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Dolto.

Capitulo 1
ESQUEMA CORPORAL E IMAGEN DEL CUERPO
Dibujos, efusión de colores, formas, son medios espontáneos de expresión en la mayor
parte de los niños. Les complace contar lo que sus manos han traducido de sus
fantasmas, verbalizado de este modo ante quien los escucha aquello que han dibujado
y modelado. A veces esto que cuenta carece de relación lógica para el adulto.
El Ello, Yo, Superyó, con localizables en cualquier composición libre, ya sea grafica o
plástica. Estas producciones del niño son auténticos fantasmas representados, desde
las que se pueden descifrar las estructuras de Icc, tan solo son descifrables como tales
por las verbalizaciones del niño, quien antropomorfiza, da vida a las diferentes partes
de sus dibujos en cuanto se ponen a hablar de ellos al analista.
Aquello que es los adultos se descifra a partir de sus asociaciones de ideas sobre algún
sueño que han relatado por ejemplo, en los niños puede ilustrarse por lo que dicen
acerca de sus grafismos y composiciones plásticas soportes de sus fantasmas.
El mediador de estas tres instancias (Ello, Yo, Superyó) Dolto lo denomina Imagen del
Cuerpo.

EL ESQUEMA CORPORAL NO ES LA IMAGEN DEL CUERPO.


No debe confundirme Imagen del Cuerpo con Esquema Corporal.
Puede tratarse de niños sanos en cuanto a su esquema corporal, pero el funcionamiento
de este resulta recargado por imágenes patógenas del cuerpo. La herramienta, el
cuerpo, o mejor dicho, el mediador organizador entre el sujeto y el mundo, se halla
potencialmente en buen estado, desprovisto de lesiones; pero su utilización funcional
adaptada al consciente del sujeto estaba impedida. Estos niños son teatro, en su cuerpo
propio, de una inhibición del esquema corporal.
La utilización adecuada de su esquema corporal se halla anulada, obturada por una
libido que se había enlazado a una imagen del cuerpo inapropiada arcaica o incestuosa.
Libido borrada debido a la falta de aquellas castraciones que los adultos hubiesen
debido dar a sus pulsiones arcaicas, y las sublimaciones que los adultos responsables
de su humanización (educación) debieron permitirles adquirir.
El EC es una realidad de hecho, en cierto modo es nuestro vivir carnal al contacto del
mundo físico. Nuestras experiencias de la realidad dependen de la integridad del
organismo, o de sus lesiones transitorias o indelebles.
Afecciones orgánicas precoces pueden provocar trastornos en el EC, y estos, debido a
la falta o interrupciones de las relaciones del lenguaje, pueden acarrear modificaciones
pasajeras o definitivas de la IC. Es frecuente, que en un mismo sujeto cohabiten un EC
invalidado y una IC sana.
Encontramos niños afectados de poliomielitis, es decir de parálisis motriz pero no
sensitiva. Si la enfermedad sobreviene después de la edad de los tres años, después
adquirida la marcha, la continencia esfinteriana y el saber concerniente a su pertenencia
a un solo sexo (castración primaria), el EC sigue siendo compatible con una IC casi
siempre intacta.
En cambio, el EC queda siempre dañado, al menos en parte, cuando la poliomielitis es
muy precoz y se presenta en la edad de la lactancia y de la cuna, y sobre todo antes de
la experiencia de la marcha. Pero aun cuando estos niños no recuperen un EC sano,
integro desde el punto de vista motor y neurológico, su invalidez puede no afectar su IC,
para ello es preciso que, hasta la aparición de la enfermedad, en el curso de esta y
después, durante la convalencia y la reeducación, su relación con la madre y el entorno
humano haya sido flexible y satisfactoria, sin excesiva angustia por parte de los padres.
Cuando el niño se ve afectado por una invalidez, es indispensable que su déficit físico
le sea explicitado, referenciado a su pasado, o si este es el caso, a la diferencia
congénita entre él y los demás niños. Tendrá que poder, con el lenguaje mímico y la
palabra, expresar y fantasmatizar sus deseos, sean estos realizables o no según este
EC lisiado.
Por ejemplo, un niño parapléjico tiene necesidad de jugar verbalmente con su madre,
hablando de correr, de saltar, cosas que su madre sabe tan bien como el que jamás
podrá realizar. Proyecta así el niño una imagen sana del cuerpo, simbolizada mediante
la palabra y las representaciones gráficas, en el intercambio de sujeto a sujeto. Hablar
así de sus deseos con alguien, permite al sujeto integrar dichos deseos en el lenguaje
a pesar de la realidad, de la invalidez de su cuerpo.
Un niño focomélico, nacido sin miembros inferiores o superiores, posee un esquema
corporal lisiado. No obstante, su IC puede ser completamente sana y permitir un
lenguaje de comunicaciones interhumanas tan completas y satisfactorias para el como
las de un individuo no lisiado.
Un niño con un solo brazo puede, con este brazo conseguir la manipulación de los
objetos que le son necesarios. Lo que convierte al niño en mal socializado y hasta en
caracterial, con una IC malsana, no castrable en el momento del destete y luego en el
de la castración anal (el actuar autónomo) en relación con su madre, y que lo deja en
estado de dependencia en relación con ella, con fijación fálica o fóbica, es aquel a quien
su madre nunca ha querido hablarle de su invalides, mientras que el observa muy bien
las diferencias existentes entre su cuerpo y el de los demás niños.
La evolución sana de este sujeto, simbolizada por una imagen del cuerpo no invalida,
depende de la relación emocional de los padres con su persona: de que muy
precozmente estos le ofrezcan, en palabras, informaciones verídicas relativas a su
estado físico de lisiado. Estos intercambios humanizadores, dependerán de que los
padres hayan aceptado o no la invalidez del cuerpo de su hijo.
Si se lo reconoce como sujeto de sus deseos, símbolo de la palabra acordada de dos
seres tutelares, que son responsables de su nacimiento y que lo ama con todo lo que
su realidad implica, que no intenta hacérsela olvidar, sus padres podrán dar a sus
preguntas, la estructura de una IC sana. Y estos niños sin brazos ni piernas llegan a
pintar con la boca tan bien como los que tienen manos; y los que solo tienen pies, se
vuelven tan diestros con ellos como lo son otros con las manos. Pero esto, solo es
posible si se los ama y sostiene de acuerdo con los recursos creativos que conservan y
que operan como representantes de sus pulsiones en los intercambios con el prójimo.
Un ser humano puede no haber estructurado su IC en el trascurso de su desarrollo de
su EC, ello puede deberse a lesiones, enfermedades orgánicas neurodegenerativas o
musculares precoces, enfermedades neonatales, secuelas de accidentes o de
infecciones que han destruido zonas de percepción sutil en la primera infancia (sordera,
anosmia, labio leporino, ceguera, etc.). La no estructuración de la IC se debe en gran
parte al hecho de que la instancia tutelar, desorientada por no obtener nunca las
respuestas habituales esperadas de un niño de esa edad, ya no intenta comunicarse
con el de otra manera que mediante un cuerpo a cuerpo dirigido solo a la satisfacción
de sus necesidades, y abandona su humanización.
En niños precozmente inválidos poliomielíticos con un EC gravemente menoscabado,
puede muy bien revelarse una imagen del cuerpo perfectamente sana, a condición,
como mínimo, de que antes de la poliomielitis no hayan sido neuróticos y de que durante
el periodo agudo de la enfermedad hayan contado con el sostén de los padres en su
relación con el prójimo y consigo mismos. Dibujan entonces cuerpos que no representan
a ninguna de las disfunciones o carencias que ellos mismos padecen.

