Huellas

Pasiones bloqueadas y
aberraciones mentales
Puntos de encuentro entre Julio
Enrique Blanco y Charles Fourier
Por Jair España Galán

Fotografía original de Eduardo Lora Cueto

¿Cómo vivenciar libremente las pasiones y cuáles son las consecuencias de

bloquearlas? El filósofo barranquillero, Julio Enrique Blanco, y el pensador francés,
Charles Fourier, realizaron diferentes análisis psicológicos sobre las formas de actuar
y de sentir de los sujetos. Estos estudios se convierten en propuestas filosóficas
desde el momento en que se fundamentan en la estética para confluir en críticas
direccionadas a los problemas políticos que interesan a la filosofía contemporánea.

S
Por otro lado, se han recuperado algunas reflexiones
e pretende establecer algunos puntos de encuen-
del pensador barranquillero, Julio Enrique Blanco,
tro entre el pensamiento de dos autores: por un
quien, teniendo en cuenta los postulados vigentes de
lado, el economista francés del siglo XIX, Charles
la psicología y psiquiatría del siglo XX, analiza las figu-
Fourier, el teórico de la atracción apasionada, quien
ras intelectuales de su interés para determinar las re-
realiza una propuesta filosófica y psicológica original
presiones pasionales influyentes en sus vidas y obras.
que parte de la vivencia de las pasiones individuales
Blanco estudia la forma en que algunos “estados de
para complementar un engranaje más amplio que se
conciencia”, aunados a los bloqueos pasionales, pue-
completa cuando se logra la satisfacción asociativa o
den significar la incentivación de personalidades ca-
colectiva. Fourier recupera de Newton el concepto de
racterizadas por una subjetividad opresiva y dañina,
atracción y lo aplica a los seres humanos para hablar
y sumados a libertades pasionales pueden significar el
de la atracción apasionada. Esta es una ley que, según
estímulo de la creación y de la genialidad.
él, rige la vida de cada ser humano, pero si se le impo-
nen bloqueos o restricciones transforma las virtudes
Charles Fourier, nacido en 1772, no ha sido muy co-
en vicios. Este autor francés propone un sistema polí-
nocido en las culturas de idioma español. Gracias
tico que actuaría como un engranaje pasional y social,
a que provenía de una familia de comerciantes bur-
en el cual se tienen en cuenta las actitudes naturales
gueses logró conocer cuáles eran las contradicciones
y pasionales de los sujetos para disponer sus aportes a
del comercio, y sabía de qué maneras se forjaban las
la colectividad.

