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Traduccién de LuctaNo PaDLLa LOrez ARMANDO PETRUCCI LA CIENCIA DE LA ESCRITURA Primera leccién de paleografia Fono pe Cutrura ECONOMICA ‘Mexico ~ ARGENTINA ~ BRAS. - Cui - Cotowaia - Esra Estao0s Untbos De Avénica- GuarewaLa- Pend - Venezueia Drimera edici6n en italiano, 2002 Primera edicin en espatil, 2003 © 2002, Gius, Lateraa & Figli Spa, Roma-Bari Edicidn en espafil realzada con la intermediaci6n dela Agencia Literaria Eulama D. R. © 2002, FonDo DE CutTuaa EcONOMICA DE ARGENTINA, S.A. El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires ‘e-mail: fondo@fee.com.ar J wowfee.com.ar ‘bs. Picacho Ajusco 227; 14200 México D.R ISBN: 950-557-562-9 Fotocopiat libros exté penado por la ey Prob sa protucin lo pac pe cae edi de imps 0 Thal en forma denen, cracada 0 modeada, en easellano oe cla se icm, sn In autracén expres ce a edo TINh = Prive n ARGENTINA rez) Twpneso EN Ux ARG Hecho el depésto que mares I Presentacién Es, o hubiera querido ser, una micro- historia, la historia de un offcio y sus dersoas, riunfosy miseris, tl como todos desean contar cuando sienten présimo a cerrarse el arco de su catre- ray el arte deja de ser largo. Primo Lev, El sistema periddico El mfo es un trabajo que dice algo so- bre algo de otro. ‘aut STeINsenc, Reflejos ysombrar El ambito de investigacién (o, si se prefiere, el étea disciplinaria) a la que este libro se reficre es, segtin lo indica el titulo, a “paleogra- fia’. ‘Pero cual paleografia? La de antigua tradicién, es decir, Ia “ciencia de las antiguas escrituras, imitada, no obstante, a las de los documentos de cardcter no monumental” (Luigi Schiaparelli en 1935), 0 bien la “global” reivindicada ya desde 1952 por el gran estudioso francés Jean Mallon, “que debe ocuparse de los monumentos grificos de todo tipo y naturaleza y, en cada uno de los casos, de modo total”, en definitiva, de todos los testimonios escritos de una determinada tradicién cultural y lingifstica? La opcién reivindicada aqui es, para seguir la linea mallo- niana, la de unaldisciplina que se configure com i. ca “historia de Ta cultura escrita” y que por ello se ocupe dela 7 5 LA CIENCIA DE LA ESCRITURA historia de la produccién, de Jas caracteristicas formal Igrasorsocule de lresattars 'y de los testimonios escritos en uuna sociedad devermin: i beni ‘cas los materiales usilizad Para citar nuevamente a Mallon: “El 4mbito es inmenso: tan inmenso que nadie en el mundo podria pretender explorarlo por completo. Solamente se puede vagabundear por él; de estos ‘vagabundeos uno siempre regresard trayendo algo consigo’ femds del objeto de investigacién caracteristico, toda drea disciplinaria es definida por elfmétodo, que en nuestro caso es [cl indiciatio, de relevamiento y de andlisis formal y comparati- vo de las caracterfsticas grdficas y materiales de cada uno de los testimonios escritos tomados en consideracién} y por el orden de los|problemas que se propone afrontar durante el andlisis,\ que pueden resumirse en estas preguntas: ¢Qué?En qué consiste el texto escrito, qué hace falta trans- ferir al cédigo gréfico habitual para nosotros, mediante la doble operacién de lectura y transcripcién, 2. gCudndo? Epoca en que el texto en sf fue escrito en el testimonio que estamos estudiando, 3. gDénde? Zona o lugar en que se llevé a cabo la obra de transcripcién. 4, gCémo? Con qué técnicas, con qué instrumentos, sobre qué materiales, segiin qué modelos fue escrito ese texto. 5. ,Quién lo realizé? A qué ambiente sociocultural pertene- cia el ejecutor y cual era en su tiempo y ambiente la difu- sidn social de la escritura. 6. Para qué fue escrito ese texto? Cul era la finalidad espect- fica de ese testimonio en particular y, ademés, cudl podfa set en su época y en su lugar de produccién la finalidad ideolégica y social de escribir. FRESENTACION 9 El ambito de investigacién identificado hasta ahora asi, en po- sitivo, también puede ser identificado en negativo. De hecho, ‘no ¢s la historia del libro o del documento; no es historia de los textos; no es historia de la cultura intelectual; no es historia de las culturas subalternas; tampoco es, sericto iure, historia de la escritura 0 de las escrituras. Es, © mejor, aspira ser, mds bien uuna historia, siempre renovada gracias a la confrontacién di- recta con los fragmentos escritos del pasado, de los procesos y las précticas de confeccién y uso de los productos escritos de cualquier naturaleza y de sus funciones; también, si no ante todo, en sus aspectos antropolégica y sociolégicamente més relevantes y significativos. En cuanto a la opcién explicita por un Ambito, este pequefio libro se configura como una invita- idn, articulada por problemas y cjemplos, a considerarlos tes- timonios escritos, independienteso en serie, antiguos o recien- tes, elegantes o descuidados, piiblicos privados, expuestos u cocultos, como otros tantos episodios de uno de los capitulos mis ricos y apasionantes de la historia de la humanidad: el de las expresiones escritas. Habré alcanzado su objetivo cuando sus lectores no puedan echar luego una mirada indiferente 0 descuidada sobre una tablilla encerada, un obdice medieval, un libro impreso, un graffiti o un afiche sin plantearse una serie de interrogantes y sin detenerse en una serie de problemas: pre: samente los que estas paginas intentan proponer e ilustrar a todo aquel que quiera hojeatlas. Segin Giorgio Raimondo Cardona, historiador de las es- crituras y de las lenguas, “Ia escritura puede ser todo lo que nosotros logremos leer en ella’ ante volo, Ie sue conclrne Jos hombres que la han usado y su mundo. Por tanto, realmen- te vale la pena ocuparse de ella, aunque sea vagabundeando. Yo lo hice durante toda mi vida y me divert inmensamente. 1. Los lugares y los espacios Este volumen, como ya.e mencioné en la Presentacién, se ocupa de la historia de los testimonios escritos, a los que se concibe en el sentido mis lato posible, de libros (manuscritos e impre- £08) adocumentos, de inscripciones a cartas; de graffitis a cuen- 2s, de leyendas publicitarias a volantes, de los diarios a las es- yas informéticas; y lo hace intentando contestar algunas ales eran en el pasado y cudles son en el Jos lugares @AGue tales testimonios se productan y » de alli se conservan; en suma, cudles eran y son ‘sido urbano y fuera de las ciudades, sus espacios y Pr qué, con el paso del tiempo, fentemos transitar idealmente un “itinerario de escritura” tnt ciudad istérica contemporénea: Roma, por ejem, plo, bajando de ren en Termini para ira pie hasta Piacte Sa Pietro, Ya dentro de la estacién nos encontramos rodesdes por leyen- das, horarios,avisos,carteles, pero también nos rodens diarios, fovea, libros ofecidos ala vena. Afuera se alan ante nose los dos imponentes complejos del Museo Nacional Romano; a la derecha sobre Piazza Indipendenaa, la direccién ytedaccién de La Repubblica, el segundo diatio nacional; al fonds pue- de divisar la mole de la Biblioteca Nacional Central, segundo pees: na de las cuales, como ya se a dicho, es la refed , + \ | 2 LA CIENCIA DE LA ESCRITURA gran depésito lbraro italiano; més adelante la baslica de San- | ta Maria degli Angeli oftece un auténtico panorama de ins- ctipciones expuestas en su exterior, y sobre todo en su interior, en una vertiginosa estratificacién cronolégica, usual en una “ciudad escrita’ como la que estamos recorriendo. Se baja por via Nazionale, Ia calle “moderna” y comercial, que expone a cada paso avisos publicitarios, hasta la iglesia de San Vitale, sumergida a la derecha de la calle~y en Roma toda iglesia es un depésito de escrituras monumentales~; poco més adelante el Palacio de Exposiciones ofrece ala vista, en su exterior y en st interior, escritos expuestos de los mds variados géneros. Antes de arribar a Piazza Venezia, que se entrevé como trasfondo, tuna mirada hacia la izquierda nos permite vislumbras, hacia el final de via Milano, el acceso al Instituto Central de Patologfa del Libro, con colecciones de museos anexas y una biblioteca especializada propia, Pero toda la calle, de principio a fin, en los imponentes edificios humbertinos que la delimitan a am- bos lados, esté llena de instituciones piiblicas y privadas, de estudios profesionales, de oficinas, cada uno de los cuales estd colmado de archivos y produce cotidianamente escricura, ya sea sobre papel o soporte informético. En Piazza Venezia, ha- cia la izquierda, despunta la Columna de Tiajano erigida en 113 dC, la que se volvid, desde el Renacimiento en adelante, modelo de todo renacer clasicista; enfrente, el musco del Palazzo Venezia y la Biblioteca del Instituto Nacional de Arqueologia ¢ Historia del Arce, con importantes colecciones librarias; bajo el Vittoriano, a antiquisima inscripcién del edil Cayo Poplicio Bibulo (siglo 1 d.C.). Donde comienza la adyacente via delle Botteghe Oscure se encuentra la hist6rica librerfa Rinascita; al fondo, a la izquierda, la sede de la Enciclopedia Italiana, con biblioteca propia y vigorosa actividad editorial; a un paso, el Foro Argentina, con monumentos scripciones de la época LOS LUGARES ¥ Los Esracios 13 clésica; all al lado, el museo y la biblioteca de historia teatral del Burcardo; una vez més, libros, también en Piazza Argenti- nna, en la tranquila y rica Biblioteca Besso. Més adelante, el corso Vittorio Emanuele, segunda arteria “moderna” de la ciu- dad, nos lleva a otros extraordinarios depésitos de memorias escritas: a la derecha, en corso Rinascimento, el Archivo de Es- tado, uno de los mayores de Italia, y, poco mas ald, la bellisima y rica Biblioteca Angelica. Todavia mas adelante, junto a la Chiesa Nuova, en el palacio de los Filippini, la Biblioteca Vallicelliana, el Archivo Capitolino de la Ciudad de Roma y el Instituto Histérico Italiano del Medioevo, con su propia bi- blioteca especializada, y al lado Ia biblioteca meridionalista Giustino Fortunato; por iiltimo, pasado el Tiber, después de haber recorrido la via della Conciliazione entre una serie de ricas librerfas, la Ciudad del Vaticano, con su incomparable tesoro de memoria escrita: la Biblioteca Apostélica Vaticana, el Ar- chivo Secreto Vaticano, las oficinas mismas de la Iglesia Caté- lica y la Imprenta Vaticana. Roma es una ciudad plurimilenaria