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LOS SISTEMAS LITERARIOS COMO CATEGORÍAS HISTÓRICAS

ELEMENTOS PARA UNA DISCUSIÓN LATINOAMERICANA

Antonio Cornejo-Polar

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

. Uniuersity of Pittsburgh

/''Sospecho crüe'la categoría de sistema es, en parte al menos,

algo

así como un subproducto tal vez imprevisto de la infatigable inope-

rrancia'dc nuestra historiografía literaria. Incapaces de superar


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las bases conceptuales del

positivismo, casi todas las historias de ¡a

literatura latinoamericana imaginan su materi a como una se-

í'cuéncia unilineal, cancelatoria y perfectiva. Épocas, períodos y

hasta generaciones se suceden en un tiempo único y abstrac to,

oscuro pero firmemente gobernado por el imperativo del Progreso.

^Queda fuera' de su conciencia la turbadora simultaneidad de op-j

ciónos literarias contradictorias y beligerantes, inclusive dentro

del cauce del arte hegemónico, y por supuesto la coexistencia, aún

I más inquietante, de varias literaturas paralelas y punto menos que

, autónomas. - ' "


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Ciertamente, el uso de la categoría de

sistema tiene también que ver -y mucho- con las postulaciones del

primer estructuralismo, con su cartesiano deslinde entre

sucesividades y simultaneidades, pero me interesa subrayar que

entre~ñ os otros obedece sobre todo, como está dicho, a la urgencia

de corregir los errores de una historiografía'que hace uno de lo

diverso y convierte en homogéneo lo Jjue es a todas luces

heteróclito, siempre en busca de un Orden tan ¿perfecto y

armonioso'como hechizo. A la delgadez casi anémica do


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a versión historiografía de nuestra literatura, ne- k jocio- casi^Tb^qlj^damos sin historia... De todas maneras, no

ípV"empleÓ'.'dé^l'a''"ca-'' egoría de sistema podía oponer el espesor está I demás reivindicar la justicia del gesto, que era como una

de una imagen múltiplé'y/ :ontrastada: lo culto, lo popular,' lo venganza " de lo que por estar debajo había sido desapercibido por

indígená,"para"'mencionar ape-r las los sistemas de más bulto, todos la historia, y hasta su utilidad, puesto que efectivamente se logró

instalados en el mismo espacio*? iterario, como muestra mayor, e demostrar la pluralidad de nuestra literatura, hasta entonces

incontrovertible, de la muy com-)leja estratificación de la literatura comprendida bajo códigos estéticos de Occidente, fíúfái1)

latinoamericana. Es preciso ~'irislstir?Tén^ historia es

En el fondo de esta opción se abría, sin embargo, una insidiosa una"abstrácciónilegítima-yengañosa/ En este orden de cosas, no es

,rampa. Sistema resultaba ser un concepto más geológico que exagerado afirmar que lo simultáneo es hasta más histórico Que lo

his-,órico, capaz de detener el tiempo, verticalizando lo horizontal, sucesivo. Cada sistema tiene su propia historia, pero también

para Ingir la solidez imbatible de una estructura que a í'in de participa de otra, mucho más abarcadura, que es la que distingue a

cuentas, I O T estar fuera de la historia, no servía de mucho. En otras un sistema de otro y al mismo tiempo, directa o indirectamente, los

pala-oras, corregimos los vicios de la histfi r ' f 'C rnf, 'n , pero -pésimo correlaciona. Por esto,'si "queremos, seguir hablaiv do de sistemas,
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• no queda'más remedio "que ))

his£onarl4s,'y doble" mente, nrflbnnHn dfíj ' fodo con'la trajinadas,. -ó"'por"las"secretas leyes" de "una memoria

"oposiejónique contrapone fala^v mente estructura á proceso.'JLos colectiva/'

dos son historia o no son nada. todavía no suficientemente conocidaf '

Sucede sin" embargo, para referirme" solamente a dos de los Este segundo aspecto es inquietante: ¿de qué manera las

sis-v* litera-' \ turas indígenas y populares comprenden, experimentan y

temas mayores, - que casi 'no' tenemos ningún'conocimiento acercaV se inserí-";

de la historia de las literaturas populares e indígenas.r Sobre estas ben en la práctica de su propia historia? Débilmente

