Você está na página 1de 22

“Año del Dialogo y la Reconciliación Nacional”

UNIVERSIDAD NACIONAL
“SAN LUIS GONZAGA DE ICA”

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA
EDUCACION Y HUMANIDADES

.
TEMA: NUTRICION ESCOLAR

CURSO :

DOCENTE :

ALUMNAS : CANALES TEVES, ZULMA


CARDENAS LUJAN, LINDA
COLLAHUA DE LA CRUZ, LILIANA
RUIZ BERNAOLA, PILAR
CASTRO GALLEGOS, KAREN

CICLO :XA

ICA – PERÚ
2018
DEDICATORIA

En primer lugar a dios por haberme permitido


llegar hasta este punto y haberme dado salud,
ser el manantial de vida y darme lo necesario
para seguir adelante día a día para lograr mis
objetivos, además de su infinita bondad y amor.
DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE ESTA ETAPA PERIODO

El periodo escolar comienza a los 6 años, momento en el que el niño inicia la


escuela, y termina con la aparición de los caracteres sexuales secundarios
(comienzo de la pubertad), generalmente hacia los 12 años, aunque este momento
puede variar, por alargarse en algunos niños la etapa prepuberal y por las
diferencias que existen entre los niños y niñas en cuanto al inicio de la pubertad. Se
trata de un proceso biológico y por tanto, no sujeto a la cronología. Este periodo
finaliza entre los 10-12 años para las niñas y 12-14 años para los niños. El periodo
escolar junto con el periodo preescolar (de 3 a 5 años) corresponde a la llamada
etapa de crecimiento estable¨. En esta etapa de crecimiento estable, las necesidades
de crecimiento son menores que en la etapas anterior y posterior a la infancia. Se
caracteriza por una gradual desaceleración del ritmo de crecimiento lineal, aunque
siendo regular y sostenido, y una aceleración de la curva de peso.

Dentro de esta edad escolar se distingue los niños de 6


a 10 años que siguen un crecimiento lento y mantenido
y tienen un aumento progresivo de la actividad física. Adaptan sus comidas al
horario escolar y frecuentemente consumen calorías vacías¨entre horas. El otro
grupo de 11 a 14 años es mas heterogéneo ya que en el conviven niños en distintos
estadios de maduración. En esta etapa aumenta el ritmo de crecimiento y la mayor
actividad física exige mayor aporte energético. Las comidas suelen ser
desordenadas y aumenta el consumo de alimentos basura. El niño en esta etapa
desarrolla un estilo de comida más independiente y lejos de la vigilancia de los
padres.

Esta fase de la vida se caracteriza por presentar un crecimiento más regular y


mantenido, con una desacele ración evidente del mismo previa al estirón puberal
que en las niñas ocurre entre los 8-10 años y en los niños hacia los 10-12 años.
Simultáneamente existe un aumento espontáneo del apetito, en contraposición con
la etapa previa, y que con frecuencia da lugar a obesidad exégena o nutricional.
Otro factor que contribuye a la obesidad es la disminución de la actividad física en
relación con la etapa previa favorecida por la televisión y los juegos de ordenador.

Las diferencias individuales y sexuales no son más notables, pero si existen


diferencias en el grado de actividad física, lo que implica amplias variaciones en las
necesidades energéticas. Además, adquieren especial importancia los factores
sociales, ambientales, familiares, hábitos, costumbres, con un impacto decisivo
durante este periodo y en el futuro del niño.

En la etapa preescolar previa el niño ya ha adquirido la base de sus hábitos en lo


que hace referencia a las factores sociales y ambientales quedando influído por los
hábitos y costumbres de la cultura que le rodea. Es por ello una etapa
especialmente importante para que el niño aprenda a desarrollar unos hábitos
alimentarios saludables. Si todo esto se ha iniciado ya en la etapa presescolar, es
ahora en el periodo escolar en el que se debe seguir manteniendo estos hábitos y
reforzarlos.

