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Modelo social.

Es la manera de crear, imitar y copiar pautas para que la convivencia en la sociedad


sea positiva, tratando de eliminar las actitudes negativas de los ciudadanos.

El modelo social se sostiene que lo que puedan aportar a la sociedad las personas
con discapacidad se encuentra íntimamente relacionado con la inclusión y la
aceptación de la diferencia.

El modelo social se presenta en cierto modo en la actualidad como un reclamo, una


aspiración, un ideal a alcanzar. Por ende, ciertos presupuestos que han sido
plasmados en el ámbito del Derecho, aún no podría llegar a afirmarse que rijan en
el ámbito de la dimensión social.

El modelo social nació apuntalando la filosofía de vida independiente, pero


acompañada de unos Principios Fundamentales que describen la discapacidad
como una forma específica de opresión social.

El modelo social se interpreta como el resultado de las barreras sociales y de las


relaciones de poder, más que de un destino biológico ineludible. Por lo tanto, explica
Jenny Morris, “una incapacidad para caminar es una deficiencia, mientras que una
incapacidad para entrar a un edificio debido a que la entrada consiste en una serie
de escalones es una discapacidad.

El modelo social de la discapacidad niega que la idea de diversidad funcional sea


problemática, centrándose, en cambio en la discriminación como el obstáculo clave
para la calidad de vida de las personas con discapacidad.

Los primeros teóricos del modelo social se definían en oposición a todas las
explicaciones individualizadas de la deficiencia. La deficiencia no debería ser
entendida como un problema del individuo, una trayectoria personal, y si como una
consecuencia de los arreglos sociales poco sensibles a la diversidad.

La adopción del modelo social trae como consecuencia la comprensión de que las
investigaciones y las políticas públicas dirigidas a la deficiencia no pueden
concentrarse apenas en los aspectos corporales de los individuos para identificar la
deficiencia. Además de eso, al separar la deficiencia de la lesión, el modelo social
abre espacio para mostrar que, a pesar de la diversidad de lesiones, hay un factor
que une las diferentes comunidades de deficientes en torno de un proyecto político
único: la experiencia de la exclusión.

El avance en la comprensión de la discapacidad y su teorización no es un proceso


aislado de la realidad que se sitúa sólo en el plano de las ideas. Resulta evidente
que está interrelacionado e impulsado por los acontecimientos sociopolíticos,
culturales y económicos que suceden en cada época histórica. Así, desde las
décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX, especialmente en el contexto
de Estados Unidos, Gran Bretaña, países escandinavos, y más recientemente
España, aparecen diversos movimientos sociales por parte de colectivos
"desfavorecidos", como personas de raza negra y otras minorías étnicas, mujeres y
personas con discapacidad, que denuncian su situación de marginación y piden el
reconocimiento de sus derechos civiles como ciudadanos y ciudadanas en situación
de igualdad social. En el caso de las personas con discapacidad surge en Estados
Unidos el denominado Independent Living Movement (Movimiento de Vida
Independiente), y otros grupos de similares características en otros países. Estos
movimientos nacen y son promovidos por los propios discapacitados,
discapacitadas y sus familias, que rechazan la vida en instituciones apartadas y ser
sometidas a programas de rehabilitación, sin tener control sobre sus vidas. Estas
personas manifiestan que se sienten "oprimidas" y reclaman sus derechos pidiendo
tomar por sí mismas las riendas de sus vidas.

El modelo social caracteriza a la persona con discapacidad a partir de: a) el cuerpo,


