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STAFF

MODERACIÓN
GrizeldaDC

Traductoras: Correctora:
Mary_Ann GrizeldaDC
Loly
Alisson
Mariela
Carla Retamal
WendyC
Jane
Lu_Rodriguez

Diseño: Lectura Final:


Jane GrizeldaDC
Página2
Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.

Es una traducción de fans para fans.

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INDICE

Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Agradecimientos

Próximo Libro

Extracto corto de Beneath the Beauty:

Sobre la Autora
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SINOPSIS

rin limpia la casa del Sr. Morris dos veces por semana, absorbiendo

E cada momento con el ex soldado que secretamente ama. Blake


Morris sabe que está marcado tanto por dentro como por fuera y
no es bueno para la joven y hermosa mujer que limpia su casa
para pagar la universidad. Pero entonces cuando Erin entra con Blake
tocándose y gimiendo su nombre, todas las apuestas son retiradas.

Bella tocó a la Bestia es una corta historia erótica de amantes


encontrando refugio entre ellos. No es para aquellos menores de 18 años
o aquellos incómodos con el tema.
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Capítulo 1
Traducido por Mariela & WendyC
Corregido por GrizeldaDC

Erin trotó hacía arriba por las escaleras de la casa tipo campo con
buen ánimo.

Ella se permitió utilizar su llave y llamó—: ¡Señor Morris! Es Erin.

Llámame Blake, siempre le pedía él, pero por alguna razón se resistió.
Ella no era usualmente una rigorista de ser propia, pero con él parecía
una buena idea. Tal vez las raíces militares de él le hicieron la formalidad
más correcta. O más como, que era la domesticidad de la limpieza de
su casa mientras él merodeaba cerca de ella.

Hubiera sido tan fácil deslizarse, dejarlo ver como se sentía ella por él.
Entonces ella se sentiría como una idiota; una tonta, pequeña niña
anhelando detrás de un hombre lo suficientemente mayor para ser su
padre.

Sacó un libro de su bolso y fue escaleras arriba en busca de su jefe


para regresárselo. Ella probablemente podría ponerlo en el librero,
siempre pulcro y organizado así que sabría justo a donde pertenece. De
hecho, toda su casa brillaba desde las tablas del suelo anudadas hasta
los techos abovedados.

En parte era porque él era tan fastidioso, pero también porque ella
hizo una limpieza profunda dos veces a la semana. Era una de las manías
que hicieron a su solitario empleador tan extraño, y también entrañable.

Podía acomodar el libro en su lugar, pero quería una excusa para


hablar con él. Habían tenido un debate animado sobre los méritos de la
ONU en su clase de ciencias políticas ayer y ella supo que él lo
apreciaría.
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Asomó su cabeza en la habitación de él y lo encontró ahí. Su aliento


se quedó atrapado en su garganta mientras ella dio un vistazo. Él yacía
tendido en la cama, su piel aún húmeda de la ducha, una toalla
desordenada alrededor de su cintura.

Y él se estaba masturbando. ¡Mierda!

Ella debe irse. Esto era claramente un momento privado y ella la


intrusa. Realmente debería voltearse, caminar lejos y absolutamente,
ciertamente no observar. En su lugar ella se quedó ahí, sus ojos clavados
en su pene expuesto levantado apretado desde el puño.

—Dios, nena —gimió, sus ojos cerrados—. Chúpala, por favor.

Sus labios se abrieron en sorpresa, como si ella pudiera obedecerlo


desde el otro lado de la habitación. Su clítoris palpitaba al escuchar su
voz ronca diciendo esas palabras sucias, por ver su puño en su pene.

—Sí. Sííí. Tan hermosa. Dios. —Su otra mano salió a acunar sus bolas—.
Así, nena. Lamelas, chúpalas.

Los ojos bien abiertos de ella volaron al rostro de él, hipnotizada por la
brillante interacción, tejido cicatrizado y sana piel rojiza, torcida en una
mueca de placer. Sus quemaduras y rasgos torcidos lo pueden hacer
repulsivo para algunos, pero cuando ella lo miró sólo vio a Blake, con sus
brillantes ideas y brusca bondad.

—Tócate a ti misma. Sí, sí. Tómame profundo en tu boca y pon tus


dedos en tu clítoris.

Sus muslos apretados donde ella se encontraba, dándose cualquier


alivio que pudo. Si se movía, cualquier cosa sus piernas o manos, ella
tendría que reconocer lo que estaba haciendo, que siendo una voyeur 1
estaba mal, así que en su lugar se quedó quieta.

Entonces, sorpresivamente, él gimió su nombre—: Erin…

Erin apenas pudo procesar eso, y entonces él se vino, brotando dentro


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de su mano.

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Persona que espía o mira a escondidas a otras personas en situaciones eróticas para
excitarse sexualmente.
Más que un pequeño giro, ella dejó salir un sonido involuntario; un
gemido, casi. Pesados parpados se deslizaron abiertos mientras él volteó
a verla. Los ojos de él bien abiertos en una mirada de conmoción, incluso
horror.

Mortificada, ella se volteó y corrió escaleras abajo. El sonido de su


nombre se precipitó hacia debajo de sus pasos, no con pasión esta vez,
pero ella no pudo regresar.

