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INTRODUCCION

¿DE QUE VAMOS A TRATAR EN ESTE ESTUDIO?


Este estudio quiere ser un pequeño aporte al conocimiento de la Mujer. Muchos lo han
intentado antes y ahora. Yo también deseo hacerlo desde mi condición de mujer, de
religiosa y con la experiencia de mi propia vida durante 18 años en las Comunidades
Eclesiales de Base.
Creo que, tanto los varones como las mujeres tenemos una idea falsa de quiénes
somos las mujeres. Se nos exalta como madres; se nos humilla como sirvientas, se
nos usa como objetos; se hace propaganda y comercio con nuestros cuerpos. El
mundo masculino nos ha mitificado y deformado, convirtiéndonos en seres de segunda
clase. Nosotras mismas nos infravaloramos, nos devaluamos, educamos mal al varón
e inflamos su figura o caemos en el error de querer competir con nuestros hermanos
sin buscar y descubrir cuál es nuestra propia identidad. Cuando pensamos en una
conducta “femenina”, se nos ocurre, quizá que es “infantil, servil, frágil, inmadura”.
Con ocasión del Año Mariano, en vísperas del Tercer milenio del Cristianismo y muy
cercano ya el 5º Centenario de la venida del Evangelio a América, el Santo Padre,
Juan Pablo II escribió una Carta Encíclica: Madre del Redentor sobre la Virgen María
en la vida de la Iglesia, el 25 de marzo de 1987. Al finalizar el Año Mariano escribió
una Carta Apostólica sobre la Dignidad y Vocación de la Mujer, el 15 de agosto de
1988. En ellas encontramos muchos elementos para descubrir nuestra identidad y
vocación al AMOR pues “Dios nos confía de un modo especial al ser humano: varón y
mujer”. (#30 de Dignidad de la Mujer).
¡Qué tristeza que estos documentos no lleguen a las manos y al corazón de las
mujeres de nuestro pueblo! ¡Qué pena que muchas veces se quedan en los libreros o
en la cabeza de nuestros sacerdotes y no se lleve al corazón ni a la vida para ayudar
en la verdadera liberación de la mujer que es la mitad del pueblo!
Actualmente, los que asistimos a la Iglesia somos en su mayoría mujeres. En las
Comunidades Eclesiales de Base aprendemos a sentirnos ‘personas’ a Ver, Pensar y
Actuar. Poco a poco descubrimos la realidad en la que vivimos y la situación de
‘inhumana pobreza’ de nuestros pueblos Latinoamericanos. Descubrimos que esto no
es una ‘estapa casual’ sino fruto de estructuras injustas (D.P. 30). Nos damos cuenta
de que estamos en una sociedad machista, donde nuestra marginación es triple, por
pertenecer a los países del tercer mundo, por ser pobres y por ser mujeres. Nos
damos cuenta de que en América Latina la lucha por la liberación de la mujer no es
una lucha contra el varón, sino contra el machismo, que también oprime al mismo
varón.
En nuestra Reflexión de Fe, sobre la Vida y con la Biblia, a veces hallamos
contradicciones. Perdemos de vista cuáles son las ideas que son fruto de la cultura
patriarcal en la que se escribieron y cuáles constituyen la revelación y el mensaje
liberador y Buena Noticia que Jesús trajo a todos, varones y mujeres.
Las mujeres de las CEB’s queremos saber quiénes somos, quiénes dice el pueblo, la
Iglesia, la Biblia y Jesús que somos nosotras. Esta misma pregunta la hizo un día
Jesús a sus discípulos. (Lc. 9, 18 y paralelos). Las respuestas fueron diversas, pero
una sola la verdadera: El es el Cristo, el Hijo de Dios. También nosotras, las mujeres,
queremos saber la verdad acerca de nosotras mismas.
Para responder a esta pregunta vamos a recorrer en especial el Evangelio de Lucas.
Buscaremos con la misma intensidad que lo hizo la mujer de la Parábola de la Dracma
Perdida, que el mismo Lucas nos presenta:
“¿Qué mujer que posee diez monedas, si pierde una, no enciende una luz y barre la
casa y la busca cuidadosamente hasta encontrarla? (Lc 15,8)”.
Podríamos preguntarnos es o cómo es esta moneda perdida. Es una moneda con dos
caras, dos rostros. No existe un lado sin el otro. Quizá lo pasa es que sólo
conocemos un lado de la moneda: el rostro masculino o el varón. Nos hace falta
encontrar la moneda y ver también el otro lado de la humanidad que es el rostro
femenino. Sólo así podríamos decir que conocemos esta única moneda que es el ser
humano en sus dos expresiones: varón y mujer, hechos a imagen y semejanza de
Dios. El #6 de Dignidad de la Mujer dice: “La Mujer es otro ‘yo’ en la humanidad
común”.
Quiero invitarlos a todos, varones y mujeres, a quitarse la venda de los ojos, a
encender la luz y a barrer juntos la casa. Se trata de buscar y encontrar esa dracma
preciosa y perdida que es el rostro de la mujer, su identidad y lo que significa para
cada uno y cada una, descubrirnos ya l mismo tiempo descubrir al varón, en su yo más
íntimo, en aquello que nos hace semejantes entre los dos, lo que nos hace distintos y
los dos a imagen y semejanza de Dios. En última instancia se trata de preguntar por
Dios en la mujer. ¿Qué quiere Dios comunicar y dar de sí mismo al mundo a través de
nuestro ser de mujeres?
Esta tarea no es únicamente de la mujer. Es tarea de todos. Algo muy importante del
varón y de Dios mismo, y que El quiere comunicar está perdido. Lo femenino de Dios
y del hombre está aquí en juego. Descubriremos a Dios en la medida que conozcamos
lo más humano que hay en el varón y en la mujer.
Juntos tenemos que caminar en comunidad y dar los pasos: Ver, pensar y actuar con
Jesús. Con su vida y experiencias, con las luces que cada uno tiene, y con otras que
tenemos que encender, con nuestra escoba, pala, machete o máquina de escribir,
busquemos limpiar nuestro mundo, sociedad, Iglesia, comunidad y familia de tantos
prejuicios que tenemos sobre la realidad de la mujer.
Pienso que seremos felices y podremos hacer fiesta y regocijarnos si entre todos
logramos encontrar esa dracma perdida y conocer en verdad sus dos caras.
Volveremos al camino de la Hermandad donde varón y mujer sean una sola moneda,
reflejo de Dios, donde varón y mujer podamos vernos sin vergüenza, cara a cara y
podamos ser y existir como iguales, uno por el otro, con el otro y para el otro. Dios
tiene mucho que dar al mundo a través de su rostro femenino: LA MUJER.

Preguntas
- ¿Creen ustedes que en las comunidades se valora y conoce suficientemente a
la mujer?
- ¿Qué pensamos de la mujer? ¿Quién es la mujer para cada uno de nosotros?

DINAMICA: “La Otra Cara de la Moneda”.


El animador consigue una venda o paliacate, una moneda, una escoba y un montón
de basura.
Tira la moneda al suelo y la cubre con la basura.
Lee la Parábola de la Dracma Perdida (Lc. 15,8-9).
Se invita a una mujer, a la que se le vendan los ojos, a barrer y encontrar la moneda.
Se apaga la luz.
Si no lo consigue con los ojos vendados, se le quita la venda, se enciende la luz y se le
invita a barrer nuevamente hasta que la encuentre.
Preguntas sobre la dinámica:
- ¿Qué le entendimos a la dinámica? ¿Qué significan los ojos vendados y la luz
apagada?
- ¿Se parecen las mujeres y los varones de las CEB’s a la mujer de la parábola?
- ¿En qué?
- ¿Sentimos el deseo de buscar y la alegría de poder llegar a descubrir a la
mujer?
- ¿Por qué?
- ¿De qué manera podría este estudio ayudarnos a todos, varones y mujeres, a
crecer y a vivir mejor la hermandad?

RESUMEN DE LA INTRODUCCION:
En este estudio vamos a tratar de descubrir la identidad de la mujer; quién dice el
Pueblo, el Magisterio, la Palabra de Dios y Jesús que es la mujer. La búsqueda no va
a ser fácil porque vivimos en una sociedad machista, con muchos prejuicios donde la
mujer es marginada y oprimida. Vale la pena descubrir la otra cara de la moneda
devaluada y hasta perdida que es el YO de la mujer y aquello que nos hace
semejantes a Dios y reflejo de El, en esta Historia. Varones y mujeres saldremos
ganando si encontramos lo femenino de Dios y su rostro materno.

PARA VIVIR:
Durante la semana podemos buscar y leer algunos textos bíblicos en los que Dios o
Jesús se muestran o dan a conocer con rostro materno o femenino. Isaías 66,13;
Oseas 11,4; Isaías 49,15; Salmo 25,6; Salmo 115,5; Jn. 1,18; Lc. 13,34. Conviene que
al menos el animador y el sacerdote conozcan los documentos citados.
Oración: Pongamos en las manos de Jesús y de María, los máximos representantes
del varón y la mujer y obras maestras del Padre, este pequeño trabajo.
Una mujer del grupo leerá la cita de Ap. 12,1. Un varón del grupo leerá la cita de Ap.
22,16.
Canto: Santa María del Camino.
Tema 1
¿Por qué y cómo vamos a leer el Evangelio de San Lucas?
Meditación: “Sacó de su trono a los poderosos y enalteció a los humildes”. (Lc. 1,52).
“Me envió a traer la Buena Nueva a los pobres...” (Lc 4,18)

Oración: Ave María.


Canto: Tu palabra me da Vida o ¡Qué noticia es!

Ver-Pensar
En la Comunidad Eclesial de Base nos reunimos con frecuencia para reflexionar
nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios y tratar de cambiar, de transformar esa
misma vida. En la Introducción vimos que queremos descubrir quién dice el Pueblo, la
Iglesia, la Biblia y Jesús que somos las mujeres. Dijimos que queremos descubrir el
rostro materno de Dios, lo que hay de femenino en Dios, y en los mismos varones para
darlo a la humanidad.
Podríamos elegir diversos caminos para hablar de Dios en nosotras, las mujeres.
Podríamos partir de las ciencias como la psicología, la sociología, la antropología, o de
la Escritura en su totalidad o en general.
El camino elegido para estudiar a la mujer y lo femenino de Dios es unir la vida y el
Evangelio. Estudiaremos de una manera particular, aunque no exclusivamente, el
Evangelio de Lucas. ¿POR QUE?
Estas son algunas razones:
- Lucas, el historiador creyente, el “médico querido” (Col. 4,14), natural de
Antioquía y probablemente pagano o helenista es considerado como el Evangelista del
“cariño de Dios” (según Dante), el Evangelista de la misericordia de Dios. Muestra, por
así decirlo, el lado ‘flaco’ de nuestro Padre Dios y de Jesús, que tienen predilección por
los oprimidos. Jesús nos revela un rostro nuevo y delicado de su Padre Dios, con
características o rasgos que se atribuyen más a la mujer, que son femeninos.
- Haciendo una re-lectura del Evangelio de Lucas, y con nuestro lenguaje de hoy,
vemos que se sitúa en el ‘lugar social de los pobres’ para escribir. Tal parece que hace
una ‘opción preferencial por los pobres’, y esto, con toda certeza, privilegia a la mujer.
Opta por el Pueblo pobre y sufrido, por el Siervo de Yahvé, a quien ve sobre todo
reflejado en los empobrecidos y despojados, en los débiles de la sociedad y de la
Pirámide Social, donde están los pobres, los pecadores y las mujeres.
- A Lucas le gusta presentar lo imposible para el hombre como posible para Dios:
Maternidad de una anciana y de una virgen, la salvación de los ricos. En diversos
pasajes hace resaltar que el hombre no se justifica por las obras de la ley, sino por la
gratuidad, bondad y misericordia de Dios.
- Suele contraponer personas, realidades y situaciones: Simón y la mujer que se
convierte, el Fariseo y el Publicano, el Rico Lázaro.
- Para Lucas, Jesús es el PROFETA, pero no al estilo de los profetas del A.T. que
anuncian el juicio de Dios, sino el Profeta del Amor de Dios, que anuncia la Buena
Nueva de Salvación y el Año de Gracia (Lc. 4,19). el es el Profeta que viene a
liberarnos, Lucas nos presenta a María, la Madre de Jesús, como la Mujer PROFETA
que anuncia y denuncia y ansía la liberación. (Lo veremos al estudiar el Magnificat:
Lc. 2,46-56). Jesús viene a cumplir la profecía de María: Enaltecerá a los humildes,
dará de comer a los hambrientos, despedirá vacíos a los ricos.
- De los cuatro evangelistas, Lucas es el que trae más relato donde intervienen
las mujeres y parecería como si presentara el testimonio de María sobre la Infancia de
Jesús. La presencia de María en su Evangelio es especialmente valiosa para la
reflexión. Vemos cómo María crece en su Fe y en el Seguimiento de Jesús. Para
Lucas, las mujeres son también DISCIPULAS, y siguen a Jesús (Lc. 8,1-3) y Jesús las
trata con bondad y sencillez.
Lucas también es el autor del Libro de los Hechos de los Apóstoles que es como el
evangelio de la Iglesia. En él nos da a conocer cómo vivían las primeras comunidades
que son modelo de las Comunidades Eclesiales de Base. (#58 de Evangelii Nuntiandi
y #629 de Doc. Puebla).
El es el evangelista del Espíritu Santo, de la Liberación y de las Cadenas rotas. En las
CEB’s hacemos opción preferencial por los pobres y ellas son un espacio o lugar en el
que las mujeres estamos tomando conciencia de nuestra dignidad, realidad,
necesidades, recursos, capacidades y limitaciones. Estamos descubriendo nuestro
lugar como esposa, compañera, animadora; como madre, amiga y vecina; como
liberadora del pueblo. Las comunidades, como expresión y nivel de la Iglesia, se ven a
sí mismas débiles e incipientes. En ellas participan, sobre todo las mujeres. Leer el
Evangelio de Lucas en la Iglesia, en la CEB’s y desde la visión de la mujer, puede
ayudar a la misma Iglesia a liberarse.
¿Cómo vamos a leer el Evangelio de Lucas?
Haremos un recorrido por el Evangelio y tendremos como clave de lectura:
- Las mujeres que van apareciendo en los diferentes relatos.
- Los pasajes que nos revelan algo del rostro femenino y materno de Dios.
- En todos los temas daremos los tres pasos de la comunidad y partiremos de la
vida y del Evangelio simultáneamente, entretejiendo ambas realidades en el VER-
PENSAR.
Contestaremos dos tipos de preguntas: las señaladas con el signo que está al
principio de este párrafo, en las que nos detenemos y comentamos y las que vienen al
final que son para ayudar a la comprensión y retención del tema. Las respuestas a
estas preguntas vienen señaladas con las mismas letras (grandes), al principio del
párrafo que corresponde.
En el ACTUAR presentaremos alguna Dinámica para profundizar en la Palabra de Dios
y promover el compromiso y el cambio. También haremos un RESUMEN y
propondremos alguna Tarea que llamamos: PARA VIVIR. Terminaremos con una
ORACION y CANTO para celebrar nuestro Encuentro.
Conviene aclarar que no se trata de manipular el Evangelio, ni de hacerlo decir lo que
no dice. Muchas cosas sólo se sugieren o quedarán en preguntas y cuestionamientos.
Para muchos, con una ideología ‘patriarcal’ y una cultura y estudios que privilegian al
varón, esta manera de leer el evangelio, puede resultar ‘chocante’. Mis propias
hermanas mujeres, quizás sean las primeras en protestar. Acepto correr el riesgo,
pues creo que nos defraudamos a nosotros mismos, al varón y al mismo Dios, si no
descubrimos la verdad de que “la gloria de Dios es también una mujer plena”
(traducción libre de una frase de San Irineo).
Preguntas
(A) ¿Por qué vamos a leer el evangelio de Lucas?
(B) ¿Se han puesto a leer alguna vez un Evangelio poniéndose en el lugar social
de los pobres, con los ojos de una mujer?
¿Traerá algún aporte nuevo a la Iglesia, CEB’s? ¿Cuál?
(C) ¿Cómo vamos a leer el Evangelio?
Actuar
DINAMICA: “La misión de las CEB’s”.
- El animador prepara 7 carteles que digan: Pueblo=Mujer; Pueblo=pobre;
Pueblo=pecador; Pueblo=viuda; Pueblo=prostituta; Pueblo=empleado;
Pueblo=borracho. Hará otros dos carteles que digan: Bandidos=sistema opresor, un
cartel que diga: Sacerdote del A.T., otro que diga: Levita y otro: Buen
Samaritano=CEB’s.
- Pedirá 12 voluntarios que se colocarán los carteles:
• 7 para ser el Pueblo
• 2 para ser bandidos=sistema opresor
• 1 sacerdote, 1 levita y 1 samaritano que representará a las CEB’s.
- Alguno lee en el Evangelio de San Lucas, la Parábola del Buen Samaritano
(10,25-37).
- Pasarán los siete voluntarios del Pueblo y los que representan a los Bandidos
harán que se agachen los del Pueblo en señal de despojo y opresión. El sacerdote y
el levita pasarán de largo y por fin el Samaritano pasará levantándolos a todos y
formará con ellos una rueda.
Pueden terminar la dinámica con el canto “Cuando el Pobre crea en el Pobre...”

Preguntas sobre la dinámica:


- ¿De qué manera ayudan las CEB’s a la mujer y al Pueblo pobre? ¿Por qué la
misión de la Iglesia en América Latina debe ser la del Buen Samaritano?
- ¿Cómo es el rostro de la Iglesia que mostrarnos en nuestra comunidad?
- ¿Cuál es el rostro de Dios que Jesús nos revela en esta parábola?
- ¿Con quién se identifican Dios y el Prójimo?

RESUMEN:
Vamos a leer el Evangelio de Lucas porque él nos presenta un rostro nuevo y diferente
de Dios, Bueno, misericordioso y lleno de cariño hacia los más pobres, porque se
coloca desde el lugar de los pobres y por eso privilegia a la mujer. Contrapone la
justificación por la ley, al amor y misericordia de Dios. Lucas es el que más resalta la
participación de la mujer y de María en la Vida de Jesús y las presenta como sus
discípulas. Es el evangelista que nos da a conocer el comienzo de la Iglesia en su
libro de los Hechos. Nos muestra las primeras comunidades que son modelo de las
CEB’s que son la Iglesia que opta por el pueblo pobre y sufrido. Recorreremos el
Evangelio buscando los pasajes en que aparecen las mujeres y donde Dios se
muestre con características femeninas. Daremos los pasos de la comunidad: VER,
PENSAR Y ACTUAR.

PARA VIVIR:
Para un mejor entendimiento del Evangelio de Lucas conviene leer, durante la semana,
el Evangelio completo y algo sobre quién fue Lucas y el esquema que utiliza. Si no se
ha tomado algún curso general, lean al menos la introducción que trae el Evangelio en
la Biblia que tengan. Tratemos de invitar a otras parejas o personas a asistir al estudio.
Oración: El Padre Nuestro
Canto: Iglesia Bonita.

Tema 2
EL ROSTRO DE DIOS = VARON + MUJER
Meditación: “Zacarías e Isabel eran personas realmente buenas a los ojos de Dios...”
(Lc. 1, 6)
“A imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó... vio Dios que todo cuanto había
hecho era muy bueno.” (Gen, 27, 31).

Oración: Ave María.


Canto: Dios dijo en el Edén.

Ver-Pensar
Lucas, como el Génesis, comienza su Evangelio presentándonos a una pareja:
Zacarías e Isabel, los padres de Juan el Bautista (Leer Lc. 1,5-25).
Antes de estudiar la figura de Isabel, fijémonos en la pareja humana. Par significa “dos
iguales entre sí que van unidos o juntos”.
Comentemos: ¿Qué pensamos acerca de la pareja humana? ¿Será que uno es
superior al otro? ¿Por qué?
Al hablar de esto una anciana de la comunidad comentó: “La pareja humana es como
un par de zapatos. NO se pone uno sin el otro. Si no son dos más vale andar
descalzos, y además, ningún zapato es mayor o mejor, se cuidan igual, tienen que ser
iguales. Tampoco se pueden cambiar, el derecho no es izquierdo, ni el izquierdo
derecho.
Si me equivoco al ponérmelos, me lastiman. Así el varón no es mujer, la mujer no es
varón, los dos son distintos pero los dos forman un par y son iguales”.
En la introducción hablamos de ver las dos caras de la moneda y ahora vamos a tratar
de entender mejor cómo se expresa Dios en lo masculino y en lo femenino, es decir, en
la pareja humana.
En una reunión de comunidad preguntamos: ¿Dios es masculino o femenino?
Naturalmente la respuesta fue: “Dios es Padre, y por tanto, es masculino.” Y volvimos
a preguntar: “y lo femenino, ¿de dónde viene? Si no viene de Dios tendría que venir
del maligno y sabemos por el Génesis que no fue así. (Leer Gen. 1, 26-29).
En esta lectura descubrimos que para crear al varón y a la mujer, el modelo que Dios
usó fue su propia imagen y semejanza. El quiso hacernos semejantes a El. La
imagen de Dios no se agota en el varón o en la mujer. Tendríamos que ver a la pareja
para descubrir algo de esa imagen o rostro de Dios. Es como si la imagen de Dios no
se agota en el varón o en la mujer. Tendríamos que ver a la pareja para descubrir algo
de esa imagen o rostro de Dios. Es como si la imagen de Dios se volcara en dos
recipientes; en los dos puso algo de sí mismo en diferente proporción o cantidad.
Tanto el varón como la mujer tienen de los femenino y de los masculino de Dios. La
mujer tiene de una manera preferencial, no exclusiva, lo femenino. El varón tiene de
una manera preferencial, no exclusiva lo masculino. Sus sexos, los hace vivir desde
su realidad particular femenina o masculina que penetra e impregna la vida íntegra de
cada uno. Desde el cuerpo hasta el espíritu el sexo abarca la totalidad de la persona.
En su plan amoroso, el Creador quiso que cada uno, conociendo al otro y junto al otro,
se descubriera a sí mismo y al compañero. Quiso que sus sexos y cuerpos fueran
complementarios y se necesitaran para la procreación. Al varón lo quiso hacer más
como la semilla y a la mujer más como la tierra. Ambos se necesitan para dar fruto. su
plan era que cada uno desarrollara al máximo sus potencialidades y que unidos, como
hijos del Padre y hermanos entre sí, o como pareja, “mandaran sobre los peces del
mar y las aves del cielo”, que fueran fecundos y sometieran la tierra, es decir, que los
dos, no sólo el varón, fueran señores (señor y señora) de todo lo creado.
En el otro relato de la creación (Gen. 2,22-24) se ve claramente que el varón y la mujer
son la misma carne, los mismos huesos, la misma humanidad. Nuestra cultura ha mal
interpretado el símbolo de la costilla y ha puesto a la mujer como “inferior y parte del
varón”. La mujer no es parte del varón. Dios es la VIDA. El es quien le da vida a los
dos. La figura de la ‘costilla’ significa que varón y mujer caminan “uno al costado del
otro”. Son compañeros, comparten su pan, son co-creadores y cooperadores de un
mismo y único proyecto. Los dos VEN, PIENSAN Y ACTUAN desde su realidad
preferencialmente masculina o femenina, pero ninguno domina solo la realidad total.
Se necesitan mutuamente para conocerla. Ninguno es superior o inferior. Ambos son
un rayo de luz que brota del único Sol. Tienen como vocación-misión mostrar al
mundo la imagen y semejanza de Dios.
Pero Dios es AMOR (I Jn. 4, 16), y el amor sólo se ve y es fecundo cuando se
comunica. Tiene que haber a lo menos un par (dos) reunidos y unidos en su nombre.
Si el varón y la mujer son rayo y reflejo del amor de Dios, son y tienen que ser AMOR;
tiene que ser Dios para el otro. Al darse y ser amor, según su carácter femenino o
masculino, son como Dios (trino y uno) y crecen y se hacen fecundos y creadores con
El, y como El, y engendran vida, se multiplican.
Leemos en el #7 de Dignidad de la Mujer: “El hecho de que el ser humano, creado
como hombre y mujer, sea imagen de Dios, no significa solamente que cada uno de
ellos individualmente es semejante a Dios como ser racional y libre; significa además
que el hombre y la mujer, creados como “unidad de los dos”, en su común humanidad,
están llamados a vivir en comunión de amor y de este modo, reflejar en el mundo la
comunión de amor que se da en Dios...”
Vamos a detenernos, preguntarnos y comentar entre nosotros: ¿La unión y
fecundidad de la pareja, se necesita sólo para tener hijos? ¿Por qué?
Realmente, el plan de Dios es mucho más amplio. Así como son indispensables el
varón y la mujer para dar vida a una criatura, así es necesaria la unión y participación
de los dos para dar vida a la sociedad en todos sus aspectos. Esto lo confirmaremos a
lo largo de los diferentes temas. Creemos que se necesita la colaboración del varón y
de la mujer para una verdadera fecundidad, crecimiento y multiplicación en lo
económico, político, social, cultural y religioso.
Desgraciadamente la realidad cultura, social y religiosa es tremendamente “machista”.
Más que un proyecto fecundo, de crecimiento y multiplicación de la VIDA, se está
dando un proyecto de MUERTE, de explotación, dominación, estéril, e inhumano,
donde falta el rostro y aporte femenino y materno de la mujer y del mismo DIOS.
Lucas, en el inicio de su evangelio, nos presenta a una pareja de ancianos, estériles, o
sea, incapaces de ser fecundos, incapaces de crecer y de multiplicarse, y, sin
embargo, como se dijo de Adán y Eva al principio “vio Dios todo cuanto había hecho, y
he aquí que estaba muy bien (Gen. 1,31), Zacarías e Isabel “eran rectos a los ojos de
Dios y vivían de acuerdo a todos los mandamientos y leyes del Señor” (1,6). Lucas se
refiere a los dos, no sólo al varón. Tal parece como que quiere presentar a estos dos
descendientes de Adán y Eva, de familia sacerdotal, con la misma rectitud y capacidad
de dar al mundo la noticia y esperanza de que el Mesías está por venir. Los dos, serán
padre y madre del precursor y profeta, de Juan el Bautista, que “será grande ante el
Señor y estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre y que hará que
muchos vuelvan al Señor su Dios (Lc. 1,14-17).
Lucas también nos narra que Jesús en su vida pública le dio su lugar a Isabel cuando
dice: ‘Yo les aseguro, que entre los nacidos de mujer, no hay nadie mayor que Juan’.
(Lc. 7,28)
Jesús nos hace entender la igualdad entre varón y mujer. Ella no es la única culpable
y pecadora como sugiere el Génesis (3,12): “La mujer que me diste por compañera
me dio del árbol y comí”. La ley es que se unan, una y uno y formen una sola carne,
un sólo espíritu, que reflejen la imagen de Dios que es UNO, y es PADRE Y MADRE al
mismo tiempo (Gen. 3,24: El varón y la mujer se unen para formar un sólo ser). Al
unirse pueden ser santos o pecadores. En Lc. 8,16-18, Jesús dice que todo ser
humano que se divorcia de su pareja y se casa con otra persona comete adulterio y el
que se casa con la persona divorciada comete adulterio.
Cada uno, varón o mujer, somos responsables y responderemos al Señor de ese don
recibido de ser persona humana y parte de su rostro.

