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Cátedras Teosóficas – H.P.

Blavatsky

Cátedras
Teosóficas
H.P. Blavatsky

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Chelas y Chelas Laicos


(Chelas and Lay Chelas, The Theosophist, julio 1883)

Dado que la Teosofía ha introducido, entre muchos otros


términos, la palabra: Chela en la nomenclatura de la metafísica
occidental y puesto que la circulación de nuestra revista está en
constante ascenso, sería oportuno dar una explicación más
definida referente al sentido del término Chela y acerca de las
reglas del estado de Chela (Chelaship, en inglés), para el
beneficio de los miembros europeos si no orientales. Entonces:
un "Chela" es aquella persona que se ha entregado como
discípulo para aprender, prácticamente, "los misterios ocultos
de la Naturaleza y los poderes psíquicos latentes en el ser
humano." En la India, con el término Gurú, se indica el maestro
espiritual al cual él propone su candidatura y el Gurú auténtico
es siempre un Adepto en la Ciencia Oculta. Es un ser con un
profundo conocimiento exotérico y esotérico, especialmente en
lo que concierne a este último. Ha controlado, por medio de su
Voluntad, la naturaleza carnal; ha desarrollado, en sí, tanto el
poder (Siddhi) para controlar las fuerzas de la naturaleza, como
la capacidad de hurgar sus secretos, valiéndose de los poderes
de su ser que, anteriormente, estaban latentes; pero ahora son
activos. Este es el verdadero Gurú. Ofrecerse como candidato al
estado de Chela es suficientemente fácil; mientras que,
desarrollarse en un Adepto, es la tarea más ardua que algún ser
pueda emprender. Hay una profusión de poetas, matemáticos,
mecánicos y estadistas "congénitos"; sin embargo, un Adepto
congénito es algo prácticamente imposible. Pues, aunque muy
raramente se oye hablar de alguien que tiene una extraordinaria
capacidad innata para adquirir el conocimiento y el poder
ocultos, también este individuo debe experimentar las mismas
pruebas que adiestran a la personalidad y pasar por la misma
autodisciplina que cualquier otro compañero aspirante menos
dotado. En este aspecto, es una verdad diamantina que no existe
ningún camino rápido a lo largo del cual, los privilegiados
pueden viajar.

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Durante siglos, los Mahatmas himaláyicos han seleccionado


los Chelas fuera del grupo hereditario dentro del gon-pa
(templo), entre la profusa clase de místicos congénitos
Tibetanos. Las únicas excepciones han sido los casos de
hombres occidentales como Fludd, Thomas Vaughan, Paracelso,
Pico de la Mirandola, Conde de St. Germain, etc., cuya afinidad
temperamental con esta ciencia celestial indujo, más o menos, a
los Adeptos distantes, a entablar relaciones personales con
ellos, dándoles la oportunidad de obtener una porción, más o
menos pequeña, de la verdad plena, según era posible divulgar
en su medio ambiente social. En el cuarto Libro de Kiu-te, en el
Capítulo concerniente a "Las Leyes de los Upasanas,"
aprendemos que las calificaciones necesarias en un Chela son:

1. Una salud física perfecta.


2. Una pureza mental y física absolutas.
3. Propósito inegoísta, caridad universal, compasión para
todos los seres animados.
4. Verdadera lealtad y una fe diamantina en la ley de
Karma, independiente de cualquier poder en la
naturaleza que pudiera interferir: una ley cuyo curso no
puede obstruirse por ningún agente, ni ser desviado por
oración, o por ceremonias exotéricas propiciatorias.
5. Una osadía intrépida en toda emergencia, aun a costo
de la vida.
6. Una percepción intuitiva de que él es el vehículo de
Avalokitesvara manifestado o Atma Divino (Espíritu.)
7. Una calmada indiferencia; pero una justa apreciación,
para todo lo que constituye el mundo objetivo
transitorio, en su relación con las regiones invisibles.

Estas deben ser, al menos, las calificaciones de uno que


aspira al estado de Chela perfecto. Sólo la primera, en casos
raros y excepcionales, puede ser modificada, mientras las demás
son objetos de insistencia irrevocable y todas deben haber sido,
más o menos, desarrolladas en la naturaleza interna por los
Esfuerzos autoinducidos del Chela, antes de que pueda ser
puesto, verdaderamente, a prueba.

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Cuando el asceta, según su capacidad natural a lo largo del


camino autoevolutivo, tanto dentro del mundo activo o fuera de
él, ha dominado y se ha colocado sobre su (1) Sarira, cuerpo; (2)
Indriya, sentidos; (3) Dosha, limitaciones; (4) Dukkha, dolor; y
está listo para hacerse uno con su Manas, la mente; Buddhi, el
intelecto o inteligencia espiritual y Atma, el alma suprema o
espíritu y además reconoce en Atma el regente más elevado en
el mundo de las percepciones y en la voluntad, la energía (o
poder) ejecutiva suprema, entonces, conforme a las reglas
venerables, puede ser tomado bajo la égida de uno de los
Iniciados. Ahora se le podrá mostrar el camino misterioso a
cuyo final, al Chela se le enseña el discernimiento infalible de
Phala o los frutos de causas producidas, entregándole los
medios para alcanzar Apavarga, la emancipación de la miseria
de los renacimientos cíclicos (en cuya determinación el
ignorante es impotente), evitando, así Pratya-bhava, la
transmigración.

Desde el advenimiento de la Sociedad Teosófica, una de


cuyas arduas tareas consistía en volver a despertar en la mente
aria la memoria latente de la existencia de esta ciencia y de estas
capacidades humanas trascendentales, las reglas de la selección
del Chela, desde un punto de vista, se han hecho levemente
menos austeras. Muchos miembros de la Sociedad Teosófica se
postularon como candidatos al estado de Chela porque la
prueba práctica que se les dio, sobre los puntos anteriores, los
convenció y justamente pensaron que, si otros seres humanos
han alcanzado la meta, también ellos, si estaban inherentemente
preparados, podrían realizarla, siguiendo el mismo camino.
Vista su insistencia, se les otorgó la oportunidad de, al menos,
comenzar; ya que hubiera sido una interferencia con el Karma
negársela. Hasta la fecha, los resultados han sido muy poco
alentadores y se ordenó la recopilación de dicho artículo a fin de
mostrar a estos desdichados la causa de su fracaso y poner
alerta a otros que, sin pensar, quisieran precipitarse en un
destino similar. A pesar de que los candidatos en cuestión
fueron advertidos con anticipación, empezaron cometiendo el
error de mirar egoístamente al futuro, perdiendo de vista el

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pasado. Se olvidaron que no habían hecho nada para merecer el


raro honor de la selección, nada que les garantizara tal
privilegio al cual sentían tener derecho y que no podían
ufanarse de ninguno de los méritos enumerados. Como seres
humanos del mundo sensual y egoísta, casados o solteros,
comerciantes, empleados, soldados o catedráticos, todos habían
pasado por una escuela más calculada para asimilarlos con la
naturaleza animal que para desarrollar en ellos las
potencialidades espirituales. Sin embargo, cada uno de ellos era
tan vanidoso que suponía que, en su caso, se haría una
excepción a la ley establecida en un pasado remoto, como si, en
realidad, en su persona ¡hubiese nacido un nuevo Avatar en el
mundo! Todos esperaban que se les enseñaran las cosas ocultas
y que se les entregaran poderes extraordinarios sólo por
haberse unido a la Sociedad Teosófica. Sin embargo debemos
ser justos y decir que algunos determinaron mejorar
sinceramente sus vidas, abandonando la mala conducta.

Al principio fueron rechazados todos, empezando por el


Coronel Olcott, el Presidente y no hacemos ningún mal en decir
que no fue aceptado formalmente como Chela hasta que probó,
por más de un año de duro trabajo devoto y una determinación
inquebrantable, que podía ser puesto a prueba sin peligro.
Entonces, por todos lados se oyeron quejas: de los hindúes, que
debían haber sido más perceptivos y de los europeos, los cuales,
obviamente, no estaban en la condición de saber nada acerca de
las reglas. Se concitaba que: si no se daba la oportunidad de
probar a unos pocos teósofos, la Sociedad homóloga no podía
sobrevivir. Todo otro aspecto noble y altruista de nuestro
programa fue ignorado y en la febril carrera hacia el adeptado,
se pisotearon y se perdieron de vista el deber de uno hacia su
prójimo, su país, su deber de ayudar, iluminar, alentar y elevar a
los más débiles y menos afortunados que él. En todo círculo
resonaba el pedido por los fenómenos y sólo los fenómenos; los
Fundadores no podían llevar a cabo su verdadero trabajo
porque se les importunaba a fin de que intercedieran con los
Mahatmas, la fuente de la verdadera queja, aunque fueron sus
pobres agentes el blanco de todo ataque. Al final; las

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autoridades superiores accedieron que unos pocos de los


candidatos más insistentes, podían ser aceptados por lo que
eran. Quizá el resultado del experimento muestre de forma más
clara que cualquier sermón, lo que implica el estado de Chela y
cuáles son las consecuencias del egoísmo y de la temeridad.
Cada candidato fue advertido que debía esperar años antes de
que se probara su idoneidad y que debía pasar por una serie de
pruebas que llevarían a la superficie todo lo que había de bueno
o malo en él. La mayoría eran hombres casados, por eso se les
denominó "Chelas Laicos," un neologismo en español; sin
embargo, su sinónimo era muy antiguo en los idiomas asiáticos.
Un Chela Laico es una persona del mundo que anhela,
firmemente, convertirse en un sabio en las cosas espirituales.
Virtualmente, cada miembro de la Sociedad Teosófica que
acepte el segundo de los tres "Principios Declarados," es un
Chela Laico. Sin embargo, aunque no pertenezca al número de
los Chelas auténticos, tiene la posibilidad de convertirse en tal,
porque ha atravesado el confín que lo separaba de los
Mahatmas y podríamos decir que se ha hecho notar por Ellos. Al
unirse a la Sociedad Teosófica y al comprometerse en ayudar al
trabajo, ha dado su promesa de actuar, en cierto grado, en
armonía con esos Mahatmas, por cuya instancia se organizó la
Sociedad y bajo cuya protección condicional permanece. Unirse
a ella es, simplemente, la introducción; todo el resto depende
plenamente del miembro, que nunca deberá esperar el más
pequeño "favor" por parte de uno de nuestros Mahatmas o de
algún otro Mahatma en el mundo y si este último decidiera
hacerse conocer, esto no sería el fruto completo del mérito
personal. Los Mahatmas son los servidores de la Ley de Karma y
no los árbitros. El estado de Chela Laico no otorga ningún
privilegio a nadie: excepto aquel de trabajar para el mérito, bajo
la observación de un Maestro. Que el Chela vea o no el Maestro
no altera el resultado: sus pensamientos, sus palabras y
acciones buenas fructificarán, así como las malas. Ufanarse por
ser un Chela Laico u ostentarlo, es la manera más cierta para
reducir la relación con el Gurú a algo simplemente nominal; ya
que sería una prueba tajante de vanidad e incapacidad para un
progreso ulterior. Durante años hemos enseñado siempre la

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máxima: "Primero merece y luego desea" una relación íntima


con los Mahatmas.

Ahora bien: en la naturaleza obra una ley terrible,


inalterable y cuya operación aclara el aparente misterio de la
selección de ciertos "Chelas" que en estos años pasados han
resultado ser tristes ejemplos morales. ¡Recuerda, el lector, el
antiguo proverbio: "dejar lo bueno en paz?" Este encierra un
mundo de verdad oculta. Ningún ser humano conoce su fuerza
moral hasta que es puesto a prueba. Millares llevan vidas
respetables porque jamás se han visto acorralados. No cabe
duda que esta es una verdad común; pero es muy pertinente en
el caso en cuestión. Aquél que trata de emprender el estado de
Chela, despierta y exacerba, hasta la desesperación, toda pasión
latente de su naturaleza animal. Este es el comienzo de una
lucha por el dominio de nosotros, en la cual no hay espacio para
la indulgencia; ya que implica, de una vez por todas: "Ser o No
ser." La victoria conduce al Adeptado; la derrota a un Martirio
innoble, porque caer víctima de la lujuria, el orgullo, la avaricia,
la vanidad, el egoísmo, la cobardía o cualquier otra de las
tendencias inferiores es, en realidad, algo innoble para el
parámetro de un verdadero ser humano. El Chela, no sólo es
llamado a encarar todas las proclividades malas latentes en su
naturaleza, sino también todo el poder maléfico acumulado por
la comunidad y la nación a las cuales pertenece; ya que es parte
integrante de esos agregados y lo que influencia al ser humano
individual o a la colectividad (ciudad o nación), repercute sobre
el otro. En este caso, la batalla que ha librado en favor de la
bondad, desarmoniza todo el conjunto de la maldad en su
ambiente, la cual reacciona precipitando su furia sobre él. Si está
satisfecho con seguir la corriente de sus semejantes, siendo casi
como ellos, quizá un poco mejor o algo peor de lo ordinario, no
atraerá la atención de nadie. Sin embargo, tan pronto como se
sabe que ha podido detectar la vaciedad del teatro de la vida
social, su hipocresía, egoísmo, sensualidad, codicia y otros
aspectos negativos y ha tomado la determinación de levantarse
a un nivel superior, inmediatamente se convierte en el objeto de
odio y toda naturaleza negativa, fanática o malévola, le envía

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una corriente de malquerencia que se opone a su poder de


voluntad. Si el Chela es inherentemente fuerte la domina, así
como el poderoso nadador se desliza por la corriente impetuosa
que arrastraría a uno más débil. Sin embargo, en esta lucha
moral, si el Chela tiene una sola limitación, haga lo que haga,
ésta aflorará. El barniz de las convencionalidades que la
"civilización" sobrepone a todos nosotros, debe disiparse hasta
su último vestigio para que el Yo Interno pueda expresarse libre
y exento del más leve velo que oculta su realidad. Bajo la
presión del estado de Chela, es posible que se olviden los
hábitos sociales que, hasta cierto punto, mantienen la
humanidad bajo un freno moral, obligándola a pagar tributo a la
virtud, aparentando una bondad que puede ser o no ser genuina
y, al mismo tiempo, estos frenos pueden desintegrarse. Ahora, el
Chela se encuentra en una atmósfera ilusoria, Maya. El vicio
asume su máscara más cautivante y las pasiones tentadoras
tratan de embelesar al aspirante inexperto en las
anfractuosidades del degrado psíquico. Lo antedicho no es
análogo al cuadro de un gran artista donde Satán está jugando
ajedrez con un hombre que ha apostado su alma, mientras el
ángel de la guarda lo asiste y lo aconseja. Pues, en el caso del
Chela, la lucha es entre su Voluntad y su naturaleza carnal y el
Karma prohibe que algún ángel o Gurú interfiera hasta que se
sepa el resultado. En "Zanoni," obra que los ocultistas siempre
apreciarán, Bulwer Lytton idealiza todo esto con una vívida
fantasía poética; mientras, en Una Historia Extraña, se vale de la
misma facundia para mostrar el lado negro de la búsqueda
oculta y sus peligros mortales. El otro día, un Mahatma definió
el estado de Chela como un "disolvente psíquico que carcome
toda la incrustación, dejando aflorar el oro puro." Si el candidato
tiene un deseo latente por el dinero, el embrollo político, el
materialismo escéptico, la ostentación vana, la mentira, la
crueldad y la gratificación sensual de cualquier tipo, es casi
cierto que esta semilla brotará, análogamente a las cualidades
nobles de la naturaleza humana. Emerge lo que en realidad
somos. Entonces: ¡no es, quizá, la cumbre de la demencia, dejar
el camino tranquilo de la vida común y corriente, para escalar
los desfiladeros del estado de Chela sin estar seguro que uno

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posee en sí lo que se necesita? La Biblia dice: "Que aquel que


está de pie ponga atención, si no quiere caerse." Palabras que
todo aspirante Chela debería tomar en seria consideración antes
de precipitarse en el fuego. Para algunos de nuestros Chelas
laicos, hubiera sido conveniente si lo hubiesen pensado dos
veces antes de retar las pruebas. Recordemos varios fracasos de
los últimos doce meses. Uno enloqueció, negó los sentimientos
nobles expresados sólo unas semanas anteriores y se hizo
miembro de una religión que había, justa y desdeñosamente,
comprobado ser falsa. Un segundo fue el reo de un delito y
escapó con el dinero de su patrón, que es también un teósofo.
Un tercero se entregó a una lujuria grosera, confesándola
inútilmente, entre murmullos y sollozos, a su Gurú. Un cuarto se
enredó con una persona del sexo opuesto y alienó sus amistades
más queridas y verdaderas. Un quinto mostró síntomas de
aberración mental y fue llevado a Corte bajo cargos de conducta
vergonzosa. Un sexto, cuando estaba por ser capturado, se
disparó para sustraerse a las consecuencias de su conducta
criminal. La lista continúa. Todos eran, aparentemente,
buscadores sinceros de la verdad y llevaban una vida
respetable. Externamente y según las apariencias, eran buenos
candidatos para el estado de Chela; sin embargo: "en el interior,
todo era putrefacción y huesos de muertos." La capa del mundo
era tan densa que ocultaba la ausencia del oro atrás y el
"disolvente," haciendo su trabajo, mostró que, en cada caso, el
candidato era una simple figura blanqueada de escorias
morales, desde la circunferencia hasta el centro [...]

En lo anterior hemos tratado, naturalmente, sólo los


fracasos entre los Chelas Laicos; sin embargo ha habido,
también, éxitos parciales que están pasando, gradualmente, por
las primeras etapas de su prueba. Algunos tratan de ser útiles a
la Sociedad Teosófica y al mundo en general mediante un buen
ejemplo y la enseñanza. Si persisten, ellos y nosotros nos
beneficiaremos. Les esperan pruebas muy arduas; pero nada "es
Imposible para quien tiene Voluntad." Las dificultades en el
estado de Chela jamás se amortiguarán hasta que la naturaleza
humana cambie, desenvolviendo una nueva. San Pablo, (en

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Romanos, Vii., 18, 19), debe haber pensado en un Chela cuando


dijo: "la voluntad está presente en mí; pero no encuentro cómo
poner en práctica lo que es bueno. Pues el bien que quisiera
hacer no lo hago y el mal que no quisiera hacer, esto sí lo hago."
En el sabio Kiratarjuniya de Bharavi leemos:

Los enemigos que afloran dentro del cuerpo humano,


Las pasiones malas son de difícil dominio,
Si las combatiéramos con osadía, el que las conquista
Es comparable al conquistador de los mundos. (XI, 32)

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Chelas
(Chelas, The Theosophist, oct. 1884)

A pesar de la gran cantidad de artículos aparecidos en esta


revista referentes al tema de los Chelas, parece que aun subsiste
una plétora de concepciones erróneas y puntos de vista falsos.
¿Qué son los Chelas y cuáles son sus poderes? ¿Tienen
limitaciones y en qué particular se distinguen de las personas
que no son Chelas? ¿Deberíamos tomar, cada palabra proferida
por un Chela, como una verdad sacrosanta?

Estas preguntas son el fruto de las concepciones tan absurdas


que, por un cierto lapso, las personas han tenido acerca de los
Chelas y cuando se percataron de que estas ideas debían ser
cambiadas, en varios casos la reacción ha sido muy violenta.

La palabra "Chela" significa, simplemente: un discípulo; sin


embargo, en la literatura teosófica se ha cristalizado y en
muchas mentes tiene tantos sentidos distintos como los que
tiene la palabra "Dios." Según el punto de vista exagerado de
algunos: cuando un ser humano es un Chela, se le coloca, de
pronto, en un plano en que, toda palabra que pueda
desafortunadamente pronunciar, se interpreta como si tuviese
autoridad, sin concederle, al pobre, privilegio de hablar como
una persona ordinaria. Si se descubriera que lo proferido era
fruto de su pensamiento y responsabilidad, se le imputaría
querer extraviar a su audiencia.

Ha llegado el momento de corregir, de una vez por todas, esta


idea errónea. Existen Chelas y Chelas, así como hay Mahatmas y
Mahatmas. En verdad, existen Mahatmas que son los Chelas de
Mahatmas aun más elevados. Sin embargo, nadie podría
confundir, ni siquiera por un instante, un Chela que acaba de
empezar su camino espinoso, con aquel Chela más grandioso
que es un Mahatma.

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En efecto, el Chela es un ser desafortunado que se ha


encaminado a lo largo "de un sendero no manifestado" y como
Krishna dice: "éste es el camino más difícil."

El se da cuenta de que, en lugar de ser el vocero constante de su


Gurú, su soledad en el mundo supera la de los que no son Chelas
y su sendero está infestado de peligros que abrumarían a
muchos aspirantes, si los retratáramos con sus colores
naturales. Así que, en lugar de aceptar a su Gurú y pasar un
examen de admisión con el propósito de conseguir un
bachillerato en el Arte del Ocultismo, bajo la guía constante y
amistosa de su maestro, él fuerza la entrada en un recinto
vigilado y, desde entonces, debe luchar y conquistar o morir. En
lugar de que él acepte, deber ser digno de aceptación. Ni
siquiera tiene que ofrecer su persona. Este año, uno de los
Mahatmas ha escrito: "No se precipiten hacia nosotros por
entrar en el estado de Chela, esperen hasta que éste inunde su
conciencia."

Haber sido aceptado como un Chela no implica que él sea un


simple instrumento de su Gurú. Hablará de manera común y
corriente, ahora como antes; y sólo cuando el maestro envía, por
conducto del Magnetismo del Chela, un mensaje escrito, la
audiencia podrá decir que una comunicación llegó a través de él.

Ocasionalmente, entre los Chelas, así como entre cualquier


autor, se pueden proferir palabras verdaderas y hermosas, pero
no se debe concluir que, durante tal expresión, el Gurú estaba
hablando a través del Chela. Si en la mente de este último había
un buen pensamiento, la influencia del Gurú, como la lluvia
refrescante para la semilla, puede haber facilitado su germinar
repentino a la vida, desarrollándolo de manera anormal; sin
embargo, ésta no es la voz del maestro. En realidad, raros son
los casos en que los maestros hablan a través de un Chela.

Los poderes de los Chelas varían en armonía con su adelanto y


todos deberían saber que si un Chela tiene algún "poder," no se
le permite usarlo, sino en casos excepcionales y jamás puede

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ufanarse de poseerlo. Consecuentemente: los neófitos tienen,


virtualmente, los mismos poderes que un ser común y corriente.
En efecto: la meta que se le depara al Chela no consiste en
adquirir un poder psicológico; ya que su tarea principal es:
despojarse del sentido imperante de la personalidad, el espeso
velo que nos oculta la parte inmortal, el verdadero ser. Mientras
que él permita a este sentimiento permanecer, seguirá
quedándose ante la puerta del Ocultismo, incapaz de ir más allá.

El sentimentalismo no es la característica de un Chela. Su


trabajo es duro, el camino espinoso y la meta muy distante. Con
el mero sentimentalismo no dará ni un paso. ¿Quizá esté
esperando que el maestro le pida mostrar su osadía,
despeñándose de un precipicio o desafiando el frío rígido de los
Himalayas? Esperanzas vanas. No lo llamarán así. Por lo tanto:
como no debe revestirse de sentimentalismo, la gente, cuando
quiere considerarlo, no debe sobreponer a todas sus acciones y
palabras, un falso velo de sentimentalismo.

Entonces, de ahora en adelante, tratemos de usar más cordura


cuando miremos a un Chela.

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¿CIENCIA OCULTA O EXACTA?


(Occult or Exact Science, The Theosophist, april-may, 1886)

ECCE SIGNUM! He aquí el signo previsto para un porvenir


más brillante; el problema llamado a ser la cuestión del siglo
venidero, la pregunta que todo padre reflexivo y celoso se
dirigirá a sí mismo respecto a la educación de sus hijos en el
siglo XX. Diremos desde luego que por Ciencia Oculta no
queremos significar ni la vida de un chela1, ni las austeridades
de un asceta, sino simplemente el estudio de lo único que es
capaz de darnos la clave de los misterios de la Naturaleza y de
revelarnos los problemas del Universo y del hombre psico–
físico, aun cuando no se sienta uno inclinado a profundizar más
en el asunto.

Cada nuevo descubrimiento llevado a cabo por la ciencia


moderna indica las verdades de la filosofía arcaica. No conoce el
verdadero ocultista un solo problema cuya solución no sea
capaz de dar la ciencia esotérica, si se la estudia como es debido;
mientras que las corporaciones científicas de Occidente no han
podido hasta ahora llegar a la raíz de ningún fenómeno de las
ciencias naturales, ni explicarlo en todos sus aspectos. Las
ciencias exactas no pueden conseguirlo en este ciclo, por
razones que más adelante daremos. Y, sin embargo, el orgullo de
la época actual que se rebela contra la introducción de antiguas
verdades en el dominio de la ciencia –especialmente cuando
aquéllas son transcendentales– se va haciendo cada vez más
intolerante. Pronto lo verá el mundo alzarse hasta las nubes de
la propia vanidad, cual nueva Torre de Babel, para participar de
la suerte que tocó al monumento bíblico.

En una obra reciente sobre antropología2 se lee lo siguiente:


“Al fin nos es dado conocer (¿), abarcar, manejar y medir las
fuerzas con que Dios procedió, según se afirma… Hemos
convertido a la electricidad en correo, la luz en geómetra, la

1
Palabra sánscrita (lit. niño), que significa discípulo. El discípulo de un Guru o Sabio
perteneciente a una escuela filosófica.
2
Bulletin de la Société d´Anthropologie, 3, fasc., pág. 384.
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afinidad química en jornalero”, etc. Estas palabras se


encuentran en una obra francesa. El que está enterado de las
perplejidades de las ciencias exactas y de los errores confesados
diariamente por sus representantes, se siente inclinado,
después de leído tan pomposo fárrago, a exclamar como el
descontento de la Biblia: Tradidit mundum ut non sciant.
Verdaderamente: “el mundo les fue entregado a fin de que jamás
lo conociesen.” El hecho de que el gran Humboldt mismo haya
expresado axiomas tan erróneos como éste: “¡La Ciencia
empieza para el hombre sólo cuando su inteligencia ha
dominado la Materia!”3, indicará hasta dónde llega la
probabilidad de éxito para los sabios por ese camino. La palabra
Espíritu en vez de materia, quizá hubiese expresado una verdad
más grande. Pero si el término materia hubiera sido sustituido
por el de Espíritu, Mr. Renan no hubiese felicitado al venerable
autor del Kosmos en los términos en que lo hizo.

Me propongo presentar algunos ejemplos para demostrar


que el conocimiento de la materia sola, con las en otro tiempo
fuerzas imponderables –sea cual fuere el significado que la
Academia francesa y la Sociedad Real hayan atribuido al
adjetivo, cuando fue inventado– no es suficiente para los objetos
de la verdadera ciencia. Tampoco será suficiente jamás para
explicar el fenómeno más sencillo, aun en la naturaleza física
objetiva, sin contar los casos anormales que tanto interés
inspiran actualmente a los fisiólogos y biólogos. Según expresó
el Padre Secchi, el famoso astrónomo romano, en su obra4,
“aunque sólo unas pocas de las nuevas fuerzas quedasen
probadas, tendrían que admitir en su dominio (el de las fuerzas)
agentes de un orden enteramente distinto a los de la
gravitación”.

“He leído bastante acerca del Ocultismo, y he estudiado los


libros kabalísticos: ¡jamás entendí una palabra de ellos!” Esta
observación la hacía recientemente un experimentador versado

3
Kosmos, vol. 1, pág. 3 y 76 (con las mismas ideas).
4
Delle Forze, etc.
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en la transmisión del pensamiento, colores de los sonidos, y


demás.
Es muy natural. Antes de poder deletrear y leer, o entender
lo que se lee, es preciso estudiar el alfabeto.

Hace cuarenta años aproximadamente, conocí a una niña de


siete u ocho que inquietó muy seriamente a sus padres,
diciendo:

–Mamá mía, te quiero mucho. Hoy eres buena y cariñosa


conmigo. Tus palabras son enteramente azules.

–¿Qué quieres decir?– preguntó la madre.

–Tus palabras son todas azules, porque son muy cariñosas; pero
cuando me regañas, aparecen rojas, pero ¡tan rojas! Pero es aún
peor cuando te encolerizas contra papá, porque entonces son de
color naranja… horribles… como esto…

Y la niña señalaba al hogar en el que ardía un gran fuego. La


madre palideció.

Más adelante observaron que aquella niña sensitiva


asociaba a menudo los colores con los sonidos. Las melodías que
tocaba su madre al piano producían en ella verdaderos éxtasis de
placer; veía “arco–iris tan hermosos”, según explicaba; mas
cuando tocaba su tía, eran “fuegos artificiales y estrellas”,
“estrellas brillantes que disparaban pistolas y que después…
estallaban…”

Los padres se asustaron y temieron que la niña padeciese de


algún trastorno cerebral. Llamaron al médico de la familia.

–Exuberancia de imaginación infantil– dijo el médico.

–Alucinaciones inocentes… No la dejéis beber té y obligadla a


jugar más con sus hermanitos, a pelear con ellos, a hacer
ejercicios físicos…– y se marchó.

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En una gran ciudad rusa, situada a orillas del Volga, existe


un hospital del que forma también parte un asilo para lunáticos.
Allí estuvo una pobre mujer encerrada más de veinte años –
hasta la hora de su muerte– como sujeto inofensivo aunque
demente. No se encontraron en los registros más pruebas de su
demencia que el hecho de producirle las salpicaduras y el
murmullo de las ondas del río los arco–iris divinos más
hermosos; mientras que la voz del superintendente la hacía ver
las cosas “negras y carmesí”… los colores del Demonio.

En aquella misma época, poco más o menos,


particularmente en 1840, se anunció en los periódicos franceses
un caso parecido a aquel fenómeno. En aquellos días, pensaban
los médicos que un estado de sentimiento tan anormal, sólo
podía atribuirse a una razón: cuando semejantes impresiones se
experimentaban, sin que pudiesen atribuirse a alguna causa
determinada, indicaban una mente desequilibrada, un cerebro
débil, capaz de llegar a la demencia. Tal era el decreto de la
ciencia.
La opinión de las personas piadosas, apoyadas por las
afirmaciones de los curas de aldea, se inclinaba en el sentido
opuesto. El cerebro nada tenía que ver con la obsesión, que era
simplemente obra del Diablo; alguna malicia propia del tan
calumniado y patihendido Pedro Botero, con sus relucientes
cuernos. Desde el año 1840 los hombres de ciencia, así como las
buenas y supersticiosas viejas, han tenido que modificar un
tanto sus opiniones.

Aun durante aquella época y antes de que la onda de


espiritismo producida por el caso Rochester se hubiese
extendido sobre una parte considerable de la sociedad civilizada
de Europa, quedó demostrado que por medio de varios
narcóticos y drogas, podían producirse los mismos fenómenos.
Algunos, más atrevidos, que no temieron pasar por locos ni por
cómplices del Diablo, hicieron experiencias, y públicamente
declararon los resultados. Theophile Gautier, el célebre autor
francés, fue uno de ellos.

18
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Pocas serán las personas conocedoras de la literatura


francesa de aquella época, que no hayan leído la preciosa
historia referida por aquel autor, en la cual describe los sueños
de uno que comía opio. Para analizar las impresiones desde el
primer momento, tomó una gran dosis de hashisch. “Mi oído –
escribe– adquirió capacidades maravillosas: oía la música de las
flores; los sonidos verdes, rojos y azules, penetraban en mi oído
muy perceptiblemente, a manera de ondas de aroma y color. Un
vaso al caer, el crujido de una silla, una palabra murmurada en
tono bajísimo, vibraban y resonaban dentro de mí como truenos.
Al más ligero contacto con los objetos –muebles, o cuerpos
humanos– oía prolongados sonidos, suspiros semejantes a las
vibraciones melodiosas de un arpa eólica”5.

Los poderes de la imaginación humana son grandes sin


duda; no cabe tampoco dudar que la alucinación y la ilusión
pueden ser generadas durante un período de duración mayor o
menor en el cerebro humano más sano, bien sea natural o
artificialmente. Pero existen fenómenos naturales que no se
hallan incluidos en esa clase anormal; y al fin se han impuesto
forzosamente aun a los hombres de ciencia. Los fenómenos del
hipnotismo, de la transmisión del pensamiento, de la
provocación de los sentidos, fundiéndose, como sucede, unos en
otros, y manifestando su existencia oculta en nuestro mundo
fenomenal, consiguiendo al fin llamar la atención de algunos
sabios eminentes. Bajo la dirección del famoso Dr. Charcot, del
hospital de la Salpêtriêre en París, varios hombres de ciencia
ilustres se han dedicado al estudio de los fenómenos en Francia,
Rusia, Inglaterra, Alemania e Italia. Durante más de quince años
han estado experimentando, investigando, teorizando. ¿Cuál ha
sido el resultado? La única explicación que dan a los que ansían
conocer la naturaleza real e íntima de los fenómenos, con su
causa y génesis productora, es que los sensitivos que los
manifiestan, son todos ellos ¡HISTÉRICOS! Nos dicen que son

5
La Presse, lo de julio de 1840.
19
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

psicópatas 6 y neurópatas 7, no existiendo, según ellos, otra causa


alguna de las variedades infinitas de manifestaciones, que la que
depende de un carácter puramente fisiológico. ¡Satisfactorio es
esto para el presente, y grandes esperanzas nos promete en lo
futuro! La alucinación histérica está, pues, según parece,
condenada a convertirse en el alfa y omega de todo fenómeno.
Al mismo tiempo, la ciencia define la palabra alucinación como
“un error de nuestros sentidos, de que participa nuestra
inteligencia, a la cual ese mismo error se impone”8. Ahora bien;
las alucinaciones objetivas de un sentido –la aparición de un
Cuerpo Astral, por ejemplo– no sólo son perceptibles por la
inteligencia del sensitivo (o del médium), sino que también
participan de ellas los sentidos de las personas que se hallan
presentes. Consiguientemente será natural deducir, que todos
aquellos testigos son también histéricos.

Según se ve, el mundo corre el peligro de convertirse, para


fines de siglo, en un inmenso asilo de lunáticos, y quedarán sólo
los sabios médicos formando la parte sana de la humanidad.

Entre todos los problemas de la filosofía médica, la


alucinación, al paso que vamos, parece el de más difícil solución,
el que presenta mayores obstáculos. No podría ser de otro
modo; pues es uno de los resultados misteriosos de nuestra
doble naturaleza el puente echado sobre el abismo que separa el
mundo de la materia del mundo del Espíritu. Sólo los que están
resueltos a pasar a la otra orilla pueden apreciar la alucinación y
reconocer la causa de sus fenómenos. Sin duda alguna, una
manifestación desconcierta por completo a todo aquel que por
primera vez es testigo de ella. Aun probando al materialista la
facultad creadora, la potencia del Espíritu humano; aun
naturalizando ante el sacerdote el milagro y supernaturalizando,
por decirlo así, los efectos más sencillos de las causas naturales;
aun así y todo no puede ser aceptada la alucinación por lo que
realmente es; y difícilmente podría imponerse su verdadero

6
Término griego compuesto, inventado por las Facultades rusas de Medicina.
7
De la palabra neurosis.
8
Brierre de Boismont, Dictionnaire Médical.
20
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

significado al materialista o al creyente cristiano, pues tan


categórico es el primero en su negación, como lo es el segundo
en su afirmación. “La alucinación –dice Brierre de Boismont9– es
la reproducción del signo material de la idea.” Según se dice, la
alucinación no respeta la edad ni el mérito; y si se ha de dar
importancia a una experiencia fatal, “el médico que le prestase
demasiada atención o la estudiase durante un tiempo excesivo,
y con exagerada seriedad, terminaría seguramente su carrera
entre el número de sus clientes.”

Esto es una prueba más de que nunca se ha estudiado la


alucinación con excesiva seriedad, pues la abnegación no es
precisamente el rasgo característico de la época actual. Pero si
tan fácilmente se transmite su contagio, ¿por qué no ha de
sernos permitido indicar con valor y sin respetos que los
biólogos y fisiólogos de la escuela del Dr. Charcot, están también
alucinados por la idea científica unilateral que atribuye
semejantes alucinaciones fenomenales al histerismo?

Sea como fuere, sin embargo, ya se trate de una alucinación


colectiva de nuestras lumbreras médicas o de la impotencia del
pensamiento material, lo cierto es que el fenómeno más sencillo
de los aceptados y comprobados por los hombres de ciencia en
el año 1885, sigue tan sin explicación por lo que a ellos respecta,
como lo estaba en 1840.

Pero aun admitiendo en gracia del argumento que algunos


entre el vulgo, efecto de su gran veneración, que a menudo se
convierte en fetichismo por la ciencia y la autoridad, acepten la
sentencia de los sabios de que todo fenómeno, toda
manifestación anormal, debe atribuirse a las extravagancias del
histerismo epiléptico, ¿qué hará el resto del público? ¿Va a creer
acaso que el lápiz de Monsieur Eglinton, que se mueve
espontáneamente, obedece del mismo modo que su médium a
una crisis epiléptica cuando aquél no lo toca? ¿Van a creer
también que las declaraciones proféticas de los videntes, de los
grandes apóstoles inspirados de todas las épocas y religiones,
9
Dictionnaire Médical.
21
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

eran simplemente el resultado patológico del histerismo?


¿Pertenecen también los milagros de la Biblia, los de Pitágoras,
los de Apolonio y otros a la misma especie de manifestaciones
anormales que las alucinaciones de la Srta. Alphonsine, del Dr.
Charcot, y sus descripciones eróticas y sus poesías, consecuencia
de la dilatación de su intestino grueso por efecto de los gases
(sic)? Semejante pretensión no prosperará probablemente. Ante
todo, la alucinación misma, cuando es realmente el efecto de una
causa fisiológica, tendría que ser explicada; pero jamás lo ha
sido. Tomando al azar algunas de entre los centenares de
definiciones hechas por médicos franceses eminentes (pues no
tenemos a mano las de los ingleses), ¿qué nos enseñan acerca de
las alucinaciones? Hemos expuesto la definición del Dr. Brierre
de Boismont, si es que puede dársele este nombre; veamos ahora
unas cuantas más.

El Dr. Lelut llama a la alucinación “una locura sensorial y


perceptiva”; El Dr. Chomil, “una ilusión común del sensorium” 10;
el doctor Leuret, “una ilusión intermediaria entre la sensación y
el concepto” (Fragmentos Psicol.); el Dr. Michéa, “un delirio
perceptivo” (ilusión de los sentidos); el Dr. Calmeil, “una ilusión
debida a una modificación defectuosa de la sustancia nerviosa”
(De la locura, volumen I) etc., etc.

Me temo que lo que antecede no ha de instruir gran cosa al


mundo. Por mi parte, creo que los teósofos procederán
cuerdamente si se atienen a la antigua definición de las
alucinaciones (teofanía) 11 y de la locura, definición formulada
hace unos 2.000 años por Platón, Virgilio, Hipócrates, Galeno y
las escuelas médicas y teológicas de la antigüedad. Existen dos
clases de locura: una producida por el cuerpo, y la otra enviada
por los Dioses.

Cuando hace diez años aproximadamente fue escrita la obra


Isis sin Velo, el objeto más importante que en ella nos
proponíamos, era la demostración de los puntos siguientes: (a)

10
Véase el Diccionario de términos médicos.
11
Comunicación con los Dioses.
22
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

la realidad de lo Oculto en la naturaleza; (b) su completo


conocimiento por parte de ciertos hombres que ejercen dominio
sobre tales ramas; (c) que difícilmente existe en nuestros días
ciencia o arte alguno que no haya sido mencionado en los Vedas;
y (d) que infinidad de cosas ignoradas por nosotros, los
modernos sabios del siglo XIX, especialmente los misterios de la
naturaleza, in abscondito, como los llamaban los alquimistas,
eran conocidos por los arios del periodo anterior al
Mahâbhârata.

Nueva prueba de ello se nos está dando ahora. Algunas de


las investigaciones recientes llevadas a cabo en Francia por
sabios especialistas (?) respecto a la confusión que hacen sus
neurópatas y psicomaníacos entre el color y el sonido, las
impresiones musicales y las impresiones del color, ofrecen una
nueva corroboración de lo afirmado.

Por primera vez, en Austria, el Dr. Newbamer, en el año


1873, se ocupó en este fenómeno especial. Después empezó a
ser objeto de serias investigaciones, en Alemania, por Blaver y
Lepmann; en Italia, por Vellardi, Bareggi y unos cuantos más; y
por fin, muy recientemente, en Francia, por el Dr. Pedronneau.
Sin embargo, los datos más interesantes acerca de los
fenómenos del color–sonido, pueden hallarse en La Nature
(núm. 626, 1885, pág. 406, et seq.), en un artículo de A. de
Rochat, quien los experimentó con un caballero a quien da el
nombre de Mr. N. R.

He aquí un breve, resumen de su experimento.

N.R. es un hombre que cuenta 57 años aproximadamente;


abogado de profesión, vive en uno de los faubourgs de Paris,
gran aficionado a las ciencias naturales, que ha estudiado muy
seriamente, amante de la música, si bien no es músico, gran
viajero y lingüista notable. Jamás había leído N. R. cosa alguna
tocante al fenómeno peculiar de que algunas personas asocien
el sonido con el color, y al que él mismo estaba sujeto desde su
niñez. Cualquier clase de sonido le sugería siempre la impresión

23
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

de los colores. Así la articulación de las vocales producía en su


cerebro los resultados siguientes: La letra A, le parecía rojo
oscuro; la E, blanco; la I, negro; la O, amarillo; la U, azul. Las
vocales dobles Ai, color castaño; Ei, blanco gris; Eu, azul claro;
Oi, amarillo sucio; Ou, amarillento. Casi todas las consonantes
tenían un tinte gris oscuro, mientras que una vocal, o una vocal
doble formando una sílaba con una consonante, daba a esta
última su propio color. Así, ba, ca, da, eran de color gris
encarnado; bi, ci, di, color de ceniza; bo, co, do, gris amarillo y así
sucesivamente. Cuando la S terminaba una palabra y se
pronunciaba con silbido como en español los campos
comunicaban a la sílaba que la precede un brillo metálico. De
este modo el color de la palabra dependía del color de las letras
que la componían, de manera que para N.R. el lenguaje humano
aparecía en la forma de muchas cintas de colores o veteadas que
saliesen de las bocas de las personas, cuyos colores estaban
determinados por aquellas vocales que en las frases se hallaban
separadas unas de otras por las rayas grises de las consonantes.
A su vez los idiomas tenían un color común según las letras que
en cada uno predominasen. Por ejemplo, el alemán que abunda
en consonantes, le formaba en su conjunto la impresión de un
musgo de color gris oscuro; el francés le aparecía como un gris
muy mezclado de blanco; el inglés le parecía casi negro; el
español tenía muchos colores, dominando el amarillo y el
carmín; el italiano era amarillo, confundiéndose con carmín y
negro, pero con tintas más armoniosas y delicadas que el
español.

Una voz de tonos profundos hacía en N.R. la impresión de


un color encarnado oscuro que gradualmente pasaba al de
chocolate, mientras que una voz aguda y sonora le sugería el
color azul; y una que estuviese entre estos dos extremos,
cambiaba inmediatamente estos colores en amarillo muy claro.

Los sonidos de los instrumentos tenían también sus


distintos colores especiales: el plano y la flauta le sugerían tintas
azuladas; el violín negras, y la guitarra gris plateado, etc.

24
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Los nombres de las notas musicales pronunciadas en alta


voz, influían a N.R. del mismo modo que las palabras. Los
colores de una voz que cantara con acompañamiento,
dependían de la voz y de su compás y altura y del instrumento
que se tocase.

Lo mismo le sucedía con los números que se pronunciaban;


pero cuando se leían mentalmente, le reflejaban el color de la
tinta con que estaban escritos o impresos. Por tanto, la forma no
tiene nada que ver con estos fenómenos de colores. Estas
impresiones no tenían generalmente lugar fuera de él, sino que
funcionaban, por decirlo así, en su cerebro; por otro lado vemos
a otros sensitivos que presentan fenómenos mucho más
curiosos que los de N.R.

Además del interesante capítulo de Galton sobre el asunto


en sus Investigaciones de las Facultades y Desarrollos humanos,
encontramos en el London Medical Record, a un sensitivo que
describe de este modo sus impresiones: “Tan pronto como oigo
los sonidos de una guitarra, veo cuerdas vibrantes envueltas en
vapores de colores.” El piano le produce el mismo efecto:
“imágenes de colores comienzan a flotar sobre las teclas”. Uno
de los pacientes del Dr. Pedronneau en París12, recibe siempre la
impresión de los colores fuera de sí mismo. “Siempre que oigo –
dice– un coro compuesto de varias voces, siento un gran número
de puntos de color flotando sobre las cabezas de los cantantes.
Los siento, pues mis ojos no reciben ninguna impresión definida;
sin embargo, me veo obligado a mirarlos, y al examinarlos me
siento perplejo, porque no puedo encontrar estos puntos de
brillantes colores en donde los miro, o más bien donde los
siento”.

Hay otros sensitivos que sienten de una manera inversa, y


en quienes los colores evocan inmediatamente los sonidos; y
otros hay en quienes se produce un fenómeno triple por medio
de un sentido especial que genera otros dos. Hay sensitivo que
12
Annales d´Ocultistique, Nov. y Dic. 1892. Journal de Médecine de l´Ouest, 40 trimestre
1882.
25
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

no puede oír una charanga sin sentir un gusto de cobre mientras


toca, a la vez que ve nubes de color dorado oscuro.

La ciencia investiga tales manifestaciones, reconoce su


realidad y… es impotente para explicarlas. “Neurosis e
histerismo,” es la única contestación que se obtiene, y las
“alucinaciones caninas” de los académicos franceses
mencionados en Isis sin Velo, permanecen válidas hasta hoy
como una explicación o disolvente universal de toda esta clase de
fenómenos. Pero, con todo, es muy natural que la ciencia no
pueda explicarse este fenómeno de luz y sonido, puesto que la
misma teoría de la luz no ha sido absolutamente comprobada ni
completa hasta el presente.

Continúen, pues, nuestros adversarios científicos algún


tiempo más jugando a la gallina ciega con los fenómenos, sin
ningún otro fundamento a que agarrarse que su eterna hipótesis
fisiológica. No está quizás lejano el tiempo en que se vean
obligados a cambiar de táctica o confesarse derrotados hasta
por fenómenos tan elementales como los descritos. Pero digan y
hagan los fisiólogos lo que quieran, y cualesquiera que sean sus
explicaciones científicas y sus hipótesis y conclusiones en el
presente o en el futuro, el fenómeno moderno está ejecutando
su vuelta cíclica hacia su verdadera explicación, a los Vedas
arcaicos y a otros libros sagrados del Oriente. Pues es fácil
demostrar que los arios védicos estaban por completo
familiarizados con todos estos misterios del sonido y del color.
Las correlaciones mentales del sentido del sonido y el de la vista
eran un hecho tan común en su tiempo, como lo es en el nuestro
el de que un hombre vea, con sus ojos bien abiertos, las cosas
objetivas en pleno día.

Cualquier estudiante de Ocultismo, el más joven de los


chelas que haya empezado a leer esotéricamente sus Vedas,
puede sospechar lo que significa el verdadero fenómeno: la
vuelta cíclica de los organismos humanos a la forma primitiva
que tuvieron durante la tercera y hasta durante la cuarta Raza
Raíz, lo que se conoce como períodos antediluvianos. Todo se

26
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

conjura para probarlo; hasta el estudio de las ciencias exactas,


tales como la filología y la mitología comparada. Desde los más
remotos días de la antigüedad, desde los mismos albores de las
grandiosas civilizaciones de aquellas razas que precedieron a
nuestra Quinta Raza, y cuyos vestigios yacen en el fondo de los
mares, era conocido el hecho de que se trata. Lo que ahora se
considera como un fenómeno anormal, era, según toda
probabilidad, el estado normal de la humanidad antediluviana.
Estas no son vanas palabras, pues he aquí dos pruebas entre
otras muchas.

A consecuencia de los abundantes datos recogidos por las


investigaciones lingüísticas, los filólogos comienzan a levantar
su voz y a señalar hechos muy significativos aunque no
explicados: 1º Todas las palabras que indican manifestaciones y
concepciones humanas de la luz y del sonido, se ve que se derivan
de los mismos fundamentos 13. 2º La Mitología demuestra a su
vez la ley evidente –cuya uniformidad excluye la posibilidad de
lo casual– que indujo a los antiguos simbologistas a representar
a todos sus dioses del sol y deidades radiantes –tales como el
Alba, el Sol o Aurora, Febo, Apolo, etc.– relacionados, ya de un
modo ya de otro, con la música y el canto –con el sonido, en una
palabra– y asociados con la brillantez y los colores14.

Si esto no es todavía más que una deducción, existe una


prueba aun mejor en los Vedas; pues en ellos los conceptos de
las palabras sonido y luz, oír y ver están siempre asociados. En el
Himno X, 71, verso 4º, leemos: “Aunque uno mire no ve el
discurso, y otro que ve no lo oye.” También en el verso 7º, en el
cual se presenta a una partida de amigos rivalizando en el canto,
se les caracteriza con los dos epítetos, seguidos el uno del otro:
Akshavanta y Karnavanta, o “uno dotado con ojos” y “uno
dotado con oídos”. Esto último es natural: el cantante tiene un
buen oído para la música, y el epíteto es comprensible en vista
de la emulación musical. ¿Pero qué sentido puede tener en este
caso el Akshavanta con su buena vista, a menos que haya en ello

13
Woyvodsky. Introduction á la Mythologie de l'Odysèe.
14
Essay on the Bacchic Cults of the Indo–Eropean Nations.
27
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

una relación y un significado que no están explicados porque


probablemente el himno se refiere a días en que la vista y el oído
eran términos sinónimos? Por otro lado, un filósofo, un
orientalista en ciernes15, nos dice que la raíz sánscrita verbal Arc
se usa para dar dos significados: (a) cantar y (b) brillar para
lanzar rayos de luz. Los sustantivos rc y arka, derivados de la
raíz Arc, se usan para significar primero canto, himno, y segundo
brillo, rayo, sol… En el concepto de los antiguos, un discurso
podía verse… así se explica. ¿Qué es lo que dice a esto la Doctrina
Secreta, este verdadero disolvente universal de todas las
dificultades científicas y de todos los problemas insolubles? Nos
envía al capítulo de la Evolución de las Razas, en donde el
hombre primitivo está presentado en su evolución especial,
avanzando en el plano físico por medio del desarrollo de un
sentido en cada raza (de las cuales hay siete) durante la Cuarta
Ronda, en este Globo16. El lenguaje humano, como nosotros lo
conocemos, comenzó en la Raza Raíz que precedió a la nuestra,
la Cuarta o Atlante. En la Tercera Raza Raíz fue desarrollándose
la vista como sentido físico, (no nos olvidemos que ya estaban
desarrollados el tacto y el oído correspondientes a la Primera y
Segunda Razas) mientras que los otros cuatro permanecieron
en estado latente como sentidos físicos, aunque completamente
desarrollados como facultades espirituales. El lenguaje se asoció
con la vista, o en otras palabras, la gente se entendía entre sí y
hablaba con sólo la ayuda de la vista y del tacto. “El sonido se ve
antes de ser oído” –dice el libro de Kiu–ti–, el relámpago precede
al trueno. Según pasaron las edades, la humanidad cayó con
cada nueva generación más y más abajo en la materia; lo físico
ahogando lo espiritual.

Pero estamos en la Quinta Raza y hemos pasado ya el punto


de vuelta del ciclo de nuestra sub–raza. Según lo prueban los
actuales fenómenos y el incremento de los organismos
sensitivos en nuestra época, esta humanidad está avanzando
rápidamente en la senda que conduce a la espiritualidad pura y

15
Profesor Ovseniko Koulikovsky, autor de Essaay on Bacchic Cults.
16
Véase Budhismo Esotérico, y la Doctrina Secreta, para las Rondas, Períodos del mundo
y Sub–razas.
28
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

llegará al apogeo (de nuestra Raza) al final de la séptima sub–


raza. Y es así, que la última mitad de nuestra Raza ha comenzado
ya a recibir una vez más la sombra protectora de la renaciente
espiritualidad primordial, la cual al final de la Séptima Ronda
habrá casi eclipsado nuestra presente mentalidad, en el sentido
de la fría razón humana.

Según este principio, como se demuestra y explica de un


modo completo en la Doctrina Secreta, la Humanidad civilizada
comenzará pronto a mostrarse –aunque menos racional en el
plano mundano– más bien como Deva que como mono según
somos en la actualidad y por cierto en el grado más doloroso.

Concluiré con la observación de que, puesto que nuestras


propensiones naturales, que son todavía iguales a las del mono,
nos hacen temer, individual y colectivamente, el ser lanzados
por la opinión pública fuera de aquella región en que todos los
cuerpos menores gravitan hacia la lumbrera de nuestro sistema
solar social –la ciencia y su autoridad–; algo tiene que hacerse
para remediar tal desastre. Me propongo, por tanto, demostrar
en mi próximo artículo que como estamos todavía sólo en la
quinta sub–raza de la Quinta Raza, y como ninguno de nosotros
vivirá para ver la Séptima –sucediendo las cosas de un modo
normal– haremos bien en no fundar nuestras esperanzas en la
ciencia, ya sea ortodoxa o semi–herética. Los hombres de
ciencia no pueden impedir al mundo que comprenda la causa
racional del fenómeno, el cual durante algún tiempo más en este
ciclo, les será imposible explicar ni aun para sí mismos. No
pueden comprenderla ni explicarla mejor que cualquier otro
que no haya estudiado Ocultismo y las leyes ocultas que
gobiernan la Naturaleza y dirigen la Humanidad. Los hombres
de ciencia son impotentes en este caso, y es injusto acusarles de
mala fe, ni tan siquiera de falta de voluntad, como se ha hecho a
menudo. Su facultad discursiva (tomada en este caso en el
sentido de intelectualidad y no de razón) no les permitirá nunca
dirigir su atención al estudio oculto. Por lo tanto, es inútil exigir
o esperar de los sabios de nuestra época aquello que son
absolutamente incapaces de hacer por nosotros, hasta que el

29
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

próximo ciclo cambie y transforme completamente su


naturaleza interna por medio del mejoramiento de la estructura
de sus mentes espirituales.

Ya se ha demostrado que ni las facultades de medicina ni las


corporaciones científicas de físicos han podido explicar nunca el
primum mobile o rationale del fenómeno más sencillo, fuera de
las causas puramente fisiológicas, y que, a menos que llamen en
su ayuda al Ocultismo, tendrán que morder el polvo, antes de
que el siglo XX haya avanzado mucho.

Esto parecerá una afirmación temeraria. Sin embargo, está


plenamente justificada por la de ciertas celebridades médicas:
de que no es posible ningún fenómeno fuera del radio de las
causas puramente fisiológicas y físicas. Esta declaración la
debieran volver por pasiva y decir que, no es posible ninguna
investigación definitiva bajo los aspectos de sólo las causas
fisiológicas y físicas. Esto sería correcto. Pudieran añadir que,
como hombres de ciencias exactas, no podían emplear otros
medios de investigación, y por tanto, habiendo llegado con sus
experimentos hasta ciertos límites, tenían que desistir y
declarar su tarea terminada, debiendo entonces los fenómenos
ser trasladados a la especulación de los trascendentalistas y
filósofos. Si hubiesen hablado con esta sinceridad, nadie hubiera
tenido el derecho de decir que no habían cumplido con su
deber; pues habrían hecho todo lo que podían, dadas las
circunstancias, y, como se demostrará pronto, no podían hacer
más. Pero actualmente los médicos neurópatas no hacen sino
poner trabas al progreso del verdadero conocimiento
psicológico. A menos que exista un intersticio, por pequeño que
sea, que dé paso a un rayo del Yo Superior del hombre, para
expulsar de su inteligencia la oscuridad de las concepciones
puramente materiales, y reemplazarla por la luz de un plano de
existencia, por completo desconocido de los sentidos ordinarios,
no podrá ser terminada su tarea satisfactoriamente. Y como
para que tales casos anormales puedan ser claramente
comprendidos por nuestros sentidos físicos, a la vez que por los
espirituales, en otras palabras, hacerse objetivos deben tener

30
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

siempre sus causas generadoras compenetrando las dos esferas


o planos de existencia, esto es, el físico y el espiritual, es natural
que el materialista sólo pueda distinguir aquellos que conoce,
permaneciendo ciego para los demás. El ejemplo siguiente
aclarará esto para el lector inteligente.

Cuando hablamos de la luz, del calor, del sonido, etc., ¿qué


es lo que queremos significar? Cada uno de estos fenómenos
naturales existe per se, pero para nosotros no tienen realidad
independiente de nuestros sentidos, y existe sólo en aquel grado
que es perceptible al sentido que corresponde con él. Sin ser
nada ciegos ni sordos, hay algunos hombres que están dotados
de mucha menos vista y oído que los demás; y es un hecho muy
conocido que nuestros sentidos, lo mismo que nuestros
músculos, pueden ser desarrollados y educados por medio del
ejercicio y del método. Es muy antiguo el axioma de que el sol
necesita de un ojo para manifestar su luz; y aunque la energía
solar existe desde la primera ondulación de nuestro Manvantara
y existirá hasta el primer hálito de muerte del Pralaya, sin
embargo, si cierta porción de esa energía no excitara en
nosotros aquellas modificaciones que llamamos percepción de
la luz, la obscuridad absoluta reinaría en el Kosmos, y
negaríamos la misma existencia del sol. La ciencia hace una
distinción entre la energía del calor y la de la luz; pero la misma
ciencia nos enseña que la criatura o ser en quien las acciones
externas correspondientes causasen una modificación
homogénea, no podría encontrar diferencia entre el calor y la
luz. Por otro lado, aquella criatura o ser en quien los rayos
obscuros del espectro solar causasen las modificaciones que en
nosotros producen los rayos brillantes, vería luz allí donde
nosotros no vemos nada absolutamente.

Mr. A. Buderof, profesor de química y científico eminente,


nos da muchos ejemplos de estos fenómenos. Cita las
observaciones hechas por Sir John Lubbock sobre el sentido del
color en las hormigas. Este distinguido hombre de ciencia
descubrió que las hormigas no dejan que sus huevos
permanezcan bajo la acción de la luz, y que los transportan

31
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

inmediatamente de los lugares en que da el sol a un sitio oscuro,


pero que cuando un rayo de luz roja es dirigido sobre estos
huevos (larvas), las hormigas no los tocan, como si estuviesen
en completa obscuridad; colocan sus huevos lo mismo bajo la
acción de la luz roja que en la obscuridad más completa. La
primera no existe para ellas, pues no la ven, es para ellas
obscuridad. La impresión que les hacen los rayos brillantes es
muy débil, principalmente aquellos que se aproximan al rojo, los
anaranjados y amarillos. Por el contrario, son muy
impresionables a los rayos blancos, a los azul–oscuro y a los de
color violeta. Cuando se alumbran sus nidos en parte con rayos
de este color y en parte con rojos, transportan inmediatamente
los huevos del campo de los primeros a los del segundo. Por lo
tanto, para las hormigas es el rayo de color de violeta el más
brillante de todos los del espectro solar, y por tanto, también, su
sentido del color es completamente opuesto al del hombre.

Este contraste resulta todavía más pronunciado en otro


hecho. Además de los rayos de luz, el espectro solar contiene,
como todos saben, los llamados rayos de calor (infrarrojos), y
los químicos (ultravioletas). Sin embargo, no vemos ni los unos
ni los otros, y a ambos los llamamos rayos oscuros, mientras que
las hormigas los perciben claramente; pues tan pronto como se
ponen sus huevos bajo la acción de aquellos rayos, la hormiga
los transporta de aquel campo, que para nosotros es oscuro, al
alumbrado por el rayo rojo, y, por tanto, el rayo químico es para
ellas de color de violeta. Por esta razón, dice el profesor
mencionado: “Debido a semejante peculiaridad, los objetos que
ven las hormigas, deben de ser para ellas muy diferentes de lo
que a nosotros nos parecen. Estos insectos es evidente que
encuentran en la naturaleza tonos y colores, de los cuales no
tenemos ni podemos tener la menor idea. Admítase por un
momento la existencia en la naturaleza de objetos tales, que
absorbiesen todos los rayos del espectro solar, y que sólo
esparciesen los rayos químicos, y tendríamos que estos objetos
serían invisibles para nosotros, mientras que las hormigas los
percibirían perfectamente”.

