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Esquizofrenia e imperialismo en Rubén Darío Rick Mc Callister

Esquizofrenia e imperialismo en Rubén Darío


Rick Mc Callister

En la obra de Rubén Darío vemos una cierta contradicción en cuanto al


imperialismo. Al poeta le fascinan los frutos del colonialismo –sean de lo
imaginario: los palacios y las estatuas de mármol, las marquesas verlenianas,
todas las diversiones de la mitología grecorromana le tentaban; o lo material, de
acuerdo a la tradición parnasiana su poesía muchas veces sirve de vitrina de
bisutería o de bazar de lo exquisito, botín de la empresa europea de conquista
mundial. Como admite en “Preludio,” fue encandilado por el patrimonio occidental,
lo que identificaba con “sangre latina” en “El triunfo de Calibán,” donde acudía a
los franceses y los italianos al lado de los hispanos. Sergio Ramírez adscribe esta
contradicción a una mulatez cultural, cuya existencia el poeta prefiere ignorar
(Ramírez).
¿Y la causa de su definitiva conversión anti-imperialista? La derrota de España a
manos de los bárbaros, “esos búfalos de dientes de plata” que “[c]olorados,
pesados, groseros, van por sus calles empujándose y rozándose animalmente, a
la caza del dollar” (1998). Claro que Darío nunca apoyó la violencia del
imperialismo –su gran oda “Tutecotzimí” (1891) nos enseñó su afán por la paz y la
riqueza ganada por el trabajo honrado. Pero detrás de todo imperio hay un Tekij.
Parte de su preocupación, por ende, está arraigada en la sustitución de un imperio
por otro. Como herederos del patrimonio español, los hispanoamericanos están
ligados al Occidente por la cultura e historia de España. Vemos su adhesión a este
hilo delgado en el poema “Al Rey Óscar” donde el grito de “Vive l‟Espagne” por el
monarca sueco lleva a un bautismo en la fuente cultural hispánica.
En un mundo patas-arriba, donde el poeta que antes se creía heredero de la
estirpe de los caballeros andantes del Medioevo se encuentra potencialmente al
otro lado del rifle, seguramente Darío, quien según Miguel de Unamuno tenía
“ceñida la cabeza de raras plumas”, y según Gastón Baquero fue tildado de “negro
mulato” (Ramírez), tuvo que tomar una larga mirada en el espejo.
Negro, mulato, indio. Todo venía a representar una condición exótica, una manera
diferente, caprichosa, de ver el mundo, resultado de una naturaleza atávica.
Mulato de oído sedoso, afelpado e imitativo como el de muchos negros de
América, dice de Rubén Darío el poeta andaluz Salvador Rueda (Ramírez).
Pero Darío, (aunque)... [c]oincide con Rueda en atribuir a los negros el don de la
imitación como uno de sus defectos, ... está lejos de reconocer cualquier identidad
con ellos. ... (Ramírez).

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Los sucesos en Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Panamá, sin embargo, le


enseñarían a mirar con un poco más de esmero el otro lado de su mulatez (ver a
Ramírez).
Con la victoria norteamericana sobre España, los hispanos se convirtieron de
conquistadores en presa para el nuevo imperio. Ya no fueron vistos como
europeos en el nuevo mundo sino como cualquier otro pueblo atrasado –de
acuerdo al apotegma napoleónico que Africa empieza en los Pirineos, sólo eran
dignos para ser explotados. Esto lo vemos muy bien en un discurso atribuido por
James F. Rusling al presidente William Mc Kinley, quien empezó la guerra contra
España:
“The truth is I didn't want the Philippines, and when they came to us as a gift from
the gods, I did not know what to do with them ... I sought counsel from all sides -
Democrats as well as Republicans- but got little help. I thought first we would take
only Manila; then Luzon; then other islands, perhaps, also. I walked the floor of the
White House night after night until midnight; and I am not ashamed to tell you,
gentlemen, that I went down on my knees and prayed Almighty God for light and
guidance more than one night. And one night late it came to me this way -I don't
know how it was, but it came: (1) That we could not give them back to Spain -that
would be cowardly and dishonorable; (2) that we could not turn them over to
France or Germany -our commercial rivals in the Orient- that would be bad
business and discreditable; (3) that we could not leave them to themselves -they
were unfit for self-government- and they would soon have anarchy and misrule
over there worse than Spain's was; and (4) that there was nothing left for us to do
but to take them all, and to educate the Filipinos, and uplift and civilize and
Christianize them, and by God's grace do the very best we could by them, as our
fellow men for whom Christ also died. And then I went to bed and went to sleep
and slept soundly”. [“Mc Kinley.” Wikipedia]
Cuya versión en español es: “La verdad es que no quería las Filipinas, y cuando
nos cayeron como una dádiva de los dioses, no sabía qué hacer... Busqué consejo
por todos lados –de demócratas como republicanos— pero no encontré verdadera
ayuda. Pensé, al principio que sólo tomaríamos Manila, después Luzón, después
otras islas también quizás. Me pasee sin dormir por la Casa Blanca noche tras
noche hasta la medianoche; y no me avergüenzo de decírselo, señores, que me
hinqué de rodillas y recé a Dios Todopoderoso por luz y consejo más de una
noche. Y una noche me llegó la respuesta –no sé cómo, pero llegó: (1) Que no
podríamos devolverlas a España –que esto sería cobarde y deshonorable; (2) que
no las podríamos entregar a Francia o Alemania –nuestros rivales comerciales en
el Oriente-- que esto sería un negocio mal hecho y desacreditable; (3) que no las
podríamos abandonar –que eran incapaces de gobernarse por sí mismos— y que

