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Méndez, Julio Raúl. “Las tres figuras : Dios, lobo y hombre”[en línea]. Sapientia. 65.227-228 (2010). Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/tres-figuras-dios-lobo-hombre.pdf [Fecha de consulta:..........]
(Se recomienda indicar fecha de consulta al final de la cita. Ej: [Fecha de consulta: 19 de agosto de 2010]).
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1
T. HOBBES, El ciudadano. (ed. bilingüe J. Rodríguez Feo). Ed. Debate, Madrid, 1993, 2. En la Carta al
Conde Guillermo de Devonshire que oficia de dedicatoria de la obra: “Profecto utrumque verum dictum est, Homo
homini Deus, and Homo homini Lupus. Illud si concives inter se; Hoc si civitates comparemus.”
2
Cf. M. L. LUKAC DE STIER, El fundamento antropológico de la filosofía política y moral en Thomas Hobbes, UCA,
Bs. As., 1999, 165-188.
3
O. RIBBECK, Comicorum Romanorum fragmenta, Lipsiae, 1898, 89.
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4
PLAUTO, Asinaria (edit. Bertini). Istituto di Filologia Classica e Medioevale. Facoltà di Lettere.
Università di Genova, 1966, acto II, escena 4, 88; verso 495, 39.
5
Ibidem, versos 497-498: “quamquam ego sum sordidatus, frugi tamen sum, nec potest peculium enumerari.”
6
Cf. Op. cit., 7-9.
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11
T. HOBBES, Leviatán Ed. Universitaria, Universidad de Puerto Rico, 1978, II-17, 150.
12
Cf. Ibidem II-17, 145; II-26, 225, 240.
13
Sobre la interpretación social de matriz hobbesiana en los filósofos políticos latinoamericanos se
puede ver M. L. LUKAC (comp.), Perspectiva latinoamericana sobre Hobbes, Educa, Buenos Aires, 2008.
14
Cf. B. SPINOZA, Etica demostrada según el orden geométrico, Acervo Cultural, Buenos Aires, 1977. IV-35,
207.
15
Cf. L. FEUERBACH, L’essence du christianisme, Trad. Osier, Maspero, Paris, 1968, 426.
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F. DE VITORIA, Relecciones teológicas. De Indis. Rel. I De titulis legitimis...prop. 2. “Et ut dicitur ff., De
iustitia et iure, 1. ut vim: inter homines omnes cognationem quandam natura constituit. Unde contra ius naturale est
ut homo hominem sine aliqua causa adversetur. Non enim homo homini lupus est, ut ait Ovidius, sed homo”.
Ed. crítica T. URDÁNOZ, BAC, Madrid, 1960, 709. La primera cita está tomada de Digesta I, 1, 3, Corpus
Iuris Civilis, ed. Kreuger-Mommsen, I, 2: “Ut vim atquem iniuriam propulsemus: nam iure hoc evenit, ut
quod quisque ob tutelam corporis sui fecerit. Iure fecisse existimetur, et cum inter nos cognationem quandam
natura constituit”. La segunda cita (el texto de Plauto) la remite a Ovidio, en otras ediciones es atribuida
innominadamente a un “comicus”; en este caso su fuente sería Plauto; pero la edición crítica que citamos
dice claramente Ovidius.
17
Cervantes (1547-1616) pone en boca del Quijote el discurso sobre la edad de oro, en la cual todavía
no había propiedad privada (“porque entonces los que en ella vivían ignoraban esta dos palabras de tuyo y mío”); tam-
bién califica sus propios tiempos como una edad de hierro. Cervantes no identifica al autor de quien toma
la figura, solamente dice “los antiguos”, cf. M. DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, I, XI. Real
Academia Española- Asociación de Academias de la Lengua Española, 2004, 97. Sobre el modo impre-
ciso de citar los textos antiguos ibidem XIX; 10ss.
18
OVIDII NASONIS, Metamorphoses, Ed. Anderson, Leipzig, 1982, I, 144. También P. OVIDIO NASÓN,
Quince libros de Metamorfosis, trad. Iglesias Montiel – Alvarez Morán. Ed. Cátedra, Madrid, 1995.
19
Idem, Metamorphoses, op. cit. I, 149-150.
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23
Cf. C. B. MAC PHERSON, La teoría poética del individualismo posesivo, Fontanella, Barcelona, 1970, 34.
