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4°) Que corresponde analizar ahora si las expresiones jueces de la causa tuvieron por

acreditadas -sobre la base de las cuales responsabilizaron al señor Gelblung por los
daños sufridos por el actor y cuya falsedad no se encuentra controvertida-, gozan de
tutela constitucional en el sentido de no generar responsabilidad civil para quienes
las emiten o difunden. Debe recordarse que la libertad de expresión tiene un lugar
preeminente en el marco de nuestras libertades consti tucionales (Fallos: 321: 412;
entre otros). Ello es así, en razón de su centralidad para el mantenimiento de una
república democrática (Fallos: 320: 1272; entre muchos otros) y, por ello, para el
ejercicio del autogobierno colectivo del modo diseñado por nuestra Constitución
(Fallos: 336:879). En las sociedades contemporáneas el carácter masivo de los
medios de comunicación potencia, sin dudas, la trascendencia de la libertad de
expresión y el rol que cumple para el ejercicio del autogobierno colectivo pero
también implica mucha mayor aptitud para causar daños, especialmente al honor y a
la intimidad de terceros. En un estado democrático y constitucional comprometido
con respetar el bienestar individual de sus ciudadanos, la importancia de la libertad
de expresión hace necesario que se reconozca el máximo de libertad expresiva a
todos, siem~ pre que ello -dada su aptitud dañosa- sea compatible con la protección
a los derechos que pueden ser afectados por su ejercicio.

Esta Corte ha desarrollado doctrinas fuertemente tutelares del ejercicio de la libertad


de expresión, particularmente en materias de interés público. Tanto la doctrina
"Campillay" (adoptada en Fallos: 308: 789 y desarrollada en numerosos precedentes
posteriores) como la doctrina de la "real malicia" (adoptada por esta Corte a partir de
Fallos: 310:508 y reafirmada en diversos precedentes) constituyen estándares que
brindan una protección intensa a la libertad de expresión y que resguardan un
espacio amplio para el desarrollo de un debate público robusto. Ahora bien, la
reiterada afirmación de esta Corte de que la libertad de expresión ha recibido de la
Constitución Nacional una protección especial (Fallos: 248:291; 311:2553; 320:
1272; 321:2250; 326:4136; 331:162; entre otros), no supone que se la haya
configurado como un derecho absoluto o que no existan determinadas circunstancias
bajo las cuales quienes difunden información deban responder civilmente por los
daños causados. Es que, como ha dicho esta Corte, "si no es dudoso que debe
evitarse la obstrucción o entorpecimiento de la prensa lib~e y de sus funciones
esenciales (Fallos: 257: 308), no puede considerarse tal la exigencia de que su
desenvolvimiento resulte veraz, prudente y compatible con el resguardo de la
dignidad individual de los ciudadanos, impidiendo la propalación de imputaciones
falsas que puedan dañarla injustificadamente; proceder que sólo traduce un
distorsionado enfoque del ejercicio de la importante función que compete a los
medios de comunicación social ['0'] en la sociedad contemporánea" (Fallos:
310:508, considerando 9°).

50) Que la doctrina "Campillay" establece que quien una información no es


responsable por los daños que ello pudiera causar, pero solo si concurren
determinadas condiciones (Fallos: 308:789). A los efectos de fomentar la difusión de
información necesaria para la configuración de una sociedad democrática, la
doctrina "Campillay" protege a quien atribuye -de modo sincero y sustancialmente
fiel- la información a una fuente identificable (Fallos: 316:2416; 317:1448;
324:2419; 326:4285; entre otros), utiliza un discurso meramente conjetural que evita
formas asertivas (Fallos: 324:2419; 326:145; entre otros) o deja en reserva la
identidad de las personas a quienes involucra la información difundida, evitando
suministrar datos que permitan conducir a su fácil identificación (Fallos: 335:2283).
Estas condiciones, según ha entendido este Tribunal, son consecuencia de "un
enfoque adecuado a la seriedad que debe privar en la misión de difundir noticias que
puedan rozar la reputación de las personas -aún admitida la imposibilidad práctica
de verificar [oo.] [la] exactitud-" de la información difundida (Fallos: 308: 789;
326:4285; 327:3560; entre otros). Se trata de una de las maneras en que ha podido
ser articulado un razonable equilibrio entre la fuerte tutela constitucional que recibe
la libertad de expresión y la protección de otros derechos individuales que reconocen
también fuente constitucional. 6°) Que en estos autos la parte recurrente no ha
logrado acreditar la existencia de ninguna de las circunstancias eximentes de
responsabilidad que fija la doctrina "Campillay". Por un lado, las afirmaciones de la
señora Melgarejo no fueron atribuidas a fuente alguna y, por el otro, las vertidas por
el