Yendo y viniendo en la cocina, ella lucho contra su vergüenza de


haber sido atrapada en una posición comprometedora. O más bien, ella
lo atrapó a él en una posición comprometedora. Pero ya que era la casa
de él, y ella sólo limpiaba, lo había arruinado a lo grande. Ella tendría
que afrontarlo y disculparse, pero no lo podía ver en su habitación. No
justo ahora y tal vez nunca.

Sus manos atrapadas en la el filo de piedra de las encimeras, luego


revoloteando a través de la superficie. Ya limpiando, como siempre. Ella
nunca había hecho nada tan vergonzoso. ¿Viendo el momento privado
de un hombre? Eso fue bajo. E incluso peor, ella lo respetaba, mucho. Le
gustaba, y ella podría haberlo arruinado todo.

Sacó los artículos de limpieza, pensando que al menos podría verter


su energía nerviosa en algo útil. Ella había venido a limpiar, no a enseñar
el culo detrás de Blake y ciertamente no mirar furtivamente a Tom.

Blake saltó por las escaleras poco después, vestido con su sudoración
habitual. Ella lo había admirado antes, la forma en la que la suelta y
confortable ropa colgaba de sus bien construidos hombros y
abdominales, pero ahora lo único que podía ver era su desnudo y
húmedo cuerpo. Como si ya no había probado así misma que era lo
suficiente de una cobarde, se giró como si quisiera huir.

—Erin, —dijo en esos bajos tonos que siempre la hacían tensarse—. Por
favor, espera.

Hizo una pausa y se giró a mitad de camino hacia él, dispuesta a


hundir las inapropiadas, privadas, y sexys imágenes. Una polla
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enrojecida. Gruesa persuadiendo a venir. Demonios.


—Siento que hayas tenido que ver eso, — dijo—. No…Renuncies. No
sucederá de nuevo. Por favor, —dijo.

Nunca espero verlo así, prácticamente rogando, no por nada, y


ciertamente no para que su criada continuara limpiando para él.
¿Realmente aspiraba también?

Pero no, es otra cosa, hoy había demostrado que al menos pensaba
en ella de otra manera.

¿Es por eso que la mantuvo alrededor, el por qué aumento su agenda
de limpieza y platicó con ella sobre su trabajo? ¿Debería estar ofendida?

Pero no lo estaba. Ella estaba halagada. Y encendida como el


infierno.

Ella balbuceó. —No lo entiendo. ¿Estabas…era yo…?

El cerró sus ojos y bajo la cabeza. —No hay excusa, —dijo,


interrumpiendo—. Pero no debí.. —se interrumpió y miró hacia otro lado.
La parte de su rostro que se volvió hacia ella la mitad con más cicatrices.
Ese gesto más que nada mostro su malestar ya que por lo general se
esforzaba por ocultarlo cuando era posible.

—¿Qué puedo hacer para que no te vayas? —preguntó

—Yo, honestamente, no había pensado en eso. De hecho, quería


disculparme. Por inmiscuirme en tu privacidad. No voy a renunciar.

—Gracias, —dijo con rigidez, ya sea en reconocimiento de su disculpa


o en su acuerdo que ella no sabía. Hizo una pausa y repitió—. Lo siento.
—Después de una breve inclinación de cabeza, desapareció en su
estudio.

Pensó que tal vez debió haberle dicho que no tenía nada por que
disculparse, después de todo el no hizo nada malo. Pero sería
demasiado extraño corregirlo en su suposición. ¿Qué podía decir? Por
favor, sigue usándome en tus fantasías. No me importa. Eso difícilmente
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haría esta situación menos incomoda.


Además, necesitaba tiempo para pensar, para procesar lo que lo
había visto hacer y sus sentimientos. Pero solo se había comprometido a
no renunciar, lo que sea que viniera de sus pensamientos.

Ella limpió la casa como de costumbre y él se esfumó el resto del


tiempo. Ella dejo su dormitorio para el final y decididamente ignorando
la forma en la que en sus bragas creció humedad mientras hacia su
cama.

***

Gracias a Dios que ella no renunció, pensó mientras huía al estudio.

Sabía que ella llegaría en cualquier minuto y no fue capaz de desinflar


su erección con una ducha fría. Tenía que encargarse antes de que ella
llegara. No podía ver su inapropiado deseo por ella. Podría arruinarlo
todo. Pero había calculado mal, muy mal.

De todas las formas de perderla, esta hubiese dio la más estúpida. No


es que él la tuviese, exactamente, pero verla dos veces a la semana y
llegar a charlar con ella era más de lo que merecía, y él estaba
condenadamente agradecido por eso. Optó por no analizar el factor
patético de eso.

Era mala calidad de su parte usar su trabajo para traerla a su casa, —


nunca había tenido la casa tan limpia en su vida— pero no podía pensar
en otra forma de mantenerla a su alrededor. Alguien tan hermosa y
buena no tenía nada que hacer alrededor de un cobarde como él, pero
maldita sea si no era lo suficientemente cobarde para obligarla de todos
modos. Dios sabía que no tenía buen aspecto, ni encanto, y como lo
demostró más temprano, ni inteligencia con cual atraerla en su lugar.