más que identificar qué tan completo está anatómicamente y qué tan cerca funcione
de acuerdo con la norma, las personas que optan por poner en práctica este modelo
se concentra en descubrir las habilidades y las capacidades que este individuo ha
desarrollado con el cuerpo que posee, para luego, a través de procedimientos
sistemáticos, potenciarlas; b) el entorno inmediato (la familia), se tiene en cuenta el
proceso por el cual pasan sus miembros al recibir la noticia de que uno de ellos ha
sufrido una lesión o dificultad que desembocará en una discapacidad. Según cómo
evolucione ese proceso, los miembros de su familia construirán un concepto de su
familiar, y justamente este concepto facilitará o entorpecerá el desarrollo de
habilidades y capacidades que intervendrán de manera directa en su mayor o menor
integración, primero en la familia y luego en los otros entornos. Aquí cobra
importancia el proceso socializador, pues se parte del supuesto de que es éste el
que puede facilitar o entorpecer la integración de las personas con discapacidad,
dependiendo de las ideas, sentimientos e imágenes que cada miembro de la familia
tenga sobre la discapacidad y de las prácticas sociales que desarrollen para lograr
el equilibrio, y c) el medio, como portador de oportunidades en términos de la
equidad y de la eliminación de barreras, o como portador de riesgos, para realizar
acciones de prevención de la discapacidad.

La inclusión social y económica, junto con la completa participación de las personas


con discapacidad, depende de la estructuración y ampliación de un nuevo marco
fundamentado en el significado real de la discapacidad dentro del contexto social
moderno. Este nuevo marco conceptual será el que genere acciones sociales
incluyentes que permitan a las personas con discapacidad vivir satisfactoriamente,
ser útiles y económicamente independientes. Dicho marco deberá satisfacer las
normas nacionales e internacionales del bienestar, los derechos humanos, la
democracia y los principios de ciudadanía. La aparición de este nuevo modelo
permitirá una visión holística encaminada hacia los sistemas y estructuras sociales,
más que a resaltar las patologías, deficiencias y minusvalías de las personas.
Actualmente las políticas sociales se han orientado hacia el ejercicio de acciones
que faciliten la estructuración de las sociedades más incluyentes, participativas y
respetuosas de los derechos humanos. Como bien sostiene la profesora Ana Rosa
Martín Minguijón: es necesario que los poderes públicos promuevan estas políticas
que garanticen el ejercicio efectivo en igualdad de condiciones, siendo que las
mismas, de carácter positivo o negativo, estén dirigidas a eliminar discriminaciones
que supongan una violación auténtica de los derecho derechos humanos de las
personas con discapacidad, y se traduzcan en la existencia de instituciones y en
medidas que tengan como objetivo la autonomía personal y la plena integración
social.
El modelo social puede así ser descrito de manera genérica a través de la defensa
de los siguientes postulados:

a) El enfoque correcto para abordar la discapacidad desde un punto de vista


normativo es el de los derechos humanos.

b) La discapacidad es, principalmente, una situación en la que se encuentran o


pueden encontrarse las personas y no un rasgo individual que las caracterice.

c) La discapacidad tiene, en la mayoría de los casos, un origen social por lo que las
medidas destinadas a satisfacer los derechos de las personas con discapacidad
deben tener como principal destinataria a la sociedad en general.

d) La política normativa en el ámbito de los derechos de las personas con


discapacidad debe moverse en el plano de la igualdad y la no discriminación y,
dentro de este, en el ámbito de la generalización de los derechos.

Pues bien, el modelo social tiene que hacer frente a una serie de críticas y
problemas que pueden ser agrupados en dos. Un primer grupo de críticas y
problemas se desenvuelve desde un enfoque ajeno al de los derechos; el segundo
grupo, por el contrario, se hace desde el interior del discurso de los derechos. Dentro
del primer grupo haré referencia a dos posiciones que denominaré como el
argumento asistencial y el argumento del temor. Por su parte, dentro del segundo
grupo me referiré a cinco posiciones representadas por lo que llamaré como el
argumento de la excepción, el argumento de la proyección parcial, el argumento de
la diversidad, el argumento de la identidad y el argumento de la identidad encubierta.

Por otro lado, el modelo social es puesto también en discusión por planteamientos
ajenos al modelo médico asistencial que se basan en argumentos de corte
identitario o en discursos exaltadores del valor de la diversidad humana desde
postulados genuinamente liberales.