señor Fernández no satisfacen los requisitos exigidos por esta Corte para que opere
la eximente en análisis. En efecto, las afirmaciones según las cuales el señor
Edgardo Martín -actor en autos- era el autor de la muerte de Natalia Fraticelli y, a la
vez, el amante de la madre de la joven, fueron difundidas por el señor Fernández
como originadas en "alguien" que, en lugar indeterminado y a las dos de la mañana
del día anterior, habría respondido a la pregunta "¿quién fue?". La atribución
realizada por el señor Fernández constituye una mera referencia genérica e
indeterminada y, por ende, no opera como fuente en el sentido de la doctrina
"Campillay" (doctrina de Fallos: 316:2416; 326:4285; entre otros). Para que un
medio periodístico se exima de responsabilidad es preciso que atribuya la noticia a
una fuente, de modo que la noticia deje de aparecer como originada por el medio
periodístico en cuestión pues, como tiene dicho esta Corte, solo "cuando se adopta
tal modalidad se transparenta el origen de las informaciones y se permite a los
lectores relacionarlas, no con el medio a través del cual las han recibido, sino con la
especí- fica causa que las ha generado" (Fallos: 316:2416; 326:4285; 327:3560;
338:1032; entre otros), lo que a su vez permite formarse un juicio certero sobre la
credibilidad de la noticia (arg. Fallos: 319:2965 y 331:162). En el caso, no solo se
trató de una atribución gené- rica e indeterminada -se atribuyó la información a
"alguien"- sino que, según surge del contexto, la información que "alguien" habría
proporcionado a las dos de la mañana fue hecha propia por

el periodista (Fallos: 308:789, considerando 8°). El contexto, entonces, muestra que


Fernández no se limitó a difundir las afirmaciones formuladas por otros (que el actor
era el amante de la sefiora Dieser y homicida de la menor Fraticelli). Por el
contrario, en el marco de lo que caracterizó como una "investigación" por él llevada
a cabo -y no meramente un reporte-, construyó una versión de los hechos que
hizo propia. En suma, la demandada no puede eximirse de responsabilidad a la
luz de la doctrina "Campillay" pues esta no protege al medio cuando deja de
ser un simple difusor de una información originada en alguna fuente distinta y
se transforma en el autor de una información dafiosa o agraviante. 7°) Que
tampoco se verifican las restantes eximentes de responsabilidad que contempla
la doctrina citada. En efecto, durante la emisión del programa no se reservó la
identidad del actor y, por el contrario, se lo identificó acabadamente.. No
consiste solamente en la utilización de un determinado modo verbal -el potencial-
sino en el sentido completo del discurso, que debe ser conjetural y no asertivo. Si así
no fuera, bastaría con el mecánico empleo del casi mágico 'sería' para poder atribuir
a alguien cualquier cosa, aún la peor, sin tener que responder por ello" (Fallos:
326:145, 4285). En el caso, las afirmaciones distan mucho de restringirse al
campo de lo exclusivamente conjetural y avanzan, por el contrario, en el
terreno de lo asertivo. Así, se dio por cierto que Natalia Fraticelli habría
regresado a su casa antes de lo previsto, que habría encontrado a su madre
"aparentemente" junto

a "este kinesiólogo de apellido Martin" y que "a partir de ahi se desencadena


este hecho escalofriante". El sentido global del discurso excedió lo conjetural y
tuvo la potencialidad de crear sospechas en el público respecto de la participación
del señor Martin en el hecho delictivo de marras, lo que coloca al caso fuera de la
tutela de la doctrina analizada. 9o) Que descartada la existencia de eximentes baj
o "Campillay", corresponde examinar si estamos frente a un supuesto en que
los jueces de la causa hayan omitido aplicar la doctrina de la real malicia. Nada
de eso ocurre en autos, ya que las particulares circunstancias de la causa no
justifican la protección agravada que brinda dicha doctrina, conforme con los
principios desarrollados por esta Corte en diversos pronunciamientos y más allá de
las opiniones que sus jueces, individualmente, puedan sostener sobre el punto En
suma, basta la simple culpa para determinar la atribución de responsabilidad civil de
los demandados. Finalmente, dadas las limitaciones con que ha quedado habilitada
su competencia, no corresponde a esta Corte revisar las conclusiones a las que
arribaran los jueces de grado respecto del incumplimiento de deberes elementales de
cuidado por parte de los integrantes del equipo periodistico dirigido por el señor
Gelblung.
Por ello, y concordemente con lo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal, se
declara' admisible el recurso ,extraordinario y se confirma la sentencia apelada

