Você está na página 1de 6

Análisis de la película: LOS CHICOS DEL CORO

“Los Chicos del Coro” es una película Francesa, dirigida por


Christophe Barratier. La trama transcurre en un pequeño pueblito de
Francia, en un internado de chicos con problemas, cuyas edades
oscilan entre los 6 y los 15 ó 17 años. Son niños y adolescentes, en su
mayoría huérfanos, que han perdido a sus padres y familiares muertos
en la guerra o luchando contra la pobreza. Es la época de la
posguerra, una época de tristeza y pobreza extremas en la que los
adultos están tratando de reconstruir sus vidas, en medio del dolor, en
un país devastado, y no saben cómo hacerlo. En todos los órdenes la
educación pasó a un segundo plano y además había otras prioridades
a ser evacuadas.
Los niños quedan como abandonados, relegados, librados a su suerte.
Los mayores son conscientes pero se sienten débiles, sin fuerzas.
Tampoco quieren que los niños los vean tan vencidos, de allí que no
hay casi padres, o parientes que se acerquen a visitar a los
internados.
Estos niños y adolescentes, carentes de apoyo y amor familiar llegan
con problemas de conducta y dificultades para relacionarse. En este
lugar ellos deben encontrar su lugar en la vida, reformarse y educarse
como para ser útiles a la sociedad y a sí mismos. Para los familiares y
las autoridades del internado no parecen que esto sea posible, tal vez
por eso, el lugar se llama “Fond de l’étang”, cuya traducción literal
sería “Fondo del Estanque”, o sea lo peor de lo peor, los que allí llegan
no tienen un futuro, ya están hundidos.
Tal vez, teniendo eso en mente, el director del lugar, el señor Rachin,
no busca formarlos sino hacerlos dóciles y obedientes. Es una
persona déspota y autoritaria que ha instituido la ley de Acción-
Reacción que implica que para cada acción del niño, la única
respuesta es una reacción violenta tendiente a evitar toda posibilidad
de libre expresión o discusión. Tanto él como el personal del Instituto
responden inmediatamente con castigos físicos, encierros o tareas,
que les impiden a veces la concurrencia a clases.
El Director, los profesores, el resto del personal y los alumnos
desarrollaron maneras de comportarse absolutamente estereotipadas,
sin dar lugar a cambios de ningún tipo.
Es en este orden de cosas, que llega a la escuela un nuevo maestro,
Clément Mathieu, que se encuentra con este cuadro y no pudiendo
soportar estos castigos tan duros decide cambiar algo las reglas, sin
por eso dejar de castigar al trasgresor con alguna tarea, pero
principalmente haciéndolo responsable de sus acciones, suavizando
así considerablemente las tensiones que se vivían en la escuela.
Comienza en su propia aula, con sus alumnos, esperando que pronto
se pueda aplicar en toda la escuela un orden más justo y creativo.
Una noche, el maestro sorprende al grupo antes de dormir, cantando
unas coplas recién hilvanadas, criticándolo graciosamente, y él se une
al canto repitiendo exactamente la letra como los chicos y luego los
manda a dormir y él se retira.
Al día siguiente les propone formar de un coro. Los chicos aceptan con
expectativas crecientes, tienen algo nuevo para hacer, aprenden y se
perfeccionan en un clima agradable y pronto ven que también el resto
del instituto se va contagiando e interviniendo de distintas maneras.
Tienen expectativas, ven la vida de diferente manera, se sienten más
unidos e integrados, tienen una tarea.
En este aprendizaje se ve cómo se van adaptando a la realidad en
forma activa, cómo poco a poco van venciendo los obstáculos de lo
desconocido y afrontan los miedos básicos con una actitud positiva.
En el grupo se va logrando la afiliación poco a poco, logran integrarse
y se van afirmando la pertenencia al coro de los chicos y la
planificación por parte del prefecto Mathieu. El coro va tomando forma
y los chicos cooperan contribuyendo en la tarea grupal y surge la
pertinencia al centrarse en el grupo en la tarea prescripta. Los chicos
se escuchan se observan en todo momento para poder lograr cantar
correctamente, lograr el coro, se ayudan y se relacionan en forma
positiva. Tienen que saber cuándo debe cantar cada uno de acuerdo
con su voz, y cuando cantan a coro deben prestar atención al otro,
escucharse para poder entrar en el momento que corresponda y no
desentonar. Esto va creando entre ellos una telé muy positiva entre
ellos.
Desde el momento en que Mathieu llega al internado vemos que el
director se ha erigido él mismo en el líder déspota, autocrático, que
quiere imponer el orden y que no permite que ni alumnos, ni cuerpo
docente se muevan de ese lugar, que no permite cambios, no se
puede hacer una apropiación activa de la realidad. Al nuevo prefecto,
podríamos situarlo en el lugar de un líder positivo, democrático,
creando bienestar, define y organiza la acción del grupo para que
pueda realizarse la tarea grupal y para lograr el objetivo, promueve el
protagonismo del grupo. Cuando decide formar el coro hace que cada
niño cante alguna estrofa conocida y los va colocando en las distintas
posiciones, de acuerdo al tono: barítono, contraalto, etc., hasta un
ayudante (un niño llamado Corbin que desentonaba terriblemente) y
un atril (el más pequeñín del grupo, Pépinot). Nadie se siente
discriminado en esta división, porque todos comprenden que debe
haber una distribución de roles y todos y cada uno son necesarios y
hacen al todo.
Se empiezan a distinguir los diferentes roles individuales. Por ejemplo
Maxence, el jardinero, vidriero, enfermero y hasta vidriero tiene un rol
de mediador, quiere proteger a los niños, él piensa que los niños son
difíciles porque no se les ha dado la oportunidad. Cuando llega el
nuevo prefecto hay un grupito que siempre tenía a su cargo el rol de
saboteador como Morhange, Corbin y Le Querrec. Más tarde asumen
otros roles. Por ejemplo Morhange se convierte en un gran líder
cuando pasa a ser el solista del coro, por su talento: en varias
oportunidades se convierte en portavoz de acontecimientos que van a
producir cambios en el grupo y en el internado. Hay una parte, muy
graciosa, en que él se ve como agente de la resistencia al cambio. Él,
Morhange, por comentarios del nuevo alumno Pascal Mondain, no
confía en su maestro y por eso no quiere unirse al coro, y cuando ve
pasar al prefecto paseando y conversando con su madre en el patio le
tira un tintero con tinta.
El rol de chivo emisario es decididamente el de Mondain quien carga
con la culpa de todo lo malo que sucede en el internado, motivo por el
cual es castigado cruelmente por el director en cada ocasión. En
general él parece tener un rol dominador, agresivo, que piensa sólo en
satisfacer sus necesidades y siempre está enfrentado al director pese
a los castigos y al encierro. Es como va alternando ambos roles.
Lo que propone Mathieu es todo un trabajo que le demanda también a
él un aprendizaje para apropiarse de la realidad y adaptarse. Se nota
que en él despiertan las ansiedades básicas que señala Pichón , que
son el miedo a la pérdida y el miedo al ataque, y no se siente del todo
preparado,tiene miedo a fracasar, por lo que la ansiedad le crea una
cierta resistencia al cambio que debe vencer por el bien de los niños
que lo necesitan. No le gustan los métodos de Rachin, y lo enfrenta sin
llegar a la confrontación, le propone el coro a cambio de mantener el
orden, porque como él le dice a Rachin, el director, los alumnos al
estar ocupados con el coro no tendrán tiempo para llevar a cabo
ningún tipo de travesuras.

