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“Democracia”: ¿Se trata del principio del bienestar

general, o de la disputa partidista y la guerras de cambio


de régimen?
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14 de febrero de 2018 ​ La Comisión de Inteligencia del Senado organizó una audiencia


ayer lunes 12 con los directores de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, la cual
se convirtió en una parranda de borrachos contra Rusia y contra China, tanto de los
senadores como de los funcionarios que dieron “testimonio”. Ahí se puso de manifiesto
que lo “políticamente correcto” actualmente, es el nuevo macarthlysmo dominante, lo cual
abrumó cualquier discusión de lo que era el supuesto tema central, “las amenazas a la
seguridad nacional de Estados Unidos”. Si hay alguna duda del motivo por el cual el
Presidente Trump no ha podido llevar a la práctica lo que se proponía ​una relación de
cooperación entre las grandes potencias, tanto Rusia como China, en contra del terrorismo
y las guerras regionales​ este quedó de manifiesto en la exhibición del Senado, algo que lo
rodea también en la propia Casa Blanca.

China y Rusia amenazan los “valores democráticos”, gritan a diestra y siniestra


funcionarios prominentes de Estados Unidos y de Europa, con lo cual solo muestran su
absoluta incapacidad para practicar la “democracia” con éxito. Sus partidos los vuelven
incapaces para gobernar, o como es el caso en Alemania actualmente, ni siquiera para
formar un gobierno para intentarlo. No han reducido la pobreza en sus países, mientras
que China está en proceso de eliminarla; no han parado la diseminación de la epidemia de
drogadicción y suicidios. En occidente contemplan como el complejo neoconservador
militar de Wall Street hacen guerras de cambio de régimen “contra los autoritarios y por la
democracia”; esas guerras causan un sufrimiento humano desastroso, muerte y
destrucción de riqueza, difunden el terrorismo internacional y los flujos de refugiados en
masa. Ahora enfrentan otro crac financiero que se está configurando, y se ven paralizados
por Wall Street para no hacer nada detenerlo, a diferencia de lo que han hecho las
autoridades de China. Más aún, todos los años gritan que “China va hacia un crac”,
mientras que la contribución de China a la economía mundial crece en realidad año con
año constantemente.

Estos problemas exigen la cooperación con China y con Rusia para resolverlos, como
claramente parece proponérselo el Presidente Trump cuando asumió el cargo. Pero a
pesar de que los perpetradores del “Rusiagate” que iniciaron el golpe en su contra, están
ahora completamente desacreditados, continúa el proceso para forzar al Presidente a que
asuma una posición contra Rusia y contra China, incluso dentro de su propio gobierno.

En los últimos dos días se han publicado dos comentarios editoriales en uno de los
principales periódicos de China, el Global Times, en donde se contrasta la capacidad de
esa nación para atender al bienestar general de su población (en un gobierno por el pueblo
y para el pueblo) con la extrema paralización partidista en Estados Unidos en ese respecto
y el afán de procurar la “democracia” en el extranjero por medio de la guerra.

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El otro comentario editorial toca una cuestión que es ahora el centro de la parálisis
partidista estadounidense: la infraestructura económica.

Como lo ha reconocido el Presidente en repetidas ocasiones, Estados Unidos ha


fracasado en el manejo de su infraestructura que se está desmoronando, no defiende a
sus ciudadanos de las inundaciones ocasionadas por los huracanes, ni de los accidentes
fatales en el transporte masivo, ni de los puentes y presas que se colapsan, ni del agua
potable contaminada, ni mucho menos mejora sus vidas con nuevas plataformas de
infraestructura, como China en contraste ha construido rápidamente 15,000 millas de los
trenes más modernos y rápidos del mundo y ha revolucionado la movilidad de su
población. Si Estados Unidos insiste en que China es su competidor, señala Global Times,
“la construcción de infraestructura es también un tipo de competencia”.

Y se trata de una competencia para atender el bienestar general. El plan de infraestructura


del Presidente Trump, que le metió el banco Goldman Sachs, no va a lograr eso; pero
tampoco ningún partido político ha ofrecido una alternativa que funcione, en más de medio
siglo de deterioro y descomposición.

La única alternativa que funciona es la que apunta al bienestar común del pueblo
estadounidense y de la humanidad. La alternativa empieza con la separación de los
bancos de Wall Street, la reinstitución de la Ley Glass-Steagall, y la emisión de billones de
dólares en nuevos créditos productivos mediante un nuevo banco nacional o una nueva
Corporación de Finanzas para la Reconstrucción, a fin de construir una nueva
infraestructura de tecnología de punta para Estados Unidos. Ese es el enfoque de de las
ahora famosas Cuatro Leyes de Lyndon LaRouche, que también especifican la necesidad
de restaurar los esfuerzos de la NASA al nivel del “Proyecto Apolo” para la exploración
espacial, y revivir la investigación de las tecnologías de fusión nuclear al nivel de un
programa de emergencia.

La cuestión de la infraestructura no será parte de las elecciones partidistas de 2018. Que


las metas comunes y el bienestar de la humanidad juzgue esa competencia, del mismo
modo que juzgarán a China, a Estados Unidos y a la “democracia”.

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