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Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo Poder y simbolismo en la obra de Victor W. Turner Rodrigo Diaz Cruz AM gedisa asa alert al ene Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo, Poder y simbolismo en la obra de Victor W. Turner © Rodrigo Diaz Cruz Imagen de la cubierta: Estudio del cuerpo humano (1949) leo sobre lienzo 147 x 134.2 em Melbourne National Gallery of Victoria DR. FRANCIS BACON/DACS/SOMAAP/MEXICO/2014 primera edicién mayo de 2014, Ciudad de México, D-F., México, © Universidad Autonoma Metropolitana Prolongacién Canal de Miramontes 3855 Ex Hacienda San Juan de Dios Delegacién Tlalpan, 14387, México, D.F. Unidad Iztapalapa Consejo Editorial de la Divisién de Ciencias Sociales y Humanidades San Rafael Atlixco No, 186, edificio H, Segundo piso. Colonia Vicentina, 09340 Iztapalapa Ciudad de México, D.F., México. Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Editorial Gedisa, S.A. Avda. Tibidabo 12, 3° 08022 Barcelona, Espafia Tel. 93 253 09 04 gedisa@gedisa.com www.gedisa.com ISBN 978-84-9784-861-9 ISBN UAM 978-607-28-0192-9 IBIC: JHMC Impreso en México Printed in Mexico “Este libro ha sido dictaminado positivamente por pares académicos ciegos y externos, a través del Consejo Editorial de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAMI”. Queda prohibida la reproduccién total o parcial por cualquier medio de impresidn, en forma idéntica, extra i 16n, en fe , ctada o modificada, en castellano © cualquier otro idioma. Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo. Poder y simbolismo en iole fundado por Durkheim, Robert Hertz, publicd su estudio s¢ preeminencia de la mano derecha (1990). Ahi donde Van Geni fatizara las implicaciones corporales de lo social, Hertz aspectos sociales del cuerpo, pues los patrones del pengam 6rdenes clasificatorios, se manifiestan en el cuerpo. La el género y la moralidad dividen al cuerpo, de hecho 10 fi Hombre y mujer, sol y luna, tierra y cielo, calor y frio nos'fe muchas culturas, respectivamente, a la mano derecha y a la ii ql Recuérdense las diferencias entre el arriba y el abajo coi el cuadro de Pieter Brueghel, el Viejo, E! combate entre Doi » Dofia Cuaresma, de 1559, reconstruye con elocuenci trabajos de Mijail Bajtin sobre el cuerpo grotesco; o el arriba corporales que Jacques Galinier elucida entre los otomies: sus trabajos mas bellos y creativos, “Entre lo uno y lo otro’ el liminar en los «rites de passage” —y con esta cita me prop pie para el siguiente capitulo: el andlisis del simbolismo pro ta, Tumer decia que el uso del cuerpo humano y religiosos, es ina variante de un tema inic mente extendido: que el cuerpo humano es'un microcosmid® del universo (...) [ademas] el cuerpo es siempre consid algunos casos, puede ser considéerado como un vasto cuerpo’ humano; en otros sistemas de creencias, las partes visibles del" cuerpo pueden ser utilizadas para figurar las facultades invi- sibles; en otros casos, las diferentes partes del orden social aparecen dispuestas segiin la forma del paradigma anatémico humano.” (LSS, p. 119). 250 como un lugar privilegiado para la comunicacién de la gnosis~™ del conocimiento mistico sobre la naturaleza de las cosas '¥" el modo como éstas Ilegan a ser lo que son: El universo, en” Los desplazamientos del simbolo a palabra del mundo» jentras registraba en su diario de campo los persistentes pero in- tuosos intentos de Sandombu por hacerse de la jefatura de la al- Mukanza, Victor Turner leia con gozo y sorpresa un libro clave 1 1a obra del fundador del psicoanilisis: La interpretacion de los suefios. Esa lectura, acompafiada por el ritmico batir de tambores que casi a diario convocaban a una celebracién ritual, sobrecogié el pensamiento del antropélogo escocés, quien, segdn él mismo narra, “disponia en ese 1953 de una rica informacién etnogréfica, pero no “tenia suficientemente claro cémo organizarla (BT, p. 18). Los comen- taristas de Freud no se ponen de acuerdo, incluso hoy, si lajpocién de simbolo y el anilisis simbélico que despliega en ese librof en sus diferentes ediciones, buscan emparejamientos precisos, sigrfificados fijos y universalmente aplicables, de acuerdo con la tradicion clésica, i id | modo de la hermé- - o bien la aceptacién de su cardcter inagotable, a - tica (véanse Maffi, 2005, p. Siss.; y Eco, 1990, p. 248ss.). En todo 251 Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo. Poder y simbol , a sit Lee deta caso la interpretacién turneriana de La interpretacién de no podia ser neutral. Conacedor de la poesia oma fi lector de Freud enire los ndembu y con los ndembuc més que inclinarse por una de estas ediciones: Sai ncepto. La palabra ndembu para «simbolo» es algo distinta: jiu» (hoguera, marca), que deriva de «ku-jikijilay, marcar el ‘a la maleza, abrir una senda, Cuando los cazadores ndembu a espesura de los arbustos y malezas hacen heridas a las ps de los Arboles, a modo de marcas, y ademas quiebran y en- G jas ramas mas bajas para indicar el camino de regreso — del ‘modo en que Gretel, encerrada en el saco de la bruja, deja- er con paciencia moronitas de pan en el bosque. «Chinjikijilu» embu es mas que una marca; alude a la conexién entre un conocido y uno desconocide, entre lo familiar y lo ignoto ‘680, entre 1a aldea vocinglera y la soledad y silencio huma- Ja maleza. Conecta, si, ahi donde habia fronteras, fronteras files que se desplazan conforme el cazador avanza en la senda, Echinjikijilw» y los simbolos rituales “dan forma visible a las R desconocidas; expresan con términos familiares y concretos esti oculto y lo que es impredecible; permiten a los hombres sticar y manipular las fuerzas salvajes, caprichosas” (DA, pp. 0; 1973b, p. 1103). «Chinjikijilu» guia, orienta, pero ante todo pica un proceso de revelacién: cuando los ndembu discuten en fio a sus simbolos utilizan el término «ku-solola», «hacer visible», Welans, como nocién complementaria a aquélla (LSS, p. 