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Una teoría es un modelo de realidad que nos ayuda a comprender, explicar, predecir y controlar la realidad.

En el contexto del estudio de la personalidad, estos modelos son usualmente verbales. De vez en cuando,
alguien aparece con un modelo gráfico, con ilustraciones simbólicas, o con un modelo matemático, o incluso
con un modelo informático. Pero las palabras constituyen el modelo básico.

Existen diferentes acercamientos que se focalizan sobre distintos aspectos de la teoría. Los humanistas y
existencialistas tienden a centrarse en la parte de la comprensión. Estos teóricos creen que mucho de la
comprensión de lo que somos es bastante complejo y está tan afincado en la historia y la cultura como para
“predecir y controlar”. Aparte de esto, sugieren que el predecir y controlar a las personas no es, hasta cierto
punto, ético. En el otro extremo, los conductistas y freudianos prefieren detenerse en la discusión de la
predicción y el control. Si una idea es considerada útil, si funciona, van a por ella. Para ellos, la comprensión
es secundaria. Una teoría es como un mapa: no es exactamente igual al terreno que describe y desde luego
no ofrece todos los detalles del mismo, incluso puede no ser totalmente preciso, pero nos provee de una guía
hacia la práctica (y nos brinda algo para corregir los fallos cuando los cometemos).

Estos rasgos de las personas, entre otras características, con los cuales categorizar o comparar. Algunas
personas son neuróticas, otras no; algunas son más introvertidas, otras más extravertidas, y así sucesivamente.

Si uno coloca a las personas en una cierta dimensión (como sano-neurótico o introversión-extroversión)
estamos diciendo que las dimensiones son algo sobre lo que podemos situar a los sujetos. Ya sean neuróticos o
no, todas las personas tienen la capacidad para dirigirse hacia la salud o hacia la enfermedad, y ya sean
introvertidos o extrovertidos, todos oscilan entre una vía y la otra.

FREUD

Ello

El sistema nervioso como Ello, traduce las necesidades del cuerpo a fuerzas motivacionales llamadas
pulsiones Freud también los llamó deseos. Esta traslación de necesidad a deseo es lo que se ha dado a
conocer como proceso primario.

El Ello tiene el trabajo particular de preservar el principio de placer, el cual puede entenderse como una
demanda de atender de forma inmediata las necesidades.

YO

El Yo se apoya en la realidad a través de su consciencia, buscando objetos para satisfacer los deseos que el
Ello ha creado para representar las necesidades orgánicas. Esta actividad de búsqueda de soluciones es
llamada proceso secundario.
El Yo, a diferencia del Ello, funciona de acuerdo con el principio de realidad, el cual estipula que se
“satisfaga una necesidad tan pronto haya un objeto disponible”. Representa la realidad y hasta cierto punto, la
razón.

Superyo

El Superyó es el aspecto ético de la personalidad. Es el código moral personal que se va desarrollando a través
de la interiorización de las normas de los padres sobre lo que es bueno y lo que es malo. Tiene dos
componentes, la Conciencia (que castiga al Yo cuando no se porta de acuerdo a esos principios) y el Yo Ideal
(que gratifica al Yo cuando se comporta bien). A veces entra en colflicto con el Ello a través del Yo.

Erikson

Erikson es un psicólogo del Yo freudiano. Esto significa que acepta las ideas de Freud como básicamente
correctas, incluyendo aquellas debatibles como el complejo de Edipo, así como también las ideas con respecto
al Yo de otros freudianos como Heinz Hartmann y por supuesto, Anna Freud.

Estadio I

El primer estadio, el de infancia o etapa sensorio-oral comprende el primer año o primero y medio de vida. La tarea consiste en
desarrollar la confianza sin eliminar completamente la capacidad para desconfiar.
El niño desarrollará un sentimiento de que el mundo, especialmente el mundo social, es un lugar seguro para estar; que las personas son
de fiar y amorosas. También, a través de las respuestas paternas, el niño aprende a confiar en su propio cuerpo y las necesidades
biológicas que van con él.

Si los padres son desconfiados e inadecuados en su proceder; si rechazan al infante o le hacen daño  Desconfianza

Aquellos padres que son sobreprotectores; que están ahí tan pronto el niño llora, le llevarán a desarrollar una tendencia maladaptativa que
Erikson llama desajuste sensorial, siendo excesivamente confiado, incluso crédulo.

Si se logra un equilibrio, el niño desarrollará la virtud de esperanza, una fuerte creencia en la que se considera que siempre habrá una
solución al final del camino, a pesar de que las cosas vayan mal.