32
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Ahora que el lector se imagine por un momento lo siguiente:


que exista una posibilidad dentro de las facultades del hombre,
con la ayuda de las Ciencias Secretas, primero; de preparar un
objeto (llámese talismán si se quiere), el cual, deteniendo por un
período más o menos largo los rayos del espectro solar sobre un
punto dado, haga que el manipulador sea invisible para todos,
colocándose y manteniéndose dentro del radio de los rayos
químicos u oscuros; y segundo; lo inverso, esto es, poder
distinguir en la naturaleza, con la ayuda de estos rayos
obscuros, lo que el común de los hombres, que no poseen
semejante talismán, no pueden ver con sus ojos naturales. Esto,
por lo que respecta a los hombres de ciencia, puede ser una
simple suposición o una declaración muy seria, pues puesto que
no protestan sino de lo que se dice sobrenatural, por encima o
fuera de su naturaleza, no tienen el derecho de oponerse a la
aceptación de lo suprasensible, si se demuestra dentro de los
límites del mundo de los sentidos.

Lo mismo sucede con la acústica. Observaciones numerosas


han demostrado que las hormigas son completamente sordas a
los sonidos que nosotros oímos; pero ésta no es una razón para
suponer que son efectivamente sordas. Todo lo contrario; pues
apoyándose en sus observaciones, el mismo hombre de ciencia
cree necesario aceptar que las hormigas oyen sonidos, pero que
no son los perceptibles para nosotros.

Todos los órganos del oído son sensibles a las vibraciones


de una frecuencia dada; pero en caso de seres diferentes, esta
frecuencia puede fácilmente no coincidir. Y no sólo sucede esto
en el caso de seres completamente distintos de nosotros los
hombres, sino también en el de los mortales cuya organización
es peculiar –o anormal según la llaman– bien sea por naturaleza,
o bien por medio de prácticas especiales17. Nuestro oído
ordinario, por ejemplo, es insensible a vibraciones que pasen de
38.000 por segundo; mientras que el órgano auditivo, no sólo de

17
En Isis sin Velo se demuestra el caso de los naturales de Cachemira, particularmente de
las muchachas que trabajan los chales. Perciben 300 tonos de color más que los
europeos.
33
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

las hormigas, sino de algunos hombres que conocen la manera


de defender el tímpano de todo perjuicio y el de producir ciertas
correlaciones en el éter, puede ser muy sensible a vibraciones
que excedan en mucho a las 38.000 por segundo, y de este
modo, un órgano auditivo semejante –anormal solamente para
la limitación de la ciencia exacta– puede, naturalmente, permitir
a su poseedor, ya sea hormiga u hombre, gozar de sonidos y
melodías de la naturaleza, de las cuales no se tiene idea con el
tímpano ordinario. “Allí donde para nuestros sentidos reina un
silencio de muerte, miles de sonidos de los más variados y
mágicos pueden estar halagando el oído de las hormigas” dice el
profesor ButIerof citando a Lubbock: “y estos pequeños e
inteligentes insectos podrían, por lo tanto, considerarnos
18como sordos con el mismo derecho que nosotros los

consideramos completamente incapaces de gozar de la música


de la naturaleza, sólo porque son insensibles al estampido de un
cañón, a los gritos y silbidos humanos, etc.”

Los ejemplos mencionados demuestran suficientemente


que el conocimiento que tiene el hombre de ciencia de la
naturaleza es incapaz de coincidir de un modo absoluto y
completo con todo lo que existe y puede encontrarse en ella.
Aun sin pasar a otras esferas y planetas diferentes, y
manteniéndonos estrictamente dentro de los límites de nuestro
globo, es evidente que existen en él miles y miles de cosas no
vistas, ni oídas, ni palpadas por los sentidos ordinarios en el
hombre. Pero admitamos sólo en gracia del argumento, que
pueda haber –completamente aparte de lo sobrenatural– una
ciencia que enseñe a los mortales lo que pudiera llamarse
química y física suprasensibles, más claro, Alquimia, y la
metafísica de la naturaleza concreta, no abstracta, y toda
dificultad desaparecería. Pues como arguye el profesor
mencionado: “Si vemos luz allí donde otro ser está sumergido en
la obscuridad, y no vemos nada donde él siente la acción de las
oleadas luminosas; si oímos una clase de sonidos y
permanecemos sordos a otros, –oídos, sin embargo, por un
pequeñísimo insecto– ¿no es claro como la luz del día que no es
18
Cartas Científicas.
34
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

la naturaleza en su primitiva desnudez, por decirlo así, la que


está sujeta a nuestra ciencia y a su análisis, sino tan sólo
aquellas modificaciones, sentimientos y percepciones que en
nosotros despierta? Sólo de acuerdo con estas modificaciones es
como podemos deducir nuestras conclusiones sobre las cosas
externas y sobre las acciones de la naturaleza, creándonos de
este modo la imagen del mundo que nos rodea. Lo mismo
sucede respecto de cada ser finito; todos juzgan por lo externo,
sólo por las modificaciones que crean en él las apariencias.”

Y éste, creemos, es el caso de los materialistas: pueden


juzgar los fenómenos físicos solamente por su aspecto externo,
y no surge ni podrá jamás surgir en él modificación alguna que
abra su vista interna a los aspectos espirituales de aquéllos. A
pesar de la gran autoridad de los eminentes hombres de ciencia,
que, convencidos de la realidad de los fenómenos llamados
espiritistas, se han hecho espiritistas; a pesar de que –
igualmente que los profesores Wallace, Hare, Zöllner, Wagner y
Butlerof– han expuesto sobre el asunto todos los argumentos
que sus grandes conocimientos podían sugerirles, sus
adversarios los han vencido hasta el presente. Algunos de éstos
no niegan el hecho de los fenómenos, pero sostienen que el
punto principal de la gran discusión entre los trascendentalistas
del espiritismo y los materialistas, es sencillamente la
naturaleza de la fuerza operadora, el primum mobile, o el poder
que opera. Insisten en el punto principal siguiente: que los
espiritistas no pueden probar que este agente proviene de los
espíritus inteligentes de seres humanos fallecidos, de una manera
que satisfaga las exigencias de las ciencias exactas o las del
público incrédulo. Y considerado el asunto bajo este aspecto, su
posición es inexpugnable.

El lector teósofo comprenderá fácilmente que importa poco


que la negación sea para el título de espíritus, puro y simple, o
para cualquier otro ser inteligente, ya sea humano, sobre–
humano o sub–humano, o para tan siquiera una fuerza, si de
todos modos ha de ser desconocida y rechazada a priori por la
ciencia; puesto que precisamente se pretende limitar tales

35
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

manifestaciones sólo a aquellas fuerzas que están dentro del


dominio de las ciencias naturales. En una palabra, se rechaza en
absoluto la posibilidad de que se demuestre matemáticamente
que tales fenómenos sean lo que los espiritistas pretenden que
son, y se insiste en que ya han sido explicados.

Es, pues, evidente, por lo tanto, que el teósofo, o más bien el


ocultista, tiene que encontrarse en una posición aun mucho más
difícil que la de los mismos espiritistas, respecto a la ciencia
moderna. Pues no es el fenómeno per se lo que la mayoría de los
hombres de ciencia combaten, sino la naturaleza del agente que
se dice que obra; y si en el caso de los fenómenos espiritistas,
éstos tienen solamente a los materialistas en su contra, no
sucede lo mismo en el nuestro. La teoría de los espíritus tiene
que combatir tan sólo contra los que no creen en la
supervivencia del Alma humana. El Ocultismo tiene en su contra
toda la legión de las Academias, porque, poniendo en segundo
término, ya que no los deseche por completo, a toda clase de
espíritus, sean buenos, malos o indiferentes, tiene el
atrevimiento de negar varios de los dogmas científicos más
vitales, y en este caso, tanto los idealistas como los materialistas
científicos, se sienten igualmente indignados, pues unos y otros,
por muy en desacuerdo que se hallen entre sí en sus opiniones
personales, sirven, sin embargo, bajo una misma bandera. No
hay más que una ciencia, aun cuando haya dos escuelas
distintas, la idealista y la materialista, y ambas son igualmente
consideradas como autoritarias y ortodoxas en cuestiones
científicas. Pocos hay entre nosotros que, habiendo pensado en
esto y habiéndose penetrado de su importancia, deseen obtener
una opinión científica sobre el Ocultismo. La ciencia, a menos de
reformar por completo sus moldes, no puede tomar parte en las
enseñanzas ocultas. Siempre que los fenómenos ocultos se
investiguen bajo el plan de los métodos científicos modernos,
resultarán muchísimo más difíciles de explicar que los
puramente espiritistas.

Se trata ahora, después de seguir durante diez años los


argumentos de muchos sabios adversarios nuestros que han

36
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

combatido en pro y en contra del fenómeno, de presentar la


cuestión de una manera exacta ante los teósofos. Ellos decidirán,
después de leer hasta el fin lo que tengo que decir, y juzgando
por sí mismos, si nos queda alguna esperanza de obtener en el
campo científico, si no una ayuda eficaz, por lo menos una
atención imparcial en favor de las Ciencias Ocultas aun siquiera
de aquellos de sus miembros cuya vista interna les ha obligado a
aceptar la realidad del fenómeno mediumnístico.

Esto es natural. Sean lo que fueren, son hombres de la


ciencia moderna antes que espiritistas; y si no todos, por lo
menos algunos de ellos, preferirían renunciar a sus relaciones
con los médiums y a sus creencias en espíritus, antes que a los
grandes dogmas de la ciencia exacta ortodoxa. Y no serían pocos
a los que tendrían que renunciar, si se hicieran ocultistas y se
aproximasen al vestíbulo del MISTERIO con un espíritu justo de
investigación.

Estas son las dificultades que existen en el fondo de los


últimos inconvenientes19 surgidos en el campo de la Teosofía; y
no estarán fuera de lugar unas cuantas palabras sobre el
particular, tanto más, cuanto que toda la cuestión se reduce a
una pequeñez. Los teósofos que no son ocultistas, no pueden
ayudar a los investigadores, aun prescindiendo de los hombres
de ciencia. Los que son ocultistas trabajan dentro de ciertas
líneas que no se atreven a traspasar; su boca está cerrada, sus
explicaciones y demostraciones son limitadas. ¿Qué pueden,
pues, hacer? La ciencia nunca se dará por satisfecha con una
explicación a medias.

Saber, osar, querer y permanecer silencioso, es un lema


kabalista tan conocido, que el repetirlo aquí puede quizás
parecer superfluo; pero, sin embargo, conviene recordarlo. Tal
como están las cosas, o hemos dicho demasiado o muy poco; yo
me temo mucho lo primero. Si es así, lo hemos expiado; pues
hemos sido los primeros en sufrir por haber dicho demasiado.

19
Este artículo fue escrito en 1886. N. del T.
37
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Aun este poco nos hubiera ocasionado disgustos mucho más


serios un cuarto de siglo antes.

La ciencia –quiero decir la ciencia occidental– tiene que


proceder por métodos completamente definidos. Se vanagloria
de sus poderes de observación, de inducción, de análisis y de
inferencia. Cuando quiera que se presenta a su investigación un
fenómeno de naturaleza anormal, tiene que analizarlo hasta su
mismo fondo, o abandonarlo. Y al hacer esto, no puede, como
hemos demostrado, proceder por otro camino que por el de los
métodos inductivos, basados por completo en la evidencia de
los sentidos físicos. Si éstos, ayudados por la penetración
científica, no resultan eficaces, los investigadores recurren a la
policía del país, la cual emplean sin escrúpulo, como ha sucedido
en los casos históricos de Loudun, Salem, Wilchcraft, Morzine,
etc.; la Sociedad Real acude a los policeman, y la Academia
Francesa a sus mouchards; todos los cuales proceden, por
descontado, con sus métodos policíacos, a ayudar a la ciencia en
sus apuros. Se escogen dos o tres casos de un carácter en
extremo sospechoso, por supuesto en el plano externo, y los
restantes se declaran sin importancia, como contagiados por los
que se eligieron. Las aseveraciones de los testigos presénciales
se rechazan, y se aceptan como inatacables, las de las personas
predispuestas en contra, que hablan de oídas. Que el lector ojee
los veinte variados volúmenes en que están consignadas las
obras de Mirville y de Mousseau y que abarcan más de un siglo
de forzosa investigación por la ciencia sobre varios fenómenos,
y estará en condiciones de poder juzgar mejor los
procedimientos que seguían en tales casos los hombres
científicos, entre los que se contaban a menudo personas muy
respetables.

¿Qué puede, pues, esperarse, ni aun siquiera de la escuela


científica idealista, cuyos miembros están en tan escasa
minoría? Son indudablemente hombres estudiosos, y muchos de
ellos dispuestos sin ambigüedades a ir al encuentro de la
Verdad. Aun cuando no tuviesen predilecciones personales que
perder, en el caso de que se les demostrase el error de sus

38
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

anteriores opiniones, existen, sin embargo, tales dogmas en la


ciencia ortodoxa, que ni aun ellos se atreverían nunca a
quebrantarlos. Tales son, por ejemplo, sus modernos conceptos
axiomáticos sobre la ley de la gravitación y sobre la fuerza, la
materia, la luz, etc., etc.

Al mismo tiempo debemos tener presente el estado actual


de la Humanidad civilizada, y recordar en qué situación se halla
la clase ilustrada con relación a cualquier escuela idealista,
abstracción hecha de toda cuestión de Ocultismo. A primera
vista se ve que las dos terceras partes están a partir un piñón
con lo que puede llamarse materialismo práctico grosero.

“La ciencia teórica materialista no reconoce nada más que la


SUBSTANCIA. La sustancia es su deidad, su único Dios.” Por otro
lado se nos dice que el materialismo práctico se ocupa
solamente en lo que conduce directa o indirectamente al
beneficio personal. “El oro es su ídolo”, observa con exactitud el
profesor Butlerof20 (un espiritista que, sin embargo, jamás ha
podido aceptar ni aun las más elementales verdades del
Ocultismo, porque no puede comprenderlas). “Una masa de
materia –añade– es la sustancia muy amada de los materialistas
teóricos, la que se transforma en una masa de cieno en las
manos inmundas del materialismo ético. Y si los primeros
conceden muy poca importancia a los estados internos
(psíquicos), que no están perfectamente demostrados por su
aspecto externo, el segundo los desprecia por completo. El
aspecto espiritual de la vida no tiene significación para el
materialismo práctico, estando todo reducido para él a lo
externo. La adoración a lo externo tiene su fundamento
principal de justificación en los dogmas del materialismo que lo
ha legalizado”.

Esto da la clave de la situación. Los teósofos, o en todo caso


los ocultistas, no tienen pues que esperar nada de la ciencia ni
de la sociedad materialistas.

20
Cartas Científicas.
39
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Aceptado tal estado de cosas para la rutina diaria de la vida


–aun cuando lo que concierne a las más altas aspiraciones de la
humanidad no vivirá según creemos mucho tiempo más– ¿qué
podemos nosotros hacer sino mirar hacia adelante con la
esperanza de un porvenir mejor? Mientras tanto, no debemos
desanimarnos nunca, pues si el materialismo que ha despoblado
el cielo y los elementos y ha preferido hacer del Kosmos
ilimitado una tumba lóbrega y estrecha, en lugar de una
mansión eterna, rehusa toda relación con nosotros, no podemos
hacer otra cosa más que abandonarlo a sí mismo.

Por desgracia esto no es eficaz. Nadie habla tanto como los


materialistas, de la exactitud de las observaciones científicas,
del debido uso de los sentidos y de la razón completamente
libre de todo prejuicio. No obstante, tan pronto como se reclama
el mismo derecho en favor del fenómeno, por alguno que lo ha
investigado con este mismo espíritu de imparcialidad y de
justicia, su testimonio deja de tener valor. “Sin embargo; si
semejante número de inteligencias científicas”, dice el profesor
Butlerof, “acostumbradas por años de práctica a la más
minuciosa observación y determinación, atestiguan ciertos
hechos, entonces hay una improbabilidad prima facie de que se
equivoquen todos”. “Pero se han equivocado y de la manera más
ridícula”, contestan sus adversarios, y esta vez estamos de
acuerdo con ellos.

Esto nos hace recordar un antiguo axioma de la Filosofía


Esotérica: “nada que no exista en alguna parte, ya sea en el
Cosmos visible o en el invisible, puede ser producido
artificialmente, ni tan siquiera por el pensamiento humano.”

“¿Qué teoría es esa?”, exclamó un teósofo discutidor cuando


la oyó pronunciar. “Suponed que pienso en una torre viviente
con habitantes y que tenga una cabeza humana, y que se
acerque a mí y me hable, ¿puede haber tal cosa en el Universo?”
“O loros empollados en almendras”, exclamó otro escéptico.
“¿Por qué no?” fue la contestación; por supuesto no en esta
tierra. ¿Pero cómo podemos saber que no hay tales seres como

40
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

el que usted describe –cuerpos como torres con cabezas


humanas– en algún otro planeta? La imaginación no es otra cosa
más que la memoria de nacimientos anteriores, nos dice
Pitágoras. Usted mismo ha podido ser ese hombre torre sin
saberlo, conteniendo habitaciones en las cuales encontrase
abrigo su familia, como los pequeñuelos del canguro. En cuanto
a los loros empollados en almendras, nadie puede jurar que no
haya habido tal cosa en la Naturaleza, en los tiempos remotos,
cuando la evolución produjo monstruos mucho más
extraordinarios. Un pájaro saliendo del fruto de un árbol, es
quizás una de aquellas innumerables palabras de la Naturaleza,
proferidas por la evolución en edades tan remotas, que los
últimos susurros de sus ecos se perdieron en el fragor del
Diluvio. “El mineral se convierte en planta, la planta en animal y
el animal en hombre”, etcétera, dicen los kabalistas.

Y ya que hablamos del testimonio de los sentidos y de la


confianza en ellos, diremos que hasta los más elevados hombre
s de ciencia han sido inducidos, no sólo a decir tales cosas, sino a
enseñarlas como hechos científicos –a lo que parece–. “¿Cuándo
sucedió eso?” –preguntó el incrédulo.– “No hace tanto tiempo,
después de todo; unos doscientos ochenta años, y en Inglaterra.”
La extraña creencia de que había una especie de ave marina que
se empollaba en un fruto, no se limitaba a fines del mismo siglo
XVI, tan sólo a los habitantes de las ciudades marítimas. Hubo
un tiempo en que la mayoría de los hombres de ciencia creían
firmemente que era un hecho, y por tanto lo enseñaban como
tal. Ciertos árboles que crecen a orillas del mar –una especie de
magnolia– con sus ramas generalmente sumergidas en el agua,
tenían frutos, según se aseguraba, que se transformaban
gradualmente por la acción del agua salada en una especie de
formación crustácea de la cual salía, a su debido tiempo, un ave
marina viva, conocida en la antigua Historia Natural como el
ganso–bernicla. Algunos materialistas aceptan la cosa como un
hecho innegable. Lo observaron e investigaron por algunos
años, y “el descubrimiento fue aceptado y aprobado por las más
grandes autoridades de la época, y publicado bajo los auspicios
de una sociedad científica.” Uno de estos creyentes en el ganso–

41
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

bernicla era John Gerard, botánico que notificó al mundo el


asombroso fenómeno en una obra erudita publicada en 1596.
Describe aquél y lo declara un hecho por el testimonio de sus
propios sentidos. “El mismo lo vio, dice, tocó el fruto–huevo día
tras día”, observó personalmente su crecimiento y desarrollo, y
tuvo la suerte de presenciar el nacimiento de un ave de esta
especie. Vio primeramente las patas del pollo saliendo de la
cáscara rota, y después todo el cuerpo del pequeño ganso–
bernicla que comenzó en seguida a nadar21. Tan convencido
estaba el botánico de la verdad del fenómeno, que termina su
descripción invitando a los que dudasen de la verdad de lo que
él había visto, a venir a verle a él, John Gerard, y entonces haría
que fuesen testigos presénciales de todo el proceso de
formación. Roberto Murray, otro sabio inglés, y una autoridad
en su época, afirma la verdad de la transformación que él
también presenció personalmente22. Otros hombres de ciencia,
contemporáneos de Gerard y Murray, como Funck, Aldrovandi,
y muchos otros, participaban de esta convicción23 . Así, pues,
¿qué os parece este ganso–bernicla?

Ahora bien: yo lo llamaría mejor ganso Gerard–Murray. Y no


hay motivo para reírse de los errores de aquellos científicos
nacientes. Antes de doscientos años tendrán nuestros
descendientes motivos mucho mayores para burlarse de las
presentes generaciones de M.S.R.24 y de sus partidarios. Sin
embargo, el adversario del fenómeno que cita el caso del ganso–
bernicla tiene mucha razón en este punto; sólo que este ejemplo
tiene, por supuesto, dos filos, y cuando uno lo presenta como
prueba de que hasta las autoridades científicas que creen en el

21
De las Cartas Científicas. Cartas XXIV. Contra el Testimonio Científico en la cuestión
del fenómeno.
22
Habla de esta transformación en las siguientes palabras traducidas del latín: En cada
concha (o cáscara) que yo abría después de la transformación de los frutos de las ramas
en cáscaras, encontraba la pintura exacta m miniatura del ave marina: un pequeño pico
como el de un ganso, y ojos muy marcados; la cabeza, el cuello, el pecho, las alas y las
patas ya formadas, con plumas de color oscuro muy marcadas en la cola, etc., etc.
23
Es evidente que esta idea estaba muy generalizada en la última mitad del siglo XVII,
puesto que encontró un lugar en Hundibras, que era un exacto reflejo de las opiniones
de la época.
24
Miembros de la Sociedad Real (Académicos) inglesa. N. del T.
42
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

espiritismo y en los fenómenos, pueden haberse equivocado


burdamente con toda su observación y práctica científica, se
puede volver el arma, usándola de otro modo: como una
evidencia, con la misma fuerza, de que ningún ingenio ni medio
alguno científico, puede probar que un fenómeno, sea fraude y
credulidad cuando el testigo presencial que lo vio lo conoce, por
lo menos, como un hecho. Esto sólo prueba que, hasta el
testimonio de los sentidos científicos más prácticos y el de los
poderes de observación más desarrollados, pueden fallar como
los de cualquier mortal, principalmente en los casos en que se
quiere refutar el fenómeno. Hasta la misma observación
colectiva no tendría valor cuando se trata de un fenómeno de un
plano de existencia, llamado por algunos hombres de ciencia (de
una manera impropia en su caso), la cuarta dimensión del
espacio; y cuando a otros que lo investigan les falta el sexto
sentido para comprenderlo.

En una discusión literaria que tuvo lugar hace algunos años,


entre dos profesores eminentes, se dijo mucho sobre esta
famosa cuarta dimensión. Uno de ellos decía a sus lectores que a
la vez que sólo aceptaba la posibilidad de las ciencias naturales
terrestres, esto es, la ciencia directa o inductiva, “o la
investigación exacta de sólo aquellos fenómenos que tienen
lugar en nuestras condiciones terrestres de espacio y de tiempo”,
nunca se permitiría pasar por alto las posibilidades del futuro.
“Recordaré a mis colegas, –añade el profesor espiritista– que
nuestras deducciones de lo que se ha adquirido ya por medio de
la investigación, tienen que ir mucho más allá que nuestros
sentidos de percepción. Los Emites del conocimiento sensible
tienen que estar sujetos a una ampliación constante, y más
todavía los de la deducción. ¿Quién se atrevería a marcar los
límites del futuro?… existiendo en un espacio de tres
dimensiones, sólo podemos dirigir nuestras investigaciones y
hacer nuestras observaciones sobre lo que tiene lugar en estas
tres dimensiones. Pero, ¿puede esto impedirnos creer en un
espacio de más elevadas dimensiones, y construir una
geometría correspondiente?… Dejando, por ahora, a un lado la
realidad de un espacio con cuarta dimensión, podemos, sin

43
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

embargo… seguir adelante observando por si se encontrase un


fenómeno que sólo pudiese explicarse por la hipótesis de la
cuarta dimensión.” En otras palabras: “debemos asegurarnos de
si algo que pertenezca a las regiones de la cuarta dimensión,
puede manifestarse en nuestro mundo de tres dimensiones…
puede reflejarse en él.”

El Ocultista contestaría que nuestros sentidos no sólo


pueden penetrar en el mundo de la cuarta dimensión, sino
también en el de la quinta y la sexta, pero que tienen que
espiritualizarse lo suficiente para ello, siendo solamente nuestro
sentido interno el que puede convertirse en el médium de esta
transmisión. Así como la proyección de un objeto que existe en
un espacio de tres dimensiones puede hacerse aparecer en la
superficie plana de una pantalla de sólo dos dimensiones, del
mismo modo los seres y cosas de cuatro dimensiones pueden
ser reflejados en nuestro mundo de materia grosera de tres
dimensiones. Pero como se necesitaría un físico muy hábil para
hacer creer a su auditorio que las cosas, “reales como la vida,”
que viese en esta pantalla, no eran sombras, sino realidades,
asimismo sería necesario uno más sabio que cualquiera de
nosotros, para persuadir a un hombre de ciencia –no hablemos
de muchos– que lo que él ve reflejado en nuestra pantalla de
tres dimensiones, puede ser a veces, y bajo ciertas condiciones,
un verdadero fenómeno reflejado y producido por poderes de
cuarta dimensión para su particular diversión y al objeto de
convencerle. “Nada es tan falso en apariencia como la verdad
desnuda” –es un adagio Kabalista–: “la verdad es a menudo más
extraordinaria que la ficción” –es un axioma bien conocido.

Se necesita ser algo más que un hombre de ciencia moderna


para demostrar una posibilidad tal como la de la mutua relación
entre los dos mundos –el visible y el invisible–. Se necesita una
inteligencia altamente espiritual o sumamente impresionable
para descifrar y distinguir intuitivamente lo verdadero de lo
falso, la pantalla natural de la artificial. Sin embargo, nuestra
época es reaccionaria y está incrustada en el mismo fin de la

44
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

barahúnda cíclica, o lo que queda de ella, y esto explica la


afluencia de los fenómenos así como la ceguera de cierta gente.

¿Qué contesta la ciencia materialista a la teoría idealista de


un espacio de cuatro dimensiones? “¡Cómo! –exclama–; ¿se
quiere que nosotros, mientras estemos circunscritos dentro del
infranqueable círculo de un espacio de tres dimensiones,
pensemos siquiera en un espacio de dimensiones superiores?
Pero ¿cómo es posible que se crea en una cosa de la cual el
pensamiento humano no puede imaginarse nunca ni aun el
bosquejo más confuso? Se necesitaría un ser muy diferente del
hombre; estar dotado de un organismo físico completamente
distinto; en un palabra: no ser un hombre, para poderse
representar en el pensamiento un espacio de cuatro
dimensiones, una cosa que sea ancha, larga, de espesor y… ¿qué
más?”

Ciertamente; “¿qué más?”: Pues ninguno de los hombres de


ciencia que abogan por él, quizás tan sólo porque son
espiritistas y desean explicar el fenómeno por medio de este
espacio, parece saberlo. ¿Es el paso de la materia por medio de la
materia? Entonces, ¿por qué insisten en que es un espacio
cuando es simplemente otro plano de existencia? Al menos esto
es lo que debe significarse con ello, si es que significa algo.
Nosotros los ocultistas decimos y sostenemos que si se necesita
un nombre para satisfacer los conceptos materiales de los
hombres en nuestro plano inferior, que lo llamen por su nombre
indo Mahas, (o Mahaloka), el cuarto mundo del septenario
superior que corresponde a Rasatala, el cuarto de la cadena
septenaria de mundos inferiores; –los catorce mundos que
“surgieron de los elementos quintuplicados”– pues estos dos
mundos rodean, por decirlo así, nuestro presente mundo de la
Cuarta Ronda. Cualquier indo comprenderá lo que esto significa.
Mahas es un mundo superior, o más bien un plano de existencia;
lo mismo que aquel plano a que pertenece la hormiga, de que
hemos hablado, es quizás uno de los inferiores de las cadenas
septenarias inferiores. Y si lo llamaran así, tendrían razón.

45
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

A decir verdad, se habla de este espacio de cuatro


dimensiones como si fuera una localidad; una esfera en lugar de
ser lo que es –un estado de ser completamente distinto–. Desde
que fue resucitado en la mente de las gentes por el profesor
Zöllner, ha acarreado confusiones sin fin. ¿Cómo sucedió? Pues
por medio de un análisis matemático abstruso; un hombre de
ciencia, de mente espiritual, llegó a la conclusión de que nuestro
concepto del espacio puede no ser infalible, ni tampoco está
probado de un modo absoluto, que además de nuestros cálculos
de un espacio de tres dimensiones sea matemáticamente
imposible que haya espacios de mayores o menores
dimensiones en el Universo. Pero, según lo expresó muy bien un
escéptico: “la confesión de la existencia posible de espacios de
dimensiones diferentes al nuestro, no nos proporciona (a los
grandes matemáticos) el menor concepto de lo que son
verdaderamente tales dimensiones. El aceptar un espacio
superior de cuatro dimensiones, es lo mismo que aceptar el
infinito; semejante aceptación no nos ayuda en lo más mínimo a
imaginarnos lo que puede ser…; todo lo que sabemos de esos
espacios superiores, es que no tienen nada de común con
nuestro concepto de espacio.” (Cartas Científicas).

Nuestro concepto significa, por supuesto, el concepto de la


ciencia materialista, dejando de este modo ancho margen para
otras mentes menos científicas, aunque más espirituales.

Para demostrar la completa imposibilidad de conseguir que


una mente materialista compruebe, o siquiera conciba de la
manera más remota y hasta confusa, la presencia, en nuestro
mundo de tres dimensiones, de otros planos de ser superiores,
puedo citar algo de las interesantísimas objeciones de uno de
los dos sabios contrincantes25 mencionados, respecto a este
espacio.

Pregunta: “¿Es posible que se de como explicación de


ciertos fenómenos, la acción de un factor semejante, del cual

25
Cartas Cientificas. Publicadas en Nowye Vremya. San Petersburgo, 1883.
46
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

nada sabemos de cierto, y de cuya naturaleza y facultades somos


ignorantes?”

Quizás exista quien sepa algo; quien no sea tan ignorante. Si


se acudiese a un ocultista diría: No; pues la ciencia física exacta
tendría que rechazar su misma manera de ser, tendría que
hacerse metafísica. No se puede analizar tales fenómenos, ni por
tanto, explicarlos por medio de datos biológicos, ni siquiera
fisiológicos. Sin embargo, pudiera hacerse inductivamente,
como sucede, por ejemplo, con la Gravitación, de la cual no
sabéis más que sus efectos en cuanto son observados en nuestra
tierra de tres dimensiones.”

Además, se dice por los defensores de la teoría: 1º, que


vivimos incondicionalmente en nuestro espacio de tres
dimensiones; “quizás (incondicionalmente) por lo mismo que no
podemos comprender otro, y que somos en absoluto incapaces,
debido a nuestro organismo, de comprenderlo de otro modo
que con las tres dimensiones.”

2º, En otras palabras. “Ni siquiera nuestro espacio de tres


dimensiones es algo que exista independientemente, sino que
sólo representa el producto de nuestro entendimiento y de
nuestros conceptos.”

A la primera declaración, el Ocultismo contesta que,


aquellos “que son incapaces de comprender ningún otro espacio
que el de tres dimensiones, harán bien en no ocuparse de los
demás”. Pero no es “debido a nuestro organismo (humano),”
sino sólo a la organización intelectual de los que no pueden
concebir ningún otro; a organismos sin desarrollo espiritual, ni
tan siquiera mental, en la debida dirección. A la segunda
declaración contestaría, que el impugnador está completamente
equivocado en la primera parte de su sentencia, así como está
por completo en lo firme en la última. Pues aun cuando la cuarta
dimensión –si debemos llamarla así– no existe más
independiente de nuestros conceptos y sentidos que nuestro
imaginado espacio de tres dimensiones, ni como localidad; sin

47
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

embargo, es y existe para los seres evolucionados y nacidos en él


como “producto de su entendimiento y de sus conceptos.” La
naturaleza nunca traza líneas de demarcación demasiado
rigurosas; jamás construye barreras infranqueables, y sus vacíos
sin puentes existen tan sólo en los conceptos limitados de
ciertos naturalistas. Los dos (y más) espacios o planos de ser
están lo suficientemente compenetrados para permitir la
comunicación entre aquellos de sus respectivos habitantes, que
son capaces de concebir igualmente un plano superior que uno
inferior. Puede haber seres anfibios intelectuales, como hay
anfibios terrestres.

El impugnador del plano de cuatro dimensiones se queja de


que la sección de altas matemáticas, conocida actualmente como
Metamatemáticas o Metageometría, ha sido maltratada y citada
erróneamente por los espiritistas, que “se asieron a ella como a
un áncora de salvación”. Sus argumentos son, por lo menos, muy
curiosos: “En lugar de probar la verdad de sus fenómenos
mediumnísticos –dice– se han dedicado a explicarlos bajo la
hipótesis de una cuarta dimensión. Si vemos la mano de una
Katie King que desaparece en un espacio desconocido, pues
cuarta dimensión. Obtenemos nudos en una cuerda cuyos dos
extremos están atados y sellados, otra vez la cuarta dimensión.
Desde este punto de vista se considera al espacio como algo
objetivo. Se cree que realmente hay en la naturaleza espacios de
tres, de cuatro y de cinco dimensiones. Pero entonces, por
medio del análisis matemático, podríamos llegar de este modo a
una serie interminable de espacios. No hay más que figurarse lo
que sería de la ciencia exacta, si para explicar los fenómenos, se
recurriese a tales espacios hipotéticos. Si uno fallaba, podríamos
evocar otro, y si no otro aún más superior, y así sucesivamente”.

¡Oh, pobre Kant! Y, sin embargo, se nos dice que uno de sus
principios fundamentales era “que nuestro espacio de tres
dimensiones no era absoluto; y que hasta con respecto a
axiomas tales como los de la Geometría de Euclides, nuestros
conocimientos y ciencias sólo pueden ser relativamente exactos
y reales”.

48
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Pero, ¿por qué debe creerse que la ciencia está en peligro,


sólo porque los espiritistas traten de explicar sus fenómenos en
aquel plano? ¿Y de qué otra manera pueden explicar lo que es
inexplicable, si lo tratamos de analizar por los conceptos de las
tres dimensiones de la ciencia terrestre, si no es por el de las
cuatro dimensiones? Ningún hombre cuerdo trataría de explicar
el Daimon de Sócrates por la forma de la nariz del gran sabio, o
de atribuir la inspiración de Luz de Asia al gorro de Mr. Ed.
Amold. ¿Qué sería decir, a verdad, de la ciencia, si se dejasen
explicar los fenómenos por dicha hipótesis? Nada peor,
suponemos, que lo que le sucedió después que la Sociedad Real
aceptó la moderna teoría de la Luz por la hipótesis de un Eter
universal. El éter no es menos el producto de nuestro
entendimiento que lo es el espacio. Y si el uno pudo aceptarse
¿por qué rechazar el otro? ¿Es porque el primero puede ser
materializado en nuestro concepto, o más bien tenía que serlo,
puesto que no podía evitarse; y porque el otro siendo inútil
como hipótesis al objeto de la ciencia exacta, no se encuentra
tan avanzado?

Por lo que respecta a los ocultistas, están en completo


acuerdo con los hombres de ciencia estrictamente ortodoxos,
cuando a la oferta hecha de “experimentar y observar si podrían
ocurrir fenómenos en nuestro mundo de tres dimensiones, sólo
explicables por la hipótesis de un espacio de cuatro
dimensiones”, contestan lo siguiente: “Bien. Suponiendo que la
observación y el experimento den una contestación satisfactoria
sobre la existencia real de un espacio superior de cuatro
dimensiones, o nos resuelvan un dilema insoluble por donde
quiera que lo consideremos; ¿cómo pueden la observación y los
experimentos humanos, posibles tan sólo incondicionalmente
dentro de los límites de un espacio de tres dimensiones,
servirnos como punto de partida para el reconocimiento de
fenómenos que sólo pueden explicarse, admitiendo la existencia
de un espacio de cuatro dimensiones?”

49
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Estas objeciones son muy justas, por lo que creemos; y los


espiritistas serían los únicos que saldrían perdiendo, si
probasen alguna vez la existencia de tal espacio o su
intervención en sus fenómenos; pues he aquí lo que sucederla:
Tan pronto se demostrase, digamos, que un anillo pasa por
medio de la carne y emigra del brazo del médium al del
investigador que tiene cogidas las manos del primero, y también
que se trajesen flores y otras cosas materiales a través de las
paredes o de las puertas cerradas, y que por lo tanto, la materia
puede, por efecto de ciertas condiciones excepcionales, pasar
por medio de la materia; tan pronto se persuadiese del hecho la
colectividad de los hombres de ciencia, toda la teoría de la
acción espiritual y de la intervención inteligente se vendría
abajo. El espacio de tres dimensiones no sería tocado, pues el
paso de un sólido por medio de otro no tiene nada que ver con
las dimensiones metageométricas, sino que la materia sería
probablemente dotada por las sabias corporaciones con una
facultad más, y las opiniones materialistas ganarían fuerza con
ello. ¿Estaría por eso el mundo más avanzado en la solución del
misterio psíquico? ¿Estarían las nobles aspiraciones humanas
hacia el conocimiento de la verdad de la existencia espiritual, en
aquellos planos del ser que se están confundiendo ahora con el
espacio de cuatro dimensiones, más cerca de una solución,
porque la ciencia exacta admita como una ley física la acción de
pasar un hombre deliberadamente a través del cuerpo de otro
hombre o a través de una pared de piedra? Las Ciencias Ocultas
nos enseñan que al fin de la Cuarta Raza la materia que
evoluciona, progresa y cambia, –lo mismo que lo hacemos
nosotros, a la vez que los demás reinos de la Naturaleza–
adquiere un cuarto sentido como igualmente adquirirá uno más
en cada nueva Raza. Por lo tanto, no hay nada que pueda
sorprender a un ocultista poseído de la idea de que el mundo
físico esté desarrollándose y adquiriendo nuevas facultades; una
simple modificación de la materia, nueva –a lo que parece para
la ciencia– y tan incomprensible como lo era al principio el
poder del vapor, de la electricidad, del sonido… Pero lo que le
parece sorprendente es el estancamiento espiritual del mundo
intelectual y de los más elevados conocimientos esotéricos.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Sin embargo, nadie puede impedir ni precipitar el más


pequeño progreso del ciclo. Pero quizás tenía razón el viejo
Tácito al decir: “La Verdad se establece por medio de la
investigación y de la tardanza; lo falso prospera por la
precipitación. “ Vivimos en la época del vapor y de una loca
actividad, y la Verdad apenas puede esperar ser conocida en
este siglo. El Ocultista espera y se somete a su tiempo.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

EL AUTOCONOCIMIENTO
(Self-Knowledge, Lucifer, oct. 1887)

Lo primero que se necesita para obtener autoconocimiento,


es llegar a estar profundamente consciente de la ignorancia, el
sentir en cada fibra del corazón que uno se engaña
incesantemente a sí mismo.

El segundo requisito es la convicción aún más profunda que


tal conocimiento –el conocimiento intuitivo y cierto– puede
obtenerse con esfuerzo.

El tercero y más importante es una determinación


indomable para obtener y encarar ese conocimiento.

Ese tipo de conocimiento de sí no puede alcanzarse por lo


que los hombres llaman ordinariamente “autoanálisis”. No se
logra por razonamiento o por ningún proceso cerebral; ya que
es el despertar a la conciencia de la naturaleza Divina del
hombre. El obtener este conocimiento es un logro más grande
que el de regir los elementos o conocer el futuro.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

EL GENIO
(Genius, Lucifer, nov. 1889)

“¡Genio! ¡Tú, don del Cielo, tú luz divina!


En medio de qué peligros estás condenado a brillar.
Frecuentemente la debilidad del cuerpo
refrenará tu fuerza,
frecuentemente ahogará tu vigor e impedirá tu curso;
y los nervios temblorosos te fuerzan a refrenar
tus más nobles esfuerzos de luchar con dolor
¡O la Miseria, triste huésped!…”

CRABBE

De entre26 los muchos problemas hasta ahora no resueltos


en el Misterio de la Mente resalta de manera destacada la
cuestión del Genio. ¿De dónde viene y qué es el genio, cuál es su
raison d´être, cuáles las causas de su excesiva rareza? ¿Es de
veras un “don del Cielo”? Y si es así, ¿por qué tales dones para
unos, siendo la torpeza intelectual o incluso la idiotez el hado de
otros? El considerar la aparición de hombres y mujeres de genio
como un mero accidente, como un premio de la ciega suerte o
dependiendo de causas exclusiva mente físicas, es concebible
sólo para un materialista. Como certeramente dice un autor,
sólo queda entonces esta alternativa: estar de acuerdo con el
creyente en la existencia de un dios personal “para referir la
aparición de todo individuo singular a un acto especial de la
voluntad divina y de la energía creadora», o “reconocer en toda
la sucesión de tales individuos un gran acto de alguna voluntad,
expresado en una eterna ley inviolable”.

El genio, como Coleridge lo definió, es desde luego, –según


todos los indicios externos–, “la facultad de crecimiento”; sin
embargo para la intuición interna del hombre la cuestión es: si
es el genio –una aptitud anormal de la mente– el que se
desarrolla y crece, o es el cerebro físico, su vehículo, el que a
26
Artículo publicado en la revista Lucifer, en noviembre de 1889.
53
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

través de algún proceso misterioso se hace más apto para


recibir y manifestar desde dentro hacia el exterior la naturaleza
innata y divina del alma superior del hombre. Acaso los filósofos
de la Antigüedad, en su sabiduría no sofisticada, estaban más
cerca de la verdad que nuestros modernos sabiondos, cuando
dotaron al hombre de una deidad tutelar, un Espíritu al que
llamaban genius. La substancia, por no decir la esencia –observa
la diferencia, lector– de esa entidad y la presencia de ambas, se
manifiesta según el organismo de la persona con la que
comunica. Como dice Shakespeare, lo que percibimos de la
“substancia” del genio de los grandes hombres “no está aquí”:

“Porque lo que ves no es sino la parte más pequeña…


Pero si estuviera toda su figura aquí,
Seria de una altura tan espaciosa y encumbrada
Que tu techo no sería suficiente para contenerla …”

Esto es precisamente lo que enseña la Filosofía Esotérica. La


llama del genio no es encendida por ninguna mano
antropomórfica, excepto la del propio Espíritu de uno. Es la
naturaleza misma de la Entidad Espiritual, de nuestro Ego, la
que sigue tejiendo nuevas tramas de vidas en la tela de
reencarnaciones sobre el telar del tiempo, desde los inicios
hasta el final del gran Ciclo de Vida27. Esta es la naturaleza que
se impone, más fuerte que la de la personalidad en el hombre
común; de modo que lo que llamamos «manifestaciones de la
genialidad» en una persona, son sólo los esfuerzos más o menos
exitosos de ese Ego para hacerse valer en el plano exterior de su
forma objetiva –el hombre de barro–, en la prosaica vida diaria
de este último. Los EGOS de un Newton, Esquilo o Shakespeare
son de la misma esencia y substancia que los de un palurdo,
ignorante, loco o inclusive idiota; y la autoafirmación de sus
genius informantes (espíritus tutelares) depende de la
construcción fisiológica y material del hombre físico. Ningún
Ego difiere de otro en cuanto a su primordial u original esencia
y naturaleza. Lo que hace de un mortal un gran hombre y de
otro una persona vulgar y tonta es, según se dice, la calidad y
27
El período de un Manvantara completo, que comprende 4.320.000.000 de años solares.
54
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

naturaleza de su cascarón y envoltura física, y la capacidad o


incapacidad del cerebro y del cuerpo de transmitir y dar
expresión a la luz del hombre interno, real; y esta aptitud o
inaptitud es, a su vez, resultante del Karma. O, usando otro símil,
el hombre físico es el instrumento musical y el Ego, el artista
ejecutante. La potencialidad de la perfecta melodía del sonido
está en el primero –el instrumento–, y ninguna habilidad del
último puede despertar una armonía impecable en un
instrumento roto o mal hecho. Esta armonía depende de la
fidelidad de transmisión al plano objetivo, del inexpresado
pensamiento divino que se encuentra en las mismas
profundidades de la naturaleza subjetiva o interna del hombre,
mediante palabra o acto. Siguiendo nuestro ejemplo, el hombre
físico puede ser, un inapreciable Stradivarius, un violín barato y
agrietado, o nuevamente una mediocridad entre ambos, en las
manos de un Paganini que lo “anima”.

Todas las naciones antiguas sabían esto. Pero aunque todas


tenían sus Misterios y sus Hierofantes, no a todos podía
enseñarse por igual la gran doctrina metafísica; y mientras unos
pocos elegidos28 recibían tales verdades en su iniciación, a las
masas sólo se les permitía acercarse a éstas con la mayor
cautela, dentro de los límites –siempre lo más lejanos posible–.
“Del DIVINO TODO procedió Amun, la Divina Sabiduría… no la
des a los indignos”, dice un Libro de Hermes. San Pablo, el “sabio
Maestro Constructor”29, no hace más que imitar a Thot–Hermes
cuando dice a los Corintios: “Nosotros decimos la Sabiduría
entre los que son perfectos (los iniciados)… hablamos sabiduría
divina en MISTERIO, la Sabiduría oculta”30.

28
Los que ya habían alcanzado el nivel evolutivo necesario para “entender”, y eran
conscientes de ello
29
Un término absolutamente teúrgico, masónico y oculto. Usándolo, Pablo
se declara a sí mismo como Iniciado, teniendo el derecho de iniciar a
otros. Primera Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios III, 10.
30
Ibídem II, 6–8.
55
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

A pesar de ello, todavía en nuestros días se acusa a los


antiguos de blasfemia y de fetichismo, por su “culto a los
héroes”. ¡Pero han profundizado los historiadores modernos
alguna vez en la causa de tal “adoración”! Creemos que no. De
otra manera ellos serían los primeros en darse cuenta de que lo
que era “adorado”, o, más bien, a lo que se rendía honores no
era ni al hombre de barro ni a la personalidad –el “héroe” o
“santo fulano de tal”, que aún prevalece en la Iglesia de Roma,
una iglesia que beatifica el cuerpo más que el alma–, sino al
Espíritu divino prisionero, al “dios” exiliado dentro de esa
personalidad. ¿Quién en el mundo profano sabe que incluso la
mayoría de los magistrados (Arcontes de Atenas, mal traducidos
en la Biblia como “príncipes”) –cuya tarea oficial era preparar la
ciudad para tales procesiones–, ignoraba el verdadero
significado del “culto” alegado?

Ciertamente tenía razón San Pablo al declarar que


“Nosotros decimos Sabiduría… no la sabiduría de este mundo…
que ninguno de los Arcontes de este mundo (profano) conocía,
sino la sabiduría oculta de los MISTERIOS.” Pues como de nuevo
da a entender la Epístola del Apóstol, el lenguaje de los iniciados
y sus secretos no los conoce ningún profano 31, ni aún un
“Arconte” o gobernante fuera del templo (lugar) de los sagrados
misterios; nadie “salvo el Espíritu del hombre (el Ego) que está
en él” 32.

Si se hubieran traducido los capítulos II y III de la I Epístola


a los Corintios con el espíritu en que estaban escritos –incluso
su letra muerta está ahora desfigurada–, el mundo podría
percibir asombrosas revelaciones. Entre otras cosas habría una
clave para los hasta ahora inexplicables ritos del antiguo
Paganismo, uno de los cuales es el misterio de este mismo culto
a los Héroes. Y mostraría que si las calles de la ciudad que
honraba a uno de tales hombres estaban llenas de rosas
esparcidas para el paso del héroe de ese día; si todos los
ciudadanos estaban llamados a inclinarse reverentemente ante

31
Fanum, lugar sagrado. Pro–fanum (profano), fuera del lugar sagrado.
32
Primera Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios II, 11.
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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

aquel que era tan festejado; y si el sacerdote y el poeta


rivalizaban entre sí en su celo por inmortalizar el nombre del
héroe después de su muerte… La filosofía oculta nos dice la
razón de ello.

“Contempla”, dice ésta, “en toda manifestación del genio –


cuando está combinado con la virtud–” en el guerrero o en el
bardo, en el gran pintor, artista, estadista u hombre de ciencia,
que lo eleva por encima de las cabezas del vulgo en manada, “la
innegable presencia del exiliado celeste, el divino Ego cuyo
carcelero eres tú, ¡oh hombre de materia!” Así, lo que
denominamos deificación se aplica al Dios inmortal que está
dentro, no a las paredes muertas o tabernáculo humano que lo
contiene. Y esto fue hecho en reconocimiento tácito y silencioso
de los esfuerzos realizados por el divino cautivo que, aún bajo
las más adversas circunstancias de encarnación, logró
manifestarse.

El Ocultismo por tanto, no enseña nada nuevo al afirmar el


axioma filosófico arriba mencionado. Tratando con más
extensión el amplio tópico metafísico, sólo le da un último toque
explicando ciertos detalles. Enseña, por ejemplo, que la
presencia en el hombre de varios poderes creativos –llamados
genios en general–, no es debida a ninguna suerte ciega, a
ninguna cualidad innata a través de tendencias hereditarias, –
aunque lo que se conoce por atavismo puede frecuentemente
intensificar estas facultades–, sino a una acumulación de
“antecedentes experienciales” individuales del Ego en su vida (y
vidas) precedentes. Pues, aunque omnisciente en esencia y por
naturaleza, aún necesita experimentar a través de sus
personalidades las cosas de la tierra, terrestres en plano
objetivo, para poner en vigor por medio de ellas la realización
de esa omnisciencia abstracta. Y añade nuestra filosofía que el
cultivo de ciertas aptitudes a través de una larga serie de
encarnaciones pasadas, debe culminar finalmente en alguna
vida, en un florecer perenne como genio, en una u otra
dirección.

57
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Por ello, los grandes Genios, si son verdaderos e innatos y


no meramente una expansión anormal de nuestro intelecto
humano, nunca pueden copiar o rebajarse a imitar, sino que
siempre serán originales, sui generis en sus impulsos creativos y
realizaciones. Como esos lirios gigantes de la India que brotan
súbitamente, acunados por las nubes, en las grietas y fisuras de
las desnudas rocas de las altas mesetas en los montes Nilgiri, así
también el verdadero Genio necesita solamente una
oportunidad para mostrarse en la existencia y florecer a la vista
de todos en el suelo más árido, pues su estampa es siempre
inconfundible. Usando un dicho popular, el genio innato al igual
que los crímenes, saldrá a la luz tarde o temprano y cuanto más
se haya querido suprimir u ocultar, mayor será el torrente de
luz arrojado por su súbita irrupción. Por otra parte, el genio
artificial, tantas veces confundido con el anterior y que en
realidad no es más que el resultado de prolongados estudios y
preparación, nunca será, por decirlo así, más que la llama de la
lámpara encendida fuera del portal del templo; puede lanzar
una larga estela de luz de una parte a otra de la carretera, pero
deja el interior del edificio a oscuras. Y como toda facultad y
propiedad en la Naturaleza es dual –esto es, puede hacerse que
sirva a dos fines, tanto a uno bueno como a otro malo–, de este
modo se delatará el genio artificial a sí mismo. Nacido del caos
de las sensaciones terrenales, de las facultades perceptivas y
retentivas, todavía de memoria finita, siempre será esclavo de
su cuerpo; y ese cuerpo, debido a su inconstancia y a la
tendencia natural de la materia hacia la confusión, llevará
incluso a los considerados “grandes genios” de regreso a su
propio elemento primordial, que es el caos, el mal, o la Tierra.

Así, entre el genio verdadero y el artificial, uno nacido de la


luz del Ego inmortal, el otro de los efímeros fuegos fatuos del
intelecto terrestre o puramente humano y del alma animal,
media un abismo, sólo salvable para quien aspira ir siempre
hacia adelante; quien nunca pierde de vista, aun en las
profundidades de la materia, esa estrella guía del Alma Divina y
de la Mente, lo que llamamos Buddhi–Manas. Este último no

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

requiere, al contrario que el primero, cultivarse. Las palabras


del poeta afirman que la lámpara del genio:

“Si no es protegida, podada y alimentada con cuidado


Pronto muere, o llega a derrocharse con vacilante luz.”

Estas palabras pueden aplicarse solamente al genio


artificial, resultante de la cultura y de una agudeza puramente
intelectual. No es la luz directa de los Mânasaputras, los Hijos de
la Sabiduría, pues el verdadero “Genius”, alumbrado por la llama
de nuestra naturaleza superior o Ego, no puede morir. Es por
ello que es tan sumamente raro. Lavater calculó que “la
proporción de genios (en general) respecto a hombres
ordinarios es de uno por un millón; pero para genios sin tiranía,
sin presunción, que juzgan al débil con equidad, al superior con
humanidad, y a los iguales con justicia, esa proporción es de uno
entre diez millones.” Esto verdaderamente es interesante,
aunque no demasiado lisonjero para la naturaleza humana si
por “genio”, entendía Lavater sólo la clase más alta del intelecto
humano, desarrollado por el cultivo, “protegido, podado y
alimentado”, y no el genio del que hablamos nosotros. Además
tal genio es siempre capaz de conducir hasta los extremos del
infortunio o del bienestar, a aquel a través de quién se
manifiesta esta luz artificial de la mente terrestre. Al igual que
los genios (deidades, espíritus tutelares) buenos y malos de los
antiguos, con quienes comparte tan apropiadamente el nombre,
el genio humano coge a su desvalido poseedor de la mano y le
conduce un día a los pináculos de la fama, la fortuna y la gloria,
para sumergirle al día siguiente en un abismo de deshonra,
desesperación y frecuentemente de crimen.

Pero, de acuerdo con el gran fisonomista, en este mundo


hay más genios de este último tipo, ya que, como enseña el
Ocultismo, es más fácil para la personalidad, con sus agudos
sentidos físicos y tatwas33, tender hacia el cuaternario inferior

33 “Aquello” eternamente existente, los diferentes principios de la Naturaleza, en su


significado oculto. Ver Glosario Teosófico.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

que remontarse a su tríada; la filosofía moderna, no sabe nada


de su más elevada forma espiritual, “uno por cada diez
millones”, aunque es bastante entendida en conformar genios
inferiores. Así es natural que confundiendo uno con otro se
hayan equivocado los mejores escritores modernos al definir el
verdadero genio. Como consecuencia, oímos y leemos
continuamente muchas cosas que a los ocultistas les parecen
bastante paradójicas. “El genio necesita cultivarse”, dice uno; “el
genio es vano y autosuficiente”, dice otro; mientras un tercero
seguirá definiendo la luz divina no más que para
empequeñecerla en el lecho de Procusto de su propia estrechez
intelectual de miras. Hablará de la gran excentricidad de los
genios, emparentándola como norma general con una
“constitución inflamable”, aun lo mostrará como “¡presa de
cualquier pasión, pero rara vez de inclinaciones delicadas!”
(Lord Kaimes). Es inútil discutir con estos, o decirles que los
genios originales y grandes apagan los más deslumbrantes
rayos de intelectualidad humana como el sol apaga la luz de una
llama de fuego en un campo abierto; que nunca es excéntrico;
aunque siempre sui generis; y que ningún hombre dotado de
verdadero genio puede jamás abandonarse a sus pasiones
físicas animales. En la opinión de un humilde ocultista sólo un
gran carácter altruista como el de Buddha o el de Jesús, y el de
sus pocos imitadores fieles, pueden ser considerados en nuestro
ciclo histórico como GENIOS completamente desarrollados.

De ahí que el verdadero genio tenga pocas posibilidades de


recibir su reconocimiento en nuestra era de convencionalismos,
hipocresía y contemporización. A medida que el mundo
aumenta en civilización se expande su fiero egoísmo, y apedrea
a sus verdaderos profetas y genios en beneficio de sus sombras
remedadas. Sólo las agitadas masas de millones de ignorantes, el
gran corazón de la gente, son capaces de sentir intuitivamente a
una verdadera “gran alma” llena de amor divino por la
humanidad, de compasión divina por el hombre sufriente. De
aquí que sólo el pueblo llano es aún capaz de reconocer al genio,
como que sin tales cualidades ningún hombre tiene derecho a
ese nombre. Ningún genio puede encontrarse ahora en la Iglesia

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

o el Estado y eso lo prueba su propia confesión. Parece que


hubiese pasado mucho tiempo desde que en el siglo XIII el
“Doctor Angélico”34 desairó al Papa Inocencio IV, quien
haciendo alarde de los millones obtenidos por la venta de
absoluciones e indulgencias, hizo a Santo Tomás de Aquino la
siguiente observación “¡la era en que la Iglesia decía: 'Plata y oro
no tengo', ha pasado!” “Cierto,” fue la rápida contestación; “pero
también ha pasado la era en que podía decir a un paralítico,
¡Levántate y anda!” Y sin embargo, desde aquel tiempo y desde
mucho, mucho antes hasta nuestro días no ha cesado en ningún
instante la crucifixión de su Maestro ideal por la Iglesia y el
Estado. Mientras cada Estado cristiano rompe con sus leyes y
costumbres, con todo mandamiento dado en el Sermón de la
Montaña, la Iglesia cristiana se justifica y aprueba esto a través
de sus propios obispos que desesperadamente proclaman: “Un
Estado cristiano sobre principios cristianos es imposible” 35. De
ahí que no sea posible un modo de vida semejante al de Cristo (o
Buddha) en los Estados civilizados.

El ocultista, entonces, para quien “el verdadero genio es


sinónimo de mente auto–existente e infinita”, reflejado más o
menos fielmente por el hombre, no encuentra en las
definiciones modernas del término nada que se aproxime a lo
correcto. Por su parte, los modernos seguramente recibirán con
irrisión la interpretación esotérica. La misma idea de que cada
hombre con un “alma” dentro de sí es el vehículo de un genio,
parecerá supremamente absurda aun para los creyentes,
mientras que los materialistas se pondrán a malas con ella
llamándola “crasa superstición”. Por lo que se refiere al
sentimiento popular –el único aproximadamente correcto ya
que es puramente intuicional (no intelectualizado)– ni será
tenido en cuenta. El mismo epíteto elástico y cómodo de
“superstición” será usado, una vez más, para explicar por qué no
ha habido nunca aún un genio universalmente reconocido –
34Nombre con el que era denominado Santo Tomás de Aquino, y Escuela Angélica, la que
seguían sus discípulos o tomistas. Ver José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, tomo
IV, Alianza Editorial. Madrid, 1981, página 3271.
35
Ver “Going to an Fro”, primer artículo (Lucifer, nov. 1889).
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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

tanto de un tipo como de otro– sin una cierta cantidad de


cuentos y leyendas misteriosas, fantásticas y, frecuentemente
extraordinarias relacionadas con ese carácter tan único,
acompañándolo en su vida y aun sobreviviéndole. Con todo, son
sólo los no sofisticados, las denominadas masas “ignorantes”,
los que –justamente a causa de esa falta de razonamiento
sofisticado– cada vez que toman contacto con un carácter
anormal, fuera de lo común, sienten que hay en él algo más que
el mero hombre mortal de carne y atributos intelectuales. Y
sintiéndose ellos mismos en presencia de lo que en la inmensa
mayoría está siempre oculto, de algo incomprensible para sus
mentalidades prosaicas, experimentan el mismo temor
reverencial que las masas populares sintieron antiguamente
cuando su fantasía, muchas veces más infalible que la razón
cultivada, hizo dioses de sus héroes, enseñando:

“… Al débil a inclinarse, al orgulloso a rezar


a los poderes nunca vistos y más poderosos que ellos…”

Esto ahora se llama SUPERSTICION…

¿Pero qué es superstición? Es cierto que tenemos miedo de


aquello que no nos podemos explicar claramente. Como niños a
oscuras, tanto los cultos como los ignorantes, somos todos
propensos a poblar esa oscuridad con fantasmas de nuestra
propia creación; pero esos “fantasmas” no prueban de ningún
modo, que esa “oscuridad” –que es sólo otra forma de
denominar lo “invisible” y “oculto”– está realmente vacía de
cualquier presencia salvo la nuestra propia. De manera que si en
su forma exagerada es la “superstición” un extraño íncubo 36,
como una creencia en las cosas “más arriba y más allá” de
nuestros sentidos físicos, no obstante es también un modesto
reconocimiento de que hay cosas en el Universo, y alrededor
nuestro, de las que no sabemos nada. Bajo este sentido no se
convierte la “superstición” en un sentimiento irrazonable, mitad

36 Dícese del espíritu, diablo o demonio que, según la opinión vulgar, tiene comercio
carnal con una mujer, bajo la apariencia de varón.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

asombro, mitad pavor, mezclado con la admiración y la


reverencia, o con el miedo, según los dictados de nuestra
intuición. Y esto es mucho más razonable que repetir con los
sabiondos demasiado doctos: que no hay nada, “nada en
absoluto en esa oscuridad”, ni puede haber nada allí ya que ellos
no han acertado a percibirlo.