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desigualdades de clases y las implicaciones que esto
tenía en la vida práctica de las personas. Fourier es
considerado el padre del socialismo utópico y llevó su
crítica de la civilización a un nivel tan alto que aspi-
raba a cambiar las corruptas estructuras de todas las
sociedades y sus anhelos civilizadores. Para Fourier la
civilización corresponde, aproximadamente, a lo que
en términos marxistas se conoce como la burguesía y
el capitalismo; pero el término «civilización» no solo
es usado para describir al conjunto de personas que
detentan el poder sobre los medios de producción,
sino que representa todo un sistema de pensamiento
y de organización.
Sus propuestas fueron consecuencias de la sociedad
en la que vivió, pues cuando tenía apenas diecisiete
años estalló la Revolución francesa, que influyó en la
construcción de su pensamiento y de sus propuestas,
lo cual determinó su aborrecimiento por las limita-
ciones de la civilización, hasta pretender ser el nuevo
“moralista” de la sociedad.
La filosofía de Fourier se puede resumir en la siguiente
premisa: la represión de una pasión o de un deseo tiene un
resultado subversivo, negativo, experimentado en el cuer-
po del sujeto. Cuando Fourier establece su teoría polí-
tica propone un sistema de organización que direc-
ciona las pasiones hacia su libre curso, considerando
que los vicios de la actual civilización no son más que
pasiones bloqueadas, pasiones que se han estancado
y que dañan tanto al individuo como a su contexto.
En la Teoría de los cuatro movimientos se puede leer lo
siguiente:
Muy pronto me di cuenta de que las leyes de la atrac-
ción apasionada correspondían punto por punto a
las de la atracción material, explicadas por Newton
y Leibniz, y que existía una unidad del sistema del mo-
vimiento para el mundo material y espiritual. (Fourier,
1974, p. 29)
Las actividades en el sistema político y económico de
Fourier deberían ser motivadas únicamente por la
atracción, de igual modo que las relaciones que se es-
tablecen y los conocimientos que se adquieren, ya que
si hay un motivo diferente —presión, obligación, ne-
cesidad— el resultado final es el bloqueo de las pasio-
nes, lo que se decanta en un actuar subversivo sobre el
cuerpo y el “alma”.
Por su parte, Julio Enrique Blanco (1984, pp. 23-24),
con ojo crítico de filósofo de la historia y retomando
algunos postulados de la psiquiatría vigente en su
época, deja ver claramente su postura: hay un “arca-
no de la naturaleza”, un “misterio del instinto erótico”,
que cuando es reprimido actúa de manera negativa.
En el artículo “Aberraciones mentales en la historia
de la humanidad” plantea sin titubear que una ‘libido
reprimida’ puede llevar, incluso, a que el instinto de
creación de vida, propio del ser humano, se transfor-
me en instinto de destrucción de la vida, es decir, en la
muerte (Blanco, 1984, p. 21). En el mismo documento
hace referencia a problemas políticos de la contempo-
raneidad, tales como “la crisis de la intelectualidad, de
la sensualidad y de la moral”, que obligan al sujeto a
entrar en juegos de represión que se enmarcan dentro
de una dialéctica que va de lo trágico a lo cómico, y
que parecen obligar al hombre contemporáneo a ex-
plotar de manera dañina, transgresora y salvaje, tal
como “canta un gallo” o tal como un “caballo relincha”
(p. 20).
En “Aberraciones mentales…”, Blanco (1984, pp. 22-25)
hace análisis de tres casos de la historia de la humani-
dad en los que se puede evidenciar que puede ser más
productivo permitir el flujo pasional que empujar los
deseos a explotar de manera dañina. Analiza los casos
de Richelieu, de Mahoma y de Isis, en los cuales evi-
dencia que su “libido reprimida” los lleva a actuar de
manera “aberrante”.
Richelieu, quien en su momento fue cardenal y el
máximo estadista de Francia y Europa, es uno de los
casos que analiza Blanco. Fue un hombre versátil al
extremo, hasta el punto de llegar a ser contradictorio,
de manera que fue reformador legislativo, fundador
de instituciones de educación e impulsor de la econo-
mía, además de un hombre sanguinario, aterrador,
que solo logró traer tranquilidad al pueblo francés en
el momento de su muerte. Sufría de ‘trastornos ner-
viosos y cerebrales’, por lo cual Blanco afirma que “el
natural temperamento de su genio lindó con estados
de consciencia como los que producen los fenómenos
psicológicos y fisiológicos de la epilepsia llamada lar-
vada o disfrazada”, es decir, que su cerebro ya enfermo
de manera natural va a potenciarse de manera nega-
tiva con su vida práctica, con sus recuerdos de culpas,
pecados y muertes. Las investigaciones de Blanco
(1984, pp. 21-22) sobre Richelieu lo llevan a decir de
manera tajante que este sufría realmente de histeria
y que, como toda histeria, esta tenía su génesis en la
libido, en una sexualidad reprimida.
Mahoma es otra de las figuras que se convierte en cen-
tro de atención de Julio Enrique Blanco. Es el profeta
44
 “Fourier recupera de Newton el
concepto de atracción y lo aplica
a los seres humanos para hablar
de la atracción apasionada”

