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3.

El dativo simpatético
3.1. (Un dativo con rastros de complemento indirecto)
Para algunos gramáticos (Maldonado, ___; Bello ____), el dativo simpatético fue
el primer elemento incorporado de forma clítica que se origina fuera del alcance de la
predicación verbal. Tanto el castellano como el gallego gozan de la capacidad de lucir
construcciones simpatéticas para objetivos inalienables y alienables, el último caso no
siendo aplicable al francés, por ejemplo.

(1) a. *Je lui ai enlevé la peinture (à la table).


b. Le he quitado la pintura a la mesa.
c. Quiteille a pintura á mesa.

Las dos lenguas presentadas en este trabajo concuerdan en dos de las tres construcciones
en las que pueden aparecer el dativo simpatético, ambas trasmitidas a través del perfil
morfosintáctico del complemento indirecto. La primera, vista en (1b.) y (1c.), es una
incorporación directa de la formación léxica de+[art.]+SN.

(2) a. He quitado la pintura de la mesa.  Le he quitado la pintura a la mesa.


b. Quitei a pintura da mesa.  Quiteille a pintura á mesa.

En (2) vemos el primer ejemplo, y seguramente el más básico que se ve en este trabajo,
de la teoría de incorporación que describe Masullo (1992). En el caso simpatético, es fácil
ver la transición desde fuera de la predicación verbal al dominio de la acción. La
segunda, reconocida por muchos gramáticos como la voz media, establece la posesión a
través de una formación ligada al parentesco, la autoría y nociones pertenecientes a la
esfera personal del individuo (RAE, 683).

(3) a. Se le casaron todos los hijos.


b. Te ha quedado muy bien el artículo.
c. Se me va el autobús. (RAE, 35.4.1c)
3.2. La forma en la que difieren
La única diferencia del uso de este dativo requiere un conocimiento de la falta de
verbos reflexivos y pronominales en el gallego comparado con el castellano, algo que
exploraremos en más de una capacidad a lo largo de este trabajo. Aunque reconocido
típicamente como un elemento reflexivo, en el ejemplo (4b.) se nota como el clítico
funciona como un adjudicador de posesión:

(4) a. ?David lavó la cara.


b. David se lavó la cara.

La gramática de la RAE (2010) reconoce la posesión inalienable de ciertas


combinaciones de verbos y objetos correspondientes: abrir la boca, cerrar los ojos,
ladear la cabeza (352). Sin embargo, los típicos verbos reflexivos que admiten un
complemento directo no convencen en términos de posesión inalienable, como en (4a.).
Esta oración provoca la duda de ¿de quién es la cara?. En el gallego, el clítico
simpatético no sólo es innecesario con la presencia de un complemento directo sino
agramatical.

(5) a. *Uxía lavouse as mans antes de xantar.


b. Uxía lavou as mans antes de xantar.
c. *Acepíllase os dentes dúas veces antes de se deitar.
d. Acepilla os dentes dúas veces antes de se deitar.

La extensión de reflexibilidad interna de los verbos gallegos no se esfuma en contextos


no cotidianos sino también florece en situaciones raras o desafortunadas para el agente.
De hecho, Freixeiro (2006) señala tres necesidades del enunciado para que no haya un
explícito recipiente posesivo:

Sólo parece posible que prescindamos del dativo cuando el sustantivo es


inalienable, funciona como complemento directo y forma parte del
organismo del ser que figura como sujeto de la cláusula (137).
Mientras que esté presente el complemento directo, tanto en forma clítica como léxica, se
entiende que es el sujeto del verbo que recibe la acción.

(6) a. Me corté la mano con un cuchillo bien afilado.


b. Cortei(*me) a man cun coitelo ben aguzado.
c. Se ha roto el tobillo al pisar así la raíz del árbol.
d. Rompeu(*se) o nocello ao pisar así a raíz da árbore.

***A pesar de esta diferencia cuando se incorpora un complemento directo en la acción,


las dos lenguas concuerdan en el uso del clítico reflexivo aunque no resulte una señal de
posesión***. En los siguientes capítulos, descubriremos más sobre este tema y cómo
encaja en el estudio de este trabajo.

4. (Dativo benefactivo)
4.1. (Lo básico)
La forma más reconocida del dativo benefactivo en el castellano y el gallego luce
una formación léxica, también presente en las demás lenguas romances, en para/pra+SN
(este último solamente en el gallego). Para algunos gramáticos (Maldonado, 1994), existe
una marcada diferencia entre el dativo benefactivo y el complemento indirecto en que el
primero conlleva un aspecto de intencionalidad del agente mientras que el segundo
representa simplemente una trayectoria de afectación. Además, su división se hace más
clara cuando se considera un ejemplo en el que tanto el complemento indirecto y el
dativo benefactivo están presentes:

(7) a. Salváronlle a vida a Xurxo. [CI]


b. Han guardado la última croqueta para ti. [BEN]
c. Os avós déronme os enredos pra os pícaros. [CI+BEN]

En (7b.) se ve la intencionalidad descrita por Maldonado y en (7c.) vemos la combinación


de afectación e intencionalidad juntas en la misma oración. Semánticamente se interpreta
una distinción más clara con respecto al grado de proximidad, el foco central de
Maldonado (1994). La escala de lo que llama proximidad conceptual es la siguiente:

Proximidad Conceptual
OD> OI > DAT AFECT > BEN > DI
Acusativo Dativo
(Maldonado 1994, 214)

Por ahora, consentimos con la idea propuesta por Maldonado sobre la diferenciación
morfosintáctica de los dos elementos previamente mencionados.

4.2. El dativo de afectación


En el mismo trabajo, Maldonado describe otro dativo que comparte la misma
marcación morfológica que el complemento indirecto al que se refiere el dativo de
afectación. El autor rechaza la posibilidad de que este dativo se refiera a otro elemento
que ocupe la misma función sintáctica, llamándolo ‘una construcción intermedia’. Sus
estipulaciones para el dativo de afectación son las siguientes:

 El único clítico permitido es le


 El verbo debe ser del tipo cuyo receptor no pertenece a la valencia verbal (i.e., lo
que reconoceremos como el CInd2 de Strozer)
 La proximidad física o conceptual es indispensable
 Las connotaciones pueden ser positivas o negativas según el nivel de afectación

A continuación procuremos analizar en detalle el porqué del razonamiento exigido por


Maldonado para este dativo, no olvidándonos de las declaraciones anteriores señaladas en
4.1.

4.2.1. (El dativo BEN y para: ¿el fin de mundo?)


En esta sección empezaremos con el profundo análisis sintáctico-semántico de la
serie de dativos que hemos mencionado que viene de Maldonado (1994). Hasta ahora,
estamos de acuerdo con el autor sobre la existencia léxica del dativo benefactivo a través
de la construcción para/pra+SN; no obstante, encontramos descabellado el razonamiento
que propone sobre que esta formación léxica sea la única manera de expresar el dativo en
cuestión. Masullo propone un abanico de posibilidades a través de lo que llama la teoría
de Incorporación, como hemos visto en el capítulo anterior, una de ellas siendo la del
dativo benefactivo.