53ss.) fe modo, cuando el adivino ndembu se enfrenta a la brujeria be exponer la mala voluntad y el engafio que ella contiene, debe Welar la identidad y motivos de los brujos y hechiceros que estan fisando un mal o una enfermedad al paciente. Al explorar las causas félina aflicci6n, el adivino abre sendas que ha de recorrer, y al avan- esta deci . jd sus propias marcas 0 rastros —fronteras entre lo conocido pe ia eee ee Toe de sefialar su. cercant 9 desconocido que debera ir cruzando—, pero al mismo tiempo nica Wisdt SUM IAE wekyoen cao Ir te as ricas etnografias de dra que reconocer las marcas que oftos han dejado: el paciente, para referigealiel'stinbolos en la ea a a la palabra que utilizan familiares, el brujo, los espiritus ancestrales, el hechicero, para Ip ied PREG, merrcienren le «i : anji», que nosirem tlos visibles», y mas todavia, para hacerlos piblicos: se trata SiO Uallerutiolave también us pi itud» (Wilson, 1970, pp ghicer piblico lo que era privado, social Jo que era personaly Gra- fotogréficas, En diversos grupos éni ea designar a las ima aS a este acto de revelacién el adivino puede «curar, degynecer ‘Thfenveewtilisa'una nocion paeeiia lenguas africanas, ese: b las aflicciones. Donde hay pistas, rastros, indicios y huellag tambien SG OWGAER igiito de seme} a, una que establece una(asocid ay conjeturas, enigmas, inferencias: todas ellas forman parte central 2a \ejanza entre signo y significado, entre vehi x el trabajo del simbolo. Estas pricticas, estos usos del lenguaje, esas Freud los ha conceptualizado. Ellos son «multivocale es, susceptibles de muchos significados — i informantes ndembu— que la multi-referencialidad, €g caracterstica de cierta clase de simbolos(...) El ands gi diano de los simbolos oniricos me ofrecié una primera pi sobre la capacidad agregativa de ciertas formas pea is definidas en lo sensorial y disefadas en lo eultual (or 253 Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo. Poder y simbolisma, ge sreeanieng eee. marcas ¢ indicios que Turner explord y descubrié-en |, ndembu provocaron un giro en sus ideas en torno a los s formas de operacién. implicados y de las que al mismo tiempo son resultado, “bolos, sus relaciones y posiciones, las diferencias y opo- Bes que gestan, no se limitan a manifestar mensajes cifrados, De las nociones ndembu de «chinjikijilw», ckusjikij ny proponen contextos que posibilitan ciertas acciones, ofros solola», Turner aprendié que los simbolos no sélo. tien uevos modos de ver y concebir al mundo a través suyo. En mero enorme de significaciones”, los simbolos también mi foto dotan de un papel activo y creativo a los usuarios ¢ intér- revelan, hacen conexiones antes ignoradas 0 apenas ent Ludwig Wittgenstein propuso el término «entretejinienion realizan asociaciones emergentes; sugieren imagenes Si dicar la imbricacion entre acciones lingilisticas y acciones no Esto es, no se agotan con, ni se limitan a, los contenidas p Aisles, entre lenguaje y pict soeial; por extension fe Cionales, miiltiples, que se les atribuyen, Las tradiciones elf hermética, expuse en el cuarto capitulo, han debatido el pre de los contenidos proposicionales de los simbolos, Las int tes que se hacian, ;significan y qué significan los simbolos?, son sus referentes?, mo significan?, ,cudles son los pr tos —las politicas conceptuales— de la significacién?, si ser pertinentes, ahora se han modificado. Caben otras preg équé hacemos con los simbolos y para qué, qué hacen los simbolo F jento 0 «urdimbren entre préctica social y simbolos. El filésofo anoté que “todo signo parece por si solo muerto. {Qué es lo He da vida? —TVive en el uso” (1988, § 432). Una de las cosas Ghacemos los antropélogos es tratar de aprender, describir, com- der entretejimientos y urdimbres: los usos de palabras y simbo- Fncrustados en pricticas sociales que no se despliegan en vacios icos y culturales, sino en situaciones particulares con maneras gles de ver, valorar y sentir. Hacer y elucidar entretejimientos 0 firm bres exigen relatos, narrativas que se expanden, voces que dia- , in-corporados?, ,qué practicas se ponen en ji y que se enffentan, concepciones de la persona y del over, cuando son otros quienes los afi‘man ¢ imponen?, qué habilda ries con propésitos y Ienguajes, con descubrimientos y revela- ¥ capacidades, qué técnicas, qué conocimientos y competene ’s, como las adivinaciones ndembu, e! intercambio de dones en tan implicadas en su operacién’, jeusles son las consecuent ikles de Melanesia, los rtuales funerarios de estado, el ejercicio trabajo simbélico?, ,qué experiencias del pensar y representan,d dea violencia contra los otras abyectos, infieles, contaminantes, sentir y hacer suscitan nuestras relaciones con los simbolos? TU Gpesitores, No se olvide, para complementar, lo que sefialaba en un aprendié de los ndembu que la accién ocupa un papel primordial tulo anterior: los simbolos también son actores no humanos que ' hora de clucidar la dimensién simbélica de la vida; y que Ja fu Jena la accidn —mareas en la maleza que permiten la caceriay 2a de los simbolos no radica solo en su contenido proposicional, N + brujos; la espada de Simén Bolivar que instituye identidades se trata ya de decir 0 expresar 0 comunicar cémo son las cos: lealtades; los gallos que rifien en Bali y que hacen del propio pres- adivino ndembu no s6lo dice, expresa o comunica algo—» sif jo un bao de sangre; las imagenes y libros sagrados que movil mostrar, Fevelar, hacer conexiones, asociaciones, ligas, juegd alos feligreses al tiempo que condenan a los infieles. En tanto diferencias y oposiciones. Mas todavia, sugiero que en su op jetos los simbolos no son s6lo cosas inanes que se constrifien & cién los simbolos ponen en accién contextos, situaciones, inclu ;presentar abstracciones ¢ ideas: participan de hecho de las eras veces crean y proponen el contexto en el que se hacen inteligible Y poderes que se les atribuyen a estas iltimas; y lo inversg mt ién en el que se puede hablar