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Cuatro textos influyen decisivamente, más que ningún otro, en la primera imagen que los
europeos se hacen de América y de los americanos: la «Carta a Gabriel Sánchez» (o «Carta a
Santángel»), de Cristóbal Colón; las cartas de Pedro Mártir a personalidades de la época, reunidas
en sus Décadas del nuevo mundo, y dos cartas de Américo Vespucio tituladas «El nuevo mundo» y
«Los cuatro viajes». Su denominador común es precisamente el papel determinante que
desempeña su difusión en la opinión pública europea. Desde este punto de vista, tienen mucha
más importancia que otros documentos de los mismos autores, pero que quedaron inéditos en la
época, como el Diario de a bordo de Colón o sus Relaciones, incluso las demás cartas de Américo
Vespucio. Desde esta misma perspectiva de la construcción de la imagen de América, las versiones
latinas tienen más influencia que las demás. Sabemos que sólo Pedro Mártir escribe en latín
(Colón se expresa en español, y Vespucio, en italiano), pero sin duda su amplia difusión es
consecuencia de que estas obras se publicaran en latín. Otros documentos de la época, obras de
exploradores o de curiosos que no salieron de Europa, participan también en la formación de esta
imagen, aunque no llegan a tener la importancia de las cartas de Colón, Mártir y Vespucio. A
través de ellas, en quince años decisivos (1491-1507), a las hazañas de los navegantes se unirá un
descubrimiento intelectual, el del Nuevo Mundo.[1]
Pedro Mártir de Anglería nunca salió de Europa, pero este erudito milanés goza de la
confianza de varios personajes influyentes y se establece en la corte española como hábil
cortesano encargado de misiones diversas. Dos datos de su biografía hacen que nos resulte
especialmente valioso: se hace amigo de algunos exploradores que regresan a España, sobre todo
de Colón, y reúne con gran atención sus relatos; por otra parte, sigue siendo confidente de varios
cardenales italianos y decide mantenerlos al corriente de las noticias de los sorprendentes
descubrimientos que no dejan de llegar a España. Así, selecciona las informaciones sueltas, las
organiza en narraciones coherentes y las completa con referencias eruditas y reflexiones
personales. Sus misivas tienen de entrada un carácter semipúblico, de modo que las leen muchas
otras personas aparte de sus destinatarios. Su estilo ágil les garantiza rápidamente el éxito, y poco
tiempo después aparecen en un libro. En 1504 se publica una selección, y la primera de las
Décadas de Mártir verá la luz en 1511.