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impersonal, biopolítico
Marcelo Percia
Gregorio Kaminsky
Alejandro Kaufman
Patricia Digilio
Mónica B. Cragnolini
Evelyn Galiazo
Alejandro Tantanian
Gerald Berthoud
María Tortajada
Raymundo Mier
Kafka: preindividual, impersonal, biopolítico / Gregorio Kaminsky ...
[et.al.]. - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones La Cebra, 2010.
272 p. ; 20x14 cm.
ISBN 978-987-24770-9-7
© De los autores
© De esta edición
Ediciones La Cebra 2010
edicioneslacebra@gmail.com
www.edicioneslacebra.com.ar
Imagen de tapa
Carlos Eduardo Tkach, “Hombre con sus sombras”, tinta sobre papel.
Prólogo..........................................................................................7
7
Kafka: preindividual, impersonal, biopolítico
Se lee en este libro que “en la idea de sujeto se sacrifica la vida (el
sacrificio se nutre de la vida, de la vida de la ‘carne’), y se sacrifica la
singularidad por lo universal”.
No somos caos, vivir caotiza. Los que retan a gritos a sus mascotas
porque ensucian las calles de la ciudad, expresan el absurdo de un
orden vociferado. El murmullo anónimo de los animales kafkianos
pone a la vista la perplejidad frente a lo caótico, lo inadecuado, las
mezclas, las fusiones.
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Prólogo
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Prólogo
En un mundo sin Dios, si –al menos– hubiera Ley (un poder más
allá, anónimo, misterioso, con sus custodios y rituales), entonces,
rogaríamos a la mujer de los ojos vendados para que nos proteja.
Se lee en este libro que: “…unos dicen que éstos no son tiempos de
creación ni de pensamiento, sino de sentimientos asentados, de asenti-
mientos”. El asentimiento es violencia consentida por el sentido
común.
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Prólogo
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Prólogo
Se dice en este libro que las bases de datos son biografías de consu-
midores: cada vez que hacemos una llamada con nuestro teléfono
o utilizamos nuestra tarjeta de crédito, dejamos rastros que otros
pueden localizar. Subjetividad paranoica y tecnologías de la vigi-
lancia, se corresponden.
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Kafka: preindividual, impersonal, biopolítico
Kafka ríe. ¡Qué alivio la risa de Kafka! Se dice en este libro: “La risa
en Kafka tiene esa ambigüedad de la celebración y la experiencia neutra
ante lo trágico”.
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Prólogo
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Kafka: preindividual, impersonal, biopolítico
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Kafka, partidas del sentido
Marcelo Percia
1.
Franz Kafka nace en Praga en 1883, en la atmósfera cultural de
una minoría judía de lengua alemana y, en circunstancias de
mala salud, muere de tuberculosis en 1924.
Los tiempos de Kafka son los de Freud: los tiempos de los hijos
que sufren por los ideales frustrados de sus padres.
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Marcelo Percia
2.
1. Observa Benjamin (1934) que el padre “en las extrañas familias de Kafka, vive del
hijo y pesa sobre él como un enorme parásito”.
2. Amo (sustantivo que se escribe con mayúscula) es el nombre de quien tiene
poder sobre otro y amo (conjugación en presente de la primera persona del ver-
bo amar) es la voz que anuncia la partida de sí hacia otro.
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Kafka, partidas del sentido
3.
Carta al padre puede leerse como reclamo a un hombre rudo,
como queja por una vida familiar ingrata, como desahogo de un
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Kafka, partidas del sentido
El sacrificio del padre por la obra del hijo es uno de los mitos
fundadores de la clase media intelectual argentina.
4.
Después de Kafka, los hijos del siglo veinte, cada tanto, asumen
una posición mesiánica: vienen a componer un mal, a limpiar
una culpa, a liberar una potencia, a realizar una obra que mejore
el mundo. Asumen la misión de salvar a los padres de la vida
que tienen. 4
Otras veces, la obra del hijo impugna el mundo del padre que
es la historia social habitada por esa pequeña biografía que
envejece.
4. M´hijo el Dotor (1903) de Florencio Sánchez es una figura rioplatense del me-
sianismo familiar de las primeras décadas del siglo XX.
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Marcelo Percia
5.
La idea de encontrar una salida en donde el otro no la encontró,
plantea una tristeza de comienzo: el hijo viene al mundo para
denunciar el encierro del padre.
5. El hijo suele decir al padre “no quiero ser como vos” como si temiera o rechaza-
ra la posibilidad de una identificación. Tal vez se trata de enunciar otra proposi-
ción “no quiero el mundo que te hizo vivir así”.
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Kafka, partidas del sentido
6.
¿Por qué para el padre las preocupaciones del hijo son proble-
mas menores comparados con los que él tuvo que enfrentar a su
edad? Transcribe Kafka en la Carta éstas expresiones de su padre
“Quisiera tener yo tus preocupaciones” o “No tengo una cabeza tan
descansada”.
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7.
La pesadilla de El proceso no es la de la burocracia, sino la de la
culpa. Uno de los jueces del tribunal dice: “Cada noche buscamos
personas por la ciudad que se sientan culpables y las traemos”. K. re-
flexiona en un momento: “Es parte de este sistema que uno sea
condenado no sólo sin culpa, sino también sin saberlo”. La culpa no
tanto por deseos incestuosos prohibidos: parábola paranoica de
la sociedad capitalista en la que el hijo quiere para sí lo que tiene
el padre, inculcación del mundo del padre como deseo realizado,
sino la culpa como sentimiento difuso del rechazo de ese mundo.
Rechazo que el padre necesita anular o traducir como ingratitud o
traición. Se mata al padre (si de alguna muerte se trata) con indi-
ferencia respecto de su mundo. Rechazo que no se confunde con
el infantilismo que dice no quiero nada de lo que me puedas dar.
Rechazo como impugnación pensada, no de la burocracia como
formato vacío, sino de la sociedad a la que el padre está sometido
como mundo lleno de injusticias, desigualdades y regulaciones del
deseo.6
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Kafka, partidas del sentido
8.
El teatro familiar es un espacio de exageración emocional. Cosas
mínimas adquieren el valor y la trascendencia de asuntos épicos:
el terror nocturno del hijo, la enuresis de la niña, la negativa de
tomar la sopa, el capricho de llevar una media sucia al jardín,
el dolor de que el amiguito no quiera venir a jugar a su casa, la
obstinación de ponerse el dedo en la boca o comerse las uñas
o tocarse el pelo o juntar las piernas en forma indebida. La ex-
periencia familiar es la de la desmesura pasional: la amenaza
de un castigo, una sentencia verbal, la preferencia injusta de un
hermano, la observación de una fealdad física; cada cosa puede
causar un sufrimiento mayor y requerir de conductas heroicas
para sobrellevarlo. El dramatismo familiar hace olvidar que la
vida pasional es aventura de un flujo social inabarcable.
9.
Escribe Kafka en la Carta: “Así uno se convertía en un niño hosco,
distraído, desobediente, que buscaba siempre una huída, especialmente
una huída interior”. Kafka relata la invención de la interioridad
como territorio propicio para una huída. La interioridad es
su escondite: se oculta para tener una vida. La literatura es su
secreto.
10.
El psicoanálisis es un consuelo posible para una civilización que
no sabe qué hacer con la experiencia interior. Suele compararse
el desahogo del analizante con la confesión religiosa del peca-
dor; es cierto, quizá, en lo que respecta a la caricatura moral que
aproxima al psicoanalista con el confesor; pero no es lo mismo
en cuanto al lugar de la interioridad: una interioridad sin dios es
una soledad que pide ser relatada a un semejante. La existencia
de dios aportaba el Otro imprescindible del mundo interior; dado
que es condición de la interioridad ser dialógica y reflexiva.
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11.
Así describe Kafka, en su Carta, el ideal burgués de un padre en
los últimos tiempos del imperio: “Casarse, fundar una familia, acep-
tar los hijos que lleguen, sostenerlos en este mundo inseguro y hasta
conducirlos un poco es, en mi opinión, el máximo a lo que puede aspirar
un hombre”.7
7. El final de ese ideal familiar es una crueldad histórica: las tres hermanas de Kaf-
ka (Gabrielle, Valery y Ottla, su favorita) fueron asesinadas en Auschwitz. Franz
ya había muerto en 1924, Herman su padre en 1931 y Julie, su madre, en 1934.
Padres e hijo están enterrados juntos en el nuevo cementerio judío de Praga; los
restos de las hermanas quemados en un gran incinerador.
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propósito de fugarse, cosa que tal vez sería factible, sino, además, al mis-
mo tiempo, el propósito de reconstruir la prisión convirtiéndola en un
fastuoso castillo para sí. Si huye, no podrá reconstruir y si reconstruye,
no podrá fugarse”.
8. “Sólo soy literatura y no puedo ni quiero ser otra cosa” escribe en su Diario.
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12.
En Un informe para una Academia (1917), el informante explica ante
un auditorio de científicos detalles de su simiesca vida anterior.
Relata que recibió dos balazos cuando fue cazado en Costa de Oro
por una empresa privada: “Uno en la mejilla; no fue de importancia,
pero dejó una cicatriz roja, sin pelos, que me valió el repelente, ciento por
ciento inadecuado sobrenombre de Pedro el Rojo…”.
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“Temo que no se entienda bien qué quiero decir con la palabra salida.
Empleo la palabra en su más completo y corriente sentido. Es a propósito
que no digo libertad. No me refiero a esa gran sensación de libertad hacia
todos lados. Como mono quizá la haya conocido y he tratado con hom-
bres que la anhelan. Pero en lo que a mí respecta ni entonces pretendí la
libertad ni tampoco ahora lo hago. A todo esto, los hombres se engañan
frecuentemente. Y así como la libertad es uno de los sentimientos más
elevados. Muchas veces, en las salas de varietés, antes de salir a escena,
he visto a dos artistas allá arriba, en el techo, trabajando en el trapecio.
Se mecían, se balanceaban, saltaban, quedaban colgando uno en brazos
del otro, uno llevaba al otro por los cabellos suspendidos de sus dientes.
‘También esto es libertad humana’, pensaba yo, ‘el movimiento sobe-
rano’. ¡Tú, escarnio de la sagrada naturaleza! Ningún edificio podría
permanecer en pie ante las risas de la simiedad frente a ese espectáculo.
