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Panorama Histórico

La Delegación Iztacalco se encuentra ubicada al este del Distrito Federal. Colinda por el norte con las Delegacio-
nes Venustiano Carranza y Cuauhtémoc; al poniente con la Benito Juárez; al Sur con Iztapalapa, y al oriente con
el Municipio de Nezahualcóyotl del Estado de México.

El Desarrollo Histórico de su composición territorial se remonta al período colonial, ya que el pueblo de San
Matías Iztacalco estuvo dividido en barrios y pueblos que actualmente han pasado a ser colonias. El registro más
antiguo de los barrios de Iztacalco proviene de un libro de bautizos correspondiente al año de 1662 en donde se
mencionan como tales a Santa Cruz, La Asunción, San Miguel, Los Reyes, Zapotla y Santiago Atoyac.

MAPA DE UPSALA
En el mapa destaca por su tamaño la isla de Iztacalco, dibujada entre la península
de Iztapalapa y el lado oriente de la recién fundada ciudad española de México, en
ella reconocemos el convento de San Matías y en sus contornos siete pequeños
templos. (Bóveda de Códices de la Biblioteca Nacional de Antropología-INAH)
Hacia el siglo XIX parece ser que se redujo el número de barrios, pues en 1813 Manuel Morales, cura de
Iztacalco, encabezó una petición a las autoridades para que se eligiera en la cabecera del curato un
Ayuntamiento Constitucional, con el propósito de que se incorporaran los pueblos de su doctrina. Para ello
presentó a las autoridades un informe pormenorizado de los pueblos y barrios que a juicio de él deberían
estar en el curato de Iztacalco. Los pueblos registrados fueron Santa Ana Zacatlamanco, San Juan Nextipam
(San Juan Nextipac o San Juanico), la Magdalena Atlaxolpa, el barrio de Aculco y el pueblo de San Matías
Iztacalco con sus barrios de Santa Cruz, San Miguel, La Asunción, Los Reyes y Zacahuixco.
En 1824 Iztacalco paso a depender del Distrito de Tlalpan comprendido en el Estado de México. Al
desaparecer en 1853 el Departamento de México, creado en 1836, y convertirse en Distrito de México,
Iztacalco, con la reorganización de 1854, quedó incluído en la prefectura sur, cuya cabecera era Tlalpan. La
Constitución de 1857 introdujo la figura del Distrito Federal, que por decreto del presidente Benito Juárez
en 1861, fue dividido en cinco secciones: la Municipalidad de México y los Partidos de Guadalupe Hidalgo,
Xochimilco, Tacubaya y Tlalpan, al cual continuó perteneciendo Iztacalco. A partir del primero de enero de
1900, la Municipalidad de Iztacalco pasó a formar parte de Guadalupe Hidalgo, que fue una de las seis
prefecturas en que por decreto del Congreso de la Unión, se dividió el Distrito Federal, junto con
Azcapotzalco, Tacubaya, Coyoacán, Tlalpan y Xochimilco, integradas las seis por un total de ventiún
municipalidades, además de la de México.
A principios del siglo XX la población de Iztacalco era de apenas dos mil ochocientos habitantes, debido a
que el lago de Texcoco se encontraba en proceso de desecación, lo que originó la presencia de terrenos
inundados o anegadizos que impedían su ocupación habitacional. A pesar del bajo índice de población
hubo muchas localidades habitadas dentro de la demarcación de Iztacalco, aunque es de suponerse que el
número de residentes haya sido muy bajo, siendo los lugares registrados para este momento: San Matías
Iztacalco, Santa Anita, San Francisco Xicaltongo, San José Zacahuixco, San Juanico Nextipan, Magdalena
Atlaxolpa y Asunción Aculco. De los barrios están el de Santiago, Los Reyes, Zapotla y Santa Cruz, así como
los ranchos de Cedillo, La Viga o de la Cruz, Matlapalco y Palo Grande.
Para 1920 la delegación estaba formada por los pueblos de Iztacalco como cabecera, Santa Anita o Santa
