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El primer objetivo hace referencia a una habilidad cognoscitiva del alumno, a un proceso
mental de aprendizaje que esperamos que adquiera, pero que como tal no es observable. Nos
proponemos que el alumno "conozca nazca lo que es un ángulo recto-. pero con ello no hemos
establecido una especificación tal del aprendizaje que pueda permitirnos apreciar si ha
alcanzado el objetivo. El segundo por su parte expresa con claridad posible conducta observable
del alumno que indicarnos si el aprendizaje la habilidad cognitiva que pretendíamos ha sido
conseguido.
En otras palabras, una de las características de los objetivo operativo es la que lo define
como un enunciado que FORMULA UNA CONDUCTA EXTERNA Y OBSERVABLE QUE
CONSIDERAMOS INDICADORA PARA DECIR QUE UNA HABILIDAD HA SIDO
ADQUIRIDA POR EL ALUMNO. Esta característica constituye, probablemente el atributo
crítico más relevante de la definición de objetivo operativo. En todos los casos que quiera
formularse operativamente un objetivo han de señalarse en la enunciación del mismo conductas
externas observables.
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procesos no observable. En definitiva éstos son los que pretendemos en la enseñanza. Es decir,
al formular como objetivo operativo de enseñanza que el alumno sea capaz de “dar distintos
ejemplos del concepto de insecto”, no pretendemos la conducta concreta del alumno consistente
en ejemplificar tal concepto, sino la adquisición adecuada del concepto -un proceso de
conceptualización no observable, por tanto-, en relación con el cual el objetivo formulado
constituye un posible indicador externo.
♣ A partir de textos de diversos autores y diversas épocas, el alumno habrá de ser capaz
de identificar las ideas más sobresalientes que expresa la influencia de una época en el
hecho literario.
♣ Señalar diversos juicios de valor en un autor sobre diferentes hechos sociales.
♣ Señalar algunos hechos que pongan de manifiesto la influencia social de una corriente
literaria.
En estas tres formulaciones, que por supuesto no agotan toda la serie de las que podrían
especificarse, se han propuesto algunos objetivos operativos relacionados con el objetivo
general correspondiente. Al hacer esto hemos realizado una actividad analítica mediante la cual
hemos logrado una especificación mayor de la habilidad pretendida, hemos conseguido expresar
en una serie de proposiciones algunas conductas que deseamos sea capaz de hacer el alumno,
porque si las hace tendremos ciertas garantías de que es capaz de valorar la función social de la
literatura.
Así pues, en primer lugar: el objetivo operativo enuncia mediante un verbo de acción una
conducta observable, que pensamos constituye una expresión de un objetivo general.
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Una segunda característica que también define este tipo de objetivo: el objetivo operativo
enuncia una conducta observable del alumno y SEÑALA LAS CONDICIONES,
CIRCUNSTANCIAS V MEDIOS CON LOS QUE EL ALUMNO SERA CAPAZ DE
REALIZAR TAL CONDUCTA.
Esta segunda sirve para clarificar y delimitar con más detalle la conducta referida en el
objetivo operativo. Porque la primera característica que hemos señalado, en buen número de
casos, especifica insuficientemente lo que pretendemos, o al menos deja poco claro cómo
debería realizar la conducta el alumno para pensar que ha conseguido una habilidad general
determinada.
En el segundo caso, parece tratarse más bien de que no nos interesa tanto el posible
conocimiento memorístico de palabras extranjeras determinadas, y si nos interesa que sepa
utilizar el diccionario y expresar así que, al margen de conocer la correspondencia exacta entre
palabras, también conoce ciertos datos relativos a giros, estructuras gramaticales, etc., y las
aplica a la traducción del texto.
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Por último, la estabilidad o permanencia del objeto puede constituir otro elemento que
torne más compleja la realización de una conducta. No exigirá la misma capacidad la traducción
de un texto escrito que la de un texto hablado, cuyo curso es irreversible.
Así pues, las condiciones, medios o instrumentos de que dispondrá el alumno para
realizar una conducta y las distintas propiedades del objeto, o contenido sobre las que se
aplicará su actuación, con, constituye fuentes de complejidad del mismo y, en muchos casos han
de ser suficientemente identificadas para que la conducta externa sea expresión de la habilidad
pretendida.
Obsérvese en las siguientes formulaciones cómo una misma actividad externa –identificar
– se torna diferencialmente compleja, y por ello remite a diversas habilidades del alumno, según
el objeto sobre el que se aplica, según las circunstancias en que debe realizarse y según, incluso,
la modalidad de realiza,
1. Dada una lista de términos, identificar aquellos que refieren características del siglo
XX.
2. Dado un problema, identificar la solución adecuada del mismo.
3. Dado un problema y posibles principios de solución, identificar el más adecuado.
En el caso del objetivo tres se trata de una situación problemática distinta. Rigurosamente
hablando postula un proceso de aplicación de principios. Se presenta una serie de ellos al
alumno, así se orienta de alguna forma la manera de solucionar el problema, y lo que el alumno
ha de realizar es un proceso de discriminación entre los diversos principios o procedimientos
dados. y aplicar el que considere más adecuado.
Conviene, pues, que en aquellos casos en que los medios disponibles, situación o
circunstancias, sean elementos que definan con mayor precisión una conducta, especifiquemos
la conducta observable del objetivo en función de tales elementos. Esto es particularmente
necesario cuando la conducta sea más compleja.