¡Eppur si muove! Donde hay humo, ahí debe haber fuego;


donde hay vapor húmedo allí debe haber agua. Nuestra
reclamación descansa sobre una verdad axiomática eterna: nihil
sine causa. El genio y el sufrimiento inmerecido son prueba del
Ego inmortal y de la Reencarnación en nuestro mundo. Por lo
demás, es decir, por lo que se refiere a las calumnias y burlas
con las que se encuentran tales doctrinas esotéricas, Fielding –
también una suerte de genio, a su manera–, dio cuenta de
nuestra respuesta un siglo antes. Nunca pronunció una verdad
mayor que el día en que escribió que “Si la superstición hace del
hombre un tonto, el ESCEPTICISMO LO CONVIERTE EN UN
LOCO”.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El Nuevo Ciclo
(Le Cycle Nouveau, Le Revue Theosophique, marzo 1889)

No podemos estrenar este primer número de una Revista


Teosófica oficial y rigurosa sin presentar a nuestros lectores
alguna información que nos parece esencial.

En efecto, las ideas que hasta la fecha se tienen acerca de la


llamada Sociedad Teosófica en la India, son tan varias y vagas,
que hasta muchos de nuestros miembros tienen, al respecto,
opiniones muy erróneas. Nada puede mostrar, de manera más
convincente, la necesidad de hacer notorias las metas que nos
proponemos en una revista dedicada, exclusivamente, a la
Teosofía. Además: antes de pedir a nuestros lectores que se
interesen por ella o que emprendan su estudio, deben recibir
algunas explicaciones preliminares.

¿Qué es la Teosofía? Desde el principio se nos pregunta:


¿por qué usar un nombre tan rimbombante? Cuando
contestamos que la Teosofía es Sabiduría Divina o Sabiduría de
los Dioses (Theos-Sophia), más que de un Dios, se nos endilga
una objeción aún más extraña: "¿Entonces, no sois Buddhistas?
Aunque ya sabemos que los Buddhistas no creen ni en uno, ni en
muchos dioses [...]"

Nada podría ser más correcto. En primer lugar: no somos


más Buddhistas que cristianos, musulmanes, judíos,
zoroastrianos o brahmanes. Además: en lo que atañe a la
cuestión de los Dioses, nos atenemos al método esotérico de
Hyponia, que Amonio Saccas enseñó; es decir: el significado
oculto del término. ¿Acaso Aristóteles no dijo que: "La Esencia
Divina que penetra a la naturaleza y que se difunde en todo el
Universo (que es infinito) y que las masas llaman Dioses, es
simplemente [...] los principios primeros?"—en otras palabras,
las fuerzas creadoras de la Naturaleza. El hecho de que los
filósofos buddhistas admitan y conozcan la naturaleza de estas
fuerzas, tan bien como cualquier otro, no implica que la
Sociedad Teosófica, como tal, sea buddhista. La Sociedad, en su

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calidad de corporación abstracta, no cree en nada, no acepta


nada y no enseña nada. La Sociedad en sí, no puede, ni debe
tener alguna religión; ya que las contiene todas. Al fin y al cabo,
los cultos son sólo vehículos externos, formas más o menos
materiales que contienen, más o menos, la esencia de la Verdad
Universal Una. La Teosofía, en su naturaleza esencial, es la
ciencia tanto espiritual como física de esta Verdad, la verdadera
esencia de la búsqueda deísta y filosófica. La Sociedad Teosófica,
como representante visible de la Verdad universal, no puede ser
fanática, no puede tener preferencias o ser más parcial que una
sociedad antropológica o geográfica; pues la Verdad Universal
contiene todas las religiones y filosofías y, cada una de ellas
contiene, a su vez, una porción de dicha Verdad. ¿Acaso le
interesa, a una sociedad antropológica o geográfica, a cuál
religión pertenecen sus exploradores, siempre que cada uno de
sus miembros cumpla con valor su deber?

Ahora bien: si se nos pregunta, como ha acontecido muchas


veces, si somos deístas o ateos; espiritistas o materialistas,
idealistas o positivistas, monárquicos, republicanos o
socialistas, sólo podemos contestar que cada una de estas
opiniones está representada en la Sociedad Teosófica. Es
suficiente repetir lo que dije hace diez años en un artículo de
fondo de la revista Theosophist, para mostrar cuánto de lo que el
público general piensa, es diferente de lo que en realidad somos.
De vez en cuando, a nuestra Sociedad se le ha acusado de las
ofensas más elaboradas y acciones malas más contradictorias,
atribuyéndole intenciones e ideas que jamás tuvo. ¡Qué no se ha
dicho de nosotros! Un día éramos una asociación de ignorantes,
que creían en los milagros; el día siguiente se declaraba que
éramos taumaturgos con propósitos secretos y enteramente
políticos; por la mañana se decía que éramos carbonarios y
nihilistas peligrosos; por la noche, se descubría que éramos
espías pagados por la Rusia autocrática y monárquica. En otros
momentos, sin ninguna transición, se creía que éramos jesuitas
dispuestos a arruinar el espiritismo francés. Los positivistas
americanos veían en nosotros unos fanáticos religiosos;
mientras el clero de todas las naciones nos denunciaba como

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

emisarios de Satán, etc., etc. Finalmente, nuestros críticos


bondadosos, con elegancia imparcial, dividieron a todos los
teósofos en dos categorías: los charlatanes y los ingenuos [...]

Ahora bien: los hombres calumnian sólo a quienes odian o


"temen." ¿Por qué se nos odia? En lo que concierne al temernos,
¿quién sabe? La Verdad no siempre es bienvenida y quizá
pronunciemos demasiadas verdades reales. Sin embargo, desde
el momento que la Sociedad Teosófica fue fundada en los
Estados Unidos, hace 14 años, nuestras enseñanzas han recibido
una atención completamente inesperada. Tuvimos que ampliar
el programa original y, el territorio de nuestras búsquedas y
exploraciones combinadas, ahora se extiende hacia un horizonte
ilimitado. Esta expansión se hizo necesaria por el número
siempre en ascenso de nuestros miembros, que aun crece
diariamente. La diversidad de sus razas y religiones requería un
estudio más y más profundo por nuestra parte. Sin embargo, a
pesar de que nuestro programa ha sido extendido, no se ha
cambiado nada en lo que atañe a los tres objetivos principales
excepto, tristemente, con respecto al que más queríamos, el
primero: la Hermandad Universal sin distinción de raza, color o
credo. No obstante todos nuestros esfuerzos, este objetivo ha
sido casi siempre ignorado o se ha quedado en letra muerta;
especialmente en la India, gracias a la arrogancia y al orgullo
nacional de los ingleses. Excepción hecha por esto, los otros dos
objetivos: el estudio de las religiones orientales, especialmente
de las antiguas religiones védicas y buddhistas y nuestras
búsquedas en los poderes latentes en el ser humano, han sido
seguidos con un celo que ha recibido su recompensa.

Desde 1876, nos hemos visto obligados a desviarnos, más y


más, de la arteria principal de los principios generales,
originalmente establecidos, tomando caminos laterales que van
expandiéndose continuamente. Por lo tanto: a fin de satisfacer a
los teósofos y seguir la evolución de todas las religiones, hemos
sido forzados a viajar alrededor del mundo, comenzando
nuestro peregrinaje al rayar del ciclo de la humanidad
incipiente. Estas búsquedas han desembocado en una síntesis

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

que acabamos de delinear en La Doctrina Secreta, algunas


porciones de las cuales se traducirán en esta revista.1 La
doctrina está apenas esbozada en nuestros volúmenes; sin
embargo, los misterios que allí se develan, tocante a las
creencias de los pueblos prehistóricos, la cosmogonía y la
antropología, no se habían divulgado hasta la fecha. Ciertos
dogmas y teorías de La Doctrina Secreta son antitéticos con las
teorías científicas, especialmente las darwinianas; sin embargo
explican y arrojan luz en lo que, hasta ahora, se ha quedado
incomprensible, llenando más de un vacío dejado, se quiera o
no, por los científicos. Pero nosotros tuvimos que presentar
todas estas doctrinas como son o jamás mencionar el tema.
Quien se sienta atemorizado por estas perspectivas infinitas y
trate de reducirlas, valiéndose de atajos y "puentes
suspendidos" que la ciencia construye artificialmente sobre sus
mil y un vacíos, más le valdría que no entrara en las Termópilas2
de la ciencia arcaica.

Este ha sido uno de los resultados alcanzados por nuestra


Sociedad. Quizá no sea mucho; pero le seguirán, seguramente,
ulteriores revelaciones exotéricas o puramente esotéricas.
Hablamos de esto por dejar constancia de que no predicamos
ninguna religión en particular, dejando a cada miembro libre de
seguir su creencia particular. El objetivo principal de nuestra
organización, por la cual nos esmeramos a fin de convertirla en
una verdadera hermandad, está muy explícito en el lema de la
Sociedad Teosófica y de todos sus órganos: "No hay Religión
más elevada que la Verdad." Por lo tanto, como Sociedad
impersonal, debemos acoger la Verdad dondequiera que se
encuentre; sin estar en contra o ser parciales a ninguna
creencia. Esto nos lleva, directamente, a una deducción lógica: si
aclamamos y damos la bienvenida con brazos abiertos a todo
buscador serio de la verdad, es obvio que en nuestras filas no
hay espacio para el fanático ardiente, el dogmático o el hipócrita
circundado por una "muralla china" de dogmas, cada uno de
cuyos ladrillos lleva inscrito: "de aquí no se pasa." En realidad:
¿qué posición podría tener, entre nosotros, un fanático, cuya
religión le impide toda investigación y no admite el uso libre de

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

la razón; cuando el concepto original, la mera raíz de la cual


crece la planta hermosa que llamamos Teosofía, es una
exploración libre y completa en todos los misterios naturales,
divinos o humanos?

Aparte de esta restricción, la Sociedad Teosófica invita a


todos a participar en sus pesquisas y descubrimientos.
Quienquiera que sienta que su corazón late al unísono con el
gran corazón de la humanidad; quienquiera que sienta que sus
intereses son uno con los de los más pobres y menos
afortunados que él; quienquiera, hombre o mujer, que esté
siempre dispuesto a prestar servicio a quienes sufren,
quienquiera que esté plenamente consciente del verdadero
significado del "Egoísmo," es un Teósofo congénito y por
derecho. Puede estar seguro que siempre encontrará, entre
nosotros, corazones comprensivos. En efecto: nuestra Sociedad
es una pequeña humanidad especial, donde, al igual que en la
humanidad en general, uno puede encontrar su contraparte.

Si se objetara que en esta Sociedad Teosófica, el ateo está al


lado del deísta y el materialista del idealista, contestaremos: "¿Y
qué? Si un individuo es un materialista, es decir: discierne en la
materia una potencialidad infinita para la creación o mejor
dicho: para la evolución de toda vida terrestre o si otro es un
espiritista, dotado de percepción espiritual que el primero no
tiene, ¿por qué esto debería impedir, al uno o al otro ser un
buen Teósofo? Además: quienes adoran a un Dios Personal o a
una Sustancia Divina, son mucho más materialistas que el
panteísta, el cual rechaza la idea de un Dios de carne, mas
percibe la esencia divina en cada átomo. Todo el mundo sabe
que el buddhismo no reconoce el binomio Dios o Dioses. Sin
embargo, para el Arhat, para el cual cada átomo de polvo está
tan lleno de Swabhavat (sustancia maleable, eterna e
inteligente, aunque impersonal) como lo está él mismo y que
trata de asimilar este Swabhavat, identificándose con el Todo a
fin de alcanzar el Nirvana, debe, para llegar allí, seguir el mismo
Sendero doloroso de renunciación, de las buenas obras, del
altruismo y tiene que vivir una vida santa, aunque menos

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

egoísta en su intención, que el cristiano beatificado. ¿Qué


importancia tiene la forma transitoria, si la meta a alcanzar es la
misma Esencia Eterna, a pesar de que se presente a la
percepción humana bajo el disfraz de una Sustancia, de un Soplo
inmaterial o de la nada? Admitamos la Presencia, a pesar de que
se le llame Dios Personal o Sustancia Universal; y admitamos
una causa, pues todos vemos efectos. Pero, puesto que estos
efectos son los mismos para el buddhista "ateo" y el cristiano
deísta y siendo la causa inescrutable para ambos: ¿por qué
gastar nuestro tiempo siguiendo una sombra ilusoria? En último
análisis: los más grandes materialistas y los filósofos más
trascendentales, admiten la presencia de un Proteo impalpable,
omnipotente en su ubicuidad, a través de todos los reinos de la
naturaleza, incluyendo al ser humano; un Proteo indivisible en
su esencia, sin forma y, sin embargo, manifestándose en todas
las formas; está aquí, allá, por dondequiera y en ningún lugar, es
el Todo y la Nada, es todas las cosas y permanece siempre Uno,
Esencia Universal que vincula, limita y contiene todo y todo la
contiene. ¿Cuál teólogo puede ir más allá de esto? Es suficiente
reconocer dichas verdades para ser un Teósofo; ya que tal
confesión implica admitir que no sólo la humanidad, aunque
conste de millares de razas, sino todo lo que vive y vegeta, todo
lo que, en una palabra, es, está constituido por la misma esencia
y sustancia, está animado por el mismo espíritu y, por lo tanto,
hay solidaridad en la naturaleza, tanto en el plano físico como
en el moral.

Como ya dijimos en la revista Theosophist:

"La Sociedad Teosófica, nacida en los Estados Unidos de


América, se ha constituido siguiendo el modelo de la madre
patria. Como todos sabemos, los Estados Unidos de América ha
omitido el nombre de Dios en su Constitución por temor, decían
los Padres de la República, de que esta palabra un día se
convirtiera en el pretexto para una religión de estado. Porque
ellos querían otorgar, en las leyes, una igualdad absoluta a todas
las religiones, de manera que todas sostuvieran el estado y que
todas fuesen, a su vez, protegidas."

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

La Sociedad Teosófica se ha establecido siguiendo este


hermoso modelo.

Actualmente sus 173 ramas se han reunido en numerosas


Secciones. En la India, dichas secciones son autónomas y cubren
sus gastos; fuera de la India hay dos grandes secciones: una en
América y la otra en Inglaterra (la Sección Americana y la
Sección Británica). Entonces: cada rama y cada miembro tienen
el derecho de profesar la religión y estudiar las ciencias o las
filosofías que prefieran, siempre que todo permanezca unido
mediante el vínculo de la Solidaridad y de la Fraternidad;
nuestra Sociedad puede verdaderamente ser llamada la
"República de la conciencia."

Cada miembro de nuestra Sociedad, estando libre de seguir


los intereses intelectuales que mejor le plazcan, debe someter
alguna razón para pertenecer a ella; esto implica que cada
miembro debe contribuir con su parte, por pequeña que ésta
sea, trabajando mentalmente o de otra forma, para el bien de
todos. Si no trabaja para el bien ajeno, no tiene motivo alguno de
ser teósofo. Todos nosotros debemos trabajar para la liberación
del pensamiento humano, la eliminación de las supersticiones
egoístas y fanáticas y en favor del descubrimiento de todas las
verdades que están al alcance del espíritu humano. Este fin es
alcanzable, de forma más segura, por medio de la cultura de la
solidaridad en el trabajo mental. Ningún trabajador honrado,
ningún buscador serio ha vuelto con las manos vacías. Y no hay
hombre ni mujer, por atareados que parezcan estar, que no
puedan depositar su pequeño grano de arena sobre el altar
moral o pecuniario de la Verdad. Por lo tanto, será el deber de
los Presidentes de las ramas y de las secciones hacerse cargo de
que no haya ningún zángano que no haga nada, excepto zumbar
en el panal teosófico.

Una palabra más: ¿cuántas veces, los dos fundadores de la


Sociedad Teosófica han sido acusados de ambición y autocracia?
¿Cuántas veces han sido reprendidos por tener un falso deseo
de imponer su voluntad a los miembros? Nada podría ser más

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

injusto. Los fundadores de la Sociedad han sido siempre los


primeros y más humildes servidores de sus colaboradores y
colegas; siempre dispuestos a ayudar a los demás, cuyas luces a
su disposición eran débiles, sustentándoles en la lucha contra
los egoístas, los indiferentes y los sectarios; ya que ésta es la
primera batalla a la cual debe prepararse quienquiera que entre
en nuestra Sociedad muy poco entendida por el público.
Además: los reportes publicados después de cada Convención
anual, existen para probar lo dicho. Durante nuestra última
Convención, que tuvo lugar en Madras, en Diciembre de 1888, se
han propuesto y adoptado reformas importantes. Todo lo que
parecía ser una obligación financiera ha cesado de existir,
aboliendo hasta los 25 centavos para cubrir el costo del
diploma. Desde ahora en adelante, los miembros son libres de
donar lo que quieran, si desean ayudar y sustentar a la Sociedad
Teosófica o no donar nada.

En estas condiciones y en este momento de la historia


teosófica, es fácil comprender la meta de una revista dedicada,
exclusivamente, a la propagación de nuestras ideas. Nos
gustaría poder abrir nuevos horizontes intelectuales y trazar
caminos inexplorados que llevan al mejoramiento del género
humano. Queremos, también, ofrecer una palabra de consuelo a
todos los desheredados de la tierra que sufren a causa de un
vacío en el alma o de la ausencia de bienes materiales. Invitamos
a todos los de corazón noble, quienes quieran contestar a este
llamado, que se unan a nosotros en esta obra humanitaria. Todo
colaborador, que sea miembro de nuestra Sociedad o solamente
que esté en simpatía con ella, puede ayudarnos a convertir esta
revista en el único órgano de la verdadera Teosofía en Francia.
Ahora estamos encarando todas las posibilidades gloriosas del
futuro. He aquí, una vez más, la hora del gran retorno periódico
de la marea que sube del pensamiento místico en Europa. El
océano de la ciencia universal, la ciencia de la vida eterna, nos
circunda por todos lados y cuyas olas nos llevan los tesoros
sepultados y olvidados de las generaciones desaparecidas.
Tesoros aun desconocidos para las razas modernas civilizadas.
La corriente vigorosa que está surgiendo de los abismos

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

submarinos, de las profundidades donde yacen el conocimiento


y las artes prehistóricas, deglutidas con los Gigantes
antediluvianos, semidioses aunque mortales apenas formados.
Esta corriente sopla en nuestra cara, murmurándonos: "Eso que
fue, aún es, eso que se olvidó, enterrado por eones en las
profundidades de las capas jurásicas, puede volver a la
superficie una vez más. Preparaos."

Dichosos quienes entienden el lenguaje de los elementos.


Sin embargo ¿a dónde van aquellos para los cuales la palabra
elemento significa sólo eso que le atribuye la ciencia física y la
alquimia materialistas? ¿Las olas de la gran marea los llevará a
las orillas familiares, después de haber sido arrastrados por la
inundación? ¿Serán llevados hacia la cumbre de un nuevo
Ararat, hacia las alturas donde hay luz y sol y un lugar seguro
donde poner los pies o hacia un abismo sin fondo que los
engullirá tan pronto como traten de luchar contra las olas
irresistibles de un nuevo elemento?

Preparémonos y estudiemos la verdad en todos sus


aspectos, sin ignorar ninguno de ellos, si no queremos caer en el
abismo de lo desconocido cuando suene la hora. Es inútil confiar
en la suerte, esperando el momento de crisis intelectual y
psíquica que está preparándose con indiferencia o con plena
incredulidad diciéndonos que, en el peor de los casos, la marea
nos empujará, naturalmente, hacia la orilla; ya que hay muchas
probabilidades de que esta marea no deje un sólo cadáver. La
lucha será terrible, en todo caso, entre el materialismo brutal y
el fanatismo ciego de un lado y la filosofía y el misticismo por el
otro, este velo más o menos espeso de la verdad eterna.

El materialismo no ganará. Todo fanático que se aísla del


axioma universal: "no hay religión más elevada que la Verdad,"
se verá separado como una tabla podrida de la nueva Arca,
llamada: Humanidad. El fanático, arrojado por las olas,
perseguido por los vientos y percutido por este elemento tan
terrible porque es desconocido, muy pronto será deglutido.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Si, así debe ser y de ninguna otra forma, tan pronto como la
llama artificial y acalórica del materialismo moderno sea
extinguida por falta de combustible. Aquellos que no pueden
concebir un Ego espiritual, un alma viva y un Espíritu eterno en
su vestidura material (cuya vida ilusoria depende sólo de estos
principios); aquellos para los cuales la gran ola de esperanza en
una vida después de la muerte es un sorbo amargo, el símbolo
de una cantidad desconocida o mejor dicho: el sujeto de una
creencia muy singular, fruto de alucinaciones mediumnísticas o
teológicas, más les valdría prepararse para la más profunda
decepción que el porvenir pueda reservarles. De las
profundidades de las aguas turbias y negras de la materia, que
esconden completamente a esta gente los horizontes del más
allá, está surgiendo, en las postrimerías de este siglo, una fuerza
mística. Hasta ahora ha sido un simple toque, sin embargo más
allá de lo humano; y sólo los supersticiosos y los ignorantes lo
considerarán "sobrenatural." En este momento el espíritu de la
verdad está moviéndose sobre las aguas negras y, al separarlas,
las obliga a dejar en la superficie sus tesoros espirituales. Este
espíritu es una fuerza que no puede ser obstaculizada ni
detenida. Aquellos que la reconocen y sienten que éste es el
momento supremo de su salvación, dicha fuerza los llevará más
allá de las ilusiones de la gran serpiente astral. La beatitud que
sentirán será tan aguda y viva que si no fuese que en espíritu
están desapegados del cuerpo, podría herirlos como una navaja
afilada. No es el placer eso que sentirán; sino una beatitud que
es un preludio del sabor de la sabiduría de los dioses, del
conocimiento del bien y del mal y de los frutos del Arbol de la
Vida.

A pesar de que el ser humano actual sea un fanático, un


escéptico o un místico, debe darse cuenta de que es fútil luchar
contra estas dos fuerzas morales ahora desencadenadas y
ocupadas en una lucha hasta el final. El está a merced de estos
adversarios y no hay poder intermediario capaz de protegerlo.
Es simplemente una cuestión de elección: dejar que la corriente
del misticismo que está desdoblándose, nos transporte
naturalmente y sin oposición o luchar contra la reacción de la

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

evolución moral y psíquica, ahogándose en el vórtice de la


nueva marea. En este momento, todo el mundo, con sus grandes
centros intelectuales, culturales, políticos, literarios, artísticos y
comerciales, se halla en fermentación, todo tambalea, se
derrumba y tiende a reformarse. Es inútil no querer verlo y
esperar que uno permanezca neutral entre estas dos fuerzas en
plena lucha. Uno puede dejarse aplastar o escoger entre ellas. El
ser humano que piensa que ha escogido la libertad y que, sin
embargo, queda sumergido en esta caldera en ebullición y
espumosa de sordidez, llamada la vida social, pronuncia la
mentira más terrible hacia su Ser Divino; una mentira que
obcecará a este Ser a lo largo de sus largas series de
encarnaciones futuras. Todos vosotros, quienes vaciláis en el
camino de la Teosofía y de las ciencias ocultas y tembláis en el
umbral áureo de la Verdad, la única Verdad que aun os está
disponible; ya que las demás han fracasado, una tras otra, mirad
la Gran Realidad que ahora se os ofrece directamente. Estas
palabras son sólo para las personas con tendencias místicas y
sólo para ellas tendrán alguna relevancia; para quienes ya han
tomado su determinación, resultarán vanas e inútiles. Sin
embargo, vosotros: Ocultistas, Cabalistas y Teósofos, sabéis bien
que una palabra vieja como el mundo, aunque nueva para
vosotros, ha sido pronunciada en el principio de este ciclo y yace
en potencia, aunque no esté articulada para los demás, en la
suma de las cifras del año 1889. Sabéis que acaba de sonar una
nota, hasta la fecha jamás oída por la humanidad de esta era y
que una nueva clase de pensamiento ha surgido, alimentada por
las fuerzas evolutivas. Tal pensamiento difiere de todo lo que se
ha producido en el siglo XIX, sin embargo es idéntico a lo que
era la nota clave y la piedra de toque de todo siglo,
especialmente el último: "La Libertad Absoluta del Pensamiento
Humano."

¿Por qué tratar de estrangular, suprimir, eso que es


indestructible? ¿Por qué combatir, cuando uno no tiene ninguna
otra opción que dejarse elevar al cielo en la cresta de la onda
espiritual, más allá de las estrellas y de los universos o ser
deglutido en el profundo abismo del océano de la materia?

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Vanos son vuestros esfuerzos de bucear lo insondable en busca


de las raíces de esa materia tan glorificada en nuestro siglo; ya
que tales raíces crecen en el Espíritu y en el Absoluto y no
existen, a pesar de que sean eternas. Este contacto continuo con
la carne, la sangre y los huesos, la ilusión de la materia
diferenciada, sólo os ciega y mientras más avanzáis en el campo
de los átomos químicos e impalpables más os convenceréis que
existen únicamente en vuestra imaginación. ¿Pensáis, de verdad,
que encontraréis en ellos todas las verdades y las realidades del
ser? La muerte está en la puerta de todos nosotros, lista a
cerrarla para el alma amada que escapa de su prisión; esta alma
que es la única que dio realidad al cuerpo. Por lo tanto:
¿deberíamos asemejar el amor eterno a las moléculas de esa
materia que cambia y desaparece?

Quizá seáis indiferentes a todo esto; entonces: ¿qué os


importa el amor y las almas de vuestros seres queridos; ya que
no creéis en ellas? Ya habéis tomado vuestra determinación.
Habéis entrado al sendero que sólo cruza los desiertos áridos de
la materia. Os habéis condenado a vegetar allí a través de una
larga serie de vidas, contentos con vuestras alucinaciones
febriles, en lugar de las percepciones espirituales; con las
pasiones, en lugar del amor; con la cáscara en lugar del fruto.

Sin embargo: vosotros, amigos y lectores, que aspiráis a algo


más que la simple vida de la ardilla en su rueda que gira
incesantemente; vosotros que no os sentís satisfechos con la
caldera en constante ebullición sin producir nada; vosotros que
no confundís ecos vacíos antiguos como el mundo, con la voz
divina de la Verdad, preparaos para un futuro que pocos de
vosotros han soñado, a menos que ya hayáis puesto vuestros
pies en el Camino. Vosotros habéis escogido un sendero que, al
principio, está salpicado de espinas, pero pronto se abrirá y os
llevará a la Verdad Divina. Estáis libres de dudar en el principio;
libres de no aceptar, tomando la palabra de alguien, lo que se
enseña acerca de la fuente y la causa de esta Verdad; sin
embargo podéis siempre oír lo que la voz dice, podéis siempre
observar los efectos producidos por la fuerza creativa que

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

emerge de las profundidades de lo desconocido. El suelo árido


sobre el cual nuestras generaciones actuales se mueven, al
finalizar esta edad de hambre espiritual y saciedad material,
necesita una señal divina, un arco iris, símbolo de esperanza,
sobre el horizonte. De entre todos los siglos, el XIX es el más
criminal. Es criminal en su terrible egoísmo y en su escepticismo
que se burla de la mera idea de algo que va más allá de la
materia; en su indiferencia idiota hacia todo lo que no es el "yo"
personal, nuestro siglo es todo esto y, mucho más que cualquier
otro, tiene una ignorancia barbárica y un oscurantismo
intelectual. Nuestro siglo debe ser salvado de sí mismo, antes de
que suene su última hora. Ahora es el momento de actuar para
quienes ven la esterilidad y la locura de una existencia
obnubilada por el materialismo y tan ferozmente indiferente al
destino de los demás. Les corresponde a ellos entregar sus
mejores energías, su valor y sus esfuerzos para efectuar una
reforma intelectual. Tal reforma no es factible si no mediante la
Teosofía y, digámoslo, el Ocultismo o la Sabiduría oriental.
Muchos son los senderos que llevan allí; pero la Sabiduría es
para siempre una. Los artistas la anticipan, los que sufren la
sueñan y los puros en espíritu la conocen. Los que trabajan para
los demás no pueden quedarse ciegos ante su realidad, aunque
no siempre conozcan su nombre. Sólo los superficiales y las
mentes vacías, los egoístas y los zánganos torpes, aturdidos por
el sonido de su zumbido, pueden ignorar este ideal elevado.
Vivirán hasta que la existencia misma se convierta en una carga
insoportable.

Que se sepa que estas páginas no se escribieron para las


masas; ni son un llamado a la reforma y ni siquiera un esfuerzo
por atraer a nuestras ideas a quienes están encantados de la
vida. Se dirigen sólo a aquellos que están preparados a
entenderlas, a aquellos que sufren, a aquellos que están
sedientos y hambrientos por alguna realidad en este mundo de
sombras mutables. ¿Por qué estas personas no deberían ser lo
suficiente intrépidas para abandonar su manera frívola de vivir,
sobre todo sus placeres y hasta algunos de sus intereses
mercantiles, a menos que el cuidado de ellos sea un deber hacia

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

sus familias o los demás? Nadie está tan ocupado o es tan pobre
que no pueda ser inspirado por un ideal noble a seguir. ¿Por qué
vacilar en abrirse un camino hacia dicho ideal, a través de todos
los obstáculos, las dificultades, las consideraciones del diario
vivir, avanzando con osadía hasta alcanzarlo? ¡Ah! Quienes
hagan este esfuerzo, muy pronto constatarán que el "portal
angosto" y el "sendero espinado" conducen a valles hermosos
con horizontes ilimitados, a un estado sin muerte; ¡ya que uno
vuelve a ser un Dios! Es cierto que los primeros requisitos para
llegar allí son un altruismo absoluto, una devoción ilimitada a
los intereses ajenos y una indiferencia completa por el mundo y
sus opiniones. Para dar el primer paso a lo largo de este camino
ideal, es necesaria una intención perfectamente pura; ningún
pensamiento frívolo puede distraer nuestra vista de la meta;
ninguna vacilación ni duda puede paralizar nuestros pies. Sin
embargo, hay hombres y mujeres perfectamente capaces de
todo esto y cuyo único deseo es el de vivir bajo la égida de su
Naturaleza Divina. ¡Qué al menos ellos tengan el valor de vivir
esta vida sin esconderla a la vista ajena! La opinión de nadie
puede reinar sobre los dictados de nuestra conciencia, entonces,
que ésta conciencia, una vez llegada a su desarrollo más
elevado, sea nuestra guía en nuestras acciones diarias comunes.
En lo que atañe a nuestra vida interna, concentremos toda
nuestra atención en nuestro Ideal propuesto, mirando siempre
más allá, sin bajar la vista al fango en nuestros pies [...]
Los que pueden llevar a cabo tal esfuerzo son verdaderos
Teósofos; todos los demás son simples miembros más o menos
indiferentes y, muy a menudo, inútiles.

H. P. Blavatsky

La Revue Theosophique, 21 de Marzo de 1889

Notas
1Este artículo H.P.B. lo escribió en francés, publicándolo en la revista francesa: "La
Revue Theosophique." La traducción al castellano se hizo del original en francés.

2Desfiladero de Tesalia, donde Leónidas, con trescientos espartanos, procuró detener


el ejército de Jerjes. (N.d.T.)

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

EL ORIGEN DEL MAL


(The Origin of Evil, Lucifer, oct. 1887)

El problema del origen del mal sólo puede ser abordado


filosóficamente si se toma la arcaica fórmula hindú+ como base
de argumentación. Sólo la Sabiduría Antigua resuelve el
problema de la presencia de la maldad universal de una manera
satisfactoria. Aquélla atribuye el nacimiento del Cosmos y la
evolución de la vida a la disgregación de la Unidad primordial
manifestada en Pluralidad o gran ilusión de la forma.
Habiéndose transformado la Homogeneidad en Heterogeneidad,
se crean naturalmente los contrastes: de ahí nació lo que
llamamos el Mal, que desde entonces es el único soberano en
este “valle de lágrimas”.

La mal denominada filosofía materialista occidental no ha


dejado de sacar provecho a este gran principio metafísico.
Incluso la Ciencia Física, con la Química a la cabeza, se ha
centrado recientemente en la primera proposición y canaliza
sus esfuerzos a probar con datos irrefutables la homogeneidad
de la materia primordial. Pero ahora entra en escena el
Pesimismo materialista, una doctrina que ni es filosofía ni
ciencia, sino solamente un aluvión de palabras sin sentido. El
Pesimismo, en su expresión más reciente, ha dejado de ser
panteísta y, habiéndose unido al Materialismo, se prepara a
sacar partido de la antigua fórmula inda. Pero el pesimismo ateo
no se eleva más que el homogéneo plasma terrestre de los
darvinistas. Para el Pesimismo, la última Thule es tierra y
materia, y más allá de la materia prima sólo ve un horroroso
vacío, una inexistente nada. Algunos de los pesimistas tratan de
poetizar su idea a la manera de los sepulcros blanqueados, o de
los cadáveres mejicanos cuyas espectrales mejillas y labios
están espesamente cubiertos de rojo. La decadencia de la
materia penetra la máscara de la vida aparente, a pesar de todos
los esfuerzos en contra.

78
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El materialismo utiliza ahora las metáforas e imágenes


retóricas de la india. En una nueva obra del Dr. Mainländer
sobre el tema, (Pessimism and Progress), se dice que el
Panteísmo de la india y el Pesimismo alemán son idénticos, y que
es la disgregación de la materia homogénea en materia
heterogénea, la transición de la uniformidad a la multiformidad,
lo que ha producido un Universo tan desdichado. Según dice el
Pesimismo:

Esta (transición) es precisamente el error de principio, el


Pecado Original que toda la creación ha de expiar ahora
mediante grandes sufrimientos; es justamente ese
pecado, el que habiendo arrojado a la existencia todas
estas vidas, las ha hundido en las profundidades
abismales del mal y de la miseria. Para escapar de esta
última sólo hay un medio posible, y es dejar de ser uno
mismo.

Esta interpretación de la fórmula oriental, a la que se


atribuye la primera idea de escapar de las miserias de la vida
“poniendo un fin al ser” –tanto si ese ser es considerado como
todo el Cosmos o sólo como vida individual– es un concepto
muy equivocado. El panteísta oriental, cuya filosofía le enseña a
discriminar entre Ser o Esse y la existencia condicionada,
difícilmente consentirá una idea tan absurda como ésa. El sabe
que sólo puede poner fin a la forma, no al ser, y eso únicamente
en este plano de ilusión terrestre. Ciertamente sabe que
matando en sí mismo Tanhâ (el deseo insatisfecho de existir, o
la voluntad de vivir) escapará gradualmente del curso de
renacimientos y de la existencia condicionada. Pero también
sabe que no puede matar o “poner fin” ni a su propia y pequeña
vida salvo como personalidad, que es, después de todo, como un
cambio de vestimenta. Y creyendo solamente en la Realidad
Una, –que es el eterno Ser, la Causa sin causa de la que se ha
exiliado para penetrar en un mundo de formas– considera sus
manifestaciones temporales y progresivas en el estado de Maya
(cambio o ilusión), verdaderamente como el mayor mal; pero al

79
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

mismo tiempo como un proceso natural, tan inevitable como los


dolores del parto. Es el único medio para pasar desde estas
limitadas y condicionadas vidas de dolor a la Vida Eterna, o a
ese absoluto “Ser”, expresado tan gráficamente por la palabra
sánscrita Sat.

El “pesimismo” del panteísta hindú o budista es metafísico,


abstruso y filosófico. La idea de que la materia y sus
manifestaciones proteicas son la fuente y el origen del mal y
dolor universales es muy antigua, aunque Gautama Buddha fue
el primero en darle su expresión definitiva. ¡Pero el gran
Reformador de la India seguramente nunca pretendió hacer de
ésta un asidero al que el pesimista moderno pudiera agarrarse,
o un sostén donde el materialista pudiera apoyar sus
distorsionados y perniciosos principios! El Sabio y Filósofo, que
se sacrificó por la Humanidad viviendo por ella para salvarla,
enseñando a los hombres a ver la existencia sensible de la
materia sólo como miseria, en su profundo pensamiento
filosófico nunca tuvo la idea de premiar el suicidio; sus
esfuerzos estaban dirigidos a liberar a la Humanidad de su
apego demasiado fuerte a la vida, lo cual es la causa principal
del egoísmo, de aquí que sea creador de sufrimiento y dolor.
Particularmente, Buddha nos dejó un ejemplo de fortaleza a
seguir, viviendo y no evadiéndose de la existencia. Su doctrina
muestra el mal inmanente, –no en su substancia que es eterna
sino en las ilusiones creadas por ella– a través de los cambios y
transformaciones de la materia que genera vida, ya que estos
cambios son condicionados y tal vida es efímera. Al mismo
tiempo se nos muestran tales males no sólo como inevitables,
sino también necesarios. Pues si quisiéramos discernir el bien
del mal, la luz de la oscuridad, y apreciar el primero podríamos
hacerlo sólo a través de los contrastes entre ambos. Mientras
que la filosofía de Buddha en su letra muerta apunta sólo a la
parte oscura de las cosas en este plano ilusorio; su esoterismo,
su alma oculta, aparta el velo y desvela al Arhat todas las glorias
de la Vida Eterna en toda la Homogeneidad de Conciencia y de
Ser. Otro absurdo, sin duda, a los ojos de la ciencia materialista y

80
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

aun del idealismo moderno, a pesar de ser un hecho para el


Sabio y Panteísta esotérico.

Sin embargo, la idea original de que el mal ha nacido y se ha


generado en las crecientes complejidades de la materia
homogénea, que adopta formas y se diferencia más y más a
medida que ésta se hace físicamente más perfecta, tiene un
aspecto esotérico que parece no habérsele ocurrido al pesimista
moderno. De cualquier modo, su aspecto formal, exotérico, su
letra muerta, se convirtió en objeto de especulación de todas las
naciones cultas de la Antigüedad. Incluso en la india, el
primitivo pensamiento que subyace bajo la forma ya citada, ha
sido desfigurado por el sectarismo y ha llevado al ritualismo
puramente dogmático de los Hatha Yogis, a diferencia del Raja–
Yoga vedantino filosófico. Las especulaciones exotéricas
paganas y cristianas, e incluso el ascetismo monástico medieval,
han extraído todo lo que pudieron de esta idea originariamente
noble, y la subordinaron a sus estrechas y sectarias opiniones.
Las falsas concepciones de los cristianos acerca de la materia les
han llevado desde el primer día a identificar a la mujer con el
Mal y con la materia, a pesar de la veneración de la iglesia
Católica Romana a la Virgen.

Pero la última aplicación de la malentendida fórmula inda


por parte de los pesimistas alemanes es bastante original y un
tanto inesperada, como veremos. Trazar alguna analogía entre
una enseñanza altamente metafísica y la teoría de la evolución
física de Darwin, parece, en sí mismo, una tarea imposible. Más
aún cuando la teoría de la selección natural no predica ninguna
aniquilación concebible del Ser, sino por el contrario, un
progreso continuo y siempre creciente de la vida. No obstante, la
ingenuidad alemana ha logrado darle una apariencia de verdad
filosófica mediante paradojas científicas y muchos sofismas. El
antiguo dogma indo no ha escapado a la controversia en manos
del Pesimismo moderno. El feliz descubridor de la teoría de que
el origen del mal data desde la ameba protoplásmica –que se
dividía a sí misma para la procreación, y perdió así su
inmaculada homogeneidad– ha reclamado la arcaica fórmula

81
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

aria en su nuevo libro. Al mismo tiempo que ensalza su filosofía


y la profundidad de las concepciones antiguas, declara que
debería ser considerada “como la verdad más profunda,
preconcebida y saqueada por los antiguos sabios del
pensamiento moderno”.

Así se deduce que el “pensamiento moderno” identifica y


sitúa el panteísmo profundamente religioso del filósofo hindú y
budista, al mismo nivel que las ocasionales extravagancias del
materialista pesimista. Se ignora el infranqueable abismo entre
ambos. Poco importa, al parecer, que el panteísta no reconozca
ninguna realidad en el cosmos manifestado y que
considerándolo como una simple ilusión de sus sentidos, tenga
que considerar también su propia existencia sólo como un
manojo de ilusiones. Cuando habla de los medios de escapar a
los sufrimientos de la vida objetiva, su manera de considerar
esos sufrimientos y su motivación de poner un final a la
existencia son completamente diferentes a los del materialista
pesimista. Para él, tanto el dolor como las penas son ilusiones
debidas al apego a esta vida y a la ignorancia. Por ello, aspira a
una vida eterna, inmutable y de absoluta conciencia en el estado
de Nirvana; mientras que el pesimista europeo, tomando los
“males» de la vida como realidades, aspira –como él mismo
expresa–, cuando tiene tiempo de anhelar algo más que esas
mencionadas y mundanas realidades, a la aniquilación del “ser”.

Para el filósofo sólo hay una vida real, el éxtasis nirvánico,


que es un estado que difiere no sólo en clase sino también en
grado de cualquier otro de los planos de conciencia en el
universo manifestado. El pesimista denomina al “Nirvana”
superstición y lo explica como la “cesación de la vida”, ya que la
vida comienza y termina para él en la Tierra. El primero ignora
en sus aspiraciones espirituales incluso la homogénea unidad
integral, de la que saca ahora tanto partido el pesimista alemán.
El conoce y cree solamente en la causa directa de esa unidad,
eterna y siempre viva por ser el Uno increado, o más bien, no
evolucionado. De ahí que todos sus esfuerzos vayan dirigidos
hacia la más rápida reunión posible, y retornar a esa condición

82
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

pre–primordial después de su peregrinaje a través de estas


series ilusorias de vidas imaginarias, con su irreal
fantasmagoría de percepciones sensorias.

Tal panteísmo sólo puede ser calificado de “pesimista” por


alguien que cree en una providencia personal; por alguien que
contrasta la negación de la realidad de todo lo “creado” –es
decir, condicionado y limitado– con su propia creencia ciega y
antifilosófica. La mente oriental no se ocupa de extraer el mal de
cualquier ley esencial y manifestación de la vida, ni de
multiplicar cada cantidad fenoménica por las unidades de males
muchas veces imaginarios; el panteísmo oriental simplemente
se somete a lo inevitable y trata de eliminar de la sombra de su
vida tantos “descensos al renacimiento” como sea posible,
evitando crear nuevas causas kármicas. El filósofo budista sabe
que la duración de las “series de vida” de todo ser humano se da
alegóricamente en los 49 días que pasó Gautama el Buddha bajo
el árbol Bodhi, salvo en el caso de que alcance el Nirvana
“artificialmente” (“conquistar el reino de Dios violentamente”,
en lenguaje cabalístico). Y el Sabio hindú es conciente, a su vez,
de que tiene que encender primero y extinguir después las 49
llamas37 antes de alcanzar la liberación final. Conocido esto,
tanto el filósofo como el sabio esperan pacientemente la hora
natural de la liberación; mientras que su infeliz imitador, el
pesimista europeo, está siempre presto a cometer suicidio así
como a predicarlo ignorando la hidra de muchas existencias, es
incapaz de sentir el mismo desdén filosófico por la vida que por
la muerte y, por lo tanto, de seguir el sabio ejemplo de su
hermano oriental.

Así, el panteísmo filosófico es muy diferente del Pesimismo


moderno. El primero está basado en la correcta comprensión de

37
En el Buddhismo Esotérico de A.P. Sinnett se hace referencia al 7 x 7 de los 49 días, y
las 49 llamas. Esotéricamente la alegoría se refiere a las siete Razas–raíz consecutivas
con sus siete subdivisiones. Agni, sus tres hijos Pavaka, Pavamâna, y Suchi, y los 45
nietos suman las 49 llamas, del hinduismo. (La Doctrina Secreta, tomo IV, Ed. Kier.
Buenos Aires, 1982, págs. 130 y ss.). Cada mónada ha nacido en la Primera y obtiene la
liberación en la última Séptima Raza. Sólo un Buddha puede alcanzarlo en el curso de
una vida.
83
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

los misterios del ser; el último es en realidad un sistema más del


mal, añadido a una ya larga lista de males sociales por la
enfermiza fantasía. Verdaderamente, no es una filosofía, sino
simplemente una sistemática difamación de la vida y de la
existencia; unas biliosas declaraciones de un dispéptico o de un
hipocondríaco incurable. No puede establecerse ningún paralelo
entre ambos sistemas de pensamiento.

Las semillas del mal y del dolor fueron, por supuesto, el


resultado y la consecuencia primera de la heterogeneidad del
Universo manifestado. Con todo, no son sino una ilusión
producida por la ley de contrastes que, como ha quedado
descrito, es una ley fundamental de la Naturaleza. Ni el bien ni el
mal existirían si no fuera por la luz que ellos mutuamente se
proyectan. Habiéndose observado que el Ser ofrece desde la
creación del mundo estos contrastes, sea bajo la forma que sea,
y que el mal predomina en el Universo debido a la adoración del
ego o egoísmo, la rica metáfora oriental señala la existencia del
ser expiando el error de la Naturaleza; y el alma humana
(psyche) ha sido considerada por ello como cabeza de turco y
víctima del Super–Alma inconsciente. Pero no es al pesimismo al
que dio nacimiento, sino a la Sabiduría.

La ignorancia sólo es martirio voluntario, pero el


conocimiento es el maestro del pesimismo natural. Este último
se hizo gradualmente innato en el hombre mediante el proceso
de herencia o atavismo. Está siempre presente en nosotros, por
muy latente y silenciosa que haya sido su voz en un comienzo.
En medio de las primeras alegrías de la existencia, cuando aún
estamos pletóricos de las energías vitales de la juventud, cada
uno de nosotros somos ya capaces de acusar a la Vida, sentirla
como una carga, y frecuentemente de maldecir nuestro ser por
las primeras punzadas de dolor recibidas después de un fracaso,
o por la súbita aparición de una “oscura nube”. Esto muestra la
existencia de pesimismo en nuestra sangre, al mismo tiempo
que la presencia de los frutos de la ignorancia.

84
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

A medida que se multiplica la humanidad –y con ello el


sufrimiento, que es resultado natural de su creciente número–,
se intensifican los dolores y las penas. Vivimos en una atmósfera
sombría y de desesperación, pero esto es debido a que nuestros
ojos están abatidos y clavados en la tierra, con todas sus
groseras manifestaciones físicas y materiales. Si en vez de esto,
el hombre, al seguir su viaje por la vida, mirara no hacia el cielo
–lo cual es sólo una expresión del lenguaje–, sino dentro de sí
mismo, y centrara su punto de observación en el hombre
interno, entonces escaparía pronto de los “anillos de la gran
serpiente de la ilusión”. Su vida, desde la cuna hasta la tumba,
sería entonces soportable y digna de vivir, aun en sus peores
fases.

El pesimismo, ese recelo crónico de estar el mal acechando


en todas partes, es así de naturaleza dual y da frutos de dos
clases. Es una característica natural en el hombre físico y se
convierte en maldición sólo para el ignorante. Es un favor para
el hombre espiritual, puesto que hace que vuelva a la recta
senda y le lleva al descubrimiento de otra verdad igualmente
fundamental; y es que todo en este mundo es sólo preparatorio
por ser transitorio. Es como un resquicio en las oscuras paredes
de la prisión de la vida terrena, a través del cual entra un rayo
de luz de la mansión eterna que, iluminando los sentidos
internos, susurra al prisionero en su caparazón de arcilla el
origen y el misterio dual de nuestro ser. Al mismo tiempo, es
una prueba tácita de la presencia en el hombre de aquello que
sabe, sin haber sido instruido, es decir, que hay otra y mejor vida
una vez que se ha vivido de principio a fin la maldición de las
vidas terrestres.

Esta explicación del problema y origen del mal, siendo como


ya se ha dicho, de naturaleza enteramente metafísica, no tiene
nada que ver con las leyes físicas. Perteneciendo, como
pertenece, totalmente a la parte espiritual del hombre, es mucho
más peligroso tratarlo superficialmente que ignorarlo. Pues, al
encontrarse en la misma raíz de la ética de Gautama Buddha y al
haber caído ahora en manos de los modernos filisteos del

85
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

materialismo, el confundir ambos sistemas de pensamiento


“pesimista” sólo puede llevar al suicidio mental, si no lleva a
algo peor.

La sabiduría oriental enseña que el espíritu ha de pasar por


la experiencia penosa de la encarnación y la vida, y recibir su
bautismo de materia, antes de poder alcanzar la experiencia y el
Conocimiento. Sólo después de esto recibe el bautismo del alma,
o auto–conciencia, y puede retornar a su condición original, la
de un dios, experiencia, que finaliza con más omnisciencia. En
otras palabras, sólo puede volver a su estado originario de
homogeneidad, de esencia primordial, mediante la suma de los
resultados del karma, que es lo único que permite crear una
deidad absolutamente consciente, separada sólo un grado del
Todo Absoluto.

Incluso de acuerdo con el texto de la Biblia, el mal debe


haber existido antes de Adán y Eva, quienes son por ello
inocentes de la calumnia del Pecado Original. Pues si no hubiera
existido mal o pecado antes que ellos, no podría haber existido
ni Serpiente tentadora ni Arbol del Conocimiento del Bien y del
Mal en el Edén. Las características de ese manzano se muestran
en el verso en que la pareja ha probado su fruto: “Sus ojos se
abrieron y ellos conocieron” muchas cosas además de reconocer
que estaban desnudos. Demostrando que demasiado
conocimiento acerca de la materia es un mal.

Pero así es, y nuestra tarea es examinar y combatir esa


nueva y perniciosa teoría. Hasta ahora se ha mantenido el
pesimismo dentro de los límites de la filosofía y la metafísica, y
no había mostrado la pretensión de invadir el dominio de la
ciencia puramente física, tal como hace el Darvinismo. La teoría
evolucionista ha llegado a ser hoy en día casi universal, y no hay
escuela –salvo las dominicales y misioneras– en que no se
enseñe con más o menos modificaciones sobre la idea original.
Por otra parte, no hay doctrina de la que se haya abusado y
aprovechado tanto como la de la evolución, especialmente por
medio de la aplicación de sus leyes fundamentales a la solución

86
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

de los problemas más complejos y abstractos de la existencia


multifacética del hombre. Allí donde la psicología y aun la
filosofía “teme pisar fuerte”, la biología materialista aplica
contundentemente sus analogías superficiales y prejuzgadas
conclusiones. Lo peor de todo es que pretendiendo el hombre
ser sólo un animal superior, sostiene este derecho como
pertenencia innegable al campo de la ciencia evolucionista. Las
paradojas en estos “dominios” llueven sobre mojado. Como “el
hombre es la medida de todas las cosas”, es medido y analizado
por el animal. Un materialista alemán pretende que la evolución
espiritual y psíquica sea una propiedad legítima de la fisiología y
biología; siendo únicamente los misterios de la embriología y de
la zoología –según se dice– capaces de resolver los de la
conciencia en el hombre y los del origen de su alma38. Otro
encuentra justificación para el suicidio en el ejemplo de
animales que, cuando están cansados de vivir, ponen fin a su
existencia mediante la inanición39.

Hasta ahora, el Pesimismo había tenido un punto débil –a


pesar de la abundancia y brillantez de sus paradojas– y ha sido
la ausencia de alguna base real y evidente sobre la que
apoyarse. Sus seguidores no tuvieron un pensamiento vívido ni
guía que les sirviese de faro y les ayudase a salvar los escollos
de la vida –reales o imaginarios– que ellos mismos sembraron
tan profusamente en forma de denuncias contra la vida y la
existencia. Todo lo que pudieron hacer fue confiar en sus
representantes –quienes ocuparon su tiempo muy ingeniosa, si
no provechosamente, en unir los muchos y variados males de la
vida a proposiciones metafísicas de grandes pensadores
alemanes como Schopenhauer o Hartmann– de la misma
manera que niños pequeños atan coloreadas colas a los cometas
de sus mayores y se regocijan viéndolas en el aire. Pero ahora el
programa va a cambiar. Los pesimistas han encontrado algo más
sólido y autorizado, si bien menos filosófico, a que unir sus
lamentaciones y cantos fúnebres, que las cometas metafísicas de
Schopenhauer. Los días en que ellos coincidían con las ideas de

38
HæckeI.
39
Leo Bach.
87
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

este filósofo, que señalaba a la Voluntad Universal como


responsable de todo el mal en el mundo, han pasado para ya no
volver más. Tampoco quedarán satisfechos con el
indeterminado “inconsciente” de Hartmann. Han estado
buscando diligentemente un suelo más agradable y menos
metafísico sobre el que construir su filosofía pesimista, y han
sido recompensados por el éxito, ahora que han encontrado la
causa del Sufrimiento Universal en las leyes fundamentales del
desarrollo físico. El mal ya no será asociado por más tiempo al
nebuloso e incierto fantasma llamado “Voluntad”, sino a un
hecho real y obvio: los pesimistas serán llevados en lo sucesivo
a remolque por los evolucionistas.

El argumento básico de su representante ha sido dado en la


frase que abre este artículo. El Universo y todo lo que contiene,
apareció como consecuencia de la “disgregación de la Unidad en
Pluralidad”. Esta interpretación más bien oscura de la fórmula
inda no hace referencia, a juicio del pesimista, a la Unidad una, a
la abstracción vedantina llamada Parabrahman; de otra manera,
ciertamente, yo no hubiera utilizado la palabra “disgregación”;
ni tiene tampoco mucho que ver con Mûlaprakriti o el “Velo” de
Parabrahman; ni siquiera con la materia primordial
primeramente manifestada, a no ser por inferencia, como se
deduce de la exposición del Dr. Mainländer, sino sobre todo con
el protoplasma terrestre. Se ignora totalmente en este caso al
espíritu o la deidad, evidentemente por la necesidad de
mostrarlo todo como “un dominio legítimo de la ciencia física”.

En suma, se pretende que la fórmula clásica tenga su base y


encuentre su justificación en la teoría de que “a partir de unas
pocas formas, o quizás de una sola, de la naturaleza más simple
han evolucionado gradualmente todos los diferentes animales y
plantas que existen y todos los organismos que han existido en
la Tierra” (Darwin). Se nos dice que este axioma de la ciencia es
el que justifica y demuestra el dogma filosófico hindú. ¿Cuál es
este axioma? Pues es el siguiente: la ciencia enseña que las
series de transformaciones a través de las cuales la simiente
acaba convirtiéndose en árbol, o el óvulo en un animal, en

88
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

cualquier caso, no consisten en otra cosa que en la


transformación de la estructura desde la forma homogénea a la
heterogénea o compuesta. Esta es entonces la verdad científica
que verifica la fórmula inda por medio de la evolucionista, la que
identifica a ambas y exalta de este modo la sabiduría antigua,
reconociéndola merecedora de la atención del moderno
pensamiento materialista.

Esta fórmula filosófica –explica nuestro pesimista– no es


corroborada simplemente por el crecimiento y desarrollo
individual de especies aisladas, sino que se demuestra en lo
general y en lo particular. Se encuentra justificada tanto en la
evolución y crecimiento del Universo como en el de nuestro
planeta. En suma, el nacimiento, crecimiento y desarrollo del
mundo orgánico en su íntegra totalidad están ahí para
demostrar la sabiduría antigua. Descendiendo desde lo
universal a lo particular, se ha descubierto que el mundo
orgánico está sujeto a la misma ley de eterna y creciente
elaboración, de transición de la unidad a la pluralidad como
“fórmula fundamental de la evolución de la vida”. Aun el
crecimiento de las naciones, de la vida social, de las
instituciones públicas, el desarrollo de las lenguas, artes y
ciencias, todo sigue inevitable y fatalmente la omniabarcante
“ley de la disgregación de la unidad en la pluralidad y de la
transición de lo homogéneo a lo multiforme”.

Pero al seguir la sabiduría inda, nuestro autor exagera esta


ley fundamental a su manera y la distorsiona. llega a relacionar
incluso esta ley con los destinos históricos de la Humanidad.
Hace de estos destinos algo subordinado a la exactitud de la
concepción inda y lo toma como demostración de ésta. El
sostiene que la Humanidad, como un todo íntegro, deriva cada
vez más lejos de su originaria y saludable unidad armónica a
medida que se desarrolla y progresa en su evolución y se separa
en partes, convirtiéndose cada una en rama, independiente de la
unidad. Las complejidades de las fuerzas sociales, de las
relaciones sociales, as! como de las individuales, conducen todas
ellas a un debilitamiento de la potencia vital, a una relajación de

89
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

la energía de sentimientos y a una destrucción de esa unidad


integral, sin la cual no hay armonía interna posible. La ausencia
de esa armonía genera una discordia interna que se convierte en
causa de la mayor miseria mental. El mal tiene sus raíces en la
misma naturaleza de la evolución de la vida y de sus
complicaciones. Cada uno de sus pasos hacia adelante es, al
mismo tiempo, un paso hacia la disolución de su energía y
conduce a una pasiva apatía. Tal es el resultado inevitable –dice
él– de cada complicación progresiva de la vida, ya que la
evolución o desarrollo es una transición de lo homogéneo a lo
heterogéneo, una dispersión del todo en lo múltiple, etc. Esta
terrible ley es universal y se aplica a toda la Creación, desde lo
infinitamente pequeño hasta el hombre, pues como él dice, es
una ley fundamental de la Naturaleza.

Ahora bien, es justamente por esta consideración unilateral


de la naturaleza física, que el autor alemán acepta –sin ninguna
referencia a su aspecto espiritual y psíquico– que su escuela se
ve condenada al fracaso. No se trata de si la mencionada ley de
diferenciación, y sus fatales consecuencias, pueden aplicarse o
no en ciertos casos al crecimiento y desarrollo de las especies
animales, e incluso al hombre; lino simplemente, puesto que es
la base y el apoyo principal de toda la nueva teoría de la escuela
Pesimista, de si es realmente una ley universal y fundamental.
Queremos saber si esta fórmula básica de evolución abarca todo
el proceso del desarrollo y crecimiento en su totalidad; y si está
dentro del campo de la ciencia física o no. Como dice
Mainländer, si “no es más que la transición desde el estado
homogéneo al heterogéneo”, entonces queda por probar si el
proceso mencionado “produce todas las complicadas
combinaciones de tejidos y órganos que forman y completan al
animal perfecto o a la planta perfecta”.

Como ya han hecho notar algunos críticos en Pesimismo y


Progreso, el pesimista alemán no lo duda un instante. Su
supuesto descubrimiento y su doctrina “descansan
completamente en la certeza de que el desarrollo y la ley
fundamental del complejo proceso de la organización

90
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

representa sólo una cosa: la transformación de la unidad en la


pluralidad”. De aquí la identificación del proceso con la
disolución, decadencia y debilitamiento de todas las fuerzas y
energías. Mainländer tendría razón con sus analogías si esta ley
de diferenciación de lo homogéneo en lo heterogéneo
representara realmente la ley fundamental de la evolución de la
vida. Pero esta idea es totalmente errónea, tanto metafísica
como físicamente. La evolución no sigue una línea recta, no más
que cualquier otro proceso de la Naturaleza, sino que marcha
cíclicamente, como todos los demás. Las serpientes cíclicas
engullen sus colas como la Serpiente de la Eternidad. Y así la
fórmula inda, que instruye como doctrina secreta que es, se
corrobora claramente por las Ciencias Naturales y
especialmente por la Biología.

Esto es lo que leemos en las Cartas Científicas de un


anónimo autor y crítico ruso:

“En la evolución de individuos aislados, en la del mundo


orgánico, en la del Universo, así como en el crecimiento y
desarrollo de nuestro planeta –en suma, en todas partes
en que tiene lugar alguno de los procesos de progresiva
complejidad– encontramos además de la transición de la
unidad ala pluralidad, de la homogeneidad a la
heterogeneidad, una transformación inversa, una
transición de la pluralidad a la unidad, de lo heterogéneo a
lo homogéneo… Una minuciosa observación del proceso
mencionado de progresiva complejidad ha mostrado que
lo que tiene lugar en éste no es sólo una separación de
partes, sino también su mutua absorción… Mientras que
en una porción de células, éstas se fusionan unas en otras
y se unen en un todo uniforme, formando fibras
musculares, tejidos musculares, otras son absorbidas en
tejidos óseos y nerviosos, etc. Lo mismo tiene lugar en la
formación de las plantas…”

En este caso lo que es de naturaleza material repite la ley


que actúa en la evolución de las naturalezas psíquica y

91
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

espiritual: ambas descienden para volver a ascender y


fusionarse en el punto de partida. La homogénea masa formativa
o elemento diferenciado en sus partes, se transforma
gradualmente en heterogénea; entonces, fundiéndose esas partes
en un todo armónico, recomienza un proceso inverso, o re-
involución, y retornan asimismo gradualmente a su estado
primitivo o primordial.

