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s,
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Francisco Cajiao
Director División Educación FES

l ser humano es un experto ma-

E nipulador de cosas: las toma en

sus manos, las lleva a su cere-
bro, las nombra, las colecciona en la
memoria y en el espacio. las des-
compone en peso, color, textura, es-
tado. y con este maravillosoarchivo
de sensaciones )' recuerdos puede
fabricar nuevos objetos en su imagi-
nación y, luego, conducir las ideas
por nervios y músculos, hasta sus
manos, para plasmarlas intentando
prolongar el presente, guardar el
momento de sus pensamientos y lle-
varlo más allá de su propia existen-
cia como una profunda marca de su
paso por el tiempo. Lo que podemos
saber de la historia del ser humano
es lo que ha quedado en su rastro de
signos: trazos sobre rocas, dibujos
que retienen las formas del mundo,
objetos de uso cotidiano, espacios
diseñados a su arbitrio, grafías que
transportan de unos a otros la me-
moria de individuosy pueblos,
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El arqueólogo sabe que ha descu-
bierto una cultura antigua cuando
tropieza con un nicho de objetos en
los cuajes puede hallar el rastro de
pensamiento de quienes los usaron
o los fabricaron; podrá distinguir co-
sas de objetos -piedras del entorno
y piedras con significado--; hallará
puntas de flechas, agujas de hueso,
vasijas de arcilla, ruinas de ciudades,
muebles, sarcófagos, joyas, restos de
vestuario. Y en muchos de estos ob-
jetos usados y fabricados por al-
guien, podrá ver dibujos, diseños,
grafías que requieren ser descifra-
das. Todo esto invita al científico a
una conversación con personas que
desaparecieron hace milenios o cen-
turias, y para ello debe esforzarse en
aprender un lenguaje que pueda po-
nerlo en COntacto con la gramática
de los objetos, de los signos marca-
dos en ellos, de las formas, de los
lugares en que se hallaron, de la re-
lación entre unos y otros. También
el hombre común vive su presente
inmerso en"un mundo de objetos
que transportan significados indivi-
duales y colectivos, lo que hace in-
dispensable una permanente labor
de desciframiento, que ya no sola-
mente se limita a lo que expresa la
presencia corporal de Otro que con
su gesto y su acción lo interpela, si-
no que la interpelación viene de un
sinnúmero de seres humanos invisi-
bles pero presentes en los objetos
cotidianos, en el diseño de las ciu-
dades y en todos los detalles de or-
ganización de la vida.
Un lenguaje es
un sistema de signos
Día y noche -porque también los
sueños están llenos de signos- el
ser humano desarrolla su incesante
diálogo con el mundo, para lo cual
requiere adquirir los lenguajes nece-
sarios para comprender lo que ocurre
a su alrededor y adecuar sus compor-
tamientos a las exigencias del am-
biente en el cual se encuentra. Al en-
trar a un supermercado debe dispo-
ner de unos códigos que le permitan
hallar lo que está buscando, de
acuerdo con la forma como los pro-
ductos están ordenados, y luego co-
nocer cómo coleccionarlos, transpor-
tarlos hasta la caja, pagar y después,
ya en su casa, guardarlos y hacer el
uso adecuado de ellos: algunos de-
ben refrígerarse, otros son para hor-
no de microondas, muchos pueden
consumirse directamente. Esto difiere
de la forma de relación que establece
el campesino con los alimentos que
él mismo ha sembrado y extraído de
la tierra o de los animales de su par-
cela. Son objetos diferentes con signi-
ficados distintos, aunque cumplan el
mismo fin alimenticio. Puede decirse,
entonces, que hay un "lenguaje" del
supermercado de la ciudad o de la
plaza de mercado del pueblo: se
compra distinto, los productos se ex-
hiben de modo diferente y las perso-
nas establecen una relación diferente
con las cosas allí expuestas.
A muchos niños de ciudad les produ-
ce repugnancia beber leche recién or-
deñada viendo el lugar del cual se ex-
trae; tampoco a los citadinos les gusta
ver matar el cerdo o la res con la que
se preparará su almuerzo. Campesi-
nos y habitantes de las ciudades ma-
nejan lenguajes diferentes para expre-
sar el mundo, porque el tipo de obje-
tos que manipulan son distintos. Tam-
bién el anciano que 'se enfrenta al