Preguntas
(Recuerden que las respuestas a estas preguntas vienen señaladas en el tema con las
mismas letras al principio del párrafo que corresponde)
(A) ¿Con qué comparó la anciana a la pareja humana?
(B) ¿Qué modelo ocupó Dios para hacer al ser humano = varón + mujer?
(C) ¿Cuál es el plan de Dios sobre la pareja humana?
(D) ¿Qué nos presenta Lucas al inicio de su Evangelio?
(E) ¿Qué expresó Jesús sobre Isabel y sobre la unión de la pareja humana?

Actuar
DINAMICA “El retrato de Dios”.
El animador contará la siguiente anécdota:
“Durante mucho tiempo he estado tratando de encontrar alguna estampa o retrato que
se mostrara un poco quién es Dios. Hace unos días un amigo me regaló un retrato de
Dios que sí me convenció. Aquí lo traigo cubierto con este pañuelo. La única
condición que pongo para que puedan verlo muy rápido es que pase cada matrimonio
y que, juntos, lo miren. Acérquense por favor, pareja por pareja. Cada pareja juntará
sus cabezas para verlo más rápido. Favor de no decir lo que vean”.
NOTA: El animador conseguirá un espejo grande, como del tamaño de una Biblia y lo
tapará con un pañuelo. Lo destapará y tapará cada vez que pase una pareja.
Preguntas sobre la dinámica:
1) ¿Qué les pareció este retrato de Dios?
2) ¿De qué manera podemos ver a Dios en este retrato?
3) ¿Qué pensamos de la frase de Juan Pablo I, que dijo: “Dios es Padre, pero
sobre todo Madre?
4) ¿Qué tenemos que hacer para que la pareja pueda reflejar el verdadero rostro
paterno y materno de Dios?

RESUMEN:
Lucas presenta a Isabel y Zacarías como a Adán y Eva al principio: rectos y buenos a
los ojos de Dios. El modelo de Dios para crear a la pareja humana fue su propia
imagen y semejanza. Puso su realidad masculina preferencialmente en el varón y su
realidad femenina preferencialmente en la mujer. La pareja humana es el mejor reflejo
o retrato de Dios. El mandato de crecer, multiplicarse, someter la tierra fue dado a la
pareja y no sólo al varón. Jesús resalta la figura de Isabel en el Evangelio y muestra
que tanto varón como mujer pueden ser santos o pecadores. Varón y mujer tienen que
descubrirse a sí mismos y al otro, desarrollarse y crecer para poder reflejar juntos a
Dios-Amor y realizar su proyecto.
La presencia y colaboración de la mujer es necesaria no sólo para tener sino siempre y
en todo lugar en que se quiera realizar una obra plenamente humana. La mujer, el
aspecto femenino de Dios, tiene que estar presente en la economía, política, sociedad,
cultura, Iglesia. De lo contrario no se procreará la VIDA.

PARA VIVIR:
Durante la semana, cada pareja o persona visitará a alguna otra pareja que no asistió
a la reunión y tratará de explicarles algo de lo que aprendió. Los invitará a asistir a las
reuniones de la comunidad para seguir profundizando en este estudio sobre la mujer
en el Evangelio de Lucas.
Oración: Ave María.
Canto: Hombre de Barro.

Tema 3
LA MUJER ESTERIL
Meditación: “Ahí tienes a Isabel en su vejez ha quedado esperando un hijo y la que
era estéril ya va en el sexto mes, porque para Dios no hay imposibles”. (Lc. 1,36)
Oración: Ave María
Canto: Madre de la Esperanza

Ver-Pensar
Ya vimos en el tema anterior el Proyecto de Dios sobre la pareja humana. Fijémonos
ahora en la mujer. La primera de la que nos habla Lucas en su Evangelio es Isabel,
esposa de Zacarías y mamá de Juan el Bautista, el Precursor de Jesús. (Lc. 1,5)
Conviene desde este momento que distingamos entre lo que corresponde a la
Revelación Bíblica, o sea, lo que Dios quiere comunicarnos en nuestra historia, y lo
que son los condicionamientos sociales y culturales de la época que vivían los
escritores sagrados, y aun los que tenemos nosotros, los que leemos la Biblia, pues
influyen decisivamente para la comprensión de la Escritura (Dei Verbum # 12).
Nuestra tarea es ir a lo profundo de la revelación y descubrir allí lo esencial y el
mensaje liberador de Dios para nosotros.
Lucas nos dice que Isabel era estéril y de edad avanzada. La realidad histórica es que
desde la era de los patriarcas hasta el día de hoy, el tener descendencia masculina, el
perpetuar el nombre (apellido) del varón ha jugado un papel importantísimo. La
descendencia en Israel era el objeto de las bendiciones de Dios a los patriarcas.
En la sociedad y en la Biblia se valora a la mujer en función de los hijos varones. La
fecundidad de las mujeres era necesaria y la que era estéril se sentía despreciada,
inútil, humillada y sin valor. La esterilidad era considerada una deshonra y hasta un
castigo. Las mujeres acudían a diferente subterfugios como el darle su esclava al
marido con tal de que éste tuviera descendencia. ¡La misma ley pedía que ni siquiera
quedara sin descendencia el marido difunto! Esta es la ley del Levirato: Para
perpetuar el nombre y conservar la herencia del marido la viuda debía tener un hijo con
su cuñado, el hermano mayor de su esposo o el pariente más cercano si éste no lo
aceptara (Deut. 25,5-10). En el cap. 20,27-38, Lucas menciona esta ley cuando los
saduceos pretenden ridiculizar a Jesús.
- En nuestras comunidades, ¿no hemos visto situaciones en las que el varón
desprecia a su esposa porque no le da hijos varones y sólo ‘viejas’?
Comenten algunos casos que conozcan.
- ¿Cómo se sienten las mujeres que no pueden tener hijos?
Pues esto ha sucedido desde Sara y Abraham, que no tenían hijos y a quién Dios les
había prometido descendencia. Sara, Rebeca, Raquel, Ruth, Ana, y ahora, Isabel, son
ejemplos de mujeres de la Biblia que eran estériles o viudas y que al fin dan a luz hijos
varones con una misión importante que cumplir en la historia.
Si hacemos una lectura atenta y crítica del A.T. y mantenemos los ojos abiertos,
descubrimos las huellas de la cultura patriarcal. Esto quiere decir, un modo de vivir y
de ver la vida que favorece principalmente y casi de manera exclusiva al varón. Todos
los relatos bíblicos ponen el acento en la descendencia masculina que perpetuará a los
patriarcas, de donde vendrá el Mesías. El origen de la mujer no importa. Tal parece
que antes de María y de Jesús, y aun hoy, lo único importante para la mujer es dar y
asegurar descendencia al varón y ser su ayudante. Las mujeres desean la maternidad
para agradar a sus esposos y obtener su favor. Si no tienen hijos se sienten culpables.
El varón es primero y vale más... Hoy con los adelantos de la ciencia, sabemos que
muchas veces, en el matrimonio, el que es estéril es el varón y que el sexo de la
criatura que nace depende de la clase de espermatozoide (célula masculina) que
fecunda al óvulo de la mujer.
Lo triste es que después de Jesús y de María y de los adelantos de la ciencia
prevalecen los mismos criterios hasta nuestros días.
En nuestras comunidades, y familias, en la educación y trabajos, ¿damos igual valor a
la mujer que al hombre?
¿Qué pensamos de nuestra comunidad cuando la mayoría o casi totalidad de los que
van son mujeres?
Lo primero que sorprende cuando leemos el Evangelio de Lucas es que tiene la
delicadeza de tomar en cuenta a Isabel desde el principio. Leamos nuevamente Lc.
1,2-25. Lucas la llama por su nombre y nos dice su origen. Isabel es descendiente de
la tribu Sacerdotal de Aarón. Ya vimos en el tema anterior que Lucas dice que los dos
(la pareja) eran rectos a los ojos de Dios y procedían sin falta. Más adelante, cuando
el Angel se comunica con Zacarías le dice: “Isabel, tu mujer te dará un hijo...” y
termina: “poco después concibió Isabel, su mujer”.
El Angel le dice a María que Isabel su prima, ha concebido en su vejez y va a dar a luz
un hijo (1,366) porque no hay nada imposible para Dios. Aquí Lucas presenta un
proyecto o designio de Dios. Isabel no es estéril porque Dios la ha castigado o para
que ella se sienta humillada, deshonrada o inferior.
Dios tiene un proyecto y una hora para cada persona. Isabel es una mujer tan buena y
recta como Zacarías. Zacarías dudó y se ‘quedó mudo’. En cambio, Lucas menciona
que cuando María visitó a Isabel, ésta “quedó llena del Espíritu Santo” (1,41), y
exclamó: “Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre”.
Esta frase la ha perpetuado la Iglesia en el Ave María.
Otra cosa que vemos claramente en los relatos de la infancia es que parecerían estar
narrados desde el punto de vista de María. En Israel la mujer era considerada menor
de edad y no podía ser testigo, es decir, su testimonio no era aceptado. No consta que
Lucas haya conocido a María pero a diferencia de Mateo, escribe y da testimonio de lo
que pudiera haber escuchado de ella y lo expresa de la forma en que ella
probablemente lo percibió.
En el tema anterior vimos el elogio que Jesús hizo de Isabel. En el siguiente tema
veremos el pensamiento de Jesús sobre la fecundidad y, la esterilidad.
Preguntas
(A) ¿Por qué es importante distinguir entre lo que es la revelación y lo que es
cultura del escritor y del lector?
(B) ¿Cómo era considerada la mujer estéril en Israel?
(C) ¿Qué significa la “cultura patriarcal”?
(D) ¿Cómo toma en cuenta Lucas a Isabel?
Actuar
DINAMICA: “Liberemos a la Mujer”
- El animador hará grupos de tres personas y dará plumón y pliego de papel a
cada grupo.
- Cada persona del grupo pensará en silencio en alguna actitud, o modo de
actuar de la mujer que favorece su situación de inferioridad.
- Después de unos momentos las ponemos en común el grupo y de las tres se
escoge la más importante para ponerla en el papel y presentarla en el plenario.
- Los papeles se ponen en lugar visible para que sean una denuncia de la
situación que vivimos hoy.
- Terminamos con una oración espontánea pidiendo al Señor que nos ayude a
liberarnos y liberar a la mujer para ser lo que Dios quiere.
RESUMEN:
Isabel, mujer estéril, es la primera que Lucas presenta. Necesitamos distinguir lo que
es la situación social y cultural del escritor y del lector de lo que es propiamente el
mensaje liberador de la Biblia.
Según la cultura patriarcal, ser estéril es deshonra y castigo para la mujer que sólo se
ve como ayudante del varón y en según término. Lucas nos hace ver que Isabel es
tan recta como Zacarías. Dios tiene un plan específico para ella. Los relatos de la
infancia parecería como si hubieran sido relatados por Lucas desde la visión o punto
de vista de María.
PARA VIVIR:
Durante la semana, estaremos atentos a esos modos de pensar, actuar y sentir que
están propiciando la marginación y opresión de la mujer. Pondremos los medios que
favorezcan la relación de igualdad entre la pareja.
Si quieren, pueden leer algunos pasajes o textos del Antiguo Testamento que nos
muestran los sufrimientos de las mujeres estériles o viudas.
- SARA: Gen. 16,1-6;18,10-15;21,1-7.
- REBECA: Gen. 25,21-23.
- RAQUEL Y LIA: Gen. 30,1-24.
- ANA: I Sam. 1,1-20.
Viudas que cumplen ley del levirato:
- TAMAR: Gen. 38.
- RUT: Rut. 2,20;3,12.
Oración: Ave María.
Canto: “Liberemos a los Hombres”.

Tema 4
LA MUJER FECUNDA
Meditación: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. (Lc. 1,28)
Oración y canto: El ángel del Cielo.
Ver-Pensar
La segunda mujer de la que habla en su Evangelio es María (Leer 1,26-38). En
contraste con la pareja de Isabel y Zacarías estériles y de edad avanzada, Lucas
presenta a una pareja joven. Es una virgen desposada con un hombre llamado José y
nos da su nombre: María (1,26). Dios envía a un mensajero a anunciarle su vocación,
es decir, un proyecto para ella. El anuncio no puede ser más feliz. Le dice: “Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo”. Esta joven ya está llena de Dios, de sus dones
y de su vida. dios está con ella y viene a preguntarle si acepta que la planifique aún
más, que la cubra con su sombra y la haga Madre de su Hijo. Antes de aceptar, María
pregunta, reflexiona, se deja cuestionar e invadir por la Palabra. María es dócil al
querer de Dios. Toma su decisión sobre su propia vida independientemente de su
esposo. María, como Abraham, tiene que ir creciendo en su fe. Escucha atentamente
el proyecto de Dios y lucha por creer en la posibilidad y novedad del Mensaje. ¿Cómo
será esto, pues no tengo marido? (Lc. 1,34). María, como muchos cristianos hoy,
vence y cree que para Dios no hay imposibles (1,37). Cree que Dios puede hacer
fecundas a una anciana estéril y a una virgen sin marido. María es la tierra buena de
la parábola del sembrador. Ella “recibe la palabra con un corazón noble y generoso, la
conserva y produce fruto por ser constante” (8,15).
Aquí hay una novedad muy grande. María ya era fecunda, ya era madre y hermana
antes de aceptar y concebir a Jesús según la carne. Recordemos el pasaje del
verdadero parentesco con Jesús: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que
escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” (8,21).
Otro pasaje semejante a este es aquel en el que una mujer en la multitud le grita:
“Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”, pero él le contestó: “Mejor
dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen” (27,28).
Con María se inicia un nuevo modo, un nuevo estilo de fecundidad.
La verdadera maternidad, la sabiduría y felicidad se engendran cuando sabemos
escuchar el llamado de Dios en la vida; cuando sabemos descubrir su mensaje y
creemos en él; cuando lo guardamos en nuestro corazón, en el seno y lo alimentamos,
lo hacemos crecer y lo damos a luz a través de las obras de amor y comunión. ¡Qué
imagen tan bella y tan femenina!
Tratemos de pensar:
¿Cómo somos fecundos, varones y mujeres aún cuando no tengamos hijos?
Digamos algunos ejemplos.
El mismo Jesús no buscó la posteridad según la carne. Lo importante para el varón y
la mujer no es tener hijos, sino el amor y la comunión que engendran obras de justicia
y libertad. Para Dios, en este sentido, no hay varón ni mujer. Todos pueden engendrar
a Cristo y darlo al mundo. En Gal. 4,19; Pablo dice: “Sufro dolores de parto hasta ver
engendrado a Cristo en ustedes”. La verdadera paternidad y maternidad está en
poder recibir el mensaje de gozo y la palabra liberadora y responder: “¡He aquí la
esclava, el siervo del Señor, hágase en mí según tu Palabra!”
El camino para engendrar a Cristo es el dejarse fecundar por el Espíritu Santo: “El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (1,35).
Este es el primer Pentecostés de la historia sobre un ser humano. El Espíritu ya
estaba desde el principio, revoloteaba sobre las aguas cuando Dios, con su Palabra,
dio a luz la creación; sobre María, el Espíritu da a luz al Hijo de Dios, y hoy, sobre
todos, varones y mujeres del Pueblo, el Espíritu nos fecunda para dar a luz obras de
Justicia y Amor.
Se atribuye a lo femenino de Dios, a su Espíritu Santo y a la mujer, toda la obra de
generar y hacer fructificar lo que se recibe. En el día del matrimonio, la joven le
responde a su esposo cuando le da las arras: “Yo las recibo en señal del cuidado que
tendré de que todo fructifique en nuestro hogar”. Este dar fruto en el hogar no se limita
a usar bien el dinero, sino a la fecundidad y creatividad de la mujer para dar vida,
esperanza, alegría, armonía y belleza; a su capacidad para ver el conjunto y el detalle,
para arreglar el hogar, pero también para cooperar en el arreglo de la misma historia; a
su capacidad para servir y amar de un modo femenino. Esta cualidad femenina de
Dios, El la ha querido depositar preferencialmente en la mujer y nos da una capacidad
y un carácter especial. Esta característica la descubrimos también en Jesús cuando se
identifica con la gallina que reúne a los polluelos bajo sus alas para hacerlos crecer y
dar fruto (13,34).
¿Nos hemos puesto a pensar en la capacidad de la mujer para transformar en su seno
la semilla de vida, para hacer fructificar lo que el varón le entrega?
¿Para educar y levantar la familia aún cuando el varón esté ausente? Comenten
algunos casos que conozcan.
Lucas nos muestra que la fecundidad en el Espíritu, engendrar a Cristo, es fuente de
alegría. Las Marías y las Isabeles podrán recibir la visita de la Palabra y la criatura
saltará de gozo en su seno (leer Lc. 1,39-45). La primera bienaventuranza del
Evangelio de Lucas es para una mujer, dicha por otra mujer: “Feliz, sí, porque ha
creído contra toda evidencia. Felices hoy, los que creamos que de nosotros puede
nacer una sociedad y estructuras nuevas de justicia, paz y verdad, cuando quizá
somos estériles, ancianas o madres solteras y viudas; cuando, quizá, como María
tengamos que luchar por un futuro que difícilmente puede creerse que podrá surgir de
este presente.
Preguntas
(A) ¿Cuál es el nuevo estilo de fecundidad que se inicia en María?
(B) ¿Qué cualidad femenina de Dios se ha puesto en la mujer de modo
preferencial?
(C) ¿Cómo es la fecundidad en el Espíritu según Lucas?
¿Cuál es la primera bienaventuranza del Evangelio?
Actuar
DINAMICA:
Pueden realizarse las dos siguientes o una de ellas:
“María, ¿quién eres?”
- El animador invitará a dos mujeres y un varón a representar el cuadro bíblico de
la Anunciación y la Visitación (sin incluir el cántico de María) (Lc. 1,26-45).
- Preguntas:
¿Quién es María para nosotros?
¿Qué actitudes de María resalta Lucas en estos pasajes?
¿Cómo acogió la acción del Espíritu Santo en su vida?
¿A qué nos invita esta Palabra?
Otra DINAMICA: “Fecundos y sin Hijos”
- El pueblo suele llamar al sacerdote y a la religiosa: ‘padre’ y ‘madre’. El
animador invitará a un sacerdote y/o una religiosa a la reunión y los presentes los
entrevistarán acerca del celibato y virginidad consagrada y de qué manera entienden la
fecundidad según el Espíritu. Para finalizar leerán el pasaje de Lc. 13,34.
Preguntas sobre la dinámica:
- ¿Quién es María para nosotros?
- ¿Cuáles son las actitudes de María que Lucas hace resaltar?
- ¿Cuál es el tipo de fecundidad que Jesús vivió?
- ¿A qué nos invita esta Palabra?
RESUMEN:
Lucas nos presenta a María, la Madre de Jesús como llena de gracia y de Dios.
Resalta su participación activa, su fe increíble en lo imposible, su reflexión y su
aceptación libre y consciente del proyecto de Dios sobre ella. Lo que hace
verdaderamente Madre y Feliz (bienaventurada) a María es en primera lugar, el ser
como la tierra buena, el escuchar la Palabra de Dios, el creerla y recibirla y el hacerla
fecunda en obras, en Jesús. Dios ha puesto de una manera especial en la mujer esta
capacidad suya de hacer fructificar lo que recibe. Felices las mujeres y los varones
que han creído y colaboran con Dios en esta obra. La verdadera fecundidad es la del
Espíritu, la que vivieron María y Jesús. Felices todos los que creamos que podemos
engendrar un mundo nuevo de esta sociedad vieja y estéril.
PARA VIVIR:
Es frecuente en nuestras comunidades que las jóvenes se casan, se juntan o salen
embarazadas a temprana edad. Propongámonos en la semana tener un diálogo con
nuestros hijos (varones y mujeres) y comentar la actitud consciente y libre de María
ante la propuesta de Dios y lo que significa llegar a ser de la familia de Jesús, y ser
fecundos a la manera de Jesús y María. Hablemos con nuestros hijos de la sociedad
que queremos que nazca.
Oración: El Angelus.
Canto: El Angel del Cielo.
Tema 5
LA MUJER LIBERADORA
Meditación: “Porque ha mirado la pequeñez de su esclava, todas las generaciones me
llamarán dichosa”. (Lc. 1,47)
Oración y canto: El Magnificat (Cántico de María)
Ver-Pensar
En el primero y en el último libro de la Biblia, hay dos citas que podemos atribuir a
María, como la mujer, que a pesar de su debilidad, no es vencida, sino que aplasta a la
serpiente, y se libera de la bestia o dragón:
Gen. 3,15.: “Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la
suya y ella te aplastará la cabeza...”
En Ap. 12.1-18, la mujer es perseguida por el Monstruo porque ha dado a luz al Varón,
pero Dios viene en auxilio de la mujer y se traga el río vomitado por el monstruo. El
monstruo se enfureció con la mujer y se fue a hacer guerra a sus demás hijos.
Cuando María visita a su prima Isabel para ayudarla en su embarazo, Lucas pone en
su boca un canto de liberación. Este canto es semejante a uno que dijo Ana, la mamá
del profeta Samuel, y nos recuerda también otros cánticos dichos por mujeres en la
Biblia (Miriam, hermana de Moisés; Deborah, juez de Israel).
Hay numerosos pasajes en la Biblia en los que Dios se muestra fuerte en la debilidad.
Dios da fortaleza y valor a los pequeños y sencillos, y a través de ellos derriba de su
trono a los poderosos. Este es el caso de Esther y de Judit. Estas mujeres, al ver en
peligro la suerte de su pueblo, hacen uso de su inteligencia y dones naturales y ponen
su confianza y fe en Dios que las ayuda a destruir a sus enemigos. “Por eso todas las
generaciones la llamarán dichosa” (Lc. 1,48).
Comentemos en la comunidad algunos casos que conozcamos de mujeres que se han
metido en graves dificultades por defender, no tanto sus propios derechos, sino los de
sus hijos y esposos y familiares.
Es notable, por ejemplo, el valor y la constancia de mujeres como las Madres de la
Plaza de Mayo en Argentina. Comenzaron a protestar silenciosamente, dando vueltas
por la Plaza con pañoletas blancas en la cabeza, denunciando la desaparición de sus
hijos. Hicieron causa común, se fueron uniendo más y más y al fin provocaron un
cambio en el destino de su país. En México hay diversas organizaciones y Frentes de
mujeres para exigir sus derechos y la aparición de sus seres queridos. En ocasiones
hacen huelgas de hambre, plantones, mítines, escritos, como signos de protesta. En
las colonias y barriadas, en las pequeñas organizaciones populares, las mujeres están
realizando numerosos gestos proféticos.
Lucas y María presentan al Dios Poderoso, con la ternura de la madre que se
preocupa del más pequeñito, que lo defiende del más grande; que impide que el mayor
aplaste al pequeño, que le hace justicia al débil y le da de comer al hambriento. Desde
el Antiguo Testamento, Dios muestra predilección por los pequeños, escogiendo al Hijo
menor (Jacob, David) antes que al mayor.
Muchas mujeres de las comunidades hemos ido cambiando la imagen que teníamos
de Dios. Anteriormente lo veíamos como al patrón o al marido, que tiene que ser
servido y si no, castiga y maltrata. María alaba, engrandece y da gracias al Dios de la
Vida, porque es el Dios que se fija en la pequeñez de su esclava. Es a ella a quien le
ha revelado sus secretos y en quien ha depositado la Semilla, el Verbo Divino. El está
de su parte y toma su defensa. Es posible descubrir en el gran amor que nuestro
pueblo le tiene a María, una denuncia frente a una imagen demasiado machista de
Dios, demasiado autoritario. María expresa el modo femenino de Dios que se presenta
así más concreto, cercano, humano y “maternal”. En María Dios se muestra diferente.
Esta imagen de Dios que se nos revela está muy cercana a la de las madres de
nuestras rancherías, barriadas y colonias marginadas, que hacen tamales, agua
fresca, taquitos para vender o lavan ajeno para dar de comer a sus hijos hambrientos,
para enaltecerlos y darles un poco de estudio y mejores condiciones de vida.
Las mujeres, por naturaleza, estamos más apegadas a la tierra, a la producción de
vida. Tenemos una capacidad de fijarnos y vivir profundamente la realidad, dándonos
cuenta de las necesidades. María en Caná dice a Jesús: “No tienen vino” (Jn. 2,3).
Parece que antes las necesidades surgen capacidades y creatividad para sobrevivir en
situaciones que a veces son insoportables para el varón. Las mujeres actúan muchas
veces a pesar del marido que en ocasiones las abandonan, se van a trabajar lejos,
huyen de la situación refugiándose en el alcohol o, lo que es pero, aumentando más la
opresión y el maltrato de la misma mujer. Dios tiene un proyecto de vida, frente al
proyecto de muerte de los poderosos. La mujer en las CEB's, en las organizaciones
populares, en la lucha por los servicios (agua, luz, drenaje, transporte), es la que está
buscando con más fuerza un proyecto alternativo, un proyecto de vida. Este proyecto
es más intuido que razonado, pero en todo caso es insistentemente buscado por cada
una.
María va adquiriendo un rostro nuevo para la mujer latinoamericana. Antes veíamos en
María la mujer sufrida, humilde, callada, poco consciente de la realidad, que estaba y
se ponía en segundo término. La teología desde el poder y la piedad popular nos
hacía mirarla como la virgencita pobre, madrecita dulce y piadosa, totalmente
consagrada a Jesús y a José.
Ahora, en la CEB’s, se está explicitando más y más la dimensión política de la fe y ya
no vemos a María como antes. Hemos descubierto un rostro nuevo de María. Ella es
la mujer Profeta, que anuncia y denuncia y ansía la liberación de su Pueblo. En el
número 37 de la Encíclica Madre del Redentor leemos: “Dependiendo totalmente de
Dios y plenamente orientada hacia El por el empuje de su fe, María, al lado de su Hijo
es la imagen más perfecta de la liberación de la humanidad”.
Jesús viene a cumplir la profecía liberadora de su Madre: Viene a dispersar a los
soberbios, a despedir a los ricos con las manos vacías, para elevar a los humildes y
llenar de bienes a los hambrientos. Esta es precisamente la Buena Nueva (noticia) a
los pobres. Es así como Jesús sana a los afligidos de corazón, como anuncia la
libertad a los cautivos y hace ver a los ciegos (4,18-19).
Hay muchos pasajes en el Evangelio donde se revelan las entrañas de ternura y
compasión que tiene Jesús. Lucas presenta a Jesús haciendo una oración bellísima a
su Padre Dios donde se estremece de alegría y le dice:
“Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, yo te bendigo, porque has ocultado estas cosas
a los sabios e inteligentes y se las has mostrado a los pequeñitos. Sí Padre, porque te
pareció que era mejor...” (9,21). Jesús multiplica el pan para dar de comer a los
hambrientos y le dice tajantemente a sus discípulos: “Denles ustedes de comer”
(9,13). En varias parábolas Jesús muestra claramente la preferencia de Dios por los
pequeños: El rico y Lázaro (Lc. 16,19-31), El Fariseo y el Publicano (18,9-14). El que
no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él (18,17).
Preguntas
(A) ¿Con qué otros cánticos y pasajes se relaciona el Magnificat de María?
(B) ¿Qué características de Dios descubrimos en las CEB’s?
(C) ¿Cómo vemos hoy a María?
(D) ¿Cómo cumple Jesús las profecías de María?
(E) ¿Cómo nos muestra sus entrañas de ternura?
Actuar
DINAMICA: “Profetas y Libertadores”.
Material: una bolsa de pan y mecate para atar.
- El animador hará una rueda con todos los participantes y varios pasarán al
centro y se agacharán. Unos representarán a pobres, otros a ciegos, otros a mudos,
otros a presos (estarán atados). Podemos cantar: Llegará la libertad.
- Un varón representando a Jesús y una mujer, representando a María, pasarán
levantando, consolando y liberando a los oprimidos y la mujer llevará una bolsa de pan
y dará uno a cada persona liberada.
Preguntas sobre la dinámica:
- Jesús y María son presentados por Lucas como profetas y libertadores. ¿Qué
diferencias encontramos entre los profetas del Antiguo Testamento y estos dos
profetas del Nuevo Testamento?
- ¿Qué tenemos que hacer los que somos seguidores de Jesús y María?
- ¿Cómo podemos explicitar más la dimensión política de nuestra fe: en la
Iglesia, en la familia, en la colonia o ranchería?
RESUMEN:
El Magnificat, cántico de María al visitar a Isabel, tiene semejanzas con Cánticos de
otras mujeres del A.T. Son exclamaciones de gozo, alabanza y gratitud al Dios bueno,
que da fortaleza a los débiles y hace grandes cosas a través de los pequeños. María y
Jesús son los profetas de la misericordia de Dios. En ellos descubrimos el rostro
nuevo y amoroso del Padre. Dios se muestra en Jesús con entrañas de ternura y
compasión, revelándose a los pequeños, alimentando a los hambrientos y haciendo
grandes cosas por ellos.
PARA VIVIR:
Veamos qué organización popular hay en nuestro lugar y qué luchas están realizando
para que podamos integrarnos y participar en ella.
Durante la semana convendrá que leamos algunos pasajes del A.T. en donde se nos
narran oraciones, cánticos y hazañas de diferentes mujeres del A.T.: leamos al menos
uno de ellos:
Cántico de Ana: I Samuel 2,1-10.
Miriam. Hermana de Moisés y Aarón, primera mujer llamada la Profetisa: Ex.
15,20-21.
Débora. Juez de Israel: Jueces 4,5-8. Su cántico: Jue. 5,1-31.
Judit. Reflexión que hace: Judit 8,11-27; su oración: Judit 9,5-14; su cántico: 16,13-
17. Bendición de Osías a Judit: Judit 13,18-20.
Esther. Su oración 14,1-19.
JESUS. Podemos leer también y meditar las denuncias de Jesús a los fariseos,
los ricos, los soberbios. Lc. 11,37-52;6,24-26.

