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12 DE OCTUBRE DE 2017

RELACIONES INTERGUBERNAMENTALES
MÉXICO-ESTADOS UNIDOS
MIGRACIÓN

CAROLINA RAMÍREZ DE LEÓN


FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
MAESTRÍA EN CIENCIAS POLÍTICAS. SEMESTRE 3.
Contenido

Definición de relaciones intergubernamentales ........................................................................... 2

Antecedentes recientes de las RIG en México ........................................................................ 3

Antecedentes de las relaciones México-Estados Unidos en materia de migración. ................... 4

Situación actual ............................................................................................................................ 7

Estatus de inmigración estadounidense en México ................................................................. 7

Estatus de inmigración mexicana en Estados Unidos ............................................................. 8

Actores políticos ....................................................................................................................... 9

Modelo de interacción gubernamental México-Estados Unidos en materia de Migración........ 10

Análisis de las instituciones involucradas en la relación México-Estados Unidos en materia de

Migración. ................................................................................................................................... 11

Propuesta de alternativas para mejorar relación intergubernamental. ...................................... 14

Bibliografía .................................................................................................................................. 15
Definición de relaciones intergubernamentales

Para el buen desenvolvimiento de las administraciones públicas, se observa que la implementación

de políticas públicas “multinivel” son más que una herramienta, sino una necesidad que no admite

opción, como consecuencia de la evolución de los sistemas políticos. La implementación se hará en

el contexto de las relaciones intergubernamentales que, en concepto, será “un importante

contingente de actividades o interacciones que tienen lugar entre unidades de gobierno de todo tipo

y nivel territorial de actuación” (Anderson, 1960).

Este término surge en los años treinta, definiendo los “vínculos de coordinación, cooperación, apoyo

mutuo e intercambio de acciones que se dan entre dos o más instancias de gobierno” (Hernández

Díaz, 2006), lo cual se realiza en concordancia con la autonomía de los Estados, incluyendo a los

federados, así como a la interdependencia de las instancias en el plano fáctico (Pontifes Martínez,

2002), la cual invariablemente dará lugar a las relaciones intergubernamentales (Agranoff, 1993).

Estas relaciones tendrán cinco rasgos distintivos, que serán útiles para comprenderles e identificarles

(Wright, 1983):

1. Trascendencias las pautas de actuación gubernamental constitucionales, reconocidas en letra.

Esto se refiere a las competencias explícitas sobre su actuar territorial, jurisdiccional y

materialmente, prohibiendo toda intervención ajena en aras de la soberanía; pero que, en el

contexto de las RIG, habrá un aumento de competencias supra legales con el fin de lograr sus

objetivos mutuos (Pontifes Martínez, 2002). Esto es especialmente relevante en los regímenes

federales como en México.

Así, incluirá las mencionadas relaciones multinivel, tanto vertical como horizontalmente. Agranoff

propone considerar también a las empresas públicas, organizaciones sin ánimo de lucro, y otros

organismos que se encuentran en términos medios en cuanto a su clasificación dentro del gobierno

(Agranoff, 1993).

2. El elemento humano. En este se debe reconocer que las actitudes, discursos, protocolos y

otras actividades del personal encabezando las unidades gubernamentales involucradas.

3. Continuo contacto e intercambio de información y puntos de vista. Esto es terreno fértil de

conflictos si no se sigue una pauta clara o si no hay una imposición vertical de posturas.
4. La participación procedimental de cualquier tipo de empleado público, lo cual repercutirá

especialmente en la adopción de decisiones.

5. Por tanto, habrá una gran vinculación entre las RIG y las Políticas Públicas, pues éstas

dependerán de aquellas en más de un sentido, lo cual crea la inevitable obligación de

examinar las interacciones de los distintos actores en las fases de formulación, implantación

y evaluación de las políticas

Es posible observar, las diversas relaciones que se entablan con el propósito de incrementar y

mejorar su capacidad de atención de demandas y servicios públicos; también nacen para enfrentar

sus propios límites, tanto en infraestructura, presupuesto o capital humano especializado. En este

contexto, la negociación es clave (Hernández Díaz, 2006).

Como acotación, es importante recordar que, a pesar de la gran necesidad de coordinación para

actividades, eventos y programas, no hay que confundir las relaciones intergubernamentales con la

gestión intergubernamental, que se realizará en contextos específicos y en un sentido más

institucionalizado (Agranoff, 1993).

