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Solo la traduccion:
Resulto en su calvicie
Le produjo una
Protuberancia en el cuello
Itán:
Ifá nos cuenta que el mono (Ejimere) era uno de los invitados al
aniversario de Olókun en aquel tiempo. Según exhortado por
Òrúnmìlà, Ijimere consulto a Ifá sobre su viaje pendiente. Ifá le dijo
que el viaje a la casa de Olókun seria seguro, pero que el regreso
podría tener peligro. Se le recomendó que hiciera ebo. En adición al
ebo, a Ejimere se le dijo que no fuera gentil en su viaje. Se le dijo
que Esu era el Àdìmú para esa consulta en particular.
Cuando sé viene por consiguiente a buscar beneficios o deseos de las Deidades, se requiere
sacrificio. No basta meramente rogarles por tales beneficios o favores. Debe envolver un sacrificio
físico. Hay sacrificios que constan de objetos animados o inanimados. Cuando uno desea cualquier
forma de progreso o ganancia, debe gastar para su inversión.
Un granjero sacrifica parte de sus semillas por plantar en el año siguiente y para segar una cosecha
al final del año.
Un comerciante invierte sus ahorros o pide prestado fondos en su negocio para dar cuenta de la
ganancia que descargará sus compromisos recurrentes.
En la misma manera cuando uno trata en la esfera de las Deidades, uno debe dar lo que quieren
pedir para que vengan a ayudarlo a uno. La regla fija de Ifá es hacer sacrificio. Òrúnmìlà dice:
Sacrificio es liberación. Ninguna materia o problemas que tenga uno, si uno ha hecho
prontamente el sacrificio prescrito por la adivinación, debe resultar ciertamente en alivio o
solución del asunto.
Òrúnmìlà revela que antes que alguien salga del cielo al mundo, sé le aconseja obtener liberación
de las Deidades y del guía. Si hace por consejo dado los sacrificios, encontrará una morada fácil en
el mundo. Pero si sé niega a hacer sacrificio antes de salir del cielo, a menos que haga sacrificio,
después en el mundo, estará destinado a tener problemas en la tierra.
Descubriremos en las vidas de los 256 Odù de Ifá que sé aconsejó hacer sacrificios a todos ellos
antes de salir del Cielo. Veremos lo que pasó a esos que hicieron los sacrificios, así como a aquellos
que dejaron de hacerlos.
Todo estos sacrificios envuelven la ofrenda de uno o más chivos a Èsú, que puede ser muy útil.
Esto es porqué algunas personas sé refieren a Èsú como la divinidad del soborno, porque no ayuda
a nadie de gratis. La diferencia de principio entre Òrúnmìlà y las otras Deidades son ese derecho
del tiempo en que fueron creados por Olódùmarè, y el único que reconoció los poderes de Èsú e
inventó una estrategia para tener una relación con él. Esa estrategia era sacrificio. Se dio cuenta
de que Èsú estaba sólo interesado en reconocimiento y comida. Èsú a menudo le ha dicho a
Òrúnmìlà:
"Mi amigo es aquel que me respeta y me alimenta, mientras mis enemigos son aquellos que me
desagradan y me hambrean”.
En la misma manera en el mundo, sé requiere hacer más sacrificios por el hombre por cualquier
cosa que desee tener, veremos que ningún problema en la vida puede desafiar la eficacia de
sacrificio con tal de que sé haga prontamente. Se sabe también que cuando sé niega a hacer
sacrificio el pago es doloroso y cuando sé hacen después, seguramente es el doble de la ofrenda o
es una ceremonia mayor.
Hay a menudo una tendencia a pensar que un Babaláwo recomienda sacrificios con animales,
simplemente porque tiene una excusa para tener carne que comer al gasto de cualquier desvalido.
Lejos de eso. Cualquier Awo que recomienda más del sacrificio que sé ordena pagará diez veces
esto.
En la misma manera Òrúnmìlà aconseja al Awo, usar su propio dinero para consolidar los
sacrificios para personas pobres o necesitadas. Proclama que al sacerdote sé le recompensará por
diez veces.
