los discursos y las producciones
historiográficas de acuerdo a una posición, lo que indica que la historia deviene en múltiples
interpretaciones en tensión. Ahora bien, esta apuesta por la imposición de una representación
legítima del pasado, pasa indudablemente por una lucha por la memoria, que sin duda esta
trazado por pugnas y amenazas12.

12
Los regímenes totalitarios del siglo XX han revelado la existencia de un peligro antes insospechado: la
supresión de la memoria (Todorov, 2008 p.13) con estas palabras Tzvetan Todorov abre su libro sobre los
abusos de la memoria, iniciando su reflexión sobre una memoria amenazada. En efecto, la eliminación de la
memoria por parte de tales regímenes intentó suprimir información valiosa cuya intención al difundirla por
parte de la oposición era precisamente salvar las vidas que representaban a la resistencia anti totalitaria. Para
una caracterización de los estudios sobre la memoria, en particular para una ubicación epistemológica ver Serna,
A. 2009 Amnesias y anamnesias. Algunos desafíos para los estudios de la memoria en: memorias en crisoles
propuestas teóricas, metodológicas y estrategias para los estudios de memoria, Universidad Francisco José de
Caldas.
De esta manera, las representaciones del pasado cobran valor indiscutible para las
sociedades de tipo Estatal, ya que las imponen para la promoción de una identidad nacional
bajo los efectos de la historia oficial, que por lo general tiene las connotaciones hegelianas
de acumulación de experiencia bajo una linealidad histórica. Desde la perspectiva
Bourdiviana esta discusión entromete necesariamente la existencia de unos campos
relativamente autónomos dedicados a la construcción del discurso historiográfico y su
representación legítima. Así, el campo de la producción de la historia se encarga de proveer
unas imágenes, conceptos y discursos susceptibles de materializarse. Los productores de la
historia oficial hacen parte de una forma legítima de contar la historia, imponiendo un tipo
de creencia que es reconocida por la sociedad como natural y que es proyectada bajo el
patriotismo y la nacionalidad sobre todo en las festividades.

Finalmente, se acude al concepto de espacio social de Pierre Bourdieu (1990) como


categoría indispensable para observar las estructuraciones económicas y urbanististicas que
reorganizaron los estilos de vida en el periodo propuesto. Para Bourdieu en las relaciones
espaciales se pueden observar las objetivaciones del espacio social. En esta complejidad se
hace evidente una lucha constante entre diferentes posiciones por la clasificación social
producto de las estructuraciones económicas sociales y culturales, que, sometidas a la fuerza
de la historia, evidencian desigualdades como fenómenos naturales y los expone como
productos terminados e inalterables. Los efectos de las estructuras económicas y sociales
sobre el espacio proceden bajo procesos constantes de naturalización de la realidad mediante
acatamientos silenciosos de las valoraciones y devaluaciones sociales y espaciales. Así, las
diferentes posiciones, disposiciones y tomas de posición de los agentes sociales luchan en
un espacio de posibilidades denominado por Bourdieu (1999)espacio social13.

13
La confrontación entre los agentes por obtener ganancias de localización se presenta por la obtención de los
bienes más escasos como por ejemplo espacios libres de obstrucciones visuales que se convierten en privilegios
para ciertos agentes sociales que invierten para su posicionamiento en una lógica de la valoración/ devaluación
espacial y social. Precisamente lo que permite la distinción de unos agentes frente a otros es la consecución y
posesión de los bienes más escasos en el espacio físico. En este sentido, la confrontación por estos bienes
vendría a ser apuestas por parte de unas posiciones sociales con el fin de obtener ganancias de localización,
donde los bienes más encarecidos se ubicarían en una posición favorable frente a otros lugares menos
valorizados.
Fuente: Elaboración Propia

Metodología
El collage como posibilidad de montaje de la historia

Antes que reorganizar el campo de la historia para evidenciar los problemas de corrupción
en un país como Colombia, conviene tomar una postura que permita reorganizar algunas
piezas sueltas de un fenómeno tan complejo como la corrupción. Vale la pena aclarar que la
manera de realizar este análisis no pretende brindar una explicación general del fenómeno
sino evidenciar que esta práctica es recurrente en la vida social y política del país. Antes que
entrar a sostener verdades de perogrullo, la experiencia histórica de la corrupción requiere en
primer lugar ser registrada para componer un relato o un punto de vista, que permita la
reflexión y por qué no, la redención14.

14
El pasado lleva consigo un índice secreto y a través de él remite a la redención ¿no nos roza, entonces, el aire
que estuvo entre nuestros antepasados? ¿acaso en las voces que escuchamos no resuena el eco de otras que
enmudecieron? (…) al igual que cada generación anterior a la nuestra, nos fue otorgada una débil fuerza
mesiánica, de la cual el pasado exige sus derechos (…) la imagen verdadera del pasado pasa fugazmente. Solo
el pasado puede ser retenido como imagen que fulgura, sin volver a ser vista jamás, en el instante de su
cognoscibilidad (Benjamín, 2009 p.132, 135) Esta característica de esta concepción de la historia, supone
realizar la historia a contrapelo, donde se busca Liberar del olvido a la historia de los vencidos que tiene por fin
Metodológicamente se realizó un análisis documental, donde se procedió a encuadrar
algunas representaciones visuales de la época (fotografías) en algunos momentos de un
pasado bogotano donde se presentaron casos de corrupción. Este encuadre o ensamblaje
busca proponer un esquema simbólico para representar instantes del pasado con una
referencia al presente. Como objeto metamórfico, el collage se revela como un dispositivo
móvil, lábil, relativo e inestable. De acuerdo con Yurkievich (1986) el collage es el icono
que vuelve visible la estética de lo inacabado, discontinuo y fragmentario (…) quebrados
todos los continuos, se impone una concepción diversificadora y desintegradora de la
realidad, que no puede sino promover una imagen desordenada y a menudo desesperada del
mundo (…) la realidad no aparece ya como materia dada sino como una pluralidad
descompuesta, entreverada que los antiguos sistemas de representación no consiguen
formalizar (p 59, 60).

Este arte de la pegadura más que representación convencional del mundo, se muestra
como una subversión y como espejo deformador del mundo, donde el artista se convierte en
coleccionista de lo fortuito, en el recolector de todo lo aprovechable, en el explorador de lo
residual. El collage dadá marca netamente el ingreso del arte en la cultura del consumo, que
es a la vez cultura del despilfarro y del desperdicio (Yurkievich, 1986, p63). Como el artista,
el científico social requiere estar atento a los desperdicios de la historia, a las minucias del
pasado que aún no se han filtrado en las representaciones convencionales de la historia
oficial. En este sentido, la recolección de fragmentos bien sea que provengan de fuentes
primarias o secundarias, se convertirán en el montaje, en la composición de una experiencia
histórica que delata, que pone en evidencia, que muestra.