computador, al refrigerador computa-
rizado o al equipo de sonido que tie-
ne varias funciones manejadas por
control remoto. siente que algo del
mundo actual está fuera de su alcance
y no lo puede comprender _\1 viajar a
un país extraño v enfreruarse a ooos
códigos culturales. QUa lengua. 0!r3
forma de rganízaoón urbana, otros
obiet de uso L.:UÓ!JnO como el tren
sulxerráneo o señales de tránsito dife-
rentes. "e experimenta la más profun-
eh indefensión e incapacidad para sa-
ber qué ocurre o cómo comportarse
adecuadamente, a fin de no sucumbir
en un mare mágnum de signos indes-
cifrable .
Lenguajes para vivir
Entre los seres humanos la educa-
ción es una condición de supervi-
vencia y consiste precisamente en
aprender a moverse por un laberinto
de signos y poder leerlos, descifrar-
los, producirlos...
El proceso de incorporación cultural
que comienza desde el momento
mismo del nacimiento, hace que to-
dos los objetos del mundo adquieran
una significación, un nombre, un
Los objetos que
salen de sus manos
condensan lo
que todav_ía es la
capacidad humana
paro fabricar signos,
usando su cuerpo
directamente sobre
los materiales del
mundo.
modo de relacionarse con ellos, que
se va inculcando de manera natural
en contacto con la sociedad: los pa-
dres hablan a sus niños, les indican
los comportamientos adecuados }' la
forma como deben usar los objetos a
su alcance. Así se va conformando
una manera de pensar, de hablar y
de actuar. Más adelante, se va a la
escuela para aprender a leer y a es-
cribir, adecuando las habilidades cor-
porales a las necesidades de descifra-
miento del entorno cultural. Se
aprenden lenguajes como la mate-
mática, a veces otros idiomas, algo
del lenguaje especializado de las
ciencias. Pero al margen de los len-
guajes del conocimiento científico
también se adquieren lenguajes cor-
porales y gesruales, se aprende a
manejar aparatos electrónicos, uten-
silios de uso doméstico, juegos indi-
viduales y colectivos, ceremonias re-
ligiosas, normas de tránsito, formas
de preparar alimentos, movimientos
rítmicos de baile, reglas de compor-
tamiento social... en fin, un enorme
repertorio de lenguajes con los cua-
les se puede vivir en un mundo de
signos, que es el mundo humano.
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Lenguajes para crear
Esos lenguajes no solamente sirven
para comprender, sino que también
ofrecen la posibilidad de expresar.
:\0 sólo permiten llevar el mundo
adentro (comprender), sino tomar el
propio mundo interior y ponerlo fue-
ra (expresar) objetivando los pensa-
mientos. las fantasías, las ideas, las
imágenes fabricadas por la mente a
partir de rodos los signos acumula-
dos a lo largo de la vida. Quienes
disponen de más lenguajes tienen,
entonces. mayor posibilidad de apro-
piarse de su entorno, de comunicar-
se con más culturas --<le! pasado y
del presente-, y de crear mundos
propios capaces de ser compartidos
y enriquecidos por otros. Es éste,
precisamente, e! reto de humaniza-
ción del individuo: pasar de ser -lec-
tor de signos- a ser -fabrícante de síg-
nos-, pasar de ser espectador y usua-
rio de la cultura a ser protagonista y
creador de la misma.
Las posibilidades creadoras se des-
pliegan asombrosamente para aque-
llos que han tenido el privilegio de
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acceder al conocimiento de muchos
lenguajes:se podrán crear obras lite-
rarias, casas, ciudades, muebles, sin-
fonías, fábricas, instituciones, cua-
dros, películas, alimentos, teorías
científicas, aparatos, instrumentos
musicales, deportes, ceremonias, es-
culturas. substancias químicas, ritua-
les amorosos, placeres, objetos para
herir y matar, herramienta , vehícu-
los, drogas para sanar...
El mundo de la creación es inagota-
ble, pero la mayoría de los seres hu-
manos sólo acceden a una limitada
gama de posibilidades porque su
proceso educativo no ha expandido
sus capacidades de comprensión y
expresión, y se ha limitado a unas
cuantas actividades básicas de nor-
malizaciónsocial como el aprendiza-
je mecánico y rutinario de la lectura
y la escritura, una matemática ele-
mental suficiente para desempeñar
funciones de subsistencia y algunas
nociones generales de muchas cosas
que sienten las bases para ingresar a
la universidad y dedicarse a una dis-
ciplina que posteriormente permita
un desempeño laboral.
Elsignificado profundo
de las cosas
Muchos objetos con los cuales inte-
ractuamos cada día, tienen un len-
guaje propio que debemos conocer
para aprovecharlos mejor. Un com-
putador, por ejemplo, requiere que
conozcamos su fonma de funciona-
miento, la manera como trabaja, el
modo apropiado de darle instruccio-
nes. Para esto disponemos de ma-
nuales de instrucciones que nos
guían hacia su lenguaje panicular.
Pero hay otras cosas que encierran
significados más profundos, lengua-
jes propios que no pueden ponerse
en un simple manual de indicacio-
nes y sin embargo nos hablan del
tiempo, de la historia, de los senti-
mientos, de las personas que los
usaron o los fabricaron.
Los artesanos que trabajan cada pie-
za de arcilla, cada tejido, cada talla,
son los supervivientes de los cons-
tructores de catedrales, y los objetos
que salen de sus manos condensan
lo que todavía es la capacidad hu-
mana de fabricar signos, usando su
cuerpo directamente sobre los mate-
riales del mundo. interactuando
amorosamente con el cuerpo fértil y
fecundo de la tierra. En algunas cul-
turas. como la japonesa, se requieren
muchos años de experiencia para
dominar artes y oficios aún sagrados
como el Origami, el Okebana o la
metalurgia. y se llega en la vejez a
ser maestro de algo tan inútil -ante
los ojos contemporáneos- como
plegar papel y simular palomas con
perfección.
En cada pieza moldeada o producida
por un artesano o un artista, por un
carpintero o un alfarero, se guarda
tiempo humano, y cuando en este
tiempo se invierte una gran carga de
sentido, el significado se transforma
en una suene de energía siempre
presente en el objeto: esta energía,
que por rnileruosha sido mágica, es
precisamente el significado y es la
que se guarda en los obieros sagra-
dos -amuletos, dijes. joyas, reli-
quias, ornamentos, templos...
, . Elreto de
la humanización
del individuo es pasar
de ser espectador y
usuario de la cultura
a ser protagonista
y creador de
la misma.
 17