Cuando sé viene por consiguiente a buscar beneficios o deseos de las Deidades, se requiere
sacrificio. No basta meramente rogarles por tales beneficios o favores. Debe envolver un sacrificio
físico. Hay sacrificios que constan de objetos animados o inanimados. Cuando uno desea cualquier
forma de progreso o ganancia, debe gastar para su inversión.
Un granjero sacrifica parte de sus semillas por plantar en el año siguiente y para segar una cosecha
al final del año.
Un comerciante invierte sus ahorros o pide prestado fondos en su negocio para dar cuenta de la
ganancia que descargará sus compromisos recurrentes.
En la misma manera cuando uno trata en la esfera de las Deidades, uno debe dar lo que quieren
pedir para que vengan a ayudarlo a uno. La regla fija de Ifá es hacer sacrificio. Òrúnmìlà dice:
Sacrificio es liberación. Ninguna materia o problemas que tenga uno, si uno ha hecho
prontamente el sacrificio prescrito por la adivinación, debe resultar ciertamente en alivio o
solución del asunto.
Òrúnmìlà revela que antes que alguien salga del cielo al mundo, sé le aconseja obtener liberación
de las Deidades y del guía. Si hace por consejo dado los sacrificios, encontrará una morada fácil en
el mundo. Pero si sé niega a hacer sacrificio antes de salir del cielo, a menos que haga sacrificio,
después en el mundo, estará destinado a tener problemas en la tierra.
Descubriremos en las vidas de los 256 Odù de Ifá que sé aconsejó hacer sacrificios a todos ellos
antes de salir del Cielo. Veremos lo que pasó a esos que hicieron los sacrificios, así como a aquellos
que dejaron de hacerlos.
Todo estos sacrificios envuelven la ofrenda de uno o más chivos a Èsú, que puede ser muy útil.
Esto es porqué algunas personas sé refieren a Èsú como la divinidad del soborno, porque no ayuda
a nadie de gratis. La diferencia de principio entre Òrúnmìlà y las otras Deidades son ese derecho
del tiempo en que fueron creados por Olódùmarè, y el único que reconoció los poderes de Èsú e
inventó una estrategia para tener una relación con él. Esa estrategia era sacrificio. Se dio cuenta
de que Èsú estaba sólo interesado en reconocimiento y comida. Èsú a menudo le ha dicho a
Òrúnmìlà:
"Mi amigo es aquel que me respeta y me alimenta, mientras mis enemigos son aquellos que me
desagradan y me hambrean”.
Veremos más tarde que podía infiltrarse y mutilar todo lo creado por Olódùmarè. Es por este
reconocimiento el número singular de poder de Èsú y cómo lo ha puesto a su propia ventaja, que
Olódùmarè nombró a Òrúnmìlà, "el sabio." Òyèkú Méjì nos revela cómo la vida de un hombre
llamado Odo Agutan (el pastor celestial) o (Jewesun como Ifá lo llamó) duro poco tiempo en la
tierra a causa de su negativa en hacer ofrendas a Èsú antes de salir del cielo. Después de haberle
dado más de una oportunidad para cambiar de parecer, Èsú eventualmente sé le infiltró y acabó
con su vida. Esto es a pesar del hecho que Jewesun fue ante Olódùmarè a pedirle por sus deseos
para ir a la tierra, y que le prometió vivir físicamente en este mundo por miles años. Juró que
durante ese período iba a limpiar cualquier rastro de lo malo y de la mano de Èsú en la tierra. Se le
aconsejó que de cualquier modo le ofreciera un sacrificio a Èsú, que él sé negó a hacer porque no
podía imaginar la lógica de hacer sacrificar a un bribón que salía a destruir. El resto del cuento es la
historia de las fuerzas de mal que continúan creciendo en la cara de la tierra. No basta condenar a
Èsú como el "Diablo" y decirle que no hace nada bueno. Puede ser un dispensador de noticias
buenas dependiendo de la actitud de uno hacia él.