(8) a. Compré un regalo para María.


b. Le compré un regalo a María. (Masullo, 1992: 16)

Maldonado formula varias razones por las cuales no es posible la teoría de Masullo. El
primer motivo es el de la falta de intencionalidad. Reconocemos que, desde una
perspectiva de la distancia conceptual, la forma morfosintáctica para/pra+SN implica una
mayor extensión semántica mientras que la incorporación del clítico conlleva un
involucramiento mayor, igual que hemos visto en el capítulo anterior sobre el dativo
simpatético.1

(9) a. Xabier quitou a foto de Uxía.


b. Xabier quitoulle a foto (a Uxía).
c. Juancho pintó la casa de Bea.
d. Juancho le pintó la casa (a Bea).

El segundo motivo, y el más importante para nosotros aquí, es que sólo puede haber
connotaciones positivas. En (8) se cumple este requisito pero no está presente el ejemplo
que ofrece Maldonado del dativo de afectación:

(13) a. Le cerraron la puerta al presidente en las narices. (1994; 251)

1
Aunque la diferencia entre ambos casos, el del simpatético y el del benefactivo, es una
cuestión de matices presentados por cada tipo de incorporación, se ve la semejanza.
Maldonado hace constar que “las frases de benefactivo para no se pueden usar en sentido
negativo” (252). Lo que pretendemos demostrar a continuación es la presencia de la
pareja semántica del dativo benefactivo y que, de hecho, el dativo de afectación de
Maldonado representa el elemento opuesto al benefactivo.

4.3.2. (Dos dativos de la misma raíz)


Al analizar los ejemplos de la sección previa, nos resulta fácil declarar que el
dativo benefactivo tiene una forma léxica aventajada en ciertos aspectos lingüísticos y,
con lo cual, tiende a provocar (¿?) interpretaciones distintas a las producidas por la forma
clítica. Sin embargo, con los ejemplos de construcción básica que hemos visto arriba (7a.
y 7b., por ejemplo), creemos, sin ninguna duda, que ambas formas llegan a producir el
mismo mensaje discursivo. Más adelante (SECCIÓN) nos encontraremos con ejemplos
en los que esta incorporación es imposible por las limitaciones espaciales ofrecidas por el
verbo en cuestión y solamente podríamos recurrir a la formación sintáctica de (7c.) para
expresar un elemento beneficiario explícito.
Para llegar a nuestro propósito para solucionar [*el follón que ha hecho
Maldonado*], analizaremos los dos siguientes ejemplos en profundidad.

(14) a. Démoslle todos os cartos que tiñamos e acabou por sacar o título
que quería.
b. Démoslle unha malleira e estivo seis meses en coma.

Hay varias observaciones obvias que se pueden realizar aquí. Desde un punto de vista
morfosintático, ambas construcciones de (14) son idénticas. Lo que las diferencia es el
beneficio, o falta de él, que se lleva cada uno. En (14a.) el beneficio es obvio y representa
perfectamente lo que hemos visto del dativo benefactivo en términos semánticos. En
(14b.), tenemos una representación perfecta del dativo de afectación de Maldonado.
Varios gramáticos que hemos mencionado al principio de este trabajo hacen
referencia al dativo commodi/incommodi del latín, un término que se transformó en el
dativo benefactivo/malefactivo. El uso del vocablo malefactivo no está nada extendido en
las gramáticas castellanas o gallegas aunque lo que representa sí tiende a ser una
distinción que se puede hacer con facilidad. Herschensohn (1992) declara que entre los
dativos benefactivo/malefactivo la diferencia es solamente de perspectiva y son
generalmente indistinguibles desde el punto de vista sintáctico (123). 2 [*¿Meto esto?
“Gutiérrez Ordóñez (1999) reconoce esta distinción semántica al usar el término
‘beneficiado negativo’ (p. 1889).”?*]

[*¿Dónde meto que el dativo de afectación (a.k.a., el dativo malefactivo) puede ser de
primera y segunda persona?*]

Lo que hemos querido demostrar con los ejemplos de (14) es que no todos los
ejemplos que conllevan un ‘origen’ beneficiado se pueden construir a través de
para/pra+SN. Veamos unos ejemplos cuyos receptores temáticos no son del todo
intercambiables semánticamente:

(15) a. Démoslle todos os cartos que tiñamos (a el) e acabou por sacar o título
que quería.
b. Demos todos os cartos que tiñamos a el e acabou por sacar o título que
quería.
c. Demos todos os cartos que tiñamos para el e acabou por sacar o título
que quería.

La distinción entre (15a.) y (15b.) es una muy leve que pertenece a un grupo limitado de
verbos, tanto en el castellano como en el gallego, y que no nos es significativa para lo que
procuramos demostrar en este trabajo. Aun así, ofreceremos un comentario esclarecedor
de Masullo respecto al tema:

“…argumentaré que el caso dativo siempre supone la duplicación clítica


y que las construcciones introducidas por ‘a’ sin el clítico no han
experimentado incorporación; más bien, en esos casos, ‘a’ es una
preposición satisfactoria que significa una meta. (14)”

2
De nuevo, sólo en el caso del dativo benefactivo podemos encontrar una diferencia
Es la diferenciación entre la recepción de la acción entre (15a.)/(15b.) y (15c.) que nos
importa aquí. En (15c.) se ve claramente que el, la persona para la que hemos dado el
dinero, no lo recibe como en los dos ejemplos anteriores. Aun así, se puede decir que
acaba siendo un receptor beneficiario del acto nuestro. ¿Debemos decir, entonces, que no
existe un arquetipo perfecto de cómo se tiene que presentar un dativo
benefactivo/malefactivo? En efecto, lo que proponemos, a través de la evidencia
sintáctica y comparaciones semánticas, es que las características que hacen que un dativo
se repute/se identifique como benefactivo o malefactivo son matices producidos por el
contexto. En (16), hasta se pueden interpretar más de un beneficiario:

(16) a. Siendo sus padres, no podríamos estar más contentos. Cuando nos
dieron el premio para él, no fuimos capaces de contener las lágrimas.

Se puede entender perfectamente el beneficio, no sólo para el hijo de los receptores


físicos del premio, sino para los padres también. Obviamente, el grado de beneficio no
será tan fuerte para los padres como para el hijo; sin embargo, es de suponer, a menos
que se ofrezca contexto que lo contradiga, que cada vez que hay más de un receptor
semántico, no importa su participación en términos de la valencia verbal, se entiende que
todos recibirán el mismo beneficio o perjuicio ofrecido por el enunciado. El ejemplo (17)
muestra el otro lado de espectro beneficiario/perjudicado:

(17) Rompéronlleme o enredo ao neno e agora non para de chorar.

