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Cédula introductoria

La exposición Lacas: color y brillo novohispano ofrece un recorrido por el acervo que res-
guarda el Museo Nacional del Virreinato, junto con otras piezas de museos e instituciones
del país, sobre una de las producciones más representativas del trabajo artístico mexi-
cano hasta la actualidad: la laca o el maque.
De origen prehispánico, la laca en la época virreinal preservó la técnica, los mate-
riales y los soportes mesoamericanos, y los adaptó a nuevos usos y formas que se nutrie-
ron del gusto en torno a los objetos asiáticos que circularon entre Europa, Asia y América
con el establecimiento de las rutas de navegación transoceánicas. De ahí que estas pie-
zas se denominaran a menudo como maque, término que usaban los portugueses desde
el siglo XVI para referirse a las lacas japonesas (makié). La palabra ‘laca’ derivó de la
‘gomma lacca’ de la Antigua Roma, donde el término lacca se tomó del sánscrito laķça,
que designaba una sustancia roja. Su uso en español data del siglo XVIII y probablemente
se debió a su popularización en Francia e Italia.
La exposición se divide en cinco temas que dan cuenta de las técnicas más comu-
nes, los centros de producción más representativos durante los siglos XVII, XVIII y XIX:
Pátzcuaro, Uruapan y Quiroga en Michoacán; Olinalá y Acapetlahuaya en Guerrero; y
Chiapa de Corzo en Chiapas; así como las características formales de cada región y su
generalización a partir de las adaptaciones que predominaron en el siglo XIX para un
nuevo mercado de consumo masivo.
El trabajo en laca fue muy valorado en la época novohispana para dar brillo y colo-
rido a los ajuares domésticos más suntuosos, pero también a los hogares de todos los
estratos de la sociedad, diversa y heterogénea, que conformó el Virreinato de la Nueva
España. Hoy en día sigue siendo un trabajo representativo de la habilidad artística mexi-
cana a nivel internacional, por lo cual diversos artesanos y asociaciones han asumido
invaluables esfuerzos para recuperar la técnica ancestral que lo hace único en el mundo.
A todos ellos sirva esta exposición para brindar nuestro reconocimiento.

Cédula temática 1
Lacas novohispanas: confluencia de técnicas y estilos
Los cronistas del siglo XVI dan cuenta de las “jícaras pintadas” mesoamericanas, que se
hacían recubriendo distintas cortezas de calabaza con la grasa de la hembra del insecto
axe, aceite de chía y minerales pulverizados. Este procedimiento hacía impermeables y

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resistentes a los objetos a las agresiones del ambiente, además de embellecerlos con un
brillo característico.
A lo largo del siglo XVII, tanto en Europa como en América circularon lacas japo-
nesas y chinas, que con el tiempo se tomaron como modelo de producciones artísticas
propias. En Nueva España el procedimiento prehispánico de las “jícaras pintadas” –ahora
también trasladado a ciertos objetos de madera- pasó a considerarse parte del fenómeno
de la laca, por el efecto similar al de la laca asiática, a pesar de que su técnica era
totalmente distinta.
Aunque la técnica se había practicado en buena parte de Mesoamérica, en la
época virreinal solamente sobrevivió en Michoacán, Guerrero y Chiapas. En cada uno de
esos lugares, se desarrollaron características formales y técnicas distintivas. En conjunto,
la laca novohispana ofrece una diversificación que la distingue tanto de la producción me-
soamericana como de la asiática y la europea, sin perder cierta relación con todas ellas.

Cédula subtemática
Mesoamérica
El procedimiento de la laca prehispánica fue registrado por Bernardino de Sahagún en la
Historia general de las cosas de la Nueva España. Dada su importancia en Mesoamérica,
también fue registrado en otros documentos del siglo XVI, como los Códices Mendocino,
de Cutzio y Huetamo, la Relación de Michoacán de Jerónimo de Alcalá y la Historia de las
Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme de Diego Durán. Estas fuentes informan
que los objetos así elaborados tuvieron usos rituales y fueron usados como tributo. Barto-
lomé de las Casas añadió que Moctezuma bebía chocolate en jícaras “tan pintadas por de
fuera y por de dentro, que beberán cualquier señor con ellas como si fueran de oro o de
plata.” Por otro lado, el hallazgo de piezas en Yucatán, Michoacán, Coahuila, Morelos y
Chiapas sugiere que la laca prehispánica se había difundido en Mesoamérica desde el
preclásico tardío, aunque el tema aún se está investigando.

Cédula subtemática
Asia
La Nueva España fue el centro de la ruta española hacia el Pacífico. Esta posición privile-
giada facilitó la circulación de lacas, porcelanas y textiles, principalmente chinos y japone-
ses. Gracias al Galeón de Manila, estos objetos asiáticos fueron cotidianos no solo en la
Ciudad de México, sino también en Puebla y en ciudades del Pacífico, como Colima, y en

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los reales de minas norteños. Si bien estuvieron asociados al lujo, en realidad sus calida-
des y precios variaron enormemente, de modo que amplios sectores sociales tuvieron
acceso a ellos.
En México se preservan porcelanas y textiles chinos que dan cuenta de la profu-
sión con la que circularon en la época virreinal. Lamentablemente, se conservan muy
pocas lacas asiáticas; sin embargo, la mejor prueba de que los novohispanos estuvieron
familiarizados con ellas se encuentra en las lacas y enconchados virreinales, que suelen
apropiarse, de distintas maneras, de las lacas chinas y japonesas.