Estadio II

El segundo estadio corresponde al llamado estadio anal-muscular de la niñez temprana, desde alrededor de los 18 meses hasta los 3-4
años de edad. La tarea primordial es la de alcanzar un cierto grado de autonomía, aún conservando un toque de vergüenza y duda.

Permitir que el niño explore y manipule su medio, desarrollará un sentido de autonomía o independencia. Los padres no deben
desalentarle ni tampoco empujarle demasiado. De esta manera, el niño desarrollará tanto un autocontrol como una autoestima
importantes.

Si los padres acuden de inmediato a sustituir las acciones dirigidas a explorar y a ser independiente, el niño pronto se dará por vencido,
asumiendo que no puede hacer las cosas por sí mismo. Debemos tener presente que el burlarnos de los esfuerzos del niño puede llevarle a
sentirse muy avergonzado, y dudar de sus habilidades.
Estadio III

Este es el estadio genital-locomotor o la edad del juego. Desde los 3-4 hasta los 5-6 años, la tarea fundamental es la de aprender la
iniciativa sin una culpa exagerada.

La iniciativa sugiere una respuesta positiva ante los retos del mundo, asumiendo responsabilidades, aprendiendo nuevas habilidades y
sintiéndose útil. Los padres pueden animar a sus hijos a que lleven a cabo sus ideas por sí mismos. Debemos alentar la fantasía, la
curiosidad y la imaginación. Esta es la época del juego, no para una educación formal. Si el niño puede imaginar un futuro, si puede
jugar, también será responsable…y culpable.

Estadio IV

Esta etapa corresponde a la de latencia, o aquella comprendida entre los 6 y 12 años de edad del niño escolar. La tarea principal es
desarrollar una capacidad de laboriosidad al tiempo que se evita un sentimiento excesivo de inferioridad. Los niños deben “domesticar
su imaginación” y dedicarse a la educación y a aprender las habilidades necesarias para cumplir las exigencias de la sociedad.

Aquí entra en juego una esfera mucho más social: los padres, así como otros miembros de la familia y compañeros se unen a los
profesores y otros miembros de la comunidad. Todos ellos contribuyen; los padres deben animar, los maestros deben cuidar; los
compañeros deben aceptar. Los niños deben aprender que no solamente existe placer en concebir un plan, sino también en llevarlo a cabo.

Estadio V
Esta etapa es la de la adolescencia, empezando en la pubertad y finalizando alrededor de los 18-20 años. (Actualmente está claro que
debido sobre todo a una serie de factores psicosociales, la adolescencia se prolonga más allá de los 20 años, incluso hasta los 25 años.
N.T.). La tarea primordial es lograr la identidad del Yo y evitar la confusión de roles.

La identidad yoica significa saber quiénes somos y cómo encajamos en el resto de la sociedad.
Además, la sociedad debe proveer también unos ritos de paso definidos; o lo que es lo mismo, ciertas tareas y rituales que ayuden a
distinguir al adulto del niño. En las culturas tradicionales y primitivas, se le insta al adolescente a abandonar el poblado por un periodo de
tiempo determinado
moratoria psicosocial. Anima a los jóvenes a que se tomen un “tiempo libre”. Si tienes dinero, vete a Europa. Si no lo tienes, merodea
los ambientes. Por norma, tendemos a conseguir el “éxito” demasiado deprisa, aunque muy pocos de nosotros nos hayamos detenido a
pensar en lo que significa el éxito para nosotros.
Un problema cuando tenemos demasiado “identidad yoica”. Cuando una persona está tan comprometida con un rol particular de la
sociedad o de una subcultura, no queda espacio suficiente para la tolerancia. A esto se le llama fanatismo. Un fanático cree que su forma
es la única que existe. Por descontado está que los adolescentes son conocidos por su idealismo y por su tendencia a ver las cosas en
blanco o negro. Éstos envuelven a otros alrededor de ellos, promocionando sus estilos de vida y creencias sin importarles el derecho de
los demás a estar en desacuerdo.

La falta de identidad es bastante más problemática, y Erikson se refiere a esta tendencia maligna como repudio. Estas personas repudian
su membresía en el mundo adulto e incluso repudian su necesidad de una identidad. Algunos adolescentes se permiten a sí mismos la
“fusión” con un grupo, especialmente aquel que le pueda dar ciertos rasgos de identidad: sectas religiosas, organizaciones militaristas,
grupos amenazadores; en definitiva, grupos que se han separado de las corrientes dolorosas de la sociedad. Pueden embarcarse en
actividades destructivas como la ingesta de drogas, alcohol o incluso adentrarse seriamente en sus propias fantasías psicóticas. Después
de todo, ser “malo” o ser “nadie” es mejor que no saber quién soy.