En la misma manera en el mundo, sé requiere hacer más sacrificios por el hombre por cualquier
cosa que desee tener, veremos que ningún problema en la vida puede desafiar la eficacia de
sacrificio con tal de que sé haga prontamente. Se sabe también que cuando sé niega a hacer
sacrificio el pago es doloroso y cuando sé hacen después, seguramente es el doble de la ofrenda o
es una ceremonia mayor.
Hay a menudo una tendencia a pensar que un Babaláwo recomienda sacrificios con animales,
simplemente porque tiene una excusa para tener carne que comer al gasto de cualquier desvalido.
Lejos de eso. Cualquier Awo que recomienda más del sacrificio que sé ordena pagará diez veces
esto.
En la misma manera Òrúnmìlà aconseja al Awo, usar su propio dinero para consolidar los
sacrificios para personas pobres o necesitadas. Proclama que al sacerdote sé le recompensará por
diez veces.
No existe un odù de Ifá en donde no se destaque la importancia del sacrificio (Ebo) en el proceso
de transformación. Sacrificar, es hacer algo sagrado u oficiar en lo sagrado, y en ambos sentidos
nos remite a la idea de transformar algo profano en sagrado o actuar de acuerdo al rito o al orden
de la Sabiduría de la Naturaleza. También podríamos inferir que sacrificar es enderezar nuestro
destino que se ha torcido o restituir a su origen o estado primordial aquello que se ha degenerado
o corrompido.
No existe palabra en español para traducir del yorùbá ritual la palabra Ebo. Las más aproximadas a
su referente son Sacrificio u Ofrenda.
Pero partiendo desde el punto de vista tradicional, podemos apoyarnos en algunos maestros ya
conocidos para traducir a nuestros estudiantes el espíritu que está contenido en la palabra Ebo.
El verbo yorùbá Bo significa Adorar o Venerar; y tiene la misma raíz consonante que el verbo Bó,
que significa Alimentar o Dar de Comer. Así que decir: "Bo Òrísà" significa "Hacer sacrificios a una
divinidad " o "Adorar a una divinidad ". Muy distinto a decir "Bó eran", que sería "Dar de comer
carne ". En sentido ritual, el acto del sacrificio es ofrendar comida a las divinidades. Decir "Rú'bo"
es "Ofrecer Sacrificio ".
Ifá, en el sagrado Odù de Ose'Tura, establece uno de los principios fundamentales en la
Naturaleza: el intercambio es la expresión más generalizada en las relaciones entre los hombres;
entre el hombre y la Divinidad; entre el hombre y los ancestros; entre el hombre y la Naturaleza;
entre el cielo y la tierra; entre los sistemas que existen en el cosmos; entre los minerales, plantas,
animales; entre los mundos visibles e invisibles.
Entre todo lo que existe en el universo, ya sea visible o invisible, existe el intercambio, bien sea
consciente o inconsciente, voluntario o involuntario, de manera sutil o manifiesta. Èsù, el
Mensajero Divino, es el regulador de este intercambio, de esta dinámica que adquiere distintas
modalidades de expresión, según sea la dimensión en la que se manifieste, sea física, emocional,
intelectual o espiritual. Sería largo y fastidioso enumerar. Podemos circunscribirnos al intercambio
de tipo espiritual, al que ocurre entre los hombres y las divinidades.
Desde la noche de los tiempos, cuando el hombre contempló la naturaleza concibió la idea de la
existencia de seres más poderosos que él, al mismo tiempo buscó la forma de llegar hasta ellos, de
entrar en contacto con ellos y recibir sus bendiciones. Esta primera motivación echó a andar una
concepción religiosa que es la misma en todas las tradiciones espirituales de la humanidad y que
encierra en sí lo religioso y lo espiritual a la vez.
Hay un principio común en todas las tradiciones espirituales que conoce el hombre, desde el
Brahmán Hindú, el místico Sufí, el Santo Taoísta, el mártir cristiano, el Rabí hebreo o el Babaláwo
de Ifá, y este es: Todo es sacrificio porque todo es intercambio.
En el mito de creación, Ifá nos enseña que Èsù recibió de Olódùmarè la virtud de regular el
intercambio en todos los sentidos. Una vez que Obàtálá hizo habitable la Tierra, creó a los
hombres y otros bienes, se retiró a su morada en el Cielo, pero Olókun, la divinidad de los
Océanos, decidió inundar de nuevo la Tierra , lo cual causó muchos estragos y desastres a los
hombres.
