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(status quaestionis)
Contenido
• 1 Introducción
• 2 Primeras iniciativas
• 3 La Prohibición
• 4 Bases teológicas: La Asunción de San José
• 5 El magisterio papal de Juan Pablo II
• 5.1 Los Corazones de Jesús, María y José
• 5.2 Los Corazones de María y José
• 6 El Corazón de San José
• 7 El Status Quæstionis
• 8 Referencias
Introducción
“Corazón de Jesús
, yo te adoro; Corazón de María, yo te imploro; Corazón de José, puro y justo; en estos tres
corazones pongo mi confianza.” Estas son invocaciones piadosas que recuerdo de mi niñez. Aunque
no puedo indicar su procedencia, ellas testifican de un cierto impulso espontáneo de parte de los
fieles a unir los Corazones de la Sagrada Familia, la “Trinidad terrenal”, de venerar el Corazón de
José junto con los Corazones de Jesús y de María. Obviamente, tal impulso ha sido precedido por el
largo desarrollo del culto[1] a los Corazones de Jesús y de María.
Deseo subrayar dos puntos de esta declaración: (1) que los elementos esenciales de la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús “pertenecen de modo permanente a la espiritualidad de la Iglesia a través
de su historia”, y (2) que el Corazón físico de Jesús ahora en gloria celestial es un símbolo
particularmente expresivo del amor divino-humano del Hombre-Dios.[3] Se debe notar además que
lo que hemos resumido aquí en unas pocas y breves declaraciones respecto al culto al Sacratísimo
Corazón de Jesús representa una evolución de la teología y devoción al Corazón de Jesús en el
curso de los siglos [4] y un largo proceso por parte del Magisterio que fue marcado inicialmente por
juicios negativos que eventualmente tuvieron que ser revertidos.[5]
Si bien históricamente la evolución del culto a los Corazones de Jesús y María está a menudo
simultánea y profundamente interconectado, como en San Juan Eudes (1601-1680), así también la
clarificación del objeto del culto al Corazón de María vino sólo en tiempos relativamente recientes.
[6] En un discurso muy significativo sobre los Corazones de Jesús y María dado el 22 de septiembre
de 1986, el Papa Juan Pablo II estableció:
“Es digno de notar que el Decreto con el cual el Papa Pío XII instituyó para la Iglesia
universal la celebración en honor del Inmaculado Corazón de María declara: ‘Con esta
devoción la Iglesia le rinde el honor debido al Inmaculado Corazón de la Bienaventurada
Virgen María, puesto que bajo el símbolo de este corazón ella venera con reverencia la
eminente y singular santidad de la Madre de Dios y especialmente su muy ardiente amor por
Dios y su Hijo Jesús, y además su compasión maternal por todos los redimidos por su divina
Sangre’ (S.R.C., 4 de mayo de 1944; AAS 37, 1945, pág. 50). Por lo tanto se puede decir que
nuestra devoción al Inmaculado Corazón de María expresa nuestra reverencia por su maternal
compasión tanto por Jesús como por todos nosotros, sus hijos espirituales, puesto que ella se
paró al pie de la Cruz… En el corazón de María vemos simbolizado su amor maternal, su
singular santidad y su rol central en la misión redentora de su Hijo. Es respecto a su rol
especial en la misión de su Hijo que la devoción al Corazón de María tiene primordial
importancia, pues a través del amor de su Hijo y de toda la humanidad ella ejerce una acción
única para llevarnos a Él.”[7]
Una vez más quiero subrayar que el Corazón físico de María, ahora en gloria, es señalado como el
símbolo de su persona y explícitamente de “su amor maternal, su singular santidad y su rol central
en la misión redentora de su Hijo”.
La pregunta, entonces, que tenemos ante nosotros es ésta: ¿hay terreno para un culto legítimo al
Corazón de José? ¿Se puede decir que los elementos fundamentales de la devoción al Corazón de
José pertenecen de algún modo a la espiritualidad perenne de la Iglesia? ¿Puede el Corazón de José
ser reconocido como el símbolo de su persona, de su amor paternal por el Hijo de Dios y de su rol
único en la misión redentora de su Hijo? Esto, por supuesto, necesariamente implicaría una debida
proporcionalidad.[8] Finalmente, ¿ha sancionado la Iglesia tal culto?
