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Jordi Beltrán
Rafael Ojeda
E dición d id á ctica y tra d u cción
EL
BANQUETE
PLATÓN
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Π ά ν τα p e l
Enseñar a leer filosofía es una tarea por hacer. Por eso aparece una
nueva colección en la que pretendemos fundamentalmente estos dos
objetivos:
que cada libro sea autosuficiente, es decir, que se encuentren en
él resueltas las dudas que surjan, a través de un léxico esp ecífico ,
d ossiers inform ativos y repetidas y abundantes n otas a pie de
página;
que cada libro sea una guía para el lector, y para ello se afronta
la reflexión a que invitan los ensayos filosóficos por medio de
ejercicio s o p autas d e lectura y d ocu m en tos sobre el autor y su obra.
EL Banquete
Jordi Beltrán
Jordi Beltrán
Rafael Ojeda
Edición didáctica y traducción
C oordinación:
Llàtzer Bría
Hilari Arnau
GRfcJP _
Πάντα p el
• Diseño de cubierta: Mario GuindeI
ISBN: 84-205-1312-1
Págs.
P R E SE N T A C IO N ............................................................... IX
C R O N O L O G IA .................................................................... 2
D O SSIE R IN F O R M A T IV O ............. ............................ 9
1. Platón y su obra ............................................................. 9
Platón en su época, 9. Platón y Sócrates, 9. Los
«Diálogos», 10. Los «Diálogos», de y para la polis,
11. Los «Diálogos» no tienen conclusión, 12. La
actualidad de los «Diálogos», 14. El «pensamiento»
de Platón, 14.
V
V I I INDICE
Págs.
IX
X I PRESENTACION
JO R D I B e LTR Á N .
R a fa el O je d a .
T RACIA
1
2
CRONOLOGIA
/ EL
genes se rem ontaban aUúltimo rey su fascinante dialéctica, a los jóve gobierno de Pericles adquirió su
de Atenas, Codro. M urió siendo nes de las familias aristocráticas; fisonomía definitiva, dominó la li
niño Platón. Su m adre, Perictio- Anaxágoras afirm a que los astros ga délica y extendió sus colonias
na, tenía lazos de parentesco con son como la tierra. Se tienen noti por el M editerráneo, constituyén
Cármides y Critias el tirano. Su cias de Hipócrates y su m edicina; dose en una potencia comercial.
segundo m atrim onio fue con un Eurípides y Sófocles llevan la tra Con ello se favorecía el ascenso de
aristócrata relacionado con el cír gedia a su m adurez; comienza el la burguesía y el bienestar del pue
culo de Pericles. Tuvo varios her éxito popular de las comedias de blo sin tierras, m ientras perdían
manos: Glaucón y Adim anto, los Aristófanes, con sus despiadadas poder económico y político la aris
interlocutores de Sócrates en la sátiras de la actualidad ateniense; tocracia y los propietarios agríco
República; el sofista Antifón fue el escidtor Fidias. las medianos. Todo ello tendrá su
herm anastro suyo. Su educación expresión en las luchas políticas
fue la que correspondía a.un joven internas, y en la rivalidad con Es
aristócrata: poesía, gimnasia, na parta, que dará lugar a las guerras
rraciones mitológicas. Acompañó del Peloponeso, iniciadas en el 431.
a Cratilo, discípulo de Heráclito,
quien le dio a conocer a Empedo
cles y a Anaxágoras. M uestra inte
rés por la activa participación po
lítica. Escribe tragedias.
428: E u r íp i d e s : Hipólito. M uere A naxá
goras. H e r ó d o t o : Historias.
424: Tucídides es derrotado y deste
rrado.
CRONOLOGIA / 3
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data su abandono del interés por saldríainocente, la Asamblea vota
la política ateniense. Viajes, no la pena de muerte, que es ejecuta-
todos ellos documentados: Egipto, da por él mismo bebiéndose la
Cirene [polis en la actual Libia), cicuta.
CRONOLOGIA / 5
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DOSSIER INFORMATIVO
Platón en su época1
Atenas, año 409 a. de C.: un joven de veinte años, de
familia aristocrática, con ambiciones políticas, comienza a
frecuentar la compañía de Sócrates. Q u iz á físicamente desta
cara por la anchura de sus hombros, y por eso, aunque su
nombre era Aristocles como su abuelo, le llam aron Platón.
En aquellos momentos, la p o lis 2 de Atenas estaba envuelta
en un proceso de luchas con E sparta3, una p o lis guerrera cer
cana, rivalidad que iba haciendo disminuir progresivamente
la hegemonía m ilitar y comercial que había tenido sobre los
griegos del M editerráneo oriental en los «buenos tiempos» de
Pericles, cuando Platón aún no había nacido. Esa pérdida de
hegemonía de Atenas tenía su correlato en la inestabilidad
del propio sistema de gobierno de la p o lis : golpes y contragol
pes de los partidarios de Esparta y la aristocracia terrate
niente y sus adversarios, los grandes comerciantes y los
partidarios de la tradición democrática de Pericles.
Platón y Sócrates
9
10 I EL BANQUETE
Lo s «Diálogos»
4 En las com edias de Aristófanes, que eran críticas hum orísticas de la actu alid ad ,
ap arecían los personajes públicos más famosos.
5 V éase en esta m ism a colección la A pología de Sócrates.
6 V éase el léxico al final del volumen.
7 P ara los títulos y la distribución en épocas, véase la cronología.
DOSSIER INFORMATIVO / 11
Lo s «Diálogos», de y p a r a la polis
8 No es, pues, casualidad, que el papiro más antiguo conteniendo un texto de P la
tón se encontrará entre las pertenencias precisam ente de un soldado del siglo m a.
de C., es decir, de un hombre de acción, en el oasis de El Fayum (véase A l l i n e , H.:
H istoire du texte de Platon, Cham pion, Paris, 1915, pág. 65).
12 I EL BANQUETE
9 Ello no quiere d ecir que podamos leerlas sin más. Estamos m uy lejos en el tiempo
de la situación n arrad a como p ara que podamos prescindir de datos sobre 1.a situación,
los personajes, etc.
10 No es ajeno a esto el hecho de que, tras la m uerte de Platón, la A cadem ia
aco giera g ran parte de las doctrinas escépticas.
DOSSIER INFORMATIVO / 13
20 Estos son: Protágoras, Gorgias, Banquete. Fedón, Fedro, R epública, P olítico, Timeo,
Critias, Leyes.
21 El m ito de la A tlán tid a es una fabulación de Platón. V éase V i d a l - N a ç >u e t , P.:
«A thènes et l ’A tla n tid e...», R évue des Etudes Grecques, L X X X V II, Paris, 1964, reeditado
y traducido por Península en El cazador negro, Barcelona, 1983, págs. 304-327.
16
DOSSIER INFORMATIVO / 17
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El título
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En las listas a que nos hemos referido, los D iá logo s tenían
un subtítulo que correspondía aproximadamente a su conte
nido. En el caso de nuestra obra, acostumbraba a ser p e r i
erotos, literalmente, «sobre el eros». Aristóteles, que pasó
veinte años en la Academ ia de Platón, alude a ella como oi
a e r c i o , III , 5 8 - 6 1 .
26 D i ó g e n e s L
20 R obin, en su «E tude P rélim in aire» (véase la bibliografía) se extiende sobre el
tem a, págs. X II-X V II,
27 Otros prefieren trad u cir por «e l convite» siguiendo la traducción latin a de
sym posion que es «convivium ».
19
20 / EL BANQUETE
Lo s personajes
Todo escritor escribe para sus contemporáneos. Por eso es
im portante situarse en la perspectiva del lector de la época.
Para nosotros, Pausanias, Alcibiades, etc., no significan más
que unos nombres que nos suenan a griego. Sin embargo,
para el lector que conoce el B anqu ete a partir de la fecha de
—I CM„ • Fedro.
» Pausanias,
O o · Erixímaco.
« » Aristófanes, que c u e n el mito de los hombres
circulares.
Agatón.
Sócrates, que su aprendizaje con Diotima
que CUENTA el mito del
nacimiento de Eros,
• Alcibiades, que c u e n t a pjiTvida pasada con Sócrates.
• Discusión Sócrates, Agatón, Aristófanes.
Epílogo.
DOSSIER INFORMATIVO / 25
38 R o b í n relaciona tam bién el Banquete con el Fedón, pues según él «el prim ero
m uestra la actitud del filósofo en el seno de la vida, m ientras que el segundo, cuál es su
actitud frente a la m uerte» (op. cit., pág. V II).
39 Véase, por ejem plo, las Leyes} 836c, donde condena la hom osexualidad m asculi
na; el Cármides, 155b-e, etc.
40 A ello ha contribuido, entre otros factores, el análisis que Popper dedicara a
d icha obra en La sociedad abierta y sus enemigos.
26 I EL BANQUETE
L a m oral sexual
En la Grecia clásica, gran parte de la reflexión moral no
ha buscado elaborar normas o principios de comportamiento
universales, es decir, normas que todo el mundo debería
acatar. Como dice Foucault44: «L a reflexión sobre el com
portamiento sexual como dominio moral no ha sido en esa
cultura una manera de interiorizar, de justificar o de fundar
27
28 I EL BANQUETE
L a n a tu ra le z a del am o r
El análisis sobre qué eros es recto lleva a los invitados a
preguntarse sobre el mismo eros, ahora ya no sólo en el ám bi
to de la relación homosexual: ¿de dónde surge?, ¿amar es de
sear?, ¿desean los animales?, ¿se desea porque se carece de
algo?, ¿esa carencia, en el caso del amor, es la misma que se
da en el deseo de alimentos, por ejemplo?, ¿qué tipo de sufri
miento produce?, ¿por qué la exclusividad en el amor, es
decir, por qué amamos precisamente a una persona y no a
otra?, ¿por qué la duración de la relación amorosa es un
valor?, ¿la satisfacción de un deseo lo elimina?, ¿se desea el
placer, o éste proviene de la satisfacción de un deseo?, ¿cómo
se relacionan alma y cuerpo en el desear?, ¿el objeto de am or
es deseado porque es bello, o aparece bello porque es de
seado? Las intervenciones de Aristófanes, Agatón y Só
crates tratan estas cuestiones y apuntan, a través de su trata
miento, respuestas al problema del consentimiento. Eros se
irá configurando como deseo de engendrar en presencia de lo
bello.
Surge asimismo otra cuestión respecto de la naturaleza
del eros: éste no se conoce, sino que se experimenta, se siente;
el eros no es ningún conocimiento, es un sentimiento, y el
problema no está en sentirlo o no sentirlo, pues todos, incluso
los animales, lo sienten, sino en descubrir su objeto. Muchas
veces deseamos, pero no sabemos qué deseamos. Respecto de
este tema y el m'agisterio de Sócrates, aparece el de la
clarificación del propio deseo, tema muy poco resaltado por
los comentarios tradicionales sobre la obra, de tal manera
que el psicoanalista Jacques L acan49 se sorprendía de que no
se hubiera destacado como se merecía la im portancia en este
aspecto de la obra, donde Sócrates, según el relato que hace
Alcibiades en su intervención, muestra al confuso Alcibiades
el verdadero objeto de su amor. Según Lacan, nunca en la
40 J a c q u e s L a c a n dedicó gran parte del «Sem in ario » del curso 1960-1961, que
tratab a sobre « la transferencia» el análisis del B anquete platónico. Debo la noticia a
H oracio Casté, pues desgraciadam ente este Sem inario perm anece inédito.
30 I EL BANQUETE
50 Los com entaristas del B anquete se han quedado siem pre algo perplejos con la
intervención de A lcibiades, y han ensayado explicaciones que la consideraban un
apéndice donde ap arecía un personaje negativo que m ostraba, con su incom prensión
dei «verdadero am or», la ta lla de Sócrates. L a lectura que realiza L acan apunta, sin
em bargo, a explicaciones más sugerentes y/o satisfactorias.
61 A r i s t ó t e l e s recu rrirá a algo parecido p ara explicar en ú ltim a instan cia el
devenir diciendo que lo que m ueve todo, lo hace «com o deseado»: «kinei de hos
eromenon» ( M eta física , libro lam bda (X II), 7, 1072b2).
DOSSIER INFORMATIVO / 31
52 Y por lo mismo Eros no es una entidad política, porque no afecta al hom bre
como h ab itan te de la p olis, sino como individuo.
53 Cfr. la afirm ación de J a e g e r , W .: «P lató n obliga a am bas fuerzas, Dionisos y
Eros, a ponerse al servicio de su id e a » (P aideia, F. C. E., M ad rid , 19806, pág. 569).
EL BANQUETE
[PROLOGO]
[Conversación que da paso a la narración del banquete]
172 A polodoro1.—-Me parece que sobre el tema que pregun
táis no estoy mal preparado. Anteayer, precisamente, subía a
la ciudad desde mi casa de F alero2. Un conocido mío, que
me había visto desde atrás, me llamó de lejos, brom eando3:
«¡Eh, tú, ciudadano de Falero, Apolodoro — dijo— , ¿no me
esperas?» Yo me detuve y le esperé. El me dijo: «Apolodoro,
hace un momento te buscaba porque quería preguntarte por
b la reunión4 de Agatón, de Sócrates, de Alcibiades y de los
demás que también asistieron al banquete, y cuáles fueron
sus discursos sobre el eros *. Otro, que lo había oído de Fénix,
el hijo de Filipo, me lo ha contado y me dijo que tam bién tú
lo sabías, pero no podía decirme nada con claridad5. Así que
cuéntamelo tú, porque Gres el más indicado para referirme
las palabras de tu amigo. Pero antes — continuó— , dime,
¿estuviste tú en persona en esa reunión, o no?». Y yo le
c respondí: «Parece que el que te lo ha contado no lo ha hecho
nada claramente, si crees que esta reunión por la que me
preguntas ha tenido lugar hace tan poco tiempo que yo
también he podido acudir». «Eso creía yo, al menos»,
afirmó. «¿Y de dónde, G laucón6 — dije yo— , has sacado eso?