Ana Zacatlamanco y Los Reyes, más algunos ranchos, comprendiendo además la colonia de la Viga. Con
respecto a esta última, sabemos que en mayo de 1903, Iñigo Noriega presentó una solicitud al
Ayuntamiento, pidiendo autorización para establecer la colonia de la Viga; para ello anexó los planos con
las alineaciones de las calles. El Ayuntamiento aceptó el proyecto con la condición de que el señor Noriega
se sujetara a las bases establecidas para la formación de nuevas colonias y urbanización de terrenos.
En 1928 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las reformas a la Constitución, por las cuales se
suprimió el régimen municipal en el Distrito Federal, ya que su gobierno quedó a cargo del Presidente de la
República. A consecuencia de esta modificación, la Ley Orgánica del Distrito y de los Territorios Federales,
que entró en vigor el primero de enero de 1929, dividió su territorio en trece delegaciones para la
administración de los servicios públicos locales. De esta manera Iztacalco fue transformado en Delegación
del Distrito Federal a partir de esa fecha.
La Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal, publicada el treinta y uno de diciembre de 1941
mantuvo la situación de Iztacalco como Delegación del Distrito Federal. La Ley Orgánica del Departamento
del Distrito Federal publicada el veintinueve de diciembre de 1970, creó las delegaciones Miguel Hidalgo,
Cuauhtémoc, Benito Juárez y Venustiano Carranza y las dos últimas integraron parte de su territorio con
superficie que anteriormente habia conformado a Iztacalco, que continuó con el mismo carácter de
delegación. La vigente Ley Orgánica del Gobierno del Distrito Federal ratificó a Iztacalco como Delegación
del Gobierno del Distrito Federal.
Las localidades que conforman el actual territorio delegacional de Iztacalco son los barrios de: La Asunción,
Los Reyes, San Pedro, San Francisco Xicaltongo, San Miguel, Santa Cruz, Santiago Norte y Zapotla. De las
colonias están la Agrícola Oriental, Agrícola Oriental Cuchilla, Benito Juárez (fraccionamiento popular), Ex-
Ejidos Magdalena Mixihuca, Gabriel Ramos Millán en sus secciones Tlacotal, Bramadero y Ampliación,
Granjas México, Jardines Tecma, Juventino Rosas, La Cruz, Militar Marte, Mosco- Chinampas, Pantitlán, Rodeo,
Reforma Iztaccíhuatl, Santa Anita, Nueva Santa Anita, Tlazintla, Viaducto Piedad y Zapata Vela, además las
unidades habitacionales Coyuya, INFONAVIT, Los Picos y Santiago Sur.
Iztacalco es un nombre náhuatl que significa “en la casa de la sal” aunque Mendizábal, por su parte señala que
esta palabra se traduce como “casa u horno donde hacen la sal”; por lo que este toponímico indica que en
este lugar se producía y recogía la sal, pues el lago de Texcoco, que rodeaba a la población de Iztacalco,
contenía aguas altamente salinas.
Las crónicas mencionan que los mexicas estuvieron en Iztacalco durante la etapa correspondiente a su
peregrinación por la Cuenca de México. Este grupo, que llegó a ser el más poderoso para el Postclásico Tardío,
pasó por Chapultepec, Tlacopan, Acapichtlan y Culhuacán. En este último sitio ofrecieron sus servicios a
Calquiyauhtzin, señor de Culhuacán, quien al enterarse que sus súbditos eran gente peligrosa, pues habían
hecos graves daños en las poblaciones por las que habían pasado, decidió aniquilarlos, sólo que los mexicas
se enteraron a tiempo “ se salieron todos sin que quedara ni uno solo, y se metieron por la ciénega adentro
junto adonde es ahora Iztacalco”, aquí se apercibieron de lo necesario para la guerra contra los de Culhuacán
a quienes atacaron sin lograr tener éxito, por eso se fueron a ver al Señor de Azcapotzalco para ofrecerle sus
servicios y al mismo tiempo contar con su protección.
Tezozómoc al referirse a la estancia de los mexicas en Iztacalco dice que estaban bajo el mando de Tenochtzin
