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La educación tiene lugar en el mundo en el que vivimos y es, por tanto, algo fáctico con
un devenir histórico y una serie de prácticas y de teorías sedimentadas. Ahora bien, el
mundo de la vida no es sólo el mundo de los Fakta, sino también una estructura
universal y a priori en la que estamos enraizados y un conjunto de potencialidades
incumplidas, pero reales también. Paralelamente, la educación no ha de entenderse
como un proceso acabado, sino como tarea infinita (como la razón) cuyos objetivos
pueden desviarse, aplazarse o irse cumpliendo progresivamente. Ahora bien, si no los
definimos por anticipado, si no reflexionamos acerca de los fines educativos, la tarea
carece de sentido. Husserl nos brinda una profunda crítica, no ya de la educación, sino
de la misma concepción del conocimiento. En La crisis de las ciencias europeas y la
fenomenología transcendental analiza las desviaciones de la ciencia que han conducido
al cientificismo y se pregunta por la función, no sólo teórica sino también práctica, de
la ciencia universal, por las condiciones de posibilidad de una humanidad racional y
una ciencia vinculada con ella dedicada a clarificar los problemas de la razón y el
sentido de la existencia. Si entendemos la educación como una dimensión de ésta, no
debería olvidarse de la filosofía ni de la razón, menos todavía en un momento como el
que vivimos en el que el descontento ante el dominio de la razón técnico-instrumental
nos lleva a refugiarnos en lo irracional de forma acrítica y se acusa una pérdida
generalizada de fe en la razón y en la humanidad. El actual patrón positivista y
fragmentado de cientificidad reduce las ciencias a ciencias de hechos y a los hombres a
hombres de sólo hechos. De este modo se rompen los lazos entre ciencia y Lebenswelt y
se despoja a aquélla de su significación para el ser humano. La educación, por su parte,
se entiende como mera adaptación a lo dado; el mundo de los educandos queda reducido
al del educador presuponiendo que éste es el mejor y el más racional. La fenomenología,
en cambio, nos enseña que es preciso comprender (Verstehen) y sentir con el
otro (einfühlen) para aprehender la lógica y la ontología propias de su mundo.
Comprender lo ajeno es practicar la empatía, relativizándonos así a nosotros mismos y
recorriendo los procesos ajenos de aprendizaje. La fenomenología entiende entonces la
educación como Bildung; ésta no es posesión de conocimientos, sino desarrollo
personal que vuelve a sí mismo desde lo otro para reconocer lo propio en lo extraño
(otras culturas, otros seres, objetos, etc) y encontrar así la mejor manera de vivir.
Pero hay más todavía, y que no viene precisamente de los detractores declarados. A pesar de su
rica productividad en calidad y cantidad, esta producción casi siempre estuvo basada en
interpretaciones ligeras o errores conceptuales importantes por parte de los mismos
investigadores que han practicado la fenomenología en la clínica. Los motivos de estas
equivocaciones son múltiples y sus alcances han sido trascendentes para la psiquiatría6,23 26.
El presente trabajo se reducirá a una doble meta como primer paso para ayudar a solucionar
esta paradójica historia de la fenomenología al interior de la ciencia psiquiátrica. Por un lado,
mostrar brevemente que la "Fenomenología" de Jaspers reposa en un malentendido de principio,
aunque sea un malentendido productivo. Por otro, se recurrirá a investigar la "Psicología
fenomenológica" de Husserl, puesto que es la fuente originaria y fundamento de la
fenomenología en psicopatología.