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la vigencia de lo vigente.
Para Hume no sólo no es posible conocer las cosas, sino que tampoco es posible saber si
existe una realidad objetiva. Desde esta visión se declara como metafísico cualquier
intento de discusión sobre lo objetivo, pues para Hume lo único que el hombre puede
saber está limitado a su conciencia y sensaciones.
¿Por qué Materialismo? Porque todo lo que existe es producto del desarrollo de la
materia. La naturaleza, la conciencia, la sociedad, el desarrollo, el espíritu es producto
de la materia. El mundo material, conocido por los hombres a través[1] de los sentidos y
explorado por la ciencia, es real. El pensamiento es un producto de la materia (el
cerebro) sin el que no puede haber ideas con existencia propia.
¿Por qué Dialéctica? Porque se centra en la idea que todo en la naturaleza está en un
constante estado de cambio y que este cambio se produce a través de una serie de
contradicciones internas.
La Dialéctica no se ocupa sólo de los hechos, sino de los hechos en su conexión, de los
procesos, no sólo de ideas aisladas, sino de leyes, no sólo de lo particular, sino de lo
general. Un pensamiento dialéctico afirma que la ley de lo real es la ley del cambio. Hay
transformaciones incesantes, tanto en la naturaleza inorgánica como en el mundo
humano. No hay principios eternos, las concepciones humanas y morales se transforman
de una época a otra. El mundo real implica una progresión cualitativa, desde la
naturaleza inorgánica hasta el mundo humano que también es cambiante.
El Materialismo Dialéctico nos señala que debemos considerar las cosas y la vida como
son en la realidad. Que hay fenómenos ideales y materiales. Son dos aspectos diferentes
de una misma naturaleza o sociedad. No puede existir uno sin el otro. Existen y se
desarrollan juntos. Lenin expuso en su obra [2]“Materialismo y Empirocriticismo” que
“el mundo material percibidos por nuestros sentidos, al que nosotros mismos
pertenecemos es la única realidad, nuestra conciencia y nuestro pasado, por
suprasensibles que parezcan no son más que productos de un órgano material y
corporal: el cerebro”. En esa misma tesis Lenin explicó que “la materia no es producto
del espíritu; pero el espíritu mismo no es más que producto superior de la materia”.
No existen las cosas aisladas, sino en múltiples relaciones y estas relaciones no son
unilineales sino reciprocas. “El materialismo pone conscientemente en la base de su
teoría del conocimiento la convicción “ingenua” de la humanidad... consiente en admitir
que las cosas, el medio, el mundo existen independientemente de nuestra sensación, de
nuestra conciencia, de nuestro Yo y del hombre en general” (Lenin). El materialismo
dialéctico concibe al conocimiento como un proceso complejo.
C) La verdad objetiva
En esta gran dicotomía intelectual, creemos enraíza una de las polémicas más
sustanciales entre las filosofías contrarias al materialismo dialéctico. Desde el idealismo
racionalista hasta el realismo crítico se dieron respuestas a estos supuestos planteados
por Engel, que posteriormente con el devenir de las ciencias sociales y naturales irán
perdiendo la supremacía que supieron tener: primero los que creían que el espíritu
estaba antes que la naturaleza y, que por lo tanto, reconocían en última instancia, una
creación del mundo bajo una u otra forma, es decir, una visión idealista de la cuestión.
Desde esta concepción las cosas reales quedan suprimidas, sólo existen dos clases de
objetos, los de conciencia (representaciones, los sentimientos) y los ideales (los objetos
de la lógica y de la matemática). Por lo tanto, este idealismo va a considerar
necesariamente los presuntos objetos reales como objetos de conciencia o como ideales.
Dicho en otras palabras, toda realidad está encerrada en la conciencia del sujeto: las
cosas no son nada más que contenidos de la conciencia, tanto pronto como dejan de ser
percibidas por nosotros, dejan también de existir. Para este idealismo, la conciencia con
sus variados contenidos es lo único real.
Uno de los representantes de esta línea es el filosofo inglés Berkeley, aunque debemos
decir que el idealismo tiene sus bases en la filosofía clásica. Para Berkeley el ser de las
cosas consiste en su ser percibidas; “la pluma que tengo ahora en la mano no es otra
cosa que un complejo de sensaciones visuales y tácticas. Detrás de estas no se halla
ninguna cosa que la provoque en mi conciencia, sino que ser de la pluma se agota en su
ser percibido”. Esta línea intelectual será completada años después por David Hume,
quien dirá “no hay posibilidad de demostrar el origen objetivo de las sensaciones”.
El otro extremo intelectual estaba representado por los que reputaban la naturaleza
como principio fundamental, adhiriendo a distintas escuelas del materialismo, pero
alejados del pensamiento dialéctico. Algunos autores entendieron esta corriente
intelectual también como “realismo”, una posición epistemológica según la cual hay
cosas reales, independientes de la conciencia.
Las cosas son para este “realismo ingenuo”, como llama Hessen, exactamente tales
como la percibimos; los colores que vemos en ellas les pertenecen como cualidades
objetivas, lo mismo pasa con su sabor, su dureza o blandura. Sin embargo, dentro de
esta línea aparece un “realismo crítico” que se acerca más al materialismo dialéctico
pero que más allá de su cercanía será refutado por en el pensamiento Marx.
El realismo crítico cree que todas las propiedades o cualidades de las cosas que
percibimos solo por un sentido, como los colores, los sonidos, los olores únicamente
existen en nuestra conciencia. Es decir, que estas cualidades surgen cuando
determinados estímulos externos actúan sobre nuestros órganos de los sentidos.
Marx concluyó en torno a las primeras concepciones filosóficas con una critica cardinal
que forma parte de su pensamiento materialista dialéctico: ambas filosofías concebían la
esencia del hombre en forma abstracta, por cuya razón se limitaron a explicar el mundo
cuando en realidad se trata de transformarlo.
En cuanto a las polémicas del materialismo dialéctico con respecto a los nuevos
paradigmas, el primer debate puede situarse en torno al antagonismo del materialismo
dialéctico con respecto a la concepción metafísica, la cual imagina la realidad como
algo estático, concibe los cambios como mínimos e impulsados por fuerzas externas.
Esto nos lleva a pensar en que las cosas no pueden cambiar, al conformismo, a la
adaptación. Las cosas son así, siempre fueron así y así seguirán siendo. Frases como
“siempre hubo pobres” podrían acomodarse a este modelo epistemológico.
Este método dialéctico concibe a las cosas y sus reflejos conceptuales esencialmente en
su conexión, en su encadenamiento, su movimiento, su origen y su perecer. Dice Engel:
“la naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica, y tenemos que reconocer que la
ciencia moderna ha suministrado para esa prueba un material sumamente rico y en
constante acumulación, mostrando así que, en última instancia, la naturaleza procede
dialéctica y no metafísicamente”.
BIBLIOGRAFÍA.
[1] “... él no veía con lo ojos sino a través de ellos.” William Blake. Nuevos
Paradigmas, Cultura y Subjetividad. Dora Freíd Schnitman. Pag.91.