32
EL BANQUETE / 33
[ A p a r e c e p o r fin S ó c ra te s]
Después de esto empezaron a cenar, pero Sócrates no
entraba. Y Agatón ordenó repetidas veces ir a buscar a
Sócrates, pero Aristodemo no lo permitía. Llegó él sin
entretenerse tanto tiempo como tiene por costumbre, sino,
17 Los invitados se reclinaban en unos lechos dispuestos en círculo, con los m anjares
en medio. Antes de reclinarse, realizab an unas abluciones. Si al banquete asistían
cortesanas, se reclin aban con los dem ás invitados. Las esposas y los niños perm anecían
de pie. Se am enizaba con música.
18 A gatón, que sólo tiene en cuenta la belleza lísica, no com prende que Sócrates se
esté preparando espiritualm ente para el encuentro. Esta costumbre de Sócrates es
m encionada tam bién por A lcibiades en 220c.
19 Como autor de tragedias, A gatón propone a los sirvientes que realicen una
representación; una mimesis.
EL BANQUETE / 37
20 Adem ás de ind icar que la asistencia de Sócrates es voluntaria, esta dem ora
resalta asimismo su abstinencia, pues llega después de comer.
21 Frente al triunfo público de la tragedia y la sofística, aparecerá en esta obra el
triunfo privado de la filosofía.
22 Tras acusarle de H ybris («exceso») por su insulto, plantea el poeta la b a ta lla
Poesía-Filosofía, que será uno de los temas de la obra (véase S e n s a s o n o , op. cit.).
83 El cántico dedicado a los dioses se lla m a b a peán.
38 I EL BANQUETE
24 Erixím aco, como médico que es, asesora profesionalmente a los convidados pára
la segunda parte del banquete, donde se acostum bra a nom brar un sym posiarca, o
presidente del banquete, que determ inaba la bebida y el tem a de los discursos, poemas
o cánticos. Su padre Acúm eno, era un médico am igo de Sócrates, que aparece citado
por Platón en el Fedro\ 227a y 269a, y por Jenofonte en los R ecuerdos de Sócrates, III,
X II I, 2.
25 L a reputación de Sócrates como gran bebedor vuelve a aparecer en el discurso
de A lcibiades en 214a, 220a, así como en la obra de Aristófanes las Nubes. El dios del
vino y d el delirio místico es Dioniso, a quien A gatón ha nom brado ju ez de la b a talla
Poesía-Filosofía.
26 A quí hay un sobreentendido: Fedro era el am adcfde Erixím aco.
EL BANQUETE / 39
[E r ix ím a c o p ro p o n e e l tem a]
— Puesto que se ha aceptado — dijo Erixímaco— que
cada uno beba lo que le parezca y que no haya ninguna
obligación, propongo a continuación m andar a paseo a la
flautista que acaba de llegar, que toque para sí misma o, si lo
prefiere, para las mujeres de dentro28, y que nosotros pase
mos el día de hoy en medio de sendos discursos. Y sobre
éstos, si queréis, estoy dispuesto a proponeros el tema.
177 Todos dijeron que no sólo querían, sino que le pedían
que lo propusiera. Y Erixímaco explicó:
— El comienzo de mi discurso es al estilo de la M elanipa
de Eurípides29. Pues las palabras que me dispongo a pronun
ciar no son mías, sino de Fedro, aquí presente. Porque Fedro,
constantemente, me dice irritado: «¿No es terrible, Erixíma
co, que existan himnos y peanes30 dedicados por los poetas a
algunos otros dioses, y que a E ros *, que es tan antiguo e
importante, ni uno solo de los poetas importantes que han
b existido le haya dedicado jamás un elogio? Y si quieres
fijarte en los sofistas de primera filav han escrito en prosa
alabanzas a Heracles y otros, como ha hecho el excelente
Pródico31. Y ello es sorprendente, pero lo es menos cuando
me he encontrado con cierto, libro de un sabio, en el que la
sal recibía una adm irable alabanza por su utilidad, y así
podrías ver elogiadas muchas otras cosas semejantes. ¡Que se
c haya aplicado tanto afán a tales cosas y que ningún hombre,
hasta el día de hoy, haya tenido, el valor de dedicar un
32 Eros era una de las divinidades menos «p olíticas», es decir, no estaba presente, ni
en la religión fam iliar tradicional, ni en la de la ciudad (la p olis), y por ello no h ab ía
sido cantado por los poetas. Nótese la progresiva degradación de los tem as: dioses
olímpicos, héroes, la sal. Así pues, los convidados se colocan, de algun a m anera, fuera
del m arco de la polis. Poco después de la fecha donde Platón sitúa la acción del diálogo,
en el 4 1 5 a. de C., Fedro, Erixím aco y A lcibiades, fueron acusados de profanar los
herm es (estatuillas votivas), y los misterios de Eleusis. R ecuérdese asim ism o, que
filósofos como A naxágoras o Protágoras fueron acusados .de im piedad, y que la
acusación que llevó a Sócrates a la m uerte decía que no respetaba a los dioses de la
ciudad.
33 Con la p alab ra «elogio» queremos traducir la griega encomion, que no es
exactam ente una alab an za, sino un discurso que se hace en un banquete. R o b í n
propone traducir por «pan egírico»,
34 L a term inología es, una vez más, la em pleada en las asam bleas. Recuérdese que
estamos en un «ju icio ». V éase nota 22.
35 O bserva R o b i n (op cit., p. X X X I, nota l, que se atrib uye a Aristófanes la frase
«el vino es la leche de A frodita». T anto Dionisos como Eros no tenían cuito especial
ni en la religión fam iliar ni en la de la ciudad. V éase nota 32.
EL BANQUETE / 41
EJERCICIOS
1. IN TRO D U CCIO N
Platón nos m uestra aquí el m arco de la narración del B anquete, y nos da a conocer la
m ayo ría de personajes. Los ejercicios pretenden crear la disposición y p lan tear los datos
p ara com prender m ejor la obra.
6. Eros, que es sobre lo que propone h ab lar Erixím aco, se ha traducido por
«am o r», y nosotros a veces tam bién por «deseo»:
6.1. Busca el significado de «am or», «erótico», «erotism o» en un dic
cionario.
6.2. Consulta el léxico.
6.3. ¿Q ué crees que ha pasado con las palabras?, ¿han cam biado de
significado?
7. P ara los personajes del banquete, tener Eros (ellos d irán «estar poseídos por
Eros») corresponde bastante bien con la situación que llam am os «estar
enamorados de». A m edida que transcurran los discursos se irán dando
cuenta de que es algo más. Haz un poco de introspección (obsérvate a ti
mismo/a) y observa a los demás: ¿qué ocurre cuando uno/a está enamorado/a?
Exprésalo en una redacción de un mínimo de 200 palabras.
III. A c tiv id a d e s
36 Fedro, el discípulo del sofista H ippias, plan tea el prim er problem a: si Eros es, por
decirlo de m anera aproxim ada, la fuerza generadora, ¿qué es lo que le ha engendrado
a él mismo? En su incom pleta respuesta al problem a distingue entre origen y
generación. Esta m ism a distinción la realizará Pausanias.
37 Fedro parte de los poetas, los primeros educadores en la cultura griega, y entre
estos cita en primer lu gar los primeros versos de la T eogonia de Hesíodo (S. v u a. de C .),
duran te mucho tiem po el «teólogo» oficial.
38 A cusilao era un poeta de Argos, influido por Hesíodo, que floreció hacia el
475 a. de C. Parm énides es el famoso filósofo de E lea de finales del siglo V I a. de C.
EL BANQUETE / 43
[L a utilidad de Eros\
[Conclusión]
Así, yo afirmo que E ros * es el más antiguo, el más digno
de honra y el más poderoso de los dioses para conseguir a los
hombres la virtud y la felicidad, tanto vivos como m uertos53.
EJERCICIOS
2. D ISCU RSO DE FEDRO
Siendo Eros un dios (preolim pico), y dado el hecho de que no era una divinidad de
la polis, Fedro afirm ará, sin embargo, la utilidad de Eros para ésta.
I. C o m p re n s ió n d e l tex to
1. R ecu erd a las características del personaje. ¿Qué piensas de él aho ra que has
leído su intervención?
2. El origen de E ros:
2.1. ¿H ay u n a paradoja en ver cuál es?
2.2. ¿En qué consiste?
2.3. ¿Q ué es Eros p ara Fedro?
3. ¿Qué produce en los individuos?
4. ¿Qué utilidad tiene para la polis?
5. ¿Q ué ilustran los ejemplos que pone?
6 . D ivide el discurso en tres partes y ponle un título a cada una.
7. ¿Puedes encontrar una explicación a lo que afirm a en el penúltim o párrafo
de su discurso, que los dioses recompensan la virtud de los hombres cuando el
am ado am a al am ante?
52 Fedro usa el ejem plo p ara recalcar la im portancia del am ado, del pasivo, del que
es visto, de él mismo. V éase D o v e r , K. J .: «Eros and N omos», B ulletin o f Institute o f
C lassical Studies, U niversity of London, núm 11, 1964, p. 33, y el léxico.
53 Eros aparece así como ordenador: del Cosmos y de la Polis. Obsérvese tam bién, en
cuanto al tem a del Am or y la M uerte, que la últim a p alab ra de su discurso se refiere a
ésta.
EL BANQUETE / 47
Π. E la b o ra c ió n d e lo s c o n te n id o s (escoge uno)
ΙΠ. A c tiv id a d e s
54 Por m edio de este recurso, Platón da verosim ilitud a l B anquete y a l mismo tiem po
le perm ite escoger una m uestra representativa de opiniones sobre el eros. Recuérdese
una-yez m ás que hab la Apolodoro.
; 66 S i Fedro h ab ía com enzado la ronda de discursos refiriéndose al saber de base, es
decir, a las enseñanzas de los poetas, la pregunta que puede ayudarnos a entender el
discurso de Pausanias, discípulo de Pródico, es: ¿todo deseo es bueno? Como observa
F o u c a u l t (op. cit, p. 2 0 9 ) y recocemos en el dossier, los deseos en la sociedad griega
clásica no son buenos o m alos según su estructura, sino según su objeto y la m anera de
llevarlos a cabo. En nuestra sociedad, sin em bargo, se considera que h ay deseos que son
perversos en sí mismos. P ara Pausanias lo que está m al no es desear hombres o m ujeres,
sino la m anera de rea liz a r este deseo. T am bién h ay que ev ita r la tendencia ingenua,
m uy generalizad a entre los com entaristas, a ver este discurso como una m era
justificació n de la hom osexualidad m asculina, justificació n innecesaria en una sociedad
en la que era norm al este tipo de relación. El tem a de la hom osexualidad m asculina,
como el de la fidelidad conyugal, etc., eran, sin em bargo, objeto de reflexión m oral.
48 I EL BANQUETE
69 Al no tener cap acid ad de p alab ra, no pueden hacer reflexiones com plejas a los
jóvenes sobre el tema.
70 Los pueblos bárbaros, sometidos a la tiran ía, no adm iten ninguna de las
prácticas habituales en la dem ocracia "ateniense. En la intervención de Sócrates se
u n irán las tres como proceso educativo.
71 Eran dos personajes que en un conflicto sen tim ental'asesinaron al tirano H iparco
en las panateneas del 514 a. de C. Cinco años más tarde, Clístenes instauró l a
dem ocracia. L a tradición formó la leyenda de que la p areja h ab ía llevado la
dem ocracia a A tenas. Aristogiton era el am ante (era stés) y Armodio era el am ado
( eromenon) , por esto al prim ero le corresponde el eros y al segundo la am istad (filia ).
72 Con ello P ausanias está diciendo que este tipo de relación debe ser objeto de
reflexión y discusión, porque, aun siendo el mismo eros el dirigido a hombres que a
m ujeres, el dirigido a hombres conduce a comportam ientos y problemas diferentes
que el dirigido a m ujeres, pues los jóvenes a l crecer se transform an en ciudadanos
libres, m ientras que la relación con m ujeres generalm ente se rea liz a en el m atrim onio.
73 El análisis de las aparentes contradicciones de las costumbres atenienses revela
la com plejidad de la problem ática de esa relación.
52 / EL BANQUETE
74 U na de las prim eras condiciones p ara que la relación sea bella es el consenti
m iento libre. Nótese asim ismo el ju eg o honor-justicia-belleza-buena reputación-tem
plan za, contra vergüenza-intereses-fealdad-m ala reputación-intem perancia.
75 Lo que afirm a es que viendo cómo se concede al am ante (la persona m ayor,
activa) toda la aprobación social, p arecería que el consentim iento inm ediato por parte
del joven es bien visto; sin em bargo, como sigue explicando, eso no es así.
54 I EL BANQUETE
80 El otro valor que propone es, como vemos, el que la relación sea educativa. Estos
dos valores aparecerán tam bién en la intervención de Sócrates.
58 I EL BANQUETE
[Conclusión]
EJERCICIOS
3. D ISC U R SO DE PA U SA N IA S
1. C o m p re n s ió n d e l tex to
81 El consentim iento, o la atracción por intereses diferentes que la v irtu d son como
la prostitución, pues venden el am or a cam bio de algo.
82 En la b u rla no h ab ría fealdad, porque aparecería el desinterés de éste por otra
cosa que no fuera el amor.
83 Como en el discurso de Fedro (véase nota 53), Eros es ú til para la p olis, en este
caso no como fundador, sino como mantenedor.
EL BANQUETE / 57
2.3. En Atenas:
e Respecto del am ante.
• Respecto del amado.
2.4. Aplicando la teoría de los dos eros, dem uestra que las leyes de Atenas,
según Pausanias, son las mejores.
3. ¿Qué características debe tener un eros p ara ser realizado rectamente?
Π. E la b o ra c ió n d e lo s c o n te n id o s (esco g er u n o )
1. E l s o p o rte m ític o :
1.1. ¿D e d ó n d e to m a P a u s a n ia s los d o s m itos?
1.2. ¿ P o r q u é c o n s id e ra la A f ro d ita U r a n ia s u p e rio r a la P a n d e m ia ?
1.3. ¿ P o d em o s h a b l a r d e u n a in flu e n c ia p ita g ó ric a ?
2. ¿ Q u é o p in a s d e P a u sa n ia s?
3. E l p s ic o a n a lis ta W . R e ic h , c u a n d o h a b l a b a s o b re la' h o m o s e x u a lid a d en
G re c ia , a f irm a b a q u e h a b ía u n c ie rto « m a c h is m o » (d iría m o s hoy) h o m o
sex u al. ¿ Q u é o p in a s tú d e e s ta a firm a c ió n ?