y que aquí veneraron a la diosa Amatepetlzoalli a la que le dieron forma de persona, poniéndole cabeza,
busto, brazos, pies, arropándole y arreglándole convenientemente para posteriormente cantarle toda una
noche.
En la época prehispánica Iztacalco fue un islote rodeado por las aguas del lago de Texcoco. La ubicación de
este asentamiento prehispánico, para el Postclásico, fue bastante favorable en vista de que la población se
encontraba en un punto intermedio entre la gran Tenochtitlán y la Ciudad de Mexicaltzingo.
Iztacalco fue conquistado por las huestes de Hernán Cortés en 1521. Políticamente perteneció , en 1590, a la
parcialidad de San Juan de Dios de la Ciudad de México, a donde se enviaba a los indios tributarios. Esta
sujeción tuvo sus antecedentes en la época prehispánica ya que Iztacalco, Tecalco, Tepopula, Popotla y
Coatlayuca fueron pueblos gobernados por los señores de Tenochtiltlán.
El gobierno eclesiástico reconoció de inmediato las subdivisiones indígenas y organizó la iglesia misional de
acuerdo con ellas. Los franciscanos incluyeron dentro de sus jurisdicciones de visita alos pueblos foráneos y
barrios situados fuera de las parcialidades de Tenochtitlán y Tlatelolco, como Popotla, Iztacalco, Ticomán,
Tetecpilco, Tacuba, Tacubaya y San Antonio de las Huertas, administrados desde la capilla de San José de los
Naturales.
Años después “ de las vicarías de la gran parroquia de indios de San José se hizo una reorganización y se
erigió el curato de San Matías Iztacalco, el 08 de abril de 1771, que comprendió los pueblos sujetos a la
parcialidad de San Juan hasta Santa Anita.
La orden franciscana se encargó de evangelizar a los habitantes de Iztacalco, para ello se erigió un convento
e iglesia bajo la advocación de San Matías, el cual fue habitado por dos religiosos ya que sólo había alrededor
de trescientos indígenas. No tuvo esta iglesia pueblos de visita sino únicamente la ermita de San Antonio.
Los españoles trataron por todos los medios de erradicar las antiguas costumbres y tradiciones de los
pueblos indígenas, sin embargo, no pudieron acabar totalmente con ellas; tal es el caso de la ceremonia del
ahorcado, las danzas de los llamados huehuenches, el juego de pelota y la ceremonia del volador que se
conservaron en Iztacalco, Mexicaltzingo e Iztapalapa hasta el siglo XVIII, de hecho estas costumbres paganas
llevadas a cabo en los carnavales inmediatos a la cuaresma, prevalecieron en la mayor parte de los pueblos
de México.
Los españoles consideraron que la ceremonia del ahorcado y la de los huehuenches rememoraba “a sus
antiguos gentilicios usos, opuestos a la Religión Catholicos Dogmas y ofensivos a el Culto, por las
irregularidades indecentes e inhonestas sermonias”. Dichos actos fomentaban además la embriaguez, por
ello se expidió una orden contundente para erradicar y prohibir esta costumbre a través de un bando dado
a conocer en Iztacalco por ser el pueblo más importante de la comarca. Para que la prohibición se cumpliera,
se impuso como castigo a los trasgresores: cien azotes si eran indios; cincuenta azotes, seis meses de prisión,
doscientos pesos, dos años de cárcel y privación perpetua de voz activa y pasiva a los españoles que
participaran directa o indirectamente en esta costumbre; por lo que tocaba a las castas se les castigaba con
doscientos azotes y cuatro años de presidio.
A finales del periodo Colonial la principal región de chinampas se extendía desde Santa Anita , Iztacalco y
San Juanico, al sur de México, hasta Mexicaltzingo y Xochimilco. De hecho la buena parte de la población de
Iztacalco estuvo vinculada con la producción chinampera, pues había principalmente agricultores,
floricultores y productores de plantas forrajeras.