IMAGEN DEL CUERPO Y ESQUEM CORPORAL: COMO DISTIGUIRLOS.


El esquema corporal especifica al individuo en cuanto representante de la especie, será
el intérprete activo o pasivo de la imagen del cuerpo en el sentido de que permite a
objetivación de una intersubjetividad, de una relación libidinal fundada en el lenguaje,
relación con los otros y que, sin él, sin el soporte que él representa, seria, una fantasma
no comunicable.
El EC es el mismo para todos los individuos de la especie humana, la imagen del cuerpo
por el contrario, es propia de cada uno: está ligado al sujeto y a su historia, es específica
de una libido en situación, de un tipo de relación libidinal. De ello resulta que el esquema
corporal es en parte inconsciente pero también preconsciente y consciente, mientras
que la IC es eminentemente inconsciente; puede tornarse en parte preconsciente, y solo
cuando se asocia al lenguaje consciente, el cual utiliza metáforas y metonimias referidas
a la imagen del cuerpo.
La IC es la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales: interhumanas,
repetitivas, vividas a través de las sensaciones erógenas electivas, arcaicas o actuales.
Se la puede considerar como la encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante.
El sujeto inconsciente deseante en relación con el cuerpo existe ya desde la concepción.
La IC es memoria inconsciente de toda la vivencia relacional, y al mismo tiempo es
actual, viva, se halla en situación dinámica, a la vez narcisistica e interrelacional:
actualizable en la relación aquí y ahora, mediante cualquier expresión fundada en el
lenguaje, dibujo, modelado, mímico o gestual.
Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por –y entrecruzada- con nuestro esquema
corporal, podemos entrar en comunicación con el otro. Todo contacto con el otro, se
asienta en la imagen del cuerpo, soporte del narcisismo.
El EC refiere al cuerpo actual en el espacio a la experiencia inmediata. Puede ser
independiente del lenguaje, entendido como historia relacional del sujeto con los otros,
es evolutivo en el tiempo y en el espacio.
La imagen del cuerpo refiere el sujeto del deseo a su gozar, mediatizado por el lenguaje
memorizado de la comunicación entre sujetos. Puede hacer independiente del EC, se
articula con él a través del narcisismo, originado en la carnalización del sujeto en la
concepción. La IC es siempre inconsciente, y está constituida por la articulación
dinámica de una imagen de base, una imagen funcional, y una imagen de las zonas
erógenas donde se expresa la tensión de las pulsiones.
EL PSA, LA FUNCIÓN DEL DIVÁN
En la técnica psicoanalista, la neutralización del esquema corporal por la posición
acostada del paciente es lo que justamente permite el despliegue de la imagen del
cuerpo. La IC queda puesta en juego, mientras al mismo tiempo la visión del cuerpo del
analista es imposible, lo cual provoca en el analizante una representación imaginaria del
otro. Hay una ausentizacion del gozar de las pulsiones esópicas, y una frustración del
gozar de las pulsiones auditivas, puesto que es el analizante el que habla.
Búsqueda de deseo y defensa contra los deseos son procesos de lenguaje constructivos
para la imagen del cuerpo dirigidos a proteger la integridad del narcisismo al mismo
tiempo que la integridad del esquema corporal, es decir, el cuerpo mismo en cuanto a
conjunto carnal cohesivo que debe permanecer integro para percibir. Así, con ocasión
de un dolor demasiado intenso, que con un obstáculo del cuerpo sufriente en tal o cual
lugar herido o dolorido, podría provocar una no seguridad, y ello induce la protección de
si en una preservación de distinta respecto de los otros. Esto incumbe al esquema
corporal imaginado inconsciente.