En esta etapa el niño empieza a ser mas regular en cuanto a la cantidad de comida
ingerida , ya no se aprecia tanta variabilidad en el ingreso de energía como en el
niño preescolar. Esta misma variabilidad se observa también entre un niño y otro
aunque de manera menos acentuada que en el periodo pre-escolar.

Es muy importante mantener un regularidad en las comidas, intentando comer con


los padres si es posible o en el colegio con el resto de los compañeros. Así,se deberá
intentar mantener el ritmo de al menos cuatro y aun mejor cinco comidas
regulares: desayuno, media mañana (según el horario de las comidas), comida,
merienda y cena.

Muchas veces resulta inevitable el consumo de tentempiés o chucherías entre las


comidas, pero hay que intentar que sea el mínimo posible. Durante la época escolar
el consumo de snacks o picoteo aumenta de forma considerable, ya que el niño
tiene mayor autonomía y es capaz de comprarse chucherías o adquirir snacks en su
propia casa. Ante todo siempre hay que evitar que consuma estos alimentos viendo
la televisión, por lo que es recomendable limitar el número de horas que el niño ve
la televisión a una o como mucho dos al día, ya que favorece tanto el consumo de
alimentos basura conocidos también como fast-food, como el sedentarismo,
promoviendo ambos factores la obesidad y la hipercolesterolemia. La mayoría de
estos alimentos basura contienen elevadas cantidades de grasa saturada, azúcar y
colesterol y escasos micronutrientes.
El colegio supone para muchos niños el primer contacto con la colectividad, sus
exigencias y sujeciones que repercuten en sus hábitos alimentarios, iniciándose la
adquisición de una serie de normas sociales. Los padres deben comenzar a hacer
énfasis en los efectos negativos del alcohol, nicotina y otras drogas y el positivo de
la actividad física. La introducción temprana en el deporte realizado de forma
regular puede influenciar de forma positiva hacia la alimentación.

NECESIDADES NUTRITIVAS

Como se ha comentado, las necesidades nutritivas van disminuyendo en relación al


peso y tienen mayores necesidades energéticas según el potencial genético, el
ejercicio físico, el metabolismo basal y el sexo. Por ello, las recomendaciones
oficiales deben ser entendidas para cubrir las necesidades de la mayoría de la
población, pero no aplicarse individualmente con rigidez. Los objetivos
nutricionales fundamentalmente durante esta etapa son, además de conseguir un
crecimiento adecuado, evitar el déficit de nutrientes específicos (ferropenia, caries),
y prevenir los problemas de salud del adulto que están influenciados por la dieta
como la obesidad, hipertensión e hipercolesterolemia.

A) Energia

Las necesidades energéticas dependen más de la talla y actividad física, que del
sexo o la edad cronológica. Las necesidades energéticas varían entre 70-90
Kcal/kg/día, debiendo ser aportada por las grasas en un 30-40%, por los
hidratos de carbono en un 50-55% y el resto por las proteínas. Las diferencias
en las necesidades energéticas varían fundamentalmente con el patrón de
actividad (las recomendaciones actuales contemplan un patrón de actividad
ligera-moderada que corresponde a un factor de 1.7), y a partir de los 10 años
también varían con el sexo, debido a las diferencias en el comienzo de la
pubertad. La distribución porcentual del total del aporte calórico deberá ser
igual que en la etapa anterior: un 25% en desayuno, un 30% en comida, un 15%
en merienda y un 30% en la cena.

B) Proteinas
Las necesidades diarias de proteínas oscilan entre 1-1,0g/kg/día, suponiendo el
5-20% del aporte calórico total. De estas, las proteínas animales deben aportar
el 65% de las necesidades proteicas.