que en las distintas épo- cas de su ininterrumpida vida urbana produjo y conservd in- mensas cantidades de testimonios escritos. Tratemos de repe- tis, por la zona que corresponde al Foro, a Piazza Venezia, al Palatino, otro ~y andlogo~ “recorrido de escritura”, imaginan- do que nos encontramos en el segundo cuarto del siglo 11 d.C., en la época del emperador Adriano: hallamos en el Campidoglio una rica biblioteca, que serd destruida bajo el imperio de C6- modo (180-192 d.C.), y el imponente Tabularium (es decir, el antiguo archivo de la época republicana, que atin hoy alberga las oficinas municipales); en el no lejano Foto de Trajano, es- coltan la columna céclide ya recordada las dos grandes biblio- tecas, una griega y la otra latina, deseadas por aquel empera- dor, que constitufan “acaso el modelo més alto de biblioteca de re AY “1 LA CIENCIA DE LA escaITURA €poca romana” (Cavallo); a poca distancia, en el Palatino, los archivos imperiales, de la cancilleria y de las distintas reparti- ciones oficiales dela administracién; en el Foro, alo largo de la via Sacra, tiendas de libreros, entre las que se destacaba, en el siglo 1a.C., la de los hermanos Sosii, recordada por Horacio. Dondequiera, ante los templos, inscripciones expuestas; en los Pérticos del mismo Foro de Trajano se encuentran expuestos documentos puiblicos; todavia en el Foro, la biblioteca tiberina, ya destruida por un incendio y reabierta por Trajano en 102 4.C. Por ello, la Roma imperial fue definida con justicia como. una ciudad de “habla visible”, caracterizada por “escrituras de la vida" y “escrituras de la muerte” y por una “participacin coral [...] en este despliegue de escritura expuesta” (Cavallo),{ El contraste esbozado entre dos situaciones sumamente ale jadas en el tiempo pero idénticas por su ubicacién topogrifica impulsa a plantearse otras preguntas; por ejemplo, acerca de la relacién entre lugares de produccién de textos escitos y higa- res dedicados a su conservacién; quaen el mundo antiguo eran, en general y en especial para los libros, distintos y alejados unos decottos, més menos como en el mundo moderno y contem. Pordneo| mientras que(en el mundo altomedieval occidental, decafdo el mercado librario, en casi todos los casos llegaban 2 coincidir en una forma difusa de autarquia escriturariaz|baste * Pensar en los centros de escritura de los grandes monasterios, como San Gallo y Montecassino, o de importantes catedrales, donde, por regla, la produccién de libros se destinaba a usos internos,livirgicos, escolisticos, de educacidn religiosa de los miembros de la misma comunidad, Sélo més pardon la época de la cultura escoldstica univer- sitaria (entre los sigs xy x1), la producci6n de libros volvis lo ya desarrc - estar determinada por el libre mer is por obra de escribas laicos: hombres, pero r LOS LUGARES ¥ Los Esnacios 5 también mujeres, que comandaban las tiendas de los libreros y Papeleros, ubicadas en el centro de las ciudades4| Una vez més, entonces, en Europa, los lugares de produccién y los de uso y conservacién se volvieron a separar. Ademés, como habla suce- dido més o menos desde siempre confla produccién de docu- ‘mentos| éstalfue gradualmente monopolizada por personal es- pecializado, los notarios, cuyo lugar de trabajo se situaba en las tonas més frecuentadas de la ciudad, mientras que los dos ‘mentos producidos terminaban en los archivos piblicos o pri vados de aquellos, instituciones o individuos, que habfan soli- citado la redaccién de esas especificas actas, Pero los hechos que indagamos jamés fueron reductibles a simples esquemas, en esta compleja movilidad de membranas y papeles, registros y documentos, borradores y originales, pues, por ¢jemplo, los notarios italianos ya desde el siglo x11 ‘empeza- ron a llevar registros cartéceos que contenfan memoria de las actas producidas,|que conservaban cerca de sf; como también lempezaron a hacer las grandes cancillerfas europeas entre el siglo x1 y el xmt, desde la pontificia (a partir de 1198) ala de los reyes de Francia, cuyos registros se conservaban en archivos situados cerca de las oficinas que las emitfanJ Por otra parte, siempre(dentro de las ciudades, la progresiva difusién del arte de los burgueses artesanos y mercaderes - enso de wisimos tipos de produccién escrita priva- a, practicados por el popolo grasso—la alta burguesfa—ciudada- (no sdlo en Italia, sino también, por ejemplo, en Francia, Inglaterra, Espafia, Alemania y Europa del Este). Se trataba de (cartas, registros, libros de cuentas y de familia, manuales técni- Cos, que se conservaban entre las paredes domésticas, junto a taros libros de devocién y de lectura, a menudo copiados por sus mismos usuarios: caso extremo, caracterizado en ocasiones “1 UA CIENCIA DE LA escRITURA Por eeloso secreto, de coincidencia entre lugar de escritura y t aie de conservacién y uso de lo escrito] FP \Ex cl émbito documentario se manifest, entre el fin de la AY época medieval yel comienzo de la edad moderno-contemporé- ea, ot clemento topogrifico de notable importancia: la mayor © menor cercanfa de los depésitos de memoria escrta respecto del centro politico del poder cuya historia o legitimacién consti- tufan,|El ejemplo més clamoroso de continuidad perenne es, atin hoy, el offecido por la Iglesia de Roma, que sigue mante. niendo cerca deella,a pocas decenas de metros de las habitaciones del pontifice sus propios archivos; mientras que, por el contra- tio, las instancias centrales mds altas de la Repiblica Italiana ha- cen todo lo posible para alejar de sf las instituciones archivisticas atin situadas en el centro histérico-politico de la capital, a poca distancia de la presidencia del Consejo y de las asambleas parla- mentarias: tan asf ¢s, que el Archivo Central del Estado, que conserva del modo més directo la documentacién histérica de la Tealia unitaria, desde hace muchas décadas se halla desplazado, en desesperada soledad, en la periferia romana del EUR. eQué cambié en la era de la imprenta y cémo? Intentemos ecorrer, una vez més, la calles de la ciudad que hemos decidi- do tomar como escenario de nuestros itineratios gréficos: Roma, durante los afios del pontificado de Sixto v (1585-1590). En una ciudad que respecto de su pasado medieval y comienzos del Renacimiento habia crecido, si bien incomparablemente mds pequefia y mucho menos poblada que la imperial, el teji do urbano producia libros, documentos, cartas, “avisos” y al- bergaba un gran niimero de oficinas, archivos piiblicos y priva- dos, bibliotecas,talleres tipogréficos y librerias. En la practica, ¢lepisodio mds significative de un uso puiblico y politico de la escritura expuesta en el centro de una capital se debe precisa- mente a una iniciativa de ese ponttfice, politico de grandes am- a 10S LUGARES Y Los Esracios 7 biciones y fuerte voluntad, quien durante los cinco afios de su Pontificado guié un imponente plan de reestructuracién de los espacios urbanos de Roma, organizado sobre la apertura de al- —teunas grandes arterias, lalcreacién de plazas, la ereccién de Obeliscos y arcos, concebidos como puntos focales de conexién del tejido urbanistico,[Uno de los resultados més evidentes de ipl actividad edilicia y urbanistica fue la creacién de un|gran “hiimero de espacios gréficos nueves, vinculados topogréfica 0 idealmente entre sf; espacios que debfan ser ocupados por men- sajes escritos, destinados a representar verbal y simbélicamente la presencia y el poder del pontifice reinante y a celebrar su ae creadora ante : ojos de stibditos y huéspedes, de alfabetizados y analfabetos En efecio, sin importar dénde ni el modo como se los colocata, los epigrafes sixtinos debian resul- tar visibles a todos y legibles para todos; y atin lo son. Otra novedad més, entre las tantas que propone la época moderno-contempordnea, fue lalformacién y difusién de espa- cios separados y aislados, cerrados en sf mismos, destinados al —f desatzllo en condiciones de privilgio de las actividades pro- pias del docto, el estudioso, el intelectual: lectura, escritura, me- ditacién; del “pequefio estudio” humanfstico y renacentista al { despacho doméstico del mercader escritor; del lugar de trabajo, “atiborrado de papelesy libros, propio del erudito de los siglos xv ¥ Xv}, al “estudio” lleno de libros del profesor de los siglos xix y 2% a Ia actualidad:len suma, si quetemos traducir en simbolos esta perspectiva, de la torre de Montaigne a la de Hélderlin, hasta el cuarto propio descado por Virginia Woolf Un ambiente ‘que hoy el costo de los espacios residenciales y el artibo de la informatica modificaron radicalmente o, sin mds, borraron)| escritura, sea alfabética o no alfabéti re ha sefialade ydelimirado espacios, ante todo los que le son propios, en cual- 4 | | | is LA CIENGIA DE LA ESCRITURA uier superficie que se la fucra depositando: libros, documentos, uuna carta, paredes, epigrafes, sobre los objetos mds diversos, y asi sucesivamente. Cada vez que esto sucedié y sucede, vale decir, [cada vez que se escribié algo, se instaurd una telacién yse cred tun equilibrio entre espacio escrito y no escrito, en sintesis, en- tre negro y blanco; que se repitié y multiplicé cuando, como en efecto sucedié y continuamente sucede, se volvié a escribir junto, encima o sobre el texto ya escrito, a veces anulndolo (jlos palimpsestos!), a veces rodeéndolo con un marco dupli- cindolo entre linea y linea o, incluso, cruzando perpendicular- ‘mente las lineas.)