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1. La Biblia es la Palabra inspirada por Dios, sin errores. Hch. 1:16; 4:25; 2° Tim 3:16; 2° Pe. 1:20-21
2. Hay un solo Dios verdadero. Es una Trinidad de Mt 28:19; Jn 14:16-17; Hch 17:24-31; 2° Cor
personas: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. 13:14
3. Todo ser humano, a excepción de Jesús, ha pecado. Hch. 22:14; Ro. 3:23; Heb. 4:15; 1°Pe. 2:22
5. Todo el que recibe a Jesús como Salvador debe ser Mateo 28:19; Marcos 16:16; Hechos 2:38; 8:12-
bautizado en agua. 13, 36-38; 9:18; 10:47-48; 19:5; 22:16
6. La Cena del Señor les recuerda a los creyentes la
Mt. 26:26-29; Hch. 2:42; 20:7; 1°Cor. 11:23-26
muerte del Señor y su regreso.
B. En la comunión. La comunión que el Espíritu de Dios elabora significa mucho más que una asociación
que se encuentra en los clubes o cuerpos comunitarios. La unión espiritual se basa en unión espiritual
que el Espíritu de Dios hace, la diferencia es esta, el Espíritu Santo está dentro del creyente en Jesús y El
une a todos sus hijos en un solo cuerpo, la iglesia.
C. En la Cena del Señor. La frase “el partimiento del pan” significa que los creyentes primitivos observaron
y recordaron la muerte y resurrección del Señor, también recordaban que volvería por ellos; también
notamos que la celebraban diariamente ¿Por qué la celebraban tan a menudo? La Santa Cena fue una
ordenanza del Señor para simbolizar su muerte y resurrección; y fue su muerte la que nos salvó, debido a
su muerte y resurrección ahora estamos, reconciliados con Dios, en comunión con Dios, hechos nuevas
criaturas, llenos del Espíritu Santo y llevando frutos para Dios; todo lo que ahora somos y tenemos se lo
debemos a su muerte y resurrección gloriosa.
D. En la Oración. Los cristianos de la iglesia primitiva perseveraban en la oración; mediante la oración
lograron tener una comunión muy íntima con Dios y entrar en su presencia. No podían estar más cerca de
Dios que cuando se acercaban a El mediante la oración, Sal. 145:18; Mt. 18:20; Jer. 33:3. Mediante la
oración, los primeros cristianos recibieron bendiciones de Dios, recibieron las provisiones de Dios, tanto
para el alma como para la vida terrenal, Mt. 21:22; Jn. 16:24.
IV. “Y sobrevino temor…” vrs. 43. Temor nos significa terror o miedo, quiere decir: un temor piadoso, un
temor por no desagradar a Dios en su voluntad, sabiendo que Dios nos ama, pero que también es justo y
puede enojarse y hacer juicio sobre las obras pecaminosas. Temor a Dios también tiene un sentido de
conocer que nos hemos acercado a un Dios santo y que Dios está obrando en nosotros, es una reverencia
hacia Dios al ver sus maravillas y prodigios, nos produce un temor reverente hacia su divinidad. Is 50:10; Sal
31:19; 25:12.
V. “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus
propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.” vrs. 44 – 45. Los
miembros de la iglesia primitiva eran personas que estaban unidas y que tenían un ministerio en común. Los
creyentes estaban “juntos”, esto quiere decir que estaban unidos en el mismo lugar porque todos tenían el
mismo llamado, mente y propósito, no solo estaban en el mismo lugar y local. Estaban juntos porque eran de
un mismo Espíritu y propósito. “Inquirid en el libro de Jehová, y leed si faltó alguno de ellos; ninguno faltó con
su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su mismo Espíritu.” Isaías 34:16.
VI. “…el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” vrs. 46 – 47. Algunas veces las
personas pueden estar frecuentando la iglesia y llegar a ser tomados en cuenta antes de ser salvos. Hay
personas que pueden pretender cargos en la iglesia a quienes el Señor no ha añadido, es muy importante
darse cuenta de que el Señor es el único que puede agregar personas, porque Él es el Salvador y el único
que la edifica. Cada miembro debe estar seguro de que el Señor lo ha añadido a la iglesia. Nosotros
podemos darles la bienvenida pero solamente Dios puede añadirlos para ser salvos del pecado.
VII. Conclusión. Cuando Jesús salva a alguien del pecado, lo añade a la iglesia como nuevo creyente. Dios
reconoce solo los nombres de aquellos que han sido nacidos de nuevo. Dios tiene en cuenta a aquellos que
reciben a Jesús como Salvador y Señor y escribe sus nombres en el Libro de la Vida (Ap. 3:5; 20:12; 21:27).