“Mapa de las tierras propias del Pueblo


de Santa María Magdalena Mixihuca
delineado con arreglo a al posesión que
les dió a sus naturales el día 30 de agosto
de 1708, en virtud del Superior Decreto
del Excelentísimo Señor Virrey Duque de
Albuquerque”. Forma parte del Códice de
la Magdalena Mixihuca que conserva en
la Bóveda de Códices de la Biblioteca
Nacional de Antropología. En él
observamos la capilla de cada uno de los
pueblos y las cruces que funcionaron
como mojoneras.

De los productos que destacaron en este lugar estaban el chícharo, la amapola, el clavel, la azucena, la rosa
de Castilla y la margarita que se vendía sobre todo en Toluca para las conmemoraciones religiosas. De
acuerdo con el padrón de 1848, de los 1,372 habitantes de Iztacalco, un 96 % eran hortelanos o
chinamperos, 382 jornaleros, 65 comerciantes, 10 chiquihuiteros, 9 maestros de escuela, 1 simonero o
cochero, 1 carpintero, 1 jornalero y 1 sastre, cifras que indican que para el siglo XIX la economía de los
habitantes seguía basada en la producción de las chinampas tal y como sucedió durante la época colonial.
La construcción de chinampas debió ser similar en toda el área chinampera del Valle de México. Miguel
Santamaría, comisionado por la Dirección General de Agricultura, realizó una minuciosa investigación en
1912 en torno a la formación y explotación de las chinampas en Xochimilco. Este proceso, descrito por
Santamaría, no debió ser muy distinto al utilizado en Iztacalco, Mexicaltzingo, Santa Ana Zacatlamanco,
Magdalena Mixiuhca, etcétera, de ahí que consideremos importante señalar aquí el procedimiento para la
construcción de una chinampa.
Lo primero que se hacía era buscar un “cimiento”; para ello sondeaban el fondo del canal con un remo hasta
encontrar un punto en que el fondo estaba a poca profundidad; en seguida y con el mismo remo, hacían la
limitación del “cimiento” señalando el perímetro con estacas largas o carrizos. Sobre este “cimiento” se iban
extendiendo capas de tierra y césped alternadas convenientemente hasta lograr que saliera a flor de agua.
La tierra para hacer la chinampa, se le quitaban a la más antigua, ya que ha consecuencia del cultivo,
alcanzaban una gran altura sobre el nivel del agua que las hacían inapropiadas para la siembra.
Una vez que la chinampa tenía la altura de 20 a 25 cm. sobre el nivel del agua, se procedía a plantar estacas
de sauce o huejote en las orillas, con el objeto de consolidar el terreno . Cuando los sauces habían prendido,
la chinampa quedaba lista para ser cultivada. A los cuatro años de formada la chinampa , la descomposición
de la materia orgánica era casi completa , por lo que localmente se decía “ya se hizo la tierra”. El proceso aquí
descrito posiblemente fue muy parecido al utilizado en época prehispánica, pues era común que este tipo
de tradiciones se pasaran de generación en generación.
En cuanto a la propiedad de la tierra, en Iztacalco no hubo interés en la concentración parcelaria, pues era
costumbre que el pedazo de tierra que cultivaban y que había pertenecido a su padre o a su abuelo, no lo
vendían o cambiaban por otro que no tuviera ningún significado para el campesino. Las chinampas fueron
celosamente conservadas como patrimonio familiar, lo cual evitó a la vez la división de las tierras.
Un elemento de importancia para la población de Iztacalco, desde la época prehispánica hasta principios
del siglo XX, fue su relación con el Canal de la Viga, que se localizaba en las actuales delegaciones políticas
de Iztacalco y Venustiano Carranza. Este canal, a partir de Iztapalapa, tomaba también el nombre de Acequia
Real y Canal Nacional. De hecho el Canal de La Viga formó parte del llamado Canal de México a Chalco,
seguía por Xico, después atravesaba el dique de Tláhuac (que dividía los lagos de Chalco y Xochimilco); y
continuaba por la Acequia Real, pasando por los pueblos de Culhuacán, Mexicaltzingo, Iztacalco y Santa
Anita, para entrar a la Ciudad de México por la garita de la Viga, finalmente llegaba hasta las calles de Roldán
por el rumbo de la Merced.
Hacia el siglo XIX fue desapareciendo el espacio lacustre, puesto que gran parte de las lagunas,
especialmente las ubicadas al poniente de la ciudad, estaban en proceso de desecación; sin embargo, esto
no impidió que por los canales de Tezontle, Xoloco y de la Viga, siguiera transportándose a la Ciudad de
México una gran cantidad de productos comestibles.
De estos canales , el de la Viga, fue el más importante; en primer lugar, por ser el principal abastecedor de
productos para la Ciudad de México y, en segundo lugar, por encontrarse en él uno de los paseos más
populares de la ciudad: el Paseo de la Viga, conocido también con los nombres de Paseo de Revillagigedo y
Paseo Juárez o Paseo de Iztacalco; este lugar que era recreo y distracción, tenía una extensión de 1560
metros de longitud por 30 metros de latitud. Dicho paseo se realizaba por el canal y la calzada “de a pie”, es
decir, por tierra, de ahí que Iztacalco y Santa Anita, situados en la orilla del Canal de la Viga, hayan sido
durante el siglo XIX y XX los lugares más visitados por sus bellos paseos.