Para desarrollar en otro trabajo:


Morhange, resistencia al cambio que se ve en todos, por una conducta
antisocial, con dificultades en la comunicación .
Mondain: Saboteador (era el barítono), aprendizaje, chivo expiatorio.
Por el aprendizaje, pasaron por la experiencia, lo que les ha permitido
apropiarse de aspectos que mejoraron sus vidas y por medio del
proyecto y de la tarea grupal conocieron la importancia de pertenecer.
Resuelven ansiedades y pueden adaptarse activamente a la realidad,
tienen proyectos, son creativos.
O sea, en su proceso de socialización, transitan el camino del
aprendizaje que les permite desarrollar su propia subjetividad y
trabajar a través de proceso de identificaciones, con estructuras
vinculares.
Subjetividad que tiene una interrelación con el mundo interno y
externo.
Pertenecer. Hacer explícito lo implícito, Necesidad, objetivo, tarea,
mutua representación interna, vínculos, roles.
CONCLUSIÓN

Yo definiría su método pedagógico como dar una de cal y otra de


arena siempre, eso sí, con un control de la situación. Mediante sus
acciones, sus gestos, movimientos... muestra su propia forma de vivir
y una clara pedagogía de la vida, la cual les ha sido negada a los
chavales, puesto que, para ellos no hay nada más detrás de los muros
del internado (precisamente porque no se les ha mostrado). Musical:
Siento ocupar espacio con un breve análisis pedagógico sobre el
papel de la música en esta película, que, a la vista está, se toma este
recurso como un simple gancho y novedad para los chicos. Para mí es
el desencadenante de emociones. La voz es un instrumento como lo
puede ser otro cualquiera, y como instrumento musical que es, se
debe considerar como una prolongación de nuestro cuerpo. Música es
la expresión de los sentimientos. Con esto no quiero caer en
comentarios melosos, sino intentar explicar el papel de la música en
esta película. El señor Mathieu vuelve a escribir música. Está claro
que no se presenta en la película una correcta pedagogía musical a la
hora de formar un conjunto vocal. Pero sí recurre a ello para ayudar a
los chavales a trasmitir sus valores a través de la música. Esos valores
y buenas intenciones que afloran a través de las notas musicales y,
que con palabras no se pueden decir. Letras de las canciones: He
considerado interesante traducir las letras de las dos canciones
principales de la película compuestas, en teoría, por el señor Mathieu
y que tienen un significado y contenido. Aunque los chicos a la hora de
la verdad, están cantando y repitiendo como loros la canción, algo se
les queda de la letra de esta, y eso es un recurso más que el señor
Mathieu utiliza a la hora de educar a estos chavales.

De una manera sencilla, sin aspavientos ni pretensiones, Christophe


Barratier plasma un modelo de educación, (que ni siquiera aún se lleva
a cabo en la actualidad) en la Francia de 1949 en un periodo de
posguerra, donde las ideas no están asentadas y hay más miedo que
autoridad, donde el instinto de supervivencia se agudiza más, tanto en
niños como adultos. ¿Será posible que en pleno siglo XXI nos tengan
que recordar el verdadero comportamiento y valoración a la hora de
educar? ¿qué nos recuerden valores que en teoría deberían estar más
que comprendidos y llevados a la práctica? Por lo visto, la educación
sigue siendo un foco de debilidad sometido a una inestabilidad
aplastante, tanto para los educadores como para los alumnos.

Você também pode gostar