últimas se ha ejercitado, espléndidamente en muchos casos, el ofi- autonomizadaK con respecto a la vida social, es probable que su

cio filológico, rescatando textos y proponiendo lecturas que en más tiempo interior, el ¿que" lleva'de un texto a otro, esté insumido en el

de un momento fueron desciframientos casi heroicos, ritmo del acontecer jrcolectivo, tal vez mucho más reiterante que

jpexftí¿en^ué^. mudable, precisamente -PQXflag insistir es una forma de

tiempo^^se'ihstkl'án^eXQlíSxtos? Por lo pronto, se trata de un rejsisteiicia cultural y un modo de Xericér^a^interferencia

tiempo depredadora del opresor. "

interferido y dañado por una conquista cuyos efectos no cesan, y de La más reciente y nutrida recopilación de poesía quechua

■ demuestra que los textos se acumulan alrededor de ciertos

un proceso literario hilvanado por el azar de la supervivencia J ~" acontecimientos, como la cosecha, el carnaval o el matrimonio, sin

algunos textos, de los que a veces apenas quedan huellas borrosas y que nuestros ojos perciban el fluir temporal entre una celebración
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y otra igual, inclusive si entre ambas la pasemos por alto; mucho menos, que tergiversemos su agenda

hay mucho tiempo de por medio. Tal vez la firme articulación de los forzando a los sistemas marginales a encauzarse dentro de la his-

textos con el proceso social obligue a historiar en este caso más ese toria que, mal que bien, sí conocemos. Nada más equivocado, en

vínculo que el orden textual que parcialmente lo constituye. Se . efecto, que situar a dos o más literaturas en un solo carril

evitaría así la imposición desde fue-jra de un criterio de autonomía temporal,

literaria que, bajo estos supuestos, § resultaría enturbiante y intercalando mecánicamente textos de varia procedencia dentro

empobrecedor. del

Masque hipótesis, lo anterior es una pura sospecha, pero resulta 'curso de la hegemónica. La conciencia de la pluralidad literaria

júfíciéñtV'párá evidenciar que la sola voluntad de construir la his- ^.latinoamericana se pervierte aún más, si cabe, cuando a partir de

toria de las-literaturas marginales-'-.abre una problemática ^ ella se finge una vagorosa tierra de nadie, un espacio neutral y un

excep-¿cionalmente compleja: 'supone fundar una 'tiempo ingrávido donde todo se junta, como si todo fuera igual, en

historiogTafía_otra, c_a-_ £paz de enfrentarse ajujn tiempo gnp í-una armonía tramposa que oculta la confiietividad esencial de
un
no'^p^pIjTTTPRtrn Habrá que aliarse con la antropología, ¿ jk¿-ilfceraturas queno son menos quebradas que la sociedad

aunque no sea fácil desenclaustrarla de su culto por las recurrencias que

estructurales, y sobre todo estar fatentos" al desarrollo de la historia í.1ía¿J2JSduse! ' --------

oral, todavía muy incipiente en ¡['América Latina, ' ■ ' " -¡ A e ste pluralismo simplón, pero casi nunca ingenuo, debo

En cualquier caso, es obvio que estamos muy mal equipados oponérsele la convicción de que las relaciones entre los sistemas

para enfrentar esta tarea, pero eso no justifica, en modo alguno, que
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son ^siempre contradictorias o generan

vínculos de ese carácter. En


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América Latina cada sistema representa la asumir figuraciones del opresor. En este sentido es

actuación de sujetos sociales diferenciados y en contienda, extraordinariamente sugestivo recordar que muy temprano,

instalados en ámbitos lingüísticos distintos, idiomáticos o ^nTl5397nó"s!rtlax-, : caltecas

dialectales, y forjadores de racionalidades e imaginarios con escenificaron'Laconqi"'?*^"JflftTrprn¥ñlffm pn: 'in•■qftp ina oj¿r. /

frecuencia incompatibles. Esta es la razón por la cual no es del todo citos cristianos, en cüya"variguardiá"restá' el ñahüal, veñcen^a*Tos.