Oración: El Ave María.


Canto: María de la Lucha.

Tema 6
LA MUJER MADRE
Meditación: “Estando allí le llegó el tiempo del alumbramiento y dio a luz a su
primogénito” (2,6)

Oración: Ave María.


Canto: Pastores a Belén.

Ver-Pensar
El pueblo pobre y sencillo tiene un amor muy grande y profundo a María de Belén.
Hasta el cristiano menos instruido conoce el misterio del nacimiento de Jesús; sabe
que María y José no encontraron posada y que María dio a luz en una cueva y puso al
niño en un comedero para animales.
Comenten los hermanos situaciones semejantes de mujeres que han dado a luz en
lugares y situaciones difíciles.
Lucas nos presenta a José y a María cumpliendo con un decreto del emperador que
pedía que se empadronaran todos los habitantes de Palestina en su ciudad de origen
(Leer Lc. 2,1-20).
A María se le cumplieron sus días precisamente en el momento en que se hallaba
fuera de su casa y sin dónde hospedarse.
Recuerdo una vez, viajando en autobús de Mérida a Villahermosa, me tocó asistir junto
con otra señora a una jovencita, madre soltera. Allí mismo, sobre el asiento, y rodando
el camión, dio a luz a un hijo varón. Ninguno se había dado cuenta, sino hasta que el
niño comenzó a llorar. Había dado a luz sin quejarse, en el silencio del amanecer. El
chofer dejó a la joven, al niño y a su abuelito ‘sordo’ en un centro de salud de
Macuspana.
Me llamó mucho la atención el hecho de que junto con el susto que esta joven sentía
de tener al niño en sus manos, todavía unido a ella, se le veía plena y satisfecha de
tenerlo.
El anhelo de la maternidad a veces es tan grande que hay mujeres que sólo desean un
hijo sin importarles el varón por sí mismo. Otras veces viven amargadas unidas al
marido por razón de los hijos. Hay muchas actitudes por revisar.
Comenten las mamás las experiencias y los sentimientos vividos al dar a luz y tener a
sus hijos e hijas.
Una mamá me comentaba que para ella, con once hijos, cada parto era una PASCUA.
Había vivido una experiencia de muerte y resurrección con cada uno de sus once hijos.
Había sufrido y se sentía dispuesta a morir realmente con tal de que su hijo viera la luz.
La mujer tiene una capacidad especial para comprender el sentido del sufrimiento.
Cuando Jesús explica a los discípulos de Emaús que “era necesario que el Mesías
padeciera” (24,26) tardan mucho en entender qué quiere Jesús explicarles. Solo se le
abren los ojos cuando Jesús realiza el signo de la Pascua, el signo de su Muerte y
resurrección, en el PAN que parte y comparte con ellos.
Dios ha puesto en la mujer este don de multiplicar su propio cuerpo, entregarlo y morir
un poco para dar carne de su carne y sangre de su sangre al hijo que nace. Con la
fuerza del Espíritu, y con el germen que ha recibido del papá de la criatura, la madre
va tejiendo en sus entrañas al Hijo que va a nacer. Es un proceso lento. Dios ha fijado
un tiempo y la mujer lo espera. Vivimos en una sociedad de consumo que busca
satisfacción inmediata. La mujer, más que el varón, tiene una gran capacidad de
esperanza, de aceptar el tiempo y aguardar la hora de Dios. Las mujeres vivimos en
carne propia, cada mes, un ciclo completo de vida. como la luna, cada 28 días, nace
crece y muere un óvulo o es fecundado para dar vida nueva. Cuando queda
embarazada, espera nueve meses. Durante ellos entra en el contrato más íntimo y
prolongado que un ser humano puede tener con otro ser humano durante su vida.
La madre es una con el hijo. Esta fue la intimidad de María con Jesús, por lo cual la
mujer representa a todo el género humano, varones y mujeres.
“El acontecimiento de Nazaret pone en evidencia un modo de unión con el Dios vivo,
que es propio sólo de la ‘mujer’, de María, esto es la unión entre Madre e Hijo”. (#4
Dignidad de la Mujer).
Quizás por eso, es posible que la mujer madre esté en mejor disposición de descubrir
de un modo más vivencial o existencial el don de la Eucaristía que Jesús nos hizo.
La Mujer Madre, se identifica con Jesús al meditar en su corazón el modo en que El
nos da su Cuerpo y su Sangre. Entendemos que Jesús, en su deseo de hacernos uno
con El y de eternizar la presencia y habitación de nosotros en El, siente “la necesidad
de recurrir a lo que es por esencia femenino” (#22 D.M.), a la maternidad, y se
identifica con la mujer al instituir el Sacramento de la Eucaristía. Al comer su Cuerpo y
Sangre, habitamos en Jesús, como la criatura en el vientre de su madre. Jesús nos
lleva en su Cuerpo. Somos Cuerpo de Cristo; somos uno con El.
Ya hemos visto que en la Escritura encontramos comparaciones que atribuyen a Dios
cualidades masculinas y femeninas. De hecho éste es nuestro lenguaje humano. La
paternidad de Dios es completamente DIVINA y está libre de las características
“masculinas”, propias de la paternidad humana. “Este ‘engendrar’ no posee en sí
mismo cualidades ‘masculinas’ ni ‘femeninas’”. El hombre y la mujer, en ‘la unidad de
los dos’ son imagen del ‘engendrar de Dios’ que es Padre y Madre al mismo tiempo.
Dios posee en sí mismo el engendrar que depositó en el varón y en la mujer por
separado y que se realiza en la ‘unidad de los dos’ (#8 D.M.).
Por eso, con un lenguaje humano (antropomórfico) y haciendo una analogía o
semejanza, podríamos hablar de la Eucaristía como “una expresión materna de Jesús”.
Jesús, como las mamás, cuando se aproxima la hora de dar a luz, “desea
ardientemente celebrar la Pascua” y pasar por la muerte para darnos a luz a la vida
verdadera (Leer Lc. 22,14-21).
Jesús, como las mamás, dice: “Esta es mi carne y mi sangre que yo he querido
entregar por ti y para ti”.
Entre la madre y el hijo, entre la persona y Jesús, se da una Alianza sellada con
sangre. Se da un pacto y una fidelidad que la misma carne y sangre claman que se
respete para siempre. Las madres son sagradas para los hijos. Mi sobrino de siete
años me dijo ingenuamente un día: “Yo soy más de mami que de papi, porque mami
me llevó en su barriga”.
Comenten algunas experiencias de amor y fidelidad que conozcan de los hijos para
con sus madres y de los cristianos para con Jesús.
Ciertamente, la relación Madre-hijo y Jesús-persona es de las más profundas y reflejan
algo muy bello de Dios.
Es posible hacer un paralelo y encontrar otra analogía o semejanza entre María-Madre
y Jesús, y descubrir cómo El vive y expresa los mismos sentimientos de las mamás
cuando dan a luz.
Cuando la mujer va a dar a luz y sabe que corre el riesgo de perder la vida, encarga a
sus otros hijos con algún familiar Jesús dijo: “Hijo, ahí tienes a tu madre; Mujer, este es
tu hijo (Jn. 19,26-27).
María dijo su Fiat en Nazaret: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu
Palabra” (Lc. 1,38). Jesús dijo su Fiat en la cruz. Se entregó como Siervo de Yavé
para que se cumpliera en El su Palabra: “Todo está cumplido” (Jn. 19,30).
En una cueva, le llegó el momento del alumbramiento a María y da a luz a su hijo
primogénito, lo envuelve en pañales y lo pone en un pesebre. En un monte, clavado
en una cruz, Jesús vive el momento del alumbramiento. “Hijos míos, por quienes sufro
de nuevo dolores de parto” (Gal. 4,19). Dura tres horas la labor del parto. “Se
oscureció el sol y todo quedó en tinieblas desde el mediodía hasta la media tarde”.
Jesús, como la mujer encinta, (Ap. 12,1) gritó muy fuerte: “Padre, a tus manos
encomiendo mi espíritu” y expiró (Lc. 23,46-47).
“Luego un soldado le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y
agua (Jn. 19-34). Sabemos por el catecismo que en este momento, al morir y ser
traspasado, del costado abierto de Jesús, nace la Iglesia, que es también esposa y
heredera de su misión: hacer que venga el Reino del Padre. La Iglesia, representada
en María y los Apóstoles, es luego bautizada en el Espíritu en Pentecostés.
La sangre de Cristo cae y se extiende por la tierra. Como muchas madres, Jesús
muere al dar a luz. Los allí presentes recogen la criatura, la nueva gracia, la Pequeña
Iglesia, representada en el cuerpo traspasado de Jesús.
José de Arimatea (Leer Lc. 23,50-56) es el nuevo José que ayuda en el alumbramiento
de la pequeña Iglesia. Baja a Jesús de la cruz, lo pone primero en brazos de su
madre. En este momento, la presencia de María también va a ser esencial. Antes de
morir su Hijo le había encomendado a la Iglesia. En el #24 de Madre del Redentor
leemos: “Así, la que está presente en el Misterio de Cristo como Madre, se hace por
Voluntad del Hijo y por obra del Espíritu Santo, presente en el Misterio de la Iglesia...
sigue siendo una presencia materna”. María será también MADRE DE LA IGLESIA (cfr.
#287 del Doc. de Puebla). José de Arimatea toma a Jesús de los brazos de María, lo
envuelve en una sábana y lo pone en un sepulcro nuevo, cavado en la roca.
En el #22 de la Exhortación sobre los Laicos y en la Carta sobre el sufrimiento leemos:
“La Iglesia que nace del misterio de la Redención en la cruz de Cristo, está obligada a
buscar el encuentro con el hombre, de modo particular, en el camino de su
sufrimiento”.
En María, al pie de la cruz, se cumple la profecía de Simeón que Lucas nos narra.
“Mira, éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten; será un signo de
contradicción, mientras que a ti una espada te traspasará el corazón (Lc. 2,34-35).
María es por excelencia la Corredentora. Con Jesús compartió sus sufrimientos. La
espada traspasó juntamente el corazón del Hijo y el corazón de la Madre.
Sabemos que los hijos sienten y resienten en el vientre de su madre todo lo que a
éstas les sucede. Luego, cuando son grandes, son las madres las que sienten y
resienten en su corazón todo lo que sucede a sus hijos.
Preguntas
(A) ¿Por qué decía la mamá del hecho de vida que cada parto era una Pascua
para ella?
(B) ¿Qué dones ha puesto Dios en la mujer?
(C) ¿Por qué puede entender mejor el misterio de la Eucaristía la Mujer-Madre?
(D) ¿Qué analogía o semejanza encontramos entre el alumbramiento de las
mamás y de María y los sentimientos de Jesús en la Cruz?
(E) ¿Por qué decimos que María es también MADRE DE LA IGLESIA?
(F) ¿Qué profecía se cumplió en María?
Actuar
DINAMICA-CELEBRACION: “Este es mi Cuerpo que es entregado por ustedes”.
El animador hará lo posible para que este día el sacerdote celebre la Eucaristía o al
menos haya una celebración donde recibamos la Comunión y tengamos la oportunidad
de alegrarnos como hermanos en la Iglesia y profundizar este misterio del ‘Amor de
Jesús’. Podrán tomar como Evangelio la Institución de la Eucaristía: (Lc. 22,7-20).
Renovemos nuestra Alianza y fidelidad a Jesús por haber eternizado su habitación y
unión con nosotros y por habernos dado a la Iglesia y a María como Madre.
RESUMEN:
La mujer madre viva una Pascua al dar a luz a su hijo y está en mejor disposición de
captar más existencialmente el misterio de la Eucaristía y de la Iglesia que “son
expresiones de la maternidad de Dios” que se nos muestra en Jesús. La alianza y
unidad entre la madre y el hijo, Jesús la repite y eterniza en el Sacramento de la
Eucaristía. María en Belén da a luz a Jesús; Jesús en la cruz da a luz a la Iglesia, su
Esposa y Madre nuestra. Por Voluntad de Dios, María es Madre de Cristo y también de
la Iglesia, pues Jesús se la entregó en la Cruz. En María se cumple la profecía de
Simeón.
PARA VIVIR:
Agradezcamos a Dios que puso en nosotros las mujeres el don de la maternidad.
Durante la semana, hagamos lo posible por visitar o invitar a nuestra casa a algún
matrimonio pobre, a alguna viuda o madre soltera que tengan un niño pequeño.
Compartamos con ellos alguna ropa, alimento o medicina.
Oración y Canto: La Eucaristía o Celebración.

Tema 7
LA MUJER POBRE
Meditación: “Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron
sitio en la posada” (Lc. 2,7).
Oración: Ave María.
Canto: Amar es entregarse.
En el Tema 2 expresamos que Lucas trabaja mucho en su Evangelio la realidad de los
pobres. Jesús y María son los pobres de Yavé, son el Siervo y la Sierva del Señor.
Nuevamente admiramos en Lucas su capacidad para presentar con gran delicadeza y
en detalle, la situación de los pobres y también la pobreza que viven diversas mujeres
en el Evangelio.
Comentemos entre nosotros:
- ¿Qué pasajes del Evangelio de Lucas nos hablan del Amor preferencial de Dios
y de Jesús por los pobres?
- ¿Por qué podemos decir que la mujer suele ser la más pobre entre los pobres?
María fue pobre y su Hijo y José también. Del pesebre a la cruz, el Hijo del Hombres
se hizo y fue pobre. No tuvo dónde ‘reclinar la cabeza’ (9,58).
Jesús se apropió el texto de Isaías: “Me ha enviado a anunciar la Buena Nueva a los
Pobres” (4,18). Para mostrar a Juan el Bautista que el es el Mesías le manda a decir
que “se anuncia a los Pobres la Buena Nueva” (7,22). Jesús cura a los pobres (4,38);
los escoge para ser sus discípulos (5,10); las bienaventuranzas son para ellos (6,20-
22) y las maldiciones para los ricos (6,24-26).
Jesús es y se coloca en el lugar del pobre. Son muy numerosos los pasajes donde
opta, defiende y prefiere a los pobres, y entre ellos, los que además de pobres son
pecadores y mujeres. Tal es el caso de la mujer en casa de Simón el fariseo.
Dedicaremos el Tema 11 a este pasaje.
Leamos ahora el pasaje del Obolo de la Viuda en Lucas 21,1-4.
Comentemos entre nosotros casos de mujeres que, como esta viuda, dan de su
pobreza.
Lucas nos cuenta varias parábolas que Jesús dijo sobre Ricos y Pobres y en diversos
pasajes nos previene contra la ambición y las riquezas. Sin embargo, es notable que,
para darnos un modelo de generosidad y abandono en la Providencia, se fija en una
mujer pobre y viuda, marginada de la sociedad que asiste al Templo y da en limosna
todo lo que tenía vivir...
Lucas nos cuenta lo que vio, pensó y dijo Jesús. Vio a unos ricos.. Vio también a una
pobre viuda.. Jesús mira como los pobres, como la viuda. La mirada de Jesús es de
Pobre. Los pobres son los que han aprendido a ver con el corazón. Las mujeres
pobres viven lo que el Zorrito dijo al Principito: “Sólo se ve bien con el corazón; lo
esencial es invisible a los ojos”.
María, la mujer pobre excelencia, también se enfrenta a la vida con el corazón y sabe
meditar y guardar en él todo lo que la Vida le enseña (2,19 y 52). La Escuela de los
Pobres es la Vida, y la Maestra de la mujer es su Corazón.
La mujer pobre sabe Ver con el corazón, y aún más, sabe sentir, Pensar, meditar y
Actuar con el corazón. Y es que, en verdad, sólo el pobre ve lo que los pobre ven.
Sólo el pobre conoce lo que los pobres sienten. Se ve y se siente diferente desde el
lugar del pobre.
La mujer pobre piensa e intuye con el corazón. No razona conceptos y teorías acerca
del “hambre en el Tercer Mundo y en los países subdesarrollados”; no espera
préstamos del Fondo Monetario Internacional, ni cree que la solución está en los
anticonceptivos. No se conforma diciendo que “la caridad empieza por casa” o
pensando que tiene que guardar para cuando esté enferma. No cree que el ahorro es
el mejor criterio o de que hay que vivir de los intereses.
Todo esto es lo que le aconseja la sociedad capitalista, individualista, pensada por
nuestros hermanos varones. la mujer intuye, con su amor y apego a la vida, que ella
puede esperar, que los otros, los suyos, son primero, y tiene la capacidad para
posponer la satisfacción de sus propias necesidades. Primero se ocupa de su marido
e hijos y al último de ella. La mujer pobre vive y sabe que es dando la vida como se
consigue y perdiéndola es como se gana (9,24).
Esto la hace actuar en forma solidaria y compartida. Tiene capacidad providente y
cree que a cada día le basta su preocupación y que el Padre sabe lo que necesitamos
(12,30). La mujer pobre, como María, en la enfermedad y el parto visita a sus
compañeras (María visita a Isabel). En las carencias y necesidades estiran el gasto, se
las arreglan y “hacen de tripas corazones” (María pone a Jesús en un pesebre).
Cuando falta el agua, los servicios, se organiza con sus compañeras y lucha por ellos,
además de ir por agua al pozo o a casa del vecino (la Samaritana). En las fiestas se
preocupa de que no falte nada (María en Caná) y cuando terminan, le llenan las ollas a
las comadres con el ‘molito’ que sobró. Afortunadamente, los pobres, como María, no
tienen refrigeradores para guardar para mañana lo que hoy les sobra, ni graneros para
guardar las cosechas (12,18). Los pobres, como esta viuda que Jesús vio, no dan de
lo que les sobra, sino de lo que necesitan para vivir.
Jesús es consciente y hace notar la capacidad de esta mujer para darlo todo.
Seguramente, al verla, revivió lo que le había pasado, al principio de su ministerio en
Nazaret, cuando le dijo a sus paisanos que nadie era profeta en su tierra y les recordó
cómo Dios envió a Elías a la viuda de Zarepta, que era extranjera y que también dio a
Elías lo último que le quedaba para vivir (4,25-26 y I Reyes 17,9).
Es un hecho que Jesús rechaza a los ricos que dan de lo que les sobra y se identifica
con la pobre viuda que tiene tan poco que dar, que en las dos moneditas se entrega a
sí misma y no le importa dar ‘lo que tenía para vivir’.
Así es Jesús, el pobre entre los pobres. Siendo Dios se hizo pobre, esclavo por
nosotros (Fil. 2,7-8 y Heb. 2,17) y como la viuda, fue al Templo y en el Arca del Tesoro
se vació, se entregó a sí mismo totalmente hasta la muerte y muerte de cruz. Y el velo
del Templo se rasgó (23,45) para que ya no hubiera clases, ni lugares privilegiados, ni
judíos, ni gentiles, ni varones, ni mujeres, sino todos uno en Cristo Jesús (Gal. 3,28).
Este pasaje del Obolo de la viuda, está situado como una Estrella en medio de so
textos que nos dan a conocer hasta qué punto había oscuridad en el corazón de los
“buenos, de los religiosos y los ricos” del tiempo de Jesús que acudían al Templo y que
no amaban y servían a Dios, sino al dinero (16,13-14).
Los textos son:
1) En el Cap. 19,45: Jesús ha entrado en Jerusalén y en el Templo. De allí echa
a los vendedores que lo han convertido en cueva de ladrones.
2) En el Cap. 22,5: Judas traiciona y vende a su maestro por unas monedas que
pertenecen al Arca del Tesoro. Al arrepentirse y devolverlas, los sacerdotes no las
echan al tesoro de la ofrendas por ser precio de sangre, por ser precio de la VIDA (Mt.
27,6).
Jesús es la VIDA que se entrega como don, como limosna en el Templo. Jesús es el
único Tesoro para el corazón humano (12,34). Se entrega para que ya no haya
bandidos y traidores, sino Hijos y Hermanos. Jesús dio “todo lo que tenía para vivir,
para que nosotros tengamos vida en abundancia (Jn. 10,10). Jesús no se parece a los
ricos que vio y que dieron de lo que les sobraba, sino a la viuda que dio todo lo que
tenía para vivir.
Esta es la Buena Noticia a los pobres: Jesús, siendo Dios se hizo carne pobre para
darse y darlo todo a fin de que fuéramos Hijos del Padre y hermanos entre nosotros.
Esto sólo es Buena Noticia para los pobres que no tienen nada y reciben la vida de
Cristo. Para los ricos es mala noticia pues para seguir a Jesús y tener un tesoro en el
cielo, tienen que darlo todo, aunque sea en el último instante de vida. Tienen que
venderlo todo y compartirlo con los demás pobres (18,23), o al menos “dar la mitad y
devolver cuatro veces lo que injustamente hayan adquirido. Así llega la salvación a
sus casas” (19,8-9).
¡Así, sí viene el Reino! La viuda no se midió; Jesús no se midió. La vida del Pobre se
hace Reino cuando no teniendo que dar, se da a sí mismo y entrega su vida. ¡Qué
hermoso es amar a la manera de Jesús y de esta viuda que partieron, repartieron y
compartieron lo que tenían para vivir y cuando ya no les quedó nada, se dieron a sí
mismos hasta morir!
Preguntas
(A) ¿Por qué decimos que Jesús es y se hizo pobre?
(B) ¿Qué pasaje de la vida de Jesús nos cuenta Lucas para darnos un modelo de
generosidad y abandono en la Providencia de Dios?
(C) Expliquen ¿Cómo ven, siente, piensa y actúan las mujeres pobres?
(D) ¿A quién rechaza Jesús y con quién se identifica?
(E) ¿En medio de qué pasajes está el del óbolo de la viuda? ¿Cómo se entrega
Jesús?
(F) ¿Por qué la entrega de Jesús es Buena Noticia para los pobres y Mala para los
ricos?
Actuar
DINAMICA: “¡Bienaventurados los Pobres!”.
La pobreza, la solidaridad y el compartir son condiciones indispensables para entrar en
el Reino. Hagamos cinco grupos para reflexionar con el corazón las siguientes
parábolas y pasajes. (Si son pocos en la reunión, escojan sólo un tema y ya no habrá
plenario. Convendrá que durante la semana mediten y guarden en el corazón los
pasajes que no hayan visto en la reunión).
GRUPO 1: Lucas 12,13-22. Parábola del Rico que no llegó a agrandar sus
graneros. Consejos de Jesús.
GRUPO 2: Lucas 16,1-5. Parábola del Administrador infiel y consejos de Jesús.
GRUPO 3: Lucas 16,19-31. Parábola del Rico y Lázaro. (Nótese que Jesús sólo
da el nombre del pobre...).
GRUPO 4: Lucas 18,18-27. Pasaje del Joven Rico y consejos de Jesús.
GRUPO 5: Lucas 19,1-10. Pasaje de Zaqueo.