Tampoco encuentra el Pesimismo un mayor apoyo en el


Materialismo puro, ya que hasta ahora está teñido de una
predisposición decididamente optimista. Sus principales
partidarios nunca han vacilado, claro está, en hablar con
desprecio de la adoración teológica de la “gloria de Dios y de
todas sus obras”. Büchner lanza reproches al panteísta que ve
en un mundo tan “disparatado y malo” la manifestación del
Absoluto. Pero en general, los materialistas admiten un
equilibrio del bien sobre el mal, quizás para amortiguar
cualquier tendencia “supersticiosa” a buscar y esperar uno
mejor. Por estrecho que sea su punto de vista y por limitado que
sea su horizonte espiritual, no ven motivos en general para
desesperar por el transcurso de las cosas. Los pesimistas
panteístas, sin embargo, nunca han dejado de insistir en que la
desesperación del ser consciente es el único resultado legítimo
de la negación ateísta. Esta opinión es, naturalmente,
axiomática, o debería serlo. Si “en esta vida sólo hay esperanza”,
entonces la tragedia de la vida está absolutamente sin ninguna
raison d'être (razón de ser) y una perpetuación del drama es tan
necia como infructuosa.

El hecho de que las conclusiones del Pesimismo hayan sido


finalmente asimiladas por una cierta clase de escritores ateístas,
es un hecho notable de hoy en día, y otro signo de los tiempos.
Ello ilustra el tópico de que el vacío creado por la moderna
negación científica no puede jamás ser llenado por las frías
perspectivas ofrecidas como solacium (alivio) a los optimistas.
El “comtiano” entusiasmo de la Humanidad es un concepto lo
suficientemente pobre de tal modo que, “como los fuegos
solares que lentamente mueren” (si en efecto mueren de algún

92
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

modo), se basa en la futura aniquilación de la Raza para


contentar a la ciencia física en este momento. Si todos los
dolores y sufrimientos presentes –la feroz lucha por la
existencia y todos los horrores que conllevan– no sirvieran para
nada, y si el Hombre fuera un mero ephemeron (efímero),
juguete de ciegas fuerzas, ¿por qué asistir a la perpetuación de
la farsa? La “incesante rutina de materia, fuerza y ley”, no hará
más que precipitar a un eterno olvido, a los millones de seres
humanos que pululan y finalmente no dejará huellas o vestigios
del pasado, cuando las cosas retornen a la nebulosidad de la
bruma de fuego de donde surgieron. La vida terrestre no es un
fin en si misma. Está cubierta de tenebrosidad y miseria. No es
de extrañar entonces que el “negacionista” de alma ciega
prefiera el pesimismo de Schopenhauer al infundado optimismo
de Strauss y de sus seguidores que, a la vista de sus enseñanzas,
recuerdan la fogosidad animal de un joven asno después de una
buena comida de cardos.

No obstante, una cosa es clara: la absoluta necesidad de


tener alguna solución que acepte los hechos de la existencia bajo
una perspectiva optimista. La sociedad moderna está saturada
de un cinismo creciente y aversión a la vida. Este es el resultado
de una completa ignorancia de las actuaciones del Karma y de la
naturaleza de la evolución del Alma. El Pesimismo ha crecido
indebidamente por una equivocada lealtad a los dogmas de la
mecánica y falsa teoría de la evolución. Una vez que se ha
comprendido el funcionamiento de la Gran Ley –¿y qué filosofía
puede proporcionar mejores medios para tal comprensión y
solución final, que la doctrina esotérica de los grandes sabios de
la India?–, no queda locus standi posible para las recientes
enmiendas al sistema de pensamiento schopenhaueriano o para
las sutilezas metafísicas, urdidas por el “filósofo del
inconsciente”. Sólo el estudio de la filosofía originaria –ahora
esotérica– puede probar lo razonable de la existencia consciente.
Y ella dice que “no hay vida ni muerte pues ambas son ilusorias;
el Ser (o la Seidad) es, la única realidad”. Esta paradoja fue
repetida miles de años después por uno de los mayores
fisiólogos que han existido. “La Vida es Muerte”, dijo Claude

93
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Bernard. Los organismos viven porque sus partes están siempre


muriendo. La supervivencia del más apto está basada
seguramente en este principio. La vida de todo lo superior
requiere la muerte de lo inferior, dependiendo de la muerte de
las partes y estando subordinadas a ella. Y así como la vida es
muerte, la muerte es vida y todo el gran ciclo de vidas forman no
más que una Existencia cuyo peor día transcurre en nuestro
Planeta.

El que sabe, se impondrá. Pues hay un amanecer para cada


ser; una vez liberado de la ilusión y de la ignorancia mediante el
Conocimiento, proclamará en verdad y con plena Conciencia a
Mahâ–mâyâ:

“¡DESTRUIDA ESTA TU CASA Y EL TECHO HUNDIDO!


¡LA ILUSIÓN LA FORJO!
A SALVO PARTO DE ALLÍ PARA OBTENER LA LIBERACIÓN…”

94
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El Pralaya de la Ciencia Moderna


(The Pralaya of Modern Science, The Theosophist, oct. 1880)

Si la ciencia tiene razón, entonces, el futuro de nuestro


sistema solar y, consecuentemente, de lo que llamamos
universo, depara muy poca esperanza o consuelo a nuestra
posteridad. Dos de sus paladines: el señor Thompson y el señor
Klansius han alcanzado, simultáneamente, la opinión conclusiva
según la cual el destino del universo consiste en una completa
destrucción que acontecerá en un futuro no muy remoto. De
igual parecer son las teorías de varios astrónomos, las cuales
describen el gradual congelamiento y la disolución final de
nuestro planeta usando términos casi idénticos a los que
empleaban los hindúes más grandes y aún algunos sabios
griegos. Casi se podría pensar que estamos leyendo nuevamente
a Manu, Kanada, Kapila y a otros. Lo que sigue son algunas de
las teorías más inéditas de nuestros pandits occidentales.

Nuestros científicos nos informan que: "Todas las masas


ponderables que deben haberse separado al momento de la
evolución o en la primera aparición en la tierra de la masa
primordial de materia se reunirán, nuevamente, en un cuerpo
celestial gigantesco e infinito. Todo movimiento visible en esta
masa se detendrá y sólo la moción molecular permanecerá,
esparciéndose, equitativamente, a través de todo este cuerpo
voluminoso como calor." El atomista Kanada, el antiguo sabio
Hindú, dijo: "En la creación dos átomos empiezan agitándose
hasta que, al final, se separan de su unión previa
cohesionándose después, formando una nueva substancia que
posee las cualidades de las cosas desde las cual s surgió."

Lohschmidt, el profesor austríaco de matemáticas y


astronomía y Proctor, el astrónomo inglés, al tratar el mismo
tema han llegado a otra concepción diferente sobre la causa
productora de la futura disolución del mundo. La atribuyen al
lento y paulatino congelamiento del sol, cuyo corolario final es
la extinción venidera de este globo. Entonces, todos los planetas,
siguiendo a la ley de gravitáción, se estrellarán en el astro

95
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

inanimado y frío, fundiéndose con él y formando un cuerpo


gigantesco. Si esto aconteciera, dice el sabio alemán y si tal
período iniciara, es imposible que dure para siempre; ya que no
sería un estado de equilibrio absoluto. Durante un período
maravilloso, el sol, endureciéndose gradualmente, seguirá
absorbiendo el calor radiante del espacio universal
concentrándolo a su alrededor.

Escuchemos al profesor Tay con respecto a este asunto.


Según su opinión, el congelamiento total de nuestro planeta
implicaría la muerte segura. La vida animal y vegetal que, antes
del evento, se habrá trasladado de las áreas norteñas y ya
congeladas hacia el ecuador, al final desaparecerá para siempre
de la haz del globo sin dejar atrás ningún vestigio de su
existencia. La tierra se encontrará envuelta en un frío intenso y
en las tinieblas. El actual movimiento atmosférico incesante se
habrá convertido en el silencio y en el reposo completo. Las
últimas nubes habrán derramado sobre el globo las últimas
aguas. El curso de los arroyos y de los ríos, destituido de su
vivificador y motor: el sol, se paralizará y los océanos se
congelarán en una masa. Nuestro globo no tendrá otra luz que el
ocasional brillo de las estrellas fugaces que aún no habrán
cesado de internarse en nuestra atmósfera, inflamándose. Quizá,
también el sol, bajo la influencia del cataclismo de la masa solar,
exhibirá, momentáneamente, algunas señales de vitalidad. Así,
la luz y la vitalidad volverán a penetrarlo por un breve lapso, sin
embargo, la reacción se restablecerá indefectiblemente y el sol,
impotente y moribundo, se apagará, esta vez para siempre. Tal
cambio fue observado y en realidad aconteció, en el período de
congelamiento de las constelaciones del Cisne, de la Corona y
del Ofiuco, ahora extintas. El mismo destino se depara para
todos los otros planetas, los cuales, entretanto, obedeciendo a la
ley de inercia, seguirán circunvalando al sol muerto [...].
Después, el docto astrónomo retrae el último año del globo
moribundo, empleando las mismas palabras que un filósofo
hindú usó para describir el Pralaya: "El frío y la muerte soplan
del polo norte esparciéndose a lo largo de toda la superficie
terrestre cuyos nueve décimos ya han cesado de vivir. La vida,

96
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

casi imperceptible, se ha concentrado toda en su corazón, el


ecuador, en las pocas regiones restantes aún habitadas y donde
reina una confusión completa de lenguas y nacionalidades. Muy
pronto, a los representantes sobrevivientes de la raza humana
se unen las especie animales más grandes que el intenso frío
condujo a esta faja de tierra. Un objetivo, una aspiración, acopia
esta masa variada de seres: la lucha por la vida. Grupos de
animales, sin distinción de género, se amontonan en una horda
esperando encontrar un poco de calor en los cuerpos que se
congelan rápidamente. Las serpientes no conminan más con sus
falanges venenosas ni los leones y los tigres con sus garras
puntiagudas. Todo lo que cada uno de ellos pide es la vida y
solamente la vida ¡la vida hasta el último minuto! Al final,
sobreviene el último día y los pálidos y moribundos rayos
solares iluminan la siguiente escena tétrica: ¡los cuerpos
congelados de los últimos de la familia humana, muertos por el
frío y la carencia de aire en la ribera de un mar inmóvil que está
congelándose rápidamente! [...]

Las palabras podrán no corresponder, precisamente, con las


del erudito profesor; ya que se extrajeron de apuntes sentados
en un idioma extranjero, pero las ideas son, literalmente, las
suyas. La imagen es realmente tétrica, sin embargo, las ideas
basadas sobre deducciones matemáticas no son nuevas y un
autor hindú de la era precristiana describe la misma hecatombe
según lo presenta Manu en un idioma muy superior a éste.
Invitamos al lector a comparar y al hindú a discernir, en esto,
una ulterior corroboración de la gran sabiduría y saber de sus
antepasados que anticiparon las investigaciones modernas en
casi todo campo.

"Se oyen ruidos extraños proceder de cada punto [...] Son


los precursores de la Noche de Brahma. El crepúsculo se eleva
en el horizonte y el sol desaparece [...] Paulatinamente, la luz
empalidece, el calor disminuye y en la tierra se multiplican los
lugares inhabitables, el aire se hace más y más enrarecido. Las
fuentes acuíferas se secan, los grandes ríos ven sus olas
agotarse, el océano enseña su abismo arenoso y las plantas

97
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

mueren. [...] La vida y el movimiento pierden su fuerza, los


planetas gravitan en el espacio con dificultad, extinguiéndose
uno a uno [...] Surya (el Sol), flamea y se apaga. La materia cae
en disolución y Brahma (la fuerza creativa), se funde
nuevamente en Dyaus, el no revelado, el cual, habiendo
cumplido con su tarea, duerme. [...] ¡Ha llegado la noche para el
Universo!" (Vamadeva).

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

EL PRINCIPIO SEPTENARIO EN EL ESOTERISMO


Desde el día en que comenzó a exponerse la Doctrina Arhat
esotérica, muchos de aquellos que ignoraban la base oculta de la
filosofía inda, imaginaron que entre ambas había divergencia.
Algunos, entre los más fanáticos, acusaron abiertamente a los
ocultistas de la Sociedad Teosófica de propagar la herejía
budista más caracterizada, y hasta llegaron a afirmar que en su
totalidad el movimiento teosófico no era otra cosa que una
propaganda budista disfrazada. Brahmanes ignorantes y sabios
europeos dijeron que nuestras divisiones septenarias de la
Naturaleza y de todo lo contenido en ella, incluso el hombre,
eran arbitrarias y que los sistemas religiosos más antiguos del
Oriente no las confirmaban.

Nos proponemos ahora consultar brevemente los Vedas, los


Upanishads, los Libros de la Ley de Manu y particularmente la
Vedânta, a fin de demostrar que todos éstos apoyan nuestra
creencia. Aun en su esoterismo vulgar aparece claramente la
afirmación de la división septenaria. Pasaje tras pasaje podría
citarse como prueba de ello, y no sólo puede leerse el misterioso
número en cada página de las más antiguas Escrituras Sagradas
arias, sino también en los libros más antiguos del zoroastrismo,
en los anales que pudimos salvar de las antiguas Babilonia y
Caldea, en el Libro de los Muertos y Rituales del antiguo Egipto y
hasta en los libros mosaicos, sin hacer mención de las obras
secretas judías, tales como la Kabalah.

El limitado espacio de que disponemos nos obliga a ceñirnos a


unas pocas citas breves, no permitiéndonos intentar siquiera
extensas explicaciones. No es exageración asegurar que podría
escribirse un tomo voluminoso acerca de cada una de las pocas
alusiones que aparecen en los slokas citados.

Desde el bien conocido himno al tiempo del Atharva Veda (XIX,


53) El tiempo, semejante a una brillante rueda con siete radios,
Lleno de fecundidad, arrastra todo hacia adelante.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El tiempo, cual carro de siete ruedas Y siete cubos, marcha hacia


adelante, Las ruedas veloces son los mundos todos, su eje es la
Inmortalidad. hasta Manu, “el primero y el séptimo hombre”, los
Vedas, los Upanishads y todos los sistemas de filosofía
posteriores, todos abundan en alusiones acerca de este número.

¿Quién era Manu, el hijo de Svâyambhuva? Nos dice la Doctrina


Secreta que ese Manu no era hombre, sino la representación de
las primeras Razas humanas, evolucionadas con el auxilio de los
Dhyân–Chohans (Devas) al principio de la Primera Ronda.

Pero nos enseñan sus Leyes (I,80) que hay catorce Manus para
cada Kalpa o “intervalo entre creación y creación” (léase
intervalo entre un Pralaya menor y otro), y que “en la presente
edad divina hubo hasta ahora siete Manus”. Los que saben que
hay siete Rondas, de las que tres han pasado, y que nos hallamos
ahora en la cuarta, que hay siete auroras y siete crepúsculos o
catorce Manvantaras, que al principio de cada Ronda y a su fin y
sobre y entre los planetas, hay “un despertar a la vida ilusoria y
un despertar a la vida real”; que existen además Manus–Raíces y
lo que hemos de traducir imperfectamente por los Manus–
Semilla – las semillas para las Razas humanas de la Ronda
venidera (misterio que sólo a aquellos que han pasado el Tercer
Grado en la Iniciación es divulgado)–; los que todo eso hayan
aprendido estarán mejor preparados para comprender el
significado de lo que sigue. Nos enseñan las Sagradas Escrituras
indas que el primer Manu produjo otros seis Manus (siete
Manus primarios entre todos), y esos a su vez produjeron cada
uno otros siete Manus (Bhrigu, I, 61–63) 1, resultando la
producción de estos últimos en los tratados ocultos como 7 x 7.

Claramente aparece, por lo tanto, que Manu, el último, el


progenitor de nuestra humanidad de la Cuarta Ronda, ha de ser
el séptimo ,puesto que nos hallamos en nuestra Cuarta Ronda y
que hay un Manu–Raíz en el Globo A y un Manu–Semilla en el
Globo G. Así como cada Ronda planetaria comienza con la
aparición de un Manu–Raíz (Dhyân Chohan) y termina con un
Manu–Semilla, de igual modo aparecen respectivamente un

100
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Manu–Raíz y Semilla al principio y fin del período humano en


cada planeta particular. Fácilmente se verá por la declaración
anterior que un período Manu–antárico significa, como lo
implica el término, el tiempo que transcurre entre la aparición
de dos Manus o Dhyân–Chohans, y por lo tanto, un Manu–antara
menor es la duración de las siete Razas sobre cualquier planeta
particular, y un Manu–antara mayor es el período de una Ronda
humana a través de la Cadena Planetaria. Además, como nos
dicen que cada uno de los siete Manus crea 7 x 7 Manus y que
hay 49 Razas–Raíces sobre los siete planetas durante cada
Ronda, cada Raza –Raíz tiene, pues, su Manu. El séptimo Manu
actual es llamado Vaivasvata, y aparece en los textos exotéricos
como el Manu que en la india representa al Xisustro babilónico y
al Noé judío. Mas nos enseñan los libros esotéricos que Manu
Vaivasvata, el progenitor de nuestra quinta Raza, el que la salvó
del Diluvio que casi exterminó a la cuarta (la Atlante),no es el
séptimo Manu mencionado en la nomenclatura de los Manus–
Raíces o primitivos, sino uno de los 49 “emanados de este
Manu–Raíz”.

Para mayor claridad, damos aquí los nombres de los 14 Manus


en su orden respectivo y su relación con cada onda:

101
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Así pues, aunque séptimo en el orden indicado, Vaivasvata es el


Manú–Raíz primitivo de nuestra cuarta Oleada Humana
(siempre debe tener presente el lector que Manu no es un
hombre, sino la Humanidad colectiva), mientras que nuestro
Vaivasvata era tan sólo uno de los siete Manus menores que
presiden las siete Razas de este planeta nuestro. Cada uno de
éstos ha de ser testigo de uno de los cataclismos periódicos
eternamente reproducidos (por el fuego y el agua
alternativamente) que terminan el ciclo de cada Raza–Raíz. Y es
este Vaivasvata –la encarnación del ideal indo, llamado
respectivamente Xisustro, Deucalión, Noé y por otros nombres–
el hombre alegórico que salvó a nuestra Raza cuando la casi
totalidad de la población de un hemisferio pereció por el agua,
mientras despertaba de su oscurantismo temporal el otro
hemisferio.

Aun comparando brevemente la undécima tabla de las leyendas


de Izdubar sobre la historia caldea del Diluvio con los llamados
libros mosaicos, desempeña el número siete un papel
importante. Tanto en aquélla como en estos últimos, reviste
grandísima importancia el número siete. Los animales, pues, son
apartados en siete, en siete 2 igualmente las aves; a Noé se le
anuncia que lloverá dentro de siete días sobre la Tierra; así
espera “otros siete días” y siete días más, mientras que en la
versión caldea del Diluvio la lluvia cesó al séptimo día 3.

El séptimo día fue echada a volar la paloma; Xisustro coge por


siete los Jarros de vino para el altar, etc. ¿Cómo explicar tales
coincidencias? ¡Y sin embargo, pretenden los orientalistas
europeos que creamos en ellos cuando juzgando las cronologías
babilónicas y arias las tachan de extravagantes e ilusorias! A
pesar de ello, como ninguna explicación nos ofrecen aquellos, ni
observaron jamás, que sepamos, la extraña identidad existente
en los totales de las cronologías semítica, caldea e indo–aria, los
estudiantes de la Filosofía Oculta consideran el hecho que sigue
como sugestivo en extremo. Mientras se fija en 432.000 años 4
el período del reinado de los lo reyes babilonios antediluvianos,
también señalan 432.000 años de duración al Kali Yuga

102
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

posterior al diluvio y los cuatro períodos, o el Mahâ Yuga,


acusan en su totalidad 4.320.000 años. ¿Por qué siendo ilusorias
y extravagantes presentan números idénticos, cuando
seguramente ni los arios, ni los babilonios se han copiado unos a
otros? Llamamos la atención de nuestros ocultistas para que se
fijen en los tres números dados:4,que representa el cuadrado
perfecto,3, la tríada (los siete principios universales y los siete
individuales), y 2, el símbolo de nuestro mundo ilusorio,
número ignorado y rechazado por Pitágoras.

En los Upanishads, así como en la Vedânta, es donde hemos de


buscar las mejores corroboraciones de las enseñanzas ocultas.
En la doctrina mística, los Rahasya o los Upanishads –“el único
Veda de todo pensador indo actualmente”, según confiesa
Monier Williams–, cada palabra, como su nombre mismo
implica 5, ofrece un sentido secreto. Ese sentido sólo puede
comprenderse por aquel que posee un pleno conocimiento de
Prâna, la Vida Una,“el cubo del que parten los siete radios de la
Rueda Universal” (himno a Prâna, Atharva Veda, XI, 4).

Hasta los orientalistas europeos reconocen que todos los


sistemas en la India consideran el cuerpo humano como
compuesto de: (a) un cuerpo exterior o grosero (Sthûla Sharîra),
(b) un cuerpo interno o vaporoso (Sûkshma o Linga Sharîra, el
vehículo), unidos ambos por (c), la vida Jîva o Kârana Sharîra, el
cuerpo causal) 6. El Sistema Oculto o Esotérico divide éstos en
siete, agregándole además Kâma, Manas, Buddhi, y Atinan.
La filosofía Nyâya, al tratar de los Prameyas (por medio de los
cuales los objetos y sujetos de Pramâna pueden ser entendidos
correctamente), incluye entre los 12 , los siete principios raíces
o fundamentales (véase Sûtra, IX), que son: (1) el Alma (Âtman);
(2) su Espíritu superior (Jivâtman); (3) el cuerpo (Sharîra); (4)
los sentidos (Indriya); (5) la actividad o voluntad (Pravritti); (6)
la mente (Manas); (7) el intelecto (Buddhi).

Los siete Padârthas (exámenes o atributos de las cosas


existentes) de Kanâda en el Vaisheshika, se refieren en la
Doctrina Oculta a las siete cualidades o atributos de los siete

103
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Principios. Así: (1) la sustancia (Dravya) se refiere al cuerpo o


Sthûla Sharîra; (2) la cualidad o propiedad (Guna) principio de
vida, Jîva; (3) la acción o acto (Karman) al Linga Sharîra; (4) la
comunidad o mezcla de las propiedades (Sâmânya) a Kâma–
Rûpa; (5) la personalidad o individualidad consciente
(Vishesha) a Manas; (6) la cohesión o relación íntima perpetua
(Samavâya) con Buddhi, el vehículo inseparable de Âtman; (7)
la no –existencia o no– ser en el sentido de la objetividad o
sustancia (Abhâva), y como separados de la misma, a la Mónada
más elevada o Âtman.

Así pues, sea que consideremos el Uno como el Purusha Védico


o Brahman (neutro), la “Esencia que todo lo penetra”; o como el
Espíritu Universal, la “Luz de las luces” (Jyotishâm Jyotih), el
total independiente de toda relación de los Upanishads; o como
el Paramâtman de la Vedanta; o también como la Adristha de
Kanâda, la Fuerza invisible o átomo divino; y finalmente, como
Prakriti, “la Esencia eternamente existente” de Kapila; en todos
estos principios impersonales universales hallamos la capacidad
latente de evolucionar de sí mismos a “seis rayos” (siendo el
séptimo el principio evolutivo). El tercer aforismo del Sânkhya
Kârikâ, que dice, refiriéndose a Prakriti, que es la “raíz y
sustancia de todas las cosas”, y no producto, sino productora
ella misma de “siete cosas que, producidas por aquella, se
convierten también en productores”, ofrece un significado
puramente oculto.

¿Qué son aquellos Productores evolucionados del Principio


Básico Universal (Mûla–prakriti o la materia cósmica primera
no diferenciada, que de sí misma evoluciona la conciencia y la
mente, llamada generalmente Prakriti o Amûlam Mûlam, la “raíz
sin raíz”, y Avyakta, “el Evolucionador no Evolucionado”,
etcétera?) Ese Tattva primordial o “Aquello eternamente
existente”, la Ignota Esencia, produce, según nos enseñan, como
primer Producto a Buddhi –el Intelecto– sea que apliquemos
este último al sexto Principio macrocósmico o al microcósmico.

104
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Ese primer producto produce a su vez (o es el origen de)


Ahankâra, la “propia conciencia”, y Manas, la “mente”.

Siempre habrá de tener presente el lector que Mahat o gran


fuente de aquellas dos facultades internas, Buddhi per se, no
puede poseer ni conciencia propia ni mente, esto es, sólo puede
el sexto principio en el hombre conservar una esencia de propia
conciencia personal, individualidad personal absorbiendo en sí
mismo sus propias aguas, que han fluido por conducto de
aquella facultad finita; porque Ahamkâra, esto es, la percepción
del Yo o sentimiento de nuestra propia individualidad personal,
exactamente representado por el término Egoísmo, pertenece al
segundo, o más bien al tercer producto de los siete, esto es, al
quinto principio o Manas. Este último es el que atrae al hilo de
Prakriti, (el principio–raíz) cual tela de araña, los cuatro
principios o partículas sutiles elementales –Tanmâtras, de los
que la tercera clase, los Mahâbhûtas, principios elementales
groseros, o más bien los Sharîras y Rûpas, han evolucionado–;
Kâma, Linga, Jîva y Sthûla Sharîra. Las tres Gunas de Prakriti –
Sattva, Rajas y Tamas (pureza, actividad pasional e ignorancia u
obscuridad)– formando un triple hilo o cuerda penetran los
siete, mejor dicho, los seis principios humanos. Del quinto,
Manas o Ahamkâra, el Yo ,depende convertir la cuerda Guna en
un solo hilo, el Sattva, y formando así un solo todo con el
Evolucionador no Evolucionado, alcanzar la inmortalidad o
existencia consciente eterna.

De otro modo, nuevamente se resolverá en su Esencia


Mahâbhautica; mientras no esté desencordada la triple cuerda,
el Espíritu (la Mónada Divina)queda esclavizado cual animal por
la presencia de las Gunas en los principios (Purusha Pashu).El
Espíritu Atinan o Jîvâtman (los principios séptimo y sexto), sea
del Macrocosmos o Microcosmos, aunque esclavo de aquellas
Gunas durante la manifestación objetiva del Universo o del
hombre es, no obstante, ninguna, esto es, está completamente
libre de ellas. De los tres productores o evolucionadores,
Prakriti, Buddhi y Ahankâra, sólo el último puede ser hecho
prisionero (tratándose del hombre) y destruido cuando es

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

personal. La Mónada Divina es Aguna (exenta de cualidades),


mientras que Prakriti, en cuanto el estado pasivo de
Mûlaprakriti pasa al de Avyakta (un evolucionado activo), es
entonces Gunavat, dotado de cualidades. Nada pueden tener que
ver Purusha o Atinan con el último (siendo incapaces, por
supuesto, de percibirle en su estado gunavâtico); con la primera
–Mûlaprakriti o la esencia cósmica no diferenciada– sí tienen
relación, ya que forman un solo todo con ella y son idénticos.

El Atma–Bodha o “Conocimiento del Alma”, tratado escrito por


el gran Shankarâchârya, habla claramente de los siete principios
en el hombre (véase versículo 14). A estos los llama las cinco
envolturas (Panchakosha), en las que está contenida la Mónada
Divina, el Atman y Buddhi, los principios séptimo y sexto, o el
alma individualizada cuando se ha diferenciado (bajo la acción
de Avidyâ,Mâyâ y las Gunas) del Alma Suprema, Parabrahman.
La primera envoltura, llamada Anandamaya –la envoltura de la
Suprema Bienaventuranza–, es el Manas o quinto principio de
los ocultistas, cuando está unido a Buddhi. La segunda es
Vijñânana Maya Khosa, la envoltura de la propia ilusión, el
Manas cuando se elude en la creencia del yo personal o Ego con
su vehículo. La tercera, Manomaya, compuesta de la mente
ilusoria asociada con los órganos de la acción y la voluntad, es el
Kâma Rûpa y Linga Sharîra combinados, productores de un yo
ilusorio o Mâyâvi Rûpa. Se llama a la cuarta envoltura Prâna –
Maya, la vida ilusoria, nuestro segundo principio de vida o Jîva
en el que reside la vida, la envoltura del aliento. La quinta Kosha
lleva por nombre Anna–Maya, o sea la envoltura conservada por
medio del alimento, nuestro cuerpo material. Todas esas
envolturas producen a su vez otras menores, o seis atributos o
cualidades cada una, siendo siempre la séptima la envoltura raíz
o fundamental; y al Atman o Espíritu, que semejante a un hilo
pasa a través de todos esos cuerpos etéreos sutiles, le llaman el
alma –hilo o Sûtrâtman.

Y ahora podemos dar por terminada la anterior demostración.


En verdad que bien puede aplicarse a la Doctrina Esotérica el
calificativo de doctrina del hilo, ya que como Sûtrâtman o

106
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Prânâtman, penetra y une a todos los antiguos sistemas


filosófico–religiosos, y lo que es más aun, los reconcilia y explica.
Pues aunque tan distintos exteriormente entre sí, descansan
todos en una base única, cuya extensión, profundidad, amplitud
y naturaleza son conocidas de aquellos que se han convertido, a
semejanza de los Hombres Sabios del Oriente, en adeptos de la
Ciencia Oculta.

NOTAS
1 El hecho de declarar el mismo Manu que fue creado por Virâj, y produjo
después los diez Prajâpatis, que a su vez produjeron siete Manus, los
cuales dieron nacimiento a otros siete Manus (Manu,1, 33–56), se
refiere a otros misterios aun anteriores y constituye al mismo tiempo
un velo respecto a la doctrina de la Cadena septenaria.
2 Ver Génesis .Capítulo VII, 2–4, 10–12.
3 Poema de Gilgamesh, tablilla XI, 128–129, 146 y 157. Editora
Nacional,Madrid,1980.
4 Georges Smith.Babilonia,pág.36 ¡Aquí también, como sucede con los
Manus, los 10 Prajâpatis y los 10 Sephiroth en el Libro de los Números,
se van reduciendo a siete!
5 Upa –ni–shad significa, según las autoridades brahmánicas,“conquistar
la ignorancia revelando el Conocimiento Espiritual Secreto ”. Según
Monier Williams, derivase el título de la raíz sad con las preposiciones
upa y ni, e implica “algo místico que está bajo la superficie”.
6 Confunden con frecuencia los no iniciados ese Kârana Sharîra con el
linga Sharîra, describiendo al primero como el embrión interno
rudimentario o latente del cuerpo unido a él. Mas el ocultista lo
considera como la vida (cuerpo)o Jîva, que desaparece a la muerte; es
reabsorbido, dejando al primer y tercer principio desintegrarse y
volver a sus elementos.

107
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Filósofos Antiguos y Críticos Modernos


(Old Philosophers and Modern Critics, Lucifer, jul.-ago. 1892)

En una de las filosofías y sistemas religiosos más antiguos


de los tiempos prehistóricos, leemos que al final de un Mahâ-
Pralaya (disolución general), la gran Alma, Param-Atmâ, lo
Auto-Existente, eso que es "comprensible sólo mediante lo
suprasensual," llega a manifestarse a sí mismo.1

Los hindúes llaman a esta "Existencia" con diferentes


nombres, uno de los cuales es Svâyambhuva, el "Hijo del Auto-
Existente." Así, el Uno se convierte en Dos, que a su vez,
desenvuelve un tercer principio con la potencialidad de llegar a
ser Materia, a la que el ortodoxo llama Virâj o Universo. 2
Después, esta Trinidad incomprensible se antropomorfizó en la
Trimûrti, a la cual se le conoce como Brahmâ, Vishnu y Shiva, los
símbolos de los poderes creativos, conservativos y destructivos
en la Naturaleza y, simultáneamente, de las fuerzas
transformadoras y regeneradoras o mejor dicho, de los tres
aspectos de la Fuerza Universal única. Es la Tridanda, la Unidad
triplemente manifestada, la cual dio origen al ortodoxo AUM,
que para ellos es simplemente la Trimûrti abreviada. Es sólo
bajo este aspecto triple que las masas profanas pueden
comprender el gran misterio. Cuando el Dios tríplice se
convierte en Shârirâ o asume una forma visible, tipifica todos
los principios de la Materia, todos los gérmenes de la vida, es el
Dios con los tres rostros o poder triple, la esencia de la Triada
védica. "Que los Brâhmanes conozcan la Sagrada Sílaba [Aum],
las tres palabras de Sâvitrî y que lean los Vedas diariamente."3

Después de haber producido el universo, Aquel cuyo poder es


incomprensible, desaparece de nuevo, absorbido en el Alma
Suprema. [...] Habiéndose retirado a la oscuridad primitiva, la
Gran Alma permanece dentro del ignoto y es privada de toda
forma [...]

108
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Cuando, habiendo reunido nuevamente los principios


elementarios sutiles, se inserta en una semilla vegetal o animal,
asume, en cada una, una nueva forma.

Por lo tanto, mediante un despertamiento y un reposo


alternativos, el Ser Inmutable hace revivir y morir, eternamente,
a todas las criaturas existentes, activas e inertes.4

Aquel que ha estudiado las especulaciones de Pitágoras


sobre la Mónada, la cual, después de haber emanado la Díada, se
retira en el silencio y la oscuridad, creando, entonces, la Triada,
puede comprender de donde procedió la Filosofía del gran sabio
samiano y después de él, aquella de Sócrates y Platón. La Década
mística (1 + 2 + 3 + 4 = 10), es una forma de expresar tal idea. El
Uno es Dios; el Dos la Materia, el Tres es el Mundo fenoménico
que combina la Mónada y la Díada y participa de la naturaleza
de ambos; la Tétrade o la forma de perfección, expresa el vacío
del todo y la Década o la suma de todo, abarca al Kosmos5
entero.

Veamos como las ideas brâhmánicas se armonizan con las


filosofías paganas pre-cristianas y con el mismo cristianismo.
Conviene empezar con la filosofía platónica, el compendio más
elaborado de los sistemas recónditos de la antigua India.

Aunque hayan pasado 22 siglos y medio de la muerte de


Platón, las grandes mentes del globo todavía se dedican a sus
escritos. Fue el intérprete del mundo en el sentido más
completo del término. El más grande Filósofo de la era
precristiana reflejaba, en sus escritos, el espiritualismo de los
Filósofos védicos, quienes lo antecedieron en millares de años
con sus expresiones metafísicas. Se discernirá que Vyâsa,
Jaimini, Kapila, Patanjali y muchos más transmitieron, mediante
Pitágoras, su sello indeleble a Platón y a su escuela, a través de
los siglos que se intercalan entre ellos. Por ende, se deduce que
tanto a Platón como a los antiguos Sabios hindúes, se les reveló
la misma sabiduría. Así, esta sabiduría, sobreviviendo a la

109
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

erosión del tiempo, ¿qué otra cosa puede ser, sino divina y
eterna?

Platón enseñó que la justicia subsistía en el alma y era el


bien más grande de su poseedor. "Los hombres,
proporcionalmente a su intelecto, han admitido sus
afirmaciones trascendentales." Sin embargo, sus comentarios,
casi por unanimidad, rehuyen cada pasaje que implica que la
Metafísica platónica estriba en una base sólida y no en
concepciones ideales.

Sin embargo, Platón no pudo aceptar una Filosofía


destituida de aspiraciones espirituales; para él, las dos eran una
sola. Según el antiguo Sabio griego, existía un único objeto a
realizar: el Conocimiento Real. Consideraba que los Filósofos
genuinos o los estudiantes de la verdad, eran aquellos que
poseían el conocimiento de lo que existe realmente,
contrapuesto a los meros objetos de percepción, de lo que existe
perennemente contrapuesto a lo transitorio y de lo que existe
permanentemente, contrapuesto a lo que aparece y desaparece
siguiendo un curso alternativo de desarrollo y destrucción.

Más allá de todas las existencias finitas y causas secundarias, de


todas las leyes, las ideas y los principios, se halla una
Inteligencia o Mente (Nous, el Espíritu), el primer principio de
todos los principios, la Idea Suprema en la cual estriban todas
las demás, la substancia última de la cual todas las cosas derivan
su ser y esencia, la Causa primera y eficiente de todo orden,
armonía, belleza, excelencia y bondad que hinche el universo, a
la cual se le llama, por motivos de preeminencia y excelencia, el
Dios Supremo, el Dios (ο θεος), "el Dios sobre todo" (ο επι πασι
θεος).6

Para un Teósofo no es difícil reconocer en este "Dios": (a) la


Mente Universal en su aspecto cósmico y (b) el Ego Superior en
el ser humano en su aspecto microcósmico. Desde luego, como
Platón dice, El no es la verdad ni la inteligencia: "sino el Padre
de ella," o sea, el "Padre" del Manas Inferior, nuestra "mente-

110
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

cerebro" personal, cuya manifestación depende de los órganos


de los sentidos. Aunque nuestros sentidos físicos no puedan
percibir dicha esencia eterna de las cosas, ésta es asible para la
mente de aquellos que no son, voluntariamente, obtusos.7
Constatamos que Platón declara, en manera cristalina, que todo
lo visible se creó y se desenvolvió de la Voluntad invisible y
eterna, siguiendo su patrón. El dice que nuestro Cielo se produjo
en armonía con la ordenación eterna del "Mundo Ideal,"
contenida, como todo el resto, en el dodecaedro, el modelo
geométrico usado por la Deidad.8 Para Platón, el Ser Primordial
es una emanación de la Mente del Demiurgo (Nous), la cual
contiene en sí, desde la eternidad, la "Idea" del "mundo a
crearse" y esta Idea la produce de sí mismo.9 Las leyes de la
Naturaleza son las relaciones establecidas de esta Idea con las
formas de sus manifestaciones. Dos mil años después,
encontramos que el gran filósofo alemán Schopenhauer toma
prestada tal concepción cuando dice:

Estas formas son el tiempo, el espacio y la causalidad. A


través del tiempo y del espacio, la idea varía en sus
manifestaciones inconmensurables.

Por lo tanto, si la Teología ha, a menudo, desfigurado a la


Teosofía; la Psicología y las Ciencias Modernas han desfigurado
a la Filosofía Antigua. Ambas entresacaron de la Sabiduría
Antigua sin reconocerle nada; sino denigrándola y
menospreciándola cada vez que pudieron. Sin embargo, los
métodos de la Ciencia Moderna, a pesar de lo exacto que sean,
careciendo de una comprensión de los grandes principios
filosóficos y teosóficos, deben desembocar en la nada, no
pudiendo demostrar el origen ni la esencia última de las cosas
en ninguna rama. En lugar de reconducir el efecto a su fuente
primordial, la Ciencia Moderna procede al revés. Según sus
enseñanzas, los tipos superiores se desarrollaron de otros
anteriores e inferiores. Comienza desde el fondo del ciclo que un
hilo de Materia conduce, paso a paso, en el gran dédalo de la
Naturaleza. Tan pronto como éste se quiebra, el asomo se pierde
y la ciencia retrocede despavorida de lo Incomprensible,

111
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

confesándose impotente. Sin embargo, Platón y sus discípulos


no se comportaban así. Para ellos y para nosotros, los tipos
inferiores eran simplemente las imágenes concretas de los tipos
abstractos superiores. El Espíritu, que es inmortal, tiene un
comienzo aritmético, mientras el cuerpo lo tiene geométrico.
Este comienzo, el reflejo del Archæus universal, es semoviente y
del centro se difunde sobre el cuerpo entero del microcosmo.

¿Es la triste percepción de esta verdad, cuyo


reconocimiento y adopción por parte de cualquier científico
implicaría el suicidio, que induce a muchos de ellos, incluyendo
a eruditos famosos, a confesar cuán impotente es la ciencia
física aún sobre el mundo de la Materia?

Casi un siglo separa a Platón de Pitágoras,10 por lo tanto, no


pudieron haberse conocido. Sin embargo, ambos eran Iniciados
y no es sorprendente encontrar que enseñaron la misma
doctrina concerniente al Alma Universal. Pitágoras enseñó a sus
discípulos que Dios es la Mente Universal difundida en todas las
cosas, la cual, por la única virtud de su identidad universal,
podía comunicarse de un objeto a otro y el sólo poder de la
voluntad humana podía inducirla a crear todas las cosas.
También entre los griegos antiguos, Kurios era el Dios-Mente
(nous). "Ahora bien, Koros (Kurios) significa la naturaleza pura
y prístina del intelecto, la sabiduría," dice Platón en el Cratilo.
Por lo tanto, notamos que todos los grandes filósofos, desde
Pitágoras, Timeo de Locris, Platón, hasta los Neo-Platónicos,
derivaron el Alma-Mente humana del Alma-Mente Universal.

Platón, con respecto a los mitos y a los símbolos, la


desesperación del orientalismo moderno, declara, en el Gorgias
y en el Fedro, que eran los vehículos de las grandes verdades y
que valía la pena buscar. Sin embargo, los comentadores han
establecido una relación tan superficial con el gran Filósofo, que
se ven obligados a reconocer que ignoran donde "termina la
doctrina y empieza el mito." Platón ahuyentó las supersticiones
populares concernientes a la magia y a los demonios,
desarrollando las exageradas nociones de aquel tiempo en

112
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

teorías racionales y concepciones metafísicas. Quizá no pasen el


método de razonamiento inductivo establecido por Aristóteles,
sin embargo son satisfactorias al máximo para aquellos que
comprenden la existencia de la facultad superior de penetración
interna o intuición, en cuanto proporcionan un criterio para
apurar la verdad. Desde luego, en todo sistema religioso, existen
pocos mitos sin una base histórica y científica. Según Pococke:
Ahora se ha probado que los Mitos son fábulas
proporcionalmente a nuestra mala interpretación de ellos
y son verdades proporcionalmente a la manera en que en
un tiempo se comprendían. Nuestra ignorancia es la que ha
hecho de la historia un mito y nuestra ignorancia es una
herencia Helénica, en substancia, el resultado de la
vanidad Helénica.11

Platón, basando todas sus doctrinas en la presencia de la


Mente Suprema, enseñó que el Nous, Espíritu o Alma Racional
humana, siendo "generada por el Padre Divino," poseía una
naturaleza similar o hasta homogénea, a la Divinidad y era capaz
de observar las realidades eternas. Tal facultad de contemplar la
realidad de manera directa e inmediata, pertenece sólo a Dios;
la aspiración hacia este conocimiento constituye el verdadero
sentido de la palabra Filosofía: el amor por lo bueno, que,
predominando sobre todo deseo del alma, purificándola y
asimilándola a lo divino de manera que gobierne cada acción del
individuo, eleva al ser humano a participar y a comulgar con la
Divinidad, restableciéndolo a imagen de Dios. En el Theaetetus
Platón dice:
El vuelo consiste en convertirse en Dios y tal asimilación es
el llegar a ser justo y santo con sabiduría.
Siempre se afirma que la base para esta asimilación es la
pre-existencia del Espíritu o Nous. En la alegoría en Fedro de la
carroza con los caballos alados, él representa la naturaleza
psíquica compuesta o doble: thumos o la parte sensual, formada
por las substancias del mundo de los fenómenos y thumoeides
(θυμοειδες), cuya esencia se conecta con el mundo eterno. La
vida terrenal presente es una caída y un castigo. El Alma habita
en "la tumba que llamamos cuerpo." En su estado incorporado y

113
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

antes de la disciplina de la educación, el elemento noético o


espiritual está "dormido." Así, la vida es más bien un sueño que
una realidad. Nosotros, análogamente a los prisioneros en la
cueva subterránea descrita en La República, damos nuestra
espalda a la luz, por lo tanto percibimos sólo las sombras de los
objetos que pensamos que son la realidad actual. ¿No es ésta la
idea de Maya o la ilusión de los sentidos en la vida física, un
aspecto muy enfatizado en la Filosofía Hindú? Sin embargo, si
no nos hemos embebido totalmente con nuestra naturaleza
sensual, estas sombras despiertan en nosotros el recuerdo de
aquel mundo superior que en un tiempo habitábamos.

El espíritu interior tiene algún recuerdo vago y nebuloso


de su estado pre-natal de beatitud y añora, de manera
instintiva y profética, retornar ahí.

Toca a la disciplina de la Filosofía desvincular al Alma de su


cautiverio en los sentidos, elevándola al empíreo del
pensamiento puro, la visión de la verdad eterna, la bondad y la
belleza, uniéndola, entonces, con el Espíritu.

El alma no puede entrar a la forma humana si jamás ha


visto la verdad. Esta es la remembranza de esas cosas que
nuestra alma miró previamente mientras se movía con la
Deidad, desdeñando las cosas que ahora decimos que son y
oteando eso que realmente es. Por lo tanto, sólo el nous, o
el espíritu del Filósofo [o del estudiante de la verdad
superior], está provisto de alas, porque él mantiene estas
cosas en su mente como mejor puede y cuya
contemplación hace divina la misma Deidad. Un ser
humano, al usar correctamente estas cosas que
recordamos de una vida previa y perfeccionándose,
constantemente, en los misterios perfectos, se convierte en
un ser verdaderamente perfecto, un iniciado en la
sabiduría divina.

Porfirio, de la escuela Neo-Platónica, nos asegura que la


Filosofía de Platón se enseñaba y representaba en los

114
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Misterios.12Muchas personas han puesto en entredicho y negado


esto y Lobeck, en su Aglaophomus, se ha extralimitado
representando las fiestas sagradas como una exhibición vacía
para cautivar la imaginación. ¡Imaginad, por veinte siglos y más,
Atenas y la Grecia acudían, cada quinto año, a Eleusis para
presenciar una solemne farsa religiosa! Augustino, el Obispo de
Hippo, ha desacreditado estas aserciones. El declara que las
doctrinas de los Platónicos alejandrinos eran las doctrinas
Esotéricas originales de los primeros seguidores de Platón
reencarnado. Explica también los motivos del gran Filósofo para
velar el sentido interno de lo que enseñaba.

Entonces, es comprensible el por qué las escenas más


sublimes en los Misterios eran siempre nocturnas. La vida del
Espíritu interno es la muerte de la naturaleza externa y la noche
del mundo físico implica el día de la naturaleza espiritual. Por lo
tanto, se adora a Dionisio, el sol nocturno, más que a Helios, la
estrella diurna. Los Misterios simbolizaban la condición
preexistente del Espíritu y del Alma y el lapso de esta última en
la vida terrenal y en el Hades, las miserias de esa vida, la
purificación del Alma y su restablecimiento a la beatitud divina
o reunión con el Espíritu. Theón de Smyrna compara,
hábilmente, la disciplina filosófica con los ritos místicos y sus
concepciones son resumibles, en los escritos de Taylor, así:

A la Filosofía se le puede llamar la iniciación en los


verdaderos arcanos y la instrucción en los Misterios
genuinos. Esta Iniciación es quíntuple: I. la purificación
previa, II. la admisión a la participación en los ritos
arcanos, III. la revelación epóptica, IV. la investidura o el
entronamiento, V. la quinta, que es el producto de todas
éstas, consiste en la amistad y la comulgación interior con
Dios y el gozo de esa felicidad que surge del coloquio
íntimo con los seres divinos. [...] Platón llama epopteia a la
perfecta contemplación de las cosas comprendidas
intuitivamente, verdades e ideas absolutas. Además,
considera la inclinación de la cabeza y el coronamiento,
análogos a la autoridad que cada uno recibe de sus

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

instructores: conducir a los otros en la misma


contemplación. La quinta gradación es la más perfecta
felicidad que surge de allí y, según Platón es, para los seres
humanos, una asimilación, lo más posible, con la
divinidad.13

Este es el Platonismo. Ralph Waldo Emerson dice que


"Platón es la fuente de la cual proceden todas las cosas que los
hombres de pensamiento aún escriben y debaten." Platón
absorbió el saber griego de su tiempo, desde Filolao hasta
Sócrates, aquel de Pitágoras en Italia y lo que pudo entresacar
de Egipto y del oriente. El era tan extenso que toda la Filosofía
europea y asiática es ubicable en sus doctrinas y a la cultura y a
la contemplación añadió la naturaleza y las cualidades del poeta.

Por lo general, los seguidores de Platón se adhirieron


rigurosamente a sus teorías psicológicas. Sin embargo, algunos,
como Xenócrates, incursionaron en especulaciones más
atrevidas. Speusippo, sobrino y sucesor del gran Filósofo, fue el
autor de Análisis Numérico, un tratado sobre los Números
pitagóricos. Algunas de sus especulaciones no son localizables
en los Diálogos escritos. Sin embargo, como se encontraba en la
audiencia durante las conferencias no recopiladas de Platón, el
juicio de Enfield, según el cual no discrepaba con su Maestro es,
sin reparo, correcto. Aunque no se mencione su nombre era,
evidentemente, el antagonista que Aristóteles criticaba cuando
profesaba mencionar la argumentación de Platón contra la
doctrina de Pitágoras que todas las cosas eran, en sí, números o
mejor dicho, eran inseparables de la idea de números. El se
dedicó especialmente a mostrar que la doctrina platónica de las
ideas difería, en esencia, de la pitagórica, en cuanto presuponía
que los números y la magnitud existían separados de las cosas.
También pregonó que, según la enseñanza platónica, no podía
existir ningún conocimiento real si bien el objeto de este
conocimiento no transcendía lo sensible.

Sin embargo, Aristóteles no era un testigo fehaciente.


Malrepresentó a Platón y casi caricaturizó las doctrinas de

116
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Pitágoras. Existe un canon interpretativo que debería guiarnos


en nuestro examen de toda opinión filosófica: "La mente
humana, bajo la operación necesaria de sus leyes, se ha visto
obligada a tener las mismas ideas fundamentales y el corazón
humano para apreciar los mismos sentimientos en todas las
edades." Es cierto que Pitágoras despertó la simpatía intelectual
más profunda de su época y sus doctrinas ejercieron una
poderosa influencia en la mente de Platón. Su idea cardinal
consistía en la existencia de un principio permanente de unidad
tras de las formas, los cambios y otros fenómenos del universo.
Aristóteles afirmó que Pitágoras enseñó que: "los números son
los primeros principios de todas las entidades." Según la
opinión completamente correcta de Ritter, la fórmula pitagórica
debería considerarse de manera simbólica. Aristóteles sigue
asociando estos números con las "formas" y las "ideas" de
Platón, llegando al punto de declarar que este último dijo: "las
formas son números" y "las ideas son existencias substanciales,
seres reales." Sin embargo, esta no era la enseñanza de Platón.
El declaró que la causa final era la Bondad Suprema: το αγαθον.

"Para la razón humana, las ideas son objetos de concepción


pura y son atributos de la Razón Divina."14 Ni jamás dijo que "las
formas son números." Lo que divulgó puede encontrarse en el
Timeo: "Dios [el Nous Universal o Mente], forjó las cosas
mientras surgieron, en armonía con las formas y los números."

La ciencia moderna reconoce que todas las leyes superiores


de la naturaleza asumen la forma de declaración cuantitativa.
¿Qué es esto, si no una elaboración más completa o una
afirmación más explícita de la doctrina pitagórica? A los
números se les consideraba como las mejores representaciones
de las leyes de la armonía que embebía el Kosmos. En realidad,
en química, los números definen, arbitrariamente, la doctrina de
los átomos y las leyes de combinación. Según lo expresa W.
Archer Butler:
Por lo tanto, el mundo es, a través de todos sus
departamentos, una aritmética viviente en su desarrollo y
una geometría realizada en su reposo.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

La clave para los dogmas pitagóricos es la fórmula general


de la unidad en la multiplicidad, el Uno que se desenvuelve y
penetra los muchos. En definitiva, esta es la antigua doctrina de la
emanación. Aún el apóstol Pablo la aceptó como verdadera
cuando dijo: "Desde él, a través de él y para él, todas las cosas
son." Sin embargo, un Iniciado, un "Maestro Constructor,"
difícilmente hubiera usado el pronombre "él" refiriéndose a la
Mente Universal.

A los más grandes Filósofos antiguos se les acusa de poseer


un conocimiento superficial y poco profundo en lo que
concierne a esos detalles en la ciencia exacta acerca de los
cuales los modernos tanto se ufanan y Platón no puede
sustraerse del destino común. Sin embargo, una vez más, sus
críticos modernos deberían tener presente que el Juramento
Sodaliano del Iniciado en los Misterios le impedía divulgar su
conocimiento al mundo de manera explícita. Con respecto a
esto, Champollion escribe:
Era el sueño de su vida (de Platón), escribir una obra
grabando en ella, de manera integral, las doctrinas que los
hierofantes egipcios enseñaron. A menudo hablaba de esto,
sin embargo se vio obligado a abstenerse de la empresa
debido a su solemne juramento.

Los varios comentadores de Platón declaran que ignoraba


completamente la anatomía y las funciones del cuerpo humano;
desconocía el uso de los nervios para transmitir las sensaciones
y no tenía nada mejor que ofrecer que vanas especulaciones
relativas a las cuestiones fisiológicas. Según ellos dicen,
generalizó, simplemente, las divisiones del cuerpo humano, sin
impartir nada que nos recuerde los hechos anatómicos. Sus
concepciones acerca de la estructura humana, el ser
Microcósmico, que en su mente era la imagen en miniatura del
Macrocosmo, son extremadamente trascendentales para que
nuestros escépticos exactos y materialistas les prodiguen alguna
atención. Según algunos de sus traductores, la idea de que dicha
estructura humana esté formada por triángulos, análogamente
al universo, es absurdamente ridícula. Sólo el profesor Jowett,

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

en su introducción al Timeo, observa honestamente que el


filósofo físico moderno: "casi no concede a sus nociones el
mérito de ser 'los huesos del difunto' de los cuales se ha elevado
a un conocimiento superior,"15 olvidándose, entonces, cuánto la
Metafísica de antaño ha ayudado a las ciencias "físicas" actuales.
Si en lugar de protestar por la insuficiencia y, a veces, la
ausencia de términos y definiciones rigurosamente científicas
en las obras de Platón, las analizáramos meticulosamente, nos
daríamos cuenta que tan sólo el Timeo contiene, en su espacio
limitado, los gérmenes de todo nuevo descubrimiento. Ahí se
mencionan claramente la circulación sanguínea y la ley de
gravitación, si bien, puede ser que, con respecto a la sangre, no
se presentan definiciones tan claras para hacer frente a los
ataques repetidos de la ciencia moderna. Desde luego, para
Jowett, Platón desconocía el descubrimiento específico según el
cual la sangre sale fluyendo de un lado del corazón a través de
las arterias, retornando al otro mediante las venas. Sin embargo,
el filósofo griego estaba perfectamente consciente de que "la
sangre es un flúido en constante movimiento."

El método de Platón, como aquel de la Geometría, consistía


en descender de lo universal a lo particular. La ciencia moderna
busca, en vano, una Causa Primera entre las permutaciones de
las moléculas, mas Platón la buscó y la encontró entre la
majestuosa moción de los mundos. Para él era suficiente
conocer el gran esquema de la creación y poder reconducir los
movimientos más poderosos del Universo, a través de sus
cambios, a su casa última. Los detalles anodinos, cuya
observación y clasificación han puesto a prueba y demostrado la
paciencia de los científicos modernos, suscitaban poca atención
entre los Filósofos antiguos. Por lo tanto, mientras un joven de
la escuela primaria inglesa puede expresarse, acerca de las
minucias de la ciencia física, de manera más erudita que Platón,
el profesor más letrado en la Academia más ínclita no podrá
competir con el discípulo más obtuso de Platón en lo que
concierne a las grandes leyes cósmicas y a sus mutuas
relaciones; ya que él demostraba tener una familiaridad y un
control sobre las Fuerzas Ocultas que yacen tras de ellas.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Este hecho, tan poco apreciado y jamás ponderado por los


traductores de Platón, explica los panegíricos que nosotros, los
modernos, nos hacemos a expensas de aquel Filósofo y sus
compañeros. A fin de gratificar nuestro amor propio, sus
presuntos errores en anatomía y fisiología se magnifican de
manera tan exponencial que, adquiriendo la idea según la cual
nuestra erudición es superior, perdemos de vista el esplendor
intelectual que esmaltaba a las edades pasadas. Es como si uno
amplificara las manchas solares hasta llegar a creer que la
refulgente estrella ha sido totalmente eclipsada.

La acusación general de que los antiguos Filósofos


solamente generalizaban sin sistematizar prácticamente nada,
no prueba su "ignorancia" y, además, es falsa. Como al principio
del tiempo, toda ciencia fue revelada por un Instructor divino, se
convirtió, entonces, en sagrada, pudiéndola impartir sólo
durante los Misterios de la Iniciación. Por lo tanto, ningún
Filósofo iniciado, como Platón, tenía el derecho a revelarla. Una
vez postulada esta realidad se explica la presunta "ignorancia"
de los Sabios antiguos y de algunos autores clásicos iniciados.
De todos modos, hasta una correcta generalización es más útil
que algún sistema de ciencia exacta cuya entereza y cabalidad
depende de un número de "hipótesis" y conjeturas. La relativa
intrascendencia práctica de la mayoría de la búsqueda científica
moderna, resulta patente en el hecho de que, mientras nuestros
científicos tienen un nombre para la partícula mineral, la planta,
el animal y el ser humano más insignificantes, los más sabios
entre ellos no pueden decirnos nada de definido sobre la Fuerza
Vital que produce los cambios en estos diversos reinos. A fin de
avalar lo antes dicho, no es necesario buscar más allá de las
obras de nuestras autoridades científicas.

Se requiere mucha osadía moral en un hombre que ocupa


una posición profesional eminente, para rendir justicia al saber
de los Antiguos delante de un sentimiento popular que se
contenta, con nada menos, que su denigración. Cuando
incurrimos en un caso de este género, nos alegramos de dar al

120
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

erudito intrépido y honesto lo que se merece. Uno de estos es el


profesor Jowett, Director de la Universidad de Baliol y Regio
Profesor de griego en la Universidad de Oxford. El, en su
traducción de las obras platónicas, habla de la "filosofía física de
los antiguos en su integridad," dándoles el siguiente crédito:

1. "La teoría de las nebulosas era la creencia recibida de los


primeros físicos." Por lo tanto, no podía estribar, según
afirma Draper,16 en el descubrimiento telescópico de
Herschel.

2. "También Anaxímenes, en el sexto siglo A.C., compartía la


idea del desarrollo de animales de las ranas, quienes
vinieron a la tierra y del ser humano de los animales." El
profesor Jowett podía haber agregado que esta teoría
antecedió a Anaxímenes por muchos millares de años, ya
que era una doctrina aceptada entre los caldeos quienes la
enseñaron exotéricamente en sus cilindros y tablillas y,
esotéricamente, en los templos de Ea y Nebo, el Dios y
profeta o revelador de la Doctrina Secreta.17 Sin embargo,
en ambos casos, las declaraciones son velos. Anaxímenes
era el discípulo de Anaximandro, quien era, a su vez, el
amigo y estudiante de Thales de Mileto, el jefe de los "Siete
Sabios" y entonces, un Iniciado como lo eran estos dos
Maestros, así, lo que Anaxímenes quería decir con la
palabra "animales" era algo distinto de los animales de la
teoría moderna de Darwin. En realidad, los seres humanos
con la cabeza aguileña y los animales de varias especies
con cabezas humanas, pueden indicar dos cosas: el linaje
de la humanidad desde los animales o la procedencia de
los animales del hombre, como enseña la Doctrina
Esotérica. De todos modos, se ha demostrado que aún la
teoría más importante entre las actuales, no es toda
original de Darwin.

3. Jowett continúa mostrando: "que también Filolao y los


primeros pitagóricos consideraban que la tierra era un
cuerpo como las demás estrellas que circunvalaban en el

121
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

espacio." Así, Galileo, estudiando algunos fragmentos


pitagóricos cuya existencia Reuchlin avala aun en los días
del matemático florentino18 y estando familiarizado con las
doctrinas de los antiguos Filósofos, reafirmó simplemente,
una enseñanza astronómica prevaleciente en la India
durante la antigüedad más remota.

4. Los Antiguos "enseñaban que tanto las plantas como los


animales tenían un sexo." Por lo tanto, nuestros
naturalistas modernos deben sólo seguir los pasos de sus
predecesores.

5. "Las notas musicales dependían de la longitud o tensión


relativa de las cuerdas de la cual se emitían y se median
mediante la proporción numérica."

6. "Las leyes matemáticas penetran al mundo y se presumía


que hasta las diferencias cualitativas tenían su origen en el
número."

7. "Ellos negaban la aniquilación de la materia y sostenían


que había simplemente una transformación." "Aun
suponiendo que uno de estos descubrimientos fuera una
conjetura afortunada," añade el profesor Jowett, "no
podemos atribuirles a estos filósofos todo como simples
coincidencias." Exactamente, ya que, según lo que este
profesor dice en algún otro lugar, nos da todo el derecho a
creer que Platón indica (como en realidad lo hace) en el
Timeo, su conocimiento de la indestructibilidad de la
Materia, de la conservación de la energía y de la
correlación de las fuerzas. Jowett dice:
La última palabra de la filosofía moderna es
continuidad y desarrollo, sin embargo, para
Platón, éste es el principio y la base de la
Ciencia.19

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

En substancia, la Filosofía platónica consistía en el orden, el


sistema y la proporción. Incluía la evolución de los mundos y de
las especies, la correlación y la conservación de la energía, la
transmutación de la forma material, la indestructibilidad de la
Materia y el Espíritu. La posición de los platónicos tocante a este
último aspecto adelantaba por mucho a la Ciencia Moderna,
estableciendo el arco de su sistema filosófico sobre una piedra
angular a la vez perfecta e inamovible.

