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Visiones

en
plata
Una novela de Anne Bishop
Una novela de Anne Bishop
Los Otros - Libro 03
Los Otros - Libro 03


Serie: Los Otros
Título original: Vision in Silver
Autora: Anne Bishop
Año: 2015
Traducción oficial: No publicado en español
Traducción libre: Grupo Dark Wolf




Para
Jennifer Crow


Índice

Resumen:
Resumen:
Geografía
Geografía
Una Breve Historia del Mundo
Una Breve Historia del Mundo
Capítulo 1
Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 56
Diario de Elayne Borden
Diario de Elayne Borden
Capítulo 57
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 58
Sobre la Autora Anne Bishop
Sobre la Autora Anne Bishop
Nota de sobre la traducción
Nota de sobre la traducción

Resumen:

Los Otros han liberado a las Casandra de sangre para proteger la sangre de las profetas de la
explotación, sin darse cuenta de que sus acciones tendrán consecuencias nefastas.

Ahora las frágiles videntes están en más peligro que nunca, ya sea por sus propias debilidades o
por los que tratan de controlar sus capacidades con fines perversos. En la desesperada necesidad de
respuestas, Simon Wolfgard, líder cambiante de los Otros, no tendrá más remedio que buscar la
ayuda de la profeta de la sangre Meg Corbyn, a pesar de los riesgos a los que enfrenta por ayudarlo.

Meg sigue padeciendo la profunda agonía de su adicción a la euforia que siente cuando se corta
y libera las profecías. Sabe que cada corte es una espada tentando a la muerte. Pero tanto Otros como
humanos necesitan respuestas, y sus visiones pueden ser la única esperanza de Simon de poner fin al
conflicto.

Las sombras de la guerra se profundizan en todo el Atlántik, y el perjuicio de una facción
fanática amenaza con llevar la guerra justo a la puerta de Meg y Simon...


Geografía

El mundo de Namid

Tierras continentales (hasta el momento)

Afrikah

Australis

Britania/ Britania Salvaje

Bloque Romano/Alianza de naciones del Bloque Romano

Felidae

Islas Fingerbone

Islas Tormenta

Thaisia

Tokhar-Chin

Zelande

Grandes Lagos:

Superior, Tala, Honon, Etu, y Tahki

Otros Lagos:

Lago Feather Lago Finger

Ríos:

Talulah/Saltos de Talulah

Ciudades o pueblos:

Hubb NE (Conocido también como Hubby), Jerzy, Lakeside,
Podunk, Sparkletown, Saltos de Talulah, Toland, Walnut Grove, Wheatfield.

Montañas:

Addirondak, Montañas Rocosas

Días de la semana
Días de la semana

Earthday
(Día de la tierra)

Moonsday
(Día de la luna)

Sunsday
(Día del sol)

Windsday
(Día del viento)

Thaisday
(Día de la tierra libre)

Firesday
(Día del fuego)

Watersday
(Día del agua)




Una Breve Historia del Mundo



Hace mucho, mucho tiempo, Namid concibió todo tipo de vida, incluyendo a los seres
conocidos como humanos. Ella les otorgo tierras fértiles y agua de buena calidad. Comprendiendo
su naturaleza y la de sus otros retoños, también les dio suficiente aislamiento para que tuvieran una
oportunidad de sobrevivir y crecer.

Y así lo hicieron.

Aprendieron a hacer fuego y refugios. Aprendieron a cultivar y a construir ciudades.
Construyeron barcos y pescaron en las aguas del Mediterráneo y Mar Negro. Procrearon y se
diseminaron a través de sus partes del mundo hasta que llegaron a las tierras salvajes. Fue entonces
cuando descubrieron que otros descendientes de Namid ya habían reclamado el resto del mundo.

Los Otros observaron a los humanos y no vieron en ellos conquistadores. Vieron un nuevo
tipo de carne.

Se libraron guerras para poseer las tierras salvajes. A veces los humanos ganaron y
esparcieron su semilla un poco más lejos. Más a menudo, sus partes civilizadas desaparecieron, y los
sobrevivientes, temerosos, trataron de no temblar cuando un aullido se levantaba en la noche o
cuando a un hombre, que vagara demasiado lejos de la seguridad de las puertas robustas y luminosas,
se lo encontraba a la mañana siguiente sin sangre.

Siglos pasaron, y los humanos construyeron buques más grandes y navegaron a través del
Océano Atlántik. Cuando encontraron una tierra virgen, construyeron cerca de la orilla. Entonces
descubrieron que esa tierra también había sido reclamada por el indígena, los Terráneos, los Nativos
de la Tierra.

Los Otros.

Los Terráneos que gobernaban el continente llamado Thaisia, se enojaron cuando los humanos
talaron árboles y cercaron la tierra que no les pertenecía. Así que los Otros se comieron a los
pioneros y conocieron esta carne en particular, tal como les había pasado a los humanos muchas
veces en el pasado.

La segunda oleada de exploradores y pioneros encontraron el asentamiento abandonado y, una
vez más, trataron de reclamar la tierra como propia.

Los Otros también se los comieron.

La tercera ola de pioneros tuvo un líder, que era más inteligente que sus predecesores. Ofreció
a los Otros mantas y cortes de tela para la ropa y brillantes pedacitos interesantes, a cambio de que se
les permitiera vivir en el asentamiento y tener suficiente tierra para cultivar. Los Otros pensaron que
se trataba de un intercambio justo y se alejaron de los límites de la tierra que los humanos podrían
usar. Más regalos fueron intercambiados por los privilegios de caza y pesca. Este acuerdo era
satisfactorio para ambas partes, incluso si un lado consideraba a sus nuevos vecinos con gruñidos de
tolerancia y el otro lado se tragaba el miedo asegurándose de que su gente estuviera a salvo dentro de
los muros fortificados antes del anochecer.

Los años pasaron y llegaron más colonos. Muchos murieron, pero suficientes humanos
prosperaron. Los asentamientos devinieron en aldeas, que luego fueron pueblos, los cuales se
convirtieron en ciudades. Poco a poco, los humanos se movieron a través de Thaisia, extendiéndose
todo lo que podían sobre la tierra que se les permitía usar.

Siglos pasaron. Los humanos eran inteligentes. Así como lo eran los Otros. Los humanos
inventaron la electricidad y la fontanería. Los Otros controlaban todos los ríos que podrían alimentar
los generadores y todos los lagos que suministraban la fresca agua potable. Los humanos inventaron
máquinas de vapor y calefacción central. Los Otros controlaban todo el combustible necesario para
hacer funcionar los motores y calentar los edificios. Los humanos inventaron y fabricaron
productos. Los Otros controlaban todos los recursos naturales, decidiendo así lo que se hacía o no en
su parte del mundo.

Hubo choques, por supuesto, y algunos lugares se convirtieron en oscuros monumentos para
los muertos. Esos memoriales finalmente dejaron en claro al gobierno humano que el nativo de la
tierra gobernaba Thaisia, y nada salvo el fin del mundo lo iba a cambiar.

Así fueron las cosas hasta la era actual. Existen pequeños pueblos de humanos dentro de las
grandes extensiones de tierras que pertenecen a los Otros. Y en las grandes ciudades humanas, hay
espacios cercados llamados Courtyard que están habitados por los Otros que tienen la tarea de
mantener la vigilancia sobre los residentes de la ciudad y hacer cumplir los acuerdos de los humanos
con los Terráneos.

Todavía hay tolerancia a regañadientes en un lado y miedo hacia lo que camina en la oscuridad
en el otro. Pero si son cuidadosos, los humanos sobreviven.

La mayor parte del tiempo, ellos sobreviven.


Capítulo 1



Thaisday 10 de Maius

Meg Corbyn entró en el cuarto de baño de la Oficina del Enlace Humano y dejó los elementos
necesarios para la profecía: ungüento antiséptico, vendas, y la navaja plegable de plata, decorada con
hojas y flores bonitas en un lado. En el otro, tenía grabado en letras llanas; cs759, una designación.
Durante 24 años, esa designación fue lo más parecido a un nombre que había tenido.

Tenía un nombre ahora y un verdadero apartamento en lugar de una celda estéril. En el recinto
donde se había criado y entrenado... y donde la usaron... tenía una amiga: Jean, la joven que no le
permitió a nadie hacerla olvidar que una vez tuvo un hogar y una familia fuera del recinto... la joven
que ayudo a Meg a escapar.

Ahora Meg tenía muchos amigos, y no le importaba que la mayoría de ellos no fueran
humanos. Los Terráneos le dieron la oportunidad de tener una vida, de encontrar una forma de vivir
con la adicción que finalmente la mataría. Pero Simon Wolfgard, líder del Courtyard de Lakeside,
insistía en que había visto a alguien como ella, que había sobrevivido el tiempo suficiente para
convertirse en una anciana.

Quería creer que eso fuera posible. Esperaba que el experimento de esta mañana pudiera darle
una pista sobre cómo podía ser posible.

Después de comprobar para asegurarse de no haberse olvidado nada que fueran a necesitar,
Meg se sentó en el asiento del inodoro tapado y esperó a Merri Lee, la amiga humana que estaba
aprendiendo a trabajar como su interlocutora e intérprete.

Las Casandra de sangre veían profecías cuando su piel se cortaba. Eran entrenadas para
describir las visiones e imágenes. Pero a las chicas no se les enseñaba cómo interpretar lo que veían.
Habría sido inútil. En el momento en que una chica empezaba a hablar, una euforia la llenaba,
velando su mente y protegiéndola de lo que esas imágenes revelaban. De hecho, de la única manera
en que una profeta de la sangre podría recordar lo que veía, era guardando silencio. Si no decía las
palabras en voz alta, podían recordar lo que veían.

Requería de una particular determinación -o desesperación- para soportar la agonía que
inundaba a una chica cuando no hablaba después de que su piel fuera cortada. Y experimentar la
euforia -que era casi orgásmica-, era la razón principal de que las Casandra de sangre se volvieran
adictas al corte.

Requería de un tipo particular de valor, el reconocer que no podía escapar por completo de la
adicción, después de tantos años de ser cortada en un horario regular para el beneficio de otra
persona. Las profecías dentro de ella no se podían negar. Quisiera o no, Meg tenía que cortarse.

De ahí que la cita de hoy con la navaja fuera tan importante. No estaba experimentando la
sensación de alfileres y agujas que anunciaban que algo iba a suceder. Nada la empujaba, lo que hacía
de esta mañana el momento perfecto para descubrir lo que pasaba cuando se hacía un corte
controlado.

La puerta trasera de la oficina se abrió. Un momento después, Merri Lee estaba en la puerta del
baño sosteniendo un pequeño bloc de papel y un lápiz.

Ambas mujeres eran pequeñas, tenían casi la misma edad, y ambas tenían la piel blanca. Pero
Merri Lee tenía ojos oscuros y el pelo en capas oscuras que caía por debajo de los hombros, mientras
Meg tenía ojos gris claro y cabello negro corto, que todavía cargaba con un rojo anaranjado raro,
fruto de sus esfuerzos para disfrazarse cuando había huido del hombre conocido como el
Controlador.

—¿Estás segura de esto? — Preguntó Merri Lee—. Tal vez deberíamos esperar hasta que
Simon y Henry vuelvan de Isla Grande.

Meg negó con la cabeza.
—Debemos hacer esto ahora, antes de abrir la oficina y haya algún...aporte adicional... que
pueda cambiar lo que vea. Vlad está trabajando en Aullidos, Buena Lectura hoy. Podemos contarle
sobre la profecía, y está lo suficientemente cerca si necesitamos ayuda.

—Está bien. — Merri Lee arrastró una silla de la pequeña zona del comedor, dejándola justo
fuera de la puerta del baño, y se sentó—. ¿Qué debo preguntar?

Meg había pensado en eso. Cuando los clientes llegaban al recinto del Controlador, tenían una
pregunta específica. Ella no estaba buscando nada tan definido, pero necesitaba algún tipo de límite.

—Esto es lo que debes preguntar: ¿A qué deben estar atentos los residentes del Courtyard de
Lakeside en la próxima quincena?

—Eso es demasiado vago, — dijo Merri Lee—. ¿Y... quincena?

—Si pregunto acerca de una cosa específica en el Courtyard, alguna cosa podría ser pasada por
alto, y podría ser la cosa más importante que los Otros deberían saber, —respondió Meg—. Dos
semanas es tiempo suficiente. En cuanto a "quincena", acabo de descubrir esa palabra y me gusta
como suena. Creo que encaja con las profecías mejor que decir "dos semanas".

—Pero si no funciona, si no conseguimos nada útil, entonces te habrás cortado por nada. —
Merri Lee argumentó.

—No va a ser por nada, — dijo Meg. La euforia era razón suficiente para cortarse. No era algo
que podía decirle a su amiga, por lo que ofreció una verdad diferente—. Si puedo estirar el tiempo
entre cortes, porque un corte suministrará las advertencias que necesitamos para dos semanas y con
eso calmar la sensación de alfileres y agujas que me empuja a cortarme, voy a tener más años de
vida. Y quiero vivir, sobre todo ahora que tengo una vida real.

Un momento de silencio. Entonces Merri Lee dijo:
—¿Lista?

—Sí. — Abriendo la navaja de plata, Meg puso la parte plana de la hoja contra su piel, su
anchura de un cuarto de pulgada, proporcionaba la distancia perfecta entre cortes, -la distancia que
mantenía separadas a las profecías, sin perder piel valiosa-. Alineo la hoja a la última cicatriz en su
antebrazo izquierdo. Luego giró la mano y cortó justo lo suficientemente profundo para que la
sangre fluyera libremente e, igualmente importante, para que el corte dejara una cicatriz.

Le embargo la agonía, preludio de la profecía. Al escuchar a alguien llorando, -alguien a quien
nadie más podía oír- Meg apretó los dientes, dejó a un lado la navaja, y descanso el brazo en el
lavabo del baño. Luego le dio Merri Lee un gruñido agudo.

—¿A qué deben estar atentos los residentes del Courtyard de Lakeside en la próxima quincena?
— Dijo Merri Lee—. Habla, profeta, y yo te escuchare.

Ella habló, revelando todo lo que veía. Las imágenes se desvanecieron con el sonido de las
palabras en forma de ondas de euforia que le produjo un delicioso cosquilleo en los pechos y un
tirón rítmico entre sus piernas, en sustitución del dolor.

No sabía cuánto tiempo flotó en el placer producido por la euforia. A veces parecía
desaparecer cuando liberaba la última imagen, mientras que otras veces se deslizaba por un tiempo
más, en una bruma de placer físico. Cuando volvió a ser consciente de su entorno, Meg se dio cuenta
de que había pasado el tiempo suficiente como para que Merri Lee le vendara el corte, limpiara la
navaja, y lavara el lavabo.

La sangre de las Casandra de sangre era peligrosa para los humanos y Otros por igual. Había
sido usada para fabricar Repasando el lobo y Bienestar, dos drogas que habían causado muchos
problemas a lo largo de Thaisia en los últimos meses. Razón por la cual, cuando hicieron planes para
este corte, ella y Merri Lee acordaron que toda la sangre se eliminaría por el lavabo y las vendas se
recogerían después y las llevarían al Complejo de Servicios Públicos para su incineración.

—¿Funcionó? — Preguntó Meg—. ¿Liberé una profecía? ¿Vi algo útil? — Su voz sonaba
áspera, y le dolía la garganta. Quería pedirle a Merri Lee un vaso de agua o tal vez un poco de jugo,
pero no podía despejarse lo suficiente como para decir algo más.

—Meg, ¿confías en mí?

Sonaba como una forma ominosa para responder a sus propias preguntas.
—Sí, confío en ti.

Merri Lee asintió, como si hubiera tomado una decisión.
—Sí, funcionó. Mejor de lo que podríamos haber esperado. Necesito un poco de tiempo para
poner las imágenes en algún tipo de orden.

No era una mentira, exactamente, pero tampoco era la verdad.

Meg estudió a su amiga.
—No quieres decirme lo que dije, lo que vi.

—No, no quiero. Realmente no.

—Pero...

—Meg. — Merri Lee cerró los ojos por un momento—. Nadie en el Courtyard está en peligro
inmediato, pero dijiste un par de cosas que eran... inquietantes, cosas que no se bien cómo interpretar.
Quiero hacer una distribución preliminar de las imágenes, como lo hicimos la última vez cuando
dibujamos las imágenes en tarjetas y las fuimos reordenando hasta que nos contaron una historia.
Luego iré a Aullidos, Buena Lectura y hablare con Vlad.

—¿Vi que algo malo le sucedía a Sam? ¿O a Simon? O... ¿ a alguien de aquí? — En forma
humana, Sam Wolfgard parecía estar cerca de los 8 o 9 años ahora, pero todavía era un cachorro.
Simon era su amigo. Sólo el pensar de que algo le sucediera a cualquiera de ellos le causaba un
dolor en el pecho.

Merri Lee negó con la cabeza.
—No dijiste nada que indicara que alguien de aquí iba a estar en problemas. — Le tocó la mano
a Meg—. Ambas estamos aprendiendo cómo hacer esto, y quiero la opinión de otra persona antes de
que hablemos de lo que viste. ¿Vale?

No había peligro inmediato. Ninguno de sus amigos en riesgo.
—Bien.

—Ya son casi las 9. Debes comer algo antes de abrir la oficina.

Meg siguió a Merri Lee saliendo del baño, sintiéndose un poco mareada. Sí, tenía que comer,
necesitaba un poco de tiempo de tranquilidad. Necesitaba averiguar qué decir a cualquier Lobo que
tuviera la guardia hoy. Aunque tratara de evitarlo, el Lobo olería la sangre y el ungüento. Estaba
bastante segura de poder convencer a John de que no diera la alarma, y si era el turno de Saltarín
como Lobo guardián, un par de galletas sería suficiente para distraerlo. Pero si Blair, el ejecutor
principal del Courtyard, apareciera con Saltarín, como era su costumbre...

Tal vez Merri Lee tenía razón en contarle a Vlad antes de que alguien empezara a aullar acerca
del corte, atrayendo a todo el mundo exigiendo respuestas.

—¿Merri? — Dijo Meg cuando Merri Lee abrió la puerta trasera de la oficina—. ¿Yo no vi
nada más sobre los Otros?

Merri Lee negó con la cabeza. Luego frunció el ceño.
—Bueno, viste patas cavando.

—¿Cavando? — Ahora Meg frunció el ceño—. ¿Por qué sería lo suficientemente importante
como para verlo en una visión?

—No sé. Quizás Vlad o los Lobos podrán entenderlo. — Merri Lee vaciló—. ¿Vas a estar bien?
¿No estás mareada o algo?

—No, estoy bien.

—Recuerda comer.

—Lo haré.

Tan pronto como Merri Lee cerró la puerta de atrás, Meg miró en la nevera bajo el mostrador.
En el recinto, los Nombres Caminantes que se encargaban de las chicas, nunca les daban la posibilidad
de elegir qué comer después de un corte. Las alimentaban bien, pero nunca les daban la posibilidad de
elección. Sobre nada.

Incapaz de decidir, Meg calentó un pequeño trozo de tarta salada y la mitad de un sándwich de
carne en el microondas. Se sirvió un vaso de jugo de naranja, luego llevó su comida a la sala de
clasificación.

Podía elegir uno de los CD que había tomado de Música y Películas y escuchar música mientras
comía. O podría mirar a una de las revistas que estaba usando para abastecerse a sí misma con
imágenes para las profecías.

Pero no quería nuevos sonidos o imágenes nuevas en este momento. Quería saber qué había
visto. Quería ayudar a averiguar el significado de las imágenes.

Y a pesar de que su amiga había tratado de sonar apaciguadora, Meg quería saber qué había
visto, que Merri Lee no quería decirle.

* * *

Vladimir Sanguinati, co-gestor de Aullidos, Buena Lectura, se instaló detrás del escritorio en la
oficina de la librería. Al encender el ordenador, ignoró la escasa pila de papeles y escribió un breve
correo electrónico a Stavros Sanguinati, quien vivía en Toland, la gran ciudad de la costa este, donde
se encontraban los mayores editores de libros.

Editores de libros Humanos, es decir. Desde la reorganización de la Región del Medio Oeste
unas semanas atrás, los envíos de todo tipo de material se habían ralentizado, ya sea que esos
materiales vinieran de la región central o no. Así que eso se tradujo en que los editores humanos
realmente estaban sin stock de muchos de los libros que habían ordenado para la tienda y estaban
esperando el próximo envío de papel para imprimir copias de los libros ya publicados de la editorial
y los nuevos títulos. O podrían ser que fueran tan tontos como para estar sin stock, solo para las
órdenes enviadas por los Terráneos.

Stavros se enteraría. Al igual que el abuelo Erebus, él disfrutaba de las películas antiguas y, a
menudo jugaba a ser una caricatura de su propia especie, como vampiro rural vestía pantalones
vaqueros, una camisa a cuadros y botas de trabajo y decía cosas como: "Kerrer seis latas de sangrre".
Pero cuando estaba en comisión de servicio para el Courtyard de Toland, Stavros seguía la tradición
de los Sanguinati de vestirse de negro, y no había nada rústico en él cuando llegaba en una limusina,
vestido con un traje de la mejor calidad.

Stavros se llamaba eufemísticamente solucionador de problemas del Courtyard de Toland.
Sabedor de cómo el otro vampiro resolvía los problemas, Vlad casi podía sentir piedad de cualquier
humano que recibiera una visita oficial. Así que Stavros alentaría a las empresas a poner a tiendas
como Aullidos, Buena Lectura primeras en la lista para cumplir con las órdenes, y Vlad sería capaz
de satisfacer las solicitudes que venían de los asentamientos Terráneos que recibían las mercancías
desde el Courtyard de Lakeside. Los productos fabricados por los humanos, eran la única razón por
la que los Terráneos en el continente de Thaisia toleraban la existencia continuada de esos monos
invasores. Si ya no suministraban los bienes, el único valor que los humanos tenían era la carne.

Mientras Vlad enviaba el e-mail, oyó que alguien subía las escaleras. Pasos vacilantes, pero no
furtivos. Podría ser alguien de la manada humana que quería usar el ordenador en la habitación de la
Asociación Empresarial, que ocupaba la otra mitad de la segunda planta de ABL. Se suponía que
tenían que pedir permiso antes de entrar en esa habitación, y los empleados más nuevos, todavía se
estaban acostumbrando a trabajar y a tratar directamente con los Otros. Eso podría explicar la
vacilación.

Cuando Merri Lee se detuvo en la puerta y vio la expresión de su cara, Vlad comprendió que la
vacilación que había oído, era porque sabía que a él no le iba a gustar lo que ella venía a decirle.
Cerró el programa de correo electrónico y esperó a ver lo que quería el peluche explosivo.

Cuando Aullidos, Buena Lectura había abierto sus puertas a los clientes humanos, solía
escuchar a las hembras humanas, referirse a él como "bombón", lo que significaba que su pelo y ojos
oscuros, más su piel de oliva, y su hermoso rostro, fácilmente atraían a su presa. Para él, la
alimentación se combinaba a menudo con los juegos previos.

Pero Merri Lee nunca había mostrado ningún interés sexual en él, lo que demostraba que era
más sensible que otras hembras humanas, y como estaba saliendo con un oficial de policía, no creía
que estuviera a punto de arrojarse a él ahora.

Concluyendo, a él realmente no le iba a gustar su razón para venir hasta aquí a buscarlo.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti, Sra. Lee? — Preguntó finalmente cuando ella permaneció
detenida en el umbral.

Entró corriendo y se sentó en la silla del visitante.

Está temblando, pensó, repentinamente cauteloso.
—¿Qué pasa?

—Nada. Aún, — Merri Lee respondió—. Hay que decirle al Lobo guardián que no se moleste y
agite a todo el mundo.

Se percató de que no sabía quién se suponía iba a ser el guardia ese día. Nathan Wolfgard, uno
de los mejores ejecutores del Courtyard, era por lo general el Lobo guardián cuando Meg estaba
trabajando en la Oficina del Enlace Humano. Pero Nathan estaba de baja por un par de semanas más,
corriendo con los Lobos en las montañas Addirondak, libre de sus responsabilidades, libre de la piel
humana. Los Sanguinati estaban más a gusto en las ciudades humanas ya que el humo, -su otra forma-
los hacía depredadores ideales en un entorno urbano. Pero cambiantes como los Lobos, Osos y
varios gard felinos encontraban la vida en un Courtyard como una tensión constante.

Trabajar en un Courtyard para algunos de los Terráneos, era un sacrificio en pos de beneficiar
al resto de su especie. Ellos vigilaban a los depredadores bípedos que habían venido a Thaisia de
otras partes del mundo. Ellos hacían posible que los humanos existieran en este continente. Vlad se
preguntó si algún humano entendía eso... o comprendía lo que le pasaba a los lugares otorgados a los
humanos cuando un lugar "civilizado" como un Courtyard desaparecía.

Pero esos pensamientos no eran importantes en este momento, no con esta hembra mirándolo
desde el otro lado del escritorio.

—¿Qué va a molestar al Lobo? — Preguntó, con una incómoda sensación de ya conocer la
respuesta.

—Meg se hizo un corte.

Las manos de Vlad se cerraron en puños, pero se quedó sentado.

—Lo planeamos para esta mañana, —dijo Merri Lee apresuradamente—. Un especie de
experimento.

Déjala hablar.
—¿Algo molestó a Meg?

—No. Pues, ese era el punto. Hacer un corte controlado cuando no hubiera nada presionándola.

Mil cortes. Supuestamente era todo lo que una Casandra de sangre, podría soportar antes de que
un corte la matara o condujera a la locura. Y no eran sólo los cortes realizados con una navaja.
Cualquier lesión que rasgara la piel contaba como parte de ese número. La mayoría de esas chicas no
llegarían a su trigésimo quinto cumpleaños, y ahora Meg se cortaba sin ninguna razón.

La adicción era su razón. Eso explicaría el por qué Meg había elegido un momento en que
Simon Wolfgard y Henry Beargard estaban lejos del Courtyard. Pero eso no explicaba el porqué
Merri Lee vino a verlo.

Tenía que sonar calmado, razonable. Merri Lee era parte de la manada humana de Meg, y las
dos chicas habían demostrado la capacidad de trabajar en conjunto para interpretar las profecías.

—¿Fue un experimento exitoso?

Merri Lee asintió.
—Fue diferente a la última vez que asistí. Después del inicial... malestar... Meg empezó a hablar.
Un montón de imágenes. Creo que ella escuchó algunas cosas también, pero los sonidos eran parte de
las imágenes. Yo lo escribí. — Ella le entregó una hoja de papel.

Vlad estudió la lista larga.
—¿Qué significa esto? —Señaló un P en un paréntesis después de algunas de las palabras.

—Es una pausa, — dijo Merri Lee—. Es lo diferente de la última vez. Esta vez Meg hizo una
pausa, como un descanso en la música, así que pensé que cada grupo de palabras componían una
historia. — Le entregó unas tarjetas.

Las tomó a regañadientes.
—¿Cuál fue la pregunta?

—Preguntamos a qué deberían estar atentos los residentes del Courtyard de Lakeside en la
próxima quincena.

—¿Residentes? ¿No sólo los Terráneos?

Ella vaciló.
—No. Dijimos residentes, no sólo los Otros. Por lo cual lo que Meg vio aplica a todos los que
viven en el Courtyard.

Lo que significaba que todos incluía a Meg y Merri Lee.

Vlad miró a las "historias" sobre las tarjetas y sintió frío.


Se necesita personal: N.A.A.D.L.

1
Rastro de fuego (blaze /¿infierno?). Buscar sendero (Path /¿Brújula?)

Chica embarazada en camino de tierra. Navaja de plata. Sangre. ¡No! ¡No es demasiado tarde!

Chica llorando. Navaja de plata. Ciervos quebrados junto a la autopista (animal atropellado).

Oso Marrón comiendo joyas.

Huerta. Patas excavando, manos plantando.

Carteles de venta.

Algunas de las "historias" no significaban nada para él. Pero si estaba interpretando
correctamente las demás, todos los Terráneos tendrían que actuar con rapidez.

Vlad estudió a Merri Lee. Algunas de las "historias" no significaba nada para él, pero sí para
ella.

—¿Cuáles comprendiste? — Él puso las tarjetas en el borde de la mesa, donde ella podía
alcanzarlas.

Ella vaciló, luego señaló a "Se necesita personal: N.A.A.D.L.".
—Sobre la puerta de la Oficina del Enlace, hay un cartel que dice: N.S.A.L.H - No se aplica la
ley humana. N.A.A.D.L significa: No aplican amantes de Lobo. — Ella tragó saliva y no lo miró a los
ojos—. En la última semana, un buen número de anuncios de empleo en el Lakeside Noticias tienen
esas letras al final, y he visto un par de esos carteles en escaparates.

—Ya veo. — Y lo veía. Etiquetaban a cualquier persona que quisiera mantener la paz entre los
humanos y los Terráneos como un amante de lobo, especialmente si esa persona interactúa
directamente con los Otros en cualquier orden, y obligaban a las personas a elegir entre tener un
trabajo y alimentar a sus familias, o oponerse a los tontos que provocaban una lucha que terminaría
con muchos, muchos humanos muertos o expulsados de la ciudad.

Pensando en los humanos que trabajaban en el Courtyard y en las dos cosas básicas que cada
uno necesitaba -comida y refugio-, él preguntó:
—¿Esos carteles se aplican sólo a los puestos de trabajo o también a la vivienda?

Merri Lee no le respondió, y eso fue suficiente respuesta.

—¿Qué más? — Preguntó Vlad.

—No... soy yo quien debe decirlo.

Se inclinó hacia delante. Ella se estremeció.

—Dilo de todos modos, — sugirió.

—Ruth Stuart y Karl Kowalski. Todos estamos siendo animados a hacer algún tipo de jardín
este verano y plantar algunas verduras para complementar lo que se puede encontrar en el mercado.
Bueno, Ruth y Karl compraron el material y construyeron la jardinera para el huerto, para su edificio
de apartamentos en el entendido de que serían capaces de utilizar la mitad del huerto y los otros
inquilinos en el edificio, incluyendo el propietario, compartirían la otra mitad. Pero una vez que
realizaron el trabajo, el propietario les dio aviso, dijo que son inquilinos inaceptables. Él los quiere
fuera a finales de Maius porque ya tiene a gente aceptable que planean mudarse para principios de
Juin. Eso le da a Ruth y Karl tres semanas para encontrar otro lugar y mudarse. Firmaron un contrato
de arrendamiento por un año, y apenas han tenido tiempo para instalarse en su nuevo lugar. Ese
hombre dice que no va a reembolsarles por los materiales que compraron o devolverles su depósito
de seguridad o el alquiler del último mes, que pagaron cuando firmaron el contrato de
arrendamiento. Si eran aceptables antes de que hicieran todo el trabajo, ¿por qué son inaceptables
ahora? Y si este hombre se sale con la suya, ¿qué va a detener al próximo propietario de hacer lo
mismo?

¿Que detendría al propietario de usar el mismo truco con el próximo inquilino? Sonaba como
que podría ser un problema de humanos-contra-humanos. Los humanos se estafaban entre ellos todo
el tiempo.

Pero Karl Kowalski era uno de los policías que trabajaban directamente con los líderes del
Courtyard para evitar que cualquier colisión menor entre los humanos y los Otros se convierta en
una pelea importante. Si Kowalski estaba siendo marcado como un amante de Lobo y estaba siendo
expulsado de su casa a causa de ello, los Otros tenían que prestar más atención a las cosas, que en la
superficie, parecían estrictamente asuntos humanos.

Por otro lado, si Ruthie era una inquilina inaceptable porque en realidad trabajaba para el
Courtyard de Lakeside ahora, entonces el problema con este propietario en particular ya no era
estrictamente un asunto humano, ¿cierto?

Algo para discutir con el abuelo Erebus.

Al menos Merri Lee, toda enardecida ahora, por la defensa de sus amigos, estaba actuando más
como la misma de siempre en lugar de como un conejito asustado. Hablaba de Ruthie y Kowalski,
pero también estaba revelando a lo que ella y Michael Debany se enfrentarían. Debany era otro oficial
de policía que trataba con los Otros, y Merri Lee trabajaba para el Courtyard. En este momento, vivía
en uno de los monoambientes por encima del Taller de costura y sastrería, pero tarde o temprano,
ella y Debany querrían vivir juntos como un pareja acoplada y se enfrentarían a la misma hostilidad.

—¿Algo más? — Preguntó. Ella ya le había dado mucho en que pensar, pero sentía que la chica
no había terminado.

Merri Lee señaló la advertencia sobre algo que no era demasiado tarde.
—No creo que esto sea parte de la visión. Creo que Meg lo gritó en un intento de advertir a la
muchacha que vio en la visión. — Dejó escapar un suspiro—. Ambas "historias "sobre las chicas
incluyen una navaja de plata. Las profetas de la sangre están en problemas, ¿cierto?

"Problemas" podría ser una pequeña palabra para lo que podría estarle sucediendo a esas chicas.

—Gracias, Sra. Lee, — dijo Vlad, ignorando su pregunta—. Tú y Meg me han dado mucho en
que pensar. Pero ahora es el momento de que todos empecemos la jornada laboral. Estas a cargo de
los pedidos de la librería hoy, ¿verdad?

—Sí. De los pedidos que pueda cumplir, de todos modos. — Merri Lee se puso de pie, pero no
hizo un movimiento hacia la puerta—. Ruth no iba a decirle sobre el huerto o de lo otro.

—Entonces me alegro de que me lo dijeras.

Vlad escuchó a Merri Lee bajar las escaleras antes de apartarse de la mesa y acercarse a las
ventanas que daban a la Avenida Crowfield.

Los malditos Monos se mantenían charlando sobre el movimiento Humanos Primeros y Últimos
en la radio y en los periódicos. Los humanos eran una especie advenediza en comparación con los
Terráneos, que, de una u otra forma, habían estado caminando por el mundo mucho antes que los
dinosaurios. Pero los humanos pensaban que deberían controlar el mundo, y los discursos de los
miembros del movimiento HPU alentaban ese tipo de pensamiento.

¿Los humanos no se daban cuenta de que los Terráneos habían escuchado esas palabras antes?
¿Acaso los humanos entendían de que esas palabras eran una advertencia de que una lucha por el
territorio estaba construyéndose bajo la superficie?

¿No se preguntaban qué le había pasado a las ciudades y civilizaciones, las veces anteriores que
los humanos había hecho tales afirmaciones?

Bien, pensó Vlad. Que vengan. Ustedes, monos no tienen idea de lo que hay en el país salvaje.
Pero lo verán. Si inician una pelea con los Otros en Thaisia, lo descubrirán.

Mientras miraba distraídamente el tráfico en movimiento a lo largo de la Avenida Crowfield,
vio a un camión parar al otro lado de la calle. Dos hombres se bajaron, sacaron un poco de material
del camión, y comenzaron a clavar un cartel en el patio de uno de los grandes edificios de
apartamentos de piedra frente al Courtyard. Luego cruzaron a través del patio de una casa de madera
de dos pisos y clavaron otro cartel en el césped del otro gran edificio de apartamentos.

Vlad miró por encima del hombro a las tarjetas sobre la mesa. Estudió los carteles de En venta
que acababan de ser puestos a través de la calle.

No puedo esperar a discutir esto con Simon, pensó mientras regresaba al escritorio y envió un
breve correo electrónico a todos los Sanguinati que vivían en Thaisia. Lo que Meg había visto ya
estaba en movimiento, lo que significa que las profetas de la sangre, las sangre dulce, ya estaban en
peligro.

Cerró el programa de correo electrónico y dejó Aullidos, Buena Lectura, ni siquiera se detuvo
el tiempo suficiente para decirle a Merri Lee que se iba. Cambiando a su forma de humo, Vlad corrió
a las Cámaras para informarle al abuelo Erebus.


Para: Todos los Sanguinati en Thaisia
Asunto: N.A.A.D.L.

Lean los anuncios clasificados en los periódicos humanos.
Busquen las letras N.A.A.D.L. Representan: "No aplican
amantes de Lobo" y son un golpe contra de los humanos que no
son enemigos de los Terráneos. Hagan una lista de las
empresas que colocan los anuncios. Además, verifiquen esas
letras en anuncios de alquiler de apartamentos o casas.
Reúnan información, pero no hagan nada más. La verdadera
presa son depredadores bípedos de una manada llamada Humanos
Primeros y Últimos. Se esconden entre el resto de los
humanos, y N.A.A.D.L es un signo de su presencia en su
territorio.

Los Sanguinati llamarán a estos humanos Portavoces de
ponzoña, porque envenenan a otros humanos con sus palabras.

Mantengan la vigilancia e informen. Dejen que los Portavoces
de ponzoña salgan a la luz pública. Entonces van a ser más
fáciles de matar.


Vladimir Sanguinati en nombre de Erebus Sanguinati.






Capitulo 2



Thaisday 10 de Maius

Simon Wolfgard aparcó la camioneta en el estacionamiento designado para los pasajeros que
tomaban el ferry a la Isla Grande. Empezó a abrir la puerta y se volvió hacia su compañero, Henry
Beargard.

—¿Qué quería Vlad cuando llamó?

—Él quiere que la Asociación Empresarial se reúna tan pronto como regresemos al Courtyard,
— respondió Henry—. Él dice que debemos agendar una reunión con el Teniente Montgomery y el
Dr. Lorenzo tan pronto como sea posible. Tal vez el con Capitán Burke también.

—¿Qué pasó? — Simon gruñó, sintiendo sus colmillos alargarse al tamaño del Lobo.

—Nada de qué preocuparnos en lo inmediato, pero muchas cosas tienen que ser habladas y
resueltas. Meg está bien, — añadió Henry—. Vlad pasó por la Oficina del Enlace y lo verificó antes
de llamar.

Sabía cómo interpretar esas palabras.
—Se cortó y vio una profecía.

Henry asintió.
—Meg está preocupada porque Merri Lee no quiso decirle lo que había visto, pero Vlad dice
que ambas chicas están bien. El corte se realizó con cuidado y fue atendido. De hecho, a pesar de estar
preocupada por la profecía, Meg sonaba alegre y relajada y dijo algo acerca de un símbolo de un
nuevo comienzo, pero rechazó el intento de Vlad de averiguar lo que eso significaba diciendo que
era una cosa de chicas.

Simon no quería meter la nariz en una "cosa de chicas". Era un territorio potencialmente
peligroso. Pero las palabras no indicaban que el propio corte fuera un motivo de preocupación.

Si había algo mal con Meg, Vlad no sería indiferente, sobre todo cuando el abuelo Erebus, el
líder de los Sanguinati en Lakeside, y tal vez el líder de los Sanguinati toda la Región Noreste, o
incluso de la totalidad de Thaisia- tenía un interés personal por la chica a la que llamaba la sangre
dulce.

Técnicamente no es una chica, Simon pensó mientras él y Henry cerraron la camioneta y se
dirigieron a la cabina que vendía billetes para el ferry. Meg tenía 24 años. Una hembra adulta. Pero
las Casandra de sangre mantenían la dulzura del corazón de un niño, que era una de las razones por
las que no se las consideraba presa.

La otra razón era que las profetas de la sangre eran la creación de Namid, tan maravillosas
como terribles, y mucho más peligrosas de lo que nadie hubiera creído. Esa fue la razón por la que
los Otros exigieran a los humanos una completa divulgación: que revelen cualquier lugar que
albergue profetas de la sangre o que enfrenten el exterminio de toda la ciudad que conspiraba para
mantener a las chicas en secreto.

Todo el continente fue sacudido por la cacería de los Terráneos de un hombre conocido como
el Controlador. Los Otros en la región del Medio Oeste, donde se encontraba el recinto, no sólo
habían destruido al hombre y los que trabajaban para él; habían mostrado a las autoridades humanas
lo que las leyes que permitían la "propiedad benevolente" hacían con las Casandra de sangre
mantenidas en recintos como ese.

Meg provino de ese recinto del Medio Oeste. Simon había encontrado su celda mientras
buscaba a su amiga Jean, y sólo el recuerdo del aroma de Meg en ese lugar lo llenaba de rabia.

El hombre en la taquilla los despidió con un gesto.
—No tienen que pagar hoy. Mejor vayan al agua. Están sacando el ferry para ustedes.

«No es algo habitual» dijo Henry, cambiando a la forma de comunicación de los Terráneos,
mientras caminaban hacia el ferry.

«No. Pero cuando Steve Barquero llamó y me pidió esta reunión, parecía asustado»

Simon no estaba seguro de cómo los Intuye se veían a sí mismos; como una raza separada de
otros humanos o como un grupo de personas que habían sido perseguidas por su habilidad especial
para percibir lo que pasaba a su alrededor de otras maneras en que los humanos no podían. Como
quiera que esa capacidad se llamara -intuición o clarividencia- los Intuye no veían visiones, si no que
tenían un presentimiento sobre algo, bueno o malo. Expulsados de los asentamientos humanos hace
generaciones, habían hecho sus propios negocios con los Terráneos y ahora tenían sus propias aldeas
escondidas en el país salvaje, fuera del alcance de sus perseguidores.

Pero no siempre estuvieron fuera de alcance. Cuando vivieron entre los otros humanos,
hubieron veces en que engendraron a niñas que eran más sensibles que el resto de los Intuye, niñas
que podían ver visiones. Al margen de los Intuye, llegaron las primeras Casandra de sangre, chicas
que veían advertencias de lo que vendría cuando cortaban su piel.

En cierto modo, todo estaba volviendo al punto de partida. Los Intuye, que habían renunciado a
su progenie, pensando que estaban salvando las niñas, así como a sus otros hijos, eran ahora los
voluntario para cuidar de las chicas que querían salir de los recintos donde habían sido consideradas
y tratadas como propiedad .

Meg no era propiedad. No más. Ella era su amiga, y debería haber esperado a que regresara
antes de usar la navaja de plata.

Tan pronto como llegara a casa, le gruñiría a Meg por ser tan taimada con ese corte. Y le
gruñiría a Merri Lee también. Eso podría hacer que quedara más claro el punto.

O no.

Cuando Aullidos, Buena Lectura había abierto sus puertas a los clientes humanos, las mujeres
que venían olfateando alrededor, estaban allí para ver a un Terráneo vistiendo piel o plumas, o
estaban buscando dar un paseo por el lado salvaje, buscando relaciones sexuales con un hombre que
no era humano, como una especie de trofeo. Ese comportamiento era fácil de entender y hacer caso
omiso. ¡Pero no a la manada humana del Courtyard! No había nada simple con esas mujeres.

«Deja de gruñir» dijo Henry.«Estás asustando a los humanos»

No se había dado cuenta de que había estado gruñendo. Una revisión rápida pasando la lengua
por los dientes le advirtió que tenía que cambiar sus caninos de nuevo a algo más cercano a lo
humano, antes de sonreír a los nervioso humanos que lo estaban observando.

—Buenos días, — el macho humano dijo cuando Simon y Henry subieron al ferry—. Soy Will
Barquero, hermano de Steve. Y esta es nuestra tía, Lucinda Fish. Los llevaremos a la isla. Steve tiene
una habitación reservada en la sede del gobierno. ¿Saben dónde está?

—Sí, — dijo Henry.

—¿Les importa si nos quedamos afuera? — Preguntó Simon. El ferry no era una gran
embarcación, y en realidad no quería pasar el tiempo encerrado en la cabina con un montón de
pasajeros nerviosos.

Humanos nerviosos olían demasiado a presa, por lo que era más fácil reaccionar como un
Lobo cazando... y hacía que fuera mucho más difícil retroceder una vez que el olor a la sangre llenara
el aire.

—No hay problema. Eso sí, no se incline sobre el riel demasiado, — dijo Will—. Incluso un
buen nadador puede estar en serios problemas en este curso.

«¿Acaso cree que somos tan estúpidos?» Simon preguntó a Henry mientras se abrían camino
hacia el arco.

«No, pero creo que ha tratado con humanos que han sido así de estúpidos,» Henry respondió.

Will y su tía echaron amarras, y el ferry comenzó su viaje a través del río Talulah.

Desembarco del Ferry era un pueblo Intuye dividido por el río. La mitad del pueblo estaba en la
parte continental, mientras que la otra, estaba en la Isla Grande. A diferencia de Lakeside, que era una
ciudad controlada por humanos, construida en un terreno arrendado a los Otros, Desembarco del
Ferry, siempre había sido un asentamiento humano controlado por los Terráneos. Eso significaba que
los nativos de la tierra tenían la última palabra en todo lo que los humanos hacían, ya fuera poner un
nuevo edificio o permitir que alguien se convierta en un residente del pueblo, y no tenían ningún
reparo en eliminar a los humanos que trataban de causar problemas.

Esa era una dura verdad que los residentes de Saltos de Talulah, todavía estaban aprendiendo,
ahora que la ciudad ya no estaba bajo el control humano.

—Parece que Steve Barquero no quería esperar a que vayamos hasta el edificio del gobierno,
— dijo Henry cuando estuvieron a la vista del muelle del ferry y vieron a los dos hombres que los
estaban mirando—. O tal vez Ming Beargard también tiene una razón para reunirse con nosotros.

El Oso Negro afirmaba que era sólo una fuerza de paz a tiempo parcial en la isla. Pero Ming
era uno de los pocos Terráneos en la isla que en realidad se aventuraba a estar en el pueblo, así que
decir que Ming era sólo una fuerza de paz, era como decir que Henry era solo un escultor. El Oso
pardo de Lakeside era miembro de la Asociación Empresarial, así como guía espiritual del
Courtyard. Por lo cual, la opinión de Henry tenía peso.

Al igual que su pata que podía, y lo hacía, darle un batacazo a una persona.

«Steve les pide que permanezcan en el ferry» Ming les dijo.«El lugar de encuentro se ha
cambiado»

Un manto de piel surgió alrededor de los hombros de Simon. Como humano, era un nadador
aceptable. Como Lobo, era excelente. Pero él no querría poner a prueba su fuerza y resistencia contra
el río Talulah. No le gustaba sentirse suspicaz sobre las razones de Steve Barquero, que los llamaba a
la isla y luego no los quería allí, pero no tenía ninguna razón para desconfiar del alcalde de la aldea.
Sin embargo...

Tan pronto como el ferry atracó, Steve y Ming abordaron. Mientras Steve se acercó a la caseta
de control para hablar con Will, Ming y Lucinda Fish alentaron a los pasajeros humanos a
desembarcar con presteza.

Los pasajeros miraron a Henry y Simon y no necesitaron que se les pidiera dos veces.

Aún de pie en la proa, Simon observó a Roger Czerneda, oficial de policía de la aldea, y a
Flash Foxgard, también fuerza de paz a tiempo parcial, poner caballetes, cerrando el acceso al ferry.

—Algo está sucediendo, — dijo en voz baja a Henry.

«Steve nos quiere sentados en la cabina para hablar» Ming dijo cuando el último pasajero se
apresuró al muelle y pasó entre los caballetes.

«¿Hay alguna razón por la que no nos quiere en la isla?» Preguntó Simon.

«Demasiados humanos quieren hablar en lugar de dejar que Steve sea su portavoz,» Ming
respondió. «Muchos se reunieron frente al edificio del gobierno en previsión de tu llegada. Steve
salió por la puerta de atrás del edificio para reunirse con ustedes aquí»

«¿Los Intuye tienen un presentimiento acerca de esta reunión?»

«Demasiadas emociones, creo, pero no hay presentimientos guiándolos.»

«Eso no es bueno,» dijo Henry. Entró en la cabina, dejando que Simon lo siguiera.

Steve Barquero era un hombre vigoroso, un humano saludable, delgado y musculoso como un
Lobo, en lugar de ser voluminoso como un Oso. Su pelo oscuro estaba limpio, y sus ojos marrones
celebraban una inteligencia brillante.

Ahora el hombre parecía un poco... masticado. No, los humanos no dirían "masticado".
Exhausto. ¿Era el equivalente humano?

—Gracias por venir, — dijo Steve—. Disculpen el cambio sin previo aviso del lugar de
reunión, pero era la única forma de poder hablar de forma reservada. Y si es necesario, Will está
listo para echar amarras y dejarnos en el medio del río para evitar la participación de quienes no han
sido invitados. — Dejó escapar un suspiro—. Tenemos algunos productos horneados de la panadería
de Eamer, y la tía Lu dice que tiene café recién, si lo desean.

—Lo que nos gustaría es la razón por la que nos has llamado aquí, — dijo Simon.

Steve se frotó las manos en su rostro.
—Todo el pueblo está asustado. Estamos meados en los pantalones de miedo, y necesitamos
ayuda.

Simon se contuvo de agacharse bajo la mesa y tomar una aspiración, pero el movimiento
abortado le hizo sonreír a Steve.

—Es una expresión, — dijo Steve—. Significa que estamos muy asustados.

Los humanos habían inventado algunas palabrotas y expresiones útiles, pero esa expresión no
era algo que Simon usaría en algún momento cercano.

—¿Este temor se debe a que los Terráneos ahora gobiernan Saltos de Talulah? —Preguntó
Henry.

—En parte, —Steve asintió. Echó un vistazo a Ming.

—Los Otros en el control de Saltos de Talulah, sienten una profunda ira y desconfianza hacia
todos los humanos, — dijo Ming—. Y muchos nativos de la tierra alrededor de los Grandes Lagos
piensan que la ira y la desconfianza son merecidas, que la población humana en Saltos de Talulah
necesita ser separada dejando sólo a aquellos que son necesarios para el funcionamiento de las
máquinas y los negocios humanos previamente reclamados como vitales. Buscan excusas para matar
a los humanos y responden con violencia a cualquier tipo de problemas. Incluso los humanos que
hacen entregas solicitadas, están en riesgo.

—Ese tipo de ira proviene de la experiencia, — Henry retumbó.

—Lo sé. Pero ese tipo de ira es como el fuego, que o bien se quema o bien se propaga.

—Los Crowgard de Saltos de Talulah y de Isla Grande tuvieron una reunión, que es como nos
enteramos de lo que está pasando, — dijo Steve—. Los Cuervos de los Saltos, dijeron que los
Terráneos han traído a un ejecutor que los hace sentirse incómodos. Le han dado rienda suelta con el
trato con los humanos que causan cualquier tipo de problemas. Dijeron que su cabello es largo y
sujeto en muchas pequeñas trenzas con huesos pequeños tejidos en los extremos, huesos que a veces
hacen ruido al juntarse y suenan como serpientes furiosas incluso cuando está parado. Y el cabello
cambia de color. Vieron algunos humanos discutir con el Terráneo, como si fueran a pelear. Los
Cuervos apartaron la vista del ejecutor cuando los huesos temblaron y su cabello comenzó a cambiar
a negro, pero no llegaron a ver a los humanos caer muertos.

—¿Conocen a esta forma de Terráneo? — Preguntó Ming.

Silencio. Entonces Henry dijo:
—Con las trenzas y los huesos no estamos familiarizados, pero conocemos a esa forma. Es
peligroso aun hablar de él. Si tienen que ir a Saltos de Talulah, tengan mucho cuidado y no miren al
ejecutor si su cabello empieza a volverse negro.

Un Segador, pensó Simon. Los Terráneos han traído a un Segador para encargarse de los
humanos molestos. ¿Sabría Tess que había otro de su tipo en la zona? ¿Había alguna forma segura de
preguntarle? Probablemente no.

Simon centró su atención en Steve de nuevo.
—¿Qué otra cosa te hacer sentir incómodo?

—Lo que realmente está sacudiendo a toda nuestra comunidad son las 5 Casandra de sangre que
sacaste del Medio Oeste, —dijo Steve—. Pensamos que estaban adaptándose a vivir aquí. Por lo
menos, parecían estar haciéndolo bien durante los primeros días. Pero ahora una o más de ellas
tienen algún tipo de crisis emocional cada día, o cae en un estado catatónico que dura desde unos
pocos minutos a unas pocas horas. No sabemos por qué ocurre esto. No sabemos cómo ayudarlas.
Sabemos que tenemos que sacarlas del hostal y buscar otra vivienda para ellas, pero ¿qué tipo? ¿Y
dónde? Tratamos de llevarlas a nuestro centro médico para un chequeo básico. Tres de ellas se
lastimaron a sí mismas, y las otras dos huyeron en un pánico ciego y estuvieron a punto de ser
golpeadas por los vehículos. ¿Recuerdas que te dije sobre la familia de Jerry Carguero, cómo había
comenzado su sobrina a cortarse, y luego saltó al río y se ahogó? Ya puedes imaginar lo que es ver a
5 niñas quebrarse como le está sucediendo a toda su familia.

—¿Quieres que nos llevemos a las niñas? — Preguntó Henry.

Steve negó con la cabeza, en un movimiento vehemente.
—Los Intuye dejaron a otra persona el cuidado de niñas como éstas una vez antes, y es una
parte vergonzosa de nuestra historia. No vamos a hacerlo otra vez de buen grado. Pero no es sólo
nuestra comunidad. Cada pueblo Intuye que tomó a algunas de las niñas de ese recinto, está teniendo
problemas. Estoy recibiendo correos electrónicos todos los días de los líderes de los pueblos,
pidiendo cualquier información que pudiera ayudar. No queremos que estas niñas mueran, y todos
tenemos miedo de que vayan a hacerlo.

—¿Qué pasa con Jean? — Preguntó Simon—. ¿Qué dice ella?

Steve suspiró.
—Jean ha sido... torturada... y apenas es capaz de funcionar. Ella sigue diciendo que Meg sabe,
que Meg puede ayudar.

Cuando Simon había rescatado a Jean, ella le había dicho que Meg era una Pathfinder, una
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Trailblazer . En ese momento, le había gustado el sonido de esas palabras. Ahora sonaban como
grandes piedras que alguien quería atar alrededor del cuello de Meg, antes de tirarla en el río para
ver si podía sobrevivir. Pero las chicas que, junto con el Teniente Montgomery y el Dr. Lorenzo,
habían sacado del recinto del Controlador tenían entre ocho y once años. Todavía cachorras que
dependían de los adultos de la manada para su supervivencia. Y Jean, que era una adulta -y muy
dañada por lo que le habían hecho-, era amiga de Meg.

—Voy a hablar con Meg, — dijo Simon, no contento con hacer esa elección, pero bastante
seguro de que Meg sería más infeliz si algunas de las otras profetas de la sangre se lastimaran.

—Algo que te puede ayudar ahora, —dijo Henry—. Sus sanadores-médicos, no deben usar las
túnicas blancas cerca de las niñas. Sus captores vestían uniformes blancos y túnicas blancas. Meg se
perturba por esas cosas. Es probable que las otras chicas se perturben por eso también.

—Eso sirve, — dijo Steve—. Voy a darle a todos la información. Gracias.

—Los Terráneos están dispuestos a extender las tierras de la aldea para construir una nueva
guarida para estas chicas, — dijo Ming—. Pero primero tenemos que saber qué construir.

Toda una concesión, pensó Simon. Pero le trajo algo más a la mente.

—Ese complejo industrial abandonado y el grupo de casas al lado de la carretera River. Sé que
el arrendamiento de tierras no fue renovado debido a que las empresas volcaban demasiada maldad
en la tierra y el agua, pero me preguntó si hay algunas personas que aún viven en esas casas y qué
grupo de Terráneos controla la tierra ahora.

—Las chicas serían vulnerables allí, — dijo Steve inmediatamente—. El acceso a la isla es
controlada; es por eso que están aquí.

—No para las niñas, — Simon le dio la razón—. Pero no quiero que ninguno de los humanos
que logren escapar de Saltos de Talulah hagan guaridas en esas casas. No quiero una manada de
potenciales enemigos interesados en reclamar tierra entre Lakeside y la Isla Grande.


Steve miró Ming antes de decir:
—Había personas aún viviendo en un par de las casas unos meses atrás, pero el invierno pasado
los convencieron de que no querrían estar viviendo por ahí solos, cuando el clima los encierre.

—Los Hawkgard informaron que los últimos humanos empacaron y salieron tan pronto como
el camino fue transitable, — dijo Ming—. No he oído hablar de ningún Terráneo reclamado la tierra
como territorio salvaje. ¿Quieres reclamarlo?

—No por nuestra cuenta, — respondió Simon.

—En ese caso, estaríamos dispuestos a compartir la responsabilidad de esa tierra con el
Courtyard de Lakeside. — Ming miró a Steve, que asintió con la cabeza.

—¿Tienen a alguien que pueda comprobar las construcciones? — Preguntó Simon a Steve.

—Claro, — Steve respondió—. Tenemos fontaneros, carpinteros, y todo lo demás. Voy a poner
un equipo en camino para inspeccionar cada edificio y hacer una lista de lo que cada uno necesita
para ser habitable de nuevo. Y vamos a echar un vistazo a la disponibilidad de agua y electricidad en
los edificios. — Dudó—. ¿Supongo que estás pensando en esto como una comunidad solo por
invitación?

Simon asintió. No estaba seguro de quién debía vivir en esa comunidad, pero estaba seguro de
que los terrenos y edificios necesitaban permanecer bajo el control de los Otros.

Luego se levantó, sintiéndose saturado en el cuerpo y la mente.
—Suficiente.

Steve se puso de pie, tomó la caja de la panadería Eamer.
—Lleven esto para su cafetería. — Salió de la cabina con Ming.

En el exterior, los caballetes se movieron y los pasajeros embarcaron para el viaje a la parte
continental del pueblo. Pero nadie entró en la cabina.

Henry abrió la caja de la panadería, hizo un sonido de aprobación, y tomó un pastel lleno de
frutas.

—Bueno, — dijo después de tragar el primer bocado—. Entonces. ¿Estás deseando haberte ido
a las montañas Addirondak con Nathan?

—No. Pero sí quiero contactarme con Vlad. Si todo sigue tranquilo en el Courtyard, quiero
echar un vistazo a esas casas ya que están de camino a casa.

Ahora mismo, realmente quería cambiar, salir de esa piel y ser Lobo en lugar de tener que
pensar en los problemas humanos, pero no se arrepentía de haber dejado pasar la oportunidad de
pasar tiempo fuera del Courtyard. Él no se arrepentía de quedarse para estar con Meg. Su amiga
humana.

Él sólo deseaba saber por qué Meg, la Trailblazer, había decidido hacerse un corte mientras él
estaba ausente.


Capítulo 3



Thaisday 10 de Maius

Simon y Henry encontraron un puñado de jóvenes Sanguinati en cuclillas en una de las casas
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abandonadas en lo que Simon decidió llamar Comunidad River Road . Habían llegado a Saltos de
Talulah de los asentamientos Terráneos de alrededor de los Grandes Lagos, atraídos por las historias
de un exceso de fáciles presas humanas. Pero el Terráneo enviado para hacer frente a esos humanos
que sobrevivieron, no estaba interesado en enseñar a los jóvenes cómo vivir en una ciudad humana, y
los Sanguinati habían sido ahuyentados por ejecutor principal de las cataratas, con sus trenzas y el
estrépito de los huesos.

Después de conseguir la promesa de los jóvenes de no cazar en Desembarco del Ferry,
prometiéndoles a su vez, contarle a Erebus acerca de su situación actual, Simon y Henry partieron,
satisfechos de que tenían una mínima guardia en sus nuevas tierras adquiridas.

A medida que llegaban a la entrada principal de la calle del Courtyard de Lakeside y se
dirigieron hasta el camino de acceso, oyeron un arroooo fúnebre de Saltarín Wolfgard.

Estacionando la camioneta, Simon estudió al joven Lobo sentado en la puerta de atrás de la
Oficina del Enlace Humano.

—¡Arroooo! ¡Arroooo! ¡Arooeeooeeoo! «¡Meg no me deja entrar!»

Echando un vistazo al reloj en el salpicadero, Simon dejó escapar un suspiro y bajó la
ventanilla.
—Saltarín. ¡Saltarín!

—¡Arroooo! «¡Meg no me deja entrar!»

Saltarín tenía un cerebro que no siempre funciona bien y con frecuencia se saltaba pedazos de
información. En el país salvaje, esa particularidad terminaba con el joven cometiendo un error fatal.
Era un inconveniente en un Courtyard, pero cualquier joven que sobrevivía a la madurez por lo
general se desarrollaba bien a pesar de ser saltante.

Saltarín había sido enviado a Lakeside unas semanas atrás. La mayoría de los días pasaba al
menos algún tiempo en la oficina con Meg, con bastantes Lobos que trabajaban en los edificios
cercanos, se evitaba que él hiciera algo demasiado estúpido, por no mencionar que por lo general
Nathan estaba presente como el Lobo guardián oficial.

Pero la comprensión de que la oficina no siempre estaba abierta, era un pedazo de información
que el cerebro de Saltarín tenía problemas para asimilar. Dado que Meg, probablemente todavía
estaba en su pausa del mediodía, el joven iba a aullar hasta quedarse ronco y nunca se daría cuenta de
que ella no lo dejaba entrar porque no estaba allí.

O que, estaba allí y prefería tener algún tipo de barrera entre sus oídos y el arroooo tirolés, un
sonido que Simon esperaba sinceramente que Saltarín superara.

«¡Simon!»

Simon miró en el espejo lateral y vio a Elliot Wolfgard, cónsul del Courtyard y padre de
Simon, de pie frente al consulado.

«Has algo con ese Lobo idiota. Estoy en medio de una llamada con el alcalde Rogers y apenas
puedo oír al hombre.»

Al ver a Vlad salir de la entrada trasera de Aullidos, Buena Lectura, Simon salió de la
camioneta y dijo a Elliot:
«Voy a tratar con él.»

«¿Por qué Meg no lo deja entrar?» Vlad preguntó mientras caminaba hacia la oficina del
Enlace, utilizando la forma Terránea de comunicación en lugar de tratar de gritar por encima del
aullido.

«No es hora para que abra para el horario de la tarde,» Henry dijo, uniéndose a Simon y a Vlad.

Saltarín, todavía aullando a la puerta cerrada, no se dio cuenta de que ellos estaban allí.

«Pero ella regresó a la oficina,» dijo Vlad, sonando sombrío. «Yo venía a ver cómo estaba,
porque Crystal Crowgard me acaba de llamar para preguntarme si Meg seguía molesta.»

«¿Molesta por qué?»

«No lo sé.»

Simon se acercó a la puerta, asustando a Saltarín, quien saltó lejos con un grito de sorpresa y se
golpeó la cabeza en la rodilla de Vlad. El vampiro juró y fue a agarrar al Lobo, demostrando que no
estaba listo para unirse a la caza de cualquier cosa que tuviera pezuñas o trompa, cuando casi se le
escapa corriendo entre las piernas de Vlad.

Henry cogió a Saltarín, depositando suavemente al combativo Lobo en el patio cerrado junto a
la Oficina del Enlace, luego, cerró la puerta de madera. Ya que Saltarín no podía cambiar a otra
forma y no podía hacer que su cerebro se centrara el tiempo suficiente para aprender a abrir las
puertas, se quedaría donde Henry lo puso.

Y era de esperar que olvidaría rápidamente dónde había estado hacía un minuto y el por qué
había estado aullando.

Por supuesto, Saltarín tendía a recordar las cosas en los momentos más inoportunos. Como
ahora, que, sentado detrás de la puerta, reanudó su aullido sobre Meg no dejándolo entrar.

Sacudiendo la cabeza, Simon trató de abrir la puerta trasera de la oficina.

Bloqueada.

Esa puerta no se suponía que debía estar cerrada cuando Meg estaba en la oficina, en caso de
que necesitara ayuda en un apuro. Como cuando usaba la navaja.

Gruñendo, él sacó las llaves del bolsillo de sus vaqueros, abrió la puerta de atrás, y se apresuró
a entrar.

—Meg, — Simon se volvió hacia un sonido que venía del cuarto de baño—. ¿Meg, qué...? —Él
se detuvo. Miró.

Eso era nuevo.

Dio un paso cauteloso hacia ella. Entonces, intrigado, dio otro paso.
—¿Meg?

«¿Simon?» Preguntó Vlad. «¿Qué pasa?»

«Manténganse afuera,», respondió.

Incluso después de que Meg llegara al Courtyard, no había prestado mucha atención a la
apariencia física de los humanos que trabajaban para ellos. Ellos hacían su trabajo, y él no los comía.
Era suficiente. Pero nunca habían tenido a una profeta de la sangre viviendo en el Courtyard antes,
¿así que tal vez esto era un cambio estacional normal?

No, no era normal. Meg se veía molesta, por lo que esto debía ser algo nuevo para ella también.

—Te mudaste de tu viejo cabello, — dijo él. Bueno, ella había hecho algo con el pelo. Tenía la
sensación de que era uno de esos momentos en los que un hombre debía expresar entusiasmo
positivo, independientemente de lo que realmente pensaba, sobre todo cuando él realmente no sabía
lo que estaba pasando.

Afortunadamente, se sentía positivo y curioso.

El pelo naranja raro de Meg se había ido, y su cabeza estaba cubierta por un pelaje que era
brillante negro y espeso, y tan corto que se quedaba parado. Extendió la mano, queriendo ver si el
pelo se sentía tan suave como parecía.

—Esto parece pelusa de cachorro.

Antes de que pudiera darle una rascadita detrás de la oreja, ella se apartó de su mano y se
lamentó:
—¡No quiero parecer a la pelusa de un cachorro!

—¿Por qué no? Los cachorros son lindos.

Su respiración comenzó a ensancharse, y sus ojos tenían pánico, una mirada vidriosa que le
recordaba a un bisonte joven que había visto una vez cuando era un joven Lobo viviendo en la
Región Noroeste. El joven había desafiado a un toro de más edad y tuvo un golpe en el cráneo que
había herido a su cerebro. Él y los otros Lobos lo habían visto tambalearse y girar y girar, incapaz de
cambiar de dirección o incluso detenerse. Con el tiempo se recuperó y siguió al resto de la manada.

Si la manada no hubiera hecho ya una matanza más temprano ese día, el joven toro hubiera sido
presa fácil.

Si uno forzaba a las cachorras de profetas de la sangre a ver demasiadas imágenes nuevas, sus
cerebros se congelaban como si hubieran recibido un golpe duro, al igual que el joven bisonte. A las
chicas que había sacado del recinto les habían pasado varias veces durante el viaje en tren de regreso
a Lakeside.

Pero esta era la primera vez que había visto la mirada de pánico en los ojos de Meg.

—¡Meg! — Dijo con fiereza. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía ayudarla?

De la misma manera que había ayudado a las niñas durante el viaje en tren. Ocultando lo
extraño. Las cosas nuevas asustaban.

Simon se precipitó en la sala de clasificación y abrió bruscamente los cajones debajo del
mostrador, gruñendo mientras pateaba el contenido desparramado y pensando en las palabrotas
humanas más desagradables que conocía. Encontró el sombrero de lana de flexible en el fondo de un
cajón. Agarrándolo, corrió a la habitación de atrás, puso el sombrero en la cabeza de Meg, luego, la
arrastró hasta el baño y la colocó frente al espejo sobre el lavabo.

—¡Mira! — Exigió, cerrando sus manos alrededor de sus brazos y dándole una pequeña
sacudida—. Esta es Meg, usando el sombrero de ala ancha que compramos para mantener tu cabeza
caliente después de que llegaste a casa del hospital. Esta es Meg, el Enlace Humano del Courtyard de
Lakeside. Esta es Meg, mi amiga, amiga de Sam, amiga de Vlad, amiga de Tess, amiga de Henry, la
amiga de Jenni. ¡Mira!

Vio cómo el pánico en sus ojos se desvanecía, la vio a absorber la imagen de sus reflejos en el
espejo. Con el pelo oculto, se veía igual que el día anterior, excepto por el vendaje en su antebrazo
izquierdo.

Ahora confusión, y un toque de miedo, llenaron los ojos grises.
—Simon...

Molesto con ella y por ella, pero más suave ahora que sonaba como Meg de nuevo, la llevó a la
sala de clasificación.

«¿Simon?» Henry llamó.

«Quiero a Merri Lee aquí ahora,» dijo Simon. «Una vez que me entere de lo que está pasando
con Meg, la Asociación Empresarial se reunirá.»

«Elliot también,» dijo Henry. «Él tiene cosas para decirnos acerca de su conversación con el
alcalde.»

«Voy a tratar con Meg primero.»

«¿Ella está bien?»

«No está herida, pero... No lo sé. Creo que esto es una cosa de chicas.» ¿No era eso lo que había
dicho Meg a Vlad? ¿Qué iba a hacer una cosa de chicas como símbolo de un nuevo comienzo?

Simon estudió a Meg mientras se apoyaba en la mesa de clasificación, se veía agotada.
Esperaba no haber magullado sus brazos cuando la arrastró hasta el baño, pero si lo hubiera hecho,
no se sorprendería cuando Henry le diera un manotazo, ojalá fuera con una mano humana y no una
pata con garras de Oso Pardo.

Merri Lee se precipitó en la sala de clasificación.
—¿Meg... ? — Ella frenó de golpe—. ¿Sr. Wolfgard?

—Quítate el sombrero, Meg, — dijo Simon. Merri Lee miraría la nueva capa de Meg, haría una
observación casual, y luego...

—¡Guau! Eso es radical.

La respiración de Meg se trabó. Simon se giró hacia Merri Lee y gruñó:
—¡No estás siendo útil!

—Bueno, lo siento, pero es radical, — Merri Lee tartamudeó—. Puedo entender por qué Meg
necesita tiempo para adaptarse a la forma en que se ve con el pelo tan corto.

—Eso no ayuda, — advirtió, mostrando sus dientes.

Pero Merri Lee no estaba prestándole atención. Estudiaba a Meg.
—No estabas preparada para cómo te verías, ¿cierto?

Meg negó con la cabeza.

—Tu pelo era corto, cuando llegaste por primera vez al Courtyard. No tan corto, pero corto,
por lo que debían habértelo cortado de forma regular. — Merri Lee continuó estudiando a Meg—.
¿Pero no en un salón?

—No me acuerdo de mi pelo siendo cortando, — dijo Meg—. Pero a veces tenía sueños raros
de cosas que me hacían. Los Nombres Caminantes nos llevaban a cada una de nosotras a una
habitación para un sueño de mantenimiento. Cuando me despertaba, nada parecía diferente.

Simon vio a las dos chicas y cambió su peso. Merri Lee se veía como si quisiera morder a
alguien, así que no estaba seguro de si necesitaba dar un salto hacia adelante para proteger a Meg o
saltar lejos para protegerse a sí mismo.

—¿Viste a la estilista cortarte el pelo esta vez?

—No. Podía sentirla usando el peine y las tijeras, pero no pude verla.

—Ah. — Merri Lee asintió—. La estilista tenía la silla dada vuelta para que cuando terminará,
poder girar la silla para enfrentarte al espejo y sorprenderte con tu nuevo yo, ¿sí?

Meg asintió.
—Creo que ella sabía que algo andaba mal, pero no me podía quedar, no podía hablar... Ya no
era yo.

Merri Lee suspiró.
—Cuando yo tenía once años, mi madre decidió que no le gustaba mi pelo largo y me llevó a
su estilista para que me lo cortara. Me encantaba tener el pelo largo, y no quería que me corten el
pelo, pero no me dieron una elección. Ya habían decidido entre ellas que iba a ser corto, porque eso
es lo que quería mi madre. Así que la estilista mantuvo la silla alejada del espejo mientras me cortaba
el pelo. Entonces giró la silla y me dijo que era un corte de pelo muy lindo, y mi madre sonrió... —
Ella hizo una pausa, y luego negó con la cabeza—. El punto es, que no reconocí a la chica en el
espejo. Vi a una extraña y me sentí... desconectada.

—Sí, — susurró Meg.

Simon las miró fijamente.
—¿Sí? ¿Sí? Te ves igual, hueles igual. ¿Cómo puedes no saber quién eres? Meg, pintaste tu pelo
anaranjado y no te molesto. ¡No como esto! — Él gruñó cuando un pensamiento se le ocurrió—. ¿Te
has puesto así de molesta, pero lo has mantenido escondido de nosotros?

Cuando ella vaciló, su gruñido se profundizó. No podía tenerla tambaleándose alrededor,
girando como un bisonte con daño cerebral. Ahora no. Nunca. No su amiga.

—Tú. — Señaló a Merri Lee—. A partir de hoy, vas a trabajar dos horas menos en la librería y
la cafetería.

Merri Lee palideció.
—Pero necesito esas horas.

—Eso no es justo, — dijo Meg, haciendo un esfuerzo para permanecer en su propio lugar sin
apoyarse en la mesa—. Sólo porque no te gusta lo que dijo...

—Yo no he dicho que va a trabajar menos horas, — Simon chasqueó—. Pero va a estar
trabajando aquí contigo, porque ambas van a averiguar exactamente por qué sucedió esto,
exactamente por qué Meg entró en pánico, y lo que hay que hacer para que no vuelva a ocurrir.

—Simon, voy a estar bien, — comenzó Meg.

—Esto no es sólo acerca de ti, — dijo—. Las chicas que trajimos del recinto, se están
desmoronando como tú hace un momento, sólo que está sucediendo a una o más de ellas cada día.
Los Intuye no saben cómo ayudarlas. Los humanos que más saben acerca de las profetas de la sangre
no van a ayudarnos a dar a su propiedad una manera de vivir fuera de las jaulas seguras. Sabes que no
lo harán. Jean te llama la Pathfinder, Trailblazer.

Merri Lee se sobresaltó.
—¿Qué ha dicho?

Simon la miró.
—Pathfinder. Trailblazer

Merri Lee tragó saliva y miró a Meg.
—Esas fueron dos de las cosas que dijiste durante la profecía. Rastro y Fuego. Buscar y Path.
Esas fueron las cosas a las que los Terráneos, que se supone, deben estar atentos.

—Ambas van a averiguar lo que las Casandra de sangre necesitan y lo que los humanos y Otros
tienen que hacer para ayudarlas a mantenerse con vida, — dijo Simon.

—¿Qué esperas que hagamos? — Meg gritó—. Escribir Guía de Profetas de la sangre para
imbéciles?

—¡Sí! Eso es exactamente lo que quiero que hagas. — Mirando sus expresiones aturdidas, se
preguntó si había sido un poco demasiado honesto—. Entiéndelo y escríbelo para que podamos pasar
la información a todo el mundo que está tratando de ayudar a estas niñas.

—No soy una escritora, — Merri Lee protestó—. Puedo tomar notas, seguro, ¡pero no puedo
escribir algo así!

—Ruthie te ayudará a escribirlo. — Ya. Problema resuelto. Ruthie era una maestra. Ella
escribía frases todo el tiempo.

—Ha... ¿ha hablado con Vlad? — preguntó Merri Lee—. ¿Dijo algo acerca de la profecía de
esta mañana?

—Todavía no. — Miró a las chicas y suavizó su voz—. Resuelve esto, Meg. Jean dijo que eres
la única que puede hacerlo.

Simon salió de la oficina, cerró la puerta de atrás, y se detuvo. Sólo se detuvo. No podía llamar
a los otros Lobos en el Courtyard para que le ayuden a alejar este peligro de su amiga. Este peligro
vivía dentro de ella, era parte de ella, al igual que las visiones y profecías nadando en su sangre, así
como su frágil piel.

¿Cómo se suponía que debía proteger a Meg de Meg?

Tess salió de la puerta trasera de Un Pequeño Bocado. Hubiera sido más fácil para ella usar la
puerta interior entre las dos tiendas para llegar a la sala de reuniones de arriba, así que debió haber
llegado de afuera para ver cómo estaba.

«¿Vas a la reunión?», Le preguntó, señalando a la segunda planta de ABL.

«Sí.» Cruzó la zona pavimentada detrás de los edificios, y subieron a la reunión juntos.

No se arrepentía de haberse quedado en el Courtyard para estar con Meg, pero en este momento
le gustaría poder arrojar todos los problemas humanos, junto con la piel humana.


* * *

Meg y Merri Lee se miraron la una a la otra.

—Antes de que nos ocupamos de las otras cosas... —Merri Lee hizo un gesto con la mano para
indicar el pelo de Meg—. ¿Por qué tan corto?

—Me cansé de la manera en que los repartidores miran mi pelo. Me cansé de la forma en que
los Otros miran mi pelo. ¡No se suponía que debía ser naranja! — Meg resopló—. Fui a la peluquería
en la Plaza Comercial. Yo no conocía al Cuervo que estaba trabajando allí. Ella dijo que podría
cortarme el pelo para quitar la parte de color naranja. ¡Pero pensé que me quedaría más largo!

Merri tocó su cabello en capas oscuras.
—Me tomó años para encontrar un estilista en quien confiar, por lo que nunca fui a la
peluquería en la Plaza Comercial. Pero creo que las dos mujeres que trabajaban allí a tiempo parcial,
se les pagaba para enseñar a algunos de los Otros a cortar el cabello, así como hacer peinados. Me
pregunto si el Cuervo había estado aprendiendo a cortar el pelo antes de que las mujeres renunciaran,
o si simplemente se ofreció como voluntaria para prestar el servicio y no sabe lo que está haciendo.

—¿Así que ahora hay un Cuervo semi-entrenada cortando el pelo a todo el mundo? — Meg
levantó la voz. Se imaginó un dibujo animado de un Cuervo cortando el pelo de alguien, agitando
violentamente las tijeras mientras retazos de pelo volaban por todas partes. La imagen parecía lo
bastante ridícula como para hacerla sentir más tranquila.

»—No fue descuidada, — dijo—. No podía ver lo que estaba pasando, pero los movimientos se
sentían precisos, incluso reflexivos.— El ligero tirón de pelo que se levantó, el sonido de las tijeras.
¿La Crowgard habría quedado tan absorta con el movimiento, de las tijeras brillantes, abriendo y
cerrándose, que no quiso que la experiencia terminara?

—Bueno, — Merri Lee dijo después de un momento—. Tu pelo es de un negro sólido ahora. Ni
siquiera hay una punta naranja perdida en alguna parte. Y por el lado bueno, el pelo va a ser fácil para
manejar este verano.

Meg vacilante pasó una mano por la cabeza. Diferente. Todo se sentiría diferente; todas sus
rutinas necesitaban un reajuste.

—¿Qué? — Preguntó Merri Lee—. Tienes una mirada en tu cara, como si acabaras de descubrir
algo.

—No estoy segura. Necesito usar el baño.

—¿Tienes un bloc de notas de repuesto? Voy a recoger un cuaderno en Las Tres P más tarde,
para tenerlo aquí para nuestras notas.

—En ese cajón. — Señaló Meg—. Tengo un bloc extra que se ajusta al portapapeles que uso
para las entregas.

Entró en el cuarto de baño, manteniendo sus ojos fijos por debajo del nivel del espejo. Estudió
sus manos, una forma familiar. Las cicatrices, familiares. Luego apoyó los dedos sobre su cara y se
miró en el espejo. Piel clara con un toque de rosa en las mejillas. Ojos grises. Cabello negro, las
cejas, las pestañas.

Hoy esta es mi cara. Esta es la cara que Simon reconoce como Meg.

Ella bajó sus manos. Esta vez no hubo pánico.

No recordaba ninguna imagen de formación de una persona sorprendida por tener un corte de
pelo. Ahora tenía la imagen de su propio rostro en el espejo, conmocionada y sin preparación para la
alteración física. Y tenía la historia de Merri Lee de una acción similar que había sacudido el sentido
de identidad de una persona.

Cuando Meg salió del baño, miró a la nevera bajo el mostrador y se dio cuenta que no había
almorzado todavía. Si Merri Lee no había comido tampoco, tal vez podrían llamar a Corteza Caliente
y pedir una entrega de pizza. Pizza era un alimento cómodo, ¿no?

Cruzó el umbral, miró a su alrededor, y se congeló.
—No. — Ella corrió hacia el reproductor de CD en el mostrador, golpeando a Merri Lee a un
lado, y movió la pila de CD de la izquierda a la derecha.

Merri Lee dio un paso atrás.
—Dioses encima y por debajo, ¡Meg! ¿Qué te pasa?

Meg puso sus manos en la pila de CD.
—No puedes moverlos.

—¡Estaba haciendo un poco de espacio en el mostrador!

—¡No puedes cambiar las cosas constantes! — Meg gritó.

Merri Lee la miró durante un largo momento. Entonces se adelantó y puso su mano sobre la de
Meg.

—Cálmate. Los CD están de vuelta a donde pertenecen. Respira, Meg. Sólo respira.

Respirar. Ella podía respirar. Simple. Rutina.

—¿Vas a estar bien si me voy al cuarto de atrás para traernos un poco de agua? —Preguntó
Merri Lee.

Meg asintió.

Merri Lee se apresuró a salir de la habitación, y luego se apresuró a regresar llevando una
botella de agua y dos vasos. Después de verter el agua, ella dio un vaso a Meg. Bebieron, evitando el
contacto visual, permaneciendo en silencio.

—Bien, — dijo Merri Lee—. Creo que es el momento de hacer algunas preguntas. Has estado
aquí cuatro meses y medio. Las cosas cambian en esta oficina todos los días, y no te has asustado
hasta ahora. ¿Fue el corte de pelo el detonante? ¿La cosa que te sobrepasó? Si no puedes tolerar los
cambios, ¿cómo has sobrevivido? ¿Cómo sobrevivir? Tenemos que resolver esto.

—Es sólo un mal día, — Meg protestó débilmente.

—Sí, un mal día y el choque por el corte de pelo. Sobrecarga emocional. Entiendo eso, Meg. Lo
entiendo. Al igual que entiendo cuando experimentas la sobrecarga de información, cuando
simplemente no puedes absorber ninguna otra cosa. Incluso entiendo el que seas un poco obsesiva-
compulsiva acerca de tus cosas. Pero me empujaste a un lado y me gritaste. Que supongo es mejor
que desmoronarte, porque al menos estas aún interactuando conmigo. Y ese es el punto. Has hecho
tanto, y tanto ha sucedido en los últimos meses, y hoy, -hoy- llegaste a tu límite. Pero Simon dijo que
esas otras chicas se están desmoronando todos los días, y han estado fuera del recinto menos de un
mes. ¿Qué pasa con las otras chicas que quieren salir?, ¿qué quieren vivir afuera y se enfrentan a
tratar de salir adelante?

—No sé cómo ayudarlas. — Las lágrimas le escocían los ojos de Meg.

—Sí, lo sabes, pero lo que has hecho para ayudarte a ti misma, lo hiciste por instinto. Ahora
Meg, La Trailblazer, tiene que averiguar lo que ha hecho para que podamos decirles a las otras
chicas.

Secándose las lágrimas, Meg tomó otro sorbo de agua.

—Las cosas constantes no pueden cambiar,— Merri Lee le dio pie—. ¿Qué hace que una cosa
sea constante? — Ella estudió la pila de CD—. ¿Siempre cinco? ¿Pero no los mismos cinco? ¿Y
siempre en el lado derecho del reproductor?

—Sí. — Meg miró alrededor de la habitación—. Espero que las cosas cambien en la sala de
clasificación, porque eso es lo que pasa aquí. Esa es la función de la habitación. Las cosas entran y
salen, pero la habitación sigue siendo la misma. La mesa esta siempre en el mismo lugar. Así como el
teléfono y el reproductor de CD. Los casilleros en la pared del fondo no se mueven.

—¿Qué pasa cuando estás en casa?

—Tengo una rutina. Yo sigo la rutina, al igual que sigo los caminos en el Courtyard cuando
estoy haciendo las entregas.

—¿Y cuando se interrumpe la rutina? ¿Como cuando fue cancelada nuestra clase de Mente
Serena?

—Me siento... inquieta... hasta que decida qué hacer en su lugar.

—Constancia vs el cambio. Una tolerancia limitada para el cambio dentro de las constantes. Y te
sientes estresada cuando se interrumpen las rutinas.

Meg recordó imágenes de expresiones y decidió que miedo era la más cercana a lo que vio en
el rostro de Merri.
—Descubriste algo.

—Nada todavía. Tenemos que conseguir el permiso del señor Wolfgard para hacer algunos
experimentos antes de que me sienta segura de decirle a otra persona lo que estoy pensando. Pero si
estoy en lo cierto acerca de por qué las profetas de la sangre en Isla Grande están teniendo
desmoronamientos, todas las Casandra de sangre que dejaron el cautiverio están en serios problemas.

Capítulo 4



Thaisday 10 de Maius

Tomando asiento en la mesa baja en la habitación de la Asociación Empresarial, Simon estudió
las tarjetas que Merri Lee había creado a partir de las visiones que Meg había visto, y luego se las
entregó a Elliot, la única otra persona en la reunión que no las había visto ya.

Chicas, navaja de plata y animal atropellado. ¿Por qué las chicas estarían en una carretera
solas?

Está bien, Meg había viajado sola desde el Medio Oeste hasta llegar a Lakeside, pero había
viajado en tren y autobús. No había estado caminando en una calle donde podría ser golpeada por un
coche y resultar asesinada como un mapache o un ciervo.

Pero había caminado por las calles de Lakeside por un rato. En la noche. En una tormenta de
nieve. Sola.

Incluso los cachorros no eran tan tontos o tan estúpidamente valientes.

Meg por lo general no era tonta o estúpida. Pero estaba desesperada, cuando se escapó del
Controlador, y otras chicas podrían estar tan desesperadas por escapar. Y todavía...

—Esto me suena raro, — dijo Simon—. Incluso si los humanos estuvieran enojados con
nosotros por obligarlos a decirnos donde mantienen a las profetas de la sangre, ¿por qué dejar a las
chicas que consideran valiosas anden vagando por ahí? Eso me suena raro.

—¿Crees que Meg ha cometido un error? — Preguntó Henry.

—No. — Pero tal vez nosotros sí. No pensamos como los humanos, así que tal vez cometimos un
error—. Meg vio esto como algo en lo que tenemos que estar atentos, pero las únicas Casandra de
sangre al alcance de Lakeside son Meg y las niñas que viven en Isla Grande. Ninguna de ellas está en
peligro de ser atropelladas.

—Meg y esas chicas no están en peligro, — Vlad le dio la razón—. Pero hemos recibido la
advertencia, por lo que somos quienes deben enviar la advertencia al resto de los Terráneos. Envié
una alarma a los Sanguinati. Ya están en busca de alguna chica que parezca perdida o abandonada. Y
están buscando a cualquier hembra yaciendo en una carretera o en una zanja. También hablé con
Jenni Crowgard. Ella está pidiendo a todo los Crowgard que busquen Casandra de sangre, y Starr y
Crystal volaron para hablar con los cuervos comunes. Van a correr la voz entre los de su propia
especie y les dirán a los Crowgard si notan algo nuevo en sus territorios.

—Mientras tratabas con Meg y Merri Lee, llamé a Joe y Jackson Wolfgard, informándoles
acerca de estas dos visiones, — dijo Henry—. También me puse en contacto con algunos de los
Beargard y Panthergard. Los Lobos, Osos y Panteras extenderán la alarma para el resto de los
Terráneos en sus regiones y empezaran a buscar. Por ahora, eso es todo lo que podemos hacer.

Ninguno de ellos mencionó la otra cosa que podían hacer, no mencionaron a la manada a la que
no le habían hablado de la advertencia todavía.

—¿Qué más? — Dijo Simon, señalando las tarjetas que Elliot puso en la mesa.

—A los pocos minutos de este corte controlado, tuvimos respuestas a tres de las cosas de las
que los Terráneos debemos estar atentos, — dijo Vlad—. Meg es a la vez Pathfinder y Trailblazer.
Justo después de que Merri Lee me trajo esas tarjetas, vi a unos humanos poner carteles de En venta,
en el césped de dos casas del otro lado de la calle del Courtyard.

—No significa que sean los carteles correctos, — dijo Elliot.

—Pero es muy probable que lo sean, — Vlad contrarrestó.

—Sí, es probable, teniendo en cuenta la exactitud de las profecías que Meg ha compartido con
nosotros, — Elliot admitió—. Al igual que es muy probable que N.A.A.D.L. sea un intento de
discriminar a cualquier humano que esté dispuesto a trabajar para nosotros o con nosotros. Cuando
me reuní con el alcalde Rogers ayer, vi una propuesta de agregar un símbolo a los documentos de
identidad, un símbolo que le diga a otros humanos si una persona es un "amante del lobo". Rogers
actuó nervioso al ver que vi la propuesta, y me dio todo tipo de razones por las que eso beneficiaría a
la ciudad y ayudaría a sofocar los disturbios. — Elliot exhibió toda una sonrisa con dientes—. Le
pregunté si los documentos de identidad de todos los humanos que han tenido relaciones sexuales con
algún Terráneo llevarían ese símbolo, ya que sin duda se habían ganado esa designación. A juzgar
por la forma en que su cara cambió de color, supongo que al menos un miembro de su familia ha
dado un paseo por el lado salvaje. No es algo por lo que un humano -políticamente ambicioso-
querría ser conocido.

Henry frunció el ceño.
—En lugar de tratar de justificar el agregado del símbolo en los documentos, debería haberte
dicho que era asunto del gobierno. Nosotros no nos involucramos con el cómo los humanos se
gobiernan a sí mismos.

—No nos involucramos hasta sus conflictos se convierten en una amenaza para nosotros, —
dijo Simon—. Pero hemos prestado asistencia a los humanos que fueron perseguidos porque no
encajaban con el resto. Es por eso que los Intuye y Vida simple, en su mayoría viven en la tierra que
controlamos, en lugar de vivir en ciudades controladas por los humanos.

—Creo que Rogers dejó la propuesta a la vista, para medir mi reacción, — dijo Elliot—. Pero
también pude ver un logotipo en una carta que no estaba lo suficientemente bien escondida, bajo los
otros papeles de su escritorio, una carta que no creo que él quisiera que yo viera.— Sacó un pedazo
de papel de su bolsillo de la chaqueta y lo puso sobre la mesa—. Es un boceto del logotipo.

Se veía como una maraña de líneas en un círculo hasta que Simon se dio cuenta de que era un
intento de convertir las letras en un símbolo.

—El movimiento Humanos Primeros y Últimos, — gruñó.

Elliot asintió.
—He oído rumores acerca de apretones de manos secretos, y este símbolo se muestra en todo
tipo de tiendas y negocios. Hay un humano en Toland que anda hablando acerca de lo que merecen
los humanos, provocando al resto de los monos y tratando de convencerlos de que pueden exterminar
a los Terráneos y tomar el control del mundo.

—Puede que sean capaces de matar a los cambiantes que viven en los Courtyard, o incluso a
alguno de los cambiantes que viven en la tierra que bordea un pueblo o ciudad humana, — dijo Henry
—. Pero nunca van a tomar el control del país salvaje. Ellos nunca tomarán el control de Namid. El
resto de los Terráneos se encargarán de eso.

—Pero la semilla ha sido plantada, — Elliot argumentó—. Los humanos en el gobierno de
Lakeside ya han olvidado las consecuencias de atacarnos, a pesar de que el predecesor del alcalde
Rogers, está entre aquellos que fueron asesinados en represalia. Miran a Saltos de Talulah y se niegan
a creer que ellos y su ciudad podrían terminar de la misma manera.

—¿Qué le dijiste al alcalde sobre la propuesta? — Preguntó Tess.

—Le dije que los Terráneos no se opondría a ser capaces de identificar aliados humanos,
siempre y cuando también podamos identificar a nuestros enemigos. Si el gobierno de Lakeside
decide marcar a algunos humanos como amantes de lobo, entonces los Terráneos exigirán que todas
las personas que apoyan al movimientos Humanos Primeros y Últimos, tengan un sello similar sobre
sus documentos de identidad, porque no queremos apoyar a las empresas propiedad de tales humanos
o suministrar a esos negocios materias primas para fabricar sus productos. Porque seguro que los
humanos que pertenecen o han trabajado en esas empresas no querrán materias primas de nosotros.

—Apretones de manos y símbolos secretos. —Vlad negó con la cabeza—. Recibí un e-mail de
Stavros justo antes de esta reunión. Algunas empresas en Toland ahora exigen a sus empleados unirse
al movimiento HPU si quieren mantener sus puestos de trabajo, y no van a contratar a ninguna
persona que se niegue a unirse.

—Este movimiento HPU es como una enfermedad propagándose entre los humanos, —dijo
Henry.

El pelo de Tess comenzó a enrollarse.
—Cuando un tipo de enfermedad se propaga a través de una población, otros tipos de
enfermedades tienden a seguir.

Un escalofrío de miedo pasó por Simon al recordar el otro nombre para la forma Terránea de
Tess: Jinetes de la plaga. Casi gritó cuando su teléfono móvil sonó.

—¿Qué? — Espetó.

—¿Simon? Soy Meg. Merri Lee y yo necesitamos tu permiso para tomar algunas fotos. Ruth
tiene una cámara con una de esas tarjetas de memoria que contiene las imágenes, y Lorne dice que
puede imprimir las fotos desde el ordenador en Las Tres P.

Frunció el ceño.
—¿Fotos de qué? — Ella sonaba... rara. Emocionada y asustada. Como una joven Loba que se
une por primera vez a la manada para cazar bisontes.

—De cosas en la sala de clasificación, en su mayoría. Y tal vez el área detrás de la oficina. Nos
ayudará a hacer lo que nos pediste que hiciéramos.

—Está bien, pero esas fotos no pueden salir del Courtyard.

—Está bien. — Meg colgó.

—Meg, Merri Lee, Ruthie, y Lorne van a tomar fotografías, — dijo en respuesta a todas las
miradas inquisitivas.

—¿Por qué? — Preguntó Henry.

—Es parte de una tarea de comprensión de las Casandra de sangre. — Él continuó antes de que
alguien tuviera la oportunidad de preguntarle qué significaba eso—. Los Terráneos necesitamos
averiguar si "amante del lobo" es un término utilizado en Lakeside, o si el movimiento HPU está
creando esa marca para causar problemas a lo largo Thaisia.

—Le conté al Abuelo Erebus sobre la profecía de Meg, — dijo Vlad—. Una orden ya salió a
todos los Sanguinati; que reporten cualquier anuncio de empleo o alquiler de propiedades que
incluya N.A.A.D.L. en la descripción de requisitos. Eso nos dirá si el término es local, regional o ha
infectado a todo el continente. También debería darnos una idea de que empresas son propiedad de
miembros del movimiento HPU.

—No hay muchos Sanguinati en las regiones del Medio Oeste y del Noroeste, — dijo Henry.

—En el suroeste tampoco los hay, — respondió Vlad—. Nos adaptamos mejor en las costas y
las ciudades humanas más grandes. — Miró a Simon—. Te voy a dar una copia del e-mail que envié a
los Sanguinati. Se puede ajustar la redacción y enviarlo a los gard que mantienen vigilancia sobre los
otros lugares humanos.

Simon asintió. Se pondría en contacto con Joe y Jackson. Ellos correrían la voz entre los
Wolfgard.

—Por cierto, — dijo Vlad—. Por instrucciones del abuelo, los Sanguinati se referirán a los
humanos que pertenecen al movimiento HPU como Portavoces de ponzoña.

—¿Y quién se supone le va a explicar a los Snakegard que no lo entiendan como un insulto a
ellos? — Elliot se quejó.

—No creo que vayan a sentirse ofendidos, porque el nombre es una advertencia para todos los
Terráneos de que las palabras que estos humanos sueltan son peligrosas y no deben ser desestimadas.

—Muy bien, — dijo Simon—. Este es un comienzo para identificar a nuestros enemigos entre
los humanos en todas las ciudades. ¿Alguna idea del huerto que Meg vio en las visiones?

Vlad les contó sobre Kowalski y Ruthie siendo forzados a salir de su nueva guarida y que no se
les permitió plantar su parte en el jardín para la comida.

—Entonces nos ocuparemos de nuestra manada humana, los verdaderos amantes de lobo, —
dijo Simon—. Les ofreceremos algunas de las recompensas que se pueden encontrar en el Courtyard.
Si comparten el trabajo, pueden compartir la comida.

—La comida crece por todas partes en esta tierra, — dijo Henry—. Compartir el trabajo
significaría dar acceso a la manada humana a la mayor parte del Courtyard y sus residentes. Es un
riesgo para nosotros, y un riesgo para ellos.

—Compartir el trabajo no significa necesariamente la recolección de la comida o la captura de
la carne, — Simon respondió—. Los humanos conservan los alimentos en frascos y hacen cosas con
la fruta, para que puedan almacenarse y ser comida durante el invierno. Los Intuye y los de Vida
Simple, han estado haciendo ese tipo de comercio por generaciones, y todos nosotros nos
beneficiamos. Tal vez los amantes del lobo son el siguiente grupo de humanos que debe ser ayudado,
por nuestro bien, así como por el suyo.

Esperó mientras que el resto de los Otros en la sala lo meditaban.

—Podemos ampliar el jardín del Complejo Verde para alimentar a un par de humanos, —dijo
Henry mientras Tess, Vlad, y Elliot asintieron su acuerdo.

—Una docena de humanos, — dijo Simon—. Vamos a ampliar lo suficiente para alimentar a
una docena de humanos. Si no les gusta lo que podemos ofrecer, pueden valerse por sí mismos.

—¿Qué docena de personas tienes en mente? — Preguntó Tess.

Se encogió de hombros, pero podían adivinar que estaba pensando en los otros policías que
estaban haciendo un esfuerzo por conocer a los Terráneos.

Ruthie y Kowalski estaban siendo expulsados de su guarida porque eran lo suficientemente
inteligentes como para trabajar con los Otros. ¿Qué podría el Courtyard hacer al respecto?

—Los amigos del Capitán Burke. — Simon habló lentamente mientras terminaba de trazar el
plan—. Los que los Terráneos rescataron y llevaron a Lakeside. Los humanos que venden las casas de
enfrente no los conocen. Pueden ir a mirar y reportar.

—¿Quieres que compremos esas casas? —Preguntó Tess.

—Sí, — respondió Simon—. Un lugar para que vivan los amantes de lobo.

—Esas casas no son parte del Courtyard, — señaló Elliot—. Vamos a tener que pagar impuestos
por ellas, así como el resto de los gastos, al igual que lo hacen los humanos.

Él asintió con la cabeza.
—Y vamos a controlar quien vive en esas guaridas, tal como vamos a decidir quién va a vivir
en las casas en la Comunidad River Road y quién recibirá las materias primas necesarias para hacer
cosas útiles para nosotros, así como para los humanos.

Nadie tenía nada más que decir sobre jardines o casas. Después de dar a Henry una mirada
inquisitiva, nadie tenía alguna idea acerca de un oso marrón comiéndose joyas.

—¿Hemos terminado? — Simon esperó a que todos asintieran—. En ese caso, creo que debería
ir a la estación de la calle Chestnut y hablar con el Capitán Burke y el Teniente Montgomery. — Y
mientras esperaba a que Blair trajera un vehículo del Complejo de Servicios Públicos, podía
averiguar lo qué Meg y su manada estaban haciendo con la cámara.

Nadie se quedó para hablar excepto Elliot.

—Si compramos esas casas, causará problemas aquí, — dijo Elliot, entregando las tarjetas a
Simon.

—Ya hay problemas aquí, — respondió Simon—. El alcalde alineándose con el movimiento
HPU es prueba de ello. Sólo tenemos que hacer todo lo posible para protegernos, por si los humanos
de Lakeside se vuelven contra nosotros, así los Terráneos y nuestros humanos en el Courtyard
tendrán una manera de sobrevivir.


Padre:


Las muestras de prueba para las mejoras farmacéuticas,
mostraron un gran potencial, y creo que las mejoras podrían
ser de gran valor en la última etapa de los planes de HPU.
Desafortunadamente, el fabricante salió del negocio de forma
inesperada, y es poco probable que en este clima actual,
otros posibles fabricantes estén dispuestos a asumir el
riesgo de ofrecer el producto, a pesar de las recompensas
monetarias significativas. Sin embargo, por lo que entiendo,
el producto final es fácil de producir si uno tiene
materiales de calidad. Por lo tanto,-discretamente- voy a
enviar una muestra de la materia prima en el próximo barco
que viaje al Bloque Romano. También recomiendo explorar
algunos de los pueblos de los países en nuestra patria, ya
que serían los lugares más probables de tener lo que
buscamos. Y tener una fuente local, incluso si el material
es de calidad inferior, reducirá la cantidad que
necesitaríamos exportar de Thaisia.

NS.


Capítulo 5



Thaisday 10 de Maius

La niña tropezó a lo largo del lado de la carretera, en busca de algo, cualquier cosa, que
reconociera de las carpetas llenas de imágenes de entrenamiento.

Autopista. Dos carriles, una amplia franja de hierba llamada medianera y dos carriles más con
coches que van en la dirección opuesta.

Toma, los guardianes le habían dicho. Este medicamento te hará sentir bien.

Le hizo sentir bien; casi tanto como la euforia. Ella y las otras chicas había flotado mientras
eran embarcadas en un remolque de caballos. Se habían detenido y partido muchas veces durante la
noche, y cada vez que se detenían, una chica se quedaba a un lado de la carretera.

La granja está cerrada, los guardianes dijeron cuando algunas de las chicas lloraron y
suplicaron volver. No podemos permitirnos el lujo de mantenerlas más.

Había visto algo o escuchó algo cuando le hicieron el último corte, algo que tenía que recordar.
Muy importante para recordar. Pero ella era tan grande y estaba tan cansada y tan sola aquí. Nunca
había estado sola, excepto en su celda, y no se sentía sola porque sabía que había chicas en las otras
celdas a su alrededor y los guardias estaban siempre presentes y siempre vigilándola.

No había nadie aquí ahora.

Demasiadas imágenes, demasiados sonidos. La golpeaban como puños de imágenes y sonidos.
El vientre era demasiado grande, era demasiado torpe. Le dolía. Trató de hablarles del dolor cuando
se la llevaron a la caravana, pero los guardianes no la escucharon.

La granja está cerrada. Tienes que irte. Entonces los guardianes dijeron la última y más
terrible, cosa. Si los Otros te encuentran, te mataran y al bebé. Te abrirán el vientre y se comerán al
bebé directamente de ti.

Necesitaba encontrar a la gente, encontrar la granja, encontrar... algo.

¿Policías? No. La policía no ayudaría a las chicas en la granja. Es por eso que el lugar era un
secreto. Cuando las niñas eran sacadas por la policía, eran golpeadas por lo que perdían a los bebés.
Los encargados así le dijeron.

Tropezó en la grava golpeándose con la cuneta en ese lado de la carretera. Adoptando medidas
incómodas para evitar caerse, terminó en el carril de la derecha. Ella vio el camión grande
acercándose y dio un paso.

Imágenes de personas y autopistas llenaron su mente. Imágenes de animales y autopistas
llenaron su mente. Una palabra bajo las imágenes de los animales muertos: atropellados.

Se iba a parar cerca de la cuneta y haría señales. Tal vez la gente en el camión se detendrían. Tal
vez ellos le darían un paseo y la llevarían de vuelta a la granja. Su vientre dolía más y más. Un dolor
rítmico. Necesitaba volver a la granja porque el dolor rítmico significaba algo.

Un estallido del claxon de la camioneta la asustó. Tuvo que salir del camino, tenía que hacerlo...

Oyó un aullido. Un aullido terrible.

¡Los Otros llegaban! La encontrarían y...

Ella corrió directamente hacia la trayectoria del camión. Cuando la golpeó, se acordó de que
algo de la última profecía... una mujer diciendo:
—¡No lo hagas! ¡No es demasiado tarde!

Y entonces ya fue demasiado tarde.


Capítulo 6


Thaisday 10 de Maius

El Teniente Crispin James Montgomery extendió su mano al hombre que se levantó de la silla
del visitante cuando el Capitán Burke hizo las presentaciones.

—Estoy encantado de conocerle, señor Denby, — dijo Monty, estrechando la mano de Pete—.
Me alegro de que usted y su familia llegaran a Lakeside bien.

—Yo también. No creo que lo hubiéramos conseguido sin la ayuda de los Terráneos, — dijo
Pete.

Pete Denby había ayudado en la búsqueda del Controlador. Cuando esa asistencia lo convirtió
en un objetivo, tomó a su esposa y sus dos hijos, y se dirigió a Lakeside, en un largo camino desde la
Región del Medio Oeste de Thaisia. Su coche se salió de la carretera, en un intento deliberado de
herir o matar a Peter, pero los Otros intervinieron y le proporcionaron una escolta para el resto del
viaje.

—¿Está planeando volver al Medio Oeste? — Preguntó Monty.

Los ojos de Pete celebraron una mirada sombría antes de dar a Monty una sonrisa demasiado
afable.

—No creo que tenga mucho futuro allí. — La demasiado afable sonrisa desapareció—. No
estoy seguro de que tenga mucho futuro aquí tampoco.

—Ya te lo dije, — dijo Burke—. No tengo un inquilino actual para el otro lado del dúplex, y
estás invitado a usarlo.

—Aprecio eso, —dijo Pete—. Pero un techo sobre nuestras cabezas es sólo la mitad del
problema.

—¿Problema? — Monty miró de un hombre a otro.

—Estamos trabajando en ello, — dijo Burke.

—Ni siquiera tu puedes seguir alimentando cuatro personas más con una sola libreta de
racionamiento, — dijo Pete con fuerza.

—Si va a trasladarse... — comenzó Monty.

—Para recibir una libreta de racionamiento que se pueda usar en Lakeside, uno o más adultos
de la familia deben estar empleados, y mostrar una prueba del trabajo, — dijo Pete—. Aparentemente
hay quienes temen que un exceso de personas vengan de otras ciudades tratando de conseguir las
libretas de racionamiento sin formar parte de la población activa, creando así una escasez de
alimentos. Si hay escasez, los precios suben y más gente va a terminar con menos.

—Has ido a dos entrevistas desde que decidiste a buscar trabajo aquí, — señaló Burke—.
Rechazaste ambas ofertas.

—No voy a firmar una maldita "promesa de lealtad", — Pete espetó—. Sobre todo cuando los
socios principales de la firma de abogados, fueron evasivos cuando pregunté a quién o a qué se
suponía que debía prometer mi lealtad.

El estómago de Monty hizo tuvo un revoltijo de mareo.
—¿Humanos Primeros y Últimos?

—Eso creo. ¿Han oído hablar del orador motivacional, Nicholas Scratch?

Monty captó la mirada de Burke dirigida a él. Sí, había oído y conocía a Nicholas Scratch. El
hombre venía de la Alianza de Naciones del Bloque Romano, pero Scratch actualmente vivía en
Toland, con la ex amante de Monty y con su hija pequeña.

—Escuché un par de sus últimos discursos, y él es un hijo de puta persuasivo, —continuó Pete
—. Si no estuviera casi el cien por ciento seguro de que HPU, fueron los que amenazaron a mi
familia, estaría casi convencido de que ellos tienen la respuesta a cualquier cosa y a todo. ¿Quieres
que tus hijos tengan más leche? Mata a un Lobo.

—Pete, — Burke comenzó, mirando hacia la puerta de su oficina.

—No es culpa nuestra el que, como especie, sean bastante estúpidos.

Monty se estremeció, y luego se volvió hacia Simon Wolfgard mientras el Lobo entraba en la
oficina de Burke.

—Creo que hemos demostrado que podemos ser peligrosos, — dijo Pete.

—El ser peligrosos no los hace menos estúpidos, — respondió Simon—. Y ser inteligentes
para inventar y hacer cosas, no es lo mismo que ser inteligente para comprender el mundo. A veces
no hay suficiente comida. A veces, los cachorros no sobreviven los tiempos de escasez. Cuando eso
sucede, no nos gusta tampoco. Trabajamos duro para conseguir la carne para nuestras manadas y
para alimentar a nuestros jóvenes, y no nos gusta cuando otro depredador intenta llevarse nuestra
caza.

—No creo que estemos entendiendo su punto, Sr. Wolfgard, — dijo Burke.

Monty oyó el énfasis en el nombre de Simon y vio a Pete palidecer cuando se dio cuenta que
había sido escuchado por un Lobo.

Simon miró a Pete, la ira creando destellos de color rojo en los ojos ámbar del Lobo.
—Vamos a luchar por lo que es nuestro. Al final, los jóvenes tendrán suficiente para comer, ya
que habrá un menor número de humanos para compartir. Y nuestros jóvenes crecerán fuertes con
toda la carne cosechada de la lucha.

Un tenso silencio llenó la habitación. Entonces Pete dijo:
—Ustedes son grandes en la destrucción.

—Nos adaptamos al mundo, y aprendemos de otros depredadores. Eso incluye a los humanos.

Monty llamó la atención de Burke y captó el mensaje.
—Sr. Wolfgard, tal vez usted y yo podemos continuar esta conversación en otro lugar.

Simon se frotó el pelo oscuro con las dos manos. Si hubiera estado en forma de Lobo,
probablemente daría a todo su cuerpo una buena sacudida. Lo que Monty encontró intrigante, fue
cómo esa acción parecía sacudir el enojo también. Un momento atrás, Simon no podría haber pasado
por humano. Ahora parecía un hombre guapo, activo, en sus treinta y tantos años, vestido con ropa
informal adecuada para el dueño de una librería. Ahora los ojos color ámbar eran la única pista de
que estaba viendo a un Terráneo Lobo.

—No. Si él es el macho que los Terráneos ayudaron a llegar a Lakeside, entonces es a quien
vine a ver. —Simon giró la cabeza hacia Pete. Luego miró a Burke y a Monty.

—Y vine a verlos por otra cosa.

Pete se quedó mirando al Lobo.
—¿Vino a verme? ¿Por qué?

—Para preguntar si está dispuesto a hacer un pequeño trabajo para el Courtyard.

Monty contuvo el aliento. Había pasado los últimos cuatro meses y medio, construyendo algo
de confianza entre él y Simon Wolfgard. Su equipo interactuaba con los residentes del Courtyard casi
a diario en una misión oficial: Aprender más acerca de los Otros, más de lo que a la mayoría de los
humanos alguna vez se les permitió ver, y proporcionar ejemplos de humanos interactuando
pacíficamente con quienes viven en un Courtyard. Todo ese trabajo podría ser arruinado por un
hombre que tenía alguna razón para estar resentido, dado que su vida se había salido de control, por
asistir a los Terráneos, aunque fuera indirectamente.

Pero Pete Denby lo sorprendió diciendo:
—¿Qué tipo de trabajo? ¿Necesita un abogado?

—Todavía no, — Simon respondió pensativo—. Dos edificios frente a la calle del Courtyard
están a la venta. Queremos que alguien los mire y nos diga si son guaridas adecuadas. Si compramos,
tendremos que contratar a un humano que puede resolver los papeles legales.

—¿Algunos Terráneos van a vivir fuera del Courtyard? — Preguntó Monty. Simon Wolfgard
era un líder progresista. Había abierto algunas tiendas para el público en general y tenía más
empleados humanos que cualquier otro Courtyard en el continente. Pero se preguntó si el Lobo no
estaba siendo un poco demasiado progresista en este momento.

—No, — dijo Simon—. Es una oferta para los humanos que están siendo expulsados de sus
guaridas, ya que optan por trabajar con nosotros o para nosotros. Como Kowalski y Ruthie.

Douglas Burke era un gran hombre, cuyos ojos azules generalmente celebraban una especie de
cordialidad y ferocidad al mismo tiempo. Pero la mirada feroz en sus ojos mientras se levantaba de
su silla detrás del escritorio, fue suficiente para que Simon gruñera en respuesta.

—¿Perdón? — Dijo Burke.

Simon dejó de gruñir y los miró a todos.
—¿Kowalski no les dijo?

—No he oído hablar de esto, — dijo Burke con suficiente ira, como para que Monty sintiera el
calor de la misma—. ¿Y usted, Teniente?

