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Los carbohidratos simples como la miel, mermeladas, jaleas y golosinas son los

que con mayor rapidez suben la glucosa en la sangre, por ello se deben evitar su
consumo. Los carbohidratos complejos como las frutas y verduras hay que saber
balancearlos.

Se deben suprimir los alimentos con harina industrializada; evitar las pizzas,
fideos, y tortas para que no se altere el nivel de glucosa en el organismo. Los
almidones son mucho más peligrosos que otros azúcares y se hallan presentes
principalmente en legumbres y alimentos como las pastas y pan.

La mayoría de los nutricionistas aconsejan a los diabéticos que prioricen el


consumo de pescado frente al de carne. Entre los pescados que recomiendan
incluir, los primeros serán los que menor contenido graso tengan.

La carne deberá cocinarse a la plancha o a la parrilla. El protagonismo cárnico


dentro de la cocina del diabético lo tiene el pollo, siendo la pechuga la parte más
indicada para el menú del paciente.

Se debe limitar las grasas de origen animal o las saturadas. Asimismo, reducir al
mínimo el consumo de alimentos fritos. Se puede variar la forma de cocinar las
comidas, optando por los guisados, horneados, sancochados, asado, a la plancha
o parrilla.

Las bebidas alcohólicas con una elevada cantidad de azúcar como la cerveza,
vinos dulces, licores y sidra deben evitarse. Las de bajo contenido en azúcar,
como el whisky pueden tomarse con moderación y siempre en las comidas, ya que
el alcohol puede reducir los niveles de glucosa en sangre y producir una
hipoglucemia, lo cual es peligroso.

Las frutas como las uvas, el kiwi, plátano y ciruela deben evitarse. No hay que
abusar mucho de las frutas ácidas.

Hay que tratar de que las frutas que vayamos a consumir contengan gran cantidad
de agua. Las recomendadas: manzanas, peras, sandías.

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