No; yo no quería libertad; solamente una salida, a derecha, a izquierda,
a algún lado. No tenía más pretensiones. Así la salida fuese sólo un
engaño; la pretensión era pequeña, el engaño no sería mayor…”.
9. Ausweg, la palabra que utiliza Kafka, se traduce como salida, camino, recurso,
arbitrio.
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13.
En La verdad sobre Sancho Panza, Kafka sugiere que Sancho logró,
a través de las novelas de caballería, apartar de sí a un demonio
que lo perseguía: lo empujó hacia un personaje por él creado
que llamó Don Quijote. Distrajo al demonio de su objeto que era,
precisamente, Sancho, con aventuras hermosas y entretenidas.
10. King Kong (1933) es una película norteamericana que relata la exploración de
una isla perdida en la que capturan, como atracción circense, a un enorme y po-
deroso simio que vive en libertad y que se enamora de la joven americana rubia
y tonta que colabora en su aplacamiento. Una historia de la violencia capitalista
atemperada por las caricias imposibles entre la bestia y la muchacha (en el fon-
do) buena y sensible.
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14.
Un relato de Kafka que se llama La partida dice así: “Ordené que
trajeran mi caballo. El sirviente no me comprendió. Fui yo mismo al
establo, ensillé mi caballo y lo monté. A lo lejos, escuché el sonido de
una trompeta y pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía nada
ni escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó:
—¿Hacia dónde vas?
—No sé –respondí– simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de
aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcan-
zar mi meta.
—¿Conoces entonces tu meta? –preguntó.
—Sí –repliqué– te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta”.
—No llevas provisiones de comida –me dijo.
—No necesito –respondí–. El viaje es tan largo que necesariamente pa-
saré hambre si no me dan algo en el camino. Ninguna provisión puede
salvarme; felizmente es un viaje tremendamente largo.
15.
Partida es la acción de salir desde un punto para ir hacia.
Partida es potencia del por venir o destino sin fin.
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16.
Irineo Funes yace inmovilizado. No puede partir. El que parte se
entrega a una especie de olvido.11
17.
La partida es la aventura del juego.
11. Escribe Borges hacia el final de Funes el memorioso: “Sospecho, sin embargo, que
no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el
abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”.
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18.
La despedida es el último gesto antes de la partida. El que parte
se entrega al olvido que es una forma de la ausencia.
19.
En Final de partida (1957) de Beckett cuatro personajes viven den-
tro de una habitación fuera de la cual “todo es gris, negro claro”.
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20.
Partir es traspasarse. La crítica de nosotros mismos –piensa
Foucault– consiste en ir más allá del propio límite. La meta es
la partida de sí, no como ausencia, sino como presencia posible
fuera de ese límite. La meta es partir libre de metas.
21.
Itaca es el poema del viaje como partida infinita. Kavafis, con-
temporáneo de Kafka, en Itaca (1911) narra el largo camino de re-
greso (un viaje de veinte años) de Ulises, tras la guerra de Troya,
hasta su isla natal. “Cuando emprendas tu viaje a Itaca / pide que el
camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias (…) Pide
que el camino sea largo. / Que muchas sean las mañanas de verano, en
las que llegues / ¡con placer y alegría! / a puertos nunca vistos antes
(a puertos que tú antes ignorabas). (…) Conserva siempre en tu alma
la idea de Itaca: llegar a ella es tu destino. / Mas no apresures nunca
el viaje (Mas no hagas con prisa tu camino). / Es mejor que se alargue
por años (…) Itaca te brindó tan hermoso viaje. / Sin ella no habrías
emprendido el camino…”. El poema declara preferencias por las
mañanas de verano para abrirse a lo ignorado o para abismarse
en la frontera de lo nunca visto. El viaje es una pedagogía sensual
que cautiva con hermosuras, rarezas, curiosidades y exotismos.
El poema presenta al destino no como meta obsesionada, sino
como excusa que impulsa la partida. El porvenir, para Kavafis,
es lo que acontece cuando nos extraviamos y la llegada se aplaza.
La prisa es ansiedad que malogra potencias.
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22.
“A lo lejos, escuché el sonido de una trompeta y pregunté al sirviente
qué significaba. Él no sabía nada ni escuchó nada”. El sonido de una
trompeta evoca lejanías: de esa intuición nacen las promesas. La
lejanía es llamada sin sujeto que llama; llamado sin objeto; llama-
do vacío y absoluto; llamado de deseo que espera sin saber nada
de eso que, sin embargo, llama.
23.
La joven residente (recién llegada al manicomio) hace la pregun-
ta al hombre delgado.
—¿Usted, cómo se llama?
—Yo no me llamo, a veces me llaman para pedirme cigarrillos, yerba o
para que haga mandados.
—¿Cómo lo llaman?
—Me dicen: “¡Vení huesito!”.
—¿Y… usted?
—Voy para ver de qué se trata
—¿Lo llaman huesito?
—Antes me llamaban Cardoso... como al hermano de la tía que me crió
que era medio pendenciero.
24.
Pensar es partir.
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25.
Partir puede ser salir a recuperar lo perdido, marchar a la conquis-
ta de lo que no se tiene, comenzar a desprenderse de lo poseído.
26.
El fuera de aquí es de la especie del fuera de sí. El fuera de sí no es el
frenesí de los excitados que deliran: esa exaltación loca apunta al
cielo y aspira al paraíso. El fuera de sí de la partida es huída del
yo. No es deserción, sino entrada en el desierto.
27.
El fuera de aquí es un vacío que auxilia a la interioridad. Escribe
Foucault (1989): “La atracción, tal como la entiende Blanchot, no se
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28.
El sirviente no comprende, no escucha, detiene en el umbral, pre-
gunta por el destino, inquiere por la meta como punto de llegada.
El patrón ordena lo que no se cumple, escucha, se pregunta por
el significado de lo remoto. No sabe a dónde va y sin embargo
posee una meta. No piensa en arribar sino en partir.
El sirviente de Kafka no oye, no entiende, no sabe nada: se parece
al psicoanalista.
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29.
Se suele decir, entre nosotros, para describir un embrollo social,
un absurdo burocrático, una racionalidad inútil y sin reglas pre-
visibles: es una situación kafkiana. Se reduce lo kafkiano a cualquier
circunstancia molesta en que la civilización consume sus mejo-
res energías, kafkiano es el eros de la tramitación innecesaria o el
aplazamiento sin fin de un acto mínimo. Pero lo kafkiano no es
queja ciudadana nerviosa y escandalizada por la pereza libidinal
ni protesta contra la administración que se ama a sí misma, lo kaf-
kiano interesa como potencia de lo neutro. También como sentido
de la fuga: el fuera de aquí como meta infinitamente larga, como
partida de sí en la que no alcanzan previsiones ni provisiones.
Partida no tanto como partición, sino como fuera de todas partes.
Lo kafkiano, así pensado, recupera su potencia secuestrada por el
adjetivo que se consume en la protesta contra las burocracias.
V. Interpretaciones partidas
30.
Una pequeña fábula es un texto de Kafka que dice así: “¡Ay! –dijo el
ratón–. El mundo se está poniendo cada día más pequeño. Al principio
era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y me hacía feliz saber
esos muros, a derecha e izquierda, a lo lejos. Pero esas paredes se estre-
chan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón
está la trampa hacia la que voy.
–Sólo tienes que cambiar el rumbo –dijo el gato... y se lo comió”.
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31.
Una ficción sobre la estrechez no como límite sino como limi-
tación, sobre el vacío no como posibilidad sino como amenaza.
Un relato sobre cómo la angostura conduce (indefectible) hacia
una boca que traga: última cavidad húmeda, tibia, cerrada. Y, sin
embargo, queda la sensación de que, la cita final, era evitable. De
que el ratón no supo (pudo o quiso) desobedecer a la voluntad
que lo manda.
32.
Deleuze y Guattari en Kafka. Por una literatura menor (1975) se-
ñalan que la obra del checo no es interpretable. Si interpretar
es explicar una cosa por otra o trazar equivalencias simbólicas
o correspondencias entre metáforas, dicen que la literatura de
Kafka resiste a la interpretación. Sugieren que sus ficciones son
experiencias de evocación, diseminación, dispersión.
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12. Lukács observaba que la literatura de Kafka expresa en forma realista la so-
ledad y la angustia humana a través de situaciones extrañas que se vuelven creí-
bles por el tratamiento que el checo hace de signos mínimos que construyen el
cotidiano social, escribe: “lo inverosímil, parece real a causa de la fuerte y sugestiva
verosimilitud de los detalles”.
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33.
La fábula hace recordar a un juego de chicos que se llama El gato y
el ratón: los jugadores hacen un círculo con las manos entrelazadas.
Uno dentro del círculo hace de ratón y otro fuera hace de gato. El
gato tiene que atrapar al ratón. El ratón, dentro del círculo, está
seguro y protegido. Los jugadores que hacen la ronda ayudan al
ratón levantando y bajando los brazos para dejarlo entrar e impe-
dir el paso del gato. El ratón sale, provoca al gato, vuelve a entrar.
13. En un texto que se llama Contra la interpretación, Susan Sotang (1964), escribe
“La obra de Kafka, por ejemplo, ha estado sujeta a secuestros en serie por no menos de
tres ejércitos de intérpretes. Quienes leen a Kafka como alegoría social ven en él ejemplos
clínicos de las frustraciones y la insensatez de la burocracia moderna, y su expresión de-
finitiva en el estado totalitario. Quienes leen a Kafka como alegoría psicoanalítica ven en
él desesperadas revelaciones del temor de Kafka a su padre, sus angustias de castración,
su sensación de impotencia, su dependencia de los sueños. Quienes leen a Kafka como
alegoría religiosa explican que K. intenta, en El castillo, ganarse el acceso al cielo; que
José K., en El proceso, es juzgado por la inexorable y misteriosa justicia de Dios”.
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ranas para los franceses, los ciervos para los suecos, los perros
para los norteamericanos.
34.
La asechanza de lo abierto y la estrechez de lo cerrado confunden
a las desconcertadas astucias humanas.
35.
El mundo es ancho y ajeno para los pobres que viven fuera del
sueño europeo.14
36.
El pasaje del límite a la limitación es muy rápido.