La Corte, por unanimidad, afirmó la responsabilidad periodística por la

difusión de información falsa cuando la fuente citada es genérica e

indeterminada
El 24 de mayo de 2000, en el marco del programa televisivo “Memoria”,
conducido y producido por el Sr. Samuel Gelblung, se presentó un informe
sobre el llamado “caso Fraticelli”, en el que se vinculaba al Sr. Edgardo Héctor
Martín con el homicidio de la menor que era objeto de investigación policial.
Allí, algunos miembros del equipo periodístico dirigido por Gelblung
afirmaron, entre otras cosas, que para saber lo que había ocurrido debía
concurrirse a los “lugares comunes donde la gente se reúne y preguntar: ¿quién
fue?” y que, en un bar de la zona y a las dos de la mañana, alguien había
contestado “el amante de la mujer”. Los periodistas afirmaron que esa “línea
de información” conducía a un señor de apellido Martín, de unos treinta años
aproximadamente, kinesiólogo, de la ciudad de Rufino y quien sería amante de
la madre de la menor. Posteriormente, lo ubicaron en la escena del crimen,
donde habría sido sorprendido en compañía de la madre por la menor
asesinada.
El Sr. Martín tachó de falsas esas afirmaciones y promovió demanda por los
daños y perjuicios que le ocasionó su difusión. Los jueces de la causa hicieron
lugar a la demanda y, en lo que aquí interesa, condenaron Gelblung al pago de
la suma de pesos cuarenta mil ($40.000) más intereses.
El Sr. Gelblung interpuso recurso extraordinario federal por considerar que las
sentencias de grado aplicaron erróneamente las doctrina “Campillay” y de la
“real malicia” para la tutela de la libertad de expresión. La primera, en su
opinión, eximía de responsabilidad al periodista pues sus dichos fueron
atribuidos a una fuente, mientras que la segunda exigía demostrar que los
periodistas conocían la falsedad de la información o que obraron con notoria
despreocupación respecto de ello.
La Corte Suprema entendió que la doctrina “Campillay” no protege al medio
cuando deja de ser un simple difusor de una información originada en una
fuente distinta y se transforma en el autor de una información dañosa o
agraviante. Asimismo, consideró que no resultaba de aplicación al caso la
protección agravada prevista por la doctrina de la “real malicia” y que bastaba
la simple culpa para atribuirles responsabilidad a los demandados.
La sentencia fue suscripta, en forma unánime, por los cinco jueces que integran
el Tribunal.

CondenanaChicheGelblungpordifundirinformacióndañinaauntercerosinfuenteidentificable

03-10-2017 La Corte afirmó que el medio periodístico es responsable si difunde


datos falsos citando a un tercero indeterminado. El conductor de TV deberá
abonar $40.000 más intereses
Corte Suprema, por el voto unánime de sus miembros, indicó que un medio
periodístico es responsable cuando difunde una información falsa que
causa daño a un tercero si cita una fuente genérica o indeterminada.

PIDEN JUICIO PARA QUIENES ADQUIRIERON Y DIFUNDIERON FOTOS


SIN VIDA DE JAZMÍN DE GRAZIA
El titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°41, Silvana
Russi, solicitó la elevación a juicio de la investigación seguida contra seis
periodistas del diario Crónica, por haber adquirido y publicado imágenes
sustraídas del sumario policial sobre el hallazgo del cuerpo sin vida de la
modelo Jazmín De Grazia.

. Todos ellos están acusados de “haber receptado con ánimo de lucro y conocimiento
de su procedencia ilícita al menos siete fotografías que ilustran a la modelo Jazmín
De Grazia, fallecida en el interior de su departamento (…) para posteriormente
publicarlas el día 10 de febrero de 2012 en las ediciones impresa y digital del Diario
Crónica (…). Ello a sabiendas que habían sido sustraídas de la División Fotografía
de la Policía Federal”.

La investigación
El 5 de febrero de 2012, en el marco de la investigación por la muerte de la modelo -
desarrollada por el titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°7,
Justo Joaquín Rovira-, personal de la Unidad Criminalística Móvil de la Policía
Federal Argentina concurrió al departamento de De Grazia, donde el fotógrafo
policial obtuvo cincuenta y seis fotografías de la escena del hecho, los objetos
personales y el cuerpo de la víctima.

Las imágenes fueron procesadas y quedaron a resguardo de la División Fotografía


de la Policía Federal Argentina, a fin de ser incorporadas a la investigación. Sin
embargo, personas aún no identificadas hasta el momento, sustrajeron las vistas
fotográficas.