Las proteínas están representadas en la dieta por los productos ovolácteos,


leche, carne y pescado. Si tomamos como índice de referencia el valor biológico
del huevo como 100, el coeficiente proteico de otros alimentos respecto a su
contenido proteico es el siguiente: leche de vaca 80-85, carne 80-90, vegetales
45-65. La leche sigue siendo una alimento esencial, tanto por su contenido
proteico como por la gran cantidad de minerales y vitaminas que tiene,
especialmente calcio, aconsejándose un consumo diario de unos 500 cc. El
resto de las fuente proteicas incluyen pescados, huevos, frutas y verduras. Los
vegetales ricos en proteínas (leguminosas, cereales y pan) también deben
ocupar un lugar importante en la alimentación. Las proteínas vegetales serán
bien utilizadas. La lisina y el triptófano de la leche complementan a los cereales
que son pobres en estos aminoácidos. Hay que tener en cuenta que en algunas
circunstancias fisiológicas como el ejercicio físico intenso o patológicas, el
estrés producido por la infección fiebre o trauma quirúrgico, aumentan las
necesidades de proteínas y energía.

C) Grasas

Los lípidos deben aportar entre el 30 y el 40% de la energía total, suponiendo


las grasas saturadas menos del 10%, la ingesta de colesterol será inferior a 300
mg/día. Es importante aportar una cantidad de ácidos grasos poliinsaturados
suficiente para evitar el déficit de ácidos grasos esenciales pero sin pasar del
10% del aporte calórico total.

D) Hidratos de Carbono
Los hidratos de carbono proporcionarán del 50 al 55% de las calorías totales,
debiendo ser fundamentalmente de tipo complejo, con una adecuada cantidad
de fibra. Se evitará el exceso de azúcares simples que contribuyen a
incrementar la incidencia de caries.

E) Minerales y Vitaminas

Los datos sobre minerales y vitaminas son poco específicos y en muchos casos
desconocidos, extrapolándose los datos de las recomendaciones de los adultos
o de los lactantes y ajustándose en función del peso para la edad o, según los
casos, estimándose dichas necesidades en relación con el consumo energético
recomendado (tiamina, riboflavina o niacina) o la ingesta proteica (vitamina
B6).

En general no es necesario suplementar con vitaminas, salvo si son niños muy


mal comedores que no cubren sus requerimientos o niños deportistas de
competición.

TIPOS DE ALIMENTOS
1. Simples: están formados por un solo tipo de nutriente. Ejemplo: agua, sal.

2. Compuestos: están constituidos por varios tipos de nutrientes. Son la inmensa


mayoría. Por ejemplo: las frutas proporcionan principalmente vitaminas y sales
minerales que son reguladoras, pero también son ricas en glúcidos que aportan
energía.

CLASIFICACIÓN DE LOS ALIMENTOS

Los alimentos se agrupan teniendo en cuenta los nutrientes que predominan y en


base a esto se ha establecido la llamada " Rueda de los alimentos " que contiene
siete grupos de alimentos.

Estos son:

Grupo I : Leche y derivados. Son alimentos plásticos.

En ellos predominan las proteínas.

Grupo II : Carnes pescados y huevos. Alimentos plásticos.


En ellos predominan las proteínas.

Grupo III : Legumbres, frutos secos y patatas. Alimentos energéticos, plásticos


y reguladores.

En ellos predominan los Glúcidos pero también poseen cantidades importantes


de Proteínas, Vitaminas y Minerales.

Grupo IV : Hortalizas. Alimentos reguladores.

En ellos predominan las Vitaminas y Minerales

Grupo V : Frutas. Alimentos reguladores.

En ellos predominan las Vitaminas y Minerales.

Grupo VI : Cereales. Alimentos energéticos.

En ellos predominan los Glúcidos.

Grupo VII : Mantecas y aceites. Alimentos energéticos.

En ellos predominan los Lípidos.


El agua es un nutriente que se encuentra en casi todos los alimentos sobre todo
en los líquidos, frutas y verduras.