Dado que el dativo malefactivo no puede formarse de otra manera que a través de los
clíticos, se nos presenta la primera oportunidad de ver el dativo de interés compartido por
el castellano y el gallego. Con lle ocupando la posición sintáctica del complemento
indirecto (aquí, no argumental), me representa un participante en la totalidad del evento
aún más apartado de la esfera de la valencia verbal. Sin embargo, podemos colegir que
para ambas partes lo recibido de la acción verbal resulta inconveniente.
4.3. (Conclusión a los capítulos 2 y 3- ‘overlapping’ de los dativos simp. y ben/mal)
Concordamos con Gutiérrez Ordóñez (1977) sobre la falta de probabilidad de que
existiesen bases formales en el latín para el establecimiento de las diferencias de los dos
dativos vistos en el capítulo dos y el capítulo tres (417). Aunque el dativo simpatético
comparte las mismas opciones morfosintácticas de clítico, su distinción radica en una
conexión puramente sintáctica mientras que el dativo benefactivo/malefactivo se percibe
a través de matices interpretados por el oyente. Aún así, existen muchas posibilidades
para que los dos superpongan/se sobrepongan . La RAE considera el dativo simpatético,
en especial, compatible con otras interpretaciones, como por ejemplo el dativo
benefactivo/malefactivo (p.____).

(10) a. Le dolían las muelas. (RAE, ___)


b. Solucionáronme o problema nun santiamén.

4. El dativo de interés
4.1. ¿Dativo ético o dativo de interés?
Los términos dativo ético y dativo de interés son las dos expresiones usadas hoy
en día en las gramáticas del castellano para hacer referencia al elemento más superfluo
que comparten los dos idiomas de este trabajo 3. Entre muchos otros, Bello (1874) se
refiere al dativo ético, Fernández Ramírez (1951) al dativo de interés y Sánchez Márquez
(1974) a ambos. Según las gramáticas latinas y las observaciones de Bello, el dativo ético
sólo se refiere a la posibilidad de este uso superfluo de primera persona, una
restricción/una acotación con la que no concordamos. La locución dativo de interés
encaja en la realidad de un uso más allá del de primera persona y comprende/techa el
abanico de referentes personales que veremos en este capítulo. También es de notar que

3
Para este trabajo, consideramos la referencia al concepto de dativo ético y todo lo que
representa un bizantinismo aunque sí reconocemos la utilización tan amplia en terrenos
lingüísticos
el término dativo ético jamás se ha usado para referirse a este elemento lingüístico en el
gallego, un motivo más para abstenernos de él4.

4.2. (La función sintáctico-semántica del D.I.)


Como hace constar Gutiérrez Ordóñez (1999), la dilución alrededor del
significado del término dativo ético (y, en cuanto a eso, el de dativo de interés) ha
provocado mucha ambigüedad a la hora de distinguir los diferentes y vastos usos de los
clíticos superfluos. De Gutiérrez Ordóñez (1977) ofrecemos las condiciones para que un
clítico se considere un dativo de interés:

1) Conforman el paradigma no reflejo me, te, le, nos, os, les, que es común con el de
los complementos indirectos.
2) No concuerdan en número y persona con los morfemas verbales ni, por
consiguiente, con el sujeto.
3) Su presencia posee carácter optativo desde el punto de vista de la estructura
oracional.
4) No son signos autónomos; no están capacitados para convertirse en enunciados
autónomos.
5) Se diferencian funcionalmente de clíticos de complemento indirecto.
6) Predominan la primera y segunda personas.
7) Aunque sintácticamente dependientes del verbo, están relacionados con las
personas del discurso.
8) Pueden coaparecer con complementos indirectos. Esta es, por sí misma, razón
suficiente para segregar los dos conjuntos
9) Gozan de la posibilidad de coaparecer con dativos concordados. (¿Sección?)

A continuación analizaremos algunos de los aspectos ordenados por Gutiérrez Ordóñez


en mayor detalle pero sin llegar a meternos en profundidades; para verlos en el espectro

4
Según lo que he analizado, el dativo ético es la terminología más usada en el francés,
una lengua fuertemente vinculada al castellano desde el punto de vista lingüístico. No nos
sorprendería si el uso tan extendido de este término viniese de fuentes francófonas.
completo, hará falta un estudio empezando desde el meollo del tema, algo que esperamos
cumplir en el futuro pero que no cabe en la investigación de este trabajo. Por ahora, nos
bastará un par de ejemplos para establecer algunas ideas concretas y dar lugar a un
análisis mayor.

4.2.1. Falta de función sintáctica con un puesto fijo


En realidad hay pocos gramáticos que propongan ejemplos de casos que pueden
considerarse verdaderos casos de dativo de interés, mas reconocen las características de
lo que están describiendo. Alarcos Llorach (1994) da el siguiente ejemplo, reconociendo
el complemento indirecto pero no el dativo de interés:

(11) No me deis caramelos al niño (=No me le deis caramelos)

“Como ahí funciona al niño (o le) como objeto indirecto, la unidad me cumple
otro papel, el de hacer referencia a la persona interesada en lo designado (en este caso, la
primera).” [XXIII., 351; p. 293]

A pesar de que Strozer señala la distinción entre CInd1 y CInd2 y, más importante, la
importancia y extensión de este último en construcciones antiguamente pensadas como
del dativo de interés, siguen produciéndose estudios que atribuyen el nombre dativo de
interés (o dativo ético) a complementos indirectos no argumentales. Longa y Lorenzo
(1998) cometen este error entre varios otros que veremos más adelante:

(12) El vecino me está malcriando ese niño.

Si me representa un dativo de interés, ¿cómo explican ejemplos como el de (11) y (13)?

(13) Te le hemos ensuciado el coche (a tu madre).

Según la teoría de los que consideran me del ejemplo (12) un dativo de interés, en casos
como (11) y (13) la superflualidad de este clítico se extiende y abre paso a un
complemento indirecto; no obstante, la ley de la atracción funcional que señala Gutiérrez
Ordóñez (1999) veda este movimiento sintáctico. Aunque Gutiérrez Ordóñez la describe
para construcciones biactanciales transitivas, nos sirve para definir el puesto sintáctico
del dativo de interés en varios casos, según el verbo y su función5:

(14) a. Nuria fíxolleCI a cama a María (*a min) pra os pícarosBEN.


b. Nuria fíxolleCImeDI a cama a María (*a min) pra os pícarosBEN.
c. Nuria fíxomeCI a cama a María (a min) pra os pícarosBEN.

En (14) vemos cómo la supresión de un solo clítico muestra la vigencia de la ley señalada
por Gutiérrez Ordóñez.