Cédula subtemática
Nueva España
En la Nueva España la laca prehispánica sufrió importantes variaciones en cuanto a téc-
nicas, soportes y diseños. Además del uso de distintos tipos de cortezas de calabaza, se
crearon objetos de madera entre los que destacan bateas, cajas, escritorios y bufetes. Las
técnicas comprendieron decoración a pincel; recortado y relleno; y rayado y recortado. En
cuanto a los materiales, el aceite de chía a veces se reemplazó por el de chicalote y el de
linaza. El uso del axe, fundamental en las lacas michoacanas y chiapanecas, se había
abandonado en Guerrero al menos desde el siglo XVIII. La laca chiapaneca, que al pare-
cer circuló poco fuera de la región, se usó con profusión en el mobiliario religioso. Sus
diseños y paleta sugieren un desarrollo desligado de los michoacanos y guerrerenses.

Cédula temática 2
La Provincia de Valladolid
El principal centro productor de laca virreinal fue la Provincia de Valladolid, hoy el estado
de Michoacán, donde destacó la producción de regiones como Peribán, Uruapan y Pá-
tzcuaro, así como la de Quiroga, de la cual sólo se conocen ejemplares del siglo XIX. Ca-
da una de estas regiones desarrolló características propias, que dieron lugar a encargos
específicos, en ocasiones, destinados a compradores en España.
Las fuentes del siglo XVI demuestran que la laca había alcanzado un importante
desarrollo en la región purépecha. Ahora bien, la producción virreinal de laca michoacana
recibió el impulso decisivo del obispo Vasco de Quiroga, cuya intervención debió haber
sido clave para determinar las diferencias que exhiben las obras de los centros producto-
res mencionados. Al parecer, el trabajo de Peribán compartió algunas características de

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Uruapan; sin embargo, del primero se conservan muy escasos ejemplares, lo que hace
difícil sacar conclusiones sobre sus rasgos más destacados.

Cédula subtemática
Uruapan… "lugar donde los árboles siempre tienen frutos"
La técnica característica de Uruapan es la de recortado e incrustado, o embutido. Para
hacerla, se usa una “pata de cabra”, herramienta punzocortante con la cual se realizan
incisiones que se rellenan con el mineral pulverizado hasta alcanzar el nivel del sustrato
recortado. El dibujo perfilado se recorta en las áreas destinadas a un mismo color, elimi-
nando el material de fondo hasta dejar al descubierto el soporte. El proceso se hace en
etapas por colores, para evitar su contaminación durante el relleno. Sobre las áreas recor-
tadas se aplica la mezcla de axe y con un trapo se espolvorea el mineral del color corres-
pondiente, hasta alcanzar el nivel del fondo. Una vez que el último color se ha secado, se
aplica una capa final del aceite con axe, a la que se da brillo con un paño de algodón.
En la producción virreinal sobresalen las bateas de grandes dimensiones, de fon-
dos café oscuro y diseños abigarrados basados en el uso de modelos manieristas y moti-
vos de inspiración prehispánica.

Cédula subtemática
San Diego Cocupao-Quiroga… ‘caserío sobre una loma’
El trabajo virreinal de Quiroga es menos conocido que el de los otros centros de produc-
ción michoacanos. De hecho, los ejemplares más antiguos que se conservan son del siglo
XIX, aunque cabe suponer que Quiroga también fue un centro productor de laca en la
época novohispana. En las obras conservadas se advierte la imitación de las modalidades
decorativas de Uruapan y Pátzcuaro, aunque la técnica difiere notablemente de las otras
ciudades michoacanas, pues en este caso se trata de una forma de recubrimiento pictóri-
co.
Aunque la producción de Quiroga incluye algunos baúles, lo que más destaca son
las bateas y platos de fondos oscuros. Los diseños muestran notables variaciones, ya que
pueden representan paisajes, escenas con distintos personajes o flores, aunque sean
estas últimas las que predominan.

Cédula temática 3
La provincia de Puebla y Ojaca

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Los dos centros de producción principales de esta provincia de la época novohispana son
Olinalá y Acapetlahuaya, ubicados en el actual estado de Guerrero. La producción virrei-
nal de lacas de Olinalá no sólo tuvo presencia en los hogares virreinales sino que también
llegó a exportarse a España. Los ejemplares novohispanos incluyen arcones, baúles, ca-
jas, atriles y almohadillas, decorados con la técnica del rayado y recortado, o pintados a
pincel y recubiertos en oro de hoja.
Lo más distintivo de la técnica de Olinalá es la omisión del axe. Las obras se dis-
tinguen por sus fondos de color azarcón, un anaranjado intenso también conocido como
minio. En el siglo XIX, el azarcón en ocasiones se reservó al interior de los muebles, lo
que sugiere un uso ornamental, en el que se esperaba que los objetos permanecieran
abiertos.
Al parecer, la producción de laca de Acapetlahuaya surge en el siglo XIX, aunque
podría haber habido una producción virreinal de consumo local de la que no se conocen
ejemplares.