24
T. HOBBES, El ciudadano, (ed. bilingüe J. Rodríguez Feo), Debate, Madrid, 1993, 2-4.
25
T. HOBBES, Leviatán, Ed. Universitaria, Universidad de Puerto Rico, 1978, II-17, 150.
26
T. HOBBES, El ciudadano, (ed. bilingüe J. Rodríguez Feo), Debate, Madrid, 1993, 14-21.
27
De corpore, en The English Works of Thomas Hobbes (ed. Molesworth), Scientia, Aalen, 1966, t. I, 131:
“Los autores de metafísica cuentan otras dos causa además de la eficiente y la material, esto es, la esencia, que algunos lla-
man la causa formal, y el fin, o causa final, sin embargo ambas son causas eficientes”. También en general Critique
du ‘De mundo’ de Thomas White, (trad. Jacquot-Jones). Vrin, Paris, 1973; Court traité des premiers príncipes, (trad.
Berhardt), PUF, Paris, 1988.
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28
Cf. El ciudadano, Prefacio al lector. Op. cit., 7.
29
Ibidem, cap VI nota 3. Op. cit., 60
30
Ibidem, 61.
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Pero las dificultades del desarrollo del orden justo, la persistencia de los con-
flictos reclaman una respuesta a la contradicción que surge entre la estructural
teleología de la persona y la sociedad, por una parte, y la histórica constante de
los conflictos, los delitos y la necesaria respuesta político-jurídica, por otra. Se
trata de un punto límite para los esfuerzos de la filosofía. En la búsqueda última
del origen de los conflictos humanos se encuentra la ya mencionada respuesta
bíblica del pecado original, que por la ruptura con la amistad divina produce tam-
bién un desorden en el interior del hombre y (por ello) en su convivencia. Se
trata de una realidad histórica vigente que distorsiona profundamente al hom-
bre, pero no se trata de una destrucción de la naturaleza humana; por ello no
implica que no sea posible advertir lo justo y quererlo. Por tanto, en el estado
actual de la humanidad, se hacen más necesarios las normas, el ejercicio de la
autoridad y los procedimientos de la administración jurídica. Siendo connatu-
ral al hombre la vida social es estructural la existencia de autoridad y de nor-
mas. En cambio, lo que sí es reconocido como consecuencia jurídica del peca-
do original son los delitos y las sanciones31.
Puesto que en toda relación jurídica el miembro término es finalmente la
sociedad, toda pertenencia a ella genera un título de miembro agente para apor-
tar a la realización de las conductas que construyan el bien común en modo
pacífico, eviten y reparen los conflictos y los ilícitos. Esta observación es par-
ticularmente pertinente para marcar el sentido de las profesiones jurídicas y la
base de su deontología específica: los abogados, los jueces, los mediadores, los
miembros del ministerio público y sus colaboradores tienen una responsabili-
dad mayor que el simple ciudadano en la consecución del orden social a través
del bien común.
Este orden social de justicia tiene un carácter universal de inclusión, de
manera que la marginalidad en la distribución relativa de los bienes de la socie-
dad no puede ser aceptada como estructural, tampoco la supresión de la liber-
tad (que es uno de los bienes fundamentales en la vida social), tanto de las per-
sonas como de las familias y de los cuerpos intermedios, ni de la subjetividad.
Los mismos principios de comunicación humana, en una apertura incondi-
cionada, y de necesidad de un orden jurídico valen, para la tesis vitoriana en las
relaciones internacionales. Este es el principio basilar del derecho internacional.
En las tres figuras podemos distinguir una de ellas que exalta al hombre a la
categoría de lo divino, lo que constituye una utopía política en el sentido estric-
to. Como tal tiene la dificultad de no responder a la realidad humana. En la his-
toria se ha mostrado muchas veces cargada de violencia para tratar de dar
vigencia en la práctica a sus postulados. La resistencia de la realidad humana
obliga al poder político de esa matriz ideológica a una lucha para forzarla.
La figura que reduce al hombre a una clase de bestia, además de sus debili-
dades sistémicas para explicar la razón de la búsqueda del orden y necesidad
de la salida del estado de naturaleza, también introduce una fuerza en cabeza
del poder político que carece de referente racionalmente sustentable.
31
Cf. AGUSTIN, De civitate Dei XIX, 14-15. TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae I q. XCVI a. 3-4; I-II
q. LXXXV a. 3; q. XCV a. 1; q. XCVI a.5.
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