Llenos de muerte, dolor y sufrimiento, los hombres invocaron a Obàtálá, pero éste no los
escuchaba. Entonces se dirigieron a Èsú, quien vivía en la Tierra. Le rogaron que llevara su plegaria
a Obàtálá, Èsù les preguntó: "¿Dónde está el ebo (el sacrificio) que debería acompañar a este
mensaje? ", y los hombres respondieron: "Esta es la comida de Obàtálá ". Pero Èsù no se movió.
Ellos se extrañaron y dijeron: "Nosotros no entendemos, ya te entregamos la ofrenda para Obàtálá
", y Èsù les respondió: "Ustedes me han pedido que haga un gran viaje, y que lleve un mensaje y
un sacrificio, pero ninguno le ha hecho una ofrenda al más humilde mensajero. Denme mi parte,
entonces iré ".
Este mito originario de la tradición espiritual de Ifá nos enseña el principio del intercambio, que
luego queda establecido en el odù Ose'Turá.
Baba ha establecido que el ritual del Ebo en la tradición de Ifá encierra varios pasos, todos
comunes a otras tradiciones, excepto el último, que tiene que ver con la adivinación. "Cuando un
sacrificio es realizado, la adivinación es requerida para determinar si el ritual tuvo el efecto
deseado. Si la ofrenda es comida o un ave, el oráculo del obi agbón es suficiente. Si la ofrenda es
un animal de cuatro patas, se requiere del oráculo del Òpèlè o cadena adivinatoria o el oráculo de
las nueces sagradas (ikin Ifá) para determinar un nuevo signo u odù que nos permita conocer las
consecuencias del sacrificio.
Òyèkú Òwónín.
La salud es el natural estado del hombre y la enfermedad es la ausencia total de la salud.
Así piensan muchos biólogos que se decían a la investigación de las ciencias médicas, es una de las
tantas opiniones que hacen referencia a la enfermedad. En el tema de este capítulo trataremos
ampliamente el concepto de la enfermedad dentro del culto yorubá.
Dentro del culto yorùbá no existe clasificación alguna para las tantas enfermedades conocidas,
simplemente atribuían cualquier dolencia presentada a la violación de ciertas normas establecidas
e impuestas por la escuela familiar. Algunas veces se pensaba que el origen de las dolencias era
producto de la hechicería elaborada por un brujo o un mal intencionado, otras veces se atribuía a
la cólera de los dioses que se violentaban por no recibir la correcta veneración. Por regla general,
la causa de la dolencia se buscaba fuera del mundo empírico, no obstante, algunos mitos y
leyendas yorubás encierran un profundo concepto filosófico de la enfermedad, implícitos en el
lenguaje metafórico, que no difiere mucho de la opinión de los científicos en la actualidad.
En muchos otros casos los yorùbás, personifican la enfermedad como una deidad femenina y
esposa de la Muerte. Muchas leyendas relatan como ella es capaz de vivir en el interior de
elementos naturales.
Los yorùbás consideran que todos los objetos naturales están animados por espíritus o duendes,
los cuales le proporcionan vida y lo interrelacionan con los seres humanos, conjuntamente con
éstos duendes puede residir "la espiritualidad de la enfermedad", llegándose a adaptar a las
características del objeto, éstos pasarán a un elemento, objeto afín. Los trastornos en la ecología
por la desaparición de elementos, especies, etc, conlleva a manifestaciones casi epidémicas en
grandes extensiones pobladas. Ese duende-enfermedad se considera como tal "externándose" en
un objeto natural afín por correspondencia simpatética.
Todo lo que existe en el universo yorùbá, como se explican en la cosmología yorùbá, posee energía
en equilibrio. Una descompensación de ésta genera desequilibrio y el sistema se altera, de ahí que
el hombre, en se caso, sea vulnerable al embate de cualquier tipo de dolencia.