CANAL DE LA VIGA.
Al lado derecho del Canal se aprecia la Quinta
Pachuca, que aún subsiste y cuya función
original fue la de la casa de campo, al
igualque otros famosos conocidos como la
Quinta Corona, la de Versalles y la Juárez que
se ubican a lo largo del Paseo. Sus
propietarios “...las preferían para desayunar o
comer, y desde los miradores de las mismas
divertirse viendo el desfile de las clases
populares que se pasaban constantemente,
ellas, con coronas de flores en la cabeza y en
la garganta, y ellos, con los sombreros
cubiertos de rojas amapolas y de chícharos de
todos colores.” González; 1955, 41) (fotografía
proporcionada por la Sra. Rosa Ma. Parral)
Muchos son los escritos de carácter costumbrista que dio motivo de inspiración este famoso paseo, entre los
cuales destacan los de Guillermo Prieto, la Marquesa Calderón de la Barca, Luis Castillo Ledón e Ignacio Muñoz,
entre otros.
Por el canal de la Viga se transportaron artículos y alimentos locales, así como productos procedentes de la
zona de Tierra Caliente y de Occidente de México. A mediados del siglo XIX, entre los diversos productos que
se registraron en la garita de la Viga, estaban: ajonjolí, alverjón, arroz, maiz, cebada, frijol, habas, lenteja, harina,
chipotle, chile, azúcar, café, papa, cacao, guayaquil, carbón, pulque, aguardiente de uva extranjero, coñac,
mezcal, linaza, miel, paja, sal de Colima, sal de Tierra Caliente, tabaco, tezontle, chiluca, aguarrás, brea, linaza,
cobre viejo, fierro del país, cueros de res, cueros de ternera, carneros, terneras de dos años, toros, bueyes,
novillos, vacas, madera de encino, lena, caoba, morillos de cedro, trozos de fresno de dos varas, vigas, soleras,
tablas, mantas del país, etcétera.
Para dar una idea de la intensa actividad comercial que había en el Canal de la Viga, basta con señalar que en
los años de 1858-59, pasaron por la garita de la Viga: 685 trajineras, 967 de porte, 90 de medio porte, 723 de
lana, 238 de zacatón, 366 de piedra, 244 de verduras grandes, 2031 de verduras chicas, 458 chalupitas, 7 234
de hierba y 1,108 de arenal.
A mediados del siglo XIX hubo intentos por utilizar pequeños vapores en el Canal de la Viga. El presidente
Antonio López de Santa Anna, el 20 de agosto de 1853, expidió un decreto exclusivo para la navegación de las
lagunas y canales del Valle de México, por ello el señor Alejandro Kuiht y Cía., solicitaron la autorización de la
navegación en las lagunas de Chalco y Xochimilco y del Canal de la Viga, señalando que “dicha navegación se
hará por medio de buques de vapor transportadores o remolcadores para el servicio de los pasajeros y
transporte de mercancias.