14. “El mundo es ancho y ajeno” es el título de una novela que Ciro Alegría publi-
ca en 1941. Una trágica narrativa de la estrechez occidental y las injusticias que
sufren pueblos originarios que viven en Perú: “pa nosotros los pobres, el mundo es
ancho y ajeno”.
15. El muro es un relato que Sartre publica en 1939; la historia que podría lla-
marse el paredón, cuenta un episodio de la Guerra Civil Española en el que tres
hombres van a morir fusilados.
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37.
En la angostura, estalla la intensidad de los detalles; en la estre-
chez, las pequeñas cosas hablan en loca simultaneidad.
38.
“El mundo se está poniendo cada vez más pequeño”: nos queda la
felicidad de sentir que hablando nos alejamos de los muros.
39.
En El silencio de las sirenas (otro relato que Max Brod no destruyó),
Kafka sugiere que existen métodos insuficientes, casi pueriles,
que también pueden servir para la salvación.
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40.
El peor hechizo es la locura posesiva. Poseer o ser poseído es la
opción de los atrapados. La astucia de Kafka es desposesiva: sabe
que la lógica propietaria es la celda del deseo.
48
Bibliografía
49
Kafka, Franz. Relatos completos. Editorial Losada. Madrid, 2006.
50
La cosa Kafka
o lo humano des-ganado
Gregorio Kaminsky
1.
La violencia corpuscular y mundana, prevaleciente en estados
promocionados como (pos)modernos, alcanza tanta o mayor au-
diencia y protagonismo comunicacional que la que solían tener
las condiciones de pobreza y trabajo o, peor, las de la alimentación
e indigencia. Con todo, el hambre y la miseria, junto al cambio
climático y el creciente deterioro del medio ambiente inducen
hacia un estado de continuada inminencia social-existencial de
desastre, ante situaciones límite de la naturaleza/sociedad, y el
51
Gregorio Kaminsky
52
La cosa Kafka o lo humano des-ganado
2.
Los cuentos de Franz Kafka retratan las marcas extrañas de lo vi-
viente, sugieren la torsión de la existencia como desvarío racional-
mente correcto, y exponen lo humano como exabrupto del ser en
ese repetido, insistente, estado de irresuelto. Más que de un saber
(de lo) absurdo y un repertorio (de lo) incognoscible, su escritura
sostiene un incierto orden (de lo) doliente, ajeno a las misericor-
dias, enumera una rara humanidad ante una sociedad poblada
de perplejos dentro del universo de estupefactos, todas varian-
tes del mundo uniformado, poblado de miserables, genuflexos,
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La denegación
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Esa gente –se los llama cosos– no conoce otro trato final que el
de la negativa, la desestimación y el impedimento. La (in)esperada
denegación involucra tanto al objeto como al sujeto rechazado y
eso es, aunque inverosímil, como un hálito de afirmación, un re-
conocimiento (de lo) existencial en estado negativo. Es sabido que
el pueblo, integrado por sujetos carecientes de toda cualidad e
incapaces de sostener o defender alguna idea o iniciativa, no está
feliz ni contento; es más, el gentío no conoce siquiera los afectos de
conformidad, y menos aún los afectos asociados con la alegría, pero
no es el odio sino antes bien la apatía, la indolencia, el letargo y la
indiferencia las condiciones colectivas de su producción subjetiva.
Ellos, los guardianes, son distintos y lo tienen claro… “en los
asuntos importantes siempre se puede estar seguro de la negativa”,
y eso no concita aquiescencia ni vítores, pero tampoco debe conlle-
var revueltas ni presuponer escándalos, ni siquiera intranquilidad o
resignación. Toda la labor del control social es –insistimos otra vez–
ociosa por innecesaria, no se presumen potenciales temores o re-
mordimientos y de allí presumibles resistencias o actos levantiscos.
La manifiesta tarea (de lo) policial no consistiría en nada corpo-
ral: ni palos ni golpes, se trata de unos cuerpos y una pura fuerza
de caución espiritual aun cuando, eso sí, el guardián deba hablar,
pontificar, capturar, casi hechizar o hipnotizar al extraño: su destre-
za es una pura habilidad de palabra.
Kafka expone las condiciones carismáticas trascendentales del
ser (cuando es) asqueroso. Dice un hombre de la multitud que no se
pretende sujeto de derechos y desconoce la existencia del ser ciuda-
dano: “Al policía… lo siento en mi interior como todo el mundo”.
3.
No acontecen, al momento, saberes que delimiten la inscripción
social y política de lo bestial en lo ciudadano, ni razones suficien-
tes que agenden sus alcances, ni siquiera se conocen taxonomías
que clasifiquen sus especificidades. Es reclamada sí, su urgencia,
pero su discurso es siempre hecho de imposturas y rehecho con
simulaciones. Existe muy poco debate que establezca su episteme
58
La cosa Kafka o lo humano des-ganado
3. Walter Benjamín, Para una crítica de la violencia…, Madrid, Taurus, 1991, p. 32.
4. Michel Foucault, La technologie politique des individus, en Dits et écrits, Paris,
Gallimard, 1988, p. 367.
59
Gregorio Kaminsky
5. Jacques Lacan, Séminaire 1966-1967, D’un discours qui ne serait pas du semblant,
(Trad. “De un discurso que no fuese semblante”).
6. Jacques Derrida, La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989 (trad.
P. Peñalver).
7. Paul Virilio, en Estética de la desaparición, Barcelona, Anagrama, 1988, p. 47.
Cita un párrafo de su texto Vitesse et Politique, Paris, Galilée, 1977.
8. Giorgio Agamben, Moyens sans fins, Rivages. Paris, 1991, p. 115. (Yo traduzco.)
9. Giorgio Agamben, Conferencia en la Universidad de Buenos Aires, 2005. (Yo
traduzco.)
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La cosa Kafka o lo humano des-ganado
de quien ofrece unos apuntes para una razón crítica o, mejor dicho,
una contribución a la crítica de la razón des-ganada, una biopolítica
(de lo) bestial.
4.
El gesto kafkiano trasunta displicencia, además de desapego; aún
así su rostro de ceño fruncido es una rostridad todavía conocida y
demasiado humana, la mueca de lo abyecto es miserable, pestilen-
te, pero al mismo tiempo es un gesto ostentoso y su estética (de lo)
repugnante auspicia una insospechada, extraña belleza indómita.
Ante la Ley y junto a los modos carnales de su usufructo, apun-
temos sólo algunas de sus notas ostensibles, que parecen antes
rasgos diferenciales que tonos indecidibles porque, aunque no
lo parezca, la composición del acto, de la actuación, de la acción
kafkiana, exige algo demasiado humano, una cosa cuya moción
demanda: a) circulación, b) singularidad, c) contingencia, y d) li-
bertad o necesidad.
a) En tanto tal, la Ley, que se prende y desprende de lo humano,
tiene pretensión de orden y es una razón que se quiere (de lo) inmu-
table. No es sino Kafka quien muestra que la norma recién adopta
vida, plasticidad, cuando circula, cuando emprende el camino y
asciende o desciende, y también cuando se extravía y confunde el
territorio. Su existencia depende de un acontecimiento: la produc-
ción de la Ley puede ‘tener lugar’ sólo cuando hay algo que transita
mediante un acto material y simbólico de circulación; sólo cuando
ocurre una salida o se dispone una partida es que ella acontece. El
discurso legal-vigilante no tiene entonces sino una entidad mecá-
nica de tipo circulatorio, por ejemplo penosamente rotatorio, como
una caligrafía desplazada. La condición de posibilidad productiva
del dispositivo kafkiano opera bajo un modo de circulación que
marea o da vértigo; allí, el universo normativo y el acto de justi-
cia devienen negatividad productiva y su derrotero se consuma
en manos no necesariamente de la solemnidad de la norma ni de
alguna palabra proferida, sino a partir de un sencillo o burdo acto
vigilante, la tosca o grosera ‘medida’ policial.
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Gregorio Kaminsky
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La cosa Kafka o lo humano des-ganado
12. Francois Dosse, Gilles Deleuze y Félix Guattari Biografía cruzada, Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2009, p. 200.
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Gregorio Kaminsky
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La cosa Kafka o lo humano des-ganado
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Gregorio Kaminsky
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La cosa Kafka o lo humano des-ganado
Ante la Ley
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Gregorio Kaminsky
acude a esos recursos por lo que ofrece una dádiva, que el guar-
dián/policía acepta ya no como soborno sino como, dice él mismo,
un gesto piadoso o de consolación. Con ello, deviene un inquie-
tante presente del que no se advierten cambios o resultados, y el
hombre de campo seguirá sentado en donde está, ante el puro
transcurso del tiempo que –morir sin matar– irá carcomiendo sus
fuerzas vitales.
Ante la Ley, frente a ella, el campesino resigna su cuerpo labo-
rioso de la tierra y cancela el sentido de su propia humana natura-
leza. La Ley, se sabe, debe ser custodiada, este es un axioma político
que, desde Roma, es de comprobable demostración: algunos invo-
can pactos o contratos, unos cumplimiento ciego, otros obediencia
debida, el misterio del apego o la ciega adhesión. Los vigilantes,
ellos mismos custodiados, son quienes se encargan del ritual de esa
vigilia antepredicativa.
Ambos –policía y forastero– conviven en un territorio común,
socialmente separados, enfrentados, se encuentran, no obstante,
unidos fuera de la Ley, esto constituye la negatividad del modo so-
cial, conjunto y articulado, de ganar o perder la vida al unísono: la
vida del centinela es una pura existencia exterior basada en habla-
durías, y la del campesino consiste en la eterna espera para poder
atravesarla (besarla atrás).
Frente a estos teatros de vida, personajes y escenas ante la Ley,
“…uno estaría tentado a creer que hay una desproporción entre
héroe y escenario. No es así. No hay escenario sobredimensiona-
do ni héroe miniaturizado. El héroe engendra el volumen con sus
propios pies. Y el volumen del sinsentido no tiene límites”.18 No es
debido al sentido de la propia Ley sino a su posición “ante” ella que
rige esta gramática del sinsentido.
El campesino representa al personaje que ha trocado el misterio
por un mundano ‘secretito’; ¿sabe él que la singularidad del ingre-
so humano a la Ley ya ha acontecido, y que su presencia es tan sólo
68
La cosa Kafka o lo humano des-ganado
69
Gregorio Kaminsky
70
¿Reparar el mundo?