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sufrirían una anarquía y mal gobierno peor de lo que tenían bajo España ; y (4)
que lo único que pudimos hacer fue tomar las (islas), y educar a los filipinos,
levantarlos y civilizarlos y cristianizarlos y, por la gracia de Dios, hacer lo mejor
que pudimos por ellos, como hombres por quienes también murió Cristo. Y
entonces me acosté y me dormí profundamente”.
Claro que las Filipinas no forman parte de Hispanoamérica, pero desde la
perspectiva estadounidense había poca diferencia –como ex-colonia de España
poblada por católicos, en su mayoría gente de color, formaban una raza destinada
a ser conquistada. El mensaje de Mc Kinley fue seguido por las vociferaciones aun
más estridentes de su sucesor, el Coronel Theodore Roosevelt, quien ofreció los
siguientes apotegmas en cuanto a los que vio como inferiores:
“The settler and pioneer have at bottom had justice on their side; this great
continent could not have been kept as nothing but a game preserve for squalid
savages”.
El colono y el pionero al fondo tienen la justicia como su fundamento; no se pudo
guardar este continente como nada más que un coto de cacería para salvajes
escuálidos.
The most ultimately righteous of all wars is a war with savages.
Últimamente, la guerra más recta de todas es una guerra contra los salvajes.
“American and Indian, Boer and Zulú, Cossack and Tartar, New Zealander and
Maorí, — in each case the victor, horrible though many of his deeds are, has laid
deep the foundations for the future greatness of a mighty people”.
Norteamericano e indio, bóer y zulú, cosaco y tártaro, neozelandés y maorí –en
cada caso el victorioso, no importa lo horribles que fueron sus hazañas, dejó las
fundaciones para la grandeza de un pueblo poderoso.
“. . . [I]t is of incalculable importance that America, Australia, and Siberia should
pass out of the hands of their red, black, and yellow aboriginal owners, and
become the heritage of the dominant world races"
“. . . [E]s de importancia incalculable que América, Australia y Siberia pasen de las
manos de sus dueños aborígenes de color rojo, negro y amarillo, y se conviertan
en el patrimonio de las razas dominantes del mundo”.
“Civilized man can only keep the peace by subduing his barbarian neighbor”.
El hombre civilizado sólo puede mantener la paz al someter a su vecino bárbaro.
“Their life was only a few degrees less meaningless, squalid and ferocious than
that of wild animals." (Justifying his role in slaughtering Indians in South Dakota.)
(Al justificar la matanza de los indígenas en Dakota del Sur) Su vida era apenas
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menos importante, escuálida y feroz que la de las fieras.