Primeras iniciativas
Dado que el culto a San José en Occidente sólo surge en el segundo milenio[9] y viene a ser
solemnemente afirmado por la Iglesia sólo en la segunda mitad del siglo XIX[10], es algo
sorprendente que la devoción a los Corazones de Jesús, María y José haga su primera aparición
pública, hasta donde podemos decir, tan temprano como 1733 en Portugal y Brasil, y que la
ferviente devoción al Corazón de José floreció posteriormente en México en los siglos XVIII y
XIX.[11] Hay una indicación que cierto carmelita descalzo, el Padre Elías de los Tres Corazones,
hizo un voto de diseminar la devoción al “justo y muy humilde” Corazón de San José en una
peregrinación a través de Italia y Francia durante un período de cinco años, comenzando en 1843, y
que esta empresa fue aprobada por el Papa Gregorio XVI el 28 de abril de 1843, aunque no se sabe
nada sobre los resultados de su actividad.[12] Aun más detallada y fácilmente accesible es la
información sobre la Unión Piadosa del Purísimo Corazón de San José (Pia Unione del Cuore
purissimo di San Giuseppe) fundada en 1846 por el oblato de la Virgen María, el Padre Michele
Bocca, quien siempre consideró la devoción al Corazón de José como inseparable de la devoción a
los Corazones de Jesús y María.[13] El Padre Stramare señala que en la segunda mitad del siglo
XIX había una buena cantidad de literatura dedicada al Corazón de San José, y que el culto fue
fomentado por un número de eclesiásticos notables.[14] Ciertamente, se requiere mucha más
investigación para completar esta breve reseña histórica.
La Prohibición
Teniendo en cuenta el tortuoso itinerario del culto al Sacratísimo Corazón de Jesús y la reserva
inicial al respecto de parte del magisterio, no es sorprendente que la promoción del culto al Corazón
de San José deba enfrentar una oposición similar. Esto salió a la luz en una audiencia concedida por
el Papa Beato Pío IX del Purísimo Corazón de San José. Aquí está su testimonio sobre esa
audiencia:
“Hablando sobre los Sacratísimos Corazones de Jesús y María, recordé que algunos añaden “y
de San José”. Hoy---18 de diciembre de 1873---el Papa me dijo que esto es un abuso; uno no
debe representar el corazón de San José; la devoción al Corazón de San José no está aprobada
por la Iglesia. El Papa mismo me dijo esto hoy.[15]
El Padre Stramare, en cuya valiosa obra me estoy basando en este punto, pregunta: “¿Cuál es la
posición de la Santa Sede respecto a este asunto?” Como durante más de cien años no se ha dado
una respuesta oficial a esta pregunta, parecería oportuno formularla de nuevo a la luz de los
desarrollos subsiguientes.
Comencemos por rastrear la historia de la prohibición a la luz de la documentación disponible al
momento. Sobre este asunto es necesario recurrir a la Pontificia Josephina, el excelente catálogo y
resumen de los documentos magisteriales y romanos suministrados por el padre Blaine Burkey,
O.F.M. Cap. En las páginas de Cahiers de Joséphologie (Montreal) desde 1962 hasta 1994.[16]
La primera intervención negativa de parte de la Santa Sede, la cual está disponible ahora, es la
respuesta de la Sagrada Congregación de Ritos al obispo de Nantes, quien había preguntado si la
invocación Cor Sancti Joseph purissimum, ora pro nobis podía usarse en funciones no litúrgicas. El
14 de junio de 1873 la Sagrada Congregación le ordenó a su Secretario escribirle al obispo de
Nantes alertándole que el culto al Corazón de San José no está aprobado por la Santa Sede
[Monendum esse per epistolam Rmum. Dominum Episcopum cultum Cordis S. Iosephi non esse ab
Apostolica Sede approbatum].[17]
La Sagrada Congregación de Ritos emitió una segunda respuesta el 19 de febrero de 1879
advirtiéndole al arzobispo de Chambéry que el Papa Gregorio XVI ha desaprobado el culto al
Corazón de San José, y que por lo tanto se prohíben las medallas que muestran el Corazón de San
José junto con los Corazones de Jesús y María. Los autores de Le Messager de S. Joseph también
deben ser advertidos sobre esto [Cultus cordis S. Joseph, jam a s.m. Gregorio XVI reprobatus fuit et
idcirco prohibita numismata quæ, una com SS. Cordibus Jesu et Mariæ, illud S. Joseph exhibent.