—No, — respondió Monty—. Sabía que algo le molestaba. Pensé que iba a hablar conmigo
cuando estuviera listo.

—¿Por qué no pide a Kowalski que vaya a mirar, si él es el que podría estar viviendo allí? —
Preguntó Pete.

—Los humanos que viven allí ahora reconocerían su rostro, — dijo Simon—. Queremos que
alguien las mire antes de que los humanos se den cuenta de que el Courtyard quiere comprar los
edificios.

—Voy a cobrarle mi tarifa por hora habitual, — dijo Pete—. Obtendrá un informe escrito sobre
cada edificio. ¿Está bien si llevo a mi esposa? Es "el hombre de la casa" en nuestra familia.

Simon ladeó la cabeza.
—¿Su esposa es hombre?

Pete parpadeó.
—No. Sólo quería decir que a ella le gusta trabajar con herramientas y hacer las reparaciones.

—¿Tienes a alguien que cuide a los niños? — Preguntó Burke.

—Podemos cuidar a los cachorros, — dijo Simon.

Salto de fe, pensó Monty, viendo a Pete luchar con la idea de entregar a sus hijos a los Lobos... y
todo lo que podría llegar a sentirse curioso acerca de pequeños humanos.

—Está bien. Gracias, — dijo Pete—. ¿Es muy pronto mañana?

Simon asintió mientras sacaba un pedazo de papel doblado de su bolsillo de los vaqueros.

—Este es el número de teléfono de Aullidos, Buena Lectura. Llame allí cuando esté listo para
mirar las casas. Estas son las direcciones en la Av. Crowfield y el número de teléfono que aparece en
los carteles de venta.

—Voy a hacer una cita con el agente inmobiliario, y Eva y yo lo veremos mañana.

Monty se preguntó si Simon estaba esperando a que Pete se fuera antes de decirles acerca de la
otra cosa que había llevado a un Lobo a una estación de policía. Había aspectos del Courtyard que los
Otros no compartían la ligera. Por otro lado, si Pete iba a hacer algo de caza de casas para ellos,
estaba obligado a conocer lo que el Courtyard guardaba con cuidado y a sus especiales empleados.

Simon estudió a Pete por un momento, luego se volvió a Burke.
—¿La policía ha sido advertida de alguna chica tirada a un lado de la carretera?

—¿Algún tipo particular de chica? — Preguntó en voz baja Burke.

—Chicas con navajas de plata. Chicas que están gestando. — Simon gruñó— . Atropelladas.

Los ojos de Burke parecían hielo azul.
—¿Aquí en Lakeside?

Simon negó con la cabeza.
—Más allá de Lakeside e Isla Grande.

—¿Cómo de... exacta...es la información?

—Hemos enviado una advertencia a todos los Terráneos en Thaisia a causa de lo que se nos ha
dicho. Ya están buscando. Son la última manada en escuchar la advertencia.

—Vamos a hacer correr la voz. ¿Teniente?

Monty miró a Simon e hizo un gesto hacia la puerta.
—Lo acompaño a la salida.

—El olor de este lugar lo tengo fresco. Puedo encontrar la puerta de salida. —Simon ladeó la
cabeza—. Esto de acompañar. ¿Es como una mujer en una novela, que dice que va a empolvarse la
nariz cuando realmente va a hacer pis?

Pete se atragantó.

—Algo así, — dijo Monty con voz ahogada. Salió de la oficina de Burke. Simon lo siguió.

Monty esperó hasta que estuvieron fuera.
—¿Esta la Sra. Corbyn bien? Así es como se sabe que la información es exacta, ¿porque se ha
hecho un corte?

—Meg está bien, pero no sabe nada de las chicas todavía.— Simon cambió su peso de un pie al
otro, un pequeño signo de ansiedad en una persona que solía ser audaz y directa—. Los humanos
pagan un montón de dinero por las profecías. Eso hace a las Casandra de sangre valiosas para los
humanos que dirigen los recintos. ¿Por qué dejarían chicas tiradas en el camino?

—Las chicas podrían haber salido por su cuenta. Meg lo hizo.

—Meg escapó. Estas chicas pueden hablar con la policía, nos puede decir que quieren irse. Ellas
no tienen que huir y estar solas. — Los ojos de Simon estaban llenos de tristeza y aceptación en partes
iguales—. No vamos a encontrar a algunas de ellas hasta que estén muertas.

—La policía va a estar por ahí buscando también, y vamos a salvar a todas las que podamos. —
Monty esperó un segundo—. ¿Algo más?

—Nada que no pueda esperar. — Simon se alejó.

Mientras Monty vio a Simon y a Blair alejarse en el coche, Louis Gresh, comandante de la
brigada de explosivos, se acercó.

—Parece que acabas de encontrar un maletín con un tic tac, — dijo Louis.

—Suficientemente cerca. Pero gracias a los dioses, la bomba no está en Lakeside en esta
ocasión.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

—Un montón. — Juntos, volvieron a entrar para ayudar a Burke a enviar el aviso a las
comisarías en toda Thaisia.


Capítulo 7



Thaisday 10 de Maius

Se ve triste, Meg pensó cuando Simon entró en la sala de clasificación y se detuvo al darse
cuenta de que Merri Lee y Ruth estaban con ella. Parecía enojado y triste.

Ella corrió hacia él.
—¿Qué pasó? — Cuando no le respondió, ella miró a sus amigas, luego de nuevo a él—.
¿Simon? ¿Qué pasó?

¿Qué se suponía que debía hacer cuando un amigo se veía enojado y triste, pero desconocía el
por qué?

—Tú eres la Trailblazer, — dijo Simon—. Tú tienes las respuestas, y necesitamos respuestas.

—Tiene razón, — dijo Merri Lee.

Meg comparó la cara de Merri Lee con imágenes de entrenamiento. Pálida. Enferma. Molesta.

Ella sabe por qué Simon está molesto. Es debido a la profecía, por las cosas que no quiso
decirme.

Ruth, por el contrario, se veía preocupada, pero no parecía saber.

—Esto es lo que sacamos en limpio. — Merri Lee dejo una serie de fotografías en la mesa de
clasificación. — Meg ha creado un marco de cosas tangibles que actúa como un ancla y le impide
quedar abrumada por los estímulos visuales y auditivos. El marco es una combinación de cosas
grandes, como la mesa de clasificación y cosas más pequeñas como el reproductor de CD y la pila de
discos compactos colocados sobre el mostrador. Estas son las cosas constantes que no pueden
cambiar, porque Meg tiene que contar con que estén exactamente dónde están.

—Es como los muebles de la habitación de Meg en el recinto, — complementó Ruth.

—Celdas, —Meg dijo con fuerza—. Se llaman celdas. Ellos la cerraban desde el exterior, y
solo teníamos los que los Nombres Caminantes nos permitían tener.

Ruth asintió para indicar comprensión.
—El contenido de las celdas no cambiaba mientras las chicas vivieran en el recinto. Creemos
que la falta de cambio equilibraba todas las nuevas imágenes y vídeos que les mostraban a las chicas,
como parte de su entrenamiento para describir las visiones.

Meg no agregó su pequeña cuota de especulación: que la esterilidad de las celdas hacía que las
niñas quisieran estudiar las imágenes y las volvía más dispuestas a cortarse para poder experimentar
algún estímulo. La adicción seguía allí, el ansia por la navaja, cómo la sensación de euforia. Todavía
velaba su mente para protegerla de las visiones, pero la euforia no se sentía tan intensa como las
sensaciones que había sentido hace unos meses. O tal vez quería creer que era porque había muchos
otros tipos de estimulación agradables ahora.

Algo en lo que tenía que pensar un poco más.

—No podemos decir si es por la formación o simplemente así funcionan sus cerebros, pero
creemos que, ya que absorben todo lo que les rodea, las profetas de la sangre sufren sobrecargas de
información mucho más rápido que otras personas, y sufren apagones para que su mente descanse,
— dijo Merri Lee.

Meg podía decir por la forma en que las orejas de Simon se habían vuelto un poco peludas y
con más forma lobuna, que estaba escuchando atentamente a todo lo que decían, pero no estaba
segura si él entendía lo que decían.

—Cuando los cachorros son jóvenes, tienen que absorber todo también, para poder aprender
sobre el mundo, — él dijo—. Sus cosas constantes son el estudio y la manada.

—¿Qué sucede cuando sus pequeños cerebros se cansan? — Preguntó Merri Lee.

Simon entrecerró los ojos hacia Meg.
—Se acurrucan y toman una siesta.

Meg entrecerró los ojos en respuesta a él. No parecía impresionado.
—Bueno, los humanos no están hechos para tomar estas pequeñas siestas cortas durante todo el
día.

Su único comentario fue un sonido de chasqueo resoplado, que les decía a todas que él pensaba
que ese era un defecto humano.

—El punto, — Ruth dijo—, es que tratamos de determinar lo que constituye una constante y qué
hace que algo sea aceptable, incluso cuando cambia.

Merri Lee señaló las fotos de nuevo.
—Por ejemplo, un jarrón de flores puede tener o no tener flores. Un jarrón con flores era
diferente, pero no causó ansiedad. La puerta al patio de Henry podría estar abierta o cerrada. Podría
haber comida en la nevera aquí o no. Pero Meg eligió donde poner los CD, y si alguien cambia la
colocación, hace que Meg se sienta molesta.

—A partir de lo que nos dijo, la mayoría de días hay algo que la hace sentirse molesta, —
continuó Ruth—. Pero un poco de aflicción, más otro poco de molestia por el aluvión de nuevas
imágenes, podría empujar a una profeta de la sangre a cortarse para aliviar la presión emocional de
sentirse abrumada.

Simon miró a Meg y gruñó.
—Las cosas siempre están cambiando en el Courtyard.

—Sí, — dijo ella, con la esperanza de que pudiera hacerle comprender. Con la esperanza de que
mantendría su promesa de dejarla tener una vida, incluso si tenía una que la matara—. Cada día
cuando hago mis entregas, el Courtyard se ve diferente. Pero es un buen diferente, un diferente
natural.

—Y Meg lo ve como una imagen activa, — dijo Merri Lee—. Creemos que eso es parte de ella.
Al conducir a través del Courtyard, o caminar o montar como pasajera, Meg es una participante
activa en un movimiento, la imagen cambia. La tierra cambia con las estaciones...

—Pero mi apartamento no cambia,— Meg terminó—. El mobiliario se mantiene en el mismo
lugar a menos que mueva algo.

Simon comenzó a rascarse detrás de una oreja. Entonces su rostro se sonrojo cuando se dio
cuenta de que sus orejas eran Lobunas. Sin mirarlas, él cambió sus orejas de vuelta a la forma
humana.

—No hay un montón de cosas en tu apartamento, —dijo—. No hay mucho mobiliario. No
necesitamos mucho... —Se calló.

—Ni yo, — dijo Meg—. Tampoco las otras chicas.

—Así que... ¿Más como Vida Simple que como el atesoramiento de los Cuervos?

No había visto ninguna de esas cosas, pero sólo una sonaba calmante.
—Si Vida Simple es más como nuestros apartamentos, entonces, sí, así.

—El problema inmediato son las niñas que viven en la Isla Grande, ¿verdad? —Preguntó Merri
Lee.

Simon vaciló, y luego asintió con la cabeza, dejando a Meg a preguntarse quién más necesitaba
ayuda.

—Quien sea que cuide de las niñas, debe limpiar sus habitaciones de visuales cosas extrañas,
cuadros en las paredes, estatuillas en las mesas, cosas así, — dijo Ruth—. Pueden tomar fotos de
todas esas cosas y hacer una capeta de imágenes. Tal vez permitir que cada chica miré las imágenes y
seleccione un puñado de artículos que querría en su habitación, luego dejar que ellas sean quienes les
den una ubicación. Pero una vez que las cosas queden establecidas, la habitación de la chica no puede
cambiar, a menos que ella sea la que haga el cambio.

—También, tienen que tomar una foto de cada habitación, como referencia para los adultos,
para que no cambien inadvertidamente algo, —dijo Merri Lee—. Incluso una pequeña diferencia,
como poner un libro en un estante diferente, puede ser desorientador para estas niñas. Algo que todos
aprendimos cuando cambié la pila de CD hoy.

—Rutina, — dijo Ruth—. La flexibilidad no era parte de la atención o la formación en el
recinto. Todo lo que es diferente es un factor de estrés para las chicas.

—Alguien podría hacer una carpeta llamada: "Nuestro Pueblo" o "Desembarco del Ferry", —
añadió Merri Lee—. Las niñas pueden estudiar las imágenes previamente, y su profesor o cuidador
pueden discutir qué otras cosa podrían ver, como los coches en movimiento en la calle o las personas
que conducen bicicletas. Imágenes estáticas combinadas con una imagen en movimiento. Luego
pueden salir como una aventura, para ver las cosas por sí mismas.

Simon se centró en Meg.
—No tienes esas cosas.

—Pero tengo la rutina que da forma a los días. Y no necesito una carpeta de imágenes para el
Courtyard, porque estoy familiarizada con la mayoría de las calles y edificios ahora. — No le iba a
recordar que no había esperado sobrevivir más de unas pocas semanas, por lo que se había
atiborrado de imágenes y experiencias, determinada vivir mientras pudiera.

Y no le diría que a menudo era su miedo a lo que el olor de la sangre podría hacer con los
instintos de los depredadores, lo que le impedía cortarse más a menudo de lo que se cortaba.

—¿Eso ayuda? — Preguntó.

—Ayuda.

—¿Vas a decirme por qué estás enojado y triste?

Echó un vistazo a Merri Lee, luego miró a Meg y se quejó en voz baja.
—Algunas de las profetas de sangre han dejado los recintos. Las viste caminar por su cuenta
cerca de las carreteras. Y algunos de ellas...

Meg comprendió entonces por qué Merri Lee no le dijo lo que había visto esa mañana.

—Vi imágenes que indicaban que algunas morirían.

—Sí. Pero los Terráneos están buscándolas ahora. También la policía. Las encontraremos, Meg.
Vamos a encontrarlas y llevarlas a un lugar seguro.

¿Cuántas chicas había visto ella?
—¿Dónde las vas a llevar?

—Para los pueblos Intuye o asentamientos Terráneos, — dijo Simon—. Lo que esté más cerca
del lugar donde las encontremos. — Hizo una pausa—. ¿Qué debemos hacer cuando nos encontremos
con ellas?

¿Qué me habría ayudado si me hubiera encontrado sola y asustada, y hubiera sido encontrada
por extraños?

—Imágenes, — dijo Meg. Merri Lee y Ruth asintieron vigorosamente—. Díganles a las chicas
lo que está sucediendo. Díganles cómo van a llegar desde donde están a donde van a ser llevadas.
Todas tenemos imágenes generales acerca de los viajes. Díganles la secuencia para que puedan
recordar las imágenes de entrenamiento que coincidan. Entonces, si pueden, muéstrenles una foto de
la habitación que será su lugar seguro.

Sus brazos se erizaron de repente con tan mal quemazón, pero no se atrevió a frotarse su piel.
Simon reconocería la advertencia de la profecía. Así como Ruth y Merri Lee. Ellos sabían que no
debía cortarse de nuevo hoy, después de haberse cortado esta mañana, y Simon ya estaba molesto. No
quería ni pensar en cómo iba a aullar y gruñir si sacaba la navaja por segunda vez en un día.

—Me tengo que ir, — dijo Simon—. El resto de los Terráneos necesitan saber estas cosas.

—También los agentes de policía implicados en el rescate de las chicas, — dijo Ruth—. Debe
llamarlos también.

Él enseñó los dientes para demostrar que no le gustaba que alguien le diera una orden, pero los
dientes se quedaron en tamaño humano, por lo que debía haber pensado que Ruth tenía razón. Esa fue
probablemente la verdadera razón por la que les gruñó y dijo:
—Ustedes escriban esto para la Guía.

Antes de que pudieran protestar, él salió de la sala de clasificación y cerró la puerta de atrás al
salir de la oficina.

—Bueno... — Merri Lee farfulló.

—Creo que deberíamos empezar a escribir La Guía de las Profetas de la sangre para imbéciles,
— dijo Meg.

Después de un momento, Ruth asintió.
—Sí, debemos hacerlo. Y creo que deberíamos encontrar a alguien que pueda dibujar, así
podemos añadir una caricatura de Meg señalando los elementos importantes.

—¿Qué? — Meg gritó.

—La caricatura de Meg podría llamarse Meg la Pathfinder, — dijo Merri Lee—. Y podría
proporcionar consejos Trailblazer, que a otras chicas le serían de ayuda.

—No creo que deberíamos llamarlo para Imbéciles, — dijo Ruth—. Tal vez sólo La Guía de
las Profetas de la sangre.

—Sí, — susurró Meg. El zumbido doloroso bajo su piel se desvaneció a un cosquilleo ligero
en sus dedos. Luego, eso también se fue—. Una guía para las niñas, así como para las personas que
tratan de ayudarlas.

—Está bien. — Merri Lee aplaudió—. Vamos a ver si podemos usar el ordenador en la
habitación de la Asociación Empresarial, para pasar estas primeras notas. ¿A quién debemos pedir
permiso? ¿A Vlad o a Tess?

—¿A quién sea que encontremos primero? — Dijo Ruth.

—La oficina necesita mantenerse abierta un poco más, — dijo Meg—. Adelántense y empiecen.

—¿Vas a estar bien aquí sola?

—¡Arooeeooeeoo! ¡Arooeeooeeoo!

Meg suspiró mientras el arroo tirolés de Saltarín sonó afuera de la puerta de entrega de la sala
de clasificación.
—Estaré bien. Salgo con ustedes.

—¿No vas a dejarlo entrar? — Preguntó Merri Lee.

—No hasta estar segura de que no está tratando de echar un ratón en la oficina, —respondió
Meg—. Sobre todo porque Nathan no está aquí para olfatear.

Sus amigas humanas corrieron a la puerta trasera de Un Pequeño Bocado. El joven Lobo, sin
ningún juguete peludo, entro en la oficina.

Mientras Meg guardaba cuidadosamente las fotos que Ruth había tomado para su experimento,
pensó en el tono de las voces de las otras chicas cuando hablaban de la Guía. No fue un olvido de lo
malo que le estaba pasando a las otras Casandra de sangre, pero si una distracción, un esfuerzo para
ayudar.

Y eso era un tipo diferente de referencia. Una referencia de vida.

Meg registro eso en la memoria de audio "animando a un amigo."


* * *


De pie en la ventana de arriba que le daba una vista de la zona asfaltada detrás de las tiendas,
Simon vio a Merri Lee y Ruthie ir apresuradas hacia Un Pequeño Bocado mientras que Steve
Barquero le ladraba por teléfono.

—No dijeron que había que quitar el papel tapiz de las habitaciones, sólo las cosas extras que
hacen que la habitación parezca demasiado ocupada, — dijo cuando Steve se detuvo por un momento.
¿Y por qué los humanos ponen papel en las paredes de todos modos?

—¿Están las chicas seguras de que eliminando todo menos lo esencial de las habitaciones no
causará más trauma? — Preguntó Steve.

—No, no están seguras. Pero diles a las cachorras de profeta de la sangre que esperan que eso
las va a ayudar. Me tengo que ir. Tengo más llamadas para hacer.

—Gracias por esto. De verdad.

Simon terminó la llamada, luego se dirigió a la mesa en la oficina de ABL. No tenía sentido
escribir un e-mail. Las manadas estaban desconectadas. Probablemente era inútil llamar y dejar
mensajes en los teléfonos. Sin embargo, algunos Lobos usaban un collar que tenía una bolsa de
cuero, para llevar un teléfono móvil o algún otro elemento humano. Un aullido viajaba por millas y
no dependía de postes, líneas o torres metálicas para llevar mensajes. Un aullido viajaría de Lobo a
Lobo, dando la información a todo el mundo dentro del alcance. Pero la policía no reconocerían un
aullido de "¡Encontré algo!"; necesitaban una llamada telefónica.

Llamó a Jackson primero y resumió todo lo que Meg le había dicho en una frase: tratar a las
profetas de la sangre como a los cachorros que no saben nada y tienen miedo de todo.

No era probable ninguna de las chicas se encontraría cerca de Aguas Dulces, un área en el
noroeste que contenía un pueblo Intuye y el asentamiento Terráneo donde vivía Jackson. Hace unas
semanas, un simple control de rutas se había establecido a través de la carretera que conducía a la
zona de una aldea humana que había sido contaminada con Repasado al lobo, una droga hecha de la
sangre de las Casandra de sangre. Nadie podría haber dejado a las chicas a lo largo de ese camino sin
que los Otros lo supieran.

El teléfono sonó bajo su mano, sorprendiéndolo lo suficiente para morder a la persona en el
otro extremo.
—¿Qué?

—¿Simon?

—¿Joe? — Había pasado algo malo Terriblemente malo. Como una patada de un bisonte,
quebrándote las costillas.

—Hemos encontrado... No sabíamos... — El aullido de dolor de Joe hizo que Simon se
levantara.

—¿Encontraste a alguna de de las chicas? — Atropellada. No todas esas chicas tendrían la
fuerza y el deseo de sobrevivir de Meg. ¿Era por eso que Joe estaba de duelo?

—A unas pocas. Cargan cachorros. Todas ellas están listas para tener cachorros.

Cuando los Terráneos atacaron el recinto dirigido por el Controlador, no habían visto ninguna
hembra gestante. Cachorras con edad suficiente para la escolarización, sí, pero no había mujeres
llevando cachorros.

¿Mantenían a las hembras reproductoras en un lugar diferente al de las chicas que eran
cortadas?

—¿Qué más?

—Encontramos cachorros muertos, — Joe gimió—. Simon, mataron a los cachorros.

Un horrible dolor atravesó a Simon. Recuerdos de alcanzar a su hermana Daphne, después de
que ella recibiera un disparo. Los recuerdos de la búsqueda de Sam acobardado, sus pequeñas patas
cubiertas de la sangre de su madre. Recuerdos de Meg la primera vez que la había visto, tropezando
en Aullidos, Buena Lectura medio congelada y en busca de trabajo.

—¿Cuántos cachorros? — Apenas podía dar forma a las palabras humanas.

—Muchos de los Terráneos que estaban buscando a las chicas sólo distinguen a los humanos de
los Otros que puedan desplazarse a esa forma. Los Eaglegard y Hawkgard vieron humanos lanzando
sacos ruidosos en un lago muchas veces antes de hoy, pero no entendían. Ellos sólo pensaron que los
humanos estúpidos estaban infectando su propio suministro de agua. Para cuando algunos de los
Crowgard volaron por el lago y reconocieron los sonidos que provenían del último de los sacos,
como el llanto de un bebé... Demasiado tarde para salvar a alguno de ellos.

¿Le habrían hecho esto a Meg? ¿La habrían puesto a reproducirse, en una especie de granja
como ganado? ¿Habrían arrojado a su cría en el lago, si hubiera sido hombre e inútil para las
profecías?

Limpieza de casa. ¿No es así como los humanos dicen cuando quieren evitar ser castigados por
alguna fechoría? Limpieza de casa. Destruyeron la evidencia que mostraba a todos que eran
malvados, incluso para los humanos.

Tal vez deberíamos hacer un poco de limpieza de casa también.

No estaba seguro de qué más le dijo a Joe, o lo que Joe le dijo, antes de que finalizara la
llamada con la promesa de enviar información acerca de cómo mantener vivas a las chicas
rescatadas.

Humanos. Había tratado de verlos, trabajar con ellos, incluso ayudar a algunos de ellos.

En este momento, lo único que quería hacer, era deshacerse de ellos antes de que lastimaran a
Sam. Antes de que lastimaran a Meg.

Él podía, y lo haría, librar al Courtyard de la enfermedad llamada humanos, antes de que
contaminara a los Terráneos, antes de que los cambiara. Era, después de todo, el Lobo dominante, el
líder.

Él bajó las escaleras. John Wolfgard le echó un vistazo y se encogió.

Simon tomó las llaves de su bolsillo y con calma cerró la puerta principal de ABL.

No había escape por esa dirección.

—¿Simon? — La voz de Vlad. Filosa. Casi desafiante.

—Todos los humanos son desterrados del Courtyard. No quiero verlos, oírlos, olerlos.

—¿Qué pasó?— La voz de Tess ahora. Igual de filosa.

Simon se giró y sintió la furia estallar en él cuando vio a Merri Lee y Ruthie de pie junto a
Tess, cuyo pelo se ondulaba con hebras rojas que rápidamente pasaban a negras.

Haciendo caso omiso de la advertencia visual de Tess, Simon se precipitó a las chicas, con las
manos, cambiándolas para acomodar las garras del Lobo.

—¡Monos asquerosos! — les aulló. La saliva saliendo de su boca. Él pasó a Vlad cuando el
vampiro se interpuso entre él y las chicas—. ¡Asquerosos, monos codiciosos! ¡Los cachorros de Meg
no son algo que se ahogue como una bolsa de gatitos! Pero eso es lo que hacen, ¿no? Destruyen
cualquier cosa para conseguir lo que quieren, ¡todo lo que no es exactamente igual a ustedes!

Casi esquivó a Vlad cuando saltó para atacar a Merri y Ruthie. Él podría haber sobrevivido a
Tess. Pero los grandes, brazos peludos de Henry lo atraparon, lo levantaron de sus pies de manera
que lo único que podía hacer era luchar y rabiar.

—Salgan, — dijo Vlad, empujando a las chicas hacia la puerta de atrás—. Salgan del Courtyard
y manténganse alejadas hasta que las llame.

—Pero yo vivo en el monoambiente... — comenzó Merri Lee.

—Encuentra otro lugar esta noche, — Vlad espetó.

—Dale diez minutos para empacar algo de ropa, — dijo Tess—. Ruthie ve a Las Tres P y dile a
Lorne que cierre, y luego ve a la oficina médica y avisa a Theral.

Simon aulló. ¡La presa se estaba alejando!

—¡Vayan! — Dijo Tess.

Las chicas corrieron hacia la parte trasera de la tienda. Pero Merri Lee volvió.
—¿Qué pasa con Meg?

«¡Nuestra Meg!» Simon gritó.

—Vamos a cuidar de Meg y mantenerla a salvo, — dijo Vlad, viendo a Simon—. Váyanse.

Simon jadeó. Le era difícil respirar. La presa se había ido. No tenía sentido pelear con el Oso
Pardo ahora que la presa se había ido.

—Simon.

Vampiro de mierda tenía la agudeza en su cara otra vez. ¡Maldito!

—¿Con quién hablaste? — Preguntó Vlad en voz baja—. ¿Simon? ¿Quién te dijo acerca de los
cachorros de Meg?

No eran los cachorros de Meg, pero que podrían haberlo sido.

Su boca no podía moldear el lenguaje humano.
«Joe encontró...» Sin la furia, se sintió enfermo y demasiado cansado para luchar con Vlad y
Henry.

Henry lo arrastró hasta la habitación de la Asociación Empresarial. Incapaz de soportar estar en
la sucia piel humana un momento más, Simon se arrancó la ropa y cambió totalmente a Lobo. El
alivio fue casi doloroso.

Se acurrucó y estudió a Henry, que montaba guardia en la puerta.

«¿Meg?» Preguntó.

«Nosotros nos encargaremos de Meg,» Henry respondió. «Puedes verla cuando estés más
tranquilo.»

Henry no mentiría. Con los humanos fuera del Courtyard, Meg estaría a salvo.

Simon cerró los ojos. A la deriva en un sueño intranquilo, soñaba con Meg cayendo a través del
hielo sobre el Arroyo Courtyard, agobiada por las bolsas que se lamentaban y gritaban.


* * *


Vlad colgó el teléfono con cuidado exagerado... y se preguntó cuánto tiempo Tess había estado
de pie en la puerta.

—¿Es malo? — Ella preguntó.

Comprendía el matar para comer, para sobrevivir. Comprendía el matar a un enemigo.
Comprendía el matar para proteger a la familia y el hogar.

Pero él no entendía esto. No estaba seguro de que hubiera algún tipo de Terráneo que pudiera
entender esto.

Una oportunidad, pensó mientras cogía el teléfono y marcaba. Una oportunidad para
mostrarnos que no son todos monstruos.

—Ven para que puedas escuchar. Yo prefiero no repetir esto más de lo necesario.


* * *


Monty entró en la oficina de Burke para preguntar si el hombre quería una taza de café, pero el
capitán estaba en el teléfono, y su rostro estaba lívido y pálido.

Retirándose, Monty tropezó con Kowalski, quien lo agarró del brazo y tiró de él hacia su
propio escritorio, donde los oficiales Debany y MacDonald esperaban, junto con Louis Gresh y Pete
Denby.

—Ruthie me acaba de llamar, — dijo Kowalski, hablando tan bajo que los otros hombres
tuvieron que inclinarse para oírlo—. Algo ha sucedido, algo malo, pero las chicas no saben qué.
Simon Wolfgard simplemente desterró a todos los humanos del Courtyard. Está tan malditamente
loco, trató de atacar a Merri Lee y Ruthie.

El corazón de Monty golpeó contra su pecho. Mikhos, espíritu guardián, por favor líbranos de
tener que llenar un formulario de Difunto. Ubicación Desconocida para cualquiera de estas chicas.

—¿Están todos bien?

—Sí. Tess, Vlad, y Henry intervinieron. En este momento, las otras dos chicas están con Ruthie
en nuestro apartamento. Merri Lee se queda con nosotros esta noche. Lawrence puedes recoger a
Theral después de tu turno.

—Gracias, — dijo MacDonald.

Pete miró al resto de ellos.
—¿Es esto debido a las chicas que todo el mundo está buscando?

—Ruthie no lo cree así, — respondió Kowalski.

—Los Otros sabían de esas chicas antes que nosotros, — dijo Monty—. Wolfgard no habría
perdido el control unas horas más tarde, por lo que tiene que ser...

—Señores, — Burke dijo desde la puerta de su oficina—. Entren. El último, cierra la puerta.

Monty entró primero. Pete Denby llegó último, cerrando la puerta.

—Acabo de recibir dos llamadas telefónicas. La primera era de un contacto en un departamento
de la policía en el noroeste. —Burke les dio a todos una sonrisa escalofriante—. ¿Las chicas que la
policía y los Otros están buscando? Todas están embarazadas. Cada chica que se ha encontrado hasta
ahora, está embarazada, y algunas de ellas estaban en el trabajo cuando las encontraron.

—Dioses, deben estar aterrorizadas, — dijo Monty.

—Muertas de miedo. Literalmente, en algunos casos. Al parecer, a las chicas les han lavado el
cerebro para hacerles creer que la policía las golpearían hasta que perdieran a sus bebés. Y que los
Otros se los comerían. Están huyendo de la ayuda y algunas chicas han muerto como consecuencia de
ello.

Monty estudió el rostro de Burke.
—Eso no es lo peor de todo. Eso no es lo que empujó a Simon Wolfgard sobre el borde hace
un rato.

—La segunda llamada era de Vladimir Sanguinati. — Las manos de Burke se cerraron en puños
—. La mayoría de las personas prefieren no saber acerca de las leyes que permiten la propiedad
benevolente. E incluso las personas que no piensan que otros humanos deben ser capaces de "tener" a
otro humano, justifican mantener a las muchachas con problemas en recintos especiales por su
propio bien. ¿Cuántas de esas personas tratarían de justificar no sólo la cría reproductiva de esas
muchachas con problemas, sino también la eliminación de los bebés no deseados? Sí, señores, al
parecer, algunos de esos recintos también tienen sus propias granjas de cría. No se puede tener ese
pequeño secreto sin que salga, ¿cierto?

—Las Casandra de sangre son todas chicas, —dijo Monty—. ¿Hay un orfanato para los niños
varones?

—Eliminación, Teniente, no adopción. Y eso es lo que los Terráneos han descubierto durante la
búsqueda de las chicas. — Poco a poco, con esfuerzo, obligó a sus manos a abrirse—. Los
responsables de la cría reproductiva de estas chicas como ganado, deben ser encontrados y juzgados
con todo el peso de nuestra ley. Las chicas y los bebés que sobreviven, tienen que ser encontradas y
resguardadas. Hay que encontrar y terminar con las granjas de cría. Teniente, estoy dividiendo su
equipo por el resto del día. Cada hombre se emparejará con otro oficial de la estación. De esta
manera habrá un hombre en cada vehículo que ha tenido tratos con los Otros. Usted irá a las granjas
alrededor de Lakeside. Comprobará los graneros, las dependencias. Hará una nota de cualquier
edificio que podría albergar a estas chicas. Si se encuentra con problemas o se encuentra con alguien
que no quiere que mire alrededor, llame por respaldos o dispare un par de tiros al aire. Me dijeron
que llegara otro tipo de ayuda.

—¿Capitán? — Preguntó Kowalski—. ¿Cree que vamos a encontrar algo?

—No, no lo creo. Pero vamos a buscar de todos modos para resguardar a todos los ciudadanos
de Lakeside.

Pete Denby se aclaró la garganta.
—Estas chicas. Las que viven por aquí. ¿Necesitan un abogado?

—No por el momento, — Burke respondió—. Pero es bueno saber que estás dispuesto a
brindar esa asistencia. — Se dirigió hacia la puerta—. Vamos a hacer esto, señores.

—¿Usted va a buscar? — Dijo Monty. ¿No debería el capitán quedarse en la estación para
coordinar con otras estaciones, con otros capitanes? ¿Con el comisario y el alcalde?

—Ah sí. Voy a salir a buscar. Voy a mantener mi teléfono móvil encendido para que me puedan
encontrar en el campo. — Burke abrió la puerta de la oficina y se fue.

Monty y los otros hombres se apresuraron a seguirlo.


* * *


Meg. Los cachorros.

Simon se despertó y se puso de pie.

El gruñido de advertencia de Henry le convenció de quedarse.

Estudió al Oso Pardo, cuyas manos estaban peludas y con garras. Henry podía hacer mucho
daño con esas garras.

En este momento, odiaba la forma humana. En este momento, pensó que su corazón iba a
romperse si tenía que llevar esa piel. Pero no creía que Henry le dejara salir de la habitación de la
Asociación Empresarial mientras se encontrara en forma de Lobo, por lo que cambió. Se puso los
vaqueros, luego, ponderó las rasgaduras en la camisa de punto que había estado usando. ¿Las garras
del Oso Pardo o las uñas afiladas del Lobo habían hecho eso?

—No mordí a ninguna. — Su voz sonaba áspera, como si su cuerpo se estuviera resistiendo al
cambio a humano.

—Pudiste hacerlo.

La vergüenza era una sensación extraña. A pesar de ser humanas, le gustaban Ruthie y Merri
Lee. Más importante, a Meg le gustaban. Él sólo había estado tan enojado con todos los monos por
herir a las chicas como Meg. Y se había sentido aterrorizado de usar la forma humana tanto como lo
hacía, tratando de entenderlos y teniendo tanto contacto con ellos, podría absorber ese aspecto
horrible del ser humano.

—Meg sabe acerca de... —Él tragó. No podía decir las palabras.

—Todavía no. — Henry cambió sus manos de nuevo a la forma humana—. Meg no está en
peligro. Pensamos que era mejor hacer correr la voz a los Terráneos que están buscando a las chicas,
para que sepan qué buscar, si detectan humanos cerca del agua.

—¿Alguien ha contactado con Jackson Wolfgard o Roy Panthergard?

—Estuviste dormido sólo por unos minutos, tiempo suficiente para que Vlad averiguara por
qué estabas tan enojado y nos pusiera al tanto a nosotros y unos pocos más del Courtyard, antes de
empezar a comunicarse con los Sanguinati para darles esta nueva información.

—Voy a llamar a Jackson y Roy.

Henry metió una mano en el bolsillo y le tendió un teléfono móvil.
—No sé dónde está tu teléfono. Vlad está usando el teléfono de la oficina de ABL, así que
puedes permanecer aquí y usar mi teléfono. Bajaré y usare el teléfono en la tienda. Hare algunas
llamadas a los Beargard.

Alojarse en esta sala lo mantendría fuera de la vista y alejado de cualquier humano.

Simon tomó el teléfono móvil.
—Nunca mordería a Meg.

—Lo sé. Pero mientras estés aquí, no te encontrarás con Tess. En este momento, es lo mejor
para todos nosotros.

Esperó hasta que Henry salió de la habitación. No llamó a Jackson o Roy. La primera llamada
que hizo fue a la oficina del Enlace para hablar con Meg. Pero la línea estaba ocupada, por lo que no
tuvo el confort de escuchar su voz.

Suspirando, llamó a Jackson para contarle la otra cosa que los humanos le hacían a su propia
especie.


* * *

Meg agarró receptor del teléfono con tanta fuerza que le dolía la mano.
—No sé lo que pasó. ¿Es parte de las visiones que vi? — Se había cortado en la mañana. Sentía
como si hubieran pasado días desde entonces.

—No, — dijo Merri Lee—. Es por eso que no entendemos lo que pasó. Un minuto Simon dice
que la tres trabajemos juntas en la Guía, y al minuto siguiente está pateando a todos los humanos,
menos tú, fuera del Courtyard. Ruth y yo lo hemos repasado una y otra vez, pero no podemos
averiguar que hicimos para molestarlo.

—Voy a tratar de averiguarlo.

—Ten cuidado. — Una pausa—. Esa droga. Repasando al lobo. ¿Podría haber consumido un
poco por accidente?

—No. — Dado que la droga se hacía con la sangre de las Casandra de sangre, habría tenido que
morderla o morder a alguien que hubiera consumido la droga. Si él hubiera mordido a alguien que
tomó la droga, actuaría como un humano violento y loco, y si ese fuera el caso, habrían Lobos y
Sanguinati ocupando la oficina para protegerla, o la estarían presionando para que regresara a su
apartamento.

—¿Seguro que estarás bien allí? — Preguntó Merri Lee.

—Estoy segura.

Meg dejó el receptor en la base. Alguien sabía por qué Simon se había trastornado tanto para
"morder humanos", pero ¿quién lo diría? Ni Vlad, ni Tess o Henry. Ellos, ¿cuál era el concepto? Muro
de piedra. Sí. Levantarían un muro de piedra, porque incluso habiendo intervenido para salvar a Ruth
y Merri Lee, Simon seguía siendo el líder del Courtyard, y protegerían al líder dándole la
oportunidad de hablar por sí mismo. Jester Coyotegard podría saberlo y le diría, ya sea solo para
hacer de las suyas, pero estaba bastante segura de que no le contaría por teléfono, y ella tendría que
cerrar la oficina demasiado tiempo para pasar por el Establo Poni.

Pero había otros residentes que por lo general sabían lo que estaba pasando en el Courtyard, y
estarían en su tienda de la Plaza Comercial.

Meg arrancó una página de la libreta de papel que Merri Lee había dejado sobre el mostrador.
Buscó a través de un par de cajones antes de encontrar un marcador grueso y un rollo de cinta
adhesiva transparente. Luego hizo una pausa para considerar lo que estaba a punto de hacer.

Todavía no había ido a Chucherías y brillantes. Demasiadas otras cosas habían sucedido en el
Courtyard durante los últimos meses. Demasiadas muchas otras cosas para ver, solo con su rutina
diaria. Había gritado a Merri Lee por mover la pila de CD, una clara indicación de que necesitaba un
poco de tranquilidad antes de que tratara de hacer frente a cualquier otra cosa. Y con tantos de los
Otros ya agitados por algo, tener un "episodio" ahora, podría causar un montón de problemas.

Bueno, no tendría un "episodio". Al menos, no hasta que llegara a su casa y pudiera esconderse
de todo el mundo.

Escribió Vuelvo en diez minutos, en el papel, lo pegó en la puerta de la oficina, y se apresuró a
salir por la puerta trasera e ir otra vez a la Plaza Comercial.

Por lo general había unos pocos de los Terráneos buscando algo en la carnicería o las tiendas
de comestibles. Había, por lo general, algún tipo de actividad en Música y Películas y en la biblioteca.
Hoy, la Plaza estaba vacía, como abandonada.

Corrió a Chucherías y brillantes, y Meg sintió alivio al encontrar la tienda abierta, hasta que
entró. La tienda dirigida por los Cuervos era una explosión visual de colores y formas hacinadas
juntas y amontonadas.

Esto fue un error, pensó Meg, sosteniendo el marco de la puerta para apoyarse. Luego se centró
en Crystal, que estaba de pie, detrás de un mostrador de vidrio en la parte trasera de la tienda.

—Es nuestra Meg. — Plumas surgieron sobre la cabeza de Crystal, un signo seguro de
angustia.

Ella no quiere verme hoy, no quiere ser quien suelte lo que sea que están ocultándome. Sólo que
yo esté aquí la está alterando. No puedo preguntar y no puedo retirarme sin causar otro tipo de
problemas.

Manteniendo los ojos centrados en Crystal para no se sobrecargarse por el resto de la tienda,
Meg se acercó al mostrador y se obligó a sonreír.

Crystal miró hacia una puerta con cortinas detrás de ella.
—Jenni y Starr están haciendo llamadas telefónicas. ¿Nuestra Meg necesita algo?—Más plumas
reemplazaron el cabello.

—Estoy aprendiendo cómo estar en un lugar que tiene un montón de cosas. Para ayudar a las
otras Casandra de sangre, para que puedan ir a las tiendas también. —No era una mentira, pero no
toda la verdad.

—Ah. — Crystal miró a su alrededor—. Tenemos un montón de tesoros. No tantos como
solíamos, pero todavía tenemos un montón. ¿Quieres ver?

Meg echó un vistazo a la plataforma que podía ver a través del cristal y se sintió mareada. ¡Solo
en esta repisa debía haber toda una carpeta de imágenes!

—No. No puedo mirar demasiadas cosas a la vez.

Las plumas en la cabeza de Crystal se suavizaron en una posición más relajada. Cogió un tazón
de vidrio verde y la colocó frente a Meg.

—¿Tal vez esto? — Metió la mano en el recipiente y la sacó con un puñado de monedas
brillantes—. Me gusta tenerlas, verlas brillar a medida que caen de nuevo en el tazón. Puedes
probarlo.

Para complacer a su amiga, Meg metió la mano en el recipiente. Monedas brillantes. Crystal
debió haber pasado horas puliendo tantas monedas. ¿O ella sólo buscaba monedas que ya estaban
brillantes?

—Esto es bueno. Gracias,— dijo Meg cuando la última moneda cayó de nuevo en el tazón.
Comenzó a alejarse, preparándose para la prueba de caminar hacia la puerta.

—Espera. — Crystal corrió hacia una de las mesas y rebuscó en una cesta. Ella se apresuró a
volver a Meg y le tendió la ofrenda—. No tengo el tipo adecuado de cadena. Tal vez Blair sí. Puedes
pedirle. No te podrá gruñir.

Claro que podría.

Meg tomó la pieza ovalada con facetas de vidrio, sin saber qué hacer con eso.

—Si vas a una ventana, ¡Un arco iris bailará en tu habitación!

—Esto es maravilloso. Pero no traje nada de dinero.

—Esta es tu primera búsqueda del tesoro. Quédatela. Como un regalo.

—Un cristal de Crystal. Gracias.

—¿Nuestra Meg va a la oficina ahora?

—Sí. Pero antes puede ser que me siente en la Plaza Comercial por unos minutos.

Mientras elegía un banco de la plaza, Meg se preguntó cuántos de los Otros sabrían
exactamente donde estaba para cuando Crystal terminara de transmitir las noticias acerca de su
primera búsqueda del tesoro.


* * *


Vlad vio Meg apresurarse a la Plaza Comercial. Inusual para ella romper la rutina. Por
supuesto, todo este día se habían roto un montón de cosas que se habían establecido con cuidado
durante meses, incluso años. No se habría sorprendido si alguno de los Otros Lobos hubieran
perdido el control y arremetido contra las chicas hoy, ¿pero Simon? ¿El líder que, esta misma
mañana, había hablado de comprar edificios para proporcionar viviendas para estas mismas chicas?

Se volvió hacia el escritorio, armándose de valor para leer los mensajes de correo electrónico
que habían comenzado llegar ni bien se encontraban profetas de la sangre en otras partes de Thaisia,
vivas o muertas. Entonces oyó un coche en la zona detrás de la tienda y miró por la ventana para ver
quién era tan tonto como para venir aquí hoy.

Un coche de policía.

—Bendita Thaisia, — murmuró mientras corría fuera de la oficina, por las escaleras, y salía
por la puerta trasera de ABL.

Tres policías trabajaban con el teniente Montgomery para mantener la paz entre los humanos
que vivían en Lakeside y el Courtyard. Karl Kowalski, el compañero de Montgomery y pareja de
Ruthie, tenía el pelo oscuro y ojos marrones. Los otros dos, Debany y MacDonald, tenía el pelo rubio
oscuro o castaño claro y ojos azules y eran de la misma altura y constitución.

Una pareja armónica, Vlad pensó mientras caminaba hacia el coche y el hombre que salió de él.
Hasta hacía poco Debany y MacDonald no habían visitado el Courtyard tanto como Kowalski y
Montgomery, por lo que no siempre era fácil distinguirlos, a menos que se fuera un Lobo, que no
sólo reconocía el olor de cada macho, sino también el de su hembra actual, en la piel y en la ropa.

Le tomó un momento para decidir que era Lawrence MacDonald quien esperaba que se
acercara. El oficial todavía en el coche, sudoroso y pálido, no era Debany.

—Sr. Sanguinati. — MacDonald se quitó el sombrero y lo sostuvo, haciendo un esfuerzo
notable para no inquietarse.

—No debería estar aquí, — dijo Vlad—. Lo sabe.

—Sí, señor, lo sé. Pero tengo que preguntar. ¿Está el Courtyard cerrado por el bien de los
humanos solo hoy? ¿Puede Theral venir a trabajar mañana?

Interesante pregunta, especialmente cuando era tan obvio por el control de MacDonald, que la
respuesta era muy importante.

—¿No puede quedarse en su casa por un día? — Preguntó Vlad.

—No sola. — MacDonald parecía incómodo—. Vivió con alguien por un tiempo. Él... la
lastimó, y se fue. Pero le ha causado problemas. Es por eso que se trasladó a Lakeside, por eso está
viviendo en la casa de mis padres, tratando de empezar de nuevo. En los últimos días, ha habido
llamadas telefónicas a la casa. Una Persona que cuelga tan pronto como alguien contesta. Creemos
que Jack Fillmore, ese es su nombre, pensamos que está buscándola. Si llega a la casa cuando nadie
más este...

Otra chica en riesgo. ¿Era la amenaza a Theral muy diferente a la de los hombres que habían
llegado a por Meg? Vlad tenía una idea bastante buena de lo que Meg diría.

¿Ella lo perdonaría, o Simon, si Theral fuera dañada por un malvado humano cuando tendría
que estar en el Courtyard, protegida por los que vivían en el Courtyard, manteniendo a la chica
segura?

—Voy a hablar con los demás miembros de la Asociación Empresarial, — dijo Vlad, siendo
renuente, pero no viendo qué más podía hacer—. Lo llamaré esta noche con nuestra decisión.

MacDonald sacó un pedazo de papel doblado de su bolsillo.
—Todos mis números de teléfono, para que no tenga que buscar. Gracias.

Vlad los observó retroceder y conducir por el camino de acceso.

«Nuestra Meg regresa a su oficina,» Jake Crowgard informó mientras volaba de regreso a su
lugar habitual en la pared que separaba la zona de entrega desde el patio de Henry.

Vlad se apresuró a volver a Aullidos, Buena Lectura, deslizándose dentro cuando Meg apareció
a la vista. ¿Un acto cobarde? Tal vez. Pero, pensó, era una respuesta comprensible.

Lo que los Otros habían descubierto acerca de las otras profetas de la sangre y de los bebés le
haría daño, y Vlad no quería ser quien lastimara a Meg.


* * *


Exhausto y dolorido, Simon volvió a la Oficina del Enlace Humano, unos minutos antes de que
Meg cerrara por el día. Cada Terráneo que sabía cómo usar un teléfono o enviar un e-mail, había
sido puesto a trabajar llamando a otros Courtyard en la Región Nordeste y más allá. Él y Henry
habían hecho llamadas a los Wolfgard, Panthergard y Beargard en el Medio Oeste y Noroeste. Jenni y
Starr habían avisado a los Crowgard en el Noreste y el alto Noreste. Y hace un rato, Jester
Coyotegard se presentó en ABL en nombre de los Elementales, que querían saber por qué tantos
Terráneos estaban molestos y por qué Meg estaba molesta.

Cuando regresaron del Medio Oeste el mes pasado, le había dicho al Teniente Montgomery y al
Dr. Lorenzo que hasta que alguien ya no necesitara respirar, un humano no podía esconderse de Aire.
Los Elementales rara vez prestaban atención a las personas a no ser que fueran provocados o, en el
caso de Meg, intrigados. Pero la aparición de Jester le hiso darse cuenta, que había un grupo de
Terráneos que podrían haber encontrado a las Casandra de sangre abandonadas más rápido que el
resto de ellos. Simplemente no se le había ocurrido pedir su ayuda.

Después de explicar por qué era tan urgente encontrar a las profetas de la sangre que estaban
solas y asustadas, Simon dijo al Coyote sobre los sacos arrojados a lagos y estanques. No sabía qué,
si hacían algo, los Elementales que vivían en el Courtyard de Lakeside harían con la información,
pero si hablaban con el resto de sus congéneres, había una posibilidad de encontrar más chicas y
bebés vivos.

El Teniente Montgomery había llamado para que la Asociación Empresarial estuviera al tanto
de que los agentes de policía en toda Thaisia estaban por ahí buscando. Montgomery también dijo que
muchos funcionarios del gobierno sonaban indignados y feroces cuando los reporteros de televisión
hicieron preguntas acerca de las chicas abandonadas.

Simon no le preguntó cuántos de esos humanos indignados habían comprado un corte a
cualquiera de esas chicas. Pero Vlad, que había escuchado los informes de las noticias, tomó nota de
quien negó la existencia de profetas de la sangre.

Los Terráneos en Lakeside habían hecho todo lo que podían hasta el momento. Sólo faltaba una
cosa más para que él hiciera.

Abrió la puerta de atrás de la Oficina del Enlace y miró a su alrededor. ¿Qué tan poco, era lo
poco que se tornaba demasiado para que Meg absorbiera?

Pero había aprendido a hacer un trabajo, y lo hacía tan bien, que había cambiado la forma en
que los Otros veían a las personas que trabajaban para ellos. Había aprendido cómo cuidar de sí
misma, estaba aprendiendo a cocinar comidas sencillas. Incluso había aprendido a conducir, más o
menos. No es que nadie en el Courtyard la dejaría salir a las calles de la ciudad, pero se manejaba
bien en su caja sobre ruedas mientras hacía las entregas a los diversos complejos donde vivían los
Otros.

Meg, la Trailblazer. La que podría mostrar a las otras chicas cómo vivir y sobrevivir, y
disfrutar del mundo que habían visto sólo en imágenes.

Entró en la sala de clasificación. Meg dejó de poner en orden las pilas de revistas y esperó.

—Mataron a los bebés, — dijo, sin saber qué otra decirle—. Los humanos, como el que te
enjauló, pusieron bebés en sacos y los arrojaron al agua para que se ahoguen. Las chicas que se
quedaron al lado de las carreteras no eran de los recintos; llegaron desde las guaridas donde las
mujeres tenían sus crías.

Las manos de ella temblaban.
—¿Eso es una de las cosas que vi en la profecía? ¿Era eso una de las cosas que Merri Lee no
quería decirme?

—No. Viste a las chicas que estaban en problemas, no a los bebés.

Ella no dijo nada. Él esperó. Un Lobo sabía ser paciente.

—Dragar el lago, — dijo Meg—. ¿La policía va a dragar los lagos? — Ella sonrió con
amargura—. Conozco la frase porque la leí en un par de thrillers recientemente. Pero no recuerdo
ninguna imagen de formación que coincida con esas palabras.

—¿No sería esa una imagen importante si alguien quisiera encontrar a un humano que faltara?
— Preguntó Simon. Los humanos se ahogaban por accidente.

—Debería haber sido una imagen de formación. Pero no creo que las personas que poseían
profetas de la sangre quisieran que las niñas tuvieran una imagen de lo que pasaba con los bebés
varones cuando se los llevaban. — Meg se estremeció—. Después de que Sam comenzó a cambiar a
su forma humana, me pregunté si alguna vez había tenido un hermano menor. En los recintos, no
había niños siendo entrenados para ver visiones. Sólo chicas. ¿Cuántos viejos sacos crees que van a
encontrar en los lagos?

—No lo sé. —Le dolía porque a ella le dolía. Quería lamerle la cara y encontrar un hueso
carnoso para que ella pudiera roer. Él quería seducirla para jugar, para que pudiera pensar en otra
cosa. Pero sabía por experiencia que nada podía proveer suficiente distracción para eliminar ese tipo
de dolor.

—¿Simon? ¿Podríamos ir al Complejo Wolfgard y jugar con los cachorros?

Tal vez había una distracción que le ayudaría.
—Seguro que podemos. Sería bueno hacer eso. — Mañana iba a pensar en las cosas humanas de
nuevo. Ahora iba a pasar algún tiempo con su propia especie y con su amiga.

Mientras él y Meg cerraban la puerta de atrás de la Oficina del Enlace, Vlad se acercó a ellos
desde ABL.

—Cerré por el día, — dijo Vlad—. No estamos abiertos para los clientes humanos, y cualquier
Terráneo que quiera un libro puede pedir prestado uno de la Biblioteca de la Plaza Comercial. Y he
tenido suficiente de... — Su teléfono móvil sonó.

—¿No vas a contestar? —Preguntó Meg.

—No. — Cuando dejó de sonar Vlad tomó el teléfono de su bolsillo y lo apagó.

—Vamos hasta el Complejo Wolfgard, — dijo Simon.

—Tengo que informar al abuelo Erebus. ¿Por qué no vamos juntos? — Vlad miró a Meg—.
Simon puede cambiar y montar en la parte de atrás del Bow. Voy a conducir a las Cámaras y luego
los levanto cuando estén listos para volver a casa.

—Puedo conducir, — dijo Simon.

—No esta noche, — dijo Vlad, en silencio. «Ninguno de ustedes debe conducir esta noche»,
añadió. «No te ves como que puedas mantener la forma humana mucho más tiempo, y Meg no
necesita hacer un esfuerzo mental en este momento.»

Simon asintió. Vlad tenía razón en lo de no ser capaz de mantener la forma humana mucho más
tiempo. No podía medir el nivel de fatiga de Meg, pero ella cruzó la corta distancia entre la oficina y
los garajes, como si hubiera corrido un largo camino a través de la nieve profunda y cada paso fuera
ahora un esfuerzo para sobrevivir.

Dado que ya habían cerrado la oficina y librería, Simon entró en el garaje que albergaba uno de
los Bow para sacarse sus ropas y cambiar. Vlad amablemente quedó donde bloquearía la vista de
Meg. No es que Simon tuviera algún tipo de inhibiciones acerca de que un humano lo viera desnudo o
cambiando, pero aún así, tenía la precaución de evitar que Meg lo viera desnudo. Había hecho el
cambio de Lobo a humano una vez sin pensar, y su confusión acerca de verlo como un humano
desnudo casi había roto su amistad.

Él sacudió su pelaje y esperó a Vlad para guardar su ropa en la parte posterior del Bow. Cuando
saltó, se aseguró de que su cola no estorbara, antes de que cerrará la puerta trasera. Entonces Vlad y
Meg se sentaron en los asientos delanteros. Después que Vlad saliera del garaje y se detuviera el
tiempo suficiente para cerrar la puerta del garaje, se dirigieron hacia el Complejo Wolfgard.

Los Bow eran vehículos eléctricos que se usaban en el Courtyard. Tenían dos asientos y un área
de carga que era lo suficientemente grande para un Lobo crecido si mantenía su cola escondida. No
era su culpa que la cabeza de Meg - y su recién cosechado cabello- estuvieran tan cerca de su boca
que no podía dejar de olerlo.

Ya no había olores apestosos, de eso que había usado para teñirse el pelo. Ahora el cabello olía
a champú hecho por los Terráneos, y olía como Meg.

Le dio al lado de su cabeza una lamida rápida antes de que ella gritara y se alejara de él.

Sabía como Meg. Se sentía como pelusa de cachorro.

Lástima que no podía sujetarla y darle una preparación apropiada como solía hacer con Sam.
Todavía podía hacerlo con Sam.

Cuando llegaron al Complejo Wolfgard, los cachorros estaban jugando afuera a algún tipo de
juego con los jóvenes Lobos.

Vlad apenas tuvo tiempo de detener el Bow antes de que Meg se revolviera para salir del
vehículo.

«¡Meg!» Fue el feliz arroo de Sam, seguido por el de los de otros cachorros ya que todos ellos
la rodearon.

«¡Es la Meg!» «¿Meg tiene galletas?» «¿Jugamos a tirar?» «¡A atraparte!»

«Déjame salir,» Simon gruñó a Vlad. Los cachorros emocionados podrían fácilmente olvidar
que tenían que tener cuidado con Meg.

Casi se golpeó la cabeza, demasiado impaciente para esperar a que Vlad abriera la puerta
trasera totalmente antes de que él saltara del Bow.

Entonces se detuvo y observó a Meg y Sam. Había un fuerte vínculo entre ellos. Confianza y
amor.

¿Estaba el hermano menor de Meg en el fondo de un lago? ¿Realmente ella quería saber esa
verdad acerca de los humanos que la habían mantenido? ¿Y él?

El resto de los Wolfgard que vivían en Lakeside se acercaron a donde Meg estaba abrazando a
todos los cachorros, pero especialmente a Sam.

«¿Tío Simon?» dijo Sam. «Los ojos de Meg tienen fugas. ¿Está enferma?»

«No, no está enferma. Ella...»

No podía contarle a los cachorros lo sucedido hoy, sobre todo, no a Sam, que había visto a su
madre caer, había estado con ella cuando murió desangrada. El cachorro no necesitaba oír hablar de
los humanos que mataban a sus crías. En su lugar, Simon aulló el Cantar de las penas.

Los Lobos adultos se hicieron eco de la canción. La mayoría de ellos sabía por lo menos algo
de lo que había sucedido. Oyó la voz de Blair, y Elliot. Luego Jane y John y el resto. Luego, los
jóvenes y los cachorros. Y alguien más. Una voz que nunca había oído antes.

Meg, de rodillas en la hierba, con un brazo alrededor de Sam. Meg, aullando, añadiendo su voz
al duelo.

Cuando terminó el aullido, todos los cachorros se presionaron alrededor de Meg. El confort
que la manada ofrecía.

Simon la observó mientras Sam la dejó por un momento y regresó con una de las cuerdas
suaves, ofreciéndole la distracción del juego. La observó mientras corría en alrededor haciendo
ruidos chirriantes, pretendiendo ser la presa mientras los cachorros la perseguían y los Lobos
adultos se aseguraban de que el juego no fuera demasiado áspero. Observó mientras jugaba a
tironear con Sam.

Había pasado la mayor parte de su vida aislada, incluso cuando estaba rodeada de otros
humanos. Ahora estaba aprendiendo más de los Lobos que de los humanos, sobre lo que significaba
tener una familia.

Ella no era un Lobo. Ella no era Terránea. A pesar de eso, Meg estaba convirtiéndose en uno de
ellos.


Capítulo 8



Thaisday 10 de Maius

—Ha llamado a la residencia Borden. Deje su nombre, número, y el motivo de su llamada.

Monty colgó sin dejar un mensaje. Había estado tratando de contactarse con Elayne -o, mejor
dicho, con su hija, Lizzy- desde que escucho hablar de las chicas abandonadas y la eliminación de los
bebés de las Casandra de sangre. Sentía a su corazón enfermo, quería alguna garantía, cualquier tipo
de garantía, que su propia niña estaba bien. Pero no había respuesta.

Se dio la vuelta para ver las noticias, medio escuchando mientras se hacía un sándwich que no
tenía interés en comer y se sirvió otra copa de vino.

—En un día lleno de tragedias desconcertantes, los departamentos de policía y Terráneos de
toda Thaisia trabajaron juntos para localizar a las adolescentes en riesgo que estaban vagando solas
por las carreteras y autopistas del país. Las chicas, que quedaron sin hogar por el cierre repentino de
varias instituciones que habían cuidado a adolescentes con problemas, sufrían de deshidratación y, en
algunos casos, exhibían un comportamiento psicótico al ser abordadas por el personal de rescate.

»—Nicholas Scratch orador motivacional, tuvo estas palabras acerca de los eventos trágicos de
hoy.

Monty estudió al hombre que ahora llenaba la pantalla de la televisión, el hombre que
actualmente vivía con Elayne y Lizzy. Clásicamente guapo con piel que podría haber sido descrita
como de tez morena, si no tuviera el brillo de una vida mimada. Cabello oscuro ondulado lo
suficientemente largo como para verse descuidado, si no hubiera sido perfectamente diseñado para
desafiar a cualquier cosa que pudiera dejarlo revuelto. Los ojos oscuros estaban llenos de sinceridad
ardiente.

Teniendo en cuenta lo que había pasado hoy, no era de extrañar que Nicholas Scratch fuera muy
solicitado. Pero incluso si Elayne estaba asistiendo a las conferencias de prensa con Scratch, alguien
debería haber estado en casa con Lizzy, una vez que saliera de la escuela. Alguien debería haber
contestado el teléfono, sobre todo tarde en la noche.

—Mientras que los humanos de todo el mundo aplauden los esfuerzos que los Otros han hecho
hoy para ayudar en la búsqueda de estas niñas con problemas, también reconocemos que fueron las
acciones de los Terráneos las que causaron estos trágicos eventos en primer lugar, — dijo Scratch—.
La destrucción de una institución en el Medio Oeste, cuyo personal presuntamente estaba implicado
en prácticas cuestionables o formas de abuso, y las posteriores amenazas contra cualquier y todos los
lugares que atienden a chicas con problemas, especialmente aquellas con una adicción al auto-daño,
está en el núcleo de las tragedias de hoy. ¿Quienes llevaban estos establecimientos habrían cerrado
de manera precipitada, si no hubieran temido a las represalias de las criaturas que no pueden
entender a los humanos que viven con presión cuando están bajo amenaza constante? ¿Habrían
dejado a estas chicas valerse por sí mismas si no hubieran temido que las comunidades donde vivían y
trabajaban serían destruidas? Es evidente que el número de víctimas de suicidio encontrado por los
rescatistas debe ser un mensaje suficiente de que necesitan estos establecimientos y deben ser dejadas
tranquilas.

»—Cuando los humanos preguntaron qué harían con las chicas rescatadas, los Otros dijeron
que las chicas serían llevadas a lugares seguros, no revelados,— continuó Scratch—. Muchos de
nosotros nos preguntamos hoy, si estas adolescentes mentalmente frágiles nunca se volverán a ver.

—No van a ser vistas de nuevo por humanos como tú, — Monty murmuró mientras apagaba el
televisor.

Tuvo que admitir que Scratch tocó los botones correctos, sobre todo cuando los informes de
las noticias anteriores eran sobre el número de chicas, -muchas en estado avanzado de gestación-, que
salieron corriendo a la calle y fueron golpeadas por vehículos en movimiento.

Era bastante fácil ser el centro de atención al recordarles a todos que los Otros habían
comenzado esto al presionar a los humanos para revelar la ubicación de cada lugar que retenía a las
Casandra de sangre. Pero la población en general no sabía que los Otros habían forzado el tema
porque la sangre de las chicas era el ingrediente principal de las drogas callejeras que habían
desatado la violencia en muchas ciudades de todo el continente. Era fácil señalar con el dedo el miedo
expreso de las niñas que los Otros se habían llevado, ¿pero qué, si había algo, dirían acerca de los
bebés que habían sido eliminados por los humanos? Sigan bombardeando con la proclama de "todos
somos humanos", pero ni siquiera susurren las palabras "propiedad benevolente", porque podría
hacer que algunas personas se pregunten el por qué a estas chicas -con sus cicatrices espaciadas
uniformemente- las habían encerrado en el primer lugar.

El teléfono sonó. Monty casi derramó el vino mientras agarraba el receptor.
—¿Hola?

—¿Teniente? Soy MacDonald.

¿Había pasado algo más? ¿Estaba siendo llamado para volver al trabajo? Por favor, dioses, no
me pidan que enfrente a nada más esta noche.

—¿Qué puedo hacer por ti, Lawrence?

—Recibí una llamada de Vladimir Sanguinati. Él dice que la Asociación Empresarial discutió el
asunto, y convino en que las chicas deben volver a trabajar mañana, y los Denby deben ir como
estaba previsto. Sólo quería hacerle saber.

—Aprecio la llamada. Buenas noches, Lawrence. Hasta mañana.

—Buenas noches, señor.

Monty terminó la llamada, bebió el vino, y casi tiró el bocadillo no consumido en el bote de
basura. Entonces se acordó de haber visto un nuevo cartel en el autobús: RESIDUOS HOY, HAMBRE
MAÑANA.

Envolvió el sándwich y lo puso en la nevera. El pan podía estar al otro día rancio, pero podía
calentarlo en el microondas y tomar el sándwich para el desayuno.

Después de lavar los pocos platos que estaban en el fregadero, se dirigió a la cama. Pero se
detuvo y se quedó mirando el teléfono. Luego cogió el teléfono y marcó el número de Elayne.

Alguien contesto antes de que el contestador automático atendiera. Monty esperó, pero nadie
habló.

—¿Elayne? — Dijo.

Nada más que una respiración pesada en el otro extremo de la línea.

—¿Elayne? — Dijo Monty nuevo.

La persona en el apartamento de Elayne colgó.

Monty dejó el auricular en su soporte y siguió mirando fijamente el teléfono. No había nadie a
quien pudiera llamar en Toland, ningún compañero oficial que le haría el favor de pasar por el
apartamento de Elayne. Él había sido transferido de la policía de Toland porque había matado a un
humano para salvar a una niña Lobo que había estado en forma humana. Había sido visto como un
traidor a su propia especie.

Podría haber sido Elayne quien contestó el teléfono y decidió fastidiarlo. No era su manera
típica de tratar con él, pero él no podía asegurarlo. Lo había culpado por su repentina caída social y
usaba a Lizzy como una forma de castigarlo, negándose a dejarle hablar con su hijita. Durante una
llamada telefónica unas semanas atrás, le había informado de que ella y Lizzy se iban al Bloque
Romano con Scratch por el verano, y podrían no volver a Thaisia más.

Ella y Monty no se habían casado. No tenía derechos de visita más allá de lo que ella podría
permitirle. De hecho, lo único que Elayne hacía por él cuando se trataba de Lizzy, era cobrar los
cheques de apoyo con prontitud.

—Lizzy, — Monty susurró mientras cogía el teléfono y marcaba el número de Elayne de nuevo.

—Ha llamado a la residencia Borden. Deje su nombre, número, y el motivo de su llamada.

Nada en esta ocasión. Ni siquiera la respiración pesada.

Monty fue a la cama, pero no durmió. El Capitán Burke conocía a un montón de gente. Alguien
en Toland podría ser capaz de decirle algo. Y Vladimir Sanguinati conocía algunos de los vampiros
que gobernaban el Courtyard de Toland. Prefería deberle un favor a Burke que tratar con Vlad, pero
aceptaría toda la ayuda que pudiera llegar a confirmar que su niña estaba bien.


Capítulo 9



Firesday 11 de Maius

La chica soñaba con la lluvia y se despertó con el sonido de algo que goteaba.

¿Dónde...?

No era el recinto en el que los encargados de túnica blanca... Esa chica mayor, Jean, los llamaba
Nombres Caminantes. Y había otra chica, la que no fue más a las lecciones. Bueno, muchas chicas
dejaban de ir a las clases. Un montón dejaron de caminar afuera en el patio cercado. Después, un día
sus lugares en la mesa estaban vacíos.

Pero esa chica. Su desaparición había sido diferente. Y, de alguna manera, estaba relacionada
con la lucha que destruyó el recinto...

Ellos habían cubierto las cabezas de las chicas. Se habían llevado a las niñas más jóvenes, pero
a las chicas de su edad las llevaron a través de los pasillos, tropezando con cosas aplastadas bajo sus
pies. Y desde el techo venía el goteo de algo que caía. Algo espeso y húmedo.

Incluso con la cabeza cubierta, vio cosas. O tal vez recordaba algunas cosas que había visto en
las visiones. Cosas malas. Húmedas, cosas rojas que la aterrorizaban. Y las personas que no eran
personas, que tenían dientes y garras y ojos rojos.

Entonces ella y las otras chicas estuvieron en camionetas o coches y las llevaron lejos del
recinto.

Este es un pueblo en el noroeste. Vas a quedarte aquí con nosotros ahora, le habían dicho. Eran
humanos llamados Intuye.

¿Cuál es tu nombre? le habían preguntado

Cs821, había respondido. Su respuesta los entristeció. Mucho.

Ocho chicas habían llegado a este lugar desde el recinto. Las cuatro chicas no cicatrizadas
fueron llevadas a otra parte de la aldea. Las cuatro chicas de su edad -las que tenían su primer
conjunto de cicatrices, pero no muchas más allá de esas-, las dejaron juntas en esta habitación
individual. Un cuartel. Esa era la palabra para la imagen de entrenamiento que hacía juego con la
habitación.

Se preguntaba quien por lo general vivía allí y qué le había pasado. Había ropa en los armarios
y libros en las estanterías que formaban la parte inferior de las mesitas de noche.

Son libres ahora, los nuevos guardianes de ella y de las otras chicas habían dicho. Pero las
chicas no tenían imágenes de "libres", sin referencia, sin comprensión de lo que se requería de ellas
en este lugar de madera y vidrio, este lugar lleno de imágenes y sonidos que no pertenecían al
recinto, el lugar que toda su vida le habían dicho que era el único lugar seguro para chicas como ella.

Encontró a los baños por desesperación unas pocas horas después de que habían llegado.
Encontró que si estaba en la puerta de la habitación y preguntaba en voz alta por la comida y el agua,
alguien podría traer comida para ella y las otras chicas.

¿Te gustaría comer en el comedor? ¿Te gustaría salir a la calle? Te gustaría...?

La comida era diferente, incluso cuando se parecía a algo que recordaba comer. El agua sabía
diferente. El aire olía diferente, un aroma silvestre bajo el olor de las niñas sin lavar.

Demasiado, demasiado. Todo era demasiado. Tanto era demasiado, que las otras tres chicas
pasaban la mayor parte de su tiempo acurrucadas en sus camas, y cuanto más, sus nuevos guardianes,
trataban de ayudar, más cosas de ellos las abrumaban hasta que no querían encontrar nada en este
lugar aterrador.

Los nuevos guardianes habían guardado las navajas de plata, pero había varios objetos en los
cuarteles que eran lo suficientemente fuertes para hacer un corte.

Los Nombres Caminantes no habrían sido tan descuidados.

Un estremecimiento de dolor seguido del alivio. No había nadie que escuchara, pero susurraba
en la oscuridad, anhelando la euforia que obtendría a través de la siguiente andanada de imágenes.

¿No quieres un nombre? ¿No te gustaría vivir?

¿Cómo se suponía que iba a saber si ella quería esas cosas?

Todas las noches se cortaban a sí mismas y susurraban en la oscuridad. Entonces, una noche,
antes de que comenzara a susurrar, vio una visión de sí misma en una visión. Así que apretó los
dientes y sufrió la agonía de una profecía no hablada. El dolor la comía por dentro y quería gritar y
gritar y nunca dejar de gritar. Pero no dijo nada, y se vio a sí misma con hojas de papel y muchos
lápices de colores.

Cuando era joven y aprendía a hacer letras y escribir palabras, ella dibujaba las imágenes de las
lecciones del día. Tanta alegría por una cosa tan simple.

Los Nombres Caminantes dijeron que estaba diluyendo su capacidad de ver profecías, y
necesitaba terminar con ese mal hábito. Tenían guantes especiales que mantenían sus dedos atados
juntos para que no pudiera sostener el lápiz. Pero el dibujo le daba una clase diferente de euforia, y
era tan difícil resistirse a hacer un pequeño dibujo cada vez que tenía un lápiz.

Así que los Nombres Caminantes retuvieron el papel y los lápices. La alimentaban con cosas
que no tenía sabor, privándola de las variedades de sabor y texturas de los alimentos. Cuando la
hubieron despojado de cada posible cosa que le diera un poco de placer, disponible en el recinto, la
cortaron por primera vez para mostrarle el único placer que a las chicas como ella se les permitía
tener.

La hicieron temer tocar un lápiz o papel. Pero esa noche, cuando se tragó las palabras de la
profecía, se veía dibujando. Vio la expresión de su propia cara: alegría.

Casi había juntado el valor de pedir un lápiz y papel cuando llegaron las otras chicas. Las
chicas mamá, que parecían enfermas y salvajes, abandonadas por sus antiguos guardianes y
encontradas por criaturas a las que temían por encima de todo.

Estás a salvo aquí, los nuevos guardianes, los Intuye, dijeron mientras acomodaban a las chicas
mamá en las otras cuatro camas.

Ellos tenían buenas intenciones, pero no eran encargados experimentados.

La chica se sentó, temblando.

El sonido de algo que goteaba.

¿Tal vez uno de los lavabos en la habitación con los baños? ¿Si giraba el grifo, se detendría el
goteo?

Se levantó de la cama. Su cama estaba más cerca de la puerta; los baños estaban en el otro
extremo de la habitación, pasando el resto de las camas.

Goteo, goteo, goteo.

Todo el susurro se había detenido.

Goteo, goteo, goteo.

Al pasar por la cama de al lado, su pie resbaló.

Un olor en el aire. Le recordó el partir del recinto, cuando su cabeza había sido cubierta
mientras la llevaban lejos de lo malo que había ocurrido allí.

Se dio la vuelta y corrió hacia la puerta, acariciando la pared para encontrar el interruptor de la
luz. Las otras chicas iban a enojarse cuando encendiera las luces del techo, pero no le importaba. Ella
necesitaba ver.

Entrecerró los ojos cuando la luz llenó la habitación. Entonces miró al suelo. Miró a las chicas
en las camas que estaban más allá de ser abrumadas por las imágenes y las expectativas.

Ellas no querían vivir, pensó mientras miraba. Eligieron esto en vez de tratar de vivir.

Más fácil era elegir esto. ¿Cuánto tiempo más podía seguir luchando para entender este lugar, a
estas personas? ¿Cómo iba a saber lo que querían que aprendiera? Ella sabía dónde encontrar los
objetos afilados. Podía hacer lo que las otras chicas habían hecho y...

Recordó la imagen de sí misma con las hojas de papel y lápices de colores.

La chica llamó a la puerta y gritó. No fue hasta que escuchó a gente gritando y corriendo hacia
ella que trató de abrir la puerta.

No estaba cerrada. ¿Una prueba? ¿O una elección?

Abrió la puerta y cayó en los brazos de uno de los hombres que habían venido corriendo en
respuesta a sus gritos.

—¡Quiero vivir! — Exclamó—. ¡Quiero vivir!


* * *


—Ha llamado a la residencia Borden. Deje su nombre, número, y el motivo de su llamada.

—Elayne, soy Monty. No vas a ver otro cheque a menos que hable con Lizzy y tenga algo de
confirmación de que mi hija está bien.

Monty esperó un momento, casi esperando a que Elayne contestara y empezara a gritarle por lo
que sugería que no era una buena madre. En este momento, no estaba seguro de que fuera una buena
madre.

Colgó, y luego terminó de prepararse para el trabajo.

Informes de radio y televisión de noticias estaban llenas de fragmentos de audio de los
discursos de Nicholas Scratch sobre las adolescentes, ya atribuladas por una adicción enfermiza al
corte, que eran sacadas del control humano.

Scratch tuvo cuidado de no hacer ninguna mención a las chicas que son Casandra de sangre o
que la mayoría de los cortes de las chicas habían sido hechos por los hombres que vendían profecías
para el beneficio de ellos. No tuvo ningún problema señalando que las acciones imprudentes de los
Terráneos fueron la razón detrás de la tasa de suicidios del cincuenta por ciento de las chicas que
habían sido liberadas de la vida protegida, y estructurada que había sido diseñada para ellas por el
cuidado de profesionales. Pero no hizo mención de los bebés que habían sido asesinados para ocultar
la evidencia de las granjas de cría.

Tampoco dijo que la mayoría de las chicas que se habían suicidado, lo habían hecho con una
navaja plegable con mango de plata, el mismo tipo de navaja que Meg Corbyn usaba, ya que cada
profeta de la sangre tenía una navaja afilada y brillante que se usaba exclusivamente en ella.

Si Elayne quería ondear la bandera de Scratch, era su elección, pero Monty no iba a retroceder
más y dejar que Lizzy se quedara en ese lío. Simon Wolfgard había dicho que los Terráneos no
dañarían a los niños. Aunque probablemente fuera cierto que un Lobo no dañaría a un niño sin
provocación, Monty no creía que los Elementales u otros tipos de Terráneos fueran tan atentos acerca
de quién podría sufrir su ira.

Tarde o temprano, los Terráneos se darían cuenta de que las palabras podían ser tan peligrosas
para ellos como un arma física. Más pronto o más tarde, Nicholas Scratch, o alguien más en el
movimiento HPU, iba a decir demasiado.

Se detuvo en la puerta de su apartamento y volvió a mirar el teléfono. Era temprano en la
mañana, Elayne debería haber estado en casa.

—Maldita seas, — dijo en voz baja.

Él tenía la intención de ir a la corte para obtener algún tipo de custodia que impidiera a Elayne
llevar a Lizzy a otro continente. Había tenido que poner las necesidades personales a un lado, cuando
la presión de encontrar al Controlador e impedir un asalto a todos los asentamientos humanos en la
región del Medio Oeste había consumido todo su tiempo y energía. Una decisión justificada, ya que
la amenaza para el Medio Oeste había sido inmediata y el viaje al Bloque Romano estaba programada
para el verano, probablemente después de que Scratch hubiera terminado sus contratos de discursos
en Thaisia y regresara a casa.

Pero ahora el verano estaba a menos de un mes de distancia. Ahora Monty tenía que hacer algo
para sí mismo y su pequeña niña. Y por un capricho del destino o de la benevolencia de los Dioses:
había conocido a Pete Denby, un abogado en quien podía confiar para que lo representara.

De regreso a su dormitorio, Monty abrió el armario y sacó la caja de seguridad de la
plataforma superior. Al abrir la caja, sacó una copia del certificado de nacimiento de Lizzy, que lo
mostraba como su padre, y una copia del acuerdo de apoyo que Elayne había insistido en que
firmara, cuando había sido trasladado a Lakeside y ella se había negado a acompañarlo.

Después de meter los papeles en el bolsillo interior de la chaqueta, Monty volvió a guardar la
caja de seguridad y cerró la puerta del armario. Luego cerró su apartamento y se dirigió a la parada
de autobús, llegó justo a tiempo para coger el autobús que iba por Whitetail, para ir al trabajo.

Simon:

Siete profetas de la sangre se suicidaron temprano esta
mañana. Los Intuye están en estado de shock. Dicen que
tenían sentimientos encontrados acerca de traer a las chicas
a su pueblo, pero ignoraron los malos presentimientos porque
querían ayudar. Ahora dicen que van a mantener a las chicas
jóvenes, pero no la chica que estaba en la habitación con
las muertas. Ella tiene cicatrices y cortes frescos. Creo
que esperan que se suicide, y tienen miedo de las
repercusiones que otra muerte tendrá sobre todo en los
niños, no sólo los que están acogiendo.

El médico Intuye dice que la chica llena de cicatrices que
sobrevive tiene 15 o 16 años. Él le dio medicina para
hacerla dormir para que pudiéramos moverla. La trajimos al
asentamiento Terráneo de Aguas Dulces, que está a una milla
de la aldea Intuye.

Ella dijo que quiere vivir. No sabemos si es fuerte como tu
Meg, pero nos dijeron que vino desde el mismo lugar. ¿Cómo
podemos mantenerla con vida? ¿Hay que mantenerla con vida?
¿Tiene Meg respuestas?


Jackson


PD: Los Intuye nos dijeron que la chica con cicatrices se
llama cs821.


Capítulo 10



Firesday 11 de Maius

En la estación de Addirondak, Nathan Wolfgard subió al tren con rumbo al oeste. Caminó a
través de dos vagones que estaban demasiado llenos para ser confortables. El tercero tenía unos
pocos humanos agrupados cerca de la parte delantera del vagón, pero la otra parte estaba vacía.

Nathan suspiró con alivio. Había esperado que al tomar el primer tren disponible reduciría el
número de humanos a bordo. Había pasado casi dos semanas en las montañas Addirondak, corriendo
con una de las manadas que custodiaban ese pedazo del país salvaje, y él no estaba dispuesto a
interactuar con los humanos más de lo necesario.

Se detuvo en un asiento y descubrió que esa parte del vagón no estaba tan vacío. Al otro lado
del pasillo estaba una hembra humana, apretujada en el asiento junto a la ventana.

Pensó en moverse un par de filas más abajo, pero tenía que acostumbrarse a estar alrededor de
los humanos de nuevo. Una pequeña hembra era una buena manera de empezar.

Guardando su bolsa de viaje en el estante por encima de los asientos, sacó un libro del bolsillo
lateral y tomó el asiento del pasillo. Demasiado fácil para un Lobo solitario quedar atrapado si estaba
en el asiento junto a la ventana.

No tenía que volver al Courtyard de Lakeside por otras dos semanas, pero echaba de menos
estar allí. Eso fue una sorpresa para él, así como para la manada de acogida. Incluso un Courtyard tan
grande como Lakeside podría sentirse demasiado pequeño, cuando no estaba habitado por Terráneos
cuyas formas eran adversarios en el mundo animal. Los Nativos de la Tierra no absorbían todo de las
formas que habían elegido durante los largos años desde que el sol se había levantado y sentado en
Namid. Eran primero y siempre Terráneos. Pero aprendieron de los depredadores en los que se
convirtieron, y ciertos rasgos se transmitían a los jóvenes de cada forma.

Sí, había peligro, amenazas e incluso hubo ataques en el Courtyard de Lakeside durante los
últimos meses, pero también había un nuevo tipo de diversión. Meg Corbyn, Enlace Humano y
juguete chillón, proveía un tipo diferente de interacción con los humanos. Y su presencia cambió
cómo algunos otros humanos se acercaron a los Otros.

Durante el día, la manada de Addirondak había cazado y jugado como él lo solía hacer. Pero
por la noche, después de que cantaran al mundo, los Lobos habían preguntado por el Courtyard,
sobre las cosas que habían oído, pero no acababan de creer. Claro, los Intuye que vivían en los
asentamientos humanos dentro del territorio de Addirondak, negociaban de manera justa con los
Otros. Pero ninguno de esos humanos jugaba con los Lobos. ¿Esta Meg realmente jugaba con él?

Así que por la noche, les contó historias sobre el primer encuentro de Meg con él, después de
que había sido asignado a custodiar la oficina; sobre cómo ella había engatusado a Sam, el sobrino
de Simon Wolfgard, para sacarlo de una jaula y lo bien que el cachorro lo estaba haciendo ahora;
sobre Saltarín, -el joven Lobo que había sido enviado a Lakeside-, capturando un ratón y
persiguiendo a Meg; acerca de cómo había conocido al líder de los Sanguinati y había hecho amistad
con Invierno y los ponis de los Elementales.

Les habló de su sangre dulce y de los cortes que se había hecho en su propia piel para ver las
advertencias que habían salvado a los ponis... y a Sam. Les habló de las galletas que se están
realizando actualmente especialmente para los Lobos. Bueno, para otros Terráneos también, pero
sobre todo para los Lobos.

Había aprendido más acerca de los humanos en los últimos meses, de lo que había aprendido en
todo el tiempo que había entrenado para trabajar en un Courtyard y hacer frente a la proximidad de
tantos humanos. Pasaba tanto tiempo en forma de Lobo como en forma humana. Él corría, jugaba y
cazaba en el Courtyard al igual que en el país salvaje. Pero luego podría pasar a ver una película o
leer un libro... o jugar un juego activo, físico adaptado mejor a la forma humana.

Cuando los líderes de la manada le pidieron hablar con Simon sobre permitir que unos Lobos
visitaran Lakeside para aprender estas cosas humanas adicionales, Nathan se preocupó de que podría
haber contado algunas historias de más. Pero Simon había hablado sobre el cierre de las tiendas a la
mayoría de los humanos para que los Terráneos pudieran aprender sobre los diferentes tipos de
tiendas y mercancías, y con seguridad, interactuar con los humanos en quienes se podía confiar.

Otra razón por la que se dirigía a casa antes de lo esperado.

Había intentado llamar a Simon, y luego a Blair, ayer, para decirles que regresaba, pero todas
las líneas telefónicas estaban ocupadas, ocupadas, ocupadas. Esta mañana había recibido tantas
peticiones de última hora de la manada, que apenas había llegado a la estación para mostrar su pase
de viaje y recibir un boleto gratis, antes de que el tren arrancara. Ahora se daba cuenta de que todavía
nadie sabía que necesitaba un viaje a casa cuando el tren llegara a la estación de Lakeside.

Llamaría Blair cuando el tren hiciera su siguiente parada. Había un montón de millas entre las
montañas Addirondak y la ciudad a orillas del Lago Etu.

Después de que el guarda entró a comprobar su boleto, Nathan abrió su libro, una novela de
suspense de un autor humano. La había leído cuando salió, hace un par de años, pero a la mayoría de
los Lobos de Addirondak les era difícil visitar los asentamientos humanos, e ir a las tiendas para
comprar cosas, por lo que había negociado los dos nuevos libros que había llevado con él por éste,
para leer en el camino a casa, e hizo una nota mental para preguntarle a la manada humana de Meg,
ideas sobre cómo los Terráneos podrían conseguir más novelas.

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando un varón humano caminó a su asiento. Nathan
levantó la cabeza y le enseñó los dientes.

¡Intruso!

No, pensó, luchando por el control. No era un intruso, como tal. Fue el olor acre de la colonia
del hombre, lo que había desencadenado la respuesta de Nathan a un extraño masculino tratando de
marcar el territorio que no le pertenecía. Pero el hombre no podría haber estado tratando de reclamar
nada. El hombre podría haber llegado desde el vagón comedor y necesitaba pasar a través de este
vagón para regresar a su asiento.

A los Terráneos no les gustaba los olores que los humanos usaban para disfrazar su propio
olor, pero por primera vez, Nathan se preguntó si el que los hombres se bañaran a mismos con un
olor agudo, era un equivalente del Lobos rodando por un pez muerto para dejar atrás una marca de
olor más fuerte.

Ahora que pensaba en ello, ese olor particular había estado en el vagón cuando se sentó. Se
había diluido por el aire fresco que entró con la gente que entraba y salía, pero había estado allí.

Preocupado por eso, pero sin saber el por qué, Nathan hizo un balance de su entorno. Salvo por
el hombre apestoso, no hubo otros humanos entrando en este vagón desde que salió de la estación
Addirondak.

¿Por qué se veía mal?

Bajó la vista hacia el libro, pero movió la cabeza lo suficiente para estudiar al pasajero en el
otro lado del pasillo.

Niña. Lo bastante joven como para que él la considerara un cachorro. Piel del color del
chocolate con leche. Ojos oscuros grandes. Pelo negro trenzado que estaba atado un poco por debajo
de las orejas y sobresalía como colas de dos dedos de largo.

Estaba pegada a un oso marrón gastado, y ambos estaban mirando en su dirección.

¿Por qué los humanos daban a sus crías versiones falsas de los depredadores que encantados se
comerían a las crías?

Los dos rostros a su lado, se veían lindos, sin embargo.

Entonces se dio cuenta de que las pequeñas manos oscuras, estaban alrededor de las caderas del
oso, y los delgados dedos lo apretaban y apretaban. Él miró hacia otro lado porque era simplemente
espeluznante.

Captó el olor acre de colonia cuando el mismo macho humano entró en el vagón de nuevo,
caminó a través, luego, por la otra puerta. Pero esta vez, Nathan cogió algo nuevo en el olor que le
hizo ver al humano hasta que el hombre dejó el vagón.

Luego le dio a la niña un vistazo rápido y se dio cuenta de lo que estaba mal.

Los humanos y los Lobos tenían una cosa en común: no dejaban sus pequeños solos por mucho
tiempo. Entonces, ¿dónde estaban los adultos que deberían estar en torno a la chica? Había estado sola
cuando él había tomado su asiento. ¿Los adultos habían bajado del tren y la habían dejado atrás?
Había historias sobre niños perdidos. A los Lobos no les gustaba esas historias. ¿Tal vez la chica
debería haber bajado en la estación Addirondak?

Miró a las dos tiras de papel blanco pesado escondido encima de los asientos. Decía LAK en
ambas, lo que significaba que había alguien más sentado con la niña que también iba a Lakeside. El
guarda había puesto el mismo tipo de la tira por encima de su asiento después de comprobar su
boleto.

Bueno, ella no había perdido su parada, lo que lo llevó de vuelta a preguntarse por el adulto. Si
la persona que dejó a la niña sola para usar el baño, ¿cuánto tiempo se tardaba en hacer pis o caca? O,
en el otro extremo, incluso si el adulto estaba comprando comida y había una cola en el vagón
comedor, el otro humano debería haber vuelto ya.

La puerta en el otro extremo se abrió, y el mismo hombre entró en el vagón por tercera vez.
Tan pronto como el hombre pasó los asientos que contenían a los pasajeros humanos, sus ojos se
centraron en la chica de la misma manera que los Lobos se centrarían en un ternero sin protección
cuando estaban cazando.

Nathan se paró en el pasillo y gruñó en voz alta. Sus colmillos se alargaron al tamaño del
Lobo, y sus ojos ámbar parpadearon con el rojo, el signo de la ira. Piel surgió en el pecho y los
hombros. Piel cubrió sus manos. Sus dedos se acortaron, y sus uñas cambiaron a las afiladas uñas de
Lobo que serían más útiles en una pelea.

Una mujer sentada cerca de la parte delantera del vagón volvió a mirar a Nathan, saltó de su
asiento y corrió del vagón. Un momento después, un guardia de seguridad y el guarda se
precipitaron dentro.

—¿Qué está pasando? — Preguntó el guarda.

La mano del guardia de seguridad se cernía sobre el arma todavía en su funda.

—Mantengan a este macho lejos de la niña,— Nathan gruñó.

—Sólo hay un malentendido, — dijo el hombre.

—Él apesta de la lujuria. — Esa había sido la esencia del hombre que había estado tratando de
ocultar debajo de la colonia apestosa—. Si no lo mantienen alejado de ella, yo lo haré.

En la mente de cualquiera no habría dudas de cómo él iba a mantener al hombre lejos.

El guarda dio un paso adelante.
—Cariño, ¿conoces a este hombre?

La chica negó con la cabeza y mantuvo al oso falso frente a ella como un escudo.

—Señor, venga con nosotros, — dijo el guardia de seguridad con fuerza. Haciendo caso omiso
de las protestas del hombre, el guardia se lo llevó.

Nathan no sabía, ni le importa, donde llevarían al hombre, pero el guardia de seguridad y el
guarda, sabían lo suficiente sobre Terráneos para no tratar de llevar al hombre cerca de él.

Se detuvo un minuto, tratando de cambiar de nuevo a la forma humana, lo suficiente para que el
resto de los pasajeros en el vagón, no fueran a entrar en pánico. Entonces, en vez de retomar su
propio asiento, se sentó junto a la niña.

—Soy Nathan Wolfgard. — Esperó un latido mientras ella lo miró fijamente—. ¿Quién eres?

—Se supone que no tengo que hablar con extraños.

Eso sonaba como una buena regla, como la de "No te burles de un zorrillo", pero no era útil
ahora.

—No soy un extraño; Soy como un policía Lobo. — Él estaba contento de haber pensado en eso
como una manera de explicar que era el ejecutor del Courtyard.

Por supuesto, la policía humana no tendía a comerse a los malhechores.

—Ah. — Ella pensó por un momento—. Soy Lizzy. Y este es Oso Boo. Él es mi mejor amigo.
— Ella empujó el oso falso cerca de la cara de Nathan.

Él hizo un gesto con la cabeza hacia atrás y tomó respiraciones superficiales a través de su
boca.

Oso Boo necesitaba un baño.

Pero...

Nathan se inclinó hacia delante y olisqueó el oso. Manchas de comida vieja alrededor de la
nariz. ¿Mantequilla de maní? Algo de olor humano que se había secado con costras alrededor de las
orejas, como si se hubiera usado al oso para limpiarse la nariz. Y luego, la pata del oso...

Sangre. Seca ahora, pero el pelaje enmarañado olía a sangre. Si no hubiera sido por la colonia
apestosa del hombre, que enmascaró otros olores, habría cogido el olor de la sangre antes de ahora.

Nathan tomó otro delicado resoplido. No era la sangre de la niña. La costra alrededor de las
orejas de Oso Boo olía a ella, pero la sangre no.

Nathan se echó hacia atrás, mirándola tan intensamente como ella a él.

—¿Dónde está tu... madre? — Le tomó un momento para recordar la palabra humana.

Lizzy se encogió de hombros en un gesto exagerado y puso a Oso Boo cerca de ella de nuevo.

—¿Vino en el tren contigo?

Sacudida de cabeza.

No le gustaba esa respuesta. No le gustaba en absoluto. Un cachorro no debía estar viajando
solo. Pero tenía un boleto. De hecho, ella debía haber tenido dos boletos. De lo contrario, el guarda
no habría puesto dos tiras LAK sobre los asientos.

Entonces. Ninguna madre en el tren.
—¿Dónde está tu padre? — Preguntó Nathan.

Ahora se animó.
—Mi papá es un policía. Él vive en Lakeside.

Nathan la estudió.
—¿Cómo se llama tu padre?

—Crispin James Montgomery. Si es policía Lobo, ¿conoce a mi papá?

Nathan observó cómo el guarda entró en el vagón y caminó lentamente por el pasillo. El
hombre no se detuvo al llegar a sus asientos, no hiso ninguna pregunta, pero Nathan tenía la
sensación de que el guarda y el guardia de seguridad estarían caminando a través de los vagones
muchas veces durante este viaje. Había purgado a un depredador humano por ellos, pero podría haber
más, y la presencia del guardia mantendría a la joven protegida.

La nariz de Oso Boo se asomó por el brazo de Nathan.

—¿Conoces a mi papá? — Preguntó Lizzy.

—Sí. Lo conozco. — Y tengo la sensación de que no te esperaba.


Capítulo 11



Firesday 11 de Maius.

Simon miró a los dos niños apestosos que estaban entre Pete y Eva Denby. No era una clase de
apestoso por falta de limpieza; era por tantos olores que los cubrían, que no podía identificar. No sin
un cercano, y más a fondo, olfateo que llevaría a sus padres a gruñirle.

No es que les culpara a Eva y Pete por gruñirle. Todos los humanos que habían regresado al
trabajo esta mañana, estaban fingiendo que él no había estado a punto de "morder a todos lo humanos"
ayer, en su enojo, pero estaban tan cautelosos con él, como lo habían estado antes de que Meg
comenzara a trabajar en el Courtyard.

Se preguntó si había una manera en que los varones humanos podían decir lo siento sin decir
que lo sentían. Porque no estaba arrepentido de haberse enojado. Todos los Terráneos estaban
enojados por los cachorros de profeta de la sangre asesinados. Pero lamentaba haber intentado
morder a Ruthie y Merri Lee, que no eran la clase de humanos que ahogarían cachorros o gatitos... o
bebés.

Tampoco Pete y Eva Denby, que habían demostrado valentía al venir aquí, y una confianza en
que sus cachorros estarían a salvo con los Otros.

Lo que lo llevó de nuevo a los niños, que parecía como si estuvieran esperando por él para
sacar su piel y hacer crecer los colmillos.

Cachorros irritantes. Tan pronto como Pete y Eva se hubieran ido, los mandaría de paseo
afuera

Caw, caw.

Y tenerlos afuera haría más fácil para los curiosos Terráneos observarlos.

—Este es nuestro hijo, Robert, y nuestra hija, Sarah, — dijo Pete—. Niños, éste es el señor
Wolfgard. Dirige la librería.

—¿Puede realmente convertirse en un lobo? — Preguntó Robert.

—Siempre soy un Lobo, — respondió Simon—. A veces cambio para verme humano.

—¿Puede?, como, ¿ponerse peludo y esos chismes?

Antes de que pudiera decidir si quería contestar a eso, y a qué se refería el joven humano con
eso de "chismes", hubo un golpe y un grito en la parte trasera de la tienda. Entonces Ruthie se
apresuró hacia él, mirándose revuelta y agitada, lo cual era extraño porque era generalmente una
mujer bien peinada.

—¿Sr. Wolfgard? — Dijo.

Primero lo primero. Sacar a los niños apestosos, sin molestar a los padres, ya que ellos querían
mirar los edificios que estaban a la venta en la calle. Entonces él lidiaría con el golpe y el grito.

—Ella es Ruthie Stuart, pareja del oficial Kowalski. Ella le mostrará a sus cachorros la Plaza
Comercial, — dijo Simon.

Sarah se rió. Robert dijo:
4
—No somos cachorros; somos chavos .

Simon miró a Robert y Sarah, luego a Ruthie.

Chavos/chivos. Había oído a Merri Lee decir algo acerca de cuando era una chava. Pero la
palabra no se aplicaba a ella ahora, porque era una adulta, por lo que nunca se le había ocurrido que,
tal vez, los humanos tenían un poco de la habilidad cambiante, que superaban a medida que
maduraban. ¿Cuando ella había dicho chava, tal vez ella había querido chivo?

Miró a Robert y Sarah con más interés.
—¿Los pequeños humanos pueden cambiar a chivos jóvenes? — Los chivos eran muy
sabrosos. ¿Los humanos que cambiaban a chivos, tenían un sabor diferente de los chivos - chivos?

—No, — dijo Ruthie con firmeza—. Los humanos no pueden cambiar en cualquier otra forma,
y aunque a los niños humanos a veces se los llaman chavos, nunca son chivos. — Ella tomó aire y
miró a Robert y Sarah—. Sería mejor no usar la palabra "chavo" en el Courtyard porque los chivos
son comestibles y los niños no lo son.

Simon vio todo el color de la cara de Eva Denby desaparecer.

—¿A qué hora se supone que deben mirar los edificios? — Preguntó.

Pete vaciló, luego miró su reloj de pulsera.
—Tenemos que ir ahora. — Sacó un billete de cinco dólares de su bolsillo y lo sostuvo en alto
mientras miraba a su hijo—. Comparte esto con tu hermana y compra un regalo.

Robert tomó el dinero.

Otro golpe en la habitación de atrás seguido por una maldición gruñida en voz alta. Entonces
Saltarín Wolfgard giró en la parte delantera de la tienda y vio el dinero en la mano de Robert.

«¡Galleta!»

Antes de que Simon pudiera agarrarlo, el joven Lobo con el cerebro de un saltante, arrebató el
dinero de los dedos de Robert, le dio un par de rápidas mordidas y lo tragó.

Mierda, joder, maldición, pensó Simon. Agarrando la cola de Saltarín, tiró al Lobo hacia él,
antes de mirar al chico. No había sangre, no había gritos, no había dedos que faltaran.

Mientras Simon cambió su agarre para sujetar a Saltarín por la piel, los ojos del menor se
abrieron de sorpresa justo antes de que vomitara el dinero y la mitad de un ratón.

Sarah gritó y saltó lejos del desastre. Robert se inclinó para ver mejor.

«Vomite galleta,» dijo Saltarín.

—Lo siento, lo siento. — John Wolfgard corrió a la parte delantera de la tienda—. Él se alejó
de mí.

—Se comió un ratón, — dijo Robert, sonando intrigado.

—Te comiste un gusano una vez y vomitaste el gusano y un centavo que debiste habértelo
tragado junto con eso. —Eva suspiró y miró a Simon—. ¿Tiene algún trapo o algo para limpiar eso?

—Yo me encargo de eso, — dijo Tess, viniendo a través del arco de Un Pequeño Bocado.

Simon no se molestó a jurar. El cabello de Tess estaba totalmente verde y ondulado, una señal
de que estaba agitada por algo.

Los Denby observaron. Ruthie se detuvo. Saltarín trató de retorcerse del agarre de Simon y
comerse el ratón regurgitado.

—Ustedes. Vayan con ella. —Tess señaló a los niños, luego a Ruthie—. Ustedes dos vayan a
mirar a los edificios de apartamentos.— Señaló a Pete y Eva, y luego se volvió hacia John—. Lleva a
Saltarín afuera. Y no le digas a Meg que se comió un ratón o no va a dejar que se quede con ella en la
Oficina de Enlace.

Todo el mundo se apresuró a obedecer, dejándolo frente a Tess sobre un charco de vómito.

—Encuentra algo que hacer, — le dijo.

Este no era el momento para recordarle que él era el líder. La rodeó y se dirigió a las escaleras.
Pero miró hacia atrás y vio a Tess observándolo. Ella no parecía feliz.

Por supuesto, él no iba a ser feliz tampoco si tenía que limpiar el vómito. Olía peor que los
niños Denby.


* * *


Dejando a Jake Crowgard posado sobre el mostrador de la Oficina del Enlace, Meg se lanzó a
Las Tres P, la tienda del Courtyard de papel, sellos, e impresión. Cuando abrió la puerta trasera de su
oficina unos minutos atrás, había visto las luces encenderse en la tienda, por lo que sabía que Lorne
se estaba preparando para su día de trabajo.

Sólo necesito un par de minutos para comprobar a Lorne y asegurarme de que está bien con
estar aquí hoy, Meg pensó mientras entraba en la tienda. Sólo unos pocos minutos...

Ella no había estado dentro de Las Tres P. Todo lo que necesitaba para hacer su trabajo en la
Oficina del Enlace se lo habían dado, desde los bolígrafos y lápices hasta el portapapeles y bloc de
papel que utilizaba. Ahora se quedó paralizada justo dentro de la puerta.

No hubo picor. No sentía los alfileres y agujas. No sentía una profecía. Pero mientras miraba a
la gran cantidad de artículos en exposición, supo que entrar en la tienda había sido un error.

Entonces Lorne salió de la habitación de atrás y la vio.
—¿Meg?

Empezó a correr hacia ella, pero se detuvo, y se preguntó qué vio en su rostro, que le hizo
parecer tan preocupado.

—¿Te pasa algo?—Preguntó.

No hay peligro aquí, ninguna amenaza, pensó Meg, sintiendo el pánico empezar a burbujear en
su interior.

—Voy a llamar a Simon. — Lorne volvió hacia el mostrador y el teléfono.

—¡No! — Su vehemencia sorprendió a ambos—. No,— dijo de nuevo, luchando por recuperar
el control—. No llames a Simon. Todavía no. Sólo necesito un minuto.

Ella no hablaba con Lorne de la forma en que hablaba con Merri y Ruth sobre las imágenes y
cómo ella y la otras Casandra de sangre habían sido entrenadas en el recinto. Si trataba de explicarse,
¿lo entendería?

Sólo había una forma de averiguarlo.

—He visto imágenes de tiendas de suministros de oficina, — dijo ella—. Si esto fuera una
lección, mostraría una imagen general de la parte interior de la tienda. Pero no habría imágenes de
una mercancía, una imagen para representar un determinado tipo de cosa.

—¿Entonces te mostraría el exterior de una agenda y tal vez una página interior que mostrara
una cita? — Preguntó Lorne.

Meg asintió.
—Sólo teníamos las imágenes que los Nombre Caminantes querían que nosotras tuviéramos, en
lugar de todo. — Ella hizo un gesto para indicar las estanterías de mercancía que llenaban las paredes
y las dos unidades a la altura del pecho que proporcionaban más espacio de exhibición.

No le quedaba más tiempo. No podía dejar a Jake por su cuenta durante mucho tiempo, sobre
todo cuando era su trabajo el recibir las entregas.

Lorne miró a su alrededor.
—Así que sin nadie que establezca límites, ¿tratarías de catalogar todo en la tienda como
imágenes diferentes?

—Sí. Cuando vivía en el recinto, podría haber absorbido toda una carpeta de imágenes en el
transcurso de un día. Pero hay tantas cosas que ver en el Courtyard, que hacerlo ahora sería
abrumador. — Sobrecarga de información. Supresión, porque su mente se había cerrado durante
unos minutos. Se había cerrado a las imágenes.

Su reacción a estar dentro de Las Tres P era otra confirmación de que las Casandra de sangre
podrían absorber solamente algo, antes de que se cerraran o buscaran una manera de aliviar la
presión dentro de ellas.

—¿Por qué viniste?—Preguntó Lorne.

Después de ir a Chucherías y brillantes, pensó que podía manejar entrar en Las Tres P, pero no
podía ir más allá de la puerta. Hoy no.

—Escribí una carta a mi amiga Jean. Ella vive en la Isla Grande ahora. Pero es en papel y lleva
un sobre y sello.

¿Había dicho algo que valiera la pena en esa carta? El acto de escribir que la había absorbido
tanto que no podía recordar lo que había dicho. Ni siquiera sabía si había dicho algo que alguien más
pudiera entender, ¿o había divagado, atrapada por la fascinación de ver el bolígrafo formar letras?

No era lo mismo que escribir la información sobre las entregas. Eso era sencillo. Y no era lo
mismo que actualizar las listas de los libros que había leído o la música que le gustaba, o incluso el
escribir algunos pensamientos acerca de su día. Ninguna de esas cosas le creaba esa compulsión de
continuar, por el simple hecho de continuar.

De repente Meg entendió por qué la Crowgard le había cortado el pelo tan corto. Al igual que
Meg escribiendo una carta, había quedado atrapada por una nueva experiencia y no quería
terminarla.

—¿Quieres algo de papelería? — Preguntó Lorne—. Tengo un poco de surtido.

¿Cuánto tiempo gastaría llenando pagina tras pagina?

—Mucho. Meg alcanzó la puerta detrás de ella. Tenía que volver a la oficina, a lo familiar.

—Espera ahí. — Lorne corrió hacia un estante cerca del mostrador. Rápidamente seleccionó un
puñado de artículos, y luego regresó, extendiéndoselos a ella—. Postales. Una foto en el frente. —Dio
la vuelta a una—. Y en la parte blanca al otro lado. Pones un sello en esta esquina, y la dirección de la
persona aquí. — Señaló a los dos lugares—. La otra mitad es donde se escribe un mensaje. El espacio
es limitado.

Espacio limitado. Las palabras debería haber conjurado una imagen de algo que debería odiar.
En cambio, sintió alivio.

Meg tomó las postales.
—Te debo dinero.

—Solo manda las cartas hoy. — Lorne abrió la puerta para ella, un gesto que entendía
significaba que tenía que irse—. Nos arreglaremos más tarde. Además, suena como que tienes una
entrega, — añadió, cuando ambos escucharon el sonido de la puerta corredera lateral de una
camioneta abrirse, luego cerrarse un momento después.

Meg se apresuró a volver a la oficina y llegó a la puerta de entrada privada a tiempo para ver a
Jake coger un bolígrafo con su pico y ofrecer al repartidor. El hombre asintió a Meg, tomó la pluma
de Jake, e hizo una anotación en el documento adjunto a su portapapeles.

Un repartidor dejando paquetes. Familiar. Jake jugando al juego del bolígrafo. Familiar.

Miró a las tarjetas postales en sus manos, fascinada por las fotografías de Saltos de Talulah.
Todo lo que el agua vertía sobre el borde del mundo, creaba niebla y un arco iris.

Algo nuevo. Una experiencia limitada.

Meg se lanzó a la mesa en la sala de clasificación y coloco las cinco tarjetas postales, con la
imagen hacia arriba. Tres de ellas eran de Saltos de Talulah. Una de ellas era un ciervo medio
envuelto por una niebla que se levantaba desde el suelo. Y la última... Rocas rojas grandes
levantándose de la tierra, sus cimas planas.

Mesetas.

Una efervescencia de emoción la invadió. Meseta. Lugar de descanso. Lugar estable donde las
cosas podrían permanecer igual durante un tiempo, dando a la mente la oportunidad de ponerse al
día.

¿Era por eso que, después de hacer tanto y absorber tanto, estaba en apuros ahora? Viviendo en
el Courtyard, absorbía más imágenes e información en un día de lo que hubiera visto en una semana
en el recinto. E incluso en el recinto, aunque nadie le habría dicho a las chicas por qué se hacía de esa
manera, habría una semana de nuevas imágenes, y luego la siguiente para mirar las cosas que habían
visto antes.

Meseta. Lugar de descanso. Un poco lo había hecho por instinto, tomaba una revista que había
examinado antes, en lugar de ver la nueva edición. Pero no había prestado la suficiente atención,
porque no había considerado lo importante que era parar antes de llegar a la sobrecarga. A partir de
ahora, se daría a sí misma, más lugares de descanso.

Y si necesitaba esos lugares de descanso, también las otras chicas, especialmente las niñas que
no habían elegido vivir en el mundo exterior.

Meg cogió el teléfono en la sala de clasificación y llamó Merri Lee.
—¿Merri? Me di cuenta de otra cosa que tenemos que poner en la Guía.




Capítulo 12



Firesday 11 Maius

Steve Barquero condujo a la granja Gardner. La gente de Vida Simple no tenía teléfonos en sus
casas, y seguro que no poseían cámaras digitales. O cualquier tipo de cámara, para el caso.

¿Funcionaría un dibujo como una referencia para una profeta de la sangre? Algo que tenía que
preguntar.

Después de hablar con Simon Wolfgard ayer, había llevado su cámara personal a B y B donde
las cinco jóvenes Casandra de sangre se alojaban, y tomó fotografías de cada uno de los dormitorios,
después de que él y varios otros hombres ayudaran a Margaret y Lara, propietarias de B y B, a vaciar
las habitaciones de todo lo que no se considerara esencial o parte de la habitación en sí. Incluso tomó
fotos de habitaciones que las niñas normalmente no veían, al igual que el cuarto de lavado. Luego
tomó fotos del exterior del edificio y el estacionamiento de tierra, de la hierba, jardines, cualquier
cosa que se le ocurrió. Mientras lo hacía, Roger Czerneda, armado con nueva cámara digital -para
escenas del crimen- de la aldea, tomó fotografías de las tiendas del pueblo y edificios públicos,
incluyendo el centro médico, por dentro y por fuera.

Nadie en Desembarco del Ferry entendía por qué el mirar imágenes en lugar de la cosa real,
podía hacer una gran diferencia en las niñas, pero lo hizo. Y entender que ningún cambio era un
pequeño cambio para estas niñas, ayudo a los adultos a enfrentar la asistencia de las chicas.

—Ver la vida de forma indirecta, para que no interfiera con alguna maldita profecía, —
murmuró. Por supuesto, cualquier persona que no hubiera visto a Meg Corbyn no sólo funcionando,
sino prosperando en el tsunami de información sensorial que venía de la mano con ser el Enlace
Humano para el Courtyard de Lakeside, comprensiblemente podría concluir que estas chicas
necesitaban un entorno restringido, casi estéril para mantenerse cuerdas.

Pero ellas no necesitaban entornos estériles. Sólo necesitaban ayuda para adaptarse a un mundo
lleno de sensaciones. Y necesitaban esa ayuda porque habían sido entrenadas para ver el mundo como
imágenes.

Dioses, esperaba que fuera cierto.

El B & B era una solución provisional de vivienda para las Casandra de sangre. Él tenía gente
trabajando tan fuerte y rápido, como les era posible, para diseñar y construir un hogar para estas
chicas, que les diera la oportunidad de prosperar.