Notas sobre la supervivencia
Alejandro Kaufman
I.
El sobreviviente es quien vive después de la muerte de otra per-
sona o después de un determinado suceso. Lo que define al so-
breviviente es una relación –en términos de posterioridad– con
una muerte o con un acontecimiento. Sobrevivir es vivir después.
Sobrevivir es vivir bajo la sombra del pasado, como también
puede presumirse el orden inverso de los términos: vivir bajo
la sombra del pasado es sobrevivir. Por ello la aspiración o la
aceptación del olvido suponen el desprendimiento de la sombra
del pasado y de la condición de la supervivencia. Vivir, olvidar.
El legado es aquello que se deja o transmite a los sucesores, sea
cosa material o inmaterial. En relación con lo que recibe de quien
ha vivido antes, el sobreviviente define su posesión, material o
71
Alejandro Kaufman
72
¿Reparar el mundo? Notas sobre la supervivencia
73
Alejandro Kaufman
II.
En nuestro tiempo se manifiesta de modo oscuro pero consistente
una figura estructurante de lo histórico social: la del sobrevivien-
te. La figura del sobreviviente evidencia una verdad acerca del
testigo. El testigo es un sobreviviente, en tanto que no siempre
el sobreviviente es un testigo. Somos sobrevivientes, pero no por
ello testigos. Somos sobrevivientes en tanto transitamos un lapso
vital, existencial, cuyo desenlace da fin a la supervivencia. Somos
siempre sobrevivientes respecto de alguien, pocos o muchos que
han muerto, sean o no nuestros familiares, sean o no nuestros
conocidos, sean o no nuestros antepasados. Vivimos después de
los muertos, y por ello somos sobrevivientes.
Pero nuestra intelección sobre la figura del sobreviviente no
procede de este reconocimiento de algo que en sí mismo podría
considerarse simplemente evidente –sin perjuicio de que enun-
ciarlo nunca supondrá una revelación sino una puntualización
destinada a señalar consecuencias– sino del sentido que impone
cierta genealogía precisa. Reconocer la figura del sobreviviente
ofrece significaciones que interesan a la discusión sobre lo que
especifica la actualidad.
El sobreviviente –en cuanto lo paradigmático de la figura– es
primero y antes que nada quien estuvo destinado al exterminio.
El sobreviviente ofrece testimonio sobre el suceso con su sola
existencia, y sienta las perspectivas de la vida tal como puede
tener lugar después del exterminio. El crimen contra la humani-
dad es aquello a lo que el sobreviviente ha sobrevivido.
Sabemos tanto y cada vez más sobre el sobreviviente, a la vez
que advienen también los flujos supersticiosos que sustituyen al
saber por un conjunto de enunciados cuya calidad y consistencia
se asemejan a los términos usuales de cuando se crearon las con-
diciones que hicieron posible el exterminio.
Es perceptible el estado de discrepancia, malestar y rechazo
que se produce en forma creciente alrededor de la cuestión del
sobreviviente. Podría todo ello entenderse meramente en rela-
ción con el trauma y la culpa, pero los sobrepasan.
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¿Reparar el mundo? Notas sobre la supervivencia
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Alejandro Kaufman
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¿Reparar el mundo? Notas sobre la supervivencia
77
Alejandro Kaufman
por las razones que impulsan los diferentes conflictos que se su-
ceden ante nuestros ojos.
No es solamente un eufemismo cínico el recurso a la salva-
ción de vidas que se emplea como justificación del ejercicio de la
violencia en la actualidad, ni tampoco la referencia a la “defen-
sa”. Habituados como estamos a ver en estas palabras solamente
su falacia, no vemos asimismo su verdad. Vemos lo obvio: que
quien “salva vidas”, en realidad mata, y que quien se defiende,
en realidad ataca, y mata. Atribuimos estas contradicciones a las
distorsiones que habitualmente la guerra ejerce sobre el lenguaje.
La clausura que nos impide advertir la intervención de la figura
del sobreviviente nos lleva a imponernos la clasificación aparen-
temente ineludible de victimarios para unos y de víctimas para
quienes sean sus oponentes. Como disponemos de esa distinción
binaria, decidimos primero (en un sentido meramente alegórico,
el que la precedencia sea “primera”, dado que no es por racio-
cinio que se establece la distinción, aunque se la justifica argu-
mentativamente) la identidad del victimario, y por lo tanto la de
la víctima. El carácter dual de los conflictos entre dobles masas
guerreras define el sustrato de la distinción.
Sin embargo, la presencia matricial de la figura del sobrevi-
viente en nuestra época convierte la disputa por las palabras, ale-
gadamente referida a falacias y eufemismos, en una pendencia
de otro tipo. Ambos bandos se autoconstituyen como sobrevi-
vientes, en tanto la condición que nos define, posthumana, es de
sobrevivientes, impotentes para el ejercicio de la violencia, y sin
embargo –y en ello reside una de las claves de la figura del sobre-
viviente– comprometidos con dar cumplimiento a la obligación
de sobrevivir. Dado que la figura del sobreviviente conlleva en
su corazón una forma de antiheroísmo: la lucha es por la super-
vivencia, en tanto desfallecer en esa lucha implicaría dar curso
al crimen contra la humanidad. El sobreviviente, entonces, no
puede ser confrontado con la mera violencia, ni se puede esperar
de él el mero ejercicio de una violencia ofensiva ni defensiva.
Ejercerá su violencia si se ve amenazado en su supervivencia, no
78
¿Reparar el mundo? Notas sobre la supervivencia
79
Alejandro Kaufman
III.
El exterminio no produce solamente muertos y desaparecidos,
produce sobrevivientes. El sobreviviente, más allá de la satisfacción
de no ser él mismo el muerto, sabe que su supervivencia le depara
un vínculo con los muertos. La supervivencia es un vínculo con
los muertos, una determinación relacional con ellos. También ese
vínculo es el que despoja al superviviente de la suscitación de
violencia o venganza, porque está embargado por la superviven-
cia, y la propia encarnación del vínculo lo lleva a su vez, a través
del testimonio y la búsqueda de justicia, a restaurar el lazo social
tal como fue vulnerado por el exterminador.
El exterminador pretendió reconfigurar el lazo social, al con-
solidarlo en una mayoría del colectivo social mediante la supre-
sión sacrificial de una minoría. El clivaje, la expulsión supresora
de esa minoría, en tanto hasta ahora ha fracasado –en sus términos
propositivos–, y no sabemos de otros resultados hasta ahora que
el fracaso, sin que ello dependa de una ley que desconocemos,
no es lesivo del lazo social por sus resultados, que serían agluti-
nantes en caso de verificarse, sino por el proceso mismo que, al
someter a la población a una selección bajo condiciones de horror,
destituye, disuelve el vínculo intersubjetivo. Sin embargo, en los
términos propositivos de los proyectos perpetradores, el exter-
minio eficaz y exitoso sería aquel que lograra no solamente la
supresión de su víctima, sino también la conservación del secreto
sobre lo acontecido. En el caso de un éxito semejante, que no
dejaría sobrevivientes, procedería como si no hubiese sucedido,
como si no se hubiese derramado sangre. En ello reside la rela-
ción entre exterminio y violencia divina.
La condición del sobreviviente se establece en forma expe-
riencial directa o como postmemoria. Probablemente fuera por
ello que Arendt advertía la inanidad de la historia patética de
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¿Reparar el mundo? Notas sobre la supervivencia
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Alejandro Kaufman
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Una cruza
Continuidad y distinción en lo viviente.
Animales manipulados. Seres inéditos
Patricia Digilio
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Patricia Digilio
1. J. J. Saer, El concepto de ficción, Buenos Aires, editorial Ariel, 1997, pp. 11-12.
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Una cruza...
De patentes e inventos
La molécula de la vida
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Patricia Digilio
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Una cruza...
87
Patricia Digilio
88
Una cruza...
89
Patricia Digilio
Vida codificada
90
Una cruza...
De la teoría a la técnica
91
Patricia Digilio
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Una cruza...
93
Patricia Digilio
La transformación de lo viviente
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Una cruza...
El secreto
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Patricia Digilio
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Animales kafkianos:
el murmullo de lo anónimo
Mónica B. Cragnolini
1. La cuestión de los “derechos” del animal amerita un análisis que aquí no pue-
do llevar a cabo, sino sólo sugerir. Si se es poseedor de derechos en tanto “suje-
to”, cabe hacerse la pregunta acerca de las implicaciones metafísicas de la atri-
bución de dicho carácter al animal (aquel que, en tanto viviente, es “sujetado”
en la noción de subjetividad, como señalo más adelante).
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Mónica B. Cragnolini
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Animales kafkiano: el murmullo de lo anónimo
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Mónica B. Cragnolini
8. Franz Kafka, Relatos completos II, trad. F. Zanutigh Núñez, Buenos Aires, Losa-
da, 1981, pp. 145-147. Las frases entrecomilladas de este párrafo remiten a este
relato.
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Animales kafkiano: el murmullo de lo anónimo
18. La canción de esta ronda infantil dice así: “¿Cuántos panes hay en el horno?/
veintiún quema’os/¿Quién los quemó? El perro judío/Arráncate perro que allá voy yo,/
eso te pasa por atreví’o, perro judío”.
19. Expresión de Isaac Singer que ha sido retomada en el libro de Charles Patter-
son, An eternal Treblinka, Our Treatment of Animals and the Holocaust, New York,
Lantern Books, 2002.
20. Véase Charles Patterson, op. cit., cap. 1. Patterson relata también aspectos de
las prácticas esclavistas en las colonias de EE.UU en el siglo XVIII, en las que la
identificación de los esclavos con un hierro candente, la inspección de los mis-
mos desnudos, las castraciones, etc., remedaban las prácticas con los animales
de cría.
107
Mónica B. Cragnolini
21. Jacques Derrida, Fichus, Paris, Galilée, 2002, trad. Acabados, seguido de Kant, el
judío, el alemán, trad. P. Peñalver, Madrid, Trotta, 2004, p. 37.
22. Franz Kafka, Relatos completos I, trad. cit., pp. 194 ss.
23. El humano no sólo es el que puede estar en posición erecta, sino también
quien puede “erigir” la verdad del logos ante el caos de lo vital.