Hinc admonendus orator et forte etiam auctores ephemeridis Le Messager de S. Joseph, hanc
devotionem non licere].[18]
La tercera intervención provino de la Vicaría de Roma en respuesta a dubia (dudas) sometidas por el
editor de Analecta Ecclesiastica respecto a la Pía Asociación de la Sagrada Familia con referencia
específica a las medallas de la Sagrada Familia que muestran los Corazones de Jesús, María y José
en sus respectivos pechos. La respuesta fue que no es conveniente usar medallas que muestren los
Corazones del Niño Jesús y María y, en el caso de San José, no es lícito [Non expedire quoad Corda
D. Infantis et B. Matris. Quoad S. Josephum, non licere].[19]
Justo como encontramos que hay lagunas obvias en la historia de este culto, así también hallamos
que hay notables lagunas respecto a su prohibición. Hasta donde yo he podido determinar, la
prohibición del culto por el Papa Gregorio XVI, referido para impresión el 19 de febrero de 1879
durante el pontificado del Papa León XIII, nunca ha sido hallado.[20] Desafortunadamente, la
publicada Josephina Pontificia del Padre Blaine Burkey sólo comienza con el pontificado de Pío IX
y así no arroja luz sobre el asunto.
Así, toda una serie de preguntas viene espontáneamente a la mente.[21] ¿Aprobó realmente
Gregorio XVI la predicación y difusión de la devoción al Corazón de San José por el Padre Elías de
Tres Corazones? ¿Por qué prohibió la devoción luego? ¿Cuándo hizo eso y sobre qué bases? ¿Por
qué fue necesario esperar hasta 1879 para la notificación oficial de que la devoción ya había sido
prohibida en el pontificado de Gregorio XVI? ¿Por qué nunca se publicó nada sobre esta
prohibición durante el largo reinado del Papa Beato Pío IX? ¿Por qué la Sagrada Congregación de
Ritos y la Vicaría de Roma no aclararon en sus respuestas los fundamentos de la prohibición, y por
qué no citaron ningún documento? Estas son preguntas respecto al pasado que permanecen sin
respuesta, pero también hay preguntas respecto al presente. ¿Cuál es el estatus actual de la
prohibición, dado que existe una asociación pública de los fieles en la Arquidiócesis de Los Ángeles
conocida como las “Siervas de los Sagrados Corazones de Jesús, María y José”, habida cuenta de
revelaciones privadas sobre la devoción al Corazón de San José y otras iniciativas de las cuales no
tengo conocimiento al presente?
En la medida en que soy capaz de evaluar el status quæstionis al momento sin la luz de nueva
documentación histórica, creo que uno puede explorar fructíferamente el asunto de qué bases
teológicas podrían eventualmente permitir el culto al Corazón de San José y uno podría explorar el
asunto a la luz de magisterio papal más reciente.
Desde la época de los Padres de la Iglesia la opinión predominante ha sido que estas almas se
reunieron con sus cuerpos para nunca morir de nuevo; y que cuando Cristo ascendió al cielo,
ellos entraron al cielo con Él, cuerpo y alma, por toda la eternidad. Por lo tanto, su
resurrección no sería un mero retorno a la vida terrenal, sino una revivificación y glorificación
de sus cuerpos como le sucederá en el Último Día al resto de los justos. Si esta interpretación
es correcta, es lógico asumir (como han hecho numerosos autores) que a San José se le
concedió la glorificación de su cuerpo al momento de la resurrección de Cristo. De todos, él
merecería el privilegio aventajadamente.[24]”
Por supuesto, la opinión sobre este asunto no ha sido unánime. San Agustín sostuvo que la Pascua
de Resurrección del justo era meramente temporera (como en el caso de Lázaro), y que estas
personas tenían que morir de nuevo. En sus primeros años Santo Tomás de Aquino había afirmado
que estos santos entraron al cielo con Cristo, pero más tarde abandonó esta opinión a favor de la de
San Agustín.[25] Junto con Agustín, quizás la otra opinión contraria más fuerte es la de Benedicto
XIV en su calidad de teólogo privado.[26] Por su parte, Martin Jugie, A.A., cuya obra sobre la
muerte y asunción de Nuestra Señora sigue siendo un clásico, declara:
“Si tenemos que decidir esta pregunta simplemente por autoridades, parece que la tesis de una
resurrección permanente podría ser puesta de manifiesto tanto por la calidad como por el
número de los comentadores que la han apoyado en el pasado y todavía la sostienen en la
actualidad. En nuestros días ha prevalecido claramente.”[27]
Respecto a la pregunta específica de la inclusión de San José entre los que entraron al cielo con
Cristo, Jugie declaró además: “No creemos que Suárez, Francisco de Sales y el cardenal Lépicier
hicieran ‘una conjetura vacía’ al inferir que San José estuvo entre los que fueron resucitados.”[28]
Entre los más fuertes defensores de esta creencia estaban Jean Gerson, Santa Bernardina de Siena y
San Francisco de Sales.[29]
El Padre James J. David, O.P., también señala que
“el Papa Juan XXIII, en una homilía en la Fiesta de la Ascensión en 1960, explícitamente
interpretó que Santo Tomás, en su Comentario sobre San Mateo, afirmaba que aquellos que
salieron de sus tumbas luego de la resurrección de Cristo entraron al cielo con Cristo, y el
Papa continuó diciendo que uno podía aceptar como plausible la asunción corporal de San
Juan el Bautista y San José.”[30]
El texto del Papa Beato Juan XXIII es como sigue:
“Entre los Padres y Doctores que variamente interpretan este pasaje de San Mateo, Aquino en
su Comentario decisivamente toma su lugar con aquellos que afirman que “resucitaron los
cuerpos de los santos que dormían”, y añade “para entrar al cielo con Cristo.”