_ Aquel mismo Sixto v, cuyo “programa de exposicién grifi- ca” realizado durante el transcurso de pocos afios en las calles y plazas de Roma recién recordébamos, personalmente arrecié en intervenciones autégrafas sobre los grandes y blancos mar- genes de uno de los primeros ejemplares de su Biblia romana de 1590, para corzegir o modificar el texto destinado a volverse “auténtico" [por medio de ese gesto imperioso de autégrafa toma de posesién, ocupando, también en ese caso de modo autorita- tio, espacios escritos y usando la escritura como manifestacién y simbolo de una autoridad irrefutable. | Laalternancia de negro y blanco, en una escritura alfabética como la nuestra, que avanza siguiendo Iineas horizontales de inquicrda a derecha (pero hay otras orientadas en sentido con- tratio, de derecha a izquierda, como la hebrea y la érabe), sirve para lorganizar la escritura sobre la Ifnea en elementos identificables, reconocibles y por ello mismo dotados de una fuerte legibilidad; el espacio que separa las lineas sirve para ayu- dar al desplazamiento del ojo durante la lectura, de modo que ‘Ro superponga elementos de una linea con los de otra; el espa- cio alrededor del escrito, arriba, abajo, a los lados (en suma, los margenes) sirve para concentrar sobre el texto la mirada del T t 105 LUGARES ¥ LOS ESPACIOS 9 lector o dar cabida a otras secciones del texto que le son subal- ternas: las notas, un eventual comentario, y as{ sucesivamente, Todo esto, ademas de ser racionalmente funcional, nos es familiar, por cuanto obedece a regias establecidas en el tiempo y transmitidas a la edad moderna desde la época de la escritura a manos y ahora a la época, apenas abierta, que vella conviven- ‘cia de varias escrituras: a mano, mecdnica e informatica Pero durante la larga historia de la escritura las soluciones que se fueron proponiendo para resolver los problemas de la relacién entre blanco y negro, entre vacfo y lleno de escritura en cada testimonio gréfico, desde los textos en forma de libro hasta los documentos, de las inscripciones sobre planchas a los graffiti, de las cartas a las monedas, y asf sucesivamente, entre sf fueron distintas, a veces contradictorias. Laconformacién de cada uno de estos espacios gréficos obe- decié y obedece a requisitos especificos y distintos de los que determinaban a todos los demés, y es administrado por quie- nes escriben y usado por los lectores segtin practicas especifi- 2s, cuyos cambios nunca son diciados por el azar, sino que obedecen gradualmente a otros mis generales de funciones intenciones; identificarlos y reconstruir su trayectoria nos per- mite|comprender las actitudes mentales y précticas de quienes } producfan (0 producen) y de quienes usaban (0 usan) los test- monios escritos pertenecientes a una determinada sociedad alfabetizada, y gracias a ello dedueir el peso, la difusién en la sociedad, las funciones de la cultura escrita y sus productos en una sociedad determinada| Resulta tipico, desde este punto de vista, el caso de la organizacién de las lineas en el espacio de escritura, por la quelen las civilizaciones mediterraneas se pasé muy pronto de la situacién de absoluta y virtuosista densidad de la escritura cuneiforme sobre tablillas de arcilla al espaciado interlinear y la asignacién de mérgenes propia de la tradicién LA CIENCIA DE LA ESCRITURA LOS LUGARES ¥ Los ESPACIOS a r 20 | grecolatinajo, una vez més, el caso de la organizacién de lo | escrito sobre la linea, para lo quelya en el siglo d.C. se pasé, en 4a cultura occidental, de un sistema antiguo, grecolatino, de separacién de palabras con puntos sobre la I{nea, a un sistema de escritura continua, sin espacios de separacidn; de éste, gra- dualmente, sobre todo por impulso de escribas irlandeses y anglosajones, se llegé entre los siglos vit y xit a la introduccién, Primero, de espacios entre grupos de palabras y luego, al uso moderno de la separacién regular de las distintas palabras entre st, con lo que se pasé de un sistema que separaba las palabras con signos y las unidades de sentido con espacios en blanco a tun sistema opuesto, que separa las palabras con espacios en blanco y las unidades de sentido con signos.|Pero este punto se volverd a tratar més adelainte. rg A una escala més general, se puede|remitir la organizacién de los campos de escritura a tres situaciones bésicas: la primera la establece la relacién entre texto y figura; la segunda, la sub- divisién del texto en dos 0 mds columnas paralelas que se dis-_, Ponen en sentido vertical en el espacio de escritura; la tercera} fy, surge de la yuxtaposici6n de varios textos, vinculados jerdrqui- camente entre s{ de modo fijo, en el mismo campo de escritu- 8, oportunamente articulado en éreas delimitadas e interrela- cionadagsi bien son independientes gréficamente. La situacion que ve relacionados texto e imAgenes libre, aunque siempre sea remisible a sdlo tres posibilidades, segiin las cuales la imagen se puede disponer dentro del espa cio de escritura (arriba, abajo, en posicién central respecto del texto); fuera de dl, es decir, en los mérgenes, o de manera com- pletamente auténoma, sobre otro espacio idéntico y adyacente que ocupa por completo (ilustracién fuera de texto a plena Pégina). Completamente especificas son las relaciones que se inscauran entre texto y figuras en las monedas, tradicionalmente de forma circular en el uso occidental, en que la “leyenda” por lo general se dispone también ella en circulo alrededor de la imagen que ocupa el campo central (por norma en el anverso, pero a menudo también en el reverso); y en los sellos, donde las formas y dimensiones del objeto pueden ser, sin embargo, bastante distintas, de modo tal que aun la disposicién de la o las “leyendas” es bastante més libre. Una andloga libre inventi- vva puede hallarse en los epigrafes funerarios de personajes ilus- tres entre los siglos x1 y x1v, sobre todo en el norte de Europa, donde el escrito se dispone “en banda” siguiendo el margen de Ja pagina epigréfica, y deja el retrato del difunto en el espacio central. Larga es la historia de la disposicién de los textos en varias columnas de ancho limitado contenidas una junto a otra den- -}~ 110 del mismo espacio,[Nace en el mundo antiguo y encuentra su primera aplicacién en los libros de papiro en forma de rollo horizontal, usados primero en Egipto, después en Grecia y de allf heredados por la cultura escrita romana, donde el largo rp estandar de la linea de escritura correspondfa més 0 menos al del hexmetro,fLa sustitucién del libro con forma de rollo ho- 1'"” rizontal por la Forma del cédice, hecho de hojas plegadas, cosi- das entre sf y encuadernadas no marcé el fin de la disposicién en columnas de los textos, que entrafiaba una ventaja objetiva por|ofrecer al lector segmentos breves de texto, de modo tal que cada uno de ellos podia ser abarcado con sélo echar una mirada] Un ejemplo de uso nuevo de la disposicién en colum- nas lo brindan|eddices que contienen textos cristianos —de las escrituras 0 patristicos, griegos y latinos producidos entre los siglos 1 y 1%, entre los que se destzcan los famosos cédices bf-} blicos llamados Sinaftico y Vaticano, con paginas a cuatro y tres columnas respectivamenteilo la igualmente famosa y mo- numental Biblia latina llamada Amiatina, producida en Ingla- +x 2 A CIENCIA DE LA ESCRITURA tetra del Norte entre los siglos vity vil, a dos columnasi|pero a dos columnas hay también cédices que contienen ltextos de autores clésicos, como el Livio llamado Lateranense del siglo Durante elkiglo 1x, también las grandes biblias carolingias, como la de Alcuino, estén a dos columnas.{En todos los textos a dos columnas, yen especial en los de las escrituras, de cuyo texto se habfa anticipado la reduccién a breves frases memorizables en a Vulgaca de San Jerénimo, dispuestalper cola et commata (esto ¢, por secciones y cesuras),)se utilizaron a menudo letras de-} molde maytisculas y de gran solemnidadJPor influencia de la" tradicién y de los modelos grecolatinos, la disposicién de los textos en dos columnas también fue adoptada en el oriente cristiano, y no sélo alli. [Durante el siglo x, el nacimiento en el émbito universitario escolistico del libro didéctico y cientifico, producido predomi- ‘antemente en dependencias laicas y utilizado por los nuevos intelectuales de la época gética, representé una nueva “edad de oro” del libro dispuesto a dos columnas, tras haberse revelado ideal por su concentracién de amplias porciones de texto (0, ‘como se verd mds adelante, de textos) en la misma superficie, la velocidad de su lectura, una articulacién del texto més ficilmen- te visible, la comodidad para consultarlo y cielo Entre los siglos xu y xv, el modelo dela distribucién en dos columnas{(o, excepcionalmente, en més columnas) se extendié Por toda Europa, tambien a los textos en las distintas lenguas vulgares, ya sea poéticos o en prosa; de este moda terminé por constituir en todas partes el nuevo modelo normativo de libro para estudiar y leetl Sélolla reaccién humanistica que obtuvo via libre en Florencia y se difundié primero en Italia y después en toda Europa, a escala de vanguardias primero y de cultura alta después, logré afirmar y luego imponer el otro modelo, el de la disposicién del texto a plena pagina sobre superficies no LOS LUGARES ¥ Los EsPACIOS 2B grandes, con espacios amplios entre letras, palabras y lineas y con amplios margenes que se dejaban libres.|Como se sabe,lel modelo humanista de libro pasé del manuscrito a la imprenta, consagrando de este modo su generalizada afirmacién y rele- gando el modelo a dos columnas y modular a la produccién de libros (0 de partes de libro) instrumentales, como repertorios, obras didécticas, diccionarios, obras de consulta, indices.| La tercera situacién a la que antes se aludia y que ve emo se vinculan entre s{y se presentan en el mismo campo de escritu- ravarios textos esté ligada a ambientes escolésticos ya précticas didécticas, en las que(un texto base normalmente era acompa- fiado por uno o més textos que lo comentaban. El fenémeno ya estd presente en la época carclingia, pero se acentda y fe estructura definitivamente en la época gética y justamente en el cédice universitario escoléstico, utilizando al maximo y con gran inventiva los espacios abiertos por la disposicién a dos columnas.}Asf, un [campo de escritura|previsto para un solo texto, esto es, el modelo bisico de cualquier forina-libro, er miné siendo un campo de escritura subdividido en secciones, casi todas organizadas como colurnas, destinadas a acoger, en espacios ordenados jerérquicamente segtin los distintos tama- fios de los médulos grificos, varios textog en suma, una situa- ciénen quejun libro daba cabida 2 varios textos y varios patro- nes espaciales vinculados entre s{en el mismo campo: la pagina ©, mejor, las dos paginas enfrentadas.) Con el tiempo, también este modelo fue erosionado y limi- tado por la reaccién humanistica: los espacios entre texto notas, en el libro impreso de época moderna, fueron predomi- nantemente divididos de modo més elemental entre cabeza y pie de la pagina o, incluso entre la parte de texto y la de notas en la estructura del volumen. Asi, las milagrosas articulaciones plurales de dos, tres y més textos vinculados entre sf, dispues- 4 LA CIENCIA DE LA ESCRITURA tos sobre la misma pagina, y distinguibles entre sicon un golpe de vista por un lector avisado, desaparecieron para siempre. Hasta ahora hemos tratadolmodos de perimetrar, organizas, ordenar los espacios de escritura destinados a acoger textos, fe cuya presencia de algiin modo ya era prevista desde el princi pig.