4.2.2. (La valencia verbal circunstancial)


4.2.2.1. (¿CInd2 o DI?)
Un aspecto importante de la funcionalidad de los clíticos a la hora de “agrupar”
verbos es la valencia del verbo en casos variados. Delbecque (1992) crea lo más parecido
a un estudio de la gramática cognitiva en castellano pero sus ejemplos no
explicitan/acatan lo que la autora declara abordar. Empieza el análisis con una agrupación
cognitiva con respecto a la gramática en la que declara verbos como ser, faltar, y servir
del mismo jaez (129); luego, se aparta del lado de la gramática cognitiva y se queda corta
al intentar aplicarle cuestiones de (la) funcionalidad gramatical al primer asunto. Como
pone al descubierto Gutiérrez Ordóñez (1999), a ser no se le puede anclar un clítico con
cualquier sintagma nominal o adjetival (p. ); a faltar sólo se le puede corresponder un
6
clítico ; servir, en ambas construcciones posibles (1[S]+servir+[CD]+[CI];
2
[S]+servir+[DAT]) puede aparecer con un complemento indirecto y un dativo de interés.

5
No debe de resultar sorprendente que un verbo cuya transitividad puede variar pueda
tener múltiples interpretaciones con respecto a dónde se coloca el dativo de interés, si de
hecho puede entrar en la totalidad de la acción verbal. Comer, por ejemplo, es un verbo
que en este aspecto no cambia según la transitividad mostrada en cada caso; subir, por
otra parte, no parece gozar de la misma constancia.
6
Reconocemos la gramaticalidad de una frase como Me le falta [SN] en castellano
aunque no nos comprometemos con que sea de uso correcto. Por el otro lado, Agarda,
fáltalleme un anaquiño aínda sí se dice en el gallego.
Igual que a Alarcos, a Delbecque también hemos de añadirla al grupo de gramáticos
descritos en [4.2.1.] que fallan en cuanto a los términos que aplican a los componentes
gramaticales ya que declara:

“[el dativo ético] suele aparecer bajo forma clítica, pero la expresión de
[a SN] es siempre posible por motivos de contraste. En algunos casos,
particularmente con clíticos de tercera persona, el SP correspondiente
parece ser más bien [para SN] que [a SN].” (134)

La confusión de Delbecque entre las propiedades gramaticales del CInd2 y el DI


muestra la dificultad a la hora de determinar cómo se aplica cada clítico y bajo
qué circunstancias. Se embrolla aún más el tema cuando nos enfrentamos a
ejemplos a cuyos verbos sólo se les permite la añadidura de un clítico como en
(15).

(15) a. Aínda non vos chegaron os avós?


b. ¿Qué tal tu madre? ¿Todavía te anda regular?
c. Ten moita gana de ver aos pais; hoxe véñenlle de Mañente.

Los ejemplos de (15) se distinguen de los del dativo simpatético, como mínimo, por la
función indispensable que interpreta el dativo simpatético:

(16) a. Se les cayeron las llaves en la alcantarilla.


a’. Se cayeron las llaves en la alcantarilla.
b. ¿Cuántas veces te he dicho que no me llores?
b’. ¿Cuántas veces te he dicho que no llores?

Comparados con los dos primeros, los ejemplos (16b.) y (16b’.) no pierden información
alguna. La afectación y la importancia que produce les en (16a.) y (16a’.) es esencial a la
hora de capturar el mensaje entero de la oración. Sin el clítico, hay información que
permanece pero podría llegar a ser de gran relevancia.
4.2.2.2 (Coño, ¿hay algo más que decir sobre esta mierda?) ¡Habla de la poca
clasificación que se puede ofrecer aquí! (Verbos distransitivos+DI=3 actantes, 1 super;
verbos transitivos+CInd1/2+DI= 2/3 actantes, 1/2 super; verbos intransitivos [tipo ‘faltar,
servir’]+CInd2+DI=1 actante, 2 ‘forasteros’; grupo ‘especial’ de verbos de
movimiento[y/o] tipo GUSTAR+DI= 1 actante + 1forastero!

4.3. El orden clítico


Bello parece ser el primer gramático en restringir el dativo de interés (o dativo
ético en sus palabras) a primera persona pero no sería el último. Delbecque (1992)
extiende la posibilidad a segunda persona, declarando que ésta y la de primera persona
“[combinando] con un dativo actancial de tercera persona” (135), con lo cual, deja fuera
la existencia de un dativo de interés de tercera persona. Nos moveremos en la certeza de
que existen ejemplos del dativo de interés en primera, segunda y tercera personas, tanto
en el singular como en el plural, al señalar a Gutiérrez Ordóñez (1977, 1999):

“La segunda persona no sólo no es agramatical, sino también frecuente.


Así tenemos a partir de los mismos ejemplos citados por Bello (1847):
Que te le pongan un colchón bien mullido, Te le dieron una buena felpa,
Es menester que te les sirvan una comida sana… La tercera persona en los
dativos no concordados (de ‘afectación’), aunque muchísimo menos
frecuente, no es imposible: El tutor les gastó toda la herencia de su hijo
Luis, El Betis se les subió a las barbas del Madrid…” (1999)

La falta de fe en el estiramiento del dativo de interés a/de la segunda y tercera personas


tiene cierta lógica. Cuando consideramos lo que representa este dativo, se entiende
fácilmente que al hablante siempre le resultará más prudente manifestar sus propios
sentimientos y afectos; sin embargo, en el habla, más expresiva, es normal que nos
pongamos en la piel de otros, manifestando el interés que se le supone en el evento, con
la inclusión del dativo de interés.
Con respecto al orden clítico en el castellano7, Bastida (1976) reconsidera el filtro
clítico de Perlmutter (1968) y llega a retocarlo según algunas teorías de combinación
dativo-acusativa que este último había descuidado. Extraemos de él nuestra propuesta
para el orden de los dativos, tanto los del caso dativo como los superfluos estudiados
ampliamente en este trabajo.8

Escala I
SE — II — I — III*

Proponemos la teoría de que sólo pueden sostenerse hasta tres clíticos dativos (una
combinación de complemento indirecto y dativos superfluos se acepta, obviamente) en
una cláusula.9 La línea punteada representa la posible transformación de le a se en el caso
de que aparezca un clítico acusativo; no obstante, la hemos hecho punteada para no
estorbar la posibilidad de una combinación se/le en la misma cláusula.

4.4. SE como dativo de interés10


Mientras que Strozer (1976) y Bastida (1976) presentan un acercamiento a se
como dativo de interés poco afortunado, Vazquez Rozas (1995), Masullo (1992) y la
RAE (2010) no hacen referencia a su contigencia. Por otro lado, ni Delbecque (1992) ni
Maldonado (1994, 2006) lo consideran como una opción a la hora de crear sus propias
listas de elementos aprovechables para ese puesto. Sólo Gutiérrez Ordóñez (1977) lo
menciona como una opción fiable desde el punto de vista gramatical pero no lo vuelve a
indicar en su trabajo posterior (1999). En esta subsección, ofrecemos no sólo la

7
Propondremos lo que consideramos el orden adecuado de clíticos en el gallego en el
siguiente capítulo por motivos claros que se entenderán al analizar el capítulo cinco.
8
Tanto Perlmutter como Bastida ofrecen un orden clítico según el movimiento y las
posibles apariciones de clíticos acusativos personales, un tema que no nos corresponde a
este trabajo necesariamente, aunque reconozcamos su importancia en el terreno de los
clíticos.
9
Strozer (1976) propone la idea de una serie clítica de cuatro elementos (Pepito se te me
lo comió, p. 169), algo que consideramos gramatical pero incorrecto.
10
Esta subsección estará dedicada al castellano, ya que el gallego nunca sufrió el cambio
fonológico de lle a se. Véase Lapesa (p. ) para más información.
posibilidad sino la fiabilidad de ello, combinada con un contexto coadyuvante. También
reveremos y barajaremos la idea de una combinación se/le con una formación [dativo de
interés+complemento indirecto], algo sugerido por Gutiérrez Ordóñez (1997).