En paralelo a la sustracción de las fotos, una mujer se comunicó varias veces


con el periodista Luis Ventura, a la redacción de la revista “Paparazzi”, y le
ofreció las imágenes.

El 10 de febrero, y a pesar de no estar anexadas como prueba a la investigación,


el diario Crónica publicaba un suplemento especial sobre la muerte de la
modelo, con siete de las fotografías sustraídas.

Libertad de expresión vs. Derecho a la intimidad.


Carlos Alberto Ventura, justificaron su accionar y se ampararon en su rol de
periodistas y en el derecho a preservar las fuentes periodísticas.

Sin embargo, consideró “pese a que el derecho a la libertad de expresión tiene


carácter relevante dentro del sistema democrático, ya que tanto la Constitución
Nacional como la Convención Americana de Derechos Humanos califican su
extensión de un modo que no utiliza para el resto de los derechos, esa
relevancia no le confiere cualidad de derecho absoluto sino que está sometido a
limitaciones razonables, y entender lo contrario implicaría reconocer a los
medios de comunicación impunidad frente a todo hecho agraviante o falso que
publiquen, anulando de ese modo el ejercicio y goce de aquellos derechos que
puedan entrar en colisión con la libertad de expresión, como es en este caso el
derecho a la intimidad”.

En tal sentido, la representante del Ministerio Público Fiscal concluyó que “no
puede perderse de vista las particulares aristas que el caso presenta en cuanto a
las cuestiones que se ventilan en las imágenes de referencia no solo carecen de
interés público sino que también versan sobre detalles íntimos de Jazmín de
Grazia, que resultaban de utilidad sólo a nivel judicial, circunstancia que era
conocida por los imputados, quienes con su accionar violaron el derecho a la
intimidad de la damnificada y de su familia”.
“Interés público” e “Interés del público”
En su requerimiento, la representante del Ministerio Público Fiscal sostuvo que
“cabe diferenciar aquí entre el ‘interés público’ y el ‘interés del público’; es en el
primer caso en el que aumenta la protección del discurso y ante la duda debe estarse
por la libertad de expresión. Sin embargo, no es el caso de autos, ya que ningún
interés periodístico puede haber guiado la publicación de fotografías donde se
vislumbra el cuerpo de Jazmín de Grazia –instantes después de ser encontrada sin
vida- en la bañera, desnuda, que solamente intentaban con su publicación obtener un
redito económico derivado del impacto generado por dichas imágenes”.

“La publicación de imágenes obtenidas en forma ilícita, carentes de toda relevancia


informativa, no admite justificación alguna y su divulgación es violatoria del
derecho a la intimidad de la damnificada y de sus familiares, más aún cuando la
única finalidad en el accionar de los imputados fue aumentar las ventas de un
periódico”, indicó Russi.
En ese entendimiento, la fiscal Russi recordó la opinión de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en el caso “Ponzetti de Balbín c. Editorial Atlántida”: “En el
caso de personajes célebres cuya vida tiene carácter público o de personajes
populares, su actuación pública o privada puede divulgarse en lo que se relacione
con la actividad que les confiere prestigio o notoriedad y siempre que lo justifique el
interés general. Pero ese avance sobre la intimidad no autoriza a dañar la imagen
pública o el honor de estas personas y menos sostener que no tiene un sector o
ámbito de vida privada protegida de toda intromisión”.

Asimismo, citó la doctrina sentada por los fallos “Patitó” o “Vago”, donde se
destacó el carácter relevante del derecho de libertad de expresión aunque se indicó
que esta relevancia no le confería calidad de derecho absoluto, sino que está
sometido a limitaciones razonables. “En tal sentido, en el caso en análisis, la
publicación de imágenes obtenidas en forma ilícita, carentes de toda relevancia
informativa, no admite justificación alguna y su divulgación e violatoria del derecho
a la intimidad de la damnificada y de sus familiares, más aún cuando la única
finalidad en el accionar de los imputados fue aumentar las ventas de un periódico”.

La protesta social no es delito


Mar 16 de agosto de 2016
En una causa por la interrupción del ferrocarril durante una protesta, el fiscal general
Javier De Luca opinó que si las manifestaciones públicas son de manera pacífica “se
las debe catalogar como conductas expresivas”. Según el dictamen, "los
manifestantes eran un grupo desorganizado de pocas personas, vecinos que sólo
querían reclamar seguridad para sus familias, desarmados y que no efectuaron
ningún disturbio”.
Crédito: Nathan Keirn

El fiscal ante la Cámara de Casación Penal, Javier De Luca, desistió del recurso de
Casación contra la resolución del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional
Nº2 de San Martín, que hizo lugar a la solicitud formulada por la defensa y
sobreseyó a una manifestante.