El gran intelectual, pensó con disgusto, pensando con su polla. No es


que no se excusara a si mismo hasta cierto punto, Dios, ella era hermosa.
Al verla viendo su polla mientras él se había venido solo había inflamado
su lujuria por ella, pero lo mejor era no pensar en eso para no repetir el
espectáculo.
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Ya era bastante malo estar lleno de cicatrices y feo, roto en cuerpo y


espíritu ¿no? Seguramente no necesitaba añadir viejo espeluznante en
sus faltas.
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Capítulo 2
Traducido por Jane, Lu_Rodriguez & Carla Retamal
Corregido por GrizeldaDC

Una hora hasta su próxima visita de limpieza, Erin estaba preocupada.


Ella esperaba que todo pudiera volver a la normalidad, pero Blake
todavía parecía estar evitándola. Hizo una breve aparición para decir
hola y eso fue todo. No se sentó en el sofá mientras ella doblaba la ropa
o se apoyó en las estanterías mientras ella quitaba el polvo. No le dijo
sobre qué libro escribía, qué artículo investigaba, no le preguntó acerca
de sus clases. Nada como de costumbre.

Hoy llevaba vaqueros y una camisa abotonada. Él siempre iba por su


casa en chándal, del tipo súper cómodo, delgado del frecuente vestido
y lavado. Trabajaba desde casa y casi nunca salía. Además él evitaba
tales incomodidades que la sociedad había impuesto como la ropa
normal. Ella sólo podía asumir esta nueva formalidad era en reacción al
incidente de la semana pasada. Tal vez se sentía violado o inseguro con
ella, y aunque ella no lo culpaba, se sentía terriblemente culpable.

No ayudaba que tuviera sueños explícitos acerca de él y su polla dos


noches seguidas.

Sueños donde él decía esas mismas palabras, pero ella se encontraba


allí, desnuda junto a él, y hacía lo que le pedía. Masturbarse con los
pensamientos de cada uno era una condición contagiosa, una por la
que había sido atrapada, pensó secamente.

Él salía de la cocina con un vaso de agua mientras ella entraba.


Preocupada y, exasperada, decidió enfrentarse a él.

—Sr. Morris. —Ella llamó. Cuando se quedó paralizado, ella suavizó su


voz—. Blake, quería pedir disculpas de nuevo por lo que pasó la última
vez. Debí irme de inmediato cuando vi lo que hacías... bueno, estaba
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sorprendida —explicó.
Él pareció sorprendido ahora, también. Se aclaró la garganta. —
Disculpa aceptada.

Él le dirigió lo que se suponía era una sonrisa conciliadora pero se veía


más como una mueca. Y eso la hizo pensar en cómo se veía cuando
llegaba a su clímax. Maldita sea.

Realmente debería callarse ahora, pero no parecía poder parar. —


Me preguntaba si, esto, si pensabas en mí... ¿no? —preguntó.

Sus ojos se abrieron aun cuando sus labios se apretaron.

—Bueno, es sólo eso, me preguntaba si... si era sólo un pensamiento


pasajero o si era más...

Ella se fue apagando.

Él se veía alarmado ahora y se maldijo en silencio. —Erin —dijo, con la


voz estrangulada—. No sentiste que te pedí que hicieras algo... no
apropiado, ¿verdad? ¿Qué trataría de obligarte a hacer algo, algo que
no quisieras?

—¡No! —exclamó consternada—. Por supuesto que no. Sólo quería


decir que, bueno, si estabas interesado en mí de esa manera, yo… —Ella
respiró hondo y dijo rápidamente—. No necesariamente me opondría a
ello.

—Tú… —Se interrumpió. Se dio cuenta de que su mano agarraba el


mostrador con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos. Se
tambaleó hacia delante, como para acercarse a ella, pero luego se
echó hacia atrás—. ¿Estás segura? ¿Segura que no te sientes
presionada? Nunca querría que sintieras que tienes…

—No, no. No es eso, te lo juro. Y lo mismo va para ti, también. Si no lo


deseas, por favor, no sienta que debes…

—Si no quiero —repitió, sonando aturdido. Sus ojos se desenfocaron


por un minuto, y luego él la cubrió. Dio un paso adelante y luego la
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rodeó, de pie detrás de ella. Su cabello y el cuero cabelludo


hormiguearon cuando su rostro se inclinó hacia su pelo, como si
estuviera olfateándola.
Él pasó un dedo suavemente desde la corona de su cabeza, hacia su
cabello, a lo largo de su hombro y brazo. No era un toque abiertamente
sexual, pero le resultaba altamente erótico. Los últimos dos días de
excitación la recorrieron hasta que se sintió ahogada de necesidad.

—Por favor. —Ella gimió, sorprendiéndose incluso a sí misma mientras


lo decía. Ella se consideraba una mujer orgullosa, probablemente en su
perjuicio. Sus circunstancias, limpiando casas, mientras que sus
compañeros de clase conducían su Mercedes a clase, debe molestarla,
pero ella no se intimidaría.

Ella era como él, nunca rogaba, por nada, ni dinero, favores y
ciertamente no por sexo. Sin embargo, aquí estaba, deseando, no,
necesitándolo, un sentimiento extraño, pero muy real.

Afortunadamente, él accedió.

