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UNIVERSIDAD NNACIONAL AUNTONAM DE MÉXICO

FACULTAD DE PSICOLOGIA

ESPECIALIZACION COMUNICACIÓN, CRIMINOLOGIA Y PODER

MATERIA: INTERVECION PSICOCRIMINOLOGICA

PROFESORA: MARIA DEL CARMEN MONTENEGRO NUÑEZ

ALUMNA: CONTRERAS SOLIS YAHAIRA

ANALISIS DE LA PELÍCULA DE HANNAH ARENDT, RETRATO DE LA MAESTRA D ELA FILOSOFIA DEL


SIGLO XX

La película trata de la biografía de la filósofa judío-alemana Hannah Arendt,


discípula de Heidegger, que trabajó como periodista en el juicio a Adolf Eichmann,
el nazi que organizó el genocidio del pueblo judío durante la II Guerra Mundial,
conocida por "la solución final".

La autora tiene como objetivo determinar a este qué punto el tribunal de Jerusalén
consiguió satisfacer las exigencias de la Justicia, es decir que lo que quería
demostrar Arendt era el sentido banal que adquiere el mal cuando no se es capaz
de juzgar las acciones propias y ajenas. Con respecto a lo anterior la autora aborda
tres puntos importante los cuales son: a) Analizar las características adquiridas por
la conciencia moral humana y sus efectos a nivel individual, en especial en el caso
de Eichmann, b) también describe sociológicamente los elementos que
caracterizaron al Holocausto y c) por ultimo destaca la autora la crítica de las de la
administración de justicia, representadas en el tribunal israelí. Cabe resaltar que
Arent menciona algo muy importante que la banalidad del mal que divide en dos
aspectos fundamentales, por un lado, pensar es el opuesto a lo banal e irreflexivo.
Y por otro lado, reconoce una diferencia entre la racionalidad formal que es propia
de las estructuras burocráticas y el pensar.

La crítica de Hannah Arendt recae en las grandes deficiencias del juicio llevado a
cabo en Jerusalén y las acciones de los comités judíos que se relacionan con el
Estado nazi en términos del “mal menor”. Sus observaciones son de una serena
mordacidad: se trataba de un crimen contra la humanidad y, por lo tanto, había una
dificultad moral que consistía en no considerar un concepto nuevo en torno de la
producción del mal, cuál era su condición de ser portado por un burócrata menor
del Estado que hablaba con el lenguaje propio de la administración y los flujos de
instrumentalidad que correspondían a la lengua oficial de cualquier organización
técnica. Si un solo burócrata podía ser juzgado, había que crear un juicio basado en
la relación entre el orden burocrático y las planificadas masacres. Se trataba de la
célebre cuestión de la banalidad del mal, que sin duda tiene su raíz en trabajos
heideggerianos como Qué significa pensar (el pensar es lo contrario al cálculo, al
aditamento, a lo indiferente, a la donación) y en cierta anticipación en con su clásica
crítica a la cultura como “administración”.

En 1961 se celebró en Jerusalén el juicio del líder nazi Adolf Eichmann, la


revista The New Yorker escogió como enviada especial a Hannah Arendt, una
filósofa judía de origen alemán exiliada en Estados Unidos. Arendt, que se había
dado a conocer con su libro Los orígenes del totalitarismo, era una de las personas
más adecuadas para escribir un reportaje sobre el juicio al miembro de las SS
responsable de la solución final. Los artículos que la filósofa redactó acerca del juicio
despertaron admiración en algunos (tanto el poeta estadounidense Robert Lowell
como el filósofo alemán Karl Jaspers afirmaron que eran una obra maestra),
mientras que en muchos más provocaron animadversión e ira. Cuando Arendt
publicó esos reportajes en forma de libro con el título Eichmann en Jerusalén y lo
subtituló Sobre la banalidad del mal, el resentimiento no tardó en desatar una caza
de brujas, organizada por varias asociaciones judías estadounidenses e israelíes.

En su ensayo hubo Tres fueron los temas que indignaron a los lectores. El primero,
el concepto de la “banalidad del mal” que ya se mencionó anteriormente. Mientras
que el fiscal en Jerusalén, de acuerdo con la opinión pública, retrató a Eichmann
como a un monstruo al servicio de un régimen criminal, como a un hombre que
odiaba a los judíos de forma patológica y que fríamente organizó su aniquilación,
para Arendt Eichmann no era un demonio, sino un hombre normal con un
desarrollado sentido del orden que había hecho suya la ideología nazi, que no se
entendía sin el antisemitismo, y, orgulloso, la puso en práctica. Arendt insinuó que
Eichmann era un hombre como tantos, un disciplinado, aplicado y ambicioso
burócrata: no un Satanás, sino una persona “terriblemente y temiblemente normal”;
un producto de su tiempo y del régimen que le tocó vivir.

REFERENCIAS:

Arendt, H. (1999) Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.


En : http://www.book.tubefun4.com/downloads/Eichmann.pdf

El país Opinión (2013) El malentendido sobre Hannah Arendt, Referido en:


http://elpais.com/elpais/2013/07/25/opinion/1374764105_218903.html

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