de todo un pueblo, de toda una religión, del islam, que

lo asumió como figura mística, como modelo, al tiem-
po que el profeta ascendía al poder como gobernante
político. De manera similar a Richelieu, Mahoma fue
un predicador de su religión y un gran perseguidor de
incrédulos. Blanco (1984) afirma que Mahoma es “un
alucinado […] un paciente de psicopatías, siempre más
o menos en trance de auras epilépticas […]” (p. 24). Es-
taba convencido, y convenció a su pueblo, de que Dios
lo había elegido entre los mortales, a él que era un ile-
trado, para ser el intermediario entre Dios y el pueblo,
del mismo modo como el arcángel Gabriel era el inter- Julio Enrique Blanco De la Rosa
(Barranquilla, 17 de mayo de 1890/18 de julio de 1986)
mediario entre Dios y el mismo Mahoma. Blanco rela-
ciona las alucinaciones de Mahoma con la represión
de su libido, lo cual parece verificarse con datos bio-
En cuanto a Mahoma, es necesario mencionar que los
gráficos y anécdotas sobre el profeta. Por ejemplo, en
excesos en su sexualidad son solo una faceta más de
“Aberraciones mentales…” encontramos dos curiosos
las polarizaciones en su vida. Los abusos de algunos
datos de la sexualidad de Mahoma, en medio de sus
grupos extremistas del islam en la actualidad están
ataques de epilepsia, potenciados con “libido anormal-
fundamentados en las suras que él mismo inspiró des-
mente excesiva”:
de su desequilibrio mental. En la revisión de su bio-
Entraba en estados nerviosos y musculares de flexi-
grafía se verifica que dedicó gran parte de su vida a
bilidad móvil que lo impulsaba, como por medio de sus excesos pasionales, que se pueden resumir en ba-
convulsiones, a correr en torno a su misma mujer, tallas, persecución a no creyentes y destrucción. “Tam-
Kadidja, gritando […] desaforadamente hasta perder bién en Mahoma el instinto de la procreación buscó el
el aliento y quedar inconsciente, estas palabras que descargue de su energía psíquica, libídica, por medio
se ahogaban en su colapso: “Cúbreme, Kadidja, cú- del instinto de la represión y de la muerte […]” (Blanco,
breme y tápame la cabeza”. (Blanco, 1984, pp. 22-23) 1984, p. 24).

Blanco, con ironía, hace pensar al lector que posible-
mente Mahoma hacía solicitud a su esposa de cubrirle
la cabeza de su pene.
El otro dato curioso que presenta Blanco es que cuan-
do el cadáver de Mahoma era preparado por su pri-
mo Alí, su pene se encontraba en estado de erección;
parece un hecho corroborado que Mahoma murió en
brazos de Aisca, la favorita entre sus esposas (Blanco,
1984, p. 24).
Finalmente, Blanco hace análisis de la figura de Isis
que, aunque mítica, es una figura que aporta datos
para comprender muchos de los fundamentos de ras-
gos, costumbres y tradiciones del pueblo egipcio.
Esposa Isis de su hermano gemelo Osiris, con quien,
según los datos más fantásticos de la leyenda, habría
tenido contactos carnalmente amorosos ya desde
que ambos fueran embriones; y reina ella, y no rey él
(reminiscencia de matriarcado), fue ella la que hizo
de Osiris también un rey, para desgracia en la suerte
de los dos. Pues envidiado Osiris por sus rivales po-
líticos […] fue por éstos asesinado. El alevoso hecho