—Dios, sí —respiró en su cabello—. Ven. Vamos arriba, donde puedes


estar más cómoda. —La llevó a su habitación. Ella notó el polvo reunido
en una esquina en el camino y se entrometió brevemente —eso es para
lo que estoy aquí, para limpiar su casa, no para tener sexo—pero se
obligó alejarse. Había sido un largo tiempo para ella y necesitaba esto
terriblemente. Tomaría este momento sin culparse a sí misma o a alguien
más.

En el dormitorio, él cerró la puerta. No había nadie más en la casa,


sino ellos dos, pero eso contribuyó a la intimidad del momento. Este no
era un encuentro casual, sino un encuentro ilícito. Ella se quedó mirando
la cama y tragó saliva. Él se acercó por detrás y nuevamente hundió su
rostro en el cabello de ella. Divertido, hizo una nota mental para
abastecerse de ese champú. Pero entonces el calor de su cuerpo y su
propio olor selvático la envolvió, y olvido todo lo demás.

Las manos de él se posaron suavemente sobre sus hombros, luego las


deslizó hasta sus pechos. Los tomó a través de la ropa y ella contuvo el
aliento. La suave caricia bajó hasta su cintura y luego por debajo de la
camisa y el sujetador para tocar la piel desnuda. Ella llevaba ropa de
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yoga para limpiar, cómoda para maniobrar dentro sino lo


suficientemente elástica para permitirle el acceso.
Ahuecó sus pechos, acariciando y pellizcando sus pezones hasta que
dolieron. Haciendo una pausa para sacar su camisa y sujetador por
encima de su cabeza, regresaron sus manos a sus pechos —gracias Dios.
Su aliento, caliente y cada vez más forzado, explotó contra su hombro.
Qué espectáculo debía estar haciéndole, sus pechos descubiertos y
sonrojada.

—Tan hermosa —susurró.

Cuando él pellizcó más duro, ella gimió. Sus caderas inclinadas hacia
adelante en busca de fricción, rosando contra nada. En respuesta a su
suplica involuntaria, él metió su mano en la cintura de los pantalones y
deambuló más abajo hasta que encontró sus pliegues húmedos.
Mientras sus manos la tocaron íntimamente, su boca encontró la piel de
su cuello con besos ligeros y lametazos. Bajó a su apertura para extraer
la humedad hasta su clítoris, dando vueltas y agitándolo con el pulgar.
Su cabeza cayó contra el pecho de él y cerró los ojos mientras se
abandonaba al placer. Los dedos de él se deslizaron abajo en sus
pliegues y él los deslizó dentro, introduciendo sus dedos mientras ella sin
pensar buscaba el clímax.

Entró en un torbellino de placer y un suspiro de alivio. Su cuerpo cayó


contra él, saciado.

La tensión de los últimos días, de estos últimos meses, si era honesta,


finalmente liberada.

Él la desnudó por completo y la colocó sobre la cama. Ella no tenía


fuerzas para detenerlo. No deseaba hacerlo.

En el momento en que ella flotó de regreso a la tierra, se extendía


como un águila en la cama, completamente desnuda, con él de rodillas
entre sus piernas. Sólo tenía la vista de su rostro lleno de cicatrices, tenso
y carnal con la excitación, antes de bajar su cabeza y llevarla al éxtasis
de nuevo.

Él era un amante generoso, llevándola al clímax cuatro, cinco veces


—ella perdió la cuenta. La hizo venirse una y otra vez con la boca en su
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clítoris y los dedos empujando dentro de ella.

—Sí, sí, eso es. —Él solía gemir cuando ella se venía.
Era implacable en la búsqueda de sus orgasmos, teniendo el
inconfundible placer en sus sonidos y su capacidad de respuesta. Ella
recordó cómo iban a discutir temas relacionados con su trabajo o sus
clases de la universidad. Él siempre argumentaba ferozmente y con
frecuencia ganaba los debates, pero cuando ella ganaba, él no se veía
decepcionado o enojado, parecía casi orgulloso. Triunfante, incluso.
Como si su victoria fuera la de él, y ahora su estaxis era de él, también.

—Eres hermosa —le murmuró a lo largo—. Tan malditamente hermosa.


Te ves como una diosa. Como una guerrera. Al igual que podrías
matarme y lo haces. Simplemente observándote me arruinas. Me
encanta mirarte. Puedo verte yacer extendida así para siempre. Abierta
a mí, húmeda y ruborizada siempre y nunca me cansaría.

Ella había leído los artículos, tratados y entrevistas de él. Había dicho
palabras planas y clínicas y de humor seco, pero nunca le había
escuchado esas palabras antes. Estas palabras casi poéticas de
sexo/amor le derritieron todas sus partes.

Su cuerpo palpitaba, agotado por sus orgasmos, pero su corazón


estallaba por la generosidad de él.

Quería hacer algo por él. Quería hacer todo por él.

Erin se agachó y agarró su polla, sacándole un jadeo. El eje palpitante


se sacudió en su mano, pero él se apartó. Desde su posición ella no
podía alcanzarlo en su retirada.

Él la tocó de nuevo y ella saltó, hipersensible.

—Sólo déjame complacerte —dijo—. Déjame darte placer. —Sus


caricias ligeras. Ella gimió y sus piernas se relajaron de nuevo abiertas.

