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 LA ATMOSFERA COMO HABITAT Y MEDIO DE

DISPERSIÓN MICROBIANA
Aunque la atmosfera resulte un medio hostil para los microorganismos, existe un
número significativo de ellos en la troposfera inferior donde, a causa de los gradientes
térmicos, se produce una mezcla rápida de aire ya que el movimiento a través del aire
es el principal medio de dispersión de los microorganismos. Algunos han elaborado
adaptaciones especializadas que favorecen su supervivencia y dispersión dentro de la
atmosfera. Ciertas enfermedades víricas, bacterianas y fúngicas se diseminan a través de
la atmosfera causadas por esos microorganismos.
La troposfera puede proporcionar hábitat temporales para los microorganismos. En las
nubes hay concentraciones de agua que permiten su crecimiento. La intensidad lumínica
y la concentración de dióxido de carbono de las nubes son suficientes para favorecer el
crecimiento de microorganismos fotos autótrofas. En zonas industriales puede incluso
haber suficiente concentración de sustancias químicas inorgánicas en la atmosfera para
permitir el crecimiento de algunos heterótrofos.
Muchos microorganismos que crecen en la hidrosfera o en la litosfera pueden
transportarse por el aire, pero no se conocen microorganismos atmosféricos autóctonos.
Durante la dispersión, los microorganismos acuáticos y del suelo pueden entrar y pasar
a través de la atmosfera antes de alcanzar otros ecosistemas acuáticos o terrestres
favorables. La dispersión a través de la atmosfera garantiza la supervivencia de muchos
de ellos.
Algunos son transportados por el aire como células vegetativas activas, pero en la
atmosfera lo más común es que los microorganismos se encuentren en forma de
esporas. Las esporas incluyen cistes, soredios y otras estructuras de resistencia no
vegetativas. En términos metabólicos, las esporas son menos activas que las células
vegetativas están mejor adaptadas a la supervivencia en la atmosfera. Las esporas cuya
primera función es la dispersión se conocen como xenosporas.
Las esporas presentan algunas propiedades que contribuyen a su capacidad para resistir
el transporte a través de la atmosfera. En primer lugar, tienen una" tasa metabolice muy
baja, de manera que no necesitan nutrientes ni agua del exterior para generar suficiente
energía para mantenerse durante periodos prolongados. Esto es esencial para la
supervivencia en la atmosfera debido a la escasez de agua y nutrientes.
La germinación de una espora requiere un ambiente favorable para el crecimiento. La
actividad metabólica de las células vegetativas necesaria para el mantenimiento de la
integridad celular no puede realizarse durante mucho tiempo en la atmosfera. Una vez
que los materiales internos de reserva de la célula se han agotado, las células vegetativas
en la atmosfera no pueden generar suficiente energía para mantener las funciones
vitales, y mueren.
La producción de esporas alcanza números muy elevados; algunos hongos, por ejemplo,
superan las 1012 esporas por cada cuerpo fructífero al año. Un porcentaje muy elevado
de ellas no sobrevive al desplazamiento por la atmosfera hacia los hábitats que
favorecerían su germinación. Diversas adaptaciones para salir indemne tras su paso por
la atmosfera. Algunas tienen paredes extraordinariamente gruesas, que las protegen
contra la desecación extrema; las hay pigmentadas, lo cual aumenta la protección a la
exposición a radiaciones UV perjudiciales. El tamaño relativamente pequeño y la baja
densidad de las esporas les permite ser transportadas de un sitio a otro durante periodos
largos antes de sedimentar. Las esporas suelen ser relativamente ligeras; incluso pueden
contener vacuolas de gas. Presentan morfologías muy variadas; algunas tienen forma
aerodinámica, que les resulta favorable para desplazarse horizontalmente a través de la
atmosfera
Las gotas de lluvia crean vibraciones en estas estructuras que rompen las fuerzas de
adhesión, permitiendo así la liberación de las esporas.
Existe una serie de mecanismos adaptativos que permiten la descarga de esporas
microbianas.
Esporas y células microbianas vegetativas se valen de la capacidad de aerotransporte
para asegurar su supervivencia. Algunos microorganismos se liberan en forma de
gotitas por medio de la tos y de los estornudos humanos o de otros animales. Ese modo
de liberación es una importante vía de dispersión a la atmosfera de algunas bacterias y
virus animales. La mayoría de los microorganismos soportan un corto desplazamiento
(de unos pocos milímetros) a través de la atmosfera, pero son muy pocos los que
resisten el transporte a largas distancias puesto que la desecación provoca la pérdida de
viabilidad, especialmente en las capas bajas y durante el día. De algunos
microorganismos se cree que poseen adaptaciones que les permite una exposición
prolongada a las duras condiciones de desecación.
La exposición a radiaciones de longitud de onda, como la luz ultravioleta, es otra causa
importante de perdida de viabilidad de los microorganismos en la atmosfera. Los
microorganismos que son transportados en la atmosfera en "balsas", como las partículas
de polvo o de suelo, pueden tener alguna protección contra los efectos perjudiciales de
la radiación UV. Algunos microorganismos se protegen mediante pigmentos. Cuando se
exponen a la luz UV, los hongos y bacterias pigmentados sufren menos daño que las
especies carentes de pigmentos.
La exposición a la luz del sol en el aire es letal para las cepas no pigmentadas. La
presencia del pigmento amarillo parece conferir a dichas bacterias protección contra los
rayos solares.
En ausencia de aire no se produce el efecto letal, lo cual parece indicar que la muerte
inducida por la luz es un proceso de foto oxidación que requiere oxígeno.

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