Meditación primera.

De las cosas que pueden ponerse en duda.

En la primera meditación, Descartes argumenta que la duda es el inicio de todas las cosas,
especialmente de las cosas materiales, cuando no existen fundamentos. Manifiesta que la duda
prepara a aquel que la ejerce para poderse separar de los sentidos.

En esta meditación, Descartes llega a la conclusión de que el hecho de negar o afirmar toda
afirmación que alguna vez había hecho, diciendo “me sentare seriamente y con libertad a destruir
todas mis antiguas opiniones”. Plantea de igual manera que los sentidos nos han engañado y si
estos lo han hecho, que razones existen para creer que no lo hacen siempre, por eso considera
que nunca debemos fiarnos de los sentidos. Critica también la falta de indicios que nos permiten
distinguir entre el sueño y la vigilia en donde al dormir se cree estar en un contexto diferente al de
la demostrada realidad.

Asimismo, declara que las ciencias que dependen de la consideración de cosas compuestas, son
inciertas y que las ciencias que trabajan aspectos generales son indudables, esto lo comprueba con
el enunciado: “Duerma yo o esté despierto, dos más tres siempre serán cinco”. Por estas razones,
llega incluso a dudar de la existencia de un Dios fuente de verdad.

Meditación sexta:

De la existencia de las cosas materiales, y de la distinción real entre el alma y el cuerpo.

En esta meditación, Descartes hace una recopilación de las meditaciones anteriores haciendo
énfasis en la primera en donde critica los sentidos, aunque en este caso se encuentra en un polo
más comprensible hacia estos, pues, ahora considera que estos le proporcionan ideas más claras y
vividas.

Se encarga de demostrar por qué y cómo el alma o espíritu se encuentra unido al cuerpo y
depende de este según lo que la naturaleza que considera va más allá de lo que Dios le ha dado le
ha enseñado y de lo cual se compone el “yo”, haciéndolo al exponer la existencia de ciertas
facultades propias del accionar del cuerpo que deben estar ínsitas en una substancia extensa o
corpórea que se liga a los sentimientos y coyuntura carnal señalando así también que cuerpo y
alma son diferentes pues al cambiar el estado del cuerpo de un hombre, su espíritu sigue siendo el
mismo.