—Sí —murmuró—. Sí, eso es. Buena chica.

Los dedos separaron sus pliegues, lisos e hinchados.


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—Haré que sientas mucho placer —dijo—. Por lo que no te importara


que sea yo.
Espera, ¿Qué? Ella trató de empujar a través de la bruma de su
excitación.

—Será tan bueno que olvidaras que soy yo —susurró, mirando hacia
abajo a sus piernas abiertas, extasiado—. No te arrepentirás de esto. No
dejaré que te arrepientas de esto. —prometió.

—Alto. —Jadeó ella y él arrebató su mano hacia atrás—. ¿Qué… qué


dijiste?

Negó con la cabeza, el misterio que llevaba en sus ojos había


desaparecido.

—Lo siento —dijo—. ¿Quieres que me detenga? ¿Has terminado?

—No, sigamos no quiero parar —dijo—. Quiero seguir haciéndolo


contigo. ¡Contigo! —Ella suspiro con exasperación—. Acuéstate —le
ordeno.

Él parpadeo sorprendido, pero al final obedeció, no se opuso a la


orden que le habían dado, ella se agacho y tomo su polla nuevamente
para chuparla.

—Oh dios, sí. —Él gimió, como cuando lo hacía mientras se imaginaba
haciéndoselo y causándole placer en sus fantasías, pero la diferencia
era que esta vez era real. Ella sintió el sabor amargo de su semen, golpeo
la polla con su lengua y aspiro profundamente. Sentía el olor masculino
de su ingle, sus músculos temblaban, toda esta energía y virilidad la
hacían temblar, sin duda se sentía intoxicada.

Llevo la polla de él a lo más profundo de su garganta para luego


retirarla lentamente, succionando hacia dentro y fuera, más y más
profundo. Los movimientos rítmicos que hacía con su boca se sentían
bien. Este hombre era bueno, amable y sin embargo encontraba
extraño que tuviera algunas cicatrices a causa de una guerra, en donde
demostró su valentía y honor, sin duda era un ejemplo de hombre, aquel
que protegía a los demás.
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¿Cómo me atrevía a cuestionar su valor? Él tenía todo lo que podía


desear en un hombre.
Lo amaba.
¿Qué demonios? , ¿De dónde habrán salido esos pensamientos
extraños?

Sus ojos se abrieron de golpe, cuando lo miro pudo darse cuenta de


cómo él la miraba fijamente, la estaba devorando con la mirada. Sus
ojos se veían algo hambrientos.

A pesar de estar excitado se las arregló para darle una tierna sonrisa,
luego le acaricio la mejilla lentamente.

—Está bien —dijo en voz baja—. No es necesario que me mires —Él


pensaba que ella no deseaba mirarlo ¿Cómo no observar su bello
rostro? Tal vez él quería que pensara que era otra persona a la que le
daba placer y no a él.

Ella se molestó, estaba furiosa con él por dudar de sí mismo. La hizo


pensar por un momento, había conocido a muchas personas y
sinceramente no se fijaba mucho en el rostro de las personas que la
habían herido o pasado por su vida. No tenía que ser así, ella le
demostraría que estaba equivocado. Incluso si esa tarde era la única
que tendrían, sabría su valor.

Apretó sus labios y chupo duro, él se resistió a mover sus caderas y


gimió con los ojos cerrados mientras ella se deslizaba su polla en la boca.
Continúo su embestida, succiono fuerte y constante, llevo su polla a lo
profundo de su garganta, bien profundo, estaba prácticamente
apuñalando su garganta, tenía la boca atorada, pero no le importaba.
Chupo tan fuerte como pudo, como si su pene fuera su línea de vida y
tal vez lo era.

Él empujo sus caderas hacia arriba bruscamente, sin pensar en lo


profundo que estaba, empujo aún más. Ella intento chupar su polla
completa, logro rozar sus bellos púbico con los labios, un gemido
retumbo en su garganta, su pene la estaba atragantando pero parecía
insignificante en comparación con esto.

Cuanto todo termino quedo en una posición post-orgasmo, alcanzo


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su mano buscando algún tipo de conexión con ella. Sintió una sensación
de tranquilidad, ella trepo por su cuerpo hasta ponerse en el espacio
que había entre su brazo y la cama.
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Capítulo 3
Traducido por Mary_Ann & Allison
Corregido por GrizeldaDC

Blake no iba a saltar la próxima vez que ella se acerca. Por lo menos,
era acoso sexual, lo que había hecho. Incluso su mente se había
quedado peor en los últimos días. ¿Qué si ella no lo había querido? ¿Qué
si se había sentido como que no podía decir que no? Hubiera sido
prácticamente violación.

Como sea, él debería estar arrestado. Vencido. Alguien debió


patearle el culo por tomar ventaja de ella. Era malditamente malo que
Erin no tuviera a nadie que lo golpeara hasta la muerte. Ningún padre,
ningunos hermanos, ningún novio culo punky de la universidad,
tampoco. Ella era vulnerable, y él había sido la peor clase de bastardo.

Cuando ella vino al frente de la puerta, llamo como siempre lo hacía.


—Sr. Morris, es Erin.

Su pulso salto al sonido de su voz. Su polla se tensó. Dios, no.

