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En la soledad de su casa, Thetis, sintió las primeras contracciones y corrió a llamar

a Peleo que había apagado el celular para no ser molestado mientras jugaba una
partida de póquer con los muchachos. Furiosa por la irresponsabilidad de su
marido, Thetis perjuró el nacimiento del hijo que esperaba, y solicitó a los dioses la
presencia de una nodriza que la asistiera en el parto. Cuando la nodriza llegó, por
fin Thetis pudo dar a luz. Momentos más tarde, el llanto del recién nacido impedía
el merecido descanso a Thetis que saltó de la cama, tomó entre sus brazos al hijo y
lo amamantó. Pero el inocente niño no callaba. Se preguntó cuáles serían las
razones del descontento y concluyó en que el comportamiento del niño se debía a
que no le había puesto nombre. Thetis inició sesión en el Windows xp con la
intención de buscar en gulg… En golgu… En internet una palabra que diera nombre
al niño. Pero grande fue su desconcierto cuando advirtió que le habían cortado el
servicio por falta de pago. Antes que Thetis terminara de enloquecer, un golpe en
la puerta la devolvió a la realidad. Se trataba del cartero que estaba repartiendo la
correspondencia.

Thetis: –Oh, ¿pero qué es lo que escuchan mis oídos? ¿Acaso es la… ¡Calla maldito
engendro! ¡Calla que mamita no puede escuchar si alguien está golpeando la
puerta!
(Abre la puerta)
El cartero: –
Si es la casa de Peleo
dónde está que no lo veo.
Soy el cartero y aquí les
y aquí les, y aquí les
aquí les traigo el correo.

Thetis: –Señor cartero, soy Thetis, la esposa de Peleo. Mi marido en este momento
no se encuentra…
El cartero: –¿Y por qué no se busca?
Thetis: –Quiero decir que mi marido no está en casa y no tendré más remedio que
recibir yo misma la correspondencia.

El cartero: –
Así que no está Peleo
por eso es que no lo veo
soy el cartero y aquí les
y aquí les, y aquí les
aquí les traigo el correo.

Sirvasé, doña, ésta es su correspondencia.

Thetis: –Oh, gracias señor cartero, muchas gracias.

El cartero: (yéndose) –
Soy el cartero y aquí les
y aquí les, y aquí les
aquí les traigo el correo.

(El niño deja de llorar cuando escucha la canción del cartero)

Thetis: –Hijo mío, ¡por fin han cesado tus llantos! ¿Acaso te ha gustado la canción
del cartero? ¡Aquiles! ¡Aquiles! ¡Te llamaré: Aquiles! Ven Aquiles, aquí…

Finalmente, Thetis, cierra el sobre, toma la carta y lee la puerta… Finalmente, el


cartero cierra la carta, abre el sobre, lee la puerta y toma la Thetis… Bué, el asunto
es que la carta decía: “Estimados Peleo y Thetis: Espero que al recibo de la misma
os halléis en buen estado de salud, son mis mejores deseos. La misma me he
decidido a escribir cuando Endeis y yo nos enteramos de la maravillosa noticia de
vuestro embarazo, ¡enhorabuena! Recibid nuestra bendición y el cálido beso de
Endeis y mío al nieto que nos regaláis. Atte: Éaco. PD: Que Endeis bien.”
Pero en ese momento, Thetis recibe en su celular un sms del oráculo. El mensaje
decía: “Alerta, el oráculo anticipa: Has procreado una alimaña. Debes deshacerte
de ese niño que no es otro que el anticristo en persona. Si queréis seguir recibiendo
el mensaje del oráculo, envía desde tu celular la palabra “ora” al 7979; si queréis
darte de baja, envía la palabra… “culo”. *Sólo válido para Atenas y alrededores. PD:
Que Endeis bien.”
Thetis se escandalizó al recibir la noticia del oráculo y sin pensarlo envolvió a
Aquiles con unas mantas y lo llevó a las orillas del Estigia donde lo arrojó después
de atarle con un pañuelo una piedra al talón. Cuando regresó a la casa, encontró a
Peleo sentado en su sillón mirando el súper clásico y no supo disimular su
nerviosismo.

Thetis: —Peleo… Peleo. (Grita) ¡Peeeleeeooo!


Peleo: –Mujer. Cuántas veces te he dicho que no me molestes mientras veo el
fútbol.
Thetis: –Tengo una mala noticia
Peleo: –Cortaron el cable
Thetis: –Deja que hable.
Peleo: -Entonces habla ya.
Thetis: –
En nuestra ventana
un enorme ave se posó
y a nuestro hijo se llevó
y a nuestro hijo se llevó
yo desesperada
no supe a quién recurrir
lo fui a perseguir
y no lo encontré

Peleo: –¿Qué dices?