Estadio VI
Si hemos podido llegar esta fase, nos encontramos entonces en la etapa de la adultez jóven, la cual dura entre 18 años hasta los 30
aproximadamente. Los límites temporales con respecto a las edades en los adultos son mucho más tenues que en las etapas infantiles,
siendo estos rangos muy distintos entre personas. La tarea principal es lograr un cierto grado de intimidad, actitud opuesta a mantenerse
en aislamiento.

La intimidad supone la posibilidad de estar cerca de otros, como amantes, amigos; como un partícipe de la sociedad. Ya que posees un
sentimiento de saber quién eres, no tienes miedo a “perderte” a ti mismo, como presentan muchos adolescentes. El “miedo al
compromiso” que algunas personas parecen presentar es un buen ejemplo de inmadurez en este estadio. Sin embargo, este miedo no
siempre es tan obvio. Muchas personas enlentecen o postergan el proceso progresivo de sus relaciones interpersonales. “Me casaré (o
tendré una familia, o me embarcaré en algún tema social) tan pronto acabe la universidad; tan pronto tenga un trabajo;

Estadio VII

La tarea fundamental aquí es lograr un equilibrio apropiado entre la productividad y el estancamiento.

La productividad es una extensión del amor hacia el futuro. Tiene que ver con una preocupación sobre la siguiente generación y todas las
demás futuras. Por tanto, es bastante menos “egoísta” que la intimidad de los estadios previos: la intimidad o el amor entre amantes o
amigos, es un amor entre iguales y necesariamente es recíproco. ¡Ah, claro, nosotros amamos al otro sin egoísmo!. Pero la verdad es que
si no recibimos el amor de vuelta, no lo consideramos un amor verdadero. Con la productividad, no estamos esperando, al menos parece
que no implícitamente, una reciprocidad en el acto. Pocos padres esperan una “vuelta de su investimiento” de sus hijos, y si lo hacen, no
creemos que sean buenos padres.

Estadio VIII
Esta última etapa, la delicada adultez tardía o madurez, o la llamada de forma más directa y menos suave edad de la vejez, empieza
alrededor de la jubilación, después que los hijos se han ido; digamos más o menos alrededor de los 60 años. La tarea primordial aquí es
lograr una integridad yoica.

Con un mínimo de desesperanza. Esta etapa parece ser la más difícil de todas, al menos desde un punto de vista juvenil. Primero ocurre
un distanciamiento social, desde un sentimiento de inutilidad; todo esto evidentemente en el marco de nuestra sociedad. Algunos se
jubilan de trabajos que han tenido durante muchos años; otros perciben que su tarea como padres ya ha finalizado y la mayoría creen que
sus aportes ya no son necesarios. Además existe un sentido de inutilidad biológica, debido a que el cuerpo ya no responde como antes.

Abraham Maslow

Por ejemplo, si estás hambriento o sediento, tenderás a calmar la sed antes que comer. Después de todo,
puedes pasarte sin comer unos cuantos días, pero solo podrás estar un par de días sin agua. La sed es una
necesidad “más fuerte” que el hambre. De la misma forma, si te encuentras muy, muy sediento, pero alguien
te ha colocado un artefacto que no permite respirar, ¿cuál es más importante? La necesidad de respirar, por
supuesto. Por el otro lado, el sexo es bastante menos importante que cualquiera de estas necesidades.
¡Aceptémoslo, no nos vamos a morir si no lo conseguimos!

Las necesidades fisiológicas. Estas incluyen las necesidades que tenemos de oxígeno, agua, proteínas, sal,
azúcar, calcio y otros minerales y vitaminas. También se incluye aquí la necesidad de mantener el equilibrio
del PH (volverse demasiado ácido o básico nos mataría) y de la temperatura (36.7 ºC o cercano a él). Otras
necesidades incluidas aquí son aquellas dirigidas a mantenernos activos, a dormir, a descansar, a eliminar
desperdicios (CO2, sudor, orina y heces), a evitar el dolor y a tener sexo. ¡Menuda colección!
Las necesidades de seguridad y reaseguramiento. Cuando las necesidades fisiológicas se mantienen
compensadas, entran en juego estas necesidades. Empezarás a preocuparte en hallar cuestiones que provean
seguridad, protección y estabilidad. Incluso podrías desarrollar una necesidad de estructura, de ciertos límites,
de orden.