En palabras de Benjamín, el método de trabajo conveniente para la historia es el


montaje. No tengo nada que decir, solo que mostrar. No hurtaré nada valioso, ni me apropiaré
de ninguna formulación profunda. Pero los harapos, los desechos, esos no los quiero
inventariar, sino dejarles alcanzar su derecho de la única manera posible: empleándolos

aprender de la tradición de resistencia de los oprimidos, haciendo evidente que la normalidad que se pretende
de orden y paz no es sino una normalidad en la que la regla es el Estado de excepción (Vilena, 2003 p.97)
(Benjamin,2007 p462). De esta manera, “La construcción de un texto se construye como
mosaico de citas, todo texto, como afirma Bajting es absorción y transformación de otro
texto” (Pouliquen, 1995 p. 19 citando a Bajtin, 1981). Estos fragmentos, a veces caóticos y
otras veces coherentes, despiertan el interés por una recomposición, por una articulación del
pasado y del presente, por una interpretación de aspectos literarios y sociales, por el
posicionamiento de un punto de vista sobre una línea de sentido, en este caso particular, de
la literatura, las contradicciones sociales y la memoria15.

Fuente: Elaboración Propia

15
Cabe advertir que el montaje, no se vincula directamente con los ejercicios de intertextualidad, pero
la intencionalidad de la recomposición fragmentaria de lo social es evidente. De otro lado estos
intentos de vincular la literatura y la sociedad han sido inspeccionados magistralmente desde
comienzos del siglo XIX por figuras tan destacadas en el mundo académico como Mijail Bajting,
Lukács, Lucien Goldmman, con su concepto de visión de mundo, por no destacar a Julia Kristeva fiel
seguidora del ruso Bajting y posteriormente Umberto eco y Yuri Lotman.
Bajo una escritura aleatoria de fragmentos montados16, se inició el análisis
documental que implicó un montaje de fotografías con textos económicos y datos sobre la
modernización de Bogotá para recomponer algunos de estos aspectos enfatizando en algunos
casos de corrupción política en la administración de la ciudad. En segundo lugar, se buscó
mediante socio análisis Bourvidiano recomponer algunas condiciones económicas, sociales
y culturales que hicieron posible el fenómeno de la corrupción en algunas administraciones
y por último, analizar las estructuraciones económicas y sociales que permitieron evidenciar
el fenómeno de la corrupción en la administración de la ciudad

Para este análisis se tomaron dos fotografías de Gumersindo Cuellar referenciadas


por el Banco de la Republica de Colombia como si fueran de los años cuarenta, pero que
aluden a los juegos Bolivarianos de 193817. A partir de estas fotografías que brindan un
escenario propicio para realizar lo que denomina Luis Ignacio García (s.f) memorias en
montaje, se pretendió reorganizar algunos fragmentos que dieran cuenta de la importancia
histórica de ese instante de peligro18. La imagen también puede ser una minucia que se ha
escapado a la hegemónica historia oficial, de tal suerte que, como instante, como, luz de un

16
Es importante advertir que, aunque la escritura se torna aleatoria no está desprovista de intencionalidad, la
apuesta de significación en la composición asume una mediación política y ética del uso de la memoria.
17
La primera fotografía esta referenciada con las siguientes características. Temas: Juegos Deportivos
Bolivarianos (1940 : Bogotá, Colombia) -- Desfiles -- Fotografías; Palcos Desfiles -- Bogotá (Colombia) --
1940 -- Fotografías Lugar: Bogotá (Colombia) Categoría: Deportes y juegos Tipo de documento: Imagen
Derechos: Derechos reservados Identificador: brblaa224060-30 Número topográfico: FT1630, la segunda
imagen esta referenciada con las siguientes características Temas: Deportistas -- Desfiles -- Bogotá (Colombia)
-- 1940 -- Fotografías;Desfiles -- Bogotá (Colombia) -- 1940 -- Fotografías; Juegos Deportivos Bolivarianos
(1940 : Bogotá, Colombia) -- Desfiles – Fotografías Lugar: Bogotá (Colombia) Categoría: Deportes y juegos
Tipo de documento: Imagen Derechos: Derechos reservados Identificador: brblaa224060-32 Número
topográfico: FT1630
18
Desde la perspectiva Benjaminiana del tiempo histórico se constituye en un campo de fuerza, en una imagen
dialéctica definida como recuerdo involuntario de la humanidad redimida, el sentido del tiempo histórico está
anclado en la imagen en contradicción, en el tiempo estético . Como tiempo de la redención, en cuanto tiempo
de la anamnesis involuntaria, el tiempo estético es aquel, que deteniendo la acelerada historia de lo moderno,
la conduce de nuevo a su autoconciencia originaria (Carchia, 1990 p. 74). En efecto, esta concepción de la
historia y del lenguaje en Benjamín, supone además de una crítica acérrima a la historia de los vencedores y la
exaltación del héroe bajo esquemas historicistas y deterministas de la historia de los acontecimientos, ídolos y
personajes, una restitución de la experiencia histórica donde aparece el Ángelus Novus como representación
alegórica de la historia. De esta manera, según Walter Benjamín, el trapero se convierte en el héroe moderno,
en la medida en que recoge las piezas sueltas de la experiencia perdida en la gran ciudad. Así la historia es
objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío sino el que está lleno de tiempo del
ahora (…) el cronista que hace la relación de los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños
responde con ello a la verdad de que nada de lo que tuvo lugar alguna vez debe darse por perdido para la historia
(Benjamín, 2008 p.37 y 51)
momento preciso, la fotografía ayuda a entender las imágenes dialécticas de un tiempo
histórico desgarrado. Antes que ser un espejo de lo real, la fotografía puede ser un espejo con
memoria, en ultimas la fotografía es un documento de documentos que requiere de la
interpretación y de su posterior análisis como documento social (Freund, 2002).

Más que servir como tecnología de la historiografía, la fotografía logra ser uno de los
insumos para el montaje y la composición de la experiencia histórica. Con estos elementos
se toma alguna distancia del modelo del progreso histórico bajo un marco abstracto
homogéneo, vacío y sin movimiento, donde el pasado es reivindicado como hecho de
memoria.