4.4.1. SE y sus dificultades como DI


El camino de se hacia el terreno del dativo de interés entraña diversas dificultades.
Para que le se transforme en se, sabemos que un clítico acusativo (complemento directo)
tiene que estar presente y que el verbo debe ser transitivo11. El siguiente paso tiene que
ver con la construcción en la que se represente un afectado fuera de la valencia verbal. En
los ejemplos (17a.) y (18a.) se pueden observar modelos fracasados de Bastida (1977) y
Strozer (1977), ya que ninguno de los autores parecen haber descubierto la formación
correcta para hacer funcionar el se como dativo de interés. Nuestras interpretaciones sí
cumplen ambos requisitos mencionados arriba.

(17) a. Me le comí la comida  yo me le la comí  *yo me se la comí


(Bastida 76)
a’. Me le comí la comida  Se me la comí

(18) b. *Nosotros nos se lo comimos (a ella) (Strozer 170)


b’. Nosotros se nos lo comimos (a ella)

Aunque hayamos corregido los yerros de los ejemplos de Bastida y Strozer, y a pesar de
que se esté fuera de la dimensión sintáctica y nuestra serie de clíticos concuerde con
Escala I que hemos propuesto en [4.3], todavía no estamos delante de un se prototipo de
dativo de interés. Hemos visto a lo largo de este estudio la importancia del CInd 2 y el
papel semántico parecido que juega al del dativo de interés; sin embargo, es el puesto
sintáctico que queda sin emplazarse el que no permite que se sea dativo de interés en (17)
y (18).

11
Como hemos analizado, aunque en poco detalle, el dativo de interés de tercera persona
es posible con verbos intransitivos al igual que con verbos transitivos; sin embargo, en el
primer caso, sólo se acepta la forma morfológica le.
(19) __DI SeCInd2 meDC laCD comí.

Para ampliar la serie clítica y llegar adonde reside el dativo de interés en casos de
predicados transitivos, proponemos algo como (20):

(20) SeDI meCInd2 laCD comiste.

Aunque, según las teorizaciones de Strozer (3.116, p.179) y en combinación con nuestra
Escala I el dativo de interés podría representarse por se o me, lo que pretendemos es
mostrar la capacidad morfosintáctica de se a la hora de ocupar el puesto del implicado
más ajeno del verbo 12 . Sin embargo, con más contexto del que ofrecen oraciones
individuales, se puede llegar a entender la función de cada clítico con relativamente poco
esfuerzo.

(21) Todo lo que hago es para mamá, ya lo sabes. Se te lo traje porque ella me
dijo que lo necesitabas, no porque quisiese.

En (21), está claro que te es el receptor argumental del complemento directo lo, mientras
que se nota la ligadura entre se y la madre del emisor, incluso sin las letras
representativas de subíndice.

4.4.2. Se+le: ¿una combinación que se pasa de la raya/juega con fuego?


En el trabajo original de Gutiérrez Ordóñez (1977), el autor nos presenta un
apartado compendioso sobre la posibilidad de una serie clítica se+le, en la que se
representa el dativo de interés y le el complemento indirecto.

12
El estudio de Strozer en esta sección merece mucho mérito, aunque no nos corresponda
seguirle el camino. Ya que nuestra intención es deslindar las limitaciones de cada
elemento señalado en este trabajo, guardaremos la oportunidad de profundizar sobre este
tema en un trabajo subsiguiente.
“<<Misterio 274: Ligera ventaja de Tierno sobre Tamames en los sondeos
para las municipales; al segundo sólo se le ha llevado el coche 27 veces la
grúa.>> (Forges, Cambio 16)” (5.2.3., p. 443)

El sucinto comentario sobre la posible vigencia de tal acoplamiento con el que


nos deja Salvador presenta una oportunidad única: “La presencia de SE es muy
rara… aunque no existen razones de agramaticalidad… La oposición se/le-les no
existe por la obligada incomparecencia de le-les.” El cambio fonológico que
sufrió el castellano y que produjo la diferenciación morfológica constituye
exactamente eso: una reliquia del esfuerzo fallido de los hablantes castellanos
para conservar los pronombres átonos separados.
Uriagereka (1997) sugiere la idea de que otros idiomas, en un intento por
evitar la secuencia le+lo, crearon un sistema de clíticos fundidos entre los que se
encuentran, por suerte, los del gallego (25). El problema con su declaración yace
en sólo concentrarse en la fundición de lle y o (no lo como cita Uriagereka), la
cual produce llo. Sin embargo, el gallego sí conserva una sucesión de morfemas
idénticos a los del castellano antiguo en el caso dativo plural de la tercera persona:
llelo ([l]les+lo). El hecho de esta construcción de pronombres átonos en el
gallego perdure hoy en día nos debe confirmar la particularidad del caso en el
castellano y las opciones morfosintácticas que pueden abrir el camino a cambios
nuevos en la lengua.
5. (O pronome de solidariedade)
5.1. (Subtítulo del capítulo)
El gallego posee lo que seguramente es el dativo más pleonástico que existe entre
las dos lenguas presentes en este trabajo: el prominente pronome de solidariedade. 13
Nuestro objetivo respecto a este elemento pronominal será no solamente analizar su uso
particular sino enfrentarnos a un tema semántico que todavía no se ha tratado en los
estudios sobre él.