[Pero existieron en el pasado, y también existen hoy, kspa- ios de escritura devenidos tales paulatinamente por voluntad espontdnea de distintos escribientes, en cada uno de los cuales el orden de lo escrito es determinado por las circunstancias en que se desarrolla el acto de escribir, por las caracteristicas mate- riales de la superficie elegida, las urgencias, las constricciones, las pulsiones del escribiente: be trata, obviamente, de espacios de escritura inventados en él momento y sobre los quel texto. a menudo se dispone de modos no programados, ni derivados de los modelos de una tradicién |As{ sucede con las pruebas de pluma y de escritura 0 con los borradores que durante la Alta Edad Media muchos escribientes insinuaban en los espacios vacios de eddices en su posesién; as{ sucede con los esbozos, los apuntes, las cuentas que los artistas del Renacimiento como Miguel Angel o Rafael trazaban al dorso de algunos dibujos suyos; as{ sucede con las ejercitaciones (0 iluminaciones) poéti- cas que un Pascoli, un Ungaretti, un Montale (para limitarnos a la tradicién italiana del siglo xx) apuntaban con apuro y de ‘manera desordenada cn hojas, trozos de papel, agendas, o lo + que fuera. Otras experiencias, antiguas y modernas, nos mues- tran que todo, 0 casi todo, puede volverse espacio de escritura; as{ se da con seguridad en el caso de los graffitis contemporé- eos, que ya forman parte de la provisién urbana de las gran- des ciudades en todas partes del mundo; asf sucedié y todavia sucede con la préctica, antigua, moderna y contemporinea, de escribir sobre el cuerpo, de las realizaciones de carécter comu- nicativo (en las palmas de las manos) a las mégicas, propiciato- LOS LUGARES ¥ LOS ESPACIOS 5 ris, sanadoras, hasta los tatuajes de identificacién y de perte- nencia, donde muchas veces se mezclan mensajes escritos con Jas mas fantasiosas imagenes. Todas experiencias y productos que demuestran cémo ~donde se ignoran convenciones y pre~ ceptos- se puede escribir en cualquier lugar, disponiendo el texto de uno del modo més conveniente para éste y para noso- tros. [La de escribir dénde y cémo uno quiere, inventando y delimitando los espacios a la medida de uno, es una libertad potencial a la que se va acercando cada vez més la practica de la escritura informética, en la que el campo (aunque sea efimero y “vireual”) ya esté, por cierto, determinado y no se puede modificar, pero al mismo tiempo sigue siendo flexible a toda voluntad de extensién y reduccién, de movimiento, de despla- zamiento, de facilisima permeabilidad, exactamente como el texto del que es portador.| ‘También estas tltimas son, en realidad, trayectorias de es* pacios y de escrituras que merecen ser indicadas; as{ como, de hecho, no existe escritura sin lugares de produccién y de con- servaci6n, no existe escritura sin espacios por ocupar, recorrer, ividis, ordenar 0 descompones.\ 3 2. Escribir y no Nunca hubo en el pasado y no existe hoy una sociedad caracte- tizada por el uso de lo escrito en que la actividad de escribir fuera o sea practicada por todos losindividuos que forman parte dela pis P o,llaescritura, al contratio que la} Agua, instaura, dondequiera que aparezca, una relacidn ta- jante y fuerte de desigualdad entre aquel que escribe y aquel que no; entre aquel que lee y aque! que no, entre el que lo hace bien y mucho y el que lo hace mal y poco; y esta desigualdad sigue y revela a la vez los limites dela distribucién social de la riqueza, dela diferencia de sexos, clades, geografias y culturas) Estd directamente|decerminada por las ideologlas y las estrate~ FF gias de dseribucién del poder politico, econémico y cultural y, en consecuencia, por las funciones y los mecanismos del siste. ma educativo de toda sociedad histéricamente identficable| Ladesigualdad grifica etd presentey puede ser reconocida hoy tanto en los pafses més avanzados como en los mds desespera- damente atrasados, en Harlem (Nueva York) y en Calcuta: ylo estaba, si echamos una mirada hacia atrés, en la Roma imperial como en la Paris del siglo x1, el Londres de! siglo xv! o la Milan de 1870, si bien en distintos porcentajes. yp, Ws historia de la cultura escrta también es historia de esta f desigualdad, de los modos como fue determinads y administra da por los “hechos” que la caracterizan, Joy como ayer, como | hace ya dos mil afios, en no importa qué zona de la Tierra que de 8 LA CIENCIA DE LA ESCRITURA algiin modo practique la escritura. Segtin Giorgio Raimondo Cardona,|por sera escritura una de las formas menos igualicaria, aquella cuyo uso esté distribuido de manera menos uniforme en la sociedad, su circulacién seré aquella que mostrard de modo mis evidente los condicionamientos y las presiones, las contra- dicciones y los desniveles del modelo de sociedad”, Este es el ‘motivo por el que a la pregunta acerca del “;dénde?” (en los dos sentidos anteriormente ilustrados) no puede no seguir la que se refiere al “zquién?” |Un “quién” que debe ser lefdo ¢ interpretado) no tanto y no sélo como simple porcentaje de los que son capa- ces de escribir y leer en una situacién determinada, sino también lore articulacién cualitativa de los distintos grados de capaci- fad de cada alfabetizado y, més en general, de las funciones y responsebilidades de los escribientes en una sociedad sélo en parte alfabetizada, como lo son, repito, todas las sociedades humanas.| Un paledgrafo, o un historiador de la cultura escrita, como se prefiera, basdndose en fuentes apropiadas y en las técnicas de analisis formal propias de la paleografia, la codicologfa y la bibliografla, podré llegar a identificar en el pasado més lejano tanto como en el mds cercano a nosotros, y también en situa ciones contempordneas,|seis categorfas distintas de alfabetiza- 295 de acuerdo con las capacidades de escritura personales y especificas y, en los casos en que ello sea posible, de lectura de cllos.|De modo esquemético y en un perfil preliminar se las puede identificar como ultos, alfabetizados profesionales, al- fabetizados instrumentales (dell'uso}, semianalfabetos funcio- nales, semianalfabetos gréficos y analfabetos Para hacer mds claramente identificables los distintos gea- dos de esta clasificacién, especifico que, en mi opinidn, se pue- de definir como “gultos” a aquellos {individuos que dominan sin dificultad, tanto desde el punto de vista de la produccion de textos como de su uso, todas las sipologias gréficas emplea- ESCRIBIR Y NO » ccen:l por Jo eral también saben escribir textos en una o mds lenguas istintas de su lengua materna y han recibido una instruccign denivel superior; por lo general son lectores y escritores a los que se puede definir como “fuertes™. En comparacidn con aquellos, parecen ser bastante distins tos los que definimos como “alfabetizados profesionales” trata de los quelutilizan, con competencia técnica a veces alta orientada predominantemente a fines profesionales de produc- cién o reproduccién textual, algunas (por lo general nunca to- das) de las tipologias y técnicas gréficas en uso en su tiempo y suambiente; sus capacidades de lectura son bastante inferiores a las de escritura y su grado de instruccién a menudo es de nivel medio-bajad + Los “alifabetizados instrumentales” (dell'sso] poscen|compe- tencias de lectura y escritura de nivel medio-alto, que ejercita por lo general de modo funcional 2 especificas exigencias d trabajo 0 relacién social (correspondencia); su grado de ins- truccién es medio-alto y su actividad de lectura constante y a veces conscientemente selecti “F Los que propongo que se defina como “semianalfabetos fi cionales” son aquellos que[poseen limitadas competencias gr: ficas; ellos escriben s6lo por necesided y esporddicamente slo en su lengua materna; leen poco 0 poquisimo, y a veces nunca, por mds que técnicamente sean capaces de hacerlo} En verdad se los puede identificar con los “escribientes lentos” del Egipto greco-romano, con buena parte de los suscriptores de los do- cumentos curopeos altomedievales, y, hoy, con la inmensa mayorfa dela poblacién alfabetizada,aislada en un universo de subcultura, caractetizado por prdcticas de escritura y lectura subalternas y carentes de toda posibilidad de conformacién de modelos auténomos. 