4. ¿ Q u é fu n c ió n crees q u e tie n e la re fe re n c ia a u n o s d iscu rso s q u e el n a r r a d o r
n o re c u e rd a ? (1 8 0 c 2-3 ).
ΙΠ. A c tu a liz a c ió n
1. E l c o n s e n tim ie n to :
1.1. ¿C re es q u e se d e b e c o n s e n tir c o n to d o el q u e m a n ifie s ta e s ta r e n a m o
r a d o / a d e u n a p e rs o n a ?
1.2. ¿ Q u é c o n d ic io n e s le p o n d ría s a a lg u ie n p a r a c o rre s p o n d e r en u n a
re la c ió n ?
1.3. ¿ Q u é o b lig a c io n e s cree s q u e te im p o n e el c o n s e n tir e n u n a re la c ió n ?
1.4. ¿C rees q u e al c o n s e n tir e n tre g a s a lg o d e ti y d e b e s r e c ib ir a lg o a
c a m b io ? ¿ P o r q u é?
1.5. ¿ Q u é o p in a s d e la fra se q u e lla m a a la s re la c io n e s s e x u a le s « c o m e rc io
c a rn a l» ?
1.6. ¿ P u ed e s d is tin g u ir « c o n s e n tir» d e « c o rre s p o n d e r» ?
[D ISC U RSO DE E R IX IM A C O ]
[Episodio del hipo]
A l hacer una pausa Pausanias — pues los sofistas me
enseñan a emplear de esta forma palabras semejantes84-—,
34 Pausaniou de pausam enon: ju ego de palabras. El ritm o, el sonido y la term inación
de am bas palab ras son iguales. Apolodoro, contra lo que había dicho antes, añade
p alab ras de su cosecha al relato sobre el banquete. En toda la conversación sobre el
hipo entre Erixím aco y Aristófanes se repite la asonancia conjugando el verbo pauo,
que hemos traducido por «p asar». Es una m anera de expresar el hipo que turba la
conversación. El Banquete no es la sesuda obra que podría parecer; está lleno de chistes
y situaciones cómicas, aunque su hum or nos pueda resultar hoy en día muy lejano.
Pasajes como éste confirm an que Platón no q u ería disfrazar en sus diálogos un tratado
de filosofía p ara hacerlo más ameno, sino que su filosofía es, como hemos dicho en el
dossier, sus diálogos.
58 I EL BANQUETE
85 Este accidente d ará pie a otro chiste al final del discurso, donde co ntrastará la
arm onía del cosmos de que h ab lará Erixím aco con lo inarm ónico del estornudo que
lo g rará q u itarle el hipo.
8? Es decir, el eros tem perante y el intem perante. Veremos cómo Erixím aco
desarrolla en tem a de los dos eros a p artir de su experiencia en el ejercicio de la me
d icin a, generalizándolo a tpda la n aturaleza.
EL BANQUETE / 59
[La música]
187 Y es evidente para cualquiera que preste atención, por
pequeño que sea, que a la música le sucede igual que a éstas,
' como tal vez quiere decir también Heráclito, ya que en sus
obras no se expresa con claridad. Afirm a, en efecto, que el
Uno «concuerda consigo mismo al diferir de sí mismo, como
a? La tem planza no sólo debe ejercitarse en la relación amorosa, sino en todos los
aspectos de la vida. Erixím aco está expresando aq u í una de las prescripciones básicas
de la m edicina hipocrática, que recom endaba la vida tran qu ila, las dietas m esu
radas, etc.
88 Se trata, pues, de infundir el eros en los enemigos (= lo s contrarios).
60 I EL BANQUETE
89 Fragm ento 51 D .K . de H eráclito, que dice: «No com prenden que lo diferente
concierta consigo mismo: arm onía de lo que retorna sobre sí mismo, como la del arco y
la lira ». Platón le lla m a frecuentem ente «el oscuro». Este afirm aba que la arm onía del
universo era producto del equilibrio dinám ico de tensiones, como el arco es producto
de la tensión de la cuerda y la lira produce m úsica porque sus cuerdas están tensas.
Erixím aco, creemos que sin entender a H eráclito, lo critica, pues éste h ab lab a del
equilibrio natu ral, m ientras que el médico debe restablecer los desequilibrios del
cuerpo artiñ cialm en te,
00 Expone una teoría de la m úsica como modelo de ciencia erótica. U n a vez más,
aparece Orfeo, el inventor de la m úsica, y se resalta la im portancia de sus dotes
m ágicas y terapéuticas.
91 Poiounta: crear. G eneralización parecida en la intervención de Sócrates.
92 P aideia significa «ed u cació n», pero tam bién «fruto de una la rg a educación»,
«m aestría en algun a cosa». Estos dos últimos significados cu adran m ejor con lo que está
explicando.
93 «O rdenados» traduce kosmioi, que puede ser tam bién «arm ónicos», y, por tanto,
EL BANQUETE / 61
[La Astronomía]
188 También la ordenación de las estaciones del año está
llena de ambos. Y siempre que alcanzan el eros ordenado
de unos para con otros, estos contrarios de los que yo
hablaba ahora mismo, lo caliente y lo frío, lo seco y lo
húmedo, y obtienen arm onía y una adecuada mezcla, esto
trae consigo un buen año y salud para los hombres y para los
demás animales y plantas, y nada les hace daño. Pero,
cuando el E ros * del desenfreno se hace más fuerte con
b relación a las estaciones del año, destruye y causa daño a
muchas cosas. Las epidemias, en efecto, suelen tener su
origen en estas causas, así como otras muchas enfermedades
diferentes, tanto en los animales como en las plantas. Pues
escarchas, granizadas y añublos96 se producen por el afán de
preponderancia y el desorden, en sus relaciones recíprocas,
«con tem planza». El eros ordenado (eros kosm ios) se corresponde con el eros uranio, el
eros excesivo (eros hybreos) con el eros pandemio.
04 En su reinterpretación de la distinción hecha por Pausanias, Erixím aco, como
está hablando de artes, atrib uye a los dos eros nombres de M usas (protectoras de las
artes). U rania es el nombre de la m usa de la Astronomía, tom ado por homonim ia con
con el de A frodita U ran ia; Polim nia, la de los m últiples himnos, suena de forma p a
recida a Pandem ia.
05 Nos parece que E rixím aco cae en contradicción a l ver la desarmonía como
preponderancia del eros pandem o y al mismo tiempo como m ezcla imperfecta de
ambos. Por eso mismo reconocerá que el eros pandem o tiene algo bueno (el placer),
pero tam bién algo m alo, el desenfreno (la hybris).
00 Añublos: hongos parásitos que atacan a los cereales. Su alaban za de la técnica le
h ace concebir la Astronom ía, ciencia de la observación del cielo, como A gricultura, el
arte de aprovechar las estaciones y el paso de los astros p a ra hacer producir la tierra.
62 I EL BANQUETE
[La mántica]
Y todavía diré más: todos los sacrificios y todo lo que
preside la mántica — esto es, la comunicación m utua entre
dioses y hombres— , no existen por ninguna otra razón que no
sea la vigilancia y cura de E ros97. En efecto, toda impiedad
suele originarse cuando no se complace al eros ordenado,
sino al otro, y no se le honra y venera en toda acción, tanto
en relación a los padres, vivos o muertos, como a los dioses.
Lo que, precisamente, se ha prescrito a la mántica es vigilar
y curar a los que aman y, a su vez, la mántica es el artífice de
ia amistad de dioses y hombres, porque conoce los deseo's
amorosos que hay en los hombres, los que tienden a la
th em isw y a la piedad.
[Conclusión]
Así, es múltiple y grande o, mejor dicho, total el poder
que, en general, tiene el Eros total. Pero el que se realiza en
el bien, junto con la prudencia y la justicia, tanto en nosotros
como en los dioses, ése es el que tiene el m ayor poder y nos
proporciona toda la felicidad y nos hace capaces de relacio
narnos unos con otros y de ser amigos incluso de los dioses
más poderosos que nosotros". Quizás también yo me deje
muchas cosas al hacer la alabanza de E ros, pero, desde luego,
sin querer.
Mas, si álgo me he dejado, tuya es, Aristófanes, la
posibilidad de completarlo. O, si tienes pensado elogiar al
dios de otra manera, elogíalo, puesto que ya se te ha pasado
el hipo.
EJERCICIOS
4. D ISC U R SO DE ER IX IM A CO
El m édico Erixím aco se propone en su discurso com pletar la teoría de los dos
eros, generalizándola, así como tam bién generaliza las m aneras de actu ar para dosificar
el eros: por m edio de las artes y las técnicas.
I. C o m p re n s ió n d e l tex to
1. ¿Cómo com pleta la teoría de los dos eros de Pausanias?
2. Las artes y las técnicas, medios para dosificar el eros. ¿Cómo se realiza esto en
las siguientes artes y técnicas?
®M edicina. e A stronom ía-A gricultura.
®G im nasia. « M ántica.
• M úsica.
100 Es difícil captar los chistes sin seguir m uy de cerca el contexto. T oda la arm onía
que buscaba com unicar el discurso de Erixím aco, se rom pe con lo inarmónico del
estornudo. De hecho, lo inarm ónico o discordante (el hipo), se ha curado con lo
inarm ónico (el estornudo), no por el am or de los opuestos.
101 A unque Aristófanes se burle, es gracias a la m edicina que puede hablar.
64 I EL BANQUETE
Π. E la b o ra c ió n d e lo s c o n te n id o s (escoger uno)
1. El hipo de Aristófanes.
1.1. ¿C uáles son los remedios que le recom ienda Erixím aco?
1.2. ¿Conoces alguno más?
2. Busca cinco m áxim as de m edicina hipocrática (puedes encontrarlas en libros
de la H istoria de la M edicina, de la Filosofía, de la C iencia, etc.).
3. H eráclito:
3.1. ¿Q uién era?
3.2. Si conoces su teoría, ¿crees que E rixím aco la cita con propiedad? ¿Por
qué?
4. Amor, deseo, necesidad. H az una redacción de un m ínim o de 200 palabras,
donde queden contestadas las siguientes cuestiones:
4.1. ¿Q ué diferencia hay entre:
• T ener deseo de beber.
• Tener deseo de una persona.
• T en er deseo de ver paisajes bellos.
®D esear ser mejor.
• ¿Se te ocurre algún otro tipo?
4.2. ¿Q ué ocurre si no obtengo lo que necesito?
4.3. ¿Q ué ocurre si no obtengo lo que deseo?
4.4. ¿H ay deseos inútiles? ^
4.5. ¿Por qué deseamos?
4.6. ¿A m ar es desear?
5. Erixím aco es el único personaje que alude a l tem a del placer (187e3). A este
respecto:
5.1. A verigua qué son el Hedonismo y el Epicureismo.
5.2. ¿C uándo aparece el placer?
5.3. ¿El deseo, es deseo de placer?
5.4. El hastío:
5.4.1. ¿Qué es?
5.4.2. ¿Con cuál de las afirm aciones siguientes estás más de acuerdo?
¿Por qué?
• C uando y a hemos conseguido lo que deseábam os, se produce
el hastío, por eso a veces es mejor no conseguirlo.
• El hastío se produce, no porque hayam os logrado lo que
deseábam os, sino porque nos arrepentim os de haberlo de
seado.
III. A c tiv id a d e s
1. H asta aho ra no ha aparecido ninguna m ujer. M odifica el diálogo, invén
tate un personaje de m ujer, e introduce en este momento su discurso sobre
eros.
2. L a visión de la Psicología em pírica: puede ser interesante obtener una
perspectiva diferente sobre lo que estamos tratando, concretam ente la de la
Psicología em p írica actu al. Consulta en algún m anual (los de L i n d z e y ,
M o r g a n o W h i t t a k e r son fiables y fáciles de entender), los capítulos sobre
la m otivación, el refuerzo positivo en el aprendizaje y la emoción. R edacta
un resumen sobre el tem a «el Amor en la Psicología em pírica».
EL BANQUETE / 65
[D IS C U R S O DE A R IS T O F A N E S ]
[Mito de la causa del er o s en la humanidad]
— Desde luego, Erixímaco — dijo Aristófanes— , tengo el
propósito de hablar de distinta manera a como tú y Pausa
nias102 lo habéis hecho. En efecto, me parece que los hom
bres no perciben perfectamente el poder de E ros *, puesto
que, de percibirlo, le hubieran edificado los mayores templos
y altares y le harían los mayores sacrificios, no como ahora,
que nada de esto sucede con él, siendo el hacerlo más
im portante que cualquier otra cosa. Pues es el dios más
d amante del hom bre103, como protector de los hombres y
médico de aquello cuya curación procuraría la m ayor felici
dad al género humano. Así que voy a intentar explicaros su
poder y vosotros seréis maestros de los demás. Es preciso, en
prim er lugar, que aprendáis la naturaleza humana y sus
peripecias104. Pues antiguamente105 nuestra naturaleza no era
como ahora, sino diferente. Al principio, eran tres los géne
ros de los hombres, no dos como ahora, masculino y femeni
no, sino que había también un tercero que era común a estos
e dos y cuyo nombre todavía permanece, aunque él ha desapa
recido. En efecto, existía entonces uno andrógino106, que
compartía forma y nombre de ambos, el masculino y el
femenino, pero ahora no es sino un nombre caído en el
oprobio. Además, toda la forma de cada hombre era redon
da, con la espalda y los costados en círculo, tenía cuatro
manos e igual número de piernas que de manos y dos rostros,
190 sobre un cuello circular, completamente iguales; y una sola
cabeza sobre estos dos rostros colocados en direcciones opues
tas, cuatro orejas, dos órganos sexuales y todo lo demás como
se puede conjeturar a partir de lo dicho. Cam inaba también
102 Ambos han hablado sobre los efectos de Eros y de su origen, pero no de cómo
actúa sobre el hombre, es decir, de su poder.
103 Filantropótatos: «am an te del hom bre», en el sentido de protector y amigo.
104 H asta ahora no se ha explicado cómo existe el eros en el hombre. Aristófanes
afirm ará, a través del mito que cuenta, que el deseo está en la naturaleza hum ana, es
connatural al hombre.