“No triumph of peace is as great as the supreme triumphs of war”.
Ningún triunfo de la paz es tan grande como los supremos triunfos de la guerra.
Speak softly and carry a big stick, and you will go far.
Hable suavemente y lleve un gran garrote e irá lejos. [“Roosevelt.” Wikipedia]
Frente a semejantes expresiones por parte de los primeros mandatarios
estadounidenses, junto con otras anexiones territoriales, Darío reaccionó con “El
triunfo de Calibán.” Frente a la variedad de reacciones en Latinoamérica ante la
Guerra del „98, Darío buscó la solidaridad bajo la tutela de Ariel. Sus nociones de
arielismo, sin embargo, no tuvieron la misma resonancia en Sudamérica –donde
las garras del imperialismo norteamericano no llegaron hasta mucho después.
Para José Enrique Rodó, Ariel representaba, más bien, un modelo para la
oligarquía frente a las huestes de migrantes de ultramar, el creciente proletariado,
el positivismo y demandas para la democratización de la sociedad (ver a López).
Fue esencialmente un llamado para mantener el status quo mediante un bloqueo
ideológico contra los Estados Unidos, un alejamiento hacia el pasado (ver a
Rodríguez Monegal) para prevenir una situación nomadológica que derrocaría un
sistema arraigado en el propósito de las jerarquías sociales. Por crear dos
posiciones polarizantes, una paranoica y aristocrática, la otra esquizofrénica y
democrática, Rodó no dejó campo para la inmensa mayoría de
hispanoamericanos. En vez de modelos, sólo nos quedamos con antimodelos
distópicos (ver a Vélez Román). El alternativo, el calibanismo, propuesto por
Roberto Fernández Retamar, viene de una contralectura de Shakespeare y
destaca las cualidades democráticas de Calibán al ignorar sus cualidades
cruentes –es una inversión cultural que sugiere cultural humillación –un complejo
internalizado de inferioridad cultural ligado con el anti-intelectualismo (“Cultural
Cringe”). El riesgo de la inversión cultural es que puede caer en la manipulación, el
micro-fascismo de la paranoia deleuziana en que uno se convierte en lo que odia –
ya que deja intacto la confrontación binaria (“Inversion in Postcolonial Theory”; ver
a Alliez).
Ya que una mera yuxtaposición de oposiciones entre las relaciones de opresor y
oprimido no llega a la libertad, Darío escapó de la inversión cultural al hacer una
redefinición de la cultura del imperialismo en “A Roosevelt” que ha perdurado
hasta el presente como el retrato del colonizador por excelencia. En su visión del
pueblo hispanoamericano, Darío rechazó el darwinismo social inherente en la
visión capitalista de Roosevelt tanto como en el republicanismo patricio de Rodó.
El éxito del poema se logró por la reescritura del imperio por parte del oprimido,
por bautizarle al opresor, por robarle las herramientas del amo y vencerlo de

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acuerdo a sus propias reglas.


Temáticamente, “A Roosevelt” es una oda pan-hispánica que se aleja de los
excesos del esteticismo europeizante y va directamente al grano. A pesar de que
desde “Tutecotzimí,” Darío habló de la necesidad de buen gobierno, su poesía
carece del aporte estadista (ver a Beasley-Murray). De ahí su apelación al pueblo
en el prólogo de Cantos de vida y esperanza:
“Si en estos cantos hay política, es porque aparece universal. Y si encontráis
versos a un presidente, es porque son un clamor continental. Mañana podremos
ser yanquis (y es lo más probable); de todas maneras, mi protesta queda escrita
sobre las alas de los inmaculados cisnes, tan ilustres como Júpiter.
.... .... .... ....
Hago esta advertencia porque la forma es lo que primeramente toca a las
muchedumbres. Yo no soy un poeta para las muchedumbres. Pero sé que
indefectiblemente tengo que ir a ellas”.
Su tendencia popular se refuerza por el uso del romance, el verso octosilábico
favorecido por las masas. Por su métrica, el romance es una de las formas que
más se asemeja al ritmo de la lengua hablada. La constante repetición de la /o/
acentuada resuena como una letanía de negación, un ¡No! enfático, de manera
que el conjunto de versos sirve como una serie de cargos dictados por un fiscal.
Nicaragua no verá versos de este género de nuevo hasta la poesía objetivista de
Ernesto Cardenal.
Es un poema que deja la liga tenue con Europa para enfatizar lo hispánico –
indígena como español: Cuauhtémoc, el Inca y Nezahualcóyotl se juntan a Colón
para defender “la América ingenua que tiene sangre indígena.” Aquí sí vemos la
mulatez cultural en toda su gloria. Recuerda las raíces clásicas de su cultura por
ambos lados del Atlántico hasta Atlantis, cuya historia fue narrada por Platón en
Timeo y Critias; cuyo legajo, los Pilares de Hércules guiaron las naves al oeste. El
énfasis en una cultura arraigada en los tiempos clásicos importa en la medida que
se ha enfrentado a otros tiranos-conquistadores en la historia: a Nemrod,
Alejandro Magno, Nabucodonosor –cuyos imperios eran efímeros. Se ha
destronado a los dioses falsos –a Hércules y a Mammón, ambos enterrados en el
olvido mientras el cristianismo vive. El título de “profesor de energía” acordado a
Roosevelt recuerda la futilidad de los sacerdotes de Ba‟al. Aquí no hay princesas
de ojos azules ni castillos ni joyas sino la riqueza cultural de un macro-continente
dirigida contra la oquedad nomadológica del deseo, contra el hambre de la
avaricia.
Roosevelt, el gran Cazador, se reduce, como una ciega fuerza de la naturaleza, a
la boca insaciable del cañón de rifle. Sólo entiende la destrucción. Confunde la