45

“Blanco ubica el intelecto como primer
requisito para la forja de un poeta”
encendió entonces más el amor de Isis, que había
de convertirse entonces en una pasión póstuma de
ninfómana hasta el extremo indicado de la necrofi-
lia con propósitos de macabra necrogamia. (Blanco,
1984, p. 25)
El mito cuenta, y Blanco hace mención descriptiva-
mente de ello, que cuando Isis finalmente dio con la
caja que contenía el cadáver de Osiris —su rey, su her-
mano y su amor— tuvo relaciones necrofílicas con él;
se sumergió, se perdió en lo que, en conceptos de Fou-
rier, sería una pasión subvertida por algún tipo de re-
presión, desviación o bloqueo. Al retornar la concien-
cia, Isis, con la culpa de su acto y sintiéndose observa-
da por el príncipe Maneros, hijo de Byblos, solo lanzó
contra este una mirada cargada de energía eléctrica
que le propició de inmediato la muerte.
Julio Enrique Blanco (1984) en “Aberraciones menta-
les…” hace referencia a un “arcano de la naturaleza,
el enigma de manifestarse como se manifiesta en el
ser humano, que viene a determinar de manera tan
decisiva el curso de la historia” (p. 26). Este arcano o
enigma no siempre tiende a la negatividad; de hecho,
en la misma medida en que puede tender al polo de la
aberración mental, también puede tender al polo de la
creación, al polo de la producción artística, científica,
filosófica. Blanco fue consciente de ello, y esto lo deja
ver en el prefacio al artículo “Metafísica de la poesía
demostrada en una aplicación a la obra poética de
José Asunción Silva” —que hace parte de la compila-
ción Antología filosófica (2013)—, en el que no hace un
análisis descriptivo de la vida ni la personalidad del
poeta colombiano, pero sí deja leer sus intenciones de
conocer cuáles son los elementos, los modos esencia-
les que llevan al ‘arcano de la naturaleza’ a direccionar
el alma a la formación de un verdadero artista; lamen-
tablemente, no disponemos del documento completo,
pues Antología filosófica solo nos presenta el esbozo
que aparece como prefacio al texto completo.
Para su análisis, Blanco plantea una pregunta que
requiere ser leída detenidamente y que le ayudará a
hacer evidentes “focos radicales” y “modos esenciales”
que llevan a la inspiración del artista:
¿Cuáles son entonces los modos que, mostrándose
como los más esenciales, pueden considerarse tam-
bién como los focos radicales que se esquematizan en
categorías fundamentales de la actividad del espíritu
que se cumplen en los poetas cuando se inspiran y se
aplican a la creación de sus poesías, la composición
de sus poemas? […] Diré, para responder sin dilación,
que son los modos que se descubren en el fondo de
la consciencia, cuando el que se plantea la cuestión
y pretende resolverla, penetra introspectiva y analí-
ticamente en los estados de esa misma consciencia, y
penetra en ellos con el propósito de establecerlos psi-
cológicamente primero, metafísicamente después,
en los elementos que pueden reducirse a conceptos
justos y precisos, claros y distintos de ellos como los
que ya aquí enuncio: esenciales, radicales y funda-
mentales. (Blanco, 2013, p. 404)
En los artículos “Aberraciones mentales…” y “Metafí-
sica de la poesía…” se notan las intenciones de Julio
Enrique Blanco de evidenciar tanto disposiciones
naturales o biológicas como también estados psico-
lógicos y psiquiátricos de los personajes, en este caso
históricos, con los que él se relaciona intelectualmen-
te. Para el análisis de los “estados de consciencia” que
llevan a que el poeta se inspire, Blanco propone unos
conceptos que orientarán su propuesta, los cuales se-
rán aplicables a los “modos esenciales” que establece
como necesarios para la formación de un verdadero
poeta; antes de mencionar dichos “modos esenciales”
de los que habla Blanco (2013), es necesario decir que
en “Metafísica de la poesía…” define un modo esencial
como “aquel del pensar puro que se reduce a una uni-