105 Proton: una m anera típica de com enzar la narración de un mito. La Com edia
tom aba mitos para burlarse de ellos, pero en este pasaje, el comediógrafo Aristófanes
explica una traged ia: se produce una hybris y el consiguiente castigo divino (véase
R o s e n , op. cit., p . 157).
106 De andrós, «hom bre» y gyné, «m u jer». U n a versión renacentista del Banquete:, Los
diálogos de amor, de L e ó n H e b r e o , asociará el andrógino a A dán y Eva.
66 I EL BANQUETE
107 De acuerdo con D o v e r , K. J ., este mito fue fabulado por Platón en su totalidad,
aun qu e la id ea de unos seres andróginos ya h ab ía aparecido en los fragm entos B 6 i y
B 62 de Empédocles («A ristophanes 5 speech in Plato’s Symposium», The Jo u rn a l o f H ellenic
Studies, vol. L X X X V I) 1966, pp. 41-51).
108 Según Homero, son dos gigantes que a los nueve años, cuando m edían 17
metros de altu ra y 4 de anchura, am enazaron con escalar a l cielo, colm ar el m ar con
las m ontañas, declararon su am or por las diosas, encerraron a Ares en u n a vasija de
bronce sin d arle de comer, etc., hasta que los dioses decidieron m atarlos y castigarlos
en el Hades.
109 Nótese la leve visión crítica de los dioses, que dependen de los hombres, aunque
sea p ara ser venerados.
EL BANQUETE / 67
110 Serba: «fruto del serbal, comestible después de m ad u rar entre p aja o colgado»
(C a sa r e s: D icc. Id eológico de la Lengua E spañola). Se refiere, por otra p arte, a los huevos
duros.
111 H ubiéram os preferido usar «sexos» en vez de «vergüenzas», pero Platón usa
precisam ente lá aidoiai, que significa, sin lu gar a dudas, «vergüenzas». La referencia a
las cigarras da a entender que la hum anidad origin aria ponía huevos.
68 I EL BANQUETE
116 Platón hace decir a su personaje algo que el Aristófanes real no d iría, pues en
sus obras se hacía b u rla de los políticos, presentándolos como afeminados, Sócrates era
presentado como un ladrón y un borracho, etc.
117 Al pederasta («am an te de los m uchachos») le corresponde el eros, mientras que
al filerasta («el que quiere a l am ante») le corresponde la filia . En este discurso, adem ás
de tratarse sobre el poder del eros, observa F o u c a u l t (op. cit., p. 2 5 5 ) que se está dando
una respuesta ai problem a del consentimiento, planteado por Pausanias (véase nota
66 ): y a no h ay problem as de diferencias de edad, cultura, sexo, com portam iento,
puesto que en el fondo h ay sim etría e igualdad. Ello no quiere decir que deba cederse
ante cualqu ier atracción erótica, sino que se sustituye y supera la división de los dos eros
que h ab ía hecho Pausanias, por otra explicación m ás com pleja y general: el eros bueno
es el que nos lleva a la búsqueda de nuestra propia m itad, a fin de in ten tar recuperar la
unidad prim itiva.
118 Hefesto: dios del fuego y la m etalurgia, constructor de las arm as de los héroes.
Se explica aqu í tam bién el hecho de la perduración del am or’. R ecuérdese el famoso
soneto de Q u e v e d o : «... polvo serán, mas polvo enam orado».
70 I EL BANQUETE
e ñeros en el mismo ser para que, de dos que sois, lleguéis a ser
uno y mientras viváis, lo hagáis ambos en común, como un
solo ser, y, cuando muráis, también allí, en el Hades, en vez
de dos seáis uno, muertos en común119. Pero mirad si deseáis
esto y si os basta el conseguirlo». Sabemos que, al oír esto, ni
uno solo rehusaría ni afirm aría desear ninguna otra cosa,
sino que simplemente creería haber escuchado lo que desde
largo tiempo deseaba, reunirse y fundirse con el amado * y,
de dos, llegar a ser uno solo. Y la causa está en que nuestra
antigua naturaleza era ésta y éramos un todo120.
119 O tra cita al tem a de la realización del am or en la m uerte. V éanse notas 47 y 124.
180 Q ueda así ex p licad a la exclusividad y p erdu rabilidad del am or. Sin ign o rar el
deseo sexual y a p artir de él, pero trascendiéndolo, el eros, según Aristófanes, es
connatural a l hom bre, legítim o, restituyente de la natu raleza origin aria, casi divina,
ú nica, total y plena, sanador de nuestra condición im perfecta (véase nota 117). Q uizá
este discurso, como dive D o v e r («A ristophanes’ speech v..», pp. 48-49), es el más
acorde con nuestra sensibilidad actu al, pero es el único discurso q ue es explícitam ente
criticado por D iotim a (ver notas 174 y 214), pues si consideramos las consecuencias de
lo que afirm a Aristófanes, debemos reconocer que hay tantos eros como seres primitivos, y
que el am or no es, en el fondo, más que el am or a uno mismo, a l mismo tiem po que se
hace incom unicable. Según D o v e r , este discurso «no lo compuso Aristófanes como un ata
que a Platón, sino Platón como un blanco para los disparosde D iotim a» (op. cit., p. 50).
121 A p artir de esta frase ha podido datarse la redacción de el Banquete como no
anterior al 385 a. de C ., fecha en que los lacedem onios de E sparta castigaron con la
división forzosa ( = diecism o), a la ciudad arcadia de M an tin ea por sus traiciones
d u ran te la guerra del Peloponéso. V éase nota 7.
122 Las lispai eran unos dados partidos por la m itad, que tenían la m ism a función
que los sym bola} pero eran m ás pequeños. Con ello, la fábula de Aristóteles term ina con
una m oraleja, como las fábulas esópicas. Por ello, D o v e r (op. cit.) cree que Platón hace
representar a l com ediógraíb popular el papel de ejem plo de la m o ralidad del pueblo.
En este fragm ento h ay tam bién una intención hum orística, pero cuyo significado
profundo sería el fin de la hum anidad y de los dioses.
\
EL BANQUETE / 71
Intervino Sócrates:
— Has competido bien, Erixímaco. Pero, si llegaras a
estar donde yo estoy ahora, o, quizás más bien, donde estaré
cuando Agatón también haya hablado bien, mucho sería tu
temor y estarías en todo como yo lo estoy ahora.
— Me quieres encantar, Sócrates — dijo Agatón— , para
que me inquiete por creer que el público tiene una gran
expectación, como si yo fuera a hablar bien.
— Verdaderam ente, Agatón, sería olvidadizo — replicó
Sócrates— si, después de ver tu valor y presencia de ánimo al
subir al escenario con los actores, viendo ante ti a un público
tal, a punto de representar tu propia obra y sin asustarte en
lo más mínimo, creyera ahora que tú te fueras a inquietar a
causa de unos pocos hombres como nosotros.
— ¿Qué dices, Sócrates? — dijo Agatón— . ¿Es que me
crees tan lleno de teatro como para ignorar que, para quien
tiene inteligencia, unos pocos sensatos son más de tem er que
muchos insensatos?
— Desde luego, no obraría bien, Agatón — replicó Sócra
tes— , si creyera que hay en ti algo rústico. Bien sé que, si
encontraras a algunos a los que creyeras sabios, te. preocupa
rías más de ellos que de la multitud. Aunque no creo que
esos seamos nosotros — pues nosotros también estábamos
presentes allí y formábamos parte de la m ultitud— , pero, si
te encontraras a otros sabios, tal vez te avergonzarías ante
ellos, si creyeras estar haciendo algo vergonzo. ¿Qué respon
des?
— Dices la verdad — contestó.
— ¿Y ante la multitud no te avergonzarías si creyeras
estar haciendo algo vergonzoso?126
Y Fedro, interrum piéndole, dijo:
— Querido Agatón, si respondes a Sócrates, ya no le
interesará nada de cuanto aquí pueda suceder con tal que
tenga solamente uno con quien dialogar y, especialmente, si
es hermoso. Yo escucho con placer a Sócrates cuando dialo-
EJERCICIOS
5. D ISC U R SO DE A RISTO FA N E S
I. C o m p re n s ió n d e l tex to
1. Aristófanes:
1.1. ¿Q uién era?
1.2. C ita cuatro, títulos de comedias.
1.3. A verigua el argum ento de alguna.
1.4. ¿Por qué crees que Platón lo hace aparecer? (Consulta notas 122,
174 y 214.)
2. Fedro y P ausanias sostenían que eros era beneficioso p ara la polis. ¿Crees que
Aristófanes piensa lo mismo? ¿Por qué? ■
3. León Hebreo, un ju d ío expulsado de Portugal, escribió en 1502 una versión
del Banquete, titu lad a D iálogos de amor (A ustral, 704, agotado), para demos
trar que Platón era com patible con el Judaism o y cuyos protagonistas, Filón
y Sofia, dos enam orados, recrean la obra platónica. Esta obra, paralela a
otra escrita algo más pronto, en 1475 (Festugière: La philosophie de Γamour de
M arsile F icin, París, V rin, 1919 . por el introductor de Platón por excelencia,
M arsilio Ficino, fue m uy leíd a e influyó directam ente en la a m u r a española.
Siguiendo con esta relación, te proponemos el siguiente trabajo:
• Lee el Génesis 1,26 al 3,24.
« Establece com paraciones entre ambos mitos. Entre otras, puedes pensar
si en ambos el sexo es un castigo.
• Saca conclusiones.
4. E xclusividad, fidelidad, perduración del amor: redacta en 200 palabras tu
opinión sobre el tema.
5. El am or y la m uerte: Sobre el tem a de la realización del am or en la m uerte
de los am antes, realiza un trabajo tras leer algun a obra literaria: T ristón e
Isolda, Romeo y Ju lieta , etc. Sería m uy interesante tam bién establecer com pa
raciones.
74 I EL BANQUETE
III. A c tiv id a d e s
127 Se d irige a Fedro porque éste es el symposicirca. Identifica Eros con ju ventud,
felicidad y belleza (contrapuestas a vejez).
EL BANQUETE / 75
128 Crono es el padre de Zeus ( T eogonia} 507-514), Ja p eto es hijo de U rano y Gea
{Id., 132*138). Ju n to con Hesíodo y Parm énides constituyen las referencias de Fedro.
A gatón distingue el mundo de la N ecesidad, que dom ina la n atu raleza y el
cuerpo, del m undo del eros} que dom ina la psique (el alm a). Esta distinción entre
necesidades y deseos, no hab ía sido realiz ad a por ningún otro orador.
130 Ate, la engañadora, era la divinización del Error. L a cita es del lib ro X IX de la
Iliada, v. 91-94. La cita es irón ica, pues omite una p alab ra: «cam in a sobre cabezas de
hombres, dañándolas». A gatón se está com parando aqu í con Homero (unas líneas m ás
a rrib a ha dicho: «(E ros) necesita de un poeta como Homero ...»; la respuesta es:
«A gató n »). Homero can ta a Zeus y la guerra, la dureza de los soldados-héroes y la
necesidad, m ientras que A gatón can tará a Eros y a la paz, la ternura de los poetas, la
lib ertad (ver R o s e n , op. cit., p. 1 7 9 ) .
76 I EL BANQUETE
131 M an tik ós: «proféticamente». Sobre la mántica, véase nota 97. Nótese que el
discurso de A gatón es el m ás celebrado, pues ha producido u n a especie de entusiasmo
A gatón 15 veces hapalós («b lan d o », «delicado », «tiern o »). En el L ysis se define la belleza
como «a lg o blando y suave y resbaladizo» (216cd). Obsérvese que A gatón está
subordinando el cuerpo a la psique.
132 C ita atrib u id a a A lcidam ante, discípulo del sofista Gorgias, el fundador de la
retórica. A gatón la u tiliza p a ra resaltar la obediencia «d e buen grad o », libre.
133 De la traged ia T hyestes, de Sófocles. Lo que sigue es una interpretación lib re de
EL BANQUETE / 77
la cap tura de Ares, enam orado de Afrodita, por parte del esposo de ésta, Hefesto
( Odisea>V III, 266 y ss.)> donde A gatón sustituye a Hefesto (la técnica) por Eros (según
él, la poesía), en su victoria sobre Ares (el guerrero). Aristófanes tam bién h ab ía
m encionado la historia. P ara A gatón, que corrige así a éste y a Homero, la poesía no es
una techné, como h ab ía dicho Erixím aco, sino « la actividad lib re de la naturaleza del
hom bre» ( R o s e n , op. cit., p. 186). V éase la nota 130.
134 C ita de la Estenebea, de Eurípides, L a sabiduría de Eros consiste en la poesía,
« Eros es la poesía haciéndose a sí m ism a» ( R o s e n , op. cit., p. 173). A gatón también está
afirm ando que Erixím aco cura el cuerpo con una técnica, la m edicina, en el mundo de
la Necesidad, m ientras que él cu ra el alm a con un arte; la poesía. En lo que sigue
vemos asim ism o que nuestro personaje sigue pensando que la sabiduría se adquiere por
contacto, como cuando invita a Sócrates a sentarse a su lado (véase nota 21).
135 E pilhym ía: «deseo». En otros lugares traducim os por «ap eten cia». Designa los
impulsos de la parte del alm a situada en el estómago. V éase el léxico y la nota 60.
78 I EL BANQUETE
[Alabanza a Eros\
El nos vacía de hostilidad, nos llena de fam iliaridad,
haciendo que tengamos encuentros mutuos como éste, con
virtiéndose en nuestro guía en fiestas, danzas y sacrificios;
procurándonos mansedumbre y despojándonos de crueldad;
amable dispensador de benevolencia y nunca de m ala volun
tad; propicio en su bondad; digno de ser contemplado por los
sabios y adm irado por los dioses; envidiable para los que no
participan de él, digna posesión para los que han tenido la
fortuna de adquirirla; padre del lujo, el esplendor, la delica
deza, las gracias, la pasión, la añoranza; se preocupa de los
buenos y se despreocupa de los malos; en la fatiga, en el
miedo, en la añoranza, en la palabra, piloto, compañero de
navegación, cam arada y el mejor salvador, adorno de todos
los dioses y hombres, el más hermoso y mejor guía, al que
debe seguir todo hombre entonando bellos himnos y com par
tiendo su canto, que hechiza la mente de todos los dioses y
hom bres138.