En los autos “A., J. R. s/ entorpecimiento de servicios públicos”, se le imputó a una


mujer haber interrumpido el servicio público de trenes de la línea “General
Belgrano” en el marco de una manifestación sobre las vías del ferrocarril y la calle
Rawson de la localidad de Malvinas Argentinas, provincia de Buenos Aires, a unos
300 metros de la estación Adolfo Sourdeaux.

Según los manifestantes, lo hicieron en reclamo de “seguridad”, ya que “habían sido


amenazados por un grupo de personas que querían tomar posesión de sus casas
precarias para comercializar estupefacientes”.

En el caso, la conducta se tipificó en el artículo 194 del Código Penal que establece:
“El que, sin crear una situación de peligro común, impidiere, estorbare o
entorpeciere el normal funcionamiento de los transportes por tierra, agua o aire o los
servicios públicos de comunicación, de provisión de agua, de electricidad o de
sustancias energéticas, será reprimido con prisión de tres meses a dos años”.

En su dictamen, el fiscal explicó que “el problema de esta causa consiste en el


encuadre jurídico de determinadas conductas llevadas a cabo mediante protestas
sociales que toman el espacio público con el único fin de dirigir sus reclamos, para
hacerse oír por las autoridades que no han recibido ni canalizado sus solicitudes”.

“Ello no debería ser sujeto a medidas tan gravosas e intensas como su


criminalización, porque ello conduciría a la penalización de manifestaciones sociales
pacíficas que no encajan exactamente en las normas penales y que son desarrolladas
en ejercicio de derechos de jerarquía superior, como son la libertad de expresión, de
petición y reclamo a las autoridades, de reunión, asociación, etc”, indicó.

Javier De Luca subrayó que “la característica de nuestros ‘piqueteros’ es que no


tienen un lugar de poder desde donde reclamar, relacionado con el hecho, omisión o
circunstancia que lo genera”, ya que “no tiene sentido que hagan huelga si reclaman
más seguridad en un barrio, o que peticionen en o ante sus lugares de trabajo, si lo
que piden es un semáforo en la esquina, ni que anden con pancartas en las esquinas
o banquinas porque son tantos los reclamos sociales por satisfacer que nadie les
llevaría el apunte”.
En este caso, destacó que “los manifestantes liderados por A. habían dado aviso al
empleado de la boletería del ferrocarril y éste se encargó de avisar a la empresa, para
que disponga la interrupción del servicio”.

“No se dio la circunstancia de estar el tren en movimiento y que la gente a bordo y


otras personas y bienes corrieran peligro ante un entorpecimiento de la marcha del
tren, ya sea -por ejemplo- por la colocación de objetos en las vías o ante un corte
intempestivo que no permitiese al conductor preverlo y detener su marcha. Nada de
ello ocurrió. El corte fue anoticiado y la interrupción del servicio se llevó a cabo
antes de que los manifestantes se colocaran en las vías”.

De igual forma, destacó que “los manifestantes eran un grupo desorganizado de


pocas personas, vecinos que sólo querían reclamar seguridad para sus familias,
desarmados y que no efectuaron ningún disturbio con ánimos de dañar a terceros o a
sus bienes, sino que simplemente deseaban captar la atención de los medios de
comunicación a fin de que las autoridades den respuesta rápida a su reclamo”.

Y agregó: “Es inevitable recordar que en el país se realizan numerosas


manifestaciones en las vías públicas que no reciben el mismo trato que el de autos
(festejos deportivos, procesiones religiosas, cacerolazos, conciertos, cortes de calles
y rutas por los sectores patronales, maratones, cortes de compañías prestadoras de
servicios sin autorización previa alguna, cortes de grupos gremiales o políticos,
etc.)”.

Para el fiscal, “el hecho de que sólo los cortes -ya sea de rutas, calles o vías férreas
realizados por los miembros marginados de la sociedad sean los únicos destinatarios
de este tipo de declaraciones de ilegalidad, hace sospechar que en realidad se
pretende criminalizarlos en razón de su contenido o por la calidad personal de sus
integrantes o por resultar molestos para la autoridad”.