Cédula subtemática
Olinalan... “lugar de movimiento”
La producción virreinal de Olinalá está documentada a partir del siglo XVIII. La mejor fuen-
te de información sobre la técnica de esa época es la “Memoria sobre la pintura del pue-
blo de Olinalan”, de J. Alejo de Meave (1793), quien señala que el trabajo era realizado
por mujeres que buscaban así subsistencia. Pese a que en la región pueden haberse he-
cho lacas en la época prehispánica, la omisión del axe supone una gran variación respec-
to a la producción mesoamericana. Aún así, Meave declara su admiración por las “vasijas
tan sólidamente barnizadas, que ni el tiempo, ni el demasiado uso deteriora las pinturas.”
La minuciosa descripción del autor sugiere un deseo de dar a conocer una técnica de la
que hasta fines del siglo XVIII no se conocían registros escritos, a pesar de que la pro-
ducción incluía ejemplares hechos sobre pedido y quizá, de manera excepcional, destina-
dos a la exportación.

Cédula subtemática
Acapetlahuaya… “carrizo tendido entre manantiales”
La técnica se basa en el decorado a pincel, a menudo aplicada sobre jícaras, de fondos
negros o rojos. Entre los motivos decorativos destacan distintos tipos de aves y otros ani-
males, así como las flores y en algunos casos las figuras ecuestres. Los jicalpextles y jíca-

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ras parecen haberse hecho con fines exclusivamente ornamentales, pues en la mayoría
de los casos están decorados tanto en la parte interior como en la exterior.
Pese a que su surgimiento es aparentemente tardío, en la práctica local contempo-
ránea casi se había perdido el conocimiento técnico original, pero recientemente se rein-
corporó el uso del aceite de chía.

Cédula temática IV
Capitanía General de Guatemala: Chiapa de Corzo
La laca chiapaneca se caracteriza por la aplicación exclusiva del axe como aglutinante y
adhesivo de los minerales. Así, se registra una abundante presencia de la cera o grasa
del insecto, a la que no se añade aceite. La técnica consiste en un fondo de preparación
incolora a base del mineral (tizate) y el axe, sobre el que se aplica el sustrato de color
para crear un grueso recubrimiento.
Chiapa de Corzo fue el único centro de producción de laca virreinal en Chiapas,
región que formó parte de la Capitanía General de Guatemala hasta después de consu-
mada la Independencia. Las obras más antiguas que se conocen son nichos de uso reli-
gioso, que destacan por sus grandes dimensiones, sus brillantes colores y sus diseños
florales, que dan cuenta de una evolución estilística totalmente desligada de la laca mi-
choacana y la guerrerense. Es probable que la técnica también se haya usado para obje-
tos de uso doméstico que no se conservan.

Cédula temática V
La laca y su masificación en México
A partir del siglo XIX, la transformación de los usos sociales dio lugar a variaciones en
términos de la técnica, el tipo de objetos elaborados y los diseños. Aunque el mercado
nunca se perdió, los consumidores se resistieron a invertir en obras de factura superior;
de ahí que los materiales tradicionales se fueran reemplazando por otros industriales.
Asimismo, se hicieron cada vez más escasas las obras de grandes dimensiones, prefi-
riéndose las jícaras y platos de uso exclusivamente decorativo. Los distintos centros pro-
ductores fueron variando los diseños virreinales, de modo que tendieron a generalizarse
el uso de flores y en ocasiones, los fondos negros. Por esa razón, para el público poco
familiarizado, a menudo resulta difícil identificar el origen de algunas obras del siglo XIX,
aunque si se presta atención, es posible advertir que pese a su parecido, los diseños sue-
len presentar variaciones regionales.

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Cédula subtemática
A pesar de que en el siglo XIX la pérdida de calidad de la laca se hizo cada vez más ge-
neral, se conservan evidencias de cierta valoración, así como de esfuerzos por preservar
el trabajo tradicional. Por ejemplo, en 1863 Antonio García Pérez señaló en el Boletín de
la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, con relación a las lacas de Uruapan: “El
barniz con que cubren la pintura, dorado ó incrustado de esas piezas, es como el mejor
que se dá á los carruajes de lujo”. El autor ponderó la “exquisita perfección” del trabajo, y
el buen estado en que se conservaban las obras largo tiempo después de su elaboración.
Sin embargo, lamentó que no fueran valoradas en México, a pesar de que despertaban la
admiración de los europeos.
No obstante, la existencia de numerosos ejemplares del siglo XIX, hechos en va-
rios centros productores, permite afirmar que el público mexicano siguió gustando de las
obras, pero empezó a considerarlas meros objetos decorativos.

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