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El modelo de Thomson fue bastante valorado ya que era capaz de explicar los siguientes
fenómenos:
La energía del electrón dentro del átomo está cuantizada, es decir, el e- solo ocupa
unas posiciones o estados estacionarios alrededor del núcleo con unos valores
determinados de energía.
El e- se mueve siguiendo órbitas circulares alrededor del núcleo. Cada una de
estas órbitas corresponde a un estado estacionario o nivel de energía permitido y
se asocia a un número natural: n = 1, 2, 3,…
Los niveles de energía permitidos al e- son aquellos en los que su momento
angular, m · v · r (m: masa, v: velocidad del e- y r: radio de la órbita) es un múltiplo
entero de H / 2π, donde h es la constante de Planck.
Sólo se absorbe o emite energía cuando un e- pasa de un nivel de energía a otro.
La distribución de los electrones en las capas se denomina configuración electrónica.
La teoría cuántica se refiere a las reglas que rigen los cambios de energía de un
objeto. Durante el siglo XIX los científicos creían que todos los cambios de energía eran
continuos, que no había restricciones sobre la cantidad de una forma de energía que se
podía convertir en otra. No obstante, este punto de vista cambió.
A finales del siglo XIX varios físicos estudiaban un fenómeno conocido como
radiación del cuerpo negro, la radiación que emite un objeto caliente. Las leyes de la
física que prevalecían entonces no podían explicar el espectro de luz emitido por un
cuerpo negro. En 1900 Planck fue capaz de explicar esta radiación haciendo una
consideración radical. Los cambios de energía asociados con la radiación del cuerpo
negro no son continuos. Planck también propuso que la energía solamente puede ser
liberada en “paquetes” de un tamaño mínimo.
El incremento de energía ganado o perdido más pequeño posible, fue llamado por
Planck, un quantum (cuanto) de energía. La ganancia o pérdida de energía radiante,
como la absorbida o la emitida por un cuerpo negro, incluye cambios discretos de energía
que deben ser múltiplos de números enteros de una constante multiplicados por la
frecuencia v, de la energía radiante. Así, si ∆E es la cantidad de energía ganada o
perdida, entonces de acuerdo con la teoría de Planck.
La constante de h, conocida como constante de Planck tiene un valor de 6.63x10-34
Joules-segundo.
EL EFECTO FOTOELECTRICO
Un experimento que no se había explicado de manera satisfactoria con la teoría
ondulatoria de la luz era el efecto fotoeléctrico. El aparato para mostrar el efecto
fotoeléctrico se muestra en la siguiente figura:
El electrodo negativo (cátodo) dentro del tubo al vacío es de metal puro, como el
cesio, y cuando la luz de energía suficiente incide sobre el metal, los electrones son
expulsados de su superficie, entonces se dirigen hacia el electrodo positivo (ánodo) y
forman una corriente que fluye por el circuito.
A continuación, se mencionan dos observaciones importantes:
1. Los electrones son expulsados sólo si la luz tiene una longitud de onda
suficientemente corta (con energía suficientemente alta), no importa el
tiempo de exposición o la brillantez de la luz. Este límite de la longitud de
onda es diferente para metales distintos.
2. El número de electrones emitidos por segundo (la corriente) aumenta
conforme se incremente la brillantez (intensidad) de la luz. En ese momento
la energía del fotón de luz es suficiente para iniciar el efecto fotoeléctrico.
La cantidad de corriente no depende de la longitud de onda (color) de la luz
que se utilice, solo importa que la energía del fotón sea la misma necesaria
para que ocurra el efecto fotoeléctrico.
Según la teoría clásica, la luz de baja energía puede hacer que fluya la corriente
por irradiación prolongada del metal. Los electrones deben acumular energía y, cuando
tengan la cantidad suficiente, ser expulsados de la superficie de los átomos metálicos.
Según esa teoría, si la luz se hace más energética, entonces debe incrementarse la
corriente sin importar que se conserve la intensidad de la luz, pero no es el caso.
En 1905 Albert Einstein amplió la idea de Planck de que la luz se comportaba
como si estuviera constituida por fotones, cada uno con una cantidad dada de energía
(un cuanto). Según Einstein, cada fotón puede transferir su energía a un electrón durante
una colisión. Cuando decimos que la intensidad de la luz aumenta, debemos entender
que se incrementa el número de fotones que inciden sobre cierta área por segundo.