En líneas generales, siempre que la pura enunciación de una conducta externa no sea
suficientemente explícita en relación con la manera de ser realizada, o sea susceptible de
diversos niveles de dificultad con que puede operarse con su contenido, deberíamos especificar
esta característica que comentamos.
Todavía podemos apuntar otro aspecto que contribuye a precisar más el tipo de conducta
que refiere el objetivo. Se trata del nivel de ejecución que consideramos aceptable para juzgar
que ha sido logrado por el alumno en la medida que nos proponíamos. Suele decirse, pues, que
en el objetivo operativo ha de indicarse, si eso es pertinente para precisar más su contenido, EL
NIVEL DE EJECUCIÓN.
Tal nivel de ejecución se expresa aludiendo a márgenes de error con que puede realizarse
una tarea: tiempo, intensidad, etc., de la misma. No será lo mismo proponerse como objetivo
operativo, como indicador, del interés hacia una materia, que los alumnos lean un libro, o que
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lean cinco libros. No será lo mismo pretender que los alumnos de una lengua extranjera
dominen el significado del 80 por 100 de dos mil palabras básicas, que reducir la cota propuesta
a un 40 por 100. En definitiva, lo que en esta característica se señala es el nivel de ejecución
aceptable con que deseamos que los alumnos realicen una conducta. Tal nivel, como es obvio,
no puede cuantificarse rígidamente y es al propio profesor al que corresponde determinarlo en la
medida que piense que de ese modo está clarificando mejor sus objetivos generales.
Estas son las tres características señaladas por Mager, uno de los autores que más ha
divulgado el planteamiento de los objetivos operativos.
No obstante. para presentar una visión más precisa de lo que de hecho suponen los
objetivos operativos, puede ser interesante considerar otras caracterizaciones que señalan
algunas notas no suficientemente explícitas en las anteriormente señaladas.
Drumheller define el objetivo operativo como una enunciación que exprese la conducta
del alumno como resultado de una secuencia de enseñanza. Adviértase que esta definición
expresa, con otras palabras, nuestro planteamiento previo al considerar que el objetivo operativo
describe en términos precisos el aprendizaje que pretendemos en el alumno como consecuencia
de la enseñanza.
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objetivos. Concretamente, esta característica se refiere a la funcionalidad del objetivo en
relación con el sujeto del aprendizaje: el alumno.
Esto nos da pie para diferenciar dos componentes en la formulación del objetivo, sea
operativo o general:
Al decir que el objetivo ha de ser realista para el alumno, se está aludiendo a una de las
características que debe reunir el componente material del objetivo; es decir, se está planteando
la necesidad de validar nuestros objetivos en función del sujeto para quien están formulados.
Por supuesto que el alumno no es un parámetro único de validación de objetivos. Ya hemos
advertido anteriormente que cualquier objetivo operativo ha de ser congruente con otros
objetivos más generales, que a su vez están referidos a otros contextos más amplios.
Sin desarrollar excesivamente este punto para no ser reiterativos, consideramos que es
conveniente tenerlo presente porque a partir del mismo puede comprenderse el siguiente
principio:
Veamos una tercera caracterización para matizar más las notas definitorias del objetivo
operativo. Gagné y Briggs señalan los siguientes elementos en la definición operativa de un
objetivo:
a) Dadas dos ecuaciones de una incógnita, usar los signos x, y. =. para (situación).
b) Demostrar (capacidad aprendida: una regla),
c) Cuál es el factor desconocido en una de las ecuaciones. sustituyendo en ella la
incógnita a partir del factor conocido de la otra (objeto),
d) Escribiendo el valor desconocido (acción),
e) Úsese la propiedad conmutativa de la multiplicación (instrumentos y otras
limitaciones),
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Si analizamos los elementos constitutivos del objetivo formulado, podemos observar
cómo se repiten algunos ya señalados previamente, tales como la situación y procedimientos
con que ha de realizarse la acción del sujeto sobre un determinado objeto o contenido. Puede
apreciarse, asimismo. cómo el elemento e) -referencia a un procedimiento concreto sugerido
para la realización de la conducta sobre el objeto introduce un nivel dado de dificultad en la
tarea que sería distinto si tal procedimiento hubiera de ser deducido por parte del sujeto. a partir
de su repertorio cognitivo. En este ejemplo se pone de manifiesto lo que señala D'Hainaut
cuando caracteriza el acto intelectual como una acción que se ejerce sobre un contenido
mediante algún «operator o procedimiento de que el sujeto dispone en su repertorio cognitivo;
que dicho «operator.. haya de ser identificado o evocado constituye una fuente de mayor o
menor dificultad de la tarea a realizar por el alumno.
Sin embargo. en relación con la caracterización de Gagné y Briggs, nos interesa destacar
la introducción explícita de un elemento nuevo: el elemento b), capacidad aprendida. Al incluir
de forma expresa este elemento en la caracterización del objetivo operativo. Se está
introduciendo una dimensión que afecta a lo que hemos denominado anteriormente componente
material del objetivo. Así como Drumheller establecía el parámetro del alumno como punto de
referencia para la validación del objetivo, en este caso se introduce el parámetro de la habilidad,
u objetivo general, como parámetro de elaboración congruente del mismo.
Este aspecto nos interesa de forma particular porque introduce en el objetivo operativo
procesos cognoscitivos no totalmente explicitados en las caracterizaciones clásicas, por ejemplo,
la de Mager. Esto viene a significar que el objetivo no tiene valor en sí; que la conducta
observable, formulada en la operativización de los objetivos, sólo tiene valor en la medida en
que la establezcamos congruentemente referida a ciertas habilidades de las que es un posible
indicador.