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Ilse Andrea Carranza Ramírez

CUEK- Maestría Psicoterapia Psicoanalítica de Niños y Adolescentes


Formaciones Sintomáticas Infantiles

El cuerpo habla

El dolor y la enfermedad son formas de lenguaje que la psique utiliza para hacer
notar que hay material del inconsciente manifestándose. En Teatros del cuerpo se
menciona que es de suma importancia hacer la distinción primordial entre cuerpo y
organismo, las percepciones del cuerpo de las sensaciones (sentidos) va a surgir
el sufrimiento, y aquí es donde no hay palabras. Se podría explicar el desamparo
psicológico como si sobrepasara a la capacidad de defensa del Yo, en donde
existe una vulnerabilidad narcisista y se van a generar resistencias, pensando en
las resistencias como una fuerza interna que teme la desaparición de los
síntomas, a pesar del sufrimiento que causan.

De aquí surge la importancia de la relación simbiótica del bebé, él es la extensión


del cuerpo de la madre, no hay distinción entre él y el objeto. Después la
conciencia del cuerpo se va a construir por la separación, y la imagen del cuerpo
será introyectada. Esto porque tiene que haber un límite con el cuerpo del otro, el
establecimiento de una diferencia que tiene que ver con la carencia, con la falta.

En las enfermedades psicosomáticas se podría decir que existe un repudio


psicológico a las representaciones, fantasías, delirios, privasiones, va a haber una
represión, en la que Freud propone la representación primaria, una cosa, algo
visual, una imagen y una representación secundaria, una palabra, auditivo,
simbólico. Aquí el objeto se representa en “algo” unido a un afecto, la huella
mnémica, algo capta de ella, no todo. No hay representación si no hay falta, la
representación se reprime, y el afecto se suprime.

En el Cuerpo y el otro, se menciona que la imagen corporal se constituye del


sujeto deseante, la imagen corporal narcisista tiene como precursor el rostro
materno.

El cuerpo, más allá de lo biológico, en el encuentro con el otro de los cuidados, irá
vivenciando y a la vez creando, marcas que tendrán que ver con el dolor y la
satisfacción. A la asistencia adecuada de sus necesidades corporales, se sumará
un plus, en donde la libidinización, delineará un cuerpo pulsional. Entonces ¿se
podría pensar al cuerpo en el autismo articulado solo en función de ciertos
significantes al Otro? Pareciera ser un cuerpo totalmente ajeno, que no da señales
de registro de dolor o frío, por ejemplo, al golpear objetos o estar descalza en el
patio con bajas temperaturas.

En “El nacimiento del Otro” (1980) de Rosine y Robert Lefort, se pudiera


responder a esta pregunta, ya que dan cuenta de las perturbaciones en el cuerpo
que presentaba una niña autista llamada Marie - Françoise. En donde entienden
esta perturbación como el efecto de la ausencia de articulación entre Simbólico y
Real; el significante y lo real siguen caminos paralelos, pero no llegan a juntarse,
hay entonces una imposibilidad para alcanzar la constitución especular, comentan
los autores, en tanto el Otro no tiene existencia para el niño.

Esteban Levin ha hecho contribuciones importantes en el campo de la


psicomotricidad, al plantear que bajo el psicoanálisis es el deseo del sujeto el
elemento fundamental que moviliza la clínica psicomotriz, desmarcándose así la
práctica psicomotriz de las orientaciones reeducativas, haciendo énfasis en la
posibilidad de trabajar con niños Autistas.

Levin plantea que la clínica psicomotriz (psicomotricidad con enfoque


psicoanalítico) se centra en el cuerpo de un sujeto deseante y ya no en una
terapéutica basada en objetivos y técnicas. Su planteamiento dice que el cuerpo
no es la realidad porque el lenguaje lo atraviesa, lo transgrede y trasciende, hasta
hacerlo existir fuera de su pura sensación carnal.

Con el aporte del psicoanálisis se da un giro conceptual fundamental, ya no se


centra la mirada en un cuerpo en movimiento, sino en un sujeto con su cuerpo en
movimiento. Ya no se trata de una totalidad, sino de un sujeto escindido, con un
cuerpo real, imaginario y simbólico. La inclusión de lo inconsciente trastoca la
mirada, diferenciándose de las relaciones terapéuticas empáticas o destinadas a
la expresión o la catarsis emocional.
Es así como surge la clínica psicomotriz, comenta Levin, que implica ocuparnos
del sujeto, no de la persona; de la transferencia y no de la empatía; de la vertiente
simbólica y no de la expresiva. Los afectos y las emociones no son constituyentes,
sino epifenómenos de lo que a través del significante se opera en el deseo. Lo
inconsciente opera como efecto de estructura, la única manera de considerarlo es
en la transferencia.

Sin embargo en esta clínica existen implicaciones, como ver al sujeto y


reconocerle un saber; lo sensoriomotor se vincula al otro a través del deseo,
reconociendo que uno está en falta y el saber no se debe transformar en poder; se
asume una posición ética frente al sufrimiento del otro, de esta forma haciendo
notar que es posible trabajar con niños Autistas desde esta clínica.

En lo personal, me parece muy atinada la forma de trabajo, sin embargo considero


que requiere una preparación constante y gran experiencia clínica para poder leer
adecuadamente la transferencia y contratransferencia.

A manera de conclusión, se reafirma lo que menciono anteriormente, el lenguaje


atraviesa el cuerpo, el lenguaje del padre o madre, atraviesa el cuerpo del niño, es
importante siempre recalcar la historia y darse el tiempo para poder recopilar los
antecedentes familiares de una forma detallada.

Definitivamente una clínica que demanda escucha, observación y análisis.

Referencia bibliográfica

MCDOUGALL, J. (1989) Teatros Del Cuerpo, Editorial: Julian Yebenes S.A.1966


LEVIN, E. (1991). La clínica psicomotriz. El cuerpo en el lenguaje. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión.
ROSINE Y ROBERT LEFORT(1980). El nacimiento del Otro, Publicado en: Práctica entre varios, tomado de :
https://practicaentrevarios.wordpress.com/tag/rosine-y-robert-lefort/

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