dad totalizante en acto de la inteligencia que se reve-
la como constante, verdad eterna, para aplicarse a la
producción de estados de consciencia” (p. 404).
Nous es el nombre que él le ha dado al primer modo, a
la “actividad inteligente que se le manifiesta [al poeta]
como la más esencial, radical y fundamental: aquella
que hace de él un intelectual y lo faculta para elaborar
los datos sensibles y emocionales de su inspiración
[…]” (Blanco, 2013, p. 406).
Blanco, en su análisis psicológico, ubica el intelecto
como primer requisito para la forja de un poeta, sien-
do este seguido de otro modo esencial: Eros, el cual de-
fine de la manera que sigue:
46
 La diosa de la mitología egipcia, Isis, fue denominada la “Gran maga”, “Gran diosa madre”,
“Reina de los dioses” y “Fuerza fecundadora de la naturaleza”
Una actividad que surge de la anterior, como un
ritmo propulsor de ella misma en voces, sonidos, y
mueve al deseo de una procreación ulterior, como en
toda creación de las cosas existentes, amorosamen-
te: aquella que por lo tanto es la que da el modo, o
modalidad, del amor puro que viene a hacer posible
llevar adelante la procreación de la obra de arte en su
perfectibilidad. Pues si el profeta no amase entonces
lo que ha empezado a crear, habiendo sido objeto de
sus sentimientos y emociones, no podría proseguir
su labor. (Blanco, 2013, p. 406)
Para Blanco (2013, p. 406) el Eros es un modo que surge
de la inteligencia y se complementa con esta. El amor
como móvil del deseo, aunado a la inteligencia, dan
producto a un tercer modo: Bios, que se manifestaría
en la creación de vida, de manera que la obra podría
inmortalizar al autor, hacer que este viva en ella.
“Al igual que Fourier, Blanco no
pretende hacer del ser humano, del
artista o genio, un santo: es necesaria
la vivencia de experiencias”
47
Lira es el cuarto modo, que constituye la alegría, la eu-
foria que vive el artista, que plasma en su obra y que
hace que quien la conoce, quien la lea, vea o escuche
se exalte, de manera similar a como lo experimentó el
artista creador (Blanco, 2013, p. 407).
El quinto modo que Blanco (2013) establece es el que
nombra como Elegía, haciendo referencia a una re-
flexión que va de la mano con el pesar, la nostalgia,
la tristeza: “Es la que muestra la pena que afecta a la
inteligencia, el pesar que sufre el amor, el dolor que
mortifica a la vida, la pesadumbre que sobrecoge a la
alegría” (p. 407).
En cuanto al sexto modo, el Etos, a continuación se
presenta textualmente la definición que hace Blanco
del concepto y la forma como lo relaciona con la crea-
ción de la poesía de Silva:
Una actividad que en desarrollo de todas las cin-
co anteriores para la creación de los géneros y los
subgéneros o variedades de composiciones poéticas,
hace que todo cuanto así viene a cantarse, producir-
se, poematizarse, se cante, se produzca, se poematice,
en la máxima perfección que lo resuma y lo haga re-
zumar como excelsa obra de arte […] Aquella activi-
dad que se reconcentra en la meditación de la moral
que hace que todo se razone a fin de hacerse que val-
ga en lo que debe valer, con atención a motivos que
 se manifiestan como religiosos y místicos para hacer
meditar aún más sobre el misterio de la muerte, tema
inagotable de todo verdadero poeta tras sumirse en
los modos de la inteligencia pura, del amor, de la vida
y su alegría, de la muerte y su tristeza, para sinteti-
zarse en la elación mística de lo justamente moral.
(Blanco, 2013, p. 408)
Es interesante el análisis de Blanco, pues propone toda
una serie de pasos, jerárquicos si se quiere, experien-
cias que logren ciertos procesos mentales necesarios
en el poeta, para que se geste una verdadera disposi-
ción psicológica para la creación del arte. Es sorpren-
dente la amalgama de sentimientos, de modos esencia-
les, que establece Blanco como necesarios para la for-
mación del artista: no excluye la tristeza ni la pena, ni