exacto suponer que la teoría y práctica de comparatismo, más o infieles comandados por un ."sultán" bien conocido por losriridíbs: .

menos eficaces para el cotejo entre literaturas homologas, sean Hernán' Cortés; y que más tarde, en7, fecha incierta, los'quechuas .

esclarecedoras del tramado heteróclito de nuestras literaturas. dramatizaron la conquista con un'act'o final en elque el rey de r Es-;

De cualquier manera, son las siempre imprevisibles rela- paña manda a ejecutar a'Pizarro por haber dado.muerte a Atahual- (

ciones concretas entre nuestros sistemas las que pueden servir me - pa,'soberano justo y piadoso.;

jor para comprender la índole de cada uno de ellos y el sentido de la El camino inverso, que lleva de las literaturas marginales a la

contradicción que los engrana y los hace participar en el corpas y hegemónica, se puede conocer mejor porque sus instancias finales

en la historia de la literatura latinoamericana. Es inútil, por obvio, se inscriben en la faz más visible de nuestra literatura. Las que al -

señalar que se trata de relaciones asimétricas, que reproducen guna vez llamé "literaturasheterogéneas" funcionan en parte como

sesgada o directamente una situación radicalmente injusta, pero es receptoras de Tas tradiciones populares e indígenas y en ese sentido,

indispensable recordar, en cambio, que la producción simbólica tie - a más de reproducir los quiebres socio-culturales de América Latina,

n^_sjemj)n^Ja-4aiag4J^ imá- operan en el ambiguo espacio de la resemantización de formas y

genes que reconstituyen, en el nivel del discurso, el orden más alto contenidos alternativos. Ciertamente no son iguales las cró nicas, la

do la justicia y de la autenticidad, aunque para ello tengan que gauchesca, el negrismo, el indigenismo, la novela del nordeste

brasileño, el realismo mágico o el relato testimonial, pero en todos


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estos casos el discurso hegemónico se I hos interesa recusar. Los peruanos no deberíamos olvidar que

abre a otros discursos, los marginales y subterráneos, a veces con la tragedia existencial y cultural de Garcilaso se convirtió en la

autenticidad -que es cuando son productivos- y a veces con plenitud intachable de un mestizaje doblemente imperial; que la

artificiosidad opaca y falsificadora. Después de todo, la fraternidad andina de Vallejo se trasmutó en una piadosa y ram -

polifonía bajtiniana sólo es enri^quecedora cuando las voces de los plona metafísica cristiana; o que, caso extremo, la tierna y mítica

otros preservan su tono y temple ípscortfTOll^. Paiu düiii'leren humanización^ de la naturaleza, tal como la vivió Arguedas, se

breve, no es lo mismo Cambio de ;7iel 'quéEl zorro de arriba y el zorro transforrnó_en sjgno precursor del ecologismo postindustrjal. La

de abajo. |f''^'!-¡*Insist6Ten"que'es el estudio, de estas relaciones •"^conciencia de que nuestra literatura es producto de varios y

concretas la l'^ñíéjor manera de comprender el carácter de la anta-3?# /génicos sujetos sociales, con lenguajes, racionalidades e

literatura latinoa-j^'merTcaná;/ Está demasiado cerca el ejemplo imaginarios discordantes, bien podría terminar en una

del fracaso de nuestro reclamo de autonomía teórica, que casi aíirmaciónj^o-/z^sjtdeJa^^nojvfa,entre los contrarios, algo así como

nadie desarrolló en con creto/para que ahora el nuevo reclamo, de un mestizaje que admite todo, o casi, siempre y cuando el resultado

una historia que de razón ,: déla complejidad de nuestra no sea ni .demasiado negro ni demasiado cobrizo.*- f¿¡47/stf

literatura, de sus pluralidades y contradicciones, se agote otra vez Por lo demás, las investigaciones concretas que urgimos no

en la formulación de un proyecto que , no se encarne en trabajos solamente revelarán sus materias específicas, sino eme

específicos. Peor todavía: si no lo desa rrollamos nosotros, contribuirán decisivamente a forjar, más allá de la abstracción en

será la crítica más conservadora la que manipulará algunas la que todavía se mueve todo el proyecto, el perfil del objeto que

categorías, como la de pluralidad, para reforzar las . queremos .conocer. No hay que obviar nunca el hecho de que éste

interpretaciones históricas, socialelfyculturales que precisamente no es un objeto "natural" sino una construcción intencional,

portadora de opciones ideológicas y científicas tal vez no muy


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precisas pero, en todo caso, decisorias. esto, y mucho más, se explica y se hace legítimo cuando