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muerte con el destino:


Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción;
que en donde pones la bala
el porvenir pones.
Es una máquina de guerra en el sentido deleuziano en que no conoce límites. De
este modo, es el enemigo de la religión –del latín re-ligō, i.e. “re-atar”, el proceso
de formar un pueblo concientizado dentro de los límites de la Ley; tanto como de
la cultura –del latín cultus “algo cultivado (dentro de los límites de la huerta)”
(Wiktionary). Ambos términos están profundamente arraigados con la civilización y
se puede decir que sin una ideología común y una praxis productiva no hay
civilización. Roosevelt, el Cazador, por su parte, es una figura desterritorializadora
que amenaza con arrasar todo. Es un ser deshumanizado –a cambio de los
hispanoamericanos que ejercen los sentidos al ver, oler, palpar, saber, amar: “vive
de luz, de fuego, de perfume, de amor.” Como ser unidimensional, tan
nomadológico que sólo opera a largo del eje horizontal, privilegia el espacio sobre
el tiempo hasta sólo pensar en el presente. Como los demonios de Xibalbá, el
Cazador quiere matar el tiempo para congelar su régimen de conquista –distinto a
la América Latina que “sueña. Y ama y vibra y es la hija del Sol.” Los sueños y el
amor, como requieren una noción del futuro y la esperanza, forman una defensa
contra el estancamiento del tiempo. La carrera del sol marca el pasar del tiempo.
Frente a las sensibilidades humanistas de Darío, Roosevelt ofrecía los amargos
medicamentos de la eugenética y el darwinismo social.
Roosevelt, como un Cazador unidimensional, se enfrenta a una naturaleza repleta
de inmensa variedad de especies (Beasley-Murray). Darío nos presenta la gran
diversidad de las Américas:
. . . las vértebras enormes de los Andes
. . . el argentino sol
y la estrella chilena se levanta . . .
Nos habla de “la América fragante”, de “esa América / que tiembla de huracanes y
vive de amor.” Es una América vista desde una perspectiva romanticista –y no se
olvide que el modernismo fue nada más ni menos que un romanticismo tardío--
frente a una modernidad que quiso imponer el dominio del hombre sobre la
creación sin pensar en las consecuencias. Aunque asesina a tigres en la India,
aquí “Hay mil cachorros sueltos del León Español.” No respeta la palabra de la
razón: “Te opones a Tolstoy” –el escritor ruso y profeta contemporáneo de la paz;
sólo “. . . voz de la Biblia o verso de Walt Whitman” podría llegar a los oídos del
Cazador. Pero al final de todo, el Señor de la Creación, “Dios mismo, / el Riflero
terrible y el fuerte Cazador” está listo para ponerlo en su lugar.

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Roosevelt, a pesar de ser Cazador, tiene otras facetas:


Primitivo y moderno, sencillo y complicado
Con un algo de Washington y cuatro de Nemrod
.... .... .... ....
Eres culto, eres hábil . . .
El hecho de que tiene un 20% de Washington nos dice que es un hombre
redimible, que no está exento de la salvación. De hecho, en “Dilucidaciones”,
Darío nos expresa su sensación de sorpresa ante su némesis:
“El mayor elogio hecho recientemente a la Poesía y a los poetas ha sido
expresado en la lengua «anglosajona» por un hombre insospechable de
extraordinarias complacencias con las nueve Musas. Un yanqui. Se trata de
Teodoro Roosevelt.
Ese Presidente de República juzga a los armoniosos portaliras con mucha mejor
voluntad que el filósofo Platón. No solamente les corona de rosas; mas sostiene
su utilidad para el Estado y pide para ellos la pública estimación y el
reconocimiento nacional. Por esto comprenderéis que el terrible cazador es un
varón sensato”. (“Dilucidaciones.” El canto errante).
Es importante enfatizar que Darío nunca fue anti-norteamericano –su “Salutación
al águila” claramente demuestra que era amigo del país de Walt Whitman –
campeón del anti-imperialismo y de la hermandad (ver a Raab). Pedía respeto e
igualdad para Hispanoamérica:
“Águila, existe el cóndor. Es tu hermano en las grandes alturas.
Los Andes le conocen y saben que, cual tú, mira al Sol”.
.... .... .... ....
Puedan ambos juntarse en plenitud de concordia y esfuerzo.
Le pide a los Estados Unidos que siempre actúe con la sabiduría y las
aspiraciones espirituales del águila, que vuele “¡Adelante, siempre adelante!” con
una palma de gloria, del color de la inmensa esperanza y en tu pico la oliva de una
vasta y fecunda paz.
Ya que simpatizaba con la Norteamérica de Walt Whitman, no indica para nada
que cambió de parecer en cuanto al imperialismo. En la “Epístola a la Señora de
Lugones,” de 1907, aclararía que en la misma “Salutación al Águila”:
“panamericanicé / con un vago temor y con muy poca fe” (Arellano).
La obra anti-imperialista de Darío enfatiza la naturaleza multiétnica de
Hispanoamérica en una época cuando las élites de Europa y los Estados Unidos
exponía la propaganda seudo-científica y racista de Arthur de Gobineau, Francis

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Galton y otros que proclamaban que los europeos eran die Herrenvolk; una raza
maestra genéticamente perfeccionados para regir el mundo. Cuando en Europa y
Estados Unidos, la única historia difundida era la occidental, Darío hablaba de
Tutecotzimí, Nezahualcóyotl, Cuahtémoc, Caupolicán y los incas. Su mejor poesía
lleva hacia un encuentro consigo mismo, con su propio continente, con sus propias
raíces (Quesada Monge).
Y si alguien duda de la eficaz poesía anti-imperialista de Darío –que lea el artículo
propagandístico de Robin Navarro Montgomery, producido para las fuerzas
armadas de EEUU durante los años 80, el que denuncia a Darío por haberles
inspirado a Fidel y al Che, tanto como a los sandinistas y al FMLN.
"One of Darío’s works that provided a catharsis for Latin American intellectuals was
his ―Letanía de nuestro Señor Don Quixote.‖ [sic] In this classic poem, the master
Darío magically united Latin America with its Hispanic roots. Immersed in the
trappings of Miguel de Cervantes’s immortal character, Don Quixote, Latin
Americans could take an apocalyptic leap out of the haunting shadow of what was
for them a stale preoccupation with the stoicism inherent in objective analysis. With
such references to Don Quixote as ―one to whom classic glories were scarcely
from law and reason,‖ and with homage to the same Quixote who, "crowned with
the golden helmet of illusion no one has been able to conquer," Darío cast reason
in the classic Western mold to the backwaters of intellectual fashion in Latin
America while catalyzing a decided tilt toward subjective or intuitive analysis. In the
process, he augmented trends already apparent throughout Latin America which
would become evident in the works of such scholars as José Vasconcelos and
Octavio Paz of Mexico, Frantz Fanon from Martinique, and José Martí of Cuba.
[sic]
As it did during the Nicaraguan Revolution, Cuban radio propaganda continues to
lend encouragement to Central American revolutionaries through a heavy infusion
of poetry and song in praise of the noble guerrilla. Similarly, the Cuban media
continue to glorify the poet as harbinger of subjective truth . . . . Through his
preference for armed revolutionaries over objective vanguard forces, Castro has
projected an image reminiscent of Darío’s version of Don Quixote, thereby
identifying with the Hispanic ideal of freedom".
Una de las obras de Darío que produjo una catarsis para los intelectuales fue su
"Letanía de nuestro Señor Don Quixote." [sic] En este poema clásico, el maestro
Darío unió mágicamente Latinoamérica con sus raíces hispanas. Sumergido en el
ambiente del personaje inmortal de Miguel de Cervantes, don Quijote, los
latinoamericanos podrían hacer un salto apocalíptico desde la sombra fantasmal
de lo que era para ellos una preocupación estancada con el estoicismo inherente
en el análisis objetivista. Con tales referencias a don Quijote como uno “para quien