Estas energías pueden emanar de los ríos, lagos, mares, montañas, etc. Existe una hipótesis de que
algunas formas geométricas sirven como antenas receptoras de energías específicas, el elemento
formado por una adecuada geometría, se relaciona con un área concreta del cuerpo humano.
Trabajando por simpatía, uno actúa sobre el otro. Cada ser humano se encuentra vibrando por
simpatía con cada una de éstas energías, si ocurre una ruptura con algunas de ellas, el cuerpo se
descompensa y aparece la dolencia.
Las investigaciones también demostraron que la sangre contiene mayor cantidad de glucosa a las
nueve de la mañana y menor a las seis de la tarde. Los riñones acusan mayor actividad al comienzo
de la noche y por la mañana temprano, son menos activos.
En invierno también es más alta la presión sanguínea. Muchísimas cosas dependen de los
fenómenos atmosféricos, ya que el estado del organismo cambia en correspondencia con las
estaciones del año.
Todo lo antes dicho justifica, de cierto modo, el concepto yorùbá de la formación de los seres
humanos a partir de la influencia de las energías que emanan de la naturaleza. Por ello, no se
clasifica con nombres ningún tipo de enfermedad, sino que su creencia se basa en el desequilibrio
producido entre los seres humanos y el Universo que lo rodea.
A continuación relataré una de las tantas leyendas que hacen referencia al concepto yorubá de la
enfermedad y posteriormente analizaremos el mensaje filosófico que está presente en su
metáfora y lenguaje cifrado:
Al comienzo del mundo, cuando todos los seres humanos gozaban de perfecta salud, cuando nadie
moría y no se experimentaba el dolor por la pérdida de los allegados, sucedió que en un pueblo
llamado Iré llegaron dos personajes siniestros y tomaron por la fuerza el gobierno de aquel lugar.
Estos personajes eran Ògún (Dios de los metales) e Ikú (La Muerte).
Con el carácter temerario de Ògún y la apariencia espantosa de Ikú lograron someter al pueblo a la
sumisión total. Ògún gustaba de la bebida en exceso, obligaba a todos los pobladores a que le
proporcionaran vino de palma en grandes cantidades. Esta actitud de Ògún, muchas veces
molestaba a su compañero Ikú, puesto que cuando Ògún tomaba en exceso se quedaba dormido y
descuidaba un tanto el gobierno de aquel lugar, pero además, se ponía furioso si lo trataban de
despertar.
Esta situación trajo en ciertos momentos disgustos entre ambos, ya que Ògún hacía caso omiso a
los consejos de Ikú. Un día, el consejo de ancianos de aquel pueblo convocó un concilio para
buscar una solución y poner fin a tantos abusos de que eran víctimas, después de tantos debates
no pudieron llegar a conclusión alguna, una de las causas es que no poseían armas para enfrentar
a los usurpadores.
A la sazón, aparecieron allí en medio del debate un grupo de muchachos inmiscuyéndose en la
conversación de los mayores, expresando que ellos tenían la forma de vencer al gobierno de Ògún
y de Ikú, sin necesidad de utilizar la fuerza. Los ancianos reunidos dudaron por un instante de la
decisión tomada por aquellos intrusos mocosos, pero tanta fue la insistencia de ellos, que los
mayores se vieron obligados a probar suerte, puesto que ellos no habían decidido nada al
respecto.
Por tanto, decidieron correr el riesgo y dejaron a los muchachos la difícil tarea. Los muchachos
pidieron bastante comida y bastante bebida y rápidamente convocaron una fiesta en el centro del
pueblo, pero con la condición de que ninguna persona mayor de la comunidad participara del
evento. Cuando Ògún se enteró del propósito de los muchachos, se dirigió a aquel lugar ya que los
menores no significaban ningún peligro para él y pro tanto no eran objeto de sospecha.