TECNICA DE ANÁLISIS ADAPTADA A LOS NIÑOS


Invitar a dibujar o modelar al niño, no significa no compartir activamente el juego con el
niño. Se trata de una puesta en palabras de los fantasmas del niño, a los que se suele
ver en las primeras entrevistas expresarse tan solo por miradas y no por el juego. Los
niños vienen al consultorio para expresarse de verdad.
El papel del psicoanalista es no sustituir por un deseo supuestamente sano el deseo
supuestamente patológico de los padres, ni raptar al niño de los genitores o educadores
que, fueron son o serian malos para él, sino por el contrario, permitir al niño, mediante
gestos, mediante signos fundados en el lenguaje, saber que el analista cuenta con la
confianza de los padres, los cuales siguen siendo responsables de su tutela, para que
él alcance su propia comprensión de aquello que lo hace sufrir. Puede entonces
reencontrarse sujeto deseante en el triángulo inicial se du escena primaria y si, en
efecto, sufre, se le propone: no de jugar por placer sino de expresarse dirigiéndose al
analista por medio de su juego, dado que aun n puede expresarse con palabras sus
pensamientos. Sus dibujos y modelados están destinados a ser hablados, se hallan en
la transferencia.
Partiendo de su dibujo, el niño acaba hablando, por asociaciones de ideas. En sesión
es una invitación a la comunicación con el analista, cuando el niño habla en sesión, si
alude a su padre, madre, hermanos, no habla de la realidad de estas personas, sino de
este padre, esta madre, estos hermanos en él; es decir lisa y llanamente, de una
dialéctica de su relación con estas personas reales que, en sus verbalizaciones están
fantasmatizadas.
La imagen del cuerpo –previamente al Edipo- puede proyectarse en toda
representación, sea cual fuere.
Todas estas representaciones están simbólicamente enlazadas a las emociones que
han marcado su persona en el curso de su historia, y aluden a las zonas erógenas que
fueron prevaleciendo en él sucesivamente. El predominio, la electivdad de las zonas
erógenas se modifica, se desplaza en la medida del crecimiento del sujeto y del
desarrollo de su esquema corporal tal como lo permite el sistema neurológico del niño.
Esta evolución de la erogeneidad no es únicamente el desenvolvimiento de un
programa fisiológico, sino que está estructurada por el temor dela relación iterpsíquica
con el otro, en particular la madre, y de ello es testimonio la imagen del cuerpo.
Solo con la entrada del orden simbólico, por obra de la castración edipica, la relación
verdadera en la palabra podrá expresar claramente a aquel que habla, en cuanto sujeto
responsable de su obrar de su Yo, que en su cuerpo manifiesta. Hasta ahí el deseo
propio del niño, no puede expresarse directamente de una manera fundada en el
lenguaje, autónoma. Este solo puede expresar su deseo por el sesgo de deseos
parciales, a través de las proyecciones representadas que de aquel ofrece.
El peligro, se deriva del riesgo de que el niño no pueda transferir proyectivamente más
que emociones no castradas, no simbolizadas, ligadas a pulsiones arcaicas; y este
riesgo se incrementa si, como suele acontecer, los propios padres regresan, a causa
del tratamiento de su hijo, a posiciones libidinales igualmente arcaicas.
El niño queda entonces comprometido en una situación sin salida, donde tiene que
hacer frente a comportamientos inconscientes arcaicos, erotizados y erotizantes, de sus
padres. Estos no pueden seguir representando el Yo Ideal en masculino y en femenino.
Cuando un niño se encuentra en tratamiento, es importante que los padres asuman su
puesto de responsables del niño y de su castración, afirmando su deseo autónomo de
adultos, su confianza en sí mismo, tal como se sienten, adultos entre adultos de su edad,
ese narcisismo que tienen que conservar.
La regresión posible de los adultos tutelares, padres, como cualquier adulto ante los
deseos arcaicos del niño, explica por qué es impensable formar psicoanalistas que sean
psicoanalistas de niños. Un analista de niños debe ser obligatoriamente primero y
también aun un psicoanalista de adultos.
De ahí la necesidad de asumir como analistas en ciertos casos la escucha del discurso
de u determinado niño y el trabajo de la sesión en presencia de uno de sus padres,
mientras que el niño tenga deseo de una presencia protectora en relación con la persona
adulta que somos.
En el caso de un niño afectado en su persona por trastornos irreversibles y que le causan
sufrimiento, lo importante es que sus padres sigan siendo sus educadores, animados
día tras día por un proyecto pedagógico y por un deseo de dirección a su respecto. El
papel del psicoanalista es diferente: no se ocupa directamente de la realidad sino solo