24. Franz Kafka, Relatos completos I, trad. cit., p. 198.
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Animales kafkiano: el murmullo de lo anónimo
109
Mónica B. Cragnolini
sino sólo una “salida” humana. Esta salida supone que para ser
parte de un grupo social debe asimilarse a las peores costumbres
(fumar, beber, escupir) del mismo.
Señalé anteriormente que es significativo que este relato haya
sido relacionado con la vida de los judíos, que deben asimilarse
como “simios” a los otros hombres para ser parte de su sociedad,
pero siguen siendo “animales” que saben la diferencia. Lutero
comparó a los judíos con perros rabiosos, y la calificación de
“animalidad” para los mismos ha sido habitual a lo largo de la
historia de la discriminación con respecto a este grupo. ¿Qué
pensar de este acercamiento semántico?
La cuestión del lugar asignado al animal en las diferentes
prácticas de relación con el mismo dan cuenta de esa necesidad
de sacrificar la vida por parte del existente humano, que señalé
anteriormente. Pareciera que “ser humano” supone sacrificar
la vida de otros, o la vida en uno, por cuestiones “superiores”
(espirituales, culturales, religiosas) a la vida –y a la vida animal–
misma. Nietzsche señala, en Humano, demasiado humano II, El
caminante y su sombra, que la génesis de la moral se revela en los
modos en que nos comportamos con los animales. Y esos modos
son básicamente dos, dependiendo de que los animales nos re-
porten beneficios o perjuicios. En el primer caso, los domestica-
mos para aprovechar su leche, su carne, su piel, en el segundo, el
animal considerado peligroso debe ser exterminado.25 Y si no re-
porta ni beneficio ni perjuicio (mariposas, algunos insectos, etc.),
somos totalmente irresponsables con respecto a ellos. Es decir, el
modo de relación con la vida del viviente animal supone la nece-
sidad de aprovecharse de la misma o, en caso de que esto fuera
imposible, exterminarla. La vida “diferente” del viviente animal
25. Friedrich Nietzsche, Menschliches, Allzumenschliches II, Der Wanderer und sein
Schatten, § 57, KSA 2, pp. 577-578 (las obras de F. Nietzsche se citan como KSA a
partir de las Sämtliche Werke. Kritische Studienausgabe in 15 Bänden, Hrsg. von G.
Colli und M. Montinari, Berlín-New York, Walter de Gruyter, 1980), trad. espa-
ñola Humano demasiado humano, trad. de A. Brotons Muñoz, Madrid, Akal, 1996,
p. 140.
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Animales kafkiano: el murmullo de lo anónimo
26. Franz Kafka, Relatos completos I, trad. cit. pp. 131-161. Las expresiones entre-
comilladas que siguen están tomadas de esta traducción.
27. Clayton Koelb, en su artículo “’In der Strafkolonie’: Kafka and the Scene of
Reading”, en The German Quarterly, Vol. 55, Nº 4 (Nov., 1982), pp. 511-525, inter-
preta el relato mismo como un acto de lectura, en el que el proverbio “Am eignen
Leibe etwas erfahren” se convierte en un texto a ser leído (señalo esto en la línea
de la tesis indicada al comienzo, de relatos dentro de relatos en la obra de Kafka).
111
Mónica B. Cragnolini
28. Giorgio Agamben, Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita, Milano, Einaudi,
1995.
112
Animales kafkiano: el murmullo de lo anónimo
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Mónica B. Cragnolini
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Animales kafkiano: el murmullo de lo anónimo
33. Gilles Deleuze, Crítica y clínica, trad. cit., pp. 150 ss.
34. Roberto Esposito, Tercera persona. Política de la vida y filosofía de lo impersonal,
trad. C. Molinari Marotto, Buenos Aires, Amorrortu, 2009, p. 215.
35. Para este tema, véase mi artículo “Vivir con muchas almas. Sobre el ‘Tractat
del lobo estepario”’ el ultrahombre nietzscheano y otros hombres múltiples”, en
Pensamiento de los Confines, Buenos Aires, Nº 9/10, primer semestre de 2001, Bue-
nos Aires, pp. 196-206, reproducido en Moradas nietzscheanas. Del sí mismo, del
otro y del entre, Buenos Aires, La Cebra, 2006, pp. 157-170.
115
Mónica B. Cragnolini
36. La noción de “resto” no apunta a “lo que queda” luego de un proceso de de-
construcción, sino a lo que estaba desde siempre, y que impide la totalización.
En el pensamiento, el “resto” es lo que permite seguir pensando. Para la idea
de resto, remito a mi libro Derrida, un pensador del resto, Buenos Aires, La Cebra,
2007.
37. Franz Kafka, “Josefine la cantante, o el pueblo de los ratones”, en Relatos
completos I, trad. cit., pp. 226 ss. Me refiero al artículo de Margot Norris “Kafka’s
Josefine: The Animal as the Negative Site of Narration”, en MLN, citado en la
nota 2, p. 367.
38. Friedrich Nietzsche, Unzeitgemässen Betrachtungen, II, KSA 1, pp. 248-249.
39. Elisabeth de Fontenay, Le silence des bêtes. La philosophie à l’épreuve de
l’animalité, Paris, Fayard, 1998, p. 729.
116
Animales kafkiano: el murmullo de lo anónimo
40. Franco Rella, Micrologie. Territori di confine, Roma, Fazi E., 2007, p. 31.
41. R. Esposito, Tercera persona. Política de la vida y filosofía de lo impersonal, trad.
cit., p. 195. Esposito se refiere a L’archeologie du savoir, y al análisis del enunciado
sin referencia a un cogito.
42. Franz Kafka, “Josefine...”, en op.cit., p. 242.
117
Mónica B. Cragnolini
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Patas arriba. Lenguaje, animalidad
y animalización en los cuentos de
Kafka
Evelyn Galiazo
119
Evelyn Galiazo
2. Ibídem, p. 70.
3. En el ensayo citado Benjamin se refiere a una conversación que Kafka sostu-
vo con Max Brod, su íntimo amigo y editor. En esa charla tan divulgada ambos
divagan sobre la situación de Europa y la decadencia de la humanidad. Kafka
esboza una imagen pesimista del mundo como pensamiento nihilista de la divi-
nidad, luego Brod relaciona la idea con la visión gnóstica de dios como demiur-
go maligno cuya creación constituye el pecado original. La respuesta kafkiana
es irónica: nuestro mundo es simplemente el resultado de un mal día de dios,
nada más que el efecto de su malhumor. Brod le pregunta entonces a Kafka si
cree que exista alguna esperanza fuera de esta manifestación del pensamiento
divino a la que llamamos mundo. Kafka sonríe y afirma que sí: “sin duda, mu-
cha esperanza, infinita esperanza, pero no para nosotros”. Cfr. W. Benjamin, ob.
cit., p. 57.
120
Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
4. Cfr. P. Stine, “Franz Kafka and animals”, Contemporary Literature, Vol. 22, Nº 1,
(Winter, 1981) pp. 58-80, R. Hayman, Kafka: A Biography, New York, Oxford Uni-
versity Press, 1981, p. 150 y R. Mendoza, Outside Humanity: A Study of Kafka´s
Fiction, Lanham, MD University press of América, 1986, p. 90.
5. M. Brod, Kafka. Una biografía, trad. de C. F. Grieben, Madrid, Alianza, 1969, p.
140.
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Evelyn Galiazo
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Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
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Evelyn Galiazo
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Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
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Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
127
Evelyn Galiazo
19. Cfr. J. L. Borges, “Kafka y sus precursores”, Obra completa, ed. cit., pp. 93-95.
128
Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
20. J. Derrida, El animal que luego estoy si(gui)endo, trad. de C. de Peretti y C. Ro-
dríguez Marciel, Madrid, Trotta, 2006, pp. 40-41.
21. G. Janouch, Conversations with Kafka, trans. by G. Rees, New York, New Direc-
tions Publishing Corporation, 1972, pp. 22-23. La traducción del inglés es mía.
129
Evelyn Galiazo
22. F. Nietzsche, La Ciencia Jovial, trad. de J. Jara, Caracas, Monte Ávila, 1999, p.
147.
23. G. Bataille, “Metamorfosis”, La conjuración sagrada, Buenos Aires, Adriana
Hidalgo, 2003, p. 54.
24. Cfr. G. Deleuze y F. Guatari. Kafka. Por una literatura menor, trad. de J. Aguilar
Mora, México D. F., Era, 1978, p. 21.
130
Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
25. Por ejemplo F. Kafka, “La construcción”, La muralla China (comp.), trad. de A.
Pipping, Buenos Aires, Emecé, 1972; F. Kafka, “La construcción”, Relatos comple-
tos, trad. de F. Zanutigh Nuñez, Madrid, Losada, 2004; F. Kafka, “La guarida”,
Cuentos completos, introd. y trad. de J. R. Hernández Arias, Madrid, Valdemar,
2003; F. Kafka, La madriguera, trad. y postfacio de A. Magnus, Buenos Aires, La
Compañía, 2009.
26. F. Kafka, La madriguera, Buenos Aires, La Compañía, 2009, p. 26. Todas las
citas pertenecen a la misma edición. La insistencia del término “construcción”
[Konstruktion] en los Diarios da cuenta del peso que tiene este concepto en la
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Evelyn Galiazo
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Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
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Evelyn Galiazo
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Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
34. G. Deleuze y F. Guatari, Kafka. Por una literatura menor, ed. cit., p. 36.
35. Ibídem, p. 56.
36. Cfr. G. Deleuze y C. Parnet, “A du animal”, L’abécédaire de Gilles Deleuze, Pa-
ris, Éditions de Montparnasse, 1997.
37. F. Nietzsche, La ciencia jovial, ed. cit., pp. 63-64.
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38. G. Deleuze y F. Guatari, Kafka. Por una literatura menor, ed. cit., p. 7.
39. Ibídem, p. 7.
136
Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
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Evelyn Galiazo
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Patas arriba. Lenguaje, animalidad y animalización en los cuentos de Kafka
ces tal vez esa infinita esperanza que existe pero no para nosotros
sea algo para lo cual Kafka intentó con afán generar una estruc-
tura de acogida. De la desesperación frente a lo humano puede
surgir una cierta esperanza. Y la literatura podría ser el camino
para recuperarla en la medida que tiene el poder de desarticular
ese nosotros y repensarlo de una manera completamente nueva y
distinta a la de la subjetividad predadora, una manera ni exclusi-
va ni inclusiva, ni animal ni antropológica, una manera siempre
impropia, transhumana.