Finalmente, pocos negarán la enorme influencia que las


concepciones de Platón han ejercido en la formación y la
aceptación de los dogmas cristianos. Sin embargo, las ideas de
Platón eran aquellas de los Misterios. Las doctrinas filosóficas
que ahí se enseñaban son la fuente prolífica de la cual manaban
todas las religiones exotéricas, incluidos el Viejo y, parcialmente
el Nuevo Testamento, perteneciendo a las nociones morales y
religiosas más aventajadas. Mientras que la interpretación
literal se dejó al fanatismo de las clases sociales bajas e
irracionales, las clases altas, la mayoría de las cuales integraban
a los Iniciados, se dedicaban a sus estudios en el solemne
silencio de los templos y también adorando al único Dios del
Cielo.

Si aceptamos las especulaciones de Platón en el Banquete,


sobre la creación de la humanidad primordial y el ensayo acerca
de la Cosmogonía en el Timeo, debemos considerarlas
alegóricamente. En este sentido pitagórico, escondido en el
Timeo, en el Cratilo, en Parmenides y en otras trilogías y
diálogos, que los neo-platónicos se aventuraron a expresar
siempre entre los límites del juramento teúrgico de silencio.

La doctrina pitagórica según la cual Dios es la Mente


Universal difundida a través de todas las cosas y el dogma de la
inmortalidad del alma, son los puntos acimutales en estas
enseñanzas aparentemente incongruentes. La devoción de
Platón y la gran veneración que sentía por los Misterios, son una
garantía suficiente para impedir a su indiscreción de subvertir
el profundo sentido de responsabilidad que todo Adepto siente.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

En el Fedro20 dice: "Un hombre, perfeccionándose


constantemente en los Misterios perfectos, sólo mediante ellos
llega a ser verdaderamente perfecto."

No se esforzó en esconder su desarrollo debido a que la


secretes de los Misterios había disminuido con respecto a los
períodos anteriores. En lugar de profanarlos, poniéndolos al
alcance de las masas, los habría vigilado con dedicación celosa
contra todo, a excepción de sus discípulos serios y meritorios.21
Aún mencionando a los Dioses en cada página, su "Monismo
Panteístico" es incuestionable en cuanto todo el hilo de su
discurso señala que con el término "Dioses" implica una clase de
seres muy inferiores en la escalera de la Deidad Unica y sólo un
grado superiores al hombre externo. Aun Josepho percibió y
reconoció este hecho a pesar del prejuicio natural de su raza.
Este historiógrafo, en su famosa filípica sobre Apión dice:
Aquellos que, entre los griegos, filosofaban en armonía con
la verdad, no ignoraban nada [...] ni les pasaban
desapercibidas las superficialidades escalofriantes de las
alegorías míticas a causa de las cuales, justamente las
despreciaban [...] A Platón esto lo indujo a decir que no era
necesario admitir a ninguno de los otros poetas en la
"Asociación" y soslaya a Homero blandamente después de
haberlo coronado y recubierto con ungüento a fin de que
tampoco él destruya, con sus mitos, la creencia ortodoxa
de la [Deidad] Una.22
Por lo tanto, aquellos que pueden discernir el verdadero
espíritu de la Filosofía de Platón, no se sentirán satisfechos con
la estimación que el profesor Jowett presenta a sus lectores en
otra parte de su obra. Nos dice que la influencia ejercida sobre la
posteridad por el Timeo se debe, parcialmente, a una
comprensión errónea de la doctrina de su autor por parte de los
neo-platónicos. Le gustaría hacernos creer que los significados
ocultos que encontraron en este Diálogo, "discrepan mucho con
el Espíritu de Platón." Esto equivale a la suposición según la cual
el profesor Jowett comprende lo que era realmente tal espíritu;
aunque su crítica acerca de este tópico particular indica que no
lo penetra para nada. Si según nos dice, los cristianos parecen

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

encontrar en la obra platónica a la Trinidad, la Palabra y la


Iglesia Cristiana y también la creación del Mundo en el sentido
hebraico, es porque todo ello está allí, por lo tanto es natural
que lo hayan localizado. La estructura externa es la misma, sin
embargo, el espíritu que animaba a la palabra muerte de la
enseñanza del Filósofo ha huido y lo buscaríamos en vano en los
dogmas áridos de la teología cristiana. La Esfinge es la misma
ahora como lo era cuatro siglos antes de la era cristiana, pero
Edipo no existe más. Ha sido asesinado porque dio al mundo lo
que el mundo no estaba suficientemente maduro para recibir.
Era la personificación de la verdad y tuvo que morir, como debe
acontecer con toda gran verdad, antes de que pueda volver a
vivir de sus cenizas como el ave Fénix de la antigüedad. Todo
traductor de las obras platónicas ha observado la peculiar
similitud entre la Filosofía de las doctrinas Esotéricas y
Cristianas y cada uno de ellos trató de interpretarla en armonía
con sus sentimientos religiosos. Así, Cory, en su obra:
Fragmentos Antiguos, procura probar que es simplemente una
similitud externa rebajando, como mejor puede en la estima
pública, la Mónada pitagórica y exaltando, sobre sus escombros,
la deidad antropomórfica sucesiva. Taylor, abogando por la
Mónada pitagórica, actúa de forma muy poco ceremonial con el
Dios de Moisés. Zeller escarnece intrépidamente las
pretensiones de los Padres de la Iglesia los cuales, a pesar de la
historia y de la cronología y ya sea que la gente les crea o no,
insisten en que Platón y su escuela robó al Cristianismo sus
aspectos principales. Es una fortuna para nosotros como es una
desdicha para la Iglesia Romana, que una treta tan astuta como
aquella a la cual acudió Eusebio es de difícil actuación en
nuestro siglo. En los días del Obispo de Cesárea, tergiversar la
cronología "en favor de los sincronismos," era más simple que
hoy y mientras la historia exista, nadie puede impedir a la gente
la tarea de establecer una nueva doctrina procedente de las
ruinas de la antigua Academia de Platón.

***

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Esta doctrina de la Mente Universal difundida en todas las


cosas está en la base de cada Filosofía antigua. Las enseñanzas
del Bodhismo o Sabiduría, cuya mejor comprensión se alcanza
sólo cuando se estudia la Filosofía pitagórica, su reflejo fiel, se
derivaron de esta fuente al igual que la religión exotérica hindú
y el cristianismo primordial. El proceso purificador de
reencarnaciones, metempsícosis, a pesar de su aspecto
pedestremente antropomorfizado en períodos sucesivos, debe
considerarse sólo como una doctrina suplemental que el
sofismo teológico desfiguró proponiéndose ejercer una presa
más firme sobre los creyentes a través de una superstición
popular. No era la intención de Gautama Buddha, de Pitágoras ni
de Platón enseñar literalmente esta alegoría puramente
metafísica. Ninguno de ellos se dirigía a los profanos; sino sólo a
sus seguidores y discípulos, quienes tenían un conocimiento
muy profundo del elemento simbólico empleado, para que no
entendieran el sentido de sus respectivos Maestros, aun durante
las enseñanzas públicas. Por lo tanto, sabían que las palabras
metempsícosis y transmigración implicaban simplemente la
reencarnación de un cuerpo humano a otro, cuando esta
enseñanza se refería a un ser humano. A mayor abundamiento,
toda alusión de éste o de otro sabio, como Pitágoras, según la
cual en un nacimiento previo había sido un animal, era alegórica
y se remitía a los estados espirituales del alma humana. No es en
la letra muerta de la literatura mística sagrada que los eruditos
pueden esperar encontrar la verdadera solución de sus sutilezas
metafísicas, las cuales cansan el poder del pensamiento debido a
la inconcebible profundidad de su raciocinio y el estudiante
nunca se encontrará más lejos de la verdad que en el momento
en el cual cree que está por descubrirla. La maestría completa
de toda doctrina de los pasmosos sistemas buddhistas y
brahmánicos se alcanzará sólo procediendo en rigurosa
armonía con el método pitagórico y platónico: partiendo desde
el universal al particular. La clave para penetrarlos yace en las
refinadas y místicas doctrinas del flujo espiritual de la vida
divina. El Buddha dice: "Aquel que desconoce mi ley y muere en
ese estado, debe volver a la tierra hasta que se convierta en un
Samaneano perfecto. Para conseguir este objetivo, debe destruir

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

dentro de sí la trinidad de Mâyâ. Debe extinguir sus pasiones,


debe unirse e identificarse con la ley [la enseñanza de la
Doctrina Secreta] y debe comprender la religión del
aniquilamiento," es decir: las leyes de la Materia y las del Karma
y la Reencarnación.

Platón reconoce que el ser humano, al aparecer en este


mundo material, es la marioneta del elemento de la necesidad,
el Karma bajo otro nombre. Las causas externas afectan al
hombre y éstas son daimonia como aquellas mencionadas por
Sócrates. Feliz es el ser físicamente puro; ya que si su alma
externa (el cuerpo astral, la imagen del cuerpo), es pura,
fortificará a la segunda (el manas inferior) o el alma que él
define alma mortal superior, la cual, si bien sujeta a equivocarse
debido a sus motivos, siempre se alineará con la razón contra
las tendencias animales del cuerpo. En substancia, el rayo de
nuestro Ego Superior, el Manas inferior, tiene su luz superior, la
razón o los poderes racionales del Nous, para ayudarle en la
lucha con los deseos Kámicos. La concupiscencia humana surge
de resultas de su cuerpo material deleznable que es, según
Platón, la causa de las demás enfermedades. Sin embargo,
aunque a veces considere los crímenes como algo involuntario,
ya que proceden, como las dolencias físicas, de causas externas,
Platón hace una amplia distinción entre estas causas. El
fatalismo humano que atribuye a la humanidad no descarta la
posibilidad de evitarles si bien el dolor, el miedo, la cólera y
otros sentimientos, se dan al ser humano por necesidad.

Si ellos las conquistaran, vivirían correctamente, mientras


que, si ellas los conquistaran, vivirían injustamente.23
El ser dual, uno del cual el Espíritu inmortal divino se ha
apartado, dejando simplemente la forma animal y sideral, el
alma mortal superior de Platón, es dejado meramente a sus
instintos, ya que todos los males inherentes en la materia24 lo
han conquistado, por lo tanto, se convierte en un vehículo dócil
en las manos de los seres Invisibles de la materia sublimada que
aletean en nuestra atmósfera y están siempre preparados a
inspirar a aquellos que son justamente abandonados por su

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

consejero inmortal, el Espíritu Divino, al que Platón llama


"genio."25 Según este gran Filósofo e Iniciado:
Aquel que vivió bien durante el tiempo que se le otorgó,
retornará a la habitación de su estrella donde tendrá una
existencia bienaventurada y adecuada. Sin embargo, si no
lograra alcanzar esto en la segunda generación, pasaría
como una mujer [se convertiría inerme y débil como una
mujer]. Si no se detuviera a perpetuar el mal en esa
condición, se transmutará en un bruto, la efigie de sus
rasgos malvados, y no saldrá de sus peripecias y
transformaciones [renacimientos o transmigraciones],
hasta que haya seguido y asimilado el principio original
dentro de él y, mediante la ayuda de la razón, hay
dominado los últimos efluvios de los elementos
turbulentos e irracionales [demonios elementarios],
compuestos por el fuego, el aire, el agua y la tierra, y haya
vuelto a la forma de su primera y mejor naturaleza.26
Estas son las enseñanzas de la Doctrina Secreta, de la
Filosofía Oculta. En la antigüedad, y hoy en día en los centros de
Ocultismo oriental, se impartía la posibilidad de que el ser
humano perdiera, debido a su depravación, su Ego Superior. El
extracto mencionado muestra, claramente, que Platón creía en
la Reencarnación y en el Karma como nosotros, aunque su
manera de expresarse con respecto a esto era mítica.

No había Filósofo de renombre que no se atuviese a esta


doctrina de la metempsicosis, según la enseñaban los
brâhmanes, los buddhistas y sucesivamente los pitagóricos en
su significado Esotérico, a pesar de su expresión más o menos
inteligible. Orígenes y Clemente Alejandrino, Sinesio y Chaldicio,
creían en ésta. Los gnósticos, que la historia proclama, sin
vacilar, el grupo de hombres27 más refinado, erudito e
iluminado, creían todos en la metempsícosis. Sócrates tenía
opiniones idénticas a las de Pitágoras y, como castigo por su
Filosofía divina, fue condenado a una muerte violenta. La plebe
ha sido la misma en todas las edades. Según las enseñanzas de
estos individuos, el ser humano tiene dos almas cuyas
naturalezas son separadas y muy distintas. Una es perecedera:

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

el Alma Astral o el cuerpo interno fluido, que no debemos


confundir con el Cuerpo Astral o "doble"; la otra es incorruptible
e inmortal, el Augoeides o la porción del Espíritu Divino, Atma-
Buddhi. Además, el Alma Astral o mortal, perece en cada cambio
paulatino en el umbral de toda nueva esfera, purificándose más
y más durante cada transmigración. Al Hombre Astral,
intangible e invisible, como puede serlo para nuestros sentidos
mortales y terrenales, lo constituye la materia, aunque
sublimada.

Ahora bien, si lo que antecede tiene algún significado,


implica que esta enseñanza de las "dos almas" es exactamente
aquella de los Teósofos Esotéricos y de muchos Exotéricos. Las
dos almas son el Manas dual: el "Alma Astral," un Rayo del Ego
Superior que cae en la Materia, es decir que anima al ser
humano convirtiéndolo en un ser pensante y racional en este
plano, habiendo asimilado sus elementos más espirituales en la
esencia divina del Ego que se reencarna, perece en su forma
personal y material con cada cambio por el que pasa, como
Kama-Rupa, en el umbral de cada nueva esfera o Devachan,
seguida por una nueva reencarnación. Perece porque se
desvanece al pasar del tiempo, exceptuando su fotografía
intangible y evanescente en las olas astrales, impresa por la
poderosa luz siempre cambiante, sin embargo perenne;
mientras el "Alma Espiritual" incorruptible e inmortal, que
llamamos Buddhi-Manas y el Yo individual, adquiere más
pureza en cada nueva encarnación. Cargada con todo lo que
podía salvar del Alma personal, el Ego lo lleva al Devachan para
recompensarlo con edades de paz y beatitud. Esta no es una
enseñanza inédita, no es un "nuevo desarrollo," como algunos de
nuestros oponentes han tratado de probar. Aun en Isis sin Velo,
la primera obra teosófica moderna y por lo tanto la más
cautelosa, se expone el hecho de manera clara [Vol I, p. 432–
edición original en inglés]. La Doctrina Secreta no concede la
inmortalidad a todos los seres humanos por igual; sino lo hace
en consonancia con Porfirio cuando declara:

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Mediante la pureza y la castidad más elevada nos


acercaremos más a [nuestro] Dios, recibiendo, al
contemplarlo, el verdadero conocimiento y discernimiento.
Si el alma humana, durante su vida, ha descuidado en
recibir su iluminación del Espíritu Divino, nuestro Dios
personal, entonces, al hombre burdo y sensual se le hace difícil
sobrevivir su muerte física por un amplio lapso. Igual que un
monstruo deformado no puede vivir mucho después de su
nacimiento físico, así el alma, una vez que se ha tornado
excesivamente material, no podrá existir, después de su muerte,
en el mundo espiritual por un período muy extenso. La
coherencia de la forma astral es tan débil, que las partículas no
pueden adherirse firmemente una vez que se ha deslizado de la
cápsula concreta del cuerpo externo. Sus partículas,
obedeciendo gradualmente a la atracción desorganizadora del
espacio universal, al final se dispersan sin ninguna posibilidad
de reagregarse. Cuando dicha catástrofe acontece, el individuo
personal cesa de existir, su glorioso Augoeides, el Ser inmortal,
lo ha dejado para irse al Devachan, donde el Kama Rupa no
puede seguirlo. Durante el período intermedio entre la muerte
física y la desintegración de la forma astral, ésta vaga vinculada
por la atracción magnética con su macabro cadáver, libando la
vitalidad de víctimas susceptibles. El ser humano, habiendo
expulsado de sí todo rayo de luz divina, se encuentra perdido en
las tinieblas y por lo tanto se ase a la tierra y a lo que es terrenal.

Ninguna Alma Astral, aun aquella de un ser puro, bueno y


virtuoso es inmortal en el estricto significado del término; "se
formó de los elementos y a los elementos debe volver." Sin
embargo, mientras el alma del malvado se desvanece y es
absorbida sin redención, es decir: el difunto no ha impreso nada
de sí en el Ego-Espíritu, aquella de cualquier otra persona, aun
moderadamente pura, simplemente permuta sus partículas
etéreas por otras más etéreas. Mientras que en el alma astral
permanezca una chispa de lo Divino, el Ego personal no puede
morir completamente; ya que sus pensamientos y sus
aspiraciones más espirituales, sus "buenas obras," la

130
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

eflorescencia de su estado de "yo soy," por así decirlo, ahora se


han unido con su Padre inmortal. Proclo dice:
Después de la muerte, el alma [el espíritu] se mantiene en
el cuerpo etéreo [la forma astral], hasta que se purifique
totalmente de todas las pasiones de cólera y voluptuosas
[...] luego, al sobrevenir la segunda muerte, el cuerpo
etéreo es desechado al igual que hizo el terrenal. Entonces,
los antiguos dicen que existe un cuerpo celestial que está
siempre unido al alma, que es inmortal, luminosa y estelar.

Se nos ha reiterado que entre el Panteísmo y Fetichismo hay


un sólo insignificante escalón. Según se afirma, Platón era un
Monoteísta, sin embargo lo era de manera inequívoca, en un
sentido; pero su Monoteísmo jamás lo condujo a la adoración de
un Dios personal; sino de un Principio Universal y a la idea
fundamental de que sólo la Existencia absolutamente inmutable
o incambiable realmente es; todas las existencias finitas y el
cambio son únicamente apariencias: Maya.28 Para Platón este
Ser era un nóumeno y no un fenómeno. Si Heráclito postula una
Conciencia-Mundo o una Mente Universal; Parmenides un Ser
incambiante en la identidad del pensamiento universal e
individual y si Pitágoras y Filolao descubren el verdadero
Conocimiento (que es la Sabiduría o la Deidad), en nuestra
conciencia de las relaciones constantes entre el número y la
medida, una idea que posteriormente los Sofistas desfiguraron,
es Platón quien da expresión a esta idea en la forma más
inteligible. Mientras la vaga definición de algunos filósofos
acerca del Constante-Devenir puede conducir a una persona
inclinada a la polémica a un Materialismo sin esperanza, el Ser
divino de algunos otros sugiere un antropomorfismo
igualmente antifilosófico. En lugar de separar a los dos, Platón
muestra la necesidad lógica de aceptar a ambos desde un
aspecto Esotérico. Lo que él llama "Existencia Incambiable" o
"Ser," la Filosofía Esotérica lo nomina Seidad. Es SAT, que se
convierte, en períodos determinados, en la causa del Devenir y
que después no se le puede considerar como existente; sino
como algo que siempre tiende a existir en lo "Bueno" y tiende a
ser uno con la Absolutez en su progreso cíclico hacia la

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Existencia Absoluta Una. Tanto para Platón como para los


Vedantinos, la "Causa Divina" no puede ser una Deidad personal
y por ende finita y condicionada; ya que Platón trata su tema
teleológicamente y, en su búsqueda por las causas finales, a
menudo trasciende la Mente Universal, aun cuando la considera
como nóumeno. En diferentes ocasiones, los comentadores
modernos han tratado de probar la falacia de la afirmación Neo-
Platónica según la cual las enseñanzas de Platón entrañan un
significado secreto, negando la presencia de "alguna huella
definida de una doctrina secreta" en sus "Diálogos"; Ni siquiera
los pasajes sacados de las cartas platónicas contienen ninguna
prueba.29

Sin embargo, como nadie podría negar que Platón había


sido iniciado en los Misterios, esto zanja las demás refutaciones.
Los "Diálogos" están pletóricos de expresiones y alusiones que
ningún traductor o comentador moderno ha comprendido
correctamente, salvo uno, Thomas Taylor. A mayor
abundamiento, la presencia de la doctrina pitagórica numérica y
de los números sagrados en las conferencias de Platón, dirimen
la cuestión de manera conclusiva.

Aquel que ha estudiado a Pitágoras y sus especulaciones


sobre la Mónada, la cual, después de haber emanado la Díada, se
retira en el silencio y en la oscuridad, creando entonces la
Tríada, puede percatarse de dónde provino la Filosofía del gran
Sabio samiano y después de él, aquella de Sócrates y de Platón.

Parece que Speusippo haya enseñado que el alma psíquica o


thumética (astral) era inmortal, como el Espíritu o alma
racional, y todo Teósofo comprenderá sus razones de decir esto.
A menos que una personalidad experimente un completo
aniquilamiento, que es extremadamente raro, una porción del
"alma thumética" o Manas inferior es, desde un punto de vista,
inmortal, es decir la parte que sigue al Ego en el Devachan.
Además, Speusippo, análogamente a Filolao y a Aristóteles, en
sus disquisiciones sobre el alma, hace del Eter un elemento; así
existían cinco elementos principales que correspondían a las

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

cinco figuras geométricas regulares. Esta se convirtió, también,


en una doctrina de la escuela Alejandrina.30 En realidad, las
doctrinas de los Filaleteos entrañaban muchas cosas que no
aparecían en las obras de los Platónicos más antiguos; pero no
cabe duda que el Filósofo mismo la enseñó en substancia, aun
cuando, con su usual reticencia, no la transcribió, siendo
demasiado arcana para una publicación lega. Speusippo y
Xenócrates después de él consideraban, al igual que su gran
Maestro, que el Anima Mundi o el Alma del Mundo, no era una
Deidad; sino una manifestación. Para estos Filósofos, el Uno
jamás fue considerado como Naturaleza animada.31 El Uno
original no existía, según nuestra comprensión del término. Un
Ser no se producía hasta que el Uno no se había unido con los
muchos: la existencia emanada (la Mónada y la Díada). El τιμιον,
el honrado, algo manifestado, se alberga en el centro como en la
circunferencia, pero es simplemente el reflejo de la Deidad, del
Alma del Mundo.32 En esta doctrina encontramos todo el
espíritu del Bodhismo Esotérico o Sabiduría Secreta.

Aunque para algunos Speusippo es inferior a Aristóteles, el


mundo le debe la definición y la exposición de muchas cosas que
Platón dejó obscuras en su doctrina de lo Sensible e Ideal. Su
máxima era: "Lo Inmaterial se conoce por medio del
pensamiento científico, mientras lo Material mediante la
percepción científica."33

Xenócrates enunció una copiosa cantidad de teorías y


enseñanzas no escritas de su maestro. También él tenía en alta
estima la doctrina pitagórica con su sistema de números y
matemáticas. Al reconocer sólo tres grados de conocimiento:
Pensamiento, Percepción y Contemplación (o conocimiento por
medio de la Intuición), indujo al Pensamiento a ocuparse con
todo lo que está más allá del cielo, la Percepción con las cosas en
el cielo y la Intuición con el cielo mismo. La fuente de estas tres
cualidades es ubicable en el Manava Dharma Shastra hindú, que
trata de la formación del ser humano (o creación, en términos
comunes). Brahmâ, que es Mahat o el Alma Universal, extrae de
su esencia el Espíritu, el aliento inmortal que no perece en el ser

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

humano; mientras al alma (inferior) de ese ser, Brahmâ le


imparte Ahânkara, la conciencia del Ego. Luego le agrega "el
intelecto formado por las tres cualidades."

Estas tres cualidades son: la Inteligencia la Conciencia y la


Voluntad, las cuales corresponden al Pensamiento, la
Percepción y la Contemplación (Intuición) de Xenócrates, que
parece haber sido menos reticente que Platón y Speusippo en su
exposición del alma. Después de la muerte de su Maestro,
Xenócrates viajó con Aristóteles y luego consiguió el puesto de
embajador para Filipo de Macedonia. Sin embargo, 25 años más
tarde, se encuentra dirigiendo la Antigua Academia,
convirtiéndose en su Presidente como epígono de Speusippo, el
cual había ocupado tal posición por más de un cuarto de siglo.

Así, dedicó su vida a los temas filosóficos más recónditos. Se


le considera más dogmático que Platón y por lo tanto debe
haber sido más peligroso para las escuelas que se le opusieron.
La elaboración de sus tres grados de conocimiento o las tres
divisiones de la Filosofía, la separación y la conexión de las tres
formas de conocimiento y comprensión, es más precisa que la
de Speusippo. Según él, la ciencia es "esa esencia, el objeto del
pensamiento puro y no está incluída en el mundo fenoménico."
Esto es directamente antitético a las ideas aristotélicas-
bacónicas. A la percepción sensual se le considera como lo que
pasa en el mundo de los fenómenos y a la concepción como esa
esencia "que es a la vez el objeto de la percepción sensual y,
matemáticamente, de la razón pura, la esencia del cielo y las
estrellas." Aristóteles, a pesar de toda la admiración que sentía,
jamás trató con ecuanimidad la filosofía de su amigo y
condiscípulo. Sus obras lo demuestran claramente. Cada vez que
hace referencia a las tres formas de comprensión según las
explica Xenócrates, se abstiene de mencionar el método
mediante el cual este último prueba que la percepción científica
participa de la verdad. La razón de esto se hace evidente cuando
encontramos lo siguiente en una biografía de Xenócrates:
Es probable que cuanto era peculiar en la lógica
aristotélica no permaneció desapercibido para Xenócrates;

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ya que no cabe duda que la división de lo existente en lo


absolutamente existente y lo relativamente existente,
atribuída a Xenócrates, se oponía a la lista de las categorías
aristotélicas.

Xenócrates amplió el desarrollo de la relación de los números


con las Ideas más que Speusippo y superó a Platón en su
definición de la doctrina de las Magnitudes Invisibles. Al
reducirlas a sus elementos primarios ideales, demostró que toda
cifra y forma se originó de la línea indivisible más diminuta. Es
evidente que Xenócrates sustentaba las mismas teorías de
Platón con respecto al alma humana (que se suponía ser un
número), aunque Aristóteles contradiga esto en concomitancia a
cada una de las enseñanzas de dicho filósofo.34 Esta es una
prueba conclusiva de que Platón divulgó muchas doctrinas
oralmente, aunque se demostrara que Xenócrates fue el primero
en originar la teoría de las magnitudes indivisibles y no Platón.
Xenócrates deriva el Alma de la primera Díada y la llama un
número semoviente.35 Según Theophrasto, Xenócrates penetró y
elaboró esta teoría del Alma más que cualquier otro Platónico.
Desde luego, consideraba la intuición y las ideas innatas δοξα,
en un sentido más elevado que cualquier otro e hizo que las
matemáticas mediaran entre el conocimiento y la percepción
sensual.36 Por lo tanto, elaboró la doctrina cosmológica
valiéndose de esta teoría del Alma y probó la existencia
necesaria, en toda parte del Espacio universal, de series
sucesivas y progresivas de seres animados y pensantes aunque
espirituales.37 Para él, el Alma Humana es un compuesto de las
propiedades más espirituales de la Mónada y de la Díada,
poseyendo los principios superiores de ambas. Por eso llama
Deidades a la Unidad y a la Dualidad (Monas y Duas), mostrando
la Unidad como una Existencia femenina, el Alma Madre, la
Madre de los Dioses (¿Aditi?); ya que ella es el Alma del
Universo.38 Sin embargo, si menciona los Elementos como
Poderes Divinos, llamándolos Dioses, como lo hacen Platón y
Prodicus, tal apelación no evoca en él ni en otros, ninguna idea
antropomórfica. Krische observa que los llamó Dioses sólo para
que estos poderes elementarios no se confundieran con los

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

demonios del mundo inferior,39 (los Espíritus Elementarios).


Como el Alma del Mundo permea al Cosmos entero, hasta las
bestias deben tener en sí algo divino.40 Esta es, también, la
doctrina de los Buddhistas y de los Herméticos, además Manu
dota de un alma viviente aún a las plantas y a las hojas de hierba
más diminutas, una doctrina absolutamente Esotérica.

Según esta teoría, los demonios son seres intermedios entre


la perfección divina y el carácter pecaminoso humano41 y los
divide en clases, cada una de las cuales se subdivide en muchas
otras. Sin embargo afirma, de manera específica, que el alma
individual o personal es el demonio guardián de cada ser
humano y ningún demonio tiene más poder sobre nosotros que
el nuestro propio. Por lo tanto, el Daimonion socrático es el Dios
o la Entidad Divina que lo inspiró durante toda su vida. Depende
del individuo el abrir o cerrar sus percepciones a la voz Divina.
Al igual que Speusippo, él atribuía la inmortalidad al cuerpo
psíquico o alma irracional. Sin embargo, según la enseñanza de
ciertos filósofos herméticos, el alma tiene una existencia
continua separada sólo cuando, en su pasaje a través de las
esferas, toda partícula material o terrenal permanece
incorporada en ella y una vez que se haya purificado
absolutamente, dichas partículas son aniquiladas y únicamente
la quintaesencia del alma se cohesiona con su Espíritu divino, lo
Racional y los dos se convierten en uno.

Es difícil no captar que las enseñanzas susodichas son un


eco directo de las doctrinas indas mucho más antiguas y que
ahora aparecen en las llamadas enseñanzas "Teosóficas"
concernientes al Manas dual. Xenócrates considera al Alma del
Mundo, que los Yogâchâryas Esotéricos llaman "Padre-Madre,"42
como un Principio masculino-femenino, cuyo elemento
masculino, el Padre, lo llama el último Zeus, la última actividad
divina, mientras los estudiantes de la Doctrina Secreta lo
denominan el tercer y último Logos, Brahmâ o Mahat. A esta
Alma del Mundo se le encomienda el dominio sobre todo lo que
es sujeto al cambio y al movimiento. El dijo que la esencia divina
infundió su Fuego o Alma en el Sol, en la Luna y en todos los

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Planetas, en una forma pura, en la facción de Dioses Olímpicos.


Como poder sublunario, el Alma del Mundo se alberga en los
Elementos, produciendo poderes y seres Daimónicos
(espirituales), que son el eslabón entre los Dioses y los seres
humanos, cuya relación con ellos es análoga "a la que existe
entre el triágulo isósceles con el equilátero y el escaleno."43

Zeller afirma que Xenócrates prohibió el uso de comida


animal, no porque veía en las bestias algo semejante al ser
humano; ya que les achacaba una conciencia vaga de Dios; sino
por la razón opuesta, no sea que la irracionalidad de las
almas animales pudiera ejercer cierta influencia sobre
nosotros.44

Pero nosotros creemos que dependía, en realidad, del hecho


de que sus Maestros y Modelos fueron, como en el caso de
Pitágoras, los Sabios hindúes. Según la descripción de Cicerón,
Xenócrates despreciaba todo, excepto la virtud superior45 y
describe la austeridad pristina y severa de su carácter.

Liberarnos de la sujeción de la existencia sensual y


conquistar los elementos Titánicos en nuestra naturaleza
terrenal a través de lo Divino, es nuestro problema.46
Zeller le hace decir:
La pureza, aun en los anhelos secretos de nuestro corazón,
es el deber más grande y sólo la Filosofía y la Iniciación en
los Misterios ayudan a alcanzar tal objetivo.47
Esto debe ser verdadero; ya que hombres como Cicerón y
Panecio, y antes de ellos, Aristóteles y Theophrasto, su
discípulo, exteriorizaron el más alto respeto por Xenócrates. Sus
escritos deben haber sido una cornucopia que incluía tratados
sobre la ciencia, la metafísica, la cosmología y la filosofía.
Escribió sobre la física y los Dioses, acerca de lo Existente, el
Uno y lo Indefinido, sobre las afecciones y la memoria, la
felicidad y la virtud, cuatro libros sobre la Realeza e
innumerables tratados sobre el estado, el poder de la ley, la
geometría, la aritmética y, finalmente, la astrología. Docenas de
escritores clásicos de renombre lo mencionan y lo citan.

137
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Crantor, otro filósofo asociado con los primeros días de la


Academia de Platón, concebía que el alma humana se formaba
de la substancia preliminar de todas las cosas, la Mónada o el
Uno y la Díada o el Dos. Plutarco se explaya sobre este Filósofo
quien, como su Maestro, creía que las almas se distribuían en
cuerpos terrenales a título de destierro y castigo.

Heráclito, aunque según algunos críticos no se adhirió


rigurosamente a la filosofía primordial de Platón,48 enseñó la
misma ética. Zeller nos lo presenta mientras imparte, al igual
que Hicetas y Ecphanto, la doctrina pitagórica de la rotación
diurna de la tierra y la inmovilidad de las estrellas fijas; pero
agrega que él ignoraba la revolución anual de la tierra alrededor
del sol y el sistema heliocéntrico.49 Sin embargo, tenemos
buenas pruebas que dicho sistema se enseñaba en los Misterios
y que Sócrates murió por "ateísmo," es decir, por divulgar este
conocimiento sagrado. Heráclito adoptó, en su totalidad, los
conceptos pitagóricos y platónicos sobre el alma humana, sus
facultades y sus capacidades. La describe como una esencia
luminosa y altamente etérea. Afirma que las almas habitan la vía
láctea antes de descender en la "generación" o en la existencia
sublunar. Sus demonios o espíritus son cuerpos aéreos y
diáfanos.

En Epinomis se declara, en su totalidad, la doctrina de los


números pitagóricos en relación con las cosas creadas. Su autor,
siendo un verdadero platónico, afirma que la sabiduría puede
obtenerse sólo mediante un análisis meticuloso en la naturaleza
Oculta de la creación; es la única cosa que puede asegurarnos
una existencia dichosa después de la muerte. En este tratado se
especula ampliamente sobre la inmortalidad del alma; pero su
autor agrega que este conocimiento es alcanzable sólo mediante
una comprensión total de los números; ya que el ser humano
incapaz de distinguir la línea recta de la curva, jamás tendrá
suficiente sabiduría para proporcionar una demostración
matemática de lo invisible: debemos asegurarnos de la
existencia objetiva de nuestra alma antes de aprender que
poseemos un Espíritu divino e inmortal. Jámblico dice lo mismo;

138
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

añadiendo que es un secreto perteneciente a la Iniciación


superior. El afirma que el Poder Divino se sintió siempre
indignado con aquellos "que divulgaron la composición del
icostagonus": los promulgadores del método mediante el cual el
dodecaedro se inscribe en una esfera. La idea de que los
"números," poseyendo la virtud más grande, producen siempre
lo que es bueno y nunca lo que es malo, se refiere a la justicia, a
la ecuanimidad de temple y a todo lo que es armonioso. Cuando
el autor habla de cada estrella como un alma individual, implica
sólo lo que los Iniciados hindúes y los herméticos enseñaron
antes y después de él: toda estrella es un planeta independiente
que, al igual que nuestra tierra, tiene un alma propia como cada
átomo de Materia es impregnado con el flujo divino del Alma del
Mundo. Respira y vive, siente y sufre a la vez que goza la vida a
su manera. ¿Cuál naturalista está preparado a impugnarlo
basándose sobre buenas pruebas? Por lo tanto, debemos
considerar los cuerpos celestiales como imágenes de Dioses
cuya substancia participa de los poderes divinos y aunque no
son inmortales en su entidad-alma, su función en la economía de
la naturaleza tiene el derecho a recibir honores divinos como los
rendimos a los Dioses menores. La idea es clara y uno debe ser
verdaderamente malévolo para representarla erróneamente. Si
el autor de Epinomis, coloca a estos Dioses ígneos en un nivel
superior al de los animales, las plantas y aun de la humanidad y
a todos los cuales adjudica, como criaturas terrenales, un lugar
inferior, ¿quién puede probar que yerra por completo? Es
menester penetrar profundamente en la anfractuosidad de la
metafísica abstracta de las antiguas Filosofías, para comprender
que las varias representaciones de sus concepciones estriban,
después de todo, en una comprensión idéntica de la naturaleza
de la Causa Primera, sus atributos y método.

Cuando el autor de Epinomis, al uísono con muchos otros


filósofos, ubica entre los Dioses superiores e inferiores, tres
clases de Daimons y puebla el universo con huestes de Seres
sublimados, es más racional que el Materialista moderno. Este
último, al colocar una vasta laguna del ser y el terreno de recreo
de las fuerzas ciegas, entre estos dos extremos: lo ignoto y lo

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

invisible que, según su lógica, es lo inexistente y lo objetivo y lo


sensual, puede tratar de explicar su actitud basándose en el
"Agnosticismo científico" que jamás logrará probar que es
coherente con la lógica o aun con el simple sentido común.

Lucifer, Julio y Agosto de 1892

Notas

1 Véase el Manava Dharma Shastra (Leyes de Manu), I, 5, 6, 7, 8, etc.

2 Todoestudiante de Teosofía reconocerá en estas tres emanaciones


consecutivas, los tres Logoi de la Doctrina Secreta y el Esquema
Teosófico.

3 Compárese con Manu, iv., 125.

4 Compárese con Manu, i., 50 y otras estrofas.

5H.P.B. emplea el término Cosmos (con C), refiriéndose sólo al Cosmos


visible: nuestro sistema solar, mientras cuando lo deletrea con K,
Kosmos, implica la manifestación manvantárica integral, el Kosmos
universal, del cual participa nuestro sistema planetario. (N.d.T.)

6 El Cristianismo y la Filosofía Griega (xi., 377) por Cocker.

7 Este"Dios" es la Mente Universal, Alaya, la fuente de la cual ha emanado


el "Dios" en cada uno de nosotros.

8 Compárese con el Timeo Locrio, pag. 97.

9 Véase Explicaciones por Mover, pag. 268.

10 Pitágoras nació en 580 y Platón en 430 antes de J.C.

11 La India en Grecia, Prefacio pag. ix.

12 "Las acusaciones contra Sócrates, de ateismo, de haber introducido


deidades advenedizas y haber corrompido a la juventud ateniense,
justificaron ampliamente la actitud de Platón de esconder la expresión
arcana de sus doctrinas. Indudablemente, la terminología particular o la
'jerga' de los alquimistas, se empleó con el mismo propósito. Los
140
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

cristianos de toda denominación, especialmente los católicos romanos,


usaban, sin escrúpulos, muchos medios de tortura contra aquellos que
enseñaban, hasta la ciencia natural, si se oponía a las teorías que la Iglesia
promulgaba. Aun el papa Gregorio el Grande restringió el uso gramatical
del Latín, considerándolo pagano. La ofensa de Sócrates consistió en
presentar a sus discípulos la doctrina arcana concerniente a los dioses
que se enseñaba en los Misterios y constituía un crimen capital.
Aristófanes lo acusó también de introducir el nuevo Dios Dinos en la
república, como demiurgo o artífice y el señor del universo solar. El
sistema heliocéntrico era también una doctrina de los misterios, así,
cuando Aristarco el Pitagórico la enseñó abiertamente, Cleantes declaró
que los griegos debían haberlo llamado a juicio condenándolo por haber
blasfemado contra los dioses." Sin embargo, Sócrates jamás fue iniciado y
por lo tanto no divulgó nada que nunca se le había impartido.

13 Thomas Taylor: Los Misterios Eleusinos y Bálquicos, pag. 47.

14 Historia de la Filosofía por Cousin, I., pag. ix.

15 Los Diálogos de Platón, por Jowett, ii., 508.

16 Conflicto entre la Religión y la Ciencia, pag. 240.

17"La Sabiduría de Nebo, del Dios mi instructor, muy agradable," dice el


séptimo verso en la primera tablilla, la cual describe la generación de los
Dioses en la creación.

18 Según las afirmaciones de algunos cabalistas eruditos, las frases


pitagóricas griegas originales de Sextus, que ahora se dice que han sido
perdidas, en aquel tiempo existían en un convento en Florencia y Galileo
estaba familiarizado con estas escrituras. Además, agregan que Galileo
poseía un tratado sobre la astronomía, un manuscrito de Archytas, un
discípulo directo de Pitágoras, en el cual se anotaron todas las doctrinas
más importantes de su escuela. Si alguien como Rufino se hubiese
apoderado de tal manuscrito, indudablemente lo habría desfigurado,
como Presbítero Rufino había pervertido las susodichas frases de Sexto,
remplazándolas con una versión fraudulenta, cuya paternidad trató de
atribuirla a un cierto Obispo Sexto. Véase la Introducción de Taylor (Pag.
xvii) a Vida de Pitágoras por Jámblico.

19 Introducción al Timeo, Diálogos de Platón, i., 590.

20 Fedro, i., 328, por Cory.

141
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky
21El mismo Platón corrobora lo antes dicho cuando enuncia: "Tú dices
esto, pero, en mi anterior discurso, no te he explicado suficientemente la
naturaleza del Primero. Mis palabras son intencionalmente enigmáticas
ya que, en caso de que la tablilla termine, accidentalmente, por tierra o
por mar, en la mano de una persona desprovista de un conocimiento
preliminar sobre el tema, podría no comprender sus contenidos." (Platón,
Ep. II., pag. 312; Cory Fragmentos Antiguos, pag. 304).

22 Contra Apión, ii., pag. 1079, por Josephus.

23 Timeo, véase la obra del profesor Jowett.

24 Esta es la enseñanza de la Filosofía Esotérica que se delineó vagamente


en Isis sin Velo. Para Platón, sólo el ser triple es perfecto: aquel cuyo
Cuerpo, Alma y Espíritu se encuentran en estrecha afinidad.

25 Y los Teósofos el Ego Superior o Buddhi-Manas.

26 Timeo de Platón.

27 Véase La Decadencia y la Caíada del Imperio Romano.

28 Sofistas, pag. 249.

29 Vide Hermann, I, pag. 544, 744, nota 755.

30 Theo. Arith., pag. 62, Pitágoras, Números.

31 Parménides por Platón, 141 E.

32 Véase Eclesiástico por Stobæus i., 862.

33 Matemáticas, Sexto, vii., 145.

34 Metafísica, 407, a. 3.

35 Apéndice al Timeo.

36 por Aristóteles De Interp., pag. 297.

37 Stob: Ecl., i. 62.

38 Stob: Ibid.

142
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky
39 Forsch., por Krische, pag. 322, etc.

40 Stro. Alex., por Clemente, v. 590.

41 De Isidis, por Plutarco, cap. 25, p. 360.

42 Véase las Estanzas en el primer volumen de La Doctrina Secreta.

43 Cicerón, La Naturaleza de los Dioses, i, 13, Strob., o Plutarco De Orac.


Defect., pag. 416, c.

44 Platón y la Antigua Academia.

45 Tuscolano, v. 18, 51.

46 La misma obra de la nota previa, p. 599.

47 Platón y la Antigua Academia.

48 Filosofía de los Griegos, Ed. Zeller.

49 Platón y la Antigua Academia.

143
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LA ALQUIMIA EN EL SIGLO XIX


(Alchemy in the Nineteenth Century, Oct., Nov., Dec., 1889)

El lenguaje que emplearon los antiguos químicos, es decir,


los alquimistas, era simbólico, como lo ha sido siempre el de
todas las religiones.

En La Doctrina Secreta se ha dicho que todo lo existente en


el mundo de los efectos tiene tres atributos, o sea una triple
síntesis de los siete principios: esto resultará quizás más claro,
diciendo que todo cuanto existe en el mundo está construido
sobre tres principios y cuatro aspectos, exactamente como se ha
explicado en el caso del hombre.

Así como el hombre es una unidad compuesta de un cuerpo,


un alma racional y un Espíritu Inmortal, así cada objeto en la
Naturaleza tiene una forma objetiva, un alma vital y una Chispa
Divina, puramente espiritual y subjetiva.

La primera parte de esta proposición tripartita no puede


negarse;. la segunda se sostiene por sí misma después de que
observemos y admitamos que los metales, ciertas plantas y
algunas drogas poseen poderes, inherentes a ellos, capaces de
producir efectos determinados en los organismos dotados de
vida, como lo demuestra la práctica diaria de la ciencia oficial.
En cuanto a la tercera, o sea, la referente a la presencia de una
quintaesencia absoluta en cada átomo, el Anima Mundi, sólo es
negada por el materialismo más ciego.

Esta actitud agnóstica promete grandes rectificaciones: por


nuestra parte dejamos que el tiempo obre sobre los que con ella
comulgan, puesto que de la discusión jamás verán estos ciegos
derivar luz alguna.

Del mismo modo que son tres los constituyentes de todos los
objetos naturales, así también en toda ciencia entran tres
proposiciones fundamentales, siquiera el uso haga que no se
mencione más que una.

144
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Antes existía la Alquimia como una ciencia, en la que la


quintaesencia actuaba a la vez en todos los planos de la
Naturaleza y en todas sus correlaciones, como ya tenemos
repetidamente señalado.

Cuando aparece en la Tierra un hombre dotado de una


inteligencia superior, permite que este supremo e ilimitado
Poder aprenda en él sus primeras lecciones. Todo cuanto ve,
todo cuanto percibe, puede imitarlo. Pero cuando trata de
reproducir alguno de estos efectos por un esfuerzo de su
voluntad, se ve obligado a desarrollar en sí mismo una cierta
facultad o poder, latente en la constitución humana, llamada
Kriyâshakti en la fraseología oculta.

Es ésta una facultad creadora, y es así simplemente porque


no es más que el agente en un plano objetivo del primer
Principio Creador. Es algo así como un radiante conductor que
da una dirección definida y concreta a la creadora quintaesencia
en su descenso a los planos inferiores, pero no debe olvidarse
que el intelecto humano, considerado como canal por donde se
vierte esta enorme radiación, está constituido con arreglo a un
plan predeterminado.

De este conocimiento fundamental nacieron la Alquimia, la


Magia magnética y las demás ramas de la Ciencia Oculta.

Cuando mediante el transcurso del tiempo fueron


saturándose los pueblos de egoísmo y vanidad, llegando a
considerarse superiores intrínsecamente a cuanto les rodeaba y
a cuanto les precedió; cuando el desarrollo del Kriyâshakti se
hizo difícil y la divina facultad desapareció de la Tierra, fueron
olvidando poco a poco la sabiduría de sus antepasados.
Entonces fue negada hasta la existencia del hombre
antediluviano y con ella huyó el espíritu y el alma contenida en
la más antigua de todas las ciencias. De los tres grandes
atributos de la Naturaleza se ha aceptado solamente uno, la
materia, y aun así, en su más ilusorio aspecto, por más que la
existencia de una materia real o sustancia se presienta bajo sus

145
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

conclusiones, y verdaderamente, al hablar así, tienen razón los


materialistas, por más que sea muy vaga la concepción que de
ella tienen.

De este aspecto particular nació la química.

El cambio es el constante efecto de la evolución cíclica. El


círculo perfecto es Uno, un triángulo, un cuaternario y un
quinario. El principio creador, emanado de la raíz sin raíz de
existencia absoluta, sin fin posible y cuyo símbolo es la
serpiente, o perpetuum mobile, mordiéndose la cola, no puede
ser bien aprehendido, así como el ázoe de los alquimistas
medioevales. El círculo se convierte en un triángulo,
compenetrándose ambos mutuamente, como Minerva salió de la
cabeza de Júpiter. Este círculo simboliza el Absoluto; la línea
recta descendente de la derecha representa la síntesis
metafísica, y la de la izquierda la física. Cuando la madre
Naturaleza crea su cuerpo, estas dos líneas se unen en su base,
representando el despertar de la Actividad Cósmica. Hasta este
momento Purusha, el Espíritu, está separado de Prakriti, la
sustancia material latente. Existe solamente en estado de
potencialidad y aún no ha sonado la hora de que se convierta en
las formas objetivas del mundo sublunar. Purusha no puede aún
construir formas con esta materia, puesto que no está limitada y
es menester para ello que el triángulo se cierre, que se limite la
microscópica estrella. Una vez alcanzado este estado puede el
pensamiento remontarse al momento en que el Ternario
deviene Cuaternario; al instante en que se forma la cruz. Esta
cruz se divide en cuatro partes llamadas Taro, Ator, Rota y Tora.
Esta es la tierra virgen, la tierra de Adán, el Espíritu Santo de los
antiguos alquimistas y de los Rosa–Cruces, de lo que los
kabalistas hacen (según la nomenclatura moderna) Na2CO3,
Carbonato de Sodio, y C2H6O, o sea Alcohol.

¡Ah, pobre Estrella Matutina, pobre Alquimia! Todo cuanto


existe tiende a transformarse, y por ende a desaparecer; la
eternidad de las cosas es una vana quimera. Los mundos
cambian constantemente, y las palabras se desfiguran apenas

146
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

salen de los labios; sólo la Idea perdura. La piel de zapa con que
se reviste la Naturaleza para engañar a los necios, como en el
cuento de Perrault, será la eterna verdad para los que no
aprendan a distinguir lo verdadero de lo falso; el discípulo de
los antiguos filósofos aprende a encontrar lo verdadero, bajo las
sutiles apariencias que lo encubren y sabe que la materia es
menos aun que el vestido con que se oculta la Naturaleza, la cual
sólo se muestra a quien sabe sacrificar la forma en aras del
conocimiento superior. Esto es lo que salvó al príncipe
encantador e hizo su matrimonio con la Verdad.

Pues bien, las modernas investigaciones apenas han hecho


otra cosa sino otear el vestido de la Naturaleza creyendo que en
él está la verdadera Ciencia. Se consuelan en su ignorancia,
imaginando que con poner nuevos nombres a las cosas viejas,
explican su esencia o han realizado verdaderos
descubrimientos. Según ellos, la nigromancia de Moisés no es
más que Espiritismo; la Ciencia de los iniciados en los antiguos
templos es, si acaso, el magnetismo de los gimnósofos indos; el
mesmerismo de Esculapio, el Salvador, queda reducido a
hipnotismo o Magia negra, para denominarle con su verdadero
nombre.

Para los materialistas modernos, la Alquimia, con su cortejo


de transmutación de los metales en plata y oro, no fue más que
hábil charlatanismo. Los fundamentos son, según ellos, una
superstición y no una ciencia, y todos cuantos creían o decían
creer en ella eran engañados o impostores. Llenas están las
enciclopedias de toda clase de epítetos acumulados sobre los
alquimistas y ocultistas.

Sin embargo, los miembros de la Academia Francesa están


hoy día más imposibilitados que nunca para allegar una prueba
inconcusa que destruya la posibilidad de la transmutación de
los metales, puesto que han reconocido la existencia de una base
metálica en los álcalis. Existen algunos científicos que no
desesperan de poder llegar a reducir los elementos a su estado
primitivo (véase, por ejemplo, Mr. Crookes y sus meta–

147
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

elementos) y de éstos nadie se atreve a decir que son imbéciles


engañados. Se admite generalmente la teoría ígnea en la
formación de la Tierra, es decir, una masa homogénea primitiva
de la que se derivaron los diferentes estados de materia, y no se
quiere conceder que sea posible volver, mediante
transmutaciones sucesivas, cualquier elemento a su estado
original. Entiéndase que hablamos en el terreno de las
posibilidades, pues la cuestión es tan ardua que resolverla sería
hallar la clave de los procedimientos naturales. Por otra parte
los químicos, y entre ellos Mr. Crookes, han probado
suficientemente que la relación que existe entre los metales no
es solamente la que proviene de si, origen común, sino de
generación idéntica.

Por lo tanto, no eran tan locos los alquimistas que buscaban


un estado superior o sublimado en las cosas; y así se prueba (a
quien sepa leer) en La Síntesis, de M. Berthold, uno de los
químicos más profundamente versados en la materia.

M. Chevreul, el venerable sabio que ha llegado a una edad


tan avanzada en la plena posesión de sus facultades mentales,
podría quizá decir mucho acerca de la utilidad práctica de los
trabajos alquímicos a los estudiantes jóvenes que encuentran
este camino tan difícil de seguir. No se alcanza una longevidad
tan llena de luz y una instrucción tan grande corno la de este
hombre, practicando farsas ridículas desprovistas de toda
formalidad científica.

El hecho es que el gran sabio, el padre de la química


moderna, encontró y legó a la posteridad los numerosos
trabajos que sobre la ciencia falsa existían en el Museo, lo cual
nos demuestra la estima en que los tenía. Entre sus papeles se
han encontrado grandes ensueños alquímicos que este hombre
de ciencia se complacía en consignar.

Pero es menester tener siempre presente que los libros


herméticos tienen una clave, lo cual explica la jerigonza en que

148
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

están escritos; la sabiduría que contienen no está al alcance del


primero que negligentemente los hojee.

Toda ciencia, repetimos, tiene tres aspectos; en todo cuanto


vemos y comprendemos, podemos apreciar lo objetivo y lo
subjetivo. Si lo primero, tendremos la gran serie de las
transmutaciones alquímicas, con o sin el polvo de proyección; si
lo segundo, se nos ofrecerán todas las especulaciones
concernientes a la naturaleza de la mente. El tercero es un
medio superior y espiritual. En La Doctrina Secreta hemos
tratado de probar que toda la simbología tiene siete
interpretaciones diferentes (correspondiendo los símbolos
empleados a todas ellas) siendo tres las que aclaran los reinos
de lo físico, lo psíquico y lo Espiritual, por lo cual sólo los
grandes iniciados son capaces de descifrar correctamente el
lenguaje laberíntico en que están escritas las obras de los
filósofos herméticos; aun así hay mucho más de falso que de
verdadero en las obras de los discípulos de Hermes.

Los medios que ellos emplean no pueden aplicarse para


resolver los problemas de la Alquimia práctica, si al mismo
tiempo no se emplea el factor psicológico que ellos ponían en
práctica. Kenneth Mackenzie expresa esto mismo cuando habla
de las sociedades herméticas: “Para el alquimista práctico todo
está comprendido en la producción de oro según las reglas
peculiares de su Arte, siendo de importancia secundarla la
evolución de la filosofía mística que, por otra parte, refiere a un
sistema completo de teosofía; pero el sabio que ha alcanzado un
plano superior de contemplación metafísica, desdeña sus
estudios porque encontró allí la completa realización de sus
aspiraciones” (Royal Masonic Cyclopaedia).

Sin embargo, es evidente que la simbología dada como guía para


alcanzar la transmutación de los metales, constituye el núcleo
de lo que llamamos Química. No es posible ya considerar como
impostores a hombres de la talla mental de Paracelso, Van
Helmont, Roger Bacon, Boerhaave y tantos otros.

149
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Los académicos franceses se han burlado tanto de la Kábala


como de los alquimistas (pero al mismo tiempo aprovechándose
de los descubrimientos que realizaron) que sub rosa perseguían
los secretos de la ciencia oriental. De hecho, la sabiduría oriental
no brilló jamás en el Oeste; se la llamó siempre Magia. Sin
embargo, cuantos alquimistas llegaron a comprender algo de su
Arte, bebieron directamente en las fuentes del Este. Algunos
pretenden que este movimiento ocultista no fue sino la última
evolución de la Magia caldea, pero la Alquimia se remonta en su
origen mucho más atrás en el tiempo. Olaus Borrichius, una
autoridad en la materia, dice que es anterior a Egipto.

¿Qué época puede atribuirse al origen de la Alquimia?


Ningún escritor moderno puede decirlo con exactitud. Unos
hacen de Adán el primer Adepto, otros hacen del momento del
pasaje: “los hijos de Dios, viendo que las hijas de los hombres
eran hermosas, las tomaron por mujeres”, el nacimiento del
Arte. Moisés y Salomón fueron los últimos Adeptos de esta
Ciencia, en la que se vieron precedidos por Abraham, el cual, a
su vez, fue iniciado por Hermes. Avicena dice que la Tabla
Esmeraldina (única indiscreción conocida en Alquimia) fue
encontrada en el sarcófago de Hermes, el cual había sido
enterrado en Hebrón por Sarah, mujer de Abraham. Sin
embargo, Hermes no es el nombre de un hombre, sino un título
genérico como los que después tuvieron los neo–platónicos y
hoy el teósofo.

Porque en resumen, ¿qué se conoce de Hermes Trimegisto o


el Tres veces grande? Aproximadamente lo que se sabe de
Abraham, de su mujer Sarah y de su concubina Agar, que San
Pablo declara ser una alegoría. En tiempos de Platón, Hermes
estaba identificado con Thot entre los egipcios, pero la palabra
Thot no significa solamente inteligencia, sino también asamblea
o escuela. Realmente Thot Hermes no es más que la
personificación de la voz de la clase sacerdotal egipcia, es decir,
la palabra del Gran Hierofante. Aun cuando sepamos que este
estado de cosas es posterior al tiempo en que la gran raza
sacerdotal florecía en tierra de Chemi, no habremos adelantado

150
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

gran cosa en la resolución del problema. La antigua China,


aunque no en tan gran escala como Egipto, tiene la reputación
de ser la patria de la Alquimia trascendental, y probablemente
así es. Un misionero residente en Pekín, William A. P. Martin, la
llama la cuna de la Alquimia. Cuna es, quizás demasiado; pero
ciertamente el Celeste Imperio puede considerarse como una de
las naciones en que las antiguas escuelas de la Ciencia Oculta
tuvieron su asiento. En cierta ocasión la Alquimia penetró en
Europa desde China, según probaremos.

Otro piadoso misionero, Hood, asegura solemnemente que


la Alquimia nació en el jardín “que estuvo en el Edén, situado en
Oriente”. Según él, es la producción de Satán, quien tentó a Eva,
bajo la forma de una serpiente, pero el hombre olvidó seguir sus
consejos y se quedó sólo con el final del nombre de la ciencia.
Serpiente, en hebreo, es Nahah (plural Nahashim) siendo, pues,
de la sílaba shim de la que se derivó el nombre de la Alquimia y
de la química. Pero pasemos a las pruebas ofrecidas.

Las más notables personalidades en los estudios acerca de las


ciencias arcaicas, y entre ellas William Godwin, han llegado a la
evidencia de que la Alquimia se cultivaba en casi todas las
naciones de la antigüedad mucho tiempo antes de nuestra Era,
siendo los griegos los últimos que, al aparecer el cristianismo,
empezaron a estudiarla, haciéndola célebre mucho tiempo
después. Esto en cuanto a su estudio en general, pues los
Adeptos de los templos de la Magna Grecia la conocían desde el
tiempo de los Argonautas. El origen europeo de la Alquimia es,
pues, de esta época, como se desprende de la alegoría del
Vellocino de Oro.

Suidas habla en su Lexicón de la expedición de Jasón y los


Argonautas para conquistar el (Deras) o Vellocino de
Oro, partiendo hacia el Mar Negro con la ayuda de Medea,
hermana de Eetes de Ea. Pero en vez de apoderarse de aquello
que los poetas dicen, se posesionaron de un tratado escrito
sobre una piel, demati, donde se explicaba la manera de hacer
oro, valiéndose de procedimientos químicos. Los

151
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

contemporáneos llamaron a esta piel el Vellocino de Oro,


probablemente a causa del gran valor que para ellos tenían las
instrucciones allí escritas.

Esta explicación es mucho más sencilla y más probable,


sobre todo, que las elucubraciones de los mitólogos modernos40,
y siendo así, la Cólquida de los griegos será la moderna Meretia
en el Mar Negro; el Rion, el río que corre por esta región, el
Phasis antiguo, en el que aún hoy se encuentran yacimientos
auríferos y, por último, corrobora esta orientación el hecho de
que las tradiciones y leyendas de los pueblos aborígenes,
mingrelianos, abhacianos y meretianos, están llenas de
reminiscencias y recuerdos del famoso Vellocino. Sus
antecesores decían que poseían el Arte transmutatorio que hoy
llamamos Alquimia, y se daban a sí mismos el nombre de
hacedores de oro.

Cierto es que los griegos ignoraron las ciencias herméticas


hasta la época de los neoplatónicos (entre los siglos IV y V), con
la sola y natural excepción de los Iniciados, pues la verdadera
Alquimia del antiguo Egipto no fue jamás divulgada sino mas
tarde y en sus líneas más generales. Hacia el siglo III nos
encontramos con el famoso edicto del emperador Dioclecíano
mandando buscar en Egipto cuantos libros e inscripciones
tratasen de la fabricación de oro, a fin de hacer de ellos un auto
de fe público. W. Godwin nos dice que después de la publicación
de este decreto y durante dos siglos, no se encontró ni se oyó
hablar de trabajos alquímicos en el antiguo reino de los
faraones. Añade también que la mayor parte de estas obras
habían sido enterradas con las momias diez veces milenarias. El
verdadero secreto de estos libros no podía ser descubierto, así
como el del Vellocino de Oro, por un rebuscador superficial en
40
M. de Gubernatis (Mythol. Zool., 1427) encuentra que porque “el carnero se llama
en sánscrito mesha o meha”, el Vellocino de Oro de los griegos no viene a ser más
que “el vapor que… se levanta de la superficie de las aguas”, y Mr. Schwartz
compara la piel de un carnero con una noche tempestuosa y dice ser parecido el
balido de este animal al chasquido eléctrico entre las nubes. Los vapores y las nubes
están indudablemente en la cabeza del autor, y lo peor es que autores como M. P.
Decharme (Mytologie de la Gréce antique) comparten semejantes opiniones.
(H.P.B.)
152
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

las tradiciones faraónicas. pero la Sabiduría Secreta, encubierta


bajo las alegorías de los papiros, no llegó a Europa con las
ciencias herméticas. La Historia nos dice que la Alquimia se
estudiaba en China más de dieciséis siglos antes de la Era
cristiana, y que florecía en sus primeras centurias. Y fue hacia el
final del siglo IV, cuando China abrió sus puertas al comercio de
la raza latina, el momento en que la Alquimia penetró en
Europa; Alejandría y Bizancio, los dos centros principales de
este comercio, estaban poco tiempo después llenas de obras de
transmutación.