Esto, entonces, atañe a los muertos del Antiguo Testamento que estaban más cercanos a
Jesús---nombremos a dos de los más íntimos en su vida: San Juan el Bautista, el Precursor, y
José de Nazaret, su cuidador y tutor, les pertenece a ellos---así podemos piadosamente creer---
el honor y privilegio de encabezar este maravilloso acompañamiento a través de los caminos
hacia el cielo. [Tra i Padri e i Dottori che variamente interpretano questo passo di S. Matteo,
l’Aquinate nel suo Commentario prende posto decisamente presso quanti asseriscono che corpora
sanctorum qui dormierant surrexerunt – egli aggiunge – tanquam intraturi cum Christo in coelum.
Spetta quindi ai morti dell’Antico Testamento i più vicini a Gesù – niminiamone due di più intimi
alla sua vita, Giovanni Battista il Precursore e Giuseppe di Nazareth, il suo nutricatore e custode –
aspetta a loro – così piamente noi possiamo credere – l’onore ed il privilegio di aprire questo
mirabile accompagnamento per le vie del cielo.][31]
Le dejaré la última palabra sobre este fascinante tema al Padre Bonifacio Llamera, O.P. (1913-
1959), uno de los más prestigiosos josefólogos dominicos españoles del siglo XX.[32] Después de
haber tratado el asunto con amplitud y profundidad afirma:
“Parece razonable que la Sagrada Familia---Jesús, María y José---predestinados a iniciar la
nueva vida divina de la raza humana, también debían iniciar la vida gloriosa de la
resurrección. Es cierto que Jesús y María son por mucho superiores a San José, pero esta
superioridad no impidió que el santo perteneciese a la Sagrada Familia, incluso ocupando el
lugar de esposo y padre. Parece muy poco probable, entonces, que al ser resucitado Jesús, su
padre providencial no fuese también resucitado con Él, o que María fuese resucitada sin su
muy digno esposo.
Podemos, por tanto, creer que San José, nuestro muy amado patriarca, ha triunfado y disfruta
con todos los santos, de forma absoluta, la vida del alma así como la vida del cuerpo, en la
eterna compañía de Jesús y María.”[33]
Sólo quisiera añadir este comentario: si bien que no creo que hay ninguna probabilidad seria de una
definición dogmática sobre el asunto de la Asunción de San José, creo que es una opinión muy
probable que tiene un peso de autoridad notable. Opino que posiblemente proporcionaría base
suficiente para legitimizar el culto al Corazón de San José, si la autoridad de la Iglesia así lo
decidiese.
Al principio sólo ellos fueron testigos del hecho de que el Niño nacido en Belén es el “Hijo
del Altísimo”, venido al mundo por acción del Espíritu Santo. [La Chiesa vive oggi la gioia
della Natività del Signore, del Figlio di Dio, a Betlemme: come mistero della Famiglia, della
Santa Famiglia.
En la Fiesta de San José en 1987 en su homilía en Civitavecchia, comenzó citando a “José, hijo de
David, no temas tomar a María tu esposa” (Mt. 1,20) y luego continuó:
“Así el divino misterio de la Encarnación fue confiado a María antes que a ninguna otra
persona. En ella “el Verbo se hizo carne” (cf. Jn. 1,14), cuando, durante la Anunciación, ella
se sometió a la voluntad de los inescrutables designios de Dios.