139
Apuntes para un montaje sobre
América o El desaparecido de Franz Kafka
Alejandro Tantanian
1
La K en el nombre construye el nombre en el continente, el nom-
bre en el objeto → el objeto es devorado por el nombre, el obje-
to deviene sujeto. Ya no es un país, es el país según K. ¿Qué
piensa Kafka cuando sueña tirado por horas en el sillón de su
casa? La estatua de la libertad demora una espada y no una
antorcha en su mano, la señal de que entramos a un mundo que
no es sino será.
141
Alejandro Tantanian
2
Bleak house (Dickens, Casa desolada) El proceso puede leer-
se como una reescritura de Casa desolada. Así como América
(El desaparecido) puede leerse como una reescritura de David
Copperfield. Dickens, entonces.
Kafka ama a Karl Rossmann (cf. Pietro Citati, Kafka).
El Bildungsroman: Karl tiene los atributos del personaje de
Flaubert (La educación sentimental) La Biblia: la estatua de
la libertad de Kafka es el ángel custodio del Edén2. En América
está el árbol de la sabiduría, del bien y del mal. Europa es el
lugar de donde Karl ha sido expulsado (ver Ramsés en la Biblia
– Egipto; esclavitud) el periplo de Karl es hacia el mundo de
la ficción. Las máquinas (Deleuze) pero esas máquinas es-
tán siendo vistas por la mirada ingenua de Karl: no es el tiempo
de las máquinas de castigo (En la colonia penitenciaria): los
compartimientos del mueble en casa del tío de Karl no fatigan
almas como los pasillos de las oficinas públicas ¡Kafka ríe!
(Emular aquella película en donde la Garbo ríe: Ninotchka)
Karl Rossmann no es (ni llegará a ser) Joseph K. o Samsa. La
ciudad – Amerika – se presenta como el espacio de la exteriori-
dad, del estallido, de la diversidad espacial. Vendrá luego el en-
cierro claustrofóbico de Gregor Samsa en su cubículo – familia.
En Amerika hay lateralidad. Luego, todo se verticaliza, todo va
hacia sí mismo. En Amerika hay horizontalidad.
Karl se mueve no introspecta. La felicidad es horizontal;
el dolor, la pena son verticales. El amor es ascendente en su verti-
calidad y luego se derrama horizontalmente. La envidia, el odio
se asumen en la horizontalidad y se hunden en la verticalidad
del ego. El ego es vertical, el ser es horizontal. La ley es vertical.
La palabra de la creación es horizontal.
2. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines,
y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el cami-
no del árbol de la vida.
Génesis, 3:24
142
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
4
Un viaje en sentido horizontal – La lectura es horizontal. – El
paisaje es horizontal. Un viaje circula en situaciones de hori-
zontalidad. El viaje es hacia adentro y esa introspección no se
supone vertical.
Verscholene – del que nada se sabe.
5
Calasso (en su libro K.) dice que el castigo y la elección son la misma
cosa. El proceso incluye un castigo. El castillo, una elección.
143
Alejandro Tantanian
6
Los personajes de Kafka a veces – y sin motivo aparente – gol-
pean las manos.
7
Cabeza agachada / cabeza erguida (Deleuze)
8
Un gesto tiene el peso de eras. Cada situación menor conlleva el
peso de eones. Los gestos son la partitura del tiempo.
9
Apuntes surgidos de la lectura del ensayo de Pilar Carrera:
Andrei Tarkovski. La imagen total
9.1
Superficie. La cosa es, no significa.
144
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
9.2
¿En Kafka hay sólo superficie?
9.3
Un paisaje entre dos batallas.
145
Alejandro Tantanian
9.4
Hay un enigma que está allí y no necesita (no debe) ser resuelto.
La cosa es. Sin por qué. Sólo es.
9.5
Se cuenta que Potemkin sufría de depresiones que se re-
petían de forma más o menos regular, y durante las cuales
nadie podía acercársele; el acceso a su habitación estaba
rigurosamente vedado. En la Corte esta afección jamás se
mencionaba, sabido como era, que toda alusión al tema
acarreaba la pérdida del favor de la emperatriz Catalina.
Una de estas depresiones del canciller tuvo una duración
particularmente prolongada y causó graves inconvenien-
tes. Las actas se apilaban en los registros y la resolución de
estos asuntos, imposible sin la firma de Potemkin, exigie-
ron la atención de la Zarina misma. Los altos funcionarios
no veían remedio a la situación. Fue entonces que Shuwal-
kin, un pequeño e insignificante asistente, coincidió en la
antesala del palacio de la cancillería con los consejeros de
estado que, como ya era habitual, intercambiaban gemidos
y quejas. «¿Qué acontece? ¿Qué puedo hacer para asistiros,
Excelencias?» preguntó el servicial Shuwalkin. Se le expli-
có lo sucedido y se lamentaron por no estar en condiciones
de requerir sus servicios. «Si es así, Señorías», respondió
Shuwalkin, «confiadme las actas, os lo ruego». Los conse-
jeros de estado, que no tenían nada que perder, se dejaron
convencer y Shuwalkin, el paquete de actas bajo el brazo,
se lanzó a lo largo de corredores y galerías hasta llegar
ante los aposentos de Potemkin. Sin golpear y sin dudarlo
siquiera, accionó el pestillo y descubrió que la puerta no
estaba cerrada con llave. Al penetrar vio a Potemkin sen-
tado sobre la cama entre tinieblas, envuelto en una raída
bata de cama y comiéndose las uñas. Shuwalkin se diri-
gió al escritorio, cargó una pluma y sin perder tiempo la
puso en la mano de Potemkin mientras colocaba un primer
acta sobre su regazo. Potemkin, como dormido y después
de echar un vistazo ausente sobre el intruso, estampó la
146
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
9.6
Un saunterer (un peregrino que camina y ese caminar es el senti-
do último de la existencia). Cito:
147
Alejandro Tantanian
9.7
El tiempo en las cosas, no el pasado. (!)
148
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
9.8
Cuando Tarkovski filma el ícono de Rublev filma el tiempo en él.
Y no “la obra”. Sino la obra que hace el tiempo en la obra.
10
Kundera4 habla de la enorme capacidad imaginativa de Franz
Kafka. No hay sentido más que el sentido: un universo que se
planta sobre lo que dice ser. No hay metáfora. Brod transforma a
Kafka en un profeta del siglo xx. Eso construye un mito que aún
sigue iluminando su figura.
11
Desaparecer. Esfumarse de lo cotidiano. Dejar de ser visto.
Formar parte del silencio y ser descubierto. Pedido que se queme
la obra. Vivir. Formar parte de un tejido invisible. Anular el silen-
cio. Descubrir el hiato que hay entre lo que soy y lo que imagino
que soy. Kafka desaparece con Karl Rossmann para perderse en
la aventura. La felicidad está siempre en otro lado. Kafka viaja
a Amerika con Karl. Kafka está harto de la verticalidad. Busca
la horizontalidad. Entender a Kafka es proponerse la disciplina.
Hay rigor en Kafka. Extremo tal vez. Un rigor que anuló la es-
critura. Sólo así se puede entender lo que hay allí. Disciplina,
entonces: el camino hacia Kafka.
12
Los padres de Karl esperan en Praga en el cuarto vacío del
desaparecido.
149
Alejandro Tantanian
13
¿Qué significa irse de la casa? ¿Qué implica dejar un hogar?
14
Hablar sin ser entendido.
La experiencia de otra lengua.
15
Ecos de Dickens.
Ecos de Steven Millhauser (Martin Dressler)
16
La ciudad. La urbe. La máquina.
17
Una novela que no se puede contar. Que no se puede escribir
(por inmensa, por muy posible, por pequeña, por imposible).
18
Relatos de extranjería.
Actores “de otro lado” — Relatos de viaje. El mundo es posible
en el relato.
¿Hay actores no alemanes en el elenco?
Franz Kafka dice: Para mí la impaciencia es sólo el pasatiempo
de la espera.
19
La guerra avanzaba sobre mi ciudad: la guerra o la paternidad,
que es otra forma de la guerra. Los caminos se cerraban sobre
los pasos. Cada paso que daba clausuraba una salida. El país es
pequeño. Muy pequeño. Y no hay lugar donde escapar. Yo tenía
150
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
151
Alejandro Tantanian
20
Babel: ¿cómo sería actuar en diferentes idiomas?
21
No es más que el sueño. El sueño de la construcción. Un lugar
donde todo vuelva a ser posible. Un barco que me lleve lejos.
Una madriguera. Un crimen. Sólo quiero eso: escapar. Dejar atrás
tanto silencio. El dolor negro de un animal. Soy el hombre que
escapa. Amo la fuga. La construcción. La construcción de una
fuga. El silencio que precede la tormenta. La calma del mar. Yo,
en el barco, llevando este cuerpo mío que no se sostiene. El vien-
to mece este cuerpo mío. Soy tan alto como aquel mástil. Soy el
cuerpo que arrastra el barco. Soy el cuerpo del silencio. Un barco
como aquel que surca el mar. Un árbol al costado del desierto.
Soy. Quiero escapar. Quiero crecer mientras escapo. Quiero ser
otro mientras escapo. La aventura está en la fuga. La fuga es ser
otro. Una vez. Y otra vez. Animal, piedra, chacal, árabe, ameri-
cano, ser otro.
152
22
Un final posible:
Kafka sentado en un sillón. Enorme el sillón. Él, pequeño.