Y la urgencia no sólo era para salvar a las 5 chicas que estaban ahí. Las chicas que eran
Casandra de sangre, originalmente venían de su propio pueblo, los Intuye; personas que tenían un
sentido muy agudo del mundo que los rodeaba, que sabían cuando algo en torno a ellos podría
resultar bueno o malo. Algunos podían detectar un cambio en el tiempo antes de que hubiera alguna
indicación discernible. Otros Intuye tenían un sentido para los animales, sabían cuándo comprar un
animal subestimado por todos los demás y cuándo dejar pasar el negocio. Discriminados y
perseguidos por los humanos que no querían tratar con personas que tuvieran un detector interno tan
agudo, los Intuye tuvieron que huir al país salvaje y hacer sus propios negocios con los Otros.

Ahora algunos Intuye trabajaban como consultores para los Terráneos, escuchaban cuando los
humanos venían con una propuesta para adquirir más tierras, más minerales, más agua, más de lo que
quisieran ese día. Algunas propuestas eran honestas y sensatas, y podían beneficiar - al menos- a
algunos de los Terráneos, así como a los humanos. Pero otras propuestas ofrecían nada que el
Terráneo pudiera querer.

Incluso con ese detector interno agudo, su pueblo había cometido algunos errores lamentables
en sus negocios con otras clases de humanos. Generaciones atrás, habían entregado las hijas que
veían visiones y profecías, cuando su piel se cortaba de cualquier forma, las chicas que enloquecían
por las cosas que veían y se cortaban buscando la euforia que nublaba sus mentes y les hacía sentir
bien.

Después de haber descubierto lo que habían hecho con las chicas durante todos los años desde
entonces, los asentamientos Intuye a lo largo de Thaisia estaban ofreciendo dar acogida a las
Casandra de sangre y cuidar de ellas lo mejor que pudieran.

Tenían que aprender, porque el don, o maldición, de la profecía estaba empezando a aparecer
en las familias Intuye. El año pasado, la familia Carguero, en la Isla Grande habían perdido a una
adolescente que había comenzado a cortarse y se tiró en el río Talulah para escapar de las visiones
que nadie había entendido, hasta que fue demasiado tarde.

El día de ayer había escrito las cosas que Simon le había dicho, y las envió por correo
electrónico a la red de asentamientos Intuye en la región Nordeste. Algunos de ellos debieron haber
reenviado la información a asentamientos en otras partes de Thaisia. Para cuando había regresado
para descargar las fotos e imprimir las copias para Margaret y Lara para usar como referencia, había
recibido tantos mensajes de correo electrónico y llamadas pidiendo más información y ayuda, que él
no sabía qué hacer. Había llamado a su madre, Raquel, y Penny Carguero, su amiga la esposa de
Jerry, para ayudar a responder a los correos electrónicos y devolver las llamadas telefónicas. Como
el alcalde de Desembarco del Ferry, solicitó una reunión con Simon Wolfgard, y no se sorprendió al
enterarse de que Wolfgard no regresaba las llamadas.

Pero todas estas cosas, eran la razón por la que iba a la granja de los Gardner, un día después,
para hablar con ellos y con la otra Casandra de sangre que había sido sacada del recinto del Medio
Oeste dirigido por el Controlador: Jean, la profeta de la sangre que había ayudado a Meg Corbyn a
escapar.

Aparcando cerca de la casa, Steve tomó la cámara digital, y salió justo cuando Lorna Gardner
dio la vuelta al lado de la casa, seguida de sus dos hijos. No esperaba ver a James. Cada familia tenía
su propia asignación de tierras, pero los agricultores de Vida Simple trabajaban juntos para la
siembra y la cosecha, estaban en la temporada de crecimiento.

Lorna lo llevó a la casa de invitados, una versión más pequeña de la casa principal.

—¿Jean? — Lorna llamó, abriendo la puerta lo suficiente como para ser escuchada—. Steve
Barquero quiere hablar contigo. ¿Puedes hacer eso?

Ella dio un paso atrás y bajó la voz.
—Si tienes respuestas...

—Tengo algunas, —Steve respondió—. Pero va a significar que permitan una cierta tecnología
en su hogar. No es equipo que tengan que usar, pero tendrán los resultados.

Después de un momento de reflexión, Lorna asintió.
—Si va a ayudarla.

—Entra, — dijo Jean.

—Pasa por la casa cuando hayas terminado, — dijo Lorna, haciéndose a un lado.

Steve entró en la casa, se detuvo en la puerta, mientras sus ojos se acostumbraron a la
habitación oscura. Todas las cortinas estaban cerradas. Todas las ventanas estaban cerradas. Sin luz.
Sin aire fresco.

—Cierra la puerta, — Jean espetó.

Cerró la puerta y se apoyó en ella.

—¿Cómo estás? —Preguntó.

—Yo quería esto, — dijo—. Desde el día me llevaron a ese recinto y dieron una designación,
quería vivir afuera; Yo quería ser una persona de nuevo en lugar de una propiedad. Pero no me di
cuenta que sería tan duro. —Ella vaciló—. ¿Cómo está Meg?

—Meg está bien. Ella y sus amigos en el Courtyard de Lakeside, han encontrado algunas
respuestas que, con suerte, harán las cosas más fáciles para todas las profetas de la sangre que han
dejado los recintos.

—Ella me envió una carta. No la he abierto todavía.

—¿Por qué no?

—Sólo el recibir una carta es una cosa nueva, demasiado para un día.

—Tal vez deberías leerla pronto.

Las cortinas no bloqueaban toda la luz. Ahora que sus ojos se habían acostumbrado, podía verla
sentada en una mesa de madera sencilla, girando la navaja de plata una y otra vez en sus manos.

Su corazón dio un golpe duro, entonces pareció congelarse en el pecho durante un buen rato
antes de que empezara a latir de nuevo.

—Lo que me gustaría hacer es abrir las cortinas y recibir suficiente luz aquí para tomar
imágenes de las habitaciones, — dijo—. Entonces voy a tomar fotos de la casa de los Gardner y el
granero y otros edificios. Voy a tomar fotos de los animales.

—¿Así me puedo quedar aquí y ver el exterior a través de imágenes?

Oyó una amarga resignación en su cansada voz.

—Es una referencia para cuando salgas y veas la realidad, no sea tan chocante. Meg y las
mujeres que trabajan con ella para crear una guía para las profetas de la sangre, sugirieron esto. Lo
hicimos con las chicas que se alojan en B y B, y les ayudó. Hoy estoy aquí para hacer lo mismo para
ti, si me lo permites.

—Meg, la Pathfinder, — dijo Jean suavemente—. Meg, la Trailblazer. Muy bien, Steve
Barquero. Muéstrame la primera marca del camino. — Ella le dio una sonrisa extraña—. No sé lo que
tal cosa es o lo que hace, pero fue una de las imágenes de entrenamiento.

—¿Nunca las viste en su contexto?

Su sonrisa se le heló.
—Eso habría proporcionado demasiada información.

En el recinto, había sido maltratada y abusada en casi todos los sentidos que una persona podría
abusar de otra. Había oído hablar, en confianza con uno de los médicos de la isla, que tenía cicatrices
cruzadas en varias partes de su cuerpo y, en algunos lugares, marcas en el tejido cicatricial.

¿Estaba cuerda? Nadie quería hacer un diagnóstico de una manera u otra. Mientras no fuera una
amenaza para los Gardner, los médicos y los Terráneos estaban dispuestos a dejar que se quedara en
la casa de invitados.

Steve alzó la cámara.
—Inicio de una nueva vida, Jean, y una manera de vivir afuera de nuevo. ¿Lista para intentarlo?

Ella se apartó de la mesa.
—Estoy lista. — Hizo una pausa—. Y mientras tomas las fotos por ahí, voy a escribir una breve
nota a Meg.


Capítulo 13



Firesday 11 de Maius

—Los dos edificios de apartamentos están en muy buen estado, — dijo Pete Denby, sentado en
una de las mesas en Un Pequeño Bocado—. Eva dice que todos los apartamentos necesitan una nueva
capa de pintura y papel tapiz, ese tipo de cosas.

—Nada que los nuevos inquilinos no puedan hacer por su cuenta, — dijo Eva—. Es posible que
desee contratar a un profesional que revise los edificios, pero no vimos ningún problema estructural.

—¿Entonces por qué vende los edificios? — Preguntó Simon. Elliot, Tess, Henry, y Vlad se
habían unido en la cafetería para escuchar el informe de los Denby. Desde que era un miembro de la
Asociación Empresarial, le había dicho a Jenni Crowgard acerca de esta reunión, pero no había
expresado ningún interés en unirse a ellos. Eso le turbó un poco, pero oír hablar de algo, no era lo
mismo que tener la oportunidad de hurgar en un lugar nuevo, por lo que tal vez todo este bla, bla, no
era de interés para los Cuervos.

—Por falta de inquilinos, — dijo Pete—. El actual propietario de los edificios está atrasado en
los pagos de la hipoteca porque no está recibiendo la renta de alquiler que necesita. Cada edificio
cuenta con cuatro apartamentos de dos dormitorios. Sólo la mitad de esas unidades están ocupadas
ahora, y todos los inquilinos estarán fuera para fin de mes, y no hay nuevos aspirantes a ocupar los
apartamentos.

—El propietario y el representante de bienes raíces no lo expresaron abiertamente, —dijo Eva
—. Hablaban de potencial y una reestructura, nuevos caseros, nuevos inquilinos. Pusieron mucho
cuidado de no decir el por qué los inquilinos no se quedan. Como dijimos, Pete y yo no vimos ningún
signo de infestación de insectos o daños por agua o cualquier otra razón estructural por lo que la
gente no quiera vivir en esos apartamentos.

—El alcalde Rogers me dijo el otro día que había una escasez de viviendas en Lakeside, — dijo
Elliot—. Si eso es cierto, ¿por qué guaridas aceptables siguen vacías?

Pete parecía incómodo.
—Ubicación.

—¿Significa que los humanos de repente se oponen a vivir tan cerca del Courtyard?— Vlad
preguntó con escalofriante cortesía.

—El representante de bienes raíces no dijo eso, — dijo Eva. Ella miró a Pete—. Pero los dos
tenemos la impresión de que es la razón de que los apartamentos no se han ocupado cuando los
inquilinos anteriores se mudaron al final del último año, y el por qué los inquilinos existentes se van.

Pete sacó un trozo de papel del bolsillo interior de la chaqueta.
—Este es el precio que pide para cada edificio. Hemos preguntado acerca de los impuestos de
propiedad y el coste medio de los servicios públicos. Creo que son números optimistas.

—Más bien como un número en base a que tiene dos apartamentos en uso en cada edificio, y
ninguno de los inquilinos tienen hijos, — dijo Eva—. Duplicaría las cifras de utilidades para cada
edificio, como mínimo.

—Cuando me preguntó, le dije al dueño que yo era el abogado que representaba a una
asociación empresarial que estaba buscando edificios para una inversión y rentas de propiedad, —
dijo Pete—. Una pregunta que no podía responder era cómo pretende mi cliente a pagar por la
propiedad.

Simon frunció el ceño.
—Dándoles dinero. Ellos nos dan los papeles que diga que somos los dueños de los edificios.
¿Cómo si no íbamos a pagar por ellos? — ¿Acaso Pete pensaba que simplemente iban a tomar lo que
no era suyo? Los Otros en el Courtyard no eran así de humanos, no importaba lo bien que podrían
asumir la forma.

Por otra parte, incluso los animales luchaban entre sí para mantener, o adquirir más territorio.

—Ellos se estaban preguntando cómo se va a financiar la compra, — dijo Pete—. ¿Los
Terráneos pueden obtener una hipoteca de un banco?

—¿Por qué querríamos esta hipoteca cuando tenemos el dinero? — Preguntó Henry.

—¿Efectivo? ¿Están pensando en pagar en efectivo ambos edificios? — Pete parpadeó—.
¿Entienden el precio de venta?

Simon estudió a Pete y decidió que el hombre no estaba tratando de insultar su educación.

—La ciudad de Lakeside y todas las granjas que la abastecen, están en un terreno que es
arrendado por los Terráneos a través del Courtyard de Lakeside. Una cuarta parte de la renta se paga
cada temporada. No necesitamos esta cosa de la hipoteca. Tenemos dinero.

Eva lo miró fijamente.

Pete le dio una extraña sonrisa.
—La tierra de un pueblo pequeño, como en el que Eva y yo vivíamos antes de venir aquí, es
arrendada en su conjunto. Los límites se establecieron antes de que la población creciera, y el
contrato de arrendamiento en toda aquella tierra expira al mismo tiempo. Pero una ciudad como
Lakeside, habría crecido por parcelas. Ya sea que quiera llamarlo, optimismo determinado o deseo de
no llamar la atención sobre una verdad básica, no creo que el gobierno alguna vez hubiera negociado
con los Terráneos para unificar esos arrendamientos. Lo que significa que los contratos de
arrendamiento de tierras para diferentes partes de Lakeside caducan en diferentes momentos.

—Sí, así es, — Simon le dio la razón.

Eva miró a Pete, y luego a Simon.
—Entonces, ¿qué pasaría si no se renueva el contrato de arrendamiento?

—Los humanos tendrían que trasladarse fuera de la tierra recuperada, — respondió Simon—.
Como los humanos que tuvieron que abandonar el pueblo de Jerzy cuando fue reclamado por los
Terráneos que cuidan de la Región de la Costa Oeste.

—Entonces todo lo que tiene que hacer es esperar a que el contrato de arrendamiento expire en
los lotes cruzando la calle. Una vez recuperada la tierra, nadie podría vivir en esos edificios sin su
permiso, — dijo Pete.

—Lo que dice es cierto, — Henry apuntó—. Sin embargo, el arrendamiento de tierras que
incluye dichos lotes, no caducará en unos cuantos años, y Ruthie y Kowalski necesitan un lugar para
vivir ahora. Dado que los edificios están a la venta, hemos decidido hacer esto de la manera humana y
comprarlos.

—En ese caso, debe saber que la mujer que vive en el dúplex entre los otros dos edificios
preguntó si mi cliente estaría interesado en comprar su casa también, — dijo Pete—. Eva le echó un
vistazo rápido mientras me quedé con el propietario del apartamento ocupado.

—Es una casa de madera para dos familias, un piso para cada una, — dijo Eva—. El piso
superior estuvo ocupado por el hijo de la mujer y su familia, pero el hijo tomó recientemente un
trabajo en un lugar llamado Hubbney. ¿Es realmente un nombre de ciudad? De todos modos, los
pisos tienen tres dormitorios, sala de estar, comedor, cocina y baño. Hay estacionamiento en la calle
detrás de cada uno de los edificios, así como aparcamiento en la Avenida Crowfield. No hay mucho
terreno para jardines y demás.

—Eso no sería un problema, — dijo Simon.

—Los inquilinos pueden aprecian la posibilidad de plantar algunas verduras. Cualquiera que
trate de alimentar a una familia tendrá que plantar un poco de comida con el fin de pagar por cosas
como el pan, que duplicó su precio desde la semana pasada y se está convirtiendo en un artículo de
lujo.

¿El pan era un artículo de lujo? Eso no sonaba bien. Por otra parte, comía el pan sólo cuando
era parte de una comida servida en La Carne no es Verde, o cuando tomaba un sándwich en Un
Pequeño Bocado.

Simon miró a Tess, pero ella estaba estudiando a Eva.

«¿El pan de un artículo de lujo?», Preguntó a Tess.

«Pensé que era un alimento básico, el tipo de cosas que todos los humanos comían,», respondió
ella. «Si algo ha sucedido en las granjas humanas para cambiar eso...»

«Si te enteras de algo, házmelo saber.» Prefería comer ciervos frescos que pan fresco, pero
Meg debía tener pan siempre que ella quisiera.

Eva sacó un pedazo de papel de su bolso y se lo entregó a Simon.
—De todos modos, eso es lo que a la señora Tremaine le gustaría por su casa, pero quiere
reubicarse pronto para estar con su hijo, por lo que va a aceptar cualquier oferta razonable.

Simon se acercó a la ventana y estudió los edificios al otro lado de la calle.
«Si compramos los tres, nos gustaría poseer todos los edificios en ese bloque, excepto el
edificio comercial que da a la calle principal,» dijo a los otros Terráneos.

«Eso es un montón de humanos,» dijo Henry.

«Tal vez.» Se volvió.
—Usted. Hombre de la casa Eva. ¿Podría vivir en esa casa?

—¿En el dúplex? Claro,— dijo Eva—. Necesita un poco de trabajo, pero nada que no pudiera
hacer. Por supuesto... —Ella miró a Pete—. Dudo que podamos darnos el lujo de alquilar un lugar de
ese tamaño. No ahora.

—No pagaría el alquiler. Sería la gerente, quien se hace cargo de los edificios por nosotros.

Pete y Eva parecían como si un poni les hubiera dado una patada en la cabeza. Deseó que no se
vieran de esa manera. Se sentiría mejor sobre el plan que estaba tomando forma, si estaba seguro de
que sus cerebros se seguían funcionando.

—¿Me está ofreciendo un trabajo como administradora de su propiedad?— Finalmente dijo
Eva.

—Sí. Y Pete podría ser nuestro abogado cuando tengamos que tratar los asuntos humanos.

«¡Simon!» Eso vino de Tess, Elliot, y Vlad. Pero no, notó, de Henry.

—Vamos a comprar los edificios, y nos encargaremos de ellos, — dijo.

—¿Qué pasa con los inquilinos? — Preguntó Pete—. ¿Va a anunciar que tiene apartamentos en
alquiler?

Él sabía por la mirada en sus ojos que ya no pasaba por humano.

—No, — dijo—. Vamos a elegir quien vive en nuestra tierra.

Pete dejó escapar un suspiro.
—En ese caso, vamos a hablar de qué tipo de oferta desea realizar para cada edificio.

Henry miró a Simon y asintió. Después de un momento, también lo hizo Tess y Vlad. Elliot no
era parte de la Asociación Empresarial, pero tenía que lidiar con el gobierno de Lakeside. Cuando el
Lobo asintió, Simon se centró en Pete y Eva.

—Sí, vamos a hablar.


* * *


Después de acordar lo que Pete y Eva tenían que hacer a continuación, para adquirir los
edificios, Simon los acompañó a la Plaza Comercial, donde recogieron a sus hijos y luego se
marcharon. Cuando regresó a ABL, no le sorprendió que Vlad, Tess, y Henry lo siguieran hasta la
oficina, pero no había esperado que Blair Wolfgard se deslizara detrás de ellos.

—Me puedes hablar de esto más tarde, — dijo Blair—. Sólo quería avisarte que Nathan está en
camino a casa y quiere que los recoja en la estación de tren esta tarde.

—¿Los recoja? — Dijo Simon. Los oídos humanos simplemente no apuntalaban adecuadamente
para mostrar interés—. ¿Nathan encontró una pareja?

Blair dudó.
—No sonaba como si lo hubiera hecho. Pero está trayendo a alguien con él. —El ejecutor
principal del Courtyard salió de la oficina, cerrando la puerta detrás de él.

—¿Es prudente enredarse tanto con los humanos? — Preguntó Henry.

—Nuestros antepasados Terráneos permitieron a algunos humanos establecerse en Thaisia.
¿Eran sabios? — Simon contrarrestó—. Tal vez no. Pero hicieron esa elección, y tenemos que
encontrar una manera de vivir con los humanos que están aquí ahora.

—Tienen que encontrar una manera de vivir con nosotros, — dijo Tess—. Mientras que algunas
partes del mundo pertenecen a los humanos, Thaisia fue, es, y siempre pertenecerá a los Terráneos.

—Estoy de acuerdo, — dijo Henry—. Y son los humanos que están tratando de vivir con
nosotros los que son objeto de debate.

—Entonces, ¿qué elección estamos haciendo por Lakeside? — Preguntó Vlad.

—Balance, — dijo Simon—. Saltos de Talulah ha sido recuperada, y los Terráneos ahora tienen
el control de esa ciudad. Permitieron que los turistas sobrevivieran la reclamación de irse. También
permitieron a los estudiantes que asistían a la universidad salir. Pero están reteniendo a los adultos
que viven en Saltos de Talulah, responsabilizándolos de la explosión que mató a varios Cuervos y
por el humano loco que mató a uno de los Sanguinati. Esas personas están trabajando y viviendo en el
miedo.

—Se podría decir que la mayoría de los humanos en Thaisia están viviendo en el miedo,
excepto los que viven en las ciudades más grandes y están voluntariamente ciegos a la verdad de lo
que significa la vida humana para el Terráneo, — dijo Vlad.

—Esto es diferente. Nunca ha habido tanta ira hacia los humanos, para mantener a algunos
cautivos. — Vio a los pequeños movimientos inquietos, que todos ellos hicieron. Los Terráneos
mataban humanos como carne o como enemigos o como depredadores rivales. Destruían las
ciudades cuando los humanos se convertían en demasiada amenaza. Pero nunca habían mantenido
humanos cautivos dentro de una ciudad, antes de los problemas en Saltos de Talulah.

Simon se frotó la parte posterior de su cuello, tratando de aliviar los músculos tensos. ¿Cuánto
de lo humano era demasiado humano? Siempre había un riesgo de absorber demasiado de una forma.
¿Eso fue lo que pasó con los Otros que aceptaron la tarea de controlar Saltos de Talulah? ¿Habían
absorbido demasiado el comportamiento humano?

Están comportándose con aquellos humanos de la misma forma en que el Controlador se
comportó con Meg y las otras profetas de la sangre.

Sacudió la cabeza, como si eso sacudiera ese pensamiento antes de que tuviera la oportunidad
de encontrar una madriguera.

—Los Lobos, Cuervos, y todos los otros nativos de la tierra que viven en los Courtyard son el
parachoques entre los humanos y el resto de los Terráneos. Los humanos que están siendo tildados de
amantes de lobo, son un parachoques entre nosotros y el resto de los humanos.

—No hay muchos de ellos, así que no es un parachoques muy grande, — dijo Tess.

—Pero aquellos que están tratando de trabajar con nosotros están siendo expulsados de sus
guaridas,— dijo Simon—. Si no los ayudamos, alguien más va a ofrecerles lo que necesitan para
ellos y los chicos que van a tener. Alguien más va a ofrecer comida y refugio y dar a esos humanos
una razón para sentir lealtad.

—¿Y la Comunidad River Road?— Preguntó Henry.

—No quiero alquilar ninguna de esa tierra a los humanos de nuevo, pero tener a algunos
humanos viviendo allí junto con los Terráneos, daría a esos humanos una razón para proteger esa
tierra también.— Hizo una pausa, y luego añadió—: Y voy a aumentar el sueldo de todos los
humanos que aún trabajan para nosotros. Todos ellos están haciendo más ahora, y diferentes tipos de
trabajo. Deben obtener más dinero.

—Estás tomando un montón de decisiones por tu cuenta, — dijo Vlad—. Y estás haciendo un
montón de cambios muy rápido. Tal vez demasiado rápido.

—Soy el líder, — Simon gruñó. Pero Vlad tenía un punto. Una vez que hubieran asegurado la
tierra de River Road y las guaridas humanas frente al Courtyard, todo el mundo necesitaría tiempo
para adaptarse a los cambios. Él incluido.

Un momento de silencio antes de que Vlad dijera:
—Sí, tú eres el líder. — El Sanguinati miró al Oso Pardo.

—Las inundaciones pueden atraparte, — dijo Henry, con una mirada atribulada—. A veces hay
una tormenta en la distancia, y se ve demasiado lejos como para preocuparse, hasta que el agua llega
furiosa a tu propio territorio, arrasando lo que uno pensaba que era seguro.

Simon asintió.
—Una tormenta en la distancia, pero estamos empezando a sentirla aquí. Las cosas entre los
humanos y los Otros han cambiado en los últimos meses. El Controlador que hacía las drogas de la
sangre de las Casandra de sangre. Las peleas entre los humanos y Otros que fueron causadas por esas
drogas, fueron el inicio de las inundaciones. Ahora los humanos están hablando de tener derecho a la
tierra, al agua, a la madera, a lo que quieran. Y ahí está ese grupo autodenominado Movimiento
Humanos Primeros y Últimos, incitando a los humanos a hacer las cosas que harán a los Terráneos
volverse contra ellos. Y el pan se está convirtiendo en un lujo. ¿Por qué?

—Tal vez eso es algo que debes preguntarle a Meg la próxima vez que se haga un corte
controlado, — dijo Tess.

Simon y Vlad le gruñeron.

Su cabello de inmediato se puso rojo con hebras negras y comenzó a ondularse.
—Ten cuidado, vampiro, — advirtió, mirando a Vlad.

—Sí, el próximo corte debe ser un corte controlado, — dijo Henry. A pesar de que habló en voz
baja, su voz retumbó ahogando los gruñidos—. Fue diferente a los que nuestra Meg se hace cuando
está molesta. No fuerza su cuerpo como los otros cortes.

—¿Cómo lo sabes? — Preguntó Vlad.

Henry sonrió.
—El tiempo se ha calentado lo suficiente para que ella abriera la ventana de la sala de
clasificación cuando comenzó su trabajo. Podía escuchar su canto. — Pensó por un momento—.
Bueno, fue un sonido feliz de todos modos.

—Bien, —dijo Tess, las hebras negras desaparecieron de su pelo—. Los humanos no son el
enemigo nunca más.

—Ah, la mayoría de ellos todavía son enemigos y carne, — dijo Simon—. Pero creo que este
plan nos ayudará a identificar a los pocos que no lo son.

Capítulo 14



Firesday 11 de Maius

Por segunda vez en dos días, Monty se unió al Capitán Burke y a Pete Denby para una reunión a
puerta cerrada.

—No tiene precedentes, — dijo Burke después de que Pete les hablara de los apartamentos y la
posterior oferta de trabajo de Simon Wolfgard—. Por supuesto, Wolfgard ha sido un líder
progresista desde que se hizo cargo del Courtyard de Lakeside.

—¿Tuvo la sensación de que quieren ampliar el Courtyard? — Preguntó Monty.

Pete negó con la cabeza.
—No, pero creo que está centrado en la supervivencia de los residentes del Courtyard. Eso hace
que me pregunte que sabe él que nosotros no.

Burke abrió las manos en un gesto de "¿Quién sabe?"
—Ellos tienen una profeta de la sangre. Y aunque Wolfgard ha compartido la información que
ha recibido de Meg Corbyn, no voy a asumir que lo comparte todo. Por otro lado, no hay otra fuerza
de policía en todo el continente, que interactúe con los Terráneos de la forma en que lo hacemos, y el
Teniente Montgomery y su equipo son en gran parte responsables de ello. Así que cualquier cosa que
el resto de nosotros pueda hacer para mantener esa comunicación abierta, es una avenida que me
gustaría explorar.

—Tengo que admitir que tengo una especie de curiosidad también, — dijo Pete—. Igual Eva.

—¿Estás preocupado por los niños? — Preguntó Burke.

—Algo. Pero estoy más preocupado por lo que otros humanos puedan hacer , que por los
Terráneos, — dijo Pete—. ¿Alguien más a observado cómo las noticias de ayer -sobre la policía y
Otros cooperando para localizar y ayudar a esas chicas abandonadas- han sido sustituidas por los
informes acerca de la situación desesperada en Saltos de Talulah y cómo cada gobierno regional está
revisando las libretas de racionamiento para determinar qué alimentos se añade en previsión de
escasez? Dado que dudo que haya muchos de los Otros prestando atención a los informes de noticias
humanas, parece que alguien no quiere que veamos alguna prueba de que podemos llevarnos bien. Y
eso me asusta. Los humanos no poseen tanto como un acre de tierra en todo este continente. Podemos
construir o sembrar en la tierra que es arrendada; podemos extraer minerales y combustibles;
podemos extraer madera. La mayoría de los contratos de arrendamiento de tierras son por 20 o 25
años por pueblos y pequeñas ciudades. Ellos hacen las renovaciones tan discretamente, que dudo que
alguien del gobierno, funcionarios y abogados, si quiera piensen en ello. O no lo hacían hasta que los
Terráneos se negaron a renovar el contrato de arrendamiento de Jerzy, y todos los humanos se
vieron obligados a salir de ese pueblo. La mención ocasional de un contrato de arrendamiento de la
tierra de la ciudad durante una reunión del gobierno, se deja de lado tan rápido que ni siquiera estás
seguro de que escuchaste las palabras. La gente de mi vieja ciudad, se sorprendieron cuando se
dieron cuenta de que los Otros toman esos arrendamientos en serio, y están dispuestos a desalojar a
los inquilinos que ven como demasiado molestos para tolerar.

—Tal vez eso es en parte, lo que está detrás de las habladurías sobre la escasez, —dijo Monty
—. Tal vez algunos de los contratos de arrendamiento sobre extensiones de tierras de cultivo están
llegando a término, y los gobiernos no están seguros de que los contratos de arrendamiento se
renovarán en este momento.

Burke asintió.
—Esa es una posibilidad. El impuesto sobre el agua aquí, ayuda a todos a recordar quién es
dueño del agua que abastece a la ciudad. Pero Pete tiene razón sobre los olvidos de los contratos de
arrendamiento. Lakeside ha existido el tiempo suficiente como para que la mayoría de la gente no lea
la letra pequeña que dice que cuando compran una casa, están comprando el edificio y no la parcela
de tierra en la que se encuentra.

—Eva y yo pasamos el resto de la mañana hablando de ello, — dijo Pete—. Y, francamente,
hemos hablado de ver otro pueblo en el noreste o en algún lugar en la Región Sureste.

—¿Creen que esos lugares serían más seguros?— Preguntó Monty.

—No, no lo creemos. Es por eso que voy a aceptar el trabajo de ser el abogado de los Otros
para las preocupaciones humanas y Eva va a trabajar para ellos como una administradora de los
edificios.

—Movimiento inteligente, — dijo Burke—. Te voy a dar la ayuda que pueda.

Monty miró a Pete.
—Antes de que se vaya, me gustaría preguntar... ¿Si está trabajando para el Courtyard, podría...
puede... aceptar también otros clientes?

—¿Teniente? — Preguntó Burke, poniéndose de pie.

—Simon Wolfgard no dijo que no podía,— dijo Pete—. Y no creo que tengan suficiente trabajo
para que pueda ganarme la vida si no tomo otros clientes. ¿Por qué? ¿Necesita un abogado?

Monty asintió.
—Estoy preocupado por mi hija. Durante un tiempo, mi ex estuvo hablando de mudarse a algún
lugar del Bloque Romano para vivir con Nicholas Scratch y su familia.

—¿Scratch?— Pete miró a Monty, luego a Burke—. ¿El orador de HPU?

—El mismo, — dijo Burke sombríamente—. Scratch está todavía en Toland haciendo sus
discursos. Dioses encima y por debajo, no se puede ver un informe de noticias sin escuchar al
bastardo haciendo uno de sus discursos.

—Dado que Scratch está en Toland, es lógico pensar que Elayne esté allí también,— dijo Monty
—. Pero no he sido capaz de comunicarme con ella desde hace un par de días. — Trató de seleccionar
las palabras, pero ellas brotaron solas—. Ya es bastante malo que ella invitara a Scratch a irse a vivir
con ella tan poco después de conocerlo, pero Lizzy es tan hija mía como de ella, y no quiero que
Elayne se lleve a Lizzy por el Atlántik a vivir con un hombre que no es de confianza. ¡Dioses!
Nicholas Scratch es un alias. Ni siquiera podemos averiguar quién es y si realmente proviene de una
familia rica del Bloque Romano como él dice.

—¿Cree que dijo eso para sonar más creíble?— Preguntó Pete.

—No lo sabemos, — respondió Burke.

Monty sacó los papeles del bolsillo interior de su chaqueta y se los entregó a Pete.

—Estas son las copias del certificado de nacimiento de Lizzy y los documentos legales que
Elayne elaboro para la manutención de la niña.

—¿No hay otros acuerdos legales entre usted y Elayne? — Preguntó Pete.

—No nos casamos, si eso es lo que está preguntando.

Pete metió los papeles en su maletín.
—Está bien. Voy a ver qué opciones tiene para ganar algún tipo de custodia, o, al menos, evitar
que Elayne se lleve a Lizzy más allá de Thaisia.

—Gracias. — ¿Si ganaba algún tipo de custodia, su madre estaría dispuesta a trasladarse y
ayudarle a cuidar de Lizzy? Otra cosa en que pensar.

El móvil de Monty sonó.
—Montgomery al habla.

—Teniente. — Algo extraño en la voz de Simon Wolfgard—. Venga al Courtyard. Ahora.
Tenemos algo que le pertenece.



Padre:

El pago de la mercancía fue mal dirigido. Ubicación
conocida, pero la recuperación será difícil. Primer envío de
la mercancía será enviada de buena fe.

NS


Capítulo 15



Firesday 11 de Maius

—¿Por qué tengo que jugar con una humana? — Preguntó Sam otra vez cuando Meg abría la
puerta trasera de Un Pequeño Bocado.

Ella se apartó de la puerta y se inclinó, apoyando sus manos en sus muslos para que ella y Sam
estuvieran a la misma altura. Por la forma en que estaba creciendo, no tendría que hacerlo por mucho
más tiempo. O tal vez este estirón podría estabilizarse pronto. Ninguno de los Otros hablaba acerca
de cómo se veían los Terráneos antes de tomar una forma que los separaba en diferentes gard,
dándoles a cada grupo rasgos particulares, pero Meg tenía la impresión de que el crecimiento de
Sam, no estaba basado en cuán rápido o lento los lobos o humanos crecían hasta alcanzar la madurez;
estaba basado en cómo maduraba la misteriosa primera forma de los Terráneos.

—No vamos a jugar con ella, exactamente, — dijo Meg—. Sólo vamos a tomar un aperitivo y
hacerle compañía hasta que llegue el Teniente Montgomery.

—¿Porque él es su sire?

—Sí. — Ella le tocó el brazo, mantuvo el contacto por un momento—. Ella está sola, Sam, y es
demasiado joven para haber llegado tan lejos en un tren por su cuenta.

Simon no le había dicho mucho, pero le había dicho lo suficiente. Lizzy Montgomery podría no
haber llegado a Lakeside si Nathan no hubiera estado en ese tren y tomado el mismo vagón.

Sam miró al suelo entre sus pies antes de preguntar en voz baja:
—¿Le ha pasado algo a su mamá?

Simon dijo que había un poco de sangre seca en el oso de juguete de Lizzy, pensó Meg. Sam es
un cachorro de Lobo. Él está destinado a olerlo.

—No sabemos lo que pasó con la madre de Lizzy, — dijo—. Pero Simon y el Teniente
Montgomery lo averiguarán.

Ahora él extendió la mano, un toque del dedo en el brazo.
—¿Vas a tener que sangrar?

Él no sabía nada de la adicción de las Casandra de sangre al corte, pero sí sabía que se cortaba
con el fin de ver visiones.

—No. Lo que sea que hubiera pasado, ya pasó Yo... me corto... cuando es importante ver lo que
podría suceder. Como cuando esos hombres atacaron el Courtyard y lo supe antes de que llegaran, y
que tenías que quedarte con el Sr. Erebus porque estarías a salvo con él.

—Y supiste que esa caja de terrones de azúcar haría que los ponis se enfermaran.

—Sí.

Aparentemente satisfecho de que nada le pasaría a su manada, él miró su cabeza con
desconcertante interés.

—¿Puedo sentir tu piel? — Preguntó.

—No es piel; es el pelo.

—Ajá. ¿Puedo sentirlo?

Ya era bastante malo que ella misma se hubiera sorprendido con este nuevo corte de pelo, pero
además cada Lobo, Cuervo, Halcón, Búho, y Sanguinati que había visto ayer, la habían mirado
fijamente. Jester Coyotegard había trotado desde el Establo Poni, para conseguir una mirada, y luego
alegremente corrió de nuevo a informar a las chicas en el lago. Incluso los ponis, que eran los
carteros del Courtyard y corceles de los Elementales, habían estado más interesados en chupetear lo
que le quedaba de pelo, que en comer los trozos de zanahoria que tenía como regalo.

—¿Por qué? — Dijo—. Es el mismo que era antes.

—Uh-uuuh.

Meg resopló.
—Bien. Puedes sentirlo.

—Es suave y grueso, — dijo Sam, pasándole la mano por el pelo—. Se siente como de Lobo.

El suave, y deliberado, arrastre de un zapato en el suelo, sonó justo detrás de ella.

Meg se levantó de golpe y se dio la vuelta.

—Simon. — Ella intentó y falló en recordar una imagen de entrenamiento, que hiciera juego
con la expresión de su cara. ¿Desconcertado, molesto con un toque de sentimientos heridos?

—Espéranos dentro, cachorro, —dijo—. Y no cambies en frente de la pequeña humana.

Soltó un gran suspiro entrecortado. Luego, después de haber dejado claro su opinión sobre ser
puesto para entretener a una humana, Sam abrió la puerta y entró en Un Pequeño Bocado.

—Debería... — Meg señaló la puerta.

—¿Me gruñiste, porque quise sentir tu pelo, pero que ni siquiera murmuraste contra él?

Sin duda algunos sentimientos heridos.

—¡Es un cachorro! — Protestó.

—¿Y?

—Bueno... pero...

—Yo no te gruño cuando quieres acariciar mi piel, — dijo Simon.

—Pero... ¡eso es diferente!

—¿Cómo?

Meg abrió la boca para explicar exactamente cómo era diferente, y no se le ocurría nada que
decir. Era diferente, ¿no? Él nunca se oponía cuando pasaba los dedos por su piel. Él era un Lobo. Y
era esponjoso. Menos esponjoso ahora que se había quitado el abrigo de invierno, ¡pero seguía
siéndolo!

¿Había estado entrometiéndose en lo que un artículo de una revista llamaba; espacio personal,
sin darse cuenta? Nunca había objetado, pero nunca le había dado su permiso para acariciarlo.

Ella lo miró pacientemente, esperando una explicación y se dio cuenta que él no veía una
diferencia entre su curiosidad táctil y la de ella. Y ahora mismo no podía averiguar la diferencia
tampoco.

—Bien,— murmuró.

No era como el toque de Sam. La mano más grande de Simon se movió lentamente por la
cabeza, los dedos fuertes encontraron el lugar detrás de la oreja, donde los músculos estaban tensos.
Presionando. Moviéndose en círculos. Persuadiendo a los músculos a ceder y relajarse.

Se tambaleó. Ni siquiera se dio cuenta de que él se había movido hasta que su frente descansó
sobre su pecho.

—Ah, — ella respiró—. No me extraña que sólo te quedes tendido cuando estamos viendo una
película.

Su aliento le revolvió el pelo cuando dijo entre risas:
—Bueno, sí.

Demasiado pronto Simon bajó la mano y dio un paso atrás.
—Sam se impacienta y siente curiosidad ahora que ha conseguido un vistazo a la Lizzy. Vamos.
La Lizzy no le dirá a Nathan lo que le pasó a su madre, pero puede ser que te lo diga a ti.

Meg asintió y entró en Un Pequeño Bocado.

No sólo Lizzy, la Lizzy.

Ruth fue quien se dio cuenta de que los Terráneos tenía una jerarquía verbal que usaban cuando
hablaban de los humanos, una forma de indicar el grado de interacción con un individuo. Ruth había
sido la Ruthie cuando era una cliente en Aullidos, Buena Lectura, pero desde que había empezado a
trabajar en el Courtyard, era sólo Ruthie. Meg era Meg, la Meg, o nuestra Meg dependiendo de quién
estaba hablando con ella o sobre ella.

Y los humanos que a los Otros no les gustaban tenían "Ese" añadido a su nombre.

Simon entró detrás de ella y le dio un empujoncito, que la hizo darse cuenta de que había dejado
de moverse mientras meditaba sobre las distinciones de los nombres.

Mientras caminaba por el pasillo que conducía desde la puerta trasera a la parte delantera de la
tienda, se imaginó el área de clientes de Un Pequeño Bocado, con sus mesas y el mostrador donde
Tess trabajaba. Se imaginó a Sam sentado en una de las mesas. No había visto a Lizzy todavía, así que
ella recordó una imagen de formación de una chica joven. Ahora tenía una idea de qué esperar.

Entonces oyó una voz femenina joven diciendo:
—¡Perro malo! — Oyó el golpe de dos cosas conectándose, seguido de un grito. Y luego a
Saltarín retorciéndose por el pasillo y casi derribándola en su prisa por escapar.

—Tienes que lidiar con eso, — dijo Simon, dándole otro empujón. Se dio la vuelta y salió por
la puerta de atrás con Saltarín.

¿Lidiar con qué? ¿Con cuántas cosas lidiaba porque Simon asumía que podía? ¿Y de cuántas
cosas se había ocupado porque no quería que Simon supiera que no podía?

Algo para meditar otro día.

Sacudiendo la cabeza, Meg entró en la habitación del frente de la cafetería.

—Estoy haciendo sándwiches tostado de queso, — dijo Tess—. Tú eres el referente. Puedes
decirle a la señorita Lizzy que Oso Boo no va a tener su propio sándwich. Tendrá que conformarse
con un bocado del de ella.

Puesto que el pelo de Tess era verde y ondulado, Meg no discutió y no le pidió explicarse. Pero
se preguntó por qué nadie le había mencionado que un miembro de los Beargard estaba visitando el
Courtyard.

Sam, que había estado de pie cerca del mostrador, agarró la mano de Meg y le susurró en voz
alta:
—Ella golpeó a Saltarín. Con un oso.

El cachorro sonaba impresionado. Meg se sintió confundida.

Incapaz de recordar alguna imagen de formación que coincidiera con lo que Sam decía, ella
susurró:
—Vamos, vamos a presentarnos. — Aferrándose a su mano, se acercó a la mesa donde la niña
los miraba—. Soy Meg. Este es Sam. ¿Podemos sentarnos contigo?

La niña asintió.
—Soy Lizzy. Él es Oso Boo.

Mirando a Oso Boo, Meg comprendió por qué no iba a tener su propio sándwich. Sólo
esperaba que Lizzy comprendiera la diferencia entre Oso Boo y un oso real.

Tess se acercó y puso dos platos en la mesa. Ambos tenían un sándwich tostado de queso,
cortado a la mitad y un racimo de uvas rojas.
—Ya te traigo el tuyo, — le dijo a Meg. Luego miró a Lizzy y Sam.— Siéntense. Coman. Traten
de no causar ningún motín.

¿Se supone que eso fue una broma? Meg se preguntó.

Sam se sentó en el borde de una silla, con un pie en el suelo en caso de que necesitara hacer una
escapada rápida. Cogió la mitad de su sándwich y le dio un mordisco, observando todo el rato a la
niña y el oso.

Meg se sentó y dio las gracias a Tess cuando el tercer plato y tres vasos de agua se colocaron
sobre la mesa. Durante un minuto, saboreó la experiencia de comer, el sabor y la textura de pan
tostado con queso derretido, la dulzura de las uvas frescas.

Después de que hubo comido la mitad del sándwich, se centró en la niña. ¿Qué podía decir?
¿Qué podía hacer? ¿Y si algo malo había sucedido?

Por supuesto que algo malo sucedió, pensó Meg. Lizzy está aquí, sola. Casi. Los policías deben
ser quienes pregunten sobre eso. Pero tengo que decir algo.

Entonces supo exactamente qué decir, porque había tenido una experiencia similar, unos meses
atrás.

—¿Qué te pareció viajar en el tren? — Preguntó Meg. Ella dirigió la pregunta a Lizzy, pero se
sentía como si estuviera hablando con el equipo de Lizzy y Oso Boo.

Lizzy dio un mordisco a su bocadillo antes de poner el pan tostado con queso contra el lugar
donde la boca del Oso Boo estaba. Cuando levantó el sándwich para tomar otro bocado, Meg trató de
ignorar las migas de pan tostado y pedazos de queso pegados en la piel.

—Estuvo bien, —dijo Lizzy—. Oso Boo tuvo un poco de miedo, porque había un mal hombre
en el tren. Pero el policía Lobo lo expulso.

Meg parpadeó.
—¿El qué?

Mientras devoraban los sándwiches, la historia de Nathan asustando al mal hombre, le dio el pie
a Sam para hablar de la película de la Brigada Lobo, que había visto recientemente. Al principio Meg
se preguntó si la historia era demasiado sanguinaria para la edad de una humana como Lizzy.
Después de todo, a ella, ver esas películas le daban miedo. Sin embargo, después de unos minutos de
escuchar a los dos niños discutir sobre quién era más fuerte, si la Brigada Lobo o un grupo de chicas
que sonaban más como diminutas Elementales, que jóvenes humanas con poderes especiales, Meg no
estaba segura de si el término "sanguinario" se debía aplicar al joven que prefería comer su carne
cruda.


* * *


Él tenía su teléfono móvil, las llaves de la casa, la cartera, y el ID de policía. Dado que no podía
entender que había dejado en el Courtyard que necesitaba ser recuperado con tanta urgencia, Monty
se centró en su compañero.

—¿Qué van a hacer Ruth y tú? — Preguntó Monty, en referencia a la mudanza forzada.

—Guardar algunas de nuestras cosas con mis amigos y otras en la casa de los padres de Ruthie.
Y espero que podamos encontrar otro lugar rápidamente, —Kowalski respondió—. Hay gente de
mente estrecha, miope... — Él se detuvo.

Monty esperó un segundo.
—¿Estás hablando de tu próximo ex-casero o tus padres?

Kowalski no respondió hasta que se detuvieron en un semáforo.
—Mis padres van a ayudar porque somos una familia y eso es lo que hacen las familias. Pero
ellos no están contentos acerca del por qué estoy siendo expulsado. Cuando mi hermano dijo que no
querría vivir en el mismo edificio con los amantes de lobo, mis padres no dijeron nada. Eso equivale
a un acuerdo tácito. Y con todas las noticias acerca de las chicas con problemas suicidándose, y
echándoles la culpa a los Terráneos por el cierre de muchos de esos centros de reinserción, debido a
que los administradores tienen miedo de mantenerlos abiertos, bueno, esa es otra razón para no
ponerse del lado de los monstruos, no importa lo que parezcan. Y luego esta que tienen a las chicas
sobrevivientes en lugares no revelados... Sólo puede haber una razón para eso, ¿no?

—La mayoría de la gente no va a querer admitir que los monstruos en este caso no sólo
parecen humanos si no que son humanos. — Monty dudó pero decidió que tenía que preguntar,
necesitaba saber—. Karl, ¿quieres una transferencia?

Kowalski hizo el giro a la izquierda en la calle principal, y luego se volvió de nuevo para
entrar en el área de entrega del Courtyard.

—No, señor, no, — dijo—. Y Ruthie no quiere alejarse de su trabajo en el Courtyard. Ambos
creemos que a la hora de la verdad, el tipo de interacción que tenemos con los Otros actualmente,
podría ayudar a Lakeside a seguir siendo una ciudad controlada por los humanos, en lugar de
convertirse en una jaula como Saltos de Talulah. Así que me quedo.

—¿Y esperas que tus padres se acerquen a tu forma de pensar?

—Eso no es probable. Pero no han dicho -aún- que no van a estar en mi boda con Ruthie el
próximo mes.

Monty oyó la amarga resignación en la voz de su compañero y lamentó la brecha cada vez
mayor en la familia. ¿Qué pasaría en la ciudad si el atractivo del movimiento Humanos Primeros y
Últimos, causara un distanciamiento entre los agentes de policía? ¿La polarización llegaría hasta el
punto en que no podrían contar con los suyos por ayuda?

—Vamos, — Monty dijo mientras abría la puerta—. Vamos a ver lo que le revolvió el pelo de
Wolfgard.

Utilizaron la puerta de atrás de Aullidos, Buena Lectura. Nada inusual en el almacén, salvo una
notable falta de stock. Pero había un grupo en el pasaje que conducía a Un Pequeño Bocado.

Simon, Nathan, y Blair se giraron a mirarlo. Simon le entregó un lápiz y un bloc de papel a
Nathan, y luego se alejó de la puerta, inclinando la cabeza para indicar a Monty que debía seguirlo.

—¿Sucede algo? — Preguntó Monty.

—La Lizzy, — Simon contestó.

Debió haber oído mal.
—¿Lizzy y su madre están aquí? ¿Mi Lizzy?

—No, la Lizzy y Oso Boo están aquí.

Él sintió que la sangre le subió a la cabeza.
—¿Qué hay de su madre? ¿Dónde está Elayne?

—Esa es una buena pregunta, Teniente. —Simon lo estudió—. ¿Es normal que una cachorra tan
joven, viaje sola? Nosotros no lo dejaríamos, pero...

—Por supuesto que no es normal,— Monty espetó. Oyó un gruñido suave y no estaba seguro de
si la advertencia venía de Nathan o Blair—. No,— dijo, luchando por llevar su voz de nuevo a una
calmada cortesía, mientras su corazón latía. ¿Lizzy aquí sola? ¿Cómo? ¿Por qué?—. Ella tan sólo
tiene 7 años. Una niña de esa edad no podría, no debería, viajar sola. ¿Dijo algo sobre su madre?

Simon parecía sombrío.
—No. Pero hay algo de sangre en Oso Boo, y no huele como a la Lizzy.

Dioses encima y por debajo.
—¿Dónde...?

—Ella está en Un Pequeño Bocado tomando una merienda con Sam y Meg.

—¿Ella no está herida?

—No, — hubo algo en los ojos de Wolfgard. "No" no era una mentira, pero no era toda la
verdad.

—¿Puedo preguntar? — Kowalski se acercó para unirse a ellos—. ¿Cómo terminó Lizzy aquí
en el Courtyard?

—Nathan estaba en el mismo tren. Cuando se dio cuenta que no había ningún adultos con ella,
él... la custodió... y la trajo aquí.

Su niña había necesitado un guardia. ¿Habría recibido otro tipo de llamada telefónica si un
Lobo no hubiera estado en el tren? Cómo la vida daba vueltas. Él había sido trasladado a Lakeside,
porque había matado a un hombre para proteger a una chica que era un Lobo. Y ahora un Lobo había
llegado a ayudar a su propia hija.

Él haría una visita especial al Templo Universal y prendería una vela extra para Mikhos, el
espíritu guardián que vigilaba a los policías, bomberos y personal médico. Y, al parecer, velaba por
sus familias también.

—Yo quiero verla, — dijo Monty.

—Adelante.

La suave palabra le hizo detenerse y considerar. Quería ver a Lizzy y necesitaba asegurarse de
que se encontraba bien, pero se preguntó por qué tres Lobos adultos se agolpaban alrededor de un
arco en vez de ir a la tienda de café y tomar un asiento en otra mesa.

—¿Están parados en el arco para evitar asustar a Lizzy? — Preguntó Monty.

Nathan y Blair soltaron una carcajada.

Simon miró a Monty.
—Estamos de pie aquí porque, para ser una pequeña humana, la Lizzy es territorial. Ya golpeó a
Saltarín por ir a tomar una aspiración, y podemos oír bien todo desde el arco. — Hizo una pausa—.
Además, Oso Boo realmente apesta.

Kowalski tosió.

Los Lobos hicieron sitio a Monty en el arco para observar a su hija. Ella parecía estar bien,
charlando con Sam y Meg, deteniéndose de vez en cuando para retransmitir un comentario de ese oso
tonto.

Dioses, Elayne se había puesto furiosa con él cuando regresó de una excursión con Lizzy, y
trajo a ese oso en lugar de la muñeca que Elayne había dicho que sería un juguete adecuado. Pero
Lizzy no quería una muñeca. Se había enfocado en ese oso marrón peludo, tirando de un estante que
apenas podía alcanzar y aferrándose con tanta fuerza que había tenido que elegir entre tomar el oso o
dejar a la niña.

Las muñecas eran juguetes sumisos cuando Elayne insistía a Lizzy que jugara con algo que
pareciera humano, pero era Oso Boo -su mejor amigo-, quien iba a todas partes con la niña.

Al parecer eso seguía siendo así, a pesar del enamoramiento de Elayne con Nicholas Scratch y
su maldito movimiento HPU.

Meg miró hacia el arco.
—Lizzy, — dijo mientras señalaba.

Lizzy se volvió y lo vio.
—¡Papá! — Se arrastró fuera de su silla y corrió hacia él, tirando a Oso Boo en el suelo.

Monty se puso de rodillas y envolvió sus brazos alrededor de ella.

—Lizzy. — Él la besó en la mejilla, en la frente—. Pequeña Lizzy. ¿Estás bien, cariño?

—Estamos bien. Estábamos en el tren, y había un hombre malo, y ¡el policía Lobo lo echó!

Monty miró a Nathan.
—Gracias.

El Lobo se encogió de hombros.
—Tenía que... — Miró a la chica y se detuvo.

—Los dientes de Nathan se pusieron realmente grandes, —dijo Lizzy—. ¡Los vi!

Uno de los Lobos detrás de él suspiró.

—Lizzy, ¿dónde está tu madre? — Preguntó Monty.

Sus ojos tenían una mezcla de culpa y miedo, una expresión que él conocía muy bien. Se veía de
esa manera siempre que algo pasaba porque había estado haciendo algo que le habían dicho que no
hiciera. Lizzy entendía que las acciones tenían consecuencias. No quería creer que se aplicaba a ella.
Por supuesto, su transferencia, y la interrupción de toda su vida, fue un poderoso ejemplo de acciones
y consecuencias.

—¿Lizzy?

—Mamá se lastimó. Ella dijo que tenía que ser una chica grande y subir al tren sola. Yo y Oso
Boo.

Lastimar podría significar un montón de cosas para una niña.
—¿Dónde se lastimó?

Lizzy colocó una mano sobre su vientre.

—¡No! — Gritó Meg.

Monty levantó la vista. Lizzy se volvió y gritó:
—¡Perro malo! — Y corrió hacia la mesa justo cuando Saltarín agarró una de las cortas patas
delanteras de Oso Boo y trató de huir con el premio.

—¡Voy a por él! — Dijo Sam. Se sacó sus pantalones cortos, tiró de la camiseta sobre su
cabeza, se desplazó a la forma de Lobo, y se apresuró a ir tras Saltarín, persiguió al joven Lobo por
y alrededor de las mesas, ambos golpearon las sillas.

Lizzy corrió dando vuelta a la mesa, tomó el último bocado de su sándwich y se lo tiró a
Saltarín, distrayéndolo lo suficiente para que Sam clavara sus dientes en una de las patas traseras de
Oso Boo.

El feroz juego de tira y afloja, sólo duró unos segundos antes de que las costuras se soltarán y
Saltarín se lanzara debajo de una mesa con una peluda pata delantera. Sam tiró la pierna rota trasera,
agarró el resto del oso, y lo trajo de vuelta a la mesa. Lo dejó caer a los pies de Lizzy antes de pasar a
la forma de un desnudo, sonriente chico, que estaba muy obviamente satisfecho de sí mismo.

Nadie habló. Poniéndose de pie, Monty sintió la risa brotar de lo absurdo, más allá del pánico
de un padre. Lizzy no lloraba por el Oso Boo en pedazos -todavía-, pero eso era probablemente
porque estaba teniendo su primer buen vistazo de un niño desnudo. Sam no parecía mucho mayor que
Lizzy, y él no estaba haciendo nada, pero aún así... Era un niño desnudo.

Simon se metió en Un Pequeño Bocado, seguido de Nathan.

—Sam, vístete, — dijo Simon suavemente—. ¿Meg? ¿Estás bien? ¡Meg!

—¿Puedo ayudarle? — Preguntó Kowalski, facilitando en todo a Monty.

—Mantenga un ojo en las cosas, — dijo Tess. Ella se acercó a la mesa donde Meg se quedó
congelada y tomó la mano de la joven—. Meg y yo necesitamos un poco de aire y tiempo para
sentarnos. Vamos a estar en la Oficina del Enlace. — Ella llevó a Meg fuera de la cafetería.

Observar a las dos mujeres alejarse, despejó a Monty. Meg Corbyn era la clave de muchas
cosas, y, hasta ahora, era la única Casandra de sangre que había logrado vivir fuera de un recinto sin
tener averías. Si estaba empezando a romperse ahora, ¿cuánto se rompería con ella?

Simon levantó la pata trasera de Oso Boo, luego, se acercó a la mesa donde estaba Saltarín
mordiendo la pata delantera y gruñendo.

El Wolfgard gruñó. Saltarín soltó la pierna delantera destrozada y se deslizó lejos debajo de la
mesa.

Nathan dio la vuelta al mostrador. Él volvió a salir y levantó una de las galletas de Lobo.
—Saltarín. Galleta.

Saltarín dio un salto y se golpeó la cabeza en la parte inferior de la mesa, lo suficientemente
duro para ser sorprendido por un momento. Nathan tiró del Lobo juvenil fuera de la mesa y medio lo
arrastró por la puerta trasera.

Simon miró a Sam.
—Ve con ellos.

Sam miró a su tío por un momento antes de correr para ponerse al día con Nathan.

Lo que dejaba a Lizzy literalmente abraza al relleno de Oso Boo mientras Simon, Blair,
Kowalski, y Monty formaron un círculo a su alrededor.

—¿Papá? — Ahora las lágrimas comenzaron a caer—. Oso Boo está herido.

—Lo sé, Lizzy pequeña. Pero...

—He llamado a la sanadora de los Wolfgard, — Henry Beargard retumbó mientras daba un
paso a través del arco y se unió a ellos—. Ella nos esperará en el consultorio médico y hará lo que
pueda.

—Pero él es un oso, — Lizzy se lamentó. Un poco más de relleno salió hacia fuera de los
lugares rotos.

—Como yo, — dijo Henry—. Pero soy el único Oso Pardo en el Courtyard, así que cuando
estoy lastimado, la Loba me atiende. — Le tendió una mano grande.

—Henry es el guía espiritual del Courtyard, — dijo Simon—. Él es sabio.

Lizzy vaciló, luego dio el Oso Boo a Henry.

El Oso Pardo estudió al oso de juguete. Luego le olfateó la cara, los lugares donde las piernas
habían sido arrancadas, la costura a lo largo de la parte posterior.

Observando el rostro de Henry, Monty alivió a Lizzy detrás de él. Sintió que la posición de
Kowalski cambió para proporcionar una protección adicional.

—No hay enfermedad aquí, —dijo Henry—. La sanadora cuidará a Oso Boo.

Los Otros sabían que Oso Boo era un juguete. ¿no? Ahora que lo pensaba, los Lobos habían
hablado de Oso Boo de la misma forma que Lizzy lo hacía, como si el oso de peluche tuviera vida de
alguna manera.

—¿Va a necesitar otra operación? — Lizzy preguntó, con los ojos llenos de lágrimas que
desgarraban el corazón de Monty.

—Tal vez, —dijo Henry—. Pero voy a estar con mi hermano oso.— Él intercambió una mirada
con Simon.

—¿Dónde está Ruthie?— Preguntó Simon.

—Ella no estaba programada para trabajar, por lo que está empacando las cosas de la casa, —
respondió Kowalski.

Simon estudió a Kowalski.
—No se vaya hasta que hablemos.

Monty se enfadó ante la suposición del Lobo de que podía pedir a Kowalski quedarse, pero
todos se fueron moviendo hacia la puerta trasera de Un Pequeño Bocado y luego a la oficina médica
en la Plaza Comercial.

Theral MacDonald estaba cerrando su escritorio cuando entraron. Kowalski la saludó y se
habría detenido si Simon no hubiera gruñido:
—Kowalski, le necesitamos aquí. La Lizzy debe permanecer adelante con Theral.

—Sr. Wolfgard... — Comenzó Monty. No tenía sentido protestar por el que Wolfgard diera
órdenes a un oficial de policía, o tomara decisiones acerca de una niña humana. Este era el
Courtyard, y los humanos tenían poco, si es que algo, que decir sobre alguna cosa.

La puerta se abrió y una Loba hembra entró. Tenía piel en lugar de pelo, y sus orejas eran
lobunas en una extraña combinación con su rostro humano. Pero no era aterradora, como las mezclas
que había visto hace unas semanas cuando un hombre llamado Phineas Jones intentó hipnotizar a Meg
para convencerla de irse con él.

La hembra Lobo vaciló.

—Jane, por aquí, — dijo Simon, dirigiendo a todos a la sala de exámenes que Dominic
Lorenzo había puesto, para proporcionar atención médica a los humanos que vivían o trabajaban en
el Courtyard.

Henry puso a Oso Boo en la mesa de examen. Simon dejo la pata delantera suelta y la pierna de
atrás al lado del cuerpo principal.

—Hay algo en el interior, — dijo Simon—. Algo que no huele como la Lizzy.

Monty estaba a punto de señalar que Oso Boo había sido hecho a mano y podía oler a la
persona que lo había rellenado. Pero Lizzy tenía 3 años cuando se enamoró de el juguete peludo, y
después de cuatro años, ¿podría haber algún aroma más allá de los que estaban en el apartamento y la
gente con la que Lizzy entraba en contacto con frecuencia?

—La niña mencionó otra operación, — dijo Henry.

Jane se inclinó sobre el oso, olfateando mientras sus dedos se movían sobre la piel en la
espalda del oso. Luego revolvió en los cajones, sin duda, destruyendo cualquier orden que Lorenzo
había creado. Al no encontrar lo que buscaba, salió a la recepción y regresó con una navaja.

Monty no tuvo tiempo de protestar antes de que cortara la espalda de Oso Boo.

Simon se inclinó sobre la mesa, hurgando en el relleno. De repente todos los Terráneos se
centraron en el oso, como si hubieran oído algo.

Simon sacó una pequeña bolsa de tela. La abrió y vertió el contenido sobre la mesa.

Esmeraldas. Zafiros. Rubíes. Incluso un par de diamantes. Y una especie de anillo de diseño
hecho de oro blanco o platino con varios diamantes.

Kowalski silbó suavemente.

Simon ladeó la cabeza y miró a Monty.
—¿Los humanos generalmente rellenan con joyas a los osos?

—No. — Monty tragó la sensación de malestar en el estómago. Dioses encima y por debajo,
¿dónde estaba Elayne? ¿Y qué estaba haciendo ella con una fortuna escondida dentro Oso Boo?

¿O había sido ella quien había escondido las joyas?

—Oso Marrón comiendo joyas, — dijo Henry—. Esa fue una de las visiones que Meg vio ayer
cuando se hizo el corte.

—Tengo que reportar esto, — dijo Monty—. Tengo que...

—Cuidar de su cachorro, — dijo Simon.

Monty miró al Lobo.
—Sí. — Lizzy estaba primero. Alguien más podría llamar a la policía en Toland y preguntar
acerca de Elayne. Preguntar acerca de joyas robadas.

—¿Tal vez el Teniente Montgomery y Lizzy podrían permanecer en el monoambiente destinado
para el equipo? — Dijo Kowalski—. El Courtyard está más cerca de la estación, y Lizzy podría
descansar un poco.

Henry asintió.
—Una buena idea. La niña ha viajado lo suficiente hoy.

—¿Qué hacemos con el oso y...? —Jane hizo un gesto con la mano sobre la mesa, señalando a
todos los pedazos.

—Lo dejamos tal y como esta, — dijo Monty—. Voy a llamar al Capitán Burke.— Él vaciló, sin
saber cómo Wolfgard reaccionaría a la siguiente parte—. La policía tendrá que examinar esto, hacer
preguntas a todos nosotros.

—¿Policías que no están conectados a usted porque la Lizzy es su cachorro? — Preguntó
Simon.

—Sí. Hasta que no sepamos lo que pasó, sería mejor si no hubiera nadie de mi equipo.

—Pero uno de los policías que conocemos y uno de nuestros ejecutores vigilará a los policías
desconocidos.

Eso era más compromiso del que esperaba, por lo que acordó.

Cuando entró en la zona de recepción, Lizzy saltó de una silla. Ella le miró las manos vacías, y
luego a la puerta de la sala de exámenes.

—Oso Boo tiene que quedarse aquí y ayudar a la policía en sus investigaciones, — dijo Simon,
dirigiendo sus palabras a Lizzy—. Theral es pariente de un policía, así que ella y Henry se quedarán
con Oso Boo. El Oficial Kowalski llevará tu bolsa de viaje al apartamento donde el Teniente
Montgomery y tú van a esperar y descansar mientras los policías hacen su olfateo. Blair va a esperar
a la entrada de entregas y escoltar a los policías desconocidos aquí.

Estoy fuera de balance y no soy de mucha ayuda, Monty pensó al salir de la oficina médica,
siguiendo a Simon a los monoambientes por encima del Taller de costura y sastrería.

La última vez que él y Simon se habían ocupado de niñas, habían trasladado a 5 chicas del
recinto del Controlador hacia Lakeside. Él había estado abrumado por lo que había visto cuando él,
Simon, y Dominic Lorenzo habían entrado en el recinto. Salvajismo y masacre. Y la angustia de ver a
las chicas, las Casandra de sangre, que estaban siendo engendradas y entrenadas para el beneficio de
alguien.

Simon había cuidado de las niñas, y hecho los arreglos para que los Intuye en la Isla Grande
cuidaran de ellas. Ahora estaba a cargo de nuevo.

Cuidando de la manada. Protegiendo a los jóvenes.

No era tan sencillo cuando uno era humano.

Joyas dentro de un juguete que Lizzy llevaba a todas partes. Sangre en Oso Boo. Elayne herida
de alguna manera, y sintiéndose lo suficientemente desesperada para decirle a Lizzy que hiciera el
viaje a Lakeside sola. ¿Por qué no había llamado a su madre o hermano? Vivían en Toland y podría
haber ido a buscar a Lizzy si Elayne tenía que ir al hospital. Por qué enviar a Lizzy hasta Lakeside... a
menos que quedarse en Toland ya no fuera seguro

Dioses encima y por debajo, ¿en qué se había metido Elayne?


* * *


Una de las ventajas de vivir con los depredadores es que sabemos qué esperar, pensó Tess
cuando ella y Meg se sentaron en la mesita en la trastienda de la Oficina del Enlace.

Meg no parecía estar en peligro. Ella no estaba rascando su piel, una señal de que estaba
plagada de una sensación de alfileres y agujas que indicaban que algo podría ser revelado en una
visión.

¿Cuánto era demasiado? Cuando pensaba en todas las cosas que le habían sucedido a Meg desde
que tropezó en el Courtyard, hace unos meses, en comparación con lo poco que le había sucedido
durante sus primeras 24 años, ¿era de extrañar que su mente estuviera abrumada? Por supuesto, lo
que le había sucedido a la chica durante esos primeros 24 años podría haber sido repetitivo, pero
Tess no creía que nada de eso hubiera sido amable.

—Merri Lee, Ruth, y yo vimos una película hace poco, — Meg dijo finalmente—. Había un
perro grande con un montón de pelo. Ruth dice que hay un montón de razas de perros, pero no nos
enseñaron las razas, solo una identificación general de los animales.

—Tiene sentido, — dijo Tess—. ¿Por qué alguien pagaría una profecía acerca de un animal a
menos que fuera valioso? ¿Por qué estás pensando en la película?

—El perro seguía metiéndose en problemas. No se proponía hacerlo, pero lo hacía. Se
golpeaba con las cosas o perseguía a un gato en una fiesta, así que la gente caía en una piscina o
terminaban con alimentos pegajosos derramados sobre ellos.

Tess se levantó, buscó en la nevera bajo el mostrador, y encontró una botella de agua fría.
Llenó dos vasos y los trajo de vuelta a la mesa.

—Tuvimos suficiente alboroto con un sándwich de queso, un oso de peluche y un Lobo idiota,
— dijo ella.

—¡Exactamente!

Estudió a Meg.
—¿Qué exactamente?

—Merri Lee y Ruth dijeron que la película era una comedia, que el perro metiéndose en
problemas y haciendo que la gente snob se mojara o quedara sucia, se suponía que era divertido. Pero
la gente no se reía. Se veían enojados y le gritaban al perro. —Meg tomó un sorbo de agua—.
Algunas de las imágenes de entrenamiento producen sentimientos. Como ver insectos arrastrándose
en la comida. No me gustaba mirar esas imágenes. Así que eso es una cosa mala.

—Si eres alguien que come insectos, sería una buena imagen y mostraría qué tipo de cebo se
debería usar.

Meg la miró fijamente.

Tess se encogió de hombros.
—Para muchas cosas, bueno o malo, es lo que te hacen sentir. Si ves una imagen de los Lobos
matando a un ciervo, puedes sentirte mal por el ciervo. O puedes entender que los Lobos han
alimentado a su familia ese día, al igual que un humano que mata a una vaca o a un pollo para
alimentar a su familia. — Consideró lo que sabía de Meg—. Tienes todas estas imágenes en tu cabeza.
Miles de imágenes, y absorbes más imágenes todos los días. Pero ahora que estás teniendo tus
propias experiencias, ahora que estás aprendiendo tus propios gustos y disgustos, también estás
tratando de asignar los sentimientos adecuados para todas esas imágenes, ¿no es así?

—Sí. Algunas cosas son fáciles. Sam es fácil. Y trabajar aquí, y conocerlos a todos ustedes. Esas
cosas son fáciles. Me siento bien trabajando aquí. Me siento bien cuando estoy aprendiendo cosas
nuevas, al menos hasta que me canso. Pero a veces no sé cómo debo sentir.

—Por ejemplo, deberías sentir malestar como Lizzy porque Oso Boo fue dañado, o sentir
vergüenza como el Teniente Montgomery porque su niña vio a un niño desnudo, o reír porque era
como ver una de esas películas absurdas. — Tess detuvo—. O como yo, sentirte agradecida de que
Saltarín no logró comer nada de el oso, así que no tengo que lidiar con el vomito de relleno en la
cafetería.

—Una imagen, pero los sentimientos cambian la forma en que se la puede ver, — dijo Meg en
voz baja.

—Yo diría que eso es cierto en la mayoría de las cosas. ¿No te parece?

Meg respiró hondo y soltó el aire en un suspiro.

Relajada. Equilibrada. Ella había proporcionado la respuesta que Meg necesitaba.

—Tu cabello es castaño de nuevo, — dijo Meg.

—Estoy sentada aquí hablando contigo.

Meg era algo así como el perro grande en la película. No quería hacer ningún daño, pero se las
arreglaba para poner todo tipo de cosas en movimiento.

—¿Por qué te ríes?— Preguntó Meg.

—Sólo pensaba en algo que nadie más va a encontrar divertido.


* * *


Simon llenó unos pedidos de libros mientras esperaba a Kowalski. No había mucho más que
pudiera hacer. Vlad estaba en la oficina de arriba, esperaba que tratando con algunos de los trámites
que parecían reproducirse más rápido que los conejitos. Nathan tenía mensajes de los Lobos
Addirondak, pero tendrían que esperar hasta que la policía terminara de husmear a Oso Boo y hacer
sus preguntas.

Lo que implicaba que la única cosa útil que podía hacer ahora, era llenar órdenes y considerar
si quería sugerir a los Terráneos que dirigían pequeñas editoriales, que debían publicar más libros,
tal vez incluso unos pocos por autores humanos. Se estaba haciendo más difícil la compra de libros
de los editores humanos, y las historias escritas, como la música grabada, eran dos cosas humanas
que los Otros realmente disfrutaban y querían.

¿O tal vez los Intuye publicaban libros? Algo para preguntar a Steve Barquero.

Tantas cosas que pensar, al menos hasta que llegara el momento de volver a casa. Entonces
podría cambiar y pensar en las cosas buenas por un tiempo, algo como el sabor del agua y los olores
de conejos y ciervos, y tal vez jugar un juego fácil de persecución con Meg. Sueños de Lobo.

Kowalski se acercó a la caja. Él y Ruthie iban a ser pareja oficialmente el próximo mes. Simon
no estaba seguro de por qué eso hacía la diferencia, puesto que ya estaban apareados, cualquier Lobo
podía oler eso, pero los humanos al parecer no podían, por lo que Kowalski y Ruthie tenía que tener
una ceremonia y se les daría una hoja de papel para que otros humanos supieran que estaban
apareados.

—Lizzy tiene sus cosas, —dijo Kowalski—. El Oficial Debany y Nathan están en el consultorio
médico, observando mientras el oso y las joyas son embolsados. El Capitán Burke está allí también y
le gustaría hablar con usted cuando esté disponible. Y... ¿Jane?... dijo que le diga que llevo a Sam y
Saltarín de regreso al complejo Wolfgard.

¿Y Meg? Simon pensó.

No oyó nada, ni siquiera con su audiencia superior, pero se volvió hacia el arco cuando vio a
Kowalski tensarse, luego, hacer un esfuerzo visible para relajarse.

—Meg está bien, — dijo Tess—. Ella está con Henry en su estudio. Están hablando de la madera
y escuchando la música de los nativos de la tierra.

Él asintió con la cabeza, notando cuando Tess se metió de nuevo en la cafetería, que tenía el
pelo castaño y los rizos se había relajado en ondas. Así que Meg estaba bien y Tess estaba en calma.
Ambas cosas buenas cuando los humanos que no eran de la manada olfateaban alrededor. Les había
dado su consentimiento, pero eso no quería decir que le gustara.

—¿Quería hablar conmigo? — Dijo Kowalski.

Simon olfateó el aire, tratando de no ser demasiado obvio. Nervios. Pero no temor. Eso era
bueno.

Dado que Kowalski estaba en el camino, Simon caminó alrededor del mostrador en lugar de
saltar sobre él, dio la vuelta a la simple cerradura de la puerta principal de ABL, y salió. Cuando
Kowalski se unió a él, Simon señaló a uno de los edificios de piedra en la calle.

—Dos dormitorios. Me han dicho que necesita limpieza y pintura. ¿Es una guarida en la que
pueda vivir con Ruthie?

—Claro, pero yo no creo que nos lo podamos permitir.

—Una vez que el Courtyard compre esos edificios, puede darse el lujo de vivir allí. La pregunta
es, ¿quieren? — Eva Denby tendría primera elección de las guaridas de la casa de enfrente, y Ruthie
podría tener la otra, pero todavía quería saber si la manada humana consideraría los apartamentos en
los edificios de piedra como guaridas adecuadas. No tenía sentido comprar los edificios si sus
humanos no querían vivir en ellos.

Kowalski se quedó mirando los edificios en el otro lado de la avenida Crowfield.

—¿Hay algún espacio para una pequeña huerta?

—No mucho. Pero para la manada humana...

Dudó. Fue su idea, pero ahora que había llegado el momento de decir algo, ¿realmente quería
exponer más del Courtyard a los humanos? ¿Y si los humanos no podían, o no querían, aceptar a los
Terráneos que no podían pasar por humanos?

Y, sin embargo Kowalski fue el segundo hombre hoy en preguntar sobre la tierra para cultivar
alimentos. Algún día él y Ruthie tendría cachorros, así que la comida era importante. Pero ¿por qué,
en el comienzo de la temporada de crecimiento, los humanos pensaban que no sería suficiente? La
planta no estaba preparada para la siembra aún, y ninguna de las granjas de los nativos de la tierra
estaban reportando problemas.

Se había perdido algo. Quizás Vlad sabría ya que el Sanguinati tendía a prestar más atención al
parloteo humano.

—Tenemos jardines donde cultivamos verduras, — dijo Simon—. Podemos ampliar algunos de
ellos. Tenemos frutas y nueces que cosechamos. Ustedes hacen su parte del trabajo, y obtienen su
parte de la comida.

—¿Por qué hace esto? — Preguntó Kowalski—. Estaba cabreado con todos nosotros ayer.

Simon suspiró.
—¿Tal vez debo decirle: "Lo siento, casi te mordí", a Ruthie?

Kowalski se quedó mirando los edificios al otro lado de la calle.
—Salimos a todas las granjas ayer, recorrimos durante horas chequeando en cualquier lugar
que podría haber estado haciendo eso a esas chicas. El Teniente Montgomery, Debany, MacDonald, y
yo. Incluso el Capitán Burke. Y estoy bastante seguro de que el Capitán tuvo un par de palabras con
otros capitanes de patrulla, porque vi a hombres de otros distritos en las carreteras también, mirando.
Lo enojo, oír hablar de lo que le hicieron a chicas como Meg, a los bebés. Nos hizo enojar también.
Tal vez, si hubiera recibido una llamada telefónica de esa manera, enterarme de ello así, yo podría
haberme agarrado con alguien porque no podía pensar con claridad. Lo habría lamentado, y habría
sido feliz de que alguien me detuviera. Lo que estoy diciendo es que todos entendimos por qué atacó.
No tiene que hacer esto por haberse enojado, ofrecernos a Ruthie y a mí un lugar para vivir.

No había esperado comprensión. De alguna manera eso le hizo sentir peor acerca de morder a
Merri Lee y Ruthie.

—Esa no es la única razón para hacer esto. Tal vez queremos saber si se puede hacer. Los
Intuye y la gente de Vida Simple han vivido junto a los Terráneos durante muchas generaciones, y
cada parte cumple su rol para que todos los lados tengan suficiente sin estar constantemente luchando
por el territorio. Pero no hemos hecho ese tipo de asociación con su tipo de humanos. — No habría
siquiera considerado hacer una asociación hasta que Meg empezó a trabajar para ellos y tuvieron que
permitir su necesidad de tener amigos humanos.

—Voy a hablar con Ruthie, — dijo Kowalski—. Es una decisión que tenemos que hacerla
juntos.

Como las parejas lo hacían.

El teléfono móvil de Kowalski sonó. Una breve llamada.
—El Capitán Burke quiere verme.

Simon abrió la puerta, pero Kowalski vaciló.

—Gracias. Significa mucho que pueda hacer esto por nosotros.— Kowalski entró y se dirigió a
la puerta trasera del ABL.

Simon volvió a la caja y continuó llenando órdenes.

Había dicho las palabras. Esperaba que no hubiera cometido un error que amenazara a todos en
el Courtyard.

Capítulo 16



Firesday 11 de Maius

Meg se sentó en la parte superior de las escaleras que conducían a su apartamento, un libro al
lado de ella. Su porche proporcionaba refugio en el mal tiempo y sombra cuando estaba soleado.
Había una celosía para dar privacidad. Lo que no tenía era ningún lugar para sentarse.

Algunos de los apartamentos en el Complejo Verde tenían porches; otros no. Ninguno de los
otros pórticos tenía la celosía para dar privacidad. Tampoco tenían muebles. ¿Demasiado temprano
en la temporada? ¿O los Halcones, Búhos, y Cuervos, no se molestaban con los muebles dado que la
barandilla del porche era una percha suficiente?

Mañana iba a mirar los anuncios en el Lakeside Noticias para tener una idea de lo que la gente
podría comprar como muebles de exterior. Esta noche...

—¿Quieres dar un paseo?

Miró a Simon de pie en la parte inferior de las escaleras.

—Está bien, —dijo—. ¿No vas a cambiar primero?

—No.

No era la respuesta que esperaba. Simon por lo general cambiaba a Lobo tan pronto como
llegaba a casa, aliviado por estar fuera de la piel humana.

Llevando el libro adentro, se cambió los zapatos blandos de entre casa, por unas zapatillas de
deporte. Un paseo con Simon podría significar cualquier cosa, como una caminata para ganar
musculo, y sólo porque comenzara en forma humana, no significaba que no iba a trotar junto a
cuatro patas, para cuando terminaran el paseo.

Cerró la puerta, luego se unió a Simon.

—Tienes que leer esto primero. — Desplegó un pedazo de papel y se lo entregó.

¿No hemos ya enfrentado lo suficiente hoy? pensó mientras volvió a doblar el papel y se lo
devolvió a él.

Ella comenzó a caminar, necesitaba una distracción de la picazón alrededor de sus hombros.
Simon se puso a caminar a su lado, sin decir nada durante varios minutos.

Muchos de los residentes del Courtyard estaban fuera de casa. Muchos los vieron y vacilaron,
pero nadie se acercó.

—Me acuerdo de ella,— finalmente dijo Meg—. Recuerdo a cs821. Era más joven que yo. No te
puedo decir su edad, pero ella consiguió su primera cicatriz el año pasado o el anterior, por lo que la
suposición del médico parece correcta.

—Ella dijo que quiere vivir. Jackson no está seguro de que lo hará. ¿Qué puede hacer él? ¿Qué
te ayudaría si estuvieras en su lugar?

—¿Le quitaron la navaja de plata?

—Probablemente.

—Devuélvansela. Devuélvanle las navajas a las chicas.

—Se van a cortar.

—Van a cortarse todos modos. — Siguió caminando, siguió moviéndose—. Hay muchas cosas
que pueden cortar la piel, pero esas navajas fueron diseñadas para ello.

—Ella no quiere morir.

—Tampoco yo. — Meg se detuvo y miró a Simon. No podía pasar por humano más—. Ni yo,
pero quiero ser quien toma la decisión.

Empezó a caminar, un ritmo rápido, como si quisiera huir de las palabras.

Ella corrió para alcanzarlo, luego tuvo que trotar cada pocos pasos para mantenerse a su lado.

—Simon... — Jadeó.

Redujo la velocidad, pero no se detuvo.

Los Terráneos habían acordado que era su elección, pero no les gustaba que se corte. Para
ellos, la sangre fresca significaba una herida, y en el país salvaje, una herida podría ser fatal. Si le
sumaba que la sangre de las Casandra de sangre actuaba como una droga, ella entendía por qué a los
Otros no les hacía gracia que se corte. Ser empujados a asumir el cuidado de una niña que no
conocían -y que no los conocía-, haría todo más difícil para todos ellos.

—Dile a Jackson que le dé una habitación que tenga tan poco como sea posible. Que le dé
tiempo para descansar. — Meg pensó en la chica llamada cs821—. Tal vez dejar una cosa que tenga
colores. Le gustaban los colores. Ella describiría imágenes de entrenamiento primero por su color y
luego por su forma.

—Se lo diré.

Regresaron al Complejo Verde en silencio. Simon se apresuró a entrar en su propio
apartamento y volvió a salir un minuto después. Él sacudió su pelo y salió corriendo, necesitando
algo que ella no podía darle.

Suspirando, Meg miró a su apartamento. Se sentía agotada y agitada, con hambre y demasiado
apática para molestarse en alimentarse.

—¿Has comido?— Preguntó una voz en las sombras bajo sus escaleras. Vlad entró en la luz
mortecina, su figura se mantenía pasando de humo a humano—. Recogimos un par de pizzas de
Corteza Caliente. Tess hizo una ensalada. Estamos reunidos en el salón social para ver películas.

—¿Qué películas?— Preguntó Meg.

—¿Importa?

Ella prefería ser capaz de esconderse detrás de Simon durante los momentos de miedo, y la
mayoría de las películas Terráneas tenían momentos de miedo.

—Supongo que no.

—Entonces, únete a nosotros.— Vlad sonrió—. Le diré Simon dónde encontrarte cuando
termine su paseo. — Él la estudió—. O te puedo llevar algo de comida si prefieres estar sola.

¿Quería estar sola? ¿Necesitaba estar sola?

—Me reuniré con ustedes para la primera película, — dijo Meg.

Su sonrisa se amplió, mostrando un poco de colmillos.
—Ven entonces. Vamos a comer la pizza mientras aún está caliente.

Mientras ella y Vlad caminaron juntos por Complejo Verde donde estaba la sala de correo,
lavadero y salón social, Meg oyó a un Lobo aullando. Pensó que sonaba solitario.


* * *


Los monoambientes tenían cabinas de ducha en lugar de bañera. Después de asegurarle muchas
veces que sería capaz de manejar su pelo si ella lo tenía húmedo, y después de que Lizzy también le
asegurara muchas veces que podía lavárselo sola y tener cuidado en el resbaladizo suelo, Monty dejó
a su niña en la ducha por su cuenta. Mientras escuchaba alguna señal de peligro o, los Dioses no lo
permitieran, un resbalón y alguna lesión, desempaquetó su maleta, colgando un par de cosas en el
armario y guardando el resto en la mitad de los cajones de la cómoda.

Un arreglo temporal hasta que tuviera más información sobre lo que le pasó a Elayne. Una
opción práctica, ya que, como señaló Kowalski, el Courtyard estaba más cerca de la estación de la
calle Chestnut que el apartamento de Monty, y era un refugio seguro para su niña, porque ¿quién iba a
pensar en buscarlos ahí?

Monty tomó los pijamas doblados de Lizzy y sintió algo del tamaño de un libro pequeño.
Desdoblando el pijama, se quedó mirando el diario rosa salpicado con estrellas doradas. Tenía un
pestillo y un pequeño ojo de cerradura. Trató con el pestillo, lo que confirmaba que el diario estaba
cerrado. Una recorrida rápida por la maleta no le mostró ninguna llave.

Frotó su pulgar sobre las estrellas. ¿Un diario? ¿De qué podría escribir alguien de 7 años? ¿De
la escuela? ¿Amigos? Por favor, dioses, que no hubiera ninguna confesiones sobre un enamorado.
Todavía no.

Antes de que pudiera preguntarse demasiado por el contenido, Lizzy gritó:
—¡Papá! ¡Apaga el agua!

Monty metió el diario en el cajón con la ropa interior de Lizzy, y se apresuró a cerrar el grifo
de agua.


Capítulo 17



Watersday 12 de Maius

A las siete de la mañana, Douglas Burke le dio al teléfono a su típica sonrisa de feroz
cordialidad y esperó hasta el tercer tono antes de contestar.

—Estación de la calle Chestnut, habla el Capitán Burke.

—Capitán, —dijo Vladimir Sanguinati diplomáticamente—. ¿Tiene un minuto para hablar?

—Claro.

Fue una decepción, pero no es una sorpresa, que el Sanguinati se hubiera puesto en contacto
con él, antes de que la policía de Toland llamara para preguntar sobre una niña desaparecida.

Había pocas razones por las que Elayne Borden hubiera enviado a su hija a Lakeside, dejando a
la niña viajar varias ciento de millas sola. Según el informe verbal que había recibido del Oficial
Kowalski, Lizzy había dicho que su madre resultó herida en el vientre. Un malestar intestinal agudo,
podría ser responsable de que Elayne pareciera lastimada o estar adolorida. También podría explicar
su decisión de enviar a la niña a Monty, mientras ella buscaba ayuda médica, especialmente si estaba
lo suficientemente adolorida para no estar pensando con claridad. O bien, teniendo en cuenta lo que
había sido hallado en el oso de peluche, tal vez estaba pensando con claridad, y se dio cuenta de que
no podía confiar en nadie más que en Monty, en lo que a Lizzy concernía.

O podría haber puesto a la niña en un tren desentendiéndose, para poder irse con su nuevo
amante, socialmente prominente y no comprometido.

No creía que Elayne fuera tan fría o insensible en lo que a Lizzy se refería, o ninguna de sus
especulaciones eran certeras, pero eran argumentos que podía esgrimir si alguien le preguntaba por
qué no había llamado a la policía de Toland ni bien Lizzy llegó a Lakeside.

¿Monty no había llamado a nadie de la familia de Elayne todavía? Él no lo creía, pero tenía que
averiguarlo.

—¿Sus parientes escucharon algo en las noticias, acerca de una mujer herida o enferma en la
estación de tren ayer? — Preguntó Burke. Los Lobos habían hablado de sangre seca en el oso de
Lizzy, pero la verdad era, que el pedazo de piel que había rozado un poco de sangre, era tan pequeño,
que la sangre podría haber venido de un corte en la mano de alguien, un empujón rápido mientras la
gente se embarcaba en el tren. Un humano lo habría pasado por alto. Los humanos lo habían pasado
por alto. Si no hubiera sido así, un guarda conductor o alguien en el tren, habrían preguntado a la
niña acerca de un oso con sangre y la ausencia de un adulto.

Una vacilación. Entonces Vlad dijo:
—Stavros considera parte de su trabajo para el Courtyard de Toland, leer el periódico humano
y escuchar las noticias. Hubo un informe ayer por la tarde sobre una mujer apuñalada en la estación
de tren de Toland. Muerta en la escena. La policía está investigando. No se aporta el nombre hasta que
los familiares sean notificados. Cuando hablé con él, no había escuchado las noticias de la mañana,
así que no sé si han dado el nombre de la mujer todavía.

—Así que la policía está investigando una muerte sospechosa.

Lizzy había estado en el tren con rumbo al oeste temprano. Los familiares habrían sido
notificados antes de que el noticiero de la noche saliera al aire. Si la mujer muerta y Elayne eran una
y la misma, entonces alguien ya sabría que Elayne estaba muerta... y no habían llamado al padre de su
hija.

¿Ni siquiera se habían dado cuenta de que Lizzy faltaba?

Otra larga vacilación, antes de que Vlad dijera:
—Las estaciones de tren son un buen coto de caza.

Burke se enderezó.
—¿Estás diciendo que uno de los Sanguinati mató a Elayne Borden?

—No. Estoy diciendo que los Sanguinati a menudo están en las estaciones de tren,
especialmente en las estaciones de las ciudades más grandes como Toland, porque muchos trenes
entran y salen, y por lo general hay una abundancia de presas. Pero las estaciones también
proporcionan una manera de estudiar a los humanos. Los Sanguinati observan, tanto como cazan. No
estaban en la parte de la estación de Toland cuando sucedió, por lo que no vieron el ataque, y no
vieron a Lizzy subir en un tren. Sintieron curiosidad por toda la actividad una vez que la policía llegó
y entonces escucharon.

Genial. ¿Estaban por lo general los Sanguinati en las multitudes alrededor de escenas del
crimen, atraídos por la conmoción y por los humanos que serían presas fáciles? Algo en que pensar.
Más tarde.

—¿Qué escucharon?

—El baño donde se encontró a la mujer tenía un cartel de ocupado en la puerta. El personal de
mantenimiento en la estación insistió en que el cartel era de la puerta del baño de los hombres, no de
las mujeres. No estaba claro si la mujer movió el cartel en un intento de ocultarse o si su atacante lo
trasladó para retrasar a que alguien la encontrara. La mujer llevaba una pequeña llave de oro en una
cadena larga y delgada escondida debajo de la camiseta. Se especuló que la llave abría la cerradura de
una caja de joyería, pero la maleta de la mujer no se abrió en la estación, por lo que los Sanguinati no
podían decir si encontraron la caja.

Burke escribió notas.
—¿Algo más?

—La mujer tenía dos boletos para un tren suburbano que iba a Hubb NE. Ella fue encontrada
poco antes de que el tren saliera de la estación, por lo que la policía buscó a su acompañante entre los
pasajeros que lo abordaban, pero no localizaron a ninguna persona que conociera a la mujer.

Burke pensó por un momento. ¿Elayne compró otros billetes para darse otra vía de escape? ¿O
fueron una distracción? Si Lizzy tenía dos boletos para Lakeside, eso podría explicar por qué nadie
había cuestionado la ausencia de un adulto. Mamá estaba en el baño. Aquí está el billete.

Mamá estaba en el cuarto de baño. Pero no el baño del tren.

—Gracias por la información,— Burke comenzó.

—¿Capitán? — La voz de Vlad, que había tenido un tono coloquial hasta ese momento, de
repente se volvió fría—. ¿Alguien lo llamó a usted o al Teniente Montgomery para preguntar sobre
la niña?

Burke sintió que su corazón golpeó fuerte contra su pecho.
—No, — dijo, tragando un sabor amargo que reconoció como miedo—. Nadie ha llamado para
preguntar por la niña.

—Es lo que pensábamos. — Vlad colgó.

Dioses encima y por debajo, pensó, notando cómo le temblaba la mano cuando regresó el
receptor a su base. Una cosa era que él condenara el desprecio por el bienestar de la niña. Era muy
distinto a preguntarse cómo el Sanguinati veía ese desprecio.

Teniendo en cuenta cómo los Terráneos habían reaccionado a la muerte de los bebés de las
Casandra de sangre, no creía que los Otros iban a permitir que los humanos tomaran las decisiones
en lo que concernía a la niña de Montgomery.

Burke se dejó caer en su silla, pero se enderezó de nuevo un momento después, cuando Louis
Gresh tocó en su puerta. Agitando la mano al comandante del escuadrón de bombas, él le dijo:
—Entra y cierra la puerta. — Estudió a Louis y añadió—: ¿No estabas fuera de servicio hoy?

—Se suponía que debía estarlo, pero con Monty fuera pensé que podrías necesitar una mano
extra. — Louis se encogió de hombros—. ¿Te has enterado algo por la policía Toland?

—Nada de la policía, aún, pero tengo novedades de los Sanguinati. Llamé a Vlad anoche y le
pedí que hiciera algunas consultas con sus parientes de Toland. —Burke dejó escapar un suspiro—.
Una mujer fue atacada y asesinada ayer por la mañana en la estación de tren. Supongo que era Elayne
Borden.

—Dioses, — Louis exhaló—. ¿Lo sabe Monty?

—Todavía no. — Burke se sentó y cruzó las manos sobre su vientre guarnecido—. Tienes hijos.

—Un varón y una chica. Ambos adolescentes, que los dioses me ayuden.

—Es un viaje de siete horas de Toland a Lakeside. El ataque ocurrió temprano en la mañana. La
policía es llamada, investigadores de la escena del crimen comienzan su trabajo, y alguien se
comunica con los familiares. Si te informaran de la muerte de un miembro de la familia, una madre
soltera, ¿qué dirías después de pasado el impacto inicial?

—¿Dónde está la niña? — Louis se frotó la barbilla—. Suponiendo que la niña no estaba
quedándose con uno o su ubicación ya se conocía.

—Exactamente. La mujer ha muerto en circunstancias sospechosas. Su hija ha desaparecido, y
tanto los familiares como la policía lo sabían mucho antes de que el tren llegara a la estación de
Lakeside. Y sin embargo, nadie llamó al Teniente Montgomery para preguntar si Lizzy de alguna
manera subió a un tren hacia Lakeside. Nadie llamó para ver si ella estaba con su padre, si estaba a
salvo. Veinticuatro horas han pasado, y nadie ha llamado en busca de la niña.

Louis se acomodó en la silla del visitante.
—Monty apagó su teléfono móvil y no está en su propio apartamento. Alguien podría haber
tratado de comunicarse con él.

—Él es un policía, — dijo Burke en voz baja—. Si llamas a la estación y dices a alguien que
algo le pasó a su hija y que necesitas encontrarlo, puedes estar muy seguro de que lo encontrarás ya
sea que su teléfono este encendido o no.

—Es verdad. — Louis suspiró—. Pero si no han estado buscando a la niña, ¿qué han estado
buscando?

¿Un joyero que se abre con una llave de oro pequeña? ¿Una fortuna en joyas que alguien
escondió dentro de un oso de peluche?

—He respondido un par de llamadas de teléfono de la oficina de Monty esta mañana, —dijo
Louis—. La voz de un hombre. No me iba a dejar su nombre. No me iba a dejar un número. Dijo que
tenía que hacer una entrega y quería estar seguro de que Monty estaría en casa hoy. Cuando le
pregunté por el nombre de la tienda que hacía la entrega, colgó. La segunda vez que llamó, él debe
haber reconocido mi voz tan rápido como yo lo reconocí, ya que colgó antes de hacer su perorata. El
Oficial Kowalski está aquí, así que le hablé del hombre que llamó a Monty. Podría ser uno de los
parientes de la señora Borden.

O puede ser el hombre que necesita encontrar una bolsa de joyas, pensó Burke.

Uno-dos golpes en la puerta antes de que se abriera hasta la mitad y Kowalski se arrimara en la
oficina.

—Perdón por la intrusión, Capitán, pero hay un Capitán Felix Scaffoldon de la policía de
Toland, pidiendo por el Teniente Montgomery. Dice que está en la Unidad de Investigación de
Delitos. Está en la línea 2.

—Esto va a ser interesante. — Burke agitó un dedo a Kowalski para indicar al Oficial que
entrara. Luego tomó el teléfono—. Aquí el Capitán Douglas Burke.

Una pausa antes de que una voz demasiado cordial, dijera:
Supongo que el hombre que me atendió no ha tenido suficiente café aún. Pedí por Crispin
James Montgomery.

—El Teniente Montgomery está tomándose un par de días de licencia personal. Soy su oficial al
mando. ¿Qué puedo hacer por usted?

—Es importante que hable con él. ¿Podría darme su domicilio y número del móvil?

—¿Hablar con él acerca de qué?

—Es privado.

—Entonces deme su número, y le voy a dar el mensaje cuando él se reporte.

—Me dijo que se está tomando un tiempo personal.

—Lo está. Pero él es un funcionario diligente, por lo que va a reportarse. — Colocándose el
teléfono entre el hombro y la oreja, Burke arrancó una hoja de papel de una libreta y escribió Llama
a Pete. Tema custodia. Lo más breve posible. Le entregó el papel a Kowalski, quien lo miró y se
apresuró a salir de la habitación.

Burke podía sentir la hostilidad viniendo a través de la línea telefónica.

—Mire, —dijo Scaffoldon—. Tengo que verificar el paradero de Montgomery durante las
últimas 48 horas.

Esperó un latido.
—¿Por qué?

—¡Maldita sea, Burke! — Una respiración pesada antes de que Scaffoldon continuara con más
control—. Él es una persona interesada en la muerte sospechosa de Elayne Borden.

—No pudo ser. El Teniente Montgomery no ha estado fuera de servicio las suficientes horas
consecutivas para hacer el viaje desde y hacia Toland.

—Usted dijo que había tomado un tiempo personal. — Scaffoldon se había aferrado a esas
palabras.

—Tiempo que comenzó después de que su turno terminara ayer.— Burke se cansó de ese baile
—. Está tomándose un tiempo personal porque su hija llegó en una visita sorpresa.

—Ella... ¿Ella está ahí? ¿Cómo?

La sorpresa en la voz no era genuina. Scaffoldon, o alguien que había llamado el día de ayer,
sospechaba que Lizzy estaba en Lakeside.

—Ella tenía un billete y se subió a un tren, — dijo Burke.

—No, — la negación de Scaffoldon bordeaba la vehemencia—. Celia Borden, la madre de
Elayne, me dijo que Montgomery había estado haciendo amenazas, que Elayne temía que iba a
intentar llevarse por la fuerza a su hija. Si la chica está ahí, es porque Montgomery se la llevó y
Elayne fue asesinada cuando ella trató de detenerlo.

—Montgomery no podría haber hecho el viaje, — Burke insistió—. Si yo fuera usted, estaría
buscando al hombre que se mudo con Elayne poco después de que el Teniente Montgomery se
trasladó. Es un personaje desagradable que vive bajo un nombre falso.

—¿Qué nombre? — Preguntó Scaffoldon con cautela.

—Nicholas Scratch.

Silencio. Entonces:
—¿Sabe quién es Nicholas Scratch?

Burke oyó el miedo y la hostilidad en la voz de Scaffoldon.
—No. Ese es el punto. Si yo fuera usted, me gustaría ver qué tipo de coartada tiene para el
momento del asesinato.

—Está acusan...

Mientras esperaba a que Scaffoldon recobrara algo de control, miró hacia la puerta, invitó a
entrar a Kowalski y Pete Denby en su despacho, y luego se llevó un dedo a los labios para indicar que
él quería que se callaran.

—Usted no tiene ninguna prueba, ninguna en absoluto, de que Nicholas Scratch se relacionó
con Elayne Borden, y mucho menos que vivía con ella,— Scaffoldon gruñó—. Está tratando de
manchar la reputación de un hombre mediante la conexión de su nombre a una investigación de
asesinato.

—¿No es eso lo que está haciendo, tratando de arrastrar al Teniente Montgomery en esto? Mi
hombre está a 7 horas de tren de la escena del crimen. Su hombre está en la misma ciudad. Sé con
quién yo estaría hablando ahora.

Silencio.

—La Señora Borden tiene la custodia de la niña, — dijo Scaffoldon—. Vamos a organizar una
escolta policial para traer a la chica de vuelta a Toland. Si ella estaba con su madre en la estación de
tren, debe hacer una declaración.

Si la primera táctica no funciona, prueba con otra, pensó Burke.

—Una vez más, le han dado información inexacta. El Teniente Montgomery tiene la custodia de
su hija. Ella se quedará aquí. Vamos a tomar la declaración formal de Lizzy más tarde hoy, y le
enviaremos una copia de la transcripción. Un gusto.

—¡Espere! ¿Qué pasa con el oso?

Burke le dio a los tres hombres que escuchaban cada palabra, su sonrisa feroz- cordial—. ¿El
oso?

—La Señora Borden mencionó un oso de peluche. Juguete favorito de la niña. Lo llevaba a
todas partes. ¿Está allí?

—La mayor parte, — respondió amablemente—. Las niñas pueden ser descuidadas, y los Lobos
tienen dientes afilados.

Scaffoldon contuvo el aliento.
—¿Fue destruido?

—Perdió un brazo y una pata, pero por lo demás está intacto.

Una vacilación.
—¿Dónde está ahora?

—Lo aparte del peligro, está aquí en la estación, e iba a hacerlo remendar como una sorpresa
para Lizzy. Pero puedo poner los pedazos en una caja y enviárselo si piensa que va a ayudar a su
investigación.

—No, — dijo Scaffoldon bruscamente. Entonces su voz cambió a algo que podría ser
confundido con cortesía—. No hay necesidad de hacer eso.

—Si cambia de opinión, sólo hágamelo saber.

—Montgomery es el único que tiene un motivo para matar a Elayne Borden. Si intenta proteger
a un oficial que ya tiene una mancha grave en su historial, va a pisar algunos dedos de pies
importantes, Burke. Eso no será olvidado.

—¿Alguna vez ha hecho un período de servicio en el país salvaje, Scaffoldon?

—Es una tarea de castigo, — Scaffoldon espetó—. No hay policías cuerdos que se ofrezcan
como voluntarios para ello. Así que no, nunca he hecho ese tipo de tour.

—Yo sí. Dos veces. Aprendí mucho de la experiencia. Es por eso que no voy a ser intimidado
por funcionarios o empresarios con mucho dinero del gobierno... o por oradores motivacionales que
afirman provenir de familias ricas que viven cómodamente en otro continente. He visto algo de lo
que hay en la oscuridad. Esos son los dedos de los pies que no quiero pisar.

—Supongo que Montgomery encaja bien allí.

—Sí, lo hace. — Burke colgó. Se frotó las manos por la cara antes de sentarse derecho
nuevamente.

—Supongo que lo mejor sería conseguir los papeles de custodia procesados antes de que
alguien pida ver una copia, —dijo Pete.

—Conozco a un juez que me debe un favor.

Para su crédito, Pete no dijo: Por supuesto que sí. Al menos no en voz alta.

—¿Problemas? — Preguntó Louis.

—Ah, sí, — respondió Burke—. Más de uno, incluyendo a un Capitán de UID que muy
probablemente pertenezca al movimiento Humanos Primeros y Últimos. No quería que Scratch
quedara conectado a Elayne Borden de ninguna manera.

—No es de extrañar que él pertenezca a HPU, —dijo Pete—. Tienes que saber que a algunos
policías les va a gustar esa melodía.

—A los miopes. — Burke miró a Kowalski—. ¿Algo para decirme sobre el Teniente?

—Fui a su apartamento la noche anterior y empaqué un bolso para él, se lo lleve al Courtyard.
También le llevé mi saco de dormir. Sólo hay una cama individual en los monoambientes. Supuse que
si lo extiende en el suelo podría ser más cómodo que dormir en una silla.

Estudió al joven.
—¿Qué más?

Kowalski vaciló.
—¿Ha oído que los Otros están viendo de comprar un par de edificios de apartamentos al otro
lado del Courtyard?

Burke inclinó su cabeza hacia Pete.
—He oído hablar de eso.

—¿Sabe algo que debería saber sobre esos edificios? — Preguntó Pete—. Soy el abogado del
Courtyard cuando tratan con las cosas humanas como la compra de un edificio.

Kowalski miró a Pete.
—Simon Wolfgard me preguntó si Ruthie y yo estaríamos dispuestos a vivir en uno.

—Es de mi conocimiento de que tiene que encontrar otro lugar para vivir, — dijo Burke
suavemente.

—Sí, señor, así es. Pero fue la oferta de una participación en el huerto lo que me tiene
confundido.

—Wolfgard llamó a Eva ayer por la noche y le dijo que una parte de los huertos sería parte de
su salario, — dijo Pete—. Luego colgó antes de que pudiera preguntarle qué significaba eso.

—Sé que traen cosas como carne y huevos de granjas que están controladas por los Terráneos,
—dijo Kowalski—. Pero parece que los residentes del Courtyard plantan algunas de las frutas y
verduras que necesitan. Y este año, a los empleados humanos se les dará la opción de tener una parte
de la cosecha si ayudan con el trabajo.

—Eso podría significar una mayor exposición al Courtyard e interacción con los residentes
que tienen poco o nada de contacto con los humanos, —dijo Burke—. ¿Cómo se sienten con Ruth al
respecto?

—Emocionados. Con un poco de miedo. Simon Wolfgard dijo que los Terráneos no han tratado
de hacer un acuerdo como este, con nuestro tipo de humanos, pero indicó que los Otros trabajan
cooperativamente con los Intuye y con la comunidad rural de Vida Simple. Estamos dispuestos a hacer
la prueba.

—¿Está todo bien. Pete?

—La mujer que posee el dúplex quiere vender, — dijo Pete—. Después de hacer un poco de
investigación para tener una idea del precio de venta de otras casas de la zona, le hice una oferta ayer
por la tarde. Me acerqué a su precio de venta. No por mucho, pero lo suficiente como para endulzar
el trato. Ella aceptó, así que voy a ir al Courtyard esta mañana para explicar sobre el papeleo que hay
que hacer para que la Asociación Empresarial haga la compra de inmuebles en la parte humana de la
ciudad. —Se volvió hacia Kowalski—. No quiero parecer demasiado curioso sobre el Courtyard,
pero me gustaría saber más acerca de esta participación en los huertos, sobre todo porque no estoy
seguro de que trabajar para los Terráneos va a hacer que Eva o yo califiquemos para recibir una
libreta de racionamiento.

—Ruthie podrá sacar más información, —dijo Kowalski—. Todas las chicas se van a reunir
esta mañana para un paseo por la naturaleza o algo así.

Burke se apartó de su escritorio.
—Suena como que varios de nosotros tenemos negocios con los Otros esta mañana. — Él los
miró—. ¿Algo más?

—No de mí. — Louis se puso de pie—. Me quedaré en la estación y contestare el teléfono de
Monty hasta que digas lo contrario.

—Hay algo más, pero voy a esperar afuera, — dijo Pete, dando a Kowalski un vistazo antes de
salir con Louis.

Burke estudió al joven oficial. Estos últimos meses de trabajar en torno a los Otros habían
sazonado a Karl Kowalski en formas que la mayoría de los policías no podrían experimentar. En
cierto modo, el trabajo en torno a este Courtyard era similar a un período de servicio en el país
salvaje, excepto que aquí se tenía una mejor oportunidad de salir de un encuentro vivo.

Ese era el tipo de condimento que Burke quería que más de sus hombres tuvieran.

—¿Qué tiene en mente? — Preguntó.

—El Capitán Scaffoldon preguntó sobre el oso, pero no dijo nada acerca de las joyas?

—No, no lo hizo.

Kowalski era uno de uno del puñado de personas en Lakeside que sabían de las joyas en Oso
Boo. Pero la verdad saldría. Con una fortuna de ese tipo dentro de ese oso, y la muerte de la ex
amante de un oficial de policía añadida a la mezcla, la verdad saldría.

—¿Cree que él lo sabe? — Preguntó Kowalski.

—Él lo sabe. Él no está interesado en el oso... o la niña. Elayne Borden se enredó en algún tipo
de desastre, y apostaría el sueldo de un año de que está conectado a Nicholas Scratch y el movimiento
HPU.

—¿Ella está muerta?

—Sí.

Kowalski asintió.
—Esperaba equivocarme, pero medio me lo imaginé... El Teniente Montgomery me pidió
comprobar sus mensajes cuando fui a su apartamento. No había nada de la madre de Lizzy. Uno
pensaría que, si pudiera, ella habría llamado para asegurarse de que Lizzy llegó a Lakeside bien.

—Con la mujer muerta, la niña ya está en el medio de esto. Hasta que no tengamos una mejor
idea de lo que está pasando, todos tenemos que movernos con cuidado. ¿Va al Courtyard?

—Sí señor.

—Entonces dígale al Teniente Montgomery que mantenga su teléfono móvil apagado. No
quiero que escuche nada sobre Elayne de nadie más que de mí. Dígale que tenemos que tomar una
declaración formal de Lizzy, y necesito hablar con él de antemano, por lo que tiene que esperarme en
el Courtyard hasta que yo llegue. Y averigüe si Vladimir Sanguinati estará disponible para hablar
conmigo.

—Sí señor.

Cuando Kowalski salió, Pete regresó.

—¿Crees que la policía de Toland está comprometida de alguna manera? — Preguntó Pete.

—Nicholas Scratch está vinculado al movimiento Humanos Primeros y Últimos. Mancha la
reputación de uno y causaras daños en ambos. Si Scaffoldon pertenece a HPU, creo que va a hacer lo
que sea necesario para asegurarse de que Scratch no esté conectado con Elayne Borden.

—Humanos Primeros y Últimos es una idea seductora. Para tener todo lo necesario y también
no tener miedo de lo que está ahí afuera, porque no estará ahí más.

Burke resopló.
—Viviste en un pequeño pueblo en el Medio Oeste. ¿Con cuántos Terráneos interactuaste?

—Uno aún así sabía que estaban ahí afuera.

—Sabes que hay asaltantes humanos y violadores y asesinos por ahí también. Pero aún así sales
de tu casa y vas a trabajar. Eva sale a hacer recados. Los niños van a la escuela. Algunas de las
personas que se ven en los tribunales son mucho más peligrosas para tu familia que un Halcón sobre
tu cabeza en busca de su cena o un Cuervo posado en un árbol husmeando por algo que vio en tu
patio.

Pete le dio una sonrisa torcida.
—Todavía es una idea seductora.

—Los humanos primero y los últimos humanos, — dijo Burke sombríamente—. ¿Los últimos
humanos en una ciudad, en una región, en un continente? ¿En el mundo?

—Eso no es lo implica Humanos Primeros y Últimos.

Burke rodeó el escritorio e indicó que Pete que lo precediera para salir de la oficina.

Pero Pete se detuvo en la puerta y lo estudió.
—Eso no es lo que significa.

—Creo que el significado depende de si eres humano o uno de los Terráneos.

Capítulo 18



Watersday 12 de Maius.

Monty se acomodo hasta sentarse, con el corazón palpitante, mientras trataba de sacudirse la
pesadilla que lo había asustado sacándolo de un sueño intranquilo.

Al oír el inodoro y el agua corriendo en el lavabo, se pasó las manos por encima de su cabeza
y trató de calmar su respiración.

Segura. Su niña estaba a salvo. Pero Elayne...

Soñó que Oso Boo se había transformado en un Terráneo Oso Pardo que quería la bolsa de
joyas por alguna rara razón oníricamente lógica, y que Elayne no quería renunciar a ello. Lucharon,
ella obtuvo un corte en el vientre, y el Oso Pardo agarró la bolsa y se la tragó, convirtiéndose de
nuevo en Oso Boo antes de que Lizzy saliera del baño y lo viera como realmente era: un asesino
escondido detrás de la máscara de algo en lo que ella confiaba.

¿O alguien en quien confiaba?

Dioses, Monty reflexionó mientras se levantaba y miraba a su teléfono móvil. Tendría que
haber llamado a la madre de Elayne o a su hermano, Leo. Burke no quería que hiciera ninguna
llamada, pero seguro que no estaría de más encender su teléfono y comprobar los mensajes.