Todos los grupos responderán las dos preguntas:


1. ¿Cómo se descubre la opción preferencial de Jesús por los pobres en este
texto? ¿Qué contrastes y contradicciones se presentan entre ricos y pobres?
2. ¿Cuál es el lugar social de Jesús en este pasaje? ¿Cómo tienen que ser las
actitudes y las obras de los que lo siguen?
PLENARIO:
Cada grupo expresará solamente la respuesta de la pregunta #1.
RESUMEN:
Lucas trabaja mucho el tema de la pobreza en su Evangelio. Nos presenta a José y a
María, pobres, y a Jesús, pobre, anunciando el Reino a los pobres. Tiene predilección
por ellos. Pone como modelo de generosidad y abandono en la Providencia, a una
pobre viuda que echó dos moneditas en el Arca del Tesoro. Era todo lo que tenía para
vivir. Jesús se identifica con la mujer que ve, siente, piensa medita y actúa con el
corazón. Jesús y la mujer no razona al modo de los ricos, sino que, por amor a la vida,
luchan por ella, dan, reparten, comparten lo que tiene y cuando no les queda más no
se miden y se dan a sí mismos. Jesús es el único y mayor tesoro que se entregó en el
Templo para que ya no fuera una cueva de ladrones y traidores. Su venida para
hacernos hijos del Padre y hermanos, sólo es Buena Noticia para los pobres. Para los
ricos es mala, pues tendrán que dejar de serlo para darlo a los pobre y seguir a Jesús.
O sirven a Dios o al dinero.
PARA VIVIR:
Pongámonos en el lugar del pobre. Unámonos y organicémonos en comunidad,
cooperativas, organizaciones populares y políticas para cambiar estas estructuras
injustas de pecado. Tratemos de ver, sentir, pensar, meditar y actuar con el corazón, a
la manera de Jesús pobre. Veamos qué somos, tenemos y podemos para que lo
compartamos y nos solidaricemos. Recordemos el mandato de Jesús a los Doce:
“Denles ustedes de comer” (9,13).
Oración: Diremos el Salmo 49 (48) sobre la inconsciencia de los ricos, en dos coros,
meditándolo en el corazón.
Canto: ¡Con nosotros está!

Tema 8
LA MUJER CONSAGRADA EN LA IGLESIA
Meditación: “Ana no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y
oraciones... alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la liberación
de Jerusalén (2,38).
Oración: Ave María
Canto: Juntos como hermanos.
Ver-Pensar
Ana, viuda y profetisa, es la tercera mujer que Lucas menciona en su Evangelio. No
casualmente sino por inspiración de Dios, presenta esta tercera pareja. En esta
ocasión son célibes: el anciano Simeón y Ana, la viuda. Los dos reconocieron a Jesús
y profetizaron.
María cumple con la ley de la purificación (Levítico 2,2-4) y va con José y el Niño al
Templo y ofrece, como pobre, dos pichones (2,22-24).
Allí es donde encuentran a Simeón y a Ana (lean Lc. 2,36-38).
Ana pertenece a las viudas de Israel; pertenece al ‘resto’ pobre llamado a recibir la
promesa. Tuvo el privilegio de ser profetisa de Jesús. En Israel las viudas no eran
solamente las que habían perdido a su marido. Se llamaba viuda a cualquier mujer
desamparada, o que viviera sola, apartada de la familia, o célibe. No siempre eran
pobres. A veces tenían medios económicos, pero socialmente tenían una situación de
inferioridad. Las galileas que siguieron a Jesús (lo veremos en el tema 12)
pertenecían sin duda a las viudas (8, 2-4).
Aunque normalmente, Lucas tiene la delicadeza de no hacer notar la inferioridad de las
mujeres, es un hecho que la mujer judía en el Templo y luego en la Iglesia, siempre ha
tenido un puesto de inferioridad. Existía un patio sólo para ellas. Sólo los varones
tenían acceso a la parte central del Templo.
Comentemos entre nosotros lo que conocemos de la participación de la mujer, y en
especial de las religiosas, en la vida de la Iglesia.
En este tema queremos tocar en especial a las mujeres consagradas, a las que nos
llaman ‘religiosas’, ‘monjas’, ‘madrecitas’ o ‘hermanas’.
La vida religiosa tiene su origen en las viudas judías, en las primeras galileas que
asistían a Jesús y después a los apóstoles. Existió la Orden de las Viudas (I Timoteo
5,3-17) e incluso diaconisas (servidoras) que se hicieron Orden en el Siglo III. Ellas
desempeñaban entre las mujeres todas las funciones que los diáconos desempeñaron
entre los hombres (Rom. 16,1).
Sería imposible recorrer todos los siglos de vida consagrada y nos saldríamos del
tema, pero quizá podría ayudarnos a re-leer hoy, con ojos y corazón de mujer
latinoamericana, este texto de Lucas.
Lucas nos da primero algunos datos de Ana. Nos narra algo de su historia. Es hija de
Fanuel, de la tribu de Aser. Se casó, enviudó a los siete años y luego se consagró a
vivir en el Templo del que no se apartaba, sirviendo a Dios día y noche.
También la vida religiosa y cada mujer consagrada tiene su historia. A través de la
misma vida, en la familia, la escuela, el catecismo, la Iglesia, conocimos a Jesús;
entramos en contacto con mujeres que lo seguían de una manera especial y sentimos
el llamado de consagramos, de no apartarnos de El y de seguirlo en su misión día y
noche. A esto le llamamos “vocación religiosa”
Todos los religiosos, al consagrarnos, vivimos normalmente en comunidad, con un
‘carisma’ o don especial para servir según una familia religiosa y su fundador(a).
Pronunciamos los llamados “tres votos” o Consejos Evangélicos de Castidad
(renunciamos al matrimonio para seguir a Jesús y amar gratuitamente a su modo y
trabajar como El por su Reino (Mt. 19,12), de Pobreza (ponemos en común en servicio
de la hermandad, todo lo que somos, tenemos, podemos y sabemos) y Obediencia
(estamos libres y disponibles para cumplir la Misión y Voluntad de Dios que se nos
manifieste).
Aquí en América Latina, y en especial en las Comunidades Eclesiales de Base, algo
nuevo está naciendo. Las comunidades religiosas insertas en medios populares
(CRIMPO), están descubriendo una nueva manera de ser religiosos en esta nueva
manera de ser Iglesia.
Volvamos al Evangelio. Ana la profetisa no se apartaba del Templo;
- servía a dios día y noche con ayunos y oraciones;
- alababa a Dios;
- hablaba del Niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
La vida religiosa latinoamericana, como Ana:
- No se aparta de la Iglesia. Está viviendo en pequeñas comunidades fraternas
(D.P. 730 y 731) insertas y comprometidas en las CEB’s haciendo una opción
preferencial por el pueblo pobre (D.P. 733-734).
- Tiene una Experiencia de Dios más integrada con la realidad y encarnada (D.P.
726 a 728). Está bajando al Encuentro de Dios en el Pueblo y lo sirve día y noche en
la Pastoral de la Iglesia local (D.P. 736 a 738) y en la oración y alabanza comunitaria y
el compartir con los vecinos y parroquianos.
- La misión de la vida religiosa latinoamericana es, como Ana, profética.
Estamos anunciando a Jesús a todos los que esperan la liberación de Jerusalén.
Para Lucas y los Profetas del Antiguo Testamento, la liberación de Jerusalén significa
la liberación de todo el pueblo elegido. Nosotros somos Jerusalén. Estamos en el
continente de la opresión y de la esperanza. El clamor del pueblo oprimido se ha
vuelto amenazante (D.P. 87 a 89), pero Latinoamericana es creyente y sabe y espera
que Dios escuche sus gritos. Como religiosos latinoamericanos no queremos
hacernos sordos a este clamor, sino que queremos, como Iglesia y como Pueblo
caminar y salir juntos de la opresión y denunciar todo lo que va contra la VIDA y el
AMOR, que es DIOS, al que están matando en su Pueblo.
Veamos ahora a Jesús. Al igual que Ana, en su vid ano se cansó de servir a Dios día y
noche. Siempre estuvo en las cosas de su Padre (2,49).
Se apartaba para orar y el Pueblo lo buscaba y trataba de retenerlo para que no los
dejara. El integró en su vida, sus grandes pasiones o amores: EL PADRE (10,21-22),
LOS POBRES (14,13) y EL REINO (10,9). Hacía misiones: “También a otras ciudades
tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado”
(leer Lc. 4,42-44).
La vida religiosa Latinoamericana quiere movilizarse hacia una Nueva Evangelización.
Tenemos la misión liberadora de anunciar el Reino de Hijos y Hermanos. Pero aquí la
caridad tiene que empezar por casa.
Queremos anunciar dentro de la misma Iglesia que no puede haber divisiones entre
nosotros. Todos somos uno en Cristo Jesús. Varones y mujeres somos servidores,
iguales y hermanos. Jesús nos pidió en su Ultima Cena que ‘no fuera así entre
nosotros, que el mayor fuera como el menor y el que manda como el que sirve’ (22,26).
¿Por qué le llamamos ¡Señor, Señor! y no hacemos lo que nos dice? (6,46).
No queremos que nuestra historia se desligue de la de Israel, de la de Ana y Jesús.
Jesús nos ha mostrado el Camino y queremos volver a él.
Todos estamos llamados a una conversión profunda si queremos que nuestra
consagración sea signo de la vida en AL, en medio de tantos signos de muerte.
Si queremos que la Iglesia renazca y la mujer religiosa en ella, tendremos que volver a
la Biblia y al Evangelio, pero despojándonos de nuestros prejuicios pare re-leerla
desde el lugar del Pobre y meditarla hasta que llegue a nuestro corazón y al corazón
del Pueblo.
Las religiosas estamos muy lejos de desempeñar en la Iglesia el lugar que intuimos y
creemos que nos corresponde. Las mujeres y las religiosas somos en la Iglesia como
los pobres en el pueblo: la MAYORIA. Como ellos nos sentimos y somos marginados
por la estructura patriarcal que ha impregnado todas las áreas de nuestra vida.
pedimos con Jesús al Padre Bueno, que ayude a nuestros hermanos varones, a
nosotras las religiosas y al pueblo a entender que Jesús vino para dar libertad a los
oprimidos (4,18). Nosotros, como Iglesia, servidora del Reino tenemos que hacer lo
que Jesús anunció, o seremos infiel a nuestra vocación.
Una manera de hacer que la Evangelización sea nueva en su ardor, en su expresión y
en sus métodos será el llevar a la práctica los principios del Evangelio que tanto
predicamos. Así nuestra casa no será destruida (6,48).
Tomemos en cuenta la otra cara de la moneda, el rostro femenino de Dios, que es la
mujer. No nos quedemos en la sola contemplación y alabanza de María, la Virgen.
Tomemos en cuenta a la mujer como Dios y Jesús la tomaron en cuenta y en particular
a María que es Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo y Madre
de la Iglesia.
Aunque parezcamos o nos crean viudas o estériles, permítannos hacer presente a
María y al rostro materno de Dios dando nuestro aporte femenino en el AMOR, para
que se generen los hijos que tanto deseamos. Permítannos, junto a nuestros
hermanos varones ser siervas y siervos del Señor. Sólo así seremos bienaventurados
y todas las generaciones nos llamarán dichosas.
Felices seremos si creemos que se cumplirán estas cosas.
(cfr. temas 3 y 4).
Preguntas
(A) ¿A qué grupo pertenece Ana en Israel?
(B) ¿Qué es la vocación religiosa y cuáles los tres votos o consejos Evangélicos?
(C) ¿En qué se parece la vida religiosa latinoamericana a Ana?
(D) ¿En qué se parecen Jesús y Ana?
(E) ¿Cuál es la misión liberadora de la vida religiosa hoy en A.L.?
¿Por qué tenemos que anunciarla dentro de la misma Iglesia?
(F) ¿Qué pedimos con Jesús, las religiosas, al Padre Bueno?
Actuar
DINAMICA: “Vida Religiosa, Ayer y Hoy”.
En este día haremos una dinámica especial. Podemos prepararla hoy o durante la
semana, si se ve conveniente, y presentarla en la siguiente reunión.
Se trata de un DEBATE. Este es un ejercicio en el que se presentan dos personas o
grupos de personas que tienen opiniones opuestas o contrarias y ambos las defienden
y fundamentan con todas las razones que tengan con el deseo de “convencer” a la
otra parte;
- El animador actuará como moderador y dará las indicaciones al grupo.
Preparará suficientes boletos para los tres grupos con las letras:
O= observadores, A= Grupo 1, B= Grupo 2.
- La pregunta del debate es:
¿COMO CREEMOS QUE DEBE SER LA VIDA RELIGIOSA HOY EN AMERICA
LATINA?
Según los gustos o posibilidades, todas las personas en la reunión tienen libertad para
colocarse en uno de los tres grupos.
Grupo O:
Son los observadores. Pueden asistir al Grupo A o B mientras se preparan y aportar
allí sus opiniones pero permanecerán en silencio durante el debate en los que sólo
participan los que sean del Grupo A o B.
Grupo A:
Tendrá como consigna: buscar todas las razones, ventajas o beneficios de la
liberación de la vida religiosa como la presentamos aquí.
Pueden basarse en su experiencia y conocimiento de las religiosas.
Grupo B:
Tendrá como consigna, el buscar todas las razones en contra, las desventajas y
riesgos de esta manera de entender la vida religiosa.
Pueden basarse en su experiencia y conocimiento de las religiosas.
Tiempo:
La preparación para el debate de los Grupos A y B durará unos 15 ó 20 minutos.
El tiempo del debate se fijará de antemano por todo el grupo de acuerdo con el
animador. Este dará la palabra, cuidando que las intervenciones no se alarguen y que
el mayor número de personas participe.
Cuando se termine el tiempo, o cuando a juicio del grupo se hayan visto bastantes
opiniones a favor y en contra, dejaremos unos minutos de reflexión y oración en
silencio para que cada participante llegue a su propia conclusión.
Oración: Para finalizar, recemos muy lentamente o cantemos el Cántico Liberador
de María, el Magnificat, que los religiosos decimos cada día en la liturgia de las horas
en las Vísperas.
Canto: SEÑOR, YO QUIERO SERVIRTE.
RESUMEN:
Ana pertenece a las viudas, parte del resto de Israel, que esperaban la venida del
Mesías para liberarlos. Jesús y ella, son modelos de la vida religiosa latinoamericana
que no quiere apartarse de la Iglesia y la quieren servir día y noche en las
comunidades insertas entre los pobres y anunciar la liberación al pueblo pobre y
creyente de América Latina.
Queremos que el anuncio liberador de la vida religiosa cambie el corazón de todos los
miembros de la Iglesia para que nos permitan, como María, ser virgenes-fecundas y
madres para dar nuestro aporte femenino de amor a la Iglesia y al pueblo y se generen
los hijos y hermanos que tanto deseamos.
PARA VIVIR:
En nuestras CEB’s, Dios está suscitando vocaciones a la vida religiosa. las mamás y
papás del Pueblo conocen muy poco la vida religiosa o tienen la imagen de la religiosa
como apartada del mundo y de la realidad. Trataremos de comprender y también de
explicar a nuestros hijos este nuevo estilo de ser religiosa en AL., para que no
apaguemos el trabajo del Espíritu Santo en las jóvenes a las que Jesús hoy invita a
seguirle.
Canto y oración: arriba.