Finalmente, esta selección es el producto de una interpretación documental, que tal


vez funcione de forma inconsciente, pero que sigue el principio fundamental característico
de este método: el resaltar aquellos elementos que documentan lo específico de un grupo
social y de un fenómeno especifico (Barboza, 2006).

Por último, la representación de la memoria se encuentra bajo la sugestión de


poderosas imágenes y de modelos primitivos: memoria como prisión, como depósito de
productos, pero ante todo el recuerdo se presenta como un objeto ético. Según Avishai
(2000), el recuerdo compartido esta tensado entre dos cosmovisiones que, en su forma más
pura, se manifiestan la primera como ciencia (también como ciencia de la historia) y la
segunda como mito (…) no podemos ejercer influencia alguna sobre el pasado, no podemos
hacer que no haya sucedido, que resucite, o que cobre vida nueva, ni en su figura material, ni
tampoco en su esencia. Solo podemos modificar, mejorar o llenar de vida las descripciones
del pasado (Avishai, 2000 p.58).

Resultados
El caos del banco de la república y los fragmentos económicos

Las últimas dos décadas del siglo XIX marcan con fuerza la llegada de la Regeneración, tras
la deposición del régimen liberal conocido como el Olimpo radical. En el orden económico
esto significó un cambio para la situación de la economía nacional con el giro de la política
económica librecambista - auspiciada por el radicalismo-, hacia un proteccionismo aduanero
que se orientó básicamente, hacía la creación de una manufactura nacional. Sin embargo,
esta coyuntura estuvo marcada por incesantes guerras civiles que colocaron en aprietos al
país, hasta el punto de desmembrarlo con la perdida de Panamá19.

Esta época de transición de una economía arraigada a los referentes coloniales para
proyectarse como una economía que privilegiará el sector exportador y el desarrollo de la
industria, estuvo atravesada por profundas crisis financieras que dejaron las guerras civiles
en el país. Bajo este panorama las guerras civiles de 1885,1895 y por supuesto la guerra de
los mil días que dividió al país no solamente políticamente sino geográficamente con la
pérdida del Ismo, generaron constantes cambios económicos y sociales propiciando un
escenario de pesimismo en el progreso del país.

Un ejemplo de lo anterior lo representó la guerra de 1885 que ocasionó según Juan


Correa (2011.) un aumento del déficit fiscal ocasionado por la caída de los ingresos fiscales,
los cuales fueron sustituidos de forma irresponsable a través de emisiones de billetes del
Banco Nacional. Además, el Decreto 260 suspendió la convertibilidad del billete con la
promesa de pago de una prima del 12%, cuando se restituyera la convertibilidad, lo que
técnicamente convirtió al billete del Banco Nacional en un documento de deuda pública. Por
otra parte, el Decreto 104 declaró unidad monetaria y moneda de cuenta al billete de un peso
del Banco Nacional; y el Decreto 448 de 1886 declaró que los billetes del Banco Nacional
circularían bajo fe y responsabilidad del gobierno.

Con un clima bélico como el de finales de siglo y bajo fuertes amenazas al orden
público, la parte económica y fiscal del país se resintió de manera desastrosa. En este
escenario, la economía del país estaba dirigida en mayor medida al pago de la guerra, al
control del costo de la vida y a la exportación de café que lograba generar confianza en el
campo económico y con la cual el gobierno perseguía la modernización capitalista que le

19
junto con el primer ferrocarril construido en este lugar en 1855 y que posteriormente perdería en 1903. Sin
duda alguna semejantes acontecimientos dejarían al país sumido en una profunda crisis económica.
permitiera al país conectar las dinámicas económicas nacionales con los referentes
internacionales en el intercambio de productos.

Ahora bien, para sostener la guerra y así generar un clima de confianza en medio de
las dificultades propias de estos enfrentamientos armados, se emitieron billetes sin un control
particular a manos del Banco nacional. En este contexto de guerras civiles encontramos como
consecuencia directa la inflación por la emisión de billetes, generando así un clima de alta
incertidumbre económica. El Banco Nacional fundado en enero de 1881, se vio enfrentado a
varias dificultades por la emisión ilegal de billetes que llevaron a liquidarlo en 1894. En un
tono irónico Garcés escribe lo siguiente a propósito de esta situación.

Durante el primer mes de la existencia del Banco, ósea en Enero de 1881, la circulación de
billetes aparece en el Balance por valor de $ 980, y ya en Julio siguiente figura por valor
de $ 215.145. El señor Gerente mereció aplausos de la misma Junta de que él hacia parte.
(…) Hasta el 31 de Diciembre de 1891 el Banco había cambiado en moneda de 0,500 la suma
de $ 3.200,000, y bajo ese supuesto demostramos de acuerdo con el Balance del Banco en
aquella fecha que la suma de billetes emitidos clandestinamente era la de $ 5.569,111-.21
Debe agregarse á esta suma el resto de moneda de 0,500 cambiada posteriormente. 800,000-

00. Total de la emisión clandestina, $ 6.369,111-021/2 [Garcés, 1892, 12, 156].

En el periodo de cambio de siglo entre 1899 a 1903, la situación económica del país
empeora notablemente. Colombia se enfrento a las dificultades económicas dejadas por la
guerra de los mil días, donde la tarea principal del Estado consistiría en la reconstrucción del
orden económico. Sin duda alguna la guerra de los mil días en términos económicos logro
afectar notablemente la economía con una alta inflación. Las rachas inflacionarias de 1885-
1893, y especialmente la del 1899-1902, destruyeron buena parte del capital líquido y de los
negocios de la época ( Kalmanovitz, 2000, p1).

Esta disrupción, tal vez la más fuerte de las guerras civiles antes de empezar el periodo
de la violencia en los años cincuenta del siglo XIX, dejaba un saldo muy desfavorable para
el posicionamiento de la economía nacional tras el financiamiento de la guerra y la emisión
de dinero para restablecer el orden público. “En poco más de dos Años se emitieron más de
1.000 millones de pesos, lo que llevo el cambio extranjero a proporciones descomunales:
desde el 412% a comienzos de la guerra al 18.900% en octubre de 1902. Por supuesto los
precios de los víveres y productos de primera necesidad se desbordaron, a tal punto que en
1901 el gobierno decreto la importación de víveres durante la contienda, hasta 60 días
después de su terminación” [Bejarano, 2007, 196].