de ellos, de las imagenes que suscitan, dé @ cierto, pues los objetos simbolicos pueden a su vez ivificar, los sentimientos, modos de conducta, valores éticos y estéticos (jl digamos en espacios rituales, creencias, abstracciones, ideas, emo- artes del simbolo!) y, desde luego, de las relaciones de poder en las | ciones. El destino procesual de los simbolos, seniala Turner en una dos, reconocid 0) 255 lugares de lo politico, Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo, Poder y simbolismo afortunada frase (FRT, p. 22), alude a que son fact condicién de la accién social; fuerzas en arenas y cam Mas nie contin (LSS, p. 22; 1975Sc, p. 155), “estatt es te implicados en el proceso social”, “! imbo a la accién social”. “Ton sinboloe trina asume que existen ligas, vinculos, entre to y divinas, ya visibles 0 invisibles, svedenborg —-ese “hombre lejano entre los hombres”, anotaba (1980, pp. 49, 64-5)— “todo debe ser leido ¢ interpretado; Feacidn es una escritura secreta, una criptografia que debemos rpretar, todas las cosas son realmente palabras (...) ¥ nosotros én somos letras, también nosotros somos simbolos: un fexto di- Hen el cual nos escriben”. Entre los dogon del Africa Occidental, idiados por Genevieve Calame-Griaule, el mundo esta constitui- sr una multitud de extrafias palabras. Los simbolos son puntos Fr culacién entre los reinos mineral, vegetal y animal, cada uno Fos cuales es concebido como componente de un gigantesco or- performance (véanse AE y AP; y Diaz, 1997 y 2008)-Dé pismo humano: “el hombre busca st imagen en todos los espejos otra inquietud sisteméticamente presente en Rd i De universo antropomerfico, en el que cada brizna de hierba, cada la de indagar en qué medida los simbolos y la oy ich scardon, es portador de una «palabra». Los dogon la laman «pa- sony han sido sedimentacianes; pareare ciel fa del mundon: el simbolo” (Calame-Griaule, 1982, pp. 31-2). Al pprfetica:que,elimodcla’criptolégica’se ea oe les, de una’ u del mistico sueco y de Charles Baudelaire, los dogon estable- iCémosse Hiacen conasieawiciaibeleescécne loaickie ocultaty s cias entre los minerales y los érganos del cuerpo; 's; como los objetos, 1as a tas clases de tierra son elementos «del interior del estomago», edras son huesos del esqueleto; varios tonos de arcilla roja se~ caminos que Turnei j ae fejan a la sangre. Lo mismo ocurre con las correspondencias que Grae dblad cede Ynosinvitbarecorer 5 Heino vegetal suscita: el hombre no solo es el grano del universo, publicada en 1967, y uno de los libros ma: ensayos origin te da parte distintiva de un grano representa a su vez una parte del abre con un célebre soneto de Charles syinss conoeides eT berpo humano (véanse Turner, 1973b, p- 1104; DFM, p. 159ss.). La Sea Taloccifurae fue gra en ta esc aire: “Corres palabra del mundo» dogon, el «chinjikijilu» ndembu, el simbolo escritura de ese sonet oducen correspondencias, ligas, entretejimientos, relaciones que Noean otras relaciones; muestran, revelan, crean y proponen el texto en el que se hacen inteligibles. El soneto del poeta fran- Bé& con el que Turner abre La selva de los simbolos no lo compro- rete necesariamente con la doctrina de las correspondencias, pero « invita a dar un paseo por esta ruta: el cardcter abierto, dindmico Hncierto de todo simbolismo. Creo que Tuer hubiera estago de gua iignon gates “acuerdo con Carlos Fuentes cuando, & proposito del Moby of de atbesho kt intteieein e em to Sructralism (1973), James Boon omit J Melville, decia que “el simbolo, desconocido de si mismo,[busca San mC See dotrinn (1970, p. 35) —las correspondencias afloran ahora por doquier: Tur- TV vher encontré en el Moby Dick una genuina manifestacion del pro- vida se esforzara en desarrollar una antropologia de ta con notable influencia del pragmatismo de John Devel se convirtiera en uno de los més comprometidos impull antropologia de la performance, y en general de Tos est 257 7. Los desplazamientos del simbolo jos dominantes y tipos simbélicos que seran emblematicos en o, referencias obligadas y recursos valiosos para al menos uno driamos continuar sin detenernos en un juego de diferimient grupos en contienda en el desarrollo de nuevos conflictos, esto liga a la ballena blanca que ondula con Swedenborg, “hombre lei je otros dramas sociales. La violenta represion del 2 de octu- i de 1968 mexicano se convirtié en recurso politico, en simbo- mo, se hace evidente que los usuarios ¢ intérpretes pueden Ejominante para luchar por la democratizacién del pais. El 11/09 un simbolo con otro y con otro..., gestando, mas que un sig meamericano pero no menos el 11 de septiembre chileno, la toma redes o cadenas de simbolos. Desde luego hay voces que se “ja Bastilla, el asesinato del principe heredero en Sarajevo, el Gri- a las correspondencias, a las redes... y a los dogon. En un d | ataque al cuartel Moncada, constituyen profundas marcas que, Oscar Wilde, poco antes de que Salomé acepte danzar para’ Baterior de otros dramas sociales, abrieron sendas y revelaciones, Antipas a cambio de que éste cumpla una promesa, darle lo q Jecieron juegos de diferencias y oposiciones, conexiones, aso- Eciones, desenrolamientos, que propiciaron contextos y situaciones en cada cosa que se ve, pues eso hace insoportable la vidal Hos que fueron desplegados. Pero no s6lo las naciones, también seria decir que las manchas de sangre son tan bellas como pétale giones, las pequefias comunidades, las personas disponemos de rosas” (Wilde, 1967, p. 768). Una vez cumplida la danza de 10s § ijikijilu» en nuestros respectivos ciclos de vida: marcas que se velos, Salomé le demanda a Herodes que cumpla con su deséo* di in generando cn el fluir de la vida social, que se acumulan, a veces plorosamente, como Ilagas permanentes, y sdlo en ocasiones pode- ios deshacernos de ellas. Marcas que viajan y nos acompajian en el es degollado y las manchas de su sangre, a la vista del tetrarcay empo: que devienen. En un excelente trabajo sobre