Sin embargo, pareciera que el modelo social cae en la trampa que pretende develar,
al seguir valorando a las personas en la medida de su aporte a la sociedad. Ello no
implica la negación de dicha premisa. Sino simplemente remarcar que el valor del
ser humano en sí mismo se encuentra desvinculado, y es independiente de
cualquier consideración de utilidad social.

El modelo social se aboga por una concepción más amplia de la idea de autonomía,
un planteamiento que no se incline excesivamente por detectar la incompetencia y
que, por tanto, otorgue la misma importancia a la necesidad de una protección
efectiva de los derechos y los intereses de las personas con discapacidades
intelectuales.

La discapacidad es un concepto en evolución. Podría agregarse que es también un


concepto cultural, que varía en diferentes culturas y sociedades. Este tipo de
cuestiones venían siendo abordadas desde la perspectiva del modelo social, y
parece que la Convención las ha incluido dentro del mismo concepto del fenómeno.

Conforme a lo anterior, se podría sostener que las personas pueden ser


discriminadas “por motivo de” o “sobre la base de” discapacidad, no teniendo ellas
mismas una discapacidad, pero siendo tratadas de manera discriminatoria por
considerarse que tienen una discapacidad. Un ejemplo de ello es una desfiguración
facial que no es por sí misma considerada una discapacidad, pero que genera un
trato discriminatorio hacia la persona, similar al que recibe una persona con
discapacidad, por considerarla como si lo fuera.

Concepto de persona con discapacidad

Si bien se encuentran íntimamente relacionadas, una cuestión es la definición de


discapacidad, que se ha abordado supra, y otra la definición o el concepto de
“persona con discapacidad”. Como se ha venido explicando, si se asume una
postura desde el modelo social, se entiende que el fenómeno complejo de la
discapacidad está integrado, por un lado, por un factor humano (una persona con
una diversidad funcional respecto de la media) y por otro lado un factor social
(barreras sociales discapacitantes). De este modo, según esta concepción podrían
existir personas con una diversidad funcional respecto de la media, pero que no
fueran consideradas personas con discapacidad, como podría ser una persona con
miopía, que tiene una diversidad funcional de índole sensorial, visual. Pero que con
el uso de gafas y la ayuda social no enfrenta barreras sociales.

El modelo social de discapacidad. Por un lado, porque intenta potenciar el ejercicio


de la autonomía por parte de los niños y niñas con discapacidad. Evidentemente,
teniendo en cuenta el contexto de la infancia, pero destacando la necesidad de que
estos niños y niñas sean partícipes de la toma de decisiones que les afecten,
aunque teniendo en cuenta su edad y madurez.

Desde el modelo social se plantea la necesidad de encarar cambios estructurales


en determinados ámbitos, a fin de eliminar la discriminación a la que son sometidas
las personas con discapacidad. El empleo, si bien no es el único, es uno de dichos
ámbitos. A dicho fin, se rechazan posturas que abordan soluciones exclusivamente
centradas en el empleo protegido, para reclamar entornos laborales accesibles, que
permitan la inserción de las personas con discapacidad en el mercado ordinario de
trabajo. Las soluciones frente a la discriminación y la baja participación de este
colectivo deben ser encaradas principalmente desde la adaptación de los entornos
laborales, teniendo en cuenta la eliminación de las barreras y prejuicios existentes.

No obstante lo esbozado, desde el modelo social se rechaza la consideración del


empleo como único medio de integración en la sociedad. Ello no significa negar su
vital importancia a este fin, sino aceptar que hay otros ámbitos de la vida a partir de
los cuales se puede vivir una vida en sociedad. Ello implica considerar la situación
de exclusión de las personas con discapacidad desde una visión más amplia, que
requiere soluciones en los diversos ámbitos de la vida, esto es, el ocio, la cultura, el
deporte, el sistema educativo, entre otros. A dichos fines, asimismo, resulta de vital
importancia el enfoque que se asuma a la hora de diseñar, planificar e implementar
políticas tendentes a garantizar que las personas con discapacidad puedan tener
un adecuado nivel de vida y una apropiada seguridad social.

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