Tema 9
LA MUJER EN LA FAMILIA
Meditación: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados,
te andábamos buscando?... ¿Por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo estar
en las cosas de mi Padre? (Lc. 3,48-19).
Oración: Ave María
Canto: ¡Qué alegría cuando me dijeron!
Ver-Pensar
Ya explicamos anteriormente que Lucas da una gran importancia a María en los
relatos de la infancia. Si conocemos las dudas y sufrimientos de José, que pensó
repudiarla en secreto, es por el Evangelio de San Mateo que privilegia a José, más que
a María. Mateo era judío y escribió para los judíos (Mt. 1,18-25).
Lucas menciona que María era una virgen desposada con José (1,27). Cuando vuelve
a mencionar a José, los dos van en camino a empadronarse a Belén (2,4-5).
En este tema queremos profundizar más en otros aspectos de la vida de la mujer: la
infancia, juventud y vida de familia.
Comentemos: ¿Cómo educan nuestras familias a las niñas y a los niños? ¿Hay
diferencia en el trato y consideración a cada uno, según su sexo? ¿Cuál
Nuestra sociedad patriarcal tiene patrones culturales que ha repetido de generación en
generación y somos las mujeres, las que en realidad los estamos perpetuando.
Sucede que desde el nacimiento tomamos una actitud particular hacia el niño o niña.
No falta quien diga que no quiere tener hijas porque “no más vienen al mundo a sufrir”.
Pequeños aún, a través de los juegos, las muñecas, las comiditas, educamos y casi
obligamos a las niñas a realizar los quehaceres de la casa y a cuidar y a hacerse
responsable de los hermanitos.
Al niño lo dejamos libre para andar en la calle o ranchería jugando todo el día. La
mujer es de la casa y no tiene libertad, y el varón es de la calle y hace lo que quiere
porque “para eso es hombre”. Luego sucede que el varón no aporta suficiente dinero
para el mantenimiento de la casa y la mujer sale a trabajar a la par que él y a su
regreso, además de su trabajo fuera, tiene que realizar todo el trabajo del hogar o lo
delega en las mujercitas. Con frecuencias, las niñas tienen que hacerle todo a sus
hermanos, y éstos, además, las mandan e incluso se sienten con derecho a
maltratarlas. El varón pocas veces apoya y ayuda a la esposa o a la mamá.
Las mujeres están a veces demasiado agobiadas entre el trabajo fuera y el de casa,
los problemas con el marido y los hijos. Las niñas crecen como las plantas silvestres,
sin mucho cultivo y orientación y sin descubrir el plan de Dios sobre sus vidas. La niña
se hace la idea de que “así es la vida”; es así como tiene que ser. Cuando sea grande
repetirá lo que vio hacer a su mamá y escogerá un varón que haga igual que su papá.
A veces por salirse de su casa, se van con el muchacho y de una esclavitud pasan a la
otra.
El niño, por su parte, crece sin muchas responsabilidades. Ve que su papá está casi
siempre fuera de casa, a veces regresa borracho, no entrega el gasto a su mamá.
Otras veces la insulta y hasta le pega. Escucha que grita, exige y dice: “¡Aquí mando
yo!”. El empieza a repetir la misma conducta con su hermana, mamá y más tarde con
la novia, la esposa y los hijos.
Y así, la familia, ayudada por la escuela, la Iglesia y los medios de comunicación
social, y en especial las tele-novelas, van perpetuando el crecimiento y la educación
desigual e injusta del varón y la mujer y les va metiendo ideas en la cabeza y
sentimientos en el corazón de cuáles han de ser la vida y la conducta de cada uno.
Leamos ahora el Evangelio de Lucas 2,39-52.
Comentemos: ¿Si hoy se nos perdiera un hijo de doce años durante tres días, qué
haríamos?
¿Cómo se comportan Jesús, María y José?
Lucas nos presenta a la familia de Jesús, viviendo como todas las familias judías.
Cumplían todo lo que ordenaba la ley del Señor, y “el niño crecía, se desarrollaba y
entendía más cada día” (2,40). El varón judío estaba obligado a acudir a Jerusalén, a
la fiesta de la Pascua a partir de los doce años. Los tres subieron en esta ocasión que
Lucas nos narra. El hecho es que Jesús se quedó en Jerusalén y esto fue motivo de
gran preocupación y angustia para María y José.
La mujer judía, a semejanza de la de nuestro pueblo, ejerce su mayor ‘dominio’ con los
hijos en el hogar. Este viene siendo su ‘pequeño reino’, aunque sea de mucho trabajo.
La mujer pasa muchas horas junto a los hijos y es la que suele cuestionarlos,
corregirlos, reprocharles y hasta pegarles. A veces intervienen los papás, y en general
son más duros.
La mujer, y particularmente, la latinoamericana, con frecuencia es sobre protectora y
posesiva o, al menos, “preocupona”, en relación a los hijos o hijas. Vemos a María
reclamar con fuerza a Jesús: “Hijo, ¿por qué te has portado así? tu padre y yo te
buscábamos angustiados”.
Cualquiera mamá hubiera dicho en cualquier siglo esta misma frase, y más de una le
hubiera dado una buena ‘paliza’ al hijo o hija que se “perdiera” por tres días.
Miremos ahora a Jesús. Varones y mujeres tenemos mucho que aprender de su
respuesta, pues nos da una experiencia y conocimiento muy profundos de lo que
tendría que ser nuestra vida y nuestras relaciones en la familia.
Lo bueno, lo que hay que escoger, lo que “es la mejor parte, y nunca nos podrán
quitar” (10,42), es “ESTAR EN LAS COSAS DEL PADRE”. Lo más importante para
Jesús y para todo ser humano, varón o mujer, es hacer la Voluntad de Dios, y estar en
sus cosas. Esto es esencial que lo meditemos y guardemos en el corazón para
hacerlo vida. Lucas nos dice que ni María, ni José comprendieron lo que Jesús les
dijo, pero ella lo guardó fielmente en su corazón (2,51).
Todos necesitamos comprender este primer mensaje liberador de Jesús. Jesús no
permite que nada ni nadie lo ate; ni su mamá, ni su papá. Jesús, lejos de perderse en
el Templo, descubre y encuentra su verdadera identidad como ser humano y como Hijo
de Dios. Estamos aquí en la tierra para estar en las cosas del Padre; para “santificar
su nombre y hacer que venga su Reino” (11,2). La Misión es la misma y única para
todos. No son las cosas del varón o de la mujer, las cosas de los hijos o hijas, sino las
cosas del Padre.
Con nuestra educación y cultura, las mujeres frecuentemente nos “refugiamos en los
hijos”, o buscamos comprensión de las frustraciones del matrimonio o del trabajo y a
veces nos desquitamos con ellos y no los dejamos ser, o queremos que sean a nuestra
imagen y semejanza y no a la de Dios. Es necesario que ellos y nosotros estemos en
las cosas del Padre.
La figura de María nos habla al corazón. Durante toda su vida, al igual que Jesús, y
cada uno de nosotros, tuvo que enfrentarse con su realidad y crecer en edad,
sabiduría y en gracia (3,52) y llegar a comprender que la vida de nuestros familiares no
nos pertenece, sino que es de Dios. Cada uno tiene que responderle en la medida de
sus capacidades, talentos, (19,11-27) y vocación.
María, desde su noviazgo, experimentó situaciones semejantes a las que hoy viven
nuestras jóvenes y mujeres. Estaba comprometida con José y quedó encinta.
entonces, como hoy, ser madre soltera es una situación inaceptable. Con toda
seguridad fue mal vista y criticada. El mismo José llegó a pensar dejarla en secreto.
María, como nosotros, tiene que ayudar a sus familiares necesitados y enfermos
(Isabel) y viajar e ir con ellos en los momentos difíciles (1,39).
María vive el exilio, y como refugiada, tiene que huir para que no maten a su Hijo (Mt.
2,14).
María vive en familia y pasa las horas y los días en las tareas del hogar. María llega a
ser viuda y también participa en un seguimiento radical de Jesús y lo acompaña junto
con otras mujeres de Galilea (8,1-3). Busca estar cerca del Hijo cada vez que puede, y
muy especialmente en los momentos que es abandonado y contado entre
malhechores (23,33 y 49).
María, en su vida, aprendió y fue creciendo en edad, sabiduría y gracia y puso, como
Jesús, todos los medios para estar en las cosas del Padre.
Muchas mujeres viven agobiada por los problemas de la familia y el trabajo o “tienen
miendo a los maridos”, que no les dan ‘permiso’ de asistir a la Iglesia y reuniones de la
comunidad. No toca al varón mandar a la mujer e impedirle estar en cosas del Padre.
El Padre esta por encima de todo. Los dos tienen la misma misión y deben educar a
los hijos para que toda la familia haga la voluntad de Dios. ¡Qué todos estén con
Jesús! (11,23) ¡No nos dividamos! (12,51-53).
Convenzámonos de que la vida de familia y el seguimiento de Jesús son compatibles y
se vivifican mutuamente. Ya que la mujer tiene un lugar tan importante en la familia,
eduquemos a nuestros hijos y a nuestros esposos para que entendamos que primero
tenemos que “buscar el Reino de Dios y todo lo demás (incluyendo la vida de familia)
se nos dará por añadidura (12,31).
Los hijos e hijas no son una carga que agobia. Tenemos que acercarlos a Jesús. el
pidió que los niños vivieran a El, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos
(18,16).
Cuidemos a los niños y niñas desde el vientre, para que sean un fruto bendito y desde
entonces, salten de gozo (1,42-44) y sean felices. Valoremos a cada uno desde su
concepción, y sea varón, o sea mujer, ambos tienen la misión de ser hijos e hijas de
Dios, y hermanos y hermanas entre sí. Eduquémonos todos para estar en las cosas
del padre.
Preguntas
(A) ¿Cómo educamos a las niñas desde que nacen?
(B) ¿Cómo nos presenta Lucas a la familia de Jesús?
(C) ¿Qué aprendemos de la respuesta de Jesús a María?
(D) ¿Cómo creció María en edad, sabiduría y gracia?
(E) ¿Son compatibles la vida de familia y el seguimiento de Jesús?
Actuar
DINAMICA: “Dejen que los niños se acerquen a mí”
- Con anterioridad, el animador pedirá a las parejas de la comunidad que tengan
hijos e hijas de 12 años, o nietos, que los inviten a venir a esta hora de la dinámica.
(También podría usarse la siguiente reunión para esto).
- Se trata de tener una ENTREVISTA DIRIGIDA, en la que los adolescentes
tengan la misma oportunidad de Jesús, que se sentó “en medio de los maestros,
escuchándolos y preguntándoles” y que nosotros podamos oír a los adolescentes y
“maravillarnos de su inteligencia y respuestas” (2,46-47).
- El animador invitará a leer el pasaje de Lucas que acaban de estudiar: (2,41-
52).
- Pedirá a los adolescentes que gusten, que nos digan qué piensan de lo que
hicieron y dijeron Jesús, María y José.
- El animador, o los presentes, podrán preguntar a los adolescentes libremente, o
si no, pueden hacerse las siguientes preguntas:
• ¿Qué les hubiera pasado a ustedes si sus papás los encuentran después de
estar perdidos tres días?
• Explíquennos cómo entienden la respuesta que Jesús dio a su mamá.
• ¿Qué piensan de la Iglesia, del Catecismo, de las reuniones de la comunidad?
• ¿Qué les gustaría cambiar de su vida de familia, para que todos (papá, mamá,
hermanos y hermanas) podamos estar en las cosas del padre, al igual que Jesús?
- Después de unos veinte minutos de diálogo, el animador les dará las gracias a
los jovencitos e invitará a todos a formar una rueda, tomados de la mano para decir
juntos la oración del Padre Nuestro, repitiendo dos veces, las tres primeras peticiones:
‘santificado sea tu nombre’, ‘venga tu Reino’, ‘hágase tu Voluntad...’ que son las que se
refieren a las cosas del Padre.
Terminamos con el Canto: “Formamos la Gran Familia”.
RESUMEN:
Lucas nos presenta a la familia de Jesús, cumpliendo con la visita anual al Templo con
motivo de la Pascua. Cuando Jesús se pierde, María es la que cuestiona y reprende a
Jesús. Este pasaje de Lucas nos hace descubrir cómo tiene que ser nuestra vida de
familia. Aunque la niña y el niño son educados actualmente en forma diferente y
desigual, y se piensa que “la mujer es de la casa y el varón de la calle”, éste no es el
mensaje liberador de Jesús. TODOS, varones y mujeres, niños y niñas, tenemos que
estar en las cosas del Padre y hacer que venga su Reino. María como mujer, vivió
todas nuestras experiencias y al igual que Jesús, creció en edad, sabiduría y gracia
para escuchar a su Hijo y como El, estar en las cosas del Padre.
PARA VIVIR:
Cambiemos nuestra mente y corazón. Convenzámonos de que la vida de familia y el
estar en las cosas del Padre son compatibles. Tengamos un diálogo con nuestra
familia y con nuestros amigos y vecinos para que juntos podamos estar en comunidad,
estar en las cosas del padre. Evitemos hacer diferencias entre varones y mujeres.
Busquemos amarlos sin sobreprotegerlos, dejándoles ser lo que Dios quiera que sean.
Escuchemos y aprendamos de nuestros hijos e hijas. De ellos y de los que son como
ellos es el Reino de Dios.
Oración y canto: En la dinámica.
Tema 10
LA MUJER QUE SUFRE
Meditación: “Al verla, Jesús la llamó y dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”, y
le impuso las manos. Al instante se enderezó y glorificaba a Dios” (Lc. 12,13).
Oración: Ave María.
Canto: Cuando un niño con hambre...
Ver-Pensar
Jesús tenía unos 30 años cuando comenzó su ministerio y era, según se creía hijo de
José (3,23). Han pasado 18 años. De ellos sabemos que vivió en Nazaret, sujeto a
sus padres, (2,51) en vida de familia.
Jesús comienza su vida Pública. El Espíritu Santo llena a Jesús (3,22;4,1), su fuerza
lo guía (4,14), está sobre El (4,18) e inicia su ministerio en Galilea. Esto lo va a hacer
a través de la predicación del Reino y los Milagros.
Lucas, a quien Pablo llama el médico querido (Co. 4,14), trae numerosos pasajes de
curaciones en su Evangelio. Las primeras señales que Jesús hace en Cafarnaún son
a un “hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo” (4,33) y a la suegra de
Simón (Pedro), sobre quien se inclinó y “conminó a la fiebre para que la dejara” (4,39).
Fueron muy numerosas las curaciones de diversas dolencias y los demonios que
salían de varones y mujeres que gritaban “Tú eres el Hijo de Dios” (4,40-41).
En el Evangelio de Lucas encontramos, además de la suegra de Pedro, otras mujeres
que sufren. Algunas sufren por estar enfermas y otras porque ven sufrir a los que
aman o porque los han perdido. Todas ellas viven un encuentro personal y profundo
con Jesús y se ven liberadas de sus sufrimientos.
Pensemos en nosotras, las mujeres, y comentemos acerca de nuestros sufrimientos.
¿Cuáles son y cómo los llevamos?
Leamos ahora los siguientes pasajes. Pueden dividir las citas y hacer cinco grupos.
1. Curación de la suegra de Pedro (4,38-39).
2. Resurrección del Hijo de la viuda de Naím (7,11-17).
3. Curación de una hemorroísa y resurrección de la hija de Jairo (8,40-56).
4. Curación en sábado de la mujer encorvada (13,10-17).
5. Las mujeres de Jerusalén que lloran por Jesús (23,27-29).
Cada grupo comente qué características descubre en estas mujeres y en Jesús y
expóngalo en un plenario.
Veamos las diferencias entre las mujeres. Las hay de todas edades y condición: niña,
mamás jóvenes, esposa, suegra, anciana encorvada, viuda, enferma, muerta, pobres,
acomodadas, judías y extranjeras.
Algo que salta a la vista es la resistencia y la fe de estas mujeres, su amor a la vida, su
deseo de hacer algo por los que aman:
- La suegra de Pedro, en cuanto se siente bien, se pone a servir.
- La viuda de Naím llora pero va caminando junto a la única familia que le queda.
- La hemorroísa tiene 12 años padeciendo y aun tiene la fe de ser curada. Logra
con fuerza llegar a Jesús, lo toca y luego confiesa delante de todos el favor que le ha
hecho. (Según la ley esta mujer era impura, el que la tocara contraían impureza
legal...).
- La esposa de Jaira llora, pero también entra con Jesús y presencia la
resurrección de su única hija.
- La mujer encorvada asiste a la sinagoga a pesar de llevar 18 años encorvada,
por causa de un espíritu. Al instante de ser curada se endereza y comienza a glorificar
a Dios.
- Las mujeres acomodadas de Jerusalén lloran, pero según una costumbre
mencionada en la ley, preparan bebidas calmantes para llevarla a los condenados.
Podríamos sacar algunas conclusiones de nuestra reflexión:
• Parece ser que las mujeres somos más fuertes para aceptar y soportar la
enfermedad y la muerte en nosotras mismas, que el verla en los que amamos.
(Lloran la viuda, la esposa de Jairo y las mujeres de Jerusalén por otros más
que por ellas mismas).
• Las mujeres buscamos con insistencia la salud y la vida, y al conseguirlas, las
vemos en función del trabajo, el servicio y la alabanza. (La suegra de Pedro se pone a
servir, la mujer encorvada glorifica al Señor, la hemorroísa da testimonio de su
curación).
En cuanto a Jesús, no hace distinción entre las personas. Trata con la misma
delicadeza a los enfermos varones o mujeres.
Siente especial compasión hacia la viuda de Naím y las mujeres de Jerusalén y les
dice: “No lloren” (7,13 y 23,28), pero también a Jairo, cuando le avisan que ya murió
su hijita, le dice: “No temas, solamente ten fe y se salvará (8,50).
Acerca del llanto, como expresión de las emociones o sentimientos de tristeza, nuestra
cultura se la atribuye a la mujer. Dice el dicho: “Mujer, y de las lloronas” y otro dicho:
“Los hombres no lloran...”. A veces se nos dice que “llorar es malo, que hace daño,
que somos histéricas porque lloramos”. Aunque así lo hemos aprendido, es un hecho
que Jesús también dijo a las mujeres que no lloraran y puso los medios para enjugar
sus lágrimas. Jesús lloró en varias ocasiones. Su corazón se entristeció al ver los
males del mundo (leer Lc. 19,41-42).
Jesús vivió todas las emociones auténticas y una de ellas fue la tristeza, porque no
reconocieron su venida. Esta tristeza la expresó llorando.
En cuanto a las curaciones que hizo Jesús; si se trata de curar en sábado, lo mismo
cura al hombre de la mano paralizada (6,6-11) que a la mujer encorvada (13,10-17).
De ella nos dice que es también HIJA de Abraham, y no semejante a un objeto o
animal.
Jesús devuelve a las mujeres la dignidad de “Hija de Abraham, de hija de Dios”.
• A la hemorroísa le dice: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz” (8,48).
• De la mujer encorvada dice: “Esta también es hija de Abraham” (13,16).
Para el pueblo judío, la mujer era equiparada o igual que los objetos, los esclavos y
pero aún, que los animales. Esto se ve claro en el modo como se expresa el último
mandamiento del Decálogo en la Biblia. Hoy lo hemos separado en el noveno y
décimo mandamientos:
Exodo 20,17 y Dt. 5,21: “No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de
tu prójimo, ni su siervo, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo”. La mujer entra
como una propiedad más, entre otras que tiene el prójimo.
En nuestra sociedad moderna lo expresamos aún hoy, cuando a las casadas y no a los
casados, se les agrega detrás de su apellido un “de” para indicar que son propiedad
del varón. También la mujer pierde el apellido propio y toma el del marido, pues ahora
le pertenece a él. el único apellido que se perpetúa es el del varón.
Comentemos casos en que las mujeres nos sentimos o somos tratadas como objetos
por el varón, por otras mujeres, por la familia, por la sociedad.
La pornografía, la prostitución, el adulterio, las violaciones, los abortos y
anticonceptivos, las madres solteras, son sólo algunos signos de cómo las mujeres nos
hemos convertido en objetos.
Para nosotras, mujeres, es muy importante valorarnos a nosotras mismas y darnos el
valor que Jesús nos da. Tenemos el derecho y el deber de cuidar nuestra vida y salud
que es un don de Dios. Tenemos el derecho y el deber de mantener nuestra dignidad
de imagen y semejanza de Dios.
Somos hijas suyas... “Ya no hay diferencia entre hombre y mujer, pues todos somos
uno en Cristo Jesús...” Así pues, ya no eres un esclavo, sino un hijo... (Gal. 3,28 y
4,7). Tenemos, como el varón derecho a la vida, a la salud, al amor, al respeto, a la
libertad y la paz. No somos objetos, no somos esclavas, no somos inferiores.
En estos y en otros pasajes, Lucas hará notar la delicadeza de espíritu de Jesús y su
gran compasión y deseo de aliviar toda clase de enfermedad y dolencia (4,40).
Jesús libertador quiere quitarnos las cadenas de la enfermedad a varones y mujeres.
Busquemos todos los medios a nuestro alcance para conservar la salud física, mental
y moral. Cuando hay una mente sana, hay un cuerpo sano. La salud es la vida de
Dios en nosotros. Somos importantes, necesarias y valiosas para Dios, para nosotras
mismas, para el varón, la familia y la sociedad.
Preguntas
(A) ¿Qué conclusiones podemos sacar acerca de las mujeres que Jesús sanó o
ayudó?
(B) ¿Qué pensamos acerca del llorar como realidad única de las mujeres?
(C) ¿Por qué decimos que Jesús devuelve las dignidad de Hija a la mujer?
(D) ¿Por qué es importante que las mujeres busquemos la salud y nos valoremos?
Actuar
DINAMICA: “¡Médico, cúrate a ti mismo!”
En muchas de nuestras comunidades estamos buscando caminos alternativos y la
medicina natural para remediar nosotros mismos nuestros males y enfermedades.
Nos dividiremos en los mismos grupos que estudiamos las citas bíblicas y
contestaremos las siguientes preguntas:
1. ¿Qué plantas medicinales tenemos en nuestro lugar y para qué sirven?
2. ¿Hemos puesto los medios y el interés en descubrir caminos alternativos y no
tan costosos para lograr nuestra salud y la de nuestros familiares? ¿Cuáles?
3. Saquemos tres recetas o remedios en nuestro grupo que sabemos que son
eficaces para ciertas enfermedades.
PLENARIO:
Para el plenario, los secretarios llevarán las respuestas a las preguntas 1 y 3 y darán
las recetas al animador para que puedan sacar copias para los que gusten.
RESUMEN:
Lucas, el médico-historiador, presenta en 5 pasajes, seis mujeres o grupos que sufren
por enfermedad u otro motivo. En los pasajes encontramos rasgos de fortaleza,
paciencia, perseverancia, tristeza, llanto, servicio y alabanza por parte de las mujeres.
En Jesús descubrimos gran delicadeza de corazón. Tiene compasión por el
sufrimiento de varones y mujeres. Se identifica con el sufrimiento del mundo y El
mismo llora porque el mundo no lo reconoce. Trata con el mismo amor y respeto a los
varones y mujeres que sufren. A ellas las llama “Hija e Hija de Abraham”. Tenemos
que aprender a valorarnos y a cuidar nuestra vida y salud física, moral y mental que
son un don de Dios. Usemos los medios que Dios nos da para conservar la salud y la
vida.
PARA VIVIR:
Durante la semana investigaremos más acerca de la medicina natural y los remedios
para conservar la salud o curarnos. Si en nuestra comunidad no tenemos promotores
de salud y no estamos relacionados con otras comunidades que ya lo hacen, hagamos
el esfuerzo por integrarnos a los grupos que en todo el país están buscando
soluciones económicas para lograr la salud de los pobres.
Oración: Ave María.
Canto: Yo tengo Fe.
Tema 11
LA MUJER PERDONADA
Meditación: “Quedan perdonados sus muchos pecados, porque muestra mucho amor”
(Lc. 7,47).
“Tu fe te ha salvado, vete en paz” (7,50).
Oración: Ave María.
Canto: Por Amor de José Luis Perales.
Ver-Pensar
Lucas es el único evangelista que trae el hecho de la comida en casa de Simón el
Fariseo, a la que fue invitado Jesús y en donde una mujer, conocida como ‘pecadora
pública’ lo lava con sus lágrimas y lo unge con perfumes.
De hecho Lucas no presenta a esta mujer como pecadora, sino como mujer que se
convierte y busca el perdón. La única mujer pecadora que aparece en el Evangelio de
Lucas y, muy de pasada, es Herodías, la mujer de Herodes que había sido antes,
mujer de su hermano (Lc. 3,19).
Leamos ahora Lucas 7,36-50 y fijémonos en Simón, la Mujer y Jesús.
Comentemos entre todos qué actitudes, palabras y hechos vemos en cada uno.
En cuanto a Simón: Invita a comer a Jesús pero quiere controlarlo. Vemos en él una
actitud de autosuficiencia, de sábelo todo. Ve a la mujer como inferior y a Jesús lo
‘descalifica’: “Si fuera profeta, sabría quien y qué clase de mujer es la que lo está
tocando” (7,39). Hace juicios totales: ‘Es una pecadora’; ‘éste no es profeta’.
En cuanto a la mujer: ha superado la vergüenza y el miedo al ‘qué dirán’, que solemos
sentir cuando nos descubrimos pecadoras. A las mujeres nos cuesta trabajo
reconocernos culpables, fácilmente buscamos justificación o disculpa a nuestras faltas
y nos da miedo enfrentarnos con nuestros propios pecados. Cuando lo reconocemos,
lo expresamos más fácilmente con hechos que con palabras. El Evangelio no recoge
ninguna frase de arrepentimiento de las mujeres, sólo gestos y signos.
Esta mujer que, hasta ahora había sido pecadora, tiene una actitud de arrepentimiento,
conversión y dolor. Lo hermoso es que no se queda en sí misma, en su pecado y
pena. Tiene la capacidad femenina bellísima de mirar el conjunto y el punto central
con la inteligencia del corazón, y no por medio del razonamiento. Quiere salir de su
vida anterior y pone los medios. Hará por Jesús lo que vio que Simón no hizo. Se fija
en la necesidad de Jesús y la satisface. Bastaría quizás, un pequeño gesto de su
parte para alcanzar la misericordia y el perdón, pero la mujer, decidida, al entregarse
no lo hace a medias sino en su totalidad; va hasta el extremo y deja a un lado el
respeto humano y el temor.
Jesús, con su gran delicadeza de corazón, capta perfecto la situación. Desde siempre
ha optado y está en el lugar social del más pobre, del más necesitado y pecador.
Desde allí, y con una ternura exquisita, va a cuestionar y reprender y reprender
delicadamente al varón, por medio de una sencilla parábola.
Jesús se ha dado cuenta de que la mujer se ha visto a sí misma y ha comprendido su
propia realidad. Jesús no minimiza la situación de ninguno. Juzga a cada uno por sus
hechos. No se trata de una clase de mujer o una clase de varón. La mujer hizo por
Jesús lo que Simón debería haber hecho, y por eso, por haber mostrado mucho amor
y tratado de reparar hasta lo máximo, le fueron perdonados sus muchos pecados.
Comentemos entre nosotros: ¿A quién nos parecemos más en nuestra sociedad,
cuando juzgamos, a Simón o a Jesús? ¿Por qué solemos juzgar con más dureza a la
mujer que al varón?
Lucas nos habla del amor de esta mujer, pero también nos habla de su fe. La última
frase de Jesús a la mujer fue: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”.
Aquí se trata de una fe que salva, de una fe que se ha traducido en vida, que nos hace
volver a casa justificados, y salvados, porque nos ha hecho salir de nosotros mismos y
entregarnos en las manos misericordiosas del Padre Bueno, del Pastor.
Esta mujer tenía mucho amor y mucha fe y lo demostró con sus obras (Sant. 2,18).
En otras parábolas de Lucas descubrimos en otros personajes y en el mismo Padre y
en Jesús, este modo de actuar de la mujer perdonada. La mujer no se limita a hacer
algo; hace todo lo que está a su alcance. La mujer pone todos los medios para volver
a la casa del Padre. La mujer con sus actitudes, se parece al publicano que dice: “Oh,
Dios, ¡ten compasión de mí! (Lc. 18,13). Esta mujer también se parece al Pastor
(15,4) que deja todo lo que tiene con tal de ir en busca no del pecador sino de quien lo
va a perdonar.
Jesús alaba la actitud de esta mujer y se lo hace ver a Simón. No basta saber, o creer
o invitar a Jesús a la casa. También los demonios reconocen al Hijo de Dios... Simón
era religioso, fariseo, observante de la ley, y quizá quería creer en Jesús, pero sin tener
problemas, sin que le causara ninguna molestia. Su fe era sólo creencia, su amor, un
cumplimiento legalista. Simón no se parece al Padre Bueno del Hijo Pródigo, sino al
hermano mayor (15,29). Viviendo en la casa del Padre, nunca ha sabido sentirse hijo.
¡Qué tristeza! El Padre le ha dicho que “todo lo suyo es de él y que siempre está con
él” (15,31). Pudiendo disponer de los vestidos, el anillo, el cabrito, pudiendo hacer
fiesta, vive como extraño y sólo piensa en criticar a su Padre, porque recibe de vuelta
al hermano que también se ha prostituído. ¡Cuando desprecio encierran los
pensamientos de Simón!
Simón, como muchos de nosotros, varones y mujeres, tampoco se comporta con la fe
del publicano, ni busca el perdón con la insistencia con al que el Pastor busca la oveja
(15,4) y la mujer la dracma perdida (15,8).
Jesús, en estas parábolas, y con su vida misma, se identifica con esta mujer y con su
Padre Bueno. Lucas es muy delicado para presentar el Amor misericordioso de Dios.
Aun en el Calvario, nuestro amigo Lucas, a diferencia de Mateo y Marcos, trata de
presentar el lado amoroso y más misericordioso del Padre, de Jesús y de la misma
gente. Más que una turba hostil, es gente que se conduele y vuelve a sus casas
golpeándose el pecho (23,45). Jesús, camino de la cruz, consuela a las mujeres de
Jerusalén que se dolían por El (23,27-31). De las siete palabras de Jesús en la cruz,
Lucas sólo recuerda las de perdón y confianza: “Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen” (23,33); al buen ladrón: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el
paraíso” (23,43). La última es de total confianza en su Padre Bueno: “Padre, en tus
manos pongo mi espíritu” (23,46).
Jesús cargó con nuestros pecados y como amó hasta el extremo, como amó y creó en
su Padre, tanto, ganó para nosotros el perdón de nuestros muchos pecados. Su Vida,
su Amor y su Fe nos salvan. Podemos irnos en paz si como El y como esta mujer
amamos hasta el extremo y buscamos el perdón y la vida hasta la muerte.
Preguntas
(A) ¿Qué capacidad femenina descubrirnos en la mujer perdonada?
(B) ¿Cómo juzga Jesús?
(C) ¿En qué otras parábolas encontramos la misma actitud de la mujer perdonada?
(D) ¿Cómo se identifica Jesús con la mujer? ¿Cómo presenta Lucas el amor
misericordioso de Dios?
Actuar
DINAMICA: “Volvamos a Casa” y “Padre, pecamos”.
Todo este tema es una invitación profunda a la conversión y al cambio de actitud y de
vida. Proponemos dos acciones:
• Una REFLEXION Y ACTUACION DE LA PALABRA: “Volvamos a Casa”.