Los seres humanos tenemos un apre- de pensamientos. En lugar del paisaje mas logra obtener una espada anti-
cio especial por objetos cargados de natural LJ especie humana diseña su gua usada por un importante perso-
significado. Muchos de ellos no lle- propio pl'-.1¡e como '1 modelara un naje historico, la colocará en un lu-
nen un gran valor económk '. pero inrnens ~ l ~tX.1J l ¡r;n b del glr de preferencia que resaltará su
en cambio son capace- de tran-por- cual mover-e } en el cual depr 'u ,¡gnificado. De e te modo. cuando
tar inmensas canudaoe- lA: -er.ticlo: r.l...-tro pretensión de eternidad. 1mitarru , a alguien a nuestra casa.
recuerdos. alegria- ~ NJL ' con- e-tamos abriendo un espacio en el
suelo. compaña La 00tem' que he- J.;¡ ~~ '3 es el
lugar de los significados cual puede -er lei~ una amplio es-
rno- "tübIoO de n ser amado o que familiares. En ella están dispuestos pectro de lo que somos } de las co-
con-unrven rcliqulk- tu'tónea, o he- los objetos que los miembros de la sas que no' interesan. Quizá sea por
ren - de farmlía ru pueden ser familia han podido obtener a base esto que usualmente no se lleva a la
!XK"'. en 'enta, o ser regalados a de esfuerzos (por la dificultad econó- casa sino a las personas con quienes
1l!!Uen rna-. o ser relegados a un mica de obtenerlos o por el trabajo se tiene un cierto grado de confianza
nncon a no ser que les quitemos ro- invertido en elegirlos). De acuerdo y, en cambio, se evita hacerlo cuan-
(J 'u -ígníñcado, su magia, su ener- con el significado que tienen la co- do no e quiere permitir que otros
gía. Cuando alguien deja de amar a sas se disponen los espacios, las ingresen al mundo personal.
una persona y pretende olvidarla ini- prioridades. Si una familia ha trabaja-
cia rituales de eliminación de los ob- do arduamente para obtener un refri- Igual que las casas nos hablan de sus
jetos en los cuales se halla presente gerador o un televisor. seguramente dueños, las ciudades nos hablan de
el otro. Por el contrario, cuando al- los colocará en la sala de la casa, de sus habitantes. Hay ciudades en las
guien desea expresar su afecto y su forma bien visible para los vecinos o cuales abundan los espacios públicos
deseo de estar con alguien a quien visitantes. Si un coleccionista de ar- que invitan al encuentro y a la con-
ama, le ofrece objetos en los cuales
deposita significados paniculares: re-
galos de aniversario, recuerdos de
viaje, prendas de vestir. flores, joyas
o. en muchos casos, objetos salidos
de su propias manos. Y para que
tengan significado, carga estos obíe-
(Os de un sentido casi mágico, me-
diante acciones que van desde selec-
donar la ocasión en que será ofren-
dado, hasta el proceso de búsqueda
y el ritual de la entrega. Aquel objeto
ya no es igual a otros similares, a no
ser que quien reciba el presente sea
incapaz de hallar en todo esto un va-
lor y un mensaje acorde con sus pro-
pios deseos y sentímíentos,