Cuando tomó el teléfono, alguien llamó a la puerta, un sonido tranquilo pero urgente.

Monty miró hacia la cocina. No había un cajón seguro para su arma en el monoambiente, por
lo que había puesto su revólver en el estante más alto en la cocina. Ahora lo sentía muy lejos.

Pero, ¿quién iba a saber que estaba aquí? ¿Y quién podría entrar en el edificio sin levantar una
alarma de los Terráneos en servicio?

Quitó el seguro y abrió la puerta.

—Buenos días, Teniente, — dijo Kowalski.

Una mirada a los ojos de Karl, le confirmó lo que había descubierto por su cuenta, aunque sólo
fuera en un sueño.

—Elayne está muerta, ¿cierto? — Preguntó.

Kowalski vaciló. Luego asintió.
—Lo siento, Teniente.

Monty sintió una punzada de dolor.
—Yo también. Las cosas estaban... tensas... entre nosotros en estos últimos meses, pero fuimos
una familia hasta ese momento. Ella era la madre de mi hija.

—Lo sé. — Kowalski cambió su peso de un pie al otro—. Un policía de Toland llamó esta
mañana. El Capitán Burke estará aquí pronto. Él quiere que mantenga su teléfono móvil apagado
hasta que él hable con usted.

El que Burke quisiera que no estuviera ubicable después de que la policía de Toland llamara,
ponía a Monty incómodo.

—¿Algún mensaje en el contestador automático de mi casa?

—No señor.

Monty miró hacia el cuarto de baño. ¿El agua seguía corriendo? ¿Qué estaba haciendo la niña
ahí?

—Bueno. Será mejor que me vista. Llama al Capitán y dile que no hay razón para que él venga
al Courtyard. Lizzy y yo podemos reunirnos con él en la estación.

—Me dijo que debería esperar aquí.

—Llámalo.

—Sí señor. ¿Teniente? Si hay algo que Ruthie y yo podamos hacer, sólo tiene que pedir.

—Has hecho un montón ya, pero lo tendré en cuenta. — Monty obligó a sus labios a hacer una
sonrisa. —Gracias.

Al cerrar la puerta, oyó que el agua dejó de correr. Entonces Lizzy entró en el salón, vestida
con su pijama. Mirando a sus pies descalzos, se dio cuenta de que sus uñas estaban pintadas en el tono
del rojo que le gustaba a Elayne.

Algo curioso para hacer si estaba huyendo de algo o alguien. Por otra parte, Elayne no había
estado en casa cuando le llamó la noche anterior a que hubieran ido a la estación del tren. Ella y Lizzy
¿Dónde se habían quedado? ¿Pintarse las uñas fue una manera de pasar el tiempo y distraer a una
niña?

Él y Lizzy irían a la estación de la calle Chestnut y harían una declaración formal. Después de
eso, tenía que considerar los aspectos prácticos de tenerla aquí. Tenía un apartamento de un
dormitorio, y su renta estaba fijada para un solo ocupante. Con el precio del agua, siendo lo que era,
su arrendador estaba obligado a aumentar la renta ya que Lizzy no sería una invitada que se alojaría
durante unos días. Claro, él podría apretar lo suficiente de su cheque de pago para solventar la renta
adicional, sobre todo porque ahora tendría el dinero que había estado enviando a Elayne para la
manutención de su hija. Bien, él podría darle a su niña el dormitorio y dormir en el sofá, pero eso era
un arreglo temporal, al igual que su estancia en este monoambiente era un arreglo temporal.

—¿Papá?

¿Cuánto tiempo se había quedado mirándola, perdido en sus propios pensamientos?

Monty la besó en la frente.
—Buenos días pequeña Lizzy. ¿Dormiste bien?

Ella asintió con la cabeza, pero miró hacia la cama, donde Oso Boo debería haber estado.

—¿Tienes hambre? — Preguntó Monty, queriendo evitar sus preguntas un poco más de tiempo.
Queriendo evitar hablarle de Elayne por un poco más de tiempo—. Vamos a ver lo qué el Oficial
Karl y la señorita Ruth nos dejaron para nosotros.

Había huevos en la nevera, también pan, leche, mantequilla, y un pequeño frasco de jalea de
uva. La caja de cereales en el armario no era del tipo que tentaría a una niña. Ni siquiera lo tentaba a
él. Así que uso cuatro de los huevos y el pan tostado. Y ya que no encontró nada de café, ambos
tomaron un vaso de leche.

¿Por qué hacer café aquí cuando podía bajar a por una infusión en lo de Tess? ¿Estaría abierto a
esta hora?

—¿Puedes ver la televisión o leer un libro mientras me ducho? — Preguntó mientras lavaba
los platos rápidamente.

—Bueno. ¿Vamos a ir al trabajo?

Miró a esos grandes ojos oscuros y sintió que su corazón palpitaba, con la certeza de que
ningún hombre jamás había amado a un niña más. Y que ninguna niña debería enfrentar lo que Lizzy
tendría que enfrentar hoy.

—Sí. Vamos a sentarnos con el Capitán Burke, y vas a decirle todo lo que recuerdas acerca de
la estación de tren y tu viaje a Lakeside.

—¿Entonces podemos llevarnos a Oso Boo?

Monty se secó las manos y colgó el paño de cocina.

—No cariño. Oso Boo tiene que quedarse en la estación para ayudar a la policía. —Y entre las
joyas ocultas en su interior y la sangre en el oso, no era probable que Oso Boo Oso volviera alguna
vez.

Evitaría decirle esa verdad el mayor tiempo posible.

—¿Si no tenemos a Oso Boo para protegernos, puede el policía Lobo venir con nosotros?
Nathan tiene grandes dientes. Incluso más grandes que Oso Boo.

Ah, maldición.
—Cariño...

—Por favor, papá.

Derrotado, dijo:
—Voy a pedirle. — Entonces se retiró al baño antes de que Lizzy pudiera pensar en otra cosa
que necesitaba para dar su declaración.


Capítulo 19



Watersday 12 de Maius

No muerdas al mensajero. Si lo muerdes, no va a trabajar para ti. No muerdas al mensajero.

Sentado en la sala de reuniones de la Asociación Empresarial con Vlad, Henry, y Tess, Simon
reorientó su atención a Pete Denby y la lista insoportable de papeles que necesitaba ser rellenados o
firmados o alguna otra cosa semejante con el fin de comprar un edificio.

¿Por qué no podían simplemente darle a la hembra humana una bolsa de dinero y luego orinar
en el edificio, para que todo el mundo supiera que era suyo?

Esta fue una de las razones por la que algunos Terráneos concurrían a centros de educación
humanos , eso iba más allá de lo que nadie quería saber sobre la carne inteligente. Pero incluso
teniendo la educación, no bastaba para soportar un proceso tan irritante.

—Búsqueda de títulos. Inspección de vivienda, — dijo Pete—. Tiene que hacerse. Puesto que
van a pagar en efectivo, podríamos ser capaces de apurar los trámites y cerrar el acuerdo antes de fin
de mes.

—Podríamos inspeccionar la casa nosotros mismos, — dijo Simon—. Darle una buena
aspiración.

—Aún así es necesario el papeleo. Y desde un punto de vista legal, una buena aspiración no es
suficiente.

Simon suspiró. Él prefería estar con Meg, haciendo lo que fuera que ella estaba haciendo.

—Encárguese de los papeles que necesitamos, —dijo Henry a Pete—. Entonces le daremos a la
humana el dinero y reclamaremos la casa.

—Sobre eso. — Pete olía nervioso—. Cuando dicen que van a pagar en efectivo...

—Vamos a llenar una bolsa con la cantidad correcta de dinero, —dijo Vlad.

—No le van a dar a la señora Tremaine un saco de dinero, — dijo Pete con un chasquido en su
voz que hizo a Simon gruñir... y molestó lo suficiente a Tess como para que su cabello castaño
adquiriera una amplia hebra roja y empezara a enrollarse.

Pete levantó ambas manos, en un gesto conciliador. No era tan sumiso como la exposición de la
garganta, pero bastó para que Simon no sintiera la necesidad de hacer cumplir su papel como líder
del Courtyard.

—Vamos a hacer esto de la manera humana y darle el dinero a la mujer por su casa, —Henry
retumbó.

—Sí, — dijo Pete rápidamente—. Yo no estaba sugiriendo que no lo fueran a hacer, o que no
deberían comprar la casa en la forma humana. Pero... — Estudió a los cuatro de ellos—. Este dinero
proporcionará a la Sra. Tremaine comida y refugio para el resto de su vida. Es mucho dinero. Darle
una bolsa de la dejará vulnerable a los ladrones. Podrían hacerle daño, incluso matarla si intentara
luchar contra ellos. No es la forma correcta de comprar una casa, incluso cuando van a pagar en
efectivo.

—Entonces, ¿qué sugiere? — Preguntó Vlad.

—Vi una especie de banco en la Plaza Comercial. ¿Es un banco legítimo?

—Sí, — dijo Simon. Luego hizo una pausa, con incertidumbre. Nadie había hecho esa pregunta
antes, pero un banco era un banco. ¿No?—. La Asociación Empresarial también tiene cuentas en un
banco humano ubicado en el plaza de la Avenida Bird.

—Eso es bueno. —Aliviado, Pete tomó notas—. Ese es un banco regional, por lo que debería
tener una sucursal en Hubb NE, que es donde la señora Tremaine va a ir. Si ella también usa ese
banco, pueden tomar el dinero de su cuenta y depositarlo en la de ella. Seguro y fácil. O podemos
darle un cheque de caja. Eso sería aún mejor. — Él levantó la vista de sus notas—. ¿Tienen suficiente
dinero en esa cuenta para cubrir los costos de la compra de la casa? ¿El precio de compra y los
cargos?

«¿Cargos?» Henry preguntó, mirando a los otros Terráneos.

—Deberíamos tener suficiente, —dijo Vlad—. Pero vamos a hacer un depósito la próxima
semana para cubrirnos de algo inesperado. ¿Qué pasa con los otros dos edificios?

Pete frunció el ceño.
—El propietario intentó doblar su precio una vez que se dio cuenta de que el Courtyard estaba
interesado en los edificios. Le dije que no tenían prisa para adquirir las propiedades y que estaban
dispuestos a esperar hasta que el banco lo embargara y dejara los edificios para subasta. Él está
atrasado en los pagos de la hipoteca, — explicó, cuando los Otros lo miraron—. No vive en esos
edificios. Es una propiedad para alquiler que se supone que genera ingresos, pero no tiene inquilinos.
Las últimas personas en los edificios están empacando. Y, francamente, una vez que se sepa que
ustedes son los dueños del dúplex en medio de los dos, no es probable que vaya a obtener ningún
inquilino. Yo le hice una oferta que se acercaba a su precio de venta, y le dije que estaban dispuestos a
pagar en efectivo. Y me aseguré de que el representante de bienes raíces también escuchara la oferta.

«Ha hecho mucho en un corto período de tiempo,» dijo Henry.

«No habríamos sabido hacer la mitad de eso,» dijo Vlad. «Pete Denby está siendo justo con los
humanos al hacer las ofertas, pero también está siendo justo con nosotros.»

Tess no emitió comentarios, pero Simon notó que su pelo era ahora de un castaño ondulado, lo
que significaba que ya no estaba enojada.

—Estamos de acuerdo, —dijo—. Vamos a comprar esa casa y pagaremos en la forma humana
que sugirió.

Pete hizo otra nota.
—Voy a empezar con el papeleo el Moonsday. Ah. Otra cosa. La Sra. Tremaine está mudándose
a un lugar más pequeño y va a dejar una buena cantidad de sus muebles. Ella dijo que llamaría a un
par de personas que tienen mesas en los puestos de la feria para sacarse cosas de encima, pero puede
que deseen echar un vistazo antes de que lo haga. Personalmente, creo que parte de eso son
chucherías, pero a Eva le pareció que algunas cosas podrían ser arregladas y que quedarían bastante
bien. Está disponible con sólo pedirlo, y ciertamente no estaría de más que mirar.

—¿Chucherías? — Simon ladeó la cabeza. Los Cuervos no habían salido a sus búsquedas del
tesoro en la basura desde el día en que algunos humanos cebaron una calle y trataron de matar a Jenni
Crowgard y sus hermanas, lo mismo los otros Cuervos. La advertencia de Meg había salvado a los
Crowgard, pero la experiencia había agriado el placer de los Cuervos en la búsqueda de fragmentos
brillantes, entre lo que los humanos tiraban como basura en la acera cada semana. ¿Tal vez esto sería
divertido para los Crowgard? Y podrían descartar lo que no querían.

—Iremos a ver, — dijo. Entonces pensó en Pete y su familia empacando su coche y escapando a
Lakeside después de que Pete ayudara con la búsqueda del Capitán Burke del Controlador—. Era
dueño de una casa llena de cosas.

—Sí. Bueno, alquilábamos una casa.

—Pero tenía cosas. — Nunca había visto el interior de una casa humana, excepto en los
programas de televisión, pero tenía la impresión de que una casa de verdad sería similar a la tienda
de los Cuervos, Chucherías y brillantes estaba llena con todos los pedazos y partes de las cosas que
los humanos no podían dejar de consumir.

Pete le dio una sonrisa torcida.
—Sí, éramos propietarios de cosas. Pero las cosas se pueden reemplazar.

—¿Qué pasará con esas cosas?

Pete se encogió de hombros.
—El alquiler está pago hasta finales de este mes. Después de eso, supongo que el propietario
empacara todo y lo almacenara... o lo más probable mantendrá el mobiliario y alquile la casa como
amueblada y venda todo lo demás, diciendo que no me podía encontrar.

En lo que concernía a Simon, el territorio importaba porque era el territorio que te daba un
lugar para vivir lleno de un montón de comida y agua de buena calidad, pero una mesa era una mesa,
una silla era una silla. Mientras sirvieran, una no era diferente de la otra. Pero los humanos eran más
como los Crowgard. Recolectaban cosas.

—Páseme su dirección, — dijo Simon—. Voy a ver si hay algo que los Terráneos en esa área
puedan hacer sobre cómo recuperar sus posesiones.

—Todos, -el humano y los Otros- lo miraron sorprendidos.

—Se lo agradecería,— finalmente dijo Pete. Él sacó un llavero, desenganchó dos llaves, y las
puso sobre la mesa. Luego escribió la dirección y la ciudad—. Si sus amigos tienen que elegir que
transportar, dígales que las cosas personales primero, ropa, juguetes, fotografías. Eso es más
importante para mí y Eva que los muebles.

—Se los diré, — dijo Simon—. ¿Hay algo más que necesite de nosotros?

—No. — Pete puso sus papeles en su maletín y se dirigió hacia la puerta. Entonces se detuvo y
los miró—. Gracias.

Cuando Pete salió, Nathan Wolfgard entró.

—Los Lobos de Addirondak quieren saber si pueden enviar a algunos de la manada a Lakeside
para una visita, — dijo Nathan—. Quieren que los Lobos que han estudiado la forma de interactuar
con los humanos, tengan algo de exposición del día a día con los humanos antes de tomar una
asignación en un Courtyard.

—Hay asentamientos humanos en Addirondak, — dijo Henry.

—Sí, pero los asentamientos son pequeños y tienen puestos de comercio donde los Terráneos
van a comprar bienes humanos. Fui a uno de esos lugares, y tenía todos los elementos básicos que
necesitamos cuando estamos en forma humana, pero es una experiencia diferente de ir a las tiendas
como las de nuestra Plaza Comercial. Los humanos que viven en los asentamientos y trabajan en los
comercios son Intuye, y aunque son educados, en realidad no hablan con los Terráneos, no como los
humanos lo hacen aquí. — Nathan se encogió de hombros—. Tenemos cosas de la que los Lobos de
Addirondak sólo han oído hablar.

—¿Cómo nuestra propia profeta de la sangre, juguete chillón?— Tess preguntó secamente.

Nathan se retorció.

¡Mía! Simon tragó el pensamiento -y el gruñido que le seguiría-, cuando Henry se movió en su
silla.

—Tenemos nuestra propia instructora humana que puede mostrar a los Terráneos las cosas que
los humanos aprenden cuando son jóvenes, —dijo Henry. Se volvió hacia Simon—. Es por eso que
contrataste a Ruthie, ¿no? Para que otros, además de los residentes del Courtyard de Lakeside puedan
aprender como parecer humano, quién podría ser amigo, y cómo reconocer un comportamiento que
indica que alguien es el enemigo, ¿cierto?

—Sí, — Simon afirmó—. Tenemos que reconocer dos tipos de humanos. — Tan pronto como
pudiera salir de esta piel, se daría una buena sacudida y daría una pequeña carrera para averiguar lo
que estaba haciendo Meg—. Voy a hablar con los Lobos de Addirondak. Tenemos espacio para un
par de invitados.

Quedando eso establecido, cada uno fue a ocuparse de lo suyo. Henry fue a su estudio. Tess fue
a Un Pequeño Bocado. Simon y Vlad bajaron a atender los pedidos de libros y abrir ABL. Mantenían
el cartel de Sólo Residentes, desalentando a los humanos a entrar, pero más de los residentes del
Courtyard se aventuraban ahora, a experimentar el comprar un libro y tener una pequeña interacción
con una de las humanas de la manada de Meg.

—Vuelvo pronto, — dijo Simon.

—Si tienes algún sentido, deberías huir de las hembras, no ir hacia ellas, —Vlad le gritó
mientras entraba en el cuarto de almacenaje.

Haciendo caso omiso de la risa de Vlad, Simon se quitó la ropa y la puso en una silla cerca de
la puerta trasera de ABL Luego cambió a Lobo, y trotó para ver a Meg.

Mientras que pudiera escapar de ellas, no estaba preocupado sobre cómo tratar con la manada
femenina.

Capítulo 20



Watersday 12 de Maius

La manada femenina; -Meg, Merri Lee, Ruth, y Theral- se encontraron en el camino al
Complejo Verde, antes de ir a la Plaza Comercial. Era un experimento para averiguar qué podían
absorber las Casandra de sangre y qué provocaba una sobrecarga. Dado que Merri Lee y Ruth estaban
ayudándola a escribir La Guía de las Profetas de la sangre, y Theral trabajaba en la oficina médica y
podía ser necesario que supiera acerca de los factores desencadenantes, Meg les había pedido unirse a
ella en un paseo desde su apartamento a la Plaza Comercial.

Manejaba por ese camino, cada día laboral y a menudo paseaba con Simon y Sam. Así que el
camino le era familiar y sin embargo ligeramente diferente cada vez, pero no recordaba que su mente
experimentara apagones cada vez que algo cambiaba. Entonces; ¿qué provocaba el desborde de una
Casandra de sangre hasta el punto de caer en el pánico... y la autodestrucción?

Tenía que averiguarlo porque ya no se trataba solo de ella, o porque eso angustiara a los Otros
en este Courtyard. La Guía no era sólo una manera de Simon de mantener a la manada femenina
ocupada. Había chicas que ahora que querían vivir y podrían no sobrevivir ya que las personas que
querían ayudarlas no sabían cómo hacerlo.

Así que ella y sus amigas caminarían, y ella vería, y tal vez podría encontrar una respuesta a
una pregunta que ayudaría a algunas de las chicas a vivir un poco más de tiempo. Tal vez incluso el
tiempo suficiente para que ella averiguar la siguiente respuesta.

—Tomamos el autobús del Courtyard hasta el Complejo Verde, —dijo Merri Lee mientras las
mujeres se dirigían a la Plaza Comercial—. Henry se reunió con nosotras en la Plaza Comercial y le
dijo al chofer que nos permitiera tomar el autobús hasta tu apartamento a partir de ahora.

—Creo que un Halcón era el chofer, —añadió Ruth—. O tal vez era un Búho. De todos modos,
justo antes de que el autobús parara en el Complejo Verde, vi el gran pedazo de tierra trabajada que
debe ser la huerta. Y había estacas de madera con una cuerda más allá de lo que ya se usaba, por lo
que parece que los Otros realmente están pensando en ampliar lo suficiente para que todos tengamos
una participación.

—Espero que todos podamos participar, — dijo Merri Lee—. Pero incluso si el Wolfgard sólo
hace la oferta a los inquilinos de los apartamentos, las verduras y frutas que se venden en el abasto de
la Plaza Comercial, siempre están muy frescas y cuestan menos que en los supermercados humanos.

—¿Qué pasa con la carnicería? — Preguntó Theral—. Fui a comprar un poco de carne hace
unos días, pero ese comercio parecía un poco... extraño.

Una vacilación.
—Sólo recuerda ser específica acerca de lo que quieres, — finalmente dijo Merri Lee.

—Tal vez por eso mi tía dijo que la carne sabía un poco extraña, y explica el por qué Lawrence
palideció cuando le dije que compré la carne en la Plaza Comercial.

—Si tenía un sabor fuerte, no era res, que no siempre está disponible, —dijo Ruth—. El
almacén de ramos generales también es un poco de a suerte y verdad. Puedes encontrar un frasco de
salsa para espagueti y una caja de pasta, pero no hay cajas de cereales. Un montón de cosas se venden
en frascos que esperan que los regreses, pero no hay mucho que se venda en latas.

—Los alimentos enlatados saben a metal, y los Terráneos tienden a comer los alimentos frescos
que están en temporada, — dijo Meg. La sensación de alfileres y agujas llenó sus mejillas, la lengua y
la mandíbula.

Se detuvo y estudió un grupo de plantas que no habían florecido hace un par de días atrás.

Las otras chicas se detuvieron también.

—¿Cómo lo llevas?—Preguntó Merri Lee, mirando a Meg mientras Ruth tomaba una foto de
las plantas.

—Muy bien, — respondió Meg. Ahora que habían dejado de hablar de la comida, el picor se
desvaneció. ¿Debería mencionarlo? ¿O sus amigas se sentían incómodas al hablar con ella de todo,
temerosas de que algo desencadenara la necesidad de cortarse?

—¿Qué clase de flor es? — Preguntó Ruth mientras Merri Lee esperaba, con el bolígrafo
suspendido sobre un pequeño cuaderno.

—¿Flor silvestre? — Meg especuló—. No recuerdo una imagen de entrenamiento que
corresponda.

—Es un heraldo de verano, — dijo una voz femenina detrás de ellas—. ¿Qué otro nombre
necesita?

—Buenos días, Primavera, —dijo Meg, volviéndose hacia el Elemental—. Hola, Niebla.

—¿No trabajas hoy? — Preguntó Primavera.

—Sí. Todas. Pero estamos dando un paseo primero.

—Muy sabio. Lloverá más tarde. No será una tormenta. Una lluvia suave por todo lo que está
floreciendo. Pero hay cosas que necesitan un pequeño trago ahora. — Primavera les sonrió antes de
que ella y Niebla se alejaran a medio galope.

Theral señaló el lugar donde habían estado el Elemental y el corcel.
—El camino está mojado allí. Justo allí.

—Es porque Niebla estaba allí, — dijo Meg.

Las chicas la miraron. Finalmente Merri Lee dijo:
—¿Así que los ponis realmente son sus nombres?

—Sí.

—Vaya.

Theral no conocía los nombres de todos los ponis y no comprendía lo que implicaba, pero
Ruth y Merri Lee, que habían sido testigos de la tormenta en Febros, parecían tener un poco de
miedo.

—Eso explica algunas cosas, — dijo Ruth.

Meg no recordaba mucho de la tormenta que azotó a Lakeside después de que había caído a
través del hielo en el arroyo. Pero recordó estar atrapada en el hospital, junto con Simon y Jester,
porque toda la ciudad había quedado varada por una nevada récord.

También recordó despertar en algún momento para encontrar a Simon en forma de Lobo,
acurrucado en esa cama de hospital con ella para mantenerla caliente.

—Es mejor empezar a moverse, — dijo.

Cuervos las siguieron mientras continuaban por el camino. Halcones se dispararon por los
cielos o encontraron alguna cómoda percha para observar. Un par de Búhos, que deberían haber
estado en casa en ese momento, volaron sobre sus cabezas.

Un pequeño conejo saltó al otro lado de la carretera, bajo la atenta mirada de un Halcón. ¿El
Halcón habría hecho más que mirar si las chicas no estuvieran justo pasando por su percha?

Agradecida de no tener una nueva imagen de un conejo asesinado, Meg miró las flores, la
hierba y los árboles. ¿Le dejaría Simon trabajar en el huerto? Si llevaba guantes y tenía la precaución
de proteger su piel, podría plantar y sacar malezas como las otras chicas. ¿Podría?

—¿Los ponis hablan entre sí?— Preguntó Merri Lee.

Meg se apartó de las flores que le habían llamado la atención y sonrió. Todos los ponis excepto
Niebla se encontraban en el cruce donde la carretera principal del Courtyard cruzaba con la calle que
conducía al Establo Poni. Incluso Remolino, el más nuevo poni, estaba allí, aunque todavía no había
logrado asumir la forma de: "soy un inofensivo, gordito poni" .

Meg los saludó.
—Tenemos zanahorias como golosina hoy.

—¿Eso es importante? — Ruth preguntó cuando estaban lo suficientemente lejos del el camino
como para no ser escuchada.

—Todos vienen para el regalo de Moonsday, porque son terrones de azúcar, —dijo Meg—.
Pero no todos se presentan para las zanahorias.

—Tiene sentido, — dijo Merri Lee.

—Vaya que sí, —dijo Ruth en voz baja.

Un Lobo con un pelaje oscuro, salpicado ligeramente con manchas grises corrió hacia ellas...
grande, rápido, letal. Y feliz. ¿Tal vez implicaba que la reunión había ido bien? Lo más probable era
que Simon estaba feliz de estar al aire libre y peludo, aunque fuera sólo por unos minutos.

—No he traído la cuerda, y no voy a correr y llegar toda sudada antes de empezar a trabajar, así
que ni siquiera pienses en jugar a arrear a la humana, — dijo Meg.

Él se rió de ella, -podía asegurar que se estaba riendo-, y miraba el sombrero tejido que Merri
Lee le había traído para proteger su cabeza del sol.

Meg puso una mano en el sombrero, que parecía divertirlo.

Los Lobos podían hacer un juego de casi cualquier cosa, y el juego de arrebatarle el sombrero
podría continuar durante semanas antes de volverse lo suficientemente aburrido como para buscar
algo más.

Después de haber logrado lo que fuera que vino a hacer, Simon volvió y trotó en dirección a la
Plaza Comercial.

Él se habría quedado si hubiera estado caminando sola.

—Puedes llamarlo, para que camine por delante de nosotras, — dijo Merri Lee.

Meg negó con la cabeza.
—Estamos haciendo un experimento.

Pero ella deseaba haber podido pasar una mano por su pelaje, sólo por ese momento de
conexión. Solo para decir estoy aquí.


* * *


Simon se puso la ropa que había dejado en ABL: vaqueros, zapatos de lona, y un polo de color
verde oscuro. No era el tipo de vestimenta que solía usar durante las horas de trabajo en la librería,
pero no tenía que preocuparse de causar la impresión correcta en los clientes humanos más. Además,
ahora que estaba más cálido, usaba el mismo tipo de ropa que Kowalski, Debany, y MacDonald
llevaban cuando no estaban de servicio. Para los Terráneos que mantenían la vigilancia sobre los
humanos, mezclarse en una calle de la ciudad era tan importante como moverse sin ser visto en el
país salvaje.

Meg se veía bien. Había captado el olor del miedo cuando había alcanzado a las chicas, pero no
venía de ella. Alguien más en la manada había temido al Lobo, porque estaba en forma de Lobo.

Sonrió. Pandilla de chicas. Manada femenina sonaba a dientes y poder. ¿Pero pandilla? Era más
fácil hacer frente a una pandilla, siempre y cuando recordara que una pandilla podría cambiar a una
manada muy, muy rápido.

Al llegar al arco entre ABL y Un Pequeño Bocado, se dio cuenta de que la puerta de celosía
seguía cerrada. Cuando trató de abrirla, descubrió que estaba trancada.

«¿Tess?»

«Monos de mierda. Apaga sus ojos. Aprieta sus corazones en pulpa negra. Conviértelos en la
podredumbre de una cloaca contenida en una bolsa llorona de piel.»

Simon se apartó de la puerta de celosía. La voz sonaba como Tess, pero no de la Tess que
conocía

Jinete de la plaga.

Los Segadores eran una forma rara de Terráneos, solitarios que podían matar con una mirada
cuando su verdadera naturaleza era revelada. Había invitado a Tess a vivir en el Courtyard de
Lakeside cuando había asumido el control como líder. Sabía que ella era un depredador peligroso,
pero no sabía lo que era hasta hace poco. Y nunca había sentido que había puesto al resto de
Terráneos en Lakeside en riesgo por dejarla vivir ahí, hasta ahora.

«¿Tess? ¿Qué pasa?»

«Vete, Simon. Sólo... Vete. Voy a hablar contigo más tarde.»

Corriendo al depósito, encontró el paño que usaba a veces para cubrir una mesa para una
exhibición adicional. La puso por encima de la puerta de celosía. Sospechaba que Tess estaba en
algún lugar de la trastienda, fuera de la vista de cualquiera que mirara en las ventanas, pero si ese no
fuera el caso, no quería a nadie de los suyos caer capturados por verla.

—¿Simon? Hay algo que tienes que saber antes de reunirte con la policía. —Vlad se acercó y
miró la cubierta—. ¿Qué es eso?

—Algo está mal con Tess. El Teniente Montgomery y la Lizzy bajaran del apartamento en
cualquier momento. Creo que Tess cerró todas las puertas de Un Pequeño Bocado, pero ve a la puerta
de atrás y asegúrate de que todo el mundo entre por ABL.

—¿Vas a llamar a Henry?

Simon asintió. No es que un Oso Pardo pudiera hacer algo más que un Lobo contra una
Segadora, pero Henry fue el primero en reconocer la clase Terránea de Tess, por la forma en que
había matado Asia Crane durante el ataque al Courtyard. Y Henry podría ayudarle a mantener a todos
los demás fuera de la cafetería.

Mientras Vlad salió de nuevo a vigilar, Simon, llamó a Henry, Blair, y Nathan.

El Teniente Montgomery entró primero, seguido de Kowalski. Blair y Nathan llegaron
momentos después.

—¿Dónde está la Lizzy? — Preguntó Simon bruscamente.

Montgomery vaciló.
—Necesitaba un minuto para hablar con usted, y el Sr. Beargard amablemente la invitó a ver a
sus tótems de jardín.

La chica no se había deslizado pasando a Vlad y tropezado con Tess. Bien.

Montgomery y Kowalski miraron el paño que cubría la puerta de celosía.

—¿Hay algún problema? — Preguntó Montgomery.

—Tess necesita un poco de tranquilidad,— respondió Simon. Y tan pronto como fuera seguro
acercarse a ella, iba a averiguar lo que la había enfurecido tanto.

—Necesito un favor, — dijo Montgomery, pareciendo incómodo—. Lizzy tiene que hacer una
declaración formal esta mañana, y le gustaría que el policía Lobo fuera con ella.

—¿Policía Lobo?— Dijo Blair.

Nathan resopló.
—No creí que ella sabría lo que era un ejecutor.

—¿Por qué quiere a Nathan?— Preguntó Simon.

—Lizzy cree que Oso Boo la protegía de las cosas malas, y ahora él no está con ella cuando
tiene que hablar de lo que le pasó a su madre. Es por eso que le gustaría que Nathan fuera con
nosotros. Ella dice que tiene los dientes grandes, incluso más grande que Oso Boo.

Se quedaron mirando a Montgomery. Finalmente Simon dijo:
—Oso Boo no tiene ningún diente, por lo que todo el mundo tiene dientes más grandes.

—Lo sé. — Monty vaciló—. La madre de Lizzy fue apuñalada en la estación de tren la mañana
de ayer. Ella está muerta.

¿Se había visto así de cansado y confundido la noche que dispararon a Daphne? ¿La noche que
Sam vio a su madre morir? Simon miró a Vlad.

«¿Lo sabías?»

«El Capitán Burke me pidió que comprobara con los Sanguinati de Toland por las noticias,»
Vlad respondió. «Stavros llamó esta madrugada con la información. Suena como que el Teniente ha
comprendido lo suficiente como para saber por qué la Lizzy estaba en el tren sola.»

—Voy a ir con la cachorra, — dijo Nathan.

—¿Un Lobo solitario en un edificio lleno de humanos con armas de fuego?— Blair gruñó.

—No solo, —dijo Kowalski—. Nathan no estará solo.

Simon asintió para reconocer esa promesa.

—Voy a ir con ella, —dijo Nathan—. Pero la Lizzy es una exprimidora, por lo que no voy a
cambiar a la forma de Lobo.

—Es una señal de miedo, — dijo Simon, complacido de compartir una pepita de información
acerca de las mujeres humanas, y aliviado de pensar en algo más que una muerte que suscitó
demasiados recuerdos—. Cuando Meg ve una película de la Brigada Lobo con Sam, termino siendo
exprimido.

¿Debería mencionar la compulsiva depilación de piel? Nah. Eso podría ser sólo cosa de Meg.
Además, Nathan no iba como Lobo, por lo que no debería importar.

—Tengo el coche, — dijo Kowalski—. Podemos ir cuando esté listo, Teniente.

Montgomery miró la puerta cubierta.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar con eso?

Simon se encogió de hombros.
—Cuando me entere de lo que le molesta, le haré saber.

Montgomery, Kowalski, y Nathan salieron de la tienda en busca de Lizzy y subieron al coche
rumbo a la estación.

Simon estudió la puerta, luego se fue al mostrador para trabajar en cualquier pedido que
pudiera completar.

Cuando Tess estuviera dispuesta a hablar, le haría saber. Sólo esperaba que no matara a nadie
antes.


Capítulo 21



Watersday 12 de Maius

A Nathan no le gustaba la estación de policía. Demasiadas paredes, demasiada gente, demasiado
ruido. No le gustaba la forma en que algunos de los hombres lo observaban mientras caminaba con la
Lizzy y el Teniente Montgomery. Difícil no gruñir una advertencia para que mantuvieran su distancia.

Difícil no darse cuenta de la forma en que algunos de los hombres miraban a Kowalski, como
si ya no perteneciera a la misma manada.

Entonces captó el olor del Capitán Burke antes de que los hombres se dieran cuenta de que el
Capitán estaba allí. Y se preguntó cómo Burke iba a manejar este potencial conflicto dentro de la
manada de la policía.

—Sr. Wolfgard, — dijo el Capitán Burke—. Gracias por venir con Lizzy y el Teniente
Montgomery. ¿Me acompañan?

Burke los llevó a una pequeña habitación.

Alguien había estado enfermo ahí no hace tanto tiempo. ¿Debería decirle al Capitán Burke que
los humanos no habían limpiado toda la enfermedad? La habitación tenía el olor punzante de los
productos de limpieza, así que tal vez los humanos pensaban que la habitación estaba limpia y no
podían oler lo que todavía estaba allí.

Esperaba que a la Lizzy no le llevara mucho tiempo contar su historia. No quería quedarse en
ese cuarto.

Trató de aparentar que no prestaba mucha atención. Después de todo, su trabajo consistía en
vigilar el Courtyard de Lakeside, no el preocuparse por algo que había sucedido en Toland, ¿por qué
iba a estar interesado en este tipo de cosas?

Era más fácil fingir desinterés cuando estaba en forma de Lobo. Los repartidores que iban a la
oficina del Enlace hablaban con Meg. No se les ocurría pensar que el Lobo que parecía que había
perdido interés en cuanto los reconocía todavía escuchaba todo lo que decían.

Presentía que los policías no eran tan fáciles de engañar como los repartidores. Especialmente
alguien como Burke.

Después de asegurar a Lizzy que Oso Boo estaba recibiendo la mejor atención y todavía tenía
que quedarse en la estación y ayudar a la policía, el Capitán Burke prendió una grabadora. Entonces
él sólo movió su bolígrafo y miró el papel delante de él.

¿Qué estaba esperando Burke? ¿Cuánto tiempo iba a esperar? Ellos no tenían que acercarse
sigilosamente a las respuestas como si fuera una especie de presa asustadiza. La Lizzy tenía las
respuestas. ¡Sólo necesitaban hacer las malditas preguntas para que todos pudieran salir de esa
habitación!

—¿Por qué ahora?— Preguntó Nathan. Ignorando las miradas afiladas de Burke y
Montgomery, se centró en la Lizzy—. ¿Por qué tu madre quería que fueras a Lakeside ahora?

Lizzy jugueteó con un botón en su camisa.
—Mamá y el señor Scratch tuvieron una pelea porque el señor Scratch fue a una fiesta de
pijamas en casa de una señora, y a mamá no le gustó. Ella le gritó, y él le dio una bofetada. Luego
empacó su maleta y se fue. Entonces mamá llamó a la abuela Borden y lloró, y cuando colgó, lloró
un poco más. Entonces las costuras de Oso Boo se rompieron porque el tío Leo no hizo las cosas
bien la última vez que jugamos al doctor, y tratamos de arreglar a Oso Boo con vendas adhesivas, y
luego mamá vio a Oso Boo y encontró el secreto.

Nathan estudió a los dos hombres. Al oír la palabra doctor, se pusieron rígidos como si
hubieran olido peligro, lo cual no tenía sentido ya que una palabra no tenía olor.

—¿Tu mamá llamó a alguien?— Preguntó el capitán Burke.

Lizzy negó con la cabeza.
—Ella dijo que teníamos que mantener el secreto hasta que pudiéramos hablar con papá.

—¿Te acuerdas de que día fue? ¿Viajaste en el tren al día siguiente?

—No. Fuimos al banco y nos dieron dinero. Y mamá preparó una maleta para cada una. Y
cuando el tío Leo se acercó, ella me dijo que me quedara en mi habitación porque nuestro viaje para
ver a papá, era un gran secreto, y Oso Boo podría cotillear.

Nathan consideró esta información adicional. No entendía por qué el juego sería malo. Jugando
era como los jóvenes aprendían sus habilidades. Tal vez el jugar con el tío Leo era la parte mala, ¿el
hombre era un peligro? Dado que la madre estaba tan preocupada porque la Lizzy hablara con el tío
Leo, sonaba como que una humana joven no sabía lo suficiente para mantenerse tranquila y
esconderse cuando un depredador venía a husmear la guarida. No le parecía justo culpar a Oso Boo,
dado que no habría podido irse de lengua con nadie.

—Entonces, ¿qué pasó? — Preguntó el Capitán Burke.

—Tan pronto como oscureció, mami y yo fuimos a un hotel para una noche de chicas fuera de
casa. Nos pintamos nuestras uñas de los pies y vimos televisión y cenamos en nuestra habitación. Y
ella no puso su cara de loca cuando no comí todas mis verduras. — Lizzy siguió jugueteando con el
botón.

—¿Lizzy? — Dijo Montgomery en voz baja.

—Mamá no paraba de decir que el viaje en tren tenía que ser un secreto para todos, incluso para
la abuela y el tío Leo Borden. — La mirada que puso, le dio a Nathan ganas de quejarse por simpatía
—. Yo no le conté el secreto cuando el tío Leo llamó. Pero... tal vez le dije que sabía un secreto.

—¿Cuándo fue eso?— Preguntó el Capitán Burke—. ¿Te acuerdas?

—Por la mañana, —respondió Lizzy—. Mamá estaba en el baño. Es por eso que conteste el
teléfono.

—¿Acaso mamá te dijo que no respondieras?—Preguntó Montgomery.

Ella se volvió hacia él.
—Pero era el teléfono, papá. Y seguía sonando y sonando.

Montgomery asintió.
—¿Qué dijo el tío Leo?

—Me preguntó que estábamos haciendo en un hotel, y yo le dije que íbamos a tener una noche
de chicas, y él dijo que habíamos preparado un montón de cosas para una noche y si nos íbamos a
alguna parte. Yo le dije que no lo podía decir porque era un secreto. Entonces mamá salió corriendo
del cuarto de baño y colgó el teléfono y dijo que teníamos que irnos ya mismo. Yo le dije que no me
lave los dientes aún y que Oso Boo necesitaba hacer caca, pero ella dijo que ya mismo era ya mismo
y que Oso Boo tendría que esperar hasta que llegáramos a la estación de tren porque me había ido de
la lengua con el tío Leo después de que me dijo que no contestara el teléfono. — Las lágrimas
llenaron los ojos de Lizzy. Ella sollozaba.

—Cometiste un error, pequeña Lizzy, — dijo Montgomery—. Pero el hombre de la recepción
le dijo al tío Leo que tú y mamá se alojaban en el hotel. Es por eso que él llamó a tu habitación. Así
que el hombre de recepción se equivocó también.

Burke serenamente se aclaró la garganta.
—¿Luego fueron a la estación de tren?

Lizzy asintió.
—Mamá compró dos boletos. Luego fuimos a otra ventana, y me dijo que podía ser una chica
grande y comprar las entradas para Lakeside. Se puso de pie justo detrás de mí, y el hombre sonrió y
le guiñó un ojo, y luego le dio el dinero y me dio los boletos, y mamá me dijo que pusiera los
boletos y el dinero extra en el bolsillo especial dentro de mi abrigo de verano. Luego dijo que
íbamos a fingir que estábamos siendo perseguidas, como en una película. Oso Boo y yo estábamos
encargados del secreto que teníamos que llevar a papá, y ella sería el señuelo. Si podía, subiría en el
tren conmigo. Si los hombres malos ya estaban buscándonos, ella los despistaría y tomaría el tren en
Hubb, y luego llamaría a papá.

—¿Tu mamá te puso en el tren?—Preguntó Burke.

—Ella me mostró donde se suponía que debía pararme cuando llegara el momento; luego
fuimos a un baño así Oso Boo podría hacer caca antes de subir al tren. Y tenía que hacerlo... — Lizzy
se detuvo, sus mejillas se ruborizaron—. Mamá se enojó porque Oso Boo no puso atención a sus
asuntos y tardo mucho tiempo y así íbamos a perder el tren. Pero cuando nos fuimos del baño, ella
miró a su alrededor e hizo un sonido, como si estuviera a punto de vomitar. Me dijo que subiera en el
tren, que encontrara una familia con niños y actuara como si fuera parte de esa familia, como una
chica lo haría en las películas. Me dijo que me fuera, y me empujó. Entonces ella volvió a entrar en el
baño.

—¿Subiste al tren?

—¡Yo no quería que mamá fuera un señuelo! Hice lo que me dijo, más o menos, pero luego
volví al baño porque no me quería ir sin ella. Pero estaba en el suelo, sosteniendo su vientre. Sacudí
su brazo, y ella me miró y me dijo que corriera. Me dijo que iba a estar bien en un minuto, pero tenía
que correr antes de que el hombre malo me lastimara también.

El botón con el que Lizzy había estado jugando todo el tiempo, se salió de la camisa. Ella lo
miró por un largo momento, y luego lo puso sobre la mesa.

—Había un niño y una niña con su mamá y papá subiendo al tren. El niño estaba llorando y
golpeando con los pies y todo el mundo lo miraba. Mientras que el papá lo regañaba y lo cargaba, me
subí al tren con la mamá y luego encontré un asiento por mí cuenta.

Silencio. Luego Burke dijo:
—Gracias, Lizzy. Ese fue un muy buen informe. ¿Por qué no vas con tu padre a buscar algo de
beber y me esperan en mi oficina? Me gustaría obtener la declaración del Sr. Wolfgard sobre el viaje
en tren.

Nathan hubiera preferido conseguir una bebida con la Lizzy, pero él permaneció sentado y
observó a Montgomery y a la Lizzy salir de la habitación.

—¿Qué pasó en el tren?— Preguntó Burke.

—Yo había pasado algún tiempo en las montañas de Addirondak y estaba de camino a casa,—
Nathan respondió, encogiéndose de hombros—. Tome un asiento. Note que la Lizzy y Oso Boo
estaban solos. Un macho humano pasó varias veces por el vagón y la miraba. Ella es sólo una
cachorra, y Oso Boo no tiene dientes, y los miembros adultos de su manada no aparecían, por lo
que... — Otro encogimiento de hombros.

—Intervino,—Burke concluyó—. Lizzy no habría llegado a Lakeside, si no lo hubiera hecho.

Nathan se movió en su silla.
—Esta habitación apesta. ¿Podemos irnos ahora?

—¿Apesta porque no le gusta estar aquí?

—Huele a enfermedad y productos de limpieza.

—Ah. Voy a decirles a los de mantenimiento.

Cuando Burke se puso de pie, Nathan se levantó también.

—El Oficial Kowalski lo llevará de vuelta al Courtyard. ¿Le importaría llevarse a Lizzy con
usted, sólo por una hora o dos? El Teniente Montgomery y yo tenemos mucho trabajo que hacer.

Nathan estudió al humano. La voz. Demasiado casual. Como cuando un Lobo trataba de pasar a
una manada de ciervos fingiendo no darse cuenta de ellos.

—¿Por qué la quiere allí? — Preguntó Nathan—. Este edificio está protegido. Tiene muchos
humanos con armas de fuego.

—Me han dicho que Celia Borden quiere la custodia de Lizzy, —dijo Burke en voz baja—. Leo
Borden sabía dónde Lizzy y Elayne se alojaban. No es disparatado pensar que Leo se lo dijo alguien,
y esa persona quería asegurarse de que Elayne Borden no dejara Toland mientras que el juguete de su
hija guardaba una fortuna en joyas.

—¿Qué tiene eso que ver con la Lizzy permaneciendo en el Courtyard?

—La ley humana no se aplica en el Courtyard. Quiero asegurarme de que nuestras leyes no se
puedan usar en contra de Lizzy y que la pongan en peligro. Yo no quiero ser obligado a entregarla al
enemigo.

Nathan pensó que tratar de forzar a Burke a hacer algo que lo hiciera enojar, sería como tratar
de forzar a Henry Beargard, con más o menos el mismo resultado.

—Esa es la decisión de Simon, no la mía.

Burke no mencionó que él y su policía habían ayudado a Simon a proteger a Meg, habían hecho
más para ser útiles que lo que los humanos habían hecho antes. Inteligente Burke en no mencionarlo y
dejar que los Terráneos pudieran elegir.

—Tess está enojada, así que no estoy seguro de que el Courtyard sea el lugar más seguro, pero
la Lizzy puede volver conmigo, — dijo Nathan. Y sólo esperaba que alguien de la manada humana
estuviera alrededor y supiera qué hacer con una cachorra humana.

Capítulo 22



Watersday 12 de Maius

Se había producido un sonido de goteo, y sangre en el suelo, y las otras chicas...

Se puso de pie junto a la cama y se centró en el hombre que bloqueaba la puerta de la
habitación.

Un lugar diferente. Un nuevo controlador. Pero él no se veía como un Nombre Caminante. No
eran sólo los pantalones vaqueros y la camisa azul lo que lo hacía diferente a los que la habían
controlado en el recinto. Parecía... silvestre... y sus ojos ámbar le daban la seguridad de que no era
humano.

¿Por qué uno de ellos la trajo a este lugar?

—Soy Jackson Wolfgard. Dijiste que querías vivir. Los Intuye no podían mantenerte con su
gente, por lo que te traje aquí al campamento Wolfgard en el asentamiento Terráneo.

Ella había dicho que quería vivir. Había gritado las palabras. Sí. Recordó con claridad. Sus
recuerdos de cómo había llegado a esa habitación eran los que estaban velados.

Recordó las imágenes de entrenamiento sobre las expresiones en un intento de averiguar lo que
veía en su rostro. Renuencia. Renuncia.

Él se acercó a la mesa y una silla, los únicos otros muebles en la habitación, además de la cama
y una pequeña mesa con una lámpara. Cuando él se alejó, ella se quedó mirando la navaja de plata que
había dejado sobre la mesa.

—Meg, la Trailblazer, dice que debes tener la navaja, que el corte debe ser tu elección. Ella dice
que este tipo de habitación ayudará a aquietar tu mente. —Jackson la miró, tal como ella lo observaba
—. No sabemos cómo cuidar a las sangre dulce, pero vamos a tratar de ayudarte a mantenerte con
vida, si eso es lo que quieres. —Una vacilación—. Debes elegir un nombre.

—Me llamaron cs821, — susurró.

—Eso no es un nombre.

No sabía que responderle.

—Si quieres algo, pídenos.

Cuando ella asintió con la cabeza, salió de la habitación y cerró la puerta.

Esperó, pero no pasó nada. Cuando se cansó de esperar, exploró la habitación. Paredes de
madera, suelo de madera, techo de madera. Escritorio de madera, una silla de madera, mesa de
madera, cabecero de madera. Persianas de madera que estaban abiertas, pero la ventana estaba
cubierta, tapando el exterior con papel blanco que permitía a la luz entrar pero le impedía ver afuera.

El cuarto de al lado tenía un inodoro, un lavabo y otra pequeña ventana cubierta.

Volviendo a la habitación, fue a la mesa y tomó la navaja de plata que brillaba en la madera
oscura. La euforia que venía de un corte la haría sentirse bien. Tan bien.

Pero algo que Jackson dijo, finalmente hizo clic. Meg, la Trailblazer, había dicho a sus nuevos
cuidadores que esto era lo que necesitaba para seguir con vida. Meg.

¿Podría ser... ?

Ella miró alrededor de la habitación de nuevo. Nada más que madera y una ventana cubierta.

Se acercó a la cama y estudió la cubierta, clasificándola a través de las imágenes de
entrenamiento hasta que llegó a una identificación. Colcha de retazos. Diferentes colores, diferentes
patrones de tela cosidas juntas.

Con cautela, se sentó en la cama. Tímidamente, tocó la colcha. En silencio, el dedo trazó las
pautas. Intrigada por las formas, se olvidó de la navaja.

Capítulo 23



Watersday 12 de Maius

—"Los Terráneos exigen la revelación absoluta de los paraderos de estas denominadas profetas
de la sangre, exponiendo públicamente a chicas que ya tienen problemas, que según los expertos
médicos, requieren de la vida tranquila que las instituciones privadas ofrecen. Y una vez que estas
instituciones admiten tener algunas de estas chicas con problemas, los Otros sacan a las chicas de los
entornos protegidos y las llevan a lugares no revelados. Todo el mundo dispuesto a defender los
derechos humanos y la dignidad humana, deben insistir a los gobiernos en cada aldea, pueblo, ciudad
y región en Thaisia, que exijan la misma revelación absoluta que los Terráneos exigen de nosotros. Si
los Otros realmente no van a hacerles a estas chicas ningún daño, que nos dejen verlas, que nos dejen
saber que están a salvo. Y que dejen a los humanos ocuparse de los humanos sin temor a represalias".

—El discurso de Nicholas Scratch fue escuchado por una multitud de pie, en un evento de
recaudación de fondos para HPU en Toland. Más cerca de casa, el Alcalde Franklin Rogers dijo a la
prensa que iba a ayudar al Gobernador Patrick Hannigan en la creación de un grupo de trabajo
médico para la Región Nordeste. El grupo de trabajo se encargara de la inspección de todas las
instalaciones que atienden a las niñas en situación de riesgo que tienen adicciones peligrosas para la
vida.

—Apague eso, —dijo Burke mientras conducía por la calle principal hacia el Courtyard.

Monty apagó la radio.

—Las denominadas profetas de la sangre. ¿Cree que alguien como Nicholas Scratch no sabe de
la existencia de las Casandra de sangre y lo que esas chicas pueden hacer?

—La Alianza de Naciones del Bloque Romano ha desarrollado un avión, una nueva forma de
transporte que da a los humanos una mirada expansiva de la tierra alrededor de ellos. El movimiento
Humanos Primeros y Últimos, irrumpe en la escena de Thaisia desde el Bloque Romano. Un
portavoz del movimiento llega a Toland para difundir el mensaje de que los humanos deben ser los
primero, últimos, y todo lo demás entremedio, a la hora de contar con los recursos disponibles en
este mundo. Drogas aparecen en diversas comunidades humanas y, o bien hacen que el usuario quede
completamente pasivo o adoptan una conducta tan agresiva, violenta, que el instinto de conservación
no es una consideración. ¿Es una coincidencia que todas estas cosas han pasado en tan poco tiempo?
No lo creo. El desarrollo de un avión tomaría meses, incluso años. Ahora que hay una máquina que
funciona, sería el momento de poner las otras piezas en su lugar. Yo no me sorprendería de escuchar
que Scratch tuvo contacto con el Controlador u hombres como él. Yo no me sorprendería al escuchar
que los problemas de las drogas en Thaisia eran pruebas de armas potenciales. El último mensaje que
recibí de mi primo, Shady Burke, indicó que el Bloque Romano sigue mostrando signos de
preparación para la guerra. Los que viven en la parte humana de Brittania, están preocupados de que
los líderes del Bloque Romano puedan decidir que es demasiado arriesgado luchar contra los
Terráneos y ataquen otras partes controladas por humanos del mundo, con el fin de adquirir más
tierras y recursos.

—Y Brittania es el lugar más cercano. — Monty asintió con la cabeza—. De cualquier manera,
tener una idea de cómo el futuro podría llegar a presentarse y ser capaces de ajustar los planes
militares, podría hacer la diferencia entre ganar o perder una batalla.

—Drogar a las tropas para que se conviertan en locos también es útil cuando se enfrenta a un
enemigo que los humanos han temido desde nuestro primer encuentro con los Terráneos.

—¿Cree que los Otros encontraron a todas las profetas de la sangre que fueron alejadas de los
recintos y metidas en un criadero como animales?— El estómago de Monty realizó un cosquilleo
lento mientras consideraba las posibilidades. Las drogas Repasando al lobo y Bienestar, se hicieron a
partir de la sangre de las Casandra de sangre. ¿No querrían los líderes del Bloque Romano tener
cerca a la fuente, si las tropas necesitaban recibir una dosis justo antes de la batalla?

Tal vez eso era algo que debería mencionar a Simon Wolfgard. Los buques eran la única
manera de cruzar el Atlántik. Si se estaban llevando a las niñas de Thaisia, tendrían que viajar en
barco. ¿Y qué ciudad oriental tenía barcos yendo y viniendo todos los días a los puertos en otras
partes del mundo?

—¿Cree que la policía de Toland sabe dónde Scratch se aloja?—Preguntó Monty.

—Me sorprendería si no fueran quienes garantizan su protección, — respondió Burke—. Y si
estás buscando a alguien para crear problemas, Scratch es un bastardo persuasivo. Él tiene a todo el
mundo tan centrado en lo que ha pasado con las Casandra de sangre en los últimos días, que nadie
está preguntándose que había estado sucediéndoles a esas chicas por generaciones. En cuanto a este
grupo de trabajo médico, los Terráneos podrían permitir a los médicos desconocidos entrar en los
asentamientos donde las chicas residen. Dejar que se vayan es una historia completamente diferente.

Monty observó a un coche blanco girar en la calle principal de entrada al Courtyard.

—Creo que es el coche de Dominic Lorenzo. Debe ser su mañana para trabajar en el Courtyard.
—O Meg Corbyn necesitaba tratamiento médico y Lorenzo había sido convocado.

Burke entró en el Courtyard y continuó por el camino de acceso. Se detuvo en el
estacionamiento de los empleados, aparcó en un espacio al lado del coche de Lorenzo.

—¿Qué lo trae por aquí esta mañana?—Preguntó Burke mientras los tres hombres caminaron
hacia la puerta de atrás de Aullidos, Buena Lectura.

—Necesito hablar con Simon Wolfgard sobre el grupo de trabajo médico, — respondió
Lorenzo.

—¿No va a tratar de convencerlo de que dejar entrar a los médicos en los asentamientos del
país salvaje va a ser beneficioso?

—Que los dioses me ayuden, sí, lo voy a hacer. — Lorenzo parecía inquieto—. A partir de esta
mañana, yo soy la fuerza especializada para Lakeside y sus alrededores. Estoy de vacaciones pagas en
el hospital de Lakeside, con el fin de recopilar información y proporcionar atención médica a las
profetas de la sangre. Me han dado una beca del gobierno de Lakeside para contratar a un asistente.
Espero que vaya a estar autorizado a hacer uso de las habilidades administrativas de la Sra.
MacDonald a cambio de compartir todo lo que aprenda con los Otros. En este momento, soy uno de
los cuatro médicos que cubren toda la Región Noreste.

—¿No puede rechazar la tarea? — Preguntó Monty.

—Puedo. No quiero rechazar. Ayudar a estas chicas tendrá un impacto en todo el mundo. Y
gracias a mi exposición con los Otros aquí, tengo un poco de experiencia en el trato con los
Terráneos, que es algo que los otros médicos no tienen.

—Por lo menos no gaste la mitad de su tiempo viajando por toda la región.

—No al principio, de todos modos. Primero tenemos que localizar a las chicas, y dudo que
vayamos a tener éxito a menos que los Terráneos quieran cooperar. —Lorenzo le dio una mirada
perspicaz a Monty—. ¿Está bien?

—He estado mejor. — Él vaciló, pero había un consultorio médico en la Plaza Comercial, y
Lorenzo estaba aquí—. Después de que hables con Wolfgard, te agradecería si pudieras darle a mi
hija un chequeo rápido.

—¿Está enferma?

Cuando Monty vaciló, Burke dijo:
—La madre de Lizzy fue asesinada en la estación de tren de Toland ayer. La niña subió al tren
rumbo a Lakeside sola, para estar con el Teniente Montgomery.

—Dioses, — Lorenzo exhaló—. Claro, voy a echarle un vistazo. ¿La niña no resultó herida?

—No, — dijo Monty. Luego inclinó la cabeza hacia la puerta trasera de ABL—. Doctor,
adelántate. Necesito hablar con el Capitán.

Burke alzó las cejas y esperó.

—Alguien cercano a Elayne y Lizzy deslizó una bolsa de joyas en un oso de peluche, que rara
vez estaba fuera del alcance de Lizzy, — dijo Monty.

—Salvo que fuera la misma Elayne, la lista es corta; su madre, su hermano Leo, y Nicholas
Scratch,— dijo Burke.

—Usar a Oso Boo, fue una elección desesperada o apresurada. Scratch me parece alguien más
inteligente que eso.

—Puede ser. Pero si Leo jugó al doctor con Oso Boo y Lizzy, haciendo una operación -
abriendo las costuras y cosiendo de nuevo- y dejando las joyas en el oso, debió haber sido parte del
plan desde el principio, aunque me imagino que las joyas estuvieron en algún otro lugar del
apartamento la mayor parte del tiempo.

—No explica, de dónde las joyas vienen, —dijo Monty—. La familia de Elayne es lo
suficientemente acomodada, pero creo que no podrían permitirse el lujo de tener tantas joyas, a
menos que liquidaran todos sus activos.

—No es una acción imposible si su familia está comprometida con el movimiento Humanos
Primeros y Últimos, y están dispuestos a apoyarlo en esa medida. La otra posibilidad es que la bolsa
de joyas representa las contribuciones de muchas familias o partidarios. — Burke abrió la puerta
trasera de ABL—. Y se está olvidando de la tercera posibilidad, que las joyas fueran robadas y
Scratch o Leo Borden están involucrados.

En vez de ir hacia adelante, Monty balanceó un paso. A pesar de los años que él y Elayne
vivieron juntos, y, a pesar de estar en la misma ciudad, nunca había llegado a conocer bien a su
familia. Había tal frialdad cada vez que aparecía en una reunión familiar, que se había mantenido a
distancia. ¿Podría decir con certeza que su familia no estaba involucrada en el robo de joyas?

—Si las joyas fueron robadas... —Monty tragó saliva.

—Usar a Lizzy como mensajera, habría hecho de Elayne el chivo expiatorio si algo salía mal,
sobre todo si el oficial investigador no quería que nadie mirará a Nicholas Scratch u otros miembros
de HPU. Pero Scratch no previó que Elayne lo echara por acostarse con otra mujer, y él no la habría
esperado que ella huyera.

—La noche de Thaisday, cuando llamé a Elayne, alguien contestó el teléfono. Sólo una
respiración pesada. Pensé que estaba jugando conmigo.

—Alguien podría haber sido enviado para recuperar las joyas, — dijo Burke sombríamente.

—Si Elayne y Lizzy hubieran estado en casa... —Monty no pudo terminar la frase—. ¿La policía
Toland nos dirá si alguna joyas ha sido robada recientemente?

Burke le dio esa sonrisa feroz-cordial.
—La policía no son los únicos que tienen una red de información. Y conocemos gente que
conoce gente, ¿no? — Entró en ABL, dejando que Monty lo siguiera.


* * *


En días de gran afluencia, ABL había tenido más humanos en la tienda que los que había en este
momento, pero no se reunían alrededor del mostrador con ganas de hablar con él.

—¿Qué? — Simon gruñó, mirando a Burke, Montgomery, y Lorenzo.

Decidió tomar el mismo enfoque que tomaría con los buitres que sobrevolaban una matanza:
dispersarlos.

Señaló a Monty.
—Meg preguntó a las chicas del lago si la Lizzy podía ver a los ponis, por lo que Meg, la
Lizzy, y Nathan han ido al Establo Poni y deben estar de vuelta pronto. — Señaló a Dominic Lorenzo
—. Merri Lee, Ruthie, y Theral están en la Oficina del Enlace, en busca de entregas y tomando notas
para agregar a la Guía de Profetas de la sangre. Si quiere hablar con ellas, llamare a Henry para que
lo acompañe.

—Eso está bien, —dijo Lorenzo—. Agradezco cualquier información. Pero quería hablar con
usted acerca del grupo de trabajo especializado, que ahora es responsable de determinar el bienestar
mental y físico de las profetas de la sangre en Lakeside y sus alrededores.

Mantente humano, Simon se dijo a sí mismo. Tess finalmente se había calmado lo suficiente
como para querer hablar con él. No ayudaría a nadie si dañaba al médico que estaba dispuesto a tener
alrededor de Meg.

Además, Vlad acababa de deslizarse en la parte delantera de la tienda.

—No creo que el grupo de trabajo tendrá problemas aquí, siempre y cuando usted sea el doctor
que haga estas visitas, — dijo Vlad con una sonrisa que mostraba unos colmillos como advertencia
—. Creo que podemos arreglar una visita a la Isla Grande y que pueda hablar con las personas que
cuidan de las profetas de la sangre. Después, puede asegurar a los humanos - a los que no les
importaban hace una semana- que las niñas están siendo atendidas adecuadamente. Puede hacer su
informe sobre su estado físico y mental. Sólo recuerde que sería muy poco saludable si la ubicación
de las niñas alguna vez aparece en un informe.

—Una de las cosas que se me pidió que definiera, es si las chicas son las llamadas profetas de la
sangre o chicas con otros problemas que se manifiesten como una especie de auto-daño, — dijo
Lorenzo—. Me gustaría hablar con Meg Corbyn y obtener alguna idea que pudiera ofrecerme.

—Steve Barquero podría tener a alguien que le pueda proporcionar algunas ideas,— dijo Vlad.

«¿Barquero?» preguntó Simon, usando la forma de los Terráneos de comunicación.

«Una mujer apareció en Desembarco del Ferry, manejando un coche que estaba cargado con
todas sus posesiones, incluido un perro. Ha trabajado en varias casas que se encargan de niñas con
problemas. Después de ser despedida, una vez más, porque no tiene miedo de compartir sus
opiniones con todo el mundo, empacó y comenzó a manejar. Ella le dijo a Barquero que tuvo la
sensación de que era el lugar que había estado buscando, el lugar donde realmente podría ayudar.»

«¿Una sensación? ¿Es una Intuye?»

«Él piensa que sí, pero no está seguro de que ella sepa lo que es. Aún así quiere llevarla a la isla
y ver cómo responde a las chicas. Él quiere tu aprobación. Lo mismo Ming.»

Hace unas semanas, un hombre llamado Phineas Jones había intentado llegar a la Isla Grande
para encontrar chicas que podrían ser Casandra de sangre. Él era un enemigo. El Controlador estaba
muerto, así como Phineas Jones, pero otros hombres que dirigían recintos podrían haber enviado a
otros humanos para encontrar a las chicas.

«Ella no se quedará en la isla, y nunca estará sola con las niñas,» dijo Simon.

«Barquero dijo lo mismo.»

Simon se dio cuenta de que los humanos habían estado observando el intercambio silencioso,
sabiendo que algo estaba en discusión.

—Si la mujer que fue a Desembarco del Ferry es aceptable para nosotros, entonces puede
hablar con ella.

No creía que a Lorenzo le gustara que tomarán las decisiones por él, pero una Intuye que no
habían vivido en una de sus comunidades podía entender el afuera mejor que las personas que habían
aceptado sus habilidades toda su vida. Y esa era la persona que Lorenzo debería ver.

La puerta de celosía entre Un Pequeño Bocado y Aullidos, Buena Lectura se abrió. Tess no dio
señales de darse cuenta de la tela de que Simon había usado para cubrir el arco. Su pelo salvajemente
encrespado tenía vetas de color marrón, verde, rojo y negro, como si ella no supiera muy bien cómo
se sentía.

Puesto que él sospechaba que su pelo había sido el del color de la muerte hace una hora, Simon
tomó todos los otros colores como una buena señal de que el resto del Courtyard muy probablemente
sobreviviría.

—Cuando hayan terminado de hablar, hay algo que quiero que los cuatro vean,— dijo Tess,
mirando a Vlad, Montgomery, Burke, y finalmente a Simon. Luego se retiró a la cafetería.

—Voy a ir a la oficina del Enlace ahora, si eso está bien con ustedes, — dijo Lorenzo. Miró a
Montgomery—. Si termino allí antes de que su hija regrese de la visita a los ponis, puede
encontrarme en el consultorio médico.

Montgomery asintió.

—Ya nos ocupamos del doctor, —dijo Simon—. Ahora, ¿qué quieren ustedes dos?

Burke se giró hacia Vlad.
—Le agradeceríamos un poco más de información de sus parientes en Toland.

—Ah.— Vlad miró a Monty—. No hemos escuchado nada más sobre la muerte de su ex pareja.

—Me pregunto si han oído algo acerca de las joyas o joyas robadas, — dijo Burke.

—¿La policía de Toland no han oído hablar de ese tipo de cosas? ¿Por qué no les hablan?

—Al Capitán de la policía de Toland con el que hablé no le caí en gracia, por lo que dudo que
me diga algo, — Burke respondió—. A diferencia del Capitán de la policía, no creo que los
Sanguinati tengan algún interés en las joyas que se encontraron en Oso Boo. Eso los convierte en una
fuente imparcial de información.

Simon estudió a Burke. ¿El Capitán de la policía pensaba que los Otros serían más honestos que
su propia especie? ¿Qué pensaban los Sanguinati de la policía de Toland?

—Voy a hacerle una llamada a Stavros y ver lo que él o Tolya han escuchado, — dijo Vlad.

—Me gustaría quedarme en el monoambiente con Lizzy una noche más, si eso está bien con
ustedes, — dijo Montgomery.

—Hemos dejado reservado uno de los apartamentos para la policía, así que pueden quedarse,
— dijo Simon. Como los humanos no decían nada, añadió—, ¿Vamos a averiguar lo que Tess quiere
mostrarnos?

Entró en Un Pequeño Bocado. Vlad y los dos policías lo siguieron.

Tess se puso detrás de la vitrina de vidrio, su cabello ahora tenía bucles totalmente rojos.
Enojada de nuevo. ¿Pero por qué?

Echó un vistazo a la comida en la vitrina de los pasteles, galletas, bocadillos y otros artículos
que fueron entregados por la mañana. Cuando él se inclinó para ver mejor, comprendió, y compartió
la ira de Tess.

Podrido. Todo. Moho en el pan. Queso reseco o con moho en los sándwiches. Incluso con el
sentido menor del olfato de los humanos y el vidrio entre él y la comida, podía oler la carne en mal
estado.

—¿Hay algo mal con el sistema de refrigeración? — Preguntó Burke.

—No, — contestó Tess con voz áspera—. Algo está mal en los humanos en esta ciudad.

La panadería con la que solían tratar, había dejado de hacer las entregas unas semanas atrás.
Tratando de dar a los humanos una nueva oportunidad antes de informar al alcalde de que se habían
roto los acuerdos entre los humanos y los Terráneos, Tess había contactado con otra panadería en
Lakeside que proporcionaba los tipos de alimentos que se vendían en Un Pequeño Bocado.

—Esto es lo que me dieron esta mañana, — dijo Tess—. Fue empaquetado de una manera que
yo no pude ver la podredumbre, así que pague la factura en efectivo, como lo requerían. — Ella llegó
a la parte delantera de la vitrina y señaló con un dedo hacia la comida—. ¿Comería usted eso?
¿Alimentaría con eso a su hija?

—No, — dijo Montgomery.

—No abriremos a los humanos que no estén conectados al Courtyard más, — dijo Simon.

—Ese no es el punto, — Tess espetó—. Eso nunca fue el punto. Los acuerdos con la ciudad son
bastante claros: tenemos derecho a todo lo que esté disponible para los humanos. Si pueden comprar
algo, nosotros también podemos hacerlo.

—Y si no podemos, tampoco ellos pueden, — dijo Simon.

—¿Son unos pasteles y sándwiches tan importantes? — Preguntó Montgomery, sonando
alarmado.

Simon miró a su alrededor.
—Esta cafetería se inspira en las que los humanos usan. Proporciona las mismas bebidas y
alimentos. La mayor parte de esas tiendas no hornean sus propios productos; los compran a las
panaderías. Así que hicimos lo mismo con el fin de entender por qué un lugar así tendría algún valor.
Cuando las panaderías se cierren mañana, porque los acuerdos con los Terráneos se violaron dos
veces en relación con el suministro de alimentos para la cafetería, ¿cuán importante será la falta de
esos pasteles y bocadillos para los humanos que entran en esas cafeterías?

—No estoy seguro de que el gobierno haga que las panaderías cierren o exija a la policía hacer
cumplir esos cierres, — dijo Burke, sonando tan cauteloso como un coyote que acababa de captar el
olor de un oso pardo.

—No tendrá que hacer cumplir nada, —dijo Tess—. Los Elementales pueden hacerse cargo de
cerrar las panaderías. Estoy segura de que Fuego los obligará una vez que le muestre lo que nos
enviaron los monos como alimento para Meg y las otras chicas.

Simon parpadeó. ¿Pedirle a uno de los Elementales que queme todas las panaderías de la
ciudad? Eso parecía... excesivo. Era mejor quemar a los que causaban problemas, especialmente el
que le vendió a Tess la comida podrida para Meg.

Burke y Montgomery parecían sorprendidos y bastante asustados.

Vlad sonrió.
—O, en lugar de quemar todas las panaderías, podemos redirigir los alimentos cultivados en
los asentamientos Terráneos y ofrecerlo sólo a las empresas humanas que honrarán los acuerdos que
hacen con nosotros. Eso sería cortar el suministro de alimentos que entran en esta ciudad. — Miró a
Simon—. Tal vez podamos construir nuestra propia pequeña panadería y contratar a alguien para
hacer lo que necesitamos.

—Steve Barquero dijo que las panaderías en Desembarco del Ferry podrían vendernos, —dijo
Simon—. Y vamos a tener que ajustar las asignaciones de suministro para Desembarco del Ferry
aunque sea para dar cabida a las galletas de Lobo que ya están haciendo. Reorientar la comida es más
práctico que la quema de edificios. — Pero pensaría un poco más en la idea de pedirle a Fuego que
visite a esta panadería en particular.

—¿Estarían dispuestos a probar una panadería de Lakeside más?— Preguntó Montgomery—.
Hay un lugar en la calle principal, que frecuento. Voy a hablar con la dueña para ver si estaría
interesada en suministrar artículos para su cafetería.

Simon vaciló. Ninguna de las tiendas del Courtyard iban a estar abiertas al público en general,
más ya, pero la cafetería seguiría siendo una experiencia de aprendizaje útil para los Terráneos que
no tenían acceso a un lugar así, o como una oportunidad de interactuar con humanos como la manada
de Meg.

—Muy bien, —dijo—. Una más. Si no funciona, le daremos nuestro negocio a Desembarco del
Ferry y los suministros adicionales también.

—Vamos a ocuparnos ahora, — dijo Burke—. El Teniente tiene que pasar por su apartamento y
comprobar su correo de todos modos.

«Una cosa más después de que los humanos se hayan ido,» Tess les dijo a Simon y Vlad.

—Lee diré a Jester que Meg y la Lizzy deben volver ahora, — le dijo Simon a Montgomery—.
Puede esperarla en el consultorio médico.

—¿Le importa si echo un vistazo rápido alrededor de la librería? — Preguntó Burke.

—Adelante. — Observó a los hombres pasar por el arco antes de dirigirse a Tess—. ¿Qué?

—Incluso si esa comida hubiera estado en buen estado, no habría hecho otra orden con esa
panadería,— dijo Tess.

—¿Por qué?— Preguntó Vlad.

Hebras negras aparecieron en su pelo.
—Porque Jake Crowgard notó una calcomanía HPU en la ventana trasera de la camioneta de
entrega.


Capítulo 24



Watersday 12 de Maius

—¿Por qué no puedo montar un poni?— Lizzy se quejó.

Que sonido tan molesto. Si alguna vez se quejaba de esa manera, Meg esperaba que Simon la
mordiera. Realmente duro.

Pero los Lobos se quejaban también. ¿Por qué no le molestaba cuando ellos lo hacían?

—Porque los ponis del Courtyard no son ponis para montar, — dijo Meg por tercera vez. Su
piel se erizaba cada vez que Lizzy pedía montar un poni, haciéndola sentir extraña, abrumada. Tenía
que hacer que Lizzy entendiera que, en el Courtyard, se suponía que los cachorros obedecían a los
adultos, y que no era no. Pero ¿qué más podía hacer? ¿Qué más podía decir?

La primera vez que había visto a los ponis, no había querido montarlos, y no se le había
ocurrido, cuando se ofreció a llevar a Lizzy al Establo Poni, que la niña querría hacerlo, o que fuera
tan persistente en salirse con la suya.

Y los ponis, que habían estado lo suficientemente curiosos por la pequeña humana como para
permitirle a Lizzy acariciar sus narices, ahora mostraban sus rostros gruñones mientras trotaban
alejándose.

—Tenemos que volver a la Plaza Comercial, —dijo Meg. ¿Alguien la oía? ¿Había hablado en
voz alta?

Jester Coyotegard le gruñó a Lizzy.
—Meg dijo que no, y siendo el que se ocupa de los ponis, digo que no. Así que ese es el final
del asunto, cachorra.

—¡Eso no es justo!— Lizzy golpeó el suelo con el pie—. ¡La abuela Borden me dejaba montar
un poni!

La voz de Lizzy transformó a la sensación de alfileres y agujas a un rumor doloroso. Meg
clavó los dedos en su costado, justo por encima de la cintura de sus pantalones vaqueros, arañando su
piel a través de la camiseta. Necesitaba pensar. No podía pensar, no con la voz de Lizzy zumbando en
sus oídos. Demasiado. ¡Demasiado!
Tenía que... ¿qué?

—Típico de los humanos, —dijo una voz femenina—. Dales algo y siempre quieren más.

Meg se quedó mirando al Elemental cuyo pelo rojo tenía mechones en amarillo y azul, y el
rostro de mujer que nunca podría pasar por humana. Pero a veces el peligro podía ocultarse
silenciosa y muy fácilmente.

—¿Meg? — La voz de Nathan.

Nathan. ¿Está en peligro?

El rumor se convirtió en una agonía que tenía que arrancar de su piel antes de que se la comiera
viva.

Tengo que mantener el control, pensó. Tengo que...

Sacó la navaja de plata de su bolsillo.


* * *


—Meg, — Nathan gruñó, agarrándole la mano que sostenía la navaja cerrada—. Meg, ¿qué
pasa? — ¿Debería haber sentido algo? ¿Distraído por la Lizzy, se había perdido la señal de que Meg
se iba a cortar?

—¡Quiero montar un poni!—Gritó Lizzy.

Soltó a Meg, se dio la vuelta y le gritó a Lizzy, sus dientes casi le tocaron la nariz, asustando a
la niña y haciéndola callar. Entonces agarró a Meg de nuevo, atrapando la mano con la navaja y
tirando de la otra mano para su costado.

—¿La pequeña humana ha herido a nuestra Meg?— Preguntó Fuego, mirando a Meg y luego a
la Lizzy.

«¡Jane!» Nathan llamó. «Ven al Establo Poni. Meg necesita ayuda. ¡Date prisa!» Más en
concreto, él necesitaba ayuda.

—¡Déjame!— Meg luchaba por liberarse—. Necesito cortarme. Lo necesito.

—¿Meg?— Ahora la Lizzy sonaba asustada.

«Voy a llevar a la cachorra de regreso con su padre,» dijo Jester. El Coyote agarró a la niña, la
metió en el Bow de Meg, y se marchó.

—Demasiado, — gritó Meg—. ¡Demasiado peligro! Tengo que cortarme. Tengo que cortarme
ahora.

—Te cortaste hace un par de días,— Nathan protestó—. Es demasiado pronto.

—Tengo que hacerlo,— jadeó—. Lizzy. Tengo que hacerlo.

No se suponía que debía estar cerca de ella cuando sangraba. Ninguno de los Lobos se suponía
que tenían que estar cerca. La sangre de las Casandra de sangre era una tentación casi irresistible, así
como la droga humana llamada Bienestar. Simon había aprendido de la manera difícil cuando lamió
uno de los cortes de Meg y sufrió una sobredosis, llegando a ser tan pasivo que había estado
indefenso durante horas.

—Meg, — Nathan gruñó—. Meg—. Si seguía conteniéndola, terminaría perjudicándola. Si la
soltaba, se haría el corte mientras estaba actuando como una loca, y podría matarse.

Meg gritó como si tuviera un terrible dolor. ¿Y si así era? ¿Qué pasaba si al no dejarla cortarse,
la estaba dañando de alguna manera que no entendía?

Aullidos del Complejo Wolfgard. La ayuda venía... pero no a tiempo.

Nathan miró a Fuego.
—La única forma de protegerla es cortarla. Pero voy a tener problemas una vez que empiece a
sangrar.

Fuego lo miró fijamente. Entonces asintió.
—Voy a proteger a Meg. Incluso de ti, Lobo.

Asintiendo con la cabeza, Nathan metió a Meg en el establo. Agarrando una manta, la arrojó
sobre la paja en el primer puesto y la acostó.

Lloraba. Suplicaba. ¿Era siempre así? Él no lo creía.

Le sacó la navaja de la mano y la abrió. Sus manos, ahora libres, arañaron su piel justo por
encima de la cintura de sus pantalones, tratando de cortarse la piel con las uñas.

Nathan cubrió una de las manos de Meg bajo su rodilla. Fuego agarró la otra mano.

¿Cuán largo? ¿Qué tan profundo? No había tiempo para esperar respuestas.

El acero agudo besó la piel que se había estado rascando. Ella se estremeció, y su rostro estaba
lleno de un dolor tan terrible que Nathan estuvo seguro de que la había matado. Entonces su rostro
cambió, y él captó el fuerte olor de la lujuria cuando Meg empezó a hablar.

El delicioso olor de la sangre fresca llenó el aire. De sangre dulce. Fuerte. Rica. Más potente
que cualquier otro aroma a su alrededor.

La boca de Nathan salivó, anhelando el sabor de esa sangre. Sólo un poco de sabor.

Sacudió la cabeza, tratando de aclararla. Tenía que escuchar. Ese era su trabajo ahora, escuchar.

—Máscara feliz, —dijo Meg—. Cara enojada. Hielera. Corazón. Carne podrida.

Ella dijo las mismas palabras dos veces. Luego suspiró... y se distendió.

Nathan se acercó más. Él debía lamer la sangre, limpiar la herida.

—Lobo. — Una advertencia ardiente.

Levantó la vista, sorprendido. Había estado tan atraído por el olor de la sangre de Meg, que se
había olvidado de Fuego.

—Vete, — dijo una voz.

Gruñendo, él se puso de pie y giró para enfrentar al intruso, quien le tendió una mano salpicada
de plumas.

Búho. Masculino. Sanador. No era una amenaza.

—Ve afuera, — dijo el Búho de nuevo.

Nathan salió corriendo del Establo Poni.


* * *


La euforia pasó rápidamente, y con su desaparición, Meg percibió lo que la rodeaba de nuevo.
Su rostro estaba mojado, alguien estaba presionando sobre su costado demasiado duro para
conseguir una mayor comodidad, los vaqueros y camiseta estaban empapados, y Nathan aullaba, un
sonido tan lleno de miseria que quería llorar en respuesta.

Deslizándose una mano por la cara, abrió los ojos y miró a la nariz del poni gris. Una niebla
fina continuaba cayendo sobre su rostro.

—Estoy despierta, Niebla, —dijo, parpadeando para sacarse el agua de sus ojos.

—Lo cual demuestra que tienes menos sentido que una chica aún dentro del huevo.

Volvió la cabeza y miró a un hombre que no conocía.

—Soy Welby, el sanador Owlgard, — dijo—. Jane Wolfgard está en camino, pero no sé si sabe
cómo coser esto tampoco.

—¿Coser... ?

Meg levantó la cabeza para mirar la mano presionando un paño contra su costado. Cuando rozó
el hocico de Niebla, babeó su corto cabello antes de dar un paso atrás.

Welby la empujó hacia abajo, no muy gentilmente.
—Tú y la pequeña humana han causado bastantes problemas hoy, para que te lastimes más aún.

—Yo... — Lizzy. ¿Dónde estaba Lizzy?—. ¿Causamos problemas?

—Lastimaste al Lobo y molestaste a los Elementales y a los Sanguinati. — El pelo de Welby
cambió a plumas, una señal de que él también estaba angustiado hasta el punto en que no podía
mantener la forma humana.

Ella luchó para pensar en una pregunta segura.
—¿Por qué estoy tan mojada?

—Fuego se enfadó y el heno comenzó a arder. Agua llegó y empapó todo.

Jane Wolfgard se precipitó en el establo.
—Simon dice que el sanador humano está en la oficina de la Plaza Comercial. Blair está fuera
con un Bow. Él dice que puede quedarse humano lo suficientemente como para llevar a Meg a la
oficina.

—¿Dónde está mi navaja? — Meg preguntó una vez que envolvieron su cintura para sostener
un paño doblado sobre el corte.

—Simon y Henry dijeron que toda esta paja y la manta, deben ser quemadas, — dijo Jane
mientras ella y Welby levantaron a Meg y la llevaron al Bow—. Cualquier cosa con sangre fresca
debe ser quemada.

No quisieron hablar con ella directamente, mientras la instalaban en el asiento del pasajero. Y
Blair simplemente le gruñó, por lo que estaba claro que no iba a hablar con ella tampoco.

Mejor así, pensó mientras presionó una mano sobre el corte. Estaba segura de que Simon
tendría mucho que decir cuando la viera.

¿Sería él capaz de contarle que pasó?


* * *


Henry tendió una mano.
—Dámela.

Cosa odiosa, pensó Simon, girando la navaja de plata una y otra vez en las manos que eran
peludas y con garras.

—Simon, — el Oso Pardo retumbó.

Le dio a Henry la navaja.
—Pensé que a Meg le gustaba Nathan. ¿Por qué le haría eso a él? ¿Qué se supone que debo
decirle a ella?

No podía morder a la Lizzy, que había comenzado el problema, ya que era el deber de
Montgomery disciplinar a la cachorra. Y no podía morder a Meg porque era Meg. Pero estaba tan
asustado y furioso en este momento, que realmente quería morder a alguien.

—No vas a decirle nada, — dijo Henry—. Yo soy el guía espiritual de este Courtyard, así que
voy a tratar con Meg.

Jester había caído en la trastienda de ABL aullando por Simon y Vlad y todos y cada uno. Desde
Burke y Montgomery seguían allí, por donde habían salido corriendo también.

Algo sobre la Lizzy no dándole permiso para montar a los ponis. ¡Por supuesto que no podía
montar a ninguno de los corceles Elementales, sin importar la forma en la que estaban! Pero el
lloriqueo de la Lizzy había causado que Meg tratara de hacerse un corte cuando estaba fuera de
control. Si Nathan no hubiera estado allí...

¡Si fuera otra salvo Meg, hubiera conseguido un mordisco por molestar a un miembro de la
manada de esa manera!

—Sí, — dijo, sintiendo que sus colmillos se alargaban—. Trata con Meg. Veré lo que puedo
hacer por Nathan.

Nathan había corrido a ABL tan pronto como Jane Wolfgard corrió hacia el Establo Poni. En el
momento en que entregó la navaja a Simon, se quitó la ropa y cambió a Lobo. Ante la insistencia de
Tess, había comido parte de una galleta de manzanilla, pero incluso con ese gran efecto calmante, aún
estaba tan molesto que no podía dejar de temblar o lloriquear.

Después que el Dr. Lorenzo le diera a la Lizzy una comprobación rápida y aseguró a
Montgomery que la niña estaba bien, el Teniente llevo a la Lizzy de nuevo al monoambiente. Ahora el
médico esperaba a Meg.

«Estoy dejando a Meg en el consultorio médico ahora,» dijo Blair.

«Muy bien,» Simon respondió. Vaciló antes de añadir, «Henry se ocupará de Meg.»

«Bien. En este momento, realmente quiero morderla. Y a esa cachorra idiota del policía
también.»

«Una vez que Meg este con el Dr. Lorenzo, ven a ABL y ayúdame con Nathan.»

Simon miró a Henry.
—Tal vez fue un error dejar que los humanos estuvieran en el Courtyard. Si la Lizzy no hubiera
ido al Establo Poni con Meg, esto no habría sucedido.

—Tal vez, — dijo Henry—. Pero todos estamos de acuerdo en tratar con algo que no se ha
hecho antes. Todos estamos aprendiendo, y eso significa que habrá errores. Esta vez, Meg fue quien
cometió el error, y tiene que entender lo que ha hecho. Ve a atender a Nathan, y esperemos que el día
de hoy no haya deteriorado por completo su voluntad de trabajar con los humanos.


Capítulo 25



Watersday 12 de Maius

—Ella va a estar bien, — dijo Ruth, dándole a Monty una sonrisa tensa—. Vamos a ver una
película o leer un libro hasta que regreses.

Monty la estudió.
—¿Karl te dijo?

—Sí. — Ella miró a Lizzy, que estaba sentada en la silla con los brazos envueltos alrededor de
sus piernas—. ¿Lizzy lo sabe?

Monty negó con la cabeza. Había pasado tanto ya esta mañana, que no había encontrado el
momento adecuado para decirle a su niña que su madre había muerto. Y necesitaba tiempo para
considerar las preguntas que podría hacerle. ¿Podrían ambas haber salido si no hubiera perdido la
noción del tiempo en el baño, jugando su juego tonto con Oso Boo? ¿Habría muerto Elayne si Lizzy
no hubiera contestado el teléfono en la habitación del hotel, confirmando su ubicación?

Él no tenía respuestas. Nunca tendría las respuestas. Pero necesitaba algún tipo de respuesta para
que Lizzy no cargara con la culpa y el dolor.

Se acercó a la silla y se agachó, apoyando una mano en los pies de Lizzy.

—Yo sólo quería montar un poni, —ella gimió, rompiendo su corazón con esos grandes ojos
llenos de lágrimas.

—Lo sé, pequeña Lizzy, lo sé. Pero esos no son ponis que las personas pueden montar, y
deberías haber respetado a la señorita Meg cuando te dijo eso.

—¿La señorita Meg se lastimo porque yo no le hice caso?

¿Cómo explicar la adicción de una profeta de la sangre al corte? ¿Cómo decirle a su hijita que
el nuevo corte de Meg fue, de alguna manera, por su causa? ¿Cómo decir eso sin que Lizzy
confundiera el corte de Meg con Elayne siendo apuñalada y quedando moribunda?

Al menos los Otros habían sacado a la niña antes de que Meg se hiciera el corte. Pero basado en
la reacción de los Lobos, esto no había sido un corte típico, y la vida de Meg había estado en riesgo.

—La señorita Meg es un tipo especial de mujer,—dijo cuidadosamente—. Y ella puede resultar
herida cuando algo es más molesto de lo que puede manejar.

—Nathan no me quiere más.

Probablemente, pero él dijo:
—Ya veremos. Tendremos tiempo para hablar más tarde acerca de todas las cosas que te dan
miedo que han sucedido. Pero en este momento, la señorita Ruth va a cuidar de ti mientras yo me
ocupo de algo con el capitán Burke. ¿Está bien?

Lizzy asintió.

Quería quedarse con su niña. Ella lo necesitaba. Pero tenía que equilibrar esa necesidad en
contra del bienestar de toda la ciudad de Lakeside. Así que tenía que resolver el tema de la panadería
antes de que los Otros lo resolvieran a su manera.

Le besó la frente de Lizzy, y luego asintió a Ruth, y salió del monoambiente para unirse a su
Capitán.


* * *


Sentada en el banco en el estudio de Henry, Meg se quedó mirando la piel en la parte posterior
de las manos del Oso Pardo. El estudio no se sentía tranquilo de la forma en que solía hacerlo. Y el
Oso en forma humana no se veía tranquilo. Se veía grande y poderoso... y enojado.

—Tuve que cortarme. — Esperaba que Henry la comprendiera dado que Simon no quería
hablarle. Esperaba que alguien pudiera entenderla y ayudarla a entender, porque el dolor que la
abrumó, había sido demasiado para mantenerlo dentro de sí misma.

—Tenías que hacerlo. — Asintiendo, Henry deambuló por su estudio, mirando las esculturas en
diversas etapas de la creación—. ¿Tenías que cortarte cuando estabas fuera de control porque eres
demasiado estúpida para tratar de entender lo que estaba a tu alrededor sin cortarte?

Ella lo miró, sorprendida.
—Henry...

—Hemos visto lo suficiente de estos cortes desde que llegaste a vivir con nosotros, para saber
que tienes advertencias, esas punzadas que te dicen que algo está mal.—Henry se alzaba sobre ella—.
Debiste haber tenido esas punzadas en el Establo Poni, pero no le dijiste a Nathan para que él supiera
que algo estaba mal, no te alejaste del Establo Poni para ver si las punzadas se desvanecerían. ¿No es
eso lo que has hecho antes de determinar si un corte es necesario?

—Sí, pero...

—En vez de eso, te quedaste, tratando de hablar con una cachorra que pensaba que debería
salirse con la suya. Te quedaste cuando ya habías dicho todo lo que había que decir sobre que no
podía montar a los ponis.

—¡Pero Lizzy estaba en peligro! — Meg protestó.

—¿Quién de nosotros no sabe eso ya?—Respondió con una brusquedad que la hirió. Ella
espera que Simon le rugiera y gruñera, pero no Henry.

—¡Y Nathan estaba en peligro también!

—¡Por tu causa y la de la Lizzy! — Henry rugió—. Colocaste a un Lobo que pensaba que eras
su amiga en la posición de estar alrededor de sangre fresca que sabes es un peligro para él. ¿Sabías
que Nathan tuvo que hacer el corte? Estabas tan fuera de control, que tuvo que hacer el corte para
impedir que te abrieras el vientre.

Meg se quedó inmóvil, tan profundamente conmocionada, que apenas podía respirar. Recordó a
Nathan aullando, tanta miseria en el sonido.

—No, —susurró—. No, yo no lo hice.

—Lo hiciste, — Henry gruñó—. Fuego ayudó a mantenerte contenida, y la experiencia ha
agudizado sus sentimientos acerca de los humanos en general y de la Lizzy en particular.

—Pero valió la pena, — Meg insistió. Lo que había visto tenía que valer la pena, por todo este
dolor que había causado a los seres que le importaban.

Henry sacó un pedazo de papel envuelto alrededor de su navaja plegable del bolsillo. Arrojó
ambas cosas en su regazo.

—¿Esto vale la pena por el sufrimiento que causaste?

Ella desenrolló el papel y se quedó mirando las palabras.

Máscara feliz
Cara enojada
Hielera
Corazón
Carne podrida

—Debe haber más. — Ella observó sus manos temblar.

—No. Eso fue todo lo que dijiste.

—Tal vez... tal vez el corte no fue lo suficientemente largo o lo suficientemente profundo. — El
corte se sentía lo suficientemente largo y lo suficientemente profundo.

—Tal vez los hombres, como el Controlador tenían razón y las Casandra de sangre no pueden
sobrevivir fuera de las jaulas. Quizás las profetas de la sangre no pueden experimentar el mundo
como los demás, porque todo y todos pueden ser una excusa para usar la navaja. ¿Es eso lo que
debemos decir a los Intuye y a los otros humanos que están luchando para ayudar a estas niñas a
sobrevivir? ¿Que las profetas de la sangre necesitan un contacto limitado con otras personas,
experiencias limitadas, una vida limitada? De lo contrario se cortaran a sí mismos hasta matarse por
encima de cualquier cosa.

—¡No! Henry, ¡lo hice por Lizzy!

—Ninguno de nosotros cree eso.

Ella lo miró, asombrada.

—Se dice que son mil cortes antes del que te mate. ¿Cuántas cicatrices tienes ahora, Meg?
¿Cuántos años te quedaran si te cortas cada tres días? ¿Dices que hiciste este corte por la Lizzy? ¿Qué
quieres que le digamos a Sam cuando un día te desangres por un corte que no necesitabas hacerte?

—Henry... —Sollozó. Sus palabras la golpearon como puños.

—Nos haces daño, a todos nosotros. Haces daño a Sam, a Simon y Nathan. Molestaste a los
Elementales, a los ponis y a los Sanguinati. Se supone que debes ser la Pathfinder, la que va a
encontrar alternativas a la navaja, para que las profetas de la sangre puedan vivir en el mundo
exterior.

Presionando una mano en el corte de la cintura, ella lloró. Y cuando Henry se sentó a su lado y
puso sus brazos a su alrededor, ofreciendo con refunfuños confort, como podría hacerlo para un
cachorro, le dolió más que sus palabras de furia.


Capítulo 26



Watersday 12 de Maius

Lizzy está bien, y Ruth es muy capaz de cuidarla un par de horas, Monty pensó mientras él y
Burke entraban en Nadine Bizcochos & Café tras la fiebre del almuerzo. Mantente enfocado en el
trabajo ahora.

Nadine no le dio su sonrisa habitual. En lugar de eso, dijo:
—¿Estás aquí para pedirme que elija un bando, Teniente?

—¿Elegir un bando?

—Tal vez eso ha estado burbujeando bajo la superficie durante mucho tiempo, pero parece que,
de pronto, se espera que todos nos declaramos de una manera u otra. O estas con los humanos y en
contra de los Otros, o eres un traidor a tu propia especie. La neutralidad como opción no se ha
descartado por completo, pero pende de un hilo. Se habla de que vamos a estar viendo la escasez de
carne de cerdo y res para el final del verano, porque los animales están muriendo por falta de
alimento. Ya hay un límite en la cantidad de harina y azúcar que las panaderías pueden comprar cada
semana, y los precios de algunos artículos ya han subido, se han duplicado en algunos casos. —
Nadine suspiró—. ¿Conoces a Chris de Fallacaro Llave & cerradura ?

—Él trabaja con los Terráneos del Courtyard,— Monty respondió.

—Su padre y yo somos primos. Anoche Chris durmió en mi sofá porque su padre se unió al
movimiento Humanos Primeros y Últimos y declaró que el negocio es solo para los humanos a
partir de ahora, y si Chris hace otro trabajo para los Otros, no sólo va a ser despedido de la empresa;
va a ser desheredado. Y cualquier otro empleado que no se una a HPU estará fuera del trabajo. — Sus
ojos oscuros celebraron ira a la par que preocupación, mientras se centraba en Monty—. Por lo
general, vienes de camino a casa desde el Templo Universal. De alguna manera, no creo que estés
aquí para tomar un almuerzo tardío.

—No, no venimos a eso, —dijo Monty, lamentando que Nadine tuviera razón; iba a pedirle
elegir un bando. Sólo esperaba que comprendiera que el elegir a los Otros , de laguna manera, era
ayudar a los humanos—. Hay una cafetería en el Courtyard. Ya no está abierta al público en general,
pero sí suministra alimentos para los empleados humanos, así como a los Terráneos. Dos panaderías
en Lakeside que debían suministrar a la cafetería con productos horneados y otros alimentos han roto
sus acuerdos con el Courtyard.

—Entonces, los Otros deberán aprender a hornear o prescindir de ello, — respondió Nadine.

—Hay panaderías en la Isla Grande que abastecerán con lo que quieran a la cafetería, — dijo
Burke—. Pero habrá sanciones para Lakeside si no hay panaderías en la ciudad que hagan honor a los
acuerdos.

Nadine los estudió.
—¿Qué tipo de sanciones?

—Algunos de los alimentos que necesitan las personas en esta ciudad, se cultivan en granjas
dirigidas por los Terráneos, —dijo Burke—. Todo lo que Simon Wolfgard tiene que hacer es
informar a aquellas explotaciones que, de ahora en adelante, el superávit que se derivaba a las
empresas en Lakeside, ahora va a ir a las empresas en la Isla Grande o para otros asentamientos
humanos que no apoyen al movimiento HPU. Y si Wolfgard, que es el líder Terráneo más liberal que
he conocido, detiene el envió, otros líderes Terráneos adoptarán también la medida. Y entonces, Sra.
Fallacaro, sabremos lo que es la escasez.

Nadine miró Burke. Luego se volvió hacia Monty.
—¿Es eso cierto?

Monty vaciló.
—El Capitán Burke tiene más conocimiento de los Terráneos que yo, así que toma sus palabras
como la verdad.

Ella dejó escapar una risa frágil.
—Esto es todo en cuanto a querer ser neutral.

—Puedes negarte a suministrar bienes para la cafetería del Courtyard, — dijo Monty.

—¿A cuántas otras panaderías vas a hablarles? ¿O sólo tienes que buscar la calcomanía de HPU
en sus ventanas y ni siquiera te molestaras en preguntar? — Su sonrisa era tan frágil como su risa—.
El padre de Chris piensa que los humanos pronto tendrán la capacidad para levantarse contra los
Terráneos y reclamar todos los rincones de este mundo. ¿Crees que puede pasar?

Monty miró a Burke, quien miró a Nadine.

—Creo, — Burke dijo en voz baja—, que si fuéramos capaces de visitar algunas partes del país
salvaje, nos encontraríamos con los restos de grandes civilizaciones que alguna vez pensaron lo
mismo y estaban equivocadas.

Esperaron, dándole tiempo a considerar.

—No quiero hacer publicidad de que estoy vendiendo al Courtyard, —dijo finalmente.

—Tienen vehículos sin distintivos. Se puede arreglar para que recojan la orden, — dijo Monty.

—Ni siquiera estoy segura de por qué estoy acordando con esto, — Nadine murmuró.

—Para mantener la paz, — dijo Burke—. Está ayudando a mantener la paz.

—Gracias, — dijo Monty.

—Espera. — Nadine sacó rápidamente dos cajas de panadería y las llenó de una variedad de
pasteles—. Tengo un poco de quiche que quedó de la hora del almuerzo por la tarde. Te lo dejo para
ti. También podrías averiguar si a los Otros les gustará lo que van a recibir.

Entró en la trastienda y regresó unos minutos más tarde con otra caja que contenía trozos de
quiche, así como un par de sándwiches. Los empacó en una pequeña hielera ligera, que Monty
prometió devolver.

—Esto podría ponerla en peligro, — dijo después de que él y Burke guardaron las cajas en el
asiento trasero del coche de Burke y se dirigieron hacia el apartamento de Monty para recoger el
correo y un par de mudas de ropa.

—Sí, podría,— Burke le dio la razón—. Pero este es un momento precario para todos nosotros,
ya sea que la mayoría de la gente se dé cuenta o no.

Dado que estaba de acuerdo con eso, Monty guardó silencio durante el corto viaje a su
apartamento, sus pensamientos se remontaron a Lizzy. Había estado muy molesta cuando Jester la
trajo al consultorio médico de la Plaza Comercial. Parte de eso había sido una exhibición excesiva de
la emoción de lo que debería haber sido una pequeña decepción cuando no pudo montar en un poni.
La mayor parte fue por el miedo real cuando Meg Corbyn se salió de control debido a su rabieta.

Y que los dioses lo ayudaran, ella todavía no sabía que Elayne estaba muerta.

Esa excesiva rabieta no era típica de Lizzy. Por lo menos, no lo era hace unos meses. Esperaba
que no se tratara de un nuevo patrón de comportamiento.

En este momento esperaba un montón de cosas.

Burke estacionó al otro lado de la calle del el apartamento de Monty. Cuando entraban en el
edificio, Monty se detuvo para comprobar su buzón de correo antes de subir las escaleras.

Abrió la puerta del apartamento, dio dos pasos en el interior, y se detuvo.

—¿Teniente? — Dijo Burke en voz baja, sacando su pistola.

Monty se acercó con cuidado a la cocina, puso su correo en la mesa y miró a su alrededor.
Nada fuera de lugar, y sin embargo...

Comprobó la sala de estar, dormitorio, cuarto de baño.

—Creo que alguien revisó mi apartamento,— finalmente dijo Monty.

—¿Cree?— Burke miró a su alrededor. Enfundó su pistola y sacó su teléfono móvil—. Habla
Burke. Quiero una lista de todos los trenes entre Toland y Lakeside de ayer y esta mañana. Y quiero
una lista de cada tren que llegó a Lakeside entre ayer por la mañana y ahora. No deje esas listas en mi
escritorio. Aférrate a ellas hasta que vuelva a la estación.

—Este sería el primer lugar en que alguien buscaría a Lizzy, — dijo Monty—. Si se dieron
cuenta de que estaba en un tren a Lakeside, este es el lugar donde irían a buscar.

—¿Alguien viajó a Lakeside para hacer una búsqueda, o alguien llamó a una persona que ya
estaba aquí? Hay algunos agentes de policía en Lakeside que piensan que Humanos Primeros y
Últimos es una idea bien poderosa. — Burke dejó escapar un suspiro—. La búsqueda no les aportó el
oso o las joyas. Esa podría ser la razón de que el Capitán Scaffoldon llamó esta mañana.

Monty miró a Burke.
—¿Scaffoldon? ¿De la UID de Toland?

—Ese mismo. Alguien llamó a la estación temprano esta mañana, tratando de confirmar si
estaba en su casa. Poco después de eso, Scaffoldon llamó, afirmando querer conocer su paradero en
el momento del asesinato de Elayne. Habría habido tiempo suficiente para que alguien buscara aquí e
informar a Scaffoldon que no se encontró nada.

Necesitaba pensar con claridad, por lo que Monty ignoró el ardor de la ira por haber sido
acusado del asesinato de Elayne y el ardor más profundo de que él y Lizzy podrían haber estado aquí,
y habrían sido atacados por quien fue en busca de las joyas. Más trauma para Lizzy, si no algo peor.
¿Y para qué? Oso Boo y las joyas ya estaban en la estación de la calle Chestnut.

Por supuesto, nadie lo sabía.

—¿Oso Boo y las joyas están en el almacén de las pruebas? — Preguntó Monty.

—Oso Boo, las joyas y las fotografías tomadas de las pruebas se encuentran en un lugar
seguro, — respondió Burke.

Una respuesta evasiva. En este momento, no le preocupaban ni el oso o las joyas, así que era
respuesta suficiente.

Monty volvió a entrar en el dormitorio y sacó la caja de seguridad fuera de la plataforma
superior. Él la puso en la cama y la abrió. Pete Denby tenía la copia del certificado de nacimiento de
Lizzy y los documentos legales de la manutención, por lo que la caja de seguridad guardaba la
chequera y los ahorros de Monty. Su testamento. Una copia del contrato de alquiler del apartamento.
Algunos otros documentos personales.

Nada faltaba. Nada fuera de orden.

Cuando Burke entró en la puerta del dormitorio, Monty dijo:
—No puedo pedir a un equipo de investigación para empolvar el apartamento por las huellas
digitales, cuando ni siquiera puedo estar seguro de que alguien ha estado aquí. — Y tan pronto como
lo pidiera, la noticia seguramente viajaría y, muy probablemente, llegaría a los oídos de la persona
que había llevado a cabo la búsqueda.

—Esa es la forma humana de buscar un intruso, — dijo Burke—. Hay otra opción.

Le tomó a Monty un momento para darse cuenta de lo que quería decir Burke. Luego suspiró
mientras sacaba su teléfono y llamó a Aullidos, Buena Lectura.

—¿Sr. Wolfgard? Me doy cuenta de que este no es un buen día para pedir un favor, pero
necesito un poco de ayuda para determinar si alguien ha estado en mi apartamento buscando a Lizzy.

Capítulo 27



Watersday 12 de Maius

—Lo siento, Meg, — dijo Merri Lee—. Pero creo que Henry tiene razón. No deberías haberte
hecho ese corte, sobre todo cuando te sentías tan fuera de control.

Estaban sentadas en la trastienda de la Oficina del Enlace, haciendo un registro de lo que había
sucedido para precipitar la necesidad de Meg de hacerse el corte, incluyendo todo lo que Lizzy había
dicho, mientras que la sensación de alfileres y agujas escalaba de un rumor doloroso. Ahora Meg se
apartó de la mesa y fue a la sala de clasificación, en busca de algo que hacer que le diera una excusa
para poner fin a esta discusión.

—Eso no es lo que querías escuchar.— Merri Lee siguió a Meg a la sala de clasificación y dejó
el bloc de papel y el lápiz sobre el mostrador.

—¡Tenía que cortarme! — gritó Meg—. ¿Por qué nadie entiende eso?

—Tal vez nadie lo entiende porque nadie más lo ve de esa manera,— Merri Lee respondió
acaloradamente—. Te equivocaste, y ahora estás tratando de justificar tus acciones.

—Lizzy...

—Tuvo un berrinche y trató de salirse con la suya. Tal vez sea una niña mimada y piensa que
siempre debe salirse con la suya. Tal vez ha estado portándose mal y saliéndose con la suya, porque
su madre se derrumbó cuando empezó a lloriquear y el Teniente Montgomery no estaba allí para
inculcar un buen comportamiento. O tal vez ella está actuando así porque tan sólo tiene 6 o 7 años y
ha pasado por muchas cosas en las últimas 24 horas. — Merri Lee dejó escapar un suspiro—. Mira,
Meg, trataste de hacer algo bueno mostrándole los ponis. Son regordetes y se ven muy lindos de una
gruñona manera. Y todo iba bien hasta que ella empezó a insistir acerca de montar un poni, ¿verdad?

Meg puso una mano contra su cintura, sintiendo el vendaje sobre el corte.
—Sí, pero entonces...

—Entonces tuviste el picor advertencia de que algo estaba pasando, — Merri Lee interrumpió
—. Lo que se extendió a sentirte tan mal y desesperada, que te habrías hecho -tú lo sabes- mucho daño
si hubieras estado a solas con la navaja.

Las lágrimas le escocían de los ojos de Meg. Había esperado apoyo, no otra persona diciéndole
que estaba mal, que no podía hacer frente al mundo exterior de una celda estéril.

—Lo hice por Lizzy, — insistió.

Merri Lee hizo una mueca.
—Muy bien, vamos a echar un vistazo a eso. Lo hiciste por Lizzy porque estabas absolutamente
segura de que el cosquilleo que sentiste era una profecía sobre Lizzy. Pero si me has dicho todo lo
que recuerdas, Lizzy no era la única persona contigo. Te enfocaste en Lizzy, por lo que las visiones
que viste eran sobre Lizzy. Pero tal vez el picor inicial había sido realmente una advertencia sobre
problemas de Nathan o Jester o los ponis o uno de los Elementales, ya que Fuego estaba de pie allí
cuando Lizzy hizo la gran afirmación de que la abuela la dejaría montar en el poni. Que puede o no
ser verdad, por cierto. No es que se pueda llamar precisamente a la abuela y preguntarle, ¿verdad?
Ese cosquilleo podría haber sido por ti, advirtiéndote que necesitabas alejarte de Lizzy y el Establo
Poni, porque algo podría sucederte si te quedabas. ¿Siquiera consideraste eso?

Meg miró a Merri Lee.
—¿Crees que debería haberme alejado.

—Sí. Tu piel tiene picores varias veces al día. Todos te hemos visto frotarte los brazos o las
piernas. Pero no te cortas cada vez que tienes esa sensación. ¿Por qué esos momentos son diferentes
de lo que pasó hoy?

—A veces la sensación de alfileres y agujas se desvanece.— Meg se frotó el brazo, no porque
tuviera esa sensación, simplemente como una manera de recordar lo que solía hacer—. Cuando
fueron envenenados los terrones de azúcar, sabía que el peligro estaba en la trastienda de la oficina
del Enlace, pero tuve que cortarme para ver la visión que le diría a alguien lo que estaba mal.

—¿Cómo sabías que el peligro estaba en el cuarto de atrás?

—La sensación se fue cuando me fui de esa habitación y volvió cuando regrese.

Merri Lee tomó el lápiz y comenzó a garabatear en el bloc de papel.
—Así que el picor desaparece cuando pones algo de distancia entre tú y una persona u objeto,
lo que te da una indicación de lo que podría ser importante. Eso significa que el hormigueo es una
5
especie de varilla de zahorí . Un cosquilleo podría significar las llaves de un coche, cosas menores
fuera de lugar que no valen la pena para un corte, mientras que un zumbido que causa malestar físico
por lo general significa algo muy importante. ¿Es eso exacto?

Meg asintió.

—Así que si te hubieras marchado y luego tomado un enfoque de cada persona ahí, te habrías
dado cuenta de que lo que estabas sintiendo no se trataba de Lizzy en absoluto. — Merri Lee soltó el
lápiz y tomó las manos de Meg—. Lizzy estaba sobrepasada, lo cual es comprensible. Pero tú
también. Ir con ella por tu cuenta no fue la mejor idea. Y tener a Nathan contigo no cuenta porque no
sabía qué hacer con una niña humana lanzando un berrinche.

—Habría mordido a la cachorra. Él muerde a Saltarín un montón cuando ambos son los Lobos
guardianes de la oficina.

—Ahí tienes.

Meg suspiró.
—¿Qué tengo que hacer?

—Si yo fuera tú, llamaría a la panadería en Desembarco del Ferry y le compraría a Nathan su
propia caja de galletas de Lobo como una disculpa por causarle malestar. Y entonces... — Con una
sonrisa forzada, Merri Lee soltó las manos de Meg y se alejó.

—¿Y luego?

—Y entonces, Meg, la Trailblazer, debe pensar en lo que le gustaría que las otras profetas de la
sangre aprendan de lo que pasó hoy. Hice algunas notas. Agrega tus pensamientos; luego, Ruth puede
arreglarlo un poco y darle a Vlad para que lo envié.

Después de que Merri Lee se fue, Meg miró el reloj. Demasiado pronto para cerrar la oficina.
Las entregas se habían reducido, pero todavía había una posibilidad de que algo pudiera llegar.

Suspirando, entró en la sala y vio a Simon en el asiento del copiloto de la camioneta justo antes
de que se retirara de la zona de entrega y se alejara del Courtyard.


Capítulo 28



Watersday 12 de Maius

—El cartel dice "No estacionar en la calzada", — dijo Blair.

—No hay nada cerca en la calle, así que estacionaremos aquí, — respondió Simon—. No
quiero que demasiados humanos vean a un Lobo.— Volvió a mirar a Nathan, que se había negado a
cambiar de forma de Lobo, otra vez, alguien más podría hacerse cargo de Meg—. ¿Todavía quieres
venir con nosotros?

«Sí.»