Comparemos ahora el sistema chino con la llamada ciencia


hermética:

I. El doble objeto que persiguen ambas escuelas es idéntico:


hacer oro, prolongar la vida humana y rejuvenecer por medio
del menstruum universale, y de la lapis philosophorum. El tercer
objeto de la ciencia, o sea el medio real de verificar la
transmutación, ha sido despreciado por los Adeptos cristianos;
su creencia en la inmortalidad del Alma, puramente ortodoxa,
hizo que jamás tocasen esta cuestión. Parte por negligencia,
parte por costumbre, hicieron del semmum bonnum el todo en
las naciones cristianas. Sin embargo, éste es el último fin que
persigue el alquimista oriental. Todos los Adeptos iniciados
desprecian el oro y tienen una profunda indiferencia por la vida,
que consideran como muy pequeña para hacerla objeto
primordial de sus desvelos.

II. Ambas escuelas reconocen la existencia de dos elixires: el


mayor y el menor. El uso del segundo en el plano físico
transmuta los metales y rejuvenece. El gran elixir, que no es tal
elixir sino simbólicamente, confiere la completa posesión de
todo cuanto existe: la inmortal unión del Espíritu y la
conciencia, el Nirvana como consecuencia de una precedente
evolución, o Paranirvana o Absoluta Unión con la Esencia Única.

III. Los principios básicos de ambos sistemas son también


idénticos: unir en un germen reproductor la naturaleza de los

153
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

metales y sus emanaciones. La letra tsing del alfabeto chino


(germen) y t´ai (matriz), constituyen el fundamento general del
vocabulario alquimista chino, el cual es la raíz de muchas
palabras de uso frecuente entre los tratadistas herméticos.

IV. El mercurio, el plomo y el azufre se usan lo mismo en


Oriente que en Occidente, añadiéndoles diversas materias que
ambas escuelas aceptan bajo un triple significado, pudiéndose
asegurar que el último o tercero no ha sido comprendido nunca
por los alquimistas europeos.

V. Los alquimistas de ambos países aceptan conjuntamente


la teoría de un ciclo transmutatorio, durante el cual los metales
preciosos pasan a los elementos básicos.

VI. Las dos escuelas de Alquimia mantienen estrechas


relaciones con la Astrología y la Magia.

VII. Finalmente, ambas usan una fraseología fantástica. El


autor de Studies of Alchemy in China41 demuestra que el lenguaje
de los alquimistas occidentales imita perfectamente la jerigonza
metafórica de los chinos, hecho que concurre a probar que el
origen de la Alquimia europea hay que buscarlo en Oriente.

Sería conveniente que el lector no se dejara llevar del


prejuicio que podría atraer el empleo de la palabra Magia,
puesto que hemos dicho que la Alquimia tiene relación con ella
y con la Astrología. Magia es un antiguo término persa que
significa conocimiento, y abraza cuanto se refiere a todas las
ciencias, tanto físicas como metafísicas, que se estudiaban en
aquel tiempo. La sabia casta sacerdotal de los caldeos cultivó la
Magia, de donde andando el tiempo vino el magismo y el
gnosticismo. Abraham no fue considerado un caldeo. Y José no
era un piadoso judío que hablase del patriarca de su raza en
Egipto, sino de matemáticas o ciencias esotéricas, incluyendo la
Ciencia de las Estrellas, es decir, un profesor de magismo y, por
lo tanto, un astrólogo.
41
Studies of Alchemy in China, por A.P. Martin, de Pekín.
154
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Pero sería cometer un gran error confundir la Alquimia de


la Edad Media con la de los tiempos antediluvianos. Aquélla,
como ésta, obraba mediante tres agentes principales: la piedra
filosofal para la transmutación de los metales; el alkahest o
disolvente universal y el elixir vitae que tenía la propiedad de
prolongar indefinidamente la vida humana. Ningún verdadero
filósofo o iniciado se ocupó jamás de este último. Los tres
agentes forman la Trinidad una e indivisible, que únicamente
cabe diferenciar desde el egotismo humano. La casta sacerdotal,
al hacerse mala y ambiciosa, antropomorfizó el Uno y lo dividió
en tres personas, como el falso místico separa la Fuerza Divina
del Kriyasaka universal para convertirlo en tres agentes
distintos.

Bautista Porta dice claramente en su Magie Naturelle: “Yo


no os prometo montes de oro, ni la piedra filosofal, ni el divino
licor que hace inmortal al hombre… todo eso es ilusión; cuanto
existe en el mundo está sujeto al cambio, y todo lo que ha nacido
ha de ser aniquilado”.

Geber, el alquimista árabe, es aun más explícito. Escribió las


palabras que siguen con un espíritu verdaderamente profético:
“Si te he ocultado algo, tú, hijo de la ciencia, no te sorprendas,
pues no lo he ocultado precisamente por ti, sino que he
empleado el lenguaje que oculta la verdad a cualquiera, para
que los hombres que son injustos e innobles no la comprendan.
Pero tú, hijo de la Verdad, busca y encontrarás el más preciso de
todos los dones. Vosotros, hijos del placer, de la impiedad y de
las obras profanas, cesad en vuestro afán de penetrar los
secretos de esta ciencia; pues ellos os destruirán y os
precipitarán en la mayor miseria”.

Vemos, pues, que otros escritores son de la misma opinión


en la materia. Pensaron que la Alquimia no era, en suma, más
que una filosofía o metafísica basada en las ciencias físicas (en lo
que están equivocados) y declaraban consiguientemente que la
transmutación de los metales era una alegoría o forma de

155
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

expresión de la transformación humana, la cual va poco a poco


haciendo desaparecer cuantas enfermedades y causas de dolor
existen en el cuerpo, conforme el hombre se va acercando a
Dios42.

Esto en cuanto a la síntesis de la Alquimia trascendental y a


su principal objeto; pero no es esto todo. Aristóteles señaló algo
cuando dijo en Alejandría que “la piedra filosofal no es
solamente una piedra; cada hombre la posee en sí mismo y en
todo tiempo ha sido llamada el Alma por los filósofos”.

En la primera de estas afirmaciones Aristóteles se equivocó;


no así en la segunda. En el plano físico el secreto del alkahest
produce una sustancia que ha recibido el nombre de piedra
filosofal; pero tal como es este oro, como dice el Profesor
Wilder, no es otra cosa que el allgeist, el espíritu divino que
disuelve la materia más dura… El elixir vitae es, según el P.
Godwin, el agua de vida, “la medicina universal que tiene el
poder de rejuvenecer al hombre y prolongar indefinidamente su
existencia”.

El Dr. Kopp, alemán, publicó una Historia de la Química hace


cuarenta años. Cuando habla de la Alquimia, que reconoce ser el
origen de la química moderna, el doctor alemán nos da una
explicación casi pitagórica y platónica del contenido de la
ciencia: “Si –dice– sustituimos la palabra Mundo por el
Microcosmos representado por el hombre, la dificultad más
grave desaparece en la interpretación de las obras de Alquimia”.

Ireneo Filaleteo declara que “la piedra filosofal representa


el Gran Universo (Macrocosmos) y encierra todos los poderes
del gran sistema, intensificados en ella. Su poder magnético está
en correlación perfecta con el del Universo. Es la virtud celestial
del pensamiento creador, pero reducida a su más mínima
expresión, a fin de que pueda tener cabida en el hombre”.

Alipile dice en una de sus obras:


42
Hermetic Philosophy, por A. Wilder.
156
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

“Cuando conocemos el Microcosmos no podemos ignorar por


mucho tiempo el Macrocosmos.” Esta verdad fue expresada por
los egipcios, aquellos celosos investigadores de la Naturaleza,
con la célebre sentencia: Hombre, conócete a ti mismo. Pero sus
discípulos, cuyos poderes de apreciación eran menores,
cambiaron las palabras en una alegoría, y en su ignorancia la
hicieron grabar en sus templos. Pero yo os digo que si deseáis
buscar en los secretos de la Naturaleza, averiguad lo que hay en
el fondo de vosotros mismos; lo podéis hacer. Si queréis figurar
en primera fila entre los estudiantes de la Naturaleza, investigad
constantemente lo que existe en vosotros.

Siguiendo el ejemplo de los egipcios, corroborado por mi


experiencia personal, repito sus palabras y os digo con el alma:
¡Oh, Hombre, conócete a ti mismo, porque el tesoro de los
tesoros está en ti!”.

Ireneo Filaleteo, el cosmopolita autor hermético, escribía en


1659 acerca de los que pretendían lograr el conocimiento de
esta filosofía: “Algunos principiantes creen que se trata de una
materia fácil de asimilar, otros se preocupan por ello con
exceso; pero mirando muy alto, ambicionando los tres objetos
ofrecidos por la Alquimia, caminaremos con enorme velocidad y
alcanzaremos el más alto…”

Y, realmente, a esto aspiran los alquimistas. Viviendo en una


época en la que las divergencias religiosas estaban tan
acentuadas, en la que por una simple sospecha se acusaba de
herejía y se proscribía a las gentes; cuando caía sobre esta
Ciencia el estigma de la hechicería, el hombre que la cultivaba –
dice el Profesor A. Wilder– se colocaba fuera de la ley. e
inventaba, por consiguiente, un lenguaje simbólico que
únicamente podía ser comprendido por sus correligionarios,
puesto que su sangre era el precio de su indiscreción.

El autor referido hace recordar la alegoría en la que Krishna


ordena a su madre adoptiva que mire fijamente a su propia
boca: ésta lo hizo así como se le mandaba, y vio con asombro el

157
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Universo entero. Esto concuerda exactamente con la enseñanza


kabalística, la cual sostiene que el Microcosmos es únicamente
la reflexión del Macrocosmos (es decir, casi su fotografía o su
copia), o como dice Cornelio Agripa, el más conocido de todos
los alquimistas:

“Es una cosa creada que une los Cielos y la Tierra. Es un


compuesto de los reinos animal, vegetal y mineral. Es el
fundamento esencial, conocido de muy pocos, los cuales le han
llamado por su nombre verdadero que no es ningún nombre; El
está enterrado bajo los números, los signos, los enigmas sin
cuento que ha de descifrar el alquimista o el mago antes de
alcanzar la perfección”.

Esta alusión se hace transparente cuando se lee cierto


pasaje del Enquiridión de los Alquimistas (1672):

Ahora, quiero hacerte comprender la naturaleza esencial de la


piedra filosofal, encubierta bajo un triple velo; piedra que
descubre todos los secretos, maravilla en la Naturaleza que a
muy pocos es dado conocer. observa bien lo que te comunico y
acuérdate de que se encubre bajo un triple nombre: el Cuerpo, el
Alma y el Espíritu.

En otras palabras, esta piedra contiene: el secreto de la


transmutación de los metales, el elixir de larga vida y de
inmortalidad consciente.

Este último secreto es el que los antiguos filósofos


pretendían descifrar, y en cuya busca corrieron los tiempos sin
que pueda afirmarse que se hayan descubierto más que los dos
primeros. Este es la Palabra, el Nombre Inefable, del que Moisés
dice que no es necesario para ver a, distancia, “porque la
Palabra no es para ti; ella está en vuestra boca y en vuestra
cabeza”.

Filaleteo, el alquimista inglés, dice lo mismo con distintas


palabras: “Nuestros escritores se sirven de sus propias palabras

158
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

como de una espada de dos filos, con la que pretenden herir a


sus ignorantes adversarios. En realidad esta conducta no puede
censurarse, puesto que al fin tratan de velar por la pureza de la
más elevada de las filosofías. Pero nosotros no seguimos su
procedimiento aunque se nos censure; bien o mal escribimos en
inglés y pensamos que harto mejor es para nuestros fines
pedagógicos, que acudir al griego como ellos, aun sin estar muy
fuertes en el; nos da esto mucha menos ocasión de error”.

Espagnet sigue el mismo procedimiento. Recomienda a los


estudiantes de la Naturaleza poca lectura y mucha meditación,
esperándolo todo de la intuición. El lector debe dar rápidamente
con el sentido oculto que el autor no hace más que insinuar,
porque –añade– el pensamiento sólo vive en la obscuridad.
Nunca están más lejos de decir la verdad los filósofos
herméticos, como cuando hablan con claridad: cuanto más
obscuros son sus conceptos, tanta más probabilidad existe de
que en el fondo lata una enseñanza. La Verdad no puede ser
dada al público, y hoy existe la misma razón para no hacerlo así
que la que había para recomendar a los Apóstoles que no
echasen las perlas a los cerdos.

Estos fragmentos que hemos citado de la literatura


alquímica prueban lo que al principio se dijo. Ninguna de las
escuelas de Adeptos, casi inabordables para los estudiantes
occidentales, y aun más en Europa, ha publicado jamás ni una
sola palabra de Ocultismo, ni mucho menos de Alquimia; los
tratados que de una manera clara tratan esta ciencia como una
de las físicas, no son dignos de mención, pues se ocupan de una
cosa que no es Alquimia. Las obras que se deben a la pluma de
algún Adepto antiguo o moderno, tienen en su fondo grandes
enseñanzas seguramente, pero su lenguaje es totalmente
incomprensible para aquellos que no sigan uno de esos
senderos: únicamente aquel que va hacia el Verdadero
Conocimiento, es capaz de empezar a descifrar su oscuro
significado.

159
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Comparando el intrincado estilo de los alquimistas


orientales con el de los occidentales de la Edad Media, y con el
diáfano de los escritores modernos, obtenemos dos
conclusiones: primero, que éstos engañan a sus lectores y se
engañan a sí mismos, que se previenen contra el charlatanismo
considerando sus propias falacias. Verdad es que se encuentran
obras semimodernas escritas con gran método y precisión
acerca de estas materias, pero en ellas no se ve más que la idea
personal que el autor se forjó al considerarlas; no puede decirse
de ellas que traten de Ocultismo. Creemos que Eliphas Levi ha
avanzado más que nadie de Europa en 1889; pero después de
leer y releer las obras del P. Luis Constant y meditarlas
largamente, ¿sabemos algo de Ocultismo práctico o de Kábala?
Su estilo es poético y ameno, sus paradojas (y cada frase es una)
son una revelación completa del carácter francés, pero al final
de la lectura de sus voluminosos tomos, no habremos obtenido
más beneficio que aprender la lengua francesa, si en ella leímos;
de Ocultismo nada. Conocemos algunos discípulos del abate
francés: un inglés, un francés y un alemán, todos ellos hombres
ilustrados, de voluntad firme y que han sacrificado muchos anos
al estudio de las Ciencias Ocultas. De uno de ellos, tomaba
lecciones por correo una persona que mantuvo diez años su
constancia, pagando 100 francos por cada carta. Al cabo de este
tiempo, esta persona sabía de Magia y de Kábala tanto como un
chela de diez años de edad de un astrólogo indo.

En la biblioteca de Adyar tenemos sus cartas de Magia y


algunos volúmenes y manuscritos, escritos en francés y
traducidos al inglés, y desafiamos a los admiradores de Eliphas
Levi a que nos enseñen el medio de formar un ocultista
simplemente teórico, siguiendo la enseñanza del mago francés.

¿Cuál es, pues, la causa del silencio de los Iniciados?


Sencillamente porque nunca tienen el derecho de iniciar a otro.
Los que saben alguna cosa de Ocultismo saben que decimos la
verdad; de aquellos que no estén en esas condiciones, no nos
pesará que nos contradigan. Las Ciencias Ocultas, o por mejor
decir, la clave para descifrar el idioma en que están escritas, no

160
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

puede publicarse; el Edipo que adivine el enigma propuesto por


la Esfinge, habrá de hacerlo solo. Un rosacruz decía de un viejo
adagio de los filósofos herméticos: “La Ciencia de los Dioses se
domina por la violencia, puede ser conquistada, pero jamás será
del que la pida”. Esto concuerda exactamente con las palabras
de Pedro a Simón el Mago en los Hechos de los Apóstoles:
“Piensa que el don de Dios no puede ser comprado”. La
Sabiduría Oculta jamás podrá ser comprada con dinero para ser
empleada en fines impuros; únicamente en casos de excepcional
importancia, cuando quizá la vida de un pueblo entero esté
amenazada, puede hacerse uso de los conocimientos ocultos;
todo lo demás es Magia negra. Por esto, mientras dure nuestra
Raza, no es posible divulgar ningún secreto de Alquimia; es
demasiado grande la pasión reinante por el oro.

Se comprende fácilmente a los Adeptos como Paracelso y


Roger Bacon. El primero fue uno de los grandes precursores de
la química moderna, el segundo de la física, Roger Bacon es
diáfano en su Tratado de las admirables fuerzas del Arte y de la
Naturaleza. En esta obra encontramos el germen, el fundamento
de lo que posteriormente han desarrollado las ciencias; habla
del poder del cañón y predice el uso y aprovechamiento del
vapor; describe la prensa hidráulica, la campana de buzo y el
calidoscopio; profetiza la invención (le máquinas voladoras, de
suerte que es fácil ver allí el globo moderno, movido por un
ingenio a la manera de las alas de los pájaros. Defiende a los
alquimistas con las siguientes palabras: “La razón que existe
para mantener en el secreto la Sabiduría, es la general
indiferencia con que la masa de todas las naciones mira aquellos
conocimientos de los que no puede obtener una utilidad
inmediata sin tratar de profundizar y extenderse en ellos; pero
cuando se les prueba su trascendental importancia y provecho,
es tal el ansia con que se abalanzan a ello, que mucho de temer
sería por la seguridad de los más si se dejase aprender a los no
puros”. De aquí las precauciones puestas en juego por los
alquimistas para enterrar sus enseñanzas bajo una
incomprensible jerigonza, como por ejemplo, empleando
únicamente consonantes o las primeras letras de cada palabra.

161
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Este género de criptografía fue usado por los judíos, caldeos,


sirios, árabes y hasta los mismos griegos, y no es necesario ir
muy lejos para hallar la prueba: los manuscritos hebreos del
Pentateuco bastan si se les aplican los puntos masoréticos. No
sucede lo mismo con los demás libros que tan celosamente
conserva la Iglesia Católica. La clave kabalista, conocida de muy
antiguo en Europa (la verdadera Kábala del Marqués de Mirville,
el más piadoso autor católico hebreo), no sirve para confirmar
el Nuevo y Viejo Testamento. Según los kabalistas modernos, el
Zohar no es sino un libro de profecías modernas, hecho
especialmente para confirmar los dogmas de la Iglesia latina,
siendo la piedra angular del Evangelio; pero es menester
considerar que, tanto en los Evangelios como en la Biblia, cada
nombre es simbólico y cada historia, alegórica.

Para terminar, es conveniente hacer un resumen de lo


enunciado.

No sé que efecto causarán las palabras dichas y los textos


citados, pero de todos modos mucho era menester decir de los
maestros al uso actual para poner en guardia a nuestros lectores
contra sus muchas trapacerías y engaños que amenazan
destruir la verdad.

Sin embargo, Magna est veritas et prevalevit.

I. La Alquimia vino a Europa desde China, y a causa del


alejamiento de su origen, no
era ya la pura Alquimia (y también Astrología) que se enseñaba
en las escuelas de Thot Hermes de la primera dinastía.

II. El Zohar conocido en Europa no es el Zohar de Simón–


ben–Jochai, sino una compilación de algunos pasajes de él y de
algunas tradiciones, hecha por Moisés de León de Córdoba, en el
siglo XIII, el cual, según Mosheim, ha seguido las
interpretaciones de los gnósticos, cristianos de Caldea y Siria.
Del verdadero Zohar, al que alude el libro caldeo de los
Números, no quedan más que tres copias incompletas que

162
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

poseen Iniciados rabinos. Uno de ellos vivió en Polonia y


destruyó su ejemplar en 1817; el otro pertenecía a un rabí de
Palestina que desapareció de Jaffa hace pocos años.

III. De los libros herméticos, sólo resta un fragmento


conocido con el nombre de Tabla Esmeraldina, pues todos los
demás que contenían doctrinas ocultas fueron quemados por
orden del Emperador Dioclecíano en el siglo III de nuestra Era.
Los demás, incluso el Pymander, son trabajos de vaga
reconstrucción de autores latinos y griegos.

Respecto de las obras de los Maestros de la Edad Media, ya


hemos visto que se llevaron a la tumba la clave para su
interpretación. Esta únicamente puede ser encontrada en
Oriente.

Concluimos afirmando que la única clave del Esoterismo de


la Sabiduría Antigua, está en que el hombre estudie por sí
mismo las verdades primitivas.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

La Ciencia de la Vida
Publicado en “Lucifer” de noviembre 1887

¿Qué es la vida? Centenares de las mentes más filosóficas y una


miríada de médicos eruditos y muy hábiles, se han hecho esta
pregunta, la cual aún queda en suspenso. El velo que cubre al
Kosmos primordial y los principios misteriosos de la vida de
éste, jamás se han descorrido de forma que satisfaga a la ciencia
honrada y seria.

Mientras más los científicos autorizados tratan de penetrar las


anfractuosidades kósmicas oscuras, más intensas se vuelven
estas tinieblas, ofuscándoles la vista. Podríamos compararlos
con los buscadores de tesoros que vagaron por los mares a fin
de encontrar lo que estaba sepultado en su jardín.

Entonces, ¿qué es esta ciencia? ¿Es la biología o el estudio de la


vida en su aspecto general? No. ¿Es la fisiología o la ciencia de la
función orgánica? Tampoco; ya que la primera deja el problema
como el enigma de la Esfinge y la segunda es más la ciencia de la
muerte que de la vida. La fisiología se basa en el estudio de las
distintas funciones orgánicas y de los órganos necesarios para
que la vida se manifieste. Sin embargo, lo que la ciencia llama
materia viva es, en realidad, materia muerta. Cada molécula de
los órganos vivientes contiene el germen de la muerte y
empieza a fallecer en el momento en que nace, dando la
oportunidad de vivir a su molécula sucesora, la cual perecerá
también. Un órgano, una parte natural de cada ser viviente es,
simplemente, el medio de alguna función particular en la vida y
es una combinación de dichas moléculas. El órgano vital, el
entero, se pone la máscara de la vida, ocultando el constante
decaimiento y la muerte de sus partes. Por lo tanto, el binomio
biología y fisiología no es la ciencia, ni siquiera la rama de la
Ciencia de la Vida, sino sólo la ciencia de las apariencias de la
vida. Mientras la verdadera filosofía es como Edipo delante de la
Esfinge de la vida y no se atreve a pronunciar la paradoja
contenida en la respuesta al enigma proferido, la ciencia

164
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

materialista, arrogante como siempre, sin dudar por un


momento de su sabiduría, se "biologiza" a sí misma ya muchos
otros en la creencia de que ha resuelto este grandioso problema
de la existencia. En realidad, es probable que jamás se haya
acercado, ni siquiera, a su umbral. Seguramente, nunca podrá
promover la verdad, tratando de engañarse a sí misma y a los
incautos diciendo que la vida es simplemente el resultado de la
complejidad molecular. ¿Es la fuerza vital realmente un
simple"fantasma", según la define Du-Bois Raymond? Ya que su
invectiva de que la "vida", como algo independiente, es sólo un
remanso de la ignorancia de los que buscan refugio en las
abstracciones cuando es imposible alcanzar una explicación
directa, se aplica con mucha más intensidad y justicia a esos
materialistas dispuestos a obcecar la gente a la realidad de los
hechos, sustituyéndolos con palabras altilocuentes. Una de las
cinco divisiones de las funciones de la vida, cuyos nombres
pretenciosos son: Archebiosis (origen de la vida), Biocrosis
(fusión de la vida), Biodiaeresis (división de la vida),
Biocaenosis (renovación de la vida) y Bioparodosis (transmisión
de la vida), ¿ha, acaso, jamás ayudado a un Huxley o a un
Haeckel a hurgar más plenamente el misterio de las
generaciones de la humilde hormiga, por no hablar del ser
humano? Es cierto que no; ya que la vida y todo lo que le
pertenecen, es parte integrante del dominio legal del metafísico
y del psicólogo y la ciencia física no puede reclamarlo. "Lo que
ha sido es lo que será y lo que ha sido ya tiene un nombre:
Hombre." Esta es la respuesta al enigma de la Esfinge. Pero en
tal caso, el término "hombre" no se refiere al ser físico, por lo
menos cuando hablamos desde el punto de vista esotérico. Los
escalpelos y los microscopios pueden solucionar los misterios
de las partes materiales de la vestidura del ser humano, pero
jamás podrán abrirse una ventana en su alma para asomarse a
la vista más pequeña de alguno de los horizontes más amplios
del ser.

Los únicos pensadores que reciben alguna recompensa son los


que, ateniéndose a la frase del oráculo délfico, han conocido la
vida en sus yoes internos, estudiándola meticulosamente en sí

165
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

mismos antes de tratar de delinear y analizar su reflejo en sus


vestiduras externas. Análogamente a los filósofos del fuego
medioevales, han soslayado las apariencias de la luz y del fuego
en el mundo de los efectos, concentrando su plena atención
sobre los entes arcanos productores. Entonces, al percatarse de
que se remontaban a la causa abstracta, han probado a sondear
el Misterio, cada uno en conformidad con sus capacidades
intelectuales. Así se cercioraron de que el mecanismo,
aparentemente vivo, llamado hombre físico, es meramente el
combustible, el material con el cual la vida se alimenta para
poder manifestarse y, 2) mediante éste, el ser interno recibe,
como recompensa, la posibilidad de acumular ulterior
experiencia de las ilusiones terrenales llamadas vidas.

Uno de dichos filósofos es, innegablemente, el gran novelista y


reformador ruso: Conde León Tolstoi. El estudio de algunos
fragmentos de una conferencia que presentó a Moscú delante de
la Sociedad Psicológica local demostrará cuán cercanas son sus
ideas con las enseñanzas esotéricas y filosóficas de la Teosofía
superior.

El Conde, hablando del problema de la vida, invita a su


audiencia a admitir, en gracia al argumento, una imposibilidad.

El orador dice:

"Supongamos, por un momento, que todo lo que la ciencia


moderna anhela aprender sobre la vida ya lo aprendió y ahora lo
sabe; que el problema se ha convertido tan diáfano como el día;
que se ha aclarado el asunto de cómo la materia orgánica,
mediante una simple adaptación, procede de la materia
inorgánica; que es cristalino como las fuerzas naturales pueden
transformarse en sentimientos, voluntad, pensamiento y que, al
final, todo esto es consabido no sólo por el estudiante urbano; sino
por el escolar campesino.

Así, estoy consciente de que tal y tal pensamiento y sentimiento


deriva de tal y tal movimiento. Bien: ¿y luego qué? ¿Puedo o no

166
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

puedo producir y guiar tales movimientos para poder estimular


en mi cerebro los pensamientos correspondientes? La cuestión:
cuáles son los pensamientos y los sentimientos que debería
generar en mí y en los demás, sigue, no sólo sin resolverse, sino
que intocada.

Todavía esta cuestión es la interrogante fundamental acerca de la


idea central de la vida.

La ciencia ha elegido como su objetivo unas pocas


manifestaciones que acompañan a la vida y, confundiendo (1) la
parte por el entero, ha llamado estas manifestaciones la vida en
su totalidad [...]

La cuestión indisoluble desde la idea de la vida, no es de donde


procede esta última, sino ¿cómo se debería vivirla? Sólo usando
esta pregunta como punto de partida, es posible esperar llegar a
alguna solución en el problema de la existencia.

La respuesta a la interrogante: ' ¿Cómo deberíamos vivir?', parece


muy simple para la persona que no la estima digna de
consideración.

[ . . . ] Uno debe vivir lo mejor que puede y basta. A primera vista


parece simple y de dominio público, sin embargo no es tan
sencillo, ni consabido como uno puede imaginar [ . . . ]

Al principio, para el ser humano, la idea de la vida parece un


asunto muy simple y evidente. En primer lugar, considera que la
vida reside en sí mismo, en su cuerpo. Sin embargo, tan pronto
como uno empieza a buscar esa vida en algún sitio particular del
cuerpo, incurre en dificultades. La vida no está en el pelo, en las
uñas, en el pie, en el brazo, ambos amputables, no está en la
sangre, en el corazón, ni en el cerebro. Está por todas partes y por
ningún lado. En síntesis: la Vida no es localizable en ninguna de
sus moradas. Entonces, el ser humano empieza a buscar la vida en
el Tiempo. También esto, al principio, parece un asunto simple [ . .
. ] Sin embargo, cuando empieza su búsqueda, percibe que la
cuestión es más complicada de lo que pensaba. Según mi
167
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

documento bautismal he vivido 58 años, pero sé que de entre estos


58, he pasado durmiendo al menos 20.

¿Entonces cómo? ¿He vivido todos estos años o no? ¿Si deducimos
los meses de gestación y aquellos pasados en los brazos de la nana
deberíamos llamarlos también vida? Nuevamente, de entre los
remanentes 38 años, sé que una mitad de ese tiempo la pasé
durmiendo, aun siendo activo y por lo tanto, en este caso, no
puedo decir si durante tal lapso viví o no.

Puede haber sido un alternarse entre la vida y el estado


vegetativo. Nuevamente, uno se percata de que la vida, tanto en el
tiempo como en el cuerpo, se encuentra por todas partes y en
ningún lado. Entonces, surge naturalmente la cuestión: ¿de dónde
proviene esa vida que no puedo reconducir a ninguna parte?
Ahora empezaré a aprender [ . . . ] Sin embargo, aun en esta
coyuntura, lo que al principio me parecía simple, ahora parece
imposible. No cabe duda que estuve buscando algo distinto de la
vida. Entonces, una vez que debemos ir en pos de los paraderos de
la vida, si buscar debemos, no habría que dirigirse hacia el
espacio ni el tiempo, ni siquiera a la causa y al efecto, sino que
deberíamos seguir a algo que conozco en mí, independiente de
espacio, tiempo y causalidad.

Lo que nos queda por hacer es estudiar el yo. ¿Pero cómo puedo
conocer la vida en mí?

He aquí como: en primer lugar, sé que soy vivo y vivo deseando


para mí todo lo que es bueno. Deseo esto desde que tengo
conciencia de mí y persiste de día y noche. Todo lo que vive fuera
de mí es importante a mis ojos sólo si coopera con la creación de
lo que produce mi bienestar. Considero que el universo es
relevante sólo porque puede deleitarme.

Mientras tanto, algo más se intercala al conocimiento interno de


mi existencia. Hay otra percepción que es inseparable de la vida
que siento y es también su aliada: además de mi persona, me
rodea un mundo entero de criaturas vivientes que, al igual que yo,

168
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

se percatan, instintivamente, de sus vidas exclusivas y todas estas


criaturas viven por sus objetivos ajenos a mí, al mismo tiempo
ellas ignoran y ni siquiera les interesa, saber algo de mis
pretensiones para una vida exclusiva y, todas estas criaturas, a fin
de llenar con éxito sus objetivos, están dispuestas a aniquilarme
en cualquier momento. Esto no es todo. Mientras observo la
destrucción de criaturas parecidas a mí, estoy consciente de que
se me depara, también, un rápido e inevitable decaimiento,
aunque me sienta tan precioso y el único en el cual la vida es
representada.

Es como si en el ser humano residiesen dos "yoes" que jamás


pueden cohabitar en paz. Es como si libraran un combate
incesante, tratando de expulsarse mutuamente.

Un "yo" dice: "Soy el único que vive como se debería, todos los
demás sólo parecen vivir. Así, la razón por la cual el universo
existe, es para que pueda sentirme cómodo."

El otro "yo" replica: "El universo no existe para tí, sino por sus
metas y propósitos y no le interesa mucho saber si eres feliz o
infeliz."

¡Después de esto la vida se convierte en una cosa asombrosa!

Un "yo" dice: "Quiero gratificar todos mis deseos, por eso necesito
el universo."

El otro "yo" contesta: "Toda la vida animal existe sólo para


gratificar sus deseos. Sólo los deseos de los animales se gratifican
a expensas de otros animales. De ahí la lucha incesante entre las
especies animales. Eres un animal y por lo tanto debes pelear. Sin
embargo, a pesar del éxito ganado en tu batalla. el resto de las
criaturas que luchan deben, a la larga, aplastarte."

¡Peor aún! La vida se hace más asombrosa [...] La cosa más


terrible de todas, la síntesis de lo antedicho, es que:

Un "yo" dice: "Quiero vivir, vivir para siempre."


169
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El otro "yo" contesta: "Quizá mueras dentro de unos minutos, así


como perecerán tus seres queridos; ya que tú y ellos, en cada
movimiento, estáis destruyendo vuestras vidas y por lo tanto os
acercáis, siempre más, al sufrimiento ya la muerte, lo que odias y
temes más que todo."

Esto es lo peor [ . . . ]

Cambiar tal condición es imposible [ . . . ] Se puede evitar el


movimiento, el descanso, la comida y aun el respiro, pero no
podemos substraernos del pensamiento. Uno piensa y ese
pensamiento, mi pensamiento, está emponzoñando cada paso de
mi vida como personalidad.

Tan pronto como un ser humano ha empezado a vivir


conscientemente, esa conciencia empieza a repetirle, sin cesar, la
misma cosa: "Ya no es posible vivir la existencia que sentiste y
viste en tu pasado, la vida de los animales y de muchos seres
humanos, vivida de esa forma que te indujo a ser lo que eres
ahora. Si trataras de hacerlo, jamás podrías substraerte a luchar
con todo el mundo de criaturas que viven como tú: por sus
objetivos personales y entonces, estas criaturas, inevitablemente,
te destruirán." [...]

Cambiar dicha situación es imposible. No nos resta más que una


cosa, que es lo que hace la persona que, empezando a vivir,
transfiere sus objetivos de la vida fuera de sí, proponiéndose
alcanzarlos. [ . . . ] A pesar de lo distante que los coloque de su
personalidad, tan pronto como su mente se aclara, ninguno de
estos objetivos lo satisfarán.

Bismarck ha unido Alemania y ahora gobierna a Europa. Si su


razón ha irradiado un poco de luz sobre los resultados de su
actividad, debe percibir, al igual que su cocinero que prepara una
cena que dentro de una hora ya será devorada, la misma
antinomia sin resolver entre la vanidad y la insensatez de toda su
obra y la eternidad y la racionalidad de lo que existe para
siempre. Si ellos pensaran en esto, ambos se percatarían de lo

170
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

siguiente, en primer lugar: la integridad de la cena de Bismarck se


debe a la policía, mientras la integridad de Alemania al ejército,
siempre que ambos: Bismarck y el cocinero, se mantengan
vigilantes. Todo esto porque hay personas muertas de hambre que
comerían de buen grado dicha cena y naciones que se alegrarían
de ser tan poderosas como Alemania. En segundo lugar, se darían
cuenta de que la cena de Bismarck y el portento del imperio
teutónico no coinciden con las metas y los propósitos de la vida
universal, sino que son tajantemente antitéticos con ellos. En
tercer lugar, ya sea el cocinero o el poderío alemán morirán en
breve tiempo, por lo tanto, a la cena en cuestión ya Alemania se
les depara el mismo destino. El único que sobrevivirá es el
Universo, el cual jamás pensará en la cena ni en Alemania y, aun
menos, en los que la cocinaron.

Cuando la condición intelectual humana crece, el individuo se da


cuenta de que ninguna felicidad conectada con su personalidad es
un logro, sino sólo una necesidad. La personalidad es
sencillamente ese estado incipiente de la vida y el límite último de
ésta [...] Se me preguntará: ¿Dónde comienza y dónde termina la
vida? ¿Dónde acaba la noche y dónde empieza el día? ¿Dónde, en
la orilla, termina el dominio del océano y comienza el de la tierra?
Hay día y hay noche; hay tierra y hay mar, hay vida y hay
ausencia de vida.

Nuestra vida, desde que nos hicimos conscientes de ella, es un


movimiento pendular entre dos límites.

Un límite es el desinterés absoluto por la vida del Universo


infinito, una energía dirigida simplemente hacia la gratificación
de la propia personalidad.

El otro límite es una renuncia completa de esa personalidad, el


interés más profundo por la vida del Universo infinito, en plena
armonía con él, el traspaso de todos nuestros deseos y buena
voluntad desde uno mismo hacia ese Universo infinito y todas las
criaturas fuera de nuestro perímetro.(2)

171
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Mientras más nos acerquemos al primer límite, menos vida y


dicha hay. Mientras más gravitemos hacia el segundo límite, más
vida y dicha hay. Por ende, el ser humano siempre oscila de un
extremo al otro: vive. Este movimiento es la vida misma.

Cuando hablo de la vida me estoy refiriendo, en mis concepciones,


a la idea que está indisolublemente ligada con la de la vida
consciente. No conozco, ni hay nadie que conozca, otro tipo de
vida que no sea la vida consciente.

Con el término vida aludimos a la de los animales ya la vida


orgánica. Pero ésta no es la vida; sólo es cierto estado o condición
de vida que se nos manifiesta.

¿Qué es esta conciencia o mente, cuyas exigencias excluyen a la


personalidad, transfiriendo la energía del ser humano fuera de él
y en ese estado que para nosotros es el estado dichoso del amor?

¿ Qué es la mente consciente? Cualquier cosa que queramos


definir, hay que definirla con nuestra mente consciente. Entonces,
¿con qué definir a la mente? [ . . . ]

Si debemos definir todo con nuestra mente, es obvio que la mente


consciente no puede definirse. Sin embargo, nosotros, no sólo la
conocemos, sino que es la única cosa que conocemos realmente.

Es la misma ley como la de la vida, de todo lo orgánico, lo animal


o lo vegetal, con la única diferencia que vemos la realización de
una ley inteligente en la vida de una planta. Sin embargo, no
vemos la ley de la mente consciente a la cual estamos sujetos, así
como el árbol está sujeto a su ley, sino que la cumplimos [...]

Hemos convenido que la vida es lo que no es nuestra vida. Aquí


acecha la raíz del error. En lugar de estudiar esa vida, de la cual
estamos conscientes dentro de nosotros de forma absoluta y
exclusiva; ya que no podemos conocer nada más, observamos lo
que está desprovisto del factor y de la facultad más importantes
de nuestra vida: la conciencia inteligente. Al comportarnos de

172
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

esta forma actuamos como el estudiante de un objeto que se vale


de su sombra o reflejo para llevar a cabo el estudio.

Si sabemos que, durante la transformación de las partículas de la


sustancia, ellas están sujetas a la actividad del organismo, no
depende del hecho de que hemos observado o estudiado tal
proceso; sino, simplemente, porque poseemos cierto organismo
familiar que está unido a nosotros: el organismo de nuestro
animal, que conocemos muy bien como el material de nuestra
vida, sobre el cual es nuestro deber trabajar y gobernar,
sometiéndolo a la ley de la razón [. . .] Tan pronto como el ser
humano ha perdido su fe en la vida, tan pronto como ha
transferido esa vida en lo que no es vida, se convierte en un infeliz
y ve la muerte [...] Aquél que concibe la vida tal como la encuentra
en su conciencia, desconoce la infelicidad y la muerte; ya que para
él, todo lo bueno de la vida estriba en la supeditación de su
aspecto animal a la ley de la razón. Hacer lo cual no sólo está en
su poder; sino que acontece en él inevitablemente. Estamos
familiarizados con la muerte de las partículas en el ser animal.
Conocemos la muerte de los animales y del ser humano como
animal, pero ignoramos la muerte de la mente consciente y no
podemos saber algo de esto porque esa mente consciente es la
vida misma y la Vida jamás puede ser Muerte [. . .]

El animal vive feliz, no ve la muerte, la desconoce y perece sin


darse cuenta. ¿Por qué el ser humano debería haber recibido el
don de verla y conocerla y por qué la muerte debería ser tan
terrible para él, al grado que le tortura el alma, induciéndolo, a
menudo, a suicidarse por el mero miedo a la muerte? ¿Por qué
debería ser así? Porque el ser humano que ve la muerte es un
enfermo, ha infringido la ley de su vida y ha cesado de vivir una
existencia consciente. Se ha convertido en un animal, un animal
que ha también infringido la ley de la vida.

La vida del ser humano es una aspiración a la dicha ya él se le


entrega el objeto de su anhelo. La luz alumbrada en el alma
humana es la dicha de la vida y esta luz jamás podrá ser tinieblas;

173
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ya que para el ser humano existe, en verdad, sólo esta luz solitaria
que arde en su alma.”

***

Hemos traducido este largo extracto del relato de la magnífica


conferencia del Conde Tolstoi, porque es eco de las enseñanzas
más sublimes de la ética universal de la verdadera teosofía. Su
definición de la vida en el sentido abstracto y de la vida que cada
teósofo serio debería seguir conforme y en la medida de sus
capacidades naturales, es la síntesis y el Alfa y Omega de la vida
práctica psíquica, como también la vida espiritual. La
conferencia contiene frases que para el teósofo medio parecerán
demasiado nebulosas y quizá incompletas. Sin embargo, no
encontrará ninguna que el ocultista práctico más exigente
impugne. Podríamos llamarlo un tratado sobre la Alquimia del
Alma; ya que la luz "solitaria" en el ser humano que arde
perpetuamente y que jamás puede ser tiniebla en su naturaleza
intrínseca, aunque el "animal" fuera de nosotros puede no
percibirla, es esa "Luz" acerca de la cual han sido escritos
volúmenes por los Neoplatónicos de la escuela alejandrina y,
después de ellos, por los Rosacruces y especialmente los
Alquimistas, si bien actualmente, su verdadero sentido es un
misterio oscuro para la mayoría de la gente. Es cierto que el
Conde Tolstoi no es un alejandrino ni un teósofo moderno y aun
menos un Rosacruz o un Alquimista. Sin embargo, el gran
pensador ruso transfiere, del campo de la metafísica al de la
vida práctica, lo que éstos han ocultado bajo una fraseología
particular de los filósofos del Fuego, confundiendo a propósito
las transmutaciones cósmicas con la Alquimia Espiritual. El
Conde Tolstoi, sin dejar el plano terrenal, ha reunido todo lo que
Schilling definiría como un percatarse de la identidad del sujeto
y el objeto en el Ego interno humano, eso que une y cohesiona el

174
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Ego con el Alma universal, que es simplemente la identidad del


sujeto y el objeto en un plano superior o la Deidad desconocida.

Tolstoi es uno de esos pocos electos que empiezan con la


intuición y terminan con una parcial omnisciencia. Ha alcanzado
la transmutación de los metales inferiores, la masa animal, en
oro y plata o la piedra filosofal, el desarrollo y la manifestación
del Yo superior del ser humano. El alcahest del Alquimista
menor es el All-geist, el Espíritu Divino omniabarcante del
Iniciado superior; ya que, como pocos hoy en día saben, la
Alquimia era y es una filosofía espiritual y una ciencia física.
Aquel que desconoce la primera, no sabrá mucho de la segunda.
Aristóteles, hablando a su discípulo Alejandro sobre la piedra
filosofal, le dijo lo siguiente: "No es una piedra, se encuentra en
cada ser y en todo lugar, en todas las estaciones y se le llama el
fin de todos los filósofos", así como la Vedanta es el fin de todas
las filosofías. Como epílogo a este ensayo sobre la ciencia de la
Vida, agregamos unas palabras acerca del enigma eterno que la
Esfinge profirió a los mortales. No lograr resolver el problema
que contenía, implicaba ser destinado a una muerte segura; ya
que la Esfinge de la vida devoraba al ser no intuitivo que vivía
sólo en su "animal." Aquél que vive para la personalidad y sólo
por ella, fallecerá seguramente, como le dice el "Yo superior" al
yo inferior o "animal", en la conferencia de Tolstoi. El enigma
consta de siete claves y el Conde penetra el misterio con una de
las más elevadas, dado que, según el bello párrafo del autor de la
"Filosofía Hermética": "El auténtico misterio más familiar y al
mismo tiempo más desconocido para cada ser humano, en el
cual debe iniciarse o perecer como un ateo, es él mismo. Para él
es el elixir de la vida, cuya libación antes del descubrimiento de
la piedra filosofal implicaría beber el líquido de la muerte, el
cual confiere al adepto y al epoptes la verdadera inmortalidad.
Puede conocer la verdad en su autenticidad, Aletheia, el aliento
de Dios o la Vida, la mente consciente en el ser humano. Este es
el “Alcahest que disuelve todo” y el Conde Tolstoi ha
comprendido bien el enigma.

175
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

NOTAS

(1) "Confundir" es un término erróneo en este caso, porque los científicos


saben muy bien que su enseñanza acerca de la vida es una ficción
materialista que la lógica y el hecho contradicen a cada paso.

En esto, la ciencia es abusada; ya que se emplea para servir a las nociones


personales de los científicos ya la actitud determinada para sofocar en la
humanidad toda aspiración y pensamiento espiritual. Sería más correcto
decir: "pretenden confundir", - H.P.B.

(2) Esto es lo que los teósofos llamarían "vivir la vida." -H.P.B.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LA CONCIENCIA Y LA CONCIENCIA DE SÍ MISMO1


El ciclo de la conciencia. Se argumenta que no puede haber más
de un objeto de percepción al mismo tiempo ante el alma,
porque el alma es una unidad.
El Ocultismo enseña que nuestra conciencia puede recibir
simultáneamente no menos de siete distintas impresiones, e
inclusive pasarlas a la memoria.
Esto puede ser comprobado tocando al mismo tiempo siete
tonos de la escala de un instrumento, digamos de un piano los 7
sonidos alcanzarán la conciencia simultáneamente; aunque la
conciencia no entrenada no pueda ser capaz de registrarlos al
primer segundo, sus vibraciones prolongadas percutirán los
oídos con 7 distintos sonidos, cada uno con un tono más alto
que el otro. Todo depende del entrenamiento y de la atención.
Es así que la transferencia de una sensación a la conciencia a
partir de cualquier órgano es casi simultánea si la atención se
concentra en ella, pero si la atención es distraída por cualquier
ruido, llevará varios segundos antes de que alcance la
conciencia. El Ocultista debería entrenarse a sí mismo para
recibir y transmitir toda impresión o impresiones
simultáneamente en el sentido de las siete escalas de su
conciencia. Aquel que más reduzca los intervalos del tiempo
físico, habrá hecho el mayor progreso posible.
1. Los nombres y el orden de las siete escalas son:
2. Percepción de los Sentidos.
3. Percepción de Sí mismo (o apercepción).
4. Apercepción Psíquica,
5. Percepción Vital.
6. Estas son las cuatro escalas inferiores y pertenecen al hombre
psicofísico.

177
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Luego vienen:
7. Los discernimientos Manásicos.
8. La percepción de la Voluntad
9. La apercepción consciente Espiritual.

El órgano especial de la conciencia está desde luego en el


cerebro, y se localiza en el aura de la glándula pineal en el
hombre vivo. Durante los procesos de la mente o del
pensamiento manifestado a la conciencia, tienen lugar
constantes vibraciones de luz.
Si uno pudiese ver clarividentemente en el cerebro de un
hombre vivo, casi podría contar (y ver con los ojos) los siete
matices de las escalas sucesivas de luz, desde el más lánguido
hasta el más brillante.
Fisiológicamente nunca podrá ser definido lo que es la
conciencia. Podemos clasificar y analizar sus obras y sus efectos,
pero no podremos definirla al menos que postulemos un Ego
distinto del cuerpo. La escala septenaria de los estados de
conciencia se refleja en el corazón, o más bien en su aura, la cual
vibra e ilumina los siete cerebros del corazón como lo hacen las
siete divisiones o rayos alrededor de la glándula pineal.
Esta conciencia nos muestra la diferencia entre la naturaleza y
la esencia entre, por ejemplo, el cuerpo astral y el Ego. El
primero es molecular, e invisible a menos que se condense otro
es espiritual-atómico.(Ver el ejemplo del fumador en diez
cigarrillos el humo de cada uno retendrá su afinidad).
La idea del Ego es la única compatible con los hechos de la
observación psicológica.
La mente o Ego, el sujeto de todos y cada uno de los estados de
conciencia es esencialmente una unidad. Los millones de
diferentes sub-estados de conciencia son una prueba de la
existencia de ese Ego.
178
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Hasta las células del cerebro nos proporcionan esos estados de


conciencia que nos confirman que hay un alma inmortal, etc.
Cada uno de los cinco sentidos aceptados actualmente fue
primariamente un sentido mental. Un pez nacido en una caverna es
ciego pero si se le deja salir a un río, comenzará a sentir que ve,
hasta que gradualmente el órgano físico de la visión evolucione y
llegue a ver. Un hombre sordomudo oye internamente, a su
manera.
Conocer, sentir, querer, no son facultades de la mente sino sus
colegas.

Este texto es posiblemente el comienzo inacabado de un artículo escrito por H.P.B. el


cual existe en los archivos de Adyar en un manuscrito de su puño y letra.
Originalmente fue publicado en The Theosophist, Vol.XLVI,No.11,agosto,1925,pp.632-
34,el cual se reprodujo de acuerdo a C.Jinarâjadâsa, exactamente como lo escribió
H.P.B. Nota de Boris de Zirkoff.

Ver Atma Vidyâ N º.4,Diagrama del cerebro,p.6 y las explicaciones acerca de la


glándula pineal en pp. 10-12.(Editor).

Ver Atma Vidyâ N º.2,pp.27-28 (Editor).

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LA ESTRELLA DE SEIS Y LA DE CINCO PUNTAS


Los más famosos kabalistas occidentales, tanto de la Edad Media
como de la Moderna, representan o simbolizan el Microcosmos
por medio del pentagrama o estrella de cinco puntas, y el
Macrocosmos por el doble triángulo o estrella de seis puntas.
Eliphas Levi (el abate Constant) y creemos que también
Kunrath, uno de los más insignes ocultistas de pasados tiempos,
dan la razón de ello.

En la obra Rosacruces de Hargrave Jermings aparece la exacta


relación del Microcosmos con el hombre en el centro del
pentagrama. Se necesitaría un espacio mucho más amplio del
que nos consiente un artículo para explicar con toda claridad el
esoterismo de ambos símbolos.

Los genuinos kabalistas occidentales saben que el Espíritu y la


Materia están simbolizados por los respectivos colores de los
dos triángulos enlazados, sin relación alguna con las líneas o
lados de los triángulos.

El filósofo kabalista y hermético considera trino todo cuanto


existe en la Naturaleza; cada cosa es una multiplicidad y una
Trinidad en la Unidad, por lo que representa estos aspectos por
medio de figuras geométricas. Dice Platón que “Dios geometriza
”. Los Tres Rostros kabalísticos son las Tres Luces y las Tres
Vidas de Ain –Suph (el Parabrahman de los occidentales)
llamado también el invisible Sol central. El Universo es su
Espíritu, Alma y Cuerpo, sus Tres emanaciones.

Esta Trina Naturaleza, la puramente Espiritual, la puramente


Material y la intermedia (o Materia imponderable que
constituye el Alma Central del hombre) está representada por el
triángulo equilátero, cuyos tres lados iguales simbolizan que
dichos Tres Principios están difundidos por todo el Universo en
la misma proporción y que son eternos y coexistentes, según la
ley natural de equilibrio perfecto.

180
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Así vemos que, con leve variación, la simbología occidental es la


misma que la de los arios. El doble triángulo que simboliza el
Macrocosmos o Universo mayor entraña las ideas de Unidad, de
Dualidad (en los dos colores y los dos triángulos) de Espíritu y
Materia, de Trinidad, de la Tetraktys pitagórica, del cuadrado
perfecto, hasta el dodecágono y el dodecaedro.

Los antiguos kabalistas caldeos, maestros e inspiradores de la


Kábala judía, no tuvieron el antropomórfico concepto de Dios
que se advierte en el Antiguo Testamento y subsiste en nuestros
días. Su Ain–Supl, ilimitado e infinito,“tiene y no tiene forma ”
según dice el Zohar, aunque después explica esta aparente
contradicción añadiendo: “El invisible asumió forma al poner el
Universo en existencia ”. Esto equivale a la idea puramente
panteísta de que sólo es posible concebir a Dios en la naturaleza
objetiva.

Los tres lados de los triángulos simbolizan para los ocultistas, lo


mismo que para los arios, el Espíritu, la Materia y la Naturaleza
intermedia (identificada en su significado con el espacio), así
como también simbolizan las Energías Creadora, Conservadora
y Destructora representadas en las Tres Luces.

La Primera Luz infunde vida inteligente y consciente en todo el


Universo, en correspondencia con la Energía Creadora. La
Segunda Luz construye incesantemente formas con la Materia
Cósmica preexistente dentro del círculo cósmico y por ello es la
Energía Conservadora. La Tercera Luz produce el conjunto
universal de la materia física densa, que según se aparta de la
céntrica Luz espiritual, pierde su brillantez y se convierte en
tinieblas o en mal, que conduce a la muerte, por lo que es la
Energía Destructora manifestada en lo mudable y perecedero de
las formas. Los Tres Rostros kabalísticos del Anciano de los
Ancianos que sin embargo no tiene rostro, son las divinidades
arias llamadas Brahma, Vishnu y Shiva.

El doble triángulo de los kabalistas está inscrito en un círculo


formado por una serpiente que se muerde la cola (el emblema

181
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

egipcio de la Eternidad) y a veces en un sencillo círculo


geométrico.

La única diferencia entre los símbolos oriental y occidental del


doble triángulo –según explica Krishna Shankar Laishankar en
el artículo publicado con el mismo título que el presente–
consiste en omitir el profundo significado de lo que dicho autor
llama el Cenit y el Cero.

Según los kabalistas occidentales, el vértice superior del


triángulo blanco se pierde en el Cenit 1, en el Mundo de pura
Espiritualidad o inmaculado Espíritu, mientras que el vértice
inferior del triángulo negro se pierde en el nadir y simboliza,
según prosaica expresión de los ocultistas medievales, la
materia grosera, los desechos del Fuego Celestial (el Espíritu)
caídos en el vórtice de aniquilación, en el mundo inferior, donde
las formas y la vida senciente se dispersan para retornar a su
fuente originaria, la Materia Cósmica. Según las enseñanzas
puránicas, el punto central “es la sede de Brahma Avyakta o
Divinidad inmanifestada”.

En efecto, como el punto geométrico carece de dimensiones, es


un símbolo apropiado del invisible Sol central, de la Luz de la
Divinidad inmanifestada; pero los ocultistas trazan en la figura,
en vez del punto geométrico, la Cruz Ansata o la Tau Egipcia, en
cuya parte cenital dibujan un círculo como símbolo del ¡limitado
e increado espacio. Así modificada, la Tan Egipcia tiene casi el
mismo significado que la cruz mundana de los antiguos
herméticos egipcios, o sea una cruz inscrita en un círculo.

Por lo tanto, es erróneo decir que el doble triángulo sólo


simboliza el Espíritu y la Materia, pues contiene muchos otros
símbolos. Dice nuestro crítico: Si el doble triángulo sólo
representa el Espíritu y la Materia, no se explica ni se rebate la
objeción de que con dos lados no es posible trazar un triángulo,
ni que el Espíritu y la Materia estén simbolizados por la
distinción de blanco y negro de dos triángulos.

182
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Creyendo ya haber explicado suficientemente algunas


dificultades y expuesto que los kabalistas occidentales siempre
vieron la Trinidad en la Unidad y la Unidad en la Trinidad,
podemos añadir que los pitag6ricos rebatieron ya, hace 2500
años, la objeción levantada por el autor de las precedentes
palabras.

La idea cardinal de los pitagóricos era que, bajo las fuerzas y


cambios fenomenales del Universo, subyace un permanente
principio de Unidad. Los Sagrados Números de dicha escuela no
incluyen el Dos o la Duada, pues los pitagóricos no reconocían
este número ni como idea abstracta, fundándose en que
geométricamente es imposible construir una figura con sólo dos
líneas rectas; por tanto no puede identificarse el número dos
con ninguna figura geométrica plana o sólida para simbolizar la
Unidad en la multiplicidad, como puede simbolizarla una figura
poligonal. Así es que los pitagóricos no consideraban el Dos
como Número Sagrado, porque representado en geometría por
dos líneas horizontales = y en numeración romana por dos
verticales II, y careciendo la línea de anchura y profundidad, sin
otra dimensión que la longitud, era necesario añadirle al dos
otra unidad para emplearlo simbólicamente en figura de
triángulo.

Así resulta evidente por qué los herméticos emplearon dos


triángulos enlazados para simbolizar el Espíritu y la Materia (el
Alfa y el Omega del Kosmos) y representaron el triángulo que
simboliza el Espíritu de color blanco y el de la Materia, de color
negro. En cuanto a la pregunta de que si el vértice del triángulo
blanco que se dirige hacia arriba simboliza el Espíritu,¿qué
simbolizan los otros dos vértices del triángulo blanco?,
responderemos que, según los kabalistas, simbolizan el Espíritu
caído en la generación, es decir, la pura Chispa Divina mezclada
ya con la materia del mundo fenomenal.

La misma explicación conviene al simbolismo de los dos vértices


de la base del triángulo negro, cuyo tercer vértice representa la
progresiva densificación de la Materia.

183
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Por otra parte, decir que “toda idea de ascenso y descenso, de


arriba y de abajo en el sublime concepto del Kosmos no sólo es
repulsiva sino falsa”, equivale a negar la posibilidad de que una
idea abstracta esté simbolizada por una imagen concreta.

Entonces,¿Por qué no invalidar toda clase de signos, incluso los


de Vishnu y las eruditas explicaciones puránicas que de ello nos
da el autor? Lo anteriormente expuesto da la clave de la fórmula
pitagórica de la Unidad en la multiplicidad, del Único
manifestado en muchos.

Esta idea está simbolizada en la Década (1+2+3+4=10) lejos de


ser repulsiva es positivamente sublime. El Uno es la Divinidad.
El Dos es la Materia, que por sí misma no puede ser una entidad
consciente 2. El Tres (el triángulo) resulta de la combinación de
la Mónada y la Duada, participa de la naturaleza de ambas y es
la Tríada o mundo fenomenal. La Tétrada o sagrada Tetraktys es
la forma de la Perfección para los pitagóricos y expresa o
simboliza al propio tiempo la ilusión fenomenal o Maya–La
Década o suma total simboliza el Kosmos.

Decimos en Isis sin Velo: “El Universo es la combinación de mil


elementos; y sin embargo la expresión de un solo Elemento: del
Espíritu o Absoluta Armonía. Es un caos para los sentidos y un
perfecto Kosmos para la razón”.

Pitágoras aprendió filosofía en la india y de aquí la similitud


entre las ideas fundamentales de los antiguos Iniciados
brahmánicos y las de los pitagóricos. Al definir al Shatkon dice
el autor que “representa el gran Universo (Brahmanda), el
ilimitado Mahakasha, con todos los mundos estelares en él
contenidos”. Con esto no hace más que repetir, en diferentes
palabras, la explicación dada por Pitágoras y los filósofos de la
estrella hexagonal o doble triángulo, como anteriormente
indicábamos.

En cuanto a los restantes tres puntos de los dos triángulos, los


tres lados de cada uno de ellos y el círculo en que están

184
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

inscritos, como quiera que los herméticos simbolizaban todas


las cosas visibles e invisibles, no podían menos que simbolizar
completamente el Macrocosmos.

Los pitagóricos incluían en su Década todo el Kosmos, pero aún


reverenciaban mayormente el número Doce, porque
representaba la sagrada Tetraktys multiplicada por tres, de
donde resulta una Trinidad de cuadrados perfectos llamados
Tétradas.

Los filósofos herméticos u ocultistas, siguiendo los pasos de los


antiguos Maestros pitagóricos, representaron el número Doce
en el doble triángulo, el Macrocosmos, e incluyeron en él el
pentagrama o Microcosmos, al que dieron el nombre de
Universo menor.