20 {A CIENCIA DE LA ESCRITURA ‘Los “semianalfabetos grificos” poseen una |competencia escritural extremadamente reducida, que los vuelve capaces de escribir con muchas penurias solamente textos brevisimos (fir mas, cuentas, series alfabéticas, y otros); no leen 0 sélo lo hacen siseven forzados y por lo general sin comprender lo que leen; su grado de instruccién es elemental, de todos modos bastante bajo] Ar Los auténticos “analfabetos” son aquellos quekécnicamente no son capaces de leer ni escribir, aunque a veces hayan recibi- do una instruccién rudimentaria; su cultura es sustancialmente oral y visual. | Esta esquemética grilla descriptiva ¢ interpretativa puede ser aplicada (obviamente con los ajustes oportunos) a cualquier situacién histérica perteneciente a la tradicién cultural occi- dental, a partir dela Atenas del siglo va.C. ala Roma augustea ya la del siglo x, a la Florencia de los Medici del Quattrocento como a la Parfs renacentista, y as{ sucesivamente, hasta la ac- tualidad. [La identificacién de los comportamientos y de las competencias de los protagonistas y los actores de la cultura escrita en cada uno de los casos tomados en consideracién pue- de llevar al historiador a comprender mejor la difusién en la sociednd ls fzncionce, lis. polctices de pradecrite yaks eT textos escritos y sus tipologias; yi tiene suerte, también mu- chos otros lhechos inherentes a las prdcticas individuales y co- lectivas del leer y el escribir.) ‘Témese, por ejemplo, la Luca de los siglos vit y 1%, una de las ciudades més importantes de la Toscana primero longobarda y luego (desde 774) franca, que nos ha dejado la més abundan- te documentacién escrita de la Alta Edad Media de Europa. Alli, dentro de los archivos de la ciudad, se conservan centena- res de documentos privados originales trazados por un gran niimero de notarios religiosos y laicos; pero también hay un ESCRIBIR Y NO 31 cbdice miscelineo, formado por cuatro secciones diferentes puesta en conjunto hacia fines del siglo vin por cerca de cua- renta escribas distintos, que insertaron en desorden y con tipologias graficas sumamente distintas entre sf un alto ntime- 10 de textos de toda clase, desde un grupo de recetas artesanales a Isidoro de Sevilla, del Liber pontificalis a silogismos canéni- 0s, y otros. Este auténtico “antilibro” evidentemente fue pro- ducido para instruccién y documentacién del clero de la cate- * dral de Luca, dentro de una ciudad en la que, como resulta de Jas numerosisimas suscripciones autégrafas colocadas al pie de los documentos ya recordados, en el transcurso del siglo vit existia en las capas dirigentes laicas y eclesidsticas una difun da capacidad de escribir por lo meres la propia firma calcula- ble en un 43% de los testimonios, que sube al 62% para los hombres de la iglesia y baja a un 25% para los laicos. Muchos de estos iltimos eran “semianalfabetos funcionales”; otros, “se- mianalfabetos gréficos’; pero no faltaban alfabetizados “cul- tos” y “alfabetizados instrumentales’, como los notarios, como algunos de los escribas del “antilibro” descrito, y algunos de los jueces de la ciudad, que eran capacts de utilizar también una cursiva cancilleresca, de antigua y noble tradicién. De la Alta Edad Media al pleno Renacimiento, de Luca a Roma. Quien, en esta ciudad, una vez cruzado el Puente Sixto se encamina hacia la Lungara, atraviesa la pequefia Piazza de San Giovannino della Malva, delimitada por lacerados pala- cios del siglo xvt y la pequefia iglesia homénima: alli, durante afios marcados por grandes sucesos hist6ricos, desde la muerte de Rafael en 1521 (su Fornarina vivia en los alrededores y lay Farnesina de los Chigi esté poco mis alla) allsaqueo de Roma durante mayo de 1527, tuvo un almacén, anexo a su vivienda, Maddalena Grattaroli, una viuda de origen bergamasco, a la que ayudaba su sobrino en la administracién del negocio, don- 2 LA CIENCIA DE LA ESCRITURA de se compraba y se vendfa de todo un poco, vino, vinagre, aceite, queso, jabén, heno. Maddalena era analfabeta, pero advirtié la necesidad de llevar un libro de cuentas, en el que se registraran créditos y deudas de su actividad comercial, cuyos escribientes son, ademés de su colaborador, clientes, proveedo- res, transportistas, parroquianos de la tienda, donde conflufa tun auténtico microcosmos trastiberino. En la libreta principal (ust. 12), los registros van de 1523 a 1537s los escribientes son en total ciento dos, de los cuales s6lo uno usa el latin; las tipologias gréficas utilizadas (més alld de un caso tinico y aisla- do de “bastardilla” francesa) son en sustancia dos: la cursiva mercantivol, escritura propia del mundo comercial y del artesanados y la cursiva “itdlica”, de matriz humanista y “cul- ta’, en vias de transformarse, justo entonces, a través de la préc- tica didéctica, en la principal y, por ende, la tinica expresién grifica de los italianos alfabetizados. Sesenta y dos registros es- tén en escritura mercantivol; treinta y nueve en “itdlica”; el seco dato numérico califica, echa luz sobre la composicién sociocultural del-mundillo que concurria y se cruzaba en la humilde tienda trastiberina. Pero el andlisis paleogréfico nos_|- permite profundizar més y descomponer los dos grupos en sec- | ciones cualitativamente distintas y a veces contrapuestas. En efecto, entre los escribientes de mezcantivol, sélo veinticinco usan una tipizacién profesional y pueden ser considerados “al- fabetizados instrumentales”: son sobre todo titulares 0 emplea- dos calificados de haciendas comerciales y de especierias; vein- tidés tienen la apariencia de ser “semianalfabetos funcionales” ys ademis del sobrino de la titular, son artesanos, taberneros, proveedores y transportistas; quince utilizan fatigosos e indis- tintos “rudimentos b: mianalfabetos grafico 5” y pueden ser definidos como “se- on los transportistas més humildes y los queseros. En el otro polo, el de la cursiva “itdlica’, siete ESCRIBIR-Y NO 8 Personajes pueden definirse como “cultos”, todos de alguna relevancia; veintitin escribientes son los “alfabetizados instrumentales”, que a menudo pertenecen a la categorfa de los empleados de haciendas y muestran alguna influencia de mer- cantivol; por tiltimo, en un nivel elemental, encentramos sélo a diez individuos, probablemente jévenes todavia en etapa de aprendizaje. Finalmente, es de notar que ningiin escribiente pertenece al sexo femenino. De todo esto resulta una imagen de répido crecimiento y am- plia y diferenciada difusi6n del alfabetismo cn una ciudad como} a Roma del Renacimiento, de la que hasta ahora conoclamos mas que nada los lugares y productos de la cultura escrita oficial en suma, un haz de luz proyectado sobre la cara oculta de una realidad socioculeural heterogénea y en répida transformacién, Para cuya obtencién basté con desplazar el foco hacia abajo. ~} Se puede recabar otra cosa mds de los dos ejemplos que se exa- minaron hasta ahora:{en el centro de las complejes situaciones urbanas de transformacién grifica ya mencionadas, con mu cha frecuencia se desempefiaban como actores y promotores del cambio precisamente los escribientes que forman parte de las categorias intermedias de nuestro esquema: los “alfabetizados instrumentales” y los “semianalfabetos funcionales”.|En Luca, y mds en general en la Italia altomedieval,{se trataba de jueces locales, tasadores, monederos y eclesiésticos de bajo rangosfen a Roma de Rafael y de Maddalena Grattaroli, de artesanos, comerciantes, herbolarios, posaderos y propictarios de hoste- ras; més tarde, también de sacerdotes, prostitutas, artistas, es- cribanos y tipégrafos. En efecto,|durante ambos periodos, la Alta Edad Media y el Renacimiento, pero también més tarde, ellos, junto con otras figuras andlogas, cumplieron una fun- cién fundamental como vinculos e intermediarios entre M {LACCIENCIA DE LA ESCRITURA mundo de la oralidad y lo imaginario y el mundo de la escritu- ra: escribfan (o imprimian) y lefan para quien no sabfa hacerlo, difundiendo textos ¢ imagenes, manuscritos e impresos, a ve- ces de dudosa doctrina y legalidad; encarnaban nuevas figuras profesionales situadas en los mérgenes extremos de la cultura | XE escrita, a veces ensefiando también los primeros y pobres rudi- ‘mentos para leer, escribir y hacer cuentas a quien lo necesitaba y muchas veces escribiendo por cuenta de aquellos que no s2- ban o no querfan escribir + El fenémeno de la “delegacién de escritura” es antiguo y frecuentementeke presenta durante el largo recorrido de la his- toria de la cultura escrita; es catacteristico de sociedades par- cialmente alfabetizadas en las que sin embargo estructuras publicas, estatales o municipales, fuertemente burocratizadas, exigen de los ciudadanos 0 sibditos, en vista de finalidades fiscales, administrativas, judiciales, declaraciones autégrafas con suscripcién autégrafa.[El fenémeno ha sido estudiado en | la civilizacién grecorromana de Egipto, en la Baja Edad Media, en las sociedades de antiguo régimen; en realidad, también pertenece a nuestro pasado cercano: hace algunas décadas Totd pudo interpretar la figura de un escriba puiblico que desarrolla- ba su actividad en Népoles; y yo mismo recuerdo el nutrido | grupo de intermpdjarios gréficos que en los afios cincuenta del H Ilegar a su fin se agolpaban a la entrada de ESCRBIR Y NO 35 entre personas o familias, eran vecinos, casz por medio, muchas veces apenas capaces de escribir, parrocos, notatios, sefiores. En la Roma de més 0 menos el mismo periodo hubo una mutacién gencralizada y bastante significativa dela figura del “delegado de escritura’, que todavia durante el ultimo cuarto del Cinguecento «era encarnada por personas cercanas 0 afines a los delegantes, es decis, por obreros, artesanos, herbolarios y hasta un posadero que habitualmente desempefiaba la funcién de escribiente por cuenta de otros, mientras que en el perfodo que va de fines del siglo xvu a los primeros afios del xvit son sustituidos por escri- banos y copistas de profesién, contables y secretarios de fatnilias nobles, eclesidsticos, norarios. Por otra parte, con este tiltimo siglo también aparece cambiada la condicién social de los delegantes analfabetos, que, dentro de una ciudad en que la ins- truccién elemental ya habia involucrado a la inmensa mayorla de los comerciantes y artesanos, un buen niimero de servidores y 1no pocas mujeres fueron rebajados preponderantementea la que el iterato Tommaso Garzoni ya habia definido un siglo antes en su Piazza universale (1585) como “la hez fnfima del vulgo”, esto cs, changadores, transportistas, vaciadores de pozos y albercas, postillones y todos aquellos que ejercian les oficios vinculados de alguna manera con las labores agricolas: cavadores,vifiateros, vendedores de heno y de achicoria, ademds de la enorme mayo- tla de las mujeres. Sil rol de los intermediatios gréficos resulta importante en los procesos de creciente difusién social de la préctica de escribir y leer, atin més lo era en el pasado, y lo es hoy el de los auténticos | creadores de nuevos lenguajes escriturales, ques justamente el de los profesionales de la eseritura, de los escribas de las socie- dades més antiguas a los tratadistas de artes gréficas, a los maes- tros de escritura, los secretarios, los buriladores y tipégrafos de 36 LA CIENCIA DE LA ESCRITURA, la Buropa de la Baja Edad Media y de la moderna y, finalmen- te,a los disefiadores contempordneos. \En el antiguo Egipto y en las sociedades mesopotamicas, el prestigio y la funcién cultural y social de los escribas eran reco- nocidos y valorados universalmente,|también porque eran evi- dentes sus tan impresionantes capacidades técnicas, vastas € importantes sus competencias, exclusiva ¢ indispensable su ac- tividad, alt/sima—finalmente~ su posicién social, a menudo en la cumbre de la administracién regia. Sila memoria escrita del mundo clésico obliteré o ignoré los nombres de los creadores de sus modelos gréficos, esto probable- mente se deba a la concepcién entonces difundida de escribir como opus servile. Recién una Roma eclesializada, como la damasiana (366-384 d.C), nos transmitié testimonios y me- moria de la obra gréfica de un gran caligrafo, Furio Dionisio Filocalo, creador de una suntuosa y barroca maytiscula monu- mental, cuyos productos epigréficos atin resaltan en las paredes internas de algunas basflicas romanas (i.usT. 3). Cinco siglos més tarde, el doctisimo y multiforme renacimiento gréfico carolingio conservé el nombre de un Bertcaudo, restaurador de la maytis- cula solemne “a la antigua” y el de un Ingoberto, orgulloso orde- nador gréfico de la suntuosa y enorme Biblia de San Paolo fuori Je mura de Roma, comisionada por el emperador franco Carlos cel Calvo y regalada al pontifice Juan VIII en 875. Sin lugar a dudas, el perfodo en que el nacimiento de nue- vas y coherentes series de signos gréficos puede ser atribuido a auténticos profesionales de la escritura identificados con sus WF Sombre y apellidos es el Renacimiento italiano y europe: ‘Ademés, han de ser considerados dos importantes aconteci as tmientos gréficos de matriz. cultadla reforma gréfica humanista, obra de un pufiado de intelectuales antiquistas activos en Florencia y en otros sitios en los albores del Quattrocento; y, ESCRIBIR Y NO 37 algunas décadas més tarde, el renacimiento de las capitales de corte “antiguo”, debido a la cultura artistica y anticuaria de un Donatello y un Mantegna[(1ust. 10). Caligrafos y maestros de escritura se asomaron al candelero recién a comienzos del siglo xvi, cuando la imprenta ya se habfa afianzado en Europa y la ‘scritura a mano hallaba nuevas funciones en la préctica coti- diana, privada y administrativa, y en la exposicién publica. Ellos todavia no tenfan una figura profesional neta, oscilando entre el docente primario itinerante, el secretario de curia y el ins- tructor de cancillerfa; pero supieron comprender que justamente [la imprenta les permitia transformar en modelos comunes y cotrientes, al alcance de todos, sus pricticas didécticas y sus modelos gréficos| Asi, algunos de ellos crearon durante losjafios veinte del siglo xv1 una nueva variedad de libros didécticos: el ) manual de escritura, redactado en lengua vulgar (y ya no en latin), enriquecido con ilustraciones explicativage impreso por completo con matrices de madera, 0 coa tipos méviles para el texto y con matrices de madera tan slo para las ilustraciones. \ [Un libro verdaderamente nuevo, que desempeaié un papel de gran importancia en el primer proceso dealfabetizacién de gran- des porciones de las poblaciones urbanas europeas)_ ‘Mésadelante,lentre la primera y la segunda mitad del siglo xv, a actividad cultural y artistica desarrollada en Italial por dos notables personajes, como fueron Giovanni Battista Palatino primero y Giovanfrancesco Cresci después|transformé al macs- tro de escritura en un auténtico gréfico, capaz de disefiar gran- diosos programas de exposicién gréfica urbanal como fue Luca Orfei, alumno de Cresci, por cuenta de Sixto V. Pero al co- menzar el iltimo veintenio del siglo, concluida esta pardbola culta, un oscuro pero vivaz maestro de provincia, Marcello Scalzini, propuso el nuevo y triunfante modelo de maestro de ‘\ escritura como instructor gréfico y formal de los nuevos buré- 38 LACIENCIA DE LA ESCRITURA cratas, esto es, de los secretarios, rompiendo de este modo con la tradicién cultural y técnica de un largo pasado que hundia sus rafces en el medioevo y cerrando la trayectoria abierta, en Italia y en Europa, por los primeros tratados de escritura im- presos de un siglo y medio atrés} {En la Europa del antiguo régimen y hasta la primera revolu- cién industrial, caligrafos, copistas, maestros de escritura y se- cretarios siguieron mediando entre ensefianza y creacién gréfi- ca, funcién publica y actividad privada, manualidad e impren- ta Pero las'grandes renovaciones estilisticas de la gréfica europea y de ultramar fueron promovidas, durante la segunda mitad del siglo xv, més que por ello, por los mayores tipdgrafos neocldsicos,|como Pierre Simon Eournier y Francois Ambroise Didot (en Francia), John Baskerville (en Inglaterra) y Giovanni Battista Bodoni (en Italia), quien elevé a norma fija y tinica para la imprenta y la epigrafla su gran y pesada maytiscula neoclésica; o bien por artistas geniales como Giovanni Battista Piranesi, cuya maytiscula, cincelada en cobre o piedra, es una gran y solitaria invencién, y, después de més de un siglo} William Morris, primer promotor, en el ambito de la grifica, de las futuras creaciones libres del Art Nouveau. Més adelante en el tiempo,flos mayores gréficos del siglo xx volearon a las paginas y a las plazas de las capitales europeas tan- to los solemnes modelos de la tradicién como Jas nuevas estilizaciones vanguardistas de los futuristas, de la cultura pro soviesica, del “regreso al orden” de los afios veinte y treinta El papel de los creadores y renovadores de modelos gréficos hoy no se manifiesta cancelado, sino exaltado por las posibles formas de libertad que la escricua informatica oftece a los escribientes) Las sucesivas trayectorias y los cambios de estatuto social y funcién que atravesaron y vivieron los profesionales de la escri- tura durante el tiltimo milenio también se prestan a otro género ESCRIBIRY NO » _ de reflexién, que concierne al particular tipo deldominio que su. figura profesional conquisté y confirms en el tiempojel del con- trol y formacién de la escritura y de sus formas y norinas; no aquel, préstese atencién, mucho més decisivo a escala general de la economia, la politica, la cultura, del control ejercido sobre la escritura y, lo que es igual, sobre los textos. De hecho ese domi- nio siempre lo ejercid, en un nivel més alto, el que podriamos definir como “poder comitente”, encarnado por los “grandes le- trados”, productores exclusivos 0 casi~ de textos; en consecuen- cia, por los productores de objetos escritos comercializables (los libros), y esto vale para los editores; y, finalmente, mediante los escritos oficiales y puiblicos, por el poder politico-administra- tivo, que controla de modo directo los lugares de produccién de escritura “oficial”: las cancillerfas, las oficinas, la documentaciénl, De estos tiltimos,|los profesionales de la escritura,!anénimos 0 famosos, organizados 0 no en corporaciones més o menos fuertes y con frecuencia enfrentados entre si, fueron y siguen siendo sola- mentellos funcionales ejecutores, que participan, de manera to- talmente subalterna, en las funciones de control y modelizacién social que laescritura y lo escrito siempre han ejercido en la historia Del cuadro hasta ahora sumariamente trazado de los modos en que se llevé a cabo la actividad de la escritura en el pasado queda- ron excluidas las dos tiltimas categorfas de escribientes: la de los “semianalfaberos gréficos” yla de los “analfabetos”, que han repre- sentado y ain representan la gran mayorfa delos que pertenecen 2 sociedades que de todos modos se caracterizan por el uso de la cescritura, La verdad es que la discribucién social de as capacidades de leer y escribir siempre se dio y se da segin lineas de desarrollo y agregacién irregularmente distribuidas, que terminan por generat zonas de alto desarrollo junto a otras de profundo subdesarrolo, queen cierta medida repiten el recorrido cella relacin distributiva « LACIENCIA DE LA ESCRITURA entre las zonas de riqueza y las de pobreza. En definitiva, “llenos” de escritura ubicados sobre tddo en las ciudades y en los estratos socialmente avanzados, a los que flanquean y contraponen zonas sgeogrdfica y socialmente “vaclas”, pobladas por analfabetos 0 “se~ mianalfabetos grdficos”; con la paradoja, a la que se aludfa al co mienzo de este capitulo, de que las cispides de la cultura escrita y las 2onas “Agrafas” pueden coexistir, como en Chicago (0 en otras cien grandes ciudades) a distancia de pocos kilémetros, los que separan Michigan Avenue del inmenso gueto negro. Sin embargo, también kn las zonas “Agrafas” de las sociedades parcialmente alfabetizadas surgieron y surgen, por iniciativas in- dividuales 0 de pequefios grupos de “semianalfabetos grificos”, actividades de escritura y lectura dirigidas al piblico indiscrimi- nado de los analfabetos, que crean vinculos, transiniten sugeren- K cias, lanzan mensajes, documentan, divulgan, registran, para hoy y para el futuro, destinos y propésitos, suftimientos y alegrfas, iras, formas de asociacién y actividades de grupos.[En una pers- pectiva de ese tipo se ubican ya sea los “carteles infamantes” dos a escondidas en las paredes de Roma (iwust. 13), Bolonia y otras ciudades durante la Contrarreforma; 0, més adelante en el tiempo, stiplicas y reclamos, muchas veces anénimos, enviados a las autoridades por mujeres y hombres en los niveles més bajos de las capacidades gréficas; ¢ incluso los graffitis, alfabéticos y no, dispuestos en los lados de los vagones del subterréneo 0 en las paredes de las zonas més pobres de las concentraciones urba- nas europeas y estadounidenses: y sobre todo los diarios, los tes- timonios de vida, las cartas escritas en gran niimero por los “se- mianalfabetos grificos” cui. peos que protagonizaron las dos gran- des tragedias bélicas consumadas entre los siglos xx y xX. En estos testimonios, por citar a/Bartoli Langelil ‘El suftimiento de escribir coincide con el suftimiento de vivir; trata de sanarlo, pero se suma a aquél y es casi su representacién materiai”. 