Todavía suena débil, pensó Simon. Pero le dio crédito a Nathan por resistirse a la tentación de
lamer la sangre de Meg, una vez que se hizo el corte. No había sido capaz de resistirse cuando la
había encontrado después de que se había hecho un corte incontrolado el mes pasado. Por otra parte,
no tuvo a Fuego allí, dispuesta a quemarlo por su propio bien.

Blair se detuvo en el camino de entrada al lado del edificio del apartamento de Montgomery.
Simon bajó y abrió la puerta del lado de Nathan. Entonces los tres entraron en el edificio y subieron
las escaleras.

Ninguno de los Lobos se sentía amistosos hacia los humanos en ese momento, así que Simon
no se molestó en reprimir el gruñido cuando vio a Montgomery y Burke esperándolos justo dentro
de la puerta del apartamento.

—Gracias por venir, — dijo Montgomery—. Se lo agradezco.

—El Teniente sospecha que alguien buscó en su apartamento después de que Lizzy llegó a
Lakeside ayer, — dijo Burke—. Supongo que fue en algún momento temprano esta mañana.

Simon se puso rígido, insultado.
—¡No somos unos malditos perros rastreadores!

—No, señor, no los son, — dijo Montgomery, su voz generalmente cortés, sonaba tensa—.
Pero pueden confirmar si alguien estaba aquí sin que tenga que pasar por los canales oficiales.

Simon meditó sus palabras. Al igual que los lobos, los Lobos Terráneos mantenían territorios
en los que cazaban la comida o cultivaban alimentos que sus formas humanas disfrutaban. Pero los
Lobos que vivían en diferentes territorios trabajaban juntos para protegerse a sí mismos y al país
salvaje de un invasor. Había pensado en las comisarías de policía en esos términos: diferentes
manadas que custodiaban un territorio específico, pero trabajaban juntas para proteger a toda la
ciudad de Lakeside.

—No confía en los otras manadas de la policía.

Ningún humano habló. Finalmente Burke dijo:
—Eso dependerá de lo que nos pueda decir.

«Ya que estamos aquí, voy a darle a la guarida de Montgomery una aspiración,» Nathan dijo
mientras se metía más allá de los dos humanos.

Simon y Blair entraron. Montgomery cerró la puerta.

Mientras Nathan exploraba sistemáticamente la sala de estar, Simon dio un paso hacia la cocina
y la olió. Luego miró a Montgomery.

—Algo huele mal en acá.

—Quise sacar la basura de la cocina cuando llegué a casa ayer, — dijo Montgomery, luciendo
avergonzado.

«Huele viejo aquí» Nathan informó cuando olió la parte posterior y los lados del sofá.

Cuando Simon transmitió el comentario, Montgomery asintió.
—El sofá estaba aquí cuando alquilé el lugar, lo dejó el anterior inquilino. No lo he
reemplazado todavía.

«Olor de Kowalski en algunos de los libros,» Nathan dijo mientras revisaba una estantería antes
de volver al sofá.

—¿Kowalski estuvo aquí?—Preguntó Simon.

Montgomery asintió.
—Él llenó una bolsa para mí ayer.— Él parpadeó—. ¿Puede saber que estaba aquí? ¿reconoce
su olor?

—Por supuesto, — respondió Simon, mirando a Blair echar un vistazo a la cocina, incluyendo
la nevera y armarios. No había razón para que los intrusos buscaran en esos lugares a la Lizzy u Oso
Boo, pero los Lobos no recibían invitaciones para mirar guaridas humanas. ¿Por qué desperdiciar la
oportunidad?

«Vive austeramente,» dijo Blair. Entonces se detuvo cerca del contenedor de residuos. Se
agachó y olfateó alrededor de la parte superior antes de poner las manos sobre sus y rodillas para
olfatear el pedal que levantaba la tapa.

Simon observó a Blair, pero se dio cuenta de cómo Monty hizo una mueca, probablemente
pensando en que había en la basura que fuera interesante... y notó cómo Burke se centraba en el Lobo.

«Alguien que no es Montgomery o Kowalski tocaron este contenedor,» dijo Blair.

«Algunos nuevos aromas en los bordes de los cojines,» reportó Nathan.

Simon transmitió las observaciones mientras los otros dos Lobos comprobaban el resto de la
vivienda.

—Ah... — Montgomery corrió hacia adelante cuando incluso los oídos humanos podían oír a
Blair hurgando en el botiquín del baño.

Los tres llegaron a la habitación a tiempo para ver a Nathan cambiar sus patas delanteras lo
suficientes para abrir los cajones y hurgar. Abandonando la cómoda, el Lobo olfateó la ropa en el
armario antes de pararse sobre sus patas traseras para rastrear la plataforma por encima de la barra
de la ropa.

Acabado con el armario, Nathan asomó la cabeza debajo de la cama, y luego se echó hacia
atrás, estornudando.
«Polvo»

A juzgar por la expresión de la cara de Montgomery, Simon no tenía que transmitir ese
comentario.

Montgomery suspiró.
—Si fuera mi mamá quien notará el polvo, habría dicho, "Crispin James, estás faltándole el
respeto a tu casa".

—¿Crispin James?—Dijo Simon—. ¿No Montgomery?

—Mamá me llama Crispin o Crispin James. El resto de la familia me llama CJ, y mis amigos
me llaman Monty.

—¿Por qué los humanos necesitan tantos nombres?

—No sé.— Después de un momento, dijo—: A veces los nombres representan un aspecto
diferente de la misma persona. Crispin James es el hijo de Twyla y James Montgomery. Teniente
Montgomery es un oficial de policía. Misma persona, pero las personas que me rodean tienen
diferentes expectativas, necesitan cosas diferentes de mí.

—Cada uno de nosotros tenemos un nombre, — dijo Simon.

—Eso no es del todo cierto, — dijo Monty—. He oído que se refieren a usted como el
Wolfgard cuando otro Terráneo le habla como líder del Courtyard. Y luego está Meg Corbyn y
cs759. La misma persona.

—No. — Simon mostró sus dientes para hacer hincapié en la negación—. Una de ellas era
propiedad. La otra es Meg.

—La misma persona, lo que era, y lo que es, esos nombres tiene peso y significado, para ella y
para las personas a su alrededor, — Monty contrarrestó.

Las cachorras profeta de la sangre en la Isla Grande necesitan tener nombres para ayudarles a
aprender que no son más propiedad, Simon pensó mientras Nathan le dio al baño y la cocina una
aspiración rápida entre tanto Blair entraba en el dormitorio. Algo para discutir con Steve Barquero
ya que el Intuye bien podría saber algunos nombres adecuados.

Eso lo calmó, al menos momentáneamente, Simon observó a los humanos sin ser obvio. Burke
seguía centrado en los Lobos. Montgomery, por el contrario, parecía que lamentaba haber llamando
al Courtyard y dejar que esas narices sensibles se asomaran en todos los rincones de su vida.

Blair y Nathan volvieron a la sala de estar.

—Dos olores que no son de Kowalski o Montgomery, — dijo Blair—. No los reconocemos, así
que no son de los que ha dado la vueltas por el Courtyard.

Simon vio la tensión liberándose de ambos hombres. No era una traición de alguien en quien
Montgomery confiaba.

—Gracias por su ayuda, — dijo Burke.

Simon miró alrededor del apartamento. No había manada aquí para ayudar a proteger a los
jóvenes. Nadie para proteger a la Lizzy cuando Montgomery tenía que hacer las cosas de la policía.

Los humanos eran como pegajosas enredaderas. Si no escapabas al primer toque, quedabas más
y más enredado.

La mayoría de ellos eran carne, siempre serían carne. Pero, mierda, ahora, cuando veía a
algunos de ellos, simplemente ya no los veía como carne, incluso cuando quería morderlos por
alguna transgresión.

—Los depredadores han encontrado su guarida, — dijo de mala gana, recordando cómo
Montgomery y Burke habían ayudado a proteger a Meg—. La Lizzy no puede quedarse aquí. — Al
escuchar el suave gemido de Nathan, angustiado, añadió con algo de calor—. Pero no quiero que
juegue con Meg o Nathan hasta que entienda la cantidad de problemas que causó hoy por un ser una
humana quejumbrosa.

A juzgar por la forma en que Montgomery se puso rígido, sus plumas se habrían levantado en
defensa de su cría... si es que los humanos tuvieran plumas.

Pero Simon escuchó más lamento que ira, en la voz de Montgomery cuando el hombre dijo:
—Lamento que Meg y Nathan fueran perjudicados por las acciones de Lizzy. Los humanos
jóvenes se portan mal y cometen errores.

—Los Lobos jóvenes se portan mal y también cometen errores, — dijo Simon—. Sin embargo,
para el bienestar de la manada, el joven debe aprender de los errores y ser disciplinado cuando se
porta mal.

«La Lizzy es sólo una cachorra,» Nathan se quejó. «No vamos a morderla duro.»

«Pero vamos a morderla,» dijo Blair.

«Si la Lizzy se queda en el Courtyard, por supuesto que va a conseguir algún pellizcó por
portarse mal, igual que cualquier otro cachorro,» Simon le dio la razón. Ellos simplemente no le
dirían a Montgomery. Y si la Lizzy era inteligente, no le contaría tampoco.

—Aprecio que nos permita quedarnos en el Courtyard mientras arregle las cosas, —dijo
Montgomery—. Me aseguraré de que Lizzy entienda que tiene que seguir sus reglas.

—Hemos estado aquí el tiempo suficiente, — Blair se quejó.

Simon asintió.

—Hemos hablado con una panadería en la calle principal y tenemos algunas muestras para
Tess, de la comida que Nadine Fallacaro puede ofrecer, — dijo Montgomery—. Si la comida cuenta
con la aprobación de Tess, puede hablar con la Sra. Fallacaro para concretar un pedido para Un
Pequeño Bocado.

—Voy a ayudar a cargar las cajas de la panadería y la hielera, Teniente, —dijo Burke—. ¿Por
qué no hace las maletas con lo que necesitará para unos días más?

—Y no se olvide de sacar la basura de la cocina, —dijo Simon—. En un par de días más,
incluso de otros humanos serán capaces de oler.

Salieron. Blair abrió la camioneta para que Nathan pudiera salir de la vista, mientras que Simon
cruzaba la calle con Burke en busca de la comida.

—La comida en la hielera debe ponerse en una nevera tan pronto como estén el Courtyard, —
dijo Burke mientras caminaban de regreso a la camioneta.

Algo en la voz de Burke le recordó a Simon a un Oso Pardo enojado.

—Cuando los Lobos están de caza, van a seguir el rastro de la presa por un largo tiempo, —
dijo Simon—. ¿No cree que los depredadores seguirían a la Lizzy?

—No van tras de Lizzy, — Burke gruñó mientras él y Simon colocaban las cajas de panadería y
la hielera en el piso detrás del asiento del pasajero delantero—. Van tras las joyas. Y estas personas
ya han matado a una mujer y entrado en el apartamento de un oficial de policía a causa de esas joyas.

—¿No puede mantener a Oso Boo en la jaula? — Simplemente el decir la palabra jaula hizo
que los caninos de Simon se alargaran, pero trató de no hacer otros cambios.

—¿Arresto al oso como un ladrón de joyas? — Burke sonaba divertido.

No se burla de mí, Simon decidió. Sólo le divierte la idea. Aún así, era una oportunidad para
hacer preguntas. Y si Burke no le contestaba, simplemente le preguntaría a Kowalski o Debany el por
qué era divertido.

—En los programas de televisión, la policía tiene una jaula de pruebas, —dijo Simon—. ¿No
tiene la estación de policía una jaula de esas?

—Tiene. — Burke ya no parecía divertido—. Pero creo que esas joyas necesitan ser escondidas
en un lugar no revelado hasta que sepamos de dónde vienen y quién las quiere de vuelta. El que mató
a Elayne Borden no debe beneficiarse de ellas.

Simon estudió al Capitán de la policía. Luego sacó su teléfono móvil y llamó a Jester
Coyotegard, alguien a quien le gustaba las travesuras.

—Establo Poni, — dijo Jester.

—Soy Simon. Si quieres mantener una bolsa de joyas lejos de los humanos malos, pero no
quieres que sepan que tienes guardadas las joyas, ¿qué harías?

—Ir a Chucherías y brillantes y reemplazar las joyas con cosas brillantes que sean
aproximadamente del mismo tamaño y color, — Jester respondió con prontitud—. Por supuesto, si
yo tuviera la intención de dar las verdaderas joyas a alguien en el futuro, no las dejaría con los
Cuervos.

Buen punto.
—Gracias, Jester. — Simon terminó la llamada y miró a Burke—. Tal vez, después de que la
Lizzy este dormida, alguien podría llevar a Oso Boo al Courtyard a visitar a su familia. Y tal vez
alguien podría recogerlo de nuevo antes de que la Lizzy este despierta.

—Tal vez alguien podría, — dijo Burke, sonriendo—. Se alejó de la camioneta—. Gracias por
toda la ayuda.

Tan pronto como Simon entró y cerró la puerta, Blair sacó la camioneta de la calzada y se
dirigió de nuevo al Courtyard.

Ya había tenido suficiente, y todo lo que Simon quería ahora, era salir de esa piel. Pero a
medida que se detenían en la entrada principal de la calle del Courtyard, Meg salió corriendo de la
oficina del Enlace.

—¿Nathan está contigo? — Preguntó, sonando sin aliento—. No he sido capaz de encontrarlo
en ningún lugar.

—Está en la parte de atrás, — dijo Blair.

—¿Puedo hablar con él?

Simon giró lo suficiente para mirar en la parte trasera de la camioneta.
«¿Nathan? Depende de ti.»

Nathan suspiró, pero se puso de pie.
«Hay que abrir la puerta y mover las cajas.»

Simon hizo espacio para que el Lobo saltara fuera de la minivan. Observó a Meg volver a la
oficina con Nathan. Luego suspiró, cerró las puertas, y le dijo a Blair:
—Te veré en Un Pequeño Bocado.

Caminó por el camino de acceso y otra vez a la puerta trasera de la cafetería, se resignó a ser
humano un poco más. Bien podría hacer los despachos con Vlad después de hablar con Tess.

Había un montón de cosas que todavía tenía que hacer antes de ir a casa. Así que nadie pensaría
que estaba esperando alrededor para averiguar el por qué Meg quería hablar con Nathan.


* * *


Meg dejó irse a Nathan por la puerta trasera de la Oficina del Enlace y lo observó correr con
prisa hacia la puerta trasera de Aullidos, Buena Lectura.

Reportándose a Simon, naturalmente.

Después de cerrar la puerta, fue al baño para lavarse la cara.

Enfado. Cautela. Desconfianza. No tenía ninguna imagen de entrenamiento para identificar las
emociones en la cara de un Lobo, pero había pasado el tiempo suficiente en torno a Nathan como
para poder interpretar sus expresiones.

¿El corte fue innecesario? Todo el mundo pensaba así.

Meg abrió el grifo, se echó agua en la cara, y luego permaneció inclinada sobre el lavabo.

La sensación de alfileres y agujas era irritante, a menudo dolorosa. Pero era una especie de
varilla de zahorí que había ido evolucionando desde que había llegado al Courtyard. Así que tal vez si
se hubiera alejado...

No, no, no, no. Había un peligro para alguien en el Establo Poni. Ese rumor doloroso fue una
advertencia sobre un enemigo...

Meg apretó los dientes contra el zumbido repentino que llenaba sus dos brazos. Ella se
enderezó y vio su cara en el espejo sobre el lavabo.

El zumbido se desvaneció.

Meg se quedó mirando su reflejo.

—Fui yo, — susurró—. Yo era el enemigo.

Ella dio un paso atrás del lavabo, puso una mano sobre el vendaje en su cintura, y pensó en lo
que Merri Lee había dicho: Y entonces Meg, la Trailblazer, pensó en lo que le gustaría que las otras
profetas de la sangre aprendieran de lo sucedido ese día.

—Nadie tiene el derecho de decidir si, o cuando cortamos nuestra piel, pero si no aprendemos a
interpretar las señales de advertencia, las que nos dicen si realmente tenemos que cortarnos, podemos
transformarnos en las esclavizadoras, así como las esclavas. Podemos llegar a ser nuestro propio
enemigo.

Esa fue la segunda lección que Meg, la Trailblazer, había aprendido hoy. La primera lección, la
más difícil, era la más importante; ella no era la única que resultaba herida cuando se cortaba.


* * *


Simon dio la vuelta al escritorio cuando Nathan apareció en la puerta de la oficina de ABL.

—Eso no llevó mucho tiempo.

Nathan se acercó a él lentamente, a regañadientes. No era un comportamiento típico del
ejecutor, a menos que hubiera hecho algo mal.

Simon se inclinó sobre el otro Lobo, pero no tuvo que inclinarse mucho para captar el olor.
—¿Por qué hueles como Meg? — Exigió.

«Ella lloró sobre mí,» dijo Nathan. «Yo no pude entender la mayor parte de lo que dijo, pero
lloró hasta que mi piel quedó mojada.» Sonaba desconcertado y molesto.

—Supongo que se siente mal por hacerse un corte y asustarte. Asustarnos a todos.

Nathan no dijo nada por un momento. Entonces:
«No hay nada en mi piel, ¿no?»

Simon dio al otro Lobo una mirada cuidadosa.
—No hay mocos.

«Bien. Odio lavar los mocos de la piel.»

—¿Quién no? Lo que sale de la nariz humana es repugnante. — Simon se sentó en el suelo, su
espalda contra el escritorio. Nathan se sentó junto a él—. ¿Quieres que Blair asigne a otro como el
guardián Lobo de la Oficina del Enlace Humano?

«No. Ver a los humanos es interesante, y me gusta Meg. Pero necesitamos reglas acerca de la
navaja. Hoy... Eso estuvo mal. Meg estaba mal, y la Lizzy estaba equivocada. No fue justo que no
pudiera morder a ninguna cuando ambas lo merecían.»

—Lo sé. — Simon cerró los ojos y esperó hasta que sintió la tensión drenarse de ambos—.
¿Todavía crees que es una buena idea tener a algunos de los Lobos de Addirondak visitando el
Courtyard? Tenemos humanos que trabajan para nosotros que no saben cómo comportarse, pero no
podemos atacarlos y echarlos fuera como lo haríamos con un enemigo.

«Si no hubiera empujado a Meg a cortarse, el error de la Lizzy habría sido molesto pero nada
más. Y nuestros cachorros también cometen errores.»

Por supuesto, ¿quién podría decir cuánto tiempo podría haber pasado antes de que alguien
descubriera las joyas dentro Oso Boo si Saltarín y Sam no le hubieran arrancado un brazo y una
pierna? Eso había comenzado algunos de los problemas. Por otra parte, Burke y Montgomery no
habrían sabido que la Lizzy estaba en peligro si no hubieran encontrado las joyas.

Simon se puso de pie.
—Vete a casa. Corre. Mañana es Earthday, y vamos a pretender que no existen los humanos.

«Excepto Meg.»

—Excepto Meg.

Nathan se levantó, sacudió su pelo, y se fue.

Simon apagó el ordenador, apagó las luces y sintió como si un peso lo hubiera abandonado
cuando salió de Aullidos, Buena Lectura. No podía quitarse de encima todo lo humano. No quería
librarse de Meg, que lo esperaba en la puerta trasera de la Oficina del Enlace, sus ojos muy hinchados
y toda de la piel con manchas.

Él le pasó una mano por su pelo corto negro y le dio una rascadita detrás de su oreja.

—¿Simon?— Dijo en un hilo de voz—. ¿Podemos ir a casa?

—Claro. Déjame buscar el Bow.

Encontró una de las cajas de panadería en la parte posterior del Bow. Puesto que él no creía que
Meg hubiera comido mucho hoy, le dio la bienvenida a la consideración de Tess.

Mientras sacaba el Bow del garaje y esperaba a Meg para cerrar la puerta del garaje, miró hacia
los monoambientes, luego sacudió la cabeza.

Ya había tenido suficiente. Todos habían tenido suficiente. Los Owlgard mantendrían la
vigilancia esta noche, pero para el resto del día, el Teniente Montgomery tendría que hacerse cargo
de la Lizzy por su cuenta.

Capítulo 29


Watersday 12 de Maius

Mientras Monty trataba con la intrusión en su apartamento, y Ruth Stuart cuidaba de Lizzy, su
equipo había traído un colchón de uno de los otros apartamentos, por lo que no tendría que pasar otra
noche en un saco de dormir en el suelo duro. Ellos habían traído suficiente comida para él y Lizzy,
para los próximo par de días. Y alguien había seleccionado cinco películas que esperaba fueran
adecuadas para una niña humana de siete años.

Distracciones. Diversiones. Cuidado.

Monty se sentó en la silla y puso sus brazos alrededor de Lizzy cuando la instaló en su regazo.

Ella lo miró con esos ojos grandes.
—Yo sólo quería montar un poni.

¿Por qué estaba tan empecinada en eso? Por supuesto, él no estaba seguro de poder explicar a
una niña, lo peligrosos que los ponis eran cuando se ignoraba ese aspecto inofensivo.

—La abuela Borden me habría dejado, —dijo Lizzy.

Sabía que decir acerca de eso.
—No creo que la abuela Borden te habría permitido cabalgar un poni. Ella habría dicho que
eran apestosos y que te ensuciarías.

Pero la mujer podría haber armado un alboroto porque alguien había negado algo a su nieta, y
negar una cosa a una Borden no era aceptable. Afortunadamente, la familia no tenía la riqueza o el
estatus a la altura de sus pretensiones.

—Y la abuela Twyla te habría llamado la atención por ser descortés y hacer un escándalo
cuando la señorita Meg ya te había dicho que los ponis eran especiales y no eran para montar.

—Pero...

—No, Lizzy.

Ella hizo un mohín, y tomó nota de la mirada calculadora en sus ojos, como si estuviera
esperando a ver qué efecto tendría.

Lizzy no habría hecho eso hace unos meses. No era así antes de que él fuera trasladado a
Lakeside y tuvo que dejarla, tuvo que dejar a ambas, porque Elayne se había negado a ir con él.

Pero Elayne había sido así. Era curioso cómo él nunca se había permitido verlo. Ah, Elayne era
mucho más sutil al respecto cuando quería salirse con la suya, pero cuando el comportamiento se
presentaba en grandes rasgos en la niña, no podía negar que Lizzy estaba imitando a su madre.

Tengo que decirle, pensó.
—Lizzy... Fuiste muy valiente para viajar en el tren sola y me encontraste. Algunas personas
malas estaban buscándote a ti y a mamá, y ella hizo lo correcto, haciéndote subir al tren sin ella.

—¿Mamá vendrá pronto?

—No, bebé. — Las lágrimas le escocían los ojos de Monty—. No. Mami estaba muy mal herida
y... ella murió. Ella no puede estar más con nosotros.

Lizzy puso su cabeza en su hombro.
—¿La señorita Meg se va morir porque me porte mal?

—No. La señorita Meg estará bien en un par de días. — ¿Cómo podía plantearle el asunto sin
asustarla demasiado?—. Uno de los hombres malos te siguió a Lakeside, así que tenemos que
quedarnos en el Courtyard por un tiempo.

Ella levantó la cabeza.
—¿Qué hay de Oso Boo?

—Esta con el Capitán Burke. Está ayudando a la policía en la investigación. Te echa de menos,
pero está siendo muy valiente. Como tú.

Ella asintió con la cabeza, acurrucándose de nuevo.

¿Entendía? Tal vez entendía tanto como podía manejar. ¿Tal vez era más fácil al estar en un
lugar que no tenía tantos recordatorios?

Dioses, ¿podía incluso tener una fotografía de Elayne para que Lizzy tuviera algo?

—Vas a estar segura en el Courtyard, —dijo—. Pero quedarse aquí significa desempolvar tus
buenos modales y hacer caso a los adultos que estarán cuidándote cuando no puedo estar aquí. — Él
la miró, su niña querida—. ¿Entiendes la diferencia entre la policía humana y la policía Lobo?

—¿La policía Lobo te muerden si eres malo?

—Sí, — dijo Monty—. Ellos te muerden si eres malo. Hoy te fuiste con lo que mi Capitán
llamaría una advertencia, lo que significa que sabes que hiciste algo malo, por lo que la próxima
vez...

Lizzy apretó los dientes haciendo un ademan de morder.

Monty asintió.
—Exactamente, es correcto.

—¿Papá? Tengo hambre.

Se comieron los sándwiches de Nadine Bizcochos & Café, entonces vieron una de las películas.
Se preguntó si el que había elegido las películas, lo había hecho porque era lo acorde a la edad, o
para mostrar a Lizzy algunas verdades acerca de los seres que la rodeaban. Cualquiera fuera la razón,
la historia sobre la Brigada Lobo proporcionó algunas lecciones afiladas para ambos.

Capítulo 30


Watersday 12 de Maius

Más tarde esa noche, mientras una suave lluvia caía sobre el Courtyard, los Owlgard
observaron a Douglas Burke meter una bolsa de papel contra la puerta trasera de Aullidos, Buena
Lectura.

Respondiendo a la llamada de los Búhos, Vladimir y Nyx Sanguinati fueron a buscar la bolsa y
fluyeron hacia Chucherías y brillantes, donde Jenni Crowgard, Jester Coyotegard, Jane Wolfgard, y
Blair Wolfgard esperaban por ellos.

Una por una, las joyas de la bolsa se guardaron en una pequeña caja de madera, forrada de
terciopelo, sustituyéndolas por brillantes que encontraron en la tienda. Después de estudiar el anillo
de lujo, Blair hizo una linda copia usando alambre fino y trozos de cristal que Jenni sacó de una pieza
de joyería de fantasía.

Habiendo terminado con su cometido, sustituyeron la bolsa dentro de Oso Boo y Jane, -como
sanadora de los Wolfgard- hizo las costuras. Tras un breve debate, no restauraron el brazo y la
pierna, dejando al oso igual a como se veía cuando llegó.

Al primer indicio de la luz del día, Vlad colocó la bolsa de papel fuera de la puerta trasera de
ABL, cambió a su forma de humo, y esperó en las sombras. Unos minutos después, los Búhos
informaron de alguien estacionando al otro lado de la calle del Courtyard. Un minuto después,
Douglas Burke en silencio se dirigió a la puerta trasera de ABL y recogió la bolsa de papel.

Cuando Burke se alejó manejando, Vlad se unió a Nyx, que había esperado a por él en la Plaza
Comercial. Juntos, llevaron la pequeña caja a la casa de mármol del Abuelo Erebus en las Cámaras,
un lugar donde ningún humano podría buscar las joyas y sobrevivir.


* * *


Llevando dos candelabros a la madera reluciente de una mesa antigua, Vlad encendió las velas
y el abuelo Erebus lo vio inclinar la caja, y suavemente derramar las joyas sobre la madera oscura.

—Una brillante fortuna, — dijo Erebus—. Los humanos se han matado unos a otros por una
sola joya. No dudarían en matar a una mujer y su hija por lo que estas piedras bonitas podrían
comprar.

—Cosas, — dijo Vlad, revelando sus colmillos—. Matan por cosas.

Erebus agitó las piedras.
—Eso podría decirse de nosotros también.

—Matamos por alimento, por proteger nuestras tierras y hogares. Por proteger a nuestros
familiares.

—Comida, tierras, casas. Esas son cosas importantes, que valen la pena proteger, pero todavía
son cosas, Vladimir. ¿Cuánta comida crees que estas bonitas podrían comprar?

—No puedes comprar lo que no está allí. — Vlad consideró lo que él acababa de decir.
¿Cuando, exactamente, había empezado esta charla acerca de la escasez de alimentos?

Se quedó mirando las joyas.
—Tal vez la comida no está allí porque ya ha sido comprada. Tal vez las joyas eran el pago.
Pero ¿por qué acaparar la comida y dejar que la gente piense que ellos y sus crías pasarán hambre?

—Veremos la respuesta muy pronto. El hambre puede ser una afilada maestra. —Erebus guardó
las joyas nuevamente dentro de la caja de madera de terciopelo forrada—. Ahora. Háblame de los
humanos que estaban criando sangre dulce. ¿Han sido encontrados?

—No. — Vlad se tragó la amargura—. He hablado con los Sanguinati que viven en las regiones
donde se encontraron a las chicas abandonadas o donde se descubrieron los cuerpos de los bebés. Por
lo que pueden decir, nadie está en busca de las granjas. Nadie está buscando a los humanos que
dirigían esas granjas.

—¿Qué pasa con la policía, el gobierno de aquí?

—Habría que preguntarle a Elliot sobre el gobierno. La policía aquí hizo la búsqueda. Eso lo sé
con certeza. Ellos buscaron y confirmaron que no había sitios como esos en ningún lugar alrededor
de Lakeside. No había chicas abandonadas. No había bebés muertos.

Erebus no dijo nada. Pero luego:
—No sólo las cosas tienen un precio, Vladimir. La lealtad también se puede comprar. — Él tocó
la caja con una espesa uña amarillenta—. Dado que los humanos no van a buscar las granjas,
entonces, lo haremos nosotros. Dile a los Sanguinati que tienen que encontrar a los humanos que
dañaron a las sangre dulce y mataron a sus crías.

—¿Debo hablar con las chicas en la lago? Sus parientes podrían destruir los edificios una vez
que fueran encontrados.

—Madera. Piedra. Vidrio. — Erebus negó con la cabeza—. Deja los edificios intactos. No
significan nada. Encuentra a los humanos que trabajaban en esos lugares y mátalos.

—¿Deben dejarse los cuerpos en donde los puedan encontrar? — Es decir, ¿Erebus quería que
los humanos supieran que los Sanguinati había librado su propia forma de justicia?

Erebus lo miró. Vlad no estaba seguro de si el asombro era real o fingido.

—Después de que los Sanguinati se hayan alimentado, no hay razón para perder la carne,
Vladimir, — dijo Erebus, su voz una suave reprimenda—. No, no. Lleven la carne al país salvaje
donde será útil. Hay muchos allí además de los Terráneos que darán la bienvenida a la comida fácil
para sus crías.

Capítulo 31



Earthday 13 de Maius

La muchacha se acurrucó bajo la colcha de retazos y escuchó como los Lobos en el otro lado
de la puerta despertaban. Los grandes bostezos, suavemente vocalizados le recordaron los gritos que
había oído la noche anterior. Entonces una voz femenina diciendo:
—Jackson, has un poco de pan tostado. Voy a revolver un par de estos huevos para la sangre
dulce.

Se referían a ella. Ellos no la llamaban cs821. Decían que no era un nombre.

Sangre dulce no era un nombre tampoco, pero llamarla así no los ofendía.

La mujer, Grace, le había traído un pijama ayer y otra muda de ropa. Bragas y calcetines
estaban metidos en uno de los cajones de la cómoda. El resto de la ropa colgaba en ganchos en la
pared, incluyendo un largo, suéter grueso.

La chica salió de la cama y corrió al cuarto de baño. Se estremeció mientras orinaba, mientras
se lavaba las manos y se echaba agua fría en la cara. Corriendo, se quitó el pijama y se puso los
pantalones vaqueros, una camisa de manga larga, y el suéter grueso. Ella tenía un calcetín cuando la
puerta se abrió y Grace y Jackson entraron.

—No sabemos cómo cocinar muchos alimentos humanos, — dijo Grace—. Pero he aprendido
a revolver los huevos, y Jackson te hizo un poco de pan tostado. — Ella puso un plato en la mesa.
Jackson dejo un vaso de líquido blanco al lado del plato.

Grace salió de la habitación. Jackson se quedó, estudiándola.

Él dijo que podía pedir. ¿Tenía el valor de pedir? Podría ser un truco para ver si todavía estaba
tentada a hacer lo que no se le permitía hacer. Los Nombres Caminantes siempre trataban de
engañarla. Pero Jackson era un Lobo. Conocía a Meg.

Una prueba, entonces. Pero esta vez, ella no sería la única a la que se estaba probando.

—¿Podría tener un lápiz y un papel?

Un silencio reflexivo antes de que Jackson dijera:
—¿Un lápiz negro o un lápiz de color?

Ella contuvo el aliento, sintió un cosquilleo en sus manos. Pero no fue lo suficientemente
valiente para pedir tanto.

—Lo que nadie más esté usando.

Otro silencio reflexivo.
—El puesto de comercio no está abierto en Earthday. Voy a ver lo que tenemos aquí. Come tu
desayuno, sangre dulce.

Salió y cerró la puerta. Encendió la lámpara junto a la cama. Los Lobos podrían no tener
problemas para ver con apenas la luz del día, pero quería una mejor visión de la comida antes de que
comiera algo de eso.

Sentada a la mesa, cogió el vaso. Olfateó. Con cautela probó. Estaba bastante segura de que era
leche, pero sabía diferente, más potente que cualquier cosa que le habían dado en el... en ese lugar.

El pan estaba un poco quemado en los bordes; los huevos revueltos, como la leche, no tenían un
gusto parecido a lo que ella había probado antes, pero era bueno y tenía hambre.

Después de la comida, fue al baño a lavarse las manos y cepillarse los dientes. Cuando salió,
Jackson estaba en la puerta, sosteniendo una bandeja de madera. Él la puso sobre la cama, revelando
seis hojas de papel y un conjunto de lápices de colores. Naranja, rojo, verde, azul, amarillo, marrón,
negro, rosa. A partir de imágenes de entrenamiento, identificó una goma de borrar y un pequeño
sacapuntas de mano.

—Esto es lo que he podido encontrar.—Jackson se apartó de la cama.

—Gracias.

Recogió los platos usados y se fue.

Sentada en la cama, examinó cada lápiz, tocó el papel.

Nadie irrumpió en la habitación, gritándole. Nadie se llevó los lápices y papel. Nadie le ató las
manos como castigo, dejándola dependiente de los Nombres Caminantes para todas las necesidades
personales.

Sintiéndose más audaz, estudió la colcha de retazos. Luego cogió un lápiz y llenó una hoja de
papel reproduciendo los patrones de la colcha.

Se puso de pie, se estiró, consiguió un poco de agua, sacó punta de todos los lápices.

Tal vez debería hacer otra cosa por un rato. Pero... ¿qué? El cuarto no tenía nada. ¿Podría
pedir un libro? Pero no quería leer, quería...

Un aullido. Distante. Otro aullido. Más cerca de este edificio.

Habían aullado anoche. Cerró los ojos y recordó cómo el sonido parecía elevarse como el
humo, pintando formas fantasmales en el cielo nocturno.

Volviendo a la cama, tomó una hoja de papel en blanco, cogió un lápiz y comenzó a dibujar.


Capítulo 32



Earthday 13 de Maius

Simon, todo peludo y de cuatro patas, miró a Henry. No sólo era el Oso Pardo en forma
humana; estaba despierto y trayendo una solicitud.

«Pero es Earthday.» Simon hizo su mejor esfuerzo para reprimir un gruñido. «Se supone que es
un día libre de lo humano» Su oreja apuntaló hacia atrás, al sonido de la risa de Meg y los ladridos
felices de Sam en la cocina. «A excepción de Meg, pero ella ya no entra más en esa categoría de
humano.»

—Tú fuiste el que le dijo a los humanos que podían compartir la cosecha si también compartían
el trabajo, —Henry retumbó—. Los huertos tienen que ser ampliados, y están dispuestos a hacer el
trabajo.

«Pero...» Simon se detuvo. Meditó. Suspiró.

Él era quien había tomado la decisión de dejar entrar a los humanos, tanto como recompensa
por no querer ser enemigos, como para aprender más acerca de los humanos a partir de la
interacción informal. Tal vez los Terráneos había intentado esto antes, en los siglos desde que los
primeros humanos llegaron a Thaisia. Tal vez fue un error.

Una apuesta, en cualquier caso. Para todo el mundo.

«Muy bien, muy bien.»

—Me quedaré en forma humana, —dijo Henry—. Y Vlad estará allí.

«¿Montgomery va a estar ahí con la Lizzy?»

Henry asintió.
—Pete y Eva Denby traerán a sus cachorros también. Y los policías que tienen permitido usar
los monoambientes y nuestros empleados humanos estarán aquí.

«¿Todos ellos?» Eso era una gran manada de humanos mezclándose con los Lobos, Cuervos,
Halcones, Búhos, y cualquier otro que decidiera ver a los visitantes.

Entonces Meg salió de la cocina con Sam rebotando alrededor de ella, sus ojos grises fijos en
el sombrero que sostenía fuera de su alcance.

No podía agarrar el sombrero una vez que ella se lo puso, porque tenía cintas que ató bajo la
barbilla para mantener el sombrero fijo, y ella podría salir lastimada. Pero si a alguien se le
ocurriera masticar una de las cintas, y Aire estaba dispuesta a cooperar un poco, podrían jugar a
tomar el sombrero.

Hoy no, Simon pensó con pesar. Demasiados espectadores hoy, seguro que alguien se daría
cuenta de quien cortaba la cinta del sombrero.

—¿Estamos listos? — Preguntó Meg, con los ojos tan felices y brillantes, que si tuviera una
cola, la menearía.

Sam soltó un arroo. Henry abrió la puerta principal. Y Simon le dio a la mano de Meg una
rápida lamida para ayudarle a recordar por qué había allí una manada humana en el primer lugar.


* * *


Meg cerró la puerta de Simon, luego frunció el ceño en el área bajo su apartamento del
segundo piso. El apartamento de Simon era de dos pisos. Su lugar y el de él compartían un pasillo en
el segundo piso y las escaleras que conducían a la puerta de la calle. De lo que había averiguado, ya
que no había encontrado nada en su apartamento que hiciera juego con las imágenes de
entrenamiento que había estudiado, los tanques del sistema de calefacción y del agua caliente para los
dos apartamentos estaban en un lavadero en la planta baja del apartamento de él.

Entonces ¿que había bajo su apartamento? Estaba cerrado con tablas, como las imágenes de
edificios abandonados, sólo que más ordenado. Y había una abertura, que bien podría ser un ventana,
que también estaba tapiada.

Durante el invierno, de tanto en tanto le prestaba atención, pero lo desestimaba porque no era
parte de lo que necesitaba para absorber para poder vivir por su cuenta y mantener su trabajo.
Ahora...

El Complejo Verde tenía forma de U, con apartamentos en los dos lados y la lavandería, sala de
correo, y salón social ocupaban la parte posterior, junto con el arco que conducía a los garajes.

Meg miró a través del área abierta. El apartamento de Henry estaba al otro lado del de ella, y,
también, tenía un espacio tapiado debajo.

—¿Henry, que hay debajo de mi apartamento?

Él le dio una gran sonrisa.
—Esa es la sala de verano que tú y Simon comparten. Se ha cerrado por el invierno, pero
ahora es el momento de abrirla y limpiarla.

Ella miró a Henry, luego a Simon, que le dedicó una sonrisa Lobuna.
—¿Sala de verano?

—Una zona protegida para mantener alejados a los insectos, — dijo Henry—. Un lugar fresco
para dormir durante el clima caliente y húmedo. Ven. Es el momento de conocer al resto de los
excavadores—. Él comenzó a caminar, esperando claramente que ella lo siguiera.

Cuando la pata de Simon golpeó su trasero para hacerla mover, ella se apresuró a alcanzar al
Oso Pardo, mirando hacia atrás al Lobo, que parecía demasiado satisfecho de sí mismo.

No había experimentado un clima caliente y húmedo todavía, pero Merri Lee y Ruth le habían
dicho el tipo de ropa que debía comprar para el verano de Lakeside. Lo cual le recordó la otra cosa
se suponía que debía preguntarle a alguien.

—¿Henry? ¿Debo comprar un traje de baño?

—¿Por qué necesitas uno?

—Merri Lee no estaba segura de si había un lugar para ir a nadar en el Courtyard. Ella me dijo
que debía preguntar.

—Tenemos pequeños lagos y arroyos. En el clima cálido, un montón de nosotros pasamos
algún tiempo en y alrededor del agua. A los Lobos les gusta especialmente nadar. A mí también.

—¿Pero que usan cuando van a nadar en forma humana?

Se veía tan desconcertado, que ella se sonrojó y deseó haber esperado a preguntarle a Tess
sobre trajes de baño y la natación.

Por supuesto, Henry podría estar desconcertado porque los Otros nunca iban a nadar en forma
humana. Pero no creía que esa era la parte de su pregunta que lo desconcertó.

No se había dado cuenta de que había dejado de caminar hasta que Simon le lamió la parte
posterior de la rodilla. Saltó hacia adelante y gritó:
—¡Simon!

Meg, si vamos a estar trabajando afuera, no puedes usar pantalones largos y camisas de manga
larga, Merri Lee había dicho. Vas a terminar con un golpe de calor o algo así.

Ruth había estado parcialmente de acuerdo con Merri Lee, expresando su preocupación por los
posibles arañazos, así como las quemaduras solares. Ellas se habían ocupado de la elección del
atuendo, y por eso Meg llevaba un par de pantalones cortos, una camiseta sin mangas, y una camisa
de gasa de manga larga. Definitivamente ropa adecuada para el clima más cálido. Pero Meg no había
considerado la cantidad de piel que ahora estaba disponible para ser lamida, o lo que el golpe
inesperado de una lengua húmeda la haría sentir.

Lamidas furtivas, pensó con un suspiro. Un nuevo juego para el verano.

Afortunadamente, la huerta no estaba tan lejos del Complejo Verde, y Vlad ya estaba allí con los
oficiales Kowalski, Debany, y MacDonald; Ruth, Merri Lee y Theral; los Denby; y el Teniente
Montgomery con Lizzy. Incluso Lorne de Las Tres P vino a ayudar.

Los humanos miraban a los Lobos, que también estaban allí. Meg no creía que todos los
Wolfgard hubieran venido a ayudar, pero había bastantes de ellos. Y luego, los Cuervos y Halcones
llegaron.

¿Algunos de ellos habrían estado en forma humana, si los humanos no hubieron estado allí?

No sabía, no podía preguntarse. Esto no era un millar de nuevas imágenes, pero si una imagen
en movimiento llena de nuevas experiencias. Hacer una huerta. Trabajar con amigos. Encontrar el
camino que permitiera a otras Casandra de sangre vivir en el mundo exterior sin quedar abrumadas.

Quería disfrutar de la mayor cantidad de esta experiencia, tanto como pudiera antes de que
tuviera que retirarse y dejar que la mente y el cuerpo descansaran.

Meg dejó escapar un suspiro. Sus ojos se encontraron con Simon. Esta era una experiencia
nueva para él también.

Ella le sonrió.
—Vamos a plantar una huerta


* * *


Simon les dio crédito por una cosa: estos humanos sabían cómo trabajar. Y los humanos y
Terráneos experimentaron una nueva manera de aprender el uno del otro, ya que combinaron sus
habilidades para expandir la huerta.

Kowalski, Debany, MacDonald, y Henry cortaron el césped de la zona ampliada. Montgomery y
Pete Denby utilizaron una herramienta con dientes curvos y un mango largo para romper el suelo.

Los Lobos, por supuesto, utilizaron patas y garras para lograr los mismos resultados. Pero
Simon advirtió que Blair husmeaba las herramientas de jardín que los humanos habían traído y
pensó que Meg recibiría una lista de herramientas de los Servicios Públicos.

—Lo bueno es que tuvimos una ligera lluvia anoche, — dijo Montgomery cuando abría la
tierra, mientras que Pete apilaba cuadrados de césped que habían sido cortados.

Todos los demás humanos se detuvieron y miraron.

—No llovió anoche,— Kowalski dijo finalmente.

—Supongo que fue una lluvia localizada, — dijo Montgomery.

Un gruñido de risa de Henry hizo que los humanos giraran hacia el Oso Pardo.

Henry hundió la pala en el suelo, sus movimientos fluidos y de gran alcance.

—Hablamos con las chicas del lago ayer por la tarde y les dijimos que estábamos ampliando
esta huerta y que nuestra Meg quería ayudar con la excavación y la plantación de las semillas.

—¿Así que anoche sólo llovió en el Courtyard? — Dijo MacDonald.

«Eso lo perturba.» Desconcertado, Simon hizo una pausa en su excavación para estudiar a
Lawrence MacDonald.

«Sí. Me parece interesante.» Henry volvió a cortar el césped.

Simon miró a los tres niños. La Lizzy todavía estaba acariciando a los Lobos cachorros, pero el
Robert y la Sarah estaban jugando con algunos de los jóvenes Halcones golpeando volantes de
bádminton muy alto para que los Halcones los atraparan y luego lo tiraban para que el siguiente
jugador con una raqueta golpeara de nuevo.

En un rato los cachorros se aburrirían de ser acariciados y correrían a ver qué estaba haciendo
Sam, ya que él se había quedado cerca de Meg. Eventualmente los Halcones se cansarían del juego y
volarían para ver qué más estaba sucediendo en el Courtyard. Eventualmente los Cuervos
encontrarían a los humanos menos entretenidos y volarían a trabajar en su propia huerta, el campo de
maíz en especial.

Y Meg, que nunca había excavado en el suelo u olido la tierra recién removida, que nunca había
tenido que recordar beber agua cuando trabajaba al aire libre o ponerse una crema en su piel para
evitar las quemaduras solares... Meg estaba fascinada por todo.

Simon mantuvo un ojo vigilante sobre ella y escuchó a la manada femenina mientras hablaban
sobre la huerta y algunas de las verduras y las hierbas que les gustaría plantar. No estaba seguro de
que alguno de los Terráneos se preocuparan por las hierbas. Después de todo, un ciervo se supone
que sabe a ciervo, y uno no rociaba ninguna cosa en un conejo antes de comérselo Pero Tess se
acercó y expresó su interés en las hierbas, por lo que las hierbas se plantaron, junto con el maíz,
lechuga, brócoli, pimientos, tomates, judías, guisantes, y algo llamado calabacín, que Merri Lee dijo
que sabía muy bien con la salsa de tomate y pasta.

—Basta por hoy, — Henry dijo mientras empezaba a recoger las herramientas que pertenecían
a los Otros—. Tess, Vlad y Jester están diciendo que es hora de comer.

Un momento de tensión cuando los humanos miraron a los Otros.

—¿Esto es un picnic? — Preguntó Meg.

—No es un picnic, si entiendo lo que los humanos quieren decir con esa palabra, —respondió
Henry—. Pero es algo que esperamos disfrutes.

Nathan llegó con la camioneta de los Servicios Públicos, cargó a los cachorros y jóvenes
Lobos, incluido Sam, y los llevó de vuelta al Complejo Wolfgard para su propio tipo de comida.
Halcones, Cuervos, y un par de Búhos soñolientos también se dirigieron a sus propios lugares, lo que
dejó a los humanos y los residentes del Complejo Verde, caminando hacia la comida que Tess había
dispuesto.

Simon trotó por delante de ellos, dejando a Henry para vigilar a Meg. Si iba a comer con ellos,
mejor verse humano. Y era mejor cambiar en privado. Al ser Terráneo, no respondía a los cuerpos
femeninos de la manera que los varones humanos, a menos que la mujer oliera como si quisiera
aparearse. Pero quedar desnudo no era algo que se hacía en torno a los cachorros humanos, aunque
él quería preguntar a los hombres por qué estar desnudo de cintura para arriba estaba bien para ellos,
pero las mujeres se mantenían cubiertas. Eso no parecía justo.

Cambiando una pata lo suficiente para formar dedos regordetes, abrió su puerta de entrada, y
luego corrió hasta su habitación para cambiar totalmente y ponerse unos pantalones cortos de
mezclilla y una camiseta. Sandalias. Revisando mentalmente su lista sobre el aseo humano, decidió
que todos los demás iban a estar sudorosos y emitiendo un fuerte olor, por lo que no tenía que ocultar
su propio olor y podía mantener su arreglo personal al mínimo. Él se echó agua en la cara, se peinó,
se cepilló los dientes, y estaba de vuelta fuera antes de que los rezagados humanos llegaran al área
abierta que formaba el centro del Complejo Verde.

Un árbol en una maceta proporcionaba algo de sombra para el abrevadero que alguien había
llenado con agua fresca. Un par de bancos proporcionaban lugares para que las aves se posaran u
Otros en forma humana se sentaran si no querían la privacidad de sus porches.

Henry recogió la esponja de descanso en la zona elevada de la cubeta y se lavó los brazos, el
pecho y la cara antes de dejar el agua correr por su espalda.

Kowalski y Debany fueron los siguientes.

—¿Jabón? — Kowalski preguntó cuando Henry ofreció la esponja.

—No en esta agua, — respondió Henry.

Antes de que pudieran preguntar por qué, Jake Crowgard voló hacia la cuneta. Tomó un trago,
luego tuvo un toque rápido en la zona elevada antes de volar.

—Correcto, — dijo Debany, limpiándose con la esponja después de que Kowalski terminó con
ella.

Simon se puso delante de Meg. Parecía cansada, los ojos un poco vidriosos.

—¿Demasiado? — Le preguntó en voz baja, notando como las otras chicas le dieron un vistazo
antes de trasladarse hacia el canal. ¿Esa mirada se suponía que era una advertencia, un mensaje, o
simplemente la curiosidad que las hembras humanas y los Cuervos parecían tener en común?

—Sí, pero en el buen sentido. — Ella sonrió—. No hay alfileres y agujas.

—Tess, Vlad y Jester abrieron la sala de verano. Nathan trajo caballetes y tablones para utilizar
como mesa. No hay mucho mobiliario para sentarse, pero hay un par de bancos.

Ella cerró los ojos. Frunció el ceño un poco, pero la sonrisa todavía curvaba sus labios.

—Tengo imágenes de entrenamiento de caballetes y bancos, pero no puedo ponerlas juntas para
hacerme una imagen de la sala de verano.

—Te puedo llevar comida. Puedes comer en el porche, o en el interior.

Ella lo miró, y su sonrisa era cálida.
—No, estoy bien. Me gustaría ver la sala de verano. Me gustaría ver cómo la comida se pone
afuera para un picnic que no es del todo un picnic.

—Bien.

Meg miró la cuneta de agua.
—Pero me voy a lavar en mi propio cuarto de baño.

Simon se hizo a un lado.

Tan pronto como Meg entró en su apartamento, Montgomery se le acercó.

—¿Meg está bien?— Preguntó Montgomery.

—Ella está bien.

—¿No hay problemas con el corte de ayer?

—No. Tuvo cuidado hoy. — Y se había quedado lo suficientemente cerca, que habría cogido el
más mínimo soplo de sangre si el corte se hubiera reabierto.

Montgomery miró a su alrededor.
—Esto es algo nuevo, ¿no? Ustedes y nosotros.

Simon se encogió de hombros.
—No sé si es nueva, pero no creo que se haya intentado durante mucho tiempo. No con este tipo
de humanos.

Montgomery vaciló, como si quisiera decir algo más. En cambio, sonrió.
—Supongo que será mejor que me lave.

Simon observó a los humanos. Cautelosos, pero no con miedo. Incluso los más nuevos
humanos, los Denby, no tenían miedo. No como lo hubieran tenido hace un año.

Esperaba que permanecieran cautelosos, especialmente si el Courtyard empezaba a tener
invitados.

«La comida está aquí,» dijo Vlad.

«Estoy esperando a Meg.» Oyó el inodoro. Difícil no escuchar zumbido del agua a través de las
tuberías con la sala de verano abierta. Dado que los humanos fingieron que no sabían acerca de pis y
caca de cada uno, dejaría que ella se lo figurara por su cuenta. Tenía algo más en mente. «¿Por qué
tener una participación en esta huerta es tan importante para la manada humana?»

«¿Les gusta comer lo mismo que nosotros?»

«Es más que eso. Están demasiado aliviados por tener otra fuente de alimentos, además de lo
que pueden comprar en las tiendas humanas.»

«Entonces será interesante averiguarlo.»

Simon no dijo nada más porque Meg volvió. La siguió hasta la sala de verano para ver qué tipo
de comida estaban comiendo en lugar de un ciervo.


* * *


Ahora que había comido, todo lo que Monty quería era una ducha caliente y dormir. Le llevaba
al menos una década a cada miembro de su equipo, y hoy esos años se hicieron sentir.

¿Iban a trabajar tan duro cada Earthday hasta la cosecha?

Por otra parte, los Terráneos solían trabajar duro para cada comida, así que hoy era sólo un
tipo diferente de trabajo.

—El maíz fresco en la mazorca es genial, —dijo Kowalski cuando la charla fluyó sobre lo que
todos querían plantar.

—¿Por qué? — Preguntó Simon, perplejo.

—El maíz es bueno, — dijo Jenni Crowgard.

Kowalski sonrió.
—Ah sí. Al vapor hasta que esté tierno y luego untado con mantequilla derretida. La única
forma de comerlo.

Un silencio de desconcierto.

—¿Al vapor?—Dijo Jenni—. ¿Se puede cocinar el maíz?

Kowalski, Debany, y MacDonald intercambiaron miradas.

—Sí, — dijo MacDonald—. Cocinamos muchas verduras, incluyendo el maíz.

—Nunca me importó el gusto de eso, pero podría ser atractivo si se cocina adecuadamente, —
dijo Vlad.

Jenni resopló.
—Puede ser. Pero está bien tal y como está.

Si eres un Cuervo, pensó Monty.
—¿Cómo protegen sus cultivos? — Ellos no parecían de los que ponían espantapájaros en sus
huertas.

Henry se echó a reír.
—¿No vieron el poste para los Halcones? Quien venga a asaltar una huerta es también alimento
para muchos de nosotros, por lo que esta es una temporada de abundancia.

—Y la protección de una huerta es un buen entrenamiento para los Lobos jóvenes, — agregó
Simon.

Los cubiertos se detuvieron. Eva Denby dejó de masticar y miró los platos que Tess había
dispuesto como comida, sin duda preguntándose acerca de los ingredientes.

—Aquí no hay nada que ustedes no encontrarán en una tienda humana, — dijo Tess, divertida.

—Sus cachorros han dejado de comer, — dijo Jester. El Coyote señaló a los tres niños, que
fueron desapareciendo tras un día ajetreado—. Yo podría llevarlos a la sala social para ver una
película.

—Adelante, — dijo Simon.

—Voy a darle una mano, — dijo Theral.

El resto de las mujeres llenaron sus copas y se fueron afuera. Después de un momento, Jenni
Crowgard se unió a ellas, dejando a Tess como la única mujer todavía en la mesa.

—Nos preguntábamos por qué tener una participación en la huerta es tan importante para todos
ustedes, — dijo Vlad con una naturalidad que hizo Monty tener cautela.

—Nos hicieron la oferta,— respondió Monty.

Vlad asintió.
—Lo hicimos. ¿Por qué aceptaron?

La tensión llenó la habitación.

—En cuanto a mí, y Ruthie, ser capaces de cosechar algunas verduras, significa una factura más
pequeña en el supermercado, y un montón de alimentos van a ser más caros, incluyendo las frutas, —
dijo Kowalski—. El precio de cualquier cosa hecha con harina también ha aumentado en el último par
de semanas.

—Tenemos frutales, así como huertas, — dijo Simon—. Tenemos fresas, frambuesas, moras,
uvas. Hay algunos árboles de manzana en el Courtyard, así como peras y melocotones.

—Nogales también. — Henry sonrió—. Mientras que una forma particular podría haber
tomado el gusto a ciertos alimentos, los Terráneos pueden, y comen mucho de lo que ofrece Namid.
Así que nuestros Courtyard tienen algo de todo lo que crece en esta parte de Thaisia.

—¿Por qué la fruta va a ser más cara? — Preguntó Vlad.

Después de un intercambio de miradas alrededor de la mesa, fue Pete Denby quien respondió.

—La escasez. Varios de los gobiernos regionales predicen escasez de alimentos este año, y los
precios ya están subiendo. La pérdida de las granjas en Jerzy...

—Las granjas no se perdieron, — Simon chasqueó—. Los agricultores pueden estar trabajando
para los Terráneos ahora que la tierra fue recuperada, pero el trabajo es el mismo. Mantienen lo que
necesitan para alimentar a los suyos y proporcionan comida para los Intuye que se trasladaron a la
aldea para encargarse de los negocios que los agricultores también necesitan. El resto de sus
cosechas se venden a los mercados de las ciudades humanas, igual que el año pasado.

—Las cosechas se perdieron en el Medio Oeste, —dijo Pete—. Por lo menos, eso es lo que las
noticias están diciendo.

—Los Elementales no estaban interesados en las tierras de cultivo. El enemigo no estaba
escondido en los campos. Atacaron lo que se proponían atacar.

Otro intercambio de miradas alrededor de la mesa.

Pete se inclinó hacia delante.
—Están diciendo que hemos perdido una gran cantidad de nuestros cultivos excedentes debido a
los silos dañados. Hemos perdido el alimento de los animales, y algo de ganado ha muerto a causa de
ello. Se habla de la escasez de harina y de los granos de cereales.

—La libreta de racionamiento tenía cupones que permitían a una familia comprar una docena
de huevos por mes a un precio fijo, — dijo Kowalski—. Cuando mi mamá fue a comprar huevos, el
otro día, el mismo cupón ahora es para media docena de huevos por el mismo precio.

—Escuché que las panaderías tendrán prioridad para ingredientes como la harina y el azúcar
con el fin de mantenerse en el negocio, y todos los demás sólo serán capaces de comprar una bolsa
cada mes, si está disponible, — dijo Debany—. Eso significa que las familias no podrán hornear su
propio pan o hacer galletas.

—Una panadería en la calle de enfrente a casa le dijo a Theral que cada hogar necesita
registrarse con ciertas empresas para garantizar la disponibilidad de algunos artículos. Cualquier
persona registrada en esa panadería le garantizarán un pan cada semana, — dijo MacDonald.

Debany asintió.
—No significa que todo el que se registra será capaz de permitirse el lujo de comprar una
hogaza por semana en el plazo de seis meses.

Monty escuchaba, cada vez más inquieto. ¿Todo esto había aumentado en el último par de días,
mientras había estado centrado en la llegada de Lizzy y la muerte de Elayne?

Simon parecía estar preguntándose lo mismo.
—Eso no responde a la pregunta. El año pasado, había suficiente comida. ¿Por qué no hay
suficiente este año? Los Terráneos no han reclamado mucha tierra, y lo que necesita crecer todavía
está creciendo.

Pete Denby negó con la cabeza, pensativo.
—No he oído hablar de ninguna plaga que hiciera que los cultivos se perdieran.

—Ha habido una, — dijo Vlad—. El movimiento Humanos Primeros y Últimos.

Simon asintió.
—No habíamos captado ningún olor de ellos el año pasado. Este año, están aullando en todas
partes sobre todo.

—Tal vez deberíamos prestar más atención a lo que están diciendo, — Tess sugirió mientras su
pelo se volvía verde y comenzó a encresparse.

—Tal vez deberíamos, — Simon coincidió.

Monty de repente tuvo la sensación de que su equipo realmente quería una excusa para salir. Él
miró fijamente a Kowalski.
—¿Qué no estás diciendo? — No era una buena pregunta, no con los líderes del Courtyard
presentes, pero la información era también un cultivo para ser tendido.

Kowalski se estremeció.
—He oído de otros oficiales que algunas de las carnicerías y panaderías mostrarán una
calcomanía HPU. Los clientes que deseen artículos limitados no sólo tendrán que inscribirse en una
tienda en particular; van a tener que mostrar su tarjeta de membrecía de HPU.

—¿Y si no tienen una tarjeta de membrecía?

—No creo que los no socios serán bienvenidos. O estar seguros.

Algo para hablar con el Capitán en la mañana, en el supuesto que Burke no supiera nada de eso
ya.

Simon, Vlad, Henry, y Tess se veían extrañamente tranquilos.

Entonces Simon se movió en su silla.
—Suficiente. Es tiempo de descansar.

—Secundo, —dijo Pete Denby.

Acordaron en dejar que Tess almacenara la comida restante y que la llevara a Un Pequeño
Bocado en la mañana, ya que la mayoría de los humanos estarían trabajando alrededor del Courtyard
de todos modos. Kowalski, Debany, y MacDonald salieron juntos, y sus voces se mezclaron con las
de las mujeres que todavía estaban sentadas afuera.

Después de desearles a los Otros las buenas noches, Monty y Pete se acercaron al salón social, a
buscar a sus hijos.

—Dicen que el ojo de la tormenta es el lugar más seguro para estar, — dijo Monty.

—¿Es ahí donde estamos? — Preguntó Pete—. ¿En el ojo de la tormenta?

—Puede ser. Vamos a ser capaces de alimentar a nuestras familias, y eso es algo que no todo el
mundo será capaz de decir.

—¿Crees que los Otros son responsables de la escasez?

—No. Y eso me preocupa, ya que si no son ellos...

—Entonces somos nosotros, — Pete terminó.

Monty hizo a un lado los sentimientos lúgubres, pero no fue necesario poner una sonrisa para
su niña. Los niños y Jester, estaban tendidos en los muebles, profundamente dormidos. Sólo Theral
todavía estaba despierta, y ella les dio un saludo ausente antes de volver su atención de nuevo a la
película la Brigada Lobo.

—Casi termina, — susurró Theral.

Jester se irguió ante el sonido de su voz y parpadeó ante Monty y Pete. Con un gruñido, se frotó
el pelo, y se echó hacia atrás cuando Theral siseó una advertencia para que se callara antes de que
tuviera la oportunidad de hablar.

Así que todos se quedaron en silencio.

No es una película hecha por el hombre, Monty pensó mientras observaba el exitoso ataque y
rescate de la Brigada Lobo y escuchó a Pete aspirar una bocanada de aire cuando los Lobos trataron
con los malos humanos.

—¿Hay más de estas películas? — Preguntó Theral, bajando el volumen cuando los créditos
comenzaron a rodar.

—Unas pocas, — dijo Jester—. Puede que tengas que poner tu nombre en una lista en Música y
Películas ya que la Brigada Lobo es muy popular. Hay libros sobre ellos también.

Asintiendo, Theral se levantó y se estiró. Entonces bostezó.
—¿Lawrence está listo para ir a casa?

—Creo que él se olvidó de que estabas aquí y te está buscando, — dijo Monty, sonriendo. Tomó
a Lizzy, luego esperó a que Pete levantara a Sarah y agitara a Robert hasta despertarlo lo suficiente
como para seguirlo hasta el coche.

Mientras caminaban fuera con los niños, Monty miró hacia la sala de verano. No había luz, por
lo que no podía estar seguro de que Simon Wolfgard todavía estaba allí. Pero los Otros no
necesitaban luz.

—¿Dónde está Meg? — Preguntó.

—Ella subió.— Merri Lee echó la cabeza para indicar el apartamento de Meg—. Está agotada.
Yo también.

Ellos subieron a los coches que habían quedado en los espacios de los visitantes a través de la
carretera desde el Complejo Verde. Kowalski y Ruth dejaron a Merri Lee y Debany, así como a
Monty y Lizzy.

Deseándoles a todos buenas noches, Monty subió las escaleras y se dirigió al monoambiente
que estaba usando. Despertó a Lizzy lo suficiente para que usara el inodoro y se pusiera el pijama.
Mientras la arropaba, se preguntó cuánto tiempo Merri Lee y Debany se quedarían afuera, y si Merri
Lee vendría sola.


* * *


No había necesidad de una vela o lámpara. Los Terráneos veían muy bien en la oscuridad.

—¿Qué quieres que haga? — Preguntó Vlad en voz baja.

—Nunca nos hemos preocupado por los barcos humanos que viajan en los Grandes Lagos, o
por lo que esos barcos traen al puerto de aquí, — respondió Simon—. Nuestros suministros de otras
regiones son traídos en barcos nativos de la tierra o Intuye. Los humanos se darán cuenta si
empezamos a husmear sus barcos ahora.

—Algunos de los Sanguinati que viven en el Courtyard a menudo cazan alrededor de los
muelles. Ellos podrían saber algo que no pensaban que sería de interés para el abuelo.

—Pregúntales. Pero hay una forma de Terráneo que puede encontrar más información.

—Si están dispuestos, — dijo Henry.

Simon asintió.
—Si están dispuestos. — Se puso de pie—. Voy a ver a Meg. Luego voy a darles a las chicas del
lago una visita.

—¿Esta noche? — Preguntó Tess.

—Sí. — Él miró a los tres—. ¿Van a estar aquí?

Henry y Tess asintieron. Vlad dijo:
—Tengo que visitar al abuelo Erebus, pero voy a esperar hasta que regreses.

Subió las escaleras y encontró a Meg en el sofá, profundamente dormida, a pesar de que la
televisión estaba sintonizada en el programa que veía cada Earthday. Agachándose, le pasó una mano
por la pelusa de pelo. No podía gruñirle al respecto si no lo sabía.

Bastante seguro de que no se despertaría en cualquier momento pronto, se despojó de su ropa y
cambió. Luego se fue de su apartamento y corrió a la parte de los Elementales del Courtyard.

Salvo Invierno y Otoño, que dormían durante las estaciones más cálidas, todas las chicas
estaban alrededor del lago. Lo observaron acercarse. Aire agitaba las hojas en los árboles. Agua
lamía el banco, que fluía sobre los pies de Tierra. Fuego, Primavera y Verano estaban sentadas un
poco más lejos de la orilla del lago.

—¿Le pasó algo malo a nuestra Meg? — Preguntó Primavera.

«No. Tuvo diversión hoy. Está planeando seguir plantando más semillas y cuidar de lo que
crece.»

—No siembren mañana, —dijo Agua—. La lluvia está viniendo de nuestros parientes que viven
cerca del lago Superior.

—Dado que nuestra Meg es feliz, ¿qué quiere el Wolfgard? — Preguntó Fuego.

«Quiero su ayuda. Creo que tú y tus parientes pueden encontrar respuestas a algunas preguntas.»

Capítulo 33



Las preguntas fueron la piedra que cayó en un estanque, y las ondas se susurraron en el viento
para los Elementales en todo el continente de Thaisia. Fluyeron a través de los Grandes Lagos y por
los arroyos y ríos, y fueron parte de la lluvia. Se convirtieron en un aroma de la tierra que fue
recogido por más que los cambiantes y Sanguinati dispuestos a residir cerca de los asentamientos
humanos.

Ese olor no agradó a los nativos de la tierra que habitaban en las partes más primigenias y
vírgenes, del país salvaje.

Y cuando las ondas se convirtieron en olas, Océano tomó las preguntas por su cuenta y las
envió más allá de Thaisia.


Capítulo 34



Moonsday 14 de Maius

—Simon, es Tess. Blair me está llevando hasta Nadine Bizcochos & Café. Ella dijo que me podía
vender algo de lo que tiene listo, pero preferiría que recogiéramos la orden antes de que abriera para
los clientes humanos.

Simon le gruñó al contestador automático y continuó frotándose la toalla sobre su cabello.
Había oído el timbre del teléfono cuando se metió en la ducha. El maldito teléfono no había hecho
nada más que sonar desde que había abierto el agua. Pero Tess podría haber usado la forma Terránea
para decirle que iba a salir del Courtyard, y al elegir no hacerlo, lo impedía de expresar su opinión.

—Simon, soy Steve Barquero. ¿Recuerdas que te hable de la mujer que se presentó para trabajar
con las chicas? Me gustaría contratarla si puedo encontrar la manera de estirar el presupuesto del
pueblo para pagarle. De todos modos, me gustaría que la conozcas. Y quería repasar algunas cosas
sobre la Comunidad River Road. ¿Hay alguna posibilidad de que vengas a Desembarco del Ferry hoy?

—¿Cómo voy a saberlo? — Se quejó—. Ni siquiera me he vestido aún. — Y si él no conseguía
moverse, Meg podría gruñirle por hacerla llegar tarde al trabajo o se iría sin él.

—Simon, habla Pete Denby. Necesito hablar contigo acerca del dúplex que quieres comprar. Y
quería preguntarte... ¿tienes un escritorio de más y un ordenador en una de las oficinas que pueda
usar?

Los humanos. No pueden simplemente quedar satisfecho con no ser considerados comestibles;
también querían hablar con él. Y hablar. Y hablar.

Dio dos pasos lejos del contestador automático cuando el teléfono volvió a sonar.

Abalanzándose sobre el teléfono, levantó el auricular y gruñó:
—¿Qué?

—¡Arroo!

—¿Sam?

—¡Tío Simon! ¡Los Lobos cachorros vamos a ir a una visita de campo con la señorita Ruth!

Simon parpadeó.
—¿Te vas a un viaje para ver un campo?

Sam se echó a reír.
—No. ¡Vamos a visitar Aullidos, Buena Lectura y aprender a comprar un libro! — Una pausa—.
¿Puedo quedarme con Meg después de la visita de campo? Nathan va a quedarse con ella.

—Nathan es el Lobo guardián.—Dado que la Lizzy todavía estaba en el monoambiente con
Montgomery, tendría que comprobar y asegurarse de que Nathan iba a estar en la oficina con Meg.
El ejecutor estaba aún molesto con la Lizzy por su mal comportamiento y haber causando tantos
problemas el Watersday.

—¿Tío Simon?

—Está bien, de acuerdo. Pero no te quejes si Meg no tiene tiempo para jugar contigo.

—¡Hasta luego! — Sam colgó.

Simon colgó el teléfono y corrió hasta su habitación para vestirse. Luego se fue al apartamento
de Meg a través de la puerta de la cocina y la encontró con las manos apoyadas en la mesa.

—¿Meg? — Se apresuró hacia ella.

Ella parpadeó.
—Estoy muy dolorida. Incluso los músculos de mis glúteos están adoloridos. Yo no he hecho
nada con ellos. ¿Por qué me duelen?

—No sé. — Él no había dormido la siesta tanto como solía hacerlo en Earthday, pero se sentía
muy bien.

Le pasó la mano por su pelo pelusa de cachorro. Cuando no le gruñó, no estaba seguro de si
debía sentirse satisfecho o preocupado.

—¿Desayunaste? — Preguntó.

—Traté de llegar a la leche. Estaba demasiado lejos.

Recogió sus cosas de trabajo y luego le dio una rápida mirada una vez más, para asegurarse de
que estaba lo suficientemente vestida para la oficina. Hecho eso, la condujo fuera de su puerta
delantera y se entretuvo mirando a Meg gemir mientras bajaba por las escaleras.

Ella no está enferma; no resultó herida. Antes de llamar al Dr. Lorenzo para que le eche un
vistazo, vería si las otras hembras estaban quejándose esta mañana.

Probablemente era mejor no señalar que los machos humanos y los Lobos habían hecho la
excavación ayer, que era un trabajo más duro que sembrar. Y ninguno de ellos se quejaba.

Bueno, los Lobos no lo hacían.

Esperó hasta que se dirigieron al trabajo antes de mencionarle la excursión de la mañana.

—¿Por qué hacer un viaje de campo?— Preguntó Meg.

—¿Porque alguien desató sus zapatos?

Meg frunció el ceño.
—Eso no tiene sentido.

—Tiene tanto sentido como la mayoría de los chistes humanos.

—Es verdad.

Simon llevó las cosas de Meg a la Oficina del Enlace, luego, se preguntó si debía ofrecerse a
llevarla a ella. Pero llegó al interior por su cuenta, así que puso el Bow en el garaje y se acercó a
Aullidos, Buena Lectura a decirle a Vlad acerca de la visita de campo y averiguar si alguien más
quería morder su cola esta mañana.


* * *


Meg se apoyó en el mostrador y miró a Nathan, que estaba tendido en la cama de Lobo debajo
de una de las grandes ventanas.

Se sintió aliviada de encontrarlo en la oficina. Después de haber quedado tan alterado cuando se
hizo ese corte, -o, siendo más honesta, cuando lo obligó a cortarla, porque había estado fuera de
control-, no estaba segura de que estaría dispuesto a seguir trabajando como el Lobo guardián.

Ella lo miró allí tendido, tan perezoso y cómodo.

Por supuesto, que "trabajo" podría ser una palabra flexible.

—Si Earthday se supone que es un día de descanso, ¿por qué todos trabajamos tan duro ayer?
—Preguntó.

Levantó la cabeza lo suficiente para mirarla, gruñó, y luego se dejó caer en la cama de Lobo.

Observó a un camión de reparto llegar.
—Es Harry.

Dejando escapar un suspiro entrecortado, Nathan rodó sobre su vientre, luego se levantó y
realizó el acto que, en su clase de la Mente Serena, era llamado lobo juguetón, aunque Merri Lee le
había dicho que el movimiento, usualmente se conocía como perro abajo.

Meg lo miró por un momento antes de apoyar sus manos sobre el mostrador y dar un paso
atrás, lo suficientemente lejos para realizar una versión modificada del estiramiento.

Nathan cambió de posición, ahora estirando sus patas traseras y las caderas. Luego se dio a sí
mismo una buena sacudida.

—Presumido, — murmuró.

Él sólo bostezó, mostrando todos sus dientes.

Harry entró con un par de paquetes, miró a ambos, y sonrió.

—Supongo que todo el mundo trabajó al aire libre ayer, — dijo Harry—. Mi esposa y yo
aramos la tierra y plantamos algunas verduras. Luego ella quiso tener un par de macetas de flores
para un poco de color, así que nos fuimos al centro de jardinería. No puedes dar la vuelta allí sin
hacer nuevos amigos.

Ella no sabía lo que eso significaba y estaba demasiado cansada para preguntar.

—Plantamos algunas verduras también. — Meg sacó su portapapeles y lentamente escribió la
información de la entrega.

—Debe tomar un analgésico o algo para ayudar a los músculos doloridos, —dijo Harry—. Y
no olvide beber mucha agua.

—Voy a recordarlo. — Esperó hasta que Harry se alejó, luego entró en la sala de clasificación
para ver si había algo que pudiera hacer que no requiriera estar de pie, agacharse, levantar objetos,
sentarse o estirarse para buscar algo.

¿Beber mucha agua? No lo creía. Beber significaba orinar y orinar significaba conseguir que
los músculos del muslo se doblarán lo suficiente para que pudiera sentarse en el inodoro. Ya había
hecho eso una vez esta mañana. No estaba dispuesta a probarlo de nuevo.

—¿Meg? — Merri Lee entró en la trastienda, llevando un recipiente de Un Pequeño Bocado y
una bolsa pequeña. Abrió el contenedor y puso la comida en la mesa de clasificación—. Café,
sándwich, y un par de galletas. — Entonces ella abrió la bolsa pequeña y sacó dos frascos—. No
estaba segura de si por lo general tomabas aspirina o paracetamol, así que te traje ambos.

—No creo que alguna vez me dieron nada como esto en el recinto, — dijo Meg, tomándose un
momento para recordar imágenes de entrenamiento de los medicamentos.

Merri Lee se quedó pensativa, y luego abrió el frasco de paracetamol y dejó dos pastillas en la
mano de Meg. Entró en el cuarto de atrás y volvió con un vaso de agua.

—Probablemente no te daban aspirina porque reduce la coagulación de la sangre. No es la
mejor idea para una Casandra de sangre.

Meg tragó las píldoras y bebió toda el agua.
—¿No te duele?

—No me duele, pero estoy muy contracturada, que es uno o dos niveles por debajo del dolor. Y
porque estoy contracturada hice una cita con Elizabeth Bennefeld hoy para un masaje. Hice una cita
para ti a las 16:15, cuando termines el turno de la tarde aquí. Ruth y Theral también hicieron citas. Y
Eva Denby hizo un meneo de caderas cuando le dije que había una terapeuta de masajes que trabajaba
un par de días a la semana en la Plaza Comercial.

—¿Qué debo hacer mientras tanto?

—Estirarte. Eso sí, no te estires demasiado. Me tengo que ir. Ruth va a llevar a los Lobos
cachorros a ABL, como un viaje de estudio para aprender acerca de las librerías y la forma correcta
de comportarse cuando estás en una, y hoy trabajo en la caja.

Tan pronto como Merri Lee se fue, Meg se inclinó hacia adelante. En la clase de Mente Serena,
podía tocar con sus dedos el suelo. Hoy sus dedos colgaban justo debajo de sus rodillas.

Los Cuervos que se encaramaron en la pared a la altura del hombro que separaba la zona de
entrega del patio de Henry, comenzaron a graznar momentos antes de que Nathan soltara un suave
arroo de advertencia de que otro camión de reparto había llegado.

Ella gruñó cuando se enderezó y se dirigió a la sala. Luego frunció el ceño mientras sacaba el
portapapeles y escribía el nombre pintado en el lado de la pequeña furgoneta de reparto.

—Flores en Flor. Ese es nuevo.

No fue nada más que un comentario, pero Nathan se acercó al mostrador.

El hombre abrió la puerta, pero no terminó de entrar en la oficina. Le dio a Meg una sonrisa
nerviosa.

—Tengo una entrega para Theral MacDonald. ¿Es el lugar correcto?

La sensación de alfileres y agujas barrió sobre las costillas de Meg, luego sintió ganas de
excavar hasta los huesos.

Nathan la miró, luego le gruñó al repartidor.

—Puedo firmar, —dijo ella, luchando por mantener la calma.

—¿Así que ella trabaja aquí? Me dijeron que confirmara antes de dejar la entrega. —Levantó el
arreglo floral.

El hormigueo llenó las manos de Meg ahora, así como sus costillas.
—Ella puede recoger las flores aquí.

—Supongo que eso está bien, siempre y cuando reciba una firma. — Se dirigió al mostrador,
manteniendo un ojo en Nathan—. Eso es una mascota.

—Ajá. — Ella echó un vistazo a la camisa del hombre mientras firmaba por las flores. La
camisa verde oscuro tenía el logotipo de Flores en Flor en el lado izquierdo. Sin nombre de la
etiqueta, sin embargo.

—Debes mantener a tu perro con una correa.

Ella dio el repartidor de una vaga sonrisa y se preguntó qué tipo de empleador enviaría a
alguien para el Courtyard sin decirle nada a la persona acerca de quién vivía allí.

¡Poner a un Lobo con una correa!

Por supuesto, Sam solía usar un arnés y correa cuando iba a la oficina con ella. ¿Podría el
hombre haber oído hablar de eso de otro repartidor? ¿O es que en realidad no conocía la diferencia
entre un perro y un Lobo?

El repartidor la estudió, y ella lo estudió. Tenía el pelo rubio y ojos azules. Nada inusual en esa
combinación. No podía recordar una imagen de entrenamiento que se ajustara a su aspecto general.
No era guapo. ¿Agradable a la vista?

Pero algo en él le generaba un cosquilleo en la piel. ¡Vete, vete, vete! pensó con fiereza.

El camión del correo llegó.

—Lugar muy concurrido. — Sonaba molesto por eso.

—Sí lo es.

—Bueno, que tengas un buen día.— Él salió y mantuvo la puerta abierta para el cartero.

—¿Algo para enviar? — Preguntó el cartero mientras dejaba una bolsa de correo en uno de los
carros de mano que se usaban para los paquetes más grandes.

—Hoy no, gracias.

Esperó hasta que él sacó el correo del buzón azul colocado fuera del consulado. Luego se giró
hacia la sala de clasificación. No se sorprendió cuando Nathan saltó sobre el mostrador y entró justo
detrás de ella. Pero se sorprendió cuando cambió a su forma humana.

Su forma humana desnuda.

—¿Qué pasa? — Exigió.

Ella corrió hacia el otro lado de la gran mesa de clasificación, así no podía ver desde la cintura
para abajo. Desnudo, desnudo no era tan inquietante como cuando Nathan cambiaba a esa mezcla
extraña de humano y Lobo que le hacía parecer ambos y ninguno.

Cuando él empezó a caminar alrededor de la mesa, ella chilló y corrió hacia la puerta de la
habitación de atrás.

—Debes ponerte algo de ropa cuando estás en forma humana.

Él le gruñó.

De acuerdo, no está interesado en la ropa, pensó, tratando de ignorar su curiosidad y no mirar a
sus partes, ya que podría ser interpretado como el envío de una señal. Por lo menos, de acuerdo con
la Guía de citas para imbéciles, que había estado leyendo desde que esa... confusión... con Simon la
noche que cambió de Lobo a su forma humana y ella lo sacó de la cama a patadas. Pero las patadas
fueron por lo que había estado soñando y no por Simon estando desnudo... y humano.

Como Nathan no parecía importarle si lo veía desnudo en una forma u otra, ¿tal vez los Lobos
y los humanos no leían las mismas señales?

La puerta de atrás de la oficina se abrió. Nathan, que se veía satisfecho, cambió a la forma de
Lobo y regresó a la sala.

Bueno, esa señal era lo suficientemente clara.

—Soplón, — Meg murmuró mientras Simon y Vlad se apresuraron a entrar.

—Meg, —dijo Simon. Enseñando los dientes—. Nathan dice que tienes picazón. ¿Por qué tienes
picazón?

—No tengo. — Ya no sentía el más mínimo cosquilleo.

—¡Arroo!— Nathan dijo, sus patas delanteras sobre el mostrador para poder ver lo que estaba
pasando en la sala de clasificación.

Meg se volvió y lo miró. Él le devolvió la mirada.

—Tenía picazón, ya no, — se corrigió cuando Simon gruñó, claramente más inclinado a
aceptar la palabra de Nathan que la de ella en estos momentos.

Extendió sus manos.
—Ya no hay picazón. Cuando ese repartidor apareció, la sensación de alfileres y agujas
comenzó y siguió empeorando. Me alejé del mostrador tan pronto como pude.

Vlad siseó. Simon y Nathan gruñeron.

Meg decidió que no le gustaba ese gruñido en estéreo.

—No estamos molestos contigo, — dijo Vlad.

Que gracioso, seguro que sonaba así.

—¿Qué entregaron que causó las espinas?

—Un centro de flores, — respondió ella.

Tan pronto como se dirigió hacia la puerta con el cartel de Privado, el cosquilleo comenzó de
nuevo alrededor de su caja torácica. Cuando llegó a la puerta, la sensación de alfileres y agujas se
convirtió en un rumor doloroso a lo largo de sus costillas, y un cosquilleo feroz en sus manos. Había
estado tan enfocada en lo que sentía que no se dio cuenta de que Simon y Vlad estaban tan cerca.
Cuando trató de retroceder, pisó el pie de Simon, haciéndole aullar.

Simon la agarró y la empujó a la trastienda.

—¿Ella está bien? — Preguntó Vlad, corriendo para unirse a ellos.

—Estoy bien, — dijo, sacudiendo sus manos—. El picor se desvaneció de nuevo, así que debe
haber algo en el arreglo floral que está causando la reacción. Las flores provenían de una compañía
llamada Flores en Flor. Nunca han entregado aquí antes. — Ella se detuvo, meditando.

—¿Meg?— Dijo Simon bruscamente—. Estas pálida.

—Entrega para Theral, —susurró—. Las flores son para Theral.

Vlad salió de la trastienda. Lo oyó levantar el teléfono y decir:
—Ven a la Oficina del Enlace. — Pausa—. Joder con esperar que alguien que cuide a la caja
registradora. Ven aquí ahora.

Meg parpadeó cuando regresó a la habitación de atrás.
—¿Le dijiste una palabrota a Merri Lee?

—¿Cómo sabías que estaba hablando con Merri Lee? — Preguntó.

—Ella me dijo que estaba trabajando en la caja de ABL esta mañana, por lo que tuvo que ser
ella, y dijiste... algo malo.

Vlad se balanceó sobre los talones.
—Parecía apropiado. ¿Debo pedir disculpas?

—En cualquier otro momento, le habrías gritado por dejar la caja registradora sin vigilancia,
por lo que, sí, debes pedirle disculpas. — Meg no estaba segura de si un empleador humana habría
pedido disculpas, pero si le hubieran gritado injustamente, ella querría una disculpa.

Vlad suspiró.

Merri Lee llegó a la carrera. Igualmente Tess, cuyo cabello castaño tenía hebras verde y rojas y
estaba empezando a encresparse. Una voz retumbando en el frente de la oficina anunció la llegada de
Henry.

—¿Qué pasa? —Tess exigió.

—Algo que ver con las flores, — respondió Simon—. Pero no sabemos por qué están causando
problemas.

Decidida a encontrar una respuesta, Meg se dirigió a la habitación del frente con Merri Lee
sobre sus talones y tres Terráneos cerca. Pero se detuvo antes de llegar a la puerta de entrada privada
y se abrazó a sí misma, con ganas de rascar y rascar hasta poder alcanzar el zumbido.

Meg se apartó de la puerta. Merri Lee se deslizó junto a ella y se acercó al mostrador.

—Nathan dice que no huele a nada más que flores y un poco al humano que las trajo y a alguien
más, — dijo Simon.

—Probablemente el repartidor y el florista. — Merri Lee estudió las flores—. Bonito arreglo
de flores de estación. No veo nada aquí que parezca extraño o peligroso, aunque supongo que la
mayoría de las flores pueden ser peligrosas si alguien trata de comerlas.

—¿Dónde está Saltarín? — Preguntó Meg.

Nathan y Simon suspiraron, pero era una pregunta válida. Saltarín estaba dispuesto a comer
cualquier cosa que no se veía u olía vagamente a cosas comestibles... y otras cosas también.

Merri Lee giró el florero.
—No hay ninguna tarjeta.

—¿Eso es inusual? — Preguntó Tess.

Merri Lee asintió.

Meg se frotó los brazos, se acercó lo suficientemente a la puerta para ver lo que estaba
sucediendo, y miró a Merri Lee.

—El repartidor dijo que eran para Theral.

—Ambas huelen a miedo, — dijo Simon—. ¿Por qué?

Merri Lee vaciló.
—¿Saben por qué Theral está viviendo en Lakeside con la familia de su primo?, y ¿por qué el
Oficial MacDonald la escolta al trabajo y de nuevo a la casa?

Simon asintió.
—Montgomery dijo que ella se escapó de una pareja que le hizo daño.

—Su nombre es Jack Fillmore. Podría haber enviado las flores sólo para confirmar dónde
encontrarla.

—El repartidor llamó a Nathan perro, —dijo Meg—. Y le molestó que la oficina estuviera muy
concurrida.

—¿Cómo era él? — Preguntó Merri Lee, luego levantó la mano—. Espera. Voy a llamar a
Michael y pedirle que hable con Lawrence. Tal vez los MacDonald tengan una foto de Jack Fillmore.
El resto de la familia podría haberse desecho de las fotos, pero apuesto a que Lawrence se quedó con
una en caso de que la policía lo necesitara.

—Theral pensó que estaría a salvo aquí, — dijo Meg, y luego añadió en silencio, igual que yo.

—Ella está a salvo, — Simon gruñó—. ¿Montgomery todavía está en el monoambiente?

—No, —dijo Merri Lee—. Tenía que ir a la estación. Lizzy está en la excursión a la librería con
los cachorros. Eva Denby dijo que Lizzy podía pasar el día con Robert y Sarah, pero el Teniente
Montgomery no quiere que se vaya del Courtyard sin él.

—Prudente, — Henry retumbó.

—Necesitamos saber más, pero Henry y yo tenemos que salir a reunirnos con Steve Barquero,
— dijo Simon. Estudió Meg—. ¿Está todo bien?

—Estoy bien. — Ella se retiró a la sala de clasificación, pasando al otro lado de la mesa. Así de
lejos de las flores, el picor no era más que una molestia leve.

Simon la siguió.

—Estoy bien, —dijo de nuevo—. Ve a tu reunión. — Ella esperó para ver si podía haber algún
tipo de respuesta profética a las palabras.

Nada.

—Está bien, — dijo después de estudiarla—. Henry llevará las flores al consulado para que no
te molesten. Vlad está llamando a la policía.

—La ley humana no se aplica en el Courtyard.

—No, pero la amenaza no está en el Courtyard. Además, el Oficial MacDonald es familiar de
Theral, por lo que el policía lo sabrá de todos modos y querrá respuestas.

Ella asintió con la cabeza. Luego le dio una sonrisa temblorosa.
—No me corté.

—Eso es bueno. — Él vaciló, pasando de un pie al otro.

—No debes hacer esperar a Henry.

Pero él seguía dudando. Luego suspiró y salió de la oficina.

—¿Estás segura de que estás bien? — Merri Lee preguntó en voz baja después de que Nathan se
acurrucara en su cama y el resto de los Terráneos regresaron a su propio trabajo—. Me quedaré si
me necesitas.

—Estoy bien.

Meg pensó por un momento. Simon era un Lobo, y las reglas humanas no siempre se aplicaban
porque incluso cuando se veía humano, no pensaba como un humano. Y sin embargo...

—Él parecía... decepcionado... cuando se fue. A Simon me refiero.

Merri Lee se apoyó en la mesa de clasificación.
—Cuando Michael y yo estamos juntos y uno de nosotros tiene que irse, nos besamos como
despedida. Tal vez a Simon le hubiera gustado el equivalente del Lobo.

Meg frunció el ceño ante su amiga.
—No voy a lamerle la cara.

Merri Lee se rió.
—Está bien, pero si está en forma humana, creo que un beso en la mejilla le daría el mismo
mensaje.

—Estoy aquí. — Conexión. Compañerismo. Tocar.

—Darse la mano también sirve cuando se tiene audiencia.

Algo en que pensar. Meg sonrió.
—¿Vas a dejar a Vlad en la caja solo?

—Él me gritó, así que lo voy a dejar defenderse por su cuenta, pero creo que Ruth podía
necesitar una mano ahora mismo.

Después de que Merri Lee se fue, Meg abrió la puerta de entrega y tiró de la carretilla de mano
a la sala de clasificación. Tenía que ordenar el correo antes de que los ponis llegaran a tener sus
cestas llenas de correo.

Pero después de que arrojó el correo en la mesa, se quedó allí, sin hacer ningún esfuerzo para
trabajar.

Conexión. Tocar. Estoy aquí.

Definitivamente algo en que pensar.

Capítulo 35



Moonsday 14 de Maius

Mientras Simon manejaba por la carretera River rumbo a Desembarco del Ferry, Henry
respondió una llamada tras otra. Cuando un minuto pasó sin el teléfono móvil graznando, dijo:
—¿Problemas?

—Mensajes,—respondió Henry—. Un policía ha llegado de Toland y quiere entrevistar a la
Lizzy. El Capitán Burke preguntó si la reunión podría celebrarse en el consulado.

—Movimiento inteligente. ¿Por qué no lo pidió el Teniente Montgomery? Él es quien
normalmente trabaja con nosotros.

—Tal vez porque la Lizzy es su hija y si él lo pidiera causaría algunos problemas que no
entendemos. Stavros Sanguinati también llegó esta mañana. Él y el policía de Toland debieron haber
tomado el mismo tren de la noche.

—¿Crees que Stavros insistió en usar el vagón ejecutivo privado?

Henry mostró los dientes en una sonrisa.
—Si había uno de esos vagones en el tren de la noche, estoy seguro de que viajó en ese.

En Thaisia, los Terráneos podían viajar en tren en cualquier momento y a cualquier lugar, a
cambio de que a los ferrocarriles se les permitiera construir pistas por el país salvaje para conectar
las comunidades humanas. Pero hasta que Simon, el Teniente Montgomery, y el Dr. Lorenzo fueron
al Medio Oeste a cazar al Controlador, los Otros no sabían que por lo general había un vagón de
lujo, con asientos de cuero y su propia pequeña cocina y ducha, y no apestaba a tantos humanos.
Ahora los Otros lo sabían, y los humanos que usaban esos vagones ya no podían contar con usar el
tiempo de viaje entre las ciudades de forma privada para satisfacer sus parcelas y hacer planes uno
contra el otro, o en contra los Terráneos

Incluso cuando no había un vampiro o cambiante en el vagón, los Terráneos ahora observaban
a los humanos que usaban esos vagones. Era una suerte para los humanos que los Elementales, y
algunas de las formas -generalmente invisibles- de los nativos de la tierra, prestaban poca atención a
la carne inteligente, a menos que los provocaran.

—Después de la charla de la policía con la Lizzy, el Teniente Montgomery hablará con Meg
acerca de las flores y el humano que las entregó, — dijo Henry.

—Mala pareja. — Este macho había sido el causante de que Theral perdiera otros dos puestos
de trabajo en otra ciudad. Ser pariente del Oficial MacDonald y vivir con sus padres en Lakeside le
proporcionaba cierta seguridad. Trabajar en el Courtyard le proporcionaba más.

¿Era suficiente?

Simon quería sacudirse los asuntos humanos que se le pegaban como fresas en la piel en los
últimos días. Sabía el por qué las cosas habían cambiado, y no se arrepentía de la presencia de Meg.
Ella no sólo hizo que fuera más fácil enfrentarse a otros humanos; ella proporcionaba
entretenimiento para todos en el Courtyard, haciendo que el peso de todos los humanos que vivían en
Lakeside fuera más soportable.

Pero eso no significaba que su presencia no fuera una confusión.

Por ejemplo su amistad con Nathan. Se alegraba de que se llevaran bien. La Oficina del Enlace
no funcionaría si Meg y el Lobo guardián no se llevaran bien. Pero a veces Simon se resentía
mirando por la ventana al ver a su juguete chillón retozando afuera con otro Lobo cuando él tenía
que lidiar con el estúpido papeleo humano.

Pero Nathan era lo que los humanos llamaban un amigo del trabajo. Meg no pasaba mucho
tiempo con él fuera de la oficina del Enlace. No se acurrucaba con él para ver la televisión o
películas. No compartía la cama con Nathan ya fuera humano o Lobo.

Eran cosas que hacía solamente con él porque era un tipo diferente de amistad. Era casi...

Un olor, una sensación en el aire, llamó la atención de Simon, dispersó sus pensamientos y le
recordó el por qué había tomado algunas de las decisiones que había hecho en los últimos años.

—¿Si los Terráneos que trabajan en los Courtyard se vuelven demasiado humanos, nos
volvemos el enemigo? — Preguntó en voz baja.

Henry volvió la cabeza, con el pelaje marrón peludo batido por el aire que entraba por las
ventanas.

—¿Hablas por ti o por otra razón?

—¿Hueles eso?

Henry miró hacia otro lado y no dijo nada. Entonces:
—Sí, lo huelo. Su olor no estaba aquí la última vez que fuimos a la Isla Grande. Es un
recordatorio de lo lejos que estamos ahora de los Nativos de la tierra que viven en la parte más
salvaje del país salvaje.

También implicaba que las ondas causadas por acciones temerarias que los humanos habían
hecho en los últimos meses, habían llegado al primitivo país salvaje, molestando a los tipos de
Nativos de la tierra que por lo general no se acercaban tan cerca de las zona habitadas por humanos,
cuando sus intenciones aún eran benevolentes.

El país salvaje era un término para todas las tierras que a los humanos no se les permitía usar,
pero el territorio salvaje tenía diferentes niveles, como los círculos de un tiro al blanco. El centro era
un lugar humano. El primer círculo contenía a los Terráneos que podían cambiar y pasar por
humanos, por lo menos el tiempo suficiente para interactuar con los intrusos y recibir los bienes
acordados que eran el pago por el uso de algunos terrenos, es decir, los Otros que trabajaron en los
Courtyard o vivían en sus propios asentamientos cerca de poblados humanos con el fin de vigilar. El
siguiente círculo lo ocupaban los Terráneos a los que les gustaba algunas de las cosas que los
humanos hacían, pero no querían tener contacto con ellos. Esos dos círculos operaban como una
barrera, de unas pocas millas, entre los humanos y el país salvaje que se desmarcaba de la influencia
humana en todos los sentidos. Más allá de esa barrera...

Las formas que adoptaban cuando no andaban en su verdadera forma de Nativos de la tierra no
tenían nombres. Sus pasos eran un trueno silencioso que se sentía debajo de las piedras y la hierba.
Incluso los cambiantes poderosos como los Lobos, Osos y Panteras no eran rivales para ellos. Eran
los dientes y las garras de Namid.

El resto de los Terráneos se referían a ellos como los Antiguos.

—Cabañas de madera, — dijo Simon—. Pozos. Granjas. Hiladoras y telares. Molinos de viento
y norias. Años atrás, cuando los humanos fueron borrados de una parte de Thaisia, lo que dejaron
atrás se convirtió en casas de otros seres o lentamente se fueron convirtiendo en parte del mundo de
nuevo. La ausencia de los humanos no hizo ninguna diferencia. Los Terráneos aprendimos a
construir nuestras propias cabañas de madera; aprendimos cómo hilar y tejer la tela para hacer las
mantas que queríamos; cómo cultivar a nuestra propia manera y almacenar la cosecha para los días
de hambre. Podíamos hacer todo eso sin absorber demasiado de esta forma. Pero ahora...

Henry dejó escapar un suspiro.
—Ahora, si los humanos no están alrededor para atender lo que han hecho, esas cosas no se
convertirán lentamente en parte del mundo otra vez. Al menos, no en mucho tiempo. — Volvió la
cabeza para que el aire le soplara el pelo de la cara—. ¿Es por eso que estás tan interesado en esta
Comunidad River Road y en alimentar a una manada de humanos en nuestro Courtyard?

Simon asintió.
—Va a pasar de nuevo. Los humanos van a empujar hasta que los Terráneos tengan que
destruirlos. Las drogas que están haciendo con la sangre de las Casandra de sangre, es sólo el
comienzo del problema. Incluso sin las drogas, los problemas seguirán extendiendo. Es como captar
el olor del humo pero ser incapaz de localizar el fuego. Ninguno de los Terráneos que trabajan en
torno a las granjas que controlamos pueden entender por qué los humanos afirman que hay una
escasez de alimentos o por qué van a pasar hambre este año. No hay ninguna razón por la que deban
pasar hambre, por lo menos la mayoría de los días.

—Es una certeza para todas las criaturas de Namid, incluidos nosotros.

—Sé que no todos los días terminamos con la barriga llena. Todos salvo los humanos lo saben.
Pero el miedo del hambre tiene a los humanos mirando hacia nuestras tierras, y la ira por no poder
tomar lo que no es de ellos se fortalece. Al menos algunas regiones de Thaisia se están dirigiendo a
una lucha por el territorio.

—¿Así que estás tratando de averiguar si los Terráneos podemos ser lo suficientemente
humanos para reemplazar a los humanos sin perder lo que somos?

—Sí.

Silencio. Entonces Henry dijo:
—Eso explica el por qué estás interesado en ayudar a los Intuye en la Isla Grande y a la manada
humana del Courtyard. Son un experimento. — Hizo una pausa—. ¿El tiempo que pasas con Meg,
también es un experimento?

—No, — dijo Simon, tragando el deseo de rugir como respuesta. No sería inteligente cabrear a
Henry cuando se encontraban en un vehículo en movimiento y no podía esquivar un golpe violento
—. Tal vez lo sea. Ella está aprendiendo de nosotros; nosotros estamos aprendiendo de ella. Y ella y
yo... Estamos aprendiendo juntos.

Otro silencio.
—Bien, —dijo Henry.




Capítulo 36


Moonsday 14 de Maius

Jackson Wolfgard tomó un par de respiraciones para calmarse antes de abrir la puerta de la
habitación de la chica llena de cicatrices. Cuando no captó ningún olor a sangre, entró y dejó el plato
de comida en la mesa antes de estudiar a la joven tendida en la cama. Ella parpadeó, luego bostezó,
mostrando una boca llena de dientes delicados y saludables.

—Te he traído algo de comer. — Dio un paso hacia la cama, le daban curiosidad los dibujos
que había hecho. El primero, parecía ser un dibujo de la colcha de retazos. No estaba seguro de lo
que el segundo se suponía que era. Pero el tercero...

—¿Qué es esto? — Preguntó, señalando la tercera imagen.

—Es lo que oí ayer por la noche.

Jackson miró a la tierra iluminada por la luna. Dos Lobos tenían sus cabezas levantadas
cantando. Un humo se elevaba de sus bocas, elevándose hacia al cielo nocturno, donde tomaba las
formas de bisontes y bueyes, alces y ciervos, cabras de montaña y conejos.

—Dibujaste nuestra canción.

La joven se metió las manos en las axilas, como si necesitara protegerlas.
—¿Hice mal?

—No.—Él tomó el dibujo y vio que sus ojos se llenaron de pesar—. Me gustaría mostrar esto a
los ancianos Wolfgard. Te lo traeré de vuelta.

—Podría... — No quiso mirarlo a los ojos—. ¿Puedo colgarlo en la pared?

—Sí.

Ahora lo miró. Justo como un cachorro temeroso de ser castigado por seguir sus instintos. Lo
que significaba que los humanos en el recinto la habían castigado por dibujar. ¿Por qué?

Tenía que decir algo.

—El pasto no es del mismo verde que las hojas, y el agua puede tener diferentes tonos de azul.
Puedo ir al puesto de comercio hoy, y ver si tienen más lápices... si tener más colores no es molesto
para ti.

—Me gustan los colores.

Se giró para irse.

—Ellos me hubieran cortado los dedos. En ese lugar. Me habrían cortado los dedos porque
necesitaba dibujar y ellos querían que yo necesitara cortarme.

Salió de la habitación y cerró la puerta con cuidado.

Grace lo miró, su sonrisa se desvaneció mientras estudiaba su rostro.
—¿Qué pasa? — Ella olfateó el aire.

Dio vuelta el dibujo, para que ella pudiera verlo.

—¿Cómo lo supo? — preguntó Grace, mirando al dibujo.

—Eso es algo que voy a preguntarle a Meg, la Trailblazer. Ahora mismo, quiero mostrarle esto
a nuestros ancianos. Luego tengo que hacer un viaje al puesto Intuye.

—Tienes que comprar un marco para el dibujo de la sangre dulce.

—¿Vienes conmigo a comprarlo?

Grace era una Loba blanca, que había bajado del Alto del Noroeste siendo una jovenzuela y,
finalmente, encontró su lugar en Aguas Dulces. Podía pasar por humana, pero su pelo permanecía
siendo blanco con hebras de color gris claro. Combinado con un rostro joven, lograba una
apariencia peculiar y atraía la atención, cosa que la inquietaba.

—Había extraños en el puesto comercial cuando fui la semana pasada, — contestó—. No me
gustó su olor. Creo que a los Intuye tampoco.

Dio un paso más cerca.
—Debiste decírmelo.

—Le dije a los ancianos. Creo que los Cuervos están manteniendo la vigilancia sobre el
poblado, y los Halcones y las Águilas están prestando atención a la carretera y a los vehículos que
vienen en esta dirección. —Ella le revolvió el cabello—. Iré contigo. No creo que ninguno de
nosotros debe visitar el puesto solo. No por algún tiempo.

Él quería ser su pareja, y ella estaba pensando en aceptarlo. Había esperado que quisiera ir para
pasar tiempo con él, pero no quería que lo acompañara sólo porque pensara que un Lobo solitario
estaría en peligro. Si había problemas en la aldea Intuye, ella estaría en peligro también.

Pero los Intuye no le habían dicho nada acerca de extraños en su aldea cuando respondió a su
petición de ayuda por la chica con cicatrices. Eso era algo más en qué pensar.

Jackson enrolló cuidadosamente el dibujo y se fue con Grace. Se detuvo el tiempo suficiente
para asignarle a otro Lobo que se quedara en la cabaña para que la sangre dulce no estuviera sola.
Entonces se fue con Grace a ver a los ancianos antes de tomar uno de los dos vehículos del
asentamiento y manejar hasta el puesto comercial.

Cuando regresara, enviaría un mensaje a Simon Wolfgard, preguntándole si las sangre dulce
podían revelar visiones y profecías de otras maneras además de cortarse la piel.

Capítulo 37


Moonsday 14 de Maius

Monty se movió rápidamente al escuchar las voces airadas procedentes de la oficina del Capitán
Burke.

—Acabo de pasar 7 horas en un tren, atrapado en un vagó con un maldito vampiro. Espero
algún tipo de cooperación, Burke.

—Cooperación te puedo dar. En cuanto al resto, no puedo darte lo que no tengo, —Burke
respondió mientras miraba hacia la puerta—. Teniente, adelante le presento al Capitán Felix
Scaffoldon de la Unidad de Investigación de Delitos de Toland. Capitán, el Teniente Crispin James
Montgomery.

Monty entró en la oficina de Burke.
—¿Tiene alguna noticia sobre lo que le pasó a Elayne?

Scaffoldon dio Monty un fría mirada rápida.
—¿Sólo anda de paseo por acá, Teniente? Supongo que ser amigable con los Lobos aquí, tiene
sus ventajas, si no tiene que presentarse a trabajar en hora. Hablaremos más adelante. —Se apartó de
Monty -con un desdeñoso gesto- y miró a Burke—. En este momento, quiero ver a la niña.

Monty dio un paso adelante, forzando a Scaffoldon a incluirlo.
—¿Vino desde tan lejos para entrevistar a Lizzy? ¿No se le envió una copia de la entrevista que
ya se llevó a cabo?

—Se le envió, — Burke respondió antes de que Scaffoldon pudiera—. Pero el Capitán está
realmente más interesado en recuperar las pruebas físicas, que ya he ofrecido entregarle para su
investigación.

—Sí, tengo que llevarme ese oso a Toland, — Scaffoldon espetó—. Tenerlo reposando aquí no
ayuda a encontrar a un asesino. — Cuando dijo "asesino", no miró a Monty, y fue de una manera que
dejaba claro que creía que Monty era el asesino, a pesar de la imposibilidad física de poder viajar
hacia y desde Toland en el lapso de tiempo—. Pero la familia de la niña, la quiere de regresó en
Toland, así que me la voy a llevar conmigo.

—Mi hija se queda conmigo, — dijo Monty con un sosegado ardor.

—Presunta hija. La madre de la Sra. Borden ha cuestionando si -de hecho- es el padre de la
niña.

Monty sacó un documento del bolsillo de la chaqueta interior de su traje y se lo entregó a
Scaffoldon.

—Tenga. Puede entregarle esto a Celia Borden.

—¿Qué es? — Scaffoldon no se molestó en mirar.

—Cuando se establecieron los documentos legales para la manutención de mi hija, Elayne no
expresó ninguna duda de que yo fuera el padre de Lizzy. No tenía dudas cuando Lizzy nació y la
partida de nacimiento fue llenada. No tenía dudas, como tampoco Celia Borden, durante los años en
que Elayne, Lizzy, y yo vivimos juntos en Toland. Sé que soy el padre de Lizzy, independientemente
de lo que Celia Borden este diciendo ahora. Soy el pariente más cercano de Lizzy, y puedo
mantenerla. Así que mi hija se queda conmigo. Lo que le di, es una fotocopia de los documentos de
custodia que se firmaron y fueron notariados esta mañana.

El alivio que sintió al firmar esos papeles, lo hizo tambalearse. Celia Borden nunca había
mostrado ningún interés real en Lizzy, y Monty no creía que su deseo de tener la custodia ahora,
fuera provocado por sentimientos de afecto hacia la muchacha. Celia sólo quería tener fácil acceso a
la niña, por alguna razón, y cualquiera que fuera esa razón, estaba seguro de que no era para
beneficio de Lizzy.

El rostro de Scaffoldon quedó bañado en ira. Parecía que quería rasgar los papeles y tirarlos al
suelo.

—Quiero ver a la niña, — dijo Scaffoldon.

La sonrisa feroz cordial de Burke se tornó helada.
—Ella está en un lugar seguro. Dado que insistes en verla, voy a hacer los arreglos para que
puedas entrevistarla allí. Voy a buscar el oso de la sala de pruebas. Lo puedes llevar contigo para que
no tengas que volver aquí después de la entrevista. — Hizo un gesto de mirar el reloj—. Va a estar
disponible en una hora.

—Voy a entrevistarla aquí.

—No lo harás.

Scaffoldon miró a Monty y a Burke.
—Por todos los dioses, ¿dónde la tienen?

El brillo de hielo en los ojos azules de Burke igualó a su sonrisa.
—En el Courtyard de Lakeside.

Capítulo 38


Moonsday 14 de Maius

Se reunieron en el edificio del gobierno en la Isla Grande, en la sala de conferencias que Steve
Barquero había reservado para esa reunión.

Simon estudió a la mujer sentada frente a él, pero desconocía la forma correcta para describir a
Pam Ireland. ¿Rolliza? ¿Sólida? ¿Compacta?

Esos eran términos humanos. Como no estaba considerando si tendría suficiente carne para
alimentar a una manada, pensó en otras palabras que fueran pertinentes.

Sincera. Sí, esa era una buena palabra para lo que estaba sintiendo. Y...

—Hueles a perro, — dijo.

—Es por Ben, — respondió con una sonrisa fácil—. Él es un golden retriever. Todavía es
joven, por lo que es un poco tonto, pero es genial con los chavos.

Simon ladeó la cabeza.
—¿Pequeños humanos o chivos jóvenes?

Ella rió.
—Nunca ha visto a un chivito.

—Los verá si te quedas aquí, —dijo Steve, tomando asiento a su lado—. Junto con Zorros,
Osos y Coyotes, por nombrar algunos. Hay algunos perros y gatos en la isla. Mayormente animales
de trabajo. — Mirando a Simon y Henry, él hizo un gesto con la mano para señalar a Ming Beargard
—. Hasta que Ben llegó y dejó en claro que, para él, un Oso huele como un oso, ya sea que esté
usando pelaje o piel humana, no se nos había ocurrido que los animales aquí no respondían a los
Terráneos de la misma manera como un animal que no creció alrededor de sus aromas. Pobre Ben ha
pasado la mitad del tiempo escondido.

—A pesar de eso, ha sido como una especie de manta de seguridad peluda para las chicas, —
dijo Pam—. El Sr. Barquero me indicó que hay algunas personas que tienen que decidir sobre si
puedo trabajar aquí...

—Pero quería ver cómo la Sra. Ireland interpretaba la información que la Sra. Corbyn ya ha
proporcionado, — Steve interrumpió—. Así que le di permiso para trabajar con las chicas un par de
horas.

—¿Y? — Dijo Simon.

—Ojalá hubiera sabido incluso ese poco en un par de lugares en los que trabaje, —dijo Pam—.
Más incluso, ojalá hubiera tenido la confirmación de mis propias impresiones cuando trabaje con
algunas de las chicas en los centros de reinserción social. Tenía la sensación de algunas cosas que
podían funcionar, aliviar la angustia de algunas de las chicas, pero no tenía ninguna prueba, y la
sensación no fue suficiente para los administradores.

Simon pensó que la amargura repentina en su voz, era interesante.
—¿Las niñas murieron?

—Algunos de los intentos de suicidio tuvieron éxito. Pero después de escuchar algo sobre las
Casandra de sangre, me pregunto si esas chicas realmente estaban tratando de quitarse la vida o se
cortaban por una razón diferente y fueron lo suficientemente desafortunadas como para sangrar
antes de que alguien las encontrara.

Pertinaz. Era otra palabra para esta mujer. Apostaría que había expresado muchas más
opiniones a sus empleadores que la manada lo hacía con él. Por supuesto, sus ex empleadores muy
probablemente no tenían un buen conjunto de colmillos entre ellos.

—Las jóvenes profetas no pueden seguir viviendo en el hostal, — dijo Ming—. Incluso después
de simplificar sus habitaciones como su Meg sugirió, el lugar está demasiado ocupado para ellas.

—Y Lara y Margaret tienen que ganarse la vida, — dijo Steve—. El pueblo ha estado pagando
por la estadía de las niñas, pero no podemos hacer eso para siempre tampoco.

—No las pueden cortar con fines de lucro, — Simon gruñó.

—¡Por supuesto que no! — Steve se pasó los dedos por el pelo—. Pero nuestro pueblo no tiene
una gran cantidad de recursos que le sobren.

Simon se enderezó. El Courtyard de Lakeside tenía un montón de dinero. Pam Ireland podría
ser contratada por la Asociación Empresarial del Courtyard, pero trabajaría para Steve Barquero
como cuidadora de las profetas de la sangre. Y podría reunirse con el Dr. Lorenzo en la oficina
médica de la Plaza Comercial para hablar de las chicas y decidir que poner en sus informes del grupo
de trabajo.

