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Antonio Cornejo-Polar
. Uniuersity of Pittsburgh
algo
sistema tiene también que ver -y mucho- con las postulaciones del
a versión historiografía de nuestra literatura, ne- k jocio- casi^Tb^qlj^damos sin historia... De todas maneras, no
ípV"empleÓ'.'dé^l'a''"ca-'' egoría de sistema podía oponer el espesor está I demás reivindicar la justicia del gesto, que era como una
de una imagen múltiplé'y/ :ontrastada: lo culto, lo popular,' lo venganza " de lo que por estar debajo había sido desapercibido por
indígená,"para"'mencionar ape-r las los sistemas de más bulto, todos la historia, y hasta su utilidad, puesto que efectivamente se logró
instalados en el mismo espacio*? iterario, como muestra mayor, e demostrar la pluralidad de nuestra literatura, hasta entonces
incontrovertible, de la muy com-)leja estratificación de la literatura comprendida bajo códigos estéticos de Occidente, fíúfái1)
En el fondo de esta opción se abría, sin embargo, una insidiosa una"abstrácciónilegítima-yengañosa/ En este orden de cosas, no es
,rampa. Sistema resultaba ser un concepto más geológico que exagerado afirmar que lo simultáneo es hasta más histórico Que lo
his-,órico, capaz de detener el tiempo, verticalizando lo horizontal, sucesivo. Cada sistema tiene su propia historia, pero también
para Ingir la solidez imbatible de una estructura que a í'in de participa de otra, mucho más abarcadura, que es la que distingue a
cuentas, I O T estar fuera de la historia, no servía de mucho. En otras un sistema de otro y al mismo tiempo, directa o indirectamente, los
pala-oras, corregimos los vicios de la histfi r ' f 'C rnf, 'n , pero -pésimo correlaciona. Por esto,'si "queremos, seguir hablaiv do de sistemas,
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• no queda'más remedio "que ))
his£onarl4s,'y doble" mente, nrflbnnHn dfíj ' fodo con'la trajinadas,. -ó"'por"las"secretas leyes" de "una memoria
Sucede sin" embargo, para referirme" solamente a dos de los Este segundo aspecto es inquietante: ¿de qué manera las
de la historia de las literaturas populares e indígenas.r Sobre estas ben en la práctica de su propia historia? Débilmente
últimas se ha ejercitado, espléndidamente en muchos casos, el ofi- autonomizadaK con respecto a la vida social, es probable que su
cio filológico, rescatando textos y proponiendo lecturas que en más tiempo interior, el ¿que" lleva'de un texto a otro, esté insumido en el
de un momento fueron desciframientos casi heroicos, ritmo del acontecer jrcolectivo, tal vez mucho más reiterante que
interferido y dañado por una conquista cuyos efectos no cesan, y de La más reciente y nutrida recopilación de poesía quechua
un proceso literario hilvanado por el azar de la supervivencia J ~" acontecimientos, como la cosecha, el carnaval o el matrimonio, sin
algunos textos, de los que a veces apenas quedan huellas borrosas y que nuestros ojos perciban el fluir temporal entre una celebración
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y otra igual, inclusive si entre ambas la pasemos por alto; mucho menos, que tergiversemos su agenda
hay mucho tiempo de por medio. Tal vez la firme articulación de los forzando a los sistemas marginales a encauzarse dentro de la his-
textos con el proceso social obligue a historiar en este caso más ese toria que, mal que bien, sí conocemos. Nada más equivocado, en
vínculo que el orden textual que parcialmente lo constituye. Se . efecto, que situar a dos o más literaturas en un solo carril
literaria que, bajo estos supuestos, § resultaría enturbiante y intercalando mecánicamente textos de varia procedencia dentro
empobrecedor. del
Masque hipótesis, lo anterior es una pura sospecha, pero resulta 'curso de la hegemónica. La conciencia de la pluralidad literaria
júfíciéñtV'párá evidenciar que la sola voluntad de construir la his- ^.latinoamericana se pervierte aún más, si cabe, cuando a partir de