“No se trató de un piquete como medio para cometer otros delitos, por ejemplo,
extorsiones a autoridades o a particulares, etc. que serían perfectamente punibles,
sino que se trató de una protesta como conducta claramente expresiva en reclamo
del pleno goce del derecho de propiedad”, concluyó el dictamen

El pueblo de Seguí sigue activo. La muerte de Trossero -segunda de similares


características en poco tiempo- alteró la paz del poblado que salió a la calle para
reclamar por justicia. El oficialismo a cargo de Cristian Treppo, desde un principio,
tomó una polémica postura de deslegitimar las movilizaciones y perseguir a los
manifestantes. Ni empleados del Municipio ni beneficiarios de las políticas sociales
del oficialismo de Seguí pudieron participar de las movilizaciones sin sufrir el
hostigamiento oficial. La causa, a cargo del fiscal Gervasio Labriola, avanza a paso
firme y aguardan los resultados de las pericias de ADN que son clave para la
resolución del crimen del tambero de 28 años.Juan Cruz Butvilofsky

Este jueves 14 de septiembre se recordará el primer mes sin Julio Trossero en Seguí.
Hasta aquí, la investigación judicial a cargo de Gervasio Labriola ha logrado
avanzar en distintos aspectos, aunque restan aún dilucidar algunas cuestiones.

El martes se realizó la sexta movilización en reclamo de “Justicia por Julio”. Con la


sucesión de marchas, existe una lógica caída en la convocatoria. “De ser dos mil
pasamos a ser ochenta”, confió una de las vecinas que participó de todas las
instancias de reclamo. Pero el desgaste que produce la reiteración del método de
reclamo no es el único motivo por el cual la gente comenzó a desistir de
movilizarse.

El amedrentamiento, la amenaza, el mensaje que se disfraza de sorpresivo por asistir


a “una de las marchas de la oposición”. De hecho, el concejal del oficialismo
Cristian Ricardo Lell se encargó de hacer varios llamados a distintos vecinos,
reclamando por la participación en las movilizaciones que reclaman justicia: “¿A
vos te parece, con todo lo que nos dio Cristian, ir y participar de estas marchas?”,
fue la pregunta que esgrimió el edil en reiteradas ocasiones.

Cristian es Treppo, el intendente que gobierna Seguí desde el 2007. Se mantiene en


el poder durante tres períodos, debido a que el primero a cargo de la Junta de
Gobierno. Seguí obtuvo la calificación de ciudad en medio de ese primer mandato,
lo que le permitió una doble chance de ser el intendente del flamante Municipio.

Resulta realmente inexplicable la actitud del justicialismo en Seguí. A la pregunta de


¿por qué intervienen de la forma que lo hacen ante la opinión pública?, no se
encuentran muchas repuestas.

El hecho, hasta el momento, es un robo que derivó en asesinato, llevado a cabo al


menos por dos personas en una situación de inestabilidad económica. La Policía de
Seguí es la que intervino en principio en la investigación (dependiente del gobierno
provincial). Además, se hizo cargo de comandar la pesquisa el fiscal Labriola.

Con tales datos, no habría un motivo que ligue al gobierno municipal con el hecho
en sí. Lo que hace aparecer en la escena a la dirigencia oficialista es el propio
accionar de los suyos. El intendente calificando las primeras movilizaciones de tener
un tinte político y gran parte de su dirigencia que -obedecedora sin chistar- salió con
la misma tesis.

Secreto profesional
Secreto profesional

26 de junio de 2009 Publicado por Hilda

Hay ciertas profesiones u oficios que colocan a quienes las desempeñan en la posibilidad o
necesidad de conocer ciertas circunstancias personales de sus pacientes o clientes, que les son
reveladas con el único fin de permitir que la tarea profesional se desarrolle de manera más
factible, pero que no implica que esa información recibida llegue a conocimiento de terceros por
haberlo contado quien recibió el secreto, incluso cuando es requerido legalmente en juicio, si esto
puede ocasionar un daño al interesado. Por ejemplo, las informaciones que reciben periodistas,
médicos, abogados o los sacerdotes en la confesión.