las relaciones de ser bellas “como pétalos de rosas”. Son simbolo, dice un H cuerpo y memoria, Rodrigo Parrini se pregunta por las marcas Ja explotacién deja en los cuerpos de los esclavos, de las mujeres, Anotaba en un capitulo previo que los simbolos preservan’ sbreros, nifios; qué cicatrices, qué roturas, qué arrugas, qué enfer- los rastros, las huellas, tanto de sus usos como de sus memoriaS medades, qué desnutricién? En esa relacién, el cuerpo puede ser pen- ado como un archivo, sefiala Parrini (2011, p. 330), y esas llagas y name y dolorosa. Nietzsche escribia que “para que algo permanezea la memoria se lo graba a fuego; sdlo lo que no cesa de doler per- nece en la memoria”: cudles son las memorias del vientre de las jentas, “hecha de maternidades idealizadas y de cuerpos cris- dos”? (Parrini, 2011, pp. 332-3). {Qué marcas deja un sufrimiento rporal extremo? Tal vez el lenguaje sea insuficiente para dar cuenta fh 10 ivo desfigurado. f , Entre los ndembu una marca fundamental, un simbolo domihante, el arbol de la leche. En palabras de Turner, el caso singular, ndem- , de un «simbolo salvaje» que muda y recoge significaciones en el ataques a las Torres Gemelas el 11/09 —un campo seméntico) ti campo de accién, hubiera escrito Turner, profundamente dindmi el auténtico inicio del siglo XXI, la hegemonia norteamericana y nuevo orden geopolitico mundial; para otros, acto de terrorismo 0 de ? Un tema que trabaja en RDN, p. 187ss. 258 259 Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo. Poder pl | simbolo. Pode simbolme en 7.Los desplazamientos del simbolo tiempo y espacio. Los simbolos dominantes viajan‘a tr ‘objeto eterno»: el arbol de la leche is y performances que pueden ser centenarios, se déspla a art ‘ 2 Se G18 ar del icant yaa través de distints géni jen rasque, aunque sea con timidez, la delgada corteza del arbol y contenido, se transfiguran o niegan’a s{ mig Hos ndembu Ilaman mudyi (y que los cientificos denominan diplo- tei : . ; é . reiteranysimulan por aut y por alla reaparecen en mit ‘cus condylocarpon) se percatara inmediatamente de que por sus ea os fa wien en la épica, en leyendas, en las reg]. se desliza un espeso liquido color blanco. En el ritual nkang'a, p juridicos, y por supuesto participan end i que las muchachas ndembu dejan de ser nifias para convertirse oun relationes de podersel‘destino provesual deli mujeres, el drbol mudyi y el latex blanco que exuda ocupan un ec EES cs abinstor serine ECT dimensiones ea "central. El ritual se celebra cuando los pechos de las nilias em- Geri sedlibee lis sim nits +P. 22),) En el primer eay ‘a despuntar, y no con la menarquia, que es lo mas comin en a selva de los simbolos, “Simbolos en el ritual ndembut jrupos afticanos, de tal suerte que las iniciadas ndembu puc- Feasarse —una vez celebrado el nkang’a—, aun sin haber tenido ‘mera menstruacion. El primer dia del ritual la nifia ndembu se nde desnuda, cubierta por una manta, a los pies del arbol: debe- fedarse ahi un dia entero sin mover ni un solo misculo, pues Dranta esta severa regla podria quedar estéril. A propésito del de Sandombu, expuse la ominosa carga que han de soportar las onas infértiles, Durante ese tiempo, las mujeres ndembu casadas, ide la aldea donde nacié la chica —que por el principio ndembu Jeresidencia virilocal es la del padre— como de otras aldeas, danzan nian en torno a la inmévil. El sitio donde danzan es conocido o el «lugar de la muerte (ifwilu) 0 el «lugar del suftimiento» hung’), porque ahi la iniciada padecerd los trabajos que tienen ver con el acto de «cultivarse, ,Cultivarse? nalmente presentado como conferencia en 1958. En reali de un texto programatico con el que Turner nos ofrecé simbolos rituales, donde se incluyen los dominantes*o' Un analisis que por supuesto tiene su propia politica com _“Este término «cultivar —aclara Turner (LSS, p. 113)}— ex- presa perfectamente la idea que muchos pueblos se hacen de Jos ritos de transicién. Como sociélogos que somos, nos incli- amos generalmente a reificar nuestras propias abstracciones y a hablar de personas aque cambian de posiciones estructu- rales dentro de un marco jerrquico» y cosas por el estilo. No , hacen lo mismo los bemba ni los shilluk, que consideran el No obstante nos es dable encontrar un niicleo de argumentos estrategias y categorias que se conservan a lo largo de swobi estan presentes cabalmente en ese ensayo —salvo algunas ¢} nes que indicaré mas adelante. Veamos con detalle. como «términos» de sistemas cognitivos atemporales légicos o protol6gi desde luego no son exclusivos de “las culturas tradicionales y tribals, status como una incorporacién o una encarmacion, si se seer bbién faparecen] en aqueltos géneros culturalmente revitalizantes, como la poe de éste en la persona. «Cultivar» a una muchacha para convet- ‘el drama, las artes plasticas, de la sociedad posindustrial, tienen el cardcterde tirla en mujer es llevar a cabo una transformacién ontologica; no se trata tan slo de trasladar una sustancia inmutable de 261 Los lugares de lo politico, ls desplazamientos del simbolo. Pode y simbolsme en. 7.Los desplazamientos de simbolo una posicién a otra (...) No se trata de una mera adquisic nel ritual nkang’a el nacimiento tanto como la muerte estin de conocimientos, sino de un cambio ontolégico. La pasivi Bresentados por la misma actitud corporal de las muchachas, la aparente se revela como una absorcién de poderes, que em fsieidn fetal, que es la posicién en la que los cadiveres son en- zardn a ser activos una vez que su nuevo status haya qued: Fados. Los ndembu dicen que en el nkang‘a el mudyi se refiere redefinido...” J ja leche humana y a los pechos maternos que la producen. Mas 3 idavia, sefialan que representa a «una madre y a su nifia», es decir, fnculo entre madre e hija, pero igualmente al grupo matrilineal las dos, al principio de descendencia matrilineal que regula la fda social ndembu, y también a la costumbre tribal toda, Hay quie- hes afirman que el