El lenguaje del espacio

Así como se fabrican objetos y se les

asigna un poder particular para co-
municar sentimientos, ideas y formas
de relacionarse con el mundo, tam-
bién lo eres humanos fabrican su
espacio, como si fuera un inmenso
cuerpo en el cual albergar su mundo
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versación: son esas ciudades hospita-
larias en las cuales hay parque. pla-
zas, fuentes, cafés con mesas al aire
libre. En ellas se camina por las ca-
lles tranquilamente. Otras urbes son
inhóspitas, atiborradas de objetos,
sus casas protegen su rostro con al-
tas tapias que muestran una intimi-
dad hermética, los altos edificios
ocultan una multitud impersonal y
fría, los pocos espacios públicos
existentes están invadidos por mer-
cados informales que producen des-
confianza y no permiten el reposo,
los monumentos que hablan de la
historia se hacen invisibles entre el
desaseo y el caos. Italo Calvino nos
remite a esta reflexión desde la ciu-
dad de Támara:
"La mirada recorre las calles como
páginas escritas: la ciudad dice todo
lo que debes pensar. te hace repetir Sil
discu rso, y mientras crees que visitas
Támara, no haces sino registrar los
nombres COIl los cuales se deftne a sí
misma y a todas sus partes. Cómo es
verdaderamente la ciudad bajo esta
apretada envoltura de signos, qué
contiene o esconde, el hombre sale de
Támara sin haberlo sabido. n.
Las ciudades se convierten en los
grandes depósitos de signos de la es-
pecie humana. En sus inmensos
cuerpos de piedra labrada, ladrillo.
acero y c~reto se guarda una vida
interior tan activa como las operacio-
nes de las cien mil millones de neu-
ronas de un cerebro: hombres )' mu-
jeres que garrapatean sin cesar para
poner sus ideas en palabras. libros.
bibliotecas; pintores que buscan an-
siosamente un nuevo color, una nue-
va forma, un sentimiento traducido
en alguna textura: músicos)' compo-
sitores que codifican las ondas de so-
nido sobre los pentagramas o los
conservan en cintas magnetofónicas,
discos láser o videos; centros de
computación que digitan compulsi-
varnenre bases de datos que, como
una gran memoria, puedan conser-
var los recuerdos de la vida humana
)' traerlos al presente en el momento
deseado; diseñadores e ingenieros
Los seres
humanos no tenemos
otra manera de
acercarnos a
la realidad sino a
través de signos.
que inventan nuevos objetos que
puedan satisfacer las necesidades de
los humanos, cada vez más incapa-
ces de subsistir por sí mismos dentro
de la limitación de sus capacidades
biológicas. Se requieren aviones para
suplir la incapacidad de volar, trenes
de alta velocidad para llegar donde
las piernas. no llegarían, microsco-
pios que vean lo que el ojo no dis-
tingue, estaciones de radio y televi-
sión que lleven la voz y la imagen
más allá de la presencia física, naves
espaciales que escuchen los sonidos
de las galaxias...
En pocas palabras ...
A veces la tradición nos juega malas
pasadas, especialmente en el mun-
do escolar. Pensamos que hacemos
bien las cosas cuando dedicamos
gran parte de nuestro tiempo a pre-
sionar a los niños con el programa,
con los cuadernos, con el dictado.
Sentimos que los niños están pro-
gresando cuando responden cum-
plidamente a nuestras exigencias y
gradualmente mejoran su caligrafía
O se hacen más hábiles en resolver
operaciones de aritmética,