No podía hacer esto. Ya era suficientemente malo que ella supiera


que era un viejo sucio, aprovechando, desearla. Lo peor era que había
usado su propia desesperación, ella necesitaba trabajar para pagar la
universidad, como una correa de sujeción para mantenerla cerca de él.
No podía también tomar su cuerpo, su inocencia.

Para ella era inocente. Oh, ella había tenido relaciones sexuales
antes. Y Cristo, había aspirado su polla como él nunca había
experimentado. Ni siquiera antes de sus lesiones había conseguido una
tan buena. Pero sus dulces ojos marrones estaba tan abiertos, tan
confiados. Su cuerpo era ágil, suave y joven. No se merecía nada de
ella.
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Allí estaba, entrando a la cocina. Ese increíble cuerpo y hermosa


mente.
—Erin —dijo—. Tenemos que hablar.

Ella atrapó su tono correctamente, llevando su rostro a líneas


solemnes, pero entonces siempre había estado brillante. Se acercó a él,
manteniendo sus ojos trabados en los suyos. Probablemente estaba
preocupada que la tocara de nuevo, puso sus sucias manos en su
cuerpo y sus horrible rostro cerca del de ella. ¿Y por qué no lo estaría? Él
era un animal.

—Me temo que no va a funcionar —dijo él—. No puedes trabajar más


aquí.

—De acuerdo —dijo, sonando calmada. Pero sus manos temblaban.


Y cuando vio que él lo había notado, las entrelazó. No era una de esas
que mostraban sus debilidades, y él odiaba que la hubiese hecho débil.

—Entiendes, esto no es tu culpa —dijo—. Has hecho un gran trabajo.


Nunca he tenido una casa tan limpia. Es solo. . . bueno, estoy seguro que
descubriste cual es el problema. No puede pasar de nuevo.

—Correcto —dijo en la misma voz neutral—. Lo entiendo.

No la quería herir, pero podía ver que lo había hecho. Había pensado
que tal vez estaría un poco decepcionada, ya que le gustaba pensar
que habían tenido una amistad. O tal vez se había dado cuenta que
podría alejarse del libertino sin él hacer un escándalo. Eso habría sido
malo, pero esto era mucho peor.

Pero él sabía que era. —Me di cuenta que estás en este trabajo por la
universidad. No intento arruinar eso para ti. Puedo darte algo de dinero.
La misma cantidad que harías si continuaras trabajando aquí.

Su fachada se agrieto. Lo mismo hizo su voz. —¿Quieres pagarme?

—Bueno, sí —dijo, genuinamente confuso por su angustia. Le había


hecho mal, teniendo sexo con ella. Pagaría el precio, no llegar a verla
de nuevo. Pero lo menos que podía hacer era dejarla establecida, y eso
significaba pagarle los salarios que había ganado.
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Ella se puso de pie. Su labio inferior temblando, pero sus ojos


destellando con enojo. —Puedes quedarte con tu maldito dinero.
—Erin, no lo entiendo-

—¿No lo entiendes? Te lo explicaré. Sé que soy solo alguna estúpida


chica de universidad y realmente no te importa. Puedo aceptar eso.
Solo soy una dama para ti, y una chica a la que puedes follar, está bien.
Pero no soy una puta. No puedes tener sexo conmigo y luego pagarme
para desaparecer.

Estaba en shock. —No quise decir eso. Por supuesto que no eres una
puta.

Su rostro se arrugó en la última palabra. Se dio la vuelta y salió


corriendo de la habitación. La alcanzó mientras agarraba su bolso de la
mesa de pasillo, buscando a tientas en el interior sus llaves.

Se quedó con su brazo. —Erin, Erin, por favor.

Ella no podía ver lo que estaba haciendo a través de sus lágrimas, y


dejó caer el bolso en frustración, pero se rehusó a mirarlo.

—Erin, lo siento —dijo—. Nunca debí haberte tocado. Te mereces algo


mucho mejor que-

—Oh, no me des eso. —Ella gritó, finalmente había conseguido que


llorara por él—. Sabes que daría cualquier cosa por estar contigo. Me
gustaría tener la manera de darme a ti, pero no si me van a pagar por
ello. No puedo ser una prostituta, incluso por ti.

—Yo no quiero eso —dijo—. Te quiero, eso es todo. Simplemente no


puedo tenerte. Eres tan hermosa, tan joven, y yo-

—Sshhh —dijo ella—. Eso es todo. Eso es todo lo que tenemos que
decirnos el uno al otro. Si querías decir lo que has dicho, si realmente me
quieres, entonces eso es suficiente para mí.

—Bueno, no debería ser —dijo, ahora enojado—. Deberías tener


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reglas. Deberías-

Entonces su voz se detuvo mientras ella agarraba el dobladillo de su


camisa y se la quitaba por su cabeza.
Su sujetador deportivo apenas la cubría, mostrado sus apretados
pezones. Sus abdominales inclinados hasta sus anchas caderas,
encerrados en ajustados pantalones. Su boca se secó.

Campanas de advertencia sonaron en su cabeza. Él había dicho que


no iba a hacer esto, no iba a tocarla, no llegaría a tenerla. Pero entonces
también se quitó el sujetador, y su cerebro felizmente se apagó.