Secreto profesional

El artículo 156 del Código Penal argentino, reprime con multa de entre mil quinientos y noventa
mil pesos, con accesoria de inhabilitación especial si correspondiere, de seis meses a tres años, a
quien configure la siguiente acción: Revelar sin justa causa, un secreto que pueda causar daño con
su divulgación, y del que tuviera noticia por su estado (por ejemplo el estado sacerdotal) empleo
(persona que trabaja en relación de dependencia) oficio (por ejemplo, un masajista, una niñera, un
cerrajero), profesión o arte. (médico, odontólogo, psicólogo, periodista). Los médicos juran
mantener el secreto profesional al realizar el juramento Hipocrático, al recibir su habilitación
profesional.La naturaleza del perjuicio que se pueda ocasionar al revelar el secreto no es
significativa. Tanto puede tratarse de un perjuicio material como moral.Un secreto es aquello que
se mantiene en reserva, o sea que solo lo conoce aquel en quien se confió o un número reducido
de personas, que también recibieron la información para no revelarla. La mayoría de la doctrina
entiende, y no lo requiere el artículo citado, que se haya confiado el secreto pidiendo
expresamente que no se lo revele. Sin embargo si el interesado consintió en que el profesional o
empleado lo contara, ya no es delito.Con respecto al requisito de que no exista justa causa, el
Código Procesal Penal de la nación argentina realiza una distinción con respecto a la obligación
legal de denunciar los delitos perseguibles de oficio, en su artículo 177. En su inciso 1 impone la
obligación de denuncia de estos delitos para los empleados o funcionarios públicos que tomen
conocimiento de ellos en el ejercicio de sus funciones, pero en el inciso 2, tras establecer también
esta obligación a cargo de médicos, parteras y farmacéuticos, los exime de la denuncia (por delitos
contra la vida y la integridad física) si la información hubiera llegado a ellos por secreto
profesional.Con respecto a la interpretación de esta norma se plantea el problema por ejemplo, de
un médico, que a su vez sea empleado de un hospital público ¿Debe denunciar la información que
le llega como secreto profesional si es un delito público?Hay justa causa cuando la ley así lo
determina, por ejemplo, la Ley 17.132 de ejercicio de la Medicina, Odontología y actividades
afines, establece la obligación de denunciar por causas legales, por ejemplo denunciar casos de
lepra, dispuesto por la ley 11.359, los de peste impuesto por la ley 11.843 o enfermedades
infectocontagiosas.Hay casos que son justa causa evidente de revelación de secretos, cuando se
trate de un enfermo psiquiátrico peligroso, o cuando se tenga información de que alguien va a
realizar un crimen, pero hay casos dudosos sobre qué es justa causa, como el caso de la
persecución de honorarios profesionales, aunque se entiende en general que también es una justa
causa.En la Capital Federal se decidió recientemente que un médico de un hospital público no está
obligado a denunciar un aborto auto infligido en el año 2007, y por lo tanto no se hizo lugar a la
instrucción de sumario criminal contra la mujer.La Cámara Federal al juzgar sobre un hecho
ocurrido también en el año 2007 sobreseyó a un ciudadano boliviano, que fuera denunciado por
su médica tratante en el Sanatorio Mitre (Ciudad de Buenos Aires) por retener cápsulas de droga
que había ingerido y que no había podido expulsar en su totalidad. No consideró válida la
denuncia de la médica porque la había recibido bajo secreto profesional.En el caso del profesional
que es citado como testigo y se releva al profesional de guardar el secreto, por parte de la
autoridad judicial, éste tiene la opción, no la obligación, de revelar el secreto.

A continuación analizaré sobre un caso ocurrido el día 27 de septiembre del 2017 a través de una
noticia periodística en relación a la fallida Julieta Pradas,su pareja Juan de los Palotes, el periodista
José Libertad y el diario Crónica.

El periodista José Libertad afirma que hubo demora en el esclarecimiento de los hechos debido. a
sucesivos planteos de nulidad de la defensa del único acusado ,el novio de la modelo Juan de los
Palotes. Además se incorporan a la causa fotografías tomadas por la policía Metropolitana,
quienes según afirmaciones del novio eran los que frenaban la investigación, aunque al no ser
preciso se puede entender que los que obstruían eran el periodista y el diario, por lo cual a demás
se inició una querella criminal contra el Diario Crónica y el periodista. La madre de Julieta Pradas
inició también demanda contra éstos.

Lo primero a tener en cuenta al comenzar el análisis es la libertad de expresión del periodista por
sobre las demandas,ante el derecho al honor afectado por la difusión de la información. El
derecho a la libertad de prensa, consiste no sólo en publicar las ideas sin censura previa, sino
también en todo el proceso previo de investigación, búsqueda, recolección de datos, etc.

Tambien debemos tener en cuenta que Julieta Pradas, si bien no era funcionaria pública , su
profesión era el modelaje, por lo cual tenía un mayor grado exposición ante la prensa y los medios
de comunicación que un habitante promedio.

Para el doctor . De Luca caben distinguir dos clases de protección al honor de las personas, las
cuales deben ser tenidas en cuenta para el presente caso, una rigurosa aplicable al ciudadano
común, y otra atenuada para los funcionarios, figuras públicas (en este Julieta Pradas) y, en
algunos supuestos, para los particulares que se ven envueltos en controversias de carácter
público. Respecto de estos últimos sólo procede la imputación en caso que se acredite que la
información fue difundida con conocimiento de su falsedad o temerario desinterés acerca de si
dicha información era verdadera o no.

No se observa una afectación al honor de la fallecida, más aún por ser los expedientes judiciales
en general de carácter público, y de forma más especifica el haber tenido acceso al mismo siendo
que si tuviera un carácter reservado la única manera de acceder a dicha información es por alguna
de las partes involucradas.