toria de las-literaturas marginales-'-.abre una problemática ^ ella se finge una vagorosa tierra de nadie, un espacio neutral y un
excep-¿cionalmente compleja: 'supone fundar una 'tiempo ingrávido donde todo se junta, como si todo fuera igual, en
historiogTafía_otra, c_a-_ £paz de enfrentarse ajujn tiempo gnp í-una armonía tramposa que oculta la confiietividad esencial de
un
no'^p^pIjTTTPRtrn Habrá que aliarse con la antropología, ¿ jk¿-ilfceraturas queno son menos quebradas que la sociedad
estructurales, y sobre todo estar fatentos" al desarrollo de la historia í.1ía¿J2JSduse! ' --------
oral, todavía muy incipiente en ¡['América Latina, ' ■ ' " -¡ A e ste pluralismo simplón, pero casi nunca ingenuo, debo
En cualquier caso, es obvio que estamos muy mal equipados oponérsele la convicción de que las relaciones entre los sistemas
para enfrentar esta tarea, pero eso no justifica, en modo alguno, que
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son ^siempre contradictorias o generan
actuación de sujetos sociales diferenciados y en contienda, extraordinariamente sugestivo recordar que muy temprano,
dialectales, y forjadores de racionalidades e imaginarios con escenificaron'Laconqi"'?*^"JflftTrprn¥ñlffm pn: 'in•■qftp ina oj¿r. /
frecuencia incompatibles. Esta es la razón por la cual no es del todo citos cristianos, en cüya"variguardiá"restá' el ñahüal, veñcen^a*Tos.
exacto suponer que la teoría y práctica de comparatismo, más o infieles comandados por un ."sultán" bien conocido por losriridíbs: .
menos eficaces para el cotejo entre literaturas homologas, sean Hernán' Cortés; y que más tarde, en7, fecha incierta, los'quechuas .
esclarecedoras del tramado heteróclito de nuestras literaturas. dramatizaron la conquista con un'act'o final en elque el rey de r Es-;
De cualquier manera, son las siempre imprevisibles rela- paña manda a ejecutar a'Pizarro por haber dado.muerte a Atahual- (
ciones concretas entre nuestros sistemas las que pueden servir me - pa,'soberano justo y piadoso.;
jor para comprender la índole de cada uno de ellos y el sentido de la El camino inverso, que lleva de las literaturas marginales a la
contradicción que los engrana y los hace participar en el corpas y hegemónica, se puede conocer mejor porque sus instancias finales
en la historia de la literatura latinoamericana. Es inútil, por obvio, se inscriben en la faz más visible de nuestra literatura. Las que al -
señalar que se trata de relaciones asimétricas, que reproducen guna vez llamé "literaturasheterogéneas" funcionan en parte como
sesgada o directamente una situación radicalmente injusta, pero es receptoras de Tas tradiciones populares e indígenas y en ese sentido,
indispensable recordar, en cambio, que la producción simbólica tie - a más de reproducir los quiebres socio-culturales de América Latina,
genes que reconstituyen, en el nivel del discurso, el orden más alto contenidos alternativos. Ciertamente no son iguales las cró nicas, la
do la justicia y de la autenticidad, aunque para ello tengan que gauchesca, el negrismo, el indigenismo, la novela del nordeste
abre a otros discursos, los marginales y subterráneos, a veces con la tragedia existencial y cultural de Garcilaso se convirtió en la
autenticidad -que es cuando son productivos- y a veces con plenitud intachable de un mestizaje doblemente imperial; que la
artificiosidad opaca y falsificadora. Después de todo, la fraternidad andina de Vallejo se trasmutó en una piadosa y ram -
polifonía bajtiniana sólo es enri^quecedora cuando las voces de los plona metafísica cristiana; o que, caso extremo, la tierna y mítica
otros preservan su tono y temple ípscortfTOll^. Paiu düiii'leren humanización^ de la naturaleza, tal como la vivió Arguedas, se
breve, no es lo mismo Cambio de ;7iel 'quéEl zorro de arriba y el zorro transforrnó_en sjgno precursor del ecologismo postindustrjal. La