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clásicas glorias /serían apenas de ley y razón,” y con homenaje al mismo Quijote
que “coronado de áureo yelmo de ilusión; / que nadie ha podido vencer todavía,”
Darío echó la razón en el molde clásico occidental al abismo de la moda
intelectual mientras catalizaba una vocación entusiasta hacia el análisis sujetiva o
intuitiva. En el proceso, aumentó trayectorias ya evidentes a lo largo de
Latinoamérica las que serían evidentes en las obras de intelectuales como José
Vasconcelos y Octavio Paz de México, Frantz Fanon de Martinica, y José Martí de
Cuba. [sic –la “Letanía de nuestro señor don Quijote” fue escrito unos 13 años
después de la muerte de Martí.]
Al igual como durante la Revolución Nicaragüense, la propaganda radial cubana
sigue alentando a los revolucionarios centroamericanos a través de una infusión
pesada de poesía y canción en alabanza del noble guerrillero. De manera
semejante, los medios de comunicación cubanos siguen glorificándole al poeta
como el mensajero de la verdad sujetiva. . . . Por su preferencia al guerrillero
sobre la vanguardia objetiva, Castro ha proyectado una imagen reminiscente de la
versión dariana de don Quijote, de esta manera identificándose con el ideal
hispánico de la libertad.
Obviamente, el doctor Navarro Montgomery ignora por completo el propósito de
“La letanía al señor don Quijote.” Fue escrita para celebrar el aniversario de la
publicación de la primera parte de Don Quijote y que, aunque don Quijote
representaba el lado idealista de Hispanoamérica, Sancho Panza representaba el
lado práctico de los Estados Unidos. Si tiene mensaje revolucionario, es que cada
acción noble empieza con un sueño.
Darío redescubrió el pasado hispánico y ligó su pueblo a las glorias de su historia.
Revalorizó la cultura a escala continental. Resucitó una literatura que había
muerto con el fallecimiento de Sor Juana Inés de la Cruz. Exploró
sistemáticamente la prosodia tradicional hasta agotarla –dejando la necesidad
vanguardista de reinventar la poesía. Siempre fiel a Nicaragua, era ciudadano de
la hispanidad y del mundo. Y el acto más revolucionario de Darío, fue enseñarles a
los hispanos a soñar de nuevo.

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Obras consultadas
 Alliez, Eric. “Anti-Oedipus – Thirty Years On.” (on-line).
 Arellano, Jorge Eduardo. “El águila, Darío y Roosevelt.” La Prensa
(Managua) 14 julio 2007 (en línea).
 Beasley-Murray, Jon. "The Intellectual and the State:
 Modernismo and
Transculturation from Below." (on-line). jon.beasley-murray@man.ac.uk
 “Cultural cringe.” Wikipedia (on-line).
 Darío, Rubén. “Prólogo.” Cantos de vida y esperanza. 1905 (en-línea).
 ------ “Delucidaciones.” El canto errante. 1907 (en-línea).
 ------ “El triunfo de Calibán.” Ed. Carlos Jáuregui. Revista Iberoamericana
184-185 (1998): 441-455. (versión en-línea).
 ------ Darío por Darío, 2a ed. Ed. Jorge Eduardo Arellano y Silvio Gurdián
Bissio. Managua: Fundación Uno, 2006.
 “Inversion in Postcolonial Theory.” Wikipedia (on-line).
 López, Carolina Elisabet. “Ariel versus Calibán: Alteridades en pugna por la
instalación de hegemonías” (en-línea).
 Navarro Montgomery, Robin. “Psychological Warfare and the Latin
American Crisis.” Air University Review. July-August 1982 (on-line).
 Raab, Joseph. "El gran viejo: Walt Whitman in Latin America." CLCWeb:
Comparative Literature and Culture: A WWWeb Journal 3 (June 2001), (en-
línea).
 Rodríguez Monegal Emir. “El maestro de la Belle Epoque.” Revista de la
Universidad de México, v. 26, nº 2 (octubre 1971): 6-7 (en-línea).
 Ramírez, Sergio. “Mulato de oído sedoso.” El Boomeran(g): Blog literario en
español. 29 enero 2008.
 Quesada Monge, Rodrigo. “El pensamiento anti-imperialista de Octavio
Jiménez.” Revista Virtual. Santiago de Chile 22 (marzo 2006) (en-línea).
 “Scientific Racism.” Wikipedia (on-line).
 “Theodore Roosevelt, Jr.” Wikipedia (on-line).
 Vélez Román, Lydia. “Rodó: Distopia y utopía ante el nuevo milenio.”
Exégesis 36 (en-línea).
 Wiktionary (on-line). www.wiktionary.org
 “William McKinley.” Wikipedia (on-line).

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