A Giuseppe, quindi al carpentiere di Nazareth è stato affidato, come a Maria, lo stesso mistero
di Dio. Un grande mistero, il mistero eternamente nascosto in Dio, mistero che «divenne
carne» nella storia dell’umanità ed è stato rivelato agli occhi dei cuori umani: agli occhi della
fede.]” [38]
El 9 de septiembre de 1993 el Santo Padre unió los Corazones de María y José juntos en su homilía
en el Santuario Mariano de Aglona en Latvia:
“¡El misterio de la Encarnación Divina! Fue tan difícil entender que primero tuvo que
encontrar un lugar en las mentes y los corazones de los seres humanos. Primero en el corazón
de María, que es lo que ocurrió en la Anunciación en Nazaret, y luego en el corazón del
esposo de María, José”. [39]
En su alocución del Angelus del 6 de febrero de 1994, el cual fue dedicado al misterio de la
Presentación en el Templo, él hizo estos comentarios:
“Paso a paso, debemos preguntarnos hacia qué dirección hemos tomado, con la misma
pregunta que estuvo ciertamente en los corazones de María y José: ¿qué desea el Señor de
nosotros? ¿Cuál es el camino que ha planeado para nuestro hijo? [Di tappa in tappa occorre
interrogarsi sulla direzione del cammino, ponendosi la domanda che certamente era presente
nel cuore di Maria e di Giuseppe: che cosa vuole il Signore da noi? quale è la strada che Egli
ha tracciato per il nostro bambino?]”[41]
En su alocución del Ángelus del 5 de enero de 2003, hacia el final de su largo pontificado, hallamos
al Papa regresando a un tema que había comenzado a desarrollar ya en sus primeros años:
“El Niño nacido en Belén que viene sobre la faz de la tierra es verdaderamente
“contemporáneo” con toda persona que vive sobre la faz de la tierra. Por esta razón, Él es
también nuestro “contemporáneo”. Los dones del Señor nunca se vuelven obsoletos. Aquí
están las buenas nuevas de Navidad: todavía brilla para nosotros la luz divina que llenó los
corazones de María y José y guió los pasos de los pastores y de los Magos.. [Il Bambino nato
a Betlemme è veramente il ‘coetaneo’ di ogni persona, che viene sulla faccia della terra. È,
pertanto, anche nostro ‘contemporaneo’. I doni del Signore non tramontano mai. Ecco il lieto
annuncio del Natale: la luce divina, che inondò il cuore di Maria e di Giuseppe, e guidò i passi
dei pastori e dei Magi, brilla anche oggi per noi.]”[42]
El Santo Padre también citó este texto en italiano en su Ángelus pronunciado el 21 de marzo de
1999 cuando habló de que José
“convirtió su vocación humana al amor doméstico en una oblación sobrehumana de sí mismo,
una oblación de su corazón y de todas sus habilidades en amor puesto al servicio del Mesías
que crecía en su casa. […nell’aver convertito la sua umana vocazione all’amore domestico
nella sovrumana oblazione di sé, del suo cuore e di ogni capacità, nell’amore posto a servizio
del Messia germinato nella sua casa.]”[44]
El próximo texto del # 8 de Redemptoris Custos requiere un comentario adicional. Aquí hallamos
que el texto oficial en latín la palabra que corresponde a la palabra inglesa “corazón” no es cor sino
animus. Prescindiendo de la pregunta de en qué lenguaje fue escrita originalmente la exhortación
apostólica, yo creo que la intención del Santo Padre al hablar sobre el Corazón de José es clara
porque esta es una cita directa de un mensaje radial del Siervo de Dios Papa Pío XII a los
estudiantes de escuelas católicas en los Estados Unidos, en la cual el Papa estaba hablando inglés y
habló, de hecho, de que San José le mostraba a Jesús “todo el amor natural, toda la afectuosa
solicitud que el corazón de un padre puede conocer.”[45]
“Dado que es inconcebible que tan sublime tarea no corresponda con las cualidades necesarias
para cumplirlas adecuadamente, debemos reconocer que José le mostró a Jesús “por un don
especial del cielo, todo el amor natural, toda la solicitud afectuosa que el corazón de un padre
puede conocer.” [Quando concipi mente non potest muneri adeo excelso dotes non respondere
necessarias illud convenienter ad perficiendum, concedi oportet coluisse Iosephum in Iesum
«peculiari Caeli largitione universum illum naturae amorem omnemque sollicitudinis
affectum quem patris cognoscere posset animus».]”[46]
Comentando sobre la unión marital casta entre María y José, en el # 19 de la Redemptoris Custos, el
Santo padre hizo este esclarecedor comentario sobre el Corazón de José:
“La profunda cercanía espiritual que surge de la unión marital y el contacto interpersonal
entre hombre y mujer tiene su origen definido en el Espíritu, el Dador de Vida (cf. Jn. 6,63).