Ahora bien, desde una perspectiva meramente teórica, se podría afirmar que el estudio de las RIG,

permite analizar concretamente las relaciones entre niveles de gobierno desde una tendencia

institucional, sus niveles, sus actores y objetivos, que han superado ya los modelos arcaicos de

jerarquías rígidas (Zapata Cortés, 2013).

Finalmente, se concluye que las RIG son la materialización de la asociación competitiva como

principio general de la administración pública. Sumando esfuerzos bajo una misma línea de trabajo

(Pontifes Martínez, 2002).

Antecedentes recientes de las RIG en México

Carrera Hernández sintetiza las épocas de las relaciones intergubernamentales que tendría México

en su historia reciente, comenzando con la época de 1980 a 1988, en el que la centralización era

regla, aunado a rígidas jerarquías, por lo que Estados y municipios estaban subordinados al gobierno

federal, y el presidente era el principal tomador de decisiones; esto repercutía también a nivel

internacional.
Luego comenzó una transición hacia la horizontalidad, de 1989 a 1996, donde se ampliaron las

competencias fácticas en la esfera municipal por la aparición de alcaldías de oposición al gobierno

estatal o federal. Sin embargo, esta transición llevaba aparejado el recrudecimiento de la

centralización como forma de control y coerción.

No fue sino hasta luego de 1997 que comenzó una descentralización, como forma de estabilidad del

sistema. Hoy en día, como parte de la naturaleza misma de las RIG, se encuentran en constante

evolución y cambio (Carrera Hernández, 2004).

Antecedentes de las relaciones México-Estados Unidos en materia de migración.

La migración no es un fenómeno nuevo ni exclusivo de algunos países. (Centro de Estudios

Internacionales Gilberto Bosques, 2015). La migración tiene como condiciones iniciales el hecho de

que sucedan simultáneamente o de manera aislada alguna transformación social, económica o

política. Se relaciona mucho con la entrada de mercados y sistemas de producción que originan el

desplazamiento de la gente y de sus medios de vida, al buscar nuevas o mejores formas de subsistir

(Massey, Durand, & Malone, 2009).

México y Estados Unidos comparten una frontera de 3,140 km, la más transitada del mundo

(Organización Panamericana de la Salud, 2007). Al mismo tiempo, México es el segundo socio

comercial de Estados Unidos y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas,

y el segundo mercado para otros 20 estados (López de Lara E, 2016).

Esta situación nace con la anexión de Texas a los Estados Unidos el 29 de diciembre de 1845, lo

cual hiciera que el México Independiente colindara total y efectivamente con los Estados Unidos,

reconociéndose el hecho en el Tratado de Paz, Amistad y Limites (Tratado de Guadalupe Hidalgo)

firmado el 2 de febrero de 1848. Una de las estipulaciones de este Tratado incluía la formación de

una comisión compuesta por comisarios o comisionados nombrados por los presidentes de los dos

países, para marcar sobre el territorio los límites entre una y otra nación, la cual Comisión fue la

antecesora de la actual Comisión Internacional de Límites y Aguas, como un primer reflejo del trabajo

intergubernamental entre ambas Naciones que, a la fecha, mantiene una relación de respeto mutuo

y entendimiento, asegurando que están “cultivando una mejor convivencia internacional, para de
esta manera mejorar el bienestar de más de 10 millones de habitantes dentro de la zona fronteriza”

(Comisión Internacional de Límites y Aguas , 2012).

Sin embargo, esta relación binacional no ha sobresalido por su estabilidad en el plano fáctico, siendo

que estalla la Revolución Mexicana en 1910, iniciando “la era de los enganchados”, la cual consistió

en la práctica generalizada de mano de obra semi-forzada, siendo una emigración mexicana prolífica.

Entonces, casi el 2.5 % de la población nacida en México ya residía en Estados Unidos. Esta cifra

subiría al 7.5 % en 1920, cuando los mexicanos escapaban del caos político del periodo

postrevolucionario y cubrían el vacío de mano de obra generado en los Estados Unidos por el gran

desarrollo económico de la posguerra (Organización de los Estados Americanos, 2014).

Para 1929 comienzan una serie de pugnas entre las naciones con respecto al uso, cause, destino y

forma de las aguas que funcionan como frontera natural. Desde la crisis de 1929 hasta 1941, Massey,

Durand y Malone le llaman “la era de las deportaciones, periodo en el cual un clima de alta tensión

privilegió la atención sobre los migrantes, muchos de los cuales fueron deportados para dar una

impresión de seguridad a los nativos” (Massey, Durand, & Malone, 2009), a través de la Mexican

Repatriation Act emitida en 1930 (Mikulich, 2009).

