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La Organización de las Naciones Unidas declaró el acceso al agua potable como un derecho

humano en 2010. Tres años después, un equipo formado por más de 500 científicos e ingenieros
del Cooperative Remote Sensing Science & Technology Center, alertó que la mayoría de los
habitantes de la Tierra se verán obligados a vivir con restricciones en el suministro de agua
dulce en un intervalo de tiempo equivalente a dos generaciones, debido a su sobreexplotación
unido al cambio climático y a la contaminación.

Considerando esta preocupante predicción, que podría poner en serio peligro al ser humano y a
los ecosistemas de nuestro planeta, ONGs, asociaciones y cada vez más gobiernos en todo el
mundo están ejerciendo una mayor presión sobre las industrias, como la minería, que utiliza
grandes cantidades de agua, para que sean más sostenibles.

La minería utiliza el agua principalmente para el procesamiento de minerales, la supresión de


polvo, transporte de lodo y cubrir las propias necesidades de los empleados. En la mayoría de las
operaciones mineras, el agua se obtiene desde el subsuelo, arroyos, ríos y lagos, o a través de
proveedores de servicios comerciales de agua. Sin embargo, a menudo las minas están ubicadas
en zonas donde el agua es escasa y, comprensiblemente, las comunidades y autoridades locales
comúnmente se oponen a ellas ya que utilizan el agua de estas fuentes de las cuales se quiere
proteger al máximo.

Pero no sólo la obtención del agua parece ser el problema, su extracción es también otro
inconveniente. En muchos casos, especialmente en la minería subterránea, el agua tiene que ser
bombeada al exterior del emplazamiento de la mina, lo que puede reducir los niveles de agua
subterránea, generar daños en la superficie o causar la contaminación de los ríos locales.
Sin embargo, parece que se está produciendo un evidente crecimiento en la conciencia de la
necesidad de garantizar la máxima sostenibilidad del agua en la industria. La última encuesta
realizada en julio de 2013 por Carbon Disclosure Project (CDP), en el que participaron 530
inversores que representan 45 billones de euros en activos, reveló que el 64% de los
encuestados de la industria minera han tenido en cuenta los impactos perjudiciales sobre el
agua relacionados con sus negocios en los últimos cinco años.

Tan sólo debemos de hacer una búsqueda rápida por las noticias del sector, para darnos cuenta de
que existen muchos casos a nivel mundial de operaciones mineras que se están viendo afectadas
por el agua de alguna forma. Por ejemplo, MoneyNews informó recientemente que la mayor
mina subterránea de carbón del mundo, situada en la provincia de Shaanxi en el norte de China,
un país cuyas industrias y centrales eléctricas de carbón utilizan hasta un 17% de sus recursos
totales de agua, carece del suministro de ésta por haber sido agotado en el entorno de la propia
mina.

Los inversores están tomando nota de este tipo de situaciones, de hecho, según el informe
emitido por la Natural Value Initiative, conocidas empresas como Barrick Gold, Freeport
McMoran y Rio Tinto han visto como todos sus inversores se han retirado debido a problemas
relacionados con la gestión del agua, así como a causa de importantes inconvenientes
medioambientales.
El primer paso para cualquier compañía, especialmente en este sector, reside en entender
realmente su impacto sobre los recursos hídricos y cómo protegiéndolos podría retornar
positivamente en la propia actividad comercial. Cada vez son más las empresas mineras que
están comenzando a hacer bien las cosas, pero no siempre se puede conseguir la solución
perfecta ante los retos que todavía están por superar. Un informe publicado el año pasado por el
Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM), mostró casos sobre la gestión del agua de
las empresas mineras, destacando los más importantes en este sentido.

La mina Argyle Diamond al noroeste de Australia, operada por la compañía Rio Tinto, se
localiza en una zona árida que alcanza los 40 grados de temperatura. Inicialmente, el agua
empleada para este proyecto provenía de dos presas y del lago Argyle, lo que significaba que
podría ocasionar un potencial impacto sobre las aguas subterráneas. En 2005 la mina utilizaba
más de 3.500 megalitros de agua del lago para ejecutar las operaciones.

Sin embargo, en el año 2009 se había reducido citada cantidad a los 300 megalitros, es decir,
una caída del 95%. Los ingenieros de Rio Tinto consiguieron estos resultados al capturar y
reciclar el agua utilizada por la planta de procesamiento (la instalación que más consume agua),
y capturando la filtración de relaves, que también se reciclan. Así mismo, el agua de la
deshidratación de la mina subterránea y las operaciones de superficie son también recogidas y
almacenadas en dos presas para su posterior reutilización.

Por otro lado, la mina de cobre y oro de la compañía Minera Esperanza, que se encuentra a 180
kilómetros de la ciudad de Antofagasta en Chile, es uno de los lugares más secos del mundo. La
mina necesita aproximadamente 20 millones de metros cúbicos de agua al año para
funcionar, por lo que para poder satisfacer las demandas de la planta de procesamiento de la
mina, se diseñó un sistema para utilizar el agua de mar sin tratar. Como resultado, fue construida
una red de tuberías de abastecimiento de 145 kilómetros permitiendo el transporte de agua de
mar desde la costa del Pacífico hasta la mina.

La toma de agua de mar se encuentra en las instalaciones portuarias de la empresa, la cual es


filtrada y bombeada a través de una tubería que se eleva a 2.300 metros y pasa por cuatro
estaciones de bombeo intermedias para llegar a una planta concentradora, en la que el 8% del
agua es desalinizada para consumo humano.

La utilización del agua del mar parece convertirse últimamente en la solución más popular a los
problemas de abastecimiento para los mineros y, a pesar de que es una buena alternativa al uso
de los valiosos recursos hídricos locales, los expertos siguen opinando que esto no es
necesariamente la mejor respuesta ante el problema principal: gestionar mejor el consumo de
agua en la minería.

En el estudio realizado por la ICMM se muestran otros ocho ejemplos más de gestión del agua
en la minería, en el que se pone de manifiesto como la industria comienza a ser consciente sobre
el problema de los recursos hídricos, haciendo hincapié en que los esfuerzos deben centrarse en
hacer que las minas sean más sostenibles para proteger un recurso tan sumamente importante
como es el agua, ya que si no se cuida, acabará indudablemente afectando a la viabilidad del
propio sector.
Sin embargo, todavía hay una serie de compañías dentro del sector que no están tomando
ninguna medida al respecto o que, simplemente, carecen de cualquier iniciativa medioambiental
más allá de lo que marca estrictamente la ley y las regulaciones gubernamentales. De hecho, el
37% de los encuestados por la CDP no quisieron dar a conocer sus prácticas en la gestión
del agua.

La difusión completa de las actividades realizadas ha dado buenos resultados en otras áreas en la
industria minera (como las realizadas para acabar con la corrupción y fomentar acuerdos justos
con los países en desarrollo), por lo que aplicar esta transparencia al ámbito de la administración
del agua podría también ofrecer un resultado muy positivo a corto plazo.

Puede que muy pronto comencemos a ver una “polinización cruzada de las tecnologías” de
diferentes industrias, e incluso competidores trabajando juntos para encontrar soluciones para la
gestión del agua. Todas las estrategias valiosas que se desarrollen deben ser impulsadas por los
inversores, los accionistas y las entidades reguladoras, con el fin de marcar un nuevo comienzo
de la industria minera hacia una nueva era de la sostenibilidad del agua.

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