El caos de la banca derivada principalmente de las emisiones clandestinas, sin respaldo o


forzadas-en un sentido literal-. Casas recuerda el episodio del presidente Holguín quien,
necesitado de un crédito ante el Banco Central, decidió tramitarlo con el general Arboleda y
un destacamento de soldados, prácticamente secuestrando la Junta Directiva de la entidad,
ante la situación, uno de los miembros de la junta se dirigió a Salvador Camacho Roldán,
presidente de la misma, para que el Banco accediera al crédito: “Salvador, a la postre
tendremos que dar el dinero. Es mejor hacerlo inmediatamente, ya que nuestras esposas nos
están preparando la comida, y yo francamente odio comer recalentados” (Casas, 1979, p. 93).
De la Espriella refiere una situación semejante con Felipe Angulo, secretario de Guerra, quien
dispuesto a cobrar una contribución forzosa al Banco de Crédito Hipotecario, decidió tomarla
por la fuerza ante la negativa de su gerente, don José María Quijano Wallis, de pagarla
voluntariamente. “Como en febrero de 1985 el Banco [de Crédito Hipotecario] negó al
gobierno la concesión de un nuevo préstamo, este retiró todos sus depósitos y cerró el
establecimiento, razón por la cual el banco se liquidó” (De la Espriella, 1979, p. 58)

En suma, en un escenario de alta incertidumbre económica y de poca articulación con el


mercado mundial, termina el siglo XIX enfrentado a grandes dificultades a saber: un mercado
de capitales reducido, un alto grado de iliquidez y una gran crisis fiscal que no lograba
superarse en parte por los gastos que generaba el mantener las guerras civiles y el lastre de
la deuda externa que el país había adquirido desde la época de la independencia.

La apremiante deuda de Tesorería por sueldos civiles devengados y no pagados del servicio
corriente llegaba á la cifra de $ 2.500,000 oro; el servicio de intereses de la deuda exterior,
suspendido desde 1899, ascendía á la cantidad de £ 351,000; los créditos reclamados por
extranjeros, por exacciones hechas en la guerra, eran por $ 4.700,000 oro; y por último, la
estrechez y pobreza del Erario eran extremas (Palau, 1907, p. 22)
Un viraje en política económica nacional, se hizo visible para Bogotá, de manera más
evidente, a partir de 1905, en el gobierno de Rafael Reyes, ya que una vez terminada la
Guerra de los Mil Días, la confianza en un clima de “reconciliación nacional”, como la
confirmación del proteccionismo como política económica, generaba un ambiente positivo
para la industria. Además de esto, el café ya se avizoraba como el producto de exportación
que iba a conectar la economía colombiana con el sistema económico internacional. Una vez
superada la recesión provocada por la guerra civil ya mencionada, el café comenzó a mostrar
serios dividendos económicos.

“En 1905 se exportaron 30.486 toneladas por valor de $ 4.8 millones, el 39.2 % de las
exportaciones. La exportación se mantuvo baja hasta 1911 en que se comenzó a presentar un
nuevo auge; en 1912 se exportaron 55.993 toneladas por valor de 16.8 millones, lo que
significaba nuevamente más de la mitad del valor total de las exportaciones, un 52.1%”
[Tovar: 1999:10]

Son múltiples las incidencias de esta coyuntura económica para la ciudad de Bogotá.
En primer lugar, la permanencia de una élite rentista que ahora se veía beneficiada por la
bonanza del café, la cual concentró sus propiedades en el departamento de Cundinamarca.
Claro está, que este fenómeno tuvo una doble relación, algunos de los comerciantes,
entusiasmados por los éxitos económicos de las élites rentistas invirtieron sus capitales en
la tierra. Del mismo modo, los excedentes que acumulaban las élites rentistas se convirtieron
en capitales eficaces para activar la adormecida industria Bogotana. En efecto, durante el
periodo de la regeneración, es posible que la introducción de papel moneda, con el
consecuente desplazamiento del oro y la plata, más la inseguridad que creaba, produjese una
reorientación de los activos hacia inversiones un poco más seguras, como en los bienes raíces
y en la ganadería; ello también debió contribuir a las inversiones del café y posiblemente en
la actividad industrial (Tovar, 1999 p 32)

Finalmente, la estructura económica y social de las últimas décadas del siglo XIX, y la
primera del XIX, se sometía a pequeñas transformaciones que aparentemente alejaban a los
agentes del espacio social bogotano del mundo colonial. Se había logrado para este entonces,
que un grupo de comerciantes tuvieran la oportunidad de perfilarse como una incipiente
clase burguesa, al ser capaces de iniciar empresas de producción y actividades exportadoras,
relacionadas con las materias primas. Lo mismo ocurrió con el grupo terrateniente, que se
dispuso en parte, al abandono parcial de sus viejas rutinas coloniales para participar en
empresas productoras de materias primas exportables como el tabaco, la quina y el café. En
efecto, producto de estas exportaciones llegaron nuevas adquisiciones para el universo social
bogotano, que permitieron el ejercicio de la preservación de la diferencia, visibles
preferentemente en los estilos de vida que se manifestaban así mismo, al interior de las
viviendas, en el vestuario y en la forma de hablar, donde se diferenciaba lo popular de lo
distinguido.

De las estructuraciones económicas a la reorganización social

A partir de la segunda década del siglo XX, se hace evidente en Bogotá una transformación
en el proyecto ciudadano de la época. Emerge una ciudadanía nacional, propulsada por las
élites Bogotanas, quienes, por los efectos benévolos de la economía nacional, producto de la
indemnización de panamá y los ciclos extractivos del café, se vieron beneficiados de manera
notable al consolidar la actividad económica industrial y comercial en la ciudad. Bajo tal
contexto, la élite Bogotana propugnó por encumbrar una ciudadanía que tenía en medio el
discurso civilizatorio y del progreso que básicamente se comprometió con los avances
materiales de la ciudad, imitando, de alguna forma, a las metrópolis europeas.