Arbol mudyi significa «proceso de aprendizaje», jiday: Esculpir un arco con la madera del arbol de la leche repre- pnia, se advierte, “el poder procreativo de las mujeres”. Un simbolo Hominante, como el del arbol mudyi, el «més anciano» del ritual, “se fefiere a valores que son considerados [por los ndembu] como fines ‘si mismos, es decir, a valores axiomaticos (...) Asi, al mas eleva- nivel de abstraccién, el arbol de la leche esta por la unidad y la tinuidad de la sociedad ndembu” (LSS, pp. 22-4). Estas dltimas afirmaciones de los nativos respecto a sus propios simbolos en nstancias particulares, Relevante como sin duda lo es, el «entre- niento» que los nativos han urdido para s{ no tiene que coincidir sn el del antropdlogo necesariamente. Mejor, deben ser diferentes. [(Escribi “el «entretejimiento» que los nativos han urdido para si”, ndo debi hacerlo en realidad en plural: “los «entretejimientos»”; en el que se despliegan actores humanos y no humanos/ ae Ain plural que igualmente aplica para los de los antropélogos:) Deben objetos simbélicos asociados, entretejidos entre si de formas pe Ker diferentes, en sentido fuerte, no porque unos resulten de la expe- tiencia vivida mientras los otros sean producto de la mirada racio- 1, objetiva; porque unos “nunca saben por completo lo que hacen” Je ¥ si los otros; porque unos estin marcados por la ignorancia, pero transfiguracion que esté realizéndose, que esta en proceso, qui Jos otros; o porque unos no pueden acceder a las significaciones viene, articula el pasado y el presente con lo posible, que institu ‘onscientes que los otros haran emerger a la superficie, de confor- rupturas al tiempo que recrea continuidades. Acaso en estas tra Mnidad con el paradigma del excavador. Deben ser ses a mukanda, el rito de la circuncisién: los nifios ndembiu iftcire} son no-hombres y como tales deben trabajar y convivir sélo e¢ nilflas y mujeres; pero una vez. vivido el mukanda, un ritual seis meses, e impuesta la marca corporal, se inscriben’al los hombres ndembu y de los cazadores: la modificacién 01 se ha consumado (véase LSS, II. 2). Me interesa subrayar: que aparecen en la iiltima cita, «Cultivar» en efecto’es'el estados fijos, Ay B, donde un estado A aparece como punt gen hacia una posicidn de llegada, B, en el que se transfor deviene, como una suerte de teleologia del ser. No, la que no tiene més sujeto que a si misma: esta absorbiendo pod temores y deseos que no son sino documentos, memorias’ ciones, en esos sitios donde se realiza la modificacién ontolégiea Se claboran con propésitos, intereses, supuestos y pre-juigios dis- sea del todo relevante —como afirma Turner (1968b, p. 150}—U ntos; desde juegos de lenguaje y horizontes culturales eftiistéricos periodo de debilitamiento de Ia estructura social, de sus jerarqi “singulares; porque es posible que los compromisos ontolégicos sean ‘diversos y que incluso estén articulados en lenguajes que no sean normatividad, roles, a cambio de una rica presencia de densidad) plenamente traducibles entre si: esos «entretejimientos» de unos y simbélica, 263 7.Los desplazamientos del simbolo S nos r y los de su novio, lucha que saca a la luz el conflicto entre ta sentido débil, que es el reconstruido por Turner, porque el a Plocalidad y la matrilinealidad.” Y simétricamente, en el mukanda, go elabora contextos hipotéticos de trabajo donde resitia 5 de circuncisién, se manifiestan y (re)crea la presencia de otras tales «entretejimientos». Precisamente por ello Tumer-no demo jciones y diferencias: el conjunto de las mujeres ndembu y los Hes de 10s novicios son objeto de peculiares interdicciones. Aun- d Beno solo, estamos ante la construccién, repeticidn y re-citacion de Y Tealidades e identidades ndembu de género en tanto actos perfor- que idealmente se supone que simboliza como un todd-armoni ijivos (Butler, 2001, p. 167ss.). En suma, la primera guia que nos Ssip- 24). isco Turner para explorar la estructura y propiedades de los simbo- Si los simbolos dominantes, como el arbol de la leche, iuales puede deducirse de tres clases de datos, que he expuesto a convertirse en focos de interaccién, si los grupos se mo i§ parrafos anteriores a partir del mudyi: 1) su forma externa y torno a ellos y celebran ante ellos, y si los grupos de particip eristicas observables; 2) las interpretaciones ofrecidas por los forman parte no sdlo de un ritual singular, sino del sistema s cialistas y los simples fieles; y 3) los contextos significativos en secular —con sus conflictos y dramas sociales—, entonces ¢s parte claborados por el antropdlogo —lo que he denominado pos y simbolos no pueden no desbordar el espacio ritual en oniextos hipotéticos de trabajo» (Turner, LSS, p. 22). Si atendemos se han desplegado, atraviesan sus fronteras; y del mismo im “ensiones, las perplejidades y oscilaciones continuas y permanen- 5 : Pentre Ia unidad y el sistema de diferenciaciones que los simbolos © abiertamente se incrustan en el espacio ritual, Por esoplej yninantes no solo representan en realidad, sino que recrean y pro- imagen sublime que nos ofrecen las exégesis ndembuel 4 fen en su operacién, queda claro que el mudyi no es ajeno a nuestra la leche no sdlo “representa aspectos de, diferenciacién’y instancia. Antes bien, el mudyi puede iluminar procesos de nues- apunta Turner, sino que de hecho (re)erea la presencia de esa d indo globalizado. En periodos de crisis econémica, los poderes Giacién. El simbolo'dominante puede ser asi una maquina pr icos recurren a ese simbolo dominante que es la unidad nacional, ie 5y digamos la unidad de la comunidad europea, con lo que ello a we ‘Tumer (LSS, p. 25), es un grupo o una categoria diferent lica, para que los ciudadanos soporten las medidas que habrin de le personas el que se convierte en el elemento social central; E arse —un sacrificio colectivo, cruel y selectivo—a cambio de un nkang’a ese elemento central es la unidad de las mujeres nde futuro que se presume esperanzador. que