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TEORIA POSMARXISTA

Durante los años ochenta y principios de los noventa la teoría neomarxista ha


experimentado cambios drásticos (Grossberg y Nelson 1988: Jay, 1988. Las variantes más
recientes de teoría neomarxista rechazan muchas de las premisas básicas de la teoría
original de Marx, así como muchos de los supuestos de las teorías neomarxistas. Estos
cambios explican que se las denomine teorías Posmarxistas (Wright 1987. Aunque estas
teorías rechazan los elementos básicos de la teoría marxista, muestran sin embargo las
suficientes afinidades como para que se las considere parte de las teoría marxista.
Analizamos aquí las teorías Posmarxistas porque suelen implicar la síntesis de teorías
marxistas con otras teorías, ideas, métodos, etc. ¿Qué explicación tienen estos cambios
espectaculares que ha experimentado la teoría neomarxista? Dos conjuntos de factores dan
cuenta de ellos, uno externo a la teoría, que implica cambios en el mundo social, y otro
interno
En primer lugar, los factores externos a la teoría marxista son el final de la Guerra Fría (al
menos hasta ahora) (Halliday 1990) y el colapso del mundo comunista. La Unión Soviética
está sumida en el proceso de la perestroika (reestructuración), en el que se aleja de una
economía socialista dirigida por el estado y se mueve hacia una economía de mercado
parecida, al menos en parte, a la economía capitalista (Piccone 1990; Zaslavsky 1988. La
Unión Soviética ha renunciado al control de los países del este de Europs y muchos de esos
países se están moviendo casi con mayor rapidez que la propia Unión Soviética en
dirección a una economía de estilo capitalista (Kaldor, 1990. China, tras la violenta
respuesta de la insurrección de la Plaza de Tiananmen, ha fracasado como modelo para el
resto del mundo aún cuando no abandona su comunismo. Cuba parece aislada y en espera
de la muerte o derrota de Fidel Castro para moverse hacia la perestroika y el capitalismo.
De esta manera, el fracaso del comunismo a escala mundial ha llevado a los marxistas a
reconsiderar y reconstruir sus teorías. (Burawoy 1990.
Estos cambios mundiales guardan relación con un segundo conjunto de cambios
intelectuales internos a la teoría que, a su vez, influyeron en la teoría neomarxista Las
nuevas corrientes teóricas como el Posestructuralismo y el postmodernismo influyeron
profundamente en la teoría neomarxista. Además, ganó terreno un movimiento conocido
como marxismo analítico, que se fundamentaba en w en la necesidad de que las teorías
marxistas emplearan los mismos métodos que utilizaba toda empresa científica. Esto
condujo a la reinterpretación de Marx en términos intelectuales más convencionales, a
esfuerzos por aplicar la teoría de la elección racional a cuestiones marxistas y a intentos de
estudiar los típicos marxistas utilizando os métodos y las técnicas de la ciencia positivista.
Así, una combinación de cambios sociales e intelectuales ha modificado drásticamente el
panorama de la teoría neomarxista en los primeros años de la década de los noventa. Si bien
las teorías analizadas siguen siendo importantes, la mayor parte de la energía de la teoría
neomarxista en la actualidad se concentra en las teorías que analizaremos en este apartado.
Se podría pensar que con la «Perestroika», la caída del Muro de Berlín y la apertura del
Este, el comunismo ha sido superado. De hecho, los países satélites del Pacto de Varsovia
han sido liberados de la dominación soviética y cuentan hoy con estructuras democráticas
similares a las del occidente europeo; el muro de Berlín cayó y las dos Alemanias se han
reunificado. El sistema económico del comunismo ha sido sustituido por sistemas
orientados a la economía social de mercado occidental. Incluso en China se asiste a
transformaciones económicas sustanciales por más que permanezca en pie el modelo
político. Lo de Cuba parece cuestión de tiempo... En cambio, también podemos constatar el
auge que está alcanzando, bajo el liderazgo de Hugo Chávez, el « socialismo del siglo
XXI» así como el protagonismo de Lula, Evo Morales, Kirchner, Nicanor Duarte, Rafael
Carrera, Daniel Ortega y Rodríguez Zapatero. Estos izquierdistas de comienzos del siglo
XXI idolatran a Fidel Castro, uno de los déspotas más sanguinarios de la historia, y buscan
eternizarse en el poder mediante el cambio de la constitución de sus países y la reelección
ininterrumpida. El socialismo sigue avivando el populismo, inspirando despotismo e
intolerancia, sembrando el odio, debilitando la libertad y el imperio de la ley y frenando el
progreso de los pueblos.
La interpretación de este hecho puede ir en la siguiente dirección: el comunismo en
cuanto aplicación de una filosofía, de una concepción de la vida, es un principio que puede
ser realizado de distintos modos, conforme a las distintas características de los diversos
períodos históricos. Aún más, su acción se adapta de modo necesario a las condiciones
históricas. Por tanto, si bien el comunismo bolchevique se derrumbó, el comunismo
mantiene una vigencia histórica, bajo formas calificadas como neomarxismo,
neocomunismo o neosocialismo. Aunque también podríamos hablar de
neoconservadurismo o neoliberalismo. Sería el magma en el que se mueven todos los que
se desenvuelven en el ámbito democrático, una ideología común que va más allá de la
aparente división entre derechas e izquierdas. Hoy más que nunca aparece recompuesta la
unidad de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial, rota temporal y aparentemente
durante los años de la Guerra Fría.
Como consecuencia de esa adaptación a la realidad, el modelo de insurrección
bolchevique fue descartado para definir y asumir un modelo distinto, más complejo y más
profundo pues compromete orgánica e integralmente las conciencias de las personas. De
hecho, la estrategia de acción política directa dio paso a una estrategia de acción cultural
indirecta, fundada en un proceso de transformación de las mentalidades.
Fue el propio Carlos Marx quien estableció el principio materialista dialéctico según el
cual la infraestructura (economía/materia) determina la superestructura (cultura/espíritu),
razón por la cual la revolución debía ser realizada por el proletariado contra la burguesía, es
decir, de abajo hacia arriba. Con el afán de realizar la revolución mundial y observando las
dificultades que enfrentó el proceso revolucionario en Rusia, Antonio Gramsci, Secretario
General del Partido Comunista italiano (1891-1937), profundizó el principio del
materialismo dialéctico y adaptó el comunismo a la realidad de Occidente.

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