Sí, eso podría funcionar para todos ellos.

—¿Tienes algunas ideas? — La pregunta de Henry a Ming trajo a Simon de nuevo a la
discusión inmediata.

El Oso Negro asintió.
—Los Terráneos hemos estado hablado entre nosotros, y con los líderes Intuye. Daremos
treinta hectáreas para construir una casa para las Casandra de sangre.

—¿Treinta hectáreas? — Dijo Simon, sorprendido—. ¿Qué van a hacer 5 jóvenes con 30
hectáreas? Ellas no saben cómo cazar o pescar, o incluso excavar para plantar alimento.

—Vamos a empezar con una vivienda que se ajuste a lo que necesitamos ahora, pero
planificando construir un lugar para un centenar de niñas que vivan en el campus,— dijo Steve.

—Campus. — Simon enseñó los dientes y se dio cuenta de que sus caninos no estaban cerca del
tamaño humano, cuando los ojos de Pam se agrandaron—. ¿Eso es otra manera de decir recinto?

—No. Bueno, sí, en cierto modo. —Steve dejó escapar un suspiro—. No va a ser un lugar con
paredes y puertas cerradas. No estamos hablando de nada de eso. Sin embargo, sí de un lugar donde
las Casandra de sangre puedan vivir y recibir educación. Un lugar que va a ser más como una escuela
privada, pero tendrá senderos para caminar y agua. Jardines en el que puedan crecer algunos de sus
propios alimentos y tener una conexión activa con el mundo. Una pequeña granja con un par de vacas
lecheras y un puñado de pollos que las niñas pueden ayudar a cuidar. Tal vez una cabra o dos. Y Jerry
Carguero dijo que hablaría con la familia Liveryman para una donación de un par de caballos.

—Esperemos que muchas de las niñas sean capaces de ir más allá de la escuela y trabajar en una
comunidad pequeña como Desembarco del Ferry cuando lleguen a la edad adulta, — dijo Pam—.
Pero creo que hay que prepararse para el hecho de que algunas de esas chicas nunca serán lo
suficientemente estables como para vivir fuera de una instalación supervisada.

—Y algunas morirán, independientemente de lo que alguien trate de hacer para ayudarlas, —
Henry terminó, asintiendo.

—¿Tienes trabajadores que puedan construir este campus?— Preguntó Simon. ¿Qué diría Meg
de que las profetas de la sangre se muden de un tipo de lugar confinado a otro? ¿Se sentirían
confinadas? Treinta hectáreas no era mucho para un Lobo. Por otro lado, las 300 hectáreas que
conformaban el Courtyard de Lakeside estaban rodeadas por una valla marcando los límites. ¿Se
sentía Meg confinada?

Algo para preguntarle esta tarde.

—Tenemos los trabajadores,— Steve respondió—. Tenemos un arquitecto que trabaja para
diseñar los edificios, un modelo definido con la vista puesta en la mezcla de privacidad y protección.
No es un diseño tan básico como las casas que los de Vida Simple prefieren, si no más en consonancia
con el resto de Desembarco del Ferry.

Cuando Steve vaciló, Ming complementó:
—Lo que los Intuye y Terráneos de la Isla Grande no tenemos es dinero para comprar madera y
tuberías, y las otras cosas que va a necesitar la guarida humana.

«Eso es algo para discutir entre nosotros,» Simon dijo, mirando a Pam.

«A las niñas les gusta ella,» dijo Ming. «Creo que Steve quiere ponerla a cargo de la escuela
una vez que se construya.»

«¿Conoció a Jean?»

«Le hemos hablado de Jean, y Steve se fue a la granja de los Gardner a hablarle a Jean sobre
Pam Ireland. Pero no se han conocido. Jean no está lista.»

Simon se volvió hacia Pam.
—Estás contratada para trabajar con las niñas que viven en Desembarco del Ferry. Ahora vete.

Ella parpadeó varias veces antes de mirar a Steve, que asintió con la cabeza y dijo:
—Gracias, Pam. Hablaremos tan pronto como haya terminado aquí.

Ella salió de la habitación en una prisa controlada.

—Eso fue grosero, — dijo Steve.

—No, — Simon corrigió—. Amenazar con comerla si no se iba, habría sido grosero, ya que
los empleados no son comestibles. Pero las decisiones deben tomarse, y no es parte de ello.

—La Comunidad River Road, — Henry retumbó, cortando cualquier cosa que Steve pudiera
haber dicho—. Simon tuvo que ocuparse de otras cosas estos últimos dos días, por lo que Vlad y yo
hemos hablado con los Terráneos que han oído hablar de esa tierra.

Simon miró al Oso Pardo. También Ming y Steve.

—Hay algunos Sanguinati viviendo en una de las casas, — dijo Steve con cautela—. Cuando fui
con una tropilla a revisar las casas y hacer una lista de lo que sería necesario, salieron a investigar y
dijeron que les habías dado permiso.

—Así es, — dijo Simon—. Y Erebus Sanguinati también les ha dado permiso. Háblame de las
casas.

—No están en mal estado, — dijo Steve—. Necesitan algo de atención básica y todas necesitan
algunas reparaciones. El edificio industrial necesitaría una importante labor para convertirlo en algo
que pudiéramos usar, una vez que alguien idee como podríamos sacarle provecho.

—La principal preocupación, para nosotros, es que los humanos que logran escapar de Saltos
de Talulah quieran tratar de reclamar esas casas y la tierra, — dijo Ming.

—Razón por la cual necesitamos a alguien más a parte del puñado de vampiros jóvenes
ocupando esas casas, — dijo Simon.

—¿Qué clase de humanos tienes en mente? — Preguntó Steve.

—Una comunidad mixta. Intuyes, los humanos que el movimiento HPU llama amantes de lobo,
y Terráneos. — Simon estudió a los otros cuatro hombres—. En este momento, Saltos de Talulah es
un lugar peligroso.

—Los Crowgard me han dicho que los Terráneos que han asumido el deber de mantener la
ciudad bajo control, han dicho que van a separar a los humanos útiles de la carne. Y la mayor parte de
lo que hay en la ciudad es carne, — dijo Ming.

—La animosidad entre los humanos y Otros es el combustible para el movimiento HPU. —
Simon frunció el ceño. Algo que Ming dijo le causó comezón—. ¿Cómo los humanos pueden
escapar de Saltos de Talulah? — Los Terráneos que controlaban esa ciudad trajeron a un Segador
como su ejecutor principal. ¿Cómo los humanos lograban pasar más allá de él?

—Un grupo de humanos crearon una distracción, — dijo Steve—. Causaron el suficiente
alboroto para que los Otros se concentraran en ellos, y mientras tanto otro grupo, en el otro lado de
la ciudad, escapó a pie, tomando sólo lo que podían cargar. — Él se removió—. Personalmente, creo
que los Otros están dejando que escapen. Ahora que la ira inicial contra los humanos ha pasado,
tengo la sensación de que si pudieran encontrar una manera de mantener las industrias necesarias
funcionando, dejarían a todos los demás irse. Lo que no están considerando es que la gente del
movimiento HPU probablemente considera cada fuga como una especie de victoria sobre los
Terráneos, incluso si las personas no sobreviven el tiempo suficiente para llegar a otro pueblo
humano.

—Victoria implica una pelea, y no hay nada que ganar luchando contra nosotros, —dijo Henry
—. Los humanos no pueden ganar.

Simon levantó una mano, indicando a todos que guardaran silencio.

Crear distracciones en un solo lugar para que algo más suceda en otro. Algo que se reclama
como una victoria, aunque nadie sobreviva. Captar el aroma de un fuego tan distante que no puedes
hacer nada al respecto, y sin embargo, aún sabiendo que un cambio en el viento podría traer ese
fuego directamente a tu guarida con poca advertencia.

—Los humanos en Thaisia no pueden ganar una lucha contra los Terráneos, — dijo en voz baja
—. ¿Por qué el movimiento HPU trata de comenzar un conflicto aquí? ¿Qué ganan cuando tienen que
saber que van a perder?

Los ojos de Steve se agrandaron.
—Distracción. Crear un alboroto y centrar la atención de todos lejos de alguien más, o de algún
otro lugar.

—Los Lobos atacan a otro depredador para alejarlo de sus crías. No es una lucha seria, aunque
puede convertirse en una. Ellos sólo se hostigan y muerden, forzando al depredador a que lidie con
ellos, mientras que otros miembros de la manada ponen a resguardo a los cachorros.

—El movimiento HPU aquí, pueden ser el hostigamiento y la mordida, forzando a otros
humanos y a nosotros a enfocarnos en ellos, — dijo Henry—. Pero ¿qué están protegiendo? Cada vez
que se levanta una pata contra otro depredador, se corre el riesgo de ser herido o asesinado. ¿Qué
vale la pena el riesgo?

—Ser capaces de controlar toda la comida, todo el agua, todos los recursos, — dijo Steve.

—Los humanos no pueden ganar una lucha contra nosotros, — dijo Simon—. No aquí, donde
las ciudades están separadas por millas y millas de territorio salvaje. ¿Pero en otro lugar donde los
humanos necesitarán alimentos y suministros extra para sostener una contienda?

Steve se inclinó hacia delante.
—¿Crees que el movimiento HPU de aquí está creando una distracción y reuniendo recursos
para el HPU del Bloque Romano? ¿Que han sido engañados para enviar tantos suministros como les
sea posible, tantos que -de hecho- generen la escasez de alimentos aquí? Dioses encima y por debajo,
si realmente creen que todo lo que suceda en el Bloque Romano les beneficiará, nunca los
convencerás de que están siendo usados.

—No importa si los humanos en el Bloque Romano ganen o pierdan su lucha contra los
Terráneos; los humanos en Thaisia perderán, — dijo Ming.

Simon asintió.
—Van a perder. Pero el movimiento HPU es como una maleza invasora que ha echado raíces y
se extiende a través de las comunidades humanas en todo el continente. No vamos a ser capaces de
convencer a los humanos que han sido captados que están siendo usados o que van a perder. Tenemos
que proteger a nuestras propias manadas de la mejor manera posible y tenemos una mejor
oportunidad de lograrlo si trabajamos juntos.

—De acuerdo, — dijo Steve.

—Es por eso que necesitamos que la Comunidad River Road este habitada por un grupo de
humanos y Terráneos, que nos ayuden a defender la ruta entre Desembarco del Ferry y Lakeside. — Y
será tolerada por los nativos de la tierra en el país salvaje que han sido perturbados por las recientes
acciones humanas.

—Bien, ¿qué hacemos? — Preguntó Steve.

—He estado hablando con algunos Terráneos, — dijo Henry—. Se ha corrido la voz de que el
Courtyard de Lakeside va a ser un campo de entrenamiento para Otros que necesiten lecciones más
detalladas para interactuar con humanos. He hablado con los líderes Panthergard de las regiones
occidentales, así como con los Lynxgard de las regiones del Noreste y Alto Noreste.

—¿Algunos de los gatos quieren venir a Lakeside? —Simon trató de no quejarse. Un Lobo
podía enfrentarse a un Lince o Gato montés, si era necesario, ¿pero con uno de los gatos como las
Panteras o Pumas? No si tenía opción. Eran más grandes, más pesados y más bestiales que los Lobos.

¿Ideales ejecutores para la nueva comunidad?

—Preguntaron acerca de la formación en Lakeside, no sobre vivir allí, — dijo Henry—. Pero
en River Road, algunas casas podrían reservarse para los diversos gard que quieran pasar más
tiempo aquí antes de regresar a su antiguo territorio.

Les tomó una hora trazar un plan de trabajo. La Comunidad River Road tenía 45 dúplex
adosados, de dos dormitorios con garajes compartidos. Quince de los dúplex se reservarían para los
Terráneos. Veinticinco estarían disponibles para los humanos que querían ayudar a construir esta
comunidad y que contaran con la aprobación tanto de los Intuye como de los Terráneos. Los otros
cinco, los más cercanos a la carretera River, se convertirían en el centro comercial. Por el momento,
la planta industrial se iba a usar para almacenamiento.

Los Intuye suministrarían el trabajo para poner las casas en forma lo más rápido posible. El
Courtyard de Lakeside suministraría el dinero para comprar los materiales necesarios. Algo del
terreno se reservaría para crear huertos para que los residentes pudieran plantar una parte de sus
alimentos, y habría un terreno común cercado para el ganado. Pero aún así quedaba un montón de
tierra abierta para aquellos que prefieran cazar para conseguir alimento en lugar de plantar.

Al Oficial Roger Czerneda, el responsable policial en Desembarco del Ferry, se le ofrecería
una casa en la Comunidad River Road a cambio de ampliar su territorio incluyendo a la comunidad y
la carretera que iba de la misma hasta la Isla Grande.

No sería fácil para los humanos y Terráneos el convivir tan cerca uno del otro. Incluso en un
lugar como la Isla Grande, donde los Intuye y Otros habían trabajado juntos durante generaciones
para proporcionar alimento y refugio y proteger a los residentes de la isla, no habían tratado de
vivir lado a lado. Nadie había considerado tal cosa hasta que Meg comenzó a vivir en el Complejo
Verde y mostró a algunos de los Terráneos que era posible.

Ninguno lo dijo, pero Simon comprendía que parte del interés de los Panthergard y Lynxgard
en Lakeside, era la profeta de la sangre que conservaba la dulzura del corazón de un niño. Meg era la
leña que había iniciado un tipo diferente de fuego entre los humanos y Terráneos por igual; un
incendio que ardía con tanto brillo como las llamas que el movimiento HPU se mantenía avivando.

¿Esperanza o odio? ¿Cuál fuego encenderá a Thaisia?


Capítulo 39


Moonsday 14 de Maius

Solo en la trastienda de la oficina del Enlace, Nathan se acomodó la camisa azul a cuadros en
sus pantalones vaqueros. Una camiseta habría sido más fácil de llevar en un clima cálido, pero
Michael Debany le dijo que sería demasiado informal para una reunión oficial. Y este era un asunto
con un oficial de la policía de Toland, que era un extraño y, aunque aún no estaba confirmado, podría
ser muy bien un enemigo.

Por esa razón iba a asistir a esta reunión: debido a que el agente de policía de Toland podría ser
un enemigo. Ya que Nathan era el ejecutor que la Lizzy conocía mejor, la Asociación Empresarial del
Courtyard pensó que sería capaz de contar su historia con honestidad si se sentía segura.

Al menos esta vez no se sentiría confundido si la Lizzy se transformaba en un cachorro llorón.
Meg no estaría en la reunión, no necesitaría su protección del extraño o de la Lizzy. La Lizzy no tenía
toda la culpa de que Meg necesitara cortarse. Pero responsable o no, el verse forzado a cortar a Meg
lo había asustado demasiado, y eso lo hacía desconfiar de la Lizzy.

—¿Por qué estás gruñendo? — Meg preguntó al entrar en la sala de clasificación.

—No lo estoy.

—Sí, lo estás.

Se encogió de hombros, no estaba dispuesto a admitir que eran más difícil tratar con los
humanos cuando no podías darles un mordisco letal o incluso un pellizco agudo.

Entonces él captó algo en el olor de Meg y se centró en ella.
—¿Que está mal?

—Nada.

—Tú... — Probablemente decirle que no olía bien no era lo indicado. En los libros que había
leído hace poco, las hembras humanas se ponían irritables cuando un hombre comentaba acerca de su
olor, a menos que dijera que era un buen olor—. Te ves molesta.

Nathan vagó alrededor de la mesa, mirando los catálogos y sobres. No había nada que
pareciera peligroso. Pero el sobre que Meg sostenía, tenía su nombre en él. Nadie escribía a Meg.

—Déjame ver eso. — Le tendió una mano. No podía sacárselo. El papel también podía cortar.

Meg le dio el sobre.
—Nunca he recibido una carta antes. No una que fuera enviada. Es una cosa nueva.

—¿Una nueva cosa que asusta?— Él la vio meditar, podría decir por la mirada en sus ojos, que
estaba recordando imágenes de entrenamiento en un intento de encontrar algo que coincidiera con su
propia experiencia.

—Un poco,— dijo finalmente—. No por recibirla, sino porque no sé lo que hay dentro.
Algunas imágenes de entrenamiento mostraban a una persona sosteniendo un sobre viéndose excitado
o feliz. Otras imágenes mostraban a una persona con aspecto asustado o triste.

—¿Cómo te sientes?— Le preguntó en parte por curiosidad y en parte para poder reportar un
peligro potencial para Meg.

—Emocionada y asustada, — decidió.

Nathan estudió el sobre. La dirección del remitente era Granja Gardner, Isla Grande, y el
código postal era el de Desembarco del Ferry. Olió el sobre, recogiendo el aroma de pollos, vacas,
humanos, heno.

—Huele a una granja, —dijo, devolviéndosela.

Ella lo miró, luego olfateó el sobre.
—Si tú lo dices.

—¿Quieres que lo abra?

Meg negó con la cabeza.
—No estoy lista para lo que hay dentro.

Los Cuervos en la pared exterior graznaron una advertencia.

—La policía está aquí, — dijo Nathan—. Me tengo que ir. — Él vaciló. Algo no estaba bien con
ella—. La carta es algo nuevo, pero no es por eso que hueles... — Otra vez con los olores.

—¿Hice lo correcto, no cortándome cuando se entregaron las flores? — Preguntó Meg.

Preocupación. Un poco de miedo. Eso es lo que olía en ella. ¿Realmente pensaba que diría algo
que pudiera animarla o que le diera una excusa para cortarse? Simon lo destriparía en dos. Y si
Simon no lo hacía, los Sanguinati seguramente sí. Vlad lo había dejado muy en claro.

Pero al final ninguna de esas cosas importaba. Trabajaba como un ejecutor. Protegía a los
residentes del Courtyard. Pero había sido un poco condescendiente como Lobo guardián, porque no
había comprendido plenamente que Meg tenía un enemigo que siempre estaba cerca: ella misma.

—¿Qué podrías haber aprendido de un corte que no aprendimos sólo con el picor de tu piel? —
Preguntó—. Sabemos que las flores son para Theral, y sospechamos que vinieron de la pareja de
quien huyó porque la lastimaba.

—No lo sabemos con certeza, — dijo Meg.

—No necesitamos "certeza", Meg. Estamos en guardia ahora. Vamos a mantener la vigilancia.
Theral está protegida aquí. Y ella es pariente de un policía. Los dientes de MacDonald no son de
mucha ayuda en una pelea, pero tiene un arma, por lo que va a protegerla también. — Como no dijo
nada, presionó porque no podía salir hasta que estuviera seguro de que Meg no se iba a convertir en
su propia enemiga—. ¿Tú piel todavía pica?

Meg negó con la cabeza.
—No desde que se llevaron las flores.

Golpeó el sobre.
—¿No sientes picor por esto?

Ella pareció sorprendida por la pregunta.
—No. No siento nada que indique que hay una profecía conectada a la carta.

«Nathan,» dijo Elliot. «La policía ha llegado. El Teniente Montgomery está trayendo a la Lizzy
a sala de reuniones del consulado.»

«¿Cuándo?»

«Ahora.»

Nathan miró a Meg.
—Me tengo que ir. — Abrió la puerta privada saltando sobre el mostrador, y se dirigió a la
puerta principal. Entonces se detuvo y regresó al mostrador, recordando lo que Crystal Crowgard le
había dicho esa mañana—. ¿Meg? ¿Te acuerdas de Charlie Crowgard?


Ella sonrió.
—Por supuesto que me acuerdo de él.

—¿Recuerdas cuando que Phineas Jones vino al Courtyard, y tú y Merri Lee salvaron a Saltarín
pegándole a ese humano con una tetera y una escoba?

Ahora ella palideció.
—Sí, lo recuerdo. Tremendo recuerdo.

—Crystal me dijo que Charlie Crowgard escribió una canción sobre la pelea. Se llama "Mujer
Tetera y Chica Palo de escoba", y es tan popular entre los Terráneos que la han oído, que va a
grabarla para que el resto de nosotros pueda escucharla también.

Mientras se apresuraba a salir de la oficina, escuchó a Meg ladrar para que volviera.


* * *


Como oficial de policía, le tomó a Monty menos de un minuto el darse cuenta de que no le
gustaba, o respetaba, al Capitán Felix Scaffoldon de la Unidad de Investigación de Delitos de Toland.
Como padre, le tomó la mitad de ese tiempo darse cuenta de que no quería que su niña estuviera en la
habitación con ese hombre.

Algo sobre Scaffoldon estaba... mal. No se veía como un depredador sexual, pero Monty tenía
la impresión de que Lizzy no contaba, que de alguna manera, la consideraba un daño colateral
aceptable.

Un escalofrío le recorrió. ¿Qué sabía Scaffoldon sobre la muerte de Elayne que no compartía?
¿Había sido considerada un daño colateral también?

Nadie había pedido su consentimiento antes de arreglar esta entrevista. Monty había pensado
que fue despótico por parte de Burke hacer tal arreglo. Ahora tenía que admitir que no habría
pensado en hacer estos arreglos por su cuenta.

Scaffoldon había estado preparado para tener a Monty y Burke presentes, uno como la
representación policial de la ciudad de Lakeside y el otro como el padre de la niña. Pero el hombre
no se había preparado para la presencia de los Terráneos que, aparentemente sí, habían sido invitados
a la entrevista. Elliot Wolfgard, el Lobo cónsul del Courtyard de Lakeside y quien trataba con el
gobierno de la ciudad, se quedó cerca de la puerta de la sala de conferencias. Nathan Wolfgard se
situó detrás de la silla de Lizzy, por lo que quedaba claro para todos que el Lobo estaba allí para
proteger a la niña. Luego estaba Vladimir Sanguinati, representando a la Asociación Empresarial del
Courtyard, vistiendo pantalones negros y una camiseta negra. Y por último, estaba Stavros
Sanguinati, uno de los vampiros que dirigían el Courtyard de Toland, vestido con un traje negro de
punta a punta, que hacía que todos los demás en la habitación, incluyendo a Elliot Wolfgard,
parecieran como si vistieran trajes baratos de segunda mano.

—¿Deberíamos empezar? — El Capitán Burke preguntó con cortesía.

La puerta se abrió y Pete Denby entró.
—Siento llegar tarde. Tenía que dejar a los niños en Un Pequeño Bocado. — Él se sentó junto a
Monty, abrió su maletín y sacó una libreta y un bolígrafo—. Cuando quieran.

—¿Siente que necesita un abogado, Teniente? — Preguntó Scaffoldon.

Pete pareció sorprendido.
—No estoy aquí como representante legal del Teniente Montgomery. Estoy aquí como abogado
y defensor de la señorita Elizabeth.

—Yo también estoy entrenado en el derecho humano, — dijo Stavros—. Así que puedo
aconsejar al Teniente Montgomery si lo requiere.

Scaffoldon soltó una carcajada.
—¿Un abogado vampiro? ¿No es redundante?

Stavros sonrió, pero sus ojos oscuros se mantuvieron fríos.
—Quizás.

—Esta entrevista debería realizarse en la estación. — Scaffoldon había estado expresando esa
queja todo el camino hasta el Courtyard. Al menos Monty no tendría que escuchar las quejas del
hombre cuando se fuera del Courtyard. Burke había pedido a Louis Gresh que lo siguiera en otro
coche y que llevara a Scaffoldon a la estación de tren después de la reunión.

—¿Ha detenido al o los responsables de la muerte de Elayne Borden? — Stavros continuó
sonriendo—. ¿No? Entonces Elizabeth está más segura aquí. Haga sus preguntas, si tiene alguna.

Sea cual fuera las preguntas que Scaffoldon realmente tenía en mente, no quería hacerlas en
presencia de los Terráneos. Cubrió el mismo terreno que Burke había cubierto en la entrevista inicial
con Lizzy, pero, Monty notó, Scaffoldon no preguntó sobre nada que hubiera sucedido antes de que
Elayne y Lizzy llegaran a la estación de tren.

¿Le habría enviado Burke la parte de la entrevista donde se detallaba que Elayne y Lizzy se
alojaron en un hotel la noche anterior?, ¿o acerca de la llamada telefónica de Leo Borden que
precipitó el viaje desde el hotel hasta la estación de tren?

¿La transcripción que había sido enviada a la policía Toland mencionaba que encontraron joyas
en el interior del oso?

Un pensamiento extraño burbujeaba.

¿Scaffoldon estaría preguntándose si los Terráneos lo observaban con tanta atención fija a
causa de lo que estaba diciendo o porque estaban pensando en la cena?

Scaffoldon se quedó sin preguntas más o menos al mismo tiempo que la novedad de ser el
centro de tanta atención por parte de los adultos se disipó para Lizzy. En un minuto, comenzaría a
molestar o poner mala cara, segura de que todo lo que Sarah y Robert estaban haciendo en Un
Pequeño Bocado era mucho más emocionante que hablar con los agentes de policía.

Scaffoldon no podía leer las señales de Lizzy, pero al parecer Vlad sí.

—Creo que se ha cubierto todo, ¿cierto? — Preguntó Vlad, mirando a Stavros.

—Todo, — Stavros acordó con una sonrisa escalofriante dirigida directamente a Scaffoldon.

—Sr. Denby, — dijo Vlad—. Usted y Nathan pueden escoltar a la Lizzy a Un Pequeño Bocado,
para que tome un aperitivo junto a los demás niños.

Pete miró a Monty y Burke antes de guardar su libreta y bolígrafo de nuevo en su maletín.
—Claro.

El hombre, el Lobo, y la niña salieron de la sala de conferencias.

Burke dio una palmada en la mesa.
—Ahora que eso está resuelto...

—Nada está resuelto,—Scaffoldon espetó—. La niña debe regresar a Toland con su familia.
Ella es un testigo.

—¿De qué, exactamente? — Preguntó Stavros—. Como acaba de decirle, no vio quién lastimó a
su madre, y ya respondió a todas sus preguntas. Al menos, respondió a las preguntas que eligió
preguntar.

—¿A qué se refiere?

—Yo también tengo algunas preguntas. No para la niña, si no para usted.

Scaffoldon se quedó tan pálido, que Monty se preguntó si el hombre iba a desmayarse.

—Yo no tengo nada para decir,— dijo Scaffoldon.

—Eso responde todo lo que necesitaba oír. — Stavros miró a Scaffoldon—. No hay ninguna
razón para que regrese a Lakeside. No hay ninguna razón para que usted, o cualquier con quien
trabaje, hable con la niña de nuevo. Si persiste en centrarse en ella, los Sanguinati van a centrarse en
usted. Y en sus asociados.

Ay Dioses, pensó Monty, notando como el color se drenaba de la cara de Burke mientras que la
cara de Scaffoldon se llenaba de una furia oscura. ¿Stavros amenazaba con tener a los Sanguinati
preparados para enfrentarse contra de la fuerza policial de Toland?

Poniéndose de pie, Scaffoldon miró a Burke y no trató de ocultar su animadversión.
—Estás apoyando el lado equivocado.

—No, no lo estoy, — respondió Burke.

—Voy a acompañar al Capitán Scaffoldon a su coche y lo voy a observar hasta que se vaya del
Courtyard, — dijo Elliot, abriendo la puerta de la sala de conferencias en una orden silenciosa.

Dando a todos ellos una última mirada, Scaffoldon salió.

—Sr. Wolfgard. — Burke sacó las llaves del coche de su bolsillo—. El Capitán Scaffoldon
necesita la caja de pruebas que está en el maletero de mi coche. Puesto que él no va a regresar a
Lakeside, no queremos que se vaya sin ella.

Elliot tomó las llaves y salió, dejando a dos vampiros y dos policías en la habitación.

Vlad miró a Burke y sonrió. Burke, recuperando un poco de color en su cara, le devolvió la
sonrisa.

Monty liberó un suave soplo de alivio. Luego miró a Stavros.
—¿Los Sanguinati realmente van a atacar a las fuerzas policiales de Toland?

Stavros lo miró sorprendido.
—¿Por qué lo haríamos? No han proporcionado suficiente provocación para una decisión de
este tipo.

—Dijo que se centrarían en Scaffoldon y sus asociados.

—No me refería a la policía. No a toda la policía, — Stavros se corrigió.

Burke asintió.
—El movimiento Humanos Primeros y Últimos.

Stavros se dirigió a Vlad.
—¿Por qué tú y el Capitán Burke encontraron divertida la salida de ese humano?

Vlad sonrió, mostrando un toque de colmillos.
—Debido a que va a regresar corriendo a Toland con un oso de juguete maltratado, el cual fue
enviado a recuperar.

—¿Por qué?

—Porque el oso tiene una bolsa de joyas escondidas en su interior, — dijo Monty, recordando
la razón más probable por la que Elayne estaba muerta y Lizzy había estado en peligro.

—Ah. — Stavros dio a Vlad una mirada curiosa—. ¿Es por eso Abuelo Erebus desechó
cualquier discusión sobre las joyas ayer? Porque estaba permitiendo que las joyas sean devueltas a
Toland, a pesar de... —Se detuvo, y luego estudió a Vlad y a Burke.

—¿De dónde una joven obtendría una bolsa de piedras preciosas? — Dijo Burke—. Lo más
probable es que ella fingía ser una ladrona de joyas o alguna otra cosa que hubiera visto en una
película, y escondió una bolsa de vidrios de colores dentro de su socio del crimen.

Stavros parecía encantado.
—¿Vidrios de colores?

—De colores tan bonitos, — Vlad murmuró—. Azules, verdes y rojos rubí.

Stavros rió, largo y tendido.

Monty se sintió mareado.
—Cuando HPU lo averigüe...

—Los Lobos arrancaron un brazo y una pierna, pero el torso del oso estaba intacto, — dijo
Burke—. Scaffoldon no dijo una sola palabra, no preguntó ni una sola pregunta sobre joyas. Él no
tiene ninguna razón para pensar que las encontramos. Siendo ese el caso, ciertamente no va a decirme
nada sobre el asunto.

—Sobre todo porque ha habido muchos informes de joyas robadas a la élite de Toland, — dijo
Stavros—. Y los informes de los noticieros siguen hablando sobre un par de joyerías que también
han sido robadas. Los humanos están tratando de culpar a los Crowgard, lo cual es ridículo. Si un
pendiente o un anillo se deja caer en la acera que bordea el Courtyard, un Cuervo no se resistirá a
reclamarlo. Pero no van a las casas humanas y roban... y no sacan las piedras de una pieza de joyería
descartando el soporte.

—¿La policía no tiene pistas?— Preguntó Burke inexpresivamente.

—Los policías que investigan los robos, portan todos un distintivo de HPU en sus solapas. Lo
mismo ocurre con los humanos que fueron robados. Y pasa lo mismo con los propietarios de las
joyerías que reportaron el robo sólo de las gemas.

—Elayne podría haber quedado atrapada por el glamur de estar con Nicholas Scratch y por
codearse con la gente de sociedad que no la hubieran aceptado de otra manera, pero no se habría
rebajado a robar joyas, y ciertamente no habría puesto a Lizzy en riesgo escondiéndolas en Oso Boo.
— Monty dijo acaloradamente.

Vlad se inclinó hacia delante y dijo suavemente.
—Ella descubrió el secreto, y trató de huir. Ellos tenían que detenerla.

Se frotó la cara, de repente cansado.
—Tendría que haber dejado las joyas. Dejarlas en un armario, dispersarlas en el suelo para que
alguien perdiera el tiempo recuperándolas.

—No habría hecho ninguna diferencia. Todavía conocía el secreto. Lo mismo la Lizzy.

—A diferencia de la policía de Toland, no creemos que algo ha sido robado. —Stavros habló
con un tono de voz determinado a ser bajo y calmante—. Creemos que estas fueron... donaciones...
para el movimiento HPU.

—Con el beneficio adicional de señalar con el dedo a los Cuervos y alimentar la animosidad
creciente entre los humanos y Terráneos, — dijo Burke.

—Exactamente.

Voces de enfermos, pensó Monty. ¿Acaso creían que uno no podía, o no quería, manejar la
verdad, cual sea que fuere?

—Alguien debería interrogar a Leo Borden, — dijo. No podía imaginarse a Leo planificando
un robo de joyas, pero sí podía verlo como un mensajero, y podía imaginarse fácilmente a Leo
pensando que Oso Boo sería un buen escondite para una fortuna en piedras preciosas. Después de
todo, ¿quién buscaría en el juguete de una niña, especialmente una niña que vivía bajo el mismo techo
que Nicholas Scratch?

Ella no tiene nada que Scaffoldon o Scratch quieran, por lo que Lizzy está a salvo ahora, pensó
Monty. El padre quería creerlo. El policía sabía que no era cierto, podía sentir que no era cierto.

—¿Qué pasará cuando HPU descubra que las joyas que Scaffoldon llevó de vuelta son
falsificaciones? — Preguntó.

—Creo que ustedes los humanos lo llaman efecto dominó, — Stavros respondió mientras Elliot
entraba de nuevo en la habitación—. Lo que me lleva a la razón por la que vine a Lakeside. Quería,
por supuesto, hablar con Simon directamente, pero el abuelo Erebus decidido que algunos humanos
en particular, así como Terráneos debían estar preparados.

—Dioses encima y por debajo, — murmuró Burke—. ¿Preparados para qué?

—En lo que respecta a los humanos, Toland es el centro comercial de Thaisia, — dijo Stavros
—. Muchos barcos atracan allí, y un gran flujo de mercancías entran en la ciudad desde otras partes
del mundo. Así como un gran flujo de bienes salen.

—¿Los barcos Terráneos también atracan allí?

—No. Tenemos otros puertos para nuestros pequeños barcos, puertos que compartimos con los
Intuye.

Hubo una agudeza en las palabras que le hizo a Monty preguntarse si en el pasado hubieron
problemas: peleas, sabotaje u otros tipos de incidentes que fomentaron el que los Otros mantuvieran
su distancia.

—Nuestros barcos no atracan en el puerto de Toland, pero aún así prestamos mucha atención a
lo que entra a Thaisia... y a lo que sale.

Monty se preguntó si el peso que de repente se aferró a sus huesos era un sentimiento de temor.

—¿Que está saliendo? — Burke preguntó finalmente.

—Los Crowgard probablemente puedan decir más que los Sanguinati ya que les gusta hurgar
en todo, y mis parientes tienden a visitar el área alrededor de los muelles en la noche, — dijo Stavros
—. Les puedo decir que los barcos que vienen de Brittania no están recibiendo toda la carga que
esperaban cargar, pero aún así les están cobrando el importe total. Cualquier capitán que proteste es
amenazado con ser excluido de la lista de comercio.

—¿Qué pasa con el cargamento que no se está cargando?— Preguntó Monty.

—Nos dimos cuenta de que los buques con destino a la Alianza de naciones del Bloque Romano
se cargan a altas horas de la noche, cuando hay menos observadores. Tenemos la sospecha de que la
carga faltante a los buques mercantes de Brittania se encuentra en las bodegas de los barcos del
Bloque Romano.

—Otra forma de piratería,— Burke murmuró—. Con su permiso, me gustaría tener algunas
palabras con discreción con un primo mío. Él es un oficial de policía en Brittania, y me mantiene
informado de los rumores que salen del Bloque Romano.

—¿Él también está dispuesto a usar su influencia para proporcionar asistencia discreta? —
Preguntó Stavros.

Burke se quedó mirando al vampiro durante varios segundos.
—Creo que eso dependerá de lo que se le pida hacer.

—Muy pronto, una tormenta en el Atlántik arremeterá contra un barco del Bloque Romano en
curso. Encallará en la costa de Brittania Salvaje y todo se perderá.

—¿La tripulación incluida?

—Ah, especialmente la tripulación, ya que fueron los Sharkgard quienes pasaron el mensaje a
los Sanguinati, en el entendimiento de que esa recompensa será compartida. — Stavros sonrió,
mostrando sus colmillos—. Sin embargo, el barco encallará de forma tal que la carga, y el barco en
sí, no serán dañados y pueden ser reclamados como rescate, dividido en partes iguales entre los
humanos que asistan y los Terráneos. Con una excepción, que es donde su primo, el oficial de policía
de Brittania, jugaría su papel. A medida que el buque particular, se cargó la otra noche, los Sanguinati
que estaban observando escucharon llantos salir de las cajas con agujeros para aire.

Monty apoyó las manos sobre la mesa.
—¿Cree que están enviando humanos para el Bloque Romano?

—Creemos que están enviando Casandras de sangre. La carga vale tres veces su peso en oro, —
dijo Stavros—. Sobre todo para los líderes del movimiento Humanos Primeros y Últimos. — Él miró
a Vlad, con los ojos llenos de una desconcertante simpatía—. Esas chicas... La mayoría no son como
vuestra Meg. Al menos, no las que ya son adictas al corte. Ellas no quieren el reto de tener una vida.
Muchas han encontrado otra manera de ser protegidas.

—¿Prostitución?— Preguntó Burke, su voz desprovista de emoción.

—Algo por el estilo. Algunos establecimientos experimentales han surgido en Toland. O,
mejor dicho, los mismos establecimientos ahora se llaman a sí mismos por un nombre diferente. Las
profetas de la sangre cobran por cada corte. Ellas son mimadas, consentidas, y no esperan nada,
siempre y cuando puedan pagar por la atención que reciben.

—Pero siguen siendo utilizadas,— Monty protestó.

—Una chica ofrece el servicio demandado, y recibe un pagó, por lo ofrecido, — dijo Stavros
—. No hay coacción, no se habla de propiedad, benevolente o de otra cosa por el estilo. La transición
se hizo tan bien, y tan rápidamente que sospechamos que los hombres que dirigen los
establecimientos estaban advertidos de que esto podría suceder, incluso si no sabían bien qué iba a
iniciar la cadena de acontecimientos. — Hizo una pausa—. Las jóvenes en esos establecimientos...
Estar allí es su elección, y ya que están en la tierra que se encuentra actualmente bajo el control
humano, no interferiremos. Pero las chicas que fueron empaquetadas como carga... Los humanos no
tienen ni voz ni voto cuando entran en el dominio de Océano.

Después de un silencio incómodo, Burke dijo:
—¿Cuándo encallará ese buque, y qué se supone que mi primo debe hacer con las chicas?

—Eso es algo que los humanos en Brittania deben decidir, — dijo Stavros—. Pero el mensaje
que se me pidió transmitir es este: Océano no estará complacida con los humanos de Brittania si esas
chicas terminan en el Bloque Romano.


* * *


Vlad escuchaba mientras Elliot escoltaba a Burke y Montgomery fuera del consulado. Luego se
volvió hacia Stavros, quien dijo:
—¿Crees que tus agentes de policía comprenden el significado de que los Terráneos no
atraquen sus barcos en Toland?

—Montgomery está pensando en su hija y en mantenerla a salvo, lo que es justo, pero creo que
Burke va a entender al tiempo, — respondió Vlad. El centro de comercio de Thaisia podría
desaparecer durante la noche si un Elemental como Océano desataba su ira sobre Toland.

—Hay susurros alrededor de los muelles, — dijo Stavros—. Thaisia no es la única tierra que
enfrenta la escasez. Muchas cosas escasean en el Bloque Romano también. Especialmente los
alimentos.

—Una bolsa de piedras preciosas podría haber comprado un montón de trigo y maíz. Me
pregunto si la escasez en Thaisia desaparecerá ahora que las joyas reales se almacenan en las
Cámaras.

Stavros dio Vlad una sonrisa brillante.
—¿Sabes lo que me pregunto? ¿Cuántas toneladas de trigo y maíz el movimiento HPU podrá
comprar con una bolsa llena de cristales de colores?


* * *


Meg miró el sobre, tomó el sobre. Olfateó el sobre.

—No huele como una granja, — murmuró.

Abrió el sobre con cuidado para evitar cortarse con el papel, sacó la única hoja de papel.

Querida Meg:

Traté de escribirte un par de cartas desde que llegué a Isla Grande, pero no podía escribirlas,
no podía enviarlas. Siento como si el llegar aquí se hubiera tragado mi capacidad de hacer cualquier
cosa.

Es tan difícil vivir fuera del recinto. No recuerdo que fuera tan difícil. Te envié esto, así que
seguro que estoy mejor. Ahora no estoy segura de nada. Algunas mañanas Lorna Gardner me trae la
comida porque no puedo afrontar incluso la vida sencilla y a la gente más allá de las paredes de la
casa de invitados.

Algunas noches me acuerdo de las cosas que he visto en las profecías cuando me usaban para
hacer Repasado al lobo. Cosas terribles.

Algunas noches me pregunto si empecé lo que va a pasar al ayudarte a escapar. Pero esta
mañana, me las arreglé para salir a la calle y ver salir el sol, y me pregunté si, ayudándote, hice lo
único que podría salvar a algunos humanos de lo que viene.

Cuídate, Meg.

Tu amiga,

Jean

Meg leyó la carta dos veces, luego la devolvió a su sobre y lo guardó en el cajón donde
guardaba el cuaderno que sostenía sus listas. Sacó las cinco postales que había conseguido en Las
Tres P, las puso sobre el mostrador y estudió las imágenes.

¿Las rocas rojas, la meseta? No. Demasiado diferente y fuera de su alcance.

¿Las imágenes de Saltos de Talulah? También fuera de su alcance.

Ella miró la foto de los ciervos medio cubiertos por la niebla. La dio vuelta y tomó un
bolígrafo.


Querida Jean:

He visto a un ciervo. He acariciado a un poni. Ayudé a plantar una huerta. He olido la tierra y
la sentí en mis manos. Tú viste salir el sol. Estas cosas son por las que vale la pena luchar para vivir
afuera.

Tu amiga,

Meg.



Simon:

¿Pueden las cs ver visiones sin cortarse? La chica con
cicatrices dibujó una canción de los Lobos, por eso
preguntó. Pregúntale a tu Meg qué juguetes seguros podemos
darle a la chica. Le compramos papel de dibujo y muchos
lápices de colores. Ella no se ha cortado desde que está
aquí.

Jackson


Jackson:

Meg dice que es probable lo de las visiones. A las CS no se
les dio la oportunidad de probar nada, además de cortarlas.
Tu chica puede ser el hallazgo de un nuevo camino. Los
libros son buenos juguetes. Dale fotos a la muchacha de la
tierra de los asentamiento y sus alrededores. Eso le ayudará
cuando esté lista para salir a la calle.

Simon



N:

El barco se salió de curso durante la tormenta. No se
encontró nada. El Barco, la mercancía, y todos los
tripulantes se han declarado perdidos.

Padre


Douglas:

La mitad de los regalos de las "Tiítas" llegaron
irreparablemente rotos. Voy a tomar el siguiente barco a
Thaisia para discutirlo contigo en persona.

Shady


Capítulo 40


Windsday 16 de Maius

En la tarde de Windsday, Steve Barquero y Roger Czerneda se detuvieron frente a una de las
casas adosadas en la Comunidad River Road. Cuando salió del coche y esperó a Roger, Steve vio las
seis columnas de humo que se reunieron cerca de una de las casas más alejadas de la entrada a la
comunidad.

Él levantó la mano en señal de saludo. La única respuesta de los Sanguinati fue cambiar a forma
humana, cuatro hombres y dos mujeres.

Steve no reconoció a ninguno de ellos, no estaba seguro de cuanto contacto habían tenido con
humanos. Más allá de eso, desde lejos de todos modos, parecían adolescentes humanos, pero verse
humanos y ser capaces de actuar como humanos eran cosas muy diferentes. Aunque que los
Sanguinati en Lakeside habían dejado claro que los residentes de Desembarco del Ferry no debían ser
dañados, era obvio para él que seis contra dos no eran buenas probabilidades, sobre todo si los
vampiros estaban hambrientos y dispuestos a pasar por alto su promesa de comportarse.

Oyó un graznido y sintió que la tensión en sus hombros se alivió un poco. Los Crowgard. Él y
Roger no estaban solos con los Sanguinati. Luego consideró la tensión de advertencia entre los
omóplatos y deseó que sólo estuvieran con los vampiros y los Cuervos.

Cuando Steve bajó la mano, uno de los varones Sanguinati levantó una mano, imitando el
saludo.

Con tal reconocimiento, Steve se volvió a Roger y le dijo:
—¿Qué piensas?

Roger estudió la casa.
—¿Si creo que podría vivir en una de estas casas? ¿Si creo que es una buena idea tener una
comunidad que incluya Intuyes sacando adelante pequeñas granjas y negocios, y Terráneos haciendo
lo que solo los dioses saben que constituye su contribución? ¿O sí creo que Simon Wolfgard está un
poco loco al proponer esto en primer lugar?

—No es una locura, —Steve respondió—. Está implementando un montón de nuevas ideas en
un lapso muy corto de tiempo, y creo que él sabe que se está moviendo un poco demasiado rápido.
Pero creo que está presionando para sacar adelante esta comunidad y los cambios que empezó en el
Courtyard de Lakeside porque está preocupado. ¿Pero de qué?... un par de cientos de Terráneos en el
Courtyard de Lakeside rodeados de doscientos mil seres humanos. Si las cosas dan un vuelco y se
salen de control en la ciudad, me gustaría tener algún tipo de vía de escape para mi gente, ¿no?

—Sí, es cierto, — dijo Roger en voz baja—. Y yo sé de primera mano lo que puede suceder
cuando las cosas se salen fuera de control.

Steve maldijo.
—Lo Siento. No pensé en Jerzy.

—Ese fue un caso de una aldea controlada por humanos, rodeada de millas de territorio salvaje
controlada por los Otros, y los humanos comenzaron el conflicto. No hace que el resultado sea más
fácil de aceptar. — Roger estudió a Steve—. ¿Tienes un presentimiento sobre todo esto?

Ah, sí, tenía un presentimiento. La piel entre los omóplatos se había retorcido y tironeaba desde
que llegaron allí.

—¿Acerca de la comunidad? Sí. Pero en este momento, tengo la sensación de que estamos
siendo observados, — dijo Steve en voz baja.

Roger asintió.
—Por más que vampiros y Cuervos. Sí. Me siento como si tuviera un blanco pintado en la
espalda.

Steve miró a su alrededor y no vio nada inusual. No veía nada, en realidad. Los Sanguinati
habían desaparecido y los Cuervos estaban en silencio.

—Cuando yo era niño, Douglas Burke vino de visita durante un par de semanas, —dijo Roger
—. Es un viejo amigo de mi padre.

—Me di cuenta de ello, dado que hizo los arreglos para que nosotros te contratáramos.

Roger mantuvo sus ojos en las casas en frente de ellos.
—¿Sabes que los hombres cuentan historias sobre sus vidas cuando todo el mundo está fuera
haciendo algo, y simplemente están ellos y sus recuerdos? Ellos saben cuando un niño se cuela para
escuchar, pero fingen que no lo hacen, y cuentan el tipo de historias que las madres no querrían que
un niño escuchara.

Steve sonrió.
—Los Intuye tienen una tradición de invierno llamada "La Noche de Yo Recuerdo" cuando los
abuelos y abuelas hablan de cómo eran las cosas cuando eran jóvenes. El mismo tipo de cosas. El
conocimiento pasa a lo largo de los recuerdos. Los niños no son invitados, pero nadie te echa si te
escabulles de la habitación y te quedas en silencio.

—El tío Doug habló un poco acerca de su tiempo como un joven oficial de policía, sirviendo
en los asentamientos humanos rodeados por el país salvaje. Recuerdo que dijo que hay un
amortiguador entre la tierra de los Terráneos que separa los lugares humanos del país salvaje, y que
muy pocos humanos han visto alguna vez el verdadero país salvaje y sobrevivido.

—Ming me dijo una vez que no hay un país salvaje en la Isla Grande. La mayor parte de la isla
es tierra virgen que pertenece a los Otros, pero todos los Terráneos son conscientes de nosotros, e
incluso los que no interactúan con nosotros participan directamente en la caza o la cosecha que
beneficia a ambas partes.

—Intermediarios, como los Otros que viven en los Courtyard. — Roger hizo una pausa—.
Nunca he olvidado algo que dijo el tío Doug durante esa visita. Dijo que los humanos sólo pensaban
en el país salvaje en términos de tierra sin cultivar y que está alejada de los poblados humanos. Pero
cuando los Otros hablan de el país salvaje, están hablando de los que viven en la tierra, así como de la
tierra misma. Dijo que la gente piensa que el amortiguador entre la tierra humana y el país salvaje
siempre se mide en millas, pero a veces el amortiguador entre el uno y el otro se puede medir en
yardas, y es cuando esa verdad se ignora, que la gente muere y los lugares humanos desaparecen.

Steve asintió.
—Eso encaja con lo que he observado sobre los Otros. Creo que hay niveles de nativos de la
tierra. El primer nivel es el que se ocupa de nosotros. Cuando nuestros antepasados llegaron a este
continente, los nativos de la tierra nos miraron y vieron habilidades que deseaban adquirir. Tal vez ya
usaban herramientas simples y vieron las nuestras como una mejora de lo que tenían. Claro, los
humanos eran invasores que eran tanto depredadores rivales como una nueva fuente de alimentación,
pero vivían en manadas y se entendieron en algún grado. Y algunos de los Terráneos fueron lo
suficientemente curiosos o lo suficientemente comprometidos con su propia especie, para
estudiarnos, para ser... contaminados...con nuestra forma y algunos de los comportamientos que nos
hacen humanos.

—En el segundo nivel están los nativos de la tierra que habitan en el territorio amortiguador y
en el borde del país salvaje y tienen las mismas formas que los que habitan en los Courtyard. Tal vez
puedan adoptar una forma humana lo suficiente como para usar nuestras herramientas, y les gusta
algunas de las cosas que los humanos hacemos. Así que talán algunos árboles en su territorio con el
fin de hacer papel para los libros, y permiten algunas minas de carbón, oro y plata y todo lo que
podría estar en su tierra. Algo al menos. Y por lo general no tratan directamente con los humanos;
ellos tratan con el primer nivel de Terráneos.

—¿Y el tercer nivel?— Preguntó Roger.

—El tercer nivel no ha sido tocado por los humanos de ninguna manera, y vive en la tierra que
se considera el verdadero país salvaje; que ocupa la mayor parte de Thaisia. Estos nativos de la tierra
no nos quieren aquí, nunca nos han querido aquí. Mientras no atraigamos demasiado la atención
sobre nosotros mismos, siempre y cuando no seamos una amenaza para su propia especie, vamos a
ser tolerados. Pero cuando decidan que ya no nos van a tolerar... —Steve se estremeció.

Roger miró a Steve.
—¿Eso es lo que sientes? ¿Qué tercer nivel de nativos de la tierra está ahí afuera
observándonos?

—Ya lo creo. No pienso que a Simon Wolfgard le guste o confíe en la mayoría de los humanos.
Si yo fuera un Lobo, supongo que me sentiría de la misma manera. Y hace seis meses, no le habría
importado si se despertaba una mañana y todos los humanos hubieran desaparecido. Ahora tiene un
interés personal en que algunos humanos sobrevivan, y tenemos que ayudarle a creer que debemos
estar entre esos humanos.

—Dioses encima y por debajo, — Roger exhaló—. ¿Es por eso que los nativos de la tierra
están aquí? ¿Para vigilarnos?

—No, — Steve respondió lentamente, guiado por los presentimientos—. Ellos no están
interesados en nosotros. Si crees en algunas de las viejas historias, los nativos de la tierra han
existido de una forma u otra desde el principio del mundo. Ellos fueron los principales depredadores
entonces y son los principales depredadores ahora, porque cambian a medida que el mundo cambia,
absorbiendo las cualidades de las nuevas especies depredadoras sin perder la esencia de lo que son.
— La certeza se instaló entre sus omóplatos—. Ellos no están aquí porque sientan curiosidad acerca
de una especie que no es parte de su propia clase. Sienten curiosidad en Simon Wolfgard y en lo que
está tratando de hacer aquí y en el Courtyard de Lakeside.

—¿Por qué están preguntándose si representa la próxima adaptación de los Terráneos? —
Preguntó Roger—. ¿Un Lobo que puede tomar el lugar de un humano, pero aún sigue siendo un
Lobo?

Steve miró alrededor de la comunidad, las casas y las tierras más allá de estas.

—Hay más tormentas en camino. Grandes tormentas. Malas Tormentas. Tenemos que hacer que
este lugar funcione. Tenemos que demostrar a los Terráneos que podemos compartir el trabajo y el
mundo de forma pacífica. Y eso es un presentimiento.

Roger no dijo nada. Luego asintió.
—Estoy dentro. — Señaló a la casa—. Me gustaría echar un vistazo dentro de una.

—Entonces vamos a echar un buen vistazo antes de regresar a Desembarco del Ferry y armar
una propuesta de lo que necesitaría una comunidad para ser autosuficiente.

Capítulo 41


Thaisday 17 de Maius

Simon abrió la puerta a una de las habitaciones de arriba de la Oficina del Enlace, luego dio un
paso a un lado para dejar que Pete Denby entrara primero. El hombre quería tener una pequeña
guarida en la que trabajar. Después de algunas reflexiones y discusiones entre los miembros de la
Asociación Empresarial, se decidió que una oficina arriba una oficina tenía sentido, siempre y
cuando los clientes de Denby fueran lo suficientemente jóvenes y saludables para subir las escaleras.

—¿Quiero saber para que se usaba está habitación? — Pete preguntó mientras miraba a su
alrededor.

—Era usada para el sexo. — Simon pensó que era obvio desde el mueble principal era una
cama, pero los humanos no siempre veían, ni olían, lo obvio.

—Escuche que había habitaciones arriba del centro social para eso.

—Sí, pero estas son... —Simon frunció el ceño, sin saber cómo explicar la diferencia.

—¿Suites ejecutivas? — Pete no olfateó todo como un Lobo lo haría, pero estaba mirando cada
rincón de la habitación.

Simon asintió.
—Más privada. Pero no se han usado mucho, y no necesitamos ambas habitaciones para el sexo
más. — En realidad, no podía recordar un momento en que las dos habitaciones habían sido usadas
en la misma noche.

Pete lo miró pero no dijo nada. En cambio, registró el baño, incluso tiró de la cadena y abrió el
grifo del agua en el lavabo y la ducha, antes de ir a las ventanas que daban a la zona de entrega y a la
entrada de la calle Principal.

—¿No tienen ningún espacio de oficinas en la Plaza Comercial?

—Tenemos algunos, pero aquí podrás tener clientes humanos que no estén conectados al
Courtyard.

—Eres optimista.

—¿Por qué?

Pete sacudió la cabeza y sonrió de una manera que le hizo a Simon creer que el hombre había
probado algo amargo.

—Me gustaría poner una nueva capa de pintura en las paredes, y voy a tener que sustituir el
mobiliario que está aquí con mobiliario de oficina,—dijo Pete mientras giraba en un círculo lento—.
También me gustaría hacer alguna división de algún tipo para crear un área de recepción y una
oficina privada.

—Podemos mover estas cosas y guardarlas. El consulado puede que tenga algún escritorio y
otras cosas que puedas usar. Tendrás que comprar archivadores para tus papeles, pero puedes
encontrar humanos u Otros que puedan ayudar a construir un muro.

—Lo agradecería. Me gustaría que Eva le eche un vistazo a este espacio. Ella y algunas de las
chicas están ayudando a la señora Tremaine esta mañana.

—¿Tremaine?

—La mujer que vendió el dúplex. Va a dejar algunos de los muebles, y una o dos piezas podrían
adaptarse para una oficina. Y hablando de casas, creo que el dueño de los dos edificios de
apartamentos estará aceptando tu oferta dentro de un día o dos. Eva dijo que él y el representante
inmobiliario tenían un par de personas mirando ayer, y estaban hablando que como la propiedad
sería un buen ingreso.

—Eva debe tener un buen oído.

Pete se rió.
—No es tan bueno como el de los Cuervos encaramados en el techo, pero las ventanas de la
casa de la señora Tremaine estaban abiertas y el propietario del apartamento no hablaba en voz baja.
De todos modos, los posibles compradores estaban entusiasmados con la cafetería, una librería y un
gimnasio al otro lado de la calle, y la conveniencia de un parque cerca. Sin duda, un punto de venta
para inquilinos con niños. Justo entonces los Lobos comenzaron a aullar y los posibles compradores
se dieron cuenta de que estaban pegados al Courtyard.

—Eso explica por qué Jake Crowgard pidió a los Lobos a aullar, — dijo Simon.

—Me llamó el representante de bienes raíces un poco más tarde y le recordé que había una
oferta sobre la mesa por el precio de venta de ambos edificios, y que mi cliente pagaría en efectivo.
Creo que voy a conseguir una llamada muy pronto. No vamos a ser capaces de cerrar a finales del
mes con esos dos edificios, pero seremos capaces de tomar posesión del dúplex para entonces.

—Bien. Eva puede decidir que guarida quiere. Ruthie puede tener la otra.

—¿Qué pasa con el Teniente Montgomery y Lizzy? — Preguntó Pete—. Ellos no pueden
quedarse a vivir en el monoambiente.

No había pensado en que ellos se quedarían allí. Pero ninguno de los humanos parecía ansioso
por sacar a la Lizzy fuera del Courtyard.

—¿Por qué la Lizzy no está segura ahora?

Pete enumeró las razones con sus dedos.
—Oyó algo, vio algo, sabe algo que puede implicar a la persona que asesinó a su madre.

Simon resopló.
—Ella estaba en un urinario ensañando a Oso Boo cómo hacer caca en el inodoro. Luego se fue
al tren, lo que se suponía que debía haber hecho, y regreso a buscar a su madre, algo que no tenía que
haber hecho. — Esa última parte podría haber ocasionado la muerte de la cachorra—. Y ella es
chiquita, incluso más bajita que Meg. ¿Qué podía haber visto con todos esos humanos abarrotados
con prisas para coger sus trenes?

—Probablemente tengas razón de que Lizzy esté a salvo.— A pesar de decir las palabras, Pete
no sonaba como si realmente creyera eso. Luego agregó—: Sin embargo, he oído que Celia Borden
puede impugnar derecho de custodia de Monty. Y a veces, cuando hay una pelea como esta, una de las
partes puede contratar a alguien para arrebatar al niño del padre que tiene la custodia.

Simon se puso rígido.
—¿Esa mujer robaría a la cachorra de su manada?

Pete vaciló.
—No estoy diciendo que Celia Borden lo vaya a intentar, pero hay que admitir, que tienen una
excelente seguridad aquí, que es algo que estoy seguro de que el Teniente Montgomery valora en este
momento.

Lo que tenían era un montón de dientes afilados y el gusto por la carne especial.

Probablemente era mejor no hablar de eso.

Tendría que hablar con los otros miembros de la Asociación Empresarial para resolver donde
el Teniente Montgomery y su cachorra podrían vivir, -temporalmente-. Él y el resto de los residentes
no estaban dispuestos a dejar que los humanos vivan en el Courtyard fuera de la zona designada para
los negocios.

Excepto Meg.

—Toma. — Simon le tendió una llave—. Esta abre la puerta exterior y las dos puertas de arriba.

Pete guardó la llave.
—Gracias. —Él vaciló—. ¿Desearías no haber empezado esto, no haber cambiado la dinámica
entre los Otros y los humanos?

Eso era un poco como desear haber tomado otro camino a través de los árboles y el ciervo
atrapado en lugar de tomar una caída y aterrizar en un arroyo. No había querido quedar enredado con
los humanos, pero las decisiones que tomó, ahora seguían enfocadas en beneficiar a los Terráneos, y
a Meg, en primer lugar.

No creía que Pete quería escuchar eso. Aún así, era mejor si el humano lo entendiera ahora.

—Algunos de ustedes han llegado a ser como los Intuye, son considerados no comestibles, ya
que han hecho un pacto con los Terráneos que beneficiará a ambas partes. — Miró a Pete y dejó que
una pisca del Lobo se mostrara a través de la forma humana—. Pero la mayoría de los humanos son
carne inteligente. También son depredadores que vinieron a nuestra tierra y se mantienen tratando de
invadir nuestro territorio. No vamos a permitirlo. Nunca lo haremos. Eso es algo que los humanos
tienden a olvidar.


* * *


Vlad empujó su silla hacia atrás cuando Merri Lee, Ruthie, Theral, y Eva Denby entraron en la
oficina del ABL y se alinearon en el otro lado de la mesa.

—Si esta es otra intervención de chicas, vayan a hablar con Simon,— dijo—. Si se trata de Meg
y Simon, dejen que lo resuelvan por sí mismos. — La última vez que los Peluches explosivos se
agruparon para encararlo por una de estas intervenciones, el tema fue el sexo y el resultado fue todo
tipo de confusiones.

—Nada que ver con Meg o Simon, — dijo Merri Lee.

—Tiene más que ver con muebles, — dijo Eva Denby.

—Y de los Cuervos, — agregó Ruthie.

Theral simplemente le sonrió, como si dijera: no necesitas ninguna otra información.

Ojalá fuera cierto.

—Las escucho. — Vlad no vio ninguna manera de salir de esto sin causar más problemas.

—Estábamos ayudando a la señora Tremaine a empacar algunas de sus cosas, y nos dijo que
era una lástima que no hubiera tiempo para una venta de garaje para que pudiera vender lo que no iba
a llevarse, — dijo Eva.

—Y entonces me dije que tal vez a los Crowgard les gustaría echar un vistazo, ya que no van a
salir más a buscar tesoros, — dijo Merri Lee.

—Y eso me hizo pensar en la feria que abre los fines de semana, — dijo Ruthie—. Cuando hay
buen tiempo, algunas de las mesas están al aire libre, pero la mayoría de las mesas están en un gran
edificio que se alquila para diferentes eventos. Y también hay una feria de verduras al aire libre
durante el verano. De todos modos, algunas personas venden artículos de artesanía y otras personas
venden artículos para el hogar y cosas que recogen de ferias ambulantes y de puestos fijos. Karl y yo
vamos a echar un vistazo este fin de semana. Y pensé que, siempre y cuando los comerciantes estén de
acuerdo, podría ser una excursión divertida para algunos de los Cuervos. Quizás Jenni y sus
hermanas podrán ser las compradoras designadas, y el resto de los Crowgard podrán comprar los
artículos en Chucherías y brillantes o alguna otra tienda en la Plaza Comercial.

—Así que quieren llevar a los Cuervos a una excursión a un lugar que tiene un montón de
pequeñas cosas que pueden comprar, — dijo Vlad. Estudió a cada mujer por turnos. Sus ojos
brillaban de emoción, pero ninguna de ellas parecía padecer de locura

—Sí. Pero queríamos consultarlo antes de mencionárselo a Jenni, — dijo Ruthie.

La idea le inquietaba. Un montón de humanos en el mismo lugar con un pequeño grupo de
Terráneos, nunca era una buena combinación. Por los acuerdos con los gobiernos humanos, los
Otros tenían derecho a asistir a cualquier evento público. Pero la experiencia les había enseñado que
no era seguro asistir a una escuela humana, o ir a un concierto, o ver una obra de teatro o un evento
deportivo.

—Suena como un lugar donde habría una gran cantidad de humanos dando vueltas.

—No tanta gente como habría en un buen día, si llueve, — dijo Ruthie—. Y Karl y yo
hablaríamos con los comerciantes antes.

Los otros clientes eran más preocupantes que los comerciantes. Por otra parte, los Cuervos
había estado actuando apagados desde que dejaron de salir en su búsqueda del tesoro en la basura. Tal
vez una breve visita a esta feria sería lo suficientemente seguro, si fueran allí y se retirarán antes de
que demasiados humanos los notaran.

—No veo un problema con que ustedes y los Cuervos crucen la calle para comprar lo que la
señora Tremaine no quiere. En cuanto a ir a la feria, voy a hablar con Simon y Henry. Ver que opinan
antes. — Tomó un bolígrafo y movió un par de papeles sobre el escritorio. Había visto a un humano
en una película hacer eso como una manera de terminar una reunión. Al parecer, las hembras no
habían visto esa película—. ¿Ninguna tiene trabajo que hacer?

Ellas le sonrieron antes de enfilar hacia la puerta.

Vlad las vio irse, aliviado de no tener que tomar esta decisión por su cuenta.

Una manada de hembras humanas y algunos Cuervos en un edificio lleno de cosas para
comprar.

Él se echó hacia atrás y suspiró.
—Y los humanos piensan que los vampiros dan miedo.



Douglas:

Viaje retrasado. Problemas en el trabajo. Conexiones de
ultramar erráticas debido a tormentas en el Atlántik. Si es
posible, llamaré. Las Tías solicitan manual de instrucciones
para los regalos que enviaste.

Shady


Shady:

Primera parte del manual de instrucciones va en camino.
Esperare a la información sobre tus planes de viaje.

Douglas


Capítulo 42


Firesday 18 de Maius

Al escuchar la radio en la cafetería de la estación, y al darse cuenta de que escuchaba porque
todo el mundo había dejado de hablar para escuchar, Monty se detuvo en la puerta.

"...no podemos ignorar la difícil situación de estas niñas que, después de haber sido expulsadas
de recintos diseñados para sus necesidades especiales, ahora son incapaces de hacer frente a sus
vidas y están en riesgo debido a la conducta insensible de los Otros hacia los humanos en general y
hacia estas niñas en particular. Por lo tanto, la gente del Bloque Romano han abierto sus casas y sus
corazones a estas niñas y harán todo lo posible para dar a las niñas la atención que necesitan".

—Nicholas Scratch realizó este apasionado discurso en el puerto Toland cuando 30
adolescentes en riesgo, fueron escoltadas a un barco de pasajeros conocido como Ocean Greyhound.
Estos barcos son las embarcaciones más rápidas de alto calado que existen, y el capitán dijo a los
periodistas, que confía en que su nave será capaz de correr más rápido que cualquiera de las
tormentas que han sido responsables de la pérdida de varios buques mercantes en los últimos días.

Varios hombres se dieron cuenta de que Monty estaba de pie en la puerta de la cafetería, pero
sólo Louis Gresh fue a hablar con él.

—Escuché el informe anterior, — dijo Louis—. Un gran teatro con Scratch y el alcalde de
Toland haciendo discursos. Las chicas no estaban disponibles para hacer comentarios, pero el
reportero las describió como que caminaban tranquilamente por la pasarela y saludaban a todo el
mundo una vez que estuvieron a bordo.

—Me pregunto cuan pesadamente fueron sedadas las niñas para poder hacer frente a ese gran
estímulo, — dijo Monty en voz baja—. Y me pregunto si estas chicas son tan valiosas, o si alguien
decidió cambiar de táctica después de que el contrabando de Casandras de sangre de Thaisia no
funcionó.

Louis frunció el ceño.
—¿Repítelo?

No debería haberlo dicho la primera vez. Pero Louis estaba en lista corta de Burke de las
personas en las que se podía confiar tales secretos. Él estaba en la lista de Monty también, ya que
había trabajado con Monty y Burke para ayudar a los Otros a encontrar al Controlador.

—Algunas chicas fueron sacadas de contrabando como carga. La nave perdió el rumbo en una
tormenta y se perdió. No hay rastro de ella.

—¿Esa es la versión oficial? — Preguntó Louis.

Monty asintió.
—Se hicieron arreglos para recoger la carga. — Se sintió aliviado cuando Louis no le
preguntó acerca de la tripulación del buque.

—Si los Otros no quieren que ninguna de esas chicas vayan al Bloque Romano, ¿qué diferencia
hará el que Scratch haga tal escándalo por este viaje en todo los medios de comunicación?

—¿Para los Terráneos? Ninguna en absoluto. Pero va a dar a Scratch más munición para usar
en su discurso de humanos-contra-Otros, cuando los Terráneos que habitan en el agua hundan el
barco. — Monty sostuvo el periódico doblado en un pequeño artículo en el interior—. Tengo otra
cosa que hablar con el Capitán esta mañana.

—Monty. ¿De verdad crees que los Otros hundirán ese barco, sabiendo que esas chicas están a
bordo? — preguntó Louis.

—Ellos pueden tratar de salvar a las chicas, pero incluso si no pueden, ese barco no alcanzará
el Bloque Romano. Los Sharkgard y la Elemental conocida como Océano se asegurará de ello.

Monty se acercó a la oficina de Burke. Al ver a su Capitán en el teléfono, dudó en la puerta
hasta que Burke le hizo un gesto para que entrara.

—Tienes el oso, — dijo Burke. Sostuvo el teléfono alejado de su oído lo suficiente para que
Monty reconociera la voz airada de Felix Scaffoldon pero no podía distinguir las palabras. Cuando
los gritos comenzaron a relajarse, Burke se acercó el teléfono a la oreja de nuevo y dijo—: ¿Qué
joyas? — Sostuvo el teléfono alejado de su oreja durante un minuto antes de responder—. Así que el
oso tenía un compartimiento secreto donde una niña podía esconder lo que sea que las niñas
escondan. Sé feliz por haber encontrado algunos trozos de vidrios de colores. Si el oso hubiera
pertenecido a un niño, es posible que hubieras encontrado un par de rocas y una rana disecada. No...
No, no estoy tratando de fastidiarte. Te estoy diciendo que nadie nos pidió buscar ninguna cosa dentro
del oso, así que no indagamos ¿Por qué esperabas encontrar algo? — Él asintió con la cabeza
mientras escuchaba—. ¿Ya enserio? ¿Crees que el asesinato fue un resultado de una disputa entre
ladrones? Pensé que los Crowgard había sido acusados de... Ah. Puede ser que estén traficando con
las joyas robadas. Bueno, si los robos se están llevando a cabo por humanos, el hermano sería el
cómplice más probable, aunque los robos no comenzaron hasta...

Burke miró el teléfono.
—Vaya Scaffoldon colgó. —Él se echó hacia atrás en su silla, su sonrisa mucho más feroz que
cordial—. Siéntese, Teniente. Vamos a hablar de Elayne Borden.

Monty se sentó, el diario en su regazo.
—¿Qué hay para decir?— Él pensó en la parte de la conversación telefónica que había oído—.
¿Scaffoldon encontró las joyas sustitutas?

—Sí. Quedó bastante molesto. Ahora, la teoría es que Elayne Borden estaba ocultando las joyas
robadas del ladrón -aún desconocido- y trató de huir con todo el botín en lugar de sólo su parte.

—Si sigue soltando teorías, va a quedar como un tonto, — dijo Monty.

—Bueno, él no puede venir y simplemente decir que los mimados de la sociedad de Toland
dieron sus joyas a Nicholas Scratch para ayudar a financiar al movimiento HPU, pero que estos
denunciaron que la joyería fue robada con el fin de cobrar el seguro. Pero las piedras se han ido
porque alguien las puso en el oso y el oso terminó en Lakeside con Lizzy, y eso significa que Scratch
no tiene la fortuna que esperaba.

»—Y eso nos lleva de nuevo a Elayne Borden,— Burke continuó—. ¿Cómo una mujer pasa de
ser la amante de un policía caído en desgracia, a amante de una figura pública como Nicholas
Scratch?

—He pensado en eso desde que me enteré de la asociación de Elayne con Scratch,— respondió
Monty—. Elayne, o debería decir la madre de Elayne, siempre estaba obsesionada con el estatus
social, pero su familia no tiene el dinero o la influencia que quieren creer que tienen.

—Pero tienen, o tenían, algo que quería Scratch, — Burke argumentó—. Ellos le
proporcionaron algún tipo de conexión. De lo contrario, ¿por qué iba involucrarse con Elayne o su
familia?

¿Por qué lo haría? Monty pensó.
—Así que alguien ha decidido que si Elayne no tenía las joyas con ella en la estación de tren,
entonces, Lizzy las tiene. ¿Por qué no asumen que estaban escondidas en el apartamento y que las
dejaron allí? — Monty hizo una pausa y luego respondió a su propia pregunta—. Debido a que el
apartamento fue registrado incluso antes de que la policía se involucrara. Ya fuera que Elayne
estuviera involucrada con la adquisición de las joyas o que las hubiera encontrado y se dio cuenta de
en que estaba metida, sabía demasiado y salió huyendo. Por lo tanto, era un problema.

—Alguien sabía dónde se suponía que las gemas estaban, y enviaron a Scaffoldon a buscarlas.
No es probable que él piense que Lizzy todavía las tiene. Si tiene que creer en algo, será en que
encontré las joyas y me las quede. — Burke sonrió—. Yo no lo hice, pero podría haberlas escondido
en la caja de pruebas o en un cajón de escritorio. — La sonrisa se desvaneció—. Dicho esto, creo que
sería una buena idea que Lizzy permaneciera en el Courtyard a menos que este con usted. Ahora, ¿qué
quería decirme?

Sacándose de la mente a Elayne, y sintiendo que había olvidado algo, Monty dejó el periódico
sobre la mesa y señaló un artículo sobre una mujer que murió en un ataque al azar, cuando salió de
compras con su familia.

—¿Heather Houghton? — Dijo Burke.

—Ella trabajó en Aullidos, Buena Lectura. Renunció el mes pasado después de que Meg
Corbyn... — La garganta de Monty se apretó.

—¿La Sra. Corbyn vio esto?

—Vi algo. Meg lee el Lakeside Noticias. No sé si alguien más en el Courtyard lo hace.

—Debe hacer que Simon Wolfgard esté al tanto. — Burke suspiró—. Es tan seductoramente
fácil pensar que el uso de los pronunciamientos de las Casandra de sangre, hará que las cosas malas
se vayan, que vamos a estar prevenidos de cualquier cosa y evitaremos estar en el lugar equivocado
en el momento equivocado. Pero no siempre es cierto.

—No señor. No siempre es cierto.

Monty se reunió con Kowalski en el estacionamiento. El joven miró el periódico, luego se
metió en el coche, sin decir nada.

—¿Viste el artículo? — Preguntó Monty.

Kowalski asintió.
—La familia de Heather había estado presionándola para que dejara su trabajo, habían
amenazado con renegar de ella si no renunciaba. Si todavía hubiera estado trabajando en Aullidos,
Buena Lectura no habría estado en esa tienda, y todavía estaría viva.

—Eso no lo sabes, — dijo Monty suavemente. Dado que Kowalski estaba sintiendo el mismo
tipo de presión de su propia familia para que se distancie de los Otros, Monty no ofreció ningún
cliché. Pero se preguntó exactamente lo que se dijo antes de que Meg viera esa visión.


Capítulo 43


Firesday 18 de Maius

Al menos ella había dejado de llorar.

A Simon no le importaba cuando Meg lloraba sobre él durante una película. Bueno, le
importaba pero aceptaba que eso era típico de las hembras humanas, y ella se sacudía los malos
sentimientos una vez que la película terminaba. Pero esto era algo más, un dolor más profundo, como
si se hubiera tragado una astilla de hueso que le desgarraba su interior.

—Es mi culpa, — dijo.

Había perdido la cuenta del número de veces que había dicho eso desde que Nathan aulló
contando que algo andaba mal con Meg.

—¿Cómo puede ser tu culpa? No estabas. No hiciste daño a Heather.

—Le di el consejo equivocado, le dije las cosas mal, — gritó Meg—. Es por eso que ella
murió.

—Ella murió porque un humano se volvió rabioso y atacó a otros humanos que estaban de
compras en esa tienda. — ¿Alguien le habría suministrado una dosis de Repasando al lobo? Algo
para preguntarle al Teniente Montgomery.

—Ese día estábamos todos haciendo la investigación para localizar el recinto donde me tenían
recluida, Heather estaba molesta porque su familia iba a renegar de ella, si continuaba trabajando en
Aullidos, Buena Lectura. Recuerdo que pensé: ¿Qué pasará con Heather si toma la decisión
equivocada? Debo haber golpeado mi mano, al mismo tiempo que estaba pensando, porque tuve una
visión sobre Heather. Había revistas esparcidas a su alrededor, cubiertas de sangre. Vi una fecha. No
es la edición actual. — Ella frunció el ceño—. Ni siquiera el año en curso. Pero lo que yo vi tenía que
estar equivocado. Debo haber mezclado los números.

—¿Es todo lo que viste? ¿Revistas esparcidas alrededor de Heather?

—Tú vendes algunas revistas en ABL, así que pensé... Había tanta sangre, pensé que significaba
que iba a morir en la tienda si se quedaba.

No había muchos detalles sobre cómo Heather murió, pero el artículo del periódico no
mencionaba nada de revistas. Otra cosa para preguntar a Montgomery. Y si Meg mezcló una fecha,
poco importaba ahora.

—¿Meg? — Simon se movió hasta que estuvo a su lado, y luego apoyó los antebrazos en la
mesa de clasificación para estar a su nivel—. ¿Esa tienda tendría revistas?

Ella parpadeó.
—¿Qué?

—Esa tienda en la que Heather estaba. ¿Tendría revistas?

—No sé. — Ella tenía esa mirada en sus ojos que significaba que estaba revisando sus imágenes
de entrenamiento para ver si podía encontrar una coincidencia. Luego sacudió la cabeza—. No lo sé.

—Heather era un conejo, — dijo suavemente—. Estaba muy bien para ser una humana, y era
una buena trabajadora, pero nos temía de una manera en que Merri Lee y Ruthie no. Vlad y yo
reconocimos los signos y sabíamos que no iba a quedarse mucho más tiempo, incluso antes de que
los líderes Terráneos llegaran aquí para esa reunión. Incluso antes de que tuvieras esa visión.

—Pero si se hubiera quedado un poco más...

—Hubiera sido expulsada de su manada, y cuando se fuera de ABL, tal vez no la hubieran
admitido de nuevo, y ella habría quedado sola.

—Pero viva.

—¿Lo estaría? — Le tocó la mano—. Tal vez Heather evitó la muerte que viste porque se fue
cuando lo hizo. Ella estaba con su familia, y eso es lo que quería. Si no hubieran ido a esa tienda en
ese día, o si se hubieran demorado, o si Heather hubiera decidido quedarse en casa y hacer algunas
tareas, ella habría estado leyendo acerca de otra persona que murió en ese ataque. No se puede saber
acerca de lo que no se ve, Meg.

Meg suspiró.
—Tienes razón. No puedo saberlo. Y no puedo cortarme para ver lo que podría sucederle a un
amigo cada vez que tenga que tomar una decisión.

—No, no puedes. — Él le pasó una mano por la cabeza y le dio una ligera rascadita detrás de
una oreja—. ¿Te sientes mejor ahora?

—Un poco. — Le dio una mirada irónica—. Lo suficientemente mejor para no poner otro nudo
en la cola de Nathan.

«Estaba preocupado» Nathan dijo desde la sala.

«Y con razón,» Simon respondió. «Pero Meg parece avergonzada, como una ardilla que se
cayó de un árbol y está tratando de fingir que tenía la intención de hacer eso.»

Con un bufido de fastidio, Nathan volvió a la cama de Lobo.

—Estoy bien, — dijo Meg—. Yo no quiero que mis amigos sufran daño, y es difícil saber que
lo que vi no fue suficiente para salvar a Heather, cuando fui capaz de salvar a los ponis y a Sam. Y tal
vez la hice vivir más tiempo de lo que tendría si hubiera continuado trabajando en ABL.

Y tal vez ella murió mucho antes, pensó Simon.


Capítulo 44


Firesday 16 de Maius

Jackson no sólo le había devuelto su dibujo de la canción de los Lobos; él y Grace lo
enmarcaron y colgaron en su habitación. Le trajeron más papel y más lápices de diferentes colores.
Pasaron el tiempo contándole que tal tono de verde era el de la hierba y que tal tono era el de los
árboles cuando arrojaban sus hojas cuando Otoño caminaba por la tierra y que tal tono era el de los
pinos. Describieron, lo mejor que pudieron, las tonalidades del agua, pero ellos tenían conocimiento
de bajíos y del sol calentando la frescura de un lago profundo, no del color del agua.

Escuchó, absorbiendo lo que decían y preguntándose qué habría afuera de su habitación.
Jackson y Grace no eran los únicos Lobos allí. Lo sabía a partir de la canción. Pero no era lo
suficientemente valiente como para preguntarles si podía salir de su habitación.

Pensó en sus nuevos cuidadores. Se negaban a llamarla cs821. Una vez por día, le preguntaban
si había elegido un nombre. No la castigaban por no elegir. Ellos la alimentan, limpiaban su ropa, se
aseguraban de que tuviera lo que necesitaba para lavarse y usar el baño. Y parecían contentos de que
le gustara dibujar.

Jackson y Grace. Pero al pensar en ellos, no veía a Grace. Veía a Jackson y...

Tomando una hoja de papel en blanco, la muchacha comenzó a dibujar.


* * *


Jackson entró en la habitación de la chica llena de cicatrices con un plato de comida para el
almuerzo.

Ella se sentó a la cabecera de la cama, con los brazos envueltos alrededor de las piernas
flexionadas, con la barbilla apoyada en las rodillas.

—¿Qué pasa? — Preguntó, sólo se percató de lo rudo que había sonado, cuando ella hizo una
mueca. Dejó el plato en la mesa y se acercó a la cama, oliendo ligeramente para que ella no se diera
cuenta de que estaba tratando de captar el olor a sangre.

No había sangre, pero algo estaba mal.

—Quería hacerte un dibujo para ti y Grace, pero dibujé eso.— Señaló el papel al pie de la cama.

Sujetándolo con cuidado por una esquina, él lo dio vuelta. Entonces contuvo el aliento.

—¿Alguna vez has visto a estos lugares? ¿Visto... esas imágenes? — preguntó.

Ella negó con la cabeza.

Ella nunca lo había visto en forma de Lobo, pero había dibujado su cabeza, con su hocico
apuntando hacia el cielo, las montañas rocosas como fondo. Eso ocupaba la sección superior
izquierda del papel. La sección inferior derecha la llenaba la cabeza de otro Lobo aullando. En el
centro del papel había una vivienda humana como nada que encontraría en torno a la tierra donde
vivía, una isla desde la perspectiva de un águila, y cascadas como la de los Saltos de Talulah.

—Ese otro Lobo no es Grace, — ella dijo en tono preocupado.

—No, es mi amigo Simon. Él vive en Lakeside, un lugar en la orilla oriental del lago Etu. —
Estudió a la chica. Su pelo lanudo era de un marrón dorado, y sus ojos eran verdes con motas de oro.
Si fuera un cambiante, pensaría que pertenecía a los Panthergard por su coloración—. ¿Tú dibujaste
esto para mí?

Ella asintió.
—Significa algo. — Miró el escritorio, al cajón donde guardaba la navaja. Luego miró hacia
otro lado.

—Significa algo, — le dio la razón—. Una fuerte amistad siempre tiene un significado.

Ella pareció sorprendida, luego aliviada.

No, pensó Jackson. No voy a pedirte que uses la navaja.

Tomó el dibujo, con cuidado de no borronearlo.
—Gracias. — Entonces vio el dibujo debajo de él.

—Me confundió, así que no termine la imagen. — Ella vaciló, y luego añadió en voz baja—:
Gaste un montón de mis lápices de color azul.

—Voy a ir hasta el pueblo Intuye hoy y ver si tienen más.

Había poder en el dibujo que había hecho de él y Simon, pero este otro lo perturbaba. Un
campo de trigo. Sabía que era trigo, porque había dibujado tallos con grano maduro en el primer
plano. Pero estaban bajo el agua. Tiburones nadando por encima del campo de trigo, y en el fondo, en
el borde del papel, había algo que parecía un barco hundido.

Tomó ese dibujo también.

—Come tu comida, — dijo.

—El trigo no crece bajo el agua. Lo recuerdo por las imágenes de entrenamiento. —Una
mirada al cajón donde estaba la navaja.

—No tienes que cortarte. Tú nos has dado respuestas. Depende de nosotros encontrar las
preguntas.

Jackson salió de la habitación y cerró la puerta. Luego escuchó.

Pasos suaves que cruzaron hacia la mesa. Una apertura de cajón.

Contó hasta diez antes de que el cajón se cerrara de nuevo y la silla raspara el suelo. Cuando
estuvo seguro de que estaba comiendo en lugar de usando la navaja, se alejó en silencio.

Sólo había un teléfono en el asentamiento Terráneo. No había ninguna necesidad de más. El
teléfono, junto con el ordenador, se encontraba en la cabaña en el límite del asentamiento, junto a la
carretera que conducía a la aldea Intuye. Correo y paquetes eran entregados allí también, porque
había muy pocos viviendo en el asentamiento que podrían pasar por humanos.

Miró el dibujo de dos Lobos que vivían en diferentes partes de Thaisia pero que estaban
conectados por más que la amistad.

Él mostraría los dibujos a los ancianos, luego los dejaría con Grace para su custodia, mientras
se dirigiría a la cabaña con el teléfono para hacer una llamada a Simon.


Capítulo 45


Firesday 18 de Maius

Simon revisó las listas en sus manos, y luego miró a los libros en los estantes. A principios de
Maius, había preguntado la pandilla de chicas y los policías, que se habían convertido en parte del
Courtyard, -incluyendo al Teniente Montgomery- qué tipo de libros leían y cuales autores les
gustaban. Le habían dado las listas, y basado en esas listas, era el momento de seleccionar el stock.

Trayendo de un carro cerca, empezó a tirar los libros de los estantes.

—¿Esto es algo que yo deba saber? — Preguntó Vlad, apoyado en los estantes.

—Hemos cerrado la tienda a los humanos que no son parte de la manada del Courtyard, así que
es hora de quitar los libros que no son de interés para ellos o para los Terráneos.

Vlad sacó un libro del estante. La portada mostraba un hombre musculoso vestido parcialmente,
se veía amenazante, y estaba destinado a ser una especie de Terráneo. A los pies del macho estaba una
mujer parcialmente vestida, probablemente humana, que, a pesar de estar acobardada, tenía la barbilla
levantada en una actitud desafiante y tenía la espalda arqueada de una manera que mostraba un
impresionante par de pechos.

—¿Crees que los humanos alguna vez se darán cuenta de que los pechos no tienen ninguna
atracción para nosotros una vez que somos destetados? — Preguntó Vlad, abriendo el libro a una
página al azar.

—¿Por qué lo harían? — Simon apunto con la cabeza hacia el libro—. Ninguno de nosotros
estaría interesado en esa historia, por lo que a ninguno de nosotros se le ocurriría comentar el libro,
y los editores Terráneos ya saben que la cubierta no nos atraería. — La mejor pregunta, en lo que a él
concernía, era; ¿cómo ese libro se había metido en los estantes en el primer lugar?

Vlad leyó un par de páginas, luego, puso el libro en el carro.
—Algunos de nosotros podríamos leerlo si lo clasificas como una comedia.

Simon lo miró, luego miró el libro.
—¿O mejor ponerlo en los libros de cocina?

—Quedaría demasiado obvio cual es nuestro interés en los pechos.

Riendo, le entregó la mitad de las listas a Vlad.
—Estos son los libros que nuestros humanos disfrutan leer. Quiero mantener esos autores en
stock, así como libros similares. Parece que Heather era la única que estaba interesada en los libros
de puro besos, pero a la manada le gustan los thrillers románticos o las aventuras. Por ahora, me
quedo con uno de cada ejemplar de lo que tenemos en stock, libros de besos incluidos, y sacaré las
copias adicionales. Henry puede llevarse su selección para nuestra biblioteca, y vamos a pasar del
resto.

—¿Qué vamos a hacer con el espacio en las estanterías?

—Añadir libros escritos por Terráneos. En lugar de exhibirlos en algún lugar escondido en la
trastienda o en un exhibidor de vez en cuando en la vidriera de la tienda, vamos a vender los libros al
lado de sus contrapartes humanos.

—¿Simon? ¿Transformar el Courtyard de Lakeside en una especie de academia, es realmente
una buena idea? ¿Sobre todo ahora?

—Cuando los humanos llegaron a Thaisia e hicimos los primeros negocios, hace mucho
tiempo atrás, sus asentamientos eran pequeños, y fáciles de estudiar a pesar del poco contacto real,
más allá de lo que nos pagaban por el uso de la tierra. Eso se mantiene todavía en la mayoría de los
lugares. Incluso los Otros que mantienen la vigilancia sobre las grandes ciudades humanas sólo
interactúan con un puñado de humanos, y cuando se da, es una reunión formal, o con el enlace
humano, y la interacción es formal, también. Pero ahora pueden esconder cosas de nosotros.

—¿Cómo los recintos que tenían y aún tienen, Casandras de sangre?

Simon asintió.

—Supimos de la existencia de las profetas de la sangre desde hace mucho, al igual que los
humanos. Tal vez desde antes. Pero estaban más allá de nuestra vista, porque no nos preocupábamos
cuando los humanos trataban con los humanos. En su mayor parte, los humanos han mantenido la
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paz, pero son una especie invasiva -un kudzu de dos patas-, y hubieran tomado tanta tierra como les
fuera posible si no se hubieran acordado los límites. Ahora están provocando problemas en todas
partes, debido al movimiento Humanos Primeros y Últimos.

—¿Crees que la respuesta está en aprender a ser más humanos?

Simon sacó unos cuantos libros más de los estantes.
—No exactamente. Creo que la respuesta es aprender a reconocer al enemigo cuando se
esconde dentro de la manada. Una vez que sepamos eso, podremos matar al enemigo y mantenernos a
nosotros y a Thaisia a salvo. — Él miró a Vlad—. Los llamamos carne inteligente, así que es fácil
olvidar que la razón por la que algunos de nuestros antepasados aprendieron esta forma, fue porque
los Terráneos reconocieron a los primeros humanos que llegaron a Thaisia como un nuevo tipo de
depredador, algo que teníamos que entender para seguir siendo los dominantes. Ahora tenemos que
entender más, a fin de decidir a qué tipo de humanos se les debe permitir permanecer en Thaisia. —
Mientras que los nativos de la tierra como tú y yo todavía tenemos algo que decir sobre esta decisión,
añadió en silencio.

—Me pregunto cómo se sentiría el Teniente Montgomery o Kowalski o Debany para el caso, si
supieran eso.

—No hay razón para que lo sepan, ¿cierto?

—No hay ninguna razón en absoluto.

Después de que Vlad fuera al siguiente grupo de estantes para escoger los libros de sus listas,
Simon se quedó mirando los títulos frente a él, sin ver nada.

Le gustaban los humanos que estaban interactuando con el Courtyard. Y le gustaba Steve
Barquero y los otros Intuye que había conocido en el Desembarco del Ferry. Pero últimamente había
llegado a darse cuenta de que las palabras podían ser un arma tan devastadora como una de fuego, y
eso era algo que la mayoría de los Otros no entendían todavía. Los Terráneos no había seguido
aprendiendo lo suficiente de los humanos, debido a que gran parte de lo que los humanos querían no
tenía ningún interés para ellos.

Vlad volvió, con las manos llenas de libros.
—Simon, ¿quieres mantener estos?

Antes de que pudiera responder, Jenni Crowgard vino corriendo desde el almacén y le dijo:
—¡Los Cuervos saben por qué los humanos se están quedando sin comida! — Ella hizo una
pausa por un momento, y luego añadió—: Bueno, también el resto de los Terráneos.

—¿Qué sab... ? —Simon gruñó cuando el teléfono empezó a sonar.

Vlad dejó los libros en el carro y condujo a Jenni hacia la trastienda, diciendo:
—Dime lo que has oído.

Simon contesto el teléfono que sonaba.
—Aullidos, Buena Lectura.

—¿Simon? Soy Jackson.

Se quedó inmóvil por un momento. Su amigo sonaba... raro.
—¿Todo está bien?

—Sí. Tal vez. — Jackson vaciló—. La chica con cicatrices me dibujó entre las Montañas
Rocosas y Lakeside, con los Saltos de Talulah entre nosotros. ¿Eso significa algo para ti?

—Tal vez. — Pensó en la tierra entre Lakeside y Saltos de Talulah. Pensó en la nueva
comunidad que los Otros y los Intuye harían juntos. No había pensado en que Jackson estaría
interesado en abandonar el noroeste, pero un montón de cosas iban cambiando a lo largo de Thaisia.
El otro Lobo podría estar sintiendo que era hora de seguir adelante. ¿Querría Jackson vivir en la
Comunidad River Road?

—Ella hizo otro dibujo.

—Ya. — ¿La chica llena de cicatrices se frotaba su piel como Meg cuando una profecía
comenzaba con el picazón y el zumbido? ¿Por eso Jackson sonaba perturbado?

—Un campo de trigo bajo el agua. Los Tiburones nadando sobre el campo. Un barco hundido.
¿Significa algo?

Simon miró hacia los estantes de libros y se dio cuenta de que Vlad había regresado solo y lo
estaba viendo. Esperándolo. Repitió lo que dijo Jackson sobre el campo de trigo.

Vlad asintió.

—Sí, — dijo, respondiendo a la pregunta de Jackson—. Esto significa que los humanos trataron
de enviar alimentos a través del agua, mientras afirmaban que no iba a haber suficiente alimento para
los humanos que viven en Thaisia. Ellos mintieron a su propia especie para causarnos problemas.

—¿Qué podemos hacer?

—Esperar. Vigilar. Quiero saber si la chica con cicatrices hace otros dibujos que son visiones.
— Después de recibir una garantía de Jackson de que iba a ser informado sobre las visiones de la
chica llena de cicatrices, y la promesa de hablar con Meg sobre la chica, Simon colgó.

—¿Vas a decirle al Teniente Montgomery?— Preguntó Vlad.

Simon negó con la cabeza.
—El trigo se ha ido, y algunos alimentos serán escasos a causa de ello. Él ya sabe eso.

—Él no sabe el por qué.

—¿Importa?

—¿No te gustaría saber por qué tu cachorro tendrá hambre?

—Sí, me gustaría. Pero Montgomery no va a tener algo que decir en todo esto. Ni nosotros. No
tiene sentido decirle el por qué, hasta que también podamos decirle a él... y al Capitán Burke, qué va a
pasar después.

Vlad respiró hondo y soltó el aire lentamente.

—En ese caso, vamos a tomar algunas decisiones sobre estos libros. Es lo más que podemos
hacer. — Tomó los libros que había descargado en el carro, luego se detuvo—. Ah, y Ruthie va a
hablar con los comerciantes de la feria de mañana. Si están de acuerdo en tener a algunos de nosotros
allí, Ruthie y algunas otras mujeres llevarán a los Cuervos de compras el Watersday.

—No le veo la gracia, — Simon murmuró.

Vlad sonrió.
—Me alegra de que pienses así, ya que tendrás que hablar con Blair sobre quién va con ellos.

Simon cogió el libro con la hembra acobardada, desafiante, de grades pechos en la portada. Tal
vez lo metería con los libros de cocina, después de todo.


Capítulo 46


Watersday 26 de Maius

De la mano, Meg y Sam caminaba por la carretera desde el Complejo Verde a la Plaza
Comercial.

El autobús del Courtyard había partido justo después de comer para ir a la feria; el
experimental viaje de campo para Jenni, Starr, y Crystal Crowgard. Ruth y Merri Lee la habían
invitado a unirse a ellos, pero se apresuraron a señalar que la cantidad de mercancía, por no hablar de
las multitudes y el ruido que eran típicos en una tarde de Watersday, podría ser abrumador para ella.

Ella les tomó la palabra. Además, tomar un tranquilo paseo de vuelta a la Oficina del Enlace, -o
al menos lo más tranquilo que una humana podría pasear con Sam y Saltarín como compañía- era lo
más adecuado para ella.

—¿Por qué no puedo marcar árboles en el camino como Saltarín lo está haciendo?— Preguntó
Sam.

—Porque estas en forma humana, — respondió Meg.

Saltarín, que parecía no prestar atención a su conversación, levantó la pierna y les dio una
sonrisa Lobuna.

—Los humanos orinan los árboles también, — dijo Sam, mirando a Saltarín mientras el Lobo
adolescente trotaba para olfatear a otra cosa.

Incapaz de recordar alguna de las imágenes de entrenamiento que confirmarán o negarán esa
afirmación, Meg no dijo nada y siguió caminando. Inclinando la cabeza hacia arriba para poder ver
más allá del ala de su sombrero, vio al Halcón que volaba por encima de ellos, manteniendo la
vigilancia. Si Sam corría a demostrar que un niño podría orinar en un árbol, no estaría
completamente solo, incluso si ella seguía caminando. Y, en realidad, todo lo que él tenía que hacer
era seguir el camino a la Plaza Comercial, por lo que no podía perderse. Podría ser que tuviera que
buscar su ropa más tarde si se desnudaba y cambiaba a Lobo, pero al parecer encontrar ropa
abandonada en el Courtyard era bastante común durante los meses más cálidos.

No abandonada, Meg recordó. Dejada, donde se podía encontrar de nuevo, siempre y cuando
un humano no llegara y llevara la ropa a otro lugar.

Había aprendido la lección ayer cuando vio una pila de ropa cerca de la carretera mientras que
hacía un par de entregas. Como era un overol y botas de trabajo, los dejó en el Complejo de
Servicios Públicos, y entonces se encontró con -el un poco demasiado molesto- Blair, que había ido a
buscar la ropa que había dejado a un lado cuando cambió a Lobo, para hacer lo que fuera que tenía
que hacer en su forma peluda.

Tal vez debería hablar con Eva Denby ya que Sarah y Robert jugaban con algunos de los
jóvenes del Courtyard. Después de todo, si Sam iba a quejarse de no poder hacer pis en un árbol
cuando estaba en forma de niño, ¿Robert no se quejaría de no poder sacarse su ropa y correr desnudo
sólo porque él no podía cambiar algo con plumas o pieles?

Ella no tenía imágenes de entrenamiento que hicieran juego con lo que pensaban los varones
jóvenes de cualquier especie, o acerca de qué encontraban interesante. Al parecer, este tipo de cosas
no se consideraban un conocimiento útil cuando se liberaba profecías.

En el momento en que llegaron a la Plaza Comercial, Meg estaba acalorada y húmeda, una
frase que Ruth dijo que su abuela usaba porque la anciana insistía en que las damas no sudaban.

La abuela de Ruth obviamente nunca tuvo a Lobos como compañeros de juego. Cuando una
jugaba con ellos, no quedaba húmeda, sudaba.

—Todo el Courtyard está aquí, — dijo Sam, sonando impresionado.

Ella sabía que no era cierto, pero seguro que parecía como si todos los residentes hubieran
concurrido a la Plaza.

Céntrate en una o dos cosas, pensó. Deja que el resto sea un fondo ocupado, como si estuvieras
viendo una visión que ocurre en un lugar lleno de gente, en vez de un lugar desierto.

Sintiéndose más estable después de tomar esa decisión, Meg miró a su alrededor y se centró en
Jester Coyotegard, quien señalaba varias tiendas y parecía estar explicando algo a un hombre con el
pelo rojo y una cara que parecía lo suficientemente zorruna para no pasar por humano. Nunca había
entregado correo a nadie que fuera Foxgard, por lo que ese varón era o bien un visitante o un nuevo
residente.

Se dio cuenta de que Blair se veía como si alguien estuviera masticándole la cola, lo cual no era
probable porque estaba en forma humana. Luego se olvidó del Lobo cuando vio a Julia y Marie
Hawkgard saliendo de Chocolates y Crema, lamiendo conos de helado.

¿Alguna vez había probado helado? No estaba segura. Pero sabía que nunca había
experimentado el comer un cono de helado. Y Sam no había tenido helado en años, si es que alguna
vez tuvo alguno cuando era un pequeño cachorro. Irían a Chocolates y Crema, y compraría conos de
helado para los dos. Y para Saltarín también, así no se sentiría excluido.

Miró a Sam.
—¿Te gustaría...?

El fuerte picor comenzó en su pecho, extendiéndose rápidamente a su hombro izquierdo.

—¿Me gustaría qué, Meg? — Sam tiró de su brazo—. ¿Meg?

Meg miró a la Plaza Comercial. Llena de gente. Demasiada gente, demasiado poco espacio para
moverse, para escapar.

La Plaza Comercial le resultaba familiar, pero ya no la sentía familiar. Y la certeza de que
necesitaba escapar se hacía más fuerte cuanto más tiempo se quedaba allí.

—Algo está mal, — susurró. Ella palmeó el bolsillo derecho de sus pantalones cargo cortos.
Vacío.

¿Cómo podía estar vacío? ¿Cómo podría...?

Ella apretó su mano contra el bolsillo izquierdo y sintió la forma de su navaja plegable. La
había puesto allí, -y cerró el bolsillo- para que la navaja estuviera con ella pero le fuera más difícil
de alcanzar.

—¿Meg? — Sam gimió mientras tiraba de su brazo de nuevo.

Meg hizo un esfuerzo para calmar su respiración. Debería darse la vuelta y alejarse de la Plaza
Comercial, caminar de regreso al Complejo Verde o seguir por la calle, lo más lejos que fuera
necesario, hasta que el doloroso zumbido de alfileres y agujas bajo la piel, se detuviera.

Ella miró a Sam y a Saltarín, con la intención de decirles que tenían que irse.

Pero ¿y si la profecía era acerca de uno de ellos? ¿Podría correr ese riesgo? ¿Podría vivir con
el dolor, si alguno de ellos resultara herido?

Asegúrate, pensó. La última vez no te alejaste, molestaste a muchos amigos. Hiciste daño a
Nathan. Y a Simon. Tienes que asegurarte.

Se apresuró a alejarse de la Plaza Comercial, con la intención de llegar a su oficina y llamar...
¿a quién? Simon estaba en la feria con Jenni Crowgard y sus hermanas. Nathan, Vlad, Henry, y la
manada humana fueron con ellos. Excepto Theral, que trabajaba en la oficina médica esta tarde
porque no quería ir a un lugar lleno de gente, donde su ex-pareja podría encontrarla.

¿Podría Theral ser la razón de la picazón? No hubo ninguna señal del hombre desde que las
flores llegaron como una manera de confirmar que a Theral se la podía encontrar en el Courtyard.
Pero ningún humano podría alcanzar a Theral en el consultorio médico. Sobre todo hoy, con tantos
Terráneos reunidos en la Plaza Comercial.

Muchedumbre y filosas garras, olores desagradables. Empujones. Aullidos y gritos. No hay
lugar para escapar si...

—¿Meg? — Dijo Sam—. ¿A dónde vas?

Corrió a la Oficina del Enlace. Entra y llama... Blair, el ejecutor principal del Courtyard. No, él
estaba en la Plaza Comercial, cerca. Llamaría a Nyx. La Sanguinati la ayudaría.

Se detuvo, apenas capaz de respirar.

El zumbido había empeorado, no mejorado. Se había movido hacia la razón de las visiones que
se construían en su piel, en vez de alejarse.

No me puedo cortar cuando estoy fuera de control. No puedo asustar a Sam como asuste a
Nathan. No puedo. Pero el peligro está aquí. Sé que está aquí.

Meg miró a su alrededor, centrándose en los edificios que la rodeaban mientras giraba en un
círculo lento. Los garajes tenían dos Bow y también diversas herramientas y equipos para el trabajo
de la temporada. Las Tres P y el camino de acceso que proporciona el acceso a la entrada de la calle
principal al Courtyard. La parte posterior de la Oficina del Enlace y el patio de Henry. La entrada
trasera de Aullidos, Buena Lectura y Un Pequeño Bocado.

Meg miró a las escaleras que conducían a los monoambientes por encima del Taller de costura
y sastrería, y se agarró los brazos cuando el zumbido se hizo brutalmente doloroso.

Había 4 apartamentos allí. Y este zumbido bajo su piel era la vara de zahorí que señalaría qué
apartamento, qué amigo, podría estar en peligro. Ella tenía que averiguar qué apartamento producía
el zumbido, que personas eran el objeto de la profecía, y entonces se escaparía hasta que el zumbido
se detuviera.

Podía hacer eso. Haría eso.

—¿Meg? — Sam sonaba asustado.

No podía hacer esto con sólo el pequeño ahí. Si algo salía mal...

Ella levantó la cabeza.
—¡Arroo! ¡Arroo!

Sam ladeó la cabeza.
—¿Qué fue eso?

—Es una advertencia, — Meg jadeó—. Algo está mal con los monoambientes. Mal, mal. Tengo
que advertir.

—¡Arroo! — Sam aulló—. ¡Arroo!

—¡Arroo! — Saltarín aulló un momento después.

Un momento después, un aullido profundo les respondió.

Meg subió corriendo las escaleras. A medio camino, tropezó y cayó, golpeándose la rodilla.

—¡Meg!

Ella se dio la vuelta para sentarse en la escalera, apenas notando a Elliot que corría hacia ella
desde el consulado. Se quedó mirando la piel desgarrada en su rodilla mientras su cuerpo se llenaba
con la agonía que era el preludio de la profecía.

Entonces Tess llegó a su lado, con una mano fuerte le sujetó de la parte posterior de la cabeza,
y Elliot fue a su otro lado.

—Tienen que, — Meg jadeó—. Tienen que...

—No hay tiempo para traer papel y lápiz, — dijo Tess—. Vamos a tener que escuchar con
atención y recordar.

Elliot asintió.

Tess giró la cara de Meg para que sus ojos se encontraran.
—Habla, profeta, y te escucharemos.

Un revoltijo de imágenes.

—Libro rosa, estrellas de oro... secretos... apartamento... ladrón, más ladrones... Libro de Lizzy...
tren... tren... brillantes... un hombre con un largo caño... Cuervos... bolsas de brillantes... ¡Corran!

Las imágenes hervían en su mente, ardiendo en su memoria. En lugar de la euforia que la
protegería de las visiones, Meg sintió al miedo concentrarse hasta llenarla... un tipo diferente de
agonía.

Entonces vio a su propio brazo levantado, rígido y recto. Vio a su dedo índice apuntando hacia
arriba. Ella vio a los otros dedos cerrarse en la palma de una manera que su mano parecía...

—¡Simon!


* * *


Cuando se derrumbó Meg, Tess amortiguó la cabeza de la muchacha con la mano y miró a
Elliot.

—Voy a llamar a Simon, — dijo Elliot. Él saltó de la escalera y se trasladó a unos pies de
distancia, sacando su teléfono móvil de su bolsillo.

—¿Se desmayó? — Preguntó Blair.

Tess asintió. No le sorprendió que el ejecutor principal viniera corriendo, sobre todo si estaba
lo suficientemente cerca como para oír los aullidos extraños. No fue una sorpresa ver a Julia y Marie
Hawkgard o a Jester Coyotegard responder. Apresurándose para unirse al pequeño grupo estaban
Lynn y Jane Wolfgard, la cuidadora de dientes y la sanadora respectivamente.

—¿Simon está en peligro?— Preguntó Jester—. ¿Él necesita ayuda?

—Toda la ayuda que pueda conseguir, — Tess respondió con gravedad, esperando que el
Coyote entendería el tipo de ayuda que Simon necesitaba.

—Le diré a las chicas del lago. — Miró a Meg y vaciló—. ¿Nuestra Meg va a estar bien?

—Nosotras nos encargaremos de ella, — dijo Jane—. He tratado con uno de sus cortes antes, y
no voy a lamer la sangre.

—¿Escuchaste algo en lo que Meg dijo que indique que ellas no deberían hacerse cargo de ella,
que tenemos que esperar al sanador humano? — Blair preguntó a Tess.

—No, — respondió cuando Meg empezó a moverse. De hecho, todo lo que había escuchado
indicaba que debían llevar a la chica lejos de esta parte del Courtyard lo más rápido posible—.
Pueden llevar a Meg a la oficina médica y luego al Complejo Verde. — Estudió la puerta en la parte
superior de las escaleras, y luego miró a Blair—. Tú y yo tenemos que decidir qué hacer con los
monoambientes.

Elliot regresó, dio Meg un estudio agudo y rápido, luego, sacó un pañuelo limpio y se lo
entregó a Jane.

—Así no va gotear la sangre.

Jane envolvió hábilmente el pañuelo alrededor de la rodilla de Meg. Entonces ella y Lynn la
cargaron y la llevaron a la Plaza Comercial.

—Simon está en camino, — dijo Elliot.

Los aullidos ansiosos habían sido un ruido de fondo molesto que Tess había ignorado mientras
se concentraba en las advertencias que Meg luchó por transmitir. Cuando los gritos se detuvieron
bruscamente, se dio cuenta de que le faltaban.

—¿Dónde están Sam y Saltarín?

—John agarró a Sam y se llevó a los dos jóvenes a la Plaza Comercial, — dijo Blair—. Van a
volver al Complejo Verde con Meg tan pronto como ella este arreglada. John se quedará con ellos
para evitar que los jóvenes se concentren en las vendas de Meg.

—Así que nos queda el encontrar lo que está allá arriba que alguien quiere robar, —dijo Elliot,
apuntando hacia los monoambientes—. Supongo que es lo que Meg quería decir cuando hablaba de
un ladrón.

Tess asintió, después de haber asumido la misma cosa.
—Tomaremos todas las posesiones, todo lo que nuestros humanos trajeron de su propiedad.
Lizzy todavía tiene algo que alguien quiere lo suficiente como para entrar en el Courtyard. Si
despojamos todos los apartamentos, los ladrones no sabrán con certeza que sabemos que están detrás
de las posesiones de Lizzy.

Además, los ladrones podrían ser lo suficientemente rencorosos como para destruir las
posesiones de Merri Lee cuando no encuentren lo que buscan, que era la razón principal para tomar
todos los objetos personales que los humanos del Courtyard habían traído.

Los Terráneos no necesitaban todo eso para averiguar lo que querían los ladrones. Meg ya les
había dicho lo que tenían que encontrar.

—Ambos Bow están en el garaje, — dijo Blair—. Vamos a echar todo en la parte de atrás y lo
arreglaremos más tarde. — Se dirigió al garaje donde estaba el primer Bow.

Para cuando Julia volvió de la oficina de Aullidos, Buena Lectura con las llaves de los
monoambientes, Nyx Sanguinati se había unido a ellas. Las cuatro mujeres se separaron. Julia y
Marie empacaron las posesiones de Merri Lee; Nyx comprobó el apartamento que Lorne de Las Tres
P y el que el equipo de policía de Montgomery estaba usando; y Tess se ocupó del apartamento que
Montgomery y Lizzy ocupaban.

Sola, con la puerta cerrada para que nadie entrara, se permitió que su verdadera naturaleza se
mostrara a través de la máscara humana. Meg había mencionado una máscara cuando liberó la
profecía en el Establo Poni hace un par de semanas. Máscara feliz, Cara enojada. Podría aplicarse a
una gran cantidad de humanos en este momento, pero su propia interpretación era que la imagen
representaba el engaño.

Simon estaba caminando sobre algún tipo de peligro en la feria. Había ladrones en camino
hacia los monoambientes. Dos tipos de amenaza ocurriendo al mismo tiempo. ¿Coincidencia o algo
intencional? ¿Estaba uno destinado a ser un engaño que se suponía iba a apartar la atención de la otra
amenaza hasta que fuera demasiado tarde?

Tess encontró dos maletas almacenadas bajo la cama individual. Las cargó y las dejó caer en la
cama y empezó a vaciar los cajones, tirando de ellos fuera de la cómoda y volcando las cosas sobre
las maletas, moviéndose tan rápido como podía.

Pero cuando algo del cajón de la ropa interior de Lizzy cayó en la maleta con un ruido sordo,
Tess dejó de lado el cajón para darle una mirada más cerca.

Libro rosa con estrellas doradas. Un broche de oro y un pequeño ojo de cerradura.

Tess sacudió un par de piezas de ropa, pero no encontró la llave que encajaba en la cerradura.
No importaba. Meg había visto el libro, no la llave.

Dejó el libro a un lado mientras terminaba la limpieza de todo lo que pertenecía a Montgomery
y Lizzy. Luego envolvió el libro en una toalla de cocina limpia, escondió su verdadera naturaleza, lo
suficiente para no poner en peligro a los otros nativos de la tierra, y abrió la puerta.