se organizan en oposicién a los hombres, de quienes sem ara Turner los simbolos dominantes pueden ser considerados que de ningtin modo pueden danzar en tomo a la inmovil has 10. «objetos etemnos» en el sentido en que el filésofo norteame- ellas lo permitan. También muestra y revela, en otro moment 0 Alfred N. Whitchead us6 esta expresion (LSS, pp. 34-5). La : labra «eterno» resulta extrafia para una filosofia que aspiraba a mujeres adultas: aquélla esté perdiendo a su hija (quien se ca Kistentarse en sucesos y devenires, en la novedad y los cambios ird a vivir a la aldea del esposo), mientras estas ultimas, sin-la pre tontinuos. En Process and Reality, libro publicado originalmghte en sencia de la madre, le dan convenientes instrucciones para sup! 29, Whitehead utiliz6 esa categoria para rechazar la distin¢ion pla- goce sexual, y el del esposo, cuando se casen (DA, pp. 246-8): tonica entre eternidad y tiempo, esto es, ese binarismo we lotabloce aiin, “en un episodio posterior del nkang’a, escribe Turner (LS Japresencia de un mundo superior de permanencia y perfeccién (“un 27), hay una lucha simbélica entre los parientes matrilineales de la ‘Cielo espiritual, estatico”) en oposicién al mundo imperfecto ¢ infe- 265 7: Los desplazamientos del simbolo rior del fluir (1960, p. 209). Whitehead se propuso més bi} srin diversos, miiltiples y ambiguos a nivel de los significados servar la tensién, una tensién vivificante, entre permanen se interes por conservar aquellos vasos comunicantes qu mis estrechamente de lo que se supone: “En el inevitable | cribié (1960, p. 503)— hay algo que permanec yposito de la (re)invencién del simbolismo de Durkheim, cuya a no fue menor a lo largo del siglo XX, discuti en el capitulo Ws las interrelaciones ¢ intercambios que existen entre los simbolos, fe starios e intérpretes. Diversos argumentos del socidlogo francés bpre todo los asociados a la Jectura sociolégica de las representa- pres colectivas— provocaron algunas interrogantes: hasta donde ss nativos reconocen que «ahi» hay un simbolo, que «ese» objeto es ; bolo? Intenté mostrar que el modelo criptolégico que postula- aan ek ukanda ¢ ulate cir a una’ éons ikheim exige al menos dos requisitos para su funcionamiento: aide cubsparecen, por an an sai, = as ritualesyi e la ignorancia —los nativos ignoran que «ahi» hay un simbolo, iru erecen, por tanto son files de is nto bio el cientifico social si lo reconoce— y el de la incorregi- SA iil telediopel papel que nes sical ecuérdese’al ilidad de las creencias —los nativos estan atrapados en la tela de Viven'de Gr ia que jugs ch Stans arte con la imi fa de sus creencias y no pueden percatarse que algunas de elas inged de Guadalupe en la movilizacién de miles de campe On errdneas; por lo tanto, no estan en condiciones de corregirlas. siguieron al Bede Miguel Hidalgo en la revolucién de'indeper #0§ requisitos forman parte central de su politica conceptual. El vei tans as que'a:lo, Hodelo criptolégico, advert elimina la capacidad reflexiva y la voz pais se’ organizan paral vis Ue los usuarios de los simbolos. En él se desconsideran tanto las es- BEA scant o lavingen gue animan las esquinas d818 ias de apropiacién del sentido de los procesos sociales que los vue Mente eiivaities sein equal fat eee festauranteyy Brupos ensayan como los actos singulares, imaginativos, gracias a eae edsroeas de la: Vi A imagenes irregulares} cuales el simbolismo se inventa y recrea, se transforma, participa % la Virgen de Guadalupe que estan tatuadas ey constituye a los dramas sociales y Ia historia. Si “en ciencia no fay ontologia sin teoria”, como ha sefialado el filésofo de la ciencia Ulises Moulines (citado en Lombardi y Pérez Ransanz, 2012, p. 68), sig alaal otasion teal ets pasticul a Ng ino «simbolo» nos remite en la obra de Durkheim a una enti- eine ane G i oul no ~ agotan con ella ad 6ntica clara y distinta s6lo para los cientficos sociales, aunque SHAaimtrietonc Giotse piss tidad real”. Turner aventura Ti para los nativos. Este es un supuesto que comparte bueyla parte GHRGeda tes nbolied ee mayor sea la comple} ba tradici6n durkheimiana 0 del programa simbolista. Thfner va a ‘iad ry fare inantes, sus «objetos ctertiOsy dar unos pasos para disolver el modelo criptolégico, pues defenderd jacional, la Virgen de Guadalupe, la corona monarquicd ie los nativos no sélo reconocen, o pueden reconocer, Ia existencia de tal entidad ontoldgica, sino que ademas la constituyen y enun- 267 7. Los desplazamientos del simbolo B os actores humanos y no humanos, las acciones, los simbolos cias estan relacionados, atados —y como se desenredan para ar a otros enredamientos. No esta de mas subrayar que no cabe Fringin tipo de esencialismo, debido a que cada entidad se define sus Telaciones, y si éstas de situacién a situaci6n se transforman, nces se pueden modificar las definiciones, las entidades y sus Afiares formas de operacién. Gin embargo, no deja de haber algunos desafios en la justa ruptura ner comenzé a emprender contra el modelo criptolégico. Vea- ;mero, el caso de los ndembu, rico en exégesis, pues se indica ay muchas culturas donde no hay tales o éstas son muy po- (ver Sperber, 1978, p. 41). Tumer advirti6 que entre los ndembu nn considerables discrepancias entre las interpretaciones que ol de la leche ofrecen los informantes y la conducta que exhi- 56). Por ahora no discutiré el problema de la evaluaci6y exégesis —lo haré mas adelante cuando exponga'las crit tropélogo Dan Sperber a Turner. Una vez aceptado:que:los reconocen, 0 pueden reconocer, que «ese» objeto es un simk capaz de provocar cierta clase de acciones; porque estd en § dadas entretejido con otros objetos, acciones, pricticas; er leche”. Es decir, esta convencido de que “mis informantes creen sramente que el Arbol de la leche solo representa los aspectos co- j é (98; unificadores de la organizacién social ndembu”, y al mismo producir conocimientos 0 saberes sobre sus propias practicas po, advierte el antropélogo, el mudyi en diferentes situaciones ra caben estas interrogantes: qué saben los nativos de los s Gidn evidencia, muestra y revela conflictos, se realiza en la opo- n entre grupos (LSS, p. 28). Y en otro lugar escribe que “inme- mente nos tropezamos con un problema: mientras que al nivel ético puede argilirse que los referentes estructurales del érbol de Ea ei gehe guardan relacién con los aspectos armoniosos y solidarios de soeediecis + BP. 11-3; 19624; 1969511} 19668 euposy las slaciones organizes por la matlingalldado is fe- ee if * Minidad, enseguida resulta manifiesto que gran parte de la conducta Op ae HEU 2 crs dosnt». UH rvable en conexidn con el arbol constituye una mimesis de los . ¥ que él mismo advierte toma “por Ama del Concise Oxford Dictionary: “es una cosa de la que, por general €on sOnflictos dentro de esos mismos grupos y relaciones” (LSS, p. 61). piensa que tipifica naturalmente, o representa, o tecuerda algo, ya ie El desgarramiento inicial que funda al simbolo, y que desde su origen ast ieee andlogas, ya por la asociacién de hecho o de pensami fevidencia su caracter procesual —esa medalla, moneda o tabla par- Tactics al da que evoca una ausencia y demanda la solucién de un enigma—, a idea trivial, pero que no lo fue, segiin lo he mostrad farece aqui: la escisién 0 grieta que affora con las disoyfincias siglo XX. Las posiciones perspectivistas actuales —impulsadas por el ant fire lo que decimos que hacemos y lo que hacemos; y oa elias logo brisiletio Eduardo Viveirs de Casto (1998, 2002, 2012) solo S610 Situaciones donde no hay disonancia se instaura una fugaz unidad. dieron fundarse a partir del reconocimiento del nivel de interpretaciéit indi scribi atrés, y no est de mas subrayarlo, que el simbolo guarda la iS sees cxcetico- i Memoria de lo que lo constituy —la medalla rota, el pacto entre los s 269 Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo. Poder y simbolismo | . 3 7. Los desplazamientos del simbolo, ra en 1945 para la primera parte de las Investigaciones filoz tl filésofo vienés sefiala que “desde que hace dieciséis aflos feé a ocuparme de nuevo de la filosofia, hube de reconocer gr ares en lo que habia suscrito en ese primer libro”. Wittgenstein 6 a concebir al lenguaje como una herramienta, mejor: como a de herramientas, que la gente usa para hacer muchas cosas. suerte que si en aquel libro el énfasis, segtin apunté, se centra- los posibles. Por ello los simbolos dominantes, como el mu nna tensidn “una vivida mnemotecnia de un estado Fs zoe een ee Pe eckson claro, eatonoes, par la quis helsetilado, que - 166, peda su vocaein pragmitica y performativa: “Para una gran clase lismo, ademds del nivel exegético, se * el andlisi fasos de utilizacidn de la palabra «significado» —aunque no para ) 86 requiere necesariagy ps los casos — puede explicarse esta palabra asi: El significado de ue partic os de abra es su uso en el lenguaje.” (1988, § 43).7 ¥ nos propone Se hioca paooemalitteinieciier ef privilegiado, Deg fanalozia: asi como una barra metlia se conviert por vitud de del simbolo: el significado asociado no a lo Wwe pel op. js en una palanca, asi una palabra significa en el contexto de una ti in, dc irque-sechace con el, de lax que se dice de é fposicién. Es decir, as palabras y los enunciados jguales y seme- , de las practicas y acciones asogi han de ser tratados atendiendo la situacién y la manera en que de ; femplean y las funciones que realizan. Su conducta, por decitlo asi, sje oe rae aE hallar como acti flerogénea y mOvil. Por ello es incorrecto sostener que “una vez gan cuando lo usan, cémo lo, Bsabes qué designa la palabra, la entiendes, conoces su entera apli- ian” (§ 264). Nos ofrece dos elocuentes metaforas del lenguaje Piensa en las herramientas de una caja de herramientas: hay un mar- filo, unas tenazas, una sierra, un destornillador, una regia, un tarro cola, cola, clavos y tornillos. —Tan diversas como las funciones Heestos objetos son las funciones de las palabras— Ciertamente, lo Que nos desconcierta es la uniformidad de sus apariencias (...) Pero empleo no se nos presenta tan claramente.” (§ 11). Y la que si- ic, ya citada en otro capitulo, que nos remite a la idea del lenguaje mo una institucién heterocrénica, hecha de memorias y proyectos, ‘obras que se destruyen y con las cuales se reconstruyen otras, 1n- badas, con formas y propésitos distintos: “Nuestro lenguaje puede se como una vieja ciudad: una marafia de callejuelas y plazas, de 4s viejas y nuevas, y de casas con anexos de diversos pero y I reunirlo con el procesualismo turneriano, en general, y més ¢ camente con el nivel operacional del simbolo. Hi gido era inadecuada: el lenguaje como una «pintura» o «figura» mundo; una concepcién semantica en la que opera como modelo, la realidad y espejo de la naturaleza: “La forma general de la prop gute no puede haber una tnica teoria del lenguaje y menos una te uniforme del lenguaje: éste no es homogéneo. En el “Prélogo” que 271 Los lugares de lo politico, los desplazamientos del simbolo. Poder y simbolismo, co ee esto rodeado de un conjunto de barrios nuevos con calles re Fjreccional entre regla y uso, entre regla y accién; es al interior de gulares y con casas uniformes.” (§ 18). Si bien los usos del megos de lenguaje y formas de vida donde se va a indicar qué es palabras y enunciados estén en perpetuo cambio y son, fie cuenta como cumplir con la regla.* La evaluacién de lo que es no se puede ignorar que nos remiten también a un sistey Siro no una regla constituye un /ugar de lo politico privilegiado, g iviencn relaciones de poder, arenas, campos politicos. De aqui se con la de la heterogeneidad y movilidad del lenguaje.y sus usg F una consecuencia fundamental: esta exigencia de los juegos de Wittgenstein propuso la categoria «juego de lengua je —qué es lo que va a contar como cumplir con la regla— es del juego y de la forma de vida. Ahora bien, un error comin nfundir un juego de lenguaje con otto y tratar de aplicarle a uno plas del otro, pero de aqui no es dable inferir que todo juego nguaje sea inmune a la critica, y tampoco es cierto que exista { como el Juego de Lenguaje a partir del cual se evaltie cual- fer otro, La articulacién entre juegos de lenguaje y formas de vida onsistente, segiin creo, con la defensa del pluralismo ontologico E he planteado. No desconozco que la nocién de «juego» es tan ia aqui como las de «lenguaje», «religidm, «simbolo», «ritual», ry, «arte», «cultura», sobre las cuales as ciencias sociales y Manas han vuelto y siguen volviendo una y otra vez. Si revisamos conjunto de caracterizaciones que se han realizado de esas cate- | podemos decir que tienen algo asi como “un aire de familia” para el caso del «juego», Wittgenstein lo planted asi (§ 66, 67): tretejimiento» o «urdimbre»: “Llamaré «juego de lenguaj formado por el lenguaje y las acciones con las que esta ent 7). Dar ordenes y actuar siguiendo érdenes, relatar un suce tar una historia, hacer un chiste y contarlo, traducir deun len otro son ejemplos —aparentemente triviales—que Wittgenste del mundo, decia, esté enfaticamente mediado por drdenes. torios. Clasificar es desde luego un juego de lenguaje:y.con indicado Wittgenstein (§ 23), pone “de relieve que hablar je forma parte-de una actividad o de una forma de vidalj " “Considera, por ejemplo, los procesos que Ilamamos «jue- ¢ ! - gos». Me refiero a juegos de tablero, juegos de cartas, jue- estd totalmente determinado por reglas. Si bien Wittgenstein | gos de pelota, juegos de lucha, ete. ;Qué hay comin a todos la naturaleza regulada del lenguaje, y del juego de lenguaje; sub ellos? —No digas: *Tiene que haber algo comin a ellos o no que no fodo uso del lenguaje esta determinado por reglas, Nos | {0s llamariamos «juegos»’ —sino mira si hay algo comin a to- la siguiente explicacién: no tenemos “ninguna regla para; dos ellos. —Pues si los miras no verds por cierto algo que sea plo, cuan alto se puede lanzar la pelota en el tenis, o cudn fuerte, y ‘comin a todos, sino que verds semejanzas, parentescos (...) obstante el tenis €s un juego y tiene reglas también” (§ 68): Md Vemos una complicada red de parecidos que se superponen y no podemos decir que alguien sabe jugar ajedrez cuando sélo p S610 conoce las reglas de ese juego. (De hecho, seria muy extrafio encon trarse con alguien que s6lo y s6lo conoce las reglas de ajedrez p lo juega.) Seguir la regla, enfatiz6 el fildsofo (§ 203 y § 202), es: todo una practica y accion, un acontecimiento; la regla no deter Besos vie su aplicacién, no existe una relacién de caus ema afirmacién no nos arroja a una ciega indeterminacién de la regla. of estas “Pricticas, usos y habitos las que, por mas juguetones que seamos, varf 4 impe- dit que confundamos una regla de ajedrez (s6lo el rey es susceptible Ge recibir ‘Jeque) con, digamos, una del tenis (un ser se gana con dos juegos de diferencia, “salvo en el caso en que se Ilegue a la muerte siibita). 273 7.Los desplazamientos del simbolo dada. Ha de inquirir ademés por qué ciertas personas y ciertos grupos estan ausentes de determinadas ocasiones, si es que yan sido ritualmente excluidos de la presencia del simbolo, familia.” frgue el observador ha de considerar entidades que constituyen fes y relaciones especificas: simbolos, grupos y su organizacién, Con otras palabras, quienes comparten “parecidos.de fa se identifican por la posesién de una caracteristica comin jor por su pertenencia a una red de relaciones, a una urd cha por actores humanos, no humanos, acciones, reglas, er donde estén vinculados entre si, aunque no necesaria y-direetam % miméticos, que menciona Turner en la cita anterior, nos remiten prictica que no es meramente imitacién, sino una perspectiva liva, re-creativa, que instaura necesariamente una relacién de al- t Fidad donde la «copia» tiene el poder para participar del caracter y distintos; y sus usos, sus formas de operacién, las r del original, contagiandose de él y contagiandolo a su vez que participan, son heterogéneas y méviles. Como ek mi sase Johnson: en prensa, pp. 53-4, 141). ndembu, no tienen referencia solo a alguna ocasién en part Guelen existir contradicciones entre el nivel exegético y el nivel se agotan en ella, aunque “deben ser realizados en unaventi racional; mas todavia, en el propio nivel exegético se manifiestan en situaciones singulares, que guardan “un parecido de fa tivas encontradas. Esta perplejidad tiene que ver, entre otras as cosas, con la permanente tensién que hay entre la multi- d reconocida a los simbolos dominantes «salvajes», y lo que llamé hermenéutica estandarizada en uno de sus libros mas dos, El proceso ritual, publicado en 1969. Con esta categoria fa referencia a las “interpretaciones razoablemente’ fiables de chos de los simbolos utilizados; por «fiable» entiendo que las pretaciones tienen una coherencia reciproca, no son asociacio- gratuitas o extravagantes, puntos de vista individuales” (PR, pp. 21-2). Acaso la hermenéutica estandarizada nos devuelva a la tra- dicidn latina o clésica del simbolo, en virtud de que esta asociado la determinacién de un centro 0 aucforitas —exégesis desde la WBlesia, o por la voz de los cientificos sociales, los chamanes, los “experts religiosos, las élites, los intelectuales organicos— afte el al se inscriben como si fuera natural lo que es arbitrario, yatcon- sa, fija, de quegon, ni de «lenguaje», «religion», «simbe tual», «poder», «cultura», «arte: carecen de limites estrictos, bolo, sino la estructura y la composicién del grupo que’ lo ‘maneja, 0 que se entrega a actos miméticos directamente re lacionados con él. Debe tomar nota ademas de las cualidadles afectivas de esos actos, de si son agresivos, melancdlicos, pe-_ nitentes, g0z0sos, burlescos, etc. en términos de las interpreta- e ciones estandarizadas de estos actos expresivos en una cultura PVease al respecto el reciente trabajo de Edith Calderén (2012), 275

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