• Una CELEBRACION PENITENCIAL: “Padre, pecamos”.


Por la importancia del tema para nuestra vida, convendría que usáramos dos
reuniones para vivirlas más profundamente.
REFLEXION Y ACTUACION DE LA PALABRA: “Volvamos a Casa”.
Haremos tres grupos para reflexionar y luego actuar, en forma de teatro bíblico las
parábolas donde descubrimos la clase de fe y de amor que salvó a la mujer
perdonada.
Grupo I.- representa la parábola del Fariseo y del Publicano (Lc. 18,9-14).
Grupo II.- representa la parábola de la Oveja Perdida y el Pastor (Lc. 15,4-7);
Grupo III.- representa la parábola del Hijo Pródigo y del Padre Bueno (Lc. 15,11-31).
Nota: Si fueran pocas personas escojan sólo una para estudiar y representar. Todos
los grupos responderán las siguientes preguntas:
En esta parábola:
• ¿Cómo se descubre la clase de amor y de fe de las diferentes personas?
• ¿De qué manera descubrimos la ternura, la compasión y el amor del Padre?
• ¿Cuál es nuestra experiencia del modo en que Jesús creyó en el padre y lo
amó?
PLENARIO:
Después de cada representación pueden dar las respuestas del grupo a los demás.
CELEBRACION PENITENCIAL: “Padre, pecamos”.
Si es posible, invitaremos al Sacerdote para que imparta el Sacramento de la
Reconciliación después de la Celebración.
Material:
• Cruz grande de madera, metida en una maceta llena de tierra que se coloca en
el medio del salón.
• Una jarra con agua limpia junto a la cruz.
• Una caja donde habrá 7 papeles con una frase en cada uno. La caja se coloca
junto a la cruz.
Frases:
1. “Aléjate de mí, Señor, que soy un pecador” (5,8).
2. “Señor, si quieres puedes limpiarme” (5,12).
3. “Señor, yo no soy digno de que vengas a mi casa pero di una palabra y
quedaré sano” (6,6).
4. “Padre, pequé contra el cielo y contra ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo,
trátame como a uno de tus jornaleros” (15,20).
5. “¡Oh, Dios, ten compasión de mí que soy un pecador”! (18,13).
6. “Hijo de David, ten compasión de mí... Señor, que vea” (18,39-41).
7. “Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino” (23,39).
Desarrollo de la Celebración:
- Con sus Biblias en las manos, de pie, hacen una rueda alrededor de la Cruz.
- Buscan y recitan el Salmo 103 (102) que trata del amor misericordioso y tierno
del Padre que perdona todas nuestras culpas.
- Entre una estrofa y otra cantarán o recitarán:
“¡Dios es amor, qué amor tan grande, Dios es amor, qué amor tan grande,
Bendito amor, Bendito amor, qué amor tan grande!”.
- Mientras cantamos, una por una, las mujeres que lo deseen, se acercarán a la
cruz, se pondrán de rodillas y regarán con agua la cruz como signo de amor, fe y
deseo de resucitar, florecer y llevar una vida nueva. Al levantarse besan la cruz.
- Al terminar el Salmo, los varones que lo deseen pasan uno por uno, toman una
tarjeta de la caja, se ponen de rodillas y tocan con una mano la cruz mientras dicen
con fuerte voz la frase que les haya tocado.
Se levantan, besan la cruz y regresan a su lugar. Entre frase y frase podemos
cantar o recitar:
“Señor, a quién iremos, tú tienes palabras de vida, nosotros hemos creído que
Tú eres el Hijo de Dios”, (Sin faltan tarjetas el animador vuelve a poner las frases en la
caja).
- Cuando todos los que lo deseen hayan pasado, el sacerdote recibirá la
confesión personal y dará la absolución general.
- Si no asiste el sacerdote o después de la absolución general, la persona de
mayor edad en el grupo hará las veces del Padre del Hijo Pródigo, que “estando él
todavía lejos le vio y conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente”
(15,20). Se podrá junto a la cruz y dirá a todos: “Celebremos una fiesta, porque estos
hijos estaban muertos y han vuelto a la vida; estaban perdidos y han sido hallados”
(Lc. 15,24).
- Démonos todos un abrazo de amor y de paz.
- Terminaremos nuestra fiesta con un cafecito.
RESUMEN
Lucas presenta un episodio único en su Evangelio, en la que un fariseo invita a Jesús
a su mesa y una mujer considerada pecadora pública lo lava con sus lágrimas y lo
unge. La mujer busca la misericordia y perdón de Dios, en Jesús, y capta la situación
y el conjunto y hace por Jesús, lo que el fariseo no ha hecho. Jesús opta por esta
mujer, se pone de su lado y desde su realidad, cuestiona con ternura a Simón para que
cambie de actitud y a ella le perdona su mucho amor y fe. En otras parábolas y
pasajes, Lucas volverá a señalar la necesidad de mostrar fe y amor para conseguir el
perdón. El mismo Jesús mostró Fe y Amor hasta el extremo y en la cruz, sus palabras
fueron de misericordia y amor. Jesús, nos ha hecho posible poder alcanzar el perdón
que nos salva, si también, como la mujer y como El, mostramos mucho amor y fe.
PARA VIVIR:
A todos, pero en especial, a las mujeres, nos cuesta mucho trabajo liberarnos de los
sentimientos de culpabilidad aun cuando nos hemos arrepentido y recibido el
sacramento de la Reconciliación. Esforcémonos cada día por llevar una Vida Nueva.
Dejemos atrás los pecados perdonados. Dios tiene mala memoria para ellos (Jeremías
31,34).
Revisemos también si nuestros juicios van por el lado de Simón o por el lado de Jesús.
Varones y mujeres, optemos por ponernos al lado de Jesús que está desde siempre al
lado de los pobres.
Oración y canto, en la Celebración.
Tema 12
LA MUJER DISCIPULA
Meditación: “Iba por ciudades y pueblos proclamando y anunciando el Reino de Dios,
le acompañaban los doce y algunas mujeres” (Lc. 8,1-2).
Oración: Ave María.
Canto: Te seguiré.
Ver-Pensar
Lucas presenta la vocación de los cuatro primeros discípulos (5,1-11) después de que
Jesús ha realizado muchos milagros (4,40) y las multitudes lo buscan (4,42). Marcos
en cambio, lo trae en el capítulo 1º.
Después de la pesca milagrosa, Jesús los llama e invita a ser “Pescadores de
hombres” (5,10). Más adelante llama a Leví o Mateo, el publicano y también le dice:
“Sígueme” (5,27). En el capítulo 6,12-13, Jesús se va al monte, pasa toda la noche en
oración y al llegar el día llama a sus discípulos y elige doce de ellos a los que llama
apóstoles.
Bajó del monte con ellos y Lucas menciona que había una gran multitud de discípulos
suyos y gran muchedumbre del pueblo, de todas partes “que habían venido para oirle y
ser curados de sus enfermedades” (6,17-18).
Hay otros llamados expresos de Jesús y algunas explicaciones a los que quieren
seguirle: 18,22 y 9,57-62. A uno que curó y que el pedía seguirlo, lo regresa a su casa
a contar lo que Dios le había hecho (8,39).
Comenten: ¿Qué piensan del hecho de que en el Evangelio no encontramos ningún
llamado expreso de Jesús a las mujeres? ¿Será que no podemos ser discípulas suyas
y anunciar el Reino?
De los evangelistas, sólo nuestro amigo Lucas menciona a las mujeres que
acompañan a Jesús y a los doce. Leamos el pasaje: Lucas 8,1-3. (En Mt. 27,55 y
Mc. 15,41, se nombran de paso).
En los temas anteriores hemos comentado acerca de la inferioridad de la mujer en la
sociedad judía. Estaba sujeta al papá o al marido. Según el Eclesiástico (Sirácida), la
mujer es un verdadero problema y preocupación para el papá:
Si. 42,9-11. Concluye diciendo: “De los vestidos sale la polilla y de la mujer, la malicia
femenina. Vale más maldad de hombre que bondad de mujer, la mujer cubre de
vergüenza y oprobio” (Si. 42,13-14). Los Proverbios y el Eclesiastés son igualmente
duros: “He hallado que la mujer es más amarga que la muerte, porque ella es como
una red, su corazón como un lazo y sus brazos como cadenas. El que agrada a Dios
se libra de ella, mas el pecador cae en su trampa” (Eclesiastés=Qohélet 7,26).
No le estaba permitido a un Rabino o Maestro dirigirle la palabra a la mujer en público.
Jesús no hizo caso de esto y se relacionó con la mujer. Por eso causó tanto escándalo
a los fariseos (7,39) y asombró a sus discípulos (Jn. 4,27).
Aunque no nos dice el Evangelio que entre Jesús y las mujeres se dieron palabras de
seguimiento, es un hecho que ellas lo siguieron y que El las quiso como madres,
hermanas, amigas y compañeras. Si Jesús las llamó expresamente o no, no lo
sabemos, pero sí sabemos que las galileas, incluyendo a su mamá, María, no lo
abandonaron ni en el camino, ni en la cruz, ni en la tumba y resurrección.
Jesús se dirigió a toda la gente, (por lo menos la mitad de los presentes eran mujeres)
y les dijo: “Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su
cruz de cada día y me siga. (9,23 y 14,27). En este “alguno” estamos incluidos todos:
varones y mujeres. La condición es negarse, cargar la cruz y dar la vida y esto no
depende tanto de nuestra condición masculina o femenina.
Sin embargo, nos toca a las mujeres descubrir cómo, desde nuestra realidad femenina,
podemos seguir a Jesús y ser discípulas. Aunque nuestros hermanos sacerdotes
hablan del seguimiento indistintamente para varones y mujeres, el simple hecho de
que Jesús se encarnó en el varón, posibilita a la mujer un tipo de relación con El, muy
diferente a la que puede darse entre dos varones.
Comentemos qué características tiene el seguimientos de Cristo de las mujeres.
Ya hemos visto que Lucas nos enseña que Jesús sanó igualmente a varones y
mujeres y que a ellas las considera “hijas” (8,48) y son su Madre y sus hermana si,
como María, oyen la Palabra de dios y la cumplen (8,21).
Miremos ahora más de cerca este pasaje para descubrir cómo lo acompañan y siguen
las mujeres. Acompañar, ser compañeras, significa “estar al lado de” y compartir el
pan. Es una relación de igualdad, de familia. Así como entre los apóstoles había
pescadores, publicanos, zelotes y hasta un traidor, entre las mujeres discípulas de
Jesús habían unas que había sido curadas de espíritus malignos, como María
Magdalena, de la que Jesús sacó siete demonios. Había otras enfermas y más
acomodadas como Juana, esposa de un administrador de Herodes, Susana y “otras
muchas que les servían con sus bienes” (8,1-3).
Estas mujeres eran compañeras de Jesús, porque en su vida, El nació de mujer, con
ellas convivió, las curó, las perdonó, les devolvió la dignidad de hijas, las visitó, las
escuchó, las cuestionó. Jesús las quiso en su comunidad y recibió de ellas su cuerpo,
su leche, sus cuestionamientos y reproches, su unción, sus besos y lágrimas, su
servicio, cariño, amistad, toda clase de bienes y en especial, el Pan Nuestro de cada
día.
Aunque económicamente al mundo lo controla el varón, hay una capacidad femenina
en la mujer para administrar, para guardar, para fructificar y hacer rendir lo poco o
mucho que llega a sus manos. “El Reino de Dios es semejante a un poco de levadura
que una mujer pone en tres medidas de harina y fermenta toda la masa” (13,20). La
mujer, como la tierra tiene la misión de dar vida y alimentar.
La mujer en Israel es hasta hoy la que cumple el mandamiento de reservar las
primicias del pan. Leemos en Números 15,18-21: “Cuando entren en la tierra a la que
los voy a llevar y coman del pan del país, reservarán primero la ofrenda para Yahvé”.
La mujer hace una torta de pan, pronuncia la bendición y se la entrega al sacerdote.
La mujer es la que hace “el pan nuestro de cada día” que Jesús nos enseñó a pedir
diariamente en la oración (11,3); la que lo elaboraba y pone la levadura. Las mujeres
que acompañan a Jesús aportan y ponen su ‘levadura’. La levadura es su amor y
servicio que hace que se multipliquen los panes y los bienes. Esto lo vimos en el tema
de la Mujer Pobre, con la viuda de Sarepta (I Reyes 17,9 y Lc. 4,26).
Quizá podríamos preguntarnos si bastaría con eso; si el llamado es sólo para
acompañar sin tener que anunciar el Reino. Aunque la multiplicación de los panes es
ya, anuncio del Reino, creemos que “aún hay más”. todo llamado de Jesús va
relacionado con el anuncio del Reino.
En primero lugar, el mismo Jesús ha sido ungido para anunciar el Evangelio a los
pobres (4,18), ha sido enviado a anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios (4,43). El
envía a los doce a proclamar el Reino de Dios y a curar (9,2) y a los 72 les pide que
digan que el Reino de Dios está cerca (10,9). El primer anuncio del Reino, plenamente
humano, se dio entre dos mujeres: Isabel y María, cuando Juan el Bautista saltó de
gozo en el vientre de su madre (1,41).
El ser discípula y compañera de Jesús implica, por tanto, además del seguimiento, el
anuncio del Reino, el vivirlo y hacerlo realidad. También son las mujeres las primeras
que recibieron el Mensaje de la Resurrección de Jesús, primicia del Reino y ‘lo
anuncian a los once y a todos los demás’ (24,9).
Las mujeres queremos, podemos y debemos anunciar el Reino. Lo que necesitamos
es descubrir cómo hacerlo desde nuestra realidad femenina, cómo dar “la Buena
Noticia desde la Mujer”, cómo dar nuestro aporte específico sin defraudar a Dios, al
varón y a nosotras mismas.
Como mujeres tenemos una manera de ver, pensar y actuar específica, pero nos falta
descubrirla, en este mundo e Iglesia masculinizada. Por nuestra misma condición
femenina nos es más fácil enamorarnos del Rey, que del Reino. El Reino se
concretiza para nosotros en Jesús, el amado del corazón (Cant. 2,16). El es el único
tesoro, roca, refugio, fortaleza; El es la vida, la luz, el Pastor, el Camino, la Verdad...
como lo llaman los salmos y el Evangelio.
No se trata de seguirlo o de anunciarlo del mismo modo que el varón. No se trata de
querer a toda costa el sacerdocio ministerial o de ser “soldados de Cristo” o de
competir con nuestros hermanos. Nuestro modo tendrá que ser complementario para
que sea creativo y fecundo. Se trata de servir juntos en la misma Iglesia que necesita
ser más femenina, más esposa y madre. Se trata de negamos y cargar juntos la cruz y
dar la vida como varones y mujeres para que otros la tengan en abundancia.
Las mujeres construiremos el Reino en la medida en que mostraremos el rostro
femenino de Dios y lleguemos a ser verdaderas hijas y hermanas en ese Reino. En la
catequesis, en la parroquia, en la teología, hay un lugar vacío por nuestra ausencia.
El mundo y la historia necesitan nuestra acogida y ternura, el abrazo y los besos
cariñosos del Padre que ama a sus hijos (15,20) que protege y defiende al desvalido
(1,52) y le revela todos sus secretos (10,21). El mundo necesita conocer la otra cara
de Dios y su Reino. Son muchos los problemas que atentan contra la VIDA: pecados
personales y sociales. No podemos quedarnos indiferentes ante la carrera
armamentista, a contaminación, abortos, inhumana pobreza, la prostitución
organizada, desaparición de hijos y esposos, destrucción de recursos naturales,
salarios de hambre, regímenes de fuerza y tanto proyecto de muerte de nuestra
sociedad.
La Iglesia y la mujer tienen un aporte importante que dar. También el Padre nos dice:
“Hijas, todo lo mío es de ustedes, y ustedes siempre están conmigo (15,31).
Sintámonos hijas en casa del Padre, para que multipliquemos el pan y se hace pan
multiplicado para dar vida en la Eucaristía y hereda su misión a su Esposa, la Iglesia.
Los bienes de la casa del Padre fueron creados para todos. Participemos,
compartamos, repartamos los anillos, los vestidos, los cabritos con todos nuestros
hermanos, los de cerca y los de lejos, los que han estado siempre y los que se habían
alejado y ha vuelto o no vuelven aun. Ya basta de hermanos mayores (15,28) y de
fariseos como Simón (7,39).
Es hora de que las mujeres podamos poner nuestra levadura ay que el Pan y la vida
se multipliquen, para que haya PADRE NUESTRO y PAN NUESTRO.
Preguntas
(A) ¿A quién llama Jesús a seguirlo?
(B) ¿Qué podemos decir de las galileas que acompañaron a Jesús?
(C) ¿Qué significa ser compañeras y cómo lo hacen las mujeres y Jesús?
(D) ¿Qué relación tiene la mujer judía y toda mujer con el pan?
(E) ¿Cómo podemos anunciar la Buena Noticia desde la Mujer?
¿Qué necesita el mundo y la historia?
Actuar
DINAMICA: ¡Creemos en la multiplicación de los panes!
Material:
- Una mesa que se pone en el centro.
- Una canasta con siete panes.
- Una Biblia.
- Una vela.
- Un cuadro de la Virgen.
- Un crucifijo.
- 5 papeles escritos con el “credo” para cada objeto o un libro para leerlo de él.
Desarrollo:
• El animador dará los objetos con su papel escrito a cinco personas.
• Pedirá al que recibió la Biblia que lea la Parábola de la Levadura, Lc. 13,20-21
y la multiplicación de los panes (Lc. 9,10-17).
• Después de la lectura hará la siguiente reflexión:
“Pensemos unos momentos que somos comunidad, somos Iglesia de Jesús y
tenemos la misión femenina de amasar, fermentar, multiplicar, partir y repartir el PAN
para que alcance para todos.
• El animador invita a la persona que tiene la vela a encenderla, ponerla sobre la
mesa y decir su credo. (Si gustan pueden hacer una reflexión personal).
- Pone la vela y lee: Esta Vela simboliza a la Iglesia que es esposa de Cristo,
Madre y Maestra de todos nosotros. Esta luz simboliza al Espíritu Santo, que recibió
del Padre y del Hijo.
“Creemos en la Iglesia de Jesús, esposa fiel que tiene la misión de iluminar,
guiar, alimentar y multiplicar el pan para todos sus hijos.
Todos repiten: Creemos.
• Invita a quien tiene el canasto de pan.
- Pone el canasto de pan y lee: “Este pan simboliza el Pan Nuestro de cada día
que necesitamos para vivir.
Creemos que cuando Jesús dijo a sus apóstoles: “Denles ustedes de comer”
dio la misión a la Iglesia de luchar por conseguir pan para todos sus hijos.
Todos: Creemos.
• Invita a quien tiene la Biblia.
- Pone la Biblia y lee: “Este libro contiene el Pan de la Palabra que es alimento
para caminar junto con el Pueblo de Israel y de Jesús y realizar con el Padre la Alianza
Nueva y Eterna para vivir como hermanos.
Creemos que tenemos que escuchar la Palabra de Dios en la Iglesia para
construir el Reino de Dios.
Todos: Creemos.
• Invita a quien tiene el cuadro de María.
- Pone el cuadro y lee: Esta imagen representa a María, la mamá de Jesús, que
primero le dio su carne para que El luego se hiciera pan.
Creemos que María, Madre de la Iglesia, nos enseña a engendrar a Cristo para
darlo al mundo.
Todos: Creemos.
• Invita a quien tiene el crucifijo.
- Pone la cruz y lee: Este crucifijo representa a Jesús, pan vivo que bajó del
cielo para ser triturado como el trigo y hacerse comida y vida para nosotros.
Creemos que sólo comiendo de este pan y cargando nuestra cruz, podremos,
como Iglesia, anunciar el Reino del Señor.
Todos: Creemos.
• Invita a todos a cantar: Es Mi Cuerpo... o Anunciaremos tu Reino Señor...
• Al terminar el canto el animador pedirá 7 mujeres que pasen a la mesa y que
entre ellas partan los panes de manera que todos alcancen por igual.
Preguntas sobre la DINAMICA:
- ¿Qué frutos hemos sacado de esta dinámica- Celebración?
- ¿Cómo entendemos la misión femenina de la Iglesia, esposa de Cristo, Madre y
Maestra?
RESUMEN:
Lucas nos dice en diversos pasajes de su Evangelio que Jesús llamó a muchos
discípulos varones a seguirlo, los 12 y los 72. De ellos escogió 12 para que fueran
apóstoles. A todos los envió a sanar y a anunciar el Reino. No dice expresamente que
haya llamado a mujeres, pero el caso es que El las quiere en su comunidad y ellas lo
acompañan a El desde su concepción hasta su Resurrección y lo sirven con sus
bienes. La mujer judía tiene la misión de hacer el pan, de ponerle la levadura y de
separar las primicias. Esto es un símbolo de la capacidad que tiene para multiplicar el
pan y la vida. la mujer es también discípula de Jesús, lo sigue y anuncia su Reino
desde su realidad femenina. Es importante que ayude a la Iglesia y al mundo tan
masculinizado para que puedan ser fecundos y creativos.
PARA VIVIR:
La Iglesia se está haciendo más femenina con la participación de la mujer en las
comunidades.
- Hagámonos más conscientes de la misión específica que la Iglesia nos da: “La
mujer es fuerte por el hecho de que Dios le confía al hombre (varón+mujer)”. #30:
Dignidad de Mujer.
- Usemos nuestros dones y fuerza para estar atentos a todas las acciones en el
hogar, la Iglesia, la comunidad, el barrio que sean portadoras de muerte (Chisme,
malos tratos, adulterio cantinas, prostíbulos, mal gobierno...) para denunciarlos,
combatirlos y evitarlos.
Estemos atentos a las acciones portadoras de vida (amistad, servicio, caridad,
evangelización, organización popular) para anunciarlas, unimos a ellas, propagarlas y
multiplicarlas.
Oración y Canto: En la celebración.