Las necesidades de amor y de pertenencia. Cuando las necesidades fisiológicas y de seguridad se


completan, empiezan a entrar en escena las terceras necesidades. Empezamos a tener necesidades de amistad,
de pareja, de niños y relaciones afectivas en general, incluyendo la sensación general de comunidad. Del lado
negativo, nos volvemos exageradamente susceptibles a la soledad y a las ansiedades sociales.

Las necesidades de estima. A continuación empezamos a preocuparnos por algo de autoestima. Maslow
describió dos versiones de necesidades de estima, una baja y otra alta. La baja es la del respeto de los demás,
la necesidad de estatus, fama, gloria, reconocimiento, atención, reputación, apreciación, dignidad e incluso
dominio. La alta comprende las necesidades de respeto por uno mismo, incluyendo sentimientos tales como
confianza, competencia, logros, maestría, independencia y libertad. Obsérvese que esta es la forma “alta”
porque, a diferencia del respeto de los demás, una vez que tenemos respeto por nosotros mismos, ¡es bastante
más difícil perderlo!

Maslow llama a todos estos cuatro niveles anteriores necesidades de déficit o Necesidades-D. Si no tenemos
demasiado de algo (v.g. tenemos un déficit), sentimos la necesidad. Pero si logramos todo lo que necesitamos,
¡no sentimos nada! En otras palabras, dejan de ser motivantes. Como dice un viejo refrán latino: “No sientes
nada a menos que lo pierdas”.

Auto-actualización

El último nivel es un poco diferente. Maslow ha utilizado una gran variedad de términos para referirse al
mismo: motivación de crecimiento (opuesto al déficit motivacional), necesidades de ser (o B-needs,
opuesto al D-needs), y auto-actualización.

Estas constituyen necesidades que no comprenden balance u homeostasis. Una vez logradas, continúan
haciéndonos sentir su presencia. De hecho, ¡tienden a ser aún más insaciables a medida que les alimentamos!
Comprenden aquellos continuos deseos de llenar potenciales, a “ser todo lo que pueda ser”. Es una cuestión
de ser el más completo; de estar “auto-actualizado”.

Bien; llegados a este punto, si quieres llegar a una verdadera auto-actualización, debes tener llenas tus
necesidades primarias, por lo menos hasta un cierto punto. Desde luego, esto tiene sentido: si estás
hambriento, vas hasta a arrastrarte para conseguir comida; si estás seriamente inseguro, tendrás que estar
continuamente en guardia; si estás aislado y desamparado, necesitas llenar esa falta; si tienes un sentimiento
de baja autoestima, deberás defenderte de ese estado o compensarlo. Cuando las necesidades básicas no están
satisfechas, no puedes dedicarte a llenar tus potenciales.
Víctor Frank

noödinámica, la cual considera que la tensión es necesaria para la salud, al menos cuando tiene que ver con el
sentido. ¡A las personas les gusta sentir la tensión que envuelve el esfuerzo de una meta valiosa que
conseguir!

Neurosis noogénica, o lo que otros suelen llamar neurosis existencial o espiritual. Más que nunca, las
personas actuales están experimentando sus vidas como vacías, faltas de sentido, sin propósito, sin objetivo
alguno..., y perece ser que responden a estas experiencias con comportamientos inusuales que les daña a sí
mismos, a otros, a la sociedad o a los tres.

Vacío existencial. Si el sentido es lo que buscamos, el sin sentido es un agujero, un hueco en tu vida, y en los
momentos en que lo sientes, necesitas salir corriendo a llenarlo. Frankl sugiere que uno de los signos más
notables de vacío existencial en nuestra sociedad es el aburrimiento. neurosis del domingo, De manera
que intentamos llenar nuestros vacíos existenciales con “cosas” que aunque producen algo de satisfacción,
también esperamos que provean de una última gran satisfacción: podemos intentar llenar nuestras vidas con
placer, comiendo más allá de nuestras necesidades, teniendo sexo promiscuo, dándonos “la gran vida”. O
podemos llenar nuestras vidas con el trabajo, con la conformidad, con la convencionalidad.

Valores experienciales, o vivenciar algo o alguien que valoramos. Aquí se podrían incluir las experiencias
pico de Maslow y las experiencias estéticas como ver una buena obra de arte o las maravillas naturales. Pero
nuestro ejemplo más importante es el de experimentar el valor de otra persona, v.g. a través del amor. A través
de nuestro amor, podemos inducir a nuestro amada a desarrollar un sentido, y así lograr nuestro propio
sentido.

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