Posteriormente, nace el Programa Bracero en 1942, que duraría hasta 1964, un programa legal para

trabajadores mexicanos temporales en Estados Unidos, inaugurando un nuevo periodo en la historia

de la migración México-Estados Unidos, que trajo como consecuencia un viraje en el patrón

migratorio familiar, de larga estancia y dudosa situación legal, para convertirse en un proceso legal,

masculino, de origen rural y orientado hacia el trabajo agrícola, al hacerle frente a la guerra y la falta

de mano de obra (Durand, El Programa Bracero (1942-1964). Un balance crítico, 2007). No obstante,

no se establecen mecanismos institucionales reales de cooperación (López de Lara E, 2016), sino

la imposición unilateral de políticas migratorias; esta práctica continuará hasta nuestros días. El

gobierno mexicano impulsa una política de repatriación de aquellos mexicanos que se habían

quedado en los territorios anexados y de aquellos expulsados de manera masiva de Estados Unidos

durante las crisis económicas de la primera mitad del siglo (López de Lara E, 2016).

A partir de 1965 empieza la “era de la inmigración indocumentada”, durante la cual los inmigrantes

siguen cubriendo la demanda laboral existente, mientras que los empleadores explotan la posibilidad
de una mano de obra a bajo costo y sin derechos civiles, pero ahora fuera del Programa Bracero. Se

aprueba un nuevo sistema de otorgamiento de visas que establecía un orden de prioridades según

la procedencia de los migrantes. Las restricciones aumentan en 1968 y en 1986, cuando se llega a

una reducción drástica del número de mexicanos admisibles (Massey, Durand, & Malone, 2009) y

se conjuga con una ignorancia total de académicos y funcionarios en general respecto a la vida real

de los migrantes mexicanos en Estados Unidos (Bustamante, 1983) y el movimiento “chicano” o

“xicano” de los mexicano-estadounidenses que vivían en situación de represión en diversos lugares

de los Estados Unidos (Escobar, 1993).

En medio de lo anterior, el 23 de noviembre de 1970, se firma el Tratado para resolver las diferencias

fronterizas y pendientes y para mantener a los Ríos Bravo y Colorado, como frontera internacional

entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, firmado en la Ciudad de

México, el cual establece los procedimientos de arreglo permanente y temporal para el caso de una

modificación natural del cauce de los ríos fronterizos, además agrega el tema de los límites

internacionales con respecto al Océano Pacífico y el Golfo de México.

Luego comienza la era de "la gran escisión" a partir de 1986, con la aprobación de la Ley de Reforma

y Control de la Inmigración (Immigration Reform and Control Act, IRCA), como reflejo de una cultura

que exigía el fin de la inmigración (Massey, Durand, & Malone, 2009). Sin embargo, para 1989, esto

cambia hacia un laissez faire hacia el gobierno mexicano, en donde, por un lado existe una política

exterior mexicana más presente en América Latina, y por otro existe la crisis de la deuda, que pone

al país al borde de la quiebra. México se ve obligado a seguir las pautas de sus acreedores e inicia

una serie de medidas de modernización y apertura económica, donde se ve obligado a seguir la

pauta e intereses de su vecino del norte (López de Lara E, 2016).

Un dato interesante sobre el impacto cultural es el que López de Lara nos explica:

“Una verdad demográfica de principios de siglo XX, por lo que a los migrantes se les

consideraban “traidores”5 (Durand, 2003). Esta mirada hacia los migrantes cambia

radicalmente a finales de los años noventa, con la firma del TLCAN y ya para la primera

década de los años 2000, los migrantes mexicanos en Estados Unidos eran considerados
“héroes”6 , por su contribución a la economía mexicana y lo arriesgado de su travesía.”

(López de Lara E, 2016)

Situación actual
Desde 1989, Fernández nos advertiría el nacimiento de subregiones fronteriza ante la diversidad

cultural y la separación entre agricultura, comercio y servicio, señalando claramente la industria

petroquímica y manufacturera reynosense (Tamaulipas), el comercio en Tijuana (Baja California) y

la industria automotriz de Saltillo (Coahuila) y Hermosillo (Sonora), se convertirían en polos de

desarrollo (Fernández, 1989). No obstante, falló en pronosticar la terrible ola de violencia que se

desataría desde 2006 y el advenimiento de una nueva xenofobia contra los mexicanos en Estados

Unidos (Mikulich, 2009).

