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Entre los requisitos que se exigen para poder apreciar la existencia de responsabilidad
concerniente a la antijuridicidad del daño, es decir, que no es suficiente con que el ciudadano
haya sufrido un perjuicio a consecuencia de una actuación administrativa, sino que también
es necesario que ese ciudadano no tenga la obligación de soportar el daño. El autor analiza
I. INTRODUCCIÓN
La Ley de 13 de enero de 1999 añadió a esa redacción inicial del art. 141.1 de la
LRJPAC la siguiente precisión: «No serán indemnizables los daños que se deriven de
hechos o circunstancias que no se hubiesen podido prever o evitar según el estado
de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de
producción de aquéllos, todo ello sin perjuicio de las prestaciones asistenciales o
económicas que las leyes puedan establecer para estos casos». Se trata de una
precisión que, aunque la Ley no lo diga expresamente, va dirigida claramente a la
responsabilidad en el ámbito sanitario.
Por su parte, el art. 2.1 del RPR reitera que serán indemnizables las lesiones que
los administrados sufran «en cualquiera de sus bienes y derechos siempre que la
lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios
públicos, salvo en los casos de fuerza mayor o de daños que el particular tenga el
deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley».
Estamos ante una clara cuestión de Derecho plenamente revisable por el Tribunal
Supremo que habrá de invocarse a través del motivo previsto en el artículo 88.1.d)
LJCA (LA LEY. 2689/1998), como infracción del artículo 141.1 LRJPAC (LA LEY.
3279/1992), y, en su caso, de la jurisprudencia dictada sobre ese aspecto de la
responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas.
«En el caso de autos nos encontramos con una reclamación por Responsabilidad
Patrimonial de la Administración, derivada de las lesiones sufridas por el funcionario
del Cuerpo de Policía Nacional recurrente en acto de servicio, al proceder a la
detención de un delincuente el 2 de enero de 1992. La cuestión que se plantea está
directamente vinculada con la concurrencia o no del requisito de antijuridicidad del
daño sufrido, dado que no se plantea cuestión ni sobre la existencia de resultado
dañoso ni sobre la forma y circunstancias en que éste se produjo. Como es sabido,
sólo existen daños antijurídicos, cuando la víctima no tiene el deber de soportar el
daño, deber que surge de la concurrencia de un título que lo imponga, contrato
previo, cumplimiento de obligación legal o reglamentaria, por cuanto la asunción
voluntaria o por mandato legal del riesgo del servicio público, aceptado y
consentido por persona encargada de la prestación de ese servicio, rompe la
relación de causalidad cuando, como en el caso de autos, se toma de forma
autónoma la decisión de actuar y el modo de hacerlo, de tal manera que el
funcionario es quien toma la decisión de actuar y asume la dirección de la acción
efectuada. En el caso de autos no se ofrece duda alguna. El propio recurrente alega
que las lesiones se produjeron en acto de servicio, por tanto en cumplimiento de
una obligación legal de actuar como Policía Nacional, siéndole causadas las lesiones
por el individuo a cuya detención procedía, por tanto, en principio, estamos ante un
supuesto claro de falta de antijuridicidad del daño sufrido. No cabe alegar en
contrario el deber de la Administración de prestar a un funcionario la protección que
requiera el ejercicio de su cargo, pues en modo alguno se ha acreditado que el hoy
recurrente no dispusiese de tal protección, tanto en medios materiales como
humanos, ya que el servicio se venía prestando en pareja, actuando el recurrente
junto con el funcionario CP núm. ..., y sin que en ningún momento se alegue por el
recurrente falta de medios materiales para llevar a cabo el servicio. En
consecuencia la indemnización por lesiones sufridas en acto de servicio bajo el
título de responsabilidad patrimonial se rige por las normas generales en la materia
y por tanto, es aplicable la doctrina inicialmente establecida sobre el deber jurídico
de soportar el daño, con independencia de cualquier otra indemnización que
pudiera corresponder al recurrente por cualquier otro título, incluido el derivado de
la relación contractual derivada de un seguro contratado por la Administración
demandada, indemnización que se regirá por lo establecido en las cláusulas del
contrato, pero sin que ello pueda presuponer que la suscripción del mismo implica
la aceptación tácita por la Administración de la obligación de indemnizar como
consecuencia de la responsabilidad patrimonial de la Administración establecida en
el artículo 139 y ss. de la LPC y 106 de la Constitución.»