De este modo se hacía necesaria una reorganización del espacio urbano, para esta
época, en torno a los discursos de la higiene, en medio de un universo social caritativista que
va a re disponer los espacios de la ciudad, para que se corresponda con la nueva imagen de
los grupos dominantes. Lo que, si era claro para esta época, era el afán de modernización, no
solo económica sino cultural, en donde la élite aristocrática, instrumentalizó la cultura para
dirigir el rumbo de la sociedad hacia lo que la élite consideraba civilización, y dejar atrás lo
que entendían por barbarie: hablar y vestirse mal y tener un comportamiento ajeno a las reglas
dictadas por los manuales de urbanidad (Zambrano, 2003, p119).
No obstante, estas influencias extranjeras presentes en la construcción de un nuevo
Estado y un proyecto de nación se evidencian con claridad al momento de una incorporación
de formas y representaciones sociales ligadas a la modernización del país. Este cambio de un
sistema colonial a la lógica del lucro y la renta propios de un sistema capitalista, se logró
gracias a una transformación de la lógica económica que pasó de la explotación de la tierra
de los grandes terratenientes a nuevas estructuraciones económicas que quebraron el modelo
económico colonial al finalizar el siglo XIX. De este modo, un deseo de modernidad estuvo
presente en la elite del país alrededor de un proyecto de ciudad muy al estilo de algunas
ciudades europeas como Paris y Londres y el fuerte paradigma estadunidense, que bajo los
grandes rascacielos de Nueva York marcaron una tendencia en la arquitectura y en la
difusión de un estilo de vida cosmopolita (Serna, 2001; Pérgolis, 2013)20.

Efectivamente, resultado del crecimiento económico impulsado desde la década de


los años treinta, se ubica una burguesía de tipo industrial y financiero como una de los
sectores dominantes del espacio social. Para finales de la mitad del siglo diecinueve este
grupo social se identificó como la clase alta de la ciudad. Las nuevas estructuraciones
económicas, agenciadas por este grupo social, provocaron un cambio en la manera como era
nominado el espacio social. La consolidación de un grupo social que conservaba alguna
trayectoria dentro del trabajo asalariado, así como aquellos que producto de su vinculación
con el Estado adquirieron algún bienestar económico, van a distanciarse de los grupos
sociales bajos, quienes a lo largo del siglo veinte no habían transformado, de manera drástica,
sus condiciones de existencia.

Este distanciamiento, es propio de las clases medias, las mismas que rápidamente
dejaron atrás las trazas de la antigua Santa fé, teniendo como ideal un espacio urbano

20
Las imágenes de la ensoñación modernista de los bogotanos se concretaron lentamente desde el inicio de la
construcción del Capitolio Nacional a mediados del siglo XIX hasta 1926, cuando la remodelación de la Plaza
de Bolívar, obra de Alberto Manrique Martín, definió la imagen del centro de la ciudad (…)en el caso de
Medellín, el paradigma fue Nueva York y, el centro de Medellín a través de esas imágenes se renovó, no con
los rascacielos –imposibles cuando los materiales de construcción dependían del transporte en mulas– sino con
los edificios de fachadas continuas con vitrinas comerciales en el primer piso y vivienda en los pisos altos. Del
deseo de modernidad en Cartagena y Barranquilla permitió ver las dos caras de un mismo anhelo: mientras en
Cartagena el deseo de recuperación de anteriores momentos abrió las puertas a una modernidad que se concentró
en una parte de la ciudad (en torno al Camellón de los Mártires y el Parque Centenario), en Barranquilla la
modernidad se expresó a través de la movilidad y el transporte (Pérgolis, 2013, 227,228).
moderno, producto de la racionalización económica que se acometía gracias a la continua
modernización a la que era sometida la estructura económica bogotana. Por ende, las clases
medias, en el contexto de la ciudad, se preocuparon por la obtención de la propiedad, además
se empezó a observar una primera acumulación de capitales educativos, todo ello con el
objetivo de distanciarse socialmente de las clases bajas, quienes precisamente adolecían de
propiedad y capital escolar; al mismo tiempo que busca acercarse a las clases sociales altas,
quienes poseyendo una variada clase de capitales, se convierten a partir de este momento en
el modelo a seguir por parte de las clases en mención.

En efecto, las transformaciones económicas trajeron, para la ciudad de mediados del


siglo veinte, una estructura de clases modernas. Esta misma se reflejó en la nueva
organización espacial, que para este momento, presentaba la ciudad. El aumento de la
población, en su gran mayoría, causada por la migración -originada a su vez por la
tensionante situación política del país, así como por el renombre que ganaba la capital gracias
a sus bonanzas económicas-, había quebrado la distribución física de la ciudad la cual paso
de las parroquias a los barrios. De tal manera, en 1938 se establecieron zonas que se
encontraban conformados por distintos barrios [Rodríguez y Núñez: 2003 122-124].

Dentro de estas zonas puede notarse como operaba un principio de distancia física en
el espacio urbano, entre los distintos grupos sociales, ello con el objetivo de reafirmar la
distancia social que era palpable en este momento. Por ejemplo, la zona X que comprendía
“de la calle 54 hacia el norte y de la carrera catorce avenida trece hacia el oriente.
Constituida por los barrios Avenida chile, Bellavista, Calderón Tejada, Country Club,
Chapinero, El Nogal, El retiro, Granada, Gratamira, Minerva, Quinta Camacho, San
Antonio, San Rafael, Villa Sofía” [Rodríguez, Núñez: 2003: 124], es un emblema de las
posiciones sociales altas quienes habían construido toda una serie de quintas fastuosas.

Como puede notarse, las relaciones de fuerza que se gestaron en el universo social,
encontraban un escenario de objetivación en el espacio urbano, el cual se convierte en una
apuesta social de aquellos grupos como la clase alta que al poseer los capitales dominantes
buscó transponerlos al espacio físico, de la misma manera la clase media, buscó explicitar en
el espacio de la ciudad sus nuevas condiciones de existencia a través de un esfuerzo por
ganar un lugar en el espacio urbano; además, la clase baja tuvo en el espacio urbano un
horizonte de realización, al vincular sus aspiraciones en el espacio urbano con sus
necesidades más inmediatas. De esta manera, se hace necesario observar como operaron los
estilos de vida en relación al desenvolvimiento del espacio físico de la ciudad, dado que,
como vimos anteriormente, es un signo altisonante de las formas de la existencia legítima
para los diversos grupos sociales en la Bogotá de finales de 1950.

a administración pública y algunos casos de corrupción


Las administraciones municipales se veían cada vez más limitadas para tratar de
expandir la imagen del progreso en la ciudad, a pesar de recurrir a múltiples adecuaciones
arquitectónicas. Con el pasar del tiempo, los dineros productos de los empréstitos extranjeros
no se reflejaban en avances materiales para la ciudad, dado que las maneras de hacer política
del siglo XIX permanecían, y el Estado persistió como apuesta de ascenso económico; de
esta manera los dineros iban a parar a las manos de particulares, además de extenderse la
burocracia municipal de manera desaforada; caso típico lo muestra el manejo del tranvía
municipal y el acueducto que eran manipulados por “La Rosca”, un grupo de políticos
corruptos que hacían estragos con los dineros del presupuesto municipal, al utilizarlos para
su beneficio personal. Cuando en 1929 el alcalde de Bogotá se atrevió a destituir a dos
funcionarios de ese grupo, estos utilizaron su maquinaría para provocar la destitución del
burgomaestre en mención, lo que causó gran malestar en la población Bogotana que protestó
airadamente.

