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Ante la ley (Franz Kafka)

Interpretación.
Ante la ley hay un guardián, el guardián representa desde mi punto de vista a
un abogado, juez, fiscal, magistrado es decir los guardianes de la ley o los
guardines del derecho; mientras que el campesino representa al pueblo a cada
uno de nosotros, personas que saben de Derecho o aquellas que desconocen
de este. Y ante la ley representa la justicia que todos por derecho debemos
tenerla sin discriminación alguna y no debe existir ningún obstáculo para poder
cruzarlo (tenerlo).

Entonces hoy en día hay tantas personas que lo único que quieren es justicia
que respeten sus derechos que no se vulneren sus derechos como el
campesino

Un campesino humilde (qué puede saber de derecho) llega a las puertas de la Justicia, las
grandes, pesadas, tantas veces mencionadas, jamás franqueadas, puertas del Derecho.
Cuando el campesino está por atravesar esa puerta, aparece un guardián. El campesino se
detiene. Hablan. El campesino siente miedo.

Descubre que no hay una relación directa con sus derechos, están también los mediadores: los
abogados guardianes de la ley. Ante ellos debe presentarse. Pedir permiso. Decide no pasar.
No entrar (al Derecho). Prefiere esperar. Se queda en un costado. Pasan las horas, los días,
los años. El campesino ve su vida diluirse, sin atreverse a pasar la puerta, franqueada por el
enorme guardián, que le advierte: detrás mío hay otros guardianes, cada uno más grande e
intimidante que el anterior. Son los guardianes del Derecho. De la Justicia. El acceso al
derecho debe ser libre. Justo. Pero no. Pasan más años. El campesino ha envejecido. Respira
con dificultad. Cuando está a punto de morir, el guardián se acerca. El campesino, intimidado,
le pregunta: ¿por qué, si ésta es la puerta de la Justicia, nadie más que yo ha venido a
cruzarla, porque he estado siempre solo? El guardián, subiendo la voz para que el campesino
escuche bien, le contesta al oído: porque nadie más que tu podía cruzarla. Esta puerta estaba
abierta solo para ti. Ahora voy a cerrarla.

Era la puerta de la Justicia. El campesino encarna al pueblo. El guardián es el abogado. O el


juez. O el profesor de derecho. O la asociación de magistrados: los guardianes de la ley. Sus
intérpretes.
La metáfora del guardián del derecho de Kafka es famosa. Es una ironía con los que se dicen
guardianes de un Derecho que no fue defendido con el mismo ahínco cuando los golpes de
Estado se hacían en nombre de la Constitución y la democracia. O cuando solo las madres
salían a la calle a denunciar el secuestro y asesinato de sus hijos. No había guardianes.
Defender la Constitución es defender las garantías. Defender la Constitución es defender el
Derecho. Los derechos. La identidad. Que durante muchos años no podía ser conocida.

La metáfora de Kafka apunta a un derecho esencial: el acceso a la Justicia. Que es el acceso a


la palabra. Acceder al derecho es tener identidad. Esto es lo que ha hecho, durante muchos
años, el derecho argentino. Devolver la palabra. Abrir las puertas. Tener memoria. Atreverse a
pensar (lo que no podía ni debía ser pensado: el propio Derecho). Jerarquizar el derecho es
acabar con los juicios simbólicos y empezar con los juicios reales; jerarquizar e independizar la
Justicia es atreverse a pensar. La Justicia independiente no hacía un solo juicio de derechos
humanos hasta que la política, la tan denostada y vapuleada política, le mostró el camino de la
independencia al Derecho. Ayudó a dar ese paso (que el Derecho, por sí solo, no daba).

Cuando se denuncia el control político, donde política es Res pública, lo que se defiende, por
oposición, entonces, es un control privado de la Justicia que debe quedar callado detrás de
bambalinas, digitando. Lo que no quiere ese poder es que lo nombren (de allí su temor a la
palabra). Precisamente eso es lo que quiere la democratización: democratizar. Desprivatizar el
Derecho. Rancière, que rescata lo político, sostiene que la política es la revancha de los
silenciados. La democratización sería, en el plano judicial, acabar con el silencio. En los
términos de Kafka, terminar con los Guardianes del Derecho. Democratizar es visibilizar
intereses que se presentan como “independientes”. Politizar es obligar a decir lo que se
esfuerza en quedar callado. Como neutral. Esta es la misión de la memoria. Politizar es poner
todas las cartas sobre la mesa. Es utilizar la palabra política en su sentido genuino, original,
elevado. (La política está en los orígenes de la Justicia, hoy se usa la palabra política como
antónimo del Derecho.) Recuperar ese sentido (de la política) es, precisamente, el sentido de la
democracia.

La República está en peligro cuando a un pibe lo torturan. Son chorros. No son personas. “A
ver si así aprenden” (ese lenguaje policial cultural–judicial argentino puede parecer casual, no
lo es, es la encarnación milenaria del pathei mathos, que aún subsiste en nuestro derecho,
pero que viene de la tragedia en la Antigüedad, donde nació, a su vez, la democracia). Los
delincuentes no tienen derechos humanos. Que sufran. Los que cuestionan el garantismo de la
Constitución se alzan de repente en defensa de la Constitución y sus garantías, los que
callaron mientras la República desaparecía dicen con cinismo y falso humanismo que con la
democratización del Derecho y la Justicia “la República desaparece”, que la memoria no es
derecho sino “venganza”. El debate por el Derecho y el funcionamiento de la Justicia argentina
no empezó ahora. Hace diez años que, con altos y bajos (garantismo-antigarantismo,
matrimonio igualitario, Ley de Identidad de Género, memoria-impunidad, nueva ley de salud
mental vs. modelo tutelar manicomializante. Todas estas discusiones esconden la
democratización del Derecho, la idea de ver como nuevos sujetos con palabra donde antes se
veía objetos a “tutelar”, sin derechos, “enfermos”, “locos”) se viene dando todos los días.

La Memoria es el debate por la democratización y la palabra. La democratización pone en


peligro el negocio de los guardianes (curadores–jueces-fiscales). Su secreto mejor guardado.
La idea de “curar”, en vez de escuchar. La idea de “representar”, en vez de dejar que el otro
hable. La idea de dar –e imponer– sentencias. En vez de hacer derechos.

l guardián del derecho de Kafka es famosa. Es una ironía con los que se dicen guardianes de
un Derecho que no fue defendido con el mismo ahínco cuando los golpes de Estado se hacían
en nombre de la Constitución y la democracia.

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