Nyx estaba al otro lado.

—Marie y Julia sacaron las cosas de Merri Lee, — dijo Nyx—. Están llevando el Bow al
Complejo Verde y lo dejarán en los garajes de allí. Blair está esperando para transportar todo lo que
tienes aquí con el otro Bow.

Una puerta cerrada no significaba nada para un Sanguinati, y sin embargo Nyx había esperado
fuera. Fue ese respeto de la necesidad de un momento privado, lo que hizo que su mano se posara en
el libro envuelto que tenía Tess.

—Toma esto y ocúltalo de todo el mundo hasta que te lo pida, — dijo Tess.

Nyx tomó el libro.
—¿Es peligroso?

—Yo creo que sí. — Después de todo, los secretos podrían ser muy peligrosos.

Blair dio la vuelta de la esquina.
—¿Están listas? Vamos a sacar estas cosas de aquí para que pueda traer a los Lobos para la
defensa.

—No van a defender los apartamentos, — dijo Tess, su pelo cambiando en un rojo sólido y
ondulado.

Blair dio un paso atrás y gruñó. Nyx miró con curiosidad.

—Vamos a dejar que los ladrones entren, — continuó—. Vamos a dejar que ellos comiencen a
buscar en los apartamentos para que los otros humanos sepan que eran enemigos.

—¿Y entonces? — Preguntó Blair.

—Y entonces los mataré.

Capítulo 47


Watersday 26 de Maius

Simon miró a la mercancía en otra mesa, y luego miró hacia otro lado, desinteresado.

Demasiada gente, demasiado ruido, demasiadas cosas. ¿Por qué los humanos necesitaban tantas
cosas?

Nathan se había quedado en el interior del gran edificio de metal que albergaba los puestos de
feria, por unos 15 minutos antes de afirmar que alguien tenía que custodiar el pequeño autobús del
Courtyard contra vándalos o ladrones. Simon se habría unido con gusto, pero un líder adecuado
debía quedarse y mantener un ojo en el resto de la manada. Claro, Henry y Vlad estaban allí para
ayudar a mantener un ojo en Jenni, Starr, y Crystal. Kowalski, Debany, y MacDonald estaban allí
también, pero tenían las manos llenas -literalmente- como caballos de carga de dos patas para Ruthie
y Merri Lee.

—Supongo que los Cuervos y los humanos tienen algo en común, — Kowalski dijo mientras se
acercaba a Simon—. A ellos les gusta llenar sus casas con baratijas.

Simon estudió a Ruthie, que parecía estar arrullando a algún tipo de vasija.
—¿Vas a dejar que tu pareja compre una vasija que se parece a una vaca enferma?

—¿Qué le hace pensar que la vaca se ve enferma?

—Porque yo nunca he visto una vaca sana sentarse de esa manera. — No estaba seguro de que
las vacas, -o cualquier otro tipo de presa de cuatro patas- pudiera sentarse de esa manera—. ¿Qué va a
hacer con eso?

—Ponerlo en el mostrador de la cocina y usarlo como un tarro de galletas o algo así.

—Pero tienes que mirar también.

Kowalski se encogió de hombros.
—Ella es mi compañera. Puedo vivir con eso si la hace feliz.

Simon miró a los abultados sacos que cargaba Kowalski en cada mano.
—¿No podrías darle simplemente las mejores partes de un conejo?

—No significa lo mismo para una hembra humana.

Él suspiró. Había tenido la sensación de que esa sería la respuesta.

—Jenni y sus hermanas se divierten, — dijo Kowalski—. Realmente les gusta la cacería de
tesoros.

—¿Pueden dejar de divertirse pronto?— Un Lobo podría viajar cien millas en un día cuando
necesitaba. Pero después de una hora de este ruido y confusión, ¡y todos los olores apestosos!, él
estaba cansado y quería ir a casa y tomar una siesta. Y ver a Meg. Él realmente quería ver a Meg.
Quería jugar con Sam. Él quería...

Ignoró la risa de Kowalski aunque el humano se estaba riendo de él, y respondió a su teléfono
móvil.
—¿Qué?

—Simon, sal de ahí ahora, — dijo Elliot.

—Estamos casi...

—¡Ahora! Meg tuvo una visión, y lo que vio sobre ti y la feria la asustó tanto que se desmayó.

Simon se puso rígido. Observó a Kowalski estudiarlo, luego, dejó las bolsas de compras a un
lado e hizo un gesto a Michael Debany.

—¿Meg se cortó ella misma?

—Ella se cayó en las escaleras que conducen a los monoambientes. Algo malo va a suceder allí
también, pero Tú...

—Mantenla a salvo. — Terminó la llamada y miró a su alrededor en busca del resto de los
Terráneos.

«Tenemos que irnos ahora.»

—¿Problemas? — preguntó Debany, uniéndose a Simon y Kowalski.

—Peligro, — Simon respondió—. Meg dice que tenemos que salir de aquí.

—¿Deberíamos llamar Teniente Montgomery? — Preguntó Debany a Kowalski.

Kowalski negó con la cabeza.
—El Teniente y los Denby llevaron a los niños al cine esta tarde. Su teléfono va a estar apagado.
Llama a la estación. Voy a llamar al Capitán Burke.

Mientras los dos hombres hicieron sus llamadas, Kowalski se dirigió a Ruthie y Merri Lee,
mientras Debany hizo su camino de regreso a la mesa donde Lawrence MacDonald se levantó, una
mirada inquisitiva en su rostro cuando se dio cuenta de que su compañero se dirigía a él.

Simon miró a su alrededor y juró en silencio. Henry era fácil de detectar, incluso con tantos
humanos. Jenni, Crystal, y Starr estaban repartidas en mesas diferentes y quedaron ocultas cuando los
humanos llenaron las mesas y bloquearon a los Cuervos de su línea de visión. Jenni y sus hermanas
habían oído su orden, pero su atención estaba demasiado atrapada por los objetos que llenaban las
mesas. Iba a tener que hablar con los líderes Crowgard sobre esta obsesión por los objetos brillantes.
Se estaba interponiendo en el camino de la supervivencia.

Trató de evitar chocar con los humanos mientras se movía hacia Jenni, pero parecía que un par
de hombres deliberadamente le chocaron el hombro, lo que retrasó su acercamiento a la mesa de ese
comerciante. Cuando llegó a su lado, algo en la forma furtiva, nerviosa de la mirada del comerciante,
hizo que sus colmillos se alargaran. Piel le cubrió de repente la parte superior del pecho de Simon y
la espalda, y sus manos ya no eran -incluso en vistazo rápido- humanas.

Jenni le miró e inmediatamente se alejó de la mesa, una admisión silenciosa de que había
ignorado sus órdenes.

—¿Qué hay con esto?— Dijo el comerciante rápidamente, volteando un paño para revelar una
pieza plana de metal que, por lo que Simon podría decir, no hacía nada, salvo brillar.

—Ooooh, — dijo Jenni.

Antes de que pudiera acercarse a la mesa otra vez, Simon le agarró del brazo y la apartó,
haciendo caso omiso de sus protestas.

—¡Simon! — Exclamó Jenni.

—Meg dice que tenemos que salir ahora.

—Solo una cosa más. Por favor, Simon. Solo uno más...

Él se volvió hacia ella.
—Estamos en peligro, — dijo con amenaza franca—. Sea lo que sea que Meg vio, la asustó
tanto que se desmayó. Ella no se desmayó la última vez que vio a los Cuervos en peligro, así que esto
es malo, Jenni. Esto es muy malo. Quédate si quieres, pero yo no voy a arriesgar al resto de nosotros,
ya que no puedes resistirte a agarrar otro poco de brillo.

—¿Nuestra Meg lo dijo?

—Sí. — Él comenzó a moverse hacia la parte delantera del edificio.

Jenni no soltó la maldita bolsa de compras, pero se apresuró a seguir su ritmo, lanzándose y
esquivando alrededor de los humanos mientras se dirigían a la puerta principal del edificio grande.

«¿Nathan?»

«Tengo el autobús en marcha y listo para funcionar. Simon, muévete rápido. Hombres se
reúnen en la playa de estacionamiento. Todos tienen garrotes y caños de hierro, y están viendo el
autobús.»

Él siguió moviéndose, siguió mirando. Los compradores y comerciantes de las mesas cercanas
miraron a su alrededor al pasar, como ciervos que intuían que algo andaba mal, pero no estaban
seguros de si debían correr. Los humanos de un par de pasillos a distancia no le prestaron atención.
Pero estaba la sensación de que el lugar había cambiado; un olor feo ahora flotaba en el aire delante
de él, un olor que los Lobos reconocían como una amenaza.

Kowalski y Debany estaban a su derecha, a la par con él. Ruthie y Merri Lee, junto con Starr,
iban a un paso por detrás de ellos, cada una arrastrando un saco de transporte. Los hombres seguían
hablando en sus teléfonos móviles, pero sus camisas estaban remangadas para revelar las placas
unidas a sus cinturones.

«¿Henry?» Simon llamó.

«Estoy aquí, a tu izquierda y a un par de pasos atrás. Mantente en movimiento.»

«¿Vlad?»

«Detrás de ti. Crystal y MacDonald están justo delante de mí. Pero hay una manada de humanos
detrás de nosotros que... Simon, creo que uno de los comerciantes vende armas en secreto. Algunos
de los humanos podrían tener armas.»

«Si disparan contra nosotros, van a lesionar o matar a algunos de los suyos.»

«¿Crees que los humanos se preocupan por esas cosas?»

No, él no creía que les importara.

Jenni se detuvo y miró hacia atrás cuando Crystal gritó. Simon miró sobre su hombro y gruñó.
Un hombre había arrebatado una de las bolsas de compra del Cuervo y hacía gestos con la mano por
encima de su cabeza, burlándose de ella por tratar de recuperarla.

Crystal dejó caer la otra bolsa y trató de recuperar la que había sido tomada de ella, alejándose
del resto de los Otros.

«Déjalo ir, Crystal,» Simon chasqueó.

«Le di el dinero a los humanos. ¡Esos brillantes son míos!»

MacDonald agarró a Crystal de la cintura y la levantó del suelo. Haciendo caso omiso de sus
gritos sobre sus tesoros perdidos, se dirigió hacia el resto de su grupo, dejando a un lado los
humanos que no tenían suficiente sentido común para salir de su camino.

«¡Simon!» Nathan gritó. «¡Date prisa!»

Mirando hacia la parte delantera del edificio, Simon vio a los hombres de pie entre él y las
puertas abiertas del edificio. Al principio pensó que sólo había seis hombres en busca de una pelea.
Eso hacía que fuera un número par de machos, los Terráneos y los policías, tenían la ventaja de
dientes, garras, y la formación. Entonces más hombres se unieron a los primeros seis enemigos. Y
más. Y más.

Y todos ellos llevaban algún tipo de arma.

Simon se detuvo. Kowalski y Debany se detuvieron con él, formando una línea.

—Estas no son buenas probabilidades, — susurró Debany.

—Somos policías, — dijo Kowalski, su voz planteado tanto una advertencia como un desafío
—. Ustedes, a un lado y dejen que estas personas se vayan.

—Ellos no son personas, y no eres más que un amante de lobo de mierda, — dijo un hombre—.
No importa si eres un policía. Vamos a darte una lección.

—No quieren hacer esto, — advirtió Simon.

El hombre mostró los dientes.
—Sí, queremos.

Kowalski gritó:
—¡Somos policías! ¡Bajen sus armas ahora!

—¡Los humanos primero, último, y siempre! — Gritó el hombre, corriendo hacia Simon.

Mientras que el hombre balanceaba un caño de tubería en la cabeza de Simon, Henry gritó:
—¡Simon! — Y le dio un golpe rápido al Lobo, tirándolo al suelo al mismo momento en que el
Oso Pardo rugió de rabia y dolor, y el hombre que había oscilado el tubo cayó al suelo, con la
camisa volviéndose húmeda y roja.

Gritos. Gritos. Disparos detrás de ellos.

La gente corrió hacia las puertas o a otra parte del edificio o a cualquier lugar que los llevara
lejos de la pelea. Pero los hombres con palos y cuchillos se apresuraron hacia Henry y Simon
mientras que otros atacaron a Kowalski y Debany.

Instintivamente, Simon cambió lo que necesitaba cuando se levantó para enfrentar el ataque.
Cabeza de Lobo con dientes podían cortar y desgarrar lo suficientemente fuerte como para romper
los huesos. Las manos con garras podrían desgarrar la carne.

Luchó duro, mordiendo y arañando, hasta que rompió la muralla humana, proporcionando un
escape para su manada.

«¡Simon!» Nathan aulló.

Un Lobo solitario no tenía ninguna posibilidad contra una turba.

Más disparos y gritos y...

—¡Oficial caído! ¡Oficial caído!

Simon vaciló. Nathan era un Lobo, uno de los suyos. Nathan lo necesitaba. Pero como líder del
Courtyard, su manada incluida Cuervos, Oso Pardo y vampiros... e incluso un par de humanos.

Lo siento, Nathan. Lo siento, Meg.

Alejándose de las puertas, Simon saltó de nuevo a la lucha.


* * *


Un coche se detuvo en el estacionamiento de clientes del Courtyard. Dos jóvenes, en edad
universitaria, se bajaron y caminaron hacia la calle principal. Al pasar por Aullidos, Buena Lectura
miraron las ventanas y se detuvieron cuando vieron a un anciano de pie cerca del mostrador. Sin
saber o importarles, quién era, se rieron y le mostraron el dedo del medio. Cuando este sonrió,
mostrando los colmillos de Sanguinati, se estremecieron y se apresuraron a cruzar la calle principal
antes de que el semáforo cambiara.

Otro coche entró en el aparcamiento. Un hombre y una mujer, un poco mayores que los otros
dos humanos, caminaron por la calle y entraron en El Ciervo y la Liebre.

Dos coches más estacionaron, como si el Courtyard de repente se hubiera vuelto una suerte de
estacionamiento público. Los humanos caminaban o conducían pensando que no había nada inusual
cuando una camioneta se detuvo en el aparcamiento. Tres hombres salieron de la puerta trasera de la
furgoneta y casualmente caminaron unos pasos a la puerta de vidrio que conducía a los apartamentos
por encima del Taller de costura y sastrería.


* * *


Tess no escuchó a nadie en el pasillo, pero sintió la presencia de alguien fuera del
monoambiente que usaba el Teniente Montgomery y Lizzy.

Sus rulos encrespados se tiñeron con el negro puro de la muerte cuando salió del apartamento,
pero mantuvo la mirada baja, por si acaso la presencia no fuera un intruso. Una mirada directa -sus
ojos encontrándose con otros ojos- matarían a su presa, pero incluso el solo verla cuando estaba en
su verdadera forma dañaría la carne.

Mirando al piso, Tess vio al humo que se convirtió gradualmente en un vestido de terciopelo
negro anticuado.

—Nyx, — advirtió.

—Mis ojos están cerrados.

No había razón para dudar de Nyx, pero Tess aún así centró sus ojos en la pared junto al
hombro de la Sanguinati, lo que le permitió ver sin tener que mirar a la otra mujer.

—Si bien es posible hacernos daño en nuestra forma de humo, es muy difícil que nos maten, —
dijo Nyx—. Un nativo de la tierra puede tener éxito en matar a uno de nosotros, pero no va a
sobrevivir la lucha.

Segadora. Jinete de la plaga. Durante años se había mantenido en secreto para el resto del
Courtyard de Lakeside. Ahora parecía que había muchos que sabían lo que era. Lo que la
desconcertaba era que no parecía importarles que uno de los depredadores más feroces de Namid
vivían entre ellos. Normalmente su especie vivía en la periferia, evitados y temidos. La aceptación, la
verdadera aceptación, era un regalo raro y valioso.

—¿Qué quieres, Nyx?

—Una camioneta se detuvo en el estacionamiento de los clientes. El enemigo estará aquí en
cualquier momento.

—Entonces debes irte.

—No, debería quedarme. Una bala puede hacerte daño, incluso matarte, si el enemigo es capaz
de disparar un arma de fuego antes de que puedas segar la suficiente vida para incapacitarlo.

Cierto. Y si el enemigo sabía algo acerca de su especie y disparaba sin mirarla, ella estaría en
riesgo.

—¿Qué estás sugiriendo?

Nyx sonrió.
—Lo que a veces es más práctico, y más divertido, cazar en pareja.


* * *


Agarró el arma humana para bloquear un golpe mientras sus dientes rasgaron en la carne.
Esquivó los golpes que podrían romperle los huesos y dejarlo indefenso.

Simon no pudo realizar un seguimiento de su manada. Los humanos y los Otros no sabían
cómo luchar como una unidad para derribar al enemigo, y su defensa de los más débiles entre ellos
era más como el bisonte adulto agrupándolos juntos para proteger a los terneros. Eso funcionaba lo
suficientemente bien con grandes animales con pezuñas y cuernos, pero no iba a funcionar con la
manada. A pesar de que el número de humanos que ya había heridos o muertos, más enemigos
estaban cerrándose a su alrededor. Habían perdido la oportunidad de correr, y cuando ya no había
espacio suficiente para luchar...

«¡Oigo sirenas!» Nathan gritó.

Ayuda. Puede ser. Pero, ¿llegará a tiempo para salvar a alguno de ellos?


* * *


Los Crowgard observaban desde los árboles y tejados, memorizando los rostros de los
humanos que habían abandonado sus vehículos en el aparcamiento. Los Sanguinati observaban desde
las sombras, esperando el momento adecuado para agarrar al conductor de la furgoneta.

Moviéndose casualmente y actuando como si pertenecieran ahí, los tres hombres abrieron la
cerradura de la puerta de vidrio y subieron las escaleras.

Con sigilo y velocidad. Uno abrió la cerradura del apartamento de Merri Lee y entró. Los otros
dos se fueron al apartamento de Montgomery. Pero cuando ellos entraron, tuvieron un momento de
sorpresa al mirar la cara de Tess, al mirarla a los ojos. En ese momento, en el que con una mirada,
ella cosechó suficiente de su fuerza vital para hacer que las piernas y los brazos fallaran y los
corazones a revolotearan. Los dos hombres se derrumbaron, retorciéndose en el suelo, demasiado
débiles para alcanzar sus armas.

Tess recogió dos pistolas y un corto y flexible garrote cubierto de cuero. Miró hacia la puerta y
a la columna de humo que asoma en el otro lado.

«¿Es seguro?» Preguntó Nyx.

«¿Todavía no.» Con esfuerzo, Tess ocultó su verdadera naturaleza detrás de la máscara humana.
Cuando el pelo enrollado se relajó un poco y hebras verdes rompieron el color de la muerte, ella
miró a Nyx. «Ahora es lo suficientemente seguro.»

—¿Blair puede tomarlos?

Tess asintió. Se inclinó y palmeó sus bolsillos de nuevo.
—Sin identificación.

Nyx sonrió.
—Sin identificación, no hay ninguna obligación para ningún humano. — Ella olfateó
delicadamente—. Por lo menos los tuyos no hicieron un desastre. El mío meó en la alfombra. Vamos
a tener que encontrar la manera de limpiarlo y cómo explicar el olor a orina.

—Culpando a Saltarín, — dijo Blair, uniéndose a ellas—. Vamos a decir que él se metió en el
apartamento de alguna manera y orinó en la alfombra mientras estaba husmeando por galletas. Dudo
que una nariz humana pueda distinguir entre la orina de Lobo y la orina humana, por lo que la
manada humana no va a saber la diferencia.

—La manada sabrá que esperábamos problemas, — dijo Nyx.

—Los ladrones irrumpieron, no encontraron nada, y se fueron, — dijo Tess. Ella movió el
garrote corto—. No sé qué es esto. Un arma de algún tipo.

Blair lo tomó, lo golpeó contra la palma de su mano, e hizo una mueca.
—¿Ablandador de carne?

Uno de los hombres hizo un sonido.

Tess lo estudió y luego dijo:
—La lengua de este está empezando a oscurecerse y pudrirse. Si quieres que te diga algo, has
tus preguntas rápido.


* * *


Tres cosas sucedieron a la vez. Algo se estrelló contra la parte trasera del edificio lo suficiente
para sacudir la estructura; la mitad del techo fue arrancado y se fue volando; y Nathan gritó:
«¡Algunos coches simplemente explotaron y se están quemando!»

Una vacilación en los combates cuando un viento feroz y furioso entró en el edificio por el
techo abierto y lanzando las mesas y mercancías a los humanos, un viento que, curiosamente, no
tocaba las mesas que podían lesionar a la manada del Courtyard.

A pesar de los gritos de la gente en todo el edificio, Simon escuchó las sirenas cada vez más
fuerte. Y vio a Fuego caminar a través de las puertas abiertas, con el pelo y el vestido desplegado
mientras se acercaba. El suelo humeaba en su estela.

Eso explica los coches en llamas, pensó Simon, estremeciéndose cuando el Elemental se acercó.
Nada escaparía si Fuego quería quemar, especialmente si Aire avivaba la ira de su hermana a través
del edificio.

Fuego miró a los hombres que habían estado luchando con la manada y dijo:
—O todos nos vamos o todos los humanos arderán.

Una repentina ráfaga de aire atrapó la bata de Fuego. Se encendió y encontró la pierna de los
pantalones vaqueros de un hombre. Con un grito, dejó caer el tubo que había estado conteniendo y
golpeó en la tela ardiente.

—¡Policía! ¡Tiren sus armas!

Muchas voces hicieron esa demanda mientras que los hombres se apresuraron a entrar a través
de las puertas abiertas, y luego frenaron rápidamente cuando Fuego se volvió hacia ellos.

—Ellos están aquí para ayudar, y necesitamos ayuda.

Al escuchar las palabras en voz baja, Simon miró a Kowalski. La cara y la ropa del hombre
estaban ensangrentadas, pero las manos que sostenían una pequeña pistola se mantuvieron estables.

Sí, que necesitaban ayuda, pero él no reconocía a ninguno de estos policías.

Entonces el Capitán Burke entró por la puerta. Él no dijo nada. Él se limitó a mirar a Simon y
esperó.

Era hora de hacer una elección.

«Fuego» dijo Simon. «Estos humanos policía nos ayudarán.»

Ella se volvió hacia él, y se dio cuenta de que no había sido un capricho lo que les llevó a ella y
a Aire a la feria para rescatarlo a él y al resto de la manada. Los Elementales ni siquiera lo había
hecho por él; vinieron aquí por Meg.

«¿Confías en ellos?» Preguntó.

No en todos ellos. No quería pensar en lo que podría hacer si él respondía a su pregunta con
honestidad, por lo que se decidió por:
«En muchos de ellos. Confío en los humanos en los que Meg confía y esos humanos confían en
los demás policías.»

Sintiendo que estaba demasiado cerca de expresar su furia y quemar todo a la vista, dijo lo
único que pensó podría influir en ella.

«Dile a Meg que estaré en casa pronto.»

No le importaba si Fuego carbonizaba todo el edificio y a todos en él, pero quería conseguir
que su manada saliera de ahí primero, y todavía había demasiados humanos entre él y la puerta.

Un acalorado silencio. Entonces Aire dijo:
«Torbellino y yo nos quedaremos para vigilar.»

Simon asintió, aliviado de que los Elementales se comprometieran a tanto.

«Muy bien.» Fuego inclinó la cabeza... y desapareció.

La policía se apresuró a ir hacia ellos, apresando a los hombres que los habían atacado. Por lo
menos, apresando a los que no estaban muertos o gravemente heridos.

Kowalski bajó su arma, pero tuvo problemas para mover un brazo y terminó metiendo el arma
en la cintura de sus pantalones vaqueros. Simon hizo todo lo posible para cambiar lo suficiente como
para verse pasablemente humano. Entonces oyó dos voces.

Ruthie diciendo:
—Aguanta, Lawrence. Aguanta. Los paramédicos están aquí.

Y Jenni llorando.
—¿Crystal? ¡Crystal, despierta! Simon dice que tenemos que salir ahora.

Les dejó paso a los hombres de la ambulancia que se apresuraron, custodiados por la policía.
Miró a su manada.

Henry tenía un profundo surco, con sangre a lo largo de su mejilla derecha de la bala que lo
había golpeado cuando él dio un manotazo a Simon para sacarlo de la trayectoria. Michael Debany
cojeaba y no era capaz de doblar una rodilla. Ruthie estaba toda ensangrentada, pero no podía decir si
estaba herida o si toda era la sangre de Lawrence MacDonald. Merri Lee tenía moretones ya
floreciendo en la cara, brazos y piernas, y un hueso atravesando la piel de un dedo de su mano
izquierda. Vlad apareció ileso. Lo mismo Jenni y Starr. Pero Crystal...

La espalda demasiado arqueada. Los pies apuntando con tanta fuerza que casi encrespaba. Los
ojos que deberían haber sido oscuros y brillantes, ya estaban apagados. Y las plumas habían brotado
parcialmente a lo largo de sus brazos rígidos.

Miró las revistas sangrientas que habían caído a su alrededor y pensó: Esta es la visión que Meg
vio sobre Heather. Si el conejo humano hubiera estado trabajando en el Courtyard, habría venido aquí
con las otras chicas. ¿Crystal estaría con vida si Heather hubiera muerto aquí?

No sabía cuánto de una profecía podría cambiar y cuánto iba a ocurrir, independientemente de
lo que alguien hacía. Lo único que sabía era que ahora estaba herido y quería ir a casa.

«¿Nathan?» llamó.

«Cortado por los vidrios rotos y herido por las rocas que me lanzaron. Los monos dieron
vuelta el bus. No creo que pueda salir. Huelo a gasolina.» Una vacilación. «La policía aquí están
diciendo que van a ayudar. Dicen que me de prisa.»

«Van a ayudar. Aléjate del bus.»

Demasiado ruido. Demasiada confusión. Se sentía apagado y enfermo mientras observaba a los
paramédicos meter rápido a MacDonald en la ambulancia. Observó a la policía conducir a los
atacantes con heridas leves fuera del edificio. Y observó al Capitán Burke hablar brevemente con
Kowalski y Debany antes de acercarse a él.

—¿Sr. Wolfgard? ¿Qué podemos hacer por usted y su gente? Usted y el Sr. Beargard están
heridos. Así como el Lobo que se encontraba en el autobús.

—Nuestros sanadores se harán cargo de nosotros, — dijo Simon—. Sólo queremos volver a
casa.

—Su autobús está demasiado dañado para andar, pero vamos a llevarlos a casa.

—A Crystal también.

Burke asintió.
—Siento su pérdida.

Quería escapar de ese lugar. Quería la oportunidad de descansar y sanar. Entonces se acordó de
la otra parte del mensaje de Elliot.

—Dígale al Teniente Montgomery que mantenga a la Lizzy lejos del Courtyard. Algo malo va a
suceder allí... o ha sucedido.

—¿Malo de que tipo?

—No sé. Meg vio...

—Simon está herido, — dijo Henry—. Él tiene que ir a casa.

—El Capitán Zajac y sus hombres también respondieron a la convocatoria de respaldo. Denme
un momento para hablar con él; entonces voy a hacer los arreglos para conseguir que todos vuelvan
a casa. Necesitaremos declaraciones de todos ustedes, pero podemos esperar.

Cuando Burke se alejó, Kowalski se acercó a Simon y a Henry, su brazo alrededor de Ruthie.

—Lo siento, — dijo Ruthie, llorando—. Lo siento.

—Hablamos con la Asociación de Comerciantes la semana pasada y les preguntamos si habría
un problema con que los Terráneos visitaran la feria para hacer compras. Nos dijeron que no habría
problema, — dijo Kowalski.

—Lo siento mucho.

—No fue tu culpa, — dijo Simon—. Querías dar a los Cuervos una delicia. Otros humanos
aprovecharon la oportunidad para tratar de matarnos.

No, esto no fue culpa de Ruthie. Dejarse atraer a un lugar donde los Terráneos tenía tan pocas
posibilidades de sobrevivir a un ataque, era culpa suya. Como líder, debería haber recordado el por
qué los Terráneos no iban a las salas de cine o conciertos o cualquier otro lugar donde una turba de
humanos podría atacar a un pequeño número de Otros. Tendría que haber hecho caso a las
preocupaciones de Vlad sobre ir a la feria en lugar de confiar en la confianza de Kowalski y de
Ruthie en estos humanos. Crystal Crowgard había muerto a causa de esa confianza, y Lawrence
MacDonald resultó gravemente herido.

Burke volvió cuando Debany y Merri Lee se unieron a ellos.
—Oficiales, ustedes y las damas van al hospital para recibir tratamiento. He dejado mensajes
para el Teniente Montgomery y Pete Denby, para que estén al tanto de la situación y tomen
precauciones. Sr. Wolfgard, hay un transporte esperando por usted y el resto de Terráneos.

—Estamos listos.

Vlad se unió a ellos, llevando a Crystal y escoltado por Jenni y Starr.

Asintiendo a Burke, Simon salió a la calle, seguido por Vlad y los Cuervos, con Henry en la
retaguardia. Nathan esperaba cerca de algún tipo de camioneta de la policía. El Lobo todavía
sangraba por algunos de los cortes más profundos, y a juzgar por la forma en que Nathan se movió,
Simon sospechaba que había otras lesiones, más profundas. Sólo esperaba que esas lesiones fueran
cosas que Jane Wolfgard pudiera arreglar.

A medida que se alejaban de la Feria, más ambulancias estaban llegando al estacionamiento, y
Simon se preguntó si los humanos que comenzaron esto tenían alguna idea de la magnitud del daño
que habían hecho.


* * *


Blair gruñó y miró por encima del hombro, pero la advertencia terminó rápidamente cuando
Elliot se unió a ellos y dijo:
—Tengo noticias.

—¿Simon? — Preguntó Blair.

—Él está herido, — dijo Elliot—. Igual Nathan y Henry. Crystal está muerta. Jenni y Starr están
mal pero no parecen heridas. Vlad esta ileso. Todos ellos estarán aquí en unos pocos minutos. La
manada humana está siendo llevada al hospital. Diversas lesiones. Uno de ellos está gravemente
herido.

—Vamos a mover estos cadáveres. — Blair dudó. Luego miró a Tess—. ¿Estos son carne?

Considerando que los dos hombres ya estaban más allá para responder a las preguntas, y
reconociendo para sí misma que había segado más de lo que había previsto. Ella negó con la cabeza.

—Están descomponiéndose demasiado rápido.

—El mío se debilita, pero la carne y la sangre son frescas, — dijo Nyx.

Blair asintió.
—También tenemos al conductor de la furgoneta. Dos proporcionarán carne especial suficiente
para todo el que quiera un poco.

«Sirenas,» Jake Crowgard informó desde su posición en el techo. «La policía está en camino.»

—Entonces tenemos que darnos prisa, — dijo Nyx.

Blair fue a buscar los trapos que había dejado al final del pasillo. Los cuatro Terráneos
envolvieron los tres cuerpos y los arrastraron hasta la camioneta del Complejo de Servicios
Públicos, que había estacionado cerca de las escaleras de atrás. También tomaron la alfombra sucia.

Tan pronto como Blair y Elliot partieron con la carne, Tess abrió las ventanas en todos los
apartamentos, incluso los que no habían sido invadidos. Luego limpió los pisos mientras Nyx dispuso
que las pertenencias personales fueran devueltas después que la policía se fuera.

Para el momento en que Nyx regresó y los agentes de policía fueron subiendo las escaleras de
la puerta de la calle, Tess tenía todo lo suficientemente ordenado.

Dejó que los oficiales miran a su alrededor. Ella respondió a las preguntas que eligió
responder, y el oficial a cargo, el Comandante Gresh, que había prestado asistencia en ocasiones
anteriores, fue lo suficientemente inteligente como para estar satisfecho con las respuestas que le
fueron dadas.

Ella le dijo que podía hacer la cosa de los polvos en la puerta de la calle para comprobar las
huellas dactilares. ¿Los coches en el estacionamiento del Courtyard? No había clientes en ninguna de
sus tiendas, por lo que los oficiales eran bienvenidos a aprovechar detener, remolcar, o hacer
cualquier otra cosa que quisieran con ellos.

—Una camioneta acaba de remolcarlo, — Nyx dijo una vez que la policía estuvo husmeando
alrededor de la playa de estacionamiento—. Vlad dice la policía llevará a Simon y a los demás a la
oficina médica de la Plaza Comercial.

—No creo que nuestros humanos regresen pronto, pero vamos a poner todo lo mejor que
podamos.

—¿Todo?

Tess miró a Nyx, conociendo a la Sanguinati sabía que estaba preguntando sobre el libro de
color rosa.

—No todo.


Capítulo 48


Watersday 26 de Maius

Sonriendo mientras escuchaba el emocionado parloteo de los niños, Monty sacó su teléfono
móvil del bolsillo y lo encendió. No es que él esperara algo. El Capitán Burke sabía que se había
tomado el día libre para pasar tiempo con Lizzy. Ahora que se había resuelto la cuestión de la
custodia, al menos por el momento, decidió que era seguro llevar a Lizzy al cine como un regalo y
había invitado a la familia Denby a unirse a ellos.

—¿Hay algo que todos queramos comer? — Preguntó Pete Denby.

—¡Pizza! — Dijo Lizzy.

—Pizza, pizza, pizza,— dijo Sarah.

—Hamburguesas, — dijo Robert—. ¡Estoy tan hambriento que podría comer una hamburguesa
del tamaño de una vaca!

—¿Toda una vaca? — Eva Denby dio a su hijo una mirada incrédula—. ¿Incluso los cascos?

Antes de Robert pudiera responder, Lizzy miró a Monty.
—¡Papá! Prendiste el teléfono.

—Tengo que revisarlo, Lizzy pequeña.— Y lo que vio lo hizo inquietarse. ¿Tres mensajes
desde el número de teléfono de Burke mientras que había estado en el teatro? Eso no era bueno.

—Siempre pones al trabajo primero. Mami dijo...

—Es suficiente,— Monty espetó, picado, no sólo por escuchar las mismas palabras, sino
también el tono de desaprobación de Elayne en la voz que salía de su propia hija. Miró a Pete—.
Revisa tus mensajes. — Entonces él escuchó los suyos.

—"Teniente, ha habido un incidente en los puestos de la feria. Llame cuando pueda".

—"El Courtyard está bajo ataque. No, repito, no lleve a Lizzy allí hasta que hable conmigo".

—"Lawrence MacDonald recibió un disparo. Está en cirugía. Venga al hospital de Lakeside tan
pronto como sea posible".

—Mikhos, vela por nosotros,—susurró Monty. Cuando guardó su teléfono, miró el rostro
pálido y la expresión sombría de Pete.

—Llevaremos a Lizzy con nosotros de nuevo a la dúplex, — dijo Pete.

—¿Puedes dejarme cerca del hospital de Lakeside?

—Claro.

—¿Que suced...? — Eva miró a los dos hombres y no terminó la pregunta.

—Uno de mis hombres, — dijo Monty, sabiendo que no necesitaba decir más.

Ellos metieron a los niños en el coche. Monty se preguntó si se veía atormentado. Los dioses
sabían, se sentía así.


* * *


—Dioses encima y por debajo. — El Capitán Zajac negó con la cabeza mientras miraba la
destrucción de los puestos de la feria desde afuera, feria que se encontraba en su distrito policial.

El veterano capitán de patrulla se había rozado con los asuntos de los Otros cuando un ex
empleado del Courtyard llamado Darrell Adams murió en circunstancias misteriosas, y un montón de
gente en la misma área terminó en la sala de urgencias con dolencias repentinas. Desde entonces,
Zajac había sido ferozmente insistente que mantenerse informado sobre las "actividades de la
estación de la calle Chestnut".

—Un tercio de los vehículos en este lote se destruyeron en segundos, — dijo Zajac—. Los vi
estallar en llamas y sentí las explosiones, ya que estábamos llegando. Vi a esa fémina correr más allá
de los coches justo antes de que explotaran.

—Podría haber sido mucho peor, — Burke respondió. Vio como el autobús del Courtyard se
enderezaba y lo unían a una grúa. El autobús iba a ir a un garaje de reparación de vehículos de la
policía. Si pudiera ser reparado lo suficiente, lo harían. Si no podía, iba a sentarse con el alcalde y el
interventor de la ciudad, para hacer todo lo posible para convencerlos de la necesidad de comprar un
nuevo autobús para los Terráneos. Los Otros podían permitirse otro autobús, y no sería una
dificultad en el presupuesto anual del Courtyard, por supuesto, había autobuses del tamaño adecuado
para la venta. La escasez del acero estaba empezando a hacerse sentir en varias industrias, incluyendo
la fabricación de vehículos. Había oído de un par de sus fuentes que al transporte público como taxis
y autobuses se les daría prioridad, y los individuos podría terminar esperando seis meses o más para
comprar un coche familiar, y tendrían que elegir entre lo modelos que estaban disponibles en ese
momento o prescindir del transporte.

Lo que sus fuentes no le podían decir, era por qué había una escasez de acero cuando los
Terráneos estaban vendiendo la misma cantidad de materia prima a los fabricantes como de
costumbre.

Un problema para otro día, Burke pensó cuando escuchó el suspiro del hombre mayor.

—Sé que podría haber sido peor, — dijo Zajac—. Dos salidas para todo el maldito edificio y la
salida trasera bloqueada por los escombros que fueron lanzados contra la puerta. Y la gente atrapada
detrás de una barricada de mesas y mercancías sopladas por un viento enloquecido, sin posibilidad de
salir si un incendio se hubiera iniciado en esa parte del edificio.

—Eso no fue un viento enloquecido, — dijo Burke en voz baja—. Eso fue hecho por una
Elemental enojada. Los escombros no estaban bloqueando las puertas traseras por accidente, el techo
no fue arrancado de este lugar por una probable ráfaga de viento que acaba de pasar encontrando un
punto débil, y esos coches no explotaron debido a una fuga de gas de algún tanque y el calor del sol
sobre el pavimento. Eso sería una convincente explicación, tal vez, y si somos inteligentes, no vamos
a ofrecer una explicación diferente, porque si Fuego hubiera entrado en el edificio primero, en lugar
de quemar los coches como una manera de interrumpir el ataque contra el autobús del Courtyard,
habríamos tenido una gran cantidad de cadáveres y muy pocos sobrevivientes.

—¿Esto va a estropear las cosas? — Zajac dio a Burke una sonrisa amarga—. Además de
prestar atención a lo que está sucediendo en tu estación, yo mantengo mi oído en las calles, Douglas.
He escuchado que las tiendas del Courtyard ya no están abiertas a los humanos. He oído que
Wolfgard ha comprado al menos un edificio fuera del Courtyard que se usara para alquilar. Y he
escuchado a un par de amigos que sirven en las fuerzas de policía de Saltos de Talulah, lo que queda
de ella, así que tengo una idea de lo mal que puede ser para nosotros -los humanos- cuando los
Terráneos realmente nos odian.

Burke había oído unos rumores sobre Saltos de Talulah también. Si algo como el ataque en la
feria hubiera sucedido allí, los Otros habrían matado a todos, y no habría importado que la mayoría
de esas personas no hubieran participado en el ataque.

—Simon Wolfgard quiere usar el Courtyard de Lakeside como una especie de escuela de
posgrado para Terráneos que necesitan interactuar con humanos en una forma u otra. Las tiendas
pueden estar cerradas a la población humana en general, pero todas sus tiendas están abiertas ahora a
un selecto grupo de humanos que están interactuando con muchos más de los residentes del
Courtyard. Eso nos da la oportunidad de mostrar a los Otros que los humanos pueden trabajar con
ellos para el beneficio de todos nosotros.

—¿Todo eso se habría ido si Wolfgard hubiera muerto hoy?

—Todo eso se habría ido. Y el próximo líder no habría visto con buenos ojos a ninguno de
nosotros.

Se quedaron en silencio durante un par de minutos, viendo a la gente absorber la pérdida de la
propiedad. Observando a la gente seguir a los paramédicos subiendo a las ambulancias que llevarían
a sus seres queridos a uno de los hospitales de la ciudad.

Observando a la camioneta del forense llevarse a los muertos.

—¿Douglas? No sé si has visto las alertas aún, pero hay un montón de personas que han
desaparecido de repente. — Zajac miró hacia delante—. No son de Lakeside, gracias a todos los
dioses. Los más cercanos a nosotros son una docena de personas de la zona del Lago Finger, todos de
la misma ciudad.

—Tal vez ellos huyeron juntos.

—Un buen número de alertas han llegado de todas las regiones, — dijo Zajac, como si no
hubiera oído el comentario de Burke—. Grupos de personas desapareciendo en el mismo momento.
Casi como si alguien hubiera decidido poner una empresa fuera del negocio mediante la eliminación
de los empleados. ¿No te parece extraño que tantas personas puedan desaparecer y nadie ha captado
ninguna señal de alguno de ellos?

—¿Las personas desaparecidas viven cerca de las carreteras donde se encontraron las profetas
de la sangre embarazadas?

—Lo suficientemente cerca. — Un momento de silencio—. ¿En qué piensas?

Me pregunto quién dio la orden de cazar a los que dirigían las granjas de cría.

—Creo que las personas realmente se han ido, y no debemos buscar demasiado o hacer
demasiadas preguntas.

Observaron a sus hombres escoltar a la gente del edificio. Algunas personas fueron trasladadas
en camillas, pero la mayoría se retiraron por su cuenta.

Sí, las cosas podrían haber sido mucho peor.

Finalmente Burke se movió.
—Me tengo que ir. Voy buscar las declaraciones de Wolfgard y el resto de los Terráneos que
estaban aquí y te enviare una copia del informe.

—Lo apreciaría. Espero que tu oficial se recupere.

—Yo también.

Burke subió a su coche y se dirigió hacia el Courtyard. El Hospital de Lakeside estaba de
camino, pero necesitaba determinar qué más los Otros podrían saber acerca del por qué el Teniente
Montgomery debía mantener a Lizzy lejos de lo que había sido un lugar seguro. Una vez que él lo
supiera, iría al hospital a ver a sus hombres y comenzar una vigilia a la espera de noticias sobre
MacDonald.

Y mientras esperaba, consideraría si estos dos ataques habían ocurrido al mismo tiempo, por
casualidad o de forma planificada.



* * *


Cuando Monty llegó a la pequeña sala de espera, privada, se encontró con Burke en la puerta
hablando con Louis Gresh.

Gresh asintió cuando Monty se unió a ellos.

Burke dijo:
—Cuéntale.

—Al mismo tiempo que el Capitán Burke fue informado de la necesidad de respaldo en la feria,
la estación recibió una llamada sobre un posible ataque en el Courtyard, — dijo Louis—. El Capitán
Burke estaba en su camino hacia los puestos de la feria y tú estabas fuera de servicio, así que respondí
al llamado del Courtyard, calculando que una cara familiar sería una mejor opción.

Monty asintió.
—De acuerdo, sobre todo si los Otros consideraron que alguno de sus más... vulnerables...
residentes estaban en peligro. — O sea los jóvenes y Meg Corbyn. ¿O había sido esto una especie de
intento del ex de Theral MacDonald para llegar a ella? —. ¿El intruso dañó alguna de las tiendas?

Louis negó con la cabeza.
—Alguien o varias personas desconocidas entraron en dos de los monoambientes, con la
probable intención de tomar objetos de valor. La Sra. Lee reside en uno de esos apartamentos, y tú
estás utilizando actualmente el otro.

Monty se sintió enfermo. ¿Alguien aún estaba tras de Lizzy? ¿Por qué? La policía de Toland
tenía a Oso Boo, y sólo los Terráneos sabían dónde estaban ocultas las joyas reales.

—¿Se llevaron algo? — Preguntó.

—Nada, — contestó Louis—. Ellos no me dijeron por qué, pero los Terráneos habían sacado
todas las posesiones personales de esos dos apartamentos justo antes del intento de robo. Puesto que
nada fue robado y no había ni rastro de los ladrones, no había mucho que pudiéramos hacer. La
puerta de la calle fue analizada por posibles huellas dactilares. Tomamos las placas de la matrícula de
los cuatro vehículos estacionados en el aparcamiento y se rastreó a los propietarios. No fue difícil.
Todos ellos estaban tomando bebidas y aperitivos en El Ciervo y la Liebre.

—¿Juntos?— Preguntó Burke.

—No, pero yo apostaría que se conocían y habían estacionado en el aparcamiento del
Courtyard como una especie de provocación. Y uno de los hombres tenía un distintivo de HPU y
sonreía, como si supiera algún gran secreto, sobre todo después de ser interrogado sobre si había
visto cualquier otro vehículo en el estacionamiento.

—Esos coches eran un camuflaje, — dijo Monty—. Un solo vehículo en ese lote se notaría.
Varios vehículos estacionados se verían más como mostrarles el culo a los Lobos y atreverse a hacer
una gran transgresión menor.

—Eso suena lo suficientemente estúpido para ser verdad, pero no había otro vehículo en el
aparcamiento cuando llegamos allí,— dijo Louis. Miró a los dos y añadió lentamente—. Y ninguno
de ustedes piensen que encontraremos el vehículo.

—Oh, podríamos encontrar el vehículo, — dijo Burke. Había algo en su tono que advirtió
sobre preguntar cualquier cosa sobre los ocupantes de dicho vehículo.

—Bueno, — dijo Louis después de un silencio incómodo—. Será mejor que vuelva a la
estación. Voy a pasar más tarde. Esperemos que todos tendremos buenas noticias para entonces.

Esperaron hasta que Louis se perdió de vista. Luego Burke dejó escapar el aliento en un suspiro
racheado.

—Muy bien, Teniente, vamos a hablar con sus muchachos y averiguar por qué una excursión
sencilla salió tan mal.

Sus muchachos, Monty lo meditó mientras seguía a Burke a la sala de espera. No sus hombres,
no sus oficiales. Sus muchachos.

Cuando él los vio, entendió la elección de palabras de Burke.

Kowalski y Debany estaban sentados en sillas plegables, sujetando a Ruth y Merri Lee. Todos se
veían jóvenes, asustados y agotados. Había sangre en sus ropas. Moretones y vendajes. Uno de los
dedos de Merri Lee estaba entablillado y la mano envuelta. Se veía más atontada que los otros tres, y
Monty supuso que le habían dado algún analgésico.

Burke trasladó algunas revistas y se sentó en la mesa delante de ellos, ignorando la forma en
que crujió por su peso.

Monty se agachó junto a la silla de Kowalski.
—¿Karl?

Kowalski hizo un esfuerzo por mantenerse firme, a pesar de que no pudo evitar que sus manos
temblaran.

—MacDonald está en cirugía. Ruthie hizo lo que pudo para aplicar presión a la herida, pero
perdió mucha sangre antes de que llegaran los paramédicos. Michael llamó a la familia de Lawrence.
Están en camino. No han localizado a Theral todavía. Ella no contesta su teléfono móvil.

—Hubo algunos problemas en el Courtyard, —dijo Monty en voz baja—. Ella puede haber
dejado su teléfono en alguna parte.

—¿Está Theral bien? — Merri Lee preguntó, despejada por un momento.

—Voy a averiguar. — También tendría que decirle que su primo había recibido un disparo.

—Vamos a sacar una declaración formal por parte de cada uno de ustedes después, — dijo
Burke—. En este momento, me gustaría saber lo que pasó.

—Lo siento, — susurró Ruthie—. Un viaje de campo, un placer para los Cuervos. Karl y yo
preguntamos a la gente que maneja los puestos de la feria, así como a algunos de los comerciantes si
habría alguna objeción de que los Otros compraran allí. Preguntamos.

—La impresión que tuvimos es que los comerciantes darían la bienvenida a todo el que quisiera
gastar dinero, — dijo Kowalski—. Pero... — Él miró a sus amigos.

—Sólo dilo, — dijo Burke.

—Es sólo una impresión, — dijo Debany.

—Eso está bien. De hecho, las impresiones son buenas si vamos a hacer un efectivo control de
daños.

—La gente que dirige el alquiler de la feria, alquilan las instalaciones cada fin de semana, —
comenzó Kowalski—. Luego alquilan espacio para mesas de los mercaderes. Uno puede alquilar
hasta tres mesas, ya sea juntas o en diferentes áreas de la feria. El centro está atravesado por amplios
pasillos principales que dividen al edificio en cuatro cuartos, son los lugares privilegiados y cuestan
más para alquilar.

Ruth se movió en su silla.
—Muchos de los compradores nunca van más allá de la cruz del centro a menos que estén en
busca de un elemento específico o en busca de las personas que están tratando de descargar un
montón de pequeñas cosas de una venta ambulante o fija y son precios baratos.

—Lo que notamos fue que varios comerciantes a los que hemos visto antes que generalmente
tienen mesas en un pasillo lateral tenía mesas en la cruz del centro hoy, — dijo Kowalski—. Y tenían
el tipo de mercancía que atraería a los Cuervos. Juguetes de cuerda. Bloques de construcción, mierda
llamativa.

—Jenni y sus hermanas estaban tan emocionadas, tan felices, — dijo Merri Lee—. Y tenían
mucho dinero.

Debany asintió.
—Jenni hizo la mayor parte de la compra, y tenía un cinturón de dinero alrededor de la cintura
lleno con dinero en efectivo. Pensé que un par de comerciantes se iban a desmayar cuando ella sacó
un fajo de billetes para pagar lo que querían.

Burke frunció los labios.
—Así que avanzaron lentamente por el pasillo principal de la feria, y todos estaban pasando
bien.

—Sí, — dijo Kowalski—. Nosotros sólo habíamos llegado al centro de la feria. Los Cuervos
todavía tenían para rato, pero tuve la sensación de que Simon Wolfgard había tenido más que
suficiente ruido y gente. Michael iba a hablar con las chicas para concluir el día. Antes de que pudiera
hacerlo, Wolfgard recibió una llamada telefónica, y de repente estábamos en movimiento, en peligro,
teníamos que salir ya.

—¿Así que se detuvieron antes de pasar la mitad trasera de la feria? — Preguntó Monty.

—Sí señor. Él agarró a Jenni y comenzó salir corriendo hacia la entrada principal, donde estaba
estacionado el autobús. Ruthie y Merri tenían a Starr con ellas, y Lawrence escoltaba a Crystal. Henry
Beargard estaba a la izquierda de Simon. No sé dónde estaba Vlad. Detrás de nosotros, creo. Pudimos
ver las puertas cuando un grupo de hombres bloqueó el camino. Todos cargaban armas, mayormente
palos, pero algunos tenían cuchillos. Michael y yo nos identificaron como agentes de policía y
ordenamos a los hombres que se hicieran a un lado.

—¿Fue ahí cuando llamó a la estación? — Preguntó Burke.

Kowalski negó con la cabeza.
—Antes. Llamamos a la estación y a usted ni bien Wolfgard indicó que estábamos en peligro.

Burke los dejó seguir con el resto, confirmaron que los humanos atacaron a su grupo después
de que Kowalski y Debany se identificaran como agentes de la policía; que los disparos que mataron
e hirieron a Crystal Crowgard y Lawrence MacDonald provinieron de detrás de ellos; que habían
disparado sus armas -fuera de servicio- para protegerse y proteger a las personas con ellos.

Que Simon Wolfgard se había abierto camino y que podría haber salido, pero volvió a
ayudarles cuando MacDonald cayó.

Cuando terminaron, Burke miró a Merri Lee y a Ruth.
—¿Señoras, podrían darnos un minuto?

Ruth ayudó a Merri Lee a pararse. Las dos mujeres salieron lentamente de la habitación.

—¿Merri será capaz de permanecer en el Courtyard de esta noche? — Preguntó Debany.

—El Teniente y yo vamos a ir al Courtyard pronto. Vamos a evaluar la situación y sabremos. —
Burke se acercó más—. Ahora. Quiero una respuesta directa. Cuando MacDonald cayó y pidió más
respaldo, ¿hubo alguna demora antes de que los agentes llegaran a ayudar?

Monty vio el shock en los rostros de Kowalski y Debany. Se miraron el uno al otro, vacilaron y
luego negaron con la cabeza.

—Se sentía como si la lucha se hubiera prolongado durante horas, pero no creo que todo el
asunto haya durado más de unos pocos minutos, — dijo Kowalski—. Los Elementales llegaron
primero, pero los respaldos estaban justo detrás, y tenían razón para estar detrás.

Burke golpeó sus manos en sus muslos y se levantó.
—Está bien. Bien. Comprobaremos el Courtyard y luego volveremos.

Monty salió con Burke. Sosteniendo la puerta para Merri y Ruth, miró a sus hombres, y luego
dijo en voz baja a Burke:
—Yo sé por qué había que hacer la pregunta, ¿pero tenía que preguntarse hoy? La pregunta fue
un shock. Han tenido bastantes sacudones.

—La ayuda llegó antes de que tuvieran la oportunidad de preguntarse de si iba a llegar. Creo
que eso va a importar mucho en los próximos días. Vamos, Teniente. Vamos a ver si Simon Wolfgard
también cree que la ayuda llegó en el momento oportuno.


Capítulo 49


Watersday 26 de Maius

El conductor de la camioneta de la policía hizo todo lo posible para hacer giros cuidadosos y
evitar paradas rápidas, pero sólo el movimiento de la camioneta cuando se dirigían de regreso al
Courtyard le causaba dolor a Simon. Estaba herido y lastimado y dolorido. Quería cambiar a Lobo y
encontrar un lugar seguro para esconderse. Entonces podría gemir como un pequeño cachorro
porque estaba herido y lastimado y dolorido.

Cuando era un Lobo adolescente que vivía en la Región Noroeste, había pasado un año con
otros jóvenes aprendiendo a trabajar y cazar con una manada que no era familiar, como un primer
paso para trabajar en un Courtyard, en el que tendría que trabajar cooperativamente con muchas
formas de Terráneos. Fue entonces cuando conoció a Joe y Jackson. Trabajar con ellos se habían
sentido fácil, natural, y ese vínculo había hecho de los tres líderes colectivos de su manada.

Pero un Lobo joven no encajaba con el resto de ellos. Él quería ser líder, pero había algo en él
que hacía que los otros Lobos se sintieran cautelosos, y no querían seguirlo. Estaba resentido con
Simon, Joe, y Jackson y ese resentimiento creció hasta el día que estaban cazando un bisonte a medio
crecer. La manada tenía hambre y motivada para caer en el juego. En lugar de trabajar con el resto de
ellos, el Lobo hizo girar al animal en el momento en que Simon fue incapaz de salir de su camino.

Había tenido suerte ese día. En lugar de ser pisoteado, había esquivado las pezuñas y recibió
nada más que un golpe de refilón que le había ralentizado e impedido cazar por unos pocos días.
Pero había recibido daño, así como la traición lo dañó.

El Lobo resentido desapareció ese mismo día. El día que Simon reunió la manada para una
búsqueda, encontraron al Lobo. Él había sido pisoteado, sus huesos de la cadera aplastados. Él
también tenía profundas marcas de garras que habían desgarrado a sus lados. Había tratado de
rastrear, parecía encaminarse hacia la zona donde se asentaban los juveniles. Y entonces algo le había
aplastado el cráneo.

Los Lobos adultos les habían dicho a los jóvenes que estaban solos ese año, a un grito de
distancia si se metían en problemas graves, pero esencialmente por su cuenta y no bajo la atenta
mirada de otros Lobos.

Si eso era cierto o no, no importaba mucho. Cuando habían buscado los olores para averiguar
qué tipo de animal había matado al Lobo, olía a nada más que a otro Terráneo. No a Lobos. No a algo
que pudiesen nombrar.

Esa fue la única vez durante ese año de que alguno de ellos olieron aquellas formas de
Terráneos. Todos ellos esperaban nunca volver a captar esos olores de nuevo.

Algunos de esos olores habían estado en el aire el día que él y Henry pasaron por delante de la
Comunidad River Road en su camino a una reunión con Steve Barquero, lo que significaba que
algunas de esas formas de Terráneos ahora estaban lo suficientemente cerca para ver a los humanos y
a los Otros que vivían alrededor de Lakeside.

La lección que los Lobos jóvenes habían aprendido el día en que encontraron el cuerpo del
Lobo resentido, fue que: ciertas acciones enfurecían a los nativos de la tierra que vivían
profundamente en el país salvaje, y ellos eran los que no debían ser provocados.

¿Sería considerado el ataque de hoy una provocación? El no lo sabía. Sólo sabía que, en estos
momentos, estando herido e incapaz de defenderse, temía a otros tipos de Terráneos más de lo que
temía al ser humano.

«¿Simon?» Dijo Vlad. «Estamos en casa.»

Casa. Meg.

Él gruñó por necesitar ayuda para salir de la camioneta de la policía, pero él no podía haber
salido por su cuenta. Humillante, y aterrador, era el ser tan vulnerable. Vlad se quedó cerca de él
mientras arrastraba los pies al consultorio médico de la Plaza Comercial, mientras que Henry
ayudaba a Nathan.

Jake Crowgard, en forma humana, corrió hacia la camioneta, abrazó a Jenni y Starr cuando
salieron.

Mientras Vlad abría la puerta de la oficina médica, Simon miró a los humanos de pie cerca de
la camioneta. Extraños en uniformes de policía. ¿Quién podría ser de confianza? ¿Y qué pasaría con
cualquiera que se considerara indigno de confianza?

Un coche blanco se detuvo detrás de la camioneta de la policía. Justo detrás llegó un sedán
negro.

—Estamos protegidos, — dijo Vlad en vos baja—. Entremos.

Protegidos, sí. Vio varios Sanguinati en su forma de humo. Vio a Blair y algunos otros Lobos
en forma de Lobo moverse a lo largo de un lado de la parte interior de la Plaza Comercial. En el
centro de la Plaza estaba Aire a horcajadas de Torbellino a modo de advertencia y amenaza.

El Dr. Dominic Lorenzo, el Teniente Montgomery, y el Capitán Burke pasaron bajo uno de los
arcos de la Plaza Comercial y se dirigieron hacia la oficina médica. Tess y Nyx también se dirigieron
hacia el consultorio médico, pero venían desde la Oficina del Enlace.

—Pensé que estaba ayudando a los humanos a tratar con las Casandra de sangre,— dijo Simon
a Lorenzo, sorprendido de lo arrastrado que las palabras sonaron.

—Lo estaba, — respondió Lorenzo—. Pero todavía reservo algunas horas para los residentes
del Courtyard. Oí un boletín de noticias sobre los problemas en los puestos de la feria, y pensé que
podría ser necesario aquí.

Estaba a punto de rechazar. No quería que ningún humano lo tocara.

Entonces Meg apareció en la puerta de la oficina. Ella miró a Henry, luego a Nathan, luego a él,
y se echó a llorar.

Jane Wolfgard atrapó a Meg antes de que sus piernas se doblaran.

—No puedes doblar la rodilla, — dijo Jane con severidad.

Lorenzo negó con la cabeza.
—Suficiente. — Miró a Jane—. Lleva a la Sra. Corbyn a la sala de examen. Aunque estoy
seguro de que hiciste un excelente trabajo de limpieza y cuidado del corte, voy a examinar la rodilla
y hacer mis notas para su archivo. — Luego se volvió para mirar a Nathan—. Usted. No puede lamer
esos cortes. Incluso desde aquí puedo ver que hay vidrios en algunas de esas heridas. Si se traga algo
de eso, puede cortarse por dentro. — Finalmente se volvió hacia Henry y Simon—. Voy a
examinarlos a los dos y hacer mis recomendaciones para sus formas humanas. Entonces ustedes y su
sanadora puede decidir el mejor curso de acción.

Después de haber dado sus órdenes, Lorenzo entró en la oficina y se dirigió a la sala de
examen.

Mientras cojeaba siguiendo a Lorenzo, Simon notó a Theral, estaba fuera del camino. Cuando
vio a Burke y Montgomery, -y a ninguno de los humanos que habían partido con los Otros un par de
horas atrás-, ella palideció y se tambaleó.

—Sra. MacDonald, — dijo Montgomery suavemente—. Tenemos que hablar. — Él la llevó a la
sala que Elizabeth Bennefeld usaba para masajes y cerró la puerta.

—Sr. Wolfgard, — dijo Burke, ignorando el gruñido de Simon de advertencia—. Me gustaría
conocer sus percepciones de lo que sucedió en la feria.

—Nos avisaron que teníamos que irnos, — respondió Simon—. Peligro. Los humanos
bloquearon el camino y atacaron antes de que pudiéramos salir. Atacaron a Nathan también. —Trató
de volver la cabeza para mirar al Oso Pardo—. Henry me derribó. — Y tenía un surco en la mejilla
derecha de la bala que probablemente habría matado a Simon.

—Capitán, puedo aportarle lo suficiente para su informe, — dijo Vlad.

Jane salió de la sala de examen.
—¿Nathan?

—Simon primero, — dijo Nathan.

Lorenzo podía haber querido verlos en orden de las lesiones visibles, pero el líder venía antes
que el ejecutor. Simon cojeando entró en la sala de examen.

Puesto que no la había visto irse, no debería haberle sorprendido que Meg todavía estuviera
allí, sentada en una silla.

Él se quejó con Lorenzo y Jane cuando le cortaron la camisa, perdiendo una prenda utilizable,
pero no podía levantar los brazos para que se la sacaran, así que no había mucho de donde elegir. Él
les gruñó cuando le sacaron los zapatos, calcetines y los pantalones vaqueros. Los habría mordido -al
menos a uno de ellos- si hubieran tratado de sacarle el slip . Nadie le sacaría eso mientras Meg
estuviera en la habitación.

—Ay, Simon. — Meg empezó a llorar de nuevo.

—No llores, Meg, — suplicó. Le dolía de una manera diferente escuchar su llanto.

Lorenzo lo empujó y espolió, lo suficientemente suave, considerando todas las cosas, pero
Simon aún así gritó un par de veces.

—Bueno, incluso en esta forma, usted es mucho más resistente que un humano, — dijo Lorenzo
—. Está maltratado y profundamente magullado, no hay duda sobre eso. Es posible que tenga algunas
pequeñas fracturas que no puedo detectar sin tomar rayos X, que no puedo hacer aquí. Pero no siento
ningún obvio hueso roto o algo dislocado. Todo lo que puedo decir prescribir es reposo. Dese
tiempo para sanar.

—Una vez que Simon cambie a Lobo, podré decir si hay problemas en el interior, —dijo Jane.

—No puedo cambiar a Lobo,— Simon murmuró—. Tengo que hablar con los humanos sobre...

Meg saltó de la silla y quedó contra su rostro tan rápido, que él se echó hacia atrás... y luego
gimió porque la herida se movió, hiriéndolo, lastimándolo, doliéndole.

—No tienes que quedarte en forma humana,— ella gritó—. No tienes que hablar con los
humanos hasta que estés mejor. ¡Tienes que ser un Lobo lobuno! Y si te pones estúpido acerca de eso,
voy... ¡Voy a pintar tu cola de naranja!

Pensó en señalar que no iba a tener una cola si se quedaba en forma humana, pero Jane asintió y
dijo:
—Esa es una buena amenaza. Vamos, Meg. Vamos afuera así Simon puede cambiar y el médico
humano puede mirar a Nathan.

Después de darle una mirada de "Yo zurró a los Lobos malos", Meg salió cojeando de la sala de
examen.

—Déjeme ayudarlo a bajar, — dijo Lorenzo, apoyando una mano bajo el codo de Simon—. No
voy a ofrecer un analgésico, porque no sé cómo reaccionaría un Terráneo.

Simon no sabía cómo iba a reaccionar a los analgésicos humanos tampoco, pero pensó que si
le daba a Meg un par de lamidas le haría sentirse mejor. Él siempre se sentía consolado cuando le
daba a la mano un par de lamidas mientras veían una película. Pero ¿qué pasaría con Nathan?

—Dile a Jane que Meg sostenga una de las galletas de manzanilla por un minuto y que luego le
dé un pedazo a Nathan, — dijo.

Lorenzo lo estudió.
—¿Así que la calidad sedante no sólo está en la sangre de las Casandra de sangre? El solo
hecho de que Meg sostenga algo proporciona suficiente contacto como para transferir parte de ese
efecto calmante?

La sangre de las Casandra sangre había sido usado para hacer la droga Bienestar, que podía
dejar a alguien tan pasivo, que lo dejaba impedido de responder a cualquier tipo de amenaza. Era
fácil argumentar que tomar la sangre de las niñas era una cosa mala, especialmente cuando las chicas
eran tratadas como ganado. Pero Simon de repente se sintió reacio a decir a nadie, ni siquiera
Lorenzo, que una profeta de la sangre podría suministrar un tranquilizante suave a alguien con sólo
sostener los alimentos.

Después de todo, la comodidad que sentía podría ser por darle a su amiga una lamida de "estoy
contigo".

—Las galletas siempre saben mejor si Meg las maneja, — finalmente dijo Simon.

Lorenzo pareció considerarlo durante demasiado tiempo.
—Eso es definitivamente algo para pensar. Ahora, cambie y salga de aquí para que pueda mirar
a su amigo.

Le dolió tanto cambiar a Lobo, y sus patas delanteras no querían llevar su peso porque sus
hombros no funcionaban del todo bien. Pero salió cojeando de la sala de examen, rápidamente
sustituido por Nathan.

«Tengo que quedarme como Lobo hasta que me cure,», le dijo a Vlad.

«Considerando lo que Meg le hizo a su pelo, tú no quieres que pinte tu cola de naranja.» No
teniendo una cola, Vlad sonaba divertido en lugar de considerado. «Montgomery ha llevado a Theral
al hospital. Burke va a hablar con nosotros sobre lo que pasó aquí y en la feria. Voy a encargarme por
ti. O Elliot puede hacerlo.»

«¿Elliot?» No había visto a su sire. «¿Dónde está Sam?»

«En el Complejo Verde con John y Saltarín. Están bien protegidos. Blair llevará la cama de
Lobo de la oficina de ABL a tu apartamento.»

Bien, él no iba a poder saltar a una cama en los próximos días, y dormir en algo mullido se
sentiría mejor que dormir en el suelo duro.

Meg estaba junto a la puerta de la oficina abierta, mirando hacia la Plaza. Pero cuando Nathan,
en forma de Lobo, salió cojeando de la sala de examen, se volvió pisando fuerte hasta donde los tres
estaban de pie.

En otro momento, habría sido divertido; Meg en un estado de ánimo de -bisonte dando
pisotones- con su pelo de pelusa de cachorro y una mirada determinada en sus ojos grises. Ahora...

Por favor no me zurres, Simon pensó, agradecido cuando Vlad se interpuso entre los Lobos y la
profeta de la sangre.

—Nathan se viene a casa con nosotros, — dijo Meg—. Él necesita tranquilidad y descanso tanto
como Simon, y si está en el Complejo Wolfgard, los cachorros lo van a molestar.

Vlad sabía que los Lobos adultos no permitirían eso. Pero el Sanguinati estaba extrañamente
silencioso. Por supuesto, todo lo que Simon podía ver en ese momento era la espalda de Vlad y no la
cara de Meg.

—Nathan se viene a casa con nosotros.

Un momento de silencio de desconcierto.
«¿Meg acaba de gruñirte?» Simon preguntó a Vlad.

«Sí. Así que decide acerca de quién va a dónde, antes de que decida hacer algo más que gruñir
para dejar en claro su punto,» Vlad respondió.

Simon pensó en Nathan, atrapado y solo en el autobús volcado, cortado por el vidrio y las
afiladas rocas que habían sido lanzadas contra él a través de las ventanas rotas. ¿Qué sería más
cómodo? ¿estar con la manada en el Complejo Wolfgard o estar con una manada más pequeña que
incluyera a Meg?

Miró a Nathan.
«¿Quieres venir con nosotros?»

«Sí.»

«Envía Blair a buscar la cama de Nathan y que la lleve a mi apartamento también,» Simon le
dijo a Vlad. «Puede quedarse conmigo... con nosotros... hasta que sane.»

«¿Estás seguro?»

«Meg está segura, así que estoy seguro.»


* * *


A pesar de que no iba a participar, Elliot sintió que la entrevista con la policía tendría más peso
si se realizaba en la sala de conferencias del consulado, y Tess acordó. Por eso ella y Nyx estaban
sentadas frente al Capitán Burke, y por qué habían elegido los asientos, mantenían a Burke ignorando
que Vlad, en su forma de humo, estaba mezclado en las sombras en un rincón de la habitación.

«Burke parece nervioso por estar en una habitación con nosotros,» dijo Tess.

«Él debe estar nervioso,» Nyx respondió.

Burke levantó una pequeña libreta y un lápiz.
—¿Está bien si tomo notas?

—Por supuesto,— contestó Tess. Ella vio el destello de alarma en los ojos del hombre cuando
su cabello comenzó a encresparse, pero el pelo se mantenía marrón, una señal de que ella no se sentía
enojada o amenazada.

Después de un momento de vacilación, Burke abrió la libreta.

—El Sr. Wolfgard dijo que le habían advertido que se fuera de los puestos de la feria, que
estaban en peligro. ¿Asumo que la advertencia provino de la Sra. Corbyn?

—Sí, —dijo Tess.

—¿Qué me puede decir acerca de lo que pasó aquí?

Tess le contó lo que sabía. Ella había estado en Un Pequeño Bocado. John Wolfgard estaba
desempacando libros del almacén de ABL, y Elliot Wolfgard estaba haciendo algunos trámites en el
consulado cuando todos oyeron un aullido extraño. Entonces Sam y Saltarín aullaron una advertencia
que los hizo llegar corriendo a tiempo para ver a Meg resbalar por las escaleras de los
monoambientes y caer, cortándose en la rodilla. John agarró a los jóvenes y los apartó antes de que
Meg empezara a hablar, dejando a Elliot y Tess escuchando la profecía.

No, no tomaron notas. No estaban preparados, y no había tiempo. Meg había aguantado tanto
como pudo antes de hablar. ¿La profecía? Ladrones entrando en los apartamentos para buscar algo.
Peligro para Simon, para todos los que habían ido a la excursión a la feria. Meg se había desmayado
de miedo por lo que había visto. Para entonces, muchos de los Terráneos que había estado en la Plaza
Comercial se habían reunido en respuesta a los gritos.

Elliot llamó a Simon. Meg fue llevada a la oficina médica. Tess, Nyx, y Blair retiraron las
pertenencias personales de los apartamentos para frustrar a los posibles ladrones. Ellos estaban en el
proceso de traslado de los bienes a un lugar seguro cuando los ladrones irrumpieron. En cuanto a lo
que los Otros podrían decir, ninguno de los muebles que venían con los apartamentos fueron
tomados. Hubo un poco de orina en el piso del apartamento de Merri Lee. Suponiendo que era una
especie de gesto de desprecio, Tess había limpiado.

No, ella no había visto un vehículo y sólo podía suponer que hubo al menos un humano.

«Él conoce lo suficiente acerca de nosotros como para saber que Blair podía oler el área y
decir cuántos ladrones habían subido las escaleras de la puerta del lado de la calle,» dijo Nyx.
«Podría incluso decir cuántos intrusos entraron en cada apartamento.»

«Esa es una de las razones por la que Blair no está en esta reunión,» Tess respondió. La otra
razón era que el ejecutor dominante, estaba demasiado furioso por los ataques para sentir confianza
en cualquier ser humano, incluso en uno que normalmente sería tolerado.

—Eso es todo, — dijo Tess, mirando más allá de Burke—. ¿Alguna cosa que desees agregar
sobre el ataque en la feria?

Burke se sacudió cuando Vlad pasó a forma humana y se unió a ellos.

Observando a Vlad, Tess pensó que la decisión de cerrar sus tiendas a la población humana en
general, fue buena. Ella no creía que los Sanguinati o los Lobos iban a tener mucha tolerancia hacia
la mala conducta humana por más tiempo.

Vlad puso las manos sobre la mesa y se inclinó hacia Burke.
—El grito de guerra de los humanos que nos atacaron fue: "Los humanos primero, último, y
siempre".

—Eso suena como un grito de guerra HPU, pero no hay ninguna prueba de que el movimiento
HPU planeó el ataque, — dijo Burke.

—Los disparos venían de detrás de nosotros, — continuó Vlad—. Dos pistolas, dos tiradores.
Oí cuatro disparos. No sé quién más fue golpeado. No creo que pensaron en disparar a través de esa
gran distancia y correr el riesgo de hacer daño a los humanos. Creo que habían planeado atraernos a
la mitad trasera del edificio y esperar hasta que estuviéramos cerca de la mesa donde los hombres
estaban vendiendo lo que parecía baratijas pero los paquetes que entregaron a sus clientes me
hicieron pensar que vendían armas.

—Lo que sería ilegal en ese puesto de feria, — dijo Burke—. Hay cuchillos y pistolas que
muestran donde las armas se compraron, pero la venta de armas en el puesto semanal de feria y el
mercado de los agricultores es una violación de los permisos otorgados a los propietarios del
edificio de la ciudad.— Suspiró—. Pero en el caos que siguió a los disparos, y la cantidad de...
mercancía... que fue reorganizada por las ráfagas de viento, no es probable que encontraremos las
armas.

El teléfono móvil de Burke sonó.
»—Discúlpenme por un momento.

Tess vio una tristeza llenar los ojos de Burke cuando él dijo:
—Estaré allí tan pronto como pueda.

—¿Problemas, Capitán?— Vlad preguntó cuando Burke terminó la llamada.

—Era el Teniente Montgomery llamando desde el hospital. El Oficial MacDonald no
sobrevivió a sus heridas.

Los tres Terráneos intercambiaron una mirada.

—Lo sentimos por su pérdida, — dijo Vlad.

—Él nos gustaba, — dijo Tess.

Burke puso su libreta y el lápiz en el bolsillo, una señal de que se estaba preparando para salir.
La tristeza se había apagado de los ojos azules, dejando tras de sí un fuego feroz.

—Puede que no sea capaz de encontrar las armas usadas para matar a mi oficial y al Cuervo,
pero que me condenen si no encuentro a sus asesinos. Esa es una promesa.

Tess miró a Vlad, quien se incorporó cuando Burke se apartó de la mesa y se levantó.

—No tendrá que ir muy lejos, — dijo Vlad—. Los encontrará entre los muertos.

Burke se le quedó mirando.

Vlad sonrió, una amarga expresión y aún así satisfecha.
—Yo no estaba lo suficientemente cerca como para evitar que dispararan, pero los atrape antes
de que pudieran mezclarse con los demás humanos y escapar.

Burke lo siguió mirando.
—¿Alguna cosa que debería saber sobre esas muertes? ¿Alguna cosa que haría que alguien
pensara que un Sanguinati fue el responsable?

Vlad se encogió de hombros.
—Un montón de cosas volaron alrededor cuando Aire sopló al rescate. Cosas afiladas que
podían rebanar la garganta de una persona. Era bastante probable que alguien más se resbalara con
toda esa sangre y cayera mal, rompiéndose el cuello.

Burke asintió.
—Eso es plausible. Me imagino que algunas pocas personas tenían similares, aunque menos
grave, lesiones.

—Bastantes, según el informe especial de noticias que escuché, — dijo Vlad.

En otras palabras, nada que pudiera apuntar a uno de nosotros como asesinos de los humanos
"inocentes", pensó Tess. Por supuesto, hubo atacantes que fueron asesinados por dientes o garras.
Pero eso era un problema para la ciudad y la policía.

Burke sacó una tarjeta y se la entregó a Vlad.
—Tengo que ir al hospital. Si se le ocurre algo más, hágamelo saber. O dele al Teniente
Montgomery una llamada.

—Avise al Teniente Montgomery y a Merri Lee que arreglamos los apartamentos y pusimos las
cosas lo mejor que pudimos recordar, — dijo Tess—. No queremos que se alarmen si se dan cuenta
de que algo no está exactamente en la forma en que lo dejaron esta mañana.

—Les diré.


* * *


Alguien golpeó fuerte en la puerta principal de Simon.

Meg se despertó y tomó el libro que se estaba resbalando de su regazo antes de golpear la ya
dolorida cabeza de Simon. Dejándolo a un lado, se levantó del sofá, luego dio un paso alrededor de
las colas y las extremidades para responder a quien fuera que estaba llamando a la puerta que no
estaba cerrada con llave.

Simon y Nathan se agitaron, incluso parecía que iban a tratar de ponerse de pie y desafiar al
intruso.

—Ustedes dos. — Ella señaló hacia ellos—. Quietos.

Gruñendo y cojeando, llegó a la puerta y la abrió, diciendo:
—No estaba trancada por una razón.

Steve Barquero la miró fijamente.
—Te cortaste el pelo.

Meg resopló.
—Sí, parece pelusa de cachorro. No, no puedes acariciarlo.

Se esforzó duramente en no sonreír. Luego ambos escucharon al menos a un Lobo tratando de
ponerse en pie.

—¡Simon, quieto! — Meg espetó.

El gemido sonó más como una protesta molesta, pero aún así fue un gemido.

—Él necesita descansar, por lo que no voy a entrar,— dijo Steve—. Lo que pasó en los puestos
de feria está en todas las noticias locales. Vine para hacerle saber que los Intuye y los Otros en la Isla
Grande darán toda la ayuda que necesiten. Y para traer esto. — Puso una canasta junto a la puerta—.
Galletas de Lobo para ellos, incluyendo las de manzanilla recién horneadas, y un par de bocadillos y
golosinas de panadería para ti.

—Gracias.

Miró a su rodilla.
—¿Estás bien?

Miró a su rodilla vendada, que estaba envuelta de esa manera para evitar que los Lobos
lamieran la herida.

—No es una herida grave. Yo estaba tratando de localizar la fuente de la sensación de alfileres y
agujas y me caí de las escaleras.

—Y liberaste una profecía.

—Sí. — Meg se estremeció. No podía recordar las imágenes que había visto, que era lo mejor
en este momento, pero todavía sentía el terror residual por lo que había visto.

Ella se sacudió cuando Simon y Nathan aullaron. También lo hizo Steve.

—¿Se lastimaron?— Preguntó—. ¿Me refiero a si se lastimaron ahora?

—No, ese es el aullido de "Queremos galletas", — respondió Meg.

—Lo pillo. — Steve dio un paso atrás—. Cuídate, Meg. Y llámanos si necesitas algo.

—Lo haré. — Ella vaciló, pero él estaba ahí—. Las chicas que fueron rescatadas del recinto.
¿Cómo les va?

—Están mejor ahora que hemos disminuido los estímulos visuales en sus habitaciones. Las
chicas tienen una línea muy fina entre la suficiente y demasiada estimulación o información. La mujer
que contratamos para ayudarlas tiene una buena idea de dónde está esa línea. Las salidas que
experimentan las niñas tienen más éxito, les facilita el que alguien sepa cuando han tenido demasiado.
Esperemos que aprendan otras maneras además de cortarse, para afrontar cuando se sienten
abrumadas.

—Son Casandra de sangre, — dijo Meg—. Con el tiempo, se van a cortar.

—Pero no tan pronto, e incluso una vez que empiecen, tal vez no sea tan a menudo.

Pensó en la información que Jackson Wolfgard envió sobre cs821.
—Espera. Otra Casandra de sangre que está viviendo con los Wolfgard en el noroeste está
revelando visiones a través de dibujos. — Se frotó su brazo izquierdo, tratando de calmar la picazón
—. Tal vez eso es algo que otras chicas pueden hacer para retrasar el corte.

—Otras chicas, — dijo Steve suavemente—. Pero tu no.

—No, yo no. — El picor se desvaneció con las palabras, confirmando una verdad.

Steve dio otro paso atrás.
—Gracias por la sugerencia. Descansa un poco, Meg.

Cerró la puerta, levantó la canasta, y cojeó hasta la cocina, haciendo caso omiso de los aullidos
suaves, quejumbrosos procedentes de la sala de estar.

Eran Lobos heridos y por lo general eran quejicas, ¿o estaban tratando de jugar la carta de
condolencia para conseguir más atención... y más galletas? Ella le preguntaría a Jane cuando la
sanadora cayera esa tarde para comprobar a los pacientes.

Después de guardar los alimentos que necesitaban refrigeración, cojeó de nuevo a la sala de
estar con una bandeja que contenía un sándwich, dos pequeñas bandejas con varios sabores de
galletas, y una jarra de agua para todos ellos. Llenó de agua los cuencos de Simon y Nathan hasta la
mitad, luego vertió el resto del agua en su vaso.

No quería ver la televisión mientras comían. Y la radio no paraba de hablar sobre el ataque en
la feria, por lo que no podía escucharla tampoco, sobre todo después de escuchar el informe...

No. Simon estaba herido, y Nathan estaba herido, su cara toda cortada por los vidrios rotos y
todo lo que la muchedumbre le había arrojado mientras él estaba atrapado en el autobús. Así que, no,
no iba a decirle a nadie todavía que la audición de Nicholas Scratch comentando sobre el ataque en
Lakeside habían hecho a su piel zumbar.


Capítulo 50


Watersday 26 de Maius

Monty se frotó las manos por la cara y miró alrededor del monoambiente.

Día largo. Largo, día terrible. No habría repercusiones físicas y emocionales. Habría una
posibilidad de represalias. Los miembros locales del movimiento Humanos Primeros y Últimos,
culpaban a gritos a los Otros por las muertes, lesiones y destrucción de la propiedad. Si los Otros se
hubieran quedado en su pedazo designado de la ciudad, donde pertenecían, -si es que pertenecían a
alguna parte de Lakeside- el incidente no hubiera ocurrido, transformando a un lugar acogedor como
la feria, en un campo de batalla. El Alcalde Rogers había dado rodeos al ser entrevistado, negándose
a reconocer que los miembros del movimiento HPU habían incitado el conflicto y sido responsables
de la muerte a tiros de un policía.

Nicholas Scratch, por otro lado, no había dado rodeos. Hablando desde un lugar seguro en
Toland, había sido intenso en sus condolencias a las familias de los muertos e hizo hincapié en cómo
el movimiento HPU había reunido a toda la Región Noreste para proporcionar apoyo emocional y
asistencia física a esas familias. Y él puso la culpa en los Terráneos del Courtyard de Lakeside por
hacer que la gente de la feria se sintiera tan amenazada, que habían arremetido. Y si bien era
lamentable que un policía hubiera sido asesinado, junto con varios otros humanos atrapados en una
pelea sin sentido, debería haber esperado una reacción de este tipo.

La declaración más escalofriante fue hecha por Elliot Wolfgard cuando los periodistas le
acorralaron después de una reunión con el alcalde.

—"Los nativos de la tierra que residen en los Courtyard son administradores de la propiedad,
los intermediarios entre los humanos y el resto de los Terráneos. Podemos hablar en nombre de los
nativos de la tierra que viven en el país salvaje que nos rodea, pero ellos tienen la última palabra en
Thaisia, y ellos decidirán qué pasará después".

Y ellos, quienesquiera que fueran, no iban a negociar, porque cualquier persona que lograra
encontrarlos no sobreviría. Eso asumiendo que los humanos pudieran comunicarse con ellos en
absoluto.

Tess había hecho un buen trabajo en poner todas las cosas personales de vuelta donde las había
encontrado. Si hubiera entrado sin preparación, se habría dado cuenta que alguien había tocado sus
cosas, habría detectado diferencias antes de buscar los detalles que lo confirmaran. Algo doblado un
poco o cajones en un orden diferente. Dado que los Otros le habían avisado que tomaron sus cosas y
las de Lizzy y luego las devolvieron, le dio a los cajones y al armario no más que una mirada
superficial.

Al entrar en la pequeña cocina, Monty abrió una botella de whisky y se sirvió un vaso
considerable. No bebía mucho, pero esta noche quería algo para suavizar el desasosiego, sobre todo
porque Lizzy no estaba allí.

Cuando llamó a los Denby para contarles sobre Lawrence MacDonald, Eva había insistido en
que Lizzy se quedara con ellos durante la noche. Hubo preguntas sin respuesta acerca de los intentos
de robo. Él no tenía dudas de que hubo un intento, al igual que no creía que el momento del robo y el
ataque en la feria, fuera coincidencia. Pero Oso Boo y las joyas habían desaparecido. La gente en
Toland involucrada con la muerte de Elayne tenían que saberlo. No creía que el Capitán Felix
Scaffoldon estuviera directamente involucrado en el asesinato de Elayne, pero apostaría a que el
Capitán mantenía a alguien al tanto de la información.

Lo que significaba que todavía había una pieza que faltaba. Alguien todavía estaba buscando
algo y pensaba que había llegado a Lakeside. ¿Podría alguna de las joyas haber sido escondida en
algo además de Oso Boo?

Monty se quedó absolutamente inmóvil, dejando que los pensamientos se arremolinaran en
torno a él.

Algo en una historia que había estado leyendo a Lizzy antes de ser trasladado a Lakeside.
Páginas de un libro habían sido cortadas para formar un compartimiento secreto. Había quedado
emocionada cuando le había leído que quiso convertir uno de sus propios libros en un lugar para
esconder los secretos. Había tenido la intención de buscar un libro usado para que no arruinara uno
de sus nuevos libros. Pero ella no trajo ningún libro con ella, solo...

—El diario, — susurró Monty. Dejó el vaso de whisky abajo y corrió hacia el tocador, pateando
a través de los cajones. ¿Por qué llevar un diario si Lizzy había perdido la llave? A menos que no
estuviera usando el diario como un diario, pero era, de hecho, otro escondite, y Lizzy nunca había
sido la persona que tenía la llave.

Revisó el armario, comprobó las maletas, se fijo debajo de la cama y detrás de los pocos
muebles en el apartamento. Comprobó debajo del colchón, sacudió todas las toallas de baño y ropa
de cama extra. Cuando terminó, buscó en todo de nuevo.

Luego se sentó en la cama estrecha y pensó durante mucho tiempo.

Tess había devuelto todo excepto el diario cerrado.

Capítulo 51


Earthday 27 de Maius

Era temprano en la mañana cuando Tess entró en una de las aulas de la escuela del Courtyard a
esperar a Nyx. Nadie estaría allí para interrumpirlas o hacer preguntas. Igualmente importante, la
escuela había sido construida en el interior del Courtyard, por lo que los humanos no tenían siquiera
un atisbo de ella desde las calles de la ciudad en los alrededores. La mayoría de los humanos no
sabían que existía.

El intento de robo de ayer no tenía sentido. Tratar de arrebatar a Oso Boo con el fin de
recuperar las joyas que habían escondido dentro de él, hubiera tenido sentido. Los Sanguinati
hicieron bien en aprender sobre las cosas que tenían valor en las partes humanas del mundo, y Nyx le
había dicho que las joyas escondidas en Oso Boo valían mucho dinero.

Pero Oso Boo fue entregado a la policía de Toland, y el oso había sido cosido por la sanadora
Wolfgard para que nadie sospechara que alguien había escarbado en el interior del cuerpo del oso.
Los ladrones no deberían estar buscando chucherías entre las posesiones de Montgomery. No más.

No, no se trataba de joyas. Se trataba de secretos ocultos dentro de un libro de color rosa.

Nyx fluyó en la habitación en su típica forma mezclada de humo y humana.
—He traído el libro.

—Ahora sólo necesitamos... — Comenzó Tess. Se detuvo y se volvió hacia la puerta. Su cabello
comenzó a enrollarse en previsión para tratar con el intruso ruidoso. Entonces parpadeó sorprendida
cuando el ejecutor dominante del Courtyard entró en la habitación.

Blair Wolfgard generalmente se movía en silencio porque era su naturaleza, pero no hizo
ningún esfuerzo en acercarse con sigilo cuando entró y sacudió una pequeña caja de herramientas.

—Las herramientas no son tan fáciles de adquirir en este momento, así que no voy a entregarlas
a menos que sepa lo que van a hacer con ellas, — gruñó.

—No tienes que entregar nada, — dijo Tess—. Sólo tienes que abrir la cerradura de este libro.
Es por eso que te dije que trajeras tus herramientas pequeñas.

Nyx inclinó la cabeza.
—Eso sonó desagradable, pero no estoy segura del por qué.

El Lobo mostró los dientes y le tendió la mano.
—Dame esa cosa.

Nyx le entregó el libro rosa con estrellas de oro en la tapa.

Blair tocó la cerradura.
—¿Dónde está la llave?

—No lo sé, — contestó Tess—. Es por eso que estás aquí con tus pequeñas herramientas.
Tenemos que saber lo que hay en ese libro.

—¿Por qué?

—Porque Meg vio un libro de color rosa con estrellas de oro conectado a un secreto. Y porque
alguien está todavía buscando algo que la Lizzy trajo con ella.

—¿Te importa que alguien sepa que lo abrimos? — Preguntó Blair.

—No.

Eligió una herramienta y rompió la cerradura.

Lo bueno es que no estamos interesadas en cerrarlo de nuevo, Tess pensó cuando Blair le
entregó el libro un poco destrozado, tomó su caja de herramientas, y se fue.

Abriendo el libro, Tess estudió la escritura.
—No puedo imaginar a un adulto usando un libro de color rosa con estrellas de oro, pero este
escrito no se parece al de una niña.

—No, no, — Nyx coincidió—. Pero es de mujer, sobre la base de la escritura a mano humana
que he visto.

—Es hora de saber lo que dice.— Tess recostó su cadera en la mesa del profesor y comenzó a
leer.


* * *


Meg soñó que era una tarta deliciosa y alguien se mantenía lamiendo su glaseado.

Se despertó sobresaltada cuando Vlad dijo:
—Es mejor que pares antes de que te atrape.

Irguiéndose en el sofá de la sala de estar de Simon, se quedó mirando a Simon y Nathan, que le
estaban dando su mirada de: "yo no sé de que está hablando".

La última vez que los Lobos le dieron esa mirada "demasiado inocente para ser creída" fue
cuando descubrió envases vacíos apilados en un armario en su habitación de clasificación; envases
que habían estado llenos de galletas de Lobo cuando almorzaron ese día.

—Ustedes dos han tenido suficiente glaseado, — ella murmuró.

—¿Cómo te sientes, Meg?— Preguntó Vlad.

Bajando los pies con cuidado para evitar pisar patas o colas, Meg se levantó e hizo balance.
Rigidez, dolor, hambre. Y ella realmente necesitaba hacer pis, y probablemente no era la única.

—Estoy bien. Necesito usar el baño. ¿Puedes abrir la puerta para que Simon y Nathan salgan a
la calle? Cuando Jane los vio la pasada noche, dijo que sería mejor si no cambiaban en absoluto por
otro día.

—Claro. ¿Necesitas que te ayude a subir las escaleras?

—No, yo puedo hacerlo.

Mientras subía las escaleras, un escalón a la vez, porque con la rodilla vendada no podía
doblarla bien oyó a Simon y Nathan luchando para pararse.

Jane Wolfgard estaba por caer para chequear a los Lobos y a Henry. Le pediría a la sanadora
Lobo que le sugiriera algunas actividades tranquilas que mantuvieran a los Lobos ocupados mientras
se recuperaban. Y el Dr. Lorenzo debía estar llegando pronto para ver cómo estaba. Ella realmente
esperaba que pudiera convencerlo de que los Otros sabían que había tomado todas las precauciones
con ella, que estaba bien para sacarse los vendajes y que la dejara tomar una ducha. Era, después de
todo, sólo un corte.

Incluso el Controlador, que valoraba su piel con fines de lucro, no habría hecho tanto escándalo
por su bienestar. Por otra parte, los Terráneos la valoraban más a ella que a su piel.

No tienes ninguna razón para sentirte culpable, Meg se dijo a sí misma. Pero se sentía culpable,
y temía que la reprimenda vendría ahora que las cosas estaban más tranquilas.

Esperaría hasta que el Dr. Lorenzo y Jane hubieran hecho sus visitas. Y luego, una vez que
Simon y Nathan se arreglaran con un plato de comida y un poco de agua, caminaría hacia el otro lado
del Complejo Verde a visitar a Henry.


* * *


—Bueno, — dijo Tess un rato más tarde—. Esto explica por qué el movimiento HPU sigue
estando tras de la Lizzy. Pero no creo que sea prueba suficiente para que los humanos hicieran algo al
respecto. Podrían decir que Elayne Borden lo hizo para causar problemas.

—¿La habrían matado si hubiera hecho lo que ella escribió en el libro?— Preguntó Nyx.

—Verdad o mentira, habría causado problemas, — contestó Tess—. Hay un montón de
acusaciones aquí por una mujer que no era tan importante como había creído.— Ella podría haber
sentido una gran sensación de piedad por Elayne Borden si el juicio y las acciones de la mujer no
hubieran traído problemas a Lakeside a través la presencia de la Lizzy—. Los humanos van a decir
que escribió estas cosas por despecho o celos porque el hombre que vivía con ella y le hacía
promesas, también se apareaba con otras mujeres. Dirán que trataba de desacreditar al movimiento
HPU como una manera de vengarse de él.

Nyx pensó en eso por un momento.
—Ya sea que los humanos lo crean o no, no importa. Es la confirmación humana de lo que los
Terráneos ya sabían. Tenemos que mostrarle este libro a Vlad y al abuelo Erebus.

—Simon es el líder de este Courtyard. Debemos decirle primero, — dijo Tess, preguntándose
si había una potencial lucha de poder entre los Sanguinati y los Lobos. Hubieron ciertas tensiones
entre los dos grupos debido a Meg.

—Él está herido y necesita descansar. Vlad y el abuelo no están lesionados. Además, este
problema se inició en Toland y los Sanguinati controlan el Courtyard allí. — Nyx hizo una pausa—.
De hecho, los Sanguinati controlan los Courtyard en cada ciudad humana que es un importante puerto
en la costa oriental. Entornos urbanos se adaptan a nuestra forma de caza, por lo que somos la mejor
forma de Terráneos para vigilar esos lugares.

Tess no podía discutir sobre el hecho que Simon necesitaba descanso. No se había percatado de
que los Sanguinati controlaban tantos Courtyard en Thaisia, aunque lo que Nyx dijo acerca de que
ellos encajaban mejor en los entornos urbanos tenían sentido. Tenían mucho en común con los
Segadores, que también se veían atraídos por la superabundancia de presas abarrotadas en las
ciudades.

Si los Sanguinati eran generalmente seleccionados para controlar los Courtyard en las ciudades
portuarias, ¿por qué Simon era el líder en Lakeside, el principal puerto humano en el lago Etu? ¿Por
qué elegir a un Lobo, cuando había una fuerte reunión de vampiros como la que había aquí, por no
hablar de la presencia de Erebus? ¿Habían cedido el liderazgo a un gard diferente por elección, o se
les había pedido ceder?

—Vamos a mostrar esto a Vlad y al abuelo Erebus,— Nyx dijo de nuevo.

—Está bien. Pero debemos mostrárselo a Henry y a Elliot también. Y deberíamos esperar hasta
que Simon tenga una oportunidad de verlo antes de tomar cualquier decisión. Hagamos lo que
hagamos con esta información afectará a Lakeside y a nuestro Courtyard.

—En ese caso, Blair, como el ejecutor dominante, debe ser incluido también.

—De acuerdo.

Ella y Nyx se acomodaron en un silencio reflexivo considerando todas las opciones. Al igual
que tantas decisiones que habían hecho recientemente, sea lo que sea que los Otros en Lakeside
hicieran ahora, repercutiría a través de toda Thaisia. Eso hizo que Tess se preguntara si fue este libro
o Simon Wolfgard el verdadero objetivo ayer.


* * *


Henry se sentó en la sala de verano debajo de su apartamento, lijando una pata de madera. El
lado derecho de su rostro estaba lastimado, y el surco dejado por la bala que lo hirió dejaría una
cicatriz que la cargaría siendo humano y Oso Pardo. Él no estaba preocupado por eso. Algunas
cicatrices eran parte de la vida, mientras que otras...

Atrapó el aroma de Meg, levantó la cabeza y la vio acercarse a su apartamento. Luego, cuando
se dio cuenta de que estaba en una sala de verano como el que ella compartía con Simon, esperó
mientras ella lo observaba a través de la puerta corredera.

—Puedes entrar, — dijo finalmente.

Ella abrió la puerta y caminó cojeando hasta la mesa que usaba para todo tipo de trabajos.

—¿Qué estás haciendo? — Preguntó mientras estudiaba las piezas sobre la mesa.

—Un sustituto de Oso Boo.

Cogió la cabeza, luego vaciló y lo miró pidiendo permiso. Cuando él asintió, ella lo recogió y
exploró la cabeza de madera del oso con sus dedos.

—El tallado está terminado. Voy a terminar de lijar las piezas esta mañana y se las doy a la
costurera para que las inserte en el cuerpo de tela que ella hizo. — Dejó el papel de lija y la pata, se
sentó y esperó. Se veía infeliz, y él era en parte responsable de eso debido a que algunas cicatrices
eran parte de la vida, mientras que otras...

Meg dejó la cabeza del oso en la mesa.
—No me corte a propósito. Me caí de las escaleras.

—Lo sé, — retumbó suavemente—. También sé que si no te hubieras caído, si no hubieras
sangrado y liberado la profecía, hubiéramos sabido que algo iba a suceder en los monoambientes
porque sentiste eso sin cortarte, pero no habríamos sabido del ataque en los puestos de la feria. No
habríamos tenido ninguna advertencia acerca de eso, no habríamos tenido tiempo para pedir ayuda, y
más de nosotros habrían muerto.

—¿Estás enojado conmigo?

Henry negó con la cabeza, un pequeño movimiento dado que el movimiento hacía que su rostro
doliera.

—No, Meg, no estoy enojado. Esto no es simple, y es... difícil... para nosotros. Estoy agradecido
de que nos dieras la advertencia, y estoy triste de que tengas otra cicatriz.

—No estoy triste por esta cicatriz,— dijo suavemente, agitando una mano hacia su rodilla—.
Estoy triste porque tú tendrás una cicatriz.

Sonrió con cuidado.
—No estoy triste por esta cicatriz. La conseguí por salvar la vida de Simon... al igual que tú
tienes tu cicatriz porque estabas cuidando de nosotros.

—Se siente diferente, esta cicatriz.

—Es una señal de un corazón cariñoso. Se debe sentir diferente.

Ella miró la cabeza y las patas del oso que había tallado para la Lizzy.
—Nosotros nos cuidamos uno al otro, ¿no?

—Sí lo hacemos.

Un aullido se elevó desde el otro lado del Complejo Verde.

Meg suspiró.
—Pensé Simon dormiría más tiempo. Mejor me voy antes de que haga alguna tontería.

Henry la vio caminar de regreso al apartamento de Simon. Había dos Lobos adultos alojados
allí, ahora mismo. Le resultaba interesante que Meg hubiera sabido que era Simon quien llamaba
buscándola.


* * *


Simon cojeaba tras de Meg. Árboles y arbustos tapaban la línea de visión entre las calles
humanas y los complejos donde vivían los Otros, pero los edificios estaban localizados lo
suficientemente cerca para hacer uso de las utilidades que los humanos proveían al Courtyard y sin
embargo tan lejos de la vista humana como era posible. No fue un compromiso fácil, y sin embargo
los Terráneos habían hecho el trabajo. No tenía más remedio que hacer que funcionara, porque
alguien tenía que mantener un comportamiento de vigilia y reportar si los humanos se volvían
demasiado peligrosos para Thaisia y todas las criaturas que vivían allí.

A pesar de su hermana, Daphne, a quien dispararon y mataron hace un par de años, ser capaz de
oír los coches circulando no lo había hecho sentirse nervioso. Pero se sentía vulnerable ahora. No
podía precipitarse hacia adelante para desafiar a un enemigo o correr lo suficientemente rápido para
salir del camino si el enemigo era demasiado fuerte como para entrar solo. En este momento, no
podía proteger a su manada, no podía proteger a Meg.

La alcanzó cuando llegó a la huerta. Estaba, tal vez, a dos piedras lanzadas desde el Complejo
Verde, pero él jadeaba por el esfuerzo de caminar incluso ese trecho.

Al menos Meg parecía estar sintiéndose mejor. El Dr. Lorenzo le había puesto un vendaje
pequeño en la rodilla, sobre todo para mantenerla limpia y para desalentar cualquier lamida del corte
en curación.

No había lamido el corte anoche, después de que Meg se quedó dormida en el sofá. Tampoco
Nathan. Pero lamerle la mano y el pie, que colgaban del sofá justo delante de las narices de los
Lobos, los había calmado lo suficiente, tanto que pudieron dormir por un par de horas antes de que
sus lesiones les dolieran de nuevo. No parecía que fuera algo malo hacerlo, y si hubiera estado
despierta, estaba seguro de que Meg habría accedido a dejar que tomaran un par de lamidas con fines
medicinales, pero quizás deberían haber pedido permiso primero. Después de todo, Meg era Meg, no
un frasco de medicina.

—Mira, Simon. ¡Las semillas que plantamos están brotando!

Pequeñas cosas verdes. No comestible todavía. No serían comestibles durante semanas y
semanas.

Quería un poco de agua.

Simon miró a la bomba cerca. La bomba y el pozo habían estado allí antes de que la ciudad
colocara las tuberías para el servicio, y los Otros todavía usaban esa agua, junto con el agua de lluvia
recogida en barriles, para la comida que plantaban.

«¿Meg? ¿Agua?»

«¿Meg bombeará el agua para nosotros?» Nathan preguntó, uniéndose a él.

Ella no podía oír el habla Terránea y él no podía cambiar para pedir.

—¿Arroo? — Simon fue cojeando a la bomba, seguido de Nathan—. ¿Arroo?

Meg miró a la bomba y luego a la huerta. Ella cojeó hacia la bomba.
—¿Crees que las plantas necesitan agua?

Él no sabía nada de plantas, pero a los Lobos seguro les gustaría un poco.

Nathan se quejó, luego lamió boquilla de la bomba.

—Ah, quieren agua. — Meg estudió la bomba durante tanto tiempo que los Lobos se sentaron a
esperar.

—No preste atención al agua cuando plantamos la semilla en la huerta, pero creo que puedo
hacer esto, — dijo finalmente.

Bueno, sí, ella pudo hacer funcionar la bomba, y el agua salió. No fue un goteo al que se le
podría haber dado lengüetazos, y el cubo que debería haber estado debajo de la salida para recoger el
agua no estaba allí. Finalmente consiguieron su bebida, en su mayoría por lamerse el uno al otro el
agua que goteaba.

—Lo siento, — dijo Meg—. Tiene que haber un truco para esto.

Simon se quedó allí, incapaz de sacudirse el agua porque el movimiento haría que sus hombros
y patas delanteras dolieran.

Alguien tosió ligeramente.

Trató de girar y casi perdió el equilibrio.

«Es Vlad» dijo Nathan.

Vlad dejó escapar un suspiro racheado que sonaba más como una risa.
—Los dejo a los tres solos por un rato, y mira los líos en que se meten.

«No nos metemos en líos,» Simon gruñó. «Sólo acabamos mojados.»

—El cubo se pone bajo la bomba, está guardado en el cobertizo,— Vlad le dijo a Meg,
señalando la pequeña estructura.

—No tenía pensado hacer nada más que mirar el jardín, — dijo—. Pero Simon y Nathan quería
tomar algo.— Miró a los Lobos—. Están muy mojados.

—Se van a secar, — dijo Vlad.

«Ya vas a ver cuánto simpatía consigues cuando Meg vierta agua sobre ti,» Simon gruñó.

«Se ha llamado a una reunión,» dijo Vlad, ya no sonaba divertido. «Hay algo que tienes que ver
antes de decidir qué hacer»

«No puedo cambiar hoy»

«No hay humanos invitados a esta reunión, por lo que no tienes que verte humano.»

«Meg no debería estar aquí sola.» Un Halcón pasó sobre Simon, un recordatorio de que había
Terráneos vigilando.

«Ella no estará sola. Y no vamos a estar lejos. Nos vamos a reunir en mi apartamento.»

—¿Vlad? — Dijo Meg, pasando la mirada del vampiro a los Lobos.

—Reunión de negocios. Se necesita a Simon, — dijo Vlad tranquilamente.

—Pero él debe descansar hoy, — protestó.

—Lo sé, pero no puede esperar.

Ella quería protegerlo, y eso agradó a Simon en todo tipo de formas, porque quería protegerla
también. Pero un líder no podía siempre ser protegido, por lo que comenzó a regresar al Complejo
Verde rumbo al apartamento de Vlad.

Vlad habló con Meg durante otro minuto, y luego lo alcanzó.

«Nathan se quedará con ella,» dijo Vlad.

«No puede protegerla contra los intrusos.»

«No, él no puede, pero puede dar la alarma si es necesario. Y varios de los ponis acaban de
aparecer, incluyendo a Tornado y Torbellino. Nadie va a acercarse a Meg mientras que estén
pastando alrededor del complejo»

Diciéndose a sí mismo que debería estar satisfecho con eso, Simon entró en el apartamento de
Vlad. Cuando vio quién más estaba en la habitación, sabía que esto no era sólo acerca de los ataques
de ayer, sino algo más... y peor.


* * *


Meg abrió la puerta de la sala de verano debajo de su apartamento y esperó a Nathan para
entrar. Esperaba que todos los cortes en la cara y patas delanteras se curaran sin dejar cicatrices. Ya
era bastante molesto pensar en Henry, como hombre u Oso Pardo, con una cicatriz a lo largo de su
mejilla derecha. No quería que Nathan se viera en el espejo todos los días y recordara la traición
humana.

¿Qué pensaban los Otros de sus cicatrices? ¿Las viejas cicatrices les importaba a alguno de
ellos, exceptuando a los pocos que entendían lo que significaba el número de cicatrices en relación a
la duración de su vida? ¿Qué pasaba con los humanos? ¿Era difícil para ellos mirar sus cicatrices?
Ella no tenía ninguna en su cara, pero los pantalones cortos y camisetas de manga corta que eran
prácticos para usar en el verano, revelaban algunas de las cicatrices en sus brazos y piernas.

Ninguno de los humanos que eran sus amigos había dicho algo. No a ella de todos modos.
¿Qué pasaba con los repartidores? ¿Al usar la ropa de verano, estaba publicitando que era una
Casandra de sangre? Con la difícil situación de las chicas liberadas y abandonadas, y el creciente
número de muertes causadas por su incapacidad para hacer frente al mundo exterior, más gente
entendería el significado de las cicatrices espaciadas en tramos iguales. ¿No?

Aunque, ahora que lo pensaba, las profetas de la sangre ya no eran mencionadas en las noticias
o en los periódicos. Ahora, la noticia era acerca de los alimentos que se añadirían a las libretas de
racionamiento del próximo mes, la escasez que se estaban pronosticado y las acusaciones de que los
Otros eran los culpables de la disminución de los alimentos disponibles y el aumento de los precios.
Eso no tenía mucho efecto en ella. A excepción de la pizza, compraba toda su comida de las tiendas
de la Plaza Comercial, que eran abastecidas por granjas Terráneas, pero Merri Lee y Ruth habían
dicho un par de veces que estaban contentas de que se les permitiera hacer compras en la Plaza
Comercial y aún más aliviadas porque iban a recibir una parte de los alimentos cultivados en el
Courtyard.

—¿Arroo? — Nathan preguntó suavemente.

¿Cuánto tiempo había estado de pie allí, sosteniendo la puerta abierta?

—Cerebro ocupado, — dijo ella entrando en la habitación. Recogiendo el libro que había
dejado sobre la mesa, eligió la nueva silla de salón que daba al patio del Complejo Verde. Merri Lee
y Michael Debany le habían dado dos sillas reposeras como un estreno de la sala de verano. Ruth
Stuart y Karl Kowalski le habían dado una pequeña mesa redonda y dos sillas que le brindaban un
lugar para comer o trabajar en un proyecto.

Alguien, probablemente Vlad o Tess, habían hecho un poco de reorganización con el fin de
mover las camas de Lobo a la sala de verano.

Después de una aspiración de confirmación para determinar cuál era su cama, Nathan se acostó,
puso su cabeza sobre sus patas, y se quedó dormido.

Meg no sabía dónde estaban sus amigos humanos hoy. En el duelo, sin duda. ¿Estaban en la casa
de los MacDonald, ayudando a los padres de Lawrence y a Theral a hacer lo que se hacía en un
momento como ese?

Había visto vídeos, y, a veces demostraciones reales, de niñas víctimas de abusos o incluso
asesinadas, pero no tenía muchas imágenes de entrenamiento de hombres asesinados. En su lugar,
había imágenes que, pegadas con otra imagen, significarían una especie de muerte. Un coche
destrozado y una tarjeta de condolencia. Una pistola y una urna de cremación. No es que el
Controlador o los Nombres Caminantes les hubieran dicho a las chicas lo que esas combinaciones de
imágenes significaban, pero al final ella y Jean lo habían descubierto.

¿Las profetas de la sangre que se desmoronaron habrían visto esa combinación de imágenes
cuando tomaron su decisión final, del corte fatal?

Meg sacudió la cabeza como si con eso desalojara a los pensamientos. Cuando se dio cuenta
que estaba frotándose los brazos para aliviar esa sensación de alfileres y agujas, también se dio
cuenta de que Nathan estaba despierto y mirándola.

—Está todo bien. El picor se fue, — le dijo, lo cual era cierto.

—Arroo.

A pesar de estar herido, todavía estaba en guardia. A su manera, ella también lo estaba.

Meg abrió su libro y trató de leer. Pero no podía concentrarse en la historia porque seguía
pensando en Henry tallando un nuevo oso para Lizzy. Aquí, en el Courtyard, todos se cuidaban
mutuamente.

Los amigos de Lawrence MacDonald estaban cuidando a su familia, pero ¿qué pasaba con Jenni
y Starr? ¿Había alguna manera de que pudiera cuidarlas?

Ella pulía monedas hasta que brillaban. Una pequeña muestra, un gesto de simpatía por la
pérdida de una hermana. Y...

Un gran pata empujó contra su muslo con una fuerza considerable.

Meg se quedó sin aliento. Nathan se puso de pie al lado de su silla, mirando como si estuviera a
punto de levantar la cabeza y gritar.

—Estoy bien, — dijo, aunque ¿cómo podía estar bien si acababa de tener una visión sin
cortarse? Eso había ocurrido sólo una vez, antes del ataque contra el Courtyard a principios de ese
año, cuando estaba haciendo entregas durante el día y de repente pensó que estaba conduciendo en la
noche.

—¡Rroo! — Un definitivo desacuerdo.

—Estoy bien, — Meg insistió—. Yo estaba pensando.— Levantó la mano para darle una
palmadita tranquilizadora y mantenerlo tranquilo, entonces recordó que no tenía que tocar su rostro
—. Yo estaba pensando.

—¿Arroo? — No convencido todavía de que estaba bien, pero escuchando.

—Es algo diferente, y no estoy segura de cómo explicarlo.

Nathan se sentó al lado del sillón y esperó.

—Estaba pensando en Jenni y Starr y si había algo que podía hacer por ellas. Y entonces vi algo
que podía hacer. Pensé que era una visión porque tengo visiones. Pero en realidad no fue una visión.
Era mi mente dándome una respuesta a la pregunta, mostrándome haciendo algo bueno para ellas. —
Emocionada, pasó las piernas por el borde de la silla, puso su nariz contra la nariz de Nathan—. No
fue un pensamiento de profeta de sangre, ¡fue un pensamiento de chica normal!

Olió su rostro y al parecer decidió que no había motivo de alarma.

—¿Puedes decirle a Julia Hawkgard que me gustaría verla?

Nathan ladeó la cabeza. Cuando ella no dijo nada más, volvió a su cama y se acostó. Un minuto
más tarde, Julia apareció.

—¿Pasó algo de malo? — Preguntó Julia.