Los sólidos, líquidos (“rojo candente” o “blanco candente”) y los gases a alta
presión incandescentes generan espectros continuos, sin embargo, cuando se hacen
pasar por una corriente eléctrica a través de un gas en un tubo al vacío a presión muy
baja, la luz que emite el gas puede dispersarse con un prisma en líneas nítidas distintas
(figura 5.15a); este espectro de emisión se describe como espectro de líneas brillantes.
En forma semejante, podemos dirigir un haz de luz blanca (constituida por una
distribución continua de longitudes de onda) a través de un gas y analizar el rayo de luz
que emerge. Solo encontraremos que se absorben algunas longitudes de onda (figura
5.15b). Las longitudes de onda que se absorbieron en este espectro de absorción son
también las emitidas en el experimento de emisión; cada línea espectral corresponde a
la longitud de onda específica de luz y, a una cantidad específica de energía absorbida
o emitida. Un átomo de cada elemento exhibe su propia serie de líneas en sus espectros
de emisión o absorción.
Cuando se hace pasar corriente eléctrica a través de hidrogeno gaseoso a presión
muy baja, se produce un espectro con varias series de líneas. Muchos científicos
estudiaron estas líneas: a finales del siglo XIX, Johann Balmer y Johannes Rydberg
demostraron que las longitudes de onda de líneas del espectro del hidrogeno pueden
relacionarse mediante la ecuación matemática:
1 1 1
= 𝑅( 2 − 2 )
𝜆 𝑛1 𝑛2
Donde R es igual a 1.97x107 m-1 y recibe el nombre de constante de Rydberg. Las
n son enteros positivos y n1 es menor que n2. Se llegó a la ecuación de Balmer-Rydberg
luego de que realizaron muchas observaciones y no por medios teóricos, por lo tanto, se
trata de una ecuación empírica.
En 1913, Bohr dio una explicación a las observaciones de Balmer y Rydberg.
Escribió ecuaciones que describían al electrón del átomo de hidrogeno girando alrededor
de su núcleo en orbitas circulares, también incluyo el supuesto de que la energía
electrónica esta cuantizada; lo cual significa que solo son posibles ciertos valores de
energía electrónica.
Las soluciones de las ecuaciones de Schrödinger y Dirac para los átomos de
hidrogeno dieron funciones de onda, que describen los estados disponibles del electrón
único del átomo de hidrogeno. Cada uno de los estados posibles se describen mediante
cuatro números cuánticos. Los números cuánticos son números que describen la energía
de los electrones en los átomos; estos se derivan del tratamiento mecánico cuántico.
Estos números cuánticos son utilizados para designar la distribución electrónica en todos
los átomos, las llamadas configuraciones electrónicas. Los números cuánticos
desempeñan un papel muy importante en la descripción de los niveles de energía de los
electrones y la forma de los orbitales que describe la distribución de los electrones en el
espacio.
Definiremos cada número cuántico y describiremos el intervalo de valores que
puede tomar:
1. El número cuántico principal, n, describe el nivel principal de energía, o
capa que ocupa un electrón. Puede ser entero positivo:
n= 1, 2, 3,…
2. En cada capa (definida por el valor de n, el número cuántico principal) es
posible la existencia de subcapas o subniveles distintos con una forma
característica. Mediante el número cuántico del momento angular l, se
designa un subnivel o forma específica del orbital atómico que puede
ocupar un electrón. Este número puede tomar valores enteros que van
desde 0 hasta (n-1):
l=0, 1, 2, 3,…, (n-1)
Por lo tanto, el valor máximo de l es (n-1). A cada valor l se le da una
notación literal. Cada letra corresponde a un subnivel (subcapa) diferente
y a un orbital con forma distinta:
l=0, 1, 2, 3,…, (n-1)
s, p, d, f
El valor máximo de l en la primera capa es cero, la cual nos dice que solo
hay una subcapa s¸ y no una subcapa p. en la segunda capa los valores
los valores permisibles de l son 0 y 1, esto nos indica que solo hay
subcapas s y p.
3. Los orbitales que conforman cierta subcapa difieren en su orientación
espacial, pero no en su energía. El número cuántico magnético, ml, designa
a un orbital especifico de una subcapa. En cada subcapa, ml, puede tomar
valores enteros que van desde –l, pasando por cero, hasta +l:
ml= (–l),…, 0,..., (+l)
4. El número cuántico de espín, ms, se refiere al giro del electrón y a la
orientación del campo magnético que genera un giro. Para cada serie de
valores de n, l y ml, ms puede tomar el valor de +½ o –½:
ms= ±½