Estos acontecimientos sacaban a relucir las limitaciones del Estado para arbitrar las
nuevas contingencias del espacio social, siendo estas, en parte, las causas del crecimiento
desordenado que ya mostraba la ciudad en sus dos extremos. De esta manera es explicable
la desconfianza que se comenzaba cimentar al interior de las élites por el proyecto que se
había emprendido, resaltando el carácter espiritual de la ciudad ante la evidencia de sus
falencias materiales:
“como Bogotá carece aún de ciertas ventajas materiales y de algunas pompas exteriores
que, estandarizadas se hallan todas en las metrópolis; como en las mañanas el aire se
puebla con el canto aldeano de las campanas y no es raro que discurran por las calles,
con la tranquilidad de la campiña, rebaños asombrados, el pasajero que no tiene razones
para ponerle cordialidad o ternura a la interpretación del panorama, se va con la idea de
una ciudad incipiente, incompleta, retrasada, que tiene acaso menos lámparas eléctricas
o menos aparatos telefónicos que una capital de provincia” [SOLANO: 1928: 231]

Dicho diagnóstico, no va en contravía de lo expuesto en el apartado anterior.


Ciertamente la burguesía había impuesto su estilo de vida como legítimo, pero la hizo frente
al estilo de vida aristocrático, dominante a finales del siglo diecinueve; pensar que el pasado
español o el manejo de la tierra son las propiedades estructuradoras de la vida social, no era
una creencia muy difundida; es más, era considera como un rasgo pintoresco para la vida en
la ciudad. Un emblema de esta clase de personajes lo representa el conde Cuchicute:

“Con muchos ribetes de trastocado pero no del todo chalado veíase por esas calles a un
santandereano conocido como el conde de Cuchicute, hombre de muchos caudales y
extrañas costumbres, que presumía de manejar una lengua tan castiza como la de los
propios clásicos, peor en realidad lo que hacía era apenas un remedo acomodado de
aquello, lleno de giros y terminachos en desuso. Era un arcaísta que de puro rebuscado
resultado ridículo […] Lo de conde de Cuchicute no era un remoquete como pudiera
pensarse, sino que había comprado el título en España, con todas las de la ley inclusive
el escudo nobiliario” [Serrano. Op. Cit. 147]

Sin embargo, dicha visión moderna del mundo no pudo ser proyectada a los grupos
sociales bajos, de los que hacían parte artesanos, obreros e indigentes de la ciudad, los cuales
se nominarían en el universo social como clases populares. Dichos grupos asumen el
proyecto burgués dentro de una relación de tensión ya que si bien observan las
transformaciones del espacio social, así como las objetivaciones en el espacio urbano, no
experimentan un cambio considerable en sus condiciones de existencia, entrando en una
compleja urdimbre de la que hace parte los rezagos del siglo que se había ido, como las
proyecciones de la modernización de la ciudad.
Dichas tensiones van a ser parcialmente sublimadas gracias a la utilización por parte
de algunos sectores sociales de la noción de pueblo, que como vimos cobijaba a sectores
como el artesanado, remanente del campo social del siglo diecinueve, así como la naciente
clase obrera producto de las apuestas de la ciudad del siglo veinte [Serna, 2002:168]. Dicha
noción permite ser utilizada por las clases altas pues en su discurso de progreso, nomina al
pueblo como principal beneficiado por sus transformaciones. De la misma manera es
utilizada por las clases bajas como vehículo de manifestación en el espacio social, además
de elemento propicio para la reivindicación por sus condiciones de existencia. Una de sus
mayores expresiones la presenta, en parte, el emergimiento político de Jorge Eliécer Gaitán.

Luego de estas consideraciones podemos concluir afirmando que en el periodo de


1910 a 1938 se observan las condiciones para la legitimación del estilo de vida burgués. Sin
embargo, al ser este el único grupo que observa una redistribución de los capitales del campo
social, se propician una serie de fracturas con relación a las clases populares quienes no
encuentra una posición dentro de las visiones del mundo impuestas por la burguesía.
La década de los años cuarenta significó en términos económicos un freno en los
niveles de crecimiento con relación a los considerables márgenes que se observaban en la
década de los treinta que, como ya se mencionó, respondieron a los cambios en la política
económica en el país a partir del primer gobierno de López Pumarejo. Esta desaceleración
del crecimiento económico era ocasionada, en gran medida por la llegada de la Segunda
Guerra Mundial.
Contrario a lo que podría pensarse, este comportamiento de la economía del país no
ocasionó un desplome de la industria. Antes bien se observa una diversificación de sus
actividades, dado que varios productos, como por ejemplo aquellos de carácter suntuoso,
dejaron de importarse al país, como consecuencia de las dificultades en las comunicaciones
originadas por la segunda guerra. De esta forma “de las 7843 [industrias] existentes en el
año 1945, 3455 de ellas se crearon entre 1940 y 1945” [Rodríguez y Núñez: 2003: 119] Pese
a esta situación, en la estructura económica se presentaron serios reveses que se observaron
de manera latente en el encarecimiento del costo de vida, fenómeno que en Bogotá se va a
ver mucho más acentuado a finales de la década del cuarenta, al respecto Serna nos ofrece
un panorama detallado de la situación:
“…en efecto desde comienzos de ese año [1948] la ciudad empezó a padecer una aguda crisis
social y económica, en la cual tuvo una particular incidencia la huelga de los trabajadores del
Magdalena Medio, que habían encarecido los productos que llegaban a la capital y el
racionamiento de elementos como la gasolina, la economía empezaba a resentirse ante la
situación europea, en proceso de restauración tras la catástrofe de la guerra orbital [1939-
1945]. El desempleo era un asunto cada vez más palpable, mientras el ambiente cotidiano se
mostraba cada vez más caldeado como consecuencia de la violencia que se estaba
extendiendo por todo el país entre facciones liberales y conservadoras” [Serna: 2001: 59]