TRANSPORTE DE PRODUCTOS EN
TRAJINERAS POR EL CANAL DE LA VIGA
(Fototeca de la Coordinación Nacional
de Monumentos Históricos-INAH)

El abastecimiento de productos a la Ciudad de México se vio afectado cuando las autoridades dispusieron el
uso de un pasaporte a los comerciantes para pasar por la garita de la Viga, impidiéndoseles continuar con su
recorrido cuando esta identificación era olvidada o no correspondía a quien la portaba. Antes de esta
disposición oficial, los comerciantes tenían un pasaporte perpetuo con el cual podían transitar libremente,
aunque de hecho si eran ya conocidos por los cabos de la garita, éstos pasaban sin necesidad de identificarse
. Aunado a ésto, los productores de alimentos,-generalmente indígenas-, al llegar a la ciudad y querer
descargar sus productos eran victimas de la corrupción administrativa, pues se les cobraba el llamado
“derecho de piso” de una manera arbitraria; situación que llegó a propiciar la escasez de alimentos, ya que los
campesinos de Iztacalco, por ejemplo, dejaron de llevar sus productos a la ciudad por no tener dinero para
pagar los altos impuestos que se habían fijado por el “derecho de viento” o “de piso” en el año de 1812.
GARITA SOBRE EL CANAL DE LA VIGA
(Ya desaparecida. Fototeca de la
Coordinación Nacional de
Monumentos Históricos-INAH)

El mantenimiento del canal fue muy importante porque al estar éste en buenas condiciones, el precio de
los productos no aumentaba. Dentro de los trabajos para mantenerlo en buen estado estaba la reparación
de los puentes, principalmente a partir de Iztacalco, la limpieza del canal, la reparación de los bordos y el
control de nivel de agua a través de compuertas.
Hubo muy pocos puentes de mampostería. Entre ellos destacan el de Iztacalco, la Viga, Jamaica y Pipis,
debido a que obstaculizaban el paso de las canoas. Es por ésto que se utilizaron puentes provisionales
hechos de madera, o bien, atravesando de banda a banda una canoa o chalupa, para poder pasar con
facilidad. Los puentes de mampostería con frecuencia estaban en una situación deplorable, debido al
tránsito constante de caballos , vacas y gente, por lo que su mantenimiento se hacía necesario ante la gran
utilidad de tenían. Este es el caso del puente de Iztacalco que comunicaba a los habitantes del barrio de
Santiago con la plaza e iglesia principal del pueblo, o el puente de Jamaica que permitía la comunicación
y el comercio de los barrios de Iznahuatongo, Otengo, Resurrección, Tultengo y Candelaria.

PUENTE DE IZTACALCO SOBRE EL CANAL


DE LA VIGA. Litografía siglo XIX. Al fondo
se aprecia el Convento de San Matías.
Fototeca de la Coordinación de
Monumentos Históricos-INAH.
El control del nivel del agua y la limpieza del canal, tanto en tiempo de secas en tiempo de lluvias , fueron
factores imprescindibles, sobre todo porque ésto facilitaba el tránsito fluido de las embarcaciones.
Entre las causas que propiciaron tanto el ensolve del canal, como la destrucción de los bordos, se
encontraba el que los remeros acostumbraban estirarse, unos con reatas y otros con remos, sobre los
bordos, ocasionando el desprendimiento de la tierra, situación que generó graves prejuicios en el
abastecimiento de productos a la ciudad, especialmente durante época de secas, ya que nivel del agua
bajaba tanto, que las canoas tenían que llevar poca carga para no quedarse atoradas en el lodo.
Por otra parte, la baja en el nivel del agua se debía, en ocasiones, a que se tapaba la sangría que tenía el
dique de Culhuacán, situacion que impedía a los remeros llevar mucha carga en sus embarcaciones,
causando a la vez la inversión de más tiempo en llegar a su destino.