de lo que el niño percibe de ella. El interés de cifrar la imagen del cuerpo a través de las
ilustraciones gráficas y plásticas, radica en comprender de qué manera puede entrar en
comunicación de lenguaje, expresarse de verdad con un adulto, sin por ello hablarle.
Una persona que le exige hablar, siendo que él no la conoce, esta persona es sentida
como violadora, raptora, respecto del deseo del niño y de palabras que este no tiene
para darle. Lo sería más aún si, por seducción “quisiera jugar” con el niño o, sin que
este sea consciente del “oficio” del adulto a quien sus padres lo conducen, se
comportara como poseyendo derechos sobre su persona: con el pretexto de que sus
padres tienen el deseo de que él entre en relación con ella, que aún le es desconocida
y de la que no ha comprendido como ni qué fundamento está al servicio de su propia
persona.
LA IMAGEN DEL CUERPO
PULSIONES DE VIDA Y DE MUERTE
La imagen del cuerpo es la representación inmanente inconsciente donde se origina su
deseo. Siguiendo a Freud, las pulsiones tendientes al cumplimiento del deseo con de
vida y de muerte. Las pulsiones de vida, siempre ligadas a una representación, pueden
ser activas o pasivas, mientras que las pulsiones de muerte, reposo del sujeto, carecen
siempre de representación, y no son activas ni pasivas. Se las vive en una falta de
ideación, las pulsiones de muerte predominan durante el sueño profundo, el coma y no
se trata de deseo de morir, sino de descansar.
Se caracterizan por carecer de representación residual de relaciones eróticas con el
otro, son propias de un cuerpo no alertable por el deseo. Incitan regularmente al sujeto
a retirarse de toda imagen erógena, como en el sueño profundo, como en el
desvanecimiento que sucede a una emoción intensa, como igualmente en la enuresis o
en la encopresis secundaria surgidas en un niño que era ya continente, cuyo esquema
corporal había adquirido ya la continencia natural de todo mamífero y que, confrontado
con un estado emocional inasimilable por su imagen del cuero, un estado que su
narcisismo no puede representarse, equivale al adormecimiento de una imagen de
funcionamiento, o bien de una imagen de zona erógena uretral o anal.
Duerme entonces no ya como un niño de tres años, sino como el que fue antes de la
continencia diurna y nocturna de un esquema corporal de tres años. Puede así perder,
por pulsión de muerte, durante la vida vigil o dormida, esa continencia que todo
mamífero adquiere espontáneamente, por obra de un deseo que él se prohíbe, que
mientras duerme le hace volver a una imagen del cuerpo arcaica. Mientras duerme,
porque es entonces cuando su esquema corporal continente puede resultar
neutralizado. El dormir en efecto, se caracteriza por el predominio de las pulsiones de
muerte y por el adormecimiento de las pulsiones de vida (salvo en el soñar).
La imagen del cuerpo es siempre potencial de comunicación en un fantasma. Un niño
solitario siempre está presente para sí mismo a través del fantasma de una relación
pasada, real y narcisizante, entre él y el otro, con el cual ha tenido en la realidad una
relación que él ha introyectado. El niño fantasmatiza en esa relación como él bebe que
solo presentifica a su madre con sus lalaciones, entonces con esta ilusión, no se siente
ya solo, sino por y con ella.
La visión del mundo del niño se adecua a su imagen de cuerpo actual y depende de
ésta. Por mediación de esta imagen del cuerpo como podremos entrar en contacto con
él.
Desde el momento de nacer, los contactos percibidos por el cuerpo del niño ya han
estado acompañados de palabras y fonemas. Las palabras con las cuales pensamos,
fueron en un principio palabras y grupo de palabras que acompañaron a las imágenes
del cuerpo en contacto con el cuerpo del otro, estas palabras serán oídas y
comprendidas por el niño de una manera que deferirá según el estadio que haya
alcanzado. Es necesario que los psicoanalistas, lo comprendamos, que las palabras
empleadas con los niños sean palabras que correspondan a una experiencia sensorial
ya simbolizada en vías de serlo.
El niño cuya imagen del cuerpo es la del estadio oral no comprende más que las
palabras de placer de bica y de cuerpo transportado, aquellas que se refieren al
funcionamiento y a la erótica oral, para un cuerpo cuyo esquema corporal no es aun
autónomo.
La imagen del cuerpo es aquello en lo cual se inscriben las experiencias relacionales de
la necesidad y del deseo, narcisizantes y/o desenarcisizantes. Estas sensaciones se
manifiestan como una simbolización de las variaciones de percepción del esquema
corporal, de aquellas que inducen los encuentros interhumanos, entre las cuales el
contacto y los decires de la madre son predominantes.