130 O bserva R o s e n (op. cit., p. 189) que aqu í A gatón asigna a Eros el pap el que la
tradición h ab ía atrib uid o a Prometeo, el enseñar ias artes a los hombres, aun qu e según
éste se las enseña tam bién a los dioses.
137 Según R o b i n (p. L X V II, nota i) , es una paráfrasis de las T hesm osforias de
Aristófanes, v. 43 y ss. Eros es, pues, bello, joven, tierno y poeta, con lo que queda .
identificado con el mismo Agatón.
13Θ M u y pocos com entaristas han dado al discurso de A gatón la im po rtan cia que
m erece. R o b í n , por ejem plo, afirm a a l respecto: «es difícil im ag in ar una construcción
m ás artificiosa, m ás sofisticada y más v a c ía » (op. cit., p. L X V II). Sin em bargo, en él J
aparecen tem as de gran im po rtan cia, como hemos ido puntualizando.
EL BANQUETE / 79
EJERCICIOS
6. D ISC U R SO DE AGATON
Según A gatón, existe una im agen de Eros (véase nota 131) que describirá identifi
cándola con la Poesía y con él mismo como ejem plo de poeta triunfador.
I. C o m p re n s ió n d e l tex to
Π. E je r c ic io s m e to d o ló g ic o s
III. E la b o ra c ió n d e lo s c o n te n id o s
IV . A c tiv id a d e s
[Felicitaciones a Agatón]
M e dijo Aristodemo que, cuando Agatón terminó de
hablar, todos los presentes prorrumpieron en aplausos, pues
consideraban que el joven había hablado de m anera adecua-
198 da a sí mismo y al dios. Y que Sócrates, mirando a Erixíma-
co, dijo:
— ¿Te parece, hijo de Acumeno, injustificado el miedo
que tenía antes y que no hablaba yo proféticamente, cuando
decía que Agatón hablaría admirablemente y que yo me
vería en dificultades?
— Que Agatón hablaría bien, me parece que lo dijiste
b proféticam ente139 — respondió Erixímaco— . Lo de que va
yas a estar en dificultades, no lo creo.
— ¿Y cómo no voy a estar en dificultades, bienaventura
do — replicó Sócrates— , yo o cualquier otro, si me dispongo
a hablar después de que se ha pronunciado un discurso tan
hermoso y variado? Sin duda, lo primero no ha sido tan
admirable. Pero en cuanto al final, ¿quién no quedaría fuera
de sí, al escuchar la belleza de las palabras y las expresiones?
Cuando meditaba que no sería capaz de decir nada hermoso
c que se acercara siquiera a esto, poco faltó para que me
escapase a causa de la vergüenza, si hubiera tenido a donde
ir. Y es que su discurso me recordaba à Gorgias, de suerte
que, sencillamente, experimenté lo de Homero: tenía miedo
de que Agatón, al terminar, arrojara sobre mi discurso la
cabeza de Gorgias, magnífico orador, y me convirtiera en
130 M antikos: «proféticam ente». Sobre la m ántica, véase nota 97. Nótese que el
discurso de A gatón es el m ás celebrado, pues ha producido una especie de entusiasmo
por su belleza, que parece corresponderse con el encantam iento que produce la p alab ra *
sofistica, que hechiza, produciendo la persuasión y no el conocimiento. (Cfr. Protágoras.
328b, Menófiy 81e, Fedón, 108c y ss.)
EL BANQUETE / 81
140 Platón hace confundirse a Sócrates a l decir «G orgias» ,en vez de «G orgona».
G orgias era el solista fundador de la retórica, a l que Platón dedica un diálogo. Las
Gorgonas eran unos espantosos anim ales, el m ás famoso de los cuales era la M edusa,
que convertían en piedra a quien m iraban. Por otrá parte, nótese con R o b ín que la
división de virtudes de Eros atrib uid a en este pasaje a A gatón, es adoptada por Platón
al tratar de las virtudes del alm a, y recogida más tarde por la tradición cristiana (op.
cit., p. L X IV ).
82 I EL BANQUETE
[Diálogo Sócrates-Agatón]
Así que Fedro y los demás le instaron a hablar de la
manera que él creyese más oportuna.
141 D iferencia así Sócrates los discursos bellos de los verdaderos. Su intervención no
será un discurso, sino que se com pondrá de varios ejercicios dialécticos, de la narración
de un m ito, y de un proceso de iniciación. V éase en el léxico «Filosofía».
142 Verso 612 dei H ipólito, de Eurípides.
143 H asta ahora se ha hablado como si Eros pudiera conocerse (donde se h a visto
m ás claro ha sido en el discurso de A gatóíi), pero el eros es un sentim iento, una
«em oción» que se experim enta, no un conocimiento que se posee; por tanto, no se 1
puede definir como un logos («discurso»). A ctualm ente diríam os que eros tiene una
definición ostensiva (con lo que entraríam os en el problem a de cómo se m uestra algo
que se siente interiorm ente). Xo hay, pues, en la term inología platónica, idea de eros; en ,
todo caso, como d irá D iotim a, éste nos lleva a la idea de belleza (ver nota 131). Por
eso Sócrates intervendrá de m anera diferente a la de ios otros oradores,
144 Con la crítica anterior, Sócrates lia cam biado el rumbo del convite.
EL BANQUETE / 83
145 Los com entaristas no se han puesto de acuerdo sobre en qué consiste lo ridículo
de la pregunta. R o s e n {op. cit., pp. 215-221), siguiendo la clásica edición de. B u r y
(1932 , sostiene que tiene relación con la prohibición del incesto, lo cu al com pletaría
las rcílcxiones sobre el eros a lo largo de la ôbra, y aíírm a que lo ridículo es pensar que
eros es un sentim iento que se experim enta entre padres e hijos. R o b ín , por su parte, y
citando a B u r y para criticarlo, aíírm a {op. cit., pp. L X X II l-L X X Y j que lo ridículo es
pensar que la cuestión «¿qué es eros?» pueda responderse por su objeto, como si hubiese
gros diferentes según sus objetos, siendo así que eros es siem pre el mismo.
14e En este breve diálogo Sócrates ha cuestionado («eiron izado»), la concepción de
A gatón sobre el eros, en una dem ostración de la d ialéctica a q ue los atenienses eran tan
aficionados. Le ha «obligado a reconocer» (como se dirá más tarde en 2 a 3 d) q « e unos es
un térm ino relativo, y que es una epithymía.
84 / EL BANQUETE
EJERCICIOS
7. CO N V E RSAC IO N A G A TO N -SO CR A TE S : L A D IALEC TIC A
Como antes del discurso de A gatón, se produce una conversación donde Sócrates,
siguiendo la tradición de Zenón, an aliza en diálogo con el poeta el significado del
térm ino «eros».
I. T e x to s c o m p le m e n t a r io s
• H o s p e r s , J .: Introducción a l análisis filo s ó fico , A. U ., M adrid, 1976, vol. 1
pp. 34-104 («L a definición»).
®V a l l s , R .: La dialéctica, Montesinos, Barcelona, 1 9 8 1 , p p . 2 7 - 3 7 (sobre
todo pp. 2 7 - 3 2 ) .
II. C o m p re n s ió n d e l te x to
1. ¿Q ué argum entos da Sócrates p ara evitar hacer un discurso? ¿Q ué crees que
significa el hecho de que no h aga un discurso?
2. H az un esquem a del razonam iento que se hace en la conversación, dividién
dolo en apartados.
3. ¿Q ué características tiene, pues, el eros tras la conversación?
IV . E je r c ic io s m e to d o ló g ic o s
1. En el Lysis, que tiene como tem a la am istad (215a y sig.), Platón a n aliz a por
boca de Sócrates, y de forma parecida a como lo hace aquí, el término
«am igo ». Su pregunta es: «E l que es am igo, ¿lo es de alguien o no?» (218d).
1.1. Busca m ás términos que tengan una definición parecida.
147 A gatón, una vez dentro del nuevo plan, ha sido vencido por la dialéctica
socrática. El eros es desear lo que no se tiene y querer seguir poseyendo lo que ya.
tenemos; como dice R o b i n (op. cit.y p. L X X V ), «desea que su presente le siga siendo
presente», lo cual im plica que el hombre no es dueño de su porvenir, pues se desea algo
de lo que se está desprovisto. En cuanto a la relación entre eros y belleza, aparece la
id ea de que lo que am am os no es el cuerpo, sino su belleza, con lo que se da una nueva
orientación al problem a que se p lan teaba con el envejecim iento en los discursos de
Fedro, Pausanias y A gatón. Ambos temas se tratarán en las enseñanzas de D iotima.
EL BANQUETE / 87
V. A c tiv id a d e s
1. L a D ialéctica Socrática:
1.1. ¿En qué consiste?
1.2. ¿Q ué es la d ialéctica subjetiva y objetiva?
1-3. ¿Q uién era Zenón de Elea?
1-4. ¿ Q u é re la c ió n tie n e la d ia lé c tic a c o n el h e c h o d e q u e S ó c ra te s n o
e s c rib ie ra n a d a ?
1.5. ¿Q ué otro significado tiene, sobre todo en la R epública y el Sofista,
«d ialéc tica» en Platón?
1.6. Intenta escribir un breve diálogo a l estilo de Sócrates.
2. Amor ÿ A m istad, eros y f i l i a (consulta el léxico): R ed acta un pequeño ensayo
sobre el tema.
3. . A dapta uno de los dos diálogos Sócrates-A gatón, apréndelo y represéntalo.
L a u tilid ad de este ejercicio es que p a ra hacer una buena representación,
debe haberse entendido perfectam ente el razonam iento.
[E r o s no es un dios, es un demori\
155 Es aquello de inm ortal que tenemos los m ortales, como veremos m ás adelante.
ί1δβ L lena el espacio vacío entre los dioses y los hombres. Eros no es un dios, como se
ha dem ostrado, ni un hombre, es indeterm inado, no tiene forma (eid o s) precisa ni
definición (no es ni una cosa ni una id ea). Por eso D iotim a recu rrirá a un m ito (véase
dossier). Eros, pues, tiene un estatuto ontológico diferente, es otra realid ad diferente de
la id eal y divina y la hum ana.
157 D iotim a realiz a aq u í una revisión de la religión tradicional. V éase nota 159.
168 A través del demon Eros.
159 Los dioses no se relacionan con los hombres más que a través de hombres
inspirados por el dem on; las artes no son tampoco un don de los dioses. Am bas
afirm aciones no están de acuerdo con la religión tradicional.
EL BANQUETE / 91
[Descripción de Eros\
Como hijo de P oros y P enía, le ha correspondido esta
manera de ser: en prim er lugar, siempre es pobre y dista
mucho de ser delicado y bello, como lo cree la mayoría, sino
que es duro, seco, descalzo y sin hogar, duerme siempre en el
suelo y destapado, se acuesta al aire libre ante las puertas y
160 Se plantea, como en el discurso de Fedro, el problem a del origen del eros, es
decir, del origen de la fuerza engendradora (véase nota 36). Si D iotim a acaba de decir
que Eros no es un dios ni un hombre, deb erá recurrir p a ra h ab lar de él a otro tipo de
lenguaje, el m ítico (véase el dossier y la nota 143). Este recurso lo u tilizará Platón en el
Timeo para explicar el origen del mundo, cu ya explicación es calificada repetidam ente
de m ito (T im eo, 29d2, 59c6, 68d2, 6 9 b l). El mito que explica el personaje D iotim a por
boca de Sócrates es invención de Platón, y Poros y Penía es la prim era y única vez que
aparecen en la m itología griega. Recordemos, una vez más, que en la acusación que
llevó a Sócrates a la m uerte figuraba el introducir nuevos dioses.
101 «F a lta de recursos» traduce la p alab ra aporia, literalm en te «falta de po ro», «sin
salid a». G a r c í a B a c c a traduce así el fragmento: «Entonces sus propios aprietos
propusieron a A pu rad a la tram pa de que se hiciese d ar un hijo Expedito; yogó, pues,
con él y concibió a A m or» (de su traducción de las Obras Completas de Platón, editadas
por la Presidencia de la R ep ú b lica y la U niversidad C en tral de C aracas, i980, p. i 3 i ) .
102 L a p alab ra griega es akóloutkos, es decir, «acó lito». i\ótese q ue en la época de
Platón aún no h ab ía aparecido la im agin ería que representaba a Eros como un travieso
niño acom pañante de Afrodita, que d isp ara las flechas del am or y del despecho. Será
en la escultura helenística y m ás tarde, y a como V enus y Cupido, en la escultura y
-pintura rom anas, donde encontrarem os una profusión de representaciones, q ue en el
arte posterior recib irán el nom bre de «am orcillos». V éase nota 56.
92 I EL BANQUETE
[Consecuencias]
Se encuentra en un punto intermedio, entre la sabiduría
y la ignorancia. Esto es así: ninguno de los dioses filosofa * ni
desea hacerse sabio — pues ya lo es— , ni ningún otro sabio
filosofa. Y, por su parte, los ignorantes, tampoco filosofan
ni desean hacerse sabios166. Precisamente en este aspecto es
un mal la ignorancia: en que aquél que no es bello, bueno ni
sensato crea que lo es lo bastante. Es seguro que quien no
163 El E ros, según D iotim a, es, por parte de m adre, siem pre pobre y a-político, es
decir, no vinculado a nin gun a p o lis («se acuesta ante las puertas —de las ciudades— y
en los cam inos ...» ). C ontrasta así con el E ros según Fedro, P ausanias y A gatón, que
ap arecía como benefactor de la p o lis. Los com entaristas que han creído ver una
identificación entre el E ros de D iotim a y Sócrates olvidan precisam ente ese aspecto, y
que Platón siem pre recalca la profunda vinculación de éste con Atenas, de tal m anera
que, como n arra en el C ritón , Sócrates, pudiendo escapar, sufre la pena de m uerte por
seguir las leyes atenienses,
164 Si por parte de m adre es siem pre pobre, por p atte de padrej E ros siem pre está
saliendo de su pobreza, incluso con tram pas —de ninguna m anera podemos decir que
este E ros sea virtuoso—; es el lle g a r a ser, continuam ente .m uriendo y renaciendo.