3. Poder versus libertad Con mucha frecuencia, escribir ¢s servicio y, por lo tanto, act dad heterénoma; ya se hablé de las figuras de escribas y letrados funcionales que esctiben pagados como oficio. Lo que no quita que, al menos en teorfa, la facultad de leer se configure como una capacidad que posibilita la libre expresién, ala par de la de hablar. En efecto, quien sabe escribir puede escribir (ademas de lee, mien- tras que no ha sido y no ¢s siempre cierto lo inverso): esto quiere decir que selpuede fijar de modo durable el pensamiento, los sen- timientos, los recuerdos, las voluntades propios, y comunicarse con los demés, incluso lejanos, 0 con los que han de ve! Obviamente,|durante el desarrollo histético de las distintas sociedades humanas alfabetizadas, esta actividad, como tam- bién la de leer, fue y es sometida a distintas limitaciones y for- {mas de control més o menos directas 0 mediadas, determina- das por miltiples factores: pueden consistir en un mecanismo de instruccién limitada, que brinda a pocos lo posibilidad de leer y escribir; en el uso para lo escrito de una lengua distinta de Ia hablada usualmente, como fue el latin durante la Alta Edad Media europea; en la exclusividad de los espacios y de las técnicas de escritura, sometidos a un preciso “dominio”; en la diversidad de técnicas de ejecucién de ambos procesos cognitivos y expresivos,y asi sucesivamente. De este modo se van configurando situaciones Ifmites opues- tas entre si, entre sociedades caracterizadas como “oligocraci a LA CIENCIA DE LA ESCRITURA gréficas” y otras caracterizadas, por el contrario, como “demo- cracias graficas”, aunque con tendencias siempre determinadas por factores culturales, técnicos, econémicos, politicos; que se orientan en un sentido u otro. Asf se crean, a menudo, casos concretos de conflicto entre difusién amplia y transmisi6n fi- cil, por un lado, y difusién minima y transmisién limitada por el otro; entre comunicacién de escritura sélo en sentido verti- cal, de arriba abajo, y, por otra parte, comunicacién de escritu- ran sentido horizontal, entre ciudades con escritura y ciuda- des privadas de eseritura expuesta; entre sociedades en las que elfprincipio de “escripcién” —la escritura solemne, formulaica, con patrones fijos, emanacién directa del poder y destinada a durar en el tiempo- prevalece por sobre el principio de “escri tura” —concebida como actividad libre, auténoma, creativa, muchas veces efimeracly otras en las que ocurte lo contrario. See En la grande y poderosa Atenas del siglo va.C., dominada por_|—} la figura de Pericles (muerto en 429 a.C.) y caracterizada por una extraordinaria concentracién de actividades culturales y realizaciones artisticas;lla civilizacién occidental conocié la pri- mera y consciente realizacién de un uso piiblico y difundido de la escritura y la lectura, que de un modo admirable se co- rtesponde con érdenes politicos de tipo democrético, aunque sea dentro de una sociedad esclavista| El uso piblico de lo escri- 10 se tealizaba sobre todo con la exposicién, en zonas abiertas al acceso de todos los ciudadanos oxcbrew BovAdpe01 (deseosos de ver, es decir, de leer), de inscripciones cinceladas en materia dura que contenfan leyes, balances de magistraturas, documentos financieros, néminas de cargos, listas de cafdos en guerra. Eso significaba que mediante su manifestacién piblica el ciudada- no deseoso de informarse acerca de los documentos piblicos tenfa, através de la lectura, la mds amplia posibilidad de hacer- PODER VERWUS LIBERTAD 8 lo, que resultaba facil no sélo gracias al :elativamente alto nivel de alfabetismo, sino sobre todo a la claridad de la disposicién de la escritura en el espacio a ella destinado, por el orden pro- pio de las columnas de los textos (el asf llamado estilo estoiquédico”), por la alta legibilidad del escrito, la precisa articulacién de los datos, la exacta y explicita datacién de los documentos (itust. 1). Segiin Domenico Musti, “es cierto [...] que la democracia promovié la escritura; que esta tltima tuvo con Ia otra una difusién de uso y ntimero de usuarios, un desa- rrollo en las funciones que asumié; una definicién en sus mis- ‘mos aspectos formales que fueron un aporte caracteristico de la democracia, concebida ya sea como forma de régimen poli- tico 0 como cultura’. Y esto resulta tanto més verdadero en cuanto se confronta una situacién gréfica “abierta” como la ateniense con las situaciones opuestas ce otras ciudades-Esta- do griegas contemporaneas a ella, regidas por gobiernos aristo- crdticos, como la misma Esparta, todas caracterizadas por esca- sa y poco evidente documentacién. De hecho, siempre seguin ‘Masti [‘una sociedad aristocratica escribe [...] enormemente menos textos de uso corriente con respecto a los de una socie- dad democritica; hace menos contabilidad con destino piibli- 0} realiza menos balances, fundamenta y publica menos deci- siones politicas; a fin de cuentas, tiene menos burocracia, pero «50 porque desarrollé menos el sentido y el valor de lo ‘piblico”.| Por otra parte, justamente en Atenas, ya en tiempos de Pisistrato, durante la segunda mitad del siglo vt a.C., lcobrd difusién el uso de inscripciones funerarias escritas claramente, | de modo que se favorecia una lectura puiblica inmediata; y tam- bién es cierto que este uso se extendié en época democritica, de modo que se reconocié a un ntimero cada vez mayor de | ciudadanosllo que fue definido como “derecho a una muerte +t escrita’ }Todo esto, vale la pena insistir al respecto, también “ LA CIENCIA DE LA ESCRITURA estaba garantizado por la deseada evidencia y simplicidad de la escritura epigréfica ateniense, de la que se sostuvo con razén que era “de éngulos rectos, uniforme, racional y perfectamente funcional” (Morison). En la Atenas democritica no slo se lefan las sumamente legibles leyendas expuestas en piiblico; también se escribla, trazando con el estilo en vasijas, murallas, objetos, cacharros, tablillas enceradas el nombre de uno, el de otros 0 breves expresiones de indole privadas se escribia y se lefa en la escuela; y asf, algu- nos siglos mas tarde, sucedia en Roma y en el mundo romano, como testimonian las paredes de Ostia y otras localidades, cu- biertas de graffitisjocosos, obscenos, utilitatios, escolares. Esto era posible pues en ambas situaciones|la masa de los ciudada- nos mas o menos alfabetizados podia usar para escribir la mis- sma lengua que hablaba, sin tener que aprender otra, propia de lo cera] cambio, la situacién inversa fue caracteristica de todo el oczidente latino hasta el siglo 1x-x para algunas regio- nes y XI-X para otras, como IraliaJAsf, Hurante muchos siglos, Europa occidental, eminentemente desalfabetizada, reserv6 el uso de la escricura a eclesidsticos especializados y a algunos li-\)_ os, capaces de redactar en un latin usualmente aproximativo /\ algtin esquematico documento privado; de producir, en defi- nitiva, textos literarios, teolégicos, histéricos, documentales, epigréficos, todos pertenecientes a la esfera de la “escripcién® | segiin la particién antes recordada; fy olvidé Ia otra esfera, la de 4a escritura libre, relegando ala enorme mayoria de sus habi- tantes al gueto de la cultura tan sélo oral, es decir, a un nivel de total analfabetismo o, en pocos casos, de rudimentario “semia- nalfabetismo gréfico”, En Italia, especialmente, el arribo a a escritura de los vulga- res se dio de un modo lento y dificil; una vez.que alguien se dio i eeeienemmnentiinmmmnemsensie sos PODER VERSUS UIBERTAD 6 cuenta de que era posible escribir su lengua materna, ésta fue inmediatamente utilizada para necesidades sobre todo de ca- récter préctico por personas (en general laicos)“facultados para escribir’, los que en alguna oportunidad se habfan visto empu- jados a registrar textos de otta y més noble naturaleza: regio sos 0 también poéticos. De este modo vemos cémo se consoli- da la fenomenologia de las “tranas’ s deci l registro de tex- tos vulgares de indole literaria en forma de agregados fortuitos ¥ Ocasionales en los mérgenes, en los espacios vacios o en las guardas de cédices que contienen textos latinos, o también al dorso de documentos privadosd una fenomenologfa impropia quelduré desde los tltimos afios del siglo x1 hasta cerca de la mitad del xu,Jen que también empezaron a ser transcritos y difundidos en forma de libro los textos en lengua vulgar. Pero lo que mas impresiona en este gradual proceso de escritura de luna lengua por tantos siglos s6lo oral es la voluntad de quie- nes, por fuera de toda “gramatica” del italiano, lograron hallar, con mil adaptaciones ortogréficas y gréficas personales, los modos de usar el alfabeto, las escrituras y las convenciones scriturales que hasta ese momento eran utilizadas solamente Para los textos en latin, y debieron y quisieron hacerlo para sscribir ya sea, en pleno siglo x1, la cuenta de los gastos por tuna galera (0 ma), ya sea las entradas ysalidas de una compa- fila bancaria florentina durante 1211, 0 nuevas formas de co. ‘municacién escrita entre privados, asi como también una can cién de amor (la primera de la literatura italiana) al dorso de un documento ravenés sorprendentemente todavia a caballo ‘entre los siglos xit y xi {Les “facultados para escribit", por lo menos en un primer Periodo, en la aurora de la experiencia,leran todos (0 casi to- dos) monolingiies y, por ende, ajenos al uso § la hasta enton- es dnica lengua escrita: el latin;{de modo quelse cred y perdu 46 LA CIENCIA DE LA ESCRITURA, 6 en el tiempo una nueva categorfa de italianos (y de euro- eos) capaces, por cierto, de escribir, pero sélo en su lengua madre y no en la tradicional de todos los textos escritos de la cultura europea.