La fibra es un Glúcido de origen vegetal llamado celulosa que no podemos


digerir y por tanto atraviesa todo el intestino siendo expulsado al exterior sin
haber sido utilizado por las células. En el hombre no actúa como nutriente
porque no aporta nada a las células sin embargo es muy útil porque facilita el
transporte de los residuos a lo largo del intestino evitando el estreñimiento. Se
encuentra en los alimentos de los grupos: III, IV, V y VI.
CARACTERISTICAS DEL CRECIMIENTO INFANTIL

El crecimiento y desarrollo del niño se caracteriza por una secuencia ordenada de


eventos cronológicos, de numerosos detalles en su expresión física y cognoscitiva, y
por la gran variabilidad de resultados en cuanto a la capacidad física y funcional del
individuo.

Asimismo, por la interacción de múltiples factores biopsicosociales y nutricionales


que condicionan el crecimiento y el desarrollo y determinan la óptima realización
del potencial genético de cada ser humano.

Además, está influido por la enfermedad y a su vez la enfermedad es a menudo


modificada por el crecimiento. En el primer caso, se conoce el efecto de los procesos
infecciosos repetidos en la primera infancia (diarreas y entidades respiratorias
agudas, especialmente), que se acompañan con frecuencia, de retraso en el
crecimiento del niño. Y en el segundo, como se pudo constatar en el raquitismo y el
escorbuto, las lesiones se localizan preferentemente en aquellas zonas del hueso
que crecen a mayor velocidad.
Existe amplia documentación sobre las relaciones entre crecimiento físico,
desarrollo cognoscitivo y estado emocional, como sucede en la pubertad, cuando se
alcanza en forma muy temprana o más tardía de lo esperado para la edad
cronológica respectiva. Son conocidos los trastornos psicológicos y de
comportamiento que puede experimentar el niño, ya sea en una u otra de las
anteriores circunstancias, durante este período crítico de la vida1. Por consiguiente,
es fundamental conocer los procesos relacionados con el crecimiento y el desarrollo
en los primeros años de vida, para comprender la dinámica de la salud y los factores
que determinan el comportamiento del niño y condicionan su ulterior rendimiento
escolar.

Por otro lado, con bases científicas sólidas se podrá incrementar la capacidad para
el manejo apropiado de las desviaciones que se produzcan como resultado de los
desequilibrios, por exceso o por defecto, en el consumo de nutrientes, lo que
constituye en esta época de transición demográfica y polarización epidemiológica
nutricional, factor importante de riesgo para la salud individual y colectiva de los
países en desarrollo. Es pertinente anotar que en los últimos años se ha observado
un incremento progresivo de la malnutrición por exceso en varios países de
Latinoamérica, debido entre otros factores, al desequilibrio entre consumo y gasto
calórico, que ocasiona una mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad, tanto en
grupos afluentes como en estratos de bajos ingresos de la sociedad2.

Qué tanto influye esta situación de desequilibrio nutricional en el rendimiento


intelectual del niño escolar, es una pregunta que deberá abordarse en
investigaciones futuras, si se quiere profundizar el conocimiento sobre el tema.
NUTRICION Y RENDIMIENTO ESCOLAR

Los niños de edad escolar no presentan, en general, una morbilidad elevada por
causa de la desnutrición. Han pasado los años de mayor riesgo en la primera
infancia. La velocidad de crecimiento es más lenta que en los primeros cinco años
de vida y son capaces de consumir todos los alimentos que componen la dieta
familiar. De ordinario, han adquirido un alto nivel de inmunidad, por lo menos
contra algunas de las infecciones y parasitosis más comunes.

Sin embargo, los escolares de familias de bajos ingresos están a menudo mal
alimentados y presentan signos de malnutrición, incluyendo índices
antropométricos por debajo de los promedios nacionales, con baja talla o
insuficiencia ponderal para la estatura y poca grasa subcutánea, aunque sin
síntomas suficientes para justificar su asistencia a un servicio de salud.