Encontramos en este fragm ento una prim era aguda y espléndida descripción de la
insaciab ilid ad , del querer más, del desear en su más am plio sentido, del ansia de
trascendencia en sum a. Preocupación tratadísim a en toda la cu ltura occidental
(citemos como ejemplos a Espinosa, K ant, H egel, K ierkegaard, H eidegger).
165 C ontinuam ente está deseando, es de algun a m anera un transgresor, no es justo,
pues comete siem pre hyb ris , es decir, «exceso».
166 A parece aquí una definición etim ológica de «filosofía» que Platón gusta repetir:
sólo los dioses son sabios ( = so p h ó s ), lo único que pueden hacer los hombres es buscar la
sabid u ría, querer lleg a r a ser sabios (p h ilo -s o p h ó s ). Según este fragm ento, la filosofía va
indisolublem ente u nid a al ero s: el prim er filósofo es E ros y es él quien, al apoderarse de
los hom bres ( = al en tu sia sm a rlo s ), hace de ellos filósofos. Todo ello, según R o s e n (op . cit.,
pp. 237-239), p lan tea el siguiente problem a: ¿S aben los dioses que son bellos, felices y
buenos? ¿No será que los dioses carecen de algo que sí poseen los hombres, el
autoconocim iento? Como hemos observado en la nota 152, se repite aqu í el «sólo sé que
no sé n a d a », el reconocim iento de la propia ignorancia, como inicio del saber.
EL BANQUETE / 93
EJERCICIOS
8. INTERVENCION DE SOCRATES (Prim era parte)
167 C om parando este mito sobre Eros con los otros narrados en esta obra, hay que
d estacar las siguientes diferencias: Eros nace después que todos ios dioses, lo cu al
significa que éstos no tienen eros (véase nota 157); es post-olímpico (contra Fedro y
Pausanias); nace sin ninguna relación con los hombres (contra Aristófanes), por un
exceso de los dioses (la em briaguez), tras la rup tura de éstos con su padre U rano (véase
nota 17), hecho a l que curiosam ente no se alude.
160 D estaca D iotim a la actividad del am antej frente a la pasividad del amado.
94 I EL BANQUETE
ΙΠ. A c tiv id a d e s
1. C om eniario de texto:
1.1. Si E ros no es ni hombre ni dios, ni m ortal ni inm ortal, ¿cómo llen a el
«espacio vacío entre dioses y hombres»? R o s e n ( op. cit., p. 229) contesta
a esto diciendo que lo hace con « la tendencia de la génesis a ser
continuam ente otra que ella... L a génesis no es inm ortal, porque cada
una de sus partes m uere. Pero tampoco es m ortal, porque cada
m omento de m uerte tiene lu g a r como nacim iento de algo m ás».
EL BANQUETE / 95
[L a función de Eros]
Y yo répliqué:
-—Sea, extranjera. Hablas bien. Si E ros * es así, ¿qué
utilidad tiene para los hombres?
— Esto es precisamente, después de lo que he dicho
— respondió— , lo que voy a intentar enseñarte, Sócrates. El
eros es tal como te he explicado y ha sido engendrado de esta
manera, y lo es de las cosas bellas, como tú dices. Pero si
alguien nos pregunta: «¿En qué aspecto el eros * lo es de las
cosas bellas, Sócrates y Diotima?». O más claramente: «el
que está enamorado *, lo está de las cosas bellas; ¿qué desea *
de ellas?».
Y yo respondí:
— Que lleguen a ser suyas.
— Pero esa respuesta todavía exige una pregunta como
ésta: ¿Qué obtendrá aquel que llegue a tener las cosas bellas?
Yo dije que en absoluto estaba en mi mano todavía el
responder a esta pregunta.
— Pues bien — continuó— . Contesta como si alguno, cam
biando las palabras, te preguntara usando lo bueno en vez
de lo bello. Vamos, Sócrates, el que am a*, ama las cosas
buenas, ¿qué ama?
— Que lleguen a ser suyas — respondí yo.
— ¿Y qué obtendrá aquel que llegue a poseer las cosas
buenas?
— Esto — contesté— lo tengo mucho más fácil de respon
der: que será feliz.
— En efecto — dijo— , por la posesión de las cosas buenas,
los felices son felices y ya no es preciso preguntar para qué
quiere ser feliz el que quiere serlo; más bien parece que la
respuesta culmina aquí?6?.
10t? En la gradación que establece D iotim a se pasa del eros como deseo de las cosas
bellas a deseo de las cosas buenas, y es ahí donde Sócrates y a puede ver su utilidad: la
posesión de las cosas buenas nos hace felices. L a felicidad no se consigue en la
contem plación de la belleza, sino de la bondad. T éngase en cuenta que «b ondad» no se
refiere exactam ente a la bondad m oral, sino que debe entenderse en el mismo sentido
que aparece en el libro V I de la R epública>donde Platón explica la Idea de Bien, que es
lo que presta in teligib ilid ad al m undo: lo adecuado, lo apropiado, lo que está en su
96 I EL BANQUETE
[Generalización de Eros]
— Dices la verdad — respondí.
— Y ese querer y ese eros, ¿crees que son comunes a
todos los hombres y que todos quieren tener siempre las cosas
buenas? ¿Qué dices?
— Lo mismo. Que es común a todos.
— ¿Por qué, pues, Sócrates, no afirmamos que todos aman,
b si es que todos aman las mismas cosas siempre, sino que
afirmamos que unos aman y otros no?
—A mí mismo me extraña — contesté yo.
— Pues no te extrañe — dijo— ; porque, tomando un
aspecto del eros, a éste le llamamos Eros, otorgándole el
nombre del todo, y para los otros aspectos nos servimos de
otros nombres.
— ¿Por ejemplo? — pregunté.
— Por ejemplo, sabes que p ó ies is110 es algo amplio. En
efecto, p ó ies is es todo aquello que es causa de que cualquier
c cosa pase del no ser al ser; de m anera que también todas las
obras en el campo de las artes1715 son p ó iesis y todos los
artesanos de éstas, poetas.
— Dices la verdad.
— Pero, no obstante — dijo ella— , sabes que no se llam an
poetas, sino que reciben otros nombres; y a una sola parte,
separada de toda la p óiesis, la que hace relación a la música y
a la métrica, se la menciona con el nombre del todo. Sólo
ésta, en efecto, recibe el nombre de poesía y los que se
dedican a esta parte de la p óiesis, el de poetas172.
— Es cierto — respondí,
d — Así ocurre también en relación al eros. En general,
toda apetencia* de las cosas buenas y de ser feliz es «eros
grandísimo y engañador para todos». Pero unos se dedican
a él de muchas y diversas maneras: en el negocio, la afi-
[Eros productivo]
17® El eros, como deseo inextinguible de belleza y de posesión de las cosas buenas,
tiene como resultado la creación de nuevos seres, tanto espirituales como corporales.
176 E m plea aqu í un genérico anthropoi, «los hom bres», en vez de androi, «los
varones», por lo cu al podemos suponer que se está refiriendo a hombres y m ujeres, es
decir, que el eros está en ambos, como tam bién decía Aristófanes.
177 Como ex plicará en 207, el procrear es, de algun a m anera, inm ortalizarse, la
sexualidad es la trascendencia biológica de la m uerte. En Aristóteles encontramos
términos parecidos cuando trata del «a lm a n u tritiv a» (D e la gen eración de los anim ales, II,
I, 731b, y, sobre todo, en Sobre el alma, II, 4, 415ab).
M oira: d ivinid ad ab stracta que rep artía el destino de los nacidos. Ilitia :
d ivinid ad que presidía los alum bram ientos. Según esto, podría librem ente traducirse:
« la Belleza es el Destino y la Asistente de la procreación». Nos enam oram os por la
belleza y sus productos son herencia de ésta: son bellos.
179 Platón d ice literalm en te eso, aun que lo lógico sería decir «p ro crea y p are».
EL BANQUETE / »
— ¿Qué es entonces?
— Es eros de la procreación y del parto en lo b ello180.
— Sea.
207 — Por supuesto — dijo— . ¿Por qué de la procreación?
Porque la procreación es algo eterno e inm ortal, en, la
medida en que es posible a un mortal. Y, según lo que hemos
convenido, es necesario que desee la inm ortalidad junto con
lo bueno, si es que el objeto del eros es poseer siempre lo
bueno. Es necesario, pues, según este razonamiento, que el
eros lo sea también de la inm ortalidad181*.
[La trascendencia]
Todo esto me enseñó, mientras hablaba sobre los asuntos
amorosos; y, una vez, me preguntó:
— ¿Cuál crees, Sócrates, que es la causa de ese eros y esa
apetencia*? ¿No te das cuenta de la extraña disposición en
que se encuentran todos los animales cuando desean* pro-
b crear? ¿Y de que tanto los que caminan como los alados
enferman todos y se comportan eróticamente, primero para
unirse mutuamente, después para la crianza de la prole, y
por ella están decididos, no sólo a luchar los más débiles
contra los más fuertes y a m orir por ella, sino incluso a
desfallecer de hambre y a hacer cualquier otra cosa, con tal
de que puedan alim entarla? Se podría pensar que los hom-
c bres lo hacen por cálculo, pero los animales, ¿qué causa hay
para que se comporten tan eróticamente? ¿Puedes decír
m elo182?
Y yo le respondí otra vez que no lo sabía. Y ella dijo:
mismo Leteo» (el río del olvido, que aparece en el m ito de Er, en las páginas finales de
la R epública).
186 L a sacerdotisa de M antinea v a ahora a h ab lar teóricam ente, abandonando el
len gu aje religioso y m édico, por eso el apelativo irónico de «sofista».
187 C ita de autor desconocido. Se plantea un problem a en la inm o rtalidad por la
procreación sexual: que se pierde la propia iden tidad (yo procreo, m i hijo es algo
de m í, pero no es yo). Sin em bargo, en la in m o rtalidad por la creación de obras, que
da la vida de la fam a, se conserva en cierta m edida esa identidad.
188 D iotim a reinterpreta el ejem plo de Aquiles y Patroclo propuesto por Fedro
(véase nota 5 i) , haciendo hincapié en su deseo de honor.
iso «V uestro Codro»: D iotim a, la extranjera, propone como siguiente ejemplo a
Codro, rey de A tenas que sacrificó su v id a por el bien de la ciu dad: durante el asedio a
A tenas por los dorios, el oráculo v aticin a que si no m atan a l rey, conquistarán la
ciudad. Enterado Codro, sale de la ciu dad disfrazado de m endigo y se hace m atar por
los dorios, con lo que éstos abandonan el asedio.
102 I EL BANQUETE
[Ejemplos preclaros]
Pero la más grande con mucho y la más bella form a de
sensatez es la ordenación de las ciudades y poblaciones, cuyo
nombre es prudencia y justicia193; y cuando alguno, preñado
de estas virtudes desde su niñez, que ha alcanzado célibe la
madurez, desea ya parir y engendrar, creo que también ése
busca a su alrededor lo bello en lo que pueda engendrar;
pues en lo feo nunca engendrará. Gusta más de los cuerpos
bellos que de los feos, como preñado que está, y, si encuentra
en ellos un alma bella, noble y bien desarrollada, gusta
A parece otro aspecto que se contem plará más adelan te: ía superación de la
relación sexual por una relación de m ejora m utua. Con ello se da una respuesta a l
tem a del consentim iento: el joven debe consentir porque en ello le va su perfecciona
miento.
' 195 Los descendientes serían sus obras, sus poemas.
m Licurgo: personaje legen dario a l que se atrib u ía la constitución tradicional de
Esparta del 700 a. de C., aproxim adam ente.
107 Solón (640-560 a. de C .), gran ju rista de A tenas. Uno de los siete sabios, que al
ser nom brado arconte en 590, introdujo im portantes reformas en la constitución de la
ciudad.
108 Los templos p ara relacionarse con los dioses. Nótese q ue h ay una gradación: los
poetas creadores de discursos bellos (grado inferior), los legisladores (grado m edio),
como hacedores de la paz entre los ciudadanos y fundadores de la polis, y los
constructores de templos que relacionan dioses y hombres. Con ello term ina el discurso
teórico de D iotim a.
104 I EL BANQUETE
E JE R C IC IO S
9, INTERVENCION DE SOCRATES (Segunda parte)
Estas páginas del B a n q u ete son de una progresiva com plejidad, puesto que Platón
está profundizando en lo que F o u c a u l t llam a el «cam bio de perspectiva» y que
consiste en:
1. «Conversión del problem a de la conducta amorosa en interrogación sobre el
ser del am or.»
2. «Conversión del problem a del honor del m uchacho en el del am or a la
verd ad .»
3. «Conversión del problem a de la disim etría de los miembros de la p areja en el
de la convergencia del am or.»
4. «Conversión de la v irtu d del m uchacho am ado en am or al m aestro y a su
sab id u ría.» ( Op . cit., pp. 259-265.)
6. EI ero s d e in m o r ta l id a d e n los fe c u n d o s s e g ú n el a lm a :
6 .1 . ¿ Q u é e n g e n d ra n ?
6 .1 .1 . ¿L os p o e ta s y a rte sa n o s?
6 .1 .2 . ¿L os le g is la d o re s y p o lític o s?
6-2. ¿ Q u é p r o d u c e la re la c ió n e d u c a tiv a ?
6.3. ¿ Q u ié n e s sa tisfa c e n m e jo r el ero s d e in m o r ta lid a d , los fecu n d o s s e g ú n
el c u e rp o o s e g ú n el a lm a ?
1. L a inm o rtalidad. Con los m ateriales siguientes red acta un ensayo sobre el
tem a.
1.1. R esum e las tesis de D iotim a de eros como deseo de inm ortalidad.
1.1.1. ¿Afirm a o niega la inm ortalidad?
1.1.2. ¿De qué m anera?
1.1.3. ¿H asta qué punto podría ser ad ecu ad a la afirm ación de que
«e l hom bre es una pasión in ú til», de S a r t r e ?
1.2. P lantéate la problem ática, tipos, etc., de inm o rtalidad. Por ejem plo:
1.2.1. ¿Cómo sería posible la in m o rtalidad del alm a?