Pasare a analizar el tipo penal que se intenta imputar al periodista y al diario crónica de manera
separada:

1- IMPUTACION AL PERIODISTA

Se configura la acción típica del art. 110 del CPN ,delito de injurias, a Juan de los Palotes por
obstruir la justicia y por dilatar el proceso en el cual era el cual era el único acusado y se considera
que el periodista daña el honor de Palotes, ya que como bien sostiene De Luca también es injuria
la obstrucción de un hecho cierto.El periodista debe guardar secreto sobre sus fuentes periodistas,
amparándose en el art 43 de la constitución,ya que la transparencia de los actos sostiene la teoría
de autogobierno. Solo podría ceder ante tres supuestos , en este caso no corre peligro la vida de
ninguna persona y tampoco parecería estarse frente a información que pudiera evitar la condena
a un inocente, solo restaría entender si la información que fue publicada tenía la cualidad de no
poder ser publicada debido a quien las tomo ,policía metropolitana, y que tienen estos de no
utilizar esta información de modo tal que obstruyan el debido proceso.

Tambien se debe tener en cuenta que un n periodista puede negarse a revelar la identidad de la
fuente de información o los datos que conduzcan a ella ante las autoridades, cualquiera sea esta, o
los particulares. Si la revela será un problema moral, no jurídico-penal. Eventualmente, podrá
incurrir en responsabilidades civiles frente a su confidente o laborales en su lugar de trabajo.

Además el asunto no es un asunto de interés público propiamente dicho y tampoco involucra a


una figura pública ya que dicho rol lo ocupada la fallecida Pradas.

El fallo “Campillay” establece que en determinados asuntos debe reservarse la identidad de


quienes estén implicados, en este caso Palotes y asimismo mantener un tiempo verbal potencial y
no asertivo afirmativo como el que aquí se suscita. Por lo tanto se admite reproche al periodista
pudiendo entenderse como un dolo eventual y no como un delito imprudente.

2- IMPUTACION AL DIARIO CRONICA

Dicho diario también se ve involucrado en el delito de injuria por no haber, previo a la publicación
de la noticia periodística, realizado una revisión de la noticia en cuestión y además dicho diario
tiene la obligación de respetar el derecho del periodista de no ser censurado de modo previo, art
14 CN Y ART 32 CN , respondiendo en todo caso por las responsabilidades ulteriores.
También se debe tener en cuenta las fuentes judiciales a que se refiere el periodista, las cuales
involucran de manera directa al diario Crónica, ya que para que un medio de comunicación se
exima de algún tipo de responsabilidad es preciso que atribuya la noticia a una fuente (en este
caso no se especificaría la fuente por ser muy vaga la precisión hecha por el periodista), de modo
que la noticia deje de presentarse como originada por el medio en cuestión.

Asimismo resulta inaplicable la doctrina de la real malicia, en atención al carácter de ciudadano


particular del demandante.

En conclusión entiendo que ante el diario Cronica como el periodista al publicar la nota presentan
grandes subjetividades subrogándose de cierta forma en el rol de juez y dando a conocer sus
propios juicios de valor.

La teoría del Autogobierno: Se desarrolló en 1969 y fue pensada por Alexander Meiklejohn.
Destaca que la soberanía reside en el pueblo, por lo tanto es este el único capaz de determinar el
interés público y debe tener la libertad de juzgar a sus gobernantes, así como de informarse acerca
de ellos. El Estado tiene un rol activo ya que garantiza la libertad de expresión, pero establece
reglamentación sin restricciones. El ciudadano tiene una virtud cívica, que consiste en poder
expresar sus ideas y realizar críticas. Se caracteriza por tener leyes acordes y permite el ejercicio
pleno de la libertad de expresión, ósea establece un espacio de libertad absoluta, la cual se
combina con los ciudadanos buscando la armonía en la responsabilidad ósea las leyes. Prevalece
para los asuntos de interés público. Sus principales problemas son que es muy exclusiva y que
choca con los gobiernos no democráticos. En “New York Times v. Sullivan” se destaca la
importancia del debate de asuntos públicos, incluso cuando este origina fuertes ataques contra
funcionarios públicos.

Bibliografía:

. ¨Libertad de prensa y delitos contra el honor¨ De Luca Javier .Editorial Ad-Hoc

.¨El derecho a la libre expresión¨ Bianchi Enrique-Gullco Hernán .

El legítimo reclamo de justicia y la persecución a la protesta social

http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1066&di=1&no=260771

Este jueves 14 de septiembre se recordará el primer mes sin Julio Trossero en Seguí.

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