Por esta razón, los niños de edad escolar se deben incluir en encuestas
transversales sobre nutrición o realizar estudios longitudinales para evaluar su
crecimiento y desarrollo, mediante la ficha de salud que incluya determinaciones
sucesivas del peso y la estatura de cada alumno.
Las mediciones básicas recomendadas en los escolares son el peso, la estatura, el
pliegue cutáneo tricipital y el perímetro braquial. Los resultados se expresan para
cada sexo y edad hasta el cumpleaños más próximo.

Como el crecimiento del escolar es relativamente lento, se requiere un intervalo


más largo para demostrar un incremento significativo y mensurable en las
mediciones antropométricas. En general, entre los 5 y 10 años de edad el peso
aumenta en 10% y la estatura en 5 cm anualmente.

Los problemas inherentes a la interpretación de las características del desarrollo en


los escolares mayores, incluyen las variaciones entre sujetos que alcanzan precoz o
tardíamente la madurez, la llegada de la menarquia en las mujeres y el retraso del
desarrollo que puede preceder al estirón de la pubertad.

Es usual que los índices antropométricos se utilicen


para evaluar el estado nutricional del niño en el
momento de su ingreso a la escuela, como parte de
los servicios de higiene escolar que vigilan su salud y
promueven estilos de vida saludable en la familia y la
comunidad.
Asimismo, estos índices sirven para descubrir grupos expuestos a riesgo de
desnutrición, que se pueden beneficiar con programas de complementación
alimentaria (restaurantes, desayunos o almuerzos escolares), y para evaluar su
eficacia en la prevención y corrección de los problemas identificados.

Por otra parte, varios países latinoamericanos realizan los llamados «censos de
talla escolar,» pues toman a este grupo como indicador de la situación nutricional
de una población respecto a prevalencia de desnutrición crónica, que se manifiesta
entre otros indicadores, con un retardo de crecimiento para la talla en el niño de
edad escolar.

También el grupo escolar (6-12 años) ha servido, por acuerdo internacional, como
unidad de observación para estudios nacionales sobre prevalencia de desórdenes
por deficiencia de yodo, mediante la valoración del tamaño de la glándula tiroides y
la excreción urinaria de yodo.

Actualmente se han propuesto estudios sobre la relación de niveles de zinc con el


retardo de talla en escolares, cuya alimentación es en términos generales
satisfactoria en lo que respecta a consumo calórico y proteico.
La desnutrición se acompaña frecuentemente de deficiencia de algunos
micronutrientes (especialmente hierro y vitamina A), lo cual hace imperativo
incluir su evaluación sistemática en aquellas regiones o países donde se sabe que
son más prevalentes.

Esto es sobre todo cierto en el caso del hierro, cuya deficiencia se ha asociado con
trastornos en el desarrollo cognoscitivo y neurointegrativo de niños en edad
preescolar y escolar10.

Es pertinente señalar que en un estudio transversal sobre una muestra


representativa de población escolar, en tres estratos socioeconómicos de la ciudad
de Cali, se encontró que 7% de todos los niños tenía hematócrito deficiente y 17%
hemoglobina por debajo de 12 g/dl. Por nivel socioeconómico, la deficiencia de
hemoglobina alcanzó 22% en el estrato bajo y 12% en cada uno de los estratos
medio y alto.

Sin embargo, la relación entre anemia y rendimiento


escolar fue inversamente proporcional a la
prevalencia de la primera11, lo que se pudo
deber a la poca sensibilidad del método
utilizado (promedio de calificaciones
académicas en el momento del
estudio).
En síntesis, aunque no hay datos experimentales concretos sobre la relación de la
nutrición con el rendimiento intelectual del niño escolar, sí se puede decir
enfáticamente que la desnutrición en los primeros años de vida puede afectar el
comportamiento y el rendimiento del niño en esta etapa de su vida.