LA IMAGEN DEL CUERPO Y EL ELLO.


La imagen del cuerpo está del lado del deseo, no ha de ser referida a la manera de
necesidad, la IC da testimonio de la falta en ser que el deseo apunta a colmar, allí conde
la necesidad apunta a saturar una falta en tener del esquema corporal. Es estudio de la
imagen del cuerpo, en cuanto que es sustrato simbólico, podría contribuir a esclarecer,
en términos de Ello. Se trata de un Ello siempre en relación, ante todo en relación con
un objeto parcial necesario para la supervivencia del cuerpo, en relación asociativa con
una precedente relación con un objeto total, relación que ha sido transferida de este
objeto a otro, parcial o total.
La imagen del cuerpo es un Ello ya relacional, un Ello no fetal, sino tomado ya en un
cuerpo situado en el espacio automatizado, en cuanto a masa espacial, un Ello de la
cual una parte constituye un pre-Yo: el de un niño capaz de sobrevivir temporalmente
separado del cuerpo del otro. Las pulsiones que emanan del sustrato biológico
estructurado en forma de esquema corporal, no pueden en efecto pasar a la expresión
en el fantasma en la relación transferencial, sino por intermedio de la imagen del cuerpo.
Si el lugar, fuente de las pulsiones, es el esquema corporal, el lugar de su representación
es la imagen de cuerpo. La elaboración de esta imagen del cuerpo puede ser estudiada
tan solo en el niño, en el curso de la estructuración de su EC, en relación con el adulto
educador: porque lo que llamamos IC queda después reprimido, en particular por el
descubrimiento de la imagen escópica del cuerpo, y luego por la castración edipica.
En el niño durante los tres primero años ella se constituye en referencia a las
experiencias olfativas, visuales, auditivas, táctiles, que poseen valor de comunicación
con los otros.

FANTASMA, DESEO. REALIDAD, NECESIDAD.


Por ejemplo, un niño que se golpea contra la mesa, cree que esta es mala, y espera que
la mesa lo consolará del daño que él se ha hecho contra ella. Proyectada sobre el
mueble una imagen del cuerpo, solo por la palabra de la madre llegara a discriminar las
cosas de las personas. Hasta aquí las personas son para él masas contra las cuales
puede golpearse, pero que entonces lo consuelan.
En cambio, tan pronto como hay un testigo humano, real, el esquema corporal se
entrecruza con la imagen del cuerpo, lugar del deseo. Será este tejido de relaciones el
que permitirá al niño estructurarse como humano. Más adelante las relaciones humanas
así introyectadas posibilitaran la relación narcisista consigo mismo.
Cuando con posterioridad el niño se golpea contra el mueble, se toca y se acaricia con
su propia mano, el mismo presta cuidados a su cuerpo dolorido. Introyecta le experiencia
de la diferencia entre una cosa y un cuerpo vivo, en este caso el suyo; la cosa, el cuerpo
de su madre y el objeto mesa. Ha transferido a su mano la capacidad de acción
salvadora y reconfortante que solo su madre podría realizar para él cuando era pequeño
y se hacía daño. Esta introyección le permite automaternarse.
Por lo tanto la imagen del cuerpo se estructura en la relación intersubjetiva, cualquier
interrupción de esta comunicación puede tener efectos dramáticos. El lactante espera a
una mama que se ha marchado dos semanas atrás, la espera tal cual la dejo. Cuando
ella vuelve, la ve distinta, y él también es distinto, en su realidad.
Aquí es cuando puede instalarse el autismo, porque el niño no reencuentra con el otro
la sensación de él se hace quince días, no reencuentra en su madre, a la misma madre
de antes ni al mismo él. Este cambio puede ser también traumático a la vista de la mama
que vuelve de la maternidad con un bebe; ya no tiene al bebe dentro de su vientre, como
cuando partió, pues bien, esto es lo que espera el mayorcito, sin saber que lo espera:
no espera verla con un bebe, espera que la madre vuelva con un niño de su edad.
Su fantasma de lo que espera no es lo que sucede en la realidad. El efecto a veces
patógeno de esta discordancia entre lo imaginario y la realidad es aquello sobre lo cual
opera el PSA. Todo niño debe ajustar constantemente el fantasma, que deriva de sus
relaciones pasadas, a la experiencia imprevisible de la realidad actual, la cual difiere en
todo o en parte del fantasma. Este ajuste permanente acompaña al crecimiento continuo
del esquema corporal del niño frente a la realidad de los adultos. Se trata en la imagen
del cuerpo, de deseo y no solamente de necesidad.
La repetición permanente de las modalidades de la necesidad, subraya el hecho de que
el ser humano vive mucho más narcisisticamente las emociones de deseo, asociada a
su imagen del cuerpo, que las sensaciones de placer y su sufrimiento, ligadas a las
excitaciones de su esquema corporal.