5.1.2 Lo básico del PdS


Una característica curiosa, y posiblemente problemática en un cierto aspecto que
veremos más adelante, es el léxico compartido del che, la forma más usada del
pronombre de solidaridad, que representa tanto este uso como el complemento
indirecto/dativo de segunda persona singular en gallego, una distinción inexistente en el
castellano. Freixeiro (2006) lo categoriza como un dativo con el objetivo de mantener la
atención del interlocutor y garantizar su complicidad solidaria (138). Como los demás
dativos superfluos que se han visto en este trabajo, el pronombre de solidaridad sólo
puede aparecer en forma de clítico y radica al nivel discursivo pero forma parte de la
lengua escrita cuando ésta pretende reproducirla.14

5.1.2.2. (Otras normas del PdS)


Al analizar el pronombre de solidaridad desde un punto de vista pragmático, se
presenta un fuerte matiz de marcador discursivo cuando se piensa en la función absoluta
que posee. Dicho esto, veremos otra característica curiosa de este dativo que muestra su
flexibilidad morfosintáctica. Según las realidades del interlocutor, el pronombre de

13
Hay dos términos documentados y usados indistintamente: o pronome de solidariedade
y o dativo de solidariedade. Reconozcamos en este trabajo que son sinónimos puros
aunque tienda a usar uno más que el otro. Nos referiremos a él también en la forma
traducida más adecuada en castellano: el pronombre de solidaridad.
14
Hace falta mencionar que cualquier versión escrita del pronombre de solidaridad sería
una interpretación oral. Por motivos que veremos más adelante, este dativo en particular
no es un elemento de escritura formal./La literatura gallega está llenísima de ejemplos del
PdS.
solidaridad puede cambiar respecto a la formalidad entre hablantes y al número de
oyentes.

SINGULAR PLURAL
2ª persona

che vos
3ª persona

lle lles

(1) a. A nena aprobóucheme o examen cun dez!


b. Non lle teño a culpa de que vostede esquecese os papeis.
c. Puxen o móbil a cargar onte á noite e xa non vos teño apenas batería.
d. Uxía non me dixo a onde ía cando saíu. Síntoo mais non lles sei.

5.2. (Particularidades más destacadas)


Consideramos el pronombre de solidaridad el dativo más complejo de todos los
presentes en este trabajo, no sólo por la vitalidad y frecuencia con las que se usa en la
lengua oral, en coocurrencia con las demás funciones sintácticas que puedan desempeñar
los clíticos, sino también por la poquísimas restricciones sintácticas que limitan su
presencia en los enunciados. Para delimitar dicha extensión, veamos las únicas
imposibilidades sintácticas y morfosintácticas que posee:

1) No puede aparecer en el caso de que el predicado al que se corresponde esté


conjugado en la misma persona.
2) No puede coaparecer con la misma forma pronominal de dativo aunque tengan
funciones diferentes en la oración.
3) No puede aparecer en una interrogación.
4) No puede aparecer junto al índice funcional de suxeito (un acusativo superfluo
que se da sólo en el gallego).
En el primer caso, vemos un elemento clave con respecto a la función del pronombre de
solidaridad. Usado para atraer al interlocutor en una acción ajena, este dativo no cabe en
un enunciado cuyo predicado ya implica a la persona con la que habla el emisor.15

(2) a. *Vostede elle moi bo cociñeiro.


b. *Mírache o que atopei no peto esta mañá.

Igual que en el caso del castellano, Álvarez Blanco nota que “o galego non tolera nunca
dúas formas pronominais idénticas co mesmo verbo, aínda que puidesen ter funcións
distintas” (p. ) Más adelante, nos confrontaremos con ejemplos en los que la función del
clítico no es del todo clara.

(3) a. *Buscáronvosvos todos os documentos que facían falla.

El motivo por el que no puede aparecer el pronombre de solidaridad en una interrogación


tiene que ver con lógica discursiva: para poder implicar al interlocutor en el contenido de
un enunciado se requiere POR PARTE DEL EMISOR UNA SEGURIDAD EN EL
MISMO, UN ENUNCIADO INTERROGATIVO ES LA ANTÍTESIS DE ESA
SEGURIDAD, lo que imposibilita la presencia del pronombre de solidaridad. Por lo
tanto, un ejemplo como el siguiente hace inviable la presencia del dativo en cuestión:

(4) a. *Os romanos fóronvos grandes arquitectos?

La última limitación morfosintáctica señalada arriba no parece tener una explicación


definitiva. O índice funcional de suxeito es un elemento curioso en sí mismo ya que sólo
funciona con unos cuantos verbos intransitivos y atributivos y su único papel es el de
enfatizar el sujeto. Aunque ambos poseen la libertad de poder aparecer con el grupo
limitado de verbos recalcado por Freixeiro (p. ), no hay ni motivos morfosintácticos ni
motivos semánticos por los cuales no pueden combinarse el dativo de solidariedad y o

15
Aunque hay casos en los que es así (Álvarez Blanco 1997, Freixeiro Mato 2000 citan
algunos ejemplos de frases que contienen este error), no deben considerarse correctos.
índice funcional de suxeito pero, como vemos a continuación, el resultado de ambos
clíticos resulta agramatical16.

(5) a. — Non sei onde puxen o móbil.


— Aí o está.
b. — Viches a Felisa?
— Aí che ven.
c. *Breis, velaí chos veñen os nenos.

5.2.1. (Conlusión)
En definitiva, la presencia o ausencia del pronombre de solidaridad, si
exceptuamos las restricciones sintácticas o de coocurrencia que acabamos de ver, sólo
dependerá de la voluntad que el emisor tenga de procurar que el receptor empatice con lo
enunciado por él, dado que objetivamente éste se encuentra al margen de su contenido.
Sin embargo, Freixeiro muestra la rendabilidade (i.e., ) del pronombre de
solidaridad con lo siguiente:

“O dativo de solidariedade é compatíbel con todas as funcións (sintácticas,


pragmáticas ou de calquer tipo) que poden desempeñar os clíticos dentro
de cláusula: co dativo CI (Xa che me parecía a min), co dativo posesivo
(Morréuchelle a avoa; Dóicheme a cabeza), co dativo de interese (Non
che me come nada), co acusativo CD (Deus che me libre!), co acusativo
atributo (Parece tonto, mais non cho é), co acusativo como indicador
funcional de suxeito (Velaí cho vai teu irmán), con dativo ou acusativo
suxeito dun infinitivo (Fíxocho ir a Vigo; Mandéichelle contar un conto),
co reflexivo en función de CD (Os rapaces lávanseche todos os días) e
como formante léxico (Non che me queixei nada en toda a noite; Fóiseme
para o estranxeiro) ou mesmo con se como signo de indeterminación do
axente (Falóuseche de política durante toda a sesión).” (142-143)

16
Que sepamos, nadie se ha referido a la imposibilidad de esta combinación clítica pero
aseguramos la validez de nuestro descubrimiento.
5.3. (Algo que cuestione la individualidad del PdS o que la reafirme)

La historia del pronombre de solidaridad empieza con la distinción inconsistente


del galaicoportugués entre te y che, ambas formas intercambiándose como representantes
del complemento directo y complemento indirecto. Los dos clíticos provinieron de la
misma raíz latina: TIBI. Poco evolucionado el idioma gallego-portugués, vemos la
distinción CD/CI en las formas TE y TIBI, con el primero/anterior dando luz a los dos
elementos átonos te y che (el segundo siendo una forma palatalizada del primero 17 )
mientras que el segundo sólo se usaba como forma tónica en posiciones apreposicionales
y preposicionales (Valera Barreiro 320).
La distinción clara de te como CD y che como CI aparece sistemáticamente a
partir del siglo XV, justo antes de los famosos Séculos Escuros del gallego (XVI-XVIII)
y las codificaciones de las gramáticas española y portuguesa (1492 y 1536,
respectivamente). A pesar de este dato, el surgimiento del pronombre de solidaridad
queda pendiente de ser resuelto. El consenso mayoritario es que habrá aparecido en la
época de los Séculos Escuros, ya que cuando los intelectuales gallegos vuelven a escribir
a partir del siglo XIX, hay una abundancia de ejemplos que prueban este uso particular.
No obstante, a través de investigación por Ferreiro (2012) y Varela Barreiro (1997), hay
unos cuantos de casos que casi dan por hecho la existencia de che utilizado de tal manera,
uno en particular que convence más que otros. Como se puede ver, la función de che en
esta oración es prácticamente indiscutible:

—Rey, nõ as por que teer nẽhũu destes que comigo som presos, que por mj ̃ soo
aueras quantos y som, et nõ lles faças nẽhũu mal, ca ells nõ che am y culpa
nẽhũa. (TCG, p. 130, cap. 84, v. 113-115)18

17
Se puede ver la facilidad con la que te pasó a ser che al analizar ejemplos de las
combinaciones clíticas de CD y CI en el portugués antiguo: “Os pronomes adjuntos de 2.ª
persoa são no galego antigo cho, cha, plur. chos, chas, ao passo que em português antigo
temos tio, tia, tios, tias…” (Huber 1975: 41).
18
Traducción al castellano: “Rey, no tienes por qué retener ninguno de estos que
conmigo están presos, que conmigo solo tendrás cuantos aquí están y no les hagas ningún
mal, que ellos no [che] tienen de esto ninguna culpa.”
5.3.1. (La distinción entre el dativo y el PdS)
5.3.1.1. (La imbecilidad de Pita Rubido)
El pronombre de solidaridad es una excepcionalidad del gallego, poco estudiada
hasta ahora, que requiere una profunda exploración. El último trabajo que trata el tema de
clasificación de este elemento superfluo es de Pita Rubido (2006), en el que procura
demostrar la igualdad del pronombre de solidaridad y el dativo de interés. Ella hace
varias afirmaciones— con las mejores intenciones, sin duda— sobre las similitudes entre
estos dos dativos con escaso análisis de la extensión sintáctica y semántica que ambos
poseen y con ejemplos torcidos a favor de su argumento. A continuación analizaremos las
declaraciones que sirven como base de su razonamiento e intentaré establecer
nítidamente una delimitación entre los dos dativos.

5.3.1.2. (Confusión semántica/de los más integral del PdS)


[Nosotros] juzgamos que, el hecho de que en las descripciones
gramaticales del español no se describa el dativo ético de segunda
persona— que consideramos equivalente a nuestro pronombre de
solidaridad y que realmente existe en español, como veremos— motivó la
consideración de que el dativo ético sólo podía ser aquel que se
desarrollase a través de un clítico de P1. Por este motivo, cuando los
gramáticos gallegos constataron la existencia de un dativo ‘superfluo’ de
P2— o P3 de cortesía, insistimos— no se ‘atrevieron’ a considerarlo
parecido al dativo ético de P1 y lo describieron atribuyéndole trazos
semánticos diferentes y una denominación distinta. (Pita Rubido, 158)

Como hemos visto a lo largo de este trabajo, el tema de los términos que se les atribuye a
los elementos superfluos en castellano lleva tiempo sin consolidarse sobre una base de
sensatez lingüística y razonamiento obvio. Las descripciones gramaticales a las que se
refiere Pita Rubido podrían estar basadas en los gramáticos cuyas aportaciones no
alcanzaron lo que se debe considerar adecuado, debido a la variedad de dativos de los que
goza el castellano. Aquí debemos recordar las palabras de Gutiérrez Ordóñez que hemos
visto en [4.3.], sobre la posible aparición del dativo de interés en segunda (y tercera)
persona. Con los dechados del dativo de interés de segunda persona que aporta Gutiérrez
Ordóñez, resulta fácil vencer las palabras de Pita Rubido. Además, los ejemplos que
provee para defender sus creencias, que nos servirán de buen análisis para el tema de la
siguiente sección, son sacados de contexto para cualquier gallegoparlante. Explicaré la
formalidad de esta declaración en el apartado 3.

5.3.1.3. (Hay más que diferencias semánticas)


No cabe duda de que no es lo mismo introducir en la oración el emisor
que el receptor del mensaje y que los matices del significado pueden
variar, pero no más allá de la semántica, como sucedía en las gramáticas
tradicionales para que diferenciasen entre dativos de interés, dativos
posesivos, etc. Por eso mismo no nos parece pertinente que tengamos en
cuenta esas diferencias para hacer una clasificación formal. Si vemos que
su comportamiento gramatical es el mismo y que los dos se sitúan en un
nivel distinto al de la acción narrada por el enunciado, tenemos
argumentos suficientes para considerarlos entidades diferenciadas.
Parecen cumplir, sin ninguna duda, el mismo papel comunicativo. (Pita
Rubido, 159)

La primera afirmación que ofrece Pita Rubido nos llevaría a pensar que solamente hay
unos leves matices semánticos que difieren entre el dativo de interés y el pronombre de
solidaridad; no obstante, puede que haya más diferencias sintácticas que semánticas.
Veamos unos ejemplos en los que el pronombre de solidaridad prospera pero sin espacio
sintáctico para otros dativos:

(6) a. Que magoa o de Uxía. Estache a pasar un día pésimo.


b. O avó Xabier tenche moitos anos.
c. Se ben che me lembro, apaguei todas as luces da casa.
d. Morréuchelleme a nai (a Lúa).
e. A ela nunca che me lle din nada.***

Estos cinco ejemplos muestran la colocación clítica de un comportamiento único y


perteneciente al pronombre de solidaridad. Si intentamos aplicar la misma conducta al
pronombre átono te como dativo de interés, cuyo funcionamiento describe Pita Rubido
como el mismo que el del pronombre de solidaridad, vemos la imposibilidad sintáctica:

(7) a. Qué pena lo de Uxía. *Te está pasando un día pésimo.


b. *El abuelo Xabier te tiene muchos años.
c. *Si bien te me acuerdo, he apagado todas las luces de la casa.
d. *Se te me le murió la madre (a Lúa).
e. *A ella nunca te me le dicen nada.

La agramaticalidad de los ejemplos de (6) nos guía a la segunda enunciación de Pita


Rubido sobre el supuesto papel comunicativo que comparten el pronombre de solidaridad
y el dativo de interés. En los ejemplos d y e vemos que estos dos dativos pueden
coincidir, dejando la posibilidad de una partición igualada entre los dos clíticos
inverosímil.
Hemos visto las obvias diferencias sintácticas entre pronombre de solidaridad y
el dativo de interés pero ¿no habrá ciertas características que comparten? Siendo ambos
elementos superfluos, fuera tanto de la valencia verbal como de la acción del enunciado,
algo han de tener en común. En realidad, si analizamos las particularidades del dativo de
interés reconocidas por Strozer (1978) con los cambios que les ofrece Gutiérrez Ordóñez
(1999), podemos ver que ambos concuerdan en dos de los tres aspectos sintácticos que
resultan ser atributos auténticos para el dativo de interés en el ejemplo dado por Strozer19:

19
Aunque Gutiérrez Ordóñez ofrece la cuarta característica dada por Strozer [
§30.7.1.2.] , luego se la refuta con varios ejemplos que hemos visto a lo largo de este
trabajo.
Pepe me le comió la manzana al niño.