Los muchachos al ver a Ògún lo trataron con gran delicadeza y le invitaron a participara en la
fiesta. Después de muchos cantos, bailes y comidas, los muchachos gentilmente daban mucha
bebida a Ògún de todos los tipos, al punto que lo emborracharon totalmente. Al poco tiempo Ikú,
notando la ausencia de Ògún, salió a buscarlo por todo el pueblo y allí, en aquel lugar, se lo
encontró tirado en tierra totalmente ebrio, esto provocó un gran enojo para Ikú y temiendo que
los pobladores, aprovechándose de la debilidad de Ògún pudieran vencerlo, comenzó a darle
tirones para despertarlo, esto, por supuesto, provocó que Ògún se pusiera furioso y ciego de
violencia sacó de su funda su machete y sin percatarse que la muerte era la que tenía a su lado, de
un tajazo arrancó su brazo derecho. Ikú temeroso y presa de un terrible dolor, salió corriendo por
todo el pueblo en busca de un refugio seguro. Se dice que nunca más fue vista por seres humanos.
En su loca carrera fue dejando a su paso una estela de sangre. Cuenta la leyenda que todos
aquellos curiosos que salieron a contemplar el espectáculo y descuidadamente pisaron la sangre
se enfermaron, los primeros curiosos y llenos de asombro fueron los propios muchachos. Se dice
que después de éste hecho fue se conoció en el mundo la enfermedad.
De ésta leyenda nace el carácter prohibitorio para los devotos del culto de pisar sangre y además
explica el por qué son los muchachos los primeros que enferman en caso de epidemias.
Analizando la leyenda, haciendo un amplio bosquejo de ésta entraremos a analizar el sentido
filosófico de cada uno de los hechos ocurridos y que sirvan para dar más detalles del concepto
yorubá de la enfermedad.
Ògún e Ikú representan dos divinidades muy importantes dentro de los rituales que se realizan
dentro del culto. Se cree que Ògún fue la primera divinidad que vino a la tierra, abriendo paso
para el posterior arribo de las demás divinidades. Ikú por su parte fue la última que arribó a la
tierra. Cuentan algunas leyendas que después que el Creador encomendó a Obàtálá la creación de
los seres humanos éste último cedió paso a Ogún y a su vez le encomendó dar forma a cada una
de sus creaciones.
Esta leyenda nos inclina pensar que entre Ògún, Ikú y el proceso metabólico del organismo
humano, existe una estrecha relación, y quizás, sea éste el mensaje criptográfico de la leyenda.
El metabolismo es una propiedad vital y fundamental del organismo. Con el cese del metabolismo
llega la muerte. El metabolismo incluye dos procesos relacionados recíprocamente: la asimilación
de las sustancias que entran en el organismo y la desasimilación de éstas. En el proceso de
asimilación se forman sustancias orgánicas complejas que entran en la composición de las células
y las estructuras intercelulares del organismo. En el proceso de desasimilación tiene lugar la
desintegración de las sustancias orgánicas complejas y su transformación en las más simples. Con
eso se desprende la energía necesaria para la actividad vital del organismo.
Los productos finales del metabolismo que no pueden ser sometidos en el organismo a
transformaciones posteriores, se eliminan a través de los órganos de excreción. Los dos procesos
relacionados recíprocamente se denominan anabolismo y catabolismo. Podemos decir que Ògún
representa el anabolismo por su condición de modelador en la creación, mientras que Ikú
representaría el catabolismo ya que elimina la materia viva y la transforma en otro estado.
Como ya se sabe, quién cumple con las leyes naturales no puede enfermarse, cuando se
contravienen algunas de sus leyes, resulta una condición anormal y se manifiestan ciertos
síntomas que por su generalidad le llaman enfermedad. Es conocido por la ciencia médica, que un
desequilibrio entre los dos procesos metabólicos del organismo traería por consecuencia el arribo
de enfermedades. En todas las personas ese equilibrio no es el mismo, depende de la vibración
(original que influyó en su formación biológica), depende también de la influencia de Inalo e Isoki y
en que proporción se encuentran en el organismo de la persona. También la ciencia expresa que
en diferentes personas no es igual la intensidad del metabolismo y depende de la edad del
hombre, carácter de su trabajo, condiciones de vida y otros factores.
En la leyenda también se hace mención a la gran ingestión de alimentos y bebidas, las cuales
fueron causas del desequilibrio entre Ògún e Ikú. En las enfermedades tienen lugar distintas
alteraciones metabólicas, a veces, éstas constituyen los signos principales de la enfermedad, como
por ejemplo "la gota", en la cual está aumentado el contenido de ácido úrico en la sangre y tiene
lugar la sedimentación de sales de éste ácido en las articulaciones, tendones y cartílagos.