«No está de más recordar al respecto el criterio que esta Sala viene manteniendo
respecto de la responsabilidad patrimonial en relación con el personal profesional
de las Fuerzas Armadas, en razón de los daños o perjuicios sufridos en relación con
la prestación del servicio, señalando la sentencia de 1 de febrero de 2003,
reproducida por la de 6 de julio de 2005, que en el caso de funcionamiento normal,
el servidor público ha asumido voluntariamente un riesgo que, de acuerdo con la
ley, tiene el deber jurídico de soportar, por lo que el daño no sería antijurídico y la
Administración no vendría obligada a indemnizarle por el concepto de
responsabilidad patrimonial sino con las prestaciones previstas expresamente en el
ordenamiento jurídico aplicable a su relación estatutaria, siendo éste el criterio
mantenido también en la Sentencia de esta Sala de 10 de abril de 2000. Por el
contrario, y en el caso de funcionamiento anormal del servicio público, se debe
discernir si la deficiencia o anormalidad es consecuencia exclusivamente de la
propia actuación del servidor o funcionario público, en cuyo caso su misma
conducta sería la única causante del daño o perjuicio sufrido, con lo que faltaría el
requisito del nexo causal, requerido por el apartado 1 del artículo 139 de la
mencionada Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común para que nazca la responsabilidad patrimonial
de la Administración, o si la deficiencia o anormalidad del servicio obedece a otros
agentes con o sin la concurrencia de la conducta del propio perjudicado. Como
añadíamos en aquella sentencia, en el caso de que ninguna participación hubiese
tenido el funcionario o servidor público perjudicado en el resultado producido, debe
ser cabalmente resarcido e indemnizado por la Administración Pública de todos los
daños y perjuicios que se le hubiesen irrogado hasta alcanzar su plena indemnidad,
pero en el supuesto de que hubiese cooperado en el funcionamiento anormal del
servicio, la indemnización en su favor habrá de moderase en atención a su grado de
participación.»
concesionario de la víctima
«Como hecho relevante que figura en los autos debe atenderse a que Navarra
Food, S.A., es vocal de la Junta de Explotación de la Confederación Hidrográfica del
Ebro así como de la Comisión de Desembalse, sección C, grupo 1, ... Resulta
incontestable la existencia de numerosos usuarios aguas abajo del embalse de Yesa
que requieren caudales para satisfacer sus necesidades concesionales, lo que obliga
a que sea necesario evacuar los caudales necesarios para atender las concesiones.
Constituye hecho notorio que la Real Orden de 7 de mayo de 1926, al aprobar el
proyecto de la presa de Yesa, obliga a respetar los usos y aprovechamientos que se
dan aguas debajo de la misma, esencialmente agrícolas. El Director Técnico de la
Confederación Hidrográfica del Ebro en informe remitido al juez de Instrucción de
Aoiz, con fecha 4 de junio de 2001, para el procedimiento abreviado 968/2000
manifiesta que "no se dio orden alguna de apertura de aliviaderos del Pantano de
Yesa en la noche del sábado 21 al domingo 22 de octubre del 2000, siendo la
situación del embalse de explotación normal y solamente se limitó a soltar los 8
m³/seg de las servidumbres existentes, aguas debajo de la Presa de Yesa como se
realizó anterior y posteriormente a esta fecha". Y no ofrece duda que la sociedad
recurrente como aduce el informe de la Confederación Hidrográfica del Ebro
obrante en el expediente administrativo, debería conocer la sistemática de
funcionamiento y las instalaciones del embalse. Debe resaltarse que Navarro Food,
S.A., es titular de un aprovechamiento de agua de 5000 l/segundo en el Río Aragón
por debajo de la presa del embalse de Yesa de cuyo suministro depende la
subsistencia de la población de truchas objeto de explotación en virtud de la
concesión. Incumbe a la misma mantener sus instalaciones en condiciones de ser
explotadas por medios de las aguas del río objeto de aprovechamiento. Mas en
modo alguno ha justificado que el citado aprovechamiento de aguas otorgado el 2
de abril de 1964 fuera de aguas claras y no de las aguas del Río Aragón, en las
condiciones en que las mismas discurren en función de la concurrencia o no de
lluvias de mayor o menor intensidad teniendo en cuenta la obligación de
distribución a los titulares de aprovechamiento previamente existentes a la
construcción de la presa de Yesa. Por ello, puede acontecer, como aquí ocurrió, que
tras unas lluvias intensas se produjera una acumulación de sólidos en el agua
objeto de aprovechamiento que era soltada desde el embalse para atender a las
servidumbres existentes. Carece de relevancia si los sólidos en suspensión
provenían de los arrastres derivados de las intensas lluvias o de la remoción de las
aguas del fondo del pantano pues el titular del aprovechamiento de aguas del Río
Aragón lo era en las condiciones en que las mismas discurrieran. Al prosperar el
motivo del recurso procede conforme al art. 95. 2.d) LJCA resolver el recurso
conforme a lo planteado en instancia. Por ello la ausencia notoria de uno de los
requisitos exime del examen del resto en cuanto que deben concurrir todos ellos.
Sentada en razonamiento anterior la ausencia de antijuridicidad del daño procede la
desestimación de la pretensión.»
VI. EPÍLOGO
Sucede además que, a pesar de lo que dice el art. 141.1 de la LRJPAC (LA LEY.
3279/1992), las Leyes no suelen establecer cuándo una lesión es antijurídica o no,
salvo casos aislados (p. ej. art. 35 (LA LEY. 865/2008) del texto refundido de la Ley
del Suelo de 20 de junio de 2008), de forma que ha de ser la jurisprudencia la que
establezca los criterios que permitan deducir si en cada caso concreto el daño es o
no antijurídico.