|Esta categoria se colocd, desde el punto de visto sociocultural y en lo relativo a las practicas de escritura, en unalposicién intermedia entre los alfabetizados cultos y los + analfabetos y se volvié el motor de la “escritura” no sélo libre sino también con autonomia de creacién y contrapuesta ala de las escuelas, la Iglesia y el poder: la “esctipcién”, precisamen La comunién de estos procesos y la nitidez de estas confronta- iones se confirmé mds o menos en todas partes de Europa durante el transcurso del siglo xi1t; para que nos entendamos bien, alrededor de la fecha de nacimiento de Dante (1265), justo cuando la reorganizacién de las escuelas universitarias de saberes tradicionales, con su pattimonio de textos en lengua latina, alcanzaba su apogeo, sobre todo en los mayores centros de la alta cultura europea: Paris, Bolonia, Népoles, Oxford. Montpellier. Alli, de un modo especialmente evidente, se hizo manifiesta una necesidad cada vex més fuerte de textos, 0 sea, libros referentes a las distintas materias ensefiadas, wtiles tanto para los profesores como para los alumnos; as{ como surgié la necesidad de tener copias correctas y controladas de los textos de los distintos docentes, para usar como las modernas “fi- chas de cétedra’. (Las universidades,\contrariamente a los mo- nasterios de la Alta Edad Media como Montecassino y San Gallo, aislados y auténomos, lestaban situadas en el corazén mismo de las ciudades del siglo xu, y la produccién de libros ue requerfan era llevada a cabo fundamentalmente por libre- +05, papeleros y escribas laicos| Algunos libreros-papeleros, con- siderados “oficiales” de cada una de las facultades de esas uni- versidades, pricticamente tenfan el monopolio de la reproduc- FODER VERSUS LIBERTAD. ” cién de los textos adoptados, en tanto las facultades deposita- ban en sus establecimientos los ejemplares auténticos de los textos, sin encuadernar, pero divididos en fasciculos auténo- mos, de modo que se pudieran efectuar varias copias a la vez con varios escribas. Asien las universidades europeas que adop- taban este sistema de produccién libraria denominado “de la -pecia” (nombre de los distintos fasciculos) se daba una situa- cién de escritura completamente opuesta ala de la produ de los textos en lengua vulgar, libre y ocasional] que podta rea- lizar quienquiera que de algtin modo supiese escribir. Por el contratio, los copistas remunerados, ligados a libreros y papeleros, estaban obligados a aceptar las tarifas que les impo- alan, para tesguardar los derechos de estudiantes, universida- des y libreros, y se les prohibfa reunirse en corporacién para defender sus propios intereses. También la praxis, regulada con rigidez menor, del libre contrato de copia entre un comi- tente y un copista sobreven{a por lo general segdin modalida- des bastante onerosas para este tltimo, que debia garantizar la entrega en un plazo determinado y utilizar el tipo de escri- tura elegido y pretendido por el comitente y certificado por un ejemplo testigo. [ELlibro manuscrito de Ambito universitario-escoléstico]se volvié, segiin una feliz expresién de Ezio Ornato, “un produc- to profesional canonizado”, que obligaba a los copistas “a ago- tar todos los recursos de su profesionalismo”, sobre todo para garantizar “una funcionalidad basada en la satisfaccién y la com- prensién”, Aquel era, en realidad, el resultado de la convergen- cia del fuerte control ejercido sobre el producto textual por los rangos profesionales y el poder religioso y la complejidad y refinamiento de la produccién librariz manuscrita, ahora vuel- ta mecénicamente repetitiva.) “ LA CIENCIA DE LA ESCRITURA, odo esto explica por qué en una etapa inicial, aproximada- mente entre los afios 1450 y 1520, los primeros productores de libros impresos repitieron en todas partes de Europa la tipologta, las medidas, el aspecto gréfico de los manuscritos, por més que utilizaran técnicas de confeccién completamente distintas, incluso opuestas, a las de los copistas, sus colegas y competidores.|Recién cuando, con el(tercer decenio del nuevo siglo,jla produccién del libro impreso se difundié impetuosa- mente por toda Europa, transformandose en una auténtica ac- tividad de tipo protoindustrial, que se dirigia a un ptiblico in- comparablemente mas vasto que el de un siglo atrds y oftecia un repertorio fuertemente renovado(el libro impreso se liber de la imitacién directa de los modelos del pasado ¢ intents realizarse en formas nuevas, precisamente las del libro mo- derno, destinadas a forjar la cultura europea.\Y precisamente entoncesllas estructuras del poder, primero religioso, después también politico, identificaron en el nuevo medio de repro- duccién y circulacién de libros un temible adversario y se pertrecharon para combatitlo, limitando su libertad y con- trolando su difusién mediante distintos mecanismos de cen- sura ¢ impedimentog.|que hicieron més cauto al piblico y lentificaron el desarrollo conjunto del sistema de impresién de tipos méviles. [Lo que sucedié entonces en Europa entre mediados del si- glo2xvty fines del xvi constituyé una auténtica tragedia para la cultura escrita europea, Fuya fuerte influencia negativa aiin esté Por estudiarse de modo global y adecuado. Es cierto que du- tante ese periodo la nueva tecnologia de reproduccién de lo escrito no fue suficientemente aprovechada en todos los paises de Europa, entre otras razones por las graves dificultades de prodaccién (alto costo de los materiales y escasez creciente de papel) y distribucién (teansportes lentos ¢ inseguros, = PODER VERSUS LIBERTAD. 9 onerosas); pero la principal responsabilidad de lo que fue defi- nido como un “equilibrio malthusiano” les corresponde allos -fobsescnes ideolégicos y culturales que los ejecutores del nue. vo medio de produccién no fueron capaces de superat o ais: cl principal de todos fue la censura, previa y posterior. En 1574, un funcionario del Sacro Palacio romano afirmés “la Santa Iglesia necesitarfa que por muchos afios no hubiera imprenta’, En’esa época ya habia sidolemitido por el papa Plo '¥, en 1564, el Index de obras prohibidas, basado en los princi- pios del Concilio de Trento (1545-1563); la Inquisicién roma- na estaba activa hacfa treinta y dos afios (desde 1542) y en los palses protestantes, donde las obras de Martin Lutero habfan alcanzado tiradas altsimas, se ban organizando tipos andlogos de control de imprenta.._ (Entre los siglos xvi y xviit,| mientras la censura eclesidstica se volvia gradualmente menos invasora y agresiva (no obstante el Index romano de 1711 que comprendfa un listado de unas once mil entradas), {los distintos Estados europeos, catélicos y protestantes, fueron delineando sus organismos auténomos de control y represién a la produccién de libros y la circulacién de textos de modos distintos caso por caso, pero con el objeti- ‘vo comtin de reprimir y eliminar toda obra y todo autor (sobre todo contemporineos) que pudieran ser peligrosos para la es- tabilidad del poder absoluto y sus prerrogativas,|Eso no quita que, en general, como demuestra el caso francés, la censura estatal haya resultado més tolerante que la religiosa. Por ejem- plo, en Roma, el 9 de enero de 1762, la Congregacién del Index denuncié que “impresores, vendedores y otros que hacen co- mercio de libros hayan llegado a tal grado de abominable li cencia al imprimir y transmitir por doquiet aquellos que alta- mente ofenden la Religién y las buenas costumbres que ya p2- tezca no haber freno bastante para tal corruptela”. LA CIENCIA DE LA ESCRITURA En realidad, «1 camino que habria de llevar a la liberaliza- cién del uso de la escritura y de la circulacién de lo escrito (de todos modos siempre relativos, aun hoy) todavia era largo. Recién el 26 de agosto de(1789, la Asamblea Nacional de Paris habrfa incluido en la Declaracién de los Derechos del Hombre un parrafo dedicado a la proclamacién de la més absoluta li- bertad individual de escritura y de imprenta: “la libre comuni- cacién de los pensamientos y opiniones es uno de los derechos mas preciados del hombre: todo ciudadano puede por tanto hablar, escribir, editar libremente”. Pero ese pérrafo aguarda atin ser universalmente aplicado.| Je ‘Otro aspecto del contraste entre poder sobre la escritura y liber tad gréfica es la evidenteldiversidad estética y funcional que casi siempre se advierte entre productos gréficos fruto de una juss propia de la autoridad o un mandante superior y productos gré= ficos fruto de libre iniciativa escritural de individuos y grupos Esto sucede, obviamente, tinicamente en sociedades, culturas y situaciones que consientan esta confrontacién, o sea, en las que concretamente y al mismo tiempo se haya producido y se pro- duzca esa confrontacién en la realidad: para que nos entenda- mos, la Roma del siglo d.C. 0 la Chicago de hoy; por cierto, no la Luca del siglo vit d.C. 0 la Mildn de tres siglos més tarde: dos ciudades, dos situaciones en las que faltaron, durante esos perfo- dos, manifestaciones conscientes y difundidas de una libre acti- vidad de escritura. De hecho, fe suele reconocer en los produc 10s oficiales y solemnes un alto grado de control formal sobre lo escrito y de respeto de criterios generales de armonta gréfica en- tre las distintas partes y cada uno de los elementos del producto escrito; en los otros, fruto de una libre eleccidn de escritura, todo ¢€50 falta 0 s6lo se encuentran ocasionales indicios o citas, por lo general resultado de imitaciones més o menos conscientes.| | escrito” pertenecerfa tan sélo alos primeros, a la otialidad gr PODER VERSUS LIBERTAD 1 En realidad {todo producto esctito realizado con cualquier ‘écnica y sobre cualquier soporte debe, para hacer comprensible -f <1 texto que transmite, haber sido registrado resperando deter- minados critetios de cuerpo, distincién, espaciado, articulacién de cada una de las partes, orientados a facilitar su lectura.PAs es, Por lo general, la scritura emanada directamente del poder pi. blico, excepto en casos limite de exasperada caligrafizacién; asi aparehitan ser los (productos de las corporaciones de letrados; as{ se construyen los modelos de ensefianza, los libros escolares, los productos escritos destinados a la mds amplia circulacién en las sociedades alfabetizadas.|Por todo lo dicho hasta ahora habria gue deducir quelen la oposicién entre productos de “escripcién” y productos de “esctitura”,|de los que ya se hablé,lel “orden de lo fica, mientras que el que podemos defiais, en una Idgica opositiva, como “desorden de lo escrito” perteneceria a lo privado, a lo cotidiano, a veces tambien a las manifestaciones de rebeldia y clandestinas (por cuanto prohibidas) de la accién de escribir} Para comprender si esta asercidn se cortesponde con la ver dad, y cudnt, intentemos reflexionar sobre algiin ejemplo con- creto de productos altos y productos subaltemnos, pertenecientes a un mismo perfodo y a la misma area geogrifica, contrapuestos grificamente. Comencemos lejos, paramos de la Francia de los Capetos de alrededor de la mitad del siglo x, donde, en los méz- genes de un manuscrito littirgico poco anterior, escrito en ele- gante mintiscula carolina (hoy en Clermont Ferrand), un escri- biente inhabil trazd,insereéndolasal rexésrespecto del texto prin-

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