Esta litografía del pueblo de


Iztacalco muestra el templo de
peculiar arquitectura barroca, así
como la navegación de lanchones
de vapor, puesta en práctica en la
segunda mitad del siglo XIX. Toma
en globo, de Casimiro Castro.

El que aumentara el nivel del agua durante la época de lluvias, no fue el único factor que contribuyó para
inundar las áreas cercanas a la Viga, ya que el desbordamiento del agua se debió también al cierre de
compuertas, tales como la de Santo Tomás que impedía el curso y salida natural del agua. La existencia de
presas que se encontraban en los ramales desaguadores como el denominado Cruz de Matlapalco, ubicado
entre Santa Anita y la garita de la Viga, también impidieron el curso libre del agua, por ello se pidió su
demolición para evitar futuras inundaciones. Cabe señalar que al ser rebasado el límite de capacidad de
agua, se creaban serios problemas en la transportación de personas y de productos.
Paralela al “Paseo de la Viga” se encontraba la calzada “de a pie”, de cuyo mantenimiento se encargaba el
Ayuntamiento, poniendo mayor atención en: la reparación de la calzada, en el estacado de la orilla de la
acequia que con frecuencia se derrumbaba, en tapar los hoyos, que en épocas de lluvias se convertían en
verdaderas lagunas, y en la reforestación del lugar.
De la reforestación se encargaba el personal de la Comisión de Paseos que estaba integrada por el
administrador, pipero, guardas, jardinero y peón; además, habían otros paseos en la Ciudad de México que
contaban con este mismo servicio -Bucareli, Alameda, Azanza y la Viga -;dicho personal se encargaba de
realizar el inventario y registro del número y tipo de árboles que en los paseos había, así como talar los
árboles viejos o mal situados, reponiendo en su lugar “si fueran en la Alameda, fresno y si en los otros
paseos, estacas de sauce o álamo”. Una de las causas que afectó considerablemente a los árboles fue el
tránsito diario de vacas por la calzada del “Paseo de a Viga”, por ello se emitieron disposiciones que
prohibían el paso de estos animales por dichos paseos.
La belleza del Canal de la Viga, dió lugar a que la gente que vivía en el Valle de México gustara por pasear
por él y en especial, durante la festividad del Viernes de Dolores: “A hora temprana toda la ciudad se
trasladaba a dichas calles (Roldán) en donde se hallaba el embarcadero, tomando en alquiler canoas y
trajineras que adornadas con amapolas, apios, tules y claveles, servían para pasear a lo largo del canal
hasta llegar a la Viga o Santa Anita...los romeros (sic) cantaban y bailaban dentro de las canoas, en las que
eran servidos tamales, atoles, enchiladas y cuantoantojo conoce la complicada ciencia culinaria mexicana”.
Para la celebración de esta fiesta, el Ayuntamiento aportaba una determinada cantidad de dinero para ser
invertida en la contratación de los músicos, en la compra de las flores y de la enramada, así como en el
alquiler del salón de baile. Asimismo, se procuraba mantener limpio el canal de lirio acuático y otras
plantas que crecían ahí, para facilitar el paso de las canoas, siendo en ocasiones los presidiarios, los
encargados de esta tarea.
Era usual que durante la celebración de Viernes de Dolores, que también fue conocida como “Fiesta de las
Flores”, se registraran un buen número de accidentes, muchos de ellos provocados por la embriaguez y
negligencia de los visitantes; esta situación obligó al Ayuntamiento a crear un cuerpo de policía montada,
encargado de cuidar el orden en los paseos de la Ciudad de México. Alfonso Icaza comentaba al respecto:
“Ya a eso de las nueve de la mañana la cosa se ponía imposible; los humos del pulque caldeaban los
ánimos, y quienes no quisieran verse envueltos en algún lío, muchas veces sangrientos, tenían que
regresar a la ciudad, cuanto más pronto mejor”. Otro problema de carácter público fue la proliferación de
prostitutas, quienes propiciaban riñas y desórdenes por las noches, razón por la que el segundo conde de
Revillagigedo propuso a su sucesor, el marqués de las Amarillas que se cerrara el paseo a partir de las
nueve de la noche.
El embellecimiento del “Paseo de la Viga” estuvo financiado por el Ayuntamiento de la Ciudad de México.
En 1901 se autorizaron $400 para trasladar las estatuas de dos gobernantes mexicas, la de Ahuizotl y la de
Izcóatl, actualmente conocidos como los “Indios Verdes”, de la entrada del Paseo de la Reforma al de la Viga.
La estatua de Cuauhtémoc también formó parte del ornato de este paseo, la cual se inauguró de 1869 por
el Presidente Juárez y fue colocada frente al puente de Jamaica.