No podía evitarlo. Con un gemido de resignación, agradecido, la


tomó en sus brazos con un beso lento y fuerte. Esto estaba sucediendo.
Lo que pasaría después estaba en su cabeza, pero por ahora él tenía
que saborearla, sentirla bajo él, fingir.

Hermosa, hermosa. Quería tocarla en todos esos lugares hermosos,


pero era en todas partes. Sus labios carnosos, pero no, era su boca la
que tenía que explorar. Y esos pechos, regordetes y con una punta de
bronce para su boca.

Pero fue más abajo de su delicada curva, su estómago, todas sus


líneas eran elegantes y perfectas. Y aún más abajo, la suavidad satinada
de su sexo, pero él no podía tocar todos los lugares. No todos a la vez, y
su mente se consumía por eso, ahora, ahora. Tócala ahora, tómala
ahora. Ella es mía ahora.

Demasiado tarde, se dio cuenta de la mano presionando contra su


pecho, deteniéndolo. Ella quería que se detuviera.

Sí, lo haría. Por supuesto que lo haría. Él nunca obligaría a nadie, y


especialmente a ella. No por su cara fea o su viejo cuerpo voluptuoso.

Pero ella realmente no se lo estaba impidiendo, se dio cuenta. Ella lo


tomó de la mano y lo llevó al dormitorio. Para comenzar con sus
pantalones, se arrastró a la cama. Sus piernas se separaron de esa
manera oportuna de una mujer. Extendiéndose en invitación, pero
inclinadamente cerradas con modestia.

Antes de que pudiera procesar las razones por las que no debía, él
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estaba desnudo encima de ella. Era un hombre enloquecido. Él lamió y


chupó poco a poco. Ella debía detenerlo, la parte racional de su
cerebro le gritaba. Pero eso rápidamente fui olvidado por su calor y por
ella.
Ella le dio todo de nuevo a él. Tocándolo, saboreándolo.

Su boca se abrió camino hacia abajo y él quería que–Dios, lo estaba


haciendo. Pero también no creía que pudiera durar. Sabía que no
podía, por lo que la detuvo.

—Bebé —dijo, y ella se detuvo y lo miró. Él le dio un empujón a su


hombro, no podían salir más palabras que sólo eso. Bebé. Ella era suya.

***

En su insistencia, Erin rodó sobre sus manos y rodillas. Sí. De esta


manera, de esa manera. La posición no importaba, siempre y cuando
estuviera dentro de ella, en su boca o en algún lugar. Ella era frenética
con él, tenía la necesidad de mantenerlo en su cuerpo.

El fuerte desgarro del envoltorio, una breve pausa y luego él estaba


listo. Su polla empujó en ella desde atrás. Su cuerpo cubría su espalda
mientras su boca le susurraba al oído.

—Nena, eres tan caliente. ¿Sabes cuánto te quiero? Todo lo que


puedo pensar es en ti. Me tienes loco. Eres mía, mía.

Se sentía bien. Lo estaba. Pero... ella pensó en la primera vez y lo que


él había dicho.

Tú no tienes que mirar.

¿Es eso lo que estaba haciendo? ¿Es por eso que no tenía que verlo?

Y ella quería verlo. Más que eso, ella no quería que él pensara que ella
lo había hecho.

Ella comenzó a girar, pero él le puso una mano fuerte en su espalda.

—¿No es bueno? —Jadeó.


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Podía sentir como él cambiaba el ángulo y —¡ahh!— sí, eso era mejor.
Sin embargo, ese no era el punto. Ese no era el problema.
Ella se apartó para que él no tuviera más remedio que dejarla ir o ir
por ella. Él la dejó ir. Él siempre lo hacía, lo sabía. Él siempre sería amable
con ella. Sin darle la oportunidad de pensar, ella se apartó y se volcó,
abrió las piernas y guio su polla dentro de ella. Sus ojos se abrieron, como
si fuera a protestar, pero luego se calló.

Él gimió, largo y profundo. —Se siente tan bien. Eres mía.

Quería sonreír ante eso le encantaba cuando él decía eso. Ella quería
que nunca dejara de decirlo, pero ella no podía sonreír todo el tiempo.
No cuando la presión, la tensión y la alegría la llevaban cada vez más y
más alto. Ella casi no podía respirar, mucho menos sonreír, y luego que
hubo llegado a la cima. Ella se vino con un grito ahogado y él la siguió
después, bombeando en ella y llego a su orgasmo hasta que estuvo
exprimida.

—Erin —murmuró en su cabello—. No me dejes. No vuelvas a


dejarme... te amo.

Él se quedó paralizado. Ella casi podía oírlo pensando y repitiendo lo


que había dicho mientras búsqueda algo que decir.

Ella ahuecó su mejilla en su mano. Con su otra mano libre, pero se dio
cuenta que era la que estaba dañada, con cicatrices, y ella acarició su
pulgar sobre su piel tan suave, marcada.

—También, te quiero —susurró ella.

Él gimió y cerró los ojos, volviendo su cara por su toque.

El Fin
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Agradecimientos
Traducido por Loly

¡Gracias!
¡Gracias por leer Beauty Touched the Beast! Espero que te haya gustado.
Aprecio mucho todo lo que puedas hacer para difundirlo, incluyendo
dejar un comentario o decirle a un amigo.