Dividiendo las doce letras de los ángulos externos en cuatro


grupos de tríadas o tres grupos de tétradas, obtuvieron el
dodecágono, un polígono regular de doce lados iguales con doce
ángulos también iguales, que para los antiguos caldeos
simbolizaban los doce Dioses mayores, y para los kabalistas
hebreos los diez Sephiroth o Potestades Creadoras de la
Naturaleza emanados de Sephira (la Divina Luz) que era jefe de
los Sephiroth, emanada a su vez de Hakoma, la Suprema e
Inmanifestada Sabiduría, y de Ain –Suph el infinito, esto es, tres
grupos de tríadas de Sephiroth, y una cuarta tríada constituida
por Sephira, Ain –Suph y Hakoma, que “no puede comprenderse
por reflejo” y que “está oculta dentro y fuera del cráneo de
Rostro Largo”, según consta en el Idra Rabba. La cabeza
superior del triángulo de arriba forma los Tres Rostros
kabalísticos que constituyen los doce. Además, las doce figuras
dan dos cuadrados o la doble Tetraktys que en la simbología
pitagórica representan los mundos físico y espiritual. Los
dieciocho ángulos internos y los seis centrales dan además de
veinticuatro, dos veces el Sagrado Número Macrocósmico;
también las veinticuatro Divinas Potestades Inmanifestadas.

185
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Dice Jámblico que “las Divinas Potestades se indignan contra


quienes revelan la manera de inscribir en una esfera el
dodecaedro, uno de los cinco cuerpos sólidos geométricos,
compuesto por doce pentágonos regulares”.

El pentagrama situado en el centro del doble triángulo da la


clave del significado para los filósofos herméticos y los
kabalistas. Tan conocido es este doble signo que se ve en la
entrada de los templos budistas, en las lamaserías y en los
relicarios del Tíbet.

Los kabalistas medievales nos dan en sus escritos el significado


del doble triángulo con el pentagrama central. Dice Paracelso:
“El hombre es un Microcosmos contenido en el interior del
Macrocosmos, como un feto sostenido por sus Tres principales
Espíritus en la matriz del Universo”.

Estos Tres Espíritus son dobles, a saber: 1º, el Espíritu de los


elementos (cuerpo terrestre y Principio Vital); 2º, el Espíritu de
las estrellas (el cuerpo astral y la Voluntad que lo gobierna); 3º,
el Espíritu del mundo espiritual (las Almas animal y Espiritual).
El séptimo Principio es un espíritu casi inmaterial, el divino
Augoeides, el Âtma, representado por el punto central, que
corresponde al ombligo humano. Este séptimo Principio es el
Dios personal de cada hombre, según dicen los ocultistas
orientales y occidentales.

Al hablar de los cinco triángulos compuestos de cinco veces


cinco o veinticinco puntos, dice el aludido autor que el
pentagrama es un “número correspondiente con los veinticinco
elementos constitutivos del ser humano”.

Supongamos que el autor entiende por elementos lo que los


kabalistas decían cuando enseñaban que las emanaciones de las
veinticuatro Potestades Divinas e inmanifestadas, que con el
inexistente o céntrico punto son veinticinco, constituyen un
perfecto Ser Humano.

186
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Sin discutir el relativo valor de las palabras elementos y


emanación, y teniendo en cuenta la observación adicional del
autor de que “toda la figura” del Microcosmos es “el signo de
Brahma o la deificada Energía Creadora”, resulta esta
afirmación incongruente con el parecer de eminentes
herméticos y kabalistas, para quienes las cinco puntas del
pentagrama simbolizan los cinco miembros cardinales del
cuerpo humano.

Aunque no pertenecemos a la escuela kabalística occidental,


afirmamos que tienen razón en este punto, porque si los
veinticinco elementos representados por la estrella de cinco
puntas constituyen un ser humano, dichos elementos han de ser
vitales, ya sean mentales o físicos, y si la figura simboliza la
Energía Creadora, el concepto kabalístico resulta reformado.
Los cinco elementos groseros: tierra, agua, fuego, aire y éter,
entran en la constitución del hombre, y lo mismo da decir cinco
órganos de acción que cinco miembros o cinco sentidos.

En el Codex Nazaræus, el libro más kabalístico, Mano, el


supremo rey de Luz y jefe de los Eones, emana de sí los cinco
Eones que con Mano y el Señor Ferho (la Vida ignota y sin forma
de la que surgió Mano) forman los siete, que simbolizan los siete
Principios constituyentes del hombre. Los cinco inferiores son
puramente materiales y semimateriales y los dos superiores
casi inmateriales y espirituales.

De cada uno de los siete Eones surgen cinco refulgentes rayos


de luz, y en todos los antiguos ejemplares del Codex Nazaræus
se ve que la cabeza, brazos y pies del hombre, están
simbolizados en las cinco puntas del pentagrama.

187
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

NOTAS

1 En la pirámide egipcia tiene el mismo significado. El notable arqueólogo


francés, Dr. Rebold demuestra la gran cultura de los egipcios de 5000
años antes de la Era Cristiana, al afirmar, apoyado en varias
autoridades, que en aquel tiempo existían no menos de treinta o
cuarenta colegios de Iniciados que estudiaban Ciencias Ocultas y Magia
práctica.

2 Compárese este concepto de los pitagóricos con el del sistema Sankia


de Kapila, en el que Purusha y Prakriti sólo pueden manifestarse en el
mundo sensorio cuando están combinados tino con otro.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LA LEYENDA DEL LOTO AZUL


Todo titulo de revista o de libro tiene que tener su razón de ser,
y el de una publicación teosófica sobre todo. El titulo se atiene a
la expresión del objeto de que se trate, simbolizando, por así
decirlo, el contenido de la publicación. Siendo la alegoría el lema
de las filosofías orientales, seria una lastima que uno percibiera
en el nombre de “Lotus Bleu” (Loto Azul) tan solo el nombre de
una planta acuática, la Nymphoea Cerulea o Nelumbo.
Con el fin de no cometer semejante torpeza, vamos a tratar de
iniciar a nuestros lectores en el simbolismo del loto en general y
del loto azul en particular. Esta planta misteriosa y sagrada fue
desde siempre considerada como el símbolo del Universo, tanto
en Egipto como en las Indias. No existe un solo monumento en
el valle del Nilo, ni un papiro, en los que esta planta no tenga su
lugar de honor. Desde los capiteles de las columnas egipcias
hasta las residencias y hasta el tocado de los reyes-dioses, el
loto se encuentra por todas partes simbolizando el Universo. Se
convirtió necesariamente en un atributo indispensable de todo
dios creador, así como de toda diosa, si bien esta ultima no tenia
en filosofía mas que el aspecto femenino del Dios, andrógino en
principio, masculino a continuación.
Es del Padma Yont, “el seno del loto”, del Espacio absoluto o del
Universo, fuera del tiempo y del espacio, que emana el cosmos
condicionado y limitado por el tiempo y por el espacio. El
Hiranya Garbha, “el huevo”(o la matriz) de oro, de donde surgió
Brahmâ es llamado a menudo el loto celestial. El dios Vihnu, la
síntesis de la trimurti o trinidad hindú, flota adormecido
durante las noches de Brahmâ”, sobre las aguas primordiales,
tendido sobre una flor de loto. Su diosa la bella Lakshmi,
surgiendo como la Venus Afrodita del seno de las aguas, tiene a
sus pies un loto blanco.
Es como un batir de los dioses reunidos, del Océano de leche,
símbolo del espacio y de la vía láctea que, formada de la espuma
de las olas cremosas, que Lakshmi, diosa dela belleza y madre

189
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

del amor (kama), se apareció ante los dioses maravillados,


apoyada en un loto y sujetando otro en la mano.
He aquí el por qué los dos principales títulos de Lakshmi:
padma, el loto, y Ksztrabblit-tazzuyâ, hija del Océano de leche.
Gautama , el Buda, que jamás fue degradado al nivel de un dios,
al ser sin embargo el primer osado mortal que en la época
histórica interrogo a la esfinge muda que se denomina el
Universo, y termino por arrancarles los secretos de la vida y de
la muerte, y que sin embargo, repetimos, jamás fue deificado,
fue no obstante reconocido por las generaciones posteriores de
Asia como dominador del Universo. Y es por esto que este
vencedor y dueño del mundo intelectual y filosófico se
representa sentado sobre un loto abierto, símbolo de este
universo adivinado por él. En las Indias y en Ceilán, el loto es
generalmente de color dorado, entre los buddhistas del Norte es
azul.
Sin embargo existe en el mundo una tercera clase de loto, el
Ztzyphus. El que come de él olvida su patria y a sus seres
queridos, dicen los antiguos. No sigamos este ejemplo: no
olvidemos nuestra patria intelectual, la cuna de la raza humana,
y el lugar del nacimiento del loto azul.
Levantemos pues el velo del olvido que recubre una de las
alegorías mas antiguas, una leyenda vedica que los cronistas
brahmanes han preservado sin embargo. Solo que como estos
cronistas la explican cada uno a su manera, añadiendo
variaciones,(1) la damos aquí, no según las versiones y
traducciones incompletas de los señores orientalistas, sino
según la versión popular. Así es como la cantan los antiguos
bardos del Rajistán, cuando en las tardes cálidas de la estación
de las lluvias vienen asentarse bajo el mirador del bungalow de
los viajeros. Dejemos, pues, a los orientalistas con sus
especulaciones fantasiosas. ¿Que nos importa que el padre del
príncipe pusilámine y egoísta, que fue la causa dela
transformación del loto blanco en loto azul, se llamara
Hartschandra o Ambarisha? Los nombres no tienen nada que
ver ni con la candida poesía de la leyenda, ni con su moral,

190
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

porque se encontrara una si se busca bien. Observemos mas


bien que el episodio principal recuerda curiosamente otra
leyenda, la de Abraham bíblico y la del sacrificio de Isaac.
He aquí la leyenda del Loto Azul.
Siglos y siglos han transcurrido desde que Ambarisha, rey de
Ayodhyâ, reinaba en la ciudad fundada por el santo Manú
Vaivasvata, el hijo del sol. El rey era un Sûryavansa (un
descendiente de la raza solar) y se decóa el servidor mas fiel de
Varuna, el Eterno, el dios mas grande así como el mas poderoso
en el Rig-Veda (2). Pero el Eterno había negado herederos
masculinos a su adorador, lo cual hacia que el rey se sintiera
completamente derrotado.
“¡Ay! Se lamentaba este cada mañana mientras hacia su puja
(prácticamente sus devociones) ante los dioses inferiores. “¡Ay,
de que me sirve ser el rey mas grande de la tierra, si el Eterno
me niega un sucesor de mi sangre!”. Cuando haya muerto y este
en la pila funeraria, ¿quién llevara a cabo por mi el dulce deber
filial de romper el cráneo a mi cadáver para liberar mi alma de
sus ultimas trabas terrenales? ¿Qué mano extraña, durante la
luna llena, colocara el rij del Sraddha, para honrar a mis manes?
(3) los mismos pájaros de la muerte,(4) ¿no se sustraerán del
festín fúnebre? Porque, con toda seguridad, mi sombra
remachada a la tierra por su gran desespero, no les dejara que la
toquen!”
De este modo se sentía el rey desolado, cuando su grithasta
(capellán de la familia) le inspiro la idea de hacer un voto. Si el
Eterno le enviaba dos o mas hijos, él le prometía al dios
sacrificarle el mayor, en una ceremonia publica , cuando la
victima hubiera alcanzado la pubertad. Atraído por esta
promesa de carnes sangrientas y humeantes, de tan grato
perfume para todos los grandes dioses, Varuna acepto la
promesa del rey, y el feliz Ambarisha tuvo un hijo, seguido de
varios otros. El mayor, el heredero de la corona, pro tempore fue
llamado Rohita (el rojo) y apellidado el Devarata, lo cual,
traducido literalmente significa el “Dios dado”. Devarata creció y

191
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

muy pronto se convirtió en un guapo príncipe, pero tan egoísta


y astuto como bello, si hemos de dar crédito a las leyendas.
Cuando el príncipe hubo alcanzado la edad requerida, el Eterno,
hablando por boca del mismo capellán de la corte, conminó al
rey a mantener su promesa. Pero, Ambarisha, inventando cada
vez mas pretextos para alejar el momento del sacrificio hizo
que, finalmente, el Eterno se enfadara...Y como dios colérico y
celoso que era, amenazó al rey con toda su cólera divina.
Durante mucho tiempo, ni requerimientos ni amenazas
obtuvieron el efecto deseado. Mientras hubo vacas sagradas que
pasaban de los establos reales a la de los brahmanes, y dinero
en las tesorerías para llenar las criptas de los templos, los
brahmanes consiguieron tener tranquilo a Varuna. Pero, cuando
ya no quedaron ni vacas ni dinero, el Eterno amenazo al rey de
sumergir su palacio con él y sus herederos, y si escapaban a
ellos quemarlos vivos. Habiendo agotado los argumentos, el
pobre rey Ambarisha hizo llamar a su primogénito y le informo
de la suerte que le esperaba. Pero Devarata no le presto oídos.
Se negó a someterse a la doble voluntad paternal y divina.
De modo que, cuando se hubieron encendido las hogueras del
sacrificio y cuando toda la buena gente de Adyodhya se hubo
reunido emocionada. El príncipe heredero fue el único que falto
a la fiesta.
Se había refugiado en los bosques de los yoguis. Ahora bien,
estos bosques estaban habitados por santos eremitas y Devarata
sabia que allí era inatacable e inexpugnable. Se le podía visitar,
pero nadie podía violentarle, ni siquiera el mismo Varuna, el
Eterno. Esto era muy simple. Las austeridades religiosas de los
Aranyakas (los santos de la selva), de entre los cuales varios
eran Datillas, (titanes, la raza de gigantes y demonios), les
proporcionaban tal poder que todos los dioses temblaban ante
su omnipotencia y sus poderes sobrenaturales, incluido el
Eterno.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Estos Yoguis antediluvianos, según parece, poseían el poder de


destruir a este mismo Eterno, a voluntad, tal vez porque fueron
ellos mismos quienes lo habían inventado.
Devarata paso en los bosques varios años; luego, finalmente,
tuvo bastante. Diciéndose que podría satisfacer a Varuna
encontrado un sustituto que se hiciera inmolar en su lugar, con
tal que fuera un hijo de un Rishi, se puso en camino y termino
por descubrir lo que necesitaba.
En el país que se extiende cerca d e las riberas floridas del
famoso lago Pushkara, había hambre, y un gran Santo llamado
Ajigarta, (5) estaba a punto de morir de hambre con toda su
familia. Tenía varios hijos, el segundo de los cuales, un
adolescente virtuoso llamado Sunahsepha, estaba apunto de
convertirse en Rishi él también. Aprovechando la penuria y
pensando, con razón, que panza hambrienta tendría mas oídos
que vientre satisfecho, el astuto Devarata puso al corriente de su
historia. Después de lo cual le ofreció cien vacas a cambio de
Sunahsepha, para servirle de sustituto como comida de ofrenda
en el altar del Eterno. El padre virtuoso se negó abiertamente al
principio. Pero el dulce Sunahsepha se ofreció él mismo y hablo
de este modo a su padre:
“¿Qué importa la vida de un solo hombre, cuando ésta puede
salvar la vida de tantos otros?. El Eterno es un Dios grande, y su
misericordia es infinita; pero también es un dios muy celoso y
su cólera es pronta y vengativa. Varuna es el dueño del terror, y
la muerte obedece a su mandato. Su espíritu no se avendrá
siempre con el que le desobedece. se arrepentirá de haber
creado al hombre y entonces quemara vivos cien mil lakhs de
personas inocentes, (6) por un solo culpable. Si su victima se le
escapa, con toda seguridad secara nuestros ríos, hará que la
tierra arda y afectara las mujeres en cinta, en su bondad
infinita...Deja, pues, que me sacrifique, padre mío, por este
extranjero que nos ofrece cien vacas; porque eso evitará que tu
y mis hermanos, muráis de hambre y librara a miles de otros de
una muerte terrible. A este precio, abandonar la vida es dulce
para mí.”

193
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El viejo Rishi vertió un mar de lagrimas; pero terminó por


consentir y se fue a preparar la pira de sacrificio. (7)
El lago Pushkara (8) era uno de los lugares favorecidos de esta
tierra por la diosa Lakshmi-Padma (loto blanco), quien se
sumergía a menudo en sus frescas olas para rendir visita a su
hermana mayor, Varuni, la esposa de Varuna, el Eterno. (9)
Lakshmi-Padma escucho la ofrenda de Devarata, vio el
desespero del padre y admiro la devoción filial de Sunahsepha.
Llena de piedad, la madre del amor y de la compasión mando
buscar al Rishi Visvamitra, uno de los siete Manús primordiales
e hijos de Brahma, y consiguió interesarle en la suerte de su
protegido. El gran Rishi le prometió su ayuda. Apareciéndose
ante Sunahsepha mientras permanecía invisible para los demás,
le enseño dos versículos sagrados (Mantras) del Rig-Veda,
haciéndole prometer que los recitaría en la pira. Ahora bien, el
que pronunciara estos dos mantras (invocaciones) obligaría a
todo el cónclave de los dioses, con Indra a la cabeza, a venir en
su ayuda y se convertiría por eso mismo en Rishi en esta vida o
en su próxima encarnación.
El altar se levanto a la orilla del lago, la pira preparada y la
multitud reunida. Entendiendo y después atando a su hijo sobre
el altar perfumado. Ajigarta se provee del cuchillo del sacrificio.
Luego, levanta su brazo trémulo por encima del cuerpo de su
hijo amado, mientras éste recita los versículos sagrados.
Todavía un instante de duda y de dolor supremo...y, cuando el
hijo termina su mantram, el viejo Rishi hunde su cuchillo en el
seno de Sunahsepha.....
Pero, ¡Oh milagro! Al instante, Indra, el dios del azur (el
firmamento) se desliza desde los cielos y se precipita en medio
de la ceremonia. Rodeando la pira y la victima con una espesa
nube azulada, la neblina apaga las llamas de la pira y desata las
cuerdas que sujetaban al hijo cautivo. Es como si un ángulo del
cielo azul se hubiera abatido sobre el lugar iluminando el país
entero y coloreando toda la escena con su dorado azul.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Asustados, la multitud y el mismo Rishi cayeron prosternados,


medio muertos de miedo. Cuando volvieron en si, la niebla había
desaparecido y se había verificado un cambio total de la escena.
El fuego de la pira se había reanimado por si mismo y, extendida
encima, se veía una cierva (Rohitj, (9) que no era otra que el
príncipe Rohita, el Devarata, que, con el corazón traspasado por
el cuchillo que el había dirigido contra otro, se quemaba en
holocausto por su pecado.
A pocos pasos del altar, extendiendo, también, pero sobre un
lecho de lotos, dormía apaciblemente Sunahsepha. Y en el lugar
donde el cuchillo había alcanzado su seno, se vio expandirse un
hermoso loto azul . El mismo lago Pushkara, recubierto un
instante antes de lotos blancos cuyos pétalos brillaban al sol
como copos plateados llenos de amrita (10) Reflejaban ahora el
azul del cielo; los lotos blancos se habían convertido en azules.
Entonces se oyó una voz melodiosa como la voz de la vina,
elevándose en el aire desde el fondo de las olas, que
pronunciaba estas palabras y esta imprecación :
“Un príncipe que no sabe morir por sus súbditos no es digno de
reinar sobre los hijos del Sol. Reinara en una raza de cabellos
rojos, una raza bárbara y egoísta; y las naciones que
descenderán de él no tendrán como herencia sino el poniente.
Es el segundo hijo de un asceta mendicante, aquel que sacrifica
sin dudar su vida para salvar la de los demás, el que se
convertirá en rey y reinara en su lugar.”
Un estremecimiento de aprobación puso en movimiento el tapiz
florido que recubría el lago. Abriendo a la luz dorada sus
corazones azules, los lotos sonrieron de alegría y enviaron un
himno de perfume a Surya, su sol y señor. Toda la naturaleza se
regocijó, excepto Devarata que no era mas que un puñado de
cenizas.
Entonces Visvamitra, el gran Rishi, aunque padre ya de cien
hijos, adopto a Sunahsepha como su primogénito, y maldijo de
antemano, a modo de precaución, a todo mortal que se negara a

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

reconocer en el ultimo nacido del Rishi, al primogénito de sus


hijos y heredero legitimo del trono del rey Ambarisha.
Como consecuencia de este decreto Sunahsepha nació, en su
siguiente encarnación, en la familia real de Ayodhyâ, y reino
sobre la raza Solar durante 84.000 años.
En cuanto a Rohita, por mas Devarata o dios que fuera, sufrió la
suerte a la que Lakshmi-Padma le había señalado. Se reencarno
en la familia de un extranjero sin casta, (Mecckha-Yavana) ,y se
convirtió en el antecesor de las razas bárbaras de cabellos rojos
que habitan Occidente.”
Es para la conversión de estas razas que le Loto Azul se fundo. Y
si algunos de nuestros lectores pone en duda la verdad histórica
de esta narración de nuestro antepasado Rohita y de la
transformación de los lotos blancos en azules, quedan invitaos a
realizar un viaje a Ajinir.
Una vez allí, no tendrán mas que situarse a la orilla del lago tres
veces santo, llamado Pushkara, donde todo peregrino que en él
se baña durante la luna llena del mes de octubre-noviembre,
alcanza la mas elevada santidad, sin mayor preocupación. Allí,
los escépticos podrán ver con sus propios ojos el lugar donde se
levanta la pira de Rohita, así como las aguas frecuentadas en
otro tiempo por Lakshmi.
Podrán ver incluso los lotos azules, si gracias a una nueva
transformación decretada por los dioses, la mayoría de estas
plantas no se han convertido desde entonces en cocodrilos
sagrados a los que nadie tiene el derecho de molestar. Lo cual
hace que nueve peregrinos de cada diez que se bañan en las
aguas del lago, tienen la oportunidad de entrar en el Nirvana
casi en seguida, y que los cocodrilos sagrados son los mas
grandes de su especie.

(De LE LOTUS BLEU, abril 1890, copiado del de octubre 2001)


(Sophia nº 157,enero 2002, S.T.E )

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

(1) – Comparad la historia de Sunahspha, en “Bhâgavata”,IX,


XVI,35; el Ramayana, leer I,cap. LX; Manú X, 105; Koulloûka Bhatla
(el Historiador); Bahwruba y Aitareya Brahmanas; Vishnu Purana,
etc. Etc. Cada libro en su versión.

(2) - Sólo es mucho mas tarde, en el Panteón dogmático y el


politeísmo simbólico de los brahmanes que Varuna se convierte en
el Poseidón o Neptuno que ahora es. En el Veda, es el mas antiguo
de los dioses, uno con el Urano griego; es decir, una personificación
del espacio celeste y de los cielos infinitos, el creador y el
gobernador del cielo y de la tierra, el Rey, el Padre y el Maestro
elegido del mundo, de los dioses y de los hombres. El Urano de
Hesiodo y el Zeus de los griegos en uno.

(3) – Las cornejas y los cuervos.

(4) – La Sraddha es una ceremonia póstuma observada durante


nueve días por el pariente mas próximo del difunto. Hubo un
tiempo en que esta ceremonia era mágica . actualmente consiste
principalmente en esparcir, entre otras practicas, granos de arroz
cocido delante de la puerta de la casa del difunto. Si las cornejas
devoran rápidamente el arroz, es un signo de que el alma se ha
liberado y esta en paz. Sino, estos pájaros tan voraces, al no tocar el
alimento, facilitan la prueba de que el pisatcha o blout (fantasma)
está allí para impedirlo. La Sraddha es una superstición,
evidentemente, pero no más, con toda seguridad, que las novenas y
misas de los muertos.

(5) - Otros lo llaman Rishita y hacen del rey Ambarisha,


Harixhandra, el famoso soberano que fue el parangón de todas las
virtudes.

(6) - Un lakh es una medida de 100.000, se trate de hombres o de


monedas.

(7) - Manú (lib. X, 105), aludiendo a esta historia señala que


Ajigarta, el santo Rishi, no cometió ningún pecado vendiendo la
vida de su hijo, puesto que este sacrificio preservaba su vida y la de
toda su familia. Esto nos recuerda otra leyenda, más moderna, si
bien puede servir de paralelo a está. El Conde Ugolino, condenado a
morir de hambre en su torreón, ¿no devoro a sus hijos “para
conservarle un padre”?. La leyenda popular de Sunashsepha es mas
hermosa que el comentario de Manú; una interpolación de los
brahmanes en los Manuscritos falsificados, evidentemente.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

(8) - Este lago es llamado algunas veces Pohker en nuestros días.


Es un famoso lugar de peregrinación anual situado en un bonito
lugar y a cinco millas inglesas de Ajmir, en el Rajistán. Poushkara
significa “loto azul”, y el agua del lago esta recubierta como si fuera
un tapiz por estas hermosas plantas. Pero la leyenda asegura que
en un principio eran blancas. Poushkara es también nombre propio
de hombre y el nombre de una de las “siete islas sagradas” de la
Geografía delos hindúes , las Sapta dvipa.

(9) - Varuni, diosa del calor (mas tarde diosa del Vino) también
nació del Océano de leche. De los “catorce objetos preciosos”
producidos por el batir, ella aparece la segunda y Lakshmi la
ultima, precedida por la copa de Amrita, la bebida que proporciona
la inmortalidad.

(10) – Un juego de palabras, Rohit en sánscrito es el nombre de la


hembra del gamo, de la cierva, y Rohita quiere decir “el rojo”. Es
por su cobardía y su miedo a morir que fue transformado en cierva
por los dioses, según la leyenda.

(11) –El elixir que confiere inmortalidad.

(12) –Una especie de laúd cuya invención es atribuida al dios


Shiva.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

La Mente Kósmica1
(Kosmic Mind, Lucifer, abril 1890)

Cualquier cosa que abandone el estado de Laya


(homogeneidad), se convierte en vida activa y consciente. La
conciencia individual emana de la conciencia Absoluta, que es
Movimiento eterno y a ella vuelve. (Axiomas Esotéricos).

Cualquier cosa que es lo que piensa, entiende, quiere y actúa,


es algo celestial y divino, motivo por el cual debe ser,
necesariamente, eterno. (Cicerón).

En nuestro editorial de Marzo, citamos la concepción de


Edison acerca de la materia. G. Parsons Lathrop, en la revista
"Harper's," escribe que, según la creencia personal del gran
científico americano de la electricidad: "los átomos poseen un
cierto coeficiente de inteligencia" y luego agrega otras quimeras
de tal género. Este vuelo de la imaginación, indujo al número de
Febrero de la revista "Review of Reviews," a llamar a capítulo al
inventor del fonógrafo, sometiendo la siguiente crítica: "Edison
se ha entregado a los sueños, su imaginación científica está
trabajando incesantemente."

Ojalá que los científicos ejercieran su "imaginación


científica" un poco más y sus negaciones dogmáticas y frías, un
poco menos. Hay diferentes clases de sueños. En ese extraño
estado del ser, a menudo uno percibe más hechos reales que
durante la vigilia y, según Byron, nos proyecta en una posición
"con los ojos sellados, para ver." La imaginación es uno de los
elementos más poderosos en la naturaleza humana o, en las
palabras de Dugald Stewart: "es la gran fuente de la actividad
humana y el principal manantial del mejoramiento humano [...]
Si destruimos dicha facultad, la condición humana se tornará
tan estancada como la de los animales." Es el mejor guía de
nuestros sentidos ciegos, sin el cual, estos nunca nos
conducirían más allá de la materia y sus ilusiones. Los
descubrimientos más grandiosos de la ciencia moderna se
deben a la facultad imaginativa de los descubridores. Sin

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

embargo, ¿cuándo se ha postulado algo nuevo, cuándo se ha


presentado una teoría antitética y contradictoria con la
predecesora, ya afincada en su cómodo nicho, sin que la ciencia
ortodoxa la aplastara, tratando de aniquilarla? Al principio, aun
Harvey era considerado un "soñador" y, además, un loco. En
último análisis, a toda la ciencia moderna la constituye un
conjunto de "hipótesis," los frutos de la "imaginación científica,"
repitiendo la feliz expresión de Tyndall.

¿La idea de que la ciencia existe en todo átomo universal y


la posibilidad que el ser humano controle completamente las
células y los átomos corporales, debería ser descartada como un
sueño, sólo porque los papas de la ciencia no han otorgado a la
conciencia y a dicha posibilidad, el sello de aprobación? El
Ocultismo enseña lo mismo, diciéndonos que cada átomo, como
la mónada de Liebnitz [filósofo alemán], es un pequeño universo
en sí y cada órgano y célula corporal posee un cerebro propio
dotado de memoria y, consecuentemente, de experiencia y
poderes discernidores. La idea de la Vida Universal, compuesta
de vidas atómicas universales, es una de las enseñanzas más
antiguas de la filosofía esotérica y la hipótesis de la ciencia
moderna de la vida de los cristales es el primer rayo, desde la
estrella antigua del conocimiento, que ha alcanzado a nuestros
eruditos. ¿Si es posible demostrar que las plantas tienen
nervios, sensaciones e instinto (sólo otro nombre de la
conciencia), por qué no conceder lo mismo a las células del
cuerpo humano? La ciencia divide la materia en cuerpos
orgánicos e inorgánicos, sólo porque rechaza la idea de la vida
absoluta y de un principio vital como entidad. De otra manera,
sería la primera en constatar que la vida absoluta no puede
producir, ni siquiera, un punto geométrico o un átomo
inorgánico en su esencia. Sin embargo, según los científicos, el
Ocultismo "enseña los misterios," que son la negación del
sentido común, así como la metafísica es una especie de poesía
para Tyndall. La ciencia no admite ningún misterio y dado que el
Principio Vital es y debe permanecer para los intelectos de
nuestras razas civilizadas, un misterio perenne en las líneas

200
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

físicas, los que consideran esta cuestión tienen que ser,


necesariamente, orates o embusteros.

Esta es la situación. Sin embargo, podemos hacer eco a las


palabras de un predicador francés: "el misterio es la fatalidad de
la ciencia." Los misterios inalcanzables y eternamente
impenetrables rodean a la ciencia, sitiándola. ¿Por qué?
Simplemente porque la ciencia física se autocondena a un
adelanto parecido a un círculo vicioso, alrededor de la rueda de
la materia, limitada por nuestros cinco sentidos. Aunque la
ciencia se confiese ignorante acerca de la formación de la
materia y de la generación de una célula y si bien no pueda
explicar lo que es esto, aquello y lo otro, sigue dogmatizando,
insistiendo en lo que la vida, la materia y todo el resto no es. En
síntesis, las palabras del Padre Félix, que dirigió hace cincuenta
años a los académicos franceses, casi se han convertido en una
verdad inmortal. "Caballeros," él dijo, "ustedes nos echan en
cara que nosotros enseñamos los misterios; sin embargo,
pueden imaginarse cualquier clase de ciencia que les plazca y
seguir el magnífico radio de sus deducciones [...] mas cuando
lleguen a su fuente madre, ¡se enfrentarán con lo desconocido!"

A fin de dirimir, de una vez por todas, la debatida cuestión


en las mentes de los teósofos, nos proponemos probar que la
ciencia moderna, debido a la fisiología, está al punto de
descubrir que la conciencia es universal, justificando, entonces,
los "sueños" de Edison. Antes de hacer esto, queremos también
mostrar que, si bien muchos científicos están embebidos con tal
creencia, son muy pocos los intrépidos dispuestos a admitirla
abiertamente, como en el caso de las "Memorias" póstumas del
Doctor Pirogoff de San Petersburgo, egregio cirujano y patólogo,
las cuales levantaron mucho clamor entre sus colegas
indignados. Entonces, el público se pregunta, ¿cómo es posible
que el Doctor Pirogoff, considerado casi el epítome de la
erudición europea, crea en las supersticiones de los alquimistas
desquiciados? Es aquél que, en la revista rusa Novoye Vremya de
1887, un contemporáneo lo describe como:

201
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

La encarnación de la ciencia exacta y de los métodos de


pensamiento. Ha disecado centenares de miles de órganos
humanos, familiarizándose con todos los misterios
quirúrgicos y anatómicos, así como nosotros conocemos
nuestros muebles. Es el científico por el cual la fisiología no
tiene secretos y a quien, sobre todos los hombres, Voltaire
hubiera preguntado irónicamente, si acaso no hubiese
encontrado el alma inmortal entre la vesícula y el intestino
ciego. Después de la muerte de Pirogoff se descubre que
dedicó muchos capítulos literarios de su testamento a la
demostración científica [...]

¿La demostración científica de qué? De la existencia, en cada


organismo, de una "Fuerza Vital" distinta, independiente de
cualquier proceso físico o químico. Análogamente a Liebnitz,
aceptó la homogeneidad de la naturaleza, un Principio Vital,
objeto de ridículo y escarnio, esa teleología perseguida y
desdichada o la ciencia de las causas finales de la vida, que es
tan filosófica como anticientífica, si tuviéramos que creer en las
academias reales e imperiales. Según la ciencia dogmática
moderna, el pecado imperdonable de Pirogoff era que, el gran
anatomista y cirujano, tuvo la "intrepidez" de declarar, en sus
"Memorias," que:

No hay ninguna causa que nos induzca a rechazar la


posibilidad de la existencia de organismos dotados de
propiedades que los convertirían en la encarnación directa
de la mente universal, una perfección inaccesible para
nuestra mente (humana) [...] Porque no tenemos ningún
derecho a decir que el ser humano es la expresión última
del divino pensamiento creador.

Estos son los aspectos principales de la herejía de una de las


estrellas científicas de nuestra era. Sus "Memorias," no sólo
muestran claramente que creía en la Deidad Universal, la
Ideación divina o el "pensamiento Divino" hermético y en un
Principio Vital, sino que enseñó todo esto y trató de demostrarlo
científicamente. Por lo tanto arguye que, la Mente Universal no

202
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

necesita ningún cerebro físico-químico o mecánico como órgano


transmisor. Se extiende hasta el punto de admitir, con estas
palabras sugestivas, lo siguiente.

Nuestra razón debe aceptar, en toda necesidad, una Mente


infinita y eterna, la cual rige y gobierna el océano de la vida
[...] El pensamiento y la ideación creativa, en plena armonía
con las leyes de unidad y causación, se manifiestan,
nítidamente, en la vida universal sin la participación de la
escoria cerebral [...] Este principio vital organizador, al
dirigir las fuerzas y los elementales hacia la formación de
los organismos, llega a ser sensitivo, auto consciente, racial
o individual. La sustancia, gobernada y dirigida por el
principio vital, se organiza en ciertos tipos, según un plano
general definido [...]

Pirogoff explica esta creencia confesando que jamás,


durante su larga vida entregada al estudio, a la observación y a
los experimentos, pudo convencerse que el cerebro podía ser el
único órgano de pensamiento en todo el universo; que todo en
este mundo, excepto ese órgano, debía ser incondicionado e
irracional y que sólo el pensamiento humano debía impartir al
universo un sentido y una armonía razonable en su integridad.

En lo que concierne al materialismo de Moleschott, agrega:

A pesar de cuanto pescado y granos pueda consumir,


jamás consentiré en degradar mi Ego en un vil cautiverio
de un producto que la alquimia moderna, casualmente,
extrae de la orina. Si en nuestras concepciones del
universo estamos destinados a ilusionarnos, mi "ilusión"
goza, al menos, de la ventaja de ser muy consoladora; ya
que me muestra un Universo inteligente y la actividad de
Fuerzas que trabajan en éste de forma armónica e
inteligente y que mi "yo" no es el producto de elementos
químicos e histológicos; sino que es la encarnación de una
Mente universal común, la cual, según percibo, actúa
siguiendo su libre albedrío y conciencia, en armonía con

203
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

las mismas leyes que se trazan para guiar mi mente,


exentas, sólo, de aquel freno que traba nuestra humana
individualidad consciente.

En efecto, según las observaciones de este gran científico


filósofo:

Lo ilimitado y lo eterno no es sencillamente un postulado


mental e intelectual, sino que es un hecho intrínsecamente
gigantesco. ¿Qué acontecería a nuestros principios morales
y éticos, si no tuviesen como base la eterna e integral
verdad?

Los extractos seleccionados y traducidos textualmente de


las confesiones de uno que, durante su larga vida fue un astro de
primera magnitud en los campos de la patología y cirugía,
muestran su completa sumersión en la filosofía de un
misticismo razonado y científico. Al leer las "Memorias" de ese
científico famoso, nos sentimos orgullosos al ver que acepta,
casi completamente, las doctrinas y las creencias fundamentales
de la Teosofía. Con una mente científica de este calibre en las
filas de los místicos, las risas irónicas, las sátiras y los
escarnecimientos baratos de nuestra grandiosa Filosofía por
algunos "librepensadores" europeos y americanos, se
convierten casi en un elogio. Nos recuerdan, más que nunca, el
grito despavorido y desafinado de la lechuza que se apresura a
buscar refugio, en las ruinas oscuras, antes de que se levante el
Sol.

Como acabamos de decir, el mismo progreso de la fisiología,


es una garantía segura de que pronto rayará el día en que el
pleno reconocimiento de una mente difundida de forma
universal, será un hecho cumplido. Es sólo una cuestión de
tiempo.

Tememos que existe una profunda contradicción entre el


objetivo confesado y las especulaciones de algunos de nuestros
mejores fisiólogos modernos; a pesar de que la fisiología se

204
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ufane diciendo que el fin de sus investigaciones es,


simplemente, el epílogo de toda función vital, para insertarlas
en un orden definido, mostrando sus relaciones mutuas con las
leyes mecánicas. Si bien pocos, entre ellos, se atreverían a
volver, tan abiertamente como lo ha hecho Pirogoff, a las
"supersticiones desacreditadas" del vitalismo y del principio
vital, el principio de la vida de Paracelso, al cual se le desterró
severamente; aún, delante de ciertos hechos, la fisiología se
queda perpleja en la cara de sus representantes más hábiles.
Desafortunadamente, esta nuestra edad no facilita el desarrollo
de la osadía moral. Aun no ha sonado la hora para que la
mayoría actúe según la noble idea de los "principios y no los
conceptos personales."2 Sin embargo, existen excepciones a la
regla general y la fisiología, cuyo destino es el de convertirse en
la colaboradora de las verdades Ocultas, no ha permitido que
estas últimas se quedaran sin sus testigos. Algunos ya están
protestando con vigor contra ciertas proposiciones hasta la
fecha favoritas. Por ejemplo: ciertos fisiólogos están negando
que las fuerzas y las substancias de la llamada naturaleza
"inanimada" son las que actúan, exclusivamente, en los seres
humanos. Su argumento bien fundado es lo siguiente:

El hecho de que rechazamos la interferencia de otras


fuerzas en las cosas vivientes, depende, enteramente, de las
limitaciones de nuestros sentidos. En realidad, usamos los
mismos órganos para observar la naturaleza animada e
inanimada, los cuales pueden recibir manifestaciones de
un sólo campo de movimiento limitado. Las vibraciones
que pasan a lo largo de las fibras de nuestros nervios
ópticos hasta el cerebro, alcanzan nuestras percepciones
mediante nuestra conciencia, bajo la forma de sensaciones
luminosas y coloreadas. Las vibraciones que afectan a
nuestra conciencia a través de nuestros órganos auditivos
nos parecen sonidos. Todos nuestros sentimientos, por
medio de cualquiera de nuestros sentidos, se deben
simplemente a los movimientos.

205
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Estas son las enseñanzas de la ciencia física y tales eran, en


los bosquejos más aproximativos, aquellas del Ocultismo hace
unos eones y milenios. Sin embargo, la diferencia y la distinción
más vital entre las dos enseñanzas es la siguiente: la ciencia
oficial percibe, en el movimiento, simplemente una fuerza o ley
ciega e irracional, mientras el Ocultismo, remontándose al
origen de este último, lo identifica con la Deidad Universal,
llamando esta moción eterna e incesante, el "Gran Aliento."3

A pesar de la concepción limitada de la ciencia moderna


acerca de dicha Fuerza, es algo sugestivo que haya producido las
siguientes observaciones de un egregio científico, el actual
profesor de fisiología en la universidad de Basilea,4 el cual habla
como un Ocultista.

Sería una locura si, valiéndonos sólo del auxilio de


nuestros sentidos externos, esperáramos descubrir, en la
naturaleza animada, ese algo que no podemos encontrar
en la inanimada.

Entonces el orador agrega que el ser humano, además de los


sentidos físicos, está dotado de uno interno, una percepción que
le suministra la posibilidad de observar los estados y los
fenómenos de su conciencia, "debe usar éste para relacionarse
con la naturaleza animada," una profesión de fe que roza,
suspicazmente, los linderos del Ocultismo. Además, él niega la
suposición, según la cual, los estados y los fenómenos de la
conciencia representan, sustancialmente, las mismas
manifestaciones de movimiento del mundo externo, fundando
su negación recordándonos que no todos estos estados y
manifestaciones tienen, necesariamente, una extensión espacial.
Según él, esto sólo se relaciona con nuestra concepción de
espacio que ha alcanzado nuestra conciencia a través de la vista,
el tacto y el sentido muscular, mientras todos los otros sentidos,
todos los efectos, las tendencias y las series interminables de
representaciones, no se extienden en el espacio, sino sólo en el
tiempo.

206
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Por lo tanto, él pregunta:

¿Dónde cabe una teoría mecánica en lo antedicho? Los


contrincantes pueden rebatir que esto es así sólo en
apariencia, mientras en realidad, todos estos tienen una
extensión espacial. Pero tal argumento sería
completamente erróneo. Nuestra única razón para creer
que los objetos percibidos por los sentidos poseen tal
extensión en el mundo externo, estriba en la idea de que
parecen hacerlo hasta donde pueden observarse, mediante
los sentidos de la vista y del tacto. Sin embargo, en lo que
versa sobre nuestros sentidos internos; aun esta presunta
base pierde su fuerza y no hay terreno para admitirla.

El argumento con el cual el conferenciante concluye su


presentación es muy interesante para los teósofos. Este fisiólogo
de la escuela moderna del Materialismo dice:

Por lo tanto, al familiarizarnos de forma más profunda y


directa con nuestra naturaleza interna, descubrimos un
mundo completamente disímil del que nos muestran
nuestros sentidos externos, revela las facultades más
heterogéneas, muestra objetos exentos de la extensión
espacial y fenómenos absolutamente inconexos con los
que caen bajo las leyes mecánicas.

Hasta la fecha, los oponentes del vitalismo y del "principio


vital," en conjunto con los seguidores de la teoría mecánica de la
vida, basaban sus conceptos en el presunto hecho de que, como
la fisiología adelantaba, sus estudiantes lograban, más y más,
coligar sus funciones con las leyes de la materia ciega. Según
ellos, todas estas manifestaciones que se solían atribuir a una
"fuerza vital mística," ahora podían integrarse bajo las leyes
físicas y químicas. Esto es lo que aconteció y aún claman,
enfáticamente, por el reconocimiento del hecho de que es sólo
una cuestión de tiempo para que se demuestre, triunfalmente,
que todo el proceso vital, en su inmensa totalidad, representa
nada más misterioso que un fenómeno de movimiento muy

207
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

complicado, regido, exclusivamente, por las fuerzas de la


materia inanimada.

Pero he aquí un profesor de fisiología según el cual,


desafortunadamente para los científicos, la historia de la
fisiología demuestra lo contrario y así pronuncia estas palabras
ominosas:

Sostengo que, mientras más exactos y polifacéticos son


nuestros experimentos y observaciones, más
profundamente penetramos en los hechos. Mientras más
tratamos de sondear y especular sobre los fenómenos de la
vida y más nos convencemos que aun esos fenómenos que
esperábamos poder ya explicar, valiéndonos de las leyes
físicas y químicas, en realidad son insondables. En efecto,
son ampliamente más complicados y, por el momento, no
serán elucidados por ninguna explicación mecánica.

Este es un golpe terrible asestado a la vejiga entumecida,


que se le conoce como materialismo, tan vacío como dilatado.
Un Judas en el campo de los apóstoles de la negación, ¡los
"animalistas'! Sin embargo, como acabamos de mostrar, el
profesor de Basilea no es una excepción solitaria, sino que hay
varios fisiólogos que comparten sus ideas. En realidad, algunos
de ellos se extienden al punto de aceptar, casi, el libre albedrío y
la conciencia ¡en los protoplasmas monádicos más simples!

Un descubrimiento después de otro, tiende hacia esta


dirección. Los trabajos de algunos fisiólogos alemanes son
particularmente interesantes, en lo que atañe a casos de
conciencia y discernimiento cierto, al punto que uno, casi está
inclinado a decir que las amebas piensan. Ahora bien, como
todos saben, las amebas son protoplasmas microscópicos,
análogamente a la vampyrella sirogyra, una célula muy simple y
elemental, una gota protoplásmica informe y casi sin estructura.
Sin embargo, su comportamiento muestra algo que, si los
zoólogos no llaman mente y poder razonador, deberán
encontrar alguna otra calificación y un neologismo. Veamos lo

208
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

que Cienkowsky5 dice al respecto. Al hablar de esta célula


microscópica, simple y rojiza, describe su manera de buscar y
encontrar, entre una variedad de plantas acuáticas, la spirogyra,
rechazando cualquier otro alimento. Al examinar sus
peregrinajes bajo un poderoso microscopio, él descubrió que
cuando está hambrienta, proyecta, primero, sus pseudopodiae
(pies falsos), mediante los cuales repta. Luego empieza a vagar
hasta que, entre una gran variedad de plantas, encuentra una
spirogyra, entonces, se dirige hacia la porción celular de una de
las células de la misma, colocándose sobre ésta. Después,
desgarra los tejidos y bebe los contenidos de una célula para
pasar, luego, a otra, repitiendo el mismo proceso. El naturalista
jamás la vió alimentarse de algo diferente y nunca tocó una las
numerosas plantas de las que Cienkowsky puso en su camino. El
naturalista, al mencionar otra ameba, la colpadella pugnax,
descubrió que tenía la misma predilección por las
chlamydomonas, de las cuales se alimenta exclusivamente. Esto
es lo que él escribe acerca de su observación: "al haber
perforado el cuerpo de la chlamydomonas, bebe su clorofila y
después se aleja. El comportamiento de estas mónadas, durante
su búsqueda por el alimento y su consumación, es tan pasmoso
que, casi induce una persona a ver en ellas ¡seres que actúan
conscientemente!"

No menos significativas son las observaciones expresadas


por Th. W. Engelman en Historia de la Fisiología del
Protoplasma, sobre el Arcella, otro organismo unicelular
levemente más complicado que la Vampyrella. En su
experimento la pone en una gota de agua bajo un microscopio
sobre un vidrio, colocándola, por así decirlo, boca arriba, en su
lado convexo, así que los pies falsos (pseudopodiae) que se
proyectan de un lado de la cáscara, no encuentran por donde
aferrarse en el espacio, dejando a la ameba impotente. En esta
coyuntura se observa el siguiente hecho curioso.
Inmediatamente, por debajo de un borde de uno de los lados del
protoplasma, empiezan a formarse burbujas de gas las cuales, al
alivianar este lado, permiten a la ameba levantarse y, al mismo
tiempo, ponen en contacto el lado opuesto de la criatura con el

209
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

vidrio, proporcionando a sus pseudos pies, una superficie a la


cual asirse para volcar su cuerpo y alzarse en todos sus
pseudopodiae. Después, la ameba deshincha las burbujas de gas
y, contrayéndolas en sí, empieza a moverse. Si en la extremidad
inferior del vidrio se colocara una gota de agua similar, la
ameba, siguiendo la ley de gravedad se encontrará, primero, en
la parte final más baja de la gota y, no pudiendo hallar un punto
de apoyo, generará amplias burbujas de gas y, una vez que se
vuelve más liviana que el agua, se eleva sobre la superficie de la
gota.

Engelman escribe:

Si la ameba, una vez alcanzada la superficie del vidrio,


sigue sin encontrar una base para sus pies, las burbujas de
gas empiezan a reducirse en un lado y aumentar del otro o
en ambos, hasta que la criatura toca, con el borde de su
concha, la superficie del vidrio, permitiéndole voltearse.
Tan pronto como esto acontece, las burbujas de gas
desaparecen y las Arcellas empiezan a reptar. Si con una
aguja sutil las despegamos de la superficie del vidrio,
colocándolas nuevamente en la superficie inferior de la
gota de agua, repetirán, de inmediato, el mismo proceso
variando los detalles según la necesidad y elaborando
nuevos medios para alcanzar la meta deseada. No obstante
todas las tentativas de situarlas en posiciones incómodas,
ellas encontrarán los medios para desenmarañarse,
valiéndose, cada vez, de un artificio o de otro. En cuanto lo
logran, ¡las burbujas de gas desaparecen! Es imposible
refutar que tales hechos indican la presencia de algún
proceso Psíquico en el protoplasma.

Entre la cornucopia de acusaciones contra las naciones


asiáticas por tener supersticiones degradantes que estriban en la
"ignorancia crasa," se destaca una por su seriedad, la cual los
acusa y los condena de personificar y aun de endiosar los
órganos principales del y en el cuerpo humano. ¿Acaso no oímos
a estos hindúes, "paganos insensatos," hablar de la viruela como

210
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

si fuera una diosa, personificando los microbios de este virus?


¿Acaso no leemos sobre los Tántrikas, una secta de místicos, los
cuales denominan los nervios, las células y las arterias,
relacionando e identificando las variadas partes corporales con
las deidades, dotando las funciones y los procesos fisiológicos
de inteligencia y así sucesivamente? Las vértebras, las fibras y
los ganglios de la columna; el corazón, sus cuatro cámaras, la
aurícula, el ventrículo, las válvulas y el resto; el estómago, el
hígado, los pulmones y el bazo, tienen todos sus nombres
divinos y se cree que actúan conscientemente y bajo la poderosa
voluntad del Yogui, cuya cabeza y corazón son los asientos de
Brahmâ y las diferentes partes de cuyo cuerpo ¡son el terreno de
esparcimiento de una que otra divinidad!

A esto se le tilda de verdadera ignorancia. Especialmente


cuando pensamos que dichos órganos y el cuerpo humano en su
totalidad, están compuestos por células a las cuales ahora se les
reconoce como organismos individuales y, quizá, ¡un día se
admitirá que son una raza independiente de pensadores que
habitan el globo llamado ser humano! Así parece, ya que, ¿no se
creía, hasta la fecha, que las leyes de difusión y endósmosis
podían explicar todos los fenómenos de asimilación y absorción
alimental por canal intestinal? Sin embargo, ahora los fisiólogos
acaban de aprender que la acción del canal intestinal, durante la
absorción, no es idéntica a la acción de la membrana no viva en
el dializador.6 Ahora se ha demostrado que:

"dicha pared está cubierta por células de epitelio, cada una


de las cuales es un organismo en sí, un ser viviente con
funciones muy complejas. Además sabemos que, por
medio de contracciones activas de su cuerpo
protoplásmico, estas células asimilan el alimento de forma
tan misteriosa como la que notamos en la ameba
independiente y los animálculos. En el epitelio intestinal
de los animales con sangre fría, observamos cómo estas
células proyectan extremidades pseudopodiae, de sus
cuerpos contráctiles, desnudos y protoplásmicos. Estos
falsos pies extraen del alimento las gotas de grasa, la

211
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

absorben en su protoplasma, enviándolas al canal linfático


[...] Las células linfáticas, emergiendo de los nidos del
tejido adiposo e infiltrándose por las células del epitelio,
hasta la superficie de los intestinos, absorben las gotas de
grasa y una vez que se han colmado, se dirigen hacia su
casa, los canales linfáticos. Hasta que desconocíamos este
trabajo activo de las células, no había manera de explicar el
hecho de que, mientras los glóbulos de grasa penetraban
por las paredes del intestino, en los canales linfáticos, los
granos pigmentados más diminutos introducidos en los
intestinos no se comportaban de la misma forma.
Actualmente, sabemos que dicha facultad de escoger su
alimento particular, asimilando lo útil, rechazando lo inútil
y lo dañino, es común a todos los organismos
unicelulares."7

Por lo tanto, el lector se preguntará: ¿si las células más


simples y elementales, gotas protoplásmicas informes y sin
estructura, saben discernir cuál alimento absorber, por qué esto
no debería acontecer, también, en las células del epitelio de
nuestro canal intestinal? Entonces, ¿si la vampyrella, como
acabamos de mostrar, reconoce su amada Spirogyra entre
centenares de otras plantas, por qué la célula del epitelio no
debería percibir, escoger y seleccionar su gota favorita de grasa
de un grano pigmentado? Se nos dice que "percibir, escoger y
seleccionar" es privativo de los seres racionales o del instinto de
animales más organizados que la célula protoplásmica fuera o
dentro del cuerpo humano. Por supuesto; según lo traducido de
la conferencia de un fisiólogo erudito y de las obras de otros
naturalistas letrados, podemos simplemente decir que estos
catedráticos deben saber de qué están hablando; aunque
ignoran, probablemente, que su prosa científica se distancia sólo
un grado de las "insensateces" ignorantes y supersticiosas, sin
embargo poéticas, de los Yoguis hindúes y de los Tántrikas.

De todos modos, nuestro profesor de fisiología desacredita


las teorías materialistas de difusión y endósmosis. Valiéndose
de los hechos de un discernimiento evidente y una mente en las

212
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

células, usa muchos ejemplos para demostrar la falacia de tratar


de explicar ciertos procesos fisiológicos recurriendo a teorías
mecánicas. Verbigracia: el pasaje del azúcar, desde el hígado,
(donde se transforma en glucosa), a la sangre. A los fisiólogos se
les dificulta explicar este proceso, considerando imposible
integrarlo en las leyes endosmósicas. Muy probablemente, las
células linfáticas desempeñan un papel tan activo durante la
absorción de las sustancias disueltas en el agua, como lo de los
pépticos, proceso demostrado por F. Hofmeister. Generalmente
hablando, la pobre, pero conveniente endósmosis, se ha
desentronizado y desterrado de entre los funcionarios activos
del cuerpo humano, como un inútil beneficiario eclesiástico. Ya
no tiene voz en el asunto de las glándulas y otros agentes de
secreción, la acción en que las células del epitelio la han
suplantado. El trabajo de las células consiste en las misteriosas
facultades de selección, la extracción de la sangre de un tipo de
substancia, rechazando otra, la transformación de la primera
mediante la descomposición y la síntesis, la dirección de algunos
productos en los pasajes que los excretarán del cuerpo y la
orientación de otros en los vasos linfáticos y sanguíneos. Así, el
fisiólogo de Basilea afirma: "Es evidente que en estos procesos no
se encuentra el más leve vestigio de la difusión o la endósmosis. Es
completamente inútil tratar de explicar estos fenómenos
mediante las leyes químicas."

¿Quizá la fisiología tenga más suerte en alguna otra vertiente?


¿No logrando ningún éxito en las leyes alimenticias, podría
consolarse un poco en sus teorías mecánicas en la cuestión de
la actividad muscular y nerviosa, que trató de explicar
mediante las leyes eléctricas? Desdichadamente, exceptuando
algunos peces, en ningún otro organismo, aun menos en el
humano, se pudo encontrar posibilidad alguna para indicar
las corrientes eléctricas como el factor regente principal. La
electrobiología, siguiendo las líneas de la pura electricidad
dinámica, ha fracasado egregiamente. Como desconoce
"Fohat," ninguna corriente eléctrica puede explicarle la
actividad muscular o nerviosa.

213
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Sin embargo, no hay que olvidar la existencia de la fisiología


de las sensaciones externas. Ya ésta no es tierra desconocida y
dichos fenómenos se han explicado físicamente. No cabe duda
que existe el fenómeno de la vista, el ojo con su aparato óptico,
la cámara oscura. Sin embargo, la reproducción idéntica de las
cosas en el ojo, emulada por la placa fotográfica, siguiendo las
mismas leyes de refracción, no es un fenómeno vital. Un proceso
igual puede reproducirse en un ojo muerto. El fenómeno de la
vida consiste en la evolución y el desarrollo del ojo mismo. ¿Cómo
se efectúa esta obra, a un tiempo maravillosa y complicada? La
fisiología contesta que no lo sabe, ya que no ha dado un paso
hacia la solución de este problema.

Es cierto que podemos seguir la secuencia de las etapas


evolutivas y formativas del ojo, sin embargo, no tenemos la
mínima idea del por qué funciona así y cuál es el nexo
causal. El segundo fenómeno vital del ojo es su actividad
adaptante. Aquí encaramos, nuevamente, las funciones
nerviosas y musculares, nuestros antiguos acertijos sin
resolver. Lo mismo puede decirse para todos los órganos
sensoriales y para otras áreas fisiológicas. Esperábamos
explicar los fenómenos de la circulación sanguínea
mediante las leyes de hidrostática o hidrodinámica. Por
supuesto, la sangre se mueve según las leyes
hidrodinámicas: pero su relación con ellas permanece
completamente pasiva. En lo que concierne a las funciones
activas del corazón y del músculo de sus vasos, hasta la
fecha nadie ha logrado explicarlas recurriendo a las leyes
físicas.

Las letras bastardillas de la parte conclusiva de la


conferencia del hábil profesor, son dignas de un Ocultista. En
realidad, parecen ser reiterativas de un aforismo procedente de
las "Instrucciones Elementales" de la fisiología esotérica del
Ocultismo práctico:

"El enigma de la vida es localizable en las funciones activas


de un organismo8 viviente. La verdadera percepción de

214
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

dicha actividad es accesible sólo mediante la auto


observación y no depende de nuestros sentidos externos y es
alcanzable atisbando nuestra voluntad al par que penetra
nuestra conciencia, revelándose, así a nuestro sentido
interno. Por lo tanto, cuando el mismo fenómeno actúa
sólo sobre nuestros sentidos externos, ya no lo
reconocemos. Vemos todo lo que acontece alrededor del
fenómeno del movimiento y de su proximidad, sin
embargo no percibimos la esencia de tal fenómeno; ya que
carecemos de un órgano receptivo especial para captarla.
Podemos aceptar dicha esencia de manera puramente
hipotética, como lo hacemos cuando hablamos de
"funciones activas." Así se comporta todo fisiólogo, porque
no puede seguir su trabajo sin dichas hipótesis y ésta es la
primera tentativa de dar una explicación psicológica a
todos los fenómenos vitales [...] ¿Si se nos ha demostrado
que, valiéndonos sólo de la física y la química, no podemos
explicar los fenómenos de la vida, qué podemos esperar de
otros aspectos de la fisiología: las ciencias de la morfología,
la anatomía y la histología? Sostengo que las ciencias antes
dichas, jamás podrán ayudarnos a desglosar el problema
de cualquiera de los misteriosos fenómenos de la vida. En
efecto, si mediante el escalpelo y el microscopio, hemos
logrado disecar los organismos en sus compuestos más
elementales, alcanzando las células más simples, aquí
mismo encaramos el problema más grande de todos. La
mónada más sencilla, un punto microscópico de
protoplasma, informe y sin estructura, aún exhibe todas las
funciones vitales esenciales: se alimenta, crece, se
reproduce, se mueve, siente, percibe sensorialmente y,
además, está dotada de las funciones que reemplazan 'la
conciencia,' ¡el alma de los animales superiores!

En realidad, al materialismo le toca encarar un problema


muy grande. ¿Las células y las mónadas infinitesimales en la
naturaleza, podrán explicarnos lo que los argumentos de los
filósofos panteístas más hábiles aun no han logrado?
Esperemos. Si las primeras llenan este objetivo, entonces, los

215
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Yoguis orientales, "supersticiosos e ignorantes" y sus seguidores


exotéricos serán vindicados. Desde luego, el mismo fisiólogo nos
dice:

Las células del epitelio impiden a un amplio número de


venenos penetrar en los espacios linfáticos, aunque
sabemos que se descomponen fácilmente en los jugos
abdominales e intestinales. Además, la fisiología sabe que
si inyectamos estos venenos directamente en el torrente
sanguíneo, se separan y vuelven a aparecer a través de las
paredes intestinales y en este proceso las células linfáticas
desempeñan el papel más activo.

Si el lector consulta el Diccionario Webster, encontrará una


explicación curiosa tocante a las palabras "linfático" y "Linfa."
Según los etimólogos, la palabra latina lympha deriva del griego
nymphe, "una ninfa o una diosa menor." "A veces, los poetas
llamaban a las Musas, ninfas. Por lo tanto (según Webster), se
decía que todas las personas en un estado de arrobamiento, los
videntes, los poetas, los locos, etc., eran cautivos de las ninfas."