CANAL DE LA VIGAFototeca de la Coordinación


Nacional de Monumentos Históricos-INAH
Los tiempos de esplendor no sólo del Canal de la Viga sino de lo poco que quedaba de la zona lacustre de
la Cuenca de México, vieron terminar sus días hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Los motivos
de su decadencia podemos adjudicarlos a factores como: el aumento de la población que propició una
acelerada ocupación de tierras con fines habitacionales e industriales, así como la necesidad de construir
más vías terrestres, que afectó seriamente a la red de canales al cortarse la comunicación de agua. Otro
elemento que contribuyó a la extinción de los canales, fue la entubación del agua de los ríos (Piedad,
Churubusco, San Joaquín, etcétera), así como la de los manantiales para abastecer, éstos últimos , de agua
potable a la ya numerosa población urbana, quedando de esta manera las aguas de los canales sin corriente
y por lo tanto estancadas, de ahí que las zanjas de la Viga, Bucareli y de la Ciudadela fuesen consideradas de
sumo peligro para la población.

VISTA DEL CANAL DE LA VIGA


A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.
Fototeca de la Coordinación
Nacional de Monumentos
Históricos-INAH

El Canal de la Viga, en algunos de sus tramos se convirtió para principios del siglo XX, en un gran depósito
de basura y desechos, en cuya composición entraba lirio acuático, animales muertos y toda clase de
inmundicias y materias sépticas. Por eso la Comisión de Higiene, en 1915, declaró a esta zona de alto riesgo
para la salud pública, y por consecuencia se procedió a la clausura como canal. Hacia los años treintas se
decidió trazar sobre el Canal de la Viga una calzada, lo que fomentó que a ambos lados de ella se fueran
fraccionando poco a poco los terrenos aledaños, dando paso a la creación de colonias populares como la
Cruz, Pantitlán y Granjas México, donde se asentaron buena parte de los trabajadores de las industrias que
habían surgido en el lugar, como fueron las fábricas de cajas y láminas de cartón, de colchas, de muebles
de madera y de productos químicos y alimenticios.
El paisaje urbano de Iztacalco para principios de siglo XX se caracterizó por la presencia de casas de adobe,
otras de carrizo y muy pocas de cal y canto. Actualmente la zona de chinampas ya no existe, ahora hay
calles en lo que fueron canales, casas hechas con diverso tipos de materiales en lo que fueron fértiles
chinampas, y como único testimonio de lo que fue le famoso Canal de la Viga, la actual calzada del mismo
nombre, en la cual ya no transitan aquellas canoas llenas de verduras o flores, sino camiones de transporte
público “RTP” y microbuses colectivos.

Bibliografía
Instituto Nacional de Antropología e Historia en coordinación
Delegación del Departamento del Distrito Federal en Iztacalco
Monumentos Históricos Inmuebles y Muebles Iztacalco D.F.
México, D.F., primera edición 1992
p.p. 7-24

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