de abajo. |f''^'!-¡*Insist6Ten"que'es el estudio, de estas relaciones •"^conciencia de que nuestra literatura es producto de varios y
concretas la l'^ñíéjor manera de comprender el carácter de la anta-3?# /génicos sujetos sociales, con lenguajes, racionalidades e
literatura latinoa-j^'merTcaná;/ Está demasiado cerca el ejemplo imaginarios discordantes, bien podría terminar en una
del fracaso de nuestro reclamo de autonomía teórica, que casi aíirmaciónj^o-/z^sjtdeJa^^nojvfa,entre los contrarios, algo así como
nadie desarrolló en con creto/para que ahora el nuevo reclamo, de un mestizaje que admite todo, o casi, siempre y cuando el resultado
una historia que de razón ,: déla complejidad de nuestra no sea ni .demasiado negro ni demasiado cobrizo.*- f¿¡47/stf
literatura, de sus pluralidades y contradicciones, se agote otra vez Por lo demás, las investigaciones concretas que urgimos no
en la formulación de un proyecto que , no se encarne en trabajos solamente revelarán sus materias específicas, sino eme
específicos. Peor todavía: si no lo desa rrollamos nosotros, contribuirán decisivamente a forjar, más allá de la abstracción en
será la crítica más conservadora la que manipulará algunas la que todavía se mueve todo el proyecto, el perfil del objeto que
categorías, como la de pluralidad, para reforzar las . queremos .conocer. No hay que obviar nunca el hecho de que éste
interpretaciones históricas, socialelfyculturales que precisamente no es un objeto "natural" sino una construcción intencional,
No es "natural", por ejemplo, que asumamos cocino existe una conciencia clara de por qué so
latinoamericanas las literaturas precolombinas, ni que asig- problemntizaimasunto, como el carácter hete róclito de TíT litera
nemos condición literaria a la oralidad sin letra, ni siquiera que tura latinoamericana, que desde otros puntos de
vista podría y hasta debería pasarse por alto. No es casual, por esto, que paralelamente al trabajo
A este respectóles bueno súbrayar'qúe la idea misma'de unadi-'1* histo-riográfico, que transforma el contenido de la tradición
teratura latinoamericana'es'.obra de-la historia, de sus*continuas-S*"' literaria latinoamericana y reformula cada una de las tradiciones
^mudanzas.-''Para las primeras generaciones republicanas, nuestra nacionales, se produzcan cambios decisivos en el curso vivo de
literatura comenzaba hacia?1810; con la"independencia;" más tarde se nuestras literaturas. Do hecho, para volver al caso peruano, la
ganaron, aunque ciertamente desde muy distintas perspectivas, los tres apropiación nacional del coloniaje es indesligable del ejercicio
siglos coloniales, convirtiéndolos en el origen de nuestras literaturas imaginario propio de la prosa de Palma, de su éxito literario y
nacionales; y sólo mucho después, a pocos y sin consenso, ^se añadió social y de sus extensas ramificaciones, de la misma manera que
al proceso" 1 de la literatura latinoamericana'erpe-* .ríodo la afirmación de nuestros vínculos con la historia anterior a la
prehispánico. Esta apropiación del pasado, que nacionaliza y conquista es el sustrato en el que germina la espléndida
latinoamericaniza' un'tiempo^mucho más extenso que el"que tieneivS * creatividad de Arguedas. Palma y Arguedas son productos'de::
de vida'nuestras'repúblicas, implica una complejísima operación una-ciertai' 'conciencia''histórica-" /que ellos mismos, a la vez
ideológica, con compromisos político-sociales bien determinados, efectos y causas de un proyecto complejo'yT .'multidireccional,
más allá, pero no independientemente, de las opciones literarias constribuyen a forjar. A la larga si Palma revive el virreinato
pasado"Yo'mo"pasadoJpropio"supone~ AÍrTcierto.modo'de definir el escritura colonial y con la propia, como Arguedas, al dialo- |J
presente y de'identificar la índole del ' futuro; fí/v/íOf/-) gar con los mitos y las fábulas indias, pone en el presente, y en
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