—No, — Meg le aseguró—. Sólo necesito un par de cosas de la Plaza Comercial, y mi rodilla...
— Hizo un gesto hacia la rodilla vendada. No había nada de malo en su rodilla. Lo único que tenía
que hacer era evitar doblarla demasiado para no hacerse una fisura en el corte en curación. Podría
haber caminado o manejado su Bow, pero Nathan habría ido con ella, sin importar lo que le dijera, y
él necesitaba descansar.

—Ah. Claro, — dijo Julia—. ¿Qué necesitas?

Meg le dijo lo que quería. Mientras esperaba a que Julia volviera, se preguntó lo que los Otros
pensarían acerca de su petición. Quizá Julia pensara que era algo propio de los humanos. O tal vez el
Halcón entendiera el motivo de la solicitud. De cualquier manera, Julia regresó rápidamente con
todos los elementos.

Mientras Simon estaba en su reunión y Nathan dormitaba, Meg se sentó en la mesa en la sala de
verano y pulió dos rollos de monedas de diez centavos hasta que cada moneda brilló.


* * *


Simon no estaba seguro de si Blair y Elliot cambiaron a Lobo porque era Earthday y
habitualmente se encontraban en esa forma en el día libre de contacto con los humanos, o si no
querían que se sintiera incómodo por ser el único que no estaba en forma humana en esa reunión.

De cualquier manera, una vez que eligió un lugar en el salón de Vlad y se acostó, Blair y Elliot
se colocaron a ambos lados de él. Vlad, Nyx y Erebus Sanguinati se sentaron en las sillas enfrentadas
a los Lobos. Eso dejaba a Henry y Tess sentados en extremos opuestos de la habitación.

—No hay muchas entradas en el libro que sean de interés para nosotros, así que voy a leer esas
pocas en voz alta, — dijo Tess.

—Diario, — dijo Vlad—. Ese tipo de libro se llama diario. ¿Dónde lo conseguiste?

—Lo tomé del apartamento del Teniente Montgomery. Estaba en un cajón con la ropa de la
Lizzy, por lo que es probable que haya venido con ella, y después de que Nyx y yo lo leímos, nos
dimos cuenta de que esto fue la razón por la que alguien todavía está tras la niña.

—La Lizzy es joven, — dijo Erebus—. ¿Qué podría alguien tan joven anotar que hiciera que
tantos cazadores vayan tras su pista?

—La Lizzy no escribió nada, — contestó Tess—. Elayne Borden, por otro lado...

«Léelo,» Simon dijo, mirando el diario como lo haría con una serpiente de cascabel enojada.

Tess leyó las entradas. Cuando terminó, Simon esperó a escuchar lo que el resto de ellos diría,
pero nadie habló... a menos que contara los gruñidos de Blair.

—Esto confirma lo que los Terráneos ya descubrieron, pero ahora a los humanos en el
gobierno se les debería decir el por qué su gente no tiene suficiente comida, el por qué algunas
posesiones serán difíciles de comprar, — finalmente dijo Henry.

—¿Crees que los humanos del gobierno no lo saben ya? — Vlad sonaba escéptico—. Es el
resto de los humanos que necesitan saberlo, por lo que al movimiento HPU respecta, los humanos
que tienen la primera reclamación de alimentos viven en el Bloque Romano, y los humanos en
Thaisia recibirán los restos, si los hay . El hambre va a empujarlos a tratar de tomar más tierra del
resto de las criaturas de Namid.

«Estoy de acuerdo con revelar esto a los gobiernos humanos,» dijo Elliot. «Pero, ¿cómo lo
hacemos? ¿Cómo se pueden hacer muchas copias de ese diario?»

—La mayoría de lo escrito es personal, — dijo Tess—. Dudo que sería de interés para
cualquier ser humano, salvo para el Teniente Montgomery.

—Lo que es importante para los Terráneos puede ser condensado en un par de párrafos que
confirmarán a nuestros líderes que los humanos son responsables de la escasez de alimentos y
materias primas, — dijo Vlad—. Eso también es todo lo que los gobiernos humanos necesitan saber.

«Debemos hacer dos copias de todo el libro,» dijo Elliot. «Guardaremos una copia para
nosotros y daremos la otra copia al Courtyard de Toland, ya que tendrán que hacer frente a la parte
de los problemas que hay en su ciudad.»

«No nos corresponde aullar esta información de los humanos a todas las partes de Thaisia,»
dijo Simon. «Esa elección debe ser hecha por los Terráneos que cuidan de cada región de nuestra
tierra. Tomamos decisiones para Lakeside.»

—Hemos estado tomando decisiones para mucho más que Lakeside últimamente, —Henry
respondió—. Por lo menos, toda la región Nordeste se atendrá a nuestras decisiones.

«Bueno, si estamos tomando decisiones para los que no son...» Simon detuvo. ¿Montgomery no
era un poco de los suyos, o era parte de la manada humana ahora? «Creo que el diario original hay
que dárselo al Teniente Montgomery. Elayne murió para que la Lizzy pudiera escapar de los malos
humanos y llevarle las palabras a él.»

Un silencio mientras todos pensamos acerca de ello.

—Dos ejemplares de este diario será suficiente, — dijo Erebus con un guiño hacia Elliot—.
Uno para Lakeside y otro para Toland. Vlad, cuando termine esta reunión, llama a Stavros. Dile que
hay cosas que tiene que saber que no se puede discutirse por teléfono.

Vlad asintió.
—Yo le voy a llamar y le pediré que tome el siguiente tren disponible.

«Sigo pensando que deberíamos decirle a más humanos,» dijo Elliot.

«No importa ahora cuántos humanos lo sepan,» dijo Simon. «Se mintieron entre ellos y
trataron de culparnos para causar problemas. Deliberadamente tomaron acciones para que su gente
pase hambre el próximo año con el fin de crear más conflictos. A causa de eso, serán los Terráneos
en el país salvaje quienes decidirán qué sucede después.»

Nadie habló considerando las implicaciones. Los humanos tenían poco conocimiento acerca de
los Terráneos que podían ver. No tenían ninguna comprensión en absoluto acerca de los nativos de la
tierra que habitaban en el país salvaje.

—Tren. Tren, — dijo Tess—. Cuando vaticinó la última profecía, Meg dijo esa palabra dos
veces. El Controlador y su... gente... pasaron años entrenándola, por lo que todo lo que dice en la
profecía tiene un significado.

—Stavros va a venir en tren, — dijo Vlad.

—Y también lo hará otra persona. Para bien o para mal, creo que debemos esperar un segundo
visitante.

Simon gruñó por el esfuerzo de levantarse.
«Suficiente. Voy a ser capaz de cambiar mañana. Entonces voy a ver cómo me siento con la
forma humana y qué limitaciones que puedo tener.»

—Voy a ir a Las Tres P ahora y hare las copias del diario, — dijo Tess.

Ya que no había nada más que tuviera que hacer en esa reunión, Simon cojeó hasta la puerta, y
luego tuvo que esperar a que alguien le abriera. Quería caminar poco y descansar mucho. Quería
acurrucarse con Meg y que lo acariciara mientras veían una película.

Quería estar fuerte y lo suficientemente bien como para poder proteger, por si acaso el segundo
visitante que venía a Lakeside resultaba ser un enemigo.


***


Jenni Crowgard regresó a su apartamento en el Complejo Verde temprano esa noche. Los
Crowgard había pasado el día juntos, de luto por la pérdida de Crystal, no fue muy distinto a la forma
en que los humanos se habían reunido para llorar la pérdida de Lawrence MacDonald.

¿Los Cuervos abrirán Chucherías y Brillantes mañana? Meg se preguntó. ¿O van a abandonar
su tienda en la Plaza Comercial?

Sintiéndose incómoda, llamó a la puerta de Jenni... y trató de no mirar dentro cuando el Cuervo
respondió.

El pelo negro de Jenni, por lo general brillante y bien peinado, colgaba sin brillo y descuidado
en torno a un rostro dibujado por el dolor.

—Tengo algo para ti y Starr.— Meg le tendió una pequeña caja decorada, uno de los elementos
que Julia Hawkgard había recogido para ella.

Jenni tomó la caja y la miró por un minuto completo antes de levantar la tapa. Tomó un par de
monedas de diez centavos en una sola mano.

—Brillantes, — susurró—. Las monedas no son siempre tan brillantes. A Crystal le gustaba las
monedas brillantes. Ella las mantenía en un recipiente sobre el mostrador.

—Lo sé. Por eso pulí estas. Pensé que podrías añadirlas a la taza en su honor. —Meg se detuvo
—. No sé cómo ayudar, y quiero ayudar.

—Ya ayudaste. Advertiste a Simon, pero no escuchamos cuando dijo que teníamos que salir.
Había tantas cosas brillantes tantos tesoros, a la vista y el tacto, que no quisimos escuchar. Él tuvo que
esperar, tuvo que discutir con nosotros, y eso dio el tiempo para que los humanos ataquen.

—Esos hombres habían planeado atacar a los Terráneos. No fue tu culpa, Jenni.

El Cuervo vertió las monedas de diez centavos en la caja.
—No cambia las cosas. Crystal está muerta. MacDonald ha muerto. Y hemos aprendido, de
nuevo, que en los humanos no se puede confiar.

La ira en los ojos de Jenni heló a Meg.
—Jenni...

—Nuestra Meg es de confianza. Nuestra Meg no nos traicionará.

—No no lo haría. Ni Merri Lee o Ruth o los otros humanos que trabajan aquí.

Jenni se encogió de hombros. Meg pensó que era una muy mala señal de lo enojados que los
Terráneos estaban acerca de este último enfrentamiento entre ellos y los humanos.

—Merri Lee y Ruth no traicionarían a los Cuervos o a cualquiera de los Terráneos, —Meg
insistió—. Tampoco Debany o Kowalski. Ellos no lo harían.

Jenni miró a Meg. Entonces, finalmente dijo:
—Crystal fue asesinada en ese lugar. No fue culpa de ellos, tampoco.

Meg asintió, aliviada al escuchar esa gran concesión.

Jenni vaciló, luego dio un paso atrás para cerrar la puerta.
—Gracias por los brillantes.

—De nada.

Frotándose los brazos, Meg volvió al apartamento de Simon y deseó poder creer que nada iba a
suceder.


Capítulo 52


Earthday 27 de Maius

La chica esperó a que Jackson o Grace buscaran los platos de la cena. Temprano en el día, ella
había abierto las persianas que cubrían su ventana, con ganas de más luz. Una pantalla cubría la
ventana, y el papel blanco estaba pegado fuera de la pantalla, impidiéndole ver nada. Pero los había
oído hablar, gruñendo. Enojados.

Algo malo había sucedido. Simon, el otro Lobo que había dibujado en esa imagen que había
hecho para Jackson, había sido herido. Y debido a ese mal que había sucedido, algo iba a pasar.

La chica miró el dibujo que había hecho ese día. Nubes de tormenta y un rayo. Coches llenos de
personas que conducían lejos de la tormenta. Pero por el otro borde del papel, algo que esperaba a
los coches y a la gente, algo que no podía imaginar en su mente, algo que su mano se negó a plasmar
porque no estaba destinado a ser visto. Simplemente estaba.

Y, siendo invisible y terrible, esperaba a la gente en los coches.

Al oír un sonido fuera de su puerta, la chica empujó el dibujo debajo de la cama antes de que
Jackson entrara llevando un sobre de correo. Puso el sobre a los pies de la cama.

—Meg, la Trailblazer, dijo que deberíamos tomar fotos para que las vieras.

¿Nuevas imágenes? Ella estaba dispuesta a mirar nuevas imágenes.

—Gracias. — Debió haber dicho lo correcto porque él asintió con la cabeza y recogió los
platos que había dejado sobre la mesa.

Esperó un minuto. Luego levantó cuidadosamente la solapa del sobre y sacó las fotografías.

Se quedó sin aliento mientras miraba a cada una de ellas, bebiendo de las imágenes.

—No están en orden, — murmuró mientras reorganiza las fotos—. Necesitan estar... así.

Un lugar. Todas las fotos eran diferentes imágenes de un lugar maravilloso. Pero... ¿dónde? Sus
viejos guardianes solían identificar las imágenes. ¿Cómo si no podía decirle a alguien lo que veía
cuando se cortaba?

Nada escrito en el dorso de las fotos, por lo que dio vuelta el sobre. Impreso con cuidado en la
parte delantera había dos palabras: Aguas Dulces.

La chica pasó el resto de la noche escuchando a los Lobos aullando mientras estudiaba las
fotografías.

Capítulo 53


Moonsday 28 de Maius

Monty no quería que lo incluyeran en la reunión con el alcalde Franklin Rogers y el
comisionado de la policía Kurt Wallace. Había perdido un buen hombre, y el resto de su equipo
estaba recuperándose de lesiones menores y el shock del ataque. Y por alguna razón, su hija todavía
era el blanco de un agresor desconocido. Pero el Capitán Burke lo quería allí desde que la reunión
iba a abordar el tema del Courtyard y podría ofrecer una opinión informada.

Pues bien. Ofrecería una opinión informada a Su Señoría. Si iba a haber alguna crítica sobre las
acciones en la feria que condujeron a pérdidas de vidas humanas, sus hombres merecía tenerlo ahí
para sacar la cara por ellos. Especialmente Lawrence MacDonald, que ya no podían hablar por sí
mismo.

Asintiendo con la cabeza al Capitán Zajac, que también había sido llamado a esta reunión,
Monty tomó una posición a la izquierda del Capitán Burke. El alcalde Rogers se sentó detrás de su
escritorio, una posición de poder. Ninguno de los policías, entre ellos el comisionado, fue invitado a
sentarse.

—Una terrible situación, — dijo el alcalde Rogers—. No se puede minimizar el daño que los
Otros lo hicieron a la propiedad humana, o el número de heridos y muertos que resultó de su ataque.

—Contraataque, — dijo Zajac al mismo tiempo, Burke dijo—: Defensa propia.

—Si usted lee mi informe, ya sabrá que los hombres conectados al movimiento Humanos
Primeros y Últimos comenzaron el incidente y los disparos que mataron a un oficial de policía y a
uno de los Terráneos, — dijo Zajac—. Otros miembros de HPU atacaron el autobús del Courtyard, lo
dieron vuelta y atacaron al Lobo que estaba dentro.

—Ellos no deberían haber estado allí en el primer lugar, — dijo el comisionado Wallace
bruscamente—. Ellos deben permanecer en el interior del Courtyard. ¿No es por eso qué las
empresas están obligadas a hacer las entregas? ¿Así la mayoría de nuestra población no tiene que
lidiar con esas criaturas? Y, dioses de las profundidades, ¿realmente hay una entidad de fuego?

Hay mucho más, y peor aún, que un Elemental de fuego en el Courtyard, pensó Monty, enojado
de que todo el esfuerzo que él y sus hombres habían puesto en la creación de un diálogo con los
Otros podría ser destruido por tontos. Tener un comisionado de policía fingiendo que no sabía nada
de los Elementales después de la tormenta que golpeó la ciudad en Febros iba más allá de la
estupidez; era un nivel de rechazo que podría conseguir que los mataran a todos.

Zajac vaciló antes de contestar.
—Parece ser el caso. Y es poco probable que se trate de una ráfaga de viento que por casualidad
rompió el techo del edificio o apiló los desechos pesados contra el otro conjunto de puertas,
impidiendo que nadie saliera por ahí.

—Entonces los Otros deben rendir cuentas, deben ser obligados a pagar por los daños a la
edificación, así como el pago de todos los coches que fueron quemados, —dijo Rogers.

—¿Pagar por los daños? — Repitió Monty—. Supongo que la promesa que hizo cuando
sustituyó al anterior alcalde, quien murió a causa de su participación en el movimiento HPU y su
posterior participación en la muerte de varios Terráneos, no era más que una hipérbole política.

—Ya, es suficiente... — Rogers gritó.

—Usted se comprometió a trabajar con el Courtyard para evitar futuros conflictos, ¿y ahora
usted está tratando de iniciar una pelea?

—Es suficiente, Teniente, — dijo Burke. Su voz sonaba suave, pero sus ojos desataron una
advertencia.

—¿Tiene algo que decir sobre esto, Burke? — El comisionado Wallace exigió.

Burke miró a Wallace. Luego miró al alcalde.
—Cuatro palabras. Jerzy. Saltos de Talulah.

Rogers y Wallace se pusieron rígidos.

—Es posible que desee comprobar cuántos años quedan de arrendamiento de los terrenos de
esta ciudad antes de que sugiera a los líderes Terráneos que mantengan a sus residentes dentro de la
cerca del Courtyard, — dijo Burke—. Es posible que desee comprobar cuántos años quedan de
derecho de vía de las carreteras y del ferrocarril. Si los Otros no renuevan el contrato de
arrendamiento de la tierra, pueden desalojar a todo el mundo en esta ciudad, al igual que lo hicieron
en Jerzy. O pueden asegurarse de que no podamos salir.

—¿Está sugiriendo que van a bloquear todas las rutas para salir de la ciudad? — Dijo Rogers.

—Nos cerraron con una tormenta de nieve y los glaciares bloquearon cada carretera que lleva a
la ciudad. Me imagino que pueden ser igualmente eficaces incluso en las temporadas más cálidas, —
dijo Burke.

—Eso puede ser cierto, pero tenemos que tener en cuenta las reacciones de la gente si damos la
impresión de que la pérdida de la vida humana es insignificante, —dijo Wallace—. La forma en que
los Otros se vengaron...

—Los Terráneos se defendieron contra un ataque, — dijo Monty—. Ellos se defendieron y a
sus compañeros humanos, uno de los cuales era un policía herido, por las acciones agresivas de los
humanos que eran, en su mayor parte, no comerciantes, sino hombres que estaban allí ese día con el
expreso propósito de iniciar una pelea y matar o herir gravemente a los Otros. Las acciones de los
Terráneos fue su respuesta típica cuando son atacados.

Antes de que Rogers o Wallace pudieran responder, Burke agregó:
—Los Otros aún no han tomado represalias por el ataque o intento de matar a Simon Wolfgard
por parte de HPU. — Después de un momento de silencio rígido de todos los demás en la sala,
continuó—. Vamos a dejar de fingir que fue una acción producto de una reacción espontanea de
algunos exaltados que no querían que unos Cuervos compraran algunas chucherías. El HPU quería
agitar las cosas, quería que la gente se agitara y enojara con los Otros, para que nadie viera muy de
cerca lo que están haciendo.

—Ha dejado planteado su disgusto por el movimiento HPU bastante claro, — Rogers se espetó.

—Eso espero, porque la sangre del lado humano que muere en un conflicto con los Otros está
en sus manos, — Burke espetó en respuesta.

—¡Es suficiente! — Dijo Wallace, dando un paso adelante—. ¡Está fuera de orden, Capitán!

Burke dio un paso atrás.
—Diga eso después que sepamos lo que HPU va a costar esta ciudad. — Después de dar al
Capitán Zajac un gesto brusco, él salió de la oficina del alcalde.

Monty corrió tras él, pero no trató de hablar hasta que estuvieron en el coche.
—Acaba de conseguir la enemistad del alcalde y el comisionado de Policía.

—Lo único que pueden matar es mi carrera. Voy a elegir eso a la alternativa siempre. — Burke
se frotó las manos por la cara y dejó escapar un suspiro—. Déjelo ir, Teniente. Por ahora, déjelo
correr.

No viendo otra opción, Monty lo dejó correr. Pero Lizzy y los niños Denby estaban jugando en
el Courtyard porque alguien todavía quería algo que había llegado a Lakeside con Lizzy. Hasta que
esa amenaza exterior, esa amenaza humana, fuera eliminada, tenía que confiar en que Simon
Wolfgard y el resto de los Otros en el Courtyard mantendrían su conducta de no lastimar a los
jóvenes, incluso si los jóvenes pertenecían a una especie que consideraban enemigos.


* * *


Meg mantuvo sus ojos en la carretera, con las manos en el volante, y se negó a decir nada
cuando Simon suspiró de nuevo.

—Meg, por cómo estás manejando, podemos llegar más rápido a la Plaza Comercial
caminando.

—Estoy siendo cuidadosa. No hay nada malo en ser cuidadosa. Todavía te estás recuperando y
no necesitas ser golpeado.

—El Dr. Lorenzo nos está esperando.

—Él puede examinar a Nathan primero.

Bueno, tal vez ella iba un poco demasiado lento. Tal vez el Bow no podía ir más despacio y aún
así estar en movimiento. Pero no sabía que sería tan molesto ver a un amigo herido. Y él estaba
herido, incluso si quería encogerse de hombros. Claro que no podía hacerlo porque sus hombros
estaban todavía demasiado magullados y doloridos por los golpes que había recibido durante la
pelea. No podía levantar los brazos para sujetar el volante, que fue la razón por la que ella manejaba
a la Plaza Comercial.

—Nathan necesita mantenerse en forma humana un día completo para dejar que esa forma sane,
por lo que Saltarín será el Lobo guardián hoy, — dijo Simon—. Pero Nathan estará cerca. Y Henry
estará trabajando en su estudio. Él te escuchara si necesitas ayuda. Y Jake Crowgard mantendrá la
vigilancia. Lo mismo ocurrirá con Marie Hawkgard. Y Nyx.

Mientras trataba de descifrar el mensaje, apretó el pedal de potencia del Bow, llevándolo hasta
una velocidad típica.

—¿Por qué tantos guardias? — Finalmente preguntó. Simon no había indicado que algo inusual
sucedería hoy, y no había tenido ningún sentimiento de alfileres-y-agujas tampoco.

Simon miró por la ventana del pasajero.
—No son guardias, exactamente. Sólo más Terráneos vigilando.

—¿Por qué? — Los Cuervos siempre estaban vigilando. Y un Halcón o dos siempre volaban
por encima del área de negocios del Courtyard. Y Nyx últimamente había estado pasando más tiempo
en Aullidos, Buena Lectura, así que no era inusual tampoco. Así que ¿por qué hacer hincapié en
decirle quien estaría alrededor de ella, cuando a menudo estaban alrededor, especialmente cuando
Saltarín era el Lobo guardián?

—Los humanos comenzaron esa pelea en la feria, pero ahora los monos en la radio y la
televisión están gritando acerca de cómo los humanos supervivientes que participaron en la lucha
están en la cárcel y nosotros no. Así que no podemos confiar en ninguna persona que entre en la
Oficina del Enlace. No por un tiempo.

¿Tal vez nunca más? Meg se preguntó. Tener unos pocos humanos echando a perder las cosas
para todo el mundo podría hacer una historia atrapante, pero no le gustaba mucho cuando sus amigos
sufrían por ello.

—Esas personas no tienen derecho a estar enojados contigo. Sólo te defendiste. —Sus manos se
apretaron en el volante. Ella pisó el pedal, y el Bow se disparó hacia adelante.

—¿Meg? ¿Podrías reducir la velocidad?

—Tú tenías prisa.

—No tanta prisa. — Simon apoyó una mano contra la puerta.

Ella levantó el pie y le oyó respirar.

—¿Es este el...? — Él se detuvo. Olfateó delicadamente.

—¿Es qué? — Gruñó, sabiendo exactamente qué había olfateado.

—Nada.

Ellos se estaban quedando sin camino, así que desaceleró un poco más.
—Ibas a preguntar si era esa época del mes, ¿no?

—Yo no he dicho esas palabras. — Luego añadió en un murmullo—: Ya aprendí esa lección.

Ella se detuvo en uno de los amplios espacios de estacionamiento que eran usados por los
camiones de reparto de los nativos de la tierra que traían los suministros de los asentamientos
Terráneos y se llevaban los productos hechos por el hombre.

Meg cerró el Bow, pero no hizo ningún movimiento para salir, incluso cuando Simon abrió la
puerta. Él la miró, luego se acomodó en su asiento y cerró la puerta.

—¿Crees que la gente va a dejar de venir tras de Lizzy? ¿Dejar de buscar lo que creen que ella
tiene?

—Sí, lo creo, porque lo encontramos.

Se sentía mareada. Le tomó un momento para identificar el sentimiento de felicidad mezclado
con el alivio.

—¿Lo encontraron?

—Algo que le dijiste a Tess ayudó a encontrar el libro que tenía secretos sobre el movimiento
HPU. Es por eso que los humanos estaban persiguiendo a la Lizzy. Querían recuperar el libro antes
de que alguien leyera los secretos.

El hecho de que los Otros encontraran el libro no significaba que Lizzy estaría a salvo.

—Pero nadie sabe que lo encontraron.

—Los Terráneos ya conocían los secretos, Meg. Nos enteramos hace unos días. Ahora algunos
humanos lo sabrán también.

—¿Van a creerles?

Una larga pausa.
—No importa si creen las palabras o no.

—No, supongo que no importa. Las personas dejaran de ir tras de Lizzy, y eso será suficiente.
— Ella abrió la puerta—. Vamos. Tengo que ir a trabajar. Vamos a cumplir con nuestras visitas al
médico y terminar con el asunto.

Caminaron la corta distancia a la oficina médica. Theral estaba en el mostrador de recepción.
Estaba pálida, y sus ojos estaban hinchados, pero ella les dio una pequeña sonrisa.

—Gracias por el envío de las flores. Mi tía y tío... Significó mucho para ellos que haya enviado
flores cortadas del Courtyard. Y significa mucho que vayan a dejar que ellos tengan la parte de la
producción de Lawrence de la huerta de este año.

La puerta de la sala de examen se abrió. Nathan salió, los miró, y dijo:
—Son los siguiente.

Pero Meg se detuvo en la puerta de la sala de examen, a pesar de ver al Dr. Lorenzo
esperándolos. Estudió a Simon.

—Compartir los alimentos es importante. ¿Lo hiciste por la familia de Lawrence?

—Queríamos que supieran que el Oficial MacDonald era... valioso.

Los amigos eran valorados. Familia- manada - era valorada. Y la pérdida de un miembro no era
olvidada.

Meg entró en la sala de examen y dejó que el Dr. Lorenzo comprobara su rodilla e hiciera sus
notas. Feliz de que ya no necesitaba un vendaje de ningún tipo, esperó mientras Lorenzo pinchada y
espoleaba a Simon, haciendo una mueca de simpatía cuando el Lobo intentó ahogar un gemido.

Simon estaba muy dolorido, pero el Dr. Lorenzo no creía que hubiera ningún daño permanente.
Simon sólo necesitaba tiempo para sanar. Todos ellos necesitan tiempo para sanar.

Sintiendo un picor a lo largo de la espalda, solo esperaba que tuvieran ese momento.


* * *


—¡Arooeeooeeoo! ¡Arooeeooeeoo!

Tess se apresuró a salir de la puerta trasera de Un Pequeño Bocado con el café y la bolsa de
comida que había puesto para Meg y Sam. Y para Saltarín, que era el Lobo guardián designado ese
día.

—Meg no está allí todavía, Saltarín, — Tess dijo mientras caminaba hacia el Lobo adolescente
sentado junto a la puerta trasera de la Oficina del Enlace.

Volvió la cabeza, miró a Tess por unos cinco segundos, luego continuó su arroo tirolés.

A veces sus payasadas le divertían. Pero no había nada divertido en la actualidad, no con lo que
Simon tenía que decirle al Teniente Montgomery. Y ahora Vlad estaba sosteniendo el teléfono porque
alguien quería hablar con Simon, y le había pedido entregar el mensaje y distraer a Meg y a los
jóvenes.

Vamos, Simon. ¿Cuánto tiempo se necesita para que un médico humano averigüe que estás
dolorido y magullado y no vas a perseguir a un ciervo en el corto plazo?

Su cabello comenzó a enrollarse y se volvió verde. Sabían que una decisión sería tomada en
respuesta a los problemas que los humanos habían causado con sus mentiras, pero ¿recibir la
decisión a través de una llamada telefónica? Eso no podía ser bueno.

—Arooee...

—Tengo que quedarme con Meg todo el día.

La voz emocionada de Sam, venía de la dirección de la Plaza Comercial, interrumpió el canto
tirolés. Saltarín volvió la cabeza, se centró, y corrió hacia Sam, Meg, y Simon venían de los garajes.

Simon dijo:
—¡No jo... Saltarín, no! — Él se puso delante de Meg para evitar que el joven chocara con ella
en su prisa por saludarla y obtener una galleta o un cepillado o conseguir lo que sea que Saltarín
solía conseguir, cuando se suponía que debía estar cuidando a Meg.

Fiel a su cerebro saltante, el joven trató de ir entre las piernas de Simon y terminó atrapado
cuando Simon apretó sus rodillas.

—Saltarín, — Sam agarró al Lobo por la piel—. ¡No molestes a Meg!

¿Cómo era ese dicho humano; El muerto se ríe del degollado? Tess pensó.

Sam podría ser más joven que Saltarín, pero era más dominante. Tal vez porque, mentalmente,
estaban más a la par que con los otros Lobos, Saltarín respondía mejor a Sam que a los adultos.

—Supuse que no pudiste desayunar mucho esta mañana, así que te traje un poco, — le dijo Tess
a Meg. Luego miró a Simon. «Alguien quiere hablar contigo. Vlad está sosteniendo el teléfono.»

«Dile que deje un mensaje, y llamare...»

«Ahora, Simon. Es urgente.»

Vio cómo su pelo, ya enrollado cambiaba de colores. Luego él le tocó el brazo a Meg, un gesto
simple que era de alguna manera íntimo.

—Tengo que tomar una llamada telefónica.

—Está bien.— Meg le vio correr hacia la puerta trasera de ABL. Luego miró a Sam—. Tú y
Saltarín espérenme en la puerta de la oficina. — Finalmente miró a Tess—. Hay problemas.

No tenía sentido negarlo.
—Sí.

—¿Qué tan malos?

—No lo sabremos hasta que Simon termine con esa llamada.

Meg vaciló.
—¿Vi eso? Cuando me caí y tú escuchaste, yo...

—No.

—¿Estás segura?

—Créeme, Meg. Si hubieras dicho algo, siquiera un indicio de que esta llamada telefónica
vendría, se lo habría dicho a alguien. — A todos. Había visto la mirada en el rostro de Vlad cuando se
dio cuenta de quien estaba en el otro extremo de la línea telefónica. Los Segadores eran una vieja
forma de Terráneos que había adaptado la forma de su máscara muchas veces para ser los cazadores
más eficaces. Los Lobos eran también una forma antigua de Terráneos. Igual los Sanguinati.

Sin embargo, algunas formas de nativos de la tierra eran mucho, mucho más antiguas. Y había
buenas razones por las que no se los debía molestar.

—Toma. — Tess le tendió la bolsa con la comida—. Comida en su mayoría humana, pero hay
un par de galletas para Saltarín.

—Los sándwiches y los pasteles son mejores de los que tenías antes, — dijo Meg, tomando la
bolsa.

—Hasta ahora, Nadine Bizcochos & Café ha entregado lo que prometió.

—Eso es bueno.

—¡Vamos, Meg! — Sam llamó.

—¡Arooeeooeeoo!

Meg miró hacia la ventana del segundo piso de ABL, entonces se apresuró a abrir la oficina y
meter a los jóvenes ruidosos dentro.

Cuando se fueron, Tess vio la puerta abierta del patio de Henry. El Oso Pardo echó la cabeza
hacia la puerta de atrás de ABL, pero él no la esperó. Ella corrió hacia la puerta. Cuando se volvió a
cerrarla, vio el humo negro corriendo hacia ella. Tres de los Sanguinati, seguidos por Blair y Elliot,
también a toda prisa.

Ella sostuvo la puerta para ellos, luego los siguió hasta la oficina de la librería para averiguar
cuan malo iba a ser.


* * *


Simon corrió por las escaleras hasta la oficina de ABL. Menos mal que estaba en forma
humana; sus patas delanteras no habrían apoyado el intento de subir las escaleras a esa velocidad.

Vlad no dijo nada; simplemente le tendió el teléfono. Pero Simon notó el temblor en la mano
del vampiro.

—Soy Simon Wolfgard.

No era una voz destinada a dar forma a las palabras humanas. No era una voz que se debería
haber escuchado a través de cualquier dispositivo creado por los seres humanos.

Simon se dejó caer en la silla.
—Sí, voy a escuchar. — Y lo hizo. Durante varios minutos, escuchó sin decir nada. Entonces—:
Sí, lo entiendo. — Y lo hacía.

En el momento de colgar, la oficina estaba llena de las personas que llevarían algo de este peso
junto con él: Erebus, Vlad, Nyx, y Stavros; Blair y Elliot; Henry y Tess. Pero al final de lo que se
dijo, una persona había sido señalada, y ella no estaba en la habitación.

La sangre dulce ha cambiado las cosas. Has cambiado a causa de ella. Estamos intrigados por
los humanos que se han reunido alrededor de tu Courtyard, así que vamos a darte algo de tiempo para
decidir cuánto de lo humano los Terráneos mantendrán.

¿Cuánto tiempo era algo de tiempo? ¿Y qué, exactamente, estaban decidiendo mantener, los
productos humanos que los Terráneos encontraban útiles?, ¿o las piezas que, tomados en conjunto,
formaban la naturaleza esencial de los humanos? ¿Se suponía que tenía que decidir si era posible
tener una forma humana de Terráneos? Dentro de un siglo, ¿habría un Humano y un humano, como
había un Lobo y un lobo? ¿Y si no hubiera suficientes Terráneos dispuestos a convertirse en esos
Humanos?

¿Cuánto tiempo era algún tiempo?

—Así que, — Henry dijo finalmente—. ¿Los Antiguos han declarado un abuso de confianza?

—Sí. — Las consecuencias iban a rodar a través de Thaisia como una terrible tormenta.

—¿Se han decidido por la extinción?

Simon se estremeció.
—Todavía no.

Silencio mientras el resto de ellos absorbían las palabras.

—¿Qué le vas a decir a Montgomery? — Preguntó Vlad.

—La verdad.


Capítulo 54


Moonsday 28 de Maius

Cuando Monty llegó a la puerta de la oficina del Capitán Burke, oyó a una voz desconocida
decir:
—Gracias por recibirme, especialmente en un momento difícil. Mis condolencias por la
pérdida de uno de sus hombres.

Dando al visitante su típica sonrisa feroz cordial, Burke agitó un dedo a Monty, un comando
silencioso para que entrara.

—Apreció el sentimiento. En cuanto a recibirlo, bueno, tomó un tren y vino a hablar con
nosotros. Lo menos que podemos hacer es escuchar lo que tiene que decir. Teniente Montgomery, le
presento a Greg O'Sullivan, un agente del recién formado Grupo de Trabajo de Investigación del
gobernador. O'Sullivan, le presento a Crispin James Montgomery.

—Es un placer conocerle, — dijo O'Sullivan, extendiendo una mano hacia Monty.

Monty sacudió la mano que le ofrecía mientras evaluaba al hombre. O'Sullivan parecía tener
unos treinta años. Tenía unos ojos verdes, cabello oscuro corto y era más fino en la parte superior. La
constitución magra podría ser por la suerte de su herencia o un resultado deliberado de dieta y
ejercicio. Sin embargo, la piel de la cara de O'Sullivan estaba tan fuertemente pegada sobre los
huesos y músculos que evidenciaba del hombre una especie de ardor intenso e hizo a Monty pensar
en un guerrero que eligió una vida austera con el fin de estar siempre listo para la siguiente batalla.

¿Soy la próxima batalla? Algo en la forma que O'Sullivan lo miró, le dio Monty la sensación
de que el hombre ya sabía demasiado sobre él.

Monty y O'Sullivan se sentaron en las sillas de los visitantes. Burke estaba sentado detrás de su
escritorio y esperó.

Mirando a los dos hombres, Monty se preguntó si Burke estaba viendo una versión de si mismo
más joven. O'Sullivan ciertamente encontró que tenía el mismo tipo de fiereza bajo un barniz de
civilización.

—Somos todo oídos, — finalmente dijo Burke.

—¿Es segura esta habitación? — O'Sullivan respondió.

—Nada de lo que diga aquí irá más lejos sin su consentimiento.

O'Sullivan se recostó en la silla y cruzó las piernas en los tobillos.
—Hay un archivo sobre usted en la oficina del gobernador.

—Cada agente de policía tiene un archivo,— Burke respondió tranquilamente—. Por lo que se,
todos los empleados del gobierno tienen un archivo. Procedimiento estándar.

—Sí así es. Hasta que se unió a la fuerza en Lakeside y comenzó a subir en el escalafón, su
archivo... Bueno, nadie tiene el archivo tan limpio, así que cuando el gobernador Hannigan llamó a
algunos de sus ex comandantes, llenaron un poco de lo que faltaba en las páginas.

—¿Y por qué el gobernador está interesado en un Capitán de patrulla de Lakeside?

O'Sullivan sonrió.
—Él estaba tratando de decidir si debía contratarlo para la GTI

—¿Por qué?

La sonrisa de O'Sullivan se desvaneció.
—Debido a que se le asignó a pequeños pueblos humanos cerca o dentro de las fronteras del
país salvaje en sus primeros años en el cuerpo. Porque tuvo experiencia directa con los Terráneos al
menos una vez durante esos años, y esa experiencia ha signado las elecciones que ha hecho desde
entonces, cuando se trata de lidiar con los Otros. Debido a que dos de sus ex comandantes dieron a
entender que usted vio algo o sabe algo demasiado peligroso para poner en un informe o transmitir a
alguien más, y lo que pasó en esos primeros años lo convierte en un hombre peligroso porque
realmente sabe lo que está en juego cuando los humanos se enredan con los Otros. Porque usted es
alguien a quien el Gobernador Hannigan quiere como aliado.

—¿Está aquí para ofrecerme un trabajo?

—No. Después de una cuidadosa revisión, el gobernador decidió que es la persona idónea para
estar donde se encuentra ahora.

—Qué amable de su parte pensar eso.

—No estoy aquí para comenzar problemas, Capitán Burke. Estoy aquí porque necesito ayuda.
— Miró a Monty—. De ambos.

Burke se inclinó hacia adelante y puso sus manos cruzadas sobre su escritorio.
—Me gusta saber con quién trabajo. ¿No, Teniente?

—Sí, señor, — respondió Monty—. A mí también. Sobre todo cuando esa persona parece saber
mucho acerca de mí.

O'Sullivan asintió.
—Lo suficiente. Antes de unirme al GTI, estaba en la fuerza policial en Hubbney. Al ser una
idea original del gobernador, la oficina de GTI se encuentra a una cuadra de la oficina del
Gobernador Hannigan, así como la estación de policía en la que solía trabajar. Lo que significa que,
por fortuna para mí y para otro puñado de agentes que actualmente componen la fuerza de la GTI,
podemos contar con la ayuda y el respaldo de la policía allí. Eso es algo que espero que pueda decir
sobre Lakeside también.

O'Sullivan hizo una pausa, como si estuviera considerando lo que tenía que decir.

»—Patrick Hannigan se casó con la hermana menor de mi madre, así que es mi tío político. Es
pro-humano, pero no un partidario del movimiento Humanos Primeros y Últimos. Teniendo en
cuenta cuantos de los que mueven los hilos en Toland son partidarios de HPU y de la atención que
están prodigando al orador motivacional del Bloque Romano, esa no es una posición políticamente
inteligente para tomar, ya que sólo los humanos votan para elegir a los funcionarios del gobierno
humano. Pero después de lo que le sucedió a su predecesor, y -al ver la advertencia que sacudió a la
Región del Medio Oeste el último mes-, Hannigan quiere ser más activo en evitar que los problemas
se inicien en el noreste.

—Una decisión prudente, — dijo Burke.

—El tío Patrick dice que se parece a su abuela, que se la conoce como "la sagaz". Ella tenía una
forma de percibir la verdad acerca de una persona.

¿Una Intuye? Monty pensó.

—¿La sagacidad del gobernador le da razones para pensar que la policía en Lakeside no está
haciendo lo suficiente para mantener la paz? — Preguntó Burke.

—Todo lo contrario, — O'Sullivan respondió—. Lakeside es estratégicamente importante
porque es un puerto humano en uno de los Grandes Lagos, y es uno de los extremos de esa vía de
agua en general. Eso significa que una gran cantidad de los bienes producidos en Thaisia llegan a los
almacenes y luego se cargan en camiones y trenes que ofrecen estos productos a todo el noreste y el
sureste. No podemos darnos el lujo de perder el control de esta ciudad. Toland es estratégicamente
importante porque es un puerto que sirve a los buques mercantes costeros y buques oceánicos que
trasladan mercancías y personas a todo el mundo. Los bienes y las personas entran y salen de ambas
ciudades. — Se inclinó hacia delante—. Y en este momento, el gobernador está preocupado por la
supervivencia de ambas ciudades. Lakeside ha tenido algunos momentos difíciles en estos últimos
meses, pero no se ha cerrado de golpe con el tipo de respuesta que otros lugares humanos han
experimentado cuando las personas se cruzaron con los Terráneos. Y es por eso que estoy aquí. Usted
realmente tiene un diálogo con los Otros. No sólo puede hacer preguntas; puede conseguir
respuestas. Una de las cosas que estoy investigando es una cadena de robos en los barrios de la élite
de Toland, y la acusación es que los Crowgard podrían estar involucrados.

—¿Robos?— Monty sintió frío y no se atrevió a mirar a Burke—. ¿Por qué cree que los
Crowgard estarían involucrados?

—A ellos les gusta las cosas brillantes. — O'Sullivan pensó por un momento—. Los ladrones
tomaron un poco de plata, algo de dinero, pero sobre todo joyería. Piezas llamativas con piedras que
valen una fortuna. Hace un par de días una acusación fue hecha por una de las víctimas. Ella afirmó
haber visto un Cuervo llevarse su broche.

—¿Cómo fue que esta mujer vio un Cuervo?—Preguntó Monty.

—Ella es una dama de sociedad, por lo que nadie en Toland hizo esa pregunta, —respondió
O'Sullivan—. El Comisionado de la policía de Toland sugirió que hablara con los Otros en vez de
dudar de la palabra de una mujer de buena familia.

—¿Qué pasó? — Preguntó Burke.

—Nada. Ni siquiera pude cruzar la puerta, así que dejé mi tarjeta y le pedí a alguien que me
llamara. Y alguien lo hizo más tarde ese día. No se identificó a sí mismo, pero él me informó que los
Cuervos habían encontrado un par de piezas de joyería descartadas. Los artículos habían sido
arrojadas sobre la cerca del Courtyard. Lo que encuentran se quedan. Estaba seguro de que los
Cuervos no habían volado hasta una repisa de la ventana en un edificio de apartamentos de gran
altura, conseguido pasar a través de una ventana abierta, arreglarse ellos solos para abrir la caja de
joyería de una mujer, y luego irse lejos, algo que fue sugerido por otro investigador.

—¿Qué, exactamente, quiere saber? — Preguntó Monty.

—Tengo algunas sospechas sobre lo que podría estar pasando, pero me gustaría saber lo que
los Otros saben acerca de estos robos. — O'Sullivan alcanzó un maletín que había estado apoyado en
la pata de la silla—. Puedo mostrarles...

—Déjelo ahí, — dijo Burke. Miró a Monty—. ¿No mencionó Kowalski que un visitante
Sanguinati llegó esta mañana?

—Sí, señor. — Sintiéndose inquieto, Monty miró a O'Sullivan—. Stavros Sanguinati.

O'Sullivan se puso rígido.
—¿El abogado vampiro del Courtyard de Toland? ¿Ese Stavros Sanguinati?

Monty asintió.
—Él ha venido antes. Creo que es cercano a algunos de los Sanguinati que viven en el
Courtyard de aquí, sobre todo... —Por el rabillo del ojo, vio el pequeño movimiento de la cabeza de
Burke—. ¿Usted ha oído hablar de Stavros?

O'Sullivan miró a Monty, luego a Burke.
—Hubbney está a sólo una hora de viaje en tren desde Toland. Todo el mundo en la fuerza ha
oído rumores de que Stavros es el principal solucionador de problemas del Courtyard de Toland, y si
resuelve el problema, la policía no va a encontrar un cuerpo flotando en el río.

Por supuesto que no, pensó Monty. Después de que los Sanguinati beban toda la sangre "del
problema", darán la carne a los Lobos en ese Courtyard.

—¿Pueden organizar una reunión? — Preguntó O'Sullivan.

—Suena como que tenemos que hacerlo,— respondió Burke—. Y más temprano que tarde.
Teniente, llame a Simon Wolfgard. Dígale que tenemos un asunto urgente para discutir y nos gustaría
hablar con él... y Stavros Sanguinati.

Monty vaciló.
—Este podría no ser el mejor momento para discutir sobre los Crowgard o acusar a alguno de
ellos de robar. — Para O'Sullivan añadió—. Uno de los Cuervos de Lakeside también murió en el
ataque que mató al oficial MacDonald.

—Yo no estoy aquí para hacer acusaciones. — O'Sullivan levantó el maletín—. Estoy aquí para
hacer preguntas y espero conseguir algunas respuestas.

—Acerca de la joyería robada, — dijo Burke.

O'Sullivan asintió.
—Y si tienen alguna información acerca de un objeto que se puede abrir con una pequeña llave
de oro que se encontró a una mujer que fue asesinada en la estación de tren de Toland a principios de
este mes.

Ay, dioses, pensó Monty. El diario que falta.

Burke estudió O'Sullivan, luego miró a Monty.
—Haga la llamada.

Monty dejó la oficina de Burke, fue a su escritorio y tomó su teléfono. Luego vaciló.

Él había deseado más de una vez que Lizzy hubiera dejado a Oso Boo en el tren, que el oso y
joyas simplemente hubieran desaparecido. Pero Elayne seguiría estando muerta y Lizzy todavía
estaría en peligro porque Oso Boo no era la única cosa que alguien consideraba necesario volver a
adquirir. Tal vez ahora, con la ayuda de O'Sullivan, podría reunir la suficiente información para
finalmente tener algunas respuestas. Tal vez.

Exhalando un suspiro, Monty levantó el auricular e hizo la llamada.


* * *


Simon colgó el teléfono y se volvió hacia Vlad y Tess, cuyo pelo verde con hebras de color
rojo se retorcían en rulos apretados.

—¿Otro problema? — Preguntó Vlad.

—El Teniente Montgomery quiere que hablemos con un investigador que está de visita en
Lakeside.

—¿No es Scaffoldon?

—No, — dijo Simon—. Un humano diferente de algo llamado el Grupo de Trabajo de
Investigación. A ver si Stavros ha oído hablar de él. Montgomery también nos preguntó si habíamos
visto el libro que se abre con una llave de oro.

—¿Cuándo vendrán? — Preguntó Tess.

—Ellos están en camino. — Él miró a Vlad, a continuación, se centró en Tess. No había hebras
negras en el pelo, lo que era bueno, pero todo el verde rápidamente estaba siendo reemplazado con
rojo.

Ella dijo:
—Entonces es el momento de devolver el libro y mostrar a Montgomery y a los otros humanos
la verdad.


Capítulo 55


Moonsday 28 de Maius

—¡Arroo!

Meg se sacudió, dejó caer la pila de correo, y se precipitó hacia el mostrador del frente.

—¿Qué es? ¿Que está mal?

Sam sonrió.
—Nada. Sólo quería que supieras que la policía está aquí.

El corazón le golpeó en el pecho. Golpeó un poco más fuerte cuando Saltarín, capturó algo
estaba pasando, corrió a la puerta de vidrio y parecía como si se hubiera estrellado contra la misma.

—Podrías haber dicho que la policía está aquí, — se quejó—. Estás en forma humana. Y no te
pares sobre el estante de esa manera.

—Pero no puedo ver si no estoy arriba.

—No hay nada más que ver. — Ella dio un tirón a su camisa—. Ven a ayudarme con el correo.
Los ponis estarán aquí en un minuto.

—No vi a Karl o a Michael en el coche, — dijo Sam, siguiéndola a la sala de clasificación—.
¿Cómo es que no están en el coche?

—No lo sé. Tal vez están en otro coche hoy, ya que el Teniente Montgomery y el Capitán Burke
tienen una reunión con Simon. — ¿Por qué Simon había llamado para contarle acerca de la reunión?
¿Así sabría dónde encontrarlo? ¿La llamada de teléfono sería un sustituto del aullido de Lobo de:
estoy aquí? ¿Karl y Michael harían llamadas similares a Ruth y Merri Lee? Les preguntaría cuando
viera a las otras chicas en la clase de Mente Serena.

—Tienen a otro hombre en el coche. ¿Es un mal tipo? — Preguntó Sam.

—No, él es un invitado.

—¡Arooeeooeeoo! ¡Arooeeooeeoo!

Saltarín iba a mantenerse con eso hasta que se olvidara del por qué estaba aullando. O hasta que
lo distrajera.

Más allá de la desesperación, Meg hurgo en la bolsa que Tess le había dado y sacó una galleta
de chocolate para Sam y una galleta en forma de vaca para Saltarín.

—Vamos. Come. Cállate y déjame terminar la clasificación del correo.

Sam corrió hacia la habitación del frente, abrió el pasador, y se dejó caer en la cama de Lobo.
Saltarín se apresuró a unirse al niño y conseguir su parte de las galletas.

Paz. Bueno, un silencio crujiente. Meg terminó la clasificación de la última pila de correo,
luego sacó la nueva caja de terrones de azúcar fuera de su embalaje. Al oír el ruido de los cascos de
los ponis, abrió las puertas de entrega de la sala de clasificación, y observó a los ponis pasar junto a
ella y rodear a los tres hombres que habían estado a punto de entrar en el consulado.

Nieve se arremolinaba alrededor de las piernas de los hombres mientras una densa niebla
cubría la zona de entrega.

Esto no era un juego para pavonearse. Esto era un punto de inflexión.

—¡Oye, Meg! — Sam llamó—. ¡Ven a ver! Afuera todo está cubierto de niebla.

Los ponis nunca habían mostrado interés en una visita esperada antes, y mucho menos
manifestaron ese comportamiento intimidante. Sin saber qué más hacer, apostaría a lo que había
funcionado antes. En caso de duda, insistir en los buenos modales.

—¡Avalancha! ¡Niebla! Dejen de presumir y vengan aquí para obtener sus correos. — Apenas
podía verlos. Dado que los hombres no estaban gritando o aullando por ayuda, tenía que averiguar si
Arenal no había hecho nada, todavía.

Un movimiento en el borde de su visión. Aire montando a Tornado.

—¿Aire? ¿Pasa algo malo?

La Elemental la observó.
—Muchas cosas. Pero no aquí.

La nieve caía más rápido y la niebla se volvió más espesa. No había señales de Aire y Tornado,
pero Meg tenía la sensación de que no estaban tan lejos. Y era obvio que Aire no iba a frenar a los
ponis.

Meg levantó la voz.
—Creo que nadie quiere un terrón de azúcar hoy.

La nieve se detuvo al instante. La niebla comenzó a disiparse mientras los ponis, incluyendo a
Tornado, se empujaron hasta la puerta de entrega y se colocaron en fila, con Trueno en su posición
habitual encabezando.

—Menos mal, — dijo Meg—. Me preocupaba que tuviera que comerme todo el azúcar yo sola.
— Sonriendo, ella levantó una mano en saludo al Teniente Montgomery. Después de un momento de
vacilación, él le regresó el saludo antes de seguir al Capitán Burke y al extranjero al consulado.

Meg llenó las canastas con el correo, repartió los terrones de azúcar como regalo especial de
Moonsday, y se negó a pensar en otra cosa hasta que estuvo en el baño lavándose las manos.

Muchas cosas estaban mal. Pero no aquí.

Tal vez por eso, a pesar de la conducta de los ponis, no había sentido ni siquiera el más ligero
cosquilleo debajo de su piel.


* * *


La voz y los movimientos del desconocido lo ocultaban bien, pero olía a nervios. Y a mojado.

Todos los humanos olían a mojado.

Mirando a través de las persianas que cubrían las ventanas de la sala de conferencias, Simon
miró el montón de nieve derretida, luego a los tres hombres.

«¿Jake?» Llamó al Cuervo posado en la pared que separaba el patio de Henry de la zona de
entrega.

«Avalancha nevó en los humanos. Ahora los ponis están entregando el correo para nuestra
Meg.»

Sintiendo un remolino de advertencia de aire alrededor de sus tobillos, Simon decidió no
preguntar por qué los ponis de los Elementales se enfocaron en los humanos. Se trasladó de nuevo a
la mesa mientras el Capitán Burke presentaba al Agente Greg O'Sullivan de la GTI. Simon, por su
parte, presentó a los otros Terráneos que participaban en la reunión: Vlad y Stavros, Blair y Elliot,
Henry, y Tess.

O'Sullivan había pedido reunirse con Stavros, pero ahora que estaba en la misma habitación, el
hombre parecía reacio a acercarse al solucionador problemas del Courtyard de Toland. Por supuesto,
Stavros había llegado a la reunión vestido con su camisa de color negro sobre un traje negro y la tela
tenía un brillo cuando la luz golpeaba el material de la manera correcta. Al igual que el brillo
multicolor del aceite en el agua, o el brillo de las alas de un Cuervo.

Tomando su asiento, Simon miró a los humanos. Burke puso una carpeta sobre la mesa.
O'Sullivan hizo lo mismo. Cuando Tess colocó dos carpetas delante de Simon, vio a los humanos
mirarlas, sin duda preguntándose qué habían traído a esta reunión.

—Aprecio que hablen conmigo, sobre todo en estos momentos difíciles, — dijo O'Sullivan.

—Todos tenemos información para compartir, mensajes que transmitir, — respondió Simon.

Burke se tensó ligeramente. Montgomery parecía alarmado. ¿El Teniente estaría menos
preocupado una vez que comprendiera que la Lizzy estaría a salvo ahora? Posiblemente. Por otra
parte, el mensaje tenía la intención de alarmar a los humanos.

—Vamos a comenzar. — Stavros sonrió a O'Sullivan—. Reconozco su voz. Ha estado
preguntando sobre joyería. Dado que no podía hacerlo en Toland, ¿ha venido a Lakeside con el fin de
acusar a los Crowgard de robar? ¿O ahora incluye a los Sanguinati en esas acusaciones falsas?
Después de todo, nosotros también somos capaces de entrar en una ventana de un apartamento de
gran altura, y a diferencia de los Cuervos, todo lo que necesitamos es una grieta para poder entrar.

«¿Los humanos en Toland son tan estúpidos? ¿Realmente acusaron a los Sanguinati?» Simon
preguntó a Vlad.

«Lo hicieron. Stavros estaba lo suficientemente furioso como para arrancar gargantas.»

O'Sullivan sacudió la cabeza con vehemencia.
—No señor. No. Creo que los Crowgard y Sanguinati están siendo culpados por estos robos
con el fin de encubrir una estafa a los seguros. — Se centró en Stavros—. Los Crowgard no tenía
ninguna razón para mentir acerca de donde encontraron los ajustes. No sé mucho acerca de los
Cuervos, pero me parece que si iban a tomar algo, porque la mirada de eso los atrae, no lo iban a
desarmar y quitar las piedras preciosas. ¿Por qué quitar los trozos brillantes?

—Un punto válido, — Stavros concedió.

Abriendo la carpeta, O'Sullivan dejó varias fotos en la mesa.
—Estas son las fotos de las joyas robadas, tomadas por las compañías de seguros que
escribieron las pólizas de las piezas. Estas dos piezas fueron supuestamente vistas siendo usadas por
los Crowgard en el Courtyard de Toland. Y este anillo... —Él tomó otra foto de la carpeta—. Este
anillo era una pieza única realizada por encargo con media docena de diamantes. Fue valorada en seis
cifras.

Stavros estudió la foto y negó con la cabeza.
—No importa cuánto cuesta. Es feo.

—Podríamos hacer algo igual de bueno con alambre de plata y piedras de vidrio, — dijo Vlad.

Eso llamó la atención de O'Sullivan, pensó Simon. Señaló a la foto.
—Ese anillo estaba dentro Oso Boo.

O'Sullivan parpadeó.
—¿Un oso se comió el anillo real?

—Cuidado,— Burke respiró, mirando fijamente a O'Sullivan.

Simon no estaba seguro de si O'Sullivan oyó a Burke, pero todos los Terráneos sí.

Burke abrió la carpeta y posó tres fotos justo encima de las de O'Sullivan. Dos fotos eran de las
piedras sueltas. La otra foto era del anillo.

—La hija del Teniente Montgomery, Elizabeth llegó a Lakeside con una pequeña maleta y un
oso de peluche que era su juguete favorito. Después de un incidente con un par de Lobos jóvenes,
descubrimos una bolsa de joyas escondidas en el interior del oso. Ese anillo también estaba en la
bolsa. El oso, y la bolsa de joyas, fue entregado al Capitán Scaffoldon como prueba en un homicidio.
¿Nadie en la fuerza policial de Toland le mencionó esto a usted?

O'Sullivan frunció el ceño. Luego miró a Montgomery.
—La mujer que murió en la estación de tren.

—Elayne Borden era la madre de Lizzy, — dijo Montgomery—. Los dioses saben que Elayne
era muchas cosas, pero no era una ladrona.

—No, — dijo Simon suavemente—. Ella no era una ladrona. Ella no robó nada, porque nada
fue robado.

—Eso es lo que he estado pensando, —dijo O'Sullivan—. Mi teoría es que los miembros de
HPU han estado dando las joyas para el movimiento, pero presentaron informes de los artículos
como robados para recibir dinero de las compañías de seguros. Las joyas a diferencia de los ajustes
tienen valor monetario, por lo que fueron sacadas para ser vendidas a otra parte o, más
probablemente, para usarse como moneda de cambio para la compra de suministros que se envían
desde Thaisia al Bloque Romano, que es donde se originó el movimiento HPU. La GTI cree que
todos los involucrados en los llamados robos, pertenecen al movimiento. Esa es la única manera de
que esto funcione, desde las empresas que venden los alimentos y otros suministros a los buques que
transportan la carga, y todo el mundo en el medio. Pero mientras que la élite de Toland puede estar
encaprichada con el movimiento HPU, supongo que las empresas prestadoras de los suministros y el
transporte están a por el beneficio. Cuando las joyas que se suponía iban a ser el pago
desaparecieron, también lo hizo la ganancia y el incentivo para vender a HPU.

—Los miembros de HPU pueden donar el dinero del seguro y pagar por los suministros así, —
dijo Burke.

—Algunos de ellos sí. Pero varios de los miembros no sienten la suficiente dedicación para
trasmitirlo a través de sus billeteras. — O'Sullivan sonrió sombríamente—. Al principio esa clase de
glamur es atrayente, un grupo secreto dentro de un movimiento muy público. Apretones de manos y
reuniones secretas a altas horas de la noche, o que se llevan a cabo durante un acto público en las
narices de los seguidores que no están al tanto de los planes.

—Suena como una película, — dijo Stavros—. ¿El héroe llega a aparearse con muchas
mujeres hermosas?

—Probablemente. Nicholas Scratch ha estado extrañamente no disponible cuando traté de
hablar con él, así que no podía preguntarle sobre sus hazañas sexuales.

Montgomery hizo una mueca. Simon se dio cuenta. Estaba seguro de que Burke también.

»—De repente el gran esquema de HPU para enviar suministros al Bloque Romano se cae a
pedazos. — O'Sullivan miró a Burke—. ¿Felix Scaffoldon sabía que había encontrado las joyas?

Burke dio a O'Sullivan su sonrisa feroz cordial, pero finalmente dijo:
—Lo que hizo fue acusarme de cambiar las piedras preciosas por falsificaciones, pero eso es
una acusación difamatoria. Yo entregué el oso, como él pidió. Yo no tenía nada que ver con todo lo
que se encontraba en el interior.

—Dado que este esquema de abastecimiento de HPU partía de la base de que todo el mundo
obtendría una ganancia, ¿no es extraño que ocultaran la fortuna dentro del juguete de una niña? —
Preguntó Stavros—. Asumiendo que el juguete no se dañaría o perdería. También podría poner a la
niña en peligro.

—Puso a la niña en peligro, — dijo Vlad—. Ocultar las joyas de esa manera es o arrogante o
estúpido.

O'Sullivan miró a todos ellos.
—¿O hábito? Tal vez la persona que escondió las joyas en el oso solía ocultar las cosas en los
juguetes cuando él o ella era un crio. ¿Eso encaja con alguna persona relacionada con los robos?

—No puedo pensar en una sola persona, — dijo Montgomery en voz muy baja.

—¿Teniente? — Preguntó Burke.

Montgomery negó con la cabeza.

—La pregunta aún sigue presente, — dijo O'Sullivan—. ¿Dónde están las joyas reales?

Vlad sonrió, mostrando un colmillo.
—Considérelas perdidas para siempre.

O'Sullivan parpadeó.
—Dioses, — exhaló. Luego no dijo nada más.

—Es muy inteligente para ser un humano, — dijo Stavros mientras estudiaba a O'Sullivan—.
Espero que seguirá siendo inteligente en los próximos días. — Él se echó hacia atrás—. Sobre la base
de esa esperanza, voy a hablar con usted como Vladimir y Simon hablan con el Teniente
Montgomery y el Capitán Burke.

—Esa es una oferta generosa, — dijo O'Sullivan, finalmente después de un pesado silencio—.
¿Por qué hacerla ahora?

Henry se movió, su primer movimiento desde el comienzo de la reunión.
—Debido a lo que se viene.

Simon miró a Henry.
«Vamos a mostrarles el por qué antes»

Tess dejó el diario rosado delante de Montgomery, quien contuvo el aliento. Simon empujó una
carpeta hacia Burke y la otra hacia O'Sullivan.

Con delicadeza, porque Montgomery había sido amable con el dolor de los Terráneos, Simon
dijo:
—Esto es lo que los humanos estaban buscando cuando registraron su apartamento, cuando
irrumpieron en los monoambientes aquí. Es por esto que su pareja murió... y el por qué los humanos
cazaban a la Lizzy, incluso después de que Scaffoldon se llevó a Oso Boo de nuevo a Toland.

Él se echó hacia atrás y dejó que ellos leyeran.

Después de unos minutos, Montgomery cerró el diario y dijo:
—Dioses, Elayne. ¿Moriste por esto? ¿Para esto?

Burke y O'Sullivan cerraron las carpetas. Los dos hombres parecían tristes y... avergonzados.

—Su reacción no es lo que esperábamos, — dijo Stavros.

—Esto es una basura, — dijo O'Sullivan—. Lo siento por lo que le costó a usted y a su hija,
Teniente, pero esto es basura. — Miró a Stavros—. Es abogado. Ya sabe que lo que se dice aquí sobre
HPU es sólo la palabra de una mujer que sería etiquetada de histérica, celosa y vengativa. No hay
ninguna prueba de que la escasez que la gente va a estar enfrentando en Thaisia son el resultado de
una asociación de los agricultores vendiendo sus cosechas al Bloque Romano bajo la mesa para
evitar el límite de los bienes que se pueden exportar. O que una empresa siderúrgica estaba haciendo
lo mismo. Y sin las joyas reales, podemos especular sobre la estafa al seguro, pero no hay ninguna
prueba de que Leo Borden o Nicholas Scratch sabían que las joyas estaban en la residencia de Elayne
Borden, y mucho menos que uno de ellos puso las joyas en el juguete de una niña para esconderlas.

—Usted ha formulado una teoría acerca de todas esas cosas, —Stavros contrarrestó—. Nos la
dijo aquí en esta sala.

—Tengo una teoría, pero ninguna prueba.

Montgomery negó con la cabeza lentamente.
—Alguien debe haber pensado que Elayne sabía más de lo sabía. O pensó que tenía una prueba
real. Pudo haber hecho esa afirmación en un momento de ira, y luego darse cuenta de que se había
puesto a sí misma y a Lizzy en verdadero peligro.

—Estoy de acuerdo con su evaluación, Agente O'Sullivan, — dijo Stavros—. Este escrito no
tendría ningún valor en un tribunal humano.

—Pero no se trata de la ley humana, — dijo Simon en voz baja. Él había dejado que los
humanos hablaran de cosas que ya no importaban porque pensaban que esas cosas seguirían siendo
importantes. Ahora era el momento de entregar el mensaje.

»—Nos preguntábamos por qué la manada humana estaba tan preocupada por tener suficiente
comida este año, cuando nada en las granjas Terráneas o Intuye señalaba una razón para tal
preocupación. Así que preguntamos, y la pregunta viajó a toda Thaisia. Tenemos la respuesta. Todos
los Terráneos tienen la respuesta. ¿Esto? —Hizo un gesto a las carpetas y al diario—. Esto es para
ustedes. Estas palabras, escritas por una humana, confirman la traición del hombre hacia el hombre.
— Se inclinó hacia delante—. Usted puede no saber el nombre de la asociación agrícola que vende
alimentos al Bloque Romano y que luego mintió acerca de por qué no habría suficiente para
alimentar a los humanos en Thaisia. Pero nosotros lo sabemos. Usted puede no saber quiénes son los
dueños de la línea de ferrocarril que se lleva la comida hasta el puerto de Toland, pero nosotros sí.
Conocemos los nombres de los buques que viajaban por los Grandes Lagos con carga que no debería
haber dejado Thaisia si hubiera realmente una escasez de materias primas. Conocemos a los humanos
que traicionaron a su propia especie y trataron de culparnos. Todos los Terráneos saben esas cosas.

O'Sullivan lentamente se aclaró la garganta.
—El gobernador Hannigan debe saber acerca de esto.

—Lo sabrá. Todos en Thaisia lo sabrán mañana. Es por eso que usted y Stavros deben viajar
esta noche. — Simon respiró hondo y soltó el aire lentamente. Nunca había tenido que entregar una
sanción de esta magnitud—. Los Terráneos que viven en los Courtyard toman decisiones sobre las
ciudades que vigilamos. Pero nosotros no tomamos decisiones sobre el resto de Thaisia. Los nativos
de la tierra que viven en el país salvaje y lo custodian , toman esas decisiones. Debido al acto de
traición a su propia clase, los humanos se han convertido en una amenaza para nosotros, esos nativos
de la tierra han declarado un abuso de confianza.

Burke palideció pero no dijo nada.

»—Se trata de la más seria ofensa que los humanos pueden hacer contra los Terráneos.
Cualquier y todos, los acuerdos hechos con los humanos que viven en Thaisia pueden ser rescindidos
a causa de un abuso de confianza.

—Sr. Wolfgard, — Montgomery comenzó.

Simon negó con la cabeza.
—Ya está hecho, Teniente. El abuso de confianza fue declarado antes de que la noticia llegara
tan lejos al este. Yo sólo soy el mensajero.

—¿Qué va a pasar ahora? — Preguntó Burke.

—Los buques de propiedad humana que viajan por los Grandes Lagos no pueden llevar
ninguna carga que los humanos declararon como escasa. Las cinco hermanas tomarán represalias
contra cualquier barco que intente desafiar ese decreto.

—¿Cinco hermanas?

—Superior, Tala, Honon, Etu, y Tahki

Burke frunció el ceño.
—Esos son los nombres de los Grandes Lagos.

Simon asintió.

—¿Está diciendo que los Lagos son Elementales?

—No, pero un Elemental controla cada lago, y ella toma su nombre como propio.

—¿Van a hundir los barcos?

—Sí. Sin embargo, los barcos de los asentamientos humanos que pertenecen a los Terráneos o
los barcos Terráneos pueden viajar por los Grandes Lagos y vender alimentos a otras partes de
Thaisia. Pero ningún alimento cultivado en Thaisia dejará Thaisia hasta que ya no haya escasez.

Burke, O'Sullivan, y Montgomery parecían aturdidos.

—Hay otros lugares humanos, además del Bloque Romano que compran comida de Thaisia, —
dijo Burke—. ¿Serán honrados esos acuerdos?

—No lo sé, — respondió Simon—. Va a depender de lo que digan los Terráneos sobre ese
lugar. Para mañana, todos los gobernadores sabrán por qué hubo un abuso de confianza y las
consecuencias de las acciones humanas. Para mañana, el derecho de paso a través del país salvaje será
restringido, y a nadie que pertenezca al movimiento Humanos Primeros y Últimos se le permitirá
salir de la tierra que todavía se está arrendado a los humanos. En otras palabras, pueden seguir
viviendo en las ciudades donde se ubican actualmente, pero no pueden salir. No en coche, tren o
barco. En el momento que pasen fuera de los límites de una ciudad, serán perseguidos.

Montgomery se agitó.
—¿Cómo pueden decir si una persona pertenece al movimiento HPU? Y si alguien de HPU trata
de subir a un autobús o tren, ¿cuántas otras personas podrían resultar heridas?

—Posiblemente muchas. Posiblemente todos. Si un humano es sospechoso de ser un enemigo y
está fuera de los límites de una ciudad o pueblo controlado por humanos, ese humano morirá. —
Antes de que Montgomery pudiera protestar, Simon le dijo la única cosa que no se diría a ningún otro
humano fuera de esa habitación—. Teniente, los Terráneos en el país salvaje están muy enojados. Ya
no son más una especie problemática; Ahora han demostrado que son una amenaza real para los
nativos de la tierra y para el mundo.

—Mantener a los humanos encerrados en las ciudades no es la solución, — dijo Montgomery.

—No, — Simon chasqueó—. La extinción es la solución.

Silencio atónito.

Se tomó un momento para recuperar el control.
»—¿Sabe por qué los nativos de la tierra están esperando para tomar esa decisión, Teniente?
Debido a que hemos cambiado las cosas. Debido a que el Oficial MacDonald murió tratando de
salvar a un Cuervo. Debido a que usted nos ha ayudado. Debido a que este Courtyard, a diferencia de
cualquier otro, tiene una manada humana. Porque Steve Barquero y los residentes de la Isla Grande
quieren más que una asociación con los Terráneos. — Miró a Burke—. Este Courtyard. Sus agentes
de policía. Los humanos en el Desembarco del Ferry. Es todo lo que está impidiendo la extinción de
los humanos en Thaisia. ¿Comprende?

—Sí, — dijo Burke—. Comprendo.

—Tiene que haber algo que el resto de nosotros pueda hacer. — La voz de O'Sullivan
evidenciaba el shock—. El gobernador Hannigan está dispuesto a trabajar con los Terráneos para
construir una vida próspera para todos.

—Creo que hay que crear algún tipo de identificación para los humanos como el agente
O'Sullivan que necesitan viajar con el fin de ayudar a mantener la paz, — dijo Stavros—. Voy a idear
algo.

—La identificación puede ser falsificada, — dijo Vlad.

—La GTI solo tiene seis agentes en este momento, — dijo O'Sullivan—. Si saben quiénes
somos, entonces sabrán si alguien más está tratando de viajar usando documentos falsos.

—Entonces se puede hacer.

—Tenemos mucho que pensar y cosas que discutir con nuestra propia gente, — dijo Burke—. A
menos que haya algo más que necesite transmitir, creo que deberíamos salir ahora.— Se puso de pie,
pero no hizo ningún otro movimiento—. Gracias por su honestidad.

Simon también se puso de pie.
—A partir de ahora, la supervivencia humana en Thaisia va a depender de la honestidad.

Burke salió de la habitación, seguido de O'Sullivan y Montgomery. Antes de que Montgomery
saliera de la habitación, Stavros dijo:
—¿Teniente? Su Lizzy estará a salvo ahora.

Montgomery no respondió. Simon no estaba seguro de que incluso escuchara o comprendiera
lo que significaba que Stavros hubiera dicho esas palabras.

Capítulo 56


Moonsday 28 de Maius

—Aguas Dulces, — dijo la chica, tan pronto como Jackson entró en la habitación con su
próxima comida.

Dejó el plato y el vaso de leche en la mesa antes de girar para darle su atención.
—¿Qué hay con ello?

Apenas podía quedarse quieta con ganas de saber, pero ahora que él estaba aquí, ¿se atrevería a
preguntar?

—La has visto.

—Sí. Está afuera.

—Sé que está afuera. Todo está afuera. Pero has visto este lugar. Le sacaste fotos. — Algo sobre
el lugar la llamaba, la arraigaba, la levantaba. Ella quería, necesitaba, la confirmación de que esto no
era un lugar inventado, que las fotografías no eran una especie de truco, porque ella podía vivir en
ese lugar. Verdaderamente vivir más allá de las cuatro paredes de una habitación. Él dijo que podía
pedir lo que quisiera, pero no estaba segura de que tanto podía pedir.

Sintió que su coraje se marchitaba bajo su mirada.

Él se movió hasta que estuvo junto a la cama y pudo ver las fotos que había puesto en orden
para que la tierra fluyera correctamente. Luego se agachó para que ella no tuviera que levantar la
mirada.

—Sangre dulce, — dijo suavemente—. Vivimos en el asentamiento Terráneo Aguas Dulces.
Esto... — tocó una fotografía, luego levantó la otra mano y señaló a su ventana-cubierta—, está
afuera.

Ella temblaba.

»—¿Quieres verlo?— Preguntó Jackson.

Ella asintió.

Se puso de pie, caminó hacia la puerta, y la abrió.
—Vamos.

Ella vaciló en la puerta del dormitorio, y luego se apresuró a seguirlo, sin apenas darse cuenta
de la gran sala que podría haber sido el salón principal si hubiera tenido algún mueble.

Otra puerta. La luz del sol más allá de una, área techada abierta. Porche. Pasos. Y entonces...

Estaba parada en una de las fotografías. La hierba y los árboles y las montañas que se elevan
como una barrera natural. El destello de la luz del sol sobre el agua. Quería tocarlo todo, olerlo todo.

—Es suficiente, — dijo Jackson.

Ella se volvió a mirarlo, sintiéndose aplastada. Entonces se dio cuenta de la distancia entre
ellos. No muy lejos, en realidad no, pero él seguía de pie en el escalón inferior y ella no recordaba
haberse alejado de él.

—Pero... — Una protesta débil.

—Un cachorro no se aleja mucho de la guarida en su primera salida. Hay mucho que aprender,
así que se explora un poco más cada día. — Cuando ella no se movió, añadió—. Regresa ahora.

Ella obedeció, porque no sabía qué más hacer.

—Siéntate ahí. —Señaló el escalón más alto.

Se sentó y Jackson se sentó a su lado.

Él le permitió sentarse en donde le daba la luz del sol por un rato. Él no dijo mucho. No podía
decirle los nombres de los diferentes árboles. Los Lobos no se preocupaban por esas cosas, pero el
pueblo de los Intuye en el camino, tenían una librería y podían tener libros que nombraban tales cosas
si quería aprender sobre ellos.

Ella quería aprender.

Cuando había decidido que había tenido suficiente sol para su primer día fuera de la guarida, él
no la hizo volver a su habitación. Se sentó en el porche, y le trajo la comida que había olvidado. Ella
observó cómo el poco del mundo que ella podía ver permanecía igual y sin embargo seguía
cambiando, al igual que ella tuvo que cambiar de posición en el porche para permanecer en la
sombra.

Jackson se quedó con ella todo el tiempo, defendiéndola de los jóvenes Lobos que querían
darle una aspiración profunda y podrían raspar accidentalmente su piel con una uña, mientras que se
empujaban unos a otros.

Finalmente cansada de mirar, ver, sentir, ella accedió a ir a su habitación, sobre todo cuando vio
a Jackson retirar el papel blanco que le había impedido ver por la ventana.

—Puedes ver más mañana, — dijo cuando ella vaciló en la puerta del dormitorio.

—Esperanza, — dijo ella, oyendo a la verdad en la palabra.

Él ladeó la cabeza.
—¿Qué?

Ella le dio una sonrisa brillante.
—Mi nombre es Esperanza.


Diario de Elayne Borden


—¿Qué hace un hombre como él con alguien como ella?

—No sé lo que ve en ella.

A veces oigo esas palabras cuando Nicholas y yo caminamos
más allá de la audiencia que han venido a oírle hablar, yo
en su brazo, tratando de no mostrar demasiado lo emocionada
que estoy de ser la que él ha elegido.

Me sentí tan avergonzada después de que Monty se fue. Para
todo el que importaba, yo era la amante de un policía que
había matado a un humano para salvar a un Lobo. ¿Cómo podría
vivir con eso? Y Lizzy recibiendo bofetadas de otros niños
que le daban nombres hirientes por algo que no era su culpa.

Entonces Nicholas entró en mi vida, un hombre rico, de una
distinguida familia del Bloque Romano. Me deslumbró con el
sólo hecho de que me quisiera. Dijo que sabía desde el
momento en que me conoció que yo era diferente de cualquier
otra mujer que había conocido nunca, y que llegar a Toland y
conocerme era su destino.

Yo estaba con él cuando hacía sus discursos, promocionando
al movimiento Humanos Primeros y Últimos. Yo estaba con él
cuando asistió a los banquetes organizados por la crème de
la sociedad de Toland. Él me llevó a las partes que incluso
madre no pudo agenciarse una invitación para asistir... lo
que la impresionó mucho.

Madre ya no me rechazaba en público, ya no da la impresión -
cuando la visito- que yo le causo una gran vergüenza, como
algo que huele mal o mierda bajo el zapato. Ahora que
Nicholas está viviendo conmigo, ella incluso animó a mi
hermano, Leo, a que cuide a Lizzy en las tardes cuando
Nicholas y yo tenemos un evento.

Me he reivindicado. Me he sacado la desgracia de ser de
clase media como la amante de un oficial de policía, me
saqué las dudas de que no sería bienvenida de nuevo en el
nivel social que mi familia disfruta. Ser amante de Nicholas
me eleva varios peldaños en la escala social, y ahora es
madre quien tiene que pegarse a mis faldones para asistir a
las partes más elegantes.

Nicholas habla acerca de llevarnos a mí y a Lizzy al Bloque
Romano y quedarnos en la finca de su familia. Él quiere que
me conozcan, quiere que los conozca. Y Lizzy también.
Siempre incluye a Lizzy en nuestros planes.

Es lo mejor que me ha pasado.

***

Volvió de una reunión apestando a esa zorra asquerosa que se
colgó de él después de su último compromiso para dar un
discurso. ¿Y qué fue lo que dijo cuando le acusé de dormir
con ella? "No seas tan provinciana, Elayne. Un hombre de mi
origen tiene derecho a desvíos fuera de las comodidades del
hogar ".

¿Es eso lo que soy? ¿Un consuelo? ¿Alguien a quien follar si
un desvío no está disponible?

¿Le dio ese feo anillo hecho de oro blanco con diamantes,
del que ella se anda pavoneando por los alrededores? ¿Es por
eso que ella me estaba dando miradas maliciosas, ya que
Nicholas no me ha dado nada con tanto destello? Dioses, ni
siquiera se ofrece para ayudar a pagar la comida que come, y
el hombre tiene gustos caros. Sólo lo mejor para Nicholas.

Pero mamá me sonríe. Ella sonríe y sonríe, tan contenta de
verme con un hombre como Nicholas Scratch. Pero sus ojos no
sonríen. Nunca lo hacen; no como sonríen cuando mira a Leo.

Ella no me quiere. Ella trata de ocultarlo, y durante tantos
años, yo creía que la razón por la que no le gustaba, era
porque había algo que me faltaba. Pensé que si podía ser lo
que ella quería, hacer lo que quería, me aprobaría de la
misma manera que aprueba a Leo. Pero no lo hace, porque no
le gusto, y no me quiere. No estoy segura de que alguna vez
lo hizo.

A veces creo que su pecho está hecho de hielo, y tiene que
permanecer emocionalmente fría con el fin de ocultar el olor
de un corazón en descomposición.

—¿Qué hace un hombre como él con alguien como ella?

—No sé lo que ve en ella.

¿Cuándo empecé a hacerme esas mismas preguntas?

***

Oí a Nicholas hablar por teléfono. No escuché el otro lado
de la conversación, pero lo que dijo fue suficiente.

Thaisia experimentará escasez de granos, harina, no sé qué
más. ¿Por qué? Debido a una asociación agrícola que vende su
cosecha a Nicholas, que es enviada al Bloque Romano, porque
la comida es igual a la victoria, sea lo que sea. Pero aquí,
algunas familias no van a poder pagar una hogaza de pan,
suponiendo que haya alguno para comprar.

¿Cómo puede no haber algo tan básico como el pan?

Humanos Primeros y Últimos. Creo que he descubierto como los
humanos serán los primeros.

***

Siempre quise el amor y la aprobación de mi madre. Nunca
tuve ninguno, pero se aseguró de mantenerme bajo su pulgar
lo suficiente para que siguiera tratando de conseguirlos. La
única vez que he actuado por mí misma, la única opción que
no logró controlar, fue cuando me enamoré de Monty y nos
mudamos a vivir juntos. Mi madre dejó de hablarme por varios
meses como un castigo. Esos fueron los meses más felices de
mi vida.

***

¡Dioses! He encontrado una bolsa de joyas dentro Oso Boo.
Lizzy había mencionado que jugó al hospital y que Oso Boo
necesitó una operación, pero Leo se encogió de hombros, y yo
había tomado demasiado después de una pelea con Nicholas,
quien me envió a casa temprano porque, según dijo, estaba
causando una escena. Pero por la forma en que la perra
asquerosa me miraba mientras me escoltaba fuera, yo supe que
él tenía la intención de dormir con ella esa noche.

Luego está Lizzy usando todas las vendas adhesivas en ese
maldito oso...

Joyas. Quería creer que eran de vidrio, algo que Lizzy había
recogido en alguna parte. Quería creer que ella las había
escondido dentro de Oso Boo después de que Leo le contó
alguna historia acerca de cómo usábamos juguetes para
ocultar las cosas cuando éramos niños para que madre no
encontrara lo que queríamos mantener en secreto.

Pero ese feo anillo de oro con diamantes blancos, está en la
bolsa.

Y me acordé de que Leo escondía cosas en mis juguetes,
especialmente cosas que lo meterían en serios problemas si
alguien sabía que los tenía.

¿Habría hecho lo mismo con Lizzy?

Leo y Nicholas. ¿Están robando en los actos benéficos a
quienes aportan para el movimiento HPU? ¿Están trabajando
juntos, o Nicholas desconoce que Leo lo está usando?

¿Leo está usando a Nicholas? ¿O Nicholas nos está usando a
todos?

***

Arrojé al lamentable culo de Nicholas Scratch. Empaque sus
maletas y las deje fuera de la puerta del apartamento. Él es
muy consciente de su reputación para exponerse a una pelea a
gritos en la puerta. Esa es probablemente la razón por la
que Leo apareció un poco más tarde "para meter algo de
sentido en mí".

Leo estaba sudando, y trataba de mirar a su alrededor sin
ser obvio.

Adivino el por qué él realmente quería ver a Lizzy.

***

Madre llamó. No debería haber contestado, no cuando estaba
tan enojada y asustada. Comenzó a meterse conmigo, con su
fría crítica, y reventé, le grite que lo sabía todo acerca
de los sucios acuerdos y que le iba a decir todo el maldito
mundo que Nicholas Scratch era un mentiroso y un ladrón y
podía probarlo.

Entonces colgué y me di cuenta lo que había hecho. Ella se
lo diría a Leo. Por supuesto que lo haría. Y Leo tendría que
hacer desaparecer el problema para permanecer en el gran
círculo de Nicholas.

Y tendrá que hacer desaparecer el problema para poder poner
sus manos en Lizzy y recuperar las joyas que están
escondidos en Oso Boo.

No voy a dejar que eso suceda, porque va a entregarla a
madre. ¿Dejar que madre crie a Lizzy? Jamás.

No puedo confiar en la policía. He visto a muchos de ellos
en los discursos y eventos de Nicholas. No puedo confiar en
nadie. Excepto en Monty. Tengo que llegar a Monty. Él sabrá
qué hacer.

Capítulo 57


Moonsday 28 de Maius

Con Lizzy a salvo, durmiendo en la cama del monoambiente, Monty se sentó en el inodoro
tapado y leyó las paginas que Elayne escribió en el diario de color rosa con estrellas doradas. ¿El
aspecto del diario, fue una elección astuta por parte de ella o un retorno inconsciente a la niña que
había sido?

O'Sullivan tenía razón: las palabras eran basura, un grito de infelicidad con un par de pedazos
de información que habrían sido desestimados. Nada por lo que valiera la pena morir.

Si esa asociación agrícola no hubiera hecho un robo en busca de más beneficios subiendo los
precios y reclamando una escasez de cultivos demasiado pronto, nadie se habría enterado hasta que
realmente hubiera escasez. Tal vez esa no fue su idea. Tal vez esa fue una decisión de HPU, para crear
problemas y generar más adeptos para su causa. ¿Qué mejor manera de remover las cosas que
decirle a la gente que iban a pasar hambre porque los animales controlaban la tierra?

En el camino de regreso a la estación, el Capitán Burke había especulado que los Terráneos no
bloquearía el transporte de los productos alimenticios de una región de Thaisia a otra por completo,
pero sospechaba que habría límites estrictos a partir de ahora en cuanto al tamaño de los camiones
que podrían ser usados para el transporte de alimentos, límites estrictos sobre la cantidad que podría
ser enviada por cualquier tren. Y por el agua no se enviaría nada...Ya había informes de buques a la
deriva en uno de los Grandes Lagos, perdida de tripulación y carga.

¿Y los barcos tratando de cruzar los océanos? Vlad Sanguinati los había acompañado a su
coche después de la reunión y había dicho, también casualmente:

—Los Sharkgard y Orcasgard estarán atentos a partir de ahora, y van a informar de cualquier
barco que haya cometido un abuso de confianza. — Cuando O'Sullivan preguntó a quién le
reportarían, Vlad había sonreído—. Piense en el Atlántik como la hermana mayor del Lago Etu.

¿Un Elemental que podía comandar el poder de un océano? Monty se estremeció al pensar en
ella, y sintió una curiosidad terrible acerca de cuál sería su aspecto.

Dejando diario en el piso del baño, desdobló la única hoja de papel que había encontrado entre
dos páginas que habían estado parcialmente pegadas entre sí.

Monty:

Es demasiado tarde para un montón de cosas, por lo menos entre tú
y yo. He tenido un poco de tiempo para pensar, y entiendo algunas
cosas ahora.

Mi madre nunca me quiso. Le encantaba el potencial que
representaba, qué puertas sociales le podían abrir mis logros. Yo era
una especie de as en la maga de una manera que Leo nunca lo fue.
Nunca lo vi con claridad, hasta ahora.

No me acuerdo de mi padre, no recuerdo un momento en el que
viviera con nosotros. Ni siquiera sé dónde vive, pero creo que madre
va a visitarlo de vez en cuando, su secreto travieso. No recuerdo su
voz, y al pensar en cómo leías a Lizzy cada noche, me di cuenta de
que ella nunca va a decir eso. Tu voz, tu presencia en su vida... se
lo arrebate, diciéndome a mí misma que no era importante.

Estoy tratando de ser precavida, tratando de actuar con rapidez
sin que parezca que voy a hacer algo inusual. Pero ahora que he
pateado a Nicholas fuera del apartamento, Leo ha estado espiándome. Y
después que saqué las maletas fuera de la bodega, Lizzy ha estado más
que emocionada, a pesar de que no le he dicho nada, salvo que vamos a
visitarte y tiene que ser un secreto para todos, incluyendo a su
abuela y al tío Leo. Pero creo que Leo sospecha que estoy planeando
huir. Así que tenemos que irnos mañana.

Tengo un montón de remordimientos sobre las decisiones que he
tomado en mi vida. Pero, Monty, mi mayor lamento es que no me fui a
Lakeside contigo cuando me lo pediste.

Elayne

Monty dobló el papel y se lo metió en el bolsillo de su camisa mientras las lágrimas corrían
por su rostro.

Elayne había sido una utilidad para Leo y Celia Borden, una pantalla que había proporcionado
una razón para que alguien como Leo Borden se codeara con un hombre como Nicholas Scratch.

No era su caso, no era su jurisdicción. No había ninguna prueba más allá de las palabras en el
diario, de que Leo tenía una razón para ir tras de Elayne y acuchillarla en la estación de tren. No
había ninguna prueba de que él puso una bolsa de joyas en el oso de Lizzy.

Nicholas Scratch no sabía cuánto Elayne realmente sabía acerca de los envíos al Bloque
Romano, o de las joyas que se suponía iban a ser el pago de esos bienes, por lo que cualquier cosa
que pudiera incomodar al movimiento HPU tenía que ser destruido o recuperado. Pero Scratch no
había contado con la reacción de los Terráneos. Puesto que si los humanos no se habían preocupado
por Lizzy, ¿por qué los Otros lo harían? Un gran error de cálculo de su parte.

Monty se frotó la cara con las manos.

Nunca sería capaz de demostrar que Leo había matado a Elayne, y no creía que Felix
Scaffoldon iba a esforzarse en resolver el caso, no cuando Nicholas Scratch iba a estar haciendo un
montón de control de daños, una vez que la participación de HPU en la escasez de alimentos fuera
revelada. No dudaba de que Scratch giraría a por lo menos neutralizar el daño al HPU. ¿Pero tener un
miembro acusado de asesinato? No.

Monty recogió el diario y se puso de pie, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros.
Luego entró en el cuarto y miró a Lizzy, profundamente dormida y abrazando a su nuevo amigo.

Henry Beargard había tallado en madera la cabeza, las patas y los pies, que estaban unidos por
un cuerpo de tela con pantalones vaqueros y una camisa a cuadros, que la costurera del Courtyard
había hecho. Un oso de rostro severo. Un guerrero en lugar de un amigo de peluche. Con diferencia
un arma más que un juguete.

Lizzy lo había llamado Oso Grr, un nombre que Monty pensó era muy apropiado.

Hace unas horas, Simon Wolfgard le había dicho, le dijo a todos en esa reunión, que los
Terráneos estaban considerando la extinción de los humanos que vivían en Thaisia. Sin embargo,
esos mismos seres habían hecho un juguete especial para su niña, compensando el que había perdido.

¿Sabe lo que le pasó a los dinosaurios? Los Otros fue lo que le pasó a los dinosaurios.

Una broma que el Capitán Burke le había dicho en su primer día de trabajo en Lakeside. Salvo
que no era una broma. Burke lo había sabido, al menos hasta cierto grado.

Y ahora también él.


Capitán Burke:

Leo Borden fue encontrado en el agua cerca de los muelles de
Toland ayer. Su garganta fue cortada. Dentro de un bolsillo
secreto en su chaqueta, los investigadores encontraron dos
esmeraldas y un anillo de oro con un diamante blanco de
diseño distintivo, que coincidía con los artículos robados
recientemente. La policía especula que una disputa entre
ladrones podría haber llevado a la muerte de Borden. La GTI
trató de interrogar a Celia Borden sobre los asociados de su
hijo. Sin embargo, los vecinos dijeron que ella se fue de
casa hace dos días y no ha sido vista desde entonces.

Agente Greg O'Sullivan, de la GTI

PD: Felix Scaffoldon no se presentó a trabajar hoy y nadie
ha sabido nada de él.


Capítulo 58


Windsday 30 de Maius

—Los titulares de esta mañana... Los funcionarios del gobierno en toda Thaisia argumentan que
no tenían conocimiento o participación en el acuerdo para vender granos y otros alimentos a la
Alianza de Naciones del Bloque Romano, mientras que se declaraba la escasez en el país con el fin de
aumentar los precios. La asociación agrícola señalada, por una fuente anónima, niega las
acusaciones, pero los funcionarios dicen que habrá una investigación y esta asociación particular,
propiedad de un grupo de empresarios, estará bajo un escrutinio cuidadoso de ahora en adelante.
Mientras tanto, los agricultores independientes y otros grupos de agricultores que no están
actualmente bajo investigación, dicen que; salvo que haya un desastre natural, anticipan el
rendimiento habitual de sus cosechas de este año.

—En otras noticias, por orden del Gobernador de la Región del Noreste, Patrick Hannigan, un
grupo de trabajo de humanos y Terráneos han retirado a todas las supuestas "profetas de la sangre"
de los centros de reinserción y otras instituciones en Toland. Alegando preocupaciones por la salud y
la seguridad, las jóvenes fueron trasladadas a instalaciones no reveladas en el noreste u otros lugares.
Un portavoz del gobernador Hannigan declaró que algunas de las instalaciones podrían estar
enfrentando cargos de proxenetismo y abusos.

—Último momento. El capitán de un barco de Brittania informó haber visto un buque de carga
succionado por un remolino que apareció y desapareció sin previo aviso. El barco Brittánico buscó a
los pasajeros y la tripulación, pero no encontraron sobrevivientes. El capitán declaró que un número
sin precedentes de tiburones estaban en la zona. También señaló que, después de salir de la zona, su
barco fue seguido por orcas hasta que estuvieron bien lejos de las Islas Fingerbone, donde el otro
barco se hundió.


* * *


Meg trató de distraerse de la sensación de alfileres y agujas que vagaban por debajo de su piel,
ya que su pequeña caravana había dejado el Courtyard. Tendría que haberse hecho un corte
controlado ayer, pero Simon le había pedido que esperara, diciendo que necesitaba un día para hacer
los arreglos.

Pero no le contó qué tipo de arreglos, sólo que ellos harían un pequeño viaje antes de hacer el
corte.

Una imagen en movimiento, como una película. Ella absorbió la experiencia de viajar en el
asiento trasero de un coche. Merri Lee estaba en el asiento trasero con ella; Simon iba al frente con
Michael Debany, que conducía. El zumbido de los neumáticos en la carretera. Los árboles y la hierba
y las flores que crecían silvestres. ¡Y el río! Quería sentarse en la orilla y simplemente ver el río
Talulah.

Saltó, sorprendida, cuando una mano se cerró sobre la suya.

—Estás temblando,— susurró Merri Lee—. ¿Estás bien?

Meg asintió, luego se dio cuenta de que Simon la observaba. Un susurro era tan bueno como un
grito para las orejas de un Lobo, incluso cuando esas orejas estaban en forma humana.

—Estoy bien,— Meg susurro. Pero miró a Simon cuando lo dijo, y esperó hasta que él volvió
su atención a la parte delantera del coche antes de continuar—. El río es... — Ella sacudió la cabeza,
reacia a admitir lo mucho que el río la atraía.

—Más cerca de Saltos de Talulah, donde hay rápidos, es una experiencia poderosa. Y los
mismos saltos. Yo vi una vez las cataratas. — Merri Lee sonrió—. Es difícil de describir.

Meg asintió.

Tomaron la carretera principal, pasando por un gran edificio, poco atractivo antes de que se
acercaron a las viviendas. Casa, garaje, garaje, casa. Ese tipo de vivienda tenía un nombre, pero ella
no estaba interesada en la búsqueda a través de sus imágenes de entrenamiento para recordar, no
cuando Karl y Ruth los alcanzaron, seguidos por la minivan del Courtyard. Blair salió del lado del
conductor, Henry desde el asiento del pasajero. Nathan y Tess salieron de la puerta lateral.

—¿Simon? — Meg dijo cuando otro grupo de coches llegó y aparcó cerca.

—Es Steve Barquero, — dijo Simon—. Él trajo a algunos de los suyos para esto.

—¿Para qué?

—Mira a tu alrededor, Meg. Antes de que nadie diga nada, sólo mira a tu alrededor, obtén una
imagen de este lugar. — Simon señaló a Merri Lee—. Tú te quedas con ella.

Se alejó, haciendo un gesto para que Michael y Karl lo siguieran.

Ruth se unió a ella y Merri Lee.
—¿Sabían que habría un acontecimiento aquí? Parece...

—No creo que se supone que debemos ofrecer opiniones todavía, — dijo Merri Lee—. Meg
necesita tiempo de tranquilidad para absorber.

Ruth asintió.

Se sentía un poco extraño estar parada en silencio con chicas que no eran Casandra de sangre,
absorbiendo imágenes. Se preguntó que veían.

Ella miró por encima del hombro y vio a Simon hablando con Steve Barquero y la gente que
había traído de Isla Grande. Se dio cuenta de que Nathan llevaba una cesta a una manta que Tess había
puesto sobre la maleza.

La sensación de alfileres y agujas que habían vagado bajo su piel durante el viaje se instaló en
un solo lugar en la espalda.

Es hora de cortar, pensó. Mientras miraba las casas y vio las columnas de humo negro
convertirse en Sanguinati, pensó que entendía por qué Simon la había llevado hasta allí.


* * *


—Ella es Emily Faire,— dijo Steve Barquero—. Recientemente recibió su título como
enfermera. Después que llamaste y me dijiste lo que querías hacer, le pedí que se uniera a nosotros.
Pensamos que sería una buena idea tener un médico entrenado a mano.

—Estoy encantada de conocerle, señor Wolfgard, — dijo Emily—. ¿Está bien si me voy por ahí
y me presento?

Simon asintió. Esperó hasta que estuvo fuera del alcance del oído, antes de dirigirse a Steve.

—¿Tuviste un presentimiento?

—No, no ese tipo de presentimiento,— Steve respondió—. Pero el Dr. Lorenzo está en ese
grupo de trabajo con las Casandra de sangre. Puede que no sea capaz de tener horas regulares de
oficina, por lo que deberías considerar tener a alguien que trabaje en la oficina médica del Courtyard.
Emily está interesada.

—No hay muchos humanos que cuidar.

—Pensé que podía dividir su tiempo entre el Courtyard y esta comunidad. Y ella no tiene que
tratar a los humanos en exclusiva.

—Tenemos nuestros propios sanadores.

—Sí, lo sé. Pero no estaría de más que los Terráneos se familiarizaran con la curación humana.
Para aprender cosas sencillas, como la forma en que uno de nuestros curanderos toma la temperatura
de una persona, o usa un estetoscopio para escuchar el corazón y los pulmones, o medir de la presión
arterial.

No podía ver el daño en cualquiera de esas cosas, sobre todo ahora que tenía que considerar
cuánto de lo humano los Terráneos querían mantener.

—Lo pensare.

«¿Simon?» Nathan llamó. «Meg cada vez tiene más picor.»

—Es la hora, —le dijo a Steve—. Adelántate. Estaremos allí en un minuto. — Fijó su mirada en
Michael Debany, luego se alejó, esperando que el humano lo siguiera.

—¿Problemas?— Preguntó Michael.

—Merri Lee es tu pareja. ¿Por qué estaba sosteniendo la mano de Meg? — No se había dado
cuenta de que se sentía enojado, o incluso amenazado, hasta que se oyó gruñir las palabras.

Michael parpadeó, se tambaleó un poco, pero en realidad no dio un paso atrás.
—Es una cosa de chicas. Amistad. Confort. Comunicación no verbal.

Simon entrecerró los ojos.
—No eres un hembra, y te tomas de la mano con Merri Lee. ¿Eso es amistad?

Michael sonrió.
—Eso es amistad. Pero conmigo y Merri, también es romance.

Romance. Algo sobre lo que pensar. Pero en este momento, había algo más que necesitaba
saber.

Apresurándose a unirse al resto de Terráneos y humanos reunidos, Simon se centró en Meg.

—Quería que vieras este lugar como lo es ahora, — dijo—. Y luego me gustaría que nos digas
lo que ves como su futuro. Necesitamos saber lo que podemos hacer aquí. ¿Puedes decírnoslo, Meg?

—Sería como lo que hicimos la última vez que realizamos un corte controlado, — dijo Merri
Lee—. Te centraste en el Courtyard en ese momento.

Meg asintió. Luego se torció el brazo para alcanzar un lugar en la espalda.
—No puedo hacerme el corte.

—Yo puedo, — dijo Emily Faire—. Y traje un botiquín de primeros auxilios conmigo.

Meg sacó la navaja de su bolsillo. Después de un momento de vacilación, se lo dio a Emily
antes de sentarse en la manta, con las piernas ligeramente cruzadas para evitar tirar la piel de la
rodilla que todavía estaba tierna. Después de otra vacilación, se quitó la parte de arriba. El sujetador
cubría adecuadamente sus pechos, pero las correas delgadas no ocultaban casi nada de su espalda.

Simon escuchó a Emily Faire contener el aliento. También Steve Barquero. Merri Lee y Ruthie
palidecieron mientras miraban las cicatrices en la espalda de Meg.

Mil cortes. Alguien se había dado cuenta de que era todo los que una Casandra de sangre podía
aguantar antes del corte que la mataría.

Se negó a contar las cicatrices de Meg.

Después de que Meg le explico cómo hacer el corte, y Emily encontró el punto exacto donde la
piel se erizaba con la profecía, y Merri Lee indicó que estaba lista con su cuaderno y bolígrafo,
Simon cayó sobre una rodilla y miró a los ojos de Meg.

—¿Qué ves aquí en los meses venideros? ¿Qué podemos construir aquí? Habla, profeta, y
vamos a escucharte.

Meg mantuvo sus ojos en él mientras Emily hizo el corte.

Era tan difícil estar tan cerca de Meg, oler la sangre fresca que fluía de la herida y saber lo bien
que sabía, lo bien que le haría sentir después de que la lamiera Pero se quedó.

Conexión. Comunicación. Amistad.

Vio el cambio entre en sus ojos antes de que olió la lujuria cuando la euforia la llenó al
empezar a liberar la profecía.

Pero esta vez fue diferente. Meg miró a su alrededor a las casas, a la tierra.

—¿Qué ves, Meg? — Susurró Simon.

Ella sonrió.
—Jackson está aquí. Está lanzando una pelota a algunos de los Lobos más jóvenes. Y hay un
gato dorado, cambiando a humano. Roy. Lo recuerdo. Y un gato más pequeño. Bonito. Cola corta y
orejas puntiagudas. Y personas trabajando en jardines y pintando casas. Una mujer alimenta a algunos
pollos. Caballos y carros. Vacas, cabras y ovejas. Animales peludos grandes. — Ella frunció el ceño,
buscando claramente en su memoria—. Bisonte.

¿Bisonte? Simon pensó. ¿Aquí?

»—Molino de viento, — dijo Meg—. Autobús lleno de libros. Luces en las ventanas. Lobos
aullando. Lechuza en el claro de luna. El sonido de una guitarra. Risas. — Ella suspiró.

—Eso es todo, — dijo Merri Lee en voz baja.

Simon se apartó distanciándose de los paños ensangrentados que Emily Faire estaba
colocándolos en un recipiente de plástico. Henry y Steve Barquero se unieron a él.

—Suena como que no queremos depender de las formas más elevadas de la tecnología para
todo, — dijo Steve—. Un molino de viento es de Vida Simple, pero un molino proporcionaría harina
y harina de maíz, por lo menos.

—Autobús de libros, — dijo Henry—. Ming Beargard me dijo el otro día que su pueblo envío
un autobús de libros a los lugares donde los gard viven en la isla.

—Hemos incluido a aquellos residentes desde que volvimos a un autobús en una biblioteca
rodante, —dijo Steve—. Pero Ming y Flash Foxgard y algunos otros Terráneos eran los únicos que
entraban antes en el autobús para hacer una selección. Ahora más Terráneos se aproximan cuando se
detiene el autobús.

—No pueden pasar por humanos, — dijo Simon, entendiendo el por qué no se habían acercado
antes.

—No, ellos no pueden pasar, — Steve concordó—. Durante generaciones, los Intuye han
compartido la isla y el trabajo de la provisión de alimentos para todo el mundo, pero había una
barrera y la mayoría de los Otros mantenían su distancia. Algo cambió en Lakeside, y eso cambió las
cosas para nosotros también.

Todos sabían lo que había cambiado en Lakeside.

—Si Meg puede tolerar un poco más lo nuevo, voy invitarlos a todos ustedes a una comida en
Hamburguesas a Reventar, — dijo Steve.

Simon captó su aroma y se dio vuelta cuando Meg se acercó.
—Voy a ver cómo se siente.

Steve y Henry se alejaron para hablar con el resto de su grupo.

—¿Recibiste la respuesta? — Preguntó—. ¿Es... malo?

Simon sonrió.
—En realidad, es bueno. Viste a la comunidad que esperamos construir aquí. Intuyes viviendo
en algunas de las casas; Terráneos viendo en otras. Agricultores que cultivan los alimentos. Los
humanos y Otros trabajando juntos.

—Eso es bueno. — El estómago de Meg gruñó.

Él se rió.
—Eso suena lobuno.

—Tengo hambre. — Se llevó una mano a su estómago—. Estoy realmente hambrienta.

La euforia se suponía que debía dejarla apacible. No se veía apacible. Parecía que estuviera
considerando el mejor lugar para hundir sus dientes en él. No le gustaba la forma en que lo hizo
sentir porque tenía la inquietante idea de que los conejitos sentían lo mismo justo antes de que un
Lobo se abalanzara.

—Steve Barquero nos invitó a ir a Hamburguesas a Reventar en Desembarco del Ferry. Hay un
montón de comida allí. Carne de vaca.

—Una hamburguesa suena bien.

—Entonces vamos.

Mientras caminaban hacia el grupo que los esperaba en los coches, la mano de Simon rozó la
Meg. Vaciló un paso o dos; entonces él le tomó la mano, listo para liberarla si ella gruñía una
objeción. Pero después de una mirada de asombro, ella sonrió y cerró los dedos alrededor de la suya.

Había abierto algunas tiendas a los clientes humanos durante años; había contratado a humanos
para trabajar en las tiendas y en la Plaza Comercial. Pero nada había cambiado realmente entre
humanos y Otros hasta que Meg tropezó en el Courtyard, medio congelada y huyendo del hombre
que la había poseído. Sus esfuerzos para adaptarse y construir una vida eran historias que flotaron en
el viento o en las alas de un Cuervo hasta el país salvaje. De alguna manera, los Terráneos que
tocaban ciudades humanas sólo cuando acudían a destruir, quedaron lo suficientemente intrigados por
lo que él y Meg estaban haciendo como para mantener su distancia un poco más. Tal vez se quedarían
intrigados lo suficiente como para darle a los Terráneos que había aprendido la forma humana,
tiempo para prepararse si los nativos de la tierra -que eran los dientes y las garras de Namid-
decidieran que la extinción de los humanos era la mejor manera de proteger al mundo.

Por ahora, él y Meg iban a emprender la aventura de ver a un nuevo lugar y tener una nueva
experiencia. Juntos.

Él no era humano. Nunca sería humano. Y Meg no esperaba que lo fuera. Pero con la sensación
de su mano en la suya, Simon pensó que tal vez él podría aprender a ser lo suficientemente humano.


Sobre la Autora Anne Bishop

Érase una vez...

¿Has escuchado esta historia antes?

Sí.

De acuerdo entonces.

Ah, quieres otra historia.

Érase una vez, una joven que quería escribir historias. Y así lo hizo. Y se divirtió.

Entonces, un día, un pensamiento se quedó atascado en su cabeza, de que si no podía escribir una
gran historia, no tenía mucho sentido escribir historias en absoluto. Así que dejó de escribir.

Ella era joven y no entendía las cosas bien.

La joven salió al mundo para ganarse la vida y hacer algo que la hiciera crecer. Y eso era bueno
y necesario.

Entonces, un día, varios años más tarde, una historia asomó en su cabecita liberándose del
depósito creativo y dijo: ¿Hola?

Era una pequeña historia, y parecía más bien triste, por lo que la joven le dio forma en palabras
lo mejor que pudo para que pudiera salir al mundo.

La historia, -que estaba muy contenta- se fue de nuevo al depósito creativo a empacar sus maletas
para emprender su aventura por el mundo y contarle a todos sus amigos sobre la joven.

No mucho tiempo después de eso, otra historia asomó en su cabecita hasta que salió del depósito
creativo y dijo: ¿Hola?

Así que la joven le dio forma con palabras lo mejor que pudo. Y la historia quedó muy feliz. Al
igual que las otras historias que vinieron después de esa.

Eran pequeñas historias. Era muy respetuosas.

Durante los años en que la joven perfiló estas historias, comenzó a leer libros y revistas acerca
de la escritura (y, más tarde, sobre la organización y gestión del tiempo). Mientras trabajaba y leía,
llegó a ser más hábil y pudo dar forma a historias más grandes.

Entonces llegó el día en que algo le tocó en el hombro. Cuando se dio la vuelta, no fue una
pequeña historia respetuosa, con apariencia triste y diciendo: ¿Hola? Fue una novela que le besó la
mano, sonrió y dijo: Hola. Vamos a ser muy buenas amigas por mucho tiempo.

Así que esa es la historia de cómo la joven terminó compartiendo su espacio de vida, entre otras
cosas, un exceso de papeleo y un gran número de personajes.

¿Deseas datos mundanos también? En ese caso...

La New York Times bestselling Anne Bishop es la ganadora de RT Book Reviews 2013 categoría
Ciencia Ficción / Fantasía. Es también la ganadora del premio William L. Crawford Memorial Fantasy
por la trilogía Black Jewels. Su más reciente novela es Visiones en Plata, el tercer libro de la serie de
fantasía urbana de Anne, situada en una re-imaginada Tierra. Cuando no está en comunión con los
Otros, Anne disfruta de la jardinería, lectura y música.

Serie los Otros:

1. Escrito en Rojo
2. Murder of crows
3. Visiones en Plata
4. Marked in Flesh (2016)


Nota de sobre la traducción

Está es una traducción libre del Grupo Dark Wolf, un grupo de lectoras que tienen como único fin
compartir esta lectura en nuestro idioma, ya que el libro no se ha editado en español y no hay noticias
de que esa situación vaya a ser modificada. No perseguimos ningún ánimo de lucro, ni tampoco
queremos perjudicar a los escritores, ya que tanto ellos como nosotros estamos a merced de las
editoriales.

También queremos expresar que no somos traductoras profesionales, así que sepan disculpar
cualquier error en nuestra interpretación de esta novela.

Finalmente aclaramos que muchos de los nombres propios usados por la autora, hemos decidido
dejarlos sin traducción ya que en varios casos; o no existe una traducción clara o la encontrada,
simplifica y/o cambia el sentido que la autora (según nuestra interpretación) quiso transmitir, y en
otros casos hemos modificado ligeramente lo que sería la traducción literal para lograr una mejor
comprensión de la novela.

Los esperamos con la siguiente traducción del cuarto libro de la saga, mientras esperamos pueden
seguir otras de nuestras traducciones en nuestro blog.







Notas
[←1]
Rast ro de Fuego: En el original decía Trail Fire, ahora no tiene mucha relevancia pero más adelante sí, sin embargo en
la traducción se pierde el porqué es relevante en la visión de Meg
[←2]
Pat hfinder. Trailblazer: Son dos palabras compuestas, que tienen varias acepciones en común, puede ser
exploradora, pionera, vanguardista, abre caminos (Trailblazer). O exploradora, pionera, busca caminos etc. (Pathfinder).
Como estas dos palabras ya aparecieron y van a seguir apareciendo, preferimos dejarlo sin traducción. (N de T)

[←3]
Road: Carretera, como es un nombre propio preferimos dejarlo tal cual (N de T)
[←4]
Chavo: La palabra usada en el texto original es Kid. Es un juego de palabras que fuimos capaces de encontrar la forma
de plasmar en la traducción. La traducción de Kid en español tiene varias connotaciones; niño, chaval, chamaco etc.,
pero también significa cabrito, chivo.
[←5]
Varilla de zahorí: Nombre que determina en Radiestesia las dos varitas de material flexible, incluso hechas
artificialmente, que están separadas por un extremo y unidas en el otro y cuya función es amplificar la percepción de los
campos telúricos o magnéticos, los cuales, mediante los movimientos de la varilla hacia la tierra, hacen posible la
detección de los campos geopatógenos del lugar. Actualmente se utilizan péndulos y varillas metálicas, que además son
plegables para facilitar su transporte.
[←6]
Kudzu: Es una de las 50 hierbas fundamentales usadas en la medicina tradicional china. Constituye una de las plantas
invasoras más activas, cubriendo rápidamente la vegetación existente y matándola al impedirle la absorción de la luz
solar en el proceso de la fotosíntesis. Está incluida en la lista 100 de las especies exót icas invasoras más dañinas
del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

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