Thetis: –En nuestra ventana…
Peleo (interrumpe): –¡Sí, eso ya lo escuché! ¿Y esas mantas húmedas?
Thetis: –Ah, son las que usé para envolver a Aquiles antes de ahogarlo en el Esti…
Eh… No sé, ¿y esas mantas húmedas?
Peleo: –¿Quién es Aquiles? ¿Y qué tiene que ver con nuestro hijo? ¿Acaso es tu
amante y el hijo que llevabas en tus entrañas es hijo de él y no mío? ¿Acaso lo
ahogaste en Estigia?
Thetis: –Demonios, porqué me casé con un hombre tan perspicaz. Pero Aquiles es
el nombre de nuestro hijo y lo ahogué porque recibí un mensaje del oráculo que
decía…. ¡Peleo! ¡Peleo! ¿Dónde vas?
Peleo: –
Pero qué has hecho mujer impía
tus palabras han nublado mi día
el pobre niño ha muerto ahogado
antes que fuera un hombre lo has matado
y has elegido sola el nombre.
No me has esperado.
Debes irte muy lejos
alejarte de mi ira
porque si yo te agarro
te arranco los que miran.
O sea, los ojos.
Yo iré a buscar ahora
tal vez no está muerto
quizá nació mujer y nadadora.
Corriendo lo iré a buscar
prepárenme el sidecar
una lancha o un velero,
o lo que encuentren primero.
un avión, una avioneta
o aunque sea una patineta.
lo iré a buscar.
Iré en su rescate
aunque sea en un skate...

Así fue que Peleo expulsó de la casa a su esposa y corrió a buscar a Aquiles con la
esperanza de hallarlo con vida. Dos días y dos noches pasaron hasta que, del otro
lado de Estigia, Peleo oyó las voces de unos niños que jugaban en una cueva. Entró
y reconoció un pañuelo que le pertenecía y que estaba atado al tobillo de Aquiles.

Peleo: –¡Aquiles! ¡Aquiles! ¡Qué felicidad hallarte con vida! ¿Cómo has podido
salvarte de morir ahogado?
Aquiles: –

Cuando caí al agua


algo me mordió, algo me mordió
y por la gran fuerza
era un tiburón, era un tiburón

con todas mis fuerzas luché


y al tiburón maté
me fui nadando
y a la cueva llegué, la cueva llegué.

Pero antes de entrar,


un oso me quiso morfar
yo luché con él
y me lo comí, y me lo comí.

Y no sé si después o antes
dos serpientes gigantes
quisieron morderme
y con mis manos a un árbol las até.
y con mis manos a un árbol las até.
Bolas até.

Loba marina: –Aquiles, basta. Disculpe señor Peleo, su hijo tiene alma de
periodista de crónica tv., acostumbra a exagerar las cosas. La verdad es que yo
estaba lavando la ropa al pie de la laguna cuando vi algo extraño en el agua. Nadé
un poco y encontré a su hijo casi ahogado. Le di refugio en la cueva en la que vivo
y lo amamanté. Del mismo modo encontré hace algunos años a los niños que ahora
son mi única familia. Se llaman Caín y Abel.
Abel: –Ayyy!
Loba marina: –¡Caín! ¡Deja tranquilo a tu hermano! Ayy, estos niños.
Abel (entra gritando): –¡Mamá! ¡Mamá! Caín me clavó un cuchillo en la espalda.

Peleo agradeció a la loba y emprendió con Aquiles el regreso a la casa. Mientras


tanto, Thetis, caminaba perdida en el bosque. Sin consuela se preguntabo qué iba
a ser de su vida.

Thetis: --
Me pregunto qué será
de mi vida en soledad
sin marido, sin hogar
sin mucama, sin pijama
y lo peor sin celular

Dónde voy a ir a parar


en un mundo sin piedad
cómo extraño la internet
mis vestidos, mis ruleros
y mi mp3.

Qué desolación
es mi perdición
pero lo que más me duele
es no tener televisión.

Yo me puedo convertir
en cualquier forma y color
pero siempre va conmigo
un horrible dolor.

Peleo: –Mira Aquiles. Esa mujer con la camiseta de Platense se parece mucho a tu
madre. Pensaría que es ella si no supiera que tu madre es de Chaco for ever.
Aquiles: –Papi, papi… Me astillé el talón.
Peleo: –Tranquilo hijo, cuando lleguemos a casa te sacaré la astilla y ya no te
dolerá. Eres valiente, serás un gran héroe…

Para el final de esta historia


habrá que hacer memoria
Aquiles fue un gran héroe
en la guerra de Troya.

Hasta estos días se oyen retumbar


ecos del ruido de las espadas
afortunada la historia será
si de Aquiles no se olvida nada.

Fue el que en batalla mató a Licaón


y el que dio muerte a Asteropeo
Los mirmidones que él comandó
fueron los súbditos de Peleo
Como la pluma de Homero supo escribir
duró diez años esta guerra que yo cuento aquí

Cuando Aquiles apagó su ira


se despidió de Bereida
el cuerpo de Héctor devolvió.

Por fin Aquiles la muerte encontró


ya cuando Troya estaba desecha
para esa fecha, Apolo, el dios
en el talón le dio con una flecha.

Fin.

*Derechos reservados al autor*

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