Tema 13
LA MUJER Y LAS PARABOLAS
Meditación: “Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, y El dijo: “A
vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, sólo
en parábolas, para que viendo, no vean y oyendo no entiendan” (8,9-10).
Oración: Ave María
Canto: El Secreto de María.
Ver-Pensar
Nosotros, al igual que los discípulos de Jesús, nos hemos preguntado quizá, por qué
hablaba Jesús en parábolas y qué significan las parábolas.
Comentemos entre todos: ¿Qué son las parábolas y por qué le gustaba a Jesús
hablar en parábolas?
En nuestro recorrido por el Evangelio de Lucas, descubrimos enseguida, el gusto de
Jesús y del mismo Lucas por las parábolas. Lucas es el que más trae. Su evangelio
trae 38 parábolas de las cuales 14 son sólo de él, o sea, que no las encontramos en
los otros Evangelios. Entre estas hay unas bellísimas y con mensajes muy profundos
e importantes y que ya hemos mencionado anteriormente: El Buen Samaritano (10,29-
37), la Dracma Perdida, el Hijo Pródigo (15,8-31), Lázaro y el Rico (16,19-31), el
Fariseo y el Publicano (18,9-14).
De todas las parábolas que trae Lucas, solamente en tres aparecen mujeres:
- La parábola de la levadura (13,20-21) para enseñar cómo es el Reino.
- La parábola de la dracma perdida (15,8-10) para dar a conocer el amor
misericordioso del Padre.
- La parábola del Juez y la viuda (18,1-8) para enseñar la importancia de orar
siempre.
Pero volvamos a las preguntas: ¿Qué son las parábolas y por qué le gustaban a
Jesús? Las parábolas son pequeñas historias o cuentos que narran hechos tomados
de la vida de cada día. A esta pequeña historia se le da un sentido nuevo y más
profundo. El que la cuenta quiere dar un mensaje de algo muy bello y desconocido
para los oyentes, pero que es muy claro y conocido para él.
Lo más importante de las parábolas es que para comunicar un mensaje muy profundo
o elevado, se vale de símbolos concretos y de realidades humanas que se ven y
conocen por los sentidos.
La forma de hablar en parábolas, es muy natural en Jesús. Es una forma muy
particular que El tiene de unir el cielo y la tierra, de unir la FE y la VIDA. El trae y tiene
una experiencia interior y un conocimiento del Reino de Dios, del Padre, del juicio, de
la oración, de la misericordia y busca caminos, comparaciones, semejanzas y ejemplos
para darlos a conocer. De lo que El conoce y no puede mostrar, busca en la vida y la
naturaleza con qué compararlo y elabora el cuento. Jesús inventa pequeñas historias
donde intervienen personas, animales, cosas, situaciones o hechos de vida de cada
día. Jesús las relaciona con lo que trae dentro del corazón y que es de Dios, que es
Dios mismo.
Jesús sabe que no es fácil a los pequeños, entender sabios discursos o ideas y
conceptos teóricos. Jesús sabe que el misterio de Dios no se puede encajonar en
definiciones, pero El quiere comunicarlo: “El ha venido a traer fuego a la tierra y qué
quiere si no que arda” (12,49).
En las parábolas se nos revela la capacidad de Jesús de observar y aprender de los
acontecimientos de la vida. Se nos revela también su cariño por las cosas sencillas,
por la naturaleza y las ocupa para darnos a conocer “los misterios del Reino de Dios”
(8,10).
En la mayoría de las parábolas los actores son hombres (Buen Samaritano, amigo
importuno, Administrador infiel). También usa la naturaleza (semillas, plantas, higuera
estéril), animales (la oveja perdida) y hechos de vida (la llamada, el juicio).
Llama la atención la frase de Jesús que meditamos al principio. ¿Cómo se entiende, lo
que Jesús dice, de que habla en parábolas, para que “viendo no vena y oyendo no
entiendan”? Lucas está citando aquí un texto de Isaías 6,9 que el Evangelista Mateo
cita completo (Mt. 13,14-15).
Tal parece como si las parábolas, en lugar de revelar y dar a conocer, ocultan y
entorpecen el entendimiento. Así es. Para los pequeños, para los que están abiertos y
son pobres de corazón, la parábola es una revelación y un verdadero descubrimiento.
En su sencillez, pueden escuchar la parábola de Jesús y encontrar el tesoro escondido
que El entrega. Jesús admiraba el entendimiento de los pequeños y se llenaba de
gozo, porque el misterio de su Padre se le revelaba (10,21).
A los soberbios y autosuficientes, a los “sabios y prudentes” según el mundo, la
parábola deja oculto el “misterio del Reino”. Por ahí dice el dicho: “Sólo entiende el
que quiere entender”. El que cree que todo lo entiende y sabe, y está satisfecho con
su ciencia, no pone los medios para descubrir el misterio del Reino y por eso, viendo,
no ve y oyendo, no entiende.
Comentemos entre todos: ¿Qué tienen que ver las parábolas con la mujer?
Hay dos tipos de pensamiento. El pensamiento que gusta de la ciencia, las
definiciones, las teorías más abstractas o elevadas, los conceptos o principios
generales, y de ahí baja a la vida y a lo particular. A esto se llama “pensamiento
deductivo”. Hay otro tipo de pensamiento que va al contrario de lo particular, de la vida
y de lo concreto, de la realidad que se mira, se toca, se siente y se palpa, a las ideas,
teorías y conceptos. A esto se le llama “pensamiento inductivo”. Estos dos modos de
pensar y entender para obtener la verdad son muy valiosos y complementarios, y tanto
el varón como la mujer los poseen y los pueden ejercitar y desarrollar más. Notamos
sin embargo, que la mujer, por estar más ligada a la vida, a la realidad y a lo cotidiano
tiende a ser más intuitiva, práctica e inductiva que racional y teórica.
Con relación a las parábolas, éstas van muy de acuerdo con el modo femenino de
pensar de las mujeres sencillas de nuestro pueblo. En general, todas parten de la vid
ay de lo concreto y sensible para revelar un misterio del Reino de Dios que no se
alcanza sino por la fe.
Seguramente Jesús incluyó a las mujeres cuando dijo a sus discípulos: “¡Dichosos los
ojos que ven lo que ustedes ven!” (10,23).
Quizás es por esta manera de pensar que las mujeres disfrutamos tanto las dinámicas,
las explicaciones con objetos y símbolos y las comparaciones. A una señora que no
sabía leer, le preguntaron: ¿Qué es la comunidad? Lo único que pudo responder al
momento fue: “Pues la comunidad es estar unidos”. Más tarde tomamos un nido de
golondrinas y se lo pusimos en las manos a la señora y le preguntamos: ¿por qué
decimos que la comunidad se parece a este nido? La señora habló unos cuatro
minutos buscando todos los parecidos de la comunidad con el nido, las ramitas,
basuritas y plumas y se siguió con los pajaritos, el árbol. Al final resultó una verdadera
“parábola de la comunidad”.
Hoy, en la dinámica todos intentaremos hacer parábolas como Jesús. Yo también
quiero hacer una que explica la portada de este libro:
“LA PARABOLA DE LA MUJER”
“La mujer es semejante a la tierra buena, fértil y fecunda, que espera y se abre al
arado, al sol y a la lluvia. Un día, la semilla cae en su seno y la despierta y se levanta
y canta y teje en su seno unas raíces y en el tiempo oportuno brotan un tallito, unas
hojas, una flor y un fruto. Generosa, la tierra se lo entrega todo a la vida para que ésta
se multiplique y de más vida, el ciento por uno” (8,8).
Explicación de la parábola:
Desde tiempo inmemorial, nuestros antepasados han comparado a la tierra con la
mujer e incluso ha sido su Dios Madre. En Sudamérica la llaman la Pacha mama (La
Madre Tierra) que en México se llama Tonantzin. Existe una profecía Nahuatl que dice:
“He aquí que Iztaccihuatl, la mujer dormida dará a luz”. Cada mujer es Tonantzin,
nuestra Madre Tierra.
La costumbre de las piñatas que nos heredaron los franciscanos para el tiempo de las
posadas se basa en esta semejanza entre la mujer y la tierra. El vientre de María es el
cántaro de barro (tierra). La tierra-cántaro está lleno de golosinas y frutas. El vientre
de María está lleno del “fruto bendito” = Jesús. Se rompe con los ojos vendados para
recordar cómo la fe actúa, espera sin saber cuándo vendrá el don de Dios.
La piñata se pone en lo alto pues de arriba desciende el amor y la salvación. Esto lo
expresa muy bellamente el salmo 85,11-13.
“El amor y la fidelidad se han dado cita la justicia y la paz se besan. La fidelidad
brotará de la tierra y de los cielos se asomará la justicia. El mismo Yahvé dará la dicha
y nuestra tierra su cosecha dará”.
Aquí se unen el cielo y la tierra, el Hombre y Dios en el cántaro de barro que es el
vientre de María. El cielo pone el Amor y la tierra la fidelidad y de ahí brota la Justicia,
Jesucristo. Isaías también dice: “Abrase la tierra y produzca las salvación y germine
juntamente la justicia” (Is. 45,8). La tierra (mujer de hoy) tiene y quiere seguir
abriéndose para que produzca salvación y justicia.
La manera femenina de conocer es semejante a al de la tierra. La mujer, para recibir y
conocer toma tiempo y lo hace abriéndose su ser. Ella acoge la vida, dejándose
penetrar e invadir. Las mujeres, como la tierra, tenemos dentro de nosotros el espacio,
los medios y el tiempo para hacer la vida. Como la tierra, recibimos la semilla y en
nosotros se transforma, adquiere cuerpo, se hace persona. Llevamos en nuestro
cuerpo lugar para que otros habiten en él. “Cuando habites la tierra que yo les daré...”
es el estribillo de Yahvé en el A.T. También llevamos lugar para alimentar, sostener y
hacer crecer la vida que ve la luz.
Es claro que esta manera física de conocer y esta capacidad y conformación, modela
también la psicología, la mente, el corazón y toda nuestra vida.
El varón trabaja, transforma y da vida hacia el exterior y saliendo fuera de sí. Es como
la semilla que se mete a la tierra.
La mujer trabaja, transforma y da vida hacia el interior, entrando dentro de sí. Es como
la tierra que recibe la semilla.
Por eso, el Reino de Dios está fuera de nosotros, es como la semilla, y el Reino de
Dios está dentro de nosotros, es como la tierra.
Es bueno que el Reino esté dentro y fuera de nosotros.
El Reino de los cielos será en la tierra, cuando El amor y la fidelidad cumplan la cita, y
brote de la tierra como un canto la Justicia y la Salvación:
EL HIJO DE LA TIERRA, EL HIJO DE MARIA.
Preguntas
(A) ¿Qué recordamos sobre las parábolas en el Evangelio de Lucas?
(B) ¿Qué son las parábolas?
(C) ¿Por qué habló Jesús en parábolas?
(D) ¿Por qué las parábolas son revelación para unos y misterio para otros?
(E) ¿Por qué decimos que las parábolas van de acuerdo con el modo femenino de
las mujeres de nuestro pueblo?
(F) ¿Cuál es la manera femenina de conocer?
Actuar
DINAMICA: “La Parábola de la Mujer Latinoamericana”.
- Haremos grupos de cuatro personas, donde a lo menos dos sean mujeres.
- Nombrarán un secretario para escribir la parábola.
- Entre los cuatro tratarán de inventar una parábola sobre la mujer
latinoamericana.
- Recuerden que no basta hacer una comparación para que sea parábola. Tiene
que se en forma de historia breve, es decir, que haya varios movimientos de principio a
fin.
- Después de unos 20 minutos, tendremos un PLENARIO para que lean y
expliquen su parábola a la comunidad.
RESUMEN:
Lucas es el evangelista que más parábolas trae, unas 38, y de ellas, 14 son sólo de él.
Las parábolas son pequeñas historias o narraciones que cuentan hechos tomados de
la vida y se les da un sentido nuevo y profundo, para explicar algo que los oyentes
desconocen pero que es una experiencia profunda del que la narra. A Jesús le gustó
hablar en Parábolas porque los sencillos lo podían entender y a los sabios les quedaba
oculto el misterio de Dios. Las parábolas van con el modo femenino de las mujeres del
pueblo, porque parten de la vida, la realidad, lo concreto y sensible. La mujer es como
la tierra en muchos sentidos y nuestros antepasados y la misma Biblia las han
relacionado.
PARA VIVIR:
Valoremos nuestro modo femenino de conocer. Es tan bueno, bello y noble como el
del varón.
Crezcamos en el aprecio de la complementariedad del varón y la mujer.
La tierra sin semilla es estéril! La semilla sin tierra se muere.
Dialoguemos esto que vamos aprendiendo con la familia y amigos.
Oración: Digamos en dos coros el Salmo 85 (84) “Señor has sido bueno con tu
tierra...”
Canto: La Montaña o Levántate.
Nota: Pedir a todos los asistentes que para la próxima reunión traigan un pequeño
regalo que sirva a cualquier persona.

Tema 14
LA MUJER AMIGA
Meditación: María ha escogido la mejor parte y no se le quitará (10,42).
Nota: Para la dinámica todos deben haber traído un regalito.
Oración: Ave María.
Canto: ¡AMIGO!
Ver-Pensar
En la antigüedad, y en la misma Biblia, antes de la venida de Jesús, casi no se trata el
tema de la amistad con relación a la mujer. El Antiguo Testamento trae algunos
ejemplos muy bellos de amistad como el cariño de Jonatán a David que le amaba
como a sí mismo (I Samuel 20,17) y en el libro de Rut, nombre que significa la amiga,
se muestra la amistad de esta extranjera moabita por su suegra, Noemí, a al que no
abandona, cuando su marido muere (Rut 1,16-17).
Comentemos entre todos: ¿Cómo entendemos hoy la amistad, tanto entre varones,
entre mujeres, como entre varón y mujer.
Si bien la Biblia trae ejemplos de amistades entre varones y entre mujeres, la amistad-
amor del varón y la mujer, así, simplemente, sin llevar al matrimonio o a la relación
sexual, es sobre todo una Buena Noticia del Evangelio (Jn. 11,5).
Recordemos que la mujer judía, hasta los doce años era considerada menor de edad,
sujeta a la autoridad del padre, su dueño y señor, que podía casarla a su gusto, o
venderla como esclava. La mujer pasaba de un dueño al otro. Ser mujer era una
verdadera desgracia. El judío piadoso rezaba cada mañana: “Alabado seas, Señor,
porque no me hiciste gentil, ni mujer, ni ignorante”. La mujer rezaba: “Alabado seas,
Señor, porque me has creado según tu Voluntad”.
La mujer casi sólo podía permanecer dentro de la casa. Según el filósofo judío Filón:
“Toda la vida pública, con sus discusiones y negocios, está hecha para los hombres. A
las mujeres les conviene quedarse en casa y vivir retiradas. Las jóvenes deben estar
en los aposentos, retiradas, poniéndose como límite la puerta de comunicación con los
patios de los hombres; y las mujeres casadas, la parte del patio como límite”.
La mujer salía a la calle con la cabellera y el rostro cubierto. Un varón no podía
detenerse y hablar con la mujer, que por ese motivo podía ser repudiada por su
marido, sin entregarle la paga señalada en el contrato matrimonial.
Sólo en las pequeñas aldeas o rancherías, la mujer tenía algo más de libertad, pues
podía ir a buscar agua al pozo (Jn.) y ayudar al esposo en, las faenas agrícolas,
aunque tampoco podía quedarse sola platicando con un varón (Jn. 8,9-11).
De todo esto podemos sacar en conclusión que antiguamente muy difícilmente podía
darse la relación de amistad entre varón y mujer. No es posible que se dé verdadera
amistad cuando no hay igualdad entre los amigos. Cuando uno de los dos se siente
inferior o siente inferior al otro, cuando no hay auto-estima y amor a uno mismo.
Si una persona se siente basura, no se atreve a donarse a la otra, no se siente segura,
no se siente amable y por tanto no cree en el amor del otro.
Jesús y Lucas no hacen caso de muchas de las prescripciones y costumbres de la
época, ni del sentimiento de minusvalía (inferioridad) de las mujeres. Jesús entiende
que su Padre toleró muchas cosas en su pueblo, debido a su dura cabeza. Pero en el
principio no fue así (Mt. 19,1-8). El Padre los hizo iguales, hijos y hermanos.
Leamos ahora el conocido pasaje de Martha y María: Lc. 10,38-42. Para que
descubramos qué es ser amigos de Dios y del prójimo.
Tradicionalmente oímos la misma explicación de que la mejor parte es la
contemplación y que ésta es mejor que la acción. Luego se nos dice que tenemos que
ser como María, sentada a los pies de Jesús y no como Martha que “trabaja mucho,
que hace muchas cosas” y se afana... He observado que a muchas mujeres
trabajadoras les choca que Jesús haya reprendido a Martha, no descubren el por qué
la reprende y se sienten frustradas.
Tratemos de profundizar más en este texto y en los textos vecinos. Este pasaje está
situado entre otros dos que son muy importantes en el Evangelio de Lucas:
1. El gran mandamiento del amor y la explicación de quién es el prójimo con la
parábola del Buen Samaritano. (10,25-37).
2. El Padre Nuestro y cómo Jesús ora y enseña a orar a los discípulos que se lo
piden (11,1-4).
El pasaje de Martha y María es como un puente o una balanza, que trata de unificar e
integrar en una sola realidad, el amor al hermano, del Buen Samaritano, con el Amor a
Dios, del Padre Nuestro. Este pasaje balancea e identifica la oración y el servicio, la
contemplación y la acción.
A Jesús le gusta y se identifica con el amor, el servicio y la acción como la realizó el
Buen Samaritano. Este se hizo presente, vio, y en forma sencilla, compasiva,
silenciosa y efectiva, se identificó también con el empobrecido y lo atendió y curó:
“Llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y acercándose, vendó sus heridas,
echando en ellas aceite y vino...” (10,33-35). Jesús sirve y trabaja. Jesús dijo del
Padre y de sí mismo que siempre estaban trabajando (Jn. 5,17).
En el siguiente texto (11,1) vemos que a Jesús le gusta orar (3,21;5,16); le gusta ir a la
montaña, a un lugar solitario (9,18) y alto (6,12;9,28-29) donde se pone a los pies del
cielo, “a los pies de su Padre”, para ser su discípulo (Hch. 22,3), para escuchar sus
palabras y también dialogar con él y pedirle (22,41) y santificar su nombre y hacer que
venga su Reino, por el servicio y amor al prójimo (11,1-4).
Jesús nos enseña cómo ser amigos de Dios y del Prójimo. La amistad brota del
corazón. El corazón tiene dos momentos o tiempos, uno en que abre y otro en que
cierra (sístole y diástole). Hay tiempo para amar a Dios y al prójimo. Hay tiempo para
dejarse amar por Dios y por el prójimo.
Los amigos saben el momento oportuno de cada tiempo y aman y se dejan amar,
sirven y se dejan servir ininterrumpidamente, como el corazón, que si se detiene en un
tiempo, se para y muere. La doble caridad los dos mandamientos son uno sólo en el
corazón enamorado. No hay un latido mayor, los dos son iguales, necesarios y
complementarios. Los dos son la mejor parte y se identifican en el corazón (Mt. 22,39);
se identifican en el mismo Jesús que es Dios y prójimo. Cuando el amigo se distrae y
no responde, cuando está triste y no muestra amor, el otro confía, espera y sabe
insistir, llamar y tocar, cuando siente la necesidad en sí mismo o la ve en el amigo. Tal
es el caso de las parábolas del amigo importuno (11,5-8) y el del Juez y la Viuda (18,1-
5). Jesús pone en ésta parábola a una mujer como modelo de perseverancia e
insistencia en nuestra oración al Padre.
Ya estudiamos que una de las características femeninas más fuertes y que nos ayuda
a orar, sin cesar es la insistencia y perseverancia. La mujer espera contra toda
esperanza, espera por encima de lo razonable y lógico porque intuye y ve con el
corazón que lo imposible para ella, seguramente es posible para Dios.
Profundicemos más en algunas características de la amistad-amor (no genital) entre
dos personas del mismo o de diferente sexo. Consideramos que hay 3 más
importantes: La Presencia, la Acción y la Identificación.
Cuando dos personas se conocen y se da el don de la amistad, ambos buscan
encontrarse, relacionarse, confiarse los secretos de su corazón, mostrarse el cariño y
estar juntos. Esta es la Presencia. Este deseo de presencia, lleva a querer realizar y
“hacer cosas” por el amigo, buscan servirse y “estar en las cosas del otro” (2,49). La
presencia y acción mútua, oración y servicio llevan poco a poco a la identificación
profunda, a la relación íntima que aun en la “ausencia” y sin poder hacer algo por
quien se ama, se sabe cerca, presente, apoyado y servido. Basta con mandar a decir,
como Martha y María: “El que amas está enfermo” (Jn. 11,4) y el amigo se hace
presente.
Esta es la amistad-amor que Jesús vivió con sus discípulos varones y mujeres y muy
profundamente con su Padre Dios. Quiso estar con ellos, les lavó los pies (Jn. 13,1)
los amó y los sirvió hasta dar la vida (Jn. 15,13) y se hizo uno con ellos como el Padre
y El son uno (Jn. 17,21).
La amistad verdadera es siempre a la manera de Jesús. Es una relación distinta a la
del matrimonio y tiene otra dinámica. La amistad, sea entre personas del mismo sexo
o entre el varón y la mujer pide una gran donación y olvido de sí, porque en ella no
puede haber ni posesividad, ni exclusividad, ni contratos, ni derechos, ni deberes, sino
don y gratuidad.
El amigo verdadero deja al otro ser, no lo quiere para sí, sabe querer y dar ternura y
viven profunda intimidad. El amigo no quiere al otro para que le sirva y satisfaga sus
necesidades. Quiere que el otro sea feliz, que sea como Dios lo quiere y siempre “en
las cosas de su Padre”. La amistad profunda deja en libertad, no presiona, no obliga,
no es celosa, no acapara, no se exclusiviza (I Cor. 13,1-13).
Comentemos:
¿Es fácil para las mujeres ser amigas a la manera de Jesús?
Desgraciadamente no es fácil se amiga a la manera de Jesús, porque con frecuencia,
como hemos visto, no nos valoramos y tenemos sentimientos de inferioridad y una
autoestima muy pobre.
Sabemos por la psicología que uno de los sentimientos más destructivos del ser
humano es la infravaloración y la pérdida de la propia estima. Cuando sentimos que
no valemos, buscamos muchas puertas falsas como la enfermedad física, la
depresión, el enojo y retraimiento, las drogas, el alcohol, el activismo compulsivo y
hasta la locura. Creemos equivocada e inconscientemente que estas salidas son
mejores que ver que fracasamos en la valoración y estima de nosotros mismos.
Es un hecho que muchas mujeres desde su nacimiento empiezan a sentir que no
valen. Me contaba una joven que su papá la quiso regalar en varias ocasiones porque
era mujer, pero no vinieron a recogerla...
El problema está en que la amistad y la relación humana profunda se dan cuando las
dos personas se valoran, se saben amables y amadas y comprenden que se merecen
y pueden dar un amor incondicional. No tenemos que buscar razones para amar,
amamos porque si y no porque alguien es bueno, valga mucho o poco, o nos necesite.
Cuando contemplamos a Martha, lo primero que se capta es que se parece mucho a
nosotras. Martha no tiene muy desarrollada su autoestima. Martha tiene necesidad de
hacer muchas cosas, su servicio se vuelve servilismo que no le deja gozar de una
presencia amiga y cariñosa mientras trabaja por el que ama y la ama. Martha no sabe
estar con el amado, sin tener que probárselo compulsivamente, justificándose, y
haciendo que todos a su alrededor noten que ella es la única sacrificada y la víctima
de su hermana. Martha cree que por eso ‘vale’. Esto es lo que Jesús reprocha y no el
trabajo manual, y el proporcionarle el pan nuestro de cada día.
Martha quiere meter en su juego a Jesús y a María y Jesús no se deja.
María se nos presenta a los pies de Jesús, en actitud de discípula, igual que Jesús al
pie de su Padre, orando en la montaña.
María escucha y aprende que el amor y el corazón es uno sólo y tienen dos momentos:
el de orar y el de trabajar como Jesús, y por El y con el. María aprende a ser amiga de
Dios y de los hombre (varón+mujer) por la doble y única caridad: la oración y el
servicio, la contemplación y la acción.
La mejor es descubrir que ya sea orando o trabajando, en el Señor nos movemos,
existimos y somos (Hch. 17,28). Es la identificación con Ella que hace que nuestra
presencia y acción venzan todos los obstáculos.
El camino de la amistad con Nuestro Padre y con nuestros hermanos es largo y a
veces difícil, pero al optar por Jesús, al estar y trabajar como El, podemos estar
seguros de que “hemos escogido la mejor parte y nadie nos la quitará”.
Preguntas
(A) ¿Por qué era muy difícil en el A.T. que se diera la relación de amistad entre
varones y mujeres?
(B) ¿Por qué podemos entender que el pasaje de Martha y María es como un
puente entre el texto del Buen Samaritano y el del Padre Nuestro?
(C) ¿Cómo nos enseña Jesús a ser amigos de Dios y del prójimo?
(D) ¿Qué característica femenina nos ayuda en la oración?
(E) ¿Qué podemos decir de las tres características de la amistad: presencia,
acción e identificación?
(F) ¿Por qué es tan destructiva la infravaloración? ¿Qué conclusiones sacamos de
este texto de Martha y María?
Actuar
DINAMICA: “¡Amigos del Señor y en el Señor!”.
Material:
- Un pequeño regalo que cada quien ha traído.
- Una caja.
- Papeles con los nombres de todos los asistentes. Al llegar cada uno escribe su
nombre y lo mete en la caja.
Desarrollo de la dinámica:
Tendrá dos tiempos.
Primer tiempo: ¡Sentarse a los pies de Jesús!
- Durante unos 10 ó 15 minutos, ya sea en el mismo lugar o saliéndose fuera,
todos tratarán de hacer silencio en su corazón, para meterse dentro de sí mismos en
un lugar solitario.
- Allá dentro, sintamos el latir del corazón y nuestra respiración, escuchemos el
corazón de Jesús recostándonos sobre su pecho (Jn. 13,25) y pensemos cómo es
nuestra relación de amistad con El y con los amigos que El me ha dado y si amo y me
dejo amar por el Padre.
- Después de unos momentos, dejemos que el Espíritu Santo hable dentro de
nosotros y digamos interiormente: ¡Padre-Amigo! ¡Padre-amigo!, Padre...
- Abracemos los pies de Jesús y digamos interiormente: “Amigo Jesús, te amor,
te amo, tú sabes que te amor”.
- Terminemos este tiempo con un Padre Nuestro.
Segundo tiempo: “¡Estar en las cosas del Padre!”.
- Durante otros 10 ó 15 minutos dialogaremos con nuestro esposo o esposa o
con alguna amiga o amigo de la reunión sobre nuestro trabajo servicio a Jesús y a los
hermanos en la comunidad.
- Dialogar sobre cómo seguimos a Jesús y anunciamos el Reino; cómo hemos
estado presente sirviendo e identificándonos con Jesús y con nuestros amigos.
¿Sabemos ser amigos a la manera de Jesús?
- Al terminar la reflexión por parejas, el animador invitará a todos a pasar a sacar
un nombre de la caja. (Sólo se puede devolver si les ha tocado su propio nombre).
Cuando todos tengan el nombre de otro, irán a buscarlo y le darán el pequeño
obsequio que trajeron, le dirán algunas palabras de apoyo y ánimo y un abrazo de paz.
Cantamos: Da la mano a tu hermano o Si una buena Amistad...
RESUMEN:
La relación de amistad-amor del varón con la mujer sin llevar al matrimonio es una
buena Noticia del Evangelio. Antiguamente, por la opresión de la mujer y por estar
prácticamente encerrada en la casa, era difícil que pudiera darse. El pasaje de Jesús
en casa de Martha y María es como un puente o balanza entre los dos textos vecinos:
El buen Samaritano y el Padre Nuestro, que invitan a amar al Prójimo como a mi
mismo y amar a Dios sobre todas las cosas. También a saber orar con insistencia
como la viuda ante el juez. En realidad, la contemplación y el servicio, la presencia y la
acción son como el tic-tac del corazón que se identifican como una sola realidad y una
doble y única caridad. Jesús nos enseña a ser amigos del Padre y de los hermanos, y
El integra ambas realidades. Esta es la mejor parte. El sentirnos menos y víctimas de
otros nos impide desarrollar una relación de amistad que exige la donación y entrega
de uno mismo y saber dar y recibir en un intercambio de amor sin exclusividad o
posesividad.
PARA VIVIR:
- No descuidemos nuestro encuentro de cada día con Jesús. Sentémonos a sus
pies y que El nos enseñe a orar como enseñó a sus apóstoles.
- Propongámonos luchar contra nuestros sentimientos de inferioridad y poca
estima para poder tener amistades verdadera y maduras.
- Hablemos con nuestros amigos y amigas sobre cómo mejorar nuestras
relaciones de amistad y cómo servir al estilo del Samaritano y de Jesús.
Oración y canto: en la dinámica.
Tres características de la amistad son la presencia, la acción y la identificación.