Una de las partes más importantes de la leyenda es donde se hace referencia a la metáfora de la
sangre y dice así: "todos aquellos curiosos que salieron a contemplar el espectáculo y
descuidadamente pisaron la sangre se enfermaron". Durante mucho tiempo la sangre se consideró
dotada de poderes divinos y además como reconstituyente orgánico. Era habitual, en reyes y
guerreros de la antigüedad, beber sangre de anímales que poseyeran una gran fuerza corporal,
fueran temerarios y de gran fiereza, para de ésta forma incorporarse semejantes virtudes. Se creía
que la sangre era la portadora de la vida material y espiritual de todos los seres vivientes. Era un
tabú (prohibición), tomar sangre de animales enfermos, así como sacrificarlos a los dioses. Se
consideraba también que la enfermedad residía en la sangre y era transmitida por ésta. Hasta
nuestros días dentro del culto se mantiene dicha creencia. Algunos científicos consideran que los
cambios en la composición de la sangre evidencian el comienzo de una enfermedad. El filósofo
francés Claude Bernard denominó a la sangre "espejo del organismo".
Los yorùbás no hablan de la enfermedad como si fuera una entidad con carácter, disposición y
cualidades afectivas, tal como si fuera un anima dañino, sino como una espiritualidad, la cual no
tiene existencia propia a pesar de que algunas leyendas hacen referencias a la enfermedad (Àrùn)
como la esposa de Ikú (la Muerte). El sentido metafórico la considera como una condición anormal
que brota de la propia muerte después de violarse algunas de las leyes establecidas por la
naturaleza, pero además esta condición pasa a toda aquella persona que tenga contacto directo
con ella. Lo que indicaría que todo el que violase esas leyes, sería víctima de las dolencias que
provoca el arribo de la enfermedad. Además, esta condición anormal totalmente espiritual se cree
que resida dentro del cuerpo y solamente la descompensación de éste conllevaría a la
materialización de ciertas anomalías inherentes a dicha condición.
Los yorùbás también creen que los animales y plantas albergan en su seno la espiritualidad de
determinadas dolencias que se manifestarán en sus semejantes e incluso en los seres humanos en
caso de ser sacrificados sin tomar las medidas litúrgicas pertinentes. Entre un ser humano, un
animal y una planta específica existen ciertos enlaces bioenergéticos por simpatía y los primeros
son los que estarían propensos a adquirir las dolencias que se ocultan en éstos seres inferiores.
Todos los seres humanos han heredado, además de sus lejanos antepasados, de los animales y las
plantas que vivían en los ríos, mares, bosques, etc, el ritmo de los procesos fisiológicos, lo que
hace que la calamidad de los unos repercuta en los otros.
Muchas personas y hombres de ciencia opinan que la enfermedad conocida como "peste" no
solamente es transmitida por las ratas, sino que reside con ella dicha enfermedad. Si se
extinguieran todas las ratas de la faz de la tierra sobrevendría dicha enfermedad a los seres
humanos pero, mayor aún, a toda aquella persona que tuviera una afinidad energética con ese
roedor. De esto se deduce la importancia de conocer que odù rige a cada persona y de ésta forma
se conocen las enfermedades que una persona en particular tendrá, por tendencia, al animal de su
sigo u odù Ifá, a padecer.
Hipócrates, médico de la antigüedad, habló del vínculo inexplicable y enigmático entre muchas
enfermedades y los cataclismo de la naturaleza. En su Historia Romana, el famoso historiador
alemán B. Niebuhr escribía: "las más horripilantes convulsiones de la naturaleza se acompañaban
con frecuencia y coincidían en tiempo con distintas epidemias y otras catástrofes".
Por todos éstos motivos, los yorubás consideran la enfermedad como una descompensación entre
los seres humanos y las leyes naturales que le dieron oriente. El intento de la naturaleza es
expulsar la anormal condición y restablecer la salud.
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