No es "natural", por ejemplo, que asumamos cocino existe una conciencia clara de por qué so

latinoamericanas las literaturas precolombinas, ni que asig- problemntizaimasunto, como el carácter hete róclito de TíT litera

nemos condición literaria a la oralidad sin letra, ni siquiera que tura latinoamericana, que desde otros puntos de

hablemos de "literatura" para referirnos al imaginario verbal

de culturas que no parecen necesitar de ese concepto. Todo


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vista podría y hasta debería pasarse por alto. No es casual, por esto, que paralelamente al trabajo

A este respectóles bueno súbrayar'qúe la idea misma'de unadi-'1* histo-riográfico, que transforma el contenido de la tradición

teratura latinoamericana'es'.obra de-la historia, de sus*continuas-S*"' literaria latinoamericana y reformula cada una de las tradiciones

^mudanzas.-''Para las primeras generaciones republicanas, nuestra nacionales, se produzcan cambios decisivos en el curso vivo de

literatura comenzaba hacia?1810; con la"independencia;" más tarde se nuestras literaturas. Do hecho, para volver al caso peruano, la

ganaron, aunque ciertamente desde muy distintas perspectivas, los tres apropiación nacional del coloniaje es indesligable del ejercicio

siglos coloniales, convirtiéndolos en el origen de nuestras literaturas imaginario propio de la prosa de Palma, de su éxito literario y

nacionales; y sólo mucho después, a pocos y sin consenso, ^se añadió social y de sus extensas ramificaciones, de la misma manera que

al proceso" 1 de la literatura latinoamericana'erpe-* .ríodo la afirmación de nuestros vínculos con la historia anterior a la

prehispánico. Esta apropiación del pasado, que nacionaliza y conquista es el sustrato en el que germina la espléndida

latinoamericaniza' un'tiempo^mucho más extenso que el"que tieneivS * creatividad de Arguedas. Palma y Arguedas son productos'de::

de vida'nuestras'repúblicas, implica una complejísima operación una-ciertai' 'conciencia''histórica-" /que ellos mismos, a la vez

ideológica, con compromisos político-sociales bien determinados, efectos y causas de un proyecto complejo'yT .'multidireccional,

más allá, pero no independientemente, de las opciones literarias constribuyen a forjar. A la larga si Palma revive el virreinato

puestas^en,juego...¿Reconocer un es porque su discurso actualiza un intertexto hecho con la

pasado"Yo'mo"pasadoJpropio"supone~ AÍrTcierto.modo'de definir el escritura colonial y con la propia, como Arguedas, al dialo- |J

presente y de'identificar la índole del ' futuro; fí/v/íOf/-) gar con los mitos y las fábulas indias, pone en el presente, y en

su J] espacio, el lenguaje del otro, ajeno y entrañable.M ••No-sé


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si-queda claro,"entonces, que-los

sistemas-mayores -de - * nuestra literatura tienen consistencias

diferenciales:'cada cual con«^ ■su propia historia, casi totalmente

desconocidas en'el caso de las* .literaturas marginales, pero también,-

al mismo tiempo, funcionan-'* .dentro de un juego-de resonancias

múltiples, imprevisibles y con-■» .^tradictorias, cuyos ecos van y

vienen en el seno desuna historia que-»*. ,„es lo único que nos

identifica'con "todas'las'sangres" de nuestra* «América: Es esta

filiación plural y contrastada, con su duro dra-

'ér0 y con su vocación de plenitud, la razón última de un eje. ~ ' t

Mítico e historiógrafo que quiere reconocer y reconocerse e

S^tíempos cfn que se trama,sm pausa, la aventura ame

*V. , ■ ■ *

-ncana.

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