Se ha sugerido que, en comparación con sus compañeros bien nutridos, el niño mal
alimentado casi siempre es indiferente, apático, desatento, con una capacidad
limitada para comprender y retener hechos, y con frecuencia se ausenta de la
escuela. Todo ello se refleja en el proceso de aprendizaje y en el rendimiento
escolar12.
CONCLUSIONES

A pesar de que no se dispone de información específica sobre la relación que existe


entre estado nutricional y desempeño escolar, sí se tienen elementos de juicio
derivados de estudios importantes sobre desnutrición y desarrollo intelectual en la
edad preescolar, que se pueden extrapolar con cautela para explorar la dinámica de
interrelaciones semejantes en la edad escolar.

En otras palabras, se puede asumir que si un niño llega a la edad escolar después de
haber padecido desnutrición crónica en sus primero años, retardo en el crecimiento
y atraso en su desarrollo cognoscitivo, es bien probable que su rendimiento
educativo se vea afectado negativamente en alguna forma e intensidad.

De ahí la importancia de mantener una óptima nutrición de la madre y el niño,


prevenir la enfermedad y asegurar el desarrollo del potencial genético de cada
individuo, mediante acciones de autocuidado y promoción de la salud, que
empiezan desde el momento de la concepción y continúan durante todo el período
del crecimiento y desarrollo del niño.

En esta tarea, el conocimiento que se tenga sobre la interrelación de nutrición,


salud y desarrollo intelectual, tanto a nivel de la familia como de las instituciones
responsables de la salud de madres y niños, será factor básico para asegurar la
incorporación normal del niño a la escuela.
Asimismo, el rendimiento del niño en la escuela dependerá en grado sumo de las
facilidades físicas existentes y de la capacidad pedagógica e interés de los maestros
por desarrollar en sus educandos todo su potencial intelectivo.

Un buen ambiente escolar, unido a condiciones mínimas de bienestar económico y


psicosocial en la familia, que incluya una alimentación saludable para el niño, son
elementos indispensables para el éxito del niño en la escuela.

Por otra parte, los servicios de salud escolar pueden jugar un papel importante en la
realización de estudios que permitan avanzar el conocimiento sobre las relaciones
que existen entre nutrición, salud y rendimiento escolar. Es un campo abierto para
la investigación epidemiológica de los factores implicados en estos procesos.
REFERENCIAS

Harper PA. Preventive pediatrics. Child health and development. New York;
Appleton-Century-Crofts, 1962.

Daza CH. La transición nutricional en América Latina. El problema epidemiológico


de la obesidad. Conferencia Internacional de Promoción de la Salud. Santafé de
Bogotá; Ministerio de Salud de Colombia, OPS/OMS, 1992.

Frisancho AR. Anthropometric standards for the assessment of growth and


nutritional status. Ann Arbor; The University of Michigan Press, 1990.

World Health Organization. Physical status: The use and interpretation of


anthropometry. Report of a WHO Expert Committee. Geneva; WHO Technical
Report Series No. 854, 1995.

Levitsky DA, Struppp BJ. Malnutrition and the brain: changing concepts, changing
concerns. J Nutr 1995; S125: 2212-20.

Martorell R, Scrimshaw NS. The effects of improved nutrition in early childhood:


The Institute of Nutrition of Central America and Panamá (INCAP). Follow-up
study. J Nutr 1995; S125: 4.

Pollitt E, Gorman K, Engle PL, Rivera JA, Martorell R. Nutrition in early life and the
fullfilment of intellectual potential. J Nutr 1995; S125: 1111-18.

Martorell R. Results and implications of the INCAP follow-up study. J Nutr 1995;
S125: 1127-38.

Jelliffe DB. Evaluación del estado de nutrición de la comunidad. Ginebra; OMS Serie
de Monografías No. 53, 1968.

Pollitt E. Funtional significance of the covariance between protein energy


malnutrition and iron deficiency anemia. J Nutr 1995; S125: 2272-77.

Você também pode gostar