Originalmente la historia de Blake y Erin terminaba aquí, pero tenía a más


lectores solicitando una secuela que para cualquier otro trabajo. Así que
por demanda popular, la historia continúa en una serie de tres novelas
cortas, disponibles ahora.

¡Pasa a la página para un atractivo extracto de la nueva entrega,


Beneath the Beauty!

Atentamente,

Skye Warren.
Página26
BENEATH THE BEAUTY

Cuando Blake recibe una oferta para


regresar a su alma mater como
profesor asociado, él sabe que esta es
su oportunidad de volver a entrar en el
mundo, y para ser digno de la mujer
que ama. Erin quiere esta oportunidad
para que él sane... incluso si eso
significa dejarla atrás.

Beneath the Beauty es una novela de


la serie Beauty. No te pierdas la
atractiva entrega inicial, Beauty
Touched the Beast, ya disponible.

“... un héroe intrigante, atractivo y


bestial, una joven estudiante
vulnerable que lo engatusa a salir de su
caparazón, y una historia romántica y
erótica que estoy seguro ha de
satisfacer a los lectores.”- Penélope´s
Romance Reviews.

"Skye Warren ofrece un algunas escenas muy sensuales y sexys." - Ficción


Vixen
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Extracto corto de Beneath the Beauty:
Traducido por Loly
Corregido por GrizeldaDC

Erin se despertó lentamente. La conciencia tiró de ella como una marea


suave. La excitación lamió su piel. Ella había estado en un profundo
sueño, saciado y dolorida, pero ella cobró vida de nuevo bajo su toque.

Blake. Suspirando, ella podría haber dicho su nombre en voz alta. O tal
vez sólo en su mente. Estaban en sintonía ahora, tan poco tiempo
después del sexo. Envuelto el uno en el otro, arropados en el sueño.
Pasado el punto de las discusiones, negociaciones, se habían
desnudados hasta la médula. Sólo él, ella, y el placer que podían invocar
juntos.

Dedos callosos vagaban por sus caderas y bajando, bajando, a donde


sus rizos estaban todavía húmedos del sexo anterior. Ella miró a las
ventanas. Una luz extraña brillaba débil en contra de las cortinas,
anunciando el crepúsculo de la tarde, el ataque de la noche. Él era
realmente insaciable. A principios de esta noche, y luego ahora. Lo más
probable es que ellos lo harían de nuevo en la mañana. A ella le
encantaba.

Cuando sus dedos se deslizaron dentro de humedad en su sexo, ella


gimió.

—Shh. No quise despertarte.

Mentiroso. Una sonrisa perezosa curvó sus labios.

—¿Es eso cierto?

Él encontró su clítoris y lo pellizcó. Su aliento era caliente en la parte


posterior de su cuello, su erección presionando con urgencia contra su
espalda.

—Pero ahora que estás despierta...

—Tú tienes planes para mí. —Delicioso planes. Ellos siempre lo eran.

—No tienes que hacer nada. —Él murmuró, haciéndola rodar sobre su
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espalda. Él acarició su camino a través del valle de sus pechos, a través


de su vientre, y estableciéndose en entre sus piernas. Sus rodillas se
abrieron más, todo su cuerpo se abrió a él, alentado por la anticipación
y el relax del sueño. Sus caderas se inclinaron hacia arriba, una invitación
instintiva.

A ella le habían dado sexo oral antes, pero nunca por alguien tan
dedicado como Blake. Él disfrutó tanto allí como disfrutaba el sexo
regular, tal vez más. Podía hacer que se corra interminables veces, hasta
que ella estaba palpitante e inquieto, hasta que tuvo que rogarle para
que estuviera dentro de ella.

Dios, le encantaba.

Dos semanas no era mucho tiempo, pero se sentía muy cerca de Blake.
Ella confiaba en él con su cuerpo, y demonios, con su corazón. Ella había
salido con su último novio durante ocho meses sin sentir este nivel de
intimidad. Desde luego, nunca le había hecho esto a ella, lamerla desde
el fondo hasta arriba, deteniéndose en un círculo perezoso alrededor de
su clítoris, presionando en un ritmo instintivo hasta sus caderas tomaron el
ritmo.

Antes de que pudiera llegar al clímax, él lamió y chupó su camino más


abajo. Su lengua se deslizó entre sus labios, lo que desató corrientes de
necesidad a través de su centro.

—Oh, Blake, —ella gimió, perdida en las sensaciones, temblando en el


bode.

—¿Qué, bebé? —Murmuró contra su carne—. Dime lo que quieres. Toma


lo que necesites.

¿Quieres leer más? Beneath the Beauty está disponible ahora.


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Sobre la autora
kye Warren es el autor del New York Times y USA Today Bestselling más
vendido de la ficción romántica oscura. Sus libros son crudos, sexuales y
perversamente románticos. Para los nuevos en su trabajo, tenga en
cuenta el éxito de ventas.

Ella escribe erotismo sin complejos, donde el dolor, el sexo y el amor


chocan.

Ha sido llamada "una verdadera amante de la literatura erótica oscura


y retorcida"

Visita el sitio web de Skye:


www.skyewarren.com

Twitter:
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¡TRADUCIDO, CORREGIDO Y DISEÑADO
EN INFINITY DREAMS!
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