¿Pero qué significa para ellos la vida?
¿Qué significado tienen los objetos
que están a su alrededor? ¿Cuándo
tienen tiempo para acercarse a com-
prender el significado de las decenas
de programas de televisión que ven
cada semana' ¿Cuándo tienen opor-
tunidad de desbaratar un aparato
electromecánico para ver cómo fun-
ciona? ¿Cuándo tienen tiempo para
decir todo lo que piensan con res-
pecto a los planetas, los dinosaurios,
la violencia, la matemática, el baile?
Todas estas preguntas tienen que
ver con el lenguaje: el de la vida, el
de la ciencia, el de las cosas, el del
afecto ...
Los seres humanos no tenemos otra
manera de acercarnos a la realidad
sino a través de signos. Signos del
cuerpo, signos de la palabra, signos
musicales. Signos que relacionados
de una forma panicular en una gra-
mática, se convierten en lenguajes.
De esta manera se componen los
idiomas y la música; los mapas y los
diagramas de circuitos integrados.
Hay un lenguaje de la estadística y
uno de la química. Todos ellos tie-
nen sus signos, sus reglas, su forma
de escritura.
Pero también hay lenguajes para la
vida. El amor y el sexo tienen sus sig-
nos y su gramática que se elabora a
lo largo de la vida y aprende a expre-
sarse mediante el gesto, la mirada, la
caricia, la postura. También se vale
de la palabra, la poesía o la música.
Las cosas que usamos cada día, la ro-
pa, los electrodomésticos, los vehícu-
los, tienen su forma de entenderse
con nosotros y de ser signos para en-
tendernos con los demás. De esta
forma, nuestra manera de actuar, la
manera en que miramos o saluda-
mos, el vestuario que llevamos, cons-
tituyen un lenguaje que permite adi-
vinar quiénes somos, qué nos gusta,
qué deseamos ... En fin, todos los mo-
mentos de nuestra vida pasan por al-
guna forma de lenguaje. Entre los
lenguajes de la vida están la cocina,
la moda, los modales, el baile, las
normas de urbanidad que se estable-
cen en las diferentes comunidades ...
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Con estas reflexiones vale la pena re-
pensar el papel de la escuela. ¿Cuán-
tos de estos lenguajes están apren-
diendo los niños y jóvenes? ¿Cuánto
saben del mundo que los rodea? ¿Es-
tán aprendiendo el lenguaje de la ter-
nura, de la solidaridad, de la sonrisa?
¿Si un día se hallaran en medio de
una ciudad desconocida podrían
comprenderla para no sentirse com-
pletamente perdidos? ¿Saben usar las
cosas de su entorno para no dañarlas
y para que no los dañen? ¿Saben co-
cinar, saben combinar los colores, sa-
ben bailar,saben saludar?
Si pudiéramos contestar un sí rotun-
do a cada una de estas preguntas y
a otras similares, tendríamos la cer-
teza de que nuestros alumnos son
"cultos", es decir que conocen bien
su cultura, que hacen parte de ella,
que s·e pueden expresar en este
mundo cultural. Si además leen y
escriben -rnuy bien, saben dibujar y
cantar, si pueden comprender las
matemáticas y la física, por fin po-
. dremos decir que estos jóvenes tie-
nen una excelente educación, que
la escuela, la familia y la sociedad
han hecho de ellos personas huma-
namente productivas. *
• C¡h'ino, [talo. las oucbdc5~. Ed, ,\lincnuro. MáxD, 1993
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