153
Alejandro Tantanian
154
Ficha técnica
Amerika
a partir de Franz Kafka
Versión escénica de Alejandro Tantanian con la colaboración de
Miriam Tessmar
Elenco
Karl 1, Peter Pearce
Peter Pearce
Karl 2, Diego Velázquez
Diego Velázquez
Johanna Brummer, Klara 2, Therese, Silja von Kriegstein
Silja von Kriegstein
La madre de Karl, Cocinera jefe, La madre de Therese, Brunelda, Rag-
na Pitoll
Ragna Pitoll
El padre de Karl, Tío Jakob, Portero jefe, Michael Fuchs
Michael Fuchs
Klara 1, Robinson, Camarero mayor 1, K., Thorsten Danner
Thorsten Danner
Delamarche, Camarero mayor 2, Tim Egloff
Tim Egloff
Asistencia de dirección
Boris C. Motzki
Luces
Wolfgang Schade
Video
Marc Reisner
Coreografía
Diego Velázquez
Escenografía y vestuario
Oria Puppo
Dirección
Alejandro Tantanian
Duración / 100 minutos, sin intervalo
Estreno el 25 de Abril de 2009 en el Schauspielhaus del Nationalthea-
ter Mannheim, Alemania
155
Bibliografía
156
Apéndices
Apéndice 1
1
2
3
4
5
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
Lista de reproducciones
170
9. Is that all there is: Thorsten Danner,Tim Egloff, Diego
Velázquez, Michael Fuchs, Peter Pearce, Silja von Kriegstein y
Ragna Pitoll (como ellos mismos)
10. Hotel Continental: Silja von Kriegstein como Therese /
Ragna Pitoll como Cocinera jefe
11. Hotel Continental: Ragna Pitoll como Cocinero Jefe / Peter
Pearce como Karl 1
12. Un fratricidio: Peter Pearce (a izquierda), Tim Egloff (a
través de las piernas de Michael Fuchs)
13 La soledad es una isla: Diego Velázquez como Karl 2
14. El gran teatro de Oklahoma: Diego Velázquez como Karl 2
15. La iluminación de mi cadáver: por detrás: Peter Pearce,
Michel Fuchs, Ragna Pitoll y Diego Velázquez (como ellos
mismos) – por delante: Thorsten Danner como K.
171
Apéndice 2
Kafka
Un texto de Alejandro Tantanian
173
Alejandro Tantanian
huida. Sin embargo sus ojos se posan cada tanto en algún lugar fuera
del espacio. Como buscando una salida.
Por la descripción del hombre, por su cuerpo y por el lugar que en el espacio
ocupa, por el espacio mismo y por los objetos que en él encontramos,
llamaremos, caprichosamente o no, Kafka a este personaje.
Y una vez nombrado, bautizado que se hubo al cuerpo ficcional,
difícilmente podamos hacer algo para alejarlo de su modelo real, por lo
menos en cuanto al imaginario de quien lea o vea esto que sigue.
Kafka
Es indudable que uno de los obstáculos principales para mi
progreso es mi estado físico. Con un cuerpo así no se puede lograr
nada... Mi cuerpo es demasiado largo para ser tan frágil; no posee
el mínimo de grasa necesario para generar un calor benéfico y
preservar el fuego interno; ese mínimo de grasa que permita al
espíritu alimentarse más allá de sus necesidades diarias y sin
perjuicio del conjunto. ¿Cómo puede este débil corazón, que
últimamente me ha inquietado varias veces, impulsar la sangre a
todo lo largo de estas piernas...?
Kafka levanta la vista. La ahoga en algún punto más allá del espacio.
174
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
Pausa larga.
175
Alejandro Tantanian
Pausa.
Pausa larga.
Pierde su vista en la puerta.
La luz crece un poco. Imperceptiblemente.
176
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
Aquí. Eso es. Tus manos. Están frías. Más cerca. Tu rostro. Así.
No, sólo quiero ver tu boca. Más cerca. Tal vez más cerca pueda
verte. La luz no nos ayuda. Así.
Pausa.
Luz.
177
Alejandro Tantanian
178
Apuntes para un montaje sobre América o El desaparecido de Kafka
“Madera”.
Pausa.
Buenos Aires,
Setiembre de 1997.
179
¿Un universo ‘kafkiano’ hoy en día?*
Gerald Berthoud
Sin embargo, para aquellos que deseen superar este uso ba-
nalizado –que sólo evoca vagamente los escritos de Kafka–, las
dificultades de lectura de una obra tan fragmentada son consi-
derables, en razón de las múltiples interpretaciones posibles2. A
menos que se permanezca en el ámbito del simple comentario,
la vía a seguir para liberar el alcance simbólico de esta obra es
* Publicado originalmente en: Revue européenne des sciences sociales, vol. XLIV, nº
133, 2006, pp. 13-26.
1. Para evitar confusiones y malentendidos, muchos autores francófonos distin-
guen entre los estudios “kafkaianos”, o la obra “kafkaiana”, y el adjetivo “kafkia-
no”, devenido un lugar común. [En el ámbito de los estudios en lengua castellana
no existe tal diferencia, que aquí sin embargo intentamos traducir. N. de la T.]
2. “Se comprende cada vez más o cada vez menos de lo necesario. La verdadera
lectura sigue siendo imposible. Por tanto, quien lee a Kafka se transforma por
fuerza en mentiroso y no por completo en mentiroso” (Blanchot 1991: 84).
181
Gerald Berthoud
3. Sobre el aporte específico de las obras novelescas para una plena compren-
sión de la condición humana, véase Kundera (2005).
182
¿Un universo ‘kafkiano’ hoy en día?
183
Gerald Berthoud
7. Este texto fue publicado por Kafka en 1919 y se vuelve a encontrar sin título,
pero acompañado de una exégesis relativamente larga, hacia el final de la no-
vela póstuma El proceso (Kafka 2007: 257-380). Para la primera publicación en
francés de “Ante la ley”, véase Kafka (1929).
* Si bien optamos por seguir la traducción castellana del texto de Kafka publi-
cado por la editorial Aguilar (véase al final), en este caso particular traducimos
directamente del francés, debido a la gran diferencia entre la versión francesa y
la castellana. Mantenemos, no obstante, la referencia bibliográfica a la versión
castellana, donde el lector podrá hallar las expresiones en su contexto.
8. “Para Kafka, la meditación sobre la ley, antes de depender de su profesión
de jurista, está relacionada con la búsqueda de su identidad judía” (véase Para
2002: 131).
184
¿Un universo ‘kafkiano’ hoy en día?
185
Gerald Berthoud
186
¿Un universo ‘kafkiano’ hoy en día?
10. Véase, por ejemplo, Herbert Deinert, “Kafka’s parable Before the Law”, The
Germanic Review, Mayo de 1964, retomado con una addenda, en Internet:
http://www.people.cornell.edu/pages/hd11/BeforeTheLaw.html (consultado el
17/03/2005).
187
Gerald Berthoud
11. “En el relato de Kafka, no se sabe de qué clase de ley se trata, si es aquella
de la moral, el derecho o la política, incluso de la naturaleza, etc. De modo que
puede suponerse que, lo que permanece invisible y oculto en cada ley, es la ley
misma, aquello que hace que esas leyes sean leyes.” (Derrida 1985: 109-110).
188
¿Un universo ‘kafkiano’ hoy en día?
12. “Que no haya oposición entre constricción y libertad, que al contrario, éstas
se contengan mutuamente –toda libertad ejerciéndose para transformar o supe-
rar una constricción, y toda constricción presentando fisuras o puntos de menor
resistencia […]–, sin duda, nada puede disipar mejor la ilusión contemporánea
de que la libertad no tolera trabas […]: ilusión que, ciertamente no es la causa,
pero que puede ser considerada un aspecto significativo de la crisis que atravie-
sa hoy en día Occidente” (Lévi-Strauss 1983: 17).
13. La noción de institución es utilizada aquí en sentido amplio. De acuerdo a
Mauss, se trata de “reglas públicas de acción y de pensamiento” (1968: 25). En
esta perspectiva, “el lenguaje es la gran institución –la institución de institucio-
nes– que siempre nos ha precedido a cada uno” (Ricoeur 1985: 400).
189
Gerald Berthoud
14. Sobre la noción de tríada, véase Pierce (1965: 253-56). Un triángulo semejan-
te, constitutivo de toda socialidad, se expresa en el juego de los tres pronombres
“yo”, “tú” y “el” (véase Benveniste 1966: 225-236).
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¿Un universo ‘kafkiano’ hoy en día?
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¿Y hoy en día?
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¿Un universo ‘kafkiano’ hoy en día?
22. Kafka mismo podría ilustrar una ambivalencia semejante. ¿Acaso no era él
quien pasaba una parte de sus noches escribiendo desde la perspectiva de los
“de abajo” y aquel que ocupaba –gracias a su Doctorado en Derecho– un lugar
relativamente importante en una compañía de seguros contra accidentes?
199
Gerald Berthoud
200
Referencias
201
Derrida, Jacques et alt., La faculté de juger, París, Minuit (Colloque
de Cerisy), 1985.
202
Laville, Jean-Louis, “Travail : la nouvelle question politique”,
Revue du M.A..US.S, nº 18, 2001, pp. 79-91.
203
Ricoeur, Paul, Temps et récit 3. Le temps raconté, París, Seuil, 1985.
[Traducción castellana: Tiempo y narración, III, El tiempo narrado,
trad. Manuel Maceiras, México, Siglo xxi, 1996]
204
Dispositivo de visión y modelos de poder:
“Ante la ley”, de Kafka
María Tortajada
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Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
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María Tortajada
14. Simplificamos aquí en extremo ciertos análisis de Jonathan Crary (Las téc-
nicas del observador: visión y modernidad en el siglo XIX (1994), trad. cast. Fernan-
do López García, Murcia, CENDEAC, 2008), quien por lo demás formula una
proposición particularmente interesante. Hemos expresado nuestras reservas
de manera más extensa y matizada en “Archéologie du cinéma: de l’histoire à
l’épistémologie”, Cinémas (“Histoires croisées des images: Objets et méthodes”),
vol. 14, nº 2-3, primavera de 2004, pp. 19-52.
15. Designaremos “Ante la ley” por sinónimos como “fábula”, “parábola”, “his-
toria”, debido a su referencia común a la noción de “relato”, y a pesar de las
diferentes connotaciones de dichos términos.
16. Kafka. Por una literatura menor (1975), México, Era, 1990, pp. 84-85.
17. Subrayemos aquí el interés de la adaptación de El Proceso realizada por We-
lles que, justamente, construye una visión espacializada de las relaciones de po-
der durante todo el film.
210
Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
Poder de la palabra
18. Vom jüngsten Tag. Ein Almanach neuer Dichtung, con fecha de1916, pero pub-
licado ya en 1915. Véase Franz Kafka, Obras completas I, Madrid, Aguilar, 1984,
pp. 792-799 (nota a Un médico rural y n. 8 de la p. 655).
19. Selección de relatos editada en 1919 que contiene “Ante la ley”. En 1917, Ka-
fka propone un plan de selección a su editor en el cual figura ese mismo título
que, sin embargo, no figurará en la novela publicada (sobre el intercambio epis-
tolar con su editor, Kurt Wolf, véase Franz Kafka, Obras completas I, ed. cit, pp.