La necesidad puede ser tergiversada por la palabra solo momentáneamente, tiene que
ser satisfecha en el cuerpo. Con placer ha de ser obligatoria y efectivamente saciada
para que la vida del cuerpo pueda continuar.
Edificada en la relación de orden lingüístico con el otro, la imagen del cuerpo constituye
el medio de la comunicación interhumana. Ello explica, a la inversa que el vivir con un
esquema corporal sin imagen del cuerpo sea un vivir mudo, solitario, narcisisticamente
insensible: el sujeto autista o psicótico permanece cautivo de una imagen
incomunicable.
Solo por la palabra deseos pretéritos han podido organizarse en imagen del cuerpo, solo
por la palabra recuerdos pasados han podido afectar zonas del esquema corporal,
convertidas por este hecho en zonas erógenas, aun cuando el objeto del deseo ya no
esté. Si no ha habido palabras, la imagen del cuerpo no estructura el simbolismo del
sujeto sino que se hace de éste un débil ideativo emocional.
LA DEBILIDAD MENTAL EN CUESTIÓN
LA ESQUIZOFRENIA EN CUESTIÓN
Lo que existe es la interrupción de la comunicación. Incluso cuando hay palabras, si
cuando no significan para el sujeto-niño la comunicación de una persona con su
persona, puede haber una brecha en la simbolización, que puede culminar en la
esquizofrenia.
El en caso de los débiles mentales de apariencia clínica, la potencialidad de simbolizar
la imagen del cuerpo se encuentra adormecida. En el caso de los esquizofrénicos, esta
potencialidad de simbolizar la imagen del cuerpo quedó interrumpida en determinada
época, no ha habido palabras procedentes de la persona con quien la relación era
estructurante, en la relación de amor, el niño simboliza por sí mismo todo lo que vive,
mediante un código que deja de ser comunicable. Jamás se habló a su persona, o el
oyó palabras no sentidas, no conformes con las emociones que supuestamente
expresaban, palabras-ruidos, sin valor emociona verídico, no humanamente cargadas
de una intención capaz de comunicar la vida y el amor (o el odio) del sujeto que hablaba
al niño y a quien el niño hablaba.
Todas las otras percepciones, al no provenir del objeto esperado, son sentidas como
ruidos de palabras, desprovistas de sentido para su imagen del cuerpo y el niño queda
reducido a un esquema corporal, el del momento en que se vuelve esquizofrénico. Este
esquema corporal, separado de la imagen del cuerpo, crea un suerte de ruptura del
espacio y del tiempo, una falla donde el niño se vuelca a lo imaginario, de un deseo
disociado de su posible realización.
Ya no hay para su deseo una representación de mira confortante. La relación con el otro
se ha convertido debido a que el otro, o él o los dos ha soltado prenda del otro o de él,
el niño se ha perdido a sí mismo, y tampoco se entiende. Se retira en sí mismo y
establece consigo mismo un código de lenguaje delirante para nosotros, mientras que
para él, este código presta sentido a lo que él vive.

LA IMAGEN DEL CUERPO Y LA INTELIGENCIA DEL LENGUAJE DE LOS GESTOS,


DE LAS PALABRAS.
La comprensión de una palabra depende a la vez del esquema corporal de cada uno y
de la constitución de su imagen del cuerpo. La palabra tiene un sentido simbólico, es
decir, reúne en una comunicación por el lenguaje hablado, registrado, escrito, a seres
humanos que pueden transmitirse, si se tienen confianza, con frutos con base en el
lenguaje adquiridos por ellos, en el cruzamiento de su imagen del cuerpo con su
esquema corporal.
Aquel que no tiene, bien sea la IC o el EC correspondiente a la palabra emitida, oye la
palabra sin comprenderla, por carecer de la relación corporal (imagen sobre esquema)
que permite darle un sentido.
Un ciego de nacimiento puede por ejemplo, hablar de los colores, pronunciar las
palabras, que formaran imagen que cobrarán sentido para un interlocutor vidente. Ello
no impide que el ciego de nacimiento ignore el sentido de sus palabras, los significantes
de los colores no pueden reunir para él una imagen del cuerpo de vidente a un esquema
corporal que es no vidente. Cada uno de nosotros, tiene así una relación narcisizada
con los elementos sensoriales que están en resonancia con los términos del vocabulario.
En cuanto al ciego de nacimiento, él no tiene imagen del cuerpo por lo que respecta a
sus ojos, tiene el esquema corporal; él sabe que tiene unos ojos-órganos, pero no tiene
una imagen relacional por la vista. Lo cual no le impide hablar sirviéndose de los
significantes de la visión, el ciego se forma una representación auditiva y emocional de
los colores en su relación con los otros. Auditiva y también táctil y calórica.
Las palabras, para cobrar sentido, ante todo deben tomar cuerpo, ser al menos
metabolizadas en una imagen del cuerpo relacional.

IMAGEN DEL CUERPO Y CASO PARTICULAR DEL NOMBRE.