Tema 15
LA MUJER EN LA PASCUA
Meditación: “Las mujeres que habían venido con El desde Galilea fueron detrás y
vieron el sepulcro y cómo era colocado su cuerpo, y regresando, prepararon aromas y
mirra” (23,55-56).
Oración: Ave María.
Canto: Cristo, Nuestra Pascua.
Ver-Pensar
Antes de comenzar el tema, comentemos:
¿Qué sabemos acerca de las mujeres en la cruz y Resurrección de Jesús?
Lucas dedica los tres últimos capítulos de su Evangelio a la Pascua de Jesús. Del
capítulo 22 al 24. Antes de seguir adelante, leamos los tres capítulos de corrido para
tener una visión de conjunto.
En el tema 6: la Mujer Madre, reflexionamos un poco sobre cómo Jesús se identifica
con la mujer al instituir la Eucaristía y algo sobre sus sentimientos en la Cruz.
En el tema 11 de la Mujer Perdonada, también vimos algunos rasgos de compasión y
misericordia que Jesús vivió en la cruz.
Lucas presenta con delicadeza algunos sucesos que los demás evangelistas pasan
por alto. Ya en el Capítulo 12,49-50 Jesús menciona que “ha venido a traer fuego a la
tierra y ya desea que arda y se angustia mientras no sea bautizado”. en 22,15 expresa
su ansia por comer la Pascua antes de padecer.
Con relación a Pedro, Lucas sigue todo su proceso. Jesús le dice expresamente a
Simón que Satanás ha solicitado cribarlo como al trigo, pero también le asegura que
ha rogado por él para que su fe no desfallezca. Le pide que al volver, confirme a sus
hermanos (22,31). Pedro protesta y Jesús profetiza su negación (22,33-34).
Luego menciona que “Pedro lo seguía de lejos” (22,53). Después de que Pedro lo
niega (22,57-60), dice que “el Señor se volvió y miró a Pedro y recordó Pedro las
palabras del Señor.. y saliendo fuera, rompió a llorar amargamente” (22,61-62).
En los pasajes de la Agonía y el prendimiento, Lucas, el médico-historiador, trae
elementos únicos de su Evangelio. Dice que un ángel confortó a Jesús en su agonía y
que fue tal que su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra
(22,43-44). Justifica el sueño de los apóstoles, diciendo que Jesús los encontró
dormidos por la tristeza (22,45).
Todos los evangelistas dicen que uno de ellos (Pedro), sacó su espada e hirió al siervo
del Sumo Sacerdote (Malco) cortándole la oreja. Sólo Lucas dice: “Y tocando la oreja
le curó” (22,51).
Lucas es el único Evangelista que menciona el hecho de que Pilato envió a Jesús con
Herodes (23,8-12). Este se alegró pues hacía mucho que quería verlo hacer señales.
Impresiona el silencio total de Jesús. Herodes “le preguntó con mucha palabrería, pero
el no le respondió nada” (23,9). Y es que en verdad, Jesús sólo responde al que lo
busca con corazón sincero... Ese día Herodes y Pilato se hicieron “amigos” pues antes
estaban enemistados (23,12).
Sólo Lucas habla de la multitud de mujeres que se dolían y lamentaban por Jesús
(23,27), camino del Calvario. Ya vimos algo sobre ellas en el Tema 10: La Mujer que
Sufre.
Entremos más de lleno al tema de las mujeres en la Pascua. Lucas no pierde de vista
que las mujeres están siempre ahí. Las mujeres discípulas que lo seguían desde
Galilea ahora lo acompañan en su éxodo final hasta subir a Jerusalén para celebrar la
Pascua. Durante la pasión, las mujeres “estaban a distancia” (23,49). Sin embargo,
no era como Pedro que lo seguía de lejos para disimular que lo conocía, sino por la
barrera de guardias romanos que no las dejaba acercarse. Las mujeres presentan de
principio a fin, un amor y tenacidad que las hace fieles y valientes.
Algunos familiares pudieron acercarse (Jn. 19,26). Jesús miró en diferente modo que
a Pedro, a su Madre, las mujeres y al discípulo amado.
Las mujeres estaban de pie, junto a la cruz. El les había devuelto la vida (la hija de
Jairo) y la dignidad de hija (La hemorroísa y la mujer encorvada). Ya no tenían que
estar muertas, impuras o encorvadas, sino de pie.
En medio de su dolor, Jesús tuvo el consuelo de su compañía. En ese momento le
encomienda la humanidad entera a todas las mujeres representadas en María (Jn.
15,27).
En verdad, viéndolo bien, Juan tenía más necesidad de María que María de Juan.
Siempre se nos dice que Jesús encomendó a su Madre para que no se quedara sola,
pero son los hijos y su pequeña Iglesia, las que preocupan a Jesús y se la va a
encargar a la mujer: “MUJER, AHI TIENES A TU HIJO” (Jn. 19,26) (Cfr. #23 y 24 de
Madre del Redentor).
Las mujeres no se retiran a su casa al ver a Jesús muerto. Esperan y acompañan
siempre. Ven que José de Arimatea lo baja, lo envuelve en una sábana y lo pone en
un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había estado. Ya casi era hora de la
Pascua (23,50-54). Ellas fueron detrás de José y vieron el sepulcro y cómo era
colocado su cuerpo (23,55).
No les pareció el modo de arreglarlo y se regresan a sus casas a preparar aromas,
para volver y embalsamarlo a su gusto y como Jesús se merecía, cuando pasara el
sábado (23,56).
Es interesante notar que en varios pasajes del Evangelio, la mujer nunca se mide
cuando se trata de ungir a Jesús. Ella siempre es espléndida y derrama sobre El, los
perfumes más caros, sin importarle nada (Jn. 12,3; Lc. 7,38; Jn. 11,2). También es
interesante que en estas ocasiones, no faltan varones en el Evangelio, (Simón el
Fariseo, Judas Iscariote) que critican a estas mujeres por su acción. En ambos casos
Jesús los reprende delicadamente a ellos y defiende y aprueba totalmente el gesto de
amor de las mujeres.
Ellas, por su parte, vivo lo habían ungido y estaban decididas a ungirlo muerto.
Las mujeres, ni tardas ni perezosas, sólo esperan que amanezca y que termine el
descanso obligatorio de la Gran Fiesta de Pascua para poder ir al sepulcro con sus
aromas. Contra toda lógica, se lanzan a una empresa imposible para ellas. Además
de los guardias, que no las dejarían pasar, ¿quién podría rodar la piedra que ellas
vieron tan gigantesca?
Al llegar, para sorpresa de ellas encontraron que la piedra había sido retirada del
sepulcro y nadie lo cuidaba. Entraron y no hallaron el cuerpo del Señor (24,1-4). Las
mujeres no sabían qué pensar de lo que estaban viendo.
Lucas no trae, como Juan y Mateo, las apariciones de Jesús a María Magdalena, (Jn.
20,11-18) o la aparición a las mujeres (Mt. 28,9). Son dos varones con vestidos
resplandecientes los que les dice: ¿por qué buscan entre los muertos al que está
vivo? Y lo más bello es lo que sigue en el texto: “Ha resucitado, no está aquí.
Recuerden cómo les dijo cuando todavía estaba en Galilea: ‘Es necesario, que el hijo
del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día
resucite’. Ellas recordaron sus palabras”. (24,1-8).
Las galileas, seguidoras de Jesús habían escuchado varias veces a Jesús anunciar su
pasión, desde Galilea hasta Jerusalén (9,22.44;12,50;17,25;18,31-33).
Una característica femenina muy notable es la de guardar en la memoria lo que pasó y
lo que se habló. Otra capacidad es la de asumir y darse cuenta de la realidad y creer y
cambiar. Momentos antes estaban desoladas y tristes con su Señor, muerto. Ahora
creen y están llenas de júbilo y sólo piensan en anunciar lo que han visto y oído.
Ya explicamos en el tema de la Mujer Madre que la mujer está más habilitada que el
varón para entender y vivir la Pascua. Ella lo vive en su ser cada mes. Las galileas
creen que Dios resucitó a su Hijo. ¿Por qué no lo van a creer si vieron al mismo Jesús
resucitar a una niña (8,51-56), aun joven (7,11-17) y a un varón mayor? (Jn. 11,43).
Van enseguida a ver a los once y a todos los demás para anunciarles lo sucedido.
Lucas menciona que eran María Magdalena, Juana, María la de Santiago y las demás
que estaban con ellas. ¡Qué tristeza! Todas las palabras de ellas le parecieron a los
varones “como desatinos y no les creyeron” (24,9-11).
Los discípulos de Emaús explicaron todo a Jesús, tal como lo dijeron las mujeres
(24,22-24). También le comentaron que Pedro fue a ver (24,12) pero como a El no lo
vieron, no creyeron.
Aquí están este par de varones dialogando con Jesús, que merecieron que El les
dijera: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer...” (24,25). Aún después de
que el mismo Jesús, como el Angel a las mujeres, les explica que era necesario que el
Mesías padeciera, ellos no acaban de entender ni creer. No les basta que Jesús les
recorra todo el Antiguo Testamento (Moisés y los profetas).
Creen al fin, cuando Jesús celebra su Pascua con ellos, parte el pan y desaparece.
Los que se habían quedado en Jerusalén creen porque “El Señor ha resucitado y se
ha aparecido a Simón (24,34). Lucas, con su delicadeza habitual los disculpa y dice
que se apareció a los once y “ellos no acababan de creer a causa de la alegría y
porque estaban asombrados” (24,41).
Una vez más, los varones no hacen caso del testimonio de las mujeres, pero ellas
merecieron ser las primeras en saberlo por su fidelidad, valentía y amor apasionado a
su Señor.
Por tres veces Lucas insiste en que los ángeles (24,6-8) o Jesús mismo (24,25-27 y
24,45-47) les recuerdan que El se los había dicho y les abrió sus inteligencias para que
comprendieran las Escrituras; para que entendieran que estaba escrito que el Cristo
padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicará en su nombre la
conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones empezando desde
Jerusalén (24,45-47).
Todos los discípulos tendrán que ser testigos de esto (24,48). Jesús promete enviar el
Espíritu Santo y les pide que permanezcan juntos (24,49). De ahí los lleva a un lugar
cerca de Betania los bendice y fue llevado al cielo (24,51).
El Evangelio de Lucas termina en el Templo, donde comenzó, y en el mismo modo: en
alabanza a Dios. Los apóstoles bendecían a Dios (24,53).
En los Hechos de los Apóstoles, también escrito por Lucas, va a retomar el final de su
Evangelio. Hay que notar que en Hch. 1,12-14, nos dice que se volvieron a Jerusalén
al Cenáculo y que subieron a la estancia superior, donde vivían los apóstoles. Dice:
“Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu es compañía de
algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús y de sus hermanos.
El velo del santuario del Templo ya se había rasgado con la Pascua de Jesús (23,45).
Ya no hay lugares y espacios privilegiados. Las mujeres están en la Nueva Alianza, en
la misma estancia superior, donde viven los apóstoles, orando junto con ellos con un
mismo espíritu. El Espíritu Santo se derrama sobre todos, varones y mujeres. Este es
un gran contraste con la Antigua Alianza. Rompe con la discriminación de la mujer en
la sinagoga y en el Templo. En la Iglesia de Jesús ya no es como antes, ya no debería
ser como antes “...pero no será así entre ustedes, sino que el mayor entre ustedes
sea como el menor y el que manda como el que sirve...” (22,26).
No podemos negar que Jesús eligió a las mujeres para ser testigos de su resurrección.
En el Evangelio de Mateo, 28,9-10 y de Juan 20,11-18, encontramos las últimas
palabras de Jesús a las mujeres que son como su testamento y despedida:
“Mujer, ¿por qué lloras...?
“¡Dios les guarde!”
“No tengan miedo...”
“Vayan, avisen a mis hermanos... Vete donde mis hermanos y diles...”
¡Qué hermoso es Jesús con la mujer! Nos conoce profundamente. Por un lado nos
busca, nos anima, consuela, ama, se deja abrazar y besar y por otro nos pone de pie y
nos envía a anunciarlo a los demás, a ser testigos de su Resurrección.
¡MAESTRO...! ¡GRACIAS!
Preguntas
(A) ¿Qué sucesos presenta Lucas que otros evangelistas no traen?
(B) ¿Cómo estaban las mujeres discípulas y qué les encarga Jesús?
(C) ¿Qué hicieron las mujeres al ver a Jesús muerto? ¿Cómo se comportaron las
mujeres en cada ocasión en que ungieron a Jesús?
(D) ¿Qué apariciones trae Lucas?
(E) ¿Qué características femeninas encontramos en estos pasajes?
(F) ¿Creyeron los apóstoles a las mujeres?
(G) ¿Qué descubrimos en los Hechos de los Apóstoles?
(H) ¿Cuál es el testamento de Jesús a las mujeres?
Actuar
DINAMICA: “¿Quién nos removerá la piedra?”
Material:
- Una mesa que se coloca en el centro.
- Un montón de piedras (una para cada asistente).
- Una CRUZ PEQUEÑA, sin Cristo.
- Una bolsa de caramelos.
- Un pedazo de tela blanca para envolver la cruz y los caramelos juntos.
- Una caja o cajón donde se ponen la cruz y la bolsa de caramelos envueltas
hasta abajo y encima todas las piedras. Se pone sobre la mesa y se cierra.
Desarrollo de la dinámica:
El animador hará la siguiente introducción:
- Por tres veces Lucas insiste en que “era necesario que el Mesías padeciera
para así entrar en su gloria”.
- Todos hemos tenido experiencias de Cruz y Resurrección en nuestras vidas, y
aunque, al igual que los discípulos, cuando sufrimos, no lo entendimos, hoy ya
comprendemos que fue para nuestro bien y que el MISTERIO PASCUAL ES LO MAS
CENTRAL DE LA VIDA CRISTIANA. Experimentamos la cruz y la resurrección a cada
paso en nuestra vida.
- No nos queremos quedar con Cristo muerto y sepultado en nuestras vidas.
Tenemos que remover la piedra que nos oprime.
- REFLEXIONEMOS UNOS MINUTOS PARA DESCUBRIR EN NUESTRO
INTERIOR, ESAS EXPERIENCIAS DE PASCUA QUE HEMOS VIVIDO.
- Ahora, como señal de que queremos resucitar con Cristo, pasaremos uno por
uno a sacar una piedra de la caja y la tiraremos al suelo. Los que gusten podrán
comentar muy brevemente su experiencia. (SI son muchos los participantes se
pueden hacer grupos de siete para compartir las experiencias).
- Después de que cada persona pase diremos alguna Aclamación Eucarística:
1. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!
2. Por tu cruz y resurrección nos redimiste, ¡Salvador del mundo, sálvanos!
3. ¡Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo vendrá de nuevo!
- Cuando hayan sacado y tirado todas las piedras de la caja, el animador dirá:
“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está, ha resucitado.
Recuerden cómo les ha hablado en su vida, cuando les dijo: es necesario que el Hijo
del Hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día
resucite (24,8).
- El animador saca la cruz y la bolsa de caramelos y todos de pie, hacen una
rueda. Pasan por un lado la cruz y la besan, y por el otro lado, la bolsa de caramelos y
toman uno. Siguen pasando la cruz y los caramelos hasta que estos se acaben. Este
será el signo de que nuestra vida es una Pascua constante. Mientras lo pasamos
podemos cantar: “victoria, Tu reinarás, oh cruz, tu nos salvarás...”.
- Escuchemos por último a Jesús que nos dice:
“LA PAZ CON USTEDES”...
Démonos un salud de Paz. Terminamos con el canto: Resucitó, Aleluya.
RESUMEN:
En este tema de la mujer en la Pascua, Lucas presenta diferentes sucesos que otros
evangelistas no traen. Entre otros: Jesús dice a Pedro que ha orado por él, el ángel
que consuela a Jesús en su agonía, su sudor de sangre, Jesús sana la oreja del
Siervo, Pedro le sigue de lejos y Jesús lo mira después de que esto lo niega. El pasaje
de Jesús ante Herodes, las mujeres de Jerusalén que lloran por El.
Las mujeres en la Pascua están de pie y lo más cerca que pueden, de Jesús. Este las
mira, y les encomienda a todos sus hijos y a su Iglesia. Las mujeres en vida habían
ungido generosamente a Jesús, a pesar de las críticas de los varones, y después de
muerto, estaban decididas a hacerlo también. Lucas no narra apariciones de Jesús a
las mujeres, sino de dos varones con vestidos resplandecientes que les recuerdan lo
que El les había dicho. Las mujeres lo creen, lo anuncian y ningún varón les cree.
Descubrimos la valentía y fidelidad de las mujeres, su capacidad para recordar, creer y
cambiar.
En la Iglesia, en el Nuevo Templo, la mujer está junto con los apóstoles en la “estancia
superior”. En todos se derrama el Espíritu Santo. El testamento de Jesús a las
mujeres es: “No teman, vayan y anuncien a mis hermanos... Sean testigos de mi
Resurrección”.
PARA VIVIR:
- No nos quedemos llorando en la cruz o incrédulos ante el sepulcro vacío. Toda
cruz trae vida, si la cargamos por seguir a Jesús. El Padre saca vida y resurrección de
la Muerte. Así muestra su poder.
- Renovemos nuestra esperanza. Nuestros sufrimientos darán vida.
- Visitemos a parejas o personas que en estos momentos pasan por la cruz, para
animarlos y “animarnos unos a otros día tras día mientras perdura el hoy “ (Heb. 3,13).
- En la siguiente reunión concluiremos el estudio. Pongámonos de acuerdo para
celebrar una fiesta. Entre todos pueden traer algo para festejar y celebrar.
Oración y Canto: En la Dinámica.

Conclusión
LLEVEN UNA VIDA NUEVA
Meditación: “Luego vi un cielo nuevo y una tierra... y vi la ciudad Santa, la nueva
Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia, ataviada
para su esposo” (Ap. 21,1-2).
Oración: Ave María.
Canto: Algo nuevo está naciendo.
Ver-Pensar
Hemos llegado al final de este estudio y hoy es día de Fiesta, si es que hemos vivido,
como dijimos en la Introducción, la experiencia de la mujer que había perdido la
dracma y que encendió y barrió la casa hasta que al fin la encontró (15,8-10).
Conviene que antes de comenzar la fiesta, nos sentemos a contar las dracmas para
asegurarnos que están completas. También queremos asegurarnos de que “no hemos
roto un vestido nuevo, tenemos deseos de vivir una Vida Nueva. El vino nuevo que
Jesús nos ha dado a beber queremos meterlo en MUJERES NUEVAS (5,37).
Actuar
DINAMICA: ¡Vida nueva, mujeres nuevas!
- Dependiendo del número de participantes en la reunión nos repartiremos entre
14 personas los temas del 2 al 15. Podrán hacerse parejas o tríos si el grupo es
mayor.
- El animador repartirá los temas a las 14 personas. Favor de ver el índice. No
se reparte ni la Introducción ni el Tema 1.
- El trabajo de cada persona o grupo consiste en leer el Resumen del tema que
les tocó y responder la siguiente pregunta:
¿Qué luces o moneditas encuentran en este tema que sean una invitación para
todos, varones y mujeres, para LLEVAR UNA VIDA NUEVA?
- En el plenario pasará uno de cada grupo y dirá el título de su tema y las
monedas que hallaron en él.
- Al terminar el plenario, y antes de la fiesta, leeremos la siguiente Conclusión.
RESUMEN=CONCLUSON
Este intento de dar la Buena Noticia desde la Mujer, recorriendo preferencialmente el
Evangelio de Lucas ha sido una experiencia pascual para mí.
Como Jesús, “ardientemente he deseado poder celebrar esta Pascua con ustedes” y
compartirles todas las moneditas que encontré en mi búsqueda.
Día a día, en la lectura, la oración, en la escucha y el diálogo con Jesús y con mis
hermanas y hermanos, a veces incluso, en discusión con mis hermanos biblistas
populares, recibiendo su ánimo y su corrección, fue gestándose y tomando cuerpo
este estudio.
Al fin va a ser la luz, casi al año de concluir el Año Mariano. Meditando el Evangelio de
mi buen amigo Lucas, he aprendido mucho de quiénes somos las mujeres. En él
descubrí mejor cuánto me ama Jesús y cómo soy su discípula. El contacto, la relación
y el ponerme a los pies de Jesús para escuchar su palabra (10,39) y su acción
liberadora, me ha hecho descubrir más la belleza y el don de ser Mujer.
Una Moneda que he encontrado en esta experiencia es que sólo hay Vida cuando
varón y mujer estamos presentes y colaboramos juntos. Cuando en cualquier campo
de la realidad, uno de los dos, lo abarca todo o está ausente, se da una carencia que
muchas veces hace que los proyectos se vuelvan estériles o que fracasen.
Doy gracias al Padre, porque me hizo MUJER y compañera de Jesús, del varón. Me
uno a la mujer judía que reza cada día: “Alabado seas, Señor, porque me has creado
según tu Voluntad”.
Pido a Jesús y a María, Estrella de la Evangelización y Madre de la Iglesia, que estas
reflexiones hayan caído en la tierra buena y fértil, que somos las mujeres, y nos
ayuden a valorarnos y a amarnos más a nosotras mismas. Deseo que el descubrirnos
tal y como somos, imagen y semejanza de Dios, fecundas y madres, aun cuando no
tengamos hijos; mujeres profetas, capaces de liberar a un pueblo; pobres,
consagradas, viviendo en la familia; mujeres discípulas o pecadoras perdonadas;
sufriendo o en alegría, en amistad y gozo o en el Misterio Pascual, nos decidamos a
llevar una Vida Nueva, para acelerar la venida del Reino, el cielo nuevo y la
TIERRA NUEVA...
TOMA MI VIDA, SEÑOR,
TRANSFORMARLA EN UN SER NUEVO.

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