Continuamente en Bogotá se observaban alzas en los precios de los productos básicos


de la canasta familiar, las que a la postre golpearon a las clases bajas de la ciudad, cuenta de
ello lo da la situación que se presenta en 1944 donde los presidentes de las mejoras de todos
los barrios de la capital solicitaron un control de precios ante la interventoria nacional, con
el ánimo de regular los precios de productos básicos para la cocina como lo eran la manteca
y el azúcar. Situación similar a la que se presenta para la semana santa de 1947 donde 200
agentes de policía, intenta controlar los índices de los precios pactados según una lista que
establecía lo que se debía cobrar. La especulación de los intermediarios elevaba la carestía
en la ciudad. [Fundación Misión Bogotá: 1989: 43]
Producto de estas fluctuaciones económicas que se presentaban en el país y que se
reflejaron, de la misma manera, en el caso de Bogotá, fueron unas relaciones económicas
contradictorias, que dan cuenta de la manera como se estructuró el espacio social bogotano:
una consolidación de una floreciente clase burguesa, al mismo tiempo que empeoraban las
condiciones de vida de las clases bajas. Un ejemplo de esta situación nos lo ofrece Rodríguez
y Núñez quienes advierten sobre esta condición paradójica, dado que mientras la población
aumentaba por las continuas migraciones hacia la ciudad, las industrias a pesar de su buenos
dividendos no se encontraban en capacidad de emplear a la nueva población que se agregaba
a la ciudad. En últimas, este proceso produjo el aumento de fenómenos como el desempleo
y el subempleo. [Rodríguez, Núñez: 2003:122]
A pesar de los altibajos económicos, la conclusión que podemos extraer de este
periodo es la inevitable consolidación de la industria bogotana de la época, puesto que esta
resiste la crisis generaba por la Segunda Guerra Mundial, mostrando, además, señas de
crecimiento sostenido. Precisamente, los beneficios de la industria redundaron en una
transformación de las posiciones en el espacio social, dado que cada vez es más inminente la
estructura moderna de las clases sociales.

El collage como punto de encuentro entre el pasado y el presente

Elaboración propia, consultar las fuentes en las referencias


La composición de un collage, más que una producción artística destinada a valoraciones
estéticas, buscó para este caso la evidencia del montaje histórico para un contexto como el
bogotano entre 1905 y 1938. Los fragmentos anteriormente mencionados encuadran esta
representación visual del fenómeno de la corrupción en una ciudad como Bogotá.

Antes de entrar a declarar juicios sobre algún partido político o líderes populares, el
contexto de esta composición permite vislumbrar una ciudad con un deseo de modernización
y modernidad afianzados en una nueva clase social. Los encuadres de las fotografías de
Gumersindo Cuellar como trasfondo del Collage permiten entender que una ciudad como
Bogotá para 1938, época en la cual se celebraba el IV centenario de Bogotá, requería de
algunas estrategias de movilización y de distinción social, no en vano aparecen los carteles
publicitarios de los Juegos Bolivarianos ilustrando esta diferencia entre unos deportes de elite
como el tenis frente al boxeo como práctica popular que sin duda estuvo en el fondo del
debate sobre la raza donde se buscó entronizar lo popular como elemento nacional21.

Desde la vanguardia colombiana la gráfica nacional presentó un rechazo al


indigenismo. Este nuevo grupo proponían la vinculación de un modelo externo tendiente a
recuperar el espíritu estudiantil en sus producciones. Dentro de sus colaboradores gráficos se
encontraban Jorge Franklin, Sergio Trujillo y Jorge Rodríguez Páramo (Duque et al, 2009,
p95). Sin embargo, fue Sergio Trujillo quien impactaría con sus carteles y evidenciaría esta
diferenciación social en las practicas que las elites del país trataban de introducir

Con la plaza de bolívar como escenario de inauguración de los Juegos Bolivarianos,


Gumersindo Cuellar quiso retratar las diferencias entre las clases dirigentes y la sociedad,
que más que disponerse en el espectáculo público de una actividad cultural, recibían a la
modernidad bajo uniformes alusivos a la difusión deportiva. Valga decir que, como estrategia
social, la introducción del deporte obedecía a contrarrestar, las prácticas de consumo de
chicha en espacios aislados de la ciudad como el paseo Bolívar, foco de delincuencia y
desaseo según las representaciones de la época.

Bajo tal contexto, la élite Bogotana propugnó por encumbrar una ciudadanía que tenía
en medio el discurso civilizatorio y del progreso que básicamente se comprometió con los
avances materiales de la ciudad, imitando, de alguna forma, a las metrópolis europeas. De
esta forma, la estrategia propiamente simbólica utilizada por las élites consistió en un

21
Estas transformaciones culturales operaron en los discursos de la regeneración de la raza, tal como sostiene
Santamaría y Llano (2009) En un contexto de transición intelectual, donde se plantearon diferentes debates en
cuanto a la situación de la población colombiana frente a países europeos, el problema de la degeneración de la
raza liderado por Luis López de Mesa, las pedagogías activas introducidas por Nieto Caballero, la formación
docente y las diferentes reformas educativas, reclamaban un nuevo tipo de intelectual que pensara la educación
y con ello el desarrollo del país. Los acontecimientos que acompañaron el posicionamiento de este intelectual
centrado en los temas pedagógicos e higiénicos estuvieron concentrados especialmente en la formación docente,
tema relevante para asumir los retos de un sistema educativo precario.
ensalzamiento de su estilo de vida como forma legítima de la existencia, de donde resulta un
fortalecimiento de la vida pública, dado que escenarios como el cine, el teatro, exposiciones
de pintura se convierten en espacio propicios para mostrar el lujo, la ostentación, como
beneficios inexpugnables del avance de la civilización. cuyas intencionalidades políticas
estaban dirigidas, a la imposición de una identidad nacional consecuente con un ideal
especifico de ciudadanía (Chavarro, C. & Llano, F. 2010).

En la ciudad del águila negra, como comúnmente se conocía a la Atenas


Suramericana, la inauguración de estadios y equipamientos deportivos se convirtió en una
necesidad de primer orden. Con una ciudad dinamizada alrededor de una economía precaria,
con altos precios en la canasta familiar y una identidad trastocada por las influencias de
potencias como Inglaterra y Francia, Bogotá recibió los juegos Bolivarianos como un destello
de modernidad. Con altas inversiones provenientes de la Administración municipal en
cabeza de Jorge Eliecer Gaitán y del Gobierno Nacional bajo el mando de Alfonso López
Pumarejo se introduce la inversión deportiva y las disputas por la sesión de terrenos para la
construcción de estadios, al parecer López Pumarejo tenia algunos intereses en los terrenos
que hoy hacen parte de la Universidad Nacional donde funciona el estadio que lleva su
nombre (Acosta, 2013)

Finalmente, con la sobrevivencia de símbolos de representación política y religiosa,


aparecen otros elementos actuales de reconocimiento de las prácticas de corrupción. Como
elementos emblemáticos, el carrusel, los parques de diversión y las demás estructuraciones
económicas y sociales sobre la modernización de la ciudad pueden abrir un debate frente a
la responsabilidad pública de los recursos y la ampliación y participación de las clases
populares en los proyectos de ciudad.