De todas las palabras oídas por el niño, la que ostentara una importancia primordial,
asegurando la cohesión narcisistica del sujeto es “su nombre”. Ya al nacer, el nombre
ligado al cuerpo y a la presencia del prójimo, contribuye de manera decisiva a la
estructuración de las imágenes del cuerpo, incluidas las más arcaicas. El nombre es el
o los fonemas que acompañan al sensorio del niño, primero en su relación con sus
padres y luego con el otro, desde el nacimiento hasta la muerte.
La pronunciación de su nombre puede despertar al sujeto aun en estado de sueño
profundo. Su nombre es el primer y último fonema en relación con su vida para él y para
otro, el que la sostiene, ya que fue desde su nacimiento el significante de la relación con
su madre.
Si el nombre acompaña al sujeto más allá de la castración edipica y es retomado por
todo en sociedad, el sobrenombre eventualmente aplicado por la madre debería ser
abandonado simultáneamente con el destete o con la limpieza esfinteriana.

Caso Federico.. Ver página 40.


Niño abandonado por sus progenitores y acogido en una guardería, es adoptado cuando
tenía once meses. Los padres adoptivos le dieron un nombre nuevo (Federico), esto no
es mencionado en las primeras entrevistas.
El tratamiento permite descubrir que es hipoacusico, se integra totalmente con sus
compañeros de la escuela, pero se niega a leer y escribir. En sus dibujos utiliza letras,
particularmente la letra A.
La madre devela que cuando fue adoptado llevaba el nombre de Armando.
Cuando lo llama por el nombre Armando, percibe una excepcional intensidad, el sujeto
Armando es des-nombrado, había podido reenlazar su IC con la de Federico. Había
tenía un proceso enteramente inconsciente: el necesitaba oír este nombre pronunciado
normal, sino pronunciado con una voz sin lugar, por una voz de falsete, llamándolo sin
dirección precisa. Era una case de voz de las maternantes desconocidas que él había
oído cuando hablaban de él, o cuando lo llamaban en la guardería.
Este encuentro de identidad arcaica perdida, desde los once meses le permitió superar
sus dificultades para leer y escribir.
Los fonemas mar arcaicos de los que el nombre es el ejemplo, demuestra que la imagen
del cuerpo es la huella estructural de la historia emocional de un ser humano. Ella es el
lugar inconsciente en el cual se elabora toda expresión del sujeto; lugar de emisión y de
recepción de las emociones interhumanas fundadas en el lenguaje.
QUE DIOS LES AYUDE PARA ENTENDER ESTO PORQUE YO NO ENTENDI UN
CHOTO
LOS TRES ASPECTOS DINAMICOS DE UNA MISMA IMAGEN DEL CUERPO
La IC no es un dato anatómico natural como puede serlo el EC, sino que se elabora en
la historia misma del sujeto y se modifica a lo largo del desarrollo del niño.
Se pueden distinguir tres modalidades de una misma imagen del cuerpo, ligadas entre
si por algo que las mantiene cohesivas (imagen dinámica), designando con ello la
metáfora subjetiva de las pulsiones de vida que son continuamente sustentadas por el
deseo del sujeto de comunicarse con otro, con ayuda de un objeto parcial
sensorialmente significado.
Imagen de base:
Es lo que permite al niño expresarse en una “mismisidad” de ser, es decir, en una
continuidad narcisista o en una continuidad espacio-temporal que permanece y se urde
a partir de su nacimiento.
De esta mismisidad, procede la noción de existencia. El sentimiento de existir de un ser
humano, que amarra su cuerpo a su narcisismo.
Aquí se sitúan los desórdenes, los desarreglos funcionales, caídas o fallas del
narcisismo, susceptibles de provocar, por pulsiones de muerte localizadas en regiones
del cuerpo, súbitos ataques orgánicos.
La imagen de base es fundamentalmente constitutiva de lo que se denomina narcisismo
primario. Designo con ello el narcisismo del sujeto en cuanto sujeto del deseo de vivir,
preexistente a su concepción. Es lo que anima la llamada al vivir en una ética que
sostiene al sujeto en el deseo, aquello por lo cual el niño es heredero simbólico del
deseo de quienes lo concibieron. Esta ética, la del feto, está articulada al goce de
aumentar diariamente su masa carnal.
El narcisismo primordial constituye en cierto modo una intuición vivida del ser-en-el-
mundo para un individuo de la especie. Este significado es el que proporciona el sentido
de la identidad social, simbólica. Aquí residen el valor y la importancia del nombre, el
cual es recibido por el sujeto de la instancias tutelares, ligado a su cuerpo visible para
el otro, y certifica para él, en la realidad su perennidad existencial; prueba cuando él se
reconoce en los fonemas de esta palabra, de la dominación de sus pulsiones de vida
sobre sus pulsiones de muerte.
La imagen de base no puede ser afectada sin que surja de inmediato una representación
fantasma, que amenaza la vida misma. Cuando la imagen de base se ve amenazada
aparece un estado fóbico medio especifico de defensa contra un peligro sentido como
persecutorio, y la propia representación de esta persecución fantasmatizada está ligada
a la zona erógena actualmente predominante en el sujeto.
Cada estadio viene a modificar las representaciones que el niño puede tener en su
imagen de base, hay una imagen de base propia de cada estadio: después del
nacimiento, primero una imagen de base respiratorio-olfativo-auditiva, le sigue una
imagen de base oral que comprende no solamente a la primera sino igualmente a toda
la zona bucal, faringo-laringea, que al cavum y al tórax, les asocia la imagen del vientre,
la representación de lo lleno o de lo vacío del estómago, la cual puede hallarse en
resonancia con las sensaciones fetales de hambre y repleción estomacal.
La tercera imagen de base, es la imagen de base anal, añade a las dos primeras el
funcionamiento de retención o de expulsión de la parte inferior del tubo digestivo., añade
así mismo la masa circundante constituida por la pelvis, con una representación táctil
de las heces y del perineo.