José, en obediencia al Espíritu, encontró en el Espíritu la fuente de amor, el amor conyugal
que experimentó como hombre. Y este amor probó ser más grande que lo que este “hombre
justo” pudiese jamás haber esperado dentro de los límites de su corazón humano. [Altitudo
autem propinquitatis eiusdem sive potius spiritalis coniunctionis vehementia et consortionis
inter personas, tandem e Spiritu proficiscuntur «qui vivificit». Obsequens autem Spiritui
Iosephus fontem in illo denique ipso repperit amoris, sui scilicet conubialis amoris ut viri; qui
quidem amor maior illo amore fuit quem «vir iustus» secundum cordis sui humani modum
exspectare sibi potuit]”[47]
El Status Quæstionis
Lo que he tratado de hacer en esta presentación es recopilar tantos factores que influyen sobre el
asunto del culto al Corazón de San José como sea posible. Revisemos los principales
acontecimientos que hemos anotado.
1. Hemos señalado que, según el difunto Papa Juan Pablo II, el culto al Sacratísimo Corazón de
Jesús, aunque no se expresa en el primer milenio de la vida de la Iglesia y reconocido por su
magisterio sólo después de juicios iniciales negativos, pertenece “de modo permanente a la
espiritualidad de la Iglesia a través de su historia.”
2. También podemos señalar un reconocimiento análogo del culto del Inmaculado Corazón de
María de parte de la Iglesia.
3. En ambos de estos casos el objeto material del culto es los Corazones físicos de Jesús y María,
que están ahora “latiendo en gloria”, mientras que el objeto final del culto es sus personas.
4. Hay evidencia de un culto al Corazón de San José desde 1733 en Brasil y Portugal y
posteriormente en México, España, Francia e Italia. Hay una escasez de estudios sobre el asunto al
momento. No sabemos si el desarrollo se diseminó de un lugar a otro o si comenzó
espontáneamente en varios lugares. La literatura disponible necesita ser estudiada, organizada y
evaluada.
5. El culto al Corazón de San José fue prohibido en el siglo XIX, pero la prohibición original por el
Papa Gregorio XVI nunca se ha hallado o publicado y así no está clara la base para la prohibición.
Hay una necesidad para investigación histórica adicional y clarificación en esta área también.
6. La mejor opinión teológica para la base de la prohibición parecería ser la carencia de certeza de
la Iglesia sobre si el Corazón de San José está ahora “latiendo en gloria”. Esta posición fue
sustentada por el Padre Roland Gauthier, C.S.C., pero como muchas otras, no está clara. Esta es otra
área que requiere más investigación.
7. Hay una tradición bastante venerable para la creencia en la Asunción de San José, la cual ha
existido durante siglos en la Iglesia, y la cual fue reconocida como legítima por el Papa Beato Juan
XXIII y la cual, por lo tanto, proporcionaría una base para la creencia de que el Corazón de San
José está ahora “latiendo en gloria”. Debe añadirse, sin embargo, que esta creencia es ciertamente
menos universal que la creencia en la gloriosa Asunción de Nuestra Señora. No es proxima fidei y
no es probable que sea definida.
8. Se podría argumentar que el magisterio papal del difunto Papa Juan Pablo II dejó abierta la
cuestión de la prohibición del culto del Corazón de San José y que cierto número de sus referencias
son compatibles con la existencia de tal culto y podría tender a apoyarlo, particularmente su
referencia a los Corazones de Jesús, María y José en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio
así como en sus referencias a los Corazones de María y José juntos y su prestación de atención a los
diversos estados del Corazón de San José. Él también cita pasajes breves del magisterio de los
Siervos de Dios Pío XII y Paulo VI sobre el Corazón de San José. Todos éstos, es cierto, pueden ser
referencias someras, pero se necesitaría hacer más estudios en esta área también a fin de determinar
si podría haber un modelo positivo emergente en el magisterio papal referente al Corazón de José.