1.2.2. Id entidad personal e inm o rtalidad.
1.2.3. Inm ortalidad a través de la fama.
1.3. L a inm o rtalid ad del alm a en Platón. R elacio n a la teoría del B anquete
con las siguientes afirm aciones de Platón:
1.3.1. Sobre la in m o rtalidad no puede h ab er logos, es decir, «d is
curso verdadero». (Fedro, 246c 6 -dI; Timeo, 27d5 y ss.)
.1.3.2. Los mitos sobre la inm o rtalid ad del alm a. (Fedón, llO b l;
G orgias, 523a2; R epública, 621b8; Fedro, 253c7.)
1.3.3. Los mitos tienen la función de lib ra r al hom bre del m iedo
a la m uerte. (Fedón, 77d-78a.)
1.3.4. El alm a m ueve a l cuerpo, es el principio de su m ovim iento;
el principio es inengendrado; el alm a, por tanto, es inm o r
tal. (Fedro, 245c6-246al.)
1.3.5. Lo que m ueve es Eros. (Segunda parte de las enseñanzas de
D iotim a.)
1.3.6. Busca otras afirm aciones de Platón sobre el tem a.
1.4. R ecoge otras teorías y fórm ate u n a opinión sobre el tem a.
2. Eros, un demon:
2.1. R ecap itu la lo que sobre su estatus de dios y su función (su u tilidad)
se ha dicho en el banquete. (C onsulta notas 53, 83, etc.) Distingue
dioses olímpicos y su función en la polis, preolím picos, etc.
2.2. ¿Qué diferencia h ay entre ser u n dios y ser un demon?
2.3. D em uestra que Eros, según D iotim a, es apolítico, es decir, que con
cierne a l hom bre en tanto que individuo y no en tanto ciudadano
de una polis.
3. E xplica y com enta las cuatro conversiones que aparecen en la cita d e
F o u l c a u l t a l comienzo de este bloque de ejercicips.
BOL A ctiv id ad es
1. H a z u n a re d a c c ió n d e u n m ín im o d e 2 0 0 p a la b r a s s o b re el te m a «¿E l sex o es
la m a r c a d e la in m o rta lid a d ? » .
2. C o m e n ta a lg ú n p o e m a q u e tr a te el te m a ; p o r e je m p lo , la s C oplas , d e
J . M a n r i q u e , o el « P o e m a d e u n d ía » d e C am pos d e C astilla, d e M a c h a d o .
P u e d e s le e r « E l in m o r ta l» q u e a p a re c e e n el A leph d e B o r g e s . . .
106 I EL BANQUETE
199 Todos los dem ás personajes h ab ían m antenido la am bigüedad de eros deseo y
dios. D iotim a reduce, como observa W oiz (op. cit., p. 339), eros a deseo hum ano que
tiene como punto de p artid a el cuerpo. Todo ello hace que Platón se nos aparezca
m ucho menos d u alista de lo que la tradición lo h ab ía considerado.
200 El cam ino de iniciació n consistirá en pasar del eros de lo m últip le y perecedero,
a l de lo único y eterno; del lleg a r a ser, al Ser. Su hilo conductor será la belleza, que
podría considerarse como la cara visible de la verdad.
201 Segundo estado en la iniciación h acia la belleza perdurable: darnos cuenta que
lo que deseam os de un cuerpo es su belleza.
202 T ercer estado: se da respuesta a l problem a de la pérdida de la belleza corporal
u na vez pasad a la ju ven tud, planteado por Fedro, P ausanias y A gatón %en sus
respectivos discursos.
203 C uarto estado, la belleza de los comportam ientos y las leyes.
EL BANQUETE / 107
204 El quinto estado, adem ás de d ar respuesta a l problem a del eros como esclaviza-
dor del hombre libre, representa de hecho la culm inación del proceso: u na vez situado
ahí, el hombre está en condiciones de poder contem plar fugazm ente la Belleza.
Obsérvese que el tránsito de un estado a otro no se hace como una consecuencia lógica,
sino a partir de la insatisfacción y por la atracción erótica q ue ejerce la Belleza.
205 L a contem plación de la Belleza no es un estado, sino una intuición repentina,
incom pleta y fugaz. (Cfr. la nota 166 .) Obsérvese que en el Fedro, que trata tam bién
sobre el eros (véase dossier) el tratam iento del tem a es com plem entario: a llí se afirm a,
con una narración m ítica, que el alm a es inm ortal (cosa que no se hace en ningún
lu gar del Banquete) y, consecuentemente, que contem pla la Belleza m ientras está en los
cielos 250b6-c4.
209 Dicho con otras p alab ras y en el mismo orden: es eterna, inengendrada,
im perecedera, inm utable, total, idén tica, absoluta e incorpórea.
108 I EL BANQUETE
EJERCICIOS
10. INTERVENCION DE SOCRATES (Tercera parte)
Sócrates continúa explicando sus trabajos p a ra aprender «las cosas del eros»
conducido por D iotim a. Se trata ahora, finalm ente, de partir de ese eros que es deseo de
inm o rtalid ad y que nos im pulsa a procrear en lo bello, y siguiendo un laborioso proceso
de iniciación, lleg ar a vislum brar la «B elleza en sí», que nos h ará engendrar «virtudes
verd ad eras». T en en cuenta que el texto explica dos veces el proceso y que para
contestar las preguntas tendrás que haberlo leído completo.
212 A diferencia de otros discursos, en éste Eros nos hace am igos de los dioses, y nos
lleva a atisbar lo inm ortal, única m anera de inm ortalidad en el hombre.
213 Sócrates no afirm a haber visto la Belleza, sino que busca convencer a todos de
que la actuación erótica recta nos llev a h acia ésta.
HO I EL BANQUETE
I. C o m p re n s ió n d e l te x to
1. El proceso de iniciación:
1.1. ¿Lo realiz a una persona sola o conducida por alguien?
1.2. ¿C uáles son los pasos del proceso? ¿Por qué se caracterizan?
1.3. ¿Puede afirm arse que, según este proceso, lo que amam os no son los
cuerpos, alm as, saberes, sino su belleza?
1.4. ¿Se podría em pezar dirigiéndose a los saberes? R azo na la respuesta.
1.5. ¿C uánto tiem po crees que debe d u rar el proceso?
1.6. ¿T iene un hilo conductor el proceso? ¿C uál es?
1.7. ¿C u ál es el saber m ás alto?
2. L a Belleza en sí:
2.1. ¿Q ué quiere decir «B elleza en sí»?
2.2. ¿En qué ocasiones se lleg a a contem plarla?
2.3. ¿C uáles son sus características?
2.4. ¿Por qué la definición de la Belleza en sí es negativa? («no es esto,
ni lo otro»).
2.5. Su contem plación, ¿es un saber? R azona la respuesta.
2.6. ¿Que relación h ay entre los cuerpos bellos, las ciencias bellas y la
Belleza en sí?
2.7. ¿Q ué se engendra ante su contemplación?
2.8. ¿Podemos m antenernos en su contemplación? R azo na la respuesta.
2.9. Im ag in a cómo la ves: con los ojos, arrib a, en m edio... (piensa que
esta pregu n ta tiene su m ig a ).
3 L a misión de Sócrates: ¿qué quiere decir «m e ejercito especialm ente en lo
erótico»?
1. A verigua qué es la¿ T eoría de las Ideas. U n a vez hecho esto, contesta a las
siguientes cuestiones:
1.1. ¿Según el Banquete, existe id ea (en sentido platónico) de eros?
1.2. ¿La belleza en sí es una idea como las de Ju stic ia, Prudencia, etc.?
R azo na la respuesta.
1.3. L a B elleza en sí, ¿es una idea como la Idea de Bien? (Cfr. R e-
p ú blica, 505a.)
1.4. ¿Q ué características tienen las ideas según otros diálogos? (Cfr. El So
fista , por ejem plo.)
1.5. ¿Por qué se lla m a en La R epública, por ejemplo, dialéctica a «aq uel
conocim iento que no lo es sino de la b elleza» (21 Id)?
2. El conocimiento:
2.1. Según Platón en el Banquete, ¿hay algún conocimiento m ás elevado que
la «recta opinión»?
2.2. ¿Q ué relación h a y entre ésta y la dialéctica?
3. ¿Por qué Socrates ha tenido que recu rrir a este relato con mitos, iniciación,
etc., para h ab lar sobre Eros?
4. ¿Por qué crees que recibe sus enseñanzas de una m ujer?
5. ¿Q ué ha recogido y qué ha rechazado Sócrates de los otros discursos?
III. A ctiv id ad es
1. C om para lo que acabas de leer y saca conclusiones con el siguiente
fragm ento de L e ó n H e b r e o (op. cit., traducción del Inca G arcilaso, p. 289):
«Sofía —T u doctrina en esto me a g rad a y deseo seguirla, y conozco, cuánto
EL BANQUETE / 111
220 «A pego a l eros» traduce philerastia. M anía era la p alab ra que usaban los griegos
para significar «lo cura». El eros de A lcibiades incluye envidia, agresividad, celos; no es
un eros conducido rectam ente, pues no engendra belleza, sino violencia.
221 Obsérvese que A gatón cede am ablem ente parte de las cintas p ara coronar a
Sócrates que «vence» con sus discursos a todos los hombres.
222 Al sustituir a Fedro como sym posiarca3 se transforma en el centro de la reunión.
114 I EL BANQUETE
223 Ocho cótylas eran algo m ás de dos litros. Téngase en cuenta que el vino, que era
m uy áspero, se reb ajab a con ag u a y se endulzaba con m iel, añadiéndole la u re l u otras
plantas arom áticas, resinas, etc.
224 Es decir, no perderá la m esura. A lcibiades lo dice a los presentes, en cierto
modo, jactánd o se de conocerle bien, gracias a la experiencia que contará m ás tarde.
225 llíada> X I, 514. D icha por Idomeneo a Néstor ante la herida inflingida por Paris
a M acaón, refiriéndose a l hijo de Asclepio, dios de la m edicina.
EL BANQUETE / 115
226 Se refiere a lo que ha explicado Sócrates sobre los celos y la en vidia que le tiene
Alcibiades. Según éste, es Sócrates quien está celoso y es agresivo. Por eso Sócrates
interviene ante la evidente m entira y le insta a h ab lar sinceram ente.
227 Puede entenderse esa afirm ación si consideramos lo que le dice Sócrates al final
de su discurso; que es a A gatón a q uien A lcibiades ha querido alab ar verdaderam ente,
pues su eros en el fondo, se d irige a éste y no h ac ia Sócrates (de ahí la frase «piensas
cam b iar oro por bronce» 219a). S ería risible ver a A lcibiades alabando a Sócrates,
cuando lo que realm ente desea es a la b a r a A gatón, que es a quien, sin saberlo, am a.
Por eso Sócrates le pide a continuación que explique la verdad de su situación erótica.
220 Si bien a prim era vista parece que su situación es la de estar borracho, a lo que
se está refiriendo es a su situación de confusión de deseos.
116 I EL BANQUETE
220 Los silenos eran divinidades parecidas a los sátiros, am bas famosas por su
sex ualid ad , que aco m pañab an a Dionisos, dios del vino y del delirio místico.
230 En toda esta com paración con los sátiros y los silenos se producirá un juego de
apariciones y ocultaciones en el que, p ara A lcibiades, Sócrates será m uchas personas,
m uchas figuras: encantador, feo, insensato, divino, erótico, no erótico...
231 M arsias: sátiro inventor de la flauta, que luchó con Apolo, dios de la m úsica y la
adivinación, y fue derrotado.
232 El poder m ágico y seductor de la palabra.
233 «E l discurso socrático produce los mismos efectos de seducción y encanto que el
sofístico, la m ism a fenom enología de turbación y ligam iento del alm a. Pero m ientras el
sofístico desciende a la sensibilidad y apariencias, m anteniendo a llí prisionera al alm a,
el discurso socrático cuestiona ese ám bito ontológico e im pulsa al alm a en una
dirección ascendente» ( G r a n a d a , M . A .: «M ito vs. retórica sofística», Travesía, núm. i ,
página 16).
EL BANQUETE / 117
234 Tío de Alcibiades. D urante el período que gobernó Atenas (443-429 a. de C.) se
produjo un florecim iento en todos los ámbitos, de m anera que se llam ó «el siglo de
Pericles», objeto de añoranza de todos los atenienses. M urió a causa de la peste del año
429, que coincide con la b a talla de Potidea (véase nota 250).
118 I EL BANQUETE
ΐ3δ En su «sa rtria n a» lectu ra de esta obra, W oiz nos hace ver que después de haber
destacado la sin gu larid ad de Sócrates, A lcibiades no quiere ceder a la p a la b ra de
Sócrates, precisam ente p ara salvar su propia sin gularidad: «Com o ocurre con el mítico
Lucifer, cercano a Dios y por ello a la verdad y el bien, y que sólo pudo afirm ar su
ind ivid u alid ad dándose voluntariam ente la vuelta h acia el m al (...). L a necesidad que
tiene todo ser m oral de lleg a r a ser la única fuente de sus actos se explica con claridad
al presentarnos una poderosa personalidad (A lcibiades) que lucha, pero fracasa en
alcan zar la lib ertad y su propia personalidad» (op. cit., p. 351).
236 Sirenas: seres que hacían n au fragar a los m arineros con sus cánticos y que en la
Odisea U lises logra escuchar atándose al m ástil de su em barcación,
237 Los sentim ientos de A lcibiades constituyen un ejem plo típico de lo que en
psicoanálisis se llam a «am b iv alen cia»: «Presencia sim ultánea, en relación con un
mismo objeto, de tendencias, actitudes y sentimientos opuestos, especialm ente am or y
odio (...). Se descubre, sobre todo (...) en ciertos estados (celos, duelo)» ( L a p l a n c h e ,
P o n t a l i s : Die. de P sicoanálisis, Labor, Barcelona, 1977).
EL BANQUETE j 119
230 A lcibiades le acusa de ser am ante de los jóvenes bellos y al mismo tiempo de no
im portarle la belleza o la riqueza. ¿Es Sócrates p ara A lcibiades dos personas?
389 Q ueda encantado precisam ente al ver el interior de Sócrates, lo que éste oculta
(véase notas 227, 245).
840 L a frase es irónica: opinaba que tenía una ju ventud espléndida, pero no era
cierto. Y en vez de am ar, esto es, desear lo que no poseía, q u ería que Sócrates le am ase.