Según la tradición hindú, la Diosa de la Humedad (la ninfa o


linfa griega y latina), nació de los poros de uno de los Dioses.
Que sea el Dios del Océano, Varuna, o un "Dios del Río" menor,
depende de la secta particular y la fantasía de los creyentes. El
punto principal del asunto es lo siguiente: ahora se sabe,
irrefutablemente, que los antiguos griegos y latinos
compartieron las mismas "supersticiones" que los hindúes. Tal
superstición es comprobable valiéndose del hecho de que, aun
hoy, afirman que todo átomo de la materia en los cuatro (de los
cinco) Elementos, es una emanación de un Dios o una Diosa
inferior quien, a su vez, era una emanación anterior de una
deidad superior. Además, cada uno de dichos átomos, siendo
Brahmâ, uno de cuyos nombres es Anu o átomo, tan pronto
como es emanado, adquiere conciencia, cada uno en su
respectivo plano y libre albedrío, actuando dentro de los límites
de la ley. Ahora bien, aquél que sabe que la trimurti kósmica
(trinidad), compuesta por Brahmâ, el Creador; Vishnu, el

216
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Conservador y Shiva, el Destructor, es un símbolo magnífico y


altamente científico del Universo material y su evolución
gradual y encuentra una prueba de esto en la etimología de los
nombres de tales deidades,9 mas las doctrinas de Gupta Vidya o
conocimiento esotérico, sabe, también, cómo comprender
exactamente esta "superstición." Los cinco epítetos
fundamentales de Vishnu, agregados al de Anu (átomo), común
a todos los personajes trimúrticos son: Bhutâtman, uno con los
materiales del mundo, creados o emanados; Pradhanâtman,
"uno con los sentidos," Paramâtman, el "Alma Suprema" y
Atman, el Alma Kósmica o la Mente Universal. Todos estos
muestran, suficientemente, lo que los antiguos hindúes querían
decir cuando dotaban de mente y conciencia cada átomo,
dándole un nombre distinto de un Dios o una Diosa. Si ustedes
colocan el Panteón indo, compuesto por 30 crores (o 300
millones) de deidades, dentro del macrocosmos (el Universo) o
del microcosmos (el ser humano), constatarán que el número no
es una exageración; ya que estas deidades se relacionan con los
átomos, las células y las moléculas de todo lo que es.

No cabe duda que lo dicho antes, es excesivamente poético y


recóndito para nuestra generación, sin embargo parece tan
científico, si no más, que las enseñanzas derivadas de los
descubrimientos más recientes de la Fisiología y la Historia
Natural.

Lucifer, Abril de 1890

217
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Notas
1 H.P.B. emplea el término Cosmos (con C), refiriéndose sólo al Cosmos

visible: nuestro sistema solar; mientras que, cuando lo deletrea con K,


Kosmos, implica la manifestación manvantárica integral, el Kosmos
universal, del cual participa nuestro sistema planetario. (N.d.T.)

2 En el original es en latín: "principia non homines."

3 Véase La Doctrina Secreta, primeras páginas del Volumen I.

4 De un escrito que él leyó, hace algún tiempo, durante una conferencia


pública.

5 L. Cienkowsky. Véase su trabajo Historia de la Naturaleza de las


Mónadas.

6 Aparato para efectuar la diálisis.

7 Extracto de un escrito que el profesor de fisiología presentó a la


Universidad de Basilea y previamente mencionado.

8 La vida y la actividad son dos términos distintos para expresar la misma


idea o, más exactamente hablando, son dos palabras a las cuales los
científicos no atribuyen ninguna idea definida. Sin embargo y quizá por
ese motivo, se ven obligados a usarlas; ya que encierran el nexo entre
los problemas más difíciles sobre los cuales han tropezado los
pensadores preclaros de la escuela materialista.

9 Brahmâ procede de la raíz brih, "expander," "esparcir." Vishnu deriva de


la raíz viz o vish (fonéticamente) "penetrar," "compenetrar" el universo
de la materia. Siva, el patrón de los Yoguis, tiene una etimología que lo
haría incomprensible para el lector superficial.

218
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LA TEOSOFÍA Y EL BUDDHISMO
El Sr. Emile Burnotif, el bien conocido Sanskritista, acaba de
publicar en la Revue de Deux Mondes (Vol. 88, 15 de julio, 1888)
un artículo intitulado “El Buddhismo en Occidente ”, en el cual
expone sus puntos de vista sobre la misión y el porvenir de la
Sociedad Teosófica. Esta tiene tan rara vez la suerte de recibir
un tratamiento tan cortés y de consejos tan llenos de simpatía, y
firmados por un nombre tan querido por todos aquellos que
aman el Oriente, que creemos que nuestros lectores se verán
complacidos por la exposición de estas críticas de un pensador
serio y de estas palabras de aliento de un hombre de corazón.
Este artículo prueba que la Sociedad Teosófica finalmente ha
tomado el lugar que le corresponde, en el pensamiento del Siglo
XIX, y que ella va a entrar en una nueva era. El amerita por lo
tanto el respeto y la atención de todos aquellos que han
comprendido nuestra obra o que están dedicados a ella. El Sr.
Burnouf estudia sucesivamente al Buddhismo, al Cristianismo y
a la Sociedad Teosófica.
“…Tres religiones o asociaciones de hombres que tiene
doctrinas idénticas, un mismo fin, y se remontan a una fuente
común. Esta fuente, que es oriental, en tiempos pasados no era
aceptada; en nuestros días ella ha sido plenamente puesta a la
luz por las investigaciones de los sabios, particularmente de los
sabios ingleses y por la publicación de textos originales.
Entre esos sagaces escrutadores, bastaría citar los nombres de
Sayce, de Poole, de Beal, de Rhys –David, de Spence –Haray, de
Bunsen: sería difícil agotar la lista ” [p. 341 ]
La primera parte del artículo está consagrada a la biografía del
príncipe de Kapilavastu, a una breve exposición y, a un resumen
histórico del Buddhismo hasta la era Cristiana. La vida de
Sâkyamuni es demasiado conocida para que nosotros la
reproduzcamos aquí; pero debemos señalar algunas palabras
que prueban que Nirvâna no quiere decir aniquilación.

219
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

No discutiré aquí la naturaleza del nirvâna. Solamente diré que


la idea de la nada es absolutamente extraña a la India, que el
objeto de Buddha fue el de sustraer a la humanidad de las
miserias de la vida terrestre y de sus retornos alternos; que
finalmente él pasó su larga existencia luchando contra Mara y
sus ángeles, que él mismo llama la Muerte y la armada de la
muerte. Es cierto que la palabra nirvâna quiere decir extinción,
por ejemplo el de una lámpara sobre la que se sopla; pero
también quiere decir ausencia de viento (1) . Yo pienso por lo
tanto que el nirvâna no es otra cosa que ese requies aterna, esa
lux perpetua que los cristianos también piden para sus muertos.
Es en este sentido que es entendido en el texto birmano
publicado hace unos cuantos años en Rangún, en inglés, por el
reverendo Bigandent [p. 343 ]
Pocas concepciones han sido tan mal comprendidas como la de
Nirvâna, a excepción quizás de la divinidad. Entre los Judíos y
otros Semitas, entre los antiguos Griegos y Romanos y aún entre
los Brahmanes, el sacerdote es el intermediario entre el hombre
y Dios.
… El transmite a Dios la ofrenda y la adoración del fiel; ; Dios
otorga a cambio su gracia y su ayuda en la vida: en el día de la
muerte, Dios recibe al fiel entre sus elegidos. Para que este
intercambio sea posible, es necesario que Dios sea concebido
como un ser individual, como una persona, en cierta medida
como el rey, del universo, distribuyendo sus favores según su
voluntad. y sin duda según. la justicia … Sin embargo nada de
algo parecido existe en el Buddhismo. Como no hay Dios
personal, no hay santo sacrificio, no hay intermediario… [P. 344
]
…Ese Buddha no es alguien al que uno implora, él fue un
hombre que llegó al grado supremo de la sabiduría y de la
virtud … En cuanto a la naturaleza del principio absoluto de las
cosas que las otras religiones denominan Dios, la metafísica
buddhista lo concibe totalmente de otra manera y no lo hace un
ser separado del universo … En segundo lugar Buddha abrió su
iglesia a todos los hombres, sin distinción de origen, de casta, de

220
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

color, de sexo: “Mi ley, decía él, es una ley de gracia para todos ”.
Era la primera vez que aparecía en el mundo una religión
universal. Hasta entonces, cada país había tenido la suya, de la
cual los extranjeros estaban excluidos. Se puede sostener que,
durante los primeros años de su predicación, el reformador no
contemplaba la destrucción de las castas, ya que el admitía
como derecho legítimo el poder real y no luchó para nada en
contra de él. Pero la igualdad natural de los hombres fue una de
las bases de su doctrina; los libros buddhistas están repletos de
disertaciones, de narraciones y parábolas cuyo objetivo era el de
demostrarla…
La consecuencia de esto era la libertad. Ningún miembro de la
iglesia podía obligar a otro a permanecer en ella en contra de su
voluntad … [P. P 345 –46 ] … No se nacía Buddhista, sino que se
llegaba a serlo por una elección voluntaria y después de una
especie de tiempo de prueba a la que todo pretendiente debía
someterse. Siendo una vez miembros de la Asamblea, no se
diferenciaban para nada de los demás hermanos; la única
superioridad que podían lograr era la de la ciencia y la virtud …
Este amor mutuo, esta fraternidad, se extendía a la mujeres y
hacía de la Asamblea, una especie de familia … [P. 346 ]
Después de haber narrado los progresos del Buddhismo en el
Sur y Norte de la India, entre los Mazdeos v los Judíos, el Sr.
Burnouf señala que estos últimos tomaron del Buddhismo su
idea del Mesías. La influencia Oriental ha estado claramente
reconocida en la historia judía después del cautiverio; la
doctrina de la reencarnación también viene de la India.
Se considera que los esenios forman la liga y punto de
encuentro entre los rabinos, los gnósticos judíos, los platónicos
o pitagóricos por un lado, y por el otro los parseos y el budismo
… Ellos condenaban los sacrificios sangrientos, , como el Buddha
y la Sinagoga, reemplazándolos por la meditación y el sacrificio
de las pasiones … se abstenían de la carne y del vino …
Practicaban la comunidad de bienes, , la limosna, el amor a la
verdad, la pureza de las acciones, de las palabras y de los
pensamientos … proclamaban la igualdad de los hombres,

221
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

proscribían la esclavitud y reemplazaban la discordia por la


caridad … los primeros cristianos eran esenios … [p. p 3. 52 –53
]
Al comparar la vida de Jesús con la de Buddha, puede verse que
sus biografías se dividen en dos partes, la leyenda ideal y los
hechos reales. Ahora bien, la parte legendaria es idéntica en las
dos. Desde el punto de vista teosófico, esto es fácil de explicar
dado que esas leyendas están basadas en el ciclo de la iniciación.
Finalmente el autor compara esta parte legendaria, con los
rasgos correspondientes de otras religiones, como la historia
védica de Visvakarman entre otras. Según él, fue solamente en el
concilio de Nicea que el Cristianismo rompió oficialmente con el
Buddhismo Eclesiástico; sin embargo él considera al Credo
adoptado por el concilio, como el desarrollo de la fórmula: “El
Buddha, la ley, la iglesia ” ( (Buddha, Dharma, Sangha) .
Algunas páginas son consagradas a las ramificaciones de la secta
de los Esenios, que no habían sido absorbidos completamente
por la religión de Cristo. Tal es el caso de las sectas de los
Mandeos, los Sabeanos o Maniqueos: finalmente los Albigences
por un lado y por el otro los Paulicianos, cuya influencia sobre el
protestantismo puede detectarse, representan los últimos
vestigios de la influencia Buddhista en Occidente.
Los Maniqueos eran, en su origen Samanos o Zramanas , ascetas
buddhistas, cuya presencia en Roma a mediados del siglo III, es
mencionada por San Hipólito. El Sr. Burnouf explica su
dualismo en relación a la doble naturaleza del hombre, el bien y
el mal, siendo el mal Mara, el de la leyenda Buddhista. Muestra
que los Maniqueos derivaron sus doctrinas del Buddhismo de
manera más directa que los cristianos; como resultado surgió
una lucha a muerte entre los dos, cuando la Iglesia cristiana se
consolidó y pretendió poseer sola y exclusivamente la verdad.
Esta idea contradice directamente las concepciones
fundamentales del Buddhismo y aquellos que la profesaban.
tendrían que ser enemigos despiadados de los Maniqueos. Es así
como el espíritu judío de exclusión es el que arma el brazo
secular de los Estados cristianos en contra de los Maniqueos. La

222
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

persecución fue terrible “ellos fueron aniquilados a tal grado.


que sus multitudes, en aquel tiempo inmensas, se disiparon
como el humo ”. Los teósofos pueden entonces considerar las
persecuciones eclesiásticas como una de las partes más nobles
de su herencia. Ninguna sociedad ha sido más ferozmente
calumniada y perseguida por el odium Theologicum, que la
asociación teosófica y sus fundadores desde que las iglesias
cristianas fueron reducidas a no emplear otra arma que la
lengua.
Habiendo seguido este excelso recorrido desde la India, a través
de Palestina hasta Europa creemos que deberíamos citar
completamente algunos párrafos que el Sr.
Burnouf consagra a la Sociedad Teosófica:
El análisis nos muestra en nuestra sociedad contemporánea dos
cosas esenciales: la idea de un Dios personal entre los creyentes,
y entre los filósofos la desaparición casi completa de la caridad.
El elemento judío ha retomado el control, y el elemento
buddhistico del cristianismo se ha esfumado.
Es por lo tanto uno de los fenómenos más interesantes, si no es
que el más inesperado de nuestros días, la tentativa hecha en
este momento de suscitar y de constituir en el mundo, una
nueva sociedad apoyada sobre los mismos fundamentos que el
buddhismo. Aunque sólo esté en sus comienzos, su crecimiento
es tan rápido que nuestros lectores estarán complacidos al
dirigir su atención a este tema. Ella está aún en cierta medida en
un estado de misión y su propagación se realiza sin ruido y sin
violencia. Ella no tiene ni siquiera un nombre definitivo; sus
miembros se agrupan bajo nombres orientales, Isis, Lotus,
Sphinx, Lucifer. El nombre común que prevalece entre ellos por
el momento es el de Sociedad Teosófica.
Esta sociedad es muy joven; sin embargo ella tiene ya una
historia. Fue fundada en 1875, en Nueva York, por un muy
pequeño grupo de personas, preocupadas por la rápida
decadencia de las ideas morales en la época actual. Ese grupo se
intitula: “Sociedad Teosófica aria de Nueva York ” el epíteto de

223
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

aria indicando suficientemente que la Sociedad se separaba del


mundo semítico, especialmente de los dogmas judíos; la parte
judía del cristianismo debía ser reformada, ya fuese por una
simple amputación, o como de hecho ha ocurrido, por la vía de
la interpretación. En todo caso, uno de los principios de la
Sociedad era la neutralidad en materia de sectas, y la libertad
del esfuerzo personal hacia la ciencia y la virtud …
La sociedad no tiene ni dinero ni protectores: ella actúa con sus
propios recursos eventuales. Ella no tiene nada de mundano. No
tiene ningún espíritu de secta. No adula ningún tipo de interés.
Ella se entrega a un ideal moral muy elevado, combatir el vicio y
el egoísmo. Ella tiende a la unificación de las religiones, a las
cuales considera idénticas en su origen filosófico: pero reconoce
la supremacía de la verdad. La revista mensual Le Lotus , que
ella publica en París, ha tomado por epígrafe el lema sânskrito
de los maharajás de Benarés: Salyân nâsti paro dharma, no hay,
tina religión más elevada que la verdad.
Con esos principios y en los tiempos en los que nos
encontramos, la sociedad casi no podía imponerse perores
condiciones de existencia … Sin embargo, , ella ha progresado
con una rapidez asombrosa … [P. P 366 –67 ]… En América, , la
sociedad ha logrado una gran expansión durante estos últimos
tiempos, sus ramas se han multiplicado y después se han
federalizado en cierta forma alrededor de una de ellas, la rama
de Cincinati.
Como el segundo objeto que se propone la Asociación es el
estudio de las literaturas, de las religiones, de las ciencias arias y
orientales, y como una parte de sus miembros se dedica a la
interpretación de los antiguos dogmas místicos y de las leyes no
explicadas de la naturaleza, se podría ver en ella una especie de
academia hermética, bastante ajena a las cosas de la vida. Sin
embargo, uno es traído rápidamente a la realidad por la
naturaleza de las publicaciones que ella hace o que recomienda
y por la declaración contenida en la revista Lucifer , publicada
en Londres, y reproducida en Le Lotus del mes de enero pasado:
“No es un Teósofo aquél que no practique el altruismo, (lo

224
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

contrario al egoísmo) ; que no esté preparado a compartir su


último bocado con uno más débil o más pobre que él; que
descuide ayudar al hombre, su hermano, cualquiera que sea su
raza, su nación o su creencia, en cualquier tiempo y en cualquier
lugar que él lo vea sufriendo. y que preste oídos sordos al llanto
de la miseria humana; y que finalmente escuche calumniar a un
inocente, teósofo o no, sin tomar su defensa, como la haría para
él mismo ”. Esta declaración no es cristiana, dado que no tiene
en cuenta las creencias, que ella no hace proselitismo para
ninguna comunión, y que de hecho los cristianos han empleado
ordinariamente la calumnia en contra de sus adversarios, como
por ejemplo en contra de los maniqueos, los protestantes y los
judíos. Ella es aún menos musulmana o brahmánica –. Ella es
puramente buddhistica: las publicaciones prácticas de la
sociedad son ya sean libros buddhisticos traducidos, o bien
obras originales inspiradas por la enseñanza de Buddha. La
Sociedad tiene por lo tanto un carácter buddhistico.
Ella se defiende un poco por miedo a tomar un color sectario y
exclusivo. Sin embargo no tiene razón: el buddhismo verdadero
y original no es una secta, es apenas una religión. Es más bien
una reforma moral e intelectual, que no excluye ninguna
creencia, pero que no adopta ninguna. Esto es lo que hace la
Sociedad Teosófica… [P. P. 368 –69 ]
Al hablar del Buddhismo, el Sr. Burnouf tiene constantemente a
la vista al Buddhismo primitivo, esta magnífica eflorescencia de
virtud, de pureza y amor de la cual el cisne de Kapilavastu
arrojó las semilla sobre el suelo de la India, sobre ese punto
nosotros estamos de acuerdo con él. El código de moral
establecido por Buddha es el más grande tesoro que haya sido
dado a la humanidad: ésta religión, o más bien esta filosofía se
aproxima a la verdad o ciencia secreta, mucho más que ninguna
otra forma o creencia exotérica. Nosotros no podemos proponer
un ideal moral más elevado que esos nobles principios de
fraternidad, de tolerancia de desprendimiento, y la moral
buddhista representa poco más o menos exactamente la moral
teosófica. En una palabra no nos podrían hacer un honor más

225
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

grande al llamamos buddhistas, si no tuviésemos ya el honor de


ser teósofos.
Pero la Sociedad Teosófica se defiende muy seriamente, y no
solamente por la forma, de haber sido creada “para propagar los
dogmas de Buda ”, Nuestra misión no es de propagar dogmas no
más buddhistas que védicos o cristianos; nosotros somos
independientes de toda fórmula, de todo ritual, de todo
exoterismo.
Ante las tentativas de invasión hechas por cristianos fervorosos
pero cristianos, hemos podido parangonar los nobles principios
de la ética buddhista. Los dirigentes de la Sociedad han podido
declararse personalmente buddhistas, lo cual les ha sido
bastante reprochado; uno de ellos ha consagrado su vida a la
regeneración de esa religión en su tierra de origen. Que le
arrojen la primera piedra aquellos que no comprendan las
necesidades de la India actual y no deseen el restablecimiento
de esta antigua patria de virtudes. Pero eso no compromete al
cuerpo Teosófico, como tal, frente al buddhismo eclesiástico,
como tampoco el cristianismo de algunos de sus miembros no lo
compromete respecto a ninguna iglesia cristiana. Precisamente
porque el Buddhismo actual necesita ser regenerado,
desembarazado de todas las supersticiones y de todas las
restricciones que lo han invadido como plantas parásitas,
cometeríamos un gran error al tratar de injertar un botón joven
y sano sobre una rama que ha perdido su vitalidad, aunque esté
quizás menos seca que las otras ramas. Es infinitamente más
sabio ir de inmediato a las raíces, a las fuentes puras e
inalterables de donde el mismo Buddhismo ha sacado su
poderosa savia. Nosotros podemos iluminarnos directamente de
la pura “Luz de Asia ”; ¿qué objeto tendría detenernos bajo su
sombra deformada?A pesar del carácter sintético y teosófico del
Buddhismo primitivo, el Buddhismo actual se ha convertido en
una religión dogmática y se ha fragmentado en sectas
numerosas y heterogéneas. La historia de esa religión y de las
otras está allí para prevenimos en contra de las disposiciones a
medias. Vean la reforma parcial denominada Protestantismo:

226
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

¿Son los resultados lo suficientemente satisfactorios como para


comprometemos en remiendos?
La misma Arya Samaj no es después de todo que un esfuerzo
nacional, mientras que la posición esencial de la Sociedad
Teosófica es la de afirmar y mantener la verdad común a todas
las religiones, la verdadera verdad, que no han podido ensuciar
las invenciones, las pasiones, ni las necesidades de las épocas, y
de invitar a ella a todos los hombres, sin distinción de sexo, de
color o de posición, y además de creencia.
El Sr. Burnouf nos pone en guardia en contra de la indiferencia.
¿Y de dónde viene ésta?Primero que nada de la indolencia. ese
azote de la humanidad, y después del desaliento. Y si el hombre
está cansado de símbolos y ceremonias de las cuales el
sacerdote nunca da la explicación, pero de las que saca muy
buenos beneficios, no será substituyendo nuestras capillas por
bonzerías que sacudiremos ese embotamiento. Ha llegado el
momento en que todos los campanarios no tiene más que una
tonada: están tocando al aburrimiento. Pretender reinstalar la
religión de Buddha sobre la ruinas de la de Jesús, sería tanto
como querer sostener al árbol muerto con un palo seco. Nuestro
amigo nos advierte él mismo que la humanidad está cansada
hasta de las palabras Dios y religión. Hacemos notar, a este
propósito, que el término teosofía , el cual significa sabiduría
divina , no implica necesariamente la creencia en un dios
personal. Creemos que la doctrina de los teósofos ha sido
suficientemente expuesta como para necesitar insistir en este
tema. Ammonio Saccas, Plotino, Jámblico, Porfirio, Proclo eran
teósofos; y si tan sólo fuese por respeto a esos nombres.
nosotros podemos muy bien conservar ese título.
No, la Sangha de los Buddhistas no puede ser restablecida en
nuestra civilización. En cuanto, al Buddha mismo, nosotros lo
veneramos como al más grande sabio y, más grande benefactor
de la humanidad, y nunca perdemos ninguna ocasión para
reivindicar sus derechos a la admiración universal. Pero ante la
presencia de esta terrible ley, que hace siempre degenerar la
admiración en adoración y a ésta en superstición. En presencia

227
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

de esta cristalización desesperante que se opera en los cerebros


dispuestos a la idolatría y, que excluye de ellos todo aquello que
no sea el ídolo, ¿sería prudente exigir para el hermano mayor de
Jesús el estrecho lugar en donde este último sufre un culto
sacrílego? ¡Ay! ¡Será posible que haya hombres tan egoístas para
sólo poder amar a un ser, tan serviles para sólo querer servir a
un maestro a la vez! Queda entonces Dharma : ya hemos dicho
en qué alta estima tenemos a la moral buddhista. Pero la
Teosofía se ocupa de algo más que de reglas de conducta: ella
realiza el milagro, de poder reunir una moral pre –buddhista,
con una metafísica pre –védica y, con una ciencia pre –
hermética. El desarrollo teosófico hace entrar en juego a todos
los principios del hombre, a sus facultades intelectuales así
como a sus facultades espirituales, y, los dos últimos objetos de
nuestro programa tienen más importancia de lo que El Sr.
Burnouf parece concederles. Podemos asegurarle que si nuestra
Sociedad recibiera la adhesión de muchos hombres de su valía,
ella seria el canal de un torrente de ideas nuevas tomadas de
fuentes antiguas: un torrente de innovaciones artísticas,
económicas, literarias y científicas lo mismo que filosóficas,
fecundo para el porvenir de manera diferente al primer
Renacimiento. Allí habrá más de una coloración académica: la
misma academia aprenderá el alfabeto que permite leer
claramente, entre líneas, el sentido tan obscuro y
frecuentemente tan insignificante en apariencia, de las
escrituras antiguas. Esta clave está al alcance de aquellos que
tienen el valor de levantar la mano para tomarla, y esta clave la
poseía Buddha, ya que él era un adepto de alto rango. Es verdad
que no existen misterios o esoterismo en las dos principales
iglesias buddhistas, la del Sur y la del Norte. Los Buddhistas
pueden muy bien contentarse con la letra muerta de las
doctrinas de Siddhârtha Buddha, ya que hasta este día,
afortunadamente no existe una más noble; no hay ninguna que
pueda producir efectos más importantes, sobre la ética de las
masas. Pero aquí está el error más grande de los orientalistas.
Hay una doctrina del cuerpo exterior del Buddhismo
eclesiástico. Este último, puro, casto e inmaculado como las
nieves vírgenes de las cúspides de los Himalayas, está sin
228
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

embargo igualmente tan frío y tan desolado en lo referente a la


condición del hombre post mortem . El sistema secreto era
enseñado sólo a los Arhats , generalmente en el subterráneo de
Saptapama (Sattapani de Mahavamsa , conocido por Fa –hian
bajo el nombre de gruta cheta cerca del monte Baibhâr en Pali
Webhâra) , en Rajagriha, antigua capital de Magadha; era
enseñado por el mismo señor Buddha, entre las horas de
Dhyâna (contemplación mística) . Es de esta gruta, llamada en
tiempos de Shâkyamuni, Saraswati o cueva de los bambúes, que
los Arhats iniciados en la sabiduría secreta, llevaron consigo su
instrucción y su ciencia más allá de los Himalayas, en donde la
doctrina secreta es enseñada hasta la fecha. Si los Indos del Sur,
los invasores de Ceilán no hubiesen “amontonado en pilas tan
altas como la copa de los cocoteros ” las ollas de los buddhistas
y no las hubiesen quemado, al igual que los Cristianos quemaron
todos los archivos secretos de los Gnósticos y de los iniciados,
los Orientalistas tendrían la prueba de esto, y no tendríamos
necesidad de afirmar ahora ese hecho bien conocido.
Los tres objetos del programa teosófico pueden resumirse en
tres palabras: Amor, Ciencia, Virtud , cada una de las cuales es
inseparable de las otras dos. Revestida con ésta triple armadura.
la Sociedad Teosófica realizará el milagro que le pide el Sr.
Burnouf y echará por tierra al dragón de la “lucha por la
existencia ”. Ella lo hará, no negando la existencia de la ley, en
cuestión. sino asignándole su lugar adecuado en el orden
armónico del universo. develando su naturaleza y significado;
mostrando que esta pseudo ley de vida es en realidad una ley de
muerte, una ficción de las más peligrosas.
En lo que respecta a la familia humana. Bajo tales premisas, la
“conservación de sí ” es un suicidio lento y seguro, una política
de mutuo homicidio. Por su aplicación Práctica, los hombres se
hunden y retroceden de más en más hacia el grado animal de
evolución. La lucha por la existencia, aún sobre las nociones de
la economía política, que no se eleva por arriba del plano
material, sólo se aplica al ser físico y para nada al ser moral.
Ahora bien, es bastante creíble a primera vista, para aquél que
ha penetrado un poco en la constitución de nuestro universo

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ilusorio en pares de contrarios, que, sí el egoísmo es la ley del


extremo animal, el altruismo deba ser la ley del otro extremo; la
fórmula del combate por la vida es cada vez menos cierta a
medida que se suben los grados de la escala, esto es, a medida
que uno se aproxima a la naturaleza espiritual: pero para
aquellos que no han desarrollado las facultades de esta parte de
su naturaleza, las leyes que la rigen deberán permanecer en un
estado de convicción sentimental. La Teosofía nos indica la ruta
a seguir para que ésta intuición se cambie en certeza; por ello el
progreso individual que ella pide a sus discípulos es la única
salvaguarda en contra del peligro social del cual nos amenaza
nuestro critico; para reformar la sociedad hay que comenzar
reformándose a uno mismo. No es la política de la conservación
de sí, ni los intereses de una u otra personalidad, bajo sus
formas finita y física las que podrán conducirnos al fin deseado
y resguardar a la Sociedad Teosofía en contra de los efectos del
huracán social, no obstante que esta personalidad representará
el ideal humano, y aunque ésta égida o protección fuese la del
mismo Buddha en persona. La salvación está en el
debilitamiento del sentido de separación entre las unidades que
componen el todo social: por ello ese resultado sólo puede
lograrse por medio de un procedimiento de iluminación
interior. La violencia jamás asegurará el pan y, el confort para
todos; y tampoco será por medio de una fría política de
razonamiento diplomático que será conquistado el reino de paz
y, de amor, de ayuda mutua y de caridad universal, la tierra
prometida donde habrá “pan para todo el mundo ”. Cuando se
comience a comprender que es precisamente el egoísmo
personal y feroz, el gran resorte de la lucha por la existencia,
que en el fondo es la única causa de la miseria humana. que una
vez más es el egoísmo nacional esta vez y la vanidad de Estado
lo que provoca a los gobiernos y, a los individuos ricos, a
enterrar enormes capitales y, a hacerlos improductivos al erigir
espléndidas iglesias, y entreteniendo a un montón de obispos
perezosos, verdaderos parásitos de sus rebaños: sólo entonces
la humanidad tratará de remediar el mal universal por medio de
un cambio radical de política. Sólo las doctrinas teosóficas
pueden realizar este cambio de manera pacífica. Es por la unión

230
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

estrecha y fraternal de los Síes (o Seres) superiores de los


hombres, por el crecimiento de la solidaridad del alma , por el
desarrollo de ese sentimiento que nos hace sufrir al pensar en el
sufrimiento del prójimo, que podrá ser inaugurado el reino de la
igualdad y de la justicia para todos, y que se establecerá el culto
del Amor, de la Ciencia y de la Virtud, ¡definido en este
admirable axioma!: “No hay religión más elevada que la verdad
”.

NOTAS

1 El hecho que Nirvâna no quiere decir aniquilación ha estado afirmado y


reportado en Isis sin Velo en donde la autora ha discutido el sentido
etimológico dado por Max Müller y otros, y ha mostrado que “la
extinción de una lámpara ” no implica ni siquiera la idea de que
Nirvâna sea “la extinción de la consciencia ” (ver Vol. I. pp. 290. y Vol.
II. pp. 1166 –17. 286. 320. 566. etc.)

231
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LAS REGLAS DEL CHELADO


Las reglas del chelado, o discipulado, existen en varios
volúmenes Sánscritos y Tibetanos. En el Libro IV del Kiu-ti, en
el capítulo sobre "Las Leyes de los Upasanas" (discípulos), las
calificaciones esperadas en un "chela regular" son:

1) Perfecta salud física (esta regla se aplica sólo a los "chelas del
templo", quienes deben ser perfectos).

2) Absoluta pureza física y mental.

3) Inegoísmo de propósito, caridad universal, y compasión por


todos los seres animados.

4) Veracidad, e inmutable fe en las Leyes del Karma.

5) Coraje intrépido en el sostenimiento de la verdad, incluso


frente al peligro de muerte.

6) Percepción intuitiva de uno mismo como siendo el vehículo


del divino Atman manifestado (el Espíritu).

7) Calma indiferente frente a, pero justa apreciación de, todo


aquello que constituye el mundo objetivo y transitorio.

8) El consentimiento de ambos padres y su permiso para


convertirse en un Upasana (chela).

9) Celibato, y libertad de cualquier deber obligatorio.

Las dos últimas reglas son las más estrictamente cumplidas.


Ningún hombre culpable de irreverencia a su padre o madre, o
de injusto abandono de su esposa, puede nunca ser aceptado
incluso como chela laico.

232
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Collected Writings. Vol VIII- pág. 294

[Nota de los Editores: Es interesante conocer cuáles son las


cualidades que tienen que ir naciendo en los aspirantes, de
modo que este conocimiento sea nuestro norte y nos permita
orientar la vida hacia la realización de dichas características. En
cada individuo esas cualidades se desarrollarán
progresivamente en su propio grado, de acuerdo a la madurez
interna, pero esto tendrá lugar sólo en la medida en que se
realice sinceramente un esfuerzo hacia ello, sin aplazarlo “para
una futura existencia”].

Recogido de “Teosofía en Argentina” Nro. 37 – Octubre 2002

233
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LOGIAS DE MAGIA
Publicado en “Lucifer” de Octubre 1888

“Cuando la ficción se manifiesta, agradando la vista,


La humanidad creerá, porque ama la mentira;
Sin embargo, si la Verdad se obscurece, frunciendo el entrecejo,
Se debe recurrir a pruebas solemnes para trasmitirla.”
Churchill.

Uno de nuestros amigos más estimados en la búsqueda oculta,


somete la cuestión concerniente a la formación de "Logias" de la
Sociedad Teosófica, para que operen a fin de desarrollar el
adeptado. Durante el curso del movimiento teosófico se ha
demostrado, no una vez, sino una plétora de veces, la
imposibilidad práctica de forzar este proceso. Es duro contener
la impaciencia natural de uno por descorrer el velo del Templo.
Obtener el conocimiento divino, adoptando el método empleado
en un examen clásico, saturándose de información, es lo ideal
para el principiante común y corriente en el estudio oculto.
Cuando los fundadores de la Sociedad Teosófica rechazaron
fomentar tales esperanzas falsas, esto condujo a la formación de
Fraternidades ficticias, como la llamada "Fraternidad de Luxor";
las cuales especulan sobre la credulidad humana. El siguiente
manifiesto, que hace algunos años capturó a algunos de
nuestros amigos y teósofos más sinceros, ha sido un anzuelo
suculento para los simplones.

"Los estudiantes de la Ciencia Oculta, los buscadores de la


verdad y los teósofos que pueden haberse sentido
decepcionados en sus expectativas acerca de la Sabiduría
Sublime, suministrada libre y gratuitamente por los Mahatmas
hindúes, son invitados cordialmente a enviar sus nombres a [...]
Una vez se hayan considerado aptos, podrán ser admitidos,
después de un breve período de prueba, como Miembros de una
Fraternidad Oculta, la cual no se ufana por su conocimiento y
logros, pero enseña gratuitamente" (entre 1 y 5 esterlinas por
carta), "y sin reserva" (la parte más detestable del "Eulis" de
P.B.Randolph), "todo lo que ella encuentra meritorio

234
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

impartirles" (es decir: enseñanza con fines de lucro: el dinero va


a los instructores y los extractosde Randolph y otros
vendedores de "filtros amorosos" a los discípulos). (1)

Si lo que se rumora es verdadero, algunos de los distritos


rurales ingleses, especialmente en Yorkshire, hormiguean de
astrólogos y adivinos fraudulentos, los cuales pretenden ser
teósofos para estafar mejor a la clase alta de clientes crédulos,
en lugar de sus víctimas legítimas: las sirvientas y la juventud
inexperta. Si siguiéramos la sugerencia de una carta a los
Editores de esta revista, según la cual deberíamos formar
"logias de magia", sin haber tomado las precauciones más
rigurosas a fin de admitir sólo los mejores candidatos en calidad
de socios, la vil explotación de los nombres y las cosas sagradas
se centuplicaría. En esta coyuntura y antes de incluir la carta de
nuestro amigo, la editora de la revista "Lucifer" quiere informar
a sus compañeros que jamás, ni en la forma más remota, tuvo
algún nexo con la llamada "H (hermandad) H (hermética) de L
(Luxor)" (H.H.L.) y cualquier información contraria es falsa y
deshonesta. Existe un grupo secreto, cuyo diploma o Certificado
de Membresía lo posee sólo el Coronel Olcott entre los hombres
modernos de raza blanca, grupo al que la autora de "Isis sin
Velo" llamó la "Hermandad Hermética de Luxor" por
onveniencia, (2) sin embargo, los Iniciados lo conocen con otro
nombre, así como el personaje con que el público está
familiarizado bajo el pseudónimo de "Koot Hoomi", tiene un
nombre totalmente diferente entre los que lo conocen. Si dijera
el nombre verdadero de esa sociedad, dejaría atónitos a los
estudiantes fálicos "eulianos" de la "Hermandad Hermética de
Luxor". Jamás y bajo ninguna circunstancia, se revelan al
profano los nombres auténticos de los Adeptos Maestros y de
las Escuelas Ocultas. Asimismo, sólo los dos fundadores
principales de la Sociedad Teosófica son los depositarios de los
nombres de los personajes mencionados en conexión con la
Teosofía moderna. Después de este preámbulo, pasemos a la
carta de nuestro corresponsal que nos escribe lo siguiente:
Un amigo mío, un místico congénito, tuvo la intención de
formar, con otros, una rama de la Sociedad Teosófica en la

235
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ciudad en que vive. La dilación que el proyecto tuvo me


sorprendió; le escribí preguntándole el por qué de esto. Me
contestó que había oído decir que la Sociedad Teosófica se
limitaba a reunirse ya hablar sin hacer nada práctico. Siempre
pensé que la Sociedad Teosófica debía tener Logias en las cuales
se hacía algo práctico. Cagliostro entendió bien este anhelo
humano por algo tangible, cuando instituyó el Rito Egipcio,
poniéndolo en práctica en varias logias francmasonas. Este
condado integra muchos lectores del "Lucifer". Quizá en sus
páginas se encuentre una sugerencia para los estudiantes a fin
de formar tales logias por sí solos y, uniendo sus voluntades,
tratar de desarrollar ciertos poderes entre uno de ellos, para
que luego se extiendan a todos. Estoy seguro que muchos
afluirán a este tipo de Logias, creando un gran interés por la
Teosofía. "A."

Esta nota de nuestro venerable y erudito amigo, es ecoica de las


voces del noventa y nueve por ciento de los miembros de la
Sociedad Teosófica; sólo el uno por ciento tiene la idea exacta de
la función y del propósito de nuestras Ramas. El error tajante
que generalmente se comete, consiste en la concepción del
adeptado y del camino que conduce ahí. Entre todas las
empresas imaginables, la de tratar de hacerse un adepto es la
más difícil. En lugar de realizarse dentro de algunos años o una
vida, requiere la lucha incesante a lo largo de una serie de vidas,
salvo en casos tan raros, que ni valdría la pena considerarlos
como excepciones a la regla general. Por supuesto: los registros
muestran que un número de los adeptos indos más respetados,
se convirtieron en tales a pesar de haber nacido en las castas
más ínfimas y, aparentemente, más improbables. Sin embargo:
es consabido que su progreso ascendente se desarrolló a lo
largo de muchas encarnaciones previas y, cuando nacieron por
última vez, debían cumplir sólo con las pequeñeces de la
evolución espiritual, antes de volverse grandes adeptos
vivientes. Por supuesto, nadie puede decir si uno o todos los
posibles miembros de la logia cagliostrana ideal del amigo de
"A", ya puedan estar listos para el adeptado; sin embargo: la
posibilidad no es suficientemente buena como para

236
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

considerarla, ya que la civilización occidental parece


desarrollar, más bien, guerreros que filósofos, militares
carniceros que Sudas. El plano que "A" propone tiende más a
desembocar en la mediumnidad, que en el adeptado. Es casi
seguro que no hay un miembro de dicha logia que haya
permanecido casto desde la adolescencia e inmune al uso de los
intoxicantes. Por no hablar de la impermeabilidad del candidato
a los efectos contaminantes de las influencias malas que fluyen
del medio ambiente social. Entre los requisitos indispensables
para el desarrollo psíquico, incluidos en los Manuales místicos
de todos los sistemas religiosos orientales, se enumera un lugar,
una dieta, una compañía y una mente puras.

¿Podría " A " garantizar todo esto? Es ciertamente deseable que


existiera alguna escuela de instrucción para los miembros de la
Sociedad Teosófica y si el trabajo y los deberes puramente
exotéricos de los fundadores hubiesen sido menos absorbentes,
es probable que la hubiéramos instituido hace mucho tiempo.

Sin embargo, no por instrucción práctica, como lo hizo


Cagliostro; el cual precipitó sobre sí sufrimientos profundos, sin
dejar una huella definida que invite a repetir su tentativa hoy en
día. Una máxima oriental dice: "cuando el discípulo está listo, el
maestro aparece." Los Maestros no tienen que reclutar gente en
logias especiales en vuestro condado, ni instruirlos mediante
"sargentos místicos", el tiempo y el espacio no constituyen una
barrera entre ellos y el aspirante. Donde el pensamiento puede
pasar, ellos pueden llegar. ¿Por qué un cabalista erudito como
"A" ha olvidado todo esto? Que él tenga presente que el adepto
potencial puede existir en todos los vecindarios más sórdidos
del mundo como en los más limpios y "cultos" y que algún pobre
desamparado, quien mendiga su comida, puede ser una "alma
más blanca" y más atractiva para el adepto, que el obispo común
y corriente en su sotana o un ciudadano culto en su traje
costoso.

Para la extensión del movimiento teosófico, un canal útil para


irrigar los páramos del pensamiento contemporáneo con las

237
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

aguas de la vida, se necesitan ramas por todas partes, no


simples grupos de simpatizantes pasivos, como el ejército
durmiente de los que van a las iglesias, cuyos ojos están
cerrados mientras el "diablo" hace lo que quiere. No; éstos no
son los que necesitamos; sino Ramas activas, alertas, dedicadas
y altruistas, cuyos miembros no delatan constantemente su
egoísmo preguntando: "¿Qué beneficio nos trae unirnos a la
Sociedad Teosófica y cuánto podría dañarnos?", sino que se
pregunten: "¿podemos hacer un bien sustancial a la humanidad,
trabajando en esta buena causa con todos nuestros corazones,
mentes y fuerza?" Si "A" persuadiera a sus amigos, que
pretenden tener tendencias al ocultismo, a considerar la
cuestión de este punto de vista, los beneficiaria mucho. La
Sociedad Teosófica puede seguir su curso sin ellos; pero ellos no
pueden permitirle que lo haga.

¿Es, además, beneficioso discutir la cuestión de si una Logia


debe recibir, siquiera, la instrucción teórica, hasta que se pueda
estar seguro de que todos los miembros acepten las enseñanzas
como procedentes de la misma fuente? Una mente llena de ideas
preconcebidas, prejuicios o sospechas, no puede absorber la
verdad oculta. Es algo que se percibe mediante la intuición, más
que por la razón; ya que su naturaleza es espiritual y no
material.

La constitución de algunos es tal que no les permite adquirir el


conocimiento ejerciendo las facultades espirituales; verbigracia:
la gran mayoría de los físicos, los cuales son lentos, si es que no
totalmente incapaces de captar las verdades últimas tras de los
fenómenos de la existencia. En la Sociedad Teosófica se anidan
muchos de éstos, los cuales integran el grupo de los
descontentos. Muy pronto, estas personas se persuadieron que
las enseñanzas sucesivas, procedentes de la misma fuente de las
anteriores, eran falsas o habían sido tergiversadas por los chelas
o por terceros. El resultado natural es la sospecha y el
desacuerdo y, podríamos decir que, la atmósfera psíquica es
perturbada, produciendo una reacción nociva hasta en los
estudiantes más firmes. A veces, la vanidad ofusca lo que, al

238
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

principio, era una fuerte intuición; en realidad: la mente se


clausura ante la admisión de una nueva verdad y el estudiante
que aspira, retrocede al punto de partida. Al haber llegado a
alguna conclusión propia, sin haber estudiado el tema
plenamente y antes de que la enseñanza haya sido impartida al
estudiante en su totalidad, su tendencia, una vez probado su
error, consiste en escuchar sólo la voz de su amor propio,
aferrándose a sus conceptos ya sean correctos o equivocados. El
Señor Buda, en particular, advirtió a sus oyentes, contra la
tendencia de formar creencias basándose sobre la tradición o la
autoridad y antes de haber profundizado en el tema.

He aquí un ejemplo: un corresponsal nos pregunta por qué no


debería "ser libre de sospechar que algunas de las llamadas
cartas 'precipitadas' son fraudulentas"; aval ando su posición de
esta manera: mientras que algunas de ellas tienen el sello de
autenticidad, (para él) innegable, otras, debido a su contenido y
estilo, parecen imitaciones. Esto equivale a decir que él tiene
una intuición espiritual tan exacta, que puede detectar la carta
verdadera de la falsa, aunque jamás haya encontrado un
Maestro, ni se le haya otorgado alguna clave para poner a
prueba su presunta comunicación. La consecuencia inevitable
de la aplicación de su juicio inexperto en estos casos, lo inducirá,
muy probablemente, a declarar falso lo que es genuino y
genuino lo que es falso. Entonces: ¿a qué criterio se puede
recurrir para decidir entre una carta "precipitada" y otra que no
lo es? ¿Quién puede decirlo, si no sus autores o los que ellos
emplean como amanuenses (los chelas y los discípulos)? Desde
luego, sólo una, de entre cien cartas "ocultas" es ológrafa del
Maestro y éstas se envían bajo su nombre y directivas; ya que
los Maestros no las necesitan, ni tienen el tiempo para
escribirlas. Además: cuando un Maestro dice: "he escrito esa
misiva"; significa, simplemente, que dictó cada palabra ahí
contenida, imprimiéndola bajo su directa supervisión. Por lo
general, su chela cercano o distante es el que escribe (o
precipita) las cartas.
Los Maestros imprimen en su mente las ideas que desean
expresar y, si es necesario, le ayudan en el proceso de

239
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

precipitación o de impresión de imagen. La exactitud de la


transmisión de las ideas y el modelo de escritura imitado
dependen, enteramente, del estado de desarrollo del chela. El
destinatario, no siendo un adepto, se queda en la disyuntiva de
la incertidumbre: si una carta es falsa, quizá no todas los sean;
ya que, con lo referente a las pruebas intrínsecas, todas
proceden de la misma fuente y todas se entregan valiéndose de
los mismos medios misteriosos. Sin embargo, existe otra
condición implícita, aun peor. Considerando todo lo que el
recibidor de cartas "ocultas" puede posiblemente saber y
basándonos, simplemente, en la probabilidad y la honestidad, el
corresponsal invisible dispuesto a tolerar una sola línea
fraudulenta en su nombre, no le importaría si este engaño
se repitiera ilimitadamente. Esto nos conduce a lo siguiente. Las
llamadas cartas ocultas, avaladas por las mismas pruebas,
deben ser consideradas: o todas auténticas o todas falsas. Si se
pone en entredicho la procedencia de una, a todas se les debe
tratar de la misma manera. Por lo tanto: las series de cartas en
las obras "El Mundo Oculto", "El Budismo Esotérico", etc., etc.,
pueden ser fraudes, "engaños inteligentemente orquestados" y
"falsificaciones" y no existe razón para que no lo sean. Así las
tildó el ingenioso, sin embargo estúpido, agente de la Sociedad
para la Búsqueda Psíquica, a fin de elevar, en la estima del
público, la perspicacia "científica" y el criterio de sus "Jefes".

Por eso: un grupo de estudiantes afines a un estado mental tan


impermeable y sin un guía del lado oculto que le abra los ojos a
las trabas del estudio del esoterismo, no adelantarían ni un
paso.

¿Dónde están esos guías, hasta ahora, en la Sociedad Teosófica?


"Ellos son líderes ciegos que guían a otros ciegos" y ambos caen
en el abismo de la vanidad y de la arrogancia. La dificultad surge
de la tendencia común a sacar conclusiones de premisas
insuficientes ya jugar a ser el oráculo antes de haberse liberado
de la Ignorancia, que es el anestésico psíquico más hipnótico.

240
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

NOTAS

1) Los documentos son visibles en la oficina de la revista "Lucifer": un


manuscrito secreto, (cuyo nombre del autor se ha omitido por
consideraciones pasadas), del "Gran Maestro Provincial de la Sección
Septentrional". Aquí el título de uno de estos documentos. "Una Breve
Clave a los Misterios Eulianos"; es decir magia negra Tántrica sobre
bases fálicas. No, los miembros de esta Fraternidad Oculta "no se
ufanan por su conocimiento o logros." Son muy astutos; sin embargo,
mientras menos hablemos de esto, tanto mejor será.

2) Véase la página 308 del segundo volumen de "Isis sin Velo" (versión
inglesa original). Se puede agregar que la "Hermandad de Luxor"
mencionada por Kenneth Mackenzie (véase su Enciclopedia Real
Masónica) y cuyo centro está en América, no tenía ningún nexo con la
Hermandad que nosotros citamos y conocimos, como se verificó
después de la publicación de '"Isis sin Velo", en una carta que este
difunto autor masónico escribió a un amigo en Nueva York. La
Hermandad con la cual Mackenzie tuvo contactos, era una simple
Sociedad Masónica que se fundaba en una base mucho más secreta y,
según afirma en su carta: él había oído hablar, pero no conocía nada de
nuestra Hermandad; la cual, teniendo una rama en Luxor (Egipto),
nosotros la llamamos con ese nombre a propósito. Esto indujo a
algunos intrigantes a suponer que existía una Logia regular de Adeptos
con ese nombre, asegurando algunos amigos crédulos y ciertos
teósofos, que la "Hermandad Hermética de Luxor" que ellos
orquestaron, era idéntica a la original homóloga o una rama de ella,
¡que se suponía estar ubicada cerca de Lahore! Esta era una flagrante
mentira.

241
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LOS ESPÍRITUS VAMPIROS

C
ada una de las cosas organizadas de este mundo, tanto del
visible como del invisible, tiene un elemento apropiado
para sí misma. El pez vive en el agua; la planta consume el
ácido carbónico, el cual, por el contrario, es mortal para el
animal y el hombre. Algunos seres están organizados para vivir
en las capas más enrarecidas del aire; otros en las más densas.
La vida, para unos, pende de la luz del sol, mientras que para
otros precisa de la obscuridad. De este modo la sabia economía
de la Naturaleza adapta siempre alguna forma viva a cada una
de las condiciones existentes.

Estas analogías permiten inferir que en toda la Naturaleza


no existe punto alguno inhabitado, y que además cada cosa
viviente cuenta con cuantas condiciones se precisan para su
vida. Ahora bien; admitiendo que en el universo existe una parte
invisible, la disposición inmutable de la Naturaleza autoriza la
conclusión de que semejante parte está ocupada, ni más ni
menos que la parte visible, y desde el momento en que existen
espíritus, fuerza es aceptar la existencia de una gran diversidad
de los mismos, dentro de su mundo respectivo.

Decir que todos los espíritus son iguales entre sí, o que
están adaptados a un mismo medio ambiente, o, en fin, que
poseen poderes idénticos, o que obedecen a las mismas
afinidades y atracciones, sería tan absurdo como pensar que
todos los animales son anfibios, o que todos los hombres
pueden nutrirse con la misma clase de alimentos. Razonable es,
pues, el suponer que los espíritus más groseros están
sumergidos en los más profundos abismos de la atmósfera
espiritual, es decir, de lo más cercano a nuestra tierra, mientras
que las naturalezas más puras, están muchísimo mas lejos del
terrestre ambiente…Suponer lo contrario y pensar que
cualquiera de estos girados de espíritus pueden ocupar el sitio ni
las condiciones de los otros, equivaldría como a esperar que en
ley de hidráulica dos líquidos de diferentes densidades pueden

242
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

cambiar el grado que le corresponde en el aerómetro de Baumé.

Görres relata (Mystiques, III, 63) una conversación que él


tuvo con algunos hindúes de la costa de Malabar. Habiéndoles
preguntado si entre ellos se presentaban espíritus o apariciones
respondieron: “–Sí; pero son malos espíritus. Los buenos se
aparecen poquísimas veces. Los malos espíritus aquellos son
generalmente los de los suicidas y personas asesinadas, es decir,
de las que han muerto de un modo violento, quienes revolotean
en torno nuestro y se nos aparecen como fantasmas, engañando
a las gentes de cortos alcances y tentando a las demás personas
de mil maneras diferentes, siéndoles la noche especialmente
favorable para ello.”

Porfirio (De Sacrificiis, capitulo de El verdadero culto) nos


presenta sobre esto algunos hechos repugnantes cuya verdad
está comprobada por la experiencia de todos los estudiantes de
magia. “El alma de las gentes perversas –dice –tiene, aun
después de la muerte, cierto apego a su cuerpo y una afinidad
hacia él proporcionada a la violencia con que se quebrantó su
unión. Por eso nosotros, cuando desarrollamos ciertas
facultades, podemos ve r a muchos espíritus cernerse, poseídos
de desesperación, en torno de sus restos terrenales y hasta
buscar anhelantes los pútridos despojos de otros cuerpos, y,
sobré todo, la sangre recientemente derramada, la que, por un
momento, parece comunicarles algunas de las facultades de la
vida.” Si algún espiritista pone en duda las palabras del gran
teurgo, no tiene más que ensayar en sus sesiones de
materialización los efectos de una poca de sangre humana
fresca. ”Los dioses y los ángeles se nos aparecen –dice Jámblico
–en medio de paz y de Armonía, y los demonios malos,
revolviéndolo todo sin orden ni concierto…En cuanto a las
almas ordinarias, es muy raro el que podamos percibirlas.”

El alma, en efecto, nace en este mundo abandonando el otro


mundo, en el cual ha existido antes de encarnar en la
Tierra…Ella parece luego morir cuando se separa de su cuerpo,

243
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

en el cual como en frágil barca ha cruzado por esta vida…Pero


esta muerte no aniquila el alma, sino que la transforma tan sólo,
ora en un ser protector de esos que los romanos conocían y
reverenciaban con tal nombre y con el de manes, penates y lares,
ora, si ha sido perverso, en una larva, un lemur, un espíritu
errante, terror de los malvados…Cuando por razón de vicios,
crímenes y pasiones animales un espíritu desencarnado ha
caído en la octava esfera: el Hades alegórico pagano o el gehnna
de la Biblia, que es la región más próxima a nuestra Tierra,
puede arrepentirse con el vislumbre de razón y de conciencia
que aún conserva…Un ardiente deseo de resarcirse de sus
sufrimientos; un ferviente anhelo de retorno, pueden conducirle
de nuevo hacia la atmósfera terrestre, donde quedará errante y
sufriendo más o menos en su triste soledad. Sus instintos le
impulsarán a buscar con avidez el contacto de los vivos…

Tales espíritus son los invisibles, pero demasiado palpables


vampiros magnéticos; los demonios subjetivos tan bien
conocidos por las monjas y frailes extáticos de la Edad Media y
por los “brujos” a quienes tanta celebridad dió el Martillo de
Hechiceros; verdaderos clarividentes sensitivos según sus
propias confesiones. Son los demonios sanguinarios de Porfirio;
las larvas y lemures de los antiguos; los abominables
instrumentos de sugestión que condujeron a tantas
desgraciadas y débiles víctimas al tormento y al patíbulo.
Orígenes sostiene que cuantos demonios obsesionaban a los
energúmenos del Nuevo Testamento eran “espíritus”
humanos…Moisés sabía perfectamente quiénes eran estos
desgraciados y no ignoraba las tremendas consecuencias a que
estaban expuestas las personas que cedían a tales influencias
demoníacas, por cuyo motivo promulgó sus terribles decretos
contra tales “brujos”. Jesús, en cambio, lleno de justicia y de
divino amor hacia la Humanidad, se limitaba a curarlos en lugar
de matarlos. Más tarde, andando los tiempos, nuestro clero, el
pretendido modelo de virtudes cristianas, siguió la ley de
Moisés, prescindiendo de Aquel a quien llamaban “su Dios Vivo”,
y quemaron por millares a los pretendidos
hechiceros,…¡Hechicero! ¡Fatídico nombre que llevaba
244
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

aparejada antaño la muerte más ignominiosa y que hoy día,


levanta, en cambio, una tempestad de sarcasmos y de ridículo!…
La historia de los sortilegios de Salem, tal como los
encontramos registrados en las obras de Cotton, Mather, Calef,
Upham y otros, son un trágico capítulo de la historia de
Norteamérica, que jamás ha sido descrito de acuerdo con la
verdad de los hechos.

En el pueblo de Salem Vitcheraft, cuatro o cinco muchachas


se sintieron convertidas en médiums espontáneas, como hoy
diríamos, por haber convivido con una negra india del Oeste
norteamericano, quien era muy ducha en las operaciones de
magia negra conocidas por rito de Obeah. Las indicadas
muchachas se empezaron a sentir como maltratadas por
alfilerazos, pellizcos y mordiscos en diferentes partes de su
cuerpo, debidos a invisibles espectros que no las dejaban un
momento de reposo. La célebre Narración de Deodat Lawson
(Londres, 1704), consigna que “aquellos espíritus, obsesores de
las muchachas, las maltrataban por el conocido método
hechiceril del emboutement, o sea de las figurillas de cera,
trapos, etcétera, representando a las víctimas, y sobre las que
clavaban los alfileres, daban los pellizcos, etc., que luego, por
telepatía, experimentaban las infelices jovenzuelas”. Mr. Upham
nos refiere que Abigail Hobles, una de estas muchachas,
reconoció que había hecho pacto con el diablo, “el cual se le
aparecía bajo la forma de un mancebo, y le mandaba que
atormentase a las doncellas a quienes conocía, llevándole
imágenes de madera que más o menos se les pareciesen y
espinas para clavarlas en dichas imágenes, lo cual hacía ella al
pie de la letra, con estas últimas, recibiendo entonces aquellas
muchachas idéntico dolor al que experimentarían si las propias
espinas se clavasen en sus carnes”.

Todos estos lamentables hechos históricos cuya validez ha


sido comprobada por el irrecusable testimonio de los
Tribunales que entendieron en la causa, confirma la doctrina de
Paracelso, siendo por demás sorprendente que un sabio tan
sesudo como Upham, haya podido acumular en las mil páginas
245
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

de sus dos volúmenes, semejante masa de evidencia legal para


demostrar la intervención en aquellos hechos de almas ligadas
aun a la Tierra y de los maliciosos espíritus de la Naturaleza, sin
sospechar la verdad ocultista que se halla detrás de estas
tragedias, ya que hace algunos siglos que Lucrecio ponía en boca
del viejo Ennius estas frases de perfecto ocultismo, que dicen:

Bis duo sunt homínis: mane, caro, spíritus, umbra;


Quator ista loci bis duo suscipiant:
Terra tegil carnem; lumulam circanivolat umbra,
Orcus habet manes.

Respecto de esta clase de hechos, por increíbles que hoy


parezcan a nuestro escepticismo, no debemos preguntarnos,
imparciales, cuál de los autores antiguos menciona hechos de
índole tan aparentemente sobrenatural, sino más bien, quién de
ellos es el que no los menciona. En la Odisea de Homero (v. 82)
hallamos a Ulises evocando el espíritu de su amigo el adivino
Tiresias, mediante la ceremonia de la “fiesta de la sangre”. El
héroe de Troya desenvaina su espada, ahuyentando con ella a
los millares de sedientos fantasmas atraídos por el cruento
sacrificio, y su mismo amigo Tiresias no se atreve a acercarse al
hoyo sangriento, mientras que Ulises blande el arma
homicida…Al troyano Eneas, en la Eneida de Virgilio (libro VI, v.
260), al tratar de descender al reino de las sombras, la Sibila que
le guía a sus umbrales, le ordena que desenvaine su espada y se
abra paso a través de la compacta muchedumbre de las fugaces
sombras que le obstruyen sedientas su camino:

Taque invade víam, vaginâque eripe ferrum.

Glanvil, en su Sadducismus Triumphatus, da una reseña


maravillosa de la aparición del “tamborilero de Tedworth”,
acaecida en 1661, y en la cual el scin–lecca, o duplicado del brujo
tamborilero, se asustaba grandemente a la vista de una espada.
Psellus, en su obra De Daemon, hace una larga narración acerca
del terrible estado en que se vio sumida. su cuñada por la
246
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

posesión de un daimon elementario, y de cómo fue curada


aquella por el conjurador Anaphalangis, quien comenzó
amenazando con la espada desenvainada al invisible obsesor de
aquel cuerpo, hasta lograr que le desalojase. Psellus expone
luego el catecismo de la demonología en estos o parecidos
términos:

“¿Deseáis saber si los cuerpos invisibles de los espíritus


pueden ser heridos con una espada u otra arma cualquiera?
Pues sabed que si, que pueden serio. Un objeto duro arrojado
contra ellos les causará el correspondiente dolor como si aun
viviesen aquí abajo; porque, aunque sus cuerpos no estén ya
formados de las substancias resistentes que los nuestros, no por
ello dejan de ser sensibles, porque en los seres dotados de
sensibilidad no son únicamente sus nervios los que tienen la
facultad de sentir, sino que también la tiene el espíritu que
reside en ellos…Sin auxilio de organismo físico alguno, el
espíritu ve, oye y siente cualquier contacto…Si le dividís en dos,
sentirá el mismo dolor que experimentaría cualquier hombre
vivo, porque su cuerpo actual no deja de ser materia, aunque de
naturaleza tan sutil que generalmente es invisible para nuestros
ojos.

…Sin embargo, hay una cosa que distingue al cuerpo del


vivo del muerto, y es que cuando se seccionan los miembros de
una persona viva no pueden volver a reunirse las dos porciones
fácilmente, mientras que el tenue cuerpo etéreo de un demonio
se reintegra inmediatamente después que se le, ha cercenado
por completo, a la manera como el agua o el aire se unen
