Você está na página 1de 1

¡Ámate!

Publicado el 20 August 2011

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22:39.


Esta es una orden divina: ama a Dios, pero ámate también a ti. Si no te amas tú mismo, no podrás
amar a los demás. Pero, amarse a sí mismo con equilibrio resulta difícil, después de la entrada del
pecado en este mundo. ¡Necesitas sentirte digno de ser feliz y de realizarte como persona! Parece
fácil, pero no lo es: implica reconocerte en condiciones de ser querido tal como eres.
El pecado hace dos cosas terribles: o te lleva a creer que eres el centro del universo o hace que te
sientas sin ningún derecho de ser feliz. Existe mucha gente que, cuando se mira en un espejo, no
puede evitar compararse con los demás y cree que no vale nada y que no sirve para nada. Eso es lo
que aprendió, desde niño, con la ayuda de padres exigentes que, a veces, le enseñaron a
compararse con los demás.

Lo triste de todo esto es que el cuerpo expresa constantemente lo poco que te quieres con
malestares y enfermedades. Los problemas de relación también son una evidencia de falta de
autoestima, porque lo que haces contigo mismo lo haces también con los demás. Gente querida,
que vive a tu lado, termina siendo víctima de tu frustración y tu descontento.

Si no te amas a ti mismo, ¿cómo estarás siempre conforme, disfrutando de la vida y valorizando a


los demás? Tu vida se transformará en un calvario de calamidades y en una cadena de
desencuentros, errores, fracasos y accidentes, que te harán sentir miserable.
Todo lo que parece estar mal a tu alrededor es resultado de un proceso autodestructivo
inconsciente, de una forma de pensar negativa que solo crea problemas.
Pero, la buena noticia es que Jesús vino a este mundo no solo a morir por tus pecados, sino
también a devolverte el equilibrio de tu valor. Ama a Dios con todo tu corazón y el resultado
natural de esa entrega será tu propia valorización.

Con este pensamiento en mente, sal para enfrentar las luchas de este nuevo día. Por donde vayas,
valoriza a las personas, reconóceles la dignidad, enséñales a crecer. Quiere decir, ámate a ti mismo
y proyecta, en los demás, la gratitud que sientes en tu corazón porque Dios te amó primero. No te
olvides, ama a tu prójimo, pero como a ti mismo.

Dios te bendiga,

cielo77014@hotmail.com

Você também pode gostar