No concuerdan en No admiten Exige la copresencia


número y persona expansión en una de un clítico de
con el sujeto verbal frase coda complemento
correferencial indirecto
dativo de interés + + +20
(DI)
pronombre de + + —
solidaridad
(PdS)

Hemos visto previamente las escasas limitaciones sintácticas que tiene el


pronombre de solidaridad, cómo no depende ni de la clasificación del verbo ni de la
presencia de otros clíticos (salvo que uno sea de segunda persona). Vuelvo a reiterar que
la mayor diferencia entre el pronombre de solidaridad y todos los dativos superfluos de
ambas lenguas es de donde se origina el primero: El pronombre de solidaridad no se
afecta ni directa ni indirectamente, ni en la acción verbal ni en la totalidad del
evento, y tampoco tiene influencia en ella. Es la fórmula que emplea el amisor para
despertar cierto interés afectivo del interlocutor en los hechos que enuncia, como una
simple muestra de quien, familiarmente o con afable educación (en caso de uso de las
formas de cortesía lle/lles) busca la empatía del receptor del mensaje al concederle
imaginariamente un presunto interés en el mismo.

5.3.2. (Aquí hablamos de cómo diferenciar el DI de segunda persona del PdS)


Si volvemos a la última declaración de Pita Rubido y analizamos los ejemplos que
ella utiliza para reforzar sus ideas hacia el tema, nos topamos con una posible dificultad a
la hora del análisis sintáctico-semántico del clítico che: ¿Cómo se sabe qué representa en
un caso como el siguiente? Veamos los dos ejemplos de Pita Rubido (159):

20
Obviamente, como hemos visto, esta característica es aplicable en el caso del ejemplo
ofrecido arriba y no debe considerarse una ley universal del dativo de interés. Véase la
subsección 4.___ para ejemplos en los que no resulta válida esta declaración de Strozer.
(8) a. Te le he dado unos buenos azotes al muchacho. (Gutiérrez Ordóñez 1997, 154)
a’. Déichelle unhas boas labazadas ao rapaz.
b. ¿Es cierto que te le arruinaron la vida a tu hija? (Maldonado 1998, 705)
b’. É certo que che lle arruinaron a vida á túa filla?

Las traducciones que provee Pita Rubido son las más literales posibles. Fácilmente
podemos decir que te como dativo o complemento indirecto se traduce a che en las
mismas circunstancias. No obstante, sólo con las frases a’ y b’ delante, che jamás se
consideraría el dativo de interés. Como he explicado anteriormente, la extensión del
pronombre de solidaridad en el habla cotidiana es tan ingente que parece ‘tapar’ cualquier
otra posibilidad de que che sea algo diferente. Este error parece ser común entre los
neofalantes, o hablantes no nativos del gallego, lo cual fortifica nuestras teorías sobre las
verdaderas distinciones entre este dativo especial y los demás.

5.3.2.1. (Probando más contexto)


Un intento plausible para solucionar las ambigüedades del caso con el que nos
hemos topado, sería ensanchar el contexto. Este juega un papel decisivo respecto al
significado de nuestros enunciados a la hora de resolver posibles anfibologías en frases
sacadas de contexto o con este muy reducido. Por consiguiente, cabría esperar que a más
contexto, menos ambigüedad y mayor precisión a la hora de deslindar las funciones de
los clíticos. No obstante, si aplicamos este criterio/método para determinar la función de
che como dativo de interés o pronombre de solidaridad, para nuestra sorpresa, caemos en
la cuenta de que aún así no se soluciona. En textos como el siguiente, vos, la forma plural
de este dativo, sigue representando el pronombre de solidaridad para un galegofalante:

(9) — Sen novas túas estabamos preocupados ao pensarmos no que podería


ter pasado.
— Sei que me botastes moito en falta, mais andábavos moi enfermo.

Gracias a la primera cláusula, tenemos más contexto sobre cómo interpretar


adecuadamente el pronombre enclítico vos. Aquí, los interlocutores forman una parte
integral como el sujeto del predicado de la cláusula anterior, lo cual asumiría, bajo
condiciones ordinarias, una mayor afectación o ‘cercanía’, si queremos, que si no
estuviese presente este fragmento. A pesar del intento de ‘convertir’ el clítico vos en un
dativo de interés por más contexto y, en esencia, una mayor afectación hacia los
interlocutores, este elemento clítico sigue siendo un pronombre de solidaridad.

(10) — Se ves a Miriam, avísame, que non sabe que volvín ao tabaco.
— Pois, tira o pitillo, que aí che ven a nena.

Al comparar (9) y (10), vemos criterios muy parecidos: tenemos prácticamente la misma
cantidad de contexto y ambos predicados de che son de la misma clase funcional desde el
punto de vista gramatical (i.e., intransitivo), pero el dativo en (10) siempre será de interés
para un nativo del gallego.
La localización del punto en el que che (y sus formas correspondientes) se
interpretan como dativo de solidaridad no es una cuestión de clasificación de verbos.
Tampoco se adhiere a una combinación prototípica en la que siempre se puede interpretar
como este dativo, como sugiere Longa y Lorenzo (1998) al declarar que las oraciones que
se salen de las combinaciones [PdS+CI] y [PdS+CI+DO] son agramaticales (63) 21. Lo
que hemos de tener en cuenta como lingüistas es que la gramaticalidad de una frase no
siempre equivale a un acierto de uso, y con elementos como el pronombre de solidaridad
aún más. A pesar de que Longa y Lorenza se refieren a este pronombre como Che
Arbitrario, no se ve reflejada esa ‘arbitrariedad’ ya que, para los nativos del gallego,
nunca se usa de manera injustificada (A ver si no puedo encontrar una palabra más
adecuada, coño…) pragmáticamente.

¿Qué me queda por hacer a partir de aquí?

21
El trabajo de Longa y Lorenzo está plagado de desaciertos innecesarios y de faltas de
rigor. Mientras que niegan la gramaticalidad de frases como Diante un fracaso da
policía, disque o ministro criticábaseche con dureza y A actitude do primeiro ministro
preocúpache moito ó goberno, dejan pasar errores que muestran su falta de compresión
de la lengua gallega como Os venres os alumnos sempre chéganche tarde á clase y O
primeiro ministro lavouse as mans.
**Necesito meter Escala II, basándose en Escala I, pero para el gallego**

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