Todos estos factores, en sí mismos y en su conjunto, no anulan la prohibición de un culto al
Corazón de San José. Por otro lado, no creo que se pueda afirmar que la puerta está definitivamente
cerrada sobre este asunto. Como ya he indicado, parece que varias áreas relacionadas que inciden
sobre esta cuestión necesitan ser estudiadas y evaluadas minuciosamente. La historia nos ha
enseñado que las prohibiciones al culto del Sacratísimo Corazón de Jesús y a la Divina Misericordia
fueron transitorias y no permanentes. ¿Es todavía posible que el Señor quiera establecer un culto al
Corazón de San José a fin de llamar la atención a su rol único en la historia de la salvación y para
asociarlo más cercanamente a las mentes de los fieles con Jesús y María? Está avanzando la Iglesia
en este asunto---bajo la guía del Espíritu Santo---hacia la plenitud de la verdad divina?[49] Sólo el
tiempo lo dirá.
Por Msgr. Arthur Burton Calkins
Selección: José Manuel Gálvez Krüger
Traducido del inglés por Luz María Hernández Medina
Referencias
[1] Prefiero usar la palabra latina cultus al hablar de la devoción a los Corazones de Jesús y María---
y posiblemente al Corazón de José---por tres razones: (1) la palabra cultus tiene una amplia gama de
significado en latín que permite referirse tanto al culto [latria], que se rinde al Sagrado Corazón de
Jesús, a la veneración [hyperdulia], que se rinde al Inmaculado Corazón de María y a la veneración
[dulia] que se rinde a los santos; (2) la palabra inglesa derivativa “culto” no tiene la misma
extensión de significado que la latina y tiene asociaciones desagradables que me gustaría evitar; (3)
la palabra inglesa “devoción” es bastante débil y no es un sinónimo apropiado para culto o en
referencia a la liturgia como en “culto litúrgico”.
[2] Inseg IX/2 (1986) 843 = Insegnamenti di Giovanni Paolo II (Ciudad del Vaticano: Libreria
Editrice Vaticana) [ORE 960:5, 7 = (L’Osservatore Romano, edición semanal en inglés; Primer
número = número de edición acumulativa, segundo número = número de la página]. Las itálicas son
mías.
[3] Sobre este segundo punto cf. Pío XII, Haurietis Aquas, Heinrich Denzinger, S.I., Enchiridion
Symbolorum Definitionem et Declarationum de Rebus Fidei et Morum. Edizione Bilingue
(XXXVII) a cure di Peter Hünermann (Bolonia: Edizioni Dehoniane, 2000) #3922-3925 (de aquí en
adelante será citado como D-H).
[4] Cf. Bertrand de Margerie, S.J., Histoire Doctrinale du Culte au Coeur de Jésus t. 1 Premières
Lumière(s) sur L’Amour (París: Ediciones Mame, 1992) y Histoire Doctrinale du Culte envers le
Coeur de Jésus t. 2 L’Amour devenu Lumière(s) (París: Ediciones San Pablo, 1995).
[5] Cf. Margaret Williams, R.S.C.J., The Sacred Heart in the Life of the Church (Nueva York:
Sheed y Ward, 1957) esp. 121-138; Arthur R. McGratty, S.J., The Sacred Heart Yesterday and
Today (Nueva York: Benziger Brothers, Inc., 1951) esp. 151-210.
[6] Cf. John F. Murphy, Mary’s Immaculate Heart: The Meaning of the Devotion to the Immaculate
Heart of Mary (Milwaukee: The Bruce Publishing Co., 1951); Théodore A. Koehler, S.M., “The
Heart of Mary in the Latin Tradition from the Seventh to the Sixteenth Century” Marian Library
Studies Nueva Serie 25 (1996-1997) 91-175.
[7] Inseg IX/2 (1986) 699-700 [ORE 959:12]. Las itálicas en el segundo párrafo son mías.
[8] Cf. Boniface Llamera, O.P., Saint Joseph trans. Sr. Mary Elizabeth, O.P. (St. Louis: B Herder
Book Co., 1962) 296-298.
[9] Cf. Francis L. Filas, S.J., Joseph: The Man Closest to Jesus: The Complete Life, Theology and
Devotional History of St. Joseph (Boston: Ediciones San Pablo, 1962, 2da. ed.) 493-569.
[10] Cf. Filas 576-636.
[11] Cf. Tarcisico Stramare, O.S.J., “Storia della devozione al cuore di San Giuseppe,” (hereafter
cited as Storia) Tabor 51:2 (1997) 14. Este ensayo fue publicado por primera vez en español como
“Devoción al corazón de San José” en Estudios Josefinos 50, N° 100 (julio-diciembre 1996) 179-
194.