Conclusiones

Las coincidencias espaciales y las diferentes composiciones de lugares pueden mostrar una
serie de fragmentos aislados, que, vistos por separado, reducen las posibilidades de
explicación de fenómenos tan arraigados en la experiencia colectiva de construcción de
ciudadanía como la corrupción. Ahora bien, la problemática de la corrupción en Colombia
ha sido abordada principalmente desde los estudios políticos, sociológicos e históricos. Estas
conceptualizaciones han privilegiado las explicaciones asociadas a la configuración de redes
de clientelas y a la habitual práctica del desangre del erario público, cuestión, que ha estado
presente históricamente como variable estructural de la esfera pública. De esta manera, este
hecho que ha sido registrado como una práctica “normalizada” y naturalizada alrededor de
un comportamiento ciudadano inadecuado, requiere ser abordado desde una perspectiva del
conocimiento que logre vincular diferentes aristas de la problemática.

Un acontecimiento que se concatena como el carrusel de la contratación, el carrusel


de diversión, pensado como patrimonio desplazado y convertido en ruina y algunos
fragmentos históricos relacionados con la corrupción como un grupo de políticos corruptos
denominado “la rosca”, permiten pensar en la posibilidad de montaje histórico para evitar,
que los acontecimientos actuales de corrupción queden como hechos aislados para pasar a
convertirse en otro fragmento inconexo de la historia bogotana. Es importante insistir en que
como acontecimiento no quede aislado y petrificado como ruina, como testimonio de una
época que fue y de la cual solo se nos permiten imágenes desgastadas e incompletas en la
medida en que no se recuerden sus supervivencias (Duran P. 2012).

Eventos como el denominado carrusel de la contratación, quedarán como historia


temporalizada y caduca, presa del juego de temporalización moderna y del olvido, de “hacer
irrevocable el pasado destruyendo el recuerdo22. Epistemológicamente, se requiere un
desplazamiento de la idea hegeliana de la razón de la historia que se mantiene como posición
dominante. Esta concepción ha encumbrado lo universal como fuente de explicación
histórica para constatar una única historia universal, un espíritu absoluto, que intenta
objetivar una historia temporalizada. Dentro de una linealidad y un tiempo homogéneo y
vacío, este instante de peligro, que representa la mirada del fenómeno desde algún nivel de
integralidad, quedará en la memoria de los bogotanos como ruina o desecho de la historia

22
Según Carchia, (1990) la temporalización moderna de la historia es, para Benjamín, precisamente el intento
de afirmar la verdad sin la apariencia, de hacer irrevocable el pasado destruyendo el recuerdo, de afirmar el
futuro como continuidad del acontecer presente, contra el que se alza el movimiento de la imagen
dialéctica(p72)
para ser olvidado y finalmente se constituirá en un deseo reprimido que pronto será recordado
como un evento más de una eterna letanía de acontecimientos pasados.

Ante esta imagen dialéctica del carrusel que vincula el “ahora” con las
contradicciones sociales de una práctica de corrupción sintomáticas de un “otrora”, no solo
es posible evidenciar unas formas históricas de hacer política en el país por medio del rastreo
de esas huellas que perviven en una dialéctica del lugar, sino que además se logra vincular
lo próximo y lo lejano, el presente con el pasado, la conexión de algunos acontecimientos
efímeros con recuerdos que han estado sometidos a la supresión de la historia oficial.

¿Cómo explicar que los representantes de lo publico en el ahora y en el otrora son en


realidad los que desangran el erario público? ¿En qué momento se efectuó ese cambio de
roles? ¿Por qué el político tiende a creer que los recursos públicos son privados? ¿Cuál es la
defensa que la esfera política hace del erario público? Estas y otras preguntas aparecen luego
de realizar algunos montajes, de relacionar algunos fragmentos del pasado con el presente
para hacer visible múltiples posibilidades de recuerdo, con el fin de potenciar la
autoconciencia.
No basta con remitirse a episodios de la vida nacional con el fin de narrar anécdotas
de políticos corruptos, ni verificar desde una línea de tiempo las fechas y eventos de desfalco
en la Administración bogotana. Como crítica inmanente y a la vez como socio análisis, el
presente texto pretendió componer a través de teselas, un ejercicio estético y metodológico
para la construcción de un collage con fragmentos históricos, con minucias históricas y con
algunos desperdicios que la historia oficial ha olvidado. Como práctica recurrente en el
tiempo, la corrupción se configura y transfigura desde lo social, cultural y económico y
convoca a diferentes disciplinas, en especial a la historia para develarla como recurrencia.

Referencias del Colaje.


Imagen (Palabra Corrupción)
http://es.123rf.com/search.php?word=underhand&alttext=1&orderby=&sti=o0dk814m8c37
kp9r6o|&mediapopup=18003866

Imagen cartel de la contratación:


http://santanderextremo.com/extremo/wp-content/uploads/2013/07/Carrusel-de-la-
contrataci%C3%B3n.jpg

Inauguración Juegos:
https://en.wikipedia.org/wiki/1938_Bolivarian_Games

Boxeador y tenista
http://kerlames.blogspot.com.co/2005/12/sergio-trujillo-magnenat-y-pepe-mexia.html

Águila Negra
http://kerlames.blogspot.com.co/2005/12/sergio-trujillo-magnenat-y-pepe-mexia.html

Sagrado corazón de Jesús


http://muchosgraficospuntodecruz.blogspot.com.co/2013/04/religiosos.html
Billete de mil
https://www.google.com.co/search?q=bogota+a%C3%B1os+30+fotos&espv=2&biw=1600
&bih=731&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjF6tGk9r3JAhWEaz4KHbzW
BW8Q_AUIBigB#tbm=isch&q=billete+de+1000+pesos+colombianos&imgrc=yF6FhC3U
uo7bgM%3

Billete de medio peso


http://monedasybilletes.jimdo.com/billetes-del-mundo/billetes-colombianos/

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