120 I EL BANQUETE
241 Q uiere decir que la inocencia de los niños es veraz, y que el vino produce la
veracid ad , m ezclando, en un lapsus, dos refranes. A lo largo de su explicación asegura
siete veces decir la verdad.
242 V a a explicar «cóm o ha sido herido», porque como tam bién han sido heridos,
podrán com prenderle.
EL BANQJ'ETE / 121
243 Nótese que la «espléndida» acción de Sócrates, como la ha calificado en 217d, le,
producirá, en prim er lu gar, una sensación de hum illación. j
244 El proceso que em pieza a p artir de ahora es sum am ente complejo, pon lo que la
interpretación que damos de éste en la presente nota y siguientes, quizá requiera ser
leíd a y contrastada varias veces: A lcibiades pretende «lleg ar a ser m ejor» por medio de
pedir a Sócrates que le am e, Sócrates am a a A gatón, por lo que, lo que le está pidiendo
en realid ad , es que yea en él lo que (él cree que) Sócrates ve en A gatón (que es lo que
él, sin saberlo desead porque nó lo tiene). Ello sería una m anera de poseer, a través de
Sócrates, las virtudes que (cree que) Sócrates ve en Agatón, virtudes que A lcibiades no
posee. Pero si el eros es — como enseñaba D iotim a— desear aquello que no se posee,
A lcibiades debería darse cuenta de q ue lo que ha de hacer es am ar a Agatón. V éanse
notas 245 y 247.
122 I EL BANQJJETE
846 (Frase de la Iliada, V I, 234, dicha por el prudente Diomedes a G lauco, que
pretende cam b iar sus arm as de oro por unas de bronce.) P ara entender el núcleo de la
cuestión, h ay que entender bien qué es, según las enseñanzas de D iotima, el eros: no es
obtener lo que no se tiene, sino desear obtenerlo (porque la Belleza en sí y la
inm o rtalid ad , que es a lo que en últim a instancia tiende el eros, no las obtenemos
nunca). A lcibiades, a l pedir ser am ado por Sócrates, piensa obtener las virtudes que
(cree que) éste ve en A gatón, con lo que hace una tram pa a su propio deseo de las
virtudes que él mismo ve en Agatón, y se engaña a sí mismo, a l creer tenerlas, con lo
cu al ignora su propio deseo. Por eso Sócrates le com para al personaje de la Iliada que se
p erjud ica a sí mismo cam biando su oro (en Alcibiades: el deseo de poseer las virtudes
que él ve en A gatón), por su bronce (en Alcibiades: su aparien cia de virtuoso ante sí
mismo).
849 A lcibiades no entendió a Sócrates, y transforma a los asistentes en un tribunal
p ara acu sarle de hybris.
EL BANQUETE. / 123
247 Al negarse a fingir am arle, Sócrates hace posible que se manifieste el deseo de
A lcibiades (véanse notas 226 y 227). L a reacción de éste, adem ás de sentirse hum illado
es, sin em bargo, y como veremos a continuación, adm irar a Sócrates.
248 Según la litada, com pañero de A quiles que iba pesadam ente arm ado y poseía un
famoso escudo hecho con siete pieles de buey superpuestas y recubiertas con una capa
de bronce.
249 Según R o s e n (op. cit., p. 310), «en Platón siempre la falta de conocimiento es
equivalente a la esclavitud».
250 Potidea era una p olis de T esalia que se rebeló contra Atenas. L a expedición a
que se refiere es la que tuvo lu g a r en el 429 a. de C., el mismo año de la peste de
A tenas. A diferencia de los sofistas, Sócrates salió de A tenas sólo p ara cum plir sus
obligaciones m ilitares como ciudadano. Sus virtudes como soldado, según todos los
testimonios, no incluían la belicosidad, pero sí la resistencia física, y la presencia de
ánim o ante los ataques enemigos.
124 I EL BANQUETE
251 En este relato de las experiencias m ilitares com partidas se produce la alab an za
de Sócrates. Ahora bien, se nos describe como valeroso, resistente, pero no como un
soldado b rillan te, y m ás bien de costumbres especialísim as, que denotan su sin gu lari
dad, pero tam bién su ano rm alidad, su estar situado como m ás a llá de los otros
hombres.
252 O disea 5 IV , 242. P alabras de la bella H elena alabando las astutas proezas de
U lises que se disfraza p ara espiar y dar m uerte a sus enemigos.
253 Situación de ensim ism am iento, como le ha ocurrido antes de en trar al banque
te. C uando los dem ás descansan, Sócrates vela, cuando m iran a Sócrates, éste observa
al sol.
254 El v alo r en la retirad a.
EL BANQUETE / 125
250 Brasidas: general espartano que m urió com batiendo contra los atenienses el
422 a. de C. en Anfipolis. Néstor y Antenor eran dos personajes homéricos, célebres por
su prudencia y elocuencia. Sócrates, sin em bargo, es único e irrepetible, ocupa un lugar
especial y diferente respecto de los dem ás hombres.
250 Hagam os notar que al principio de su intervención ha dicho que los discursos de
éste en cantan como las m elodías del sátiro M arsias, no que parecen ridicu las (véanse
notas 232, 233). Sin em bargo, ahora dice que son ridículos en ap arien cia.
260 C árm ides era descendiente de Solón y tío paterno de Platón. En el diálogo
homónimo, aparece como un joven apuesto que a tra e los deseos de todos. G laucón es
un personaje que aparece en la República, que no hay que confundir con el com erciante
llam ado así que- aparece a l principio de la presente obra, ni a Eutidem o con el sofista
que protagoniza el diálogo homónimo. L a acción de Sócrates, a que se refiere
A lcibiades, es hacer posible que se m anifieste su eros (véase nota 247).
EL ßAJVQUETE / 127
[Epílogo]
b Así que Agatón se puso en pie para tenderse ju n to a
Sócrates. Pero, de repente, llegó ante las puertas un crecido
grupo de juerguistas y, al encontrarlas abiertas por estar
saliendo alguien, se dirigieron directamente donde ellos y se
reclinaron; todo estaba lleno de un gran alboroto y ya, sin
ningún orden, se vieron obligados a beber una gran cantidad
de vin o 264. Aristodemo me dijo que Erixímaco, Fedro y
algunos otros se levantaron y se fueron; a él le venció el
c sueño y durmió muchísimo rato, porque las noches eran
largas; se despertó con el día, cuando ya los gallos cantaban
y, al despertarse, vio que los demás dorm ían o se habían ido
y que sólo Agatón, Aristófanes y Sócrates estaban todavía
despiertos y bebían de una gran copa, pasándola de izquier
da a derecha265. Sócrates conversaba con ellos. Del resto de
d ^sus palabras, Aristodemo dijo que no se acordaba — pues no
había estado desde el principio y se encontraba somnolien-
to— , pero lo capital — dijo— era que Sócrates los obligó a
EJERCICIOS
11. DE LA IRRUPCION DE ALCIBIADES A LA DISOLUCION
DEL BANQUETE
Agrupam os en este bloque dos partes diferenciadas. L a prim era tiene como centro
un nuevo personaje, A lcibiades, que no h ab la rá del amor, sino de sus amores. En su
relato aparecerá la activid ad de Sócrates como mostrador del eros de cada uno, en unos
episodios que L a c a n ha calificado como los más profundos que se h a y an escrito en la
historia de occidente sobre el tem a. L a segunda parte es la disolución del banquete, con
el planteo fugaz del tem a de la escritura.
266 S e n s a s o n o (op. cit., p. 67) nos hace notar que Sócrates dice «un mismo hom bre»
y no «un mismo poeta», y sostiene que aquí Platón «dram aturgo de la filosofía» (p. 67),
form ula su poética y su estética, donde ese «m ism o hom bre» es el filósofo, pero «n o el
filósofo sin más, contrapuesto al poeta, sino un nuevo tipo de poeia; el poeta-filósofo,
que p ara representar su dram a filosófico, tiene necesidad de situar el discurso trágico
en el m arco de la realid ad cotidiana, rica en co m icidad...» (p. 58).
267 Los tem as han quedado suspendidos, la síntesis total no se consigue, no hay una
conclusión, un final «racion alm ente feliz». Porque el diálogo, como el llegar a ser,
nunca concluye: la filosofía consiste en seguir al día siguiente.
130 I EL BANQUETE
III. Actividades
131
132 I EL BANQUETE
desarrollo.» ( T r i a s , E.: F ilosofía del futu ro. A riel, Barcelona, 1983, p. 55).
Intenta m ostrar la tesis de este fragmento a través de los textos finales de la
G enealogía de la m oral d el Nietzsche (A lianza, LB, 356): ap arecerá otro tem a,
que hemos visto de pasada al m encionar a L e ó n H e b r e o : el m isticism o como
ad ulterad o r del eros platónico y fuerza contra la vida.
15. El eros y la m uerte. E lige uno de los m últiples tratam ientos, desde el que iría
de un análisis del «m orirse de gan as» hasta la teoría psicoanalítica pasando
por toda la lite ra tu ra que trata sobre el tema.
16. L a m itología en el B anquete:
e Fuentes de Platón.
• Descripción de los dos mitos.
• O tras referencias m itológicas.
• Eros y la p o íis: Fedro, P ausanias, Aristófanes, D iotim a.
• Función de los mitos.
8 M ito y lógos en Platón.
17 Los dioses, absoluto al que referir la existencia hum ana. H ay muchas
alusiones a l tem a a lo largo de la obra. L ocalízalas y ve cómo Platón u tiliza
el «a rtilu g io » de la felicidad, sab idu ría y bondad de los dioses p ara caracteri
z ar la existencia h u m an a como devenir.
18. Eros y seducción. Si se desea hacer una «excursión» por la filo s o fía francesa
a ctu al, puede leerse la obra de B a u d r i l l a r d , J . : D e la seducción. C átedra.
M ad rid , 1984, donde opone el deseo a lo que él llam a « la seducción».
19. O pinión personal sobre la obra. A partir de tu im presión sobre la obra,
elab o ra y fundam enta u n a opinión y red á cta la en u n m ínim o de 200
palab ras.
20. A daptación teatral. N adie ha realizado una adaptació n teatral del Banquete.
¿Cómo sald ría?
21. Poesía y Filosofía. Puede enfocarse desde m uy diferentes puntos de vista. Te
proponemos que comentes el siguiente poema de Luis C e r n u d a , a la luz del
B anquete platónico, y saques consecuencias sobre el tema:
133
134 I EL BANQUETE
Ediciones y traducciones
Estudios
136
BIBLIOGRAFIA / 137
O rte g a y G a s se t, J .: Estudios sobre el amor, Salv at, Barcelona, 1985 (hay otras
ediciones).
S u lec tu ra p u e d e ayu d arn o s a escribir m ejo r en castellan o sobre el tem a, ya q u e es el
ú nico a u to r q u e escribe sobre el tem a a u n nivel co m p ren sib le p a ra estu d ian tes de
B achillerato. E n sus O bras co m p leta s, t. IX , p. 751 y ss., p u b lic a d a s en 1971 p o r la R ev ista de
O ccid en te, se a n u n c ia u n « C o m e n ta rio al B a n q u ete d e P lató n » .
R o b in , L.: La théorie platonicienne de l'Amour, París, PUF, 1964 (Ed. original de 1907).
Puejie ser útil si se quiere e stu d ia r en p ro fu n d id a d el B a n q u ete en relación a otros
diálogós de tem a parecido.
R osen, S.: P lato's Symposium, Hew H aven, Y ale U niv. Press, 1968.
D e talladísim o estudio d e c a rá c te r c o n fesad am en te h eid eg g erian o . A firm a que «sólo
reconociendo q u e el p ro b le m a c e n tra l de la in te rp re ta c ió n d e Plató n es la iro n ía p o d rem o s
satisfacer las necesidades de u n análisis filosófico riguroso y seno».
Sobre el am or
L a bibliografía sobre el tem a podría ser extensísim a, sobre todo en lo que respecta a
la literatura, y a que es el tem a literario por excelencia. Damos una serie de obras que
pueden servir p ara ab rir otros caminos.
G u r m é n d e z , C.: Estudios sobre e l amor, Anthropos, Barcelona, 1985.
J u n to c on su T ra ta d o d e la s p a s io n e s (F .C .E ., M a d rid , 1985), a d o p ta n u n a persp ectiv a m ás
«fenom enológica» o descrip tiv a, m ie n tra s q u e las o tra s to m a n la m a y o r p a rte d e su
m ate ria l d e ob ras lite ra ria s.
H eb re o , L.: D iálogos de Amor, traducción del Inca G arcilaso (1586), E spasa-Calpe,
Buenos Aires, 1947, A ustral, 104 (h ay otras ediciones).
P a ra q u ien h a leído el B a n q u ete p lató n ico , la lec tu ra d e e sta rec re a ció n p uede resu lta r
curiosa y rev elad o ra. C urio sa, p o r los p intorescos d esarro llo s de la o rig in a l que rea liz a
(la m u ltip lic a c ió n de las an alo g ías e n tre el ó rg a n o d e la g e n eració n d e los discursos — la
len g u a — y el d e la de los hijos (p. 83); p o r ejem p lo ), y su im p o rta n c ia en la lite ra tu ra del
Siglo de O ro; rev e la d o ra , p o rq u e en ella a p a re c e la n e g ació n del c u e rp o , negación q u e
P la tó n no h a b ía efectuado.
R o u g e m o n t , D. d e : El amor y occidente, K airos, Barcelona, 1979 (1.a ed., 1938).
E sta o b ra sigue siendo u n a « en ciclopedia», q u e tra ta el tem a d esde P lató n h a s ta
S te n d h al, c e n tra d a en F ra n cia , m ay o rita ria m en te . T r a ta el a m o r com o u n m ito q u e se
p rese n ta bajo diversas form as.
T r ía s , E.: Tratado de la pasión, T aurus, M adrid, 1979.
O b ra breve, a u n q u e co m p leja. E nfoque m ás «filosófico» q u e literario . T r a ta d e la
e xperiencia de lo q u e S ten d h al lla m ó «am o r-p asió n » y p lan te a ios lem as d e la in m o rta lid a d ,
la sin g u la rid a d , el conocim ien to . r ir .