[12] Cf. Storia 15.
[13] Cf. Storia 14-20.
[14] Cf. Storia 24-25, notas al calce 8-11.
[15] Storia 21 (mi trad.).
[16] Cf. Larry Toschi, O.S.J., “Liturgical Feasts of Saint Joseph in the 19th and 20th Centuries” en
Larry Toschi, O.S.J. (ed.), Saint Joseph Studies: Papers in English from the Seventh and Eighth
international St. Joseph Symposia: Malta 1997 and El Salvador 2001 (Santa Cruz, CA: Guardian of
the Redeemer Books, 2002) 25, nota al calce 1.
[17] Blaine Burkey, O.F.M. Cap., Pontificia Josephina C558 [197-198] in Cahiers de Joséphologie
12 (1964) 377-378.
[18] Pontificia Josephina D45 [263] en Cahiers de Joséphologie 17 (1969) 339.
[19] Pontificia Josephina D487 [426-427] in Cahiers de Joséphologie 20 (1972) 168-169.
[20] Cf. Alfred de Bonhome, “Dévotions Prohibées,” Dictionaire de Spiritualité 3:788-789.
[21] Cf. Storia 23-24.
[22] En su Encíclica Fulgens Corona, Pío XII habló de “el muy singular privilegio” de la
Inmaculada Concepción de María, “el cual nunca fue concedido a persona alguna” [AAS = Acta
Apostolicæ Sedis 45 (1953) 580] y en su audiencia general del 12 de junio de 1996 Juan Pablo II
declara explícitamente que esto excluía el atribuirle este privilegio a San José [Inseg XIX/1 (1996)
1498].
[23] Roland Gauthier, C.S.C., “Immaculée Conception de Marie, privilège singulier ou unique?
Étude historique sur l’opinion de l’immaculéè conception de S. Joseph”, Cahiers de Joséphologie 2
(1954) 193-194 (mi trad.).
[24] Filas 421-422.
[25] Cf. James J. Davis, O.P., A Thomistic Josephology (Montreal: Centro Oratorio de Investigación
de San José; Universidad de Montreal, Facultad de Teología, 1967) 285-289; Filas 422.
[26] Filas 425.
[27] Martin Jugie, A.A., La mort et l’assomption de la Sainte Vierge (Ciudad del Vaticano, 1944) 52
(trad. en Filas 424).
[28] Jugie 54 (trans. in Filas 425).
[29] Cf. Filas 425-428.
[30] Davis 289.
[31] AAS 52 (1960) 455-456 (mi trad.). Debe señalarse que el Papa citaba el Comentario sobre
Mateo de Santo Tomás, el cual representa un período anterior. El texto completo en inglés se halla
en Davis 287.
[32] Cf. James J. Davis, O.P., “Spanish Dominican Josephologists of the Twentieth Century,” en
Toschi, Saint Joseph Studies 11-13.
[33] Boniface Llamera, O.P., Saint Joseph trad. por Hna. Mary Elizabeth, O.P. (San Luis: B. Herder
Book Co., 1962) 272.
[34] Inseg IV/2 (1981) 1045 [ORE 715:18].
[35] Inseg III/2 (1980) 1796 [ORE 665:1].
[36] Inseg IV/2 (1981) 1181 [ORE 720:8].
[37] Inseg VIII/2 (1985) 1628 [ORE 918:3].
[38] Inseg X/1 (1987) 623 [ORE 982:7].
[39] Inseg XVI/2 (1993) 702 [ORE 1307:12].
[40] Inseg XVII/1 (1994) 316 [ORE 1329:XI].
[41] Inseg XVII/1 (1994) 413 [ORE 1327:12].
[42] Inseg XXVI/1 (2003) 10-11 [ORE 1775:2].
[43] Inseg XII/2 (1989) 206 [Edición del Vaticano, 16]. La cita es de un discurso del Siervo de Dios
Papa Paulo VI, pronunciado el 19 de marzo de 1966; Inseg Paulo VI IV (1966) 110.
[44] Inseg XXII/1 (1999) 587 [ORE 1584:1].
[45] AAS 50 (1958) 174.
[46] Inseg XII/2 (1989) 207 [edición del Vaticano 17].
[47] Inseg XII/2 (1989) 216 [edición del Vaticano 30].
[48] Inseg XVI/1 (1993) 674-675 [ORE 1284:5].
[49] Cf. Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina, Dei Verbum #8.