Imagen Funcional:
Es imagen esténica de un sujeto que tiende al cumplimiento de su deseo. Aquello que
pasa por la mediación de una demanda localizada, dentro del esquema corporal, en un
lugar erógeno donde se hace sentir la falta específica, es lo que provoca el deseo.
Gracias a la imagen funcional, las pulsiones de vida pueden apuntar, a manifestarse
para obtener placer, a objetivarse en la relación con el mundo y con el otro.
Así, la imagen de emisión expulsiva, en su origen relacionada con la necesidad
defecatoria que el padece, que experimenta pasivamente, luego en un segundo término,
cobra la forma de una imagen que expresa la expulsión agradable de un objeto parcial
sutil del cuerpo propio.
La elaboración de la imagen funcional entraña un enriquecimiento de las posibilidades
relacionales con el otro. La mano por ejemplo, que primeramente es zona erógena
prensiva oral, y luego expulsante anal, tiene que integrarse en una imagen funcional
braquial, proporcionando al niño la libertad esqueleto muscular que le permite alcanzar
sus fines, y posibilitando la satisfacción de sus necesidades y la expresión de sus
deseos a través del juego.
Cuando la imagen funcional es total o parcialmente denegada, si se produce una
intervención físicamente represiva que se opone al actuar del niño “No toques”, éste
puede elegir como desenlace un funcionamiento de repliegue, para que la zona erógena
no entre en contacto con el objeto prohibido, ni su deseo en conflicto con el deseo del
adulto tutelar.

Imagen Erógena
Está asociada a la imagen funcional del cuerpo, el lugar donde se focalizan placer y
displacer erótico en la relación con el otro. Su representación está referida a círculos,
óvalos, bolas, rayas y agujeros.
Estas tres componentes de la imagen de cuerpo se metabolizan, se transforman y se
reorganizan, habida cuenta de las pruebas que el sujeto afronta y de las limitaciones,
en particular bajo la forma de castraciones simbolígenas, que le son impuestas a
describir, el modo en que las vicisitudes de su historia permiten, en el mejor de los casos,
que su imagen de base garantice la cohesión narcisistica. Para ello es necesario:
1. Que la imagen funcional permita una utilización adaptada del esquema corporal.
2. Que la imagen erógena abra al sujeto la vía de un placer compartido,
humanizante por lo que tiene de valor simbólico y que puede hallar expresión no
solo en la mímica y la acción sino con palabras dichas por otro, memorizadas en
situación por el niño, quien se servirá de ellas con discernimiento cuándo hable.
La imagen del cuerpo, es la síntesis viva, de estas tres imágenes: de base, funcional y
erógena, enlazadas entre sí por las pulsiones de vida, las cuales se actualizan para el
sujeto en la imagen dinámica.
Imagen Dinámica:
Corresponde al “deseo de ser” y de perseverar en un devenir. La imagen dinámica no
tiene representación que le sea propia, ella es tensión de la intención, su representación
n seria sino la palabra “deseo”. Se expresa en cada uno de nosotros el Siendo, llamado
al Advenir: el sujeto con derecho a desear “en deseancia”.
Una esquematización representativa de esta imagen dinámica, daríamos con la forma
virtual de una línea punteada que, partiendo del sujeto, por mediación de una zona
erógena de su cuerpo, fuera hacia el objeto. La imagen dinámica, corresponde a una
intensidad de espera del alcance del objeto.
También se representa bajo una forma virtual en una fase muy precoz del desarrollo de
los niños: cuando la una imagen les interesa, y después vuelven a la página y buscan
otra cosa. Esta no es sino la imagen del sujeto sintiéndose dinamizado, sintiéndose en
estado deseante.
Únicamente puede ser sustraída al sujeto en un estado fóbico a cortar el paso a la
imagen dinámica en su trayecto deseante, amenazándolo en su derecho al ser.
Se puede hablar de una imagen dinámica oral que, con respecto a la necesidad es
centrípeta y, con respecto al deseo a la vez centrípeta y centrifuga. Se puede hablar de
una imagen dinámica anal que es, con respecto a la necesidad, centrífuga y con
respecto al deseo centrifuga o centrípeta (siendo este último caso el de la sodomía
ejercida sobre otro padecida de otro en los homosexuales).
La imagen dinámica genital es, en la mujer, una imagen centrípeta, respecto del objeto
parcial peniano y en el hombre, una imagen dinámica centrifuga. En el parto hay una
imagen dinámica es centrifuga expulsiva.
La imagen dinámica oral-anal, esta imagen completa del cuerpo digestivo debería ser,
conforme al EC una imagen siempre centrípeta, en el sentido del recorrido peristáltico
que va de la boca al ano.

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