793-794).
20. La edición de El proceso establecida, tal como la conocemos, por Max Brod
ha sido publicada de manera póstuma. Ha sido cuestionada en cuanto al or-
den de los textos por H. Uyttersprot (“Eine neue Ordnung der Werke Kafkas?
Zur Struktur von Der Prozess und Amerika”, Antwerpen, 1957), lo cual generó
una polémica. Véase sobre este tema, Hartmut Binder, Kafka-Kommentar, II, Zu
den Romanen, Rezensionen, Aphorismen und zum Brief an den Vater, II, München,
Winkler Verlag, 1976, pp. 160-194, y la nota a El Proceso en Franz Kafka, Obras
completas I, ed. cit, pp. 737-741. Gilles Deleuze y Felix Guattari (trad. cit.), retie-
nen este cuestionamiento discutido. No obstante, su trabajo es particularmente
interesante debido al abordaje global de la obra de Kafka.
21. “‘Aquí tropiezas con una opinión contraria’, dijo el sacerdote” (Franz Kafka,
El proceso en: Obras completas I, ed. cit, p. 363).
211
María Tortajada
212
Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
poder ejercido sobre el lector tiene que ver con aquel que se pone
en escena en la fábula.
A pesar de la ironía, la parábola apela a nuestros sentimien-
tos –digamos, al sentimiento de lo trágico–. La historia comienza
así25:
25. Para las citas de “Ante la ley”, remitimos al lector a El proceso, trad. cit., pp.
360-361.
213
María Tortajada
26. Véase, por ejemplo: “‘Les rapports de pouvoir passent à l’intérieur des
corps’, Entretien avec L. Finas”, La Quinzaine littéraire, enero de 1977, en: Michel
Foucault, Dits et écrits, II, op. cit., pp. 228-229.
27. Ulf Abraham describe especialmente en términos foucaultianos el poder nor-
malizado y disciplinario que se confronta, en Kafka, a los modelos arcaicos he-
redados del derecho judaico (Der Verhörte Held. Recht und Schuld im Werk Franz
Kafkas, Münche, Wilhelm Fink Verlag, 1985, especialmente pp. 126-139).
28. Ibid., pp. 116-119, 129. François Ost, en su reciente trabajo, desarrolla tam-
bién un análisis interesante del funcionamiento de la ley en la obra del Kafka,
describiendo, en el caso de la parábola que nos interesa aquí, una ley arcaica en
una “sociedad desinstituida” (Raconter la loi. Aux sources de l’imaginaire juridique,
Odile Jacob, 2004, véase especialmente pp. 385-387).
214
Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
29. Por lo demás, K. está equipado con una “linterna de bolsillo” (trad. cit., p.
355).
215
María Tortajada
El dispositivo de visión
30. “El italiano había actuado tan sensata como descortésmente al no venir: no
habría visto nada y hubiera tenido que contentarse con ver algunos cuadros pul-
gada a pulgada con la linterna de bolsillo de K.” (ibid., p. 355). Es precisamente
esto lo que K. emprende.
31. Hasta la puesta en abismo de la actividad de espectador por la estatua de
un bajo relieve: un alto caballero “parecía contemplar atentamente algo que se
desarrollaba ante él” (ibid., p. 356).
216
Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
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María Tortajada
32. La ambigüedad está también en el alemán: “Von Saal zu Saal stehen aber
Türhüter einer Mächtiger als der Andere. Schon den Anblick des Dritten kann
nicht einmal ich ertragen”.
33. Por otro lado, es una de las variantes interpretativas expuestas por el sacer-
dote al final del capítulo IX de El proceso. Toda hesitación concerniente a la ver-
dad de la palabra del guardián nos conduce a la especulación. Que el guardián
diga la verdad o no, no cambia nada, dado que su proto-narración presenta un
uso del dispositivo que supone ciertos efectos de poder. Hay algo de performa-
tivo en esta palabra: una vez que ha descrito ese dispositivo, su propia expe-
riencia de punto de vista frente a la puerta de la ley, el guardián obliga a aquel
que lo escucha a situarse en relación a su propuesta. Es justamente eso lo que la
fábula expone.
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Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
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Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
Modelos de poder
35. En su estudio sobre los modos de la dominación, Max Weber subraya: “Des-
de un punto de vista puramente psicológico la cadena causal puede mostrarse
diferente, puede ser, especialmente, el “inspirar” o la “endopatía”. Esta distin-
ción, sin embargo, no es utilizable en la construcción de los tipos de domina-
ción.”, Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva (1956), trad. cast. José
223
María Tortajada
Medina Echavarría, Juan Roura Parella, Eugenio Ímaz, Eduardo García Maynez
y José Ferrater Mora, México, FCE, 1964, p. 172).
36. El infinito es el lugar del poder: es preciso aproximarse a esta problemática a
partir del análisis de Las meninas de Velázquez realizado por Foucault (Las pala-
bras y las cosas, trad. cit).
224
Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
37. El asesinato del Padre en el orden tradicional es todavía un efecto del poder:
su trasgresión a través de la sangre.
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María Tortajada
38. Ésta, por lo demás, es una de las pistas abiertas por el comentario del sacer-
dote, sólo que bajo el ángulo del juicio y, por ende, bajo el imperio de la Ley y
en relación con una prohibición.
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Dispositivo de visión y modelos de poder: “Ante la ley”, de Kafka
39. Foucault juega efectivamente con estos dos términos: devenir sujeto pasa por
la sujeción.
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40. La fábula es emplazada enteramente bajo el signo del error y del juicio de
verdad: “‘Te engañas con respecto al tribunal’, dijo el sacerdote. ‘En los escri-
tos de introducción a la ley se dice de ese engaño: ante la Ley hay un guardián
[…]’”, (trad. cit., p. 360). El sacerdote cuenta la parábola para mostrar que K.
se engaña acerca de la justicia: empuja al lector, tanto como a su interlocutor, a
interrogarse sobre la Verdad.
41. La lectura de Deleuze y Guattari va en esta dirección: “La trascendencia de la
ley era sólo máquina abstracta, pero la ley no existe sino en la inmanencia del dispositivo
maquínico de la justicia. El proceso es el desmontaje de toda justificación trascen-
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Kafka y la escritura como
contemporaneidad: ironía y desolación
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3. Franz Kafka, Briefe an Felice, 11a. ed., Fischer, Frankfurt, 2009, p. 394.
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Kafka y la escritura como contemporaneidad: ironía y desolación
“eso es, fue, ha sido así”, sin que sea posible establecer el objeto
marcado por ese gesto ostensivo: acaso una figura inmanente del
destino, un rechazo de la transcendencia que se convierte en trazo
ontológico que advierte de la violencia trágica de la metamorfosis
entendida como concatenación de juegos de extinción.
Walter H. Sokel escribió:
5. Walter H. Sokel, Franz Kafka. Tragik und Ironie, Fischer, Frankfurt, 1976, p. 12.
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7. Martin Walser, Beschreibung einer Form. Versuch über Kafka, Suhrkamp, Frank-
furt, 1992, p. 22.
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9. Gilles Deleuze y Felix Guattari, Kafka. Pour une literature mineur, Minuit, París,
1975, p. 7.
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10. Elias Canetti, “Der andere Proceß. Kafkas Briefe an Felice”, en Das Gewissen
der Worte, Fischer, Frankfurt, 1981, p. 98.
11. La expresión “línea de fuga” remite a la escritura de Deleuze-Guattari. Es un
concepto en permanente metamorfosis. De sus diversas fisonomías, asumimos la
“línea de fuga” como una expresión de una fuerza surgida en los intersticios en-
tre identidades inacabadas y, como tal, sin horizonte, sin otra temporalidad que la
involucrada en la génesis misma de la expresión, un modo de darse del acontecer
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12. Franz Kafka, “Das Schweigen der Sirenen”, en Sämtliche Erzählungen, Fischer,
Frankfurt, 1970, p. 305.
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jamás emerge como tal, sino que emerge como sombra conjetural,
como penumbra, como perturbación que se propaga como certe-
za de desvalimiento. Pero además, la ley como una alusión, una
oquedad, un punto de singularidad que trastoca toda cohesión
narrativa; es el topos de una ficción que exhibe hasta el paroxismo
la paradoja de lo jurídico: en los relatos de Kafka la ley lleva tro-
quelado el nombre propio, una ley para cada cual. Cada quien los
términos oscuros, intransferibles de su condena, pero también de
su justicia. La ley participa de la singularidad del nombre propio.
Está determinada por éste. La universalidad revela así su ininteli-
gibilidad monstruosa: para todo nombre una ley propia. La ley se
confunde con el destino, participa de su tiranía y de su oscuridad.
La ley se confunde así con el deseo: cada sujeto su propio deseo,
cada sujeto su propia ley. Ambos intransigentes, implacables, im-
pulsos intrincados en la pulsación de las intensidades vitales. La
ley –como el deseo– no tiene presencia, sino en las tramas elusivas
de lo fantasmal, en la ficción tejida con el testimonio y el delirio
calculado en el relato kafkiano. La ley no aparece sino como obje-
tos de un impulso onírico, cuya fuerza emana de su propia mitifi-
cación. La iluminación kafkiana sobre la ley la hace aparecer en los
residuos de fábulas, amparadas en los terrores del asombro, como
diseminación fragmentaria de las vislumbres del milagro, de lo
monstruoso. La ley participa de la lógica de lo infame.
Y, no obstante, esta realización infame, paradójica de la ley,
basta para alentar la espera y la esperanza. La ley es también una
dislocación fantasmal de las imaginaciones del tiempo: es poster-
gación, promesa y espera del sentido. Deseo de ley como deseo de
iluminación sobre la plenitud y la identidad del nombre. Promesa
de identidad de sí postergada interminablemente, hasta surgir en
el delirio asumido como promesa, engendrado como laberinto
íntimo, fantasmal; el trayecto postergado hacia una certeza vacía.
La espera como abatimiento íntimo de las afecciones del cuerpo
propio. La visión que Kafka ofrece de la ley revela, en esta disemi-
nación en la singularidad de los nombres, en su modo de impreg-
nar el deseo, la eficacia del control: la inaudita fuerza excluyente
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Bibliografía referida
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