Al mismo tiempo, los movimientos migratorios son el resultado del desequilibrio en el sistema

económico global. Por una parte, tenemos a los emigrantes de países en vías de desarrollo que se

ven motivados a moverse hacia el norte por cuestión laboral. Por la otra, están los ciudadanos de

países desarrollados que viajan hacia economías en proceso de maduración, pues su poder

adquisitivo aumenta con sus pensiones traídas de aquellos países. (Lizárraga, 2008)

Estatus de inmigración estadounidense en México

México se ha destacado por su gran apertura a inmigrantes estadounidense internándose y

residiendo en territorio mexicano.

No existen cifras oficiales actualizadas sobre cuántas personas nacidas en Estados Unidos viven en

México, pero hasta el censo de 2010 había más de 738,000 sumado a 72 mil 140 autorizaciones

emitidas entre 2014 y 2016 (Guazo & Buendía, 2017), sin mencionar a aquellas que viven en

situación irregular, la cual podría aumentar la cifra a más de un millón de ciudadanos

estadounidenses en México (Excelsior, 2017).

Sin embargo, el artículo 33 de la Constitución mexicana, que establece que el gobierno tiene la

facultad de "hacer abandonar el territorio nacional (...) a todo extranjero cuya permanencia juzgue

inconveniente", por lo que las atribuciones del Gobierno de México son amplias para deportar y hacer

salir a extranjeros aunque, no obstante, permanece como una práctica poco común en contra de
estadounidenses y, sobre todo, no pareciera activar relaciones intergubernamentales para atender

a inmigrantes indocumentados estadounidenses.

Estatus de inmigración mexicana en Estados Unidos

Actualmente se tiene un registro de 12,027,320 mexicanos que viven fuera de México, de los cuales

el 97.33% por ciento radica en los Estados Unidos de América. Sin embargo, esta cifra está sesgada,

toda vez que las personas no se encuentran obligadas a registrarse ante las representaciones

diplomáticas o consulares de su país, sin ser México la excepción, por lo que no se están reflejando

aquellos que deciden no registrarse en absoluto y, por tanto, el número podría ser exponencialmente

mayor (Instituto de los Mexicanos en el Exterior, 2016).

Es un hecho que las fronteras norte y sur de México, lo convierten en un territorio de origen, tránsito,

destino y retorno de migrantes en la actualidad. (Centro de Estudios Internacionales Gilberto

Bosques, 2015). Así, ha encontrado respuesta de Estados Unidos a lo largo de la historia y, en

tiempo recientes, ha habido cuatro líneas de acción prioritarias, nacidas en la gestión presidencial

de Barack Obama: (1) continuar con la seguridad en la frontera; (2) racionalización de la inmigración

ilegal; (3) ciudadanía “ganada”; y (4) atacar a empleadores que contratan trabajadores

indocumentados (The White House, 2014).

Es importante tomar en consideración que, a pesar de que en la última década se han realizado

diversos esfuerzos en la materia, no se ha observado un beneficio o impacto positivo para México

reflejado en un programa integral (Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques, 2015) o

binacional. Con las elecciones presidenciales de 2016, el ahora presidente Donald Trump ha

establecido las siguientes afirmaciones (entre otras muchas) respecto al tema de migración

mexicano-estadounidense:

1. Una nación sin fronteras no es una nación. Debe haber un muro a lo largo de la frontera sur

de Estados Unidos.

2. Una nación sin leyes no es una nación. Refiriéndose a la necesidad del fortalecimiento del

marco legal con esto en mente.


3. Una nación que no sirve a sus propios ciudadanos no es una nación. Alegando que todo

plan de migración debe mejorar los empleos, salarios y seguridad de todos los americanos

(estadounidenses).

Y, sobre todo “Make Mexico Pay For The Wall”, o “Hacer que México Pague por el Muro”

(Campaña Presidencial de Donald J. Trump, 2016). Esto ha provocad una serie de protestas y

evidente xenofobia y racismo a todo lo largo y ancho de ambos países, trayendo también gran

inseguridad para las personas migrantes mexicanas.