el vitalismo ni el pesimismo, no excluye la euforia ni la
inteligencia. Es necesario que este conjunto de “modos
esenciales” actúe, en términos de Fourier, de manera
compuesta en el artista. Al igual que Fourier, Blanco no
pretende hacer del ser humano, del artista o genio, un
santo: es necesaria la vivencia de experiencias, el en-
frentarse al mundo de manera complementaria, tanto
intelectual como práctica y empíricamente.
Fourier, por su lado, formula doce pasiones que se ha-
rán tangibles en la estética de la cual está impregnado
el falansterio, la estructura arquitectónica que propo-
ne como ideal para la vivencia de las pasiones, lugar
que se convierte en el epicentro del Eros, del amor. Las
doce pasiones de Fourier están distribuidas de manera
tal que confluyen en una decimotercera que es el uni-
teísmo, el estadio pleno en el que el amor es el pivote o
eje del flujo pasional.
Armand y Maublanc (1996, pp. 107-108), pensadores
franceses, nos ayudan a comprender la organización
del sistema pasional de Fourier. Las primeras cinco
pasiones son las llamadas sensuales, y corresponden
a los cinco sentidos: tacto, gusto, olfato, oído y vista. El
siguiente grupo está compuesto por cuatro pasiones;
estas son afectuosas (del alma): la amistad, que impe-
ra principalmente en la niñez; el amor romántico que
es característico de la adolescencia; la ambición, que
se manifiesta de manera especial en los adultos; y el
familismo, propio de los ancianos, y que han logrado
imponerlo a todas las personas.
Finalmente hay tres pasiones para las cuales Fourier
propone neologismos que lo ayudan a acercarse a lo
que pretende: cabaliste, papillonne y composite¸ que
pueden traducirse al español como cabalística, maripo-
seo y compuesta o componedora.
“La moral tradicional nos condena a una
permanente inestabilidad emocional”
El mariposeo es la pasión que lleva al ser hu-
mano a una constante necesidad de variedad, de
cambio. Por ejemplo, a los civilizados se les exhorta a
cumplir diariamente con una jornada de trabajo de
varias horas. Si quieren una relación estable, se hace
necesario pasar por una ceremonia matrimonial en
la que se unen vidas “hasta que la muerte los separe”.
Nada de esto tiene cabida en la propuesta fourierista.
Para el primer caso, Fourier propone que en un mismo
día se pueden realizar diversas tareas, sin que ningu-
na supere las dos horas para no entrar en la rutina.
Por otro lado, aunque la monogamia sería respetada,
Fourier tiene conciencia de que el ser humano es, por
lo general, de naturaleza polígama. En consecuencia,
nada sería más insensato que pretender encajar a todo
el mundo en la pesada monogamia (Fourier, 1974, p.
105).
La cabalística es la pasión de los celos y de la envidia.
Fourier (1974, p. 106) no pretende cambiar la naturale-
za humana. Sabe que reprimir el egoísmo es dañino.
En vez de esto, estructura su plan de manera tal que
las personas asociadas, al tratar de superar a los riva-
les, produzcan beneficios para ellos y para todos los
demás asociados.
La decimosegunda pasión es la compuesta. “Es un ím-
petu ciego, una pasión ‘romántica’, enemiga del razo-
namiento y del cálculo, que nace de la reunión, en un
mismo trabajo, de varios placeres de los sentidos y del
alma, de los que se goza simultáneamente” (Fourier,
1974, p. 106). Consiste en componer, amalgamar o mez-
clar las pasiones. Por ejemplo, permitir que la pasión
de la ambición se amalgame con la pasión de la vista,
y que lleve a un fotógrafo a retarse a sí mismo, hasta
hacerlo superar sus límites, activando su creatividad,
para realizar un trabajo mucho más profesional.
Partiendo de sus análisis de la psicología humana,
Fourier —similar a la forma como lo haría Blanco pos-
teriormente— analiza una princesa rusa, la princesa
Strogonoff de Moscú. Emile Lehouck rescata un frag-
mento de Revue de Sciences humaines en el que Fourier
48
 nos habla de la mujer que hacía parte del zarismo, la
monarquía rusa:

Sintiéndose envejecer, estaba celosa de la belleza

de una de sus jóvenes esclavas; la hacía torturar, la
pinchaba con alfileres. ¿Cuál era el verdadero moti-
vo de su crueldad? ¿Eran los celos? No, era safismo.
La mencionada dama era sáfica sin saberlo y sentía
una inclinación amorosa por aquella bella esclava;
la hacía torturar e intervenía ella personalmente en
la operación. Si alguien hubiese dado a conocer el
safismo a la princesa Strogonoff y después hubiese
promovido la reconciliación entre ella y su víctima,
ambas personas habrían sido amantes apasionadas;
mas la princesa lejos de barruntar el safismo había
caído en una contra-pasión, en el movimiento subver-
sivo. Perseguía el objeto del que podía haber gozado y
su furor era tanto mayor por cuanto que la obstacu-
lización procedía de los prejuicios que impedían ver
a esta dama el verdadero móvil de su pasión y que ni
siquiera le permitían realizar ésta idealizadamente
[…] Otros ejercen colectivamente las atrocidades que
la princesa Strogonoff practicaba individualmente.
Nerón gustaba de crueldades colectivas o de aplica-
Armand Jean du Plessis
ción general; Odín había hecho de ellas un sistema
(París, 9 de septiembre de 1585/4 de diciembre de 1642), cardenal-
colectivo y Sade un sistema moral. Ese gusto por las
duque de Richelieu, duque de Fronsac y par de Francia
atrocidades no es sino una contra-pasión efecto de la
obstaculización de ciertas pasiones. En Nerón y en
Sade la compuesta y la alternante (mariposeo) eran
las obstaculizadas y en la princesa Strogonoff era un
brote de amor. (Lehouck, 1973, p. 30)

Se encuentra relación entre el pensamiento de Blanco

y el de Fourier no solo por los análisis psicológicos de
los que ambos parten para llegar a reflexiones filosófi-
cas, sino por el hecho de que este último plantea que la
actual civilización condena a los sujetos a la desgracia,
además de no permitir libertades pasionales. Esto se
traduce en una subversión de las pasiones bloquea-
das, pasiones que al ser reprimidas se devuelven con
fuerza negativa en contra del sujeto. El punto más in-
teresante en Fourier consiste en que está convencido
de que la moral tradicional nos condena a una perma-
nente inestabilidad emocional, que se puede resumir
en pasiones bloqueadas, en pasiones que llevan a la
formación de “aberraciones mentales” en el individuo
represor de sus deseos.

Reflexiones finales
François Marie Charles Fourier
Uno de los grandes puntos de encuentro entre los pen-
(Besanzón, 7 de abril de 1772-París, 10 de octubre de 1837)
samientos de Julio Enrique Blanco y de Charles Fou-
rier es que ambos concuerdan en que un sujeto que se

49
 Mahoma (La Meca, c. 26 de abril de 570-Medina, 8 de junio de 632) fue el fundador del islam.
“Un sujeto que se encuentra sometido
a presiones o bloqueos pasionales
necesariamente experimentará
manifestaciones a nivel psicosomático”
encuentra sometido a presiones o bloqueos pasionales
necesariamente experimentará manifestaciones a ni-
vel psicosomático, tales como enfermedades, traumas,
vicios, etc. El estímulo de las libertades individuales,
de las pasiones e inclinaciones naturales de los suje-
tos redunda en beneficios para la construcción de la
personalidad, el fortalecimiento de la autoestima y el
desarrollo óptimo del tipo de inteligencia dominante.
Ambos parten de reflexiones psicológicas para con-
fluir en planteamientos filosóficos fundamentados en
los problemas éticos, estéticos y políticos de sus con-
textos.
Es evidente que hay una relación entre el pensamien-
to de Fourier y las concepciones de Blanco sobre los
extremos dicotómicos que se pueden formar gracias
al “arcano de la naturaleza” que tiene múltiples posi-
bilidades al momento de hacerse tangible: se puede
decantar en una figura desequilibrada con una abe-
rración mental; de manera positiva, por el contrario,
puede ser que los estados naturales, junto con los es-
tados psicológicos apropiados, confluyan en el mol-
deamiento de un artista, de un creador de ideas, de un
filósofo o un científico. Pero, lo más probable es que
gracias a la “crisis de la intelectualidad” de la que ad-
vierte Blanco, la figura que se forme sea la del medio-
cre que caracteriza la contemporaneidad: ni una figu-
ra contradictoria como la de Richelieu, ni una figura
creadora de arte como Silva.
Tanto Fourier como Blanco están de acuerdo en que
una represión de deseos, sexuales o no, tiende a causar
daños psicológicos en el individuo, que se manifiestan
tanto en quien experimenta el bloqueo como en quie-
nes lo rodean. Una diferencia se hace evidente: Blan-
co, de manera sobria y contando con los avances de la
psiquiatría de su época, considera que hay un “arcano
de la naturaleza”, un enigma que influye, de manera
determinante, en el curso de la historia, y que es evi-
dente que puede llevar tanto a la formación de aberra-
ciones mentales como a la formación de un verdadero
artista. Fourier, por su lado, más de un siglo antes que
Blanco, ya reflexionaba sobre la psicología humana,
50
sobre las pasiones y sobre las consecuencias en la vida
de las personas, pero, a diferencia del filósofo colom-
biano, no cuenta más que con sus propias reflexiones
y con sus análisis sistemáticos de la psicología, de los
caracteres y personalidades humanas. Fourier, con
jactancia, estaba convencido de ser el descubridor de
las leyes de la naturaleza, de los misterios que solo ha-
bía podido descifrar él mismo por tener disposición
para entender los designios de la atracción.
Hay que rescatar que, frente a la “crisis de la intelec-
tualidad” de la que habla Blanco, se hace necesario
que en las artes y en el artista haya una confluencia
de sentires amalgamados —compuestos en términos de
Fourier— con reflexiones fundamentadas en una es-
timulación apropiada del intelecto, direccionada por
las pasiones del individuo hacia la creación, no para
formar seres dispuestos a aportar al actual sistema
opresor de consumo, sino para una vivencia plena de
las pasiones, direccionadas siempre a la satisfacción
personal y al bienestar colectivo.
Referencias
Armand, F. y Maublanc R. (1996). Fourier. México: Fondo de
Cultura Económica.
Blanco, J. (1984). Aberraciones mentales en la historia de la
humanidad. Huellas 101 (revista de la Universidad del
Norte).
Blanco, J. (2013). Metafísica de la poesía demostrada en una
aplicación a la obra poética de José Asunción Silva
en Antología Filosófica. Bogotá, D.C.: USTA.
51
Fourier, Ch. (1974). Teoría de los cuatro movimientos. Barcelo-
na: Barral.
Lehouck, E. (1973). Fourier o la armonía y el caos. Barcelona:
Labor.
Webgrafía
Julio Enrique Blanco De la Rosa (Barranquilla, 17 de mayo
de 1890/18 de julio de 1986). Tomado de: http://lali-
bertad.com.co/wp/2016/12/18/verano-devela-busto-
del-fundador-de-la-universidad-del-atlantico-julio-
enrique-blanco/ 
La diosa de la mitología egipcia, Isis, fue denominada la
“Gran maga”, “Gran diosa madre”, “Reina de los dio-
ses” y “Fuerza fecundadora de la naturaleza”. Toma-
do de: http://www.redesoterica.net/notas/diosa-isis-
deidad-de-la-mitologia-egipcia/ 
Armand Jean du Plessis (París, 9 de septiembre de 1585/4 de
diciembre de 1642), cardenal-duque de Richelieu, du-
que de Fronsac y par de Francia. Tomado de: http://
s3-eu-west-1.amazonaws.com/pruebapd.esy.es/wp-
content/uploads/2013/04/el-cardenal-richelieu-phi-
lippe-de-champaigne.jpg 
Mahoma (La Meca, c. 26 de abril de 570-Medina, 8 de ju-
nio de 632) fue el fundador del islam. Tomado de:
https://cdn.urgente24.com/sites/default/files/no-
tas/2017/09/20/mahoma_1.jpg 
François Marie Charles Fourier (Besanzón, 7 de abril de
1772-París, 10 de octubre de 1837). Tomado de: http://
dizionaripiu.zanichelli.it/storiadigitale/media/ima-
ges/10366.jpg