Desde 1983, se ha definido como prioritario en las RIG en materia de migración, la necesidad

del irrestricto respeto por los derechos humanos y laborales de quienes cruzan la frontera en busca

de refugio llegando a afirmar que “Sólo en la congruencia de la realidad con la policía se podrá evitar

la irracionalidad del abuso, la explotación y la violencia. Sólo conociéndola distancia entre la realidad

y los mitos a partir del análisis científico se puede lograr esa congruencia.” (Bustamante, 1983).

Actores políticos

Por un lado, está el gobierno de México, que tiene la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuyo

canciller es el economista Luis Videgaray Caso, líder del órgano encargado de diversos Institutos y

Comisiones para atender la migración mexicana que sale del país. Sin embargo, éstos se enlazan

íntimamente con la Secretaría de Gobernación, cuyo líder es Miguel Ángel Osorio Chong, abogado,

y de la que emana el Instituto Nacional de Migración, que se concentra especialmente en la entrada

migratoria de extranjeros a territorio mexicano.

Por su parte, el gobierno de Estados Unidos cuenta con el Departamento de Estado, del que nace

el Buró de Asuntos Consulares para atender a la población que desea salir del territorio

estadounidense; su representante es el ingeniero y empresario petrolero texano Rex Tillerson. Para

la entrada de extranjeros, existe el Servicio de Ciudadanía e Inmigración Estadounidense, la cual

depende del Departamento de Seguridad Nacional, que naciera en 2003 luego del emblemático

ataque a las Torres Gemelas en 2001. Al principio de la presidencia de Donald Trump, John F. Kelly

fue el responsable del departamento, con una trayectoria eminentemente militar con una fuerte visión

sobre l a “Guerra contra el Terrorismo” en el que indica que la guerra es en contra del “estilo de vida”
estadounidense (Scarborough, 2016); ha afirmado, por otro lado, que el muro fronterizo México-

Estados Unidos es absolutamente necesario (Green, 2017). El 31 de julio fue sucedido por Elaine

Duke, de la cual se obtiene que ha sido servidora pública en el área de seguridad nacional por una

larga trayectoria. Sin embargo, en octubre de 2017, Kirstjen Nielsen fue nominada ante el Senado

estadounidense para reemplazar a Duke.

Modelo de interacción gubernamental México-Estados Unidos en materia de


Migración

Se puede observar un profundo contraste con ambos gobiernos, siendo que México trata el tema

como un asunto de política y estadística, mientras que Estados Unidos tiene un frente mucho más

agresivo al considerarlo una cuestión de Seguridad Nacional.

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) tiene programas, políticas públicas, subsecretarías e

instituciones dedicadas a atender a migrantes Mexicanos, como el programa Paisano, Repatriación,

Instituto de Mexicanos en el Extranjero; también cuenta con una Subsecretaría de América del Norte
para entablar diálogos y atender asuntos diplomáticos. Así, los servicios consulares en México se

ofrecen por medio de la SRE, mientras que, en Estados Unidos, estos servicios los otorga el

Departamento de Estado a través del Buró de Asuntos Consulares. A la inversa, los asuntos de

inmigración los lleva México a través de la Secretaría de Gobierno, mientras que Estados Unidos lo

hace por medio de Seguridad Nacional.

Es de notar que, si bien México ha procurado mantener programas y políticas públicas que atiendan

a las personas migrantes que entran y salen de México y Estados Unidos, su vecino del norte cuenta

con una oficina de ombudsman en la materia que, no obstante, no menciona a México en sus últimos

reportes anuales.

Análisis de las instituciones involucradas en la relación México-Estados Unidos en


materia de Migración.
En 2010 se estableció la Declaración entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de

América para la Administración de la Frontera en el Siglo XXI, en la cual se trató “su interés común

en crear una frontera que promueva su competitividad económica y mejore la seguridad, a través del

desplazamiento seguro, legal, eficiente y ágil de bienes y personas”; entre los compromisos que

adquirieron en el marco de las RIG respecto a la Migración están:

- Programas enfocados en reducir el congestionamiento y las demoras de tráfico

transfronterizo, tanto de entrada y salida entre México y Estados Unidos, dando lugar a

fronteras eficientes y un mayor crecimiento económico, mejoramiento de la seguridad de las

comunidades y la calidad de vida, así como reducción de emisiones contaminantes

provenientes de vehículos en marcha;

- La creación, expansión o reconocimiento mutuo de programas de “viajero confiable”,

permitiendo que las autoridades encargadas del orden concentren sus esfuerzos donde más

se necesiten, a fin de detener los flujos ilícitos transfronterizos;

- Implementación de programas de escaneo, inspección y certificación previa de personas,

bienes y productos.

- Mejorar los mecanismos de repatriación través del intercambio de información y cooperación

bilateral cercana, con especial atención a personas vulnerables tales como menores no

acompañados, mujeres embarazadas, enfermos y ancianos;


- Desarrollo de estrategias complementarias de administración de riesgos enfocadas en

separar personas de alto y bajo riesgo, incluyendo procedimientos específicos para la

repatriación de individuos con antecedentes penales;

Además, se creó el Comité Ejecutivo Bilateral que sesionó desde entonces hasta diciembre de 2014,

sin contar con algún subcomité enfocado en migración sino uno de “Flujos Seguros” que incluye

mercancías y personas.

En cuanto a acuerdos bilaterales, se han consolidado cuatro a través de la historia:

Entendimiento que Amplía el Marco Consular 07/08/1989


Bilateral en materia de Protección y Migración,
México - Estados Unidos de América
Acuerdo sobre Documentación Migratoria a No 29/05/1974
Inmigrantes entre los Gobiernos de los Estados
Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de
América.
Acuerdo sobre la Aplicación de la Leyes del Seguro 27/03/1968
Social de los Estados Unidos de América sobre el
Pago de Beneficios a Causahabientes con Domicilio
en el Extranjero
Acuerdo sobre Documentación Migratoria a No 28/10/1953
Inmigrantes entre los Gobiernos de los Estados
Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América

No obstante, ninguno se ha presentado en la década actual, y a pesar de que se encuentran

implementados diversos programas bilaterales como Mujeres Migrantes, SENTRI y Global Entry,

etcétera, es de notar que en esencia no existe la fuerte relación intergubernamental en materia de

migración que se esperarían de dos naciones con tanto territorio fronterizo en común; sino que se

limita a diálogos y negociaciones de alto mando tales como visitas presidenciales o de gobernadores,

cancilleres y otros miembros que, a la vez, no han sido del todo fructíferos. Esto es así, dada la

postura inamovible del vecino del norte bajo la presidencia de Donald J. Trump, que involucra, entre

otros, i) la renegociación del Tratado de Libre Comercio bajo la premisa de que se abusa de Estados

Unidos; ii) obligar a México a pagar por un muro en la frontera norte; iii) la implementación de órdenes

ejecutivas que ponen en detrimento el estatus legal de miles de inmigrantes mexicanos en Estados

Unidos tales como la terminación de La Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por

sus siglas en inglés). Lo que pone en una situación precaria a las RIGs entre las dos naciones
americanas, toda vez que la política de cooperación ha desaparecido a través de las actitudes,

antecedentes y discurso llevado por Estados Unidos; México ha expresado en múltiples ocasiones

sus lamentos y oposiciones a las decisiones que Estados Unidos, en la era de Trump, ha realizado

unilateralmente (es decir, sin tomarle en cuenta mediante un diálogo previo bilateral con México),

siendo el caso del Embajador Ruiz Cabañas, quien indicó frente al Consejo General de la ONU el

rechazo de México a la promulgación de leyes y políticas que criminalizan, persiguen o estigmatizan

a los migrantes mexicanos (Secretaría de Relaciones Exteriores, 2017), además de la emisión del

Comunicado No. 338 en el que el Gobierno de México expone el valor de los jóvenes DACA par la

sociedad estadounidense y exhortándolos a encontrar pronto una solución permanente que les

brinde certidumbre jurídica; o bien, el Comunicado No. 251 de junio de 2017, en el que presentó una

declaración jurada en apoyo a la solicitud de suspensión de la entrada en vigor de la Ley SB4 que

criminaliza el fenómeno migratorio y legitimiza prácticas de discriminación racial.

En el mismo mes, ocurrió la LIII Reunión Interparlamentaria México-Estados Unidos, en cumplimiento

con lo acordado el día 5 de junio de 2017, en la Ciudad de México, en el que reconocieron la

importancia de la relación bilateral entre nuestros países, y de los estrechos vínculos históricos,

económicos y culturales consolidados durante los 192 años de relación, la interdependencia

económica, política y social entre ambos, la necesidad de una agenda integral, amplia y renovada

que siente las bases para el desarrollo sostenible de la región. Sobre la migración, declararon su

compromiso para generar mecanismos conjuntos que permitan gestionar, de manera ordenada,

protegiendo el patrimonio de los individuos y con pleno respeto a los Derechos Humanos, la creciente

ola de flujos migratorios y de desplazados, originada por factores múltiples, como la inestabilidad

política, la creciente desigualdad económica, la escasez de recursos naturales, entre otros, haciendo

énfasis en el respeto mutuo y a los Derechos Humanos.

Así, podemos analizar comparativamente los trámites para una residencia permanente tanto en

México como en Estados Unidos. México no solicita visa a ciudadanos estadounidenses para

internarse en territorio mexicano; para la residencia permanente el solicitante deberá demostrar

alguno de los siguientes supuestos: a) tiene vínculo familiar con mexicano o residente permanente

en México; b) es pensionado o jubilado con ingresos suficientes; c) asilo político o; d) por contar con
residencia temporal de 4 años y desea cambiar a residencia permanente. Se resuelve en máximo 5

días hábiles según el Reglamento de la Ley de Migración Mexicana, tiene un costo de $36 dólares

estadounidenses. Deberá tramitar su tarjeta de residencia.

Por su parte, Estados Unidos tiene un riguroso y largo sistema que incluye lo siguiente: i) petición

con aval estadounidense con vínculo familiar, residente permanente con vínculo familiar o empleador

con las formas correspondientes y ser sometido a aprobación o rechazo; ii) Si se aprueba, se tendrá

que elegir a un agente, solicitándolo con una forma en específico y tardándose alrededor de tres

semanas en ser designado alguno; iii) habrá que pagar derechos que, no obstante, no están

disponibles para consulta en los sitios oficiales de migración; iv) se le pedirá documentación que

acredite los vínculos anteriores, identidad, ingresos, pagos de derechos y al rendirlos habrá que

esperar 11 semanas para la resolución; v) de ser aprobado, pasará a una entrevista donde pedirán

exámenes médicos, y documentos de identidad, estado civil, adopciones, hijos, etcétera (cabe

señalar que esta entrevista es altamente estresante y obliga a la participación de todos los miembros

de la familia posible del aplicante); vi) si obtiene la aprobación de la entrevista, se le indicarán

diferentes tiempos e instrucciones según el caso para poder entrar a los Estados Unidos.

Como es evidente, el procedimiento expedito y sencillo sólo corre por cuenta de México.

Propuesta de alternativas para mejorar relación intergubernamental.


Es necesario aprovechar los canales previamente implementados para la frontera en común ahora

con un enfoque más humanitario conforme a la Declaración binacional de 2010; es decir, es

necesario utilizar la Comisión Internacional de Límites y Aguas así como reanudar las sesiones del

Comité Ejecutivo Binacional, y también utilizar al Grupo Binacional México-Estados Unidos De

Cruces Y Puentes Internacionales que incluye a todos los estados fronterizos y las respectivas

Oficinas y Secretarías de ambos países, como receptáculo para el fortalecimiento de las RIGs en

materia migratoria por encima de la materia fronteriza en el sentido comercial y de mero tránsito, es

decir, poniendo en primer lugar los derechos y la vida de las personas migrantes como símbolo de

unidad, vínculo y amistad entre ambas naciones. Al mismo tiempo, se necesita una Comisión

Binacional más fuerte que preste atención a los ciudadanos de ambos países, incorporando

activamente a sus inmigrantes por vías sencillas y expeditas pero que permitan un monitoreo
constante para la prevención del delito y las repatriaciones (Escobar Latapí, Lowell, & Martin, 2013).

Sin embargo, considerando la creciente xenofobia en el corazón mismo del gobierno estadounidense,

es imperativo que México concentre sus esfuerzos en no desatar políticas agresivas que serán

respondidas con ira y rencor por parte de Estados Unidos, pues sólo agravaría una situación que

legitimaría aún más las políticas migratorias restrictivas y excluyentes.

Finalmente, una alternativa a negociar o discutir con el Gobierno Federal, sería útil afianzar la

amistad con ciudades en concreto por medio de eventos y programas que reconozcan la cultura

compartida; así mismo, mejorar las relaciones comerciales con estados fronterizos permitirá por

añadidura una mayor apertura a políticas migratorias incluyentes, en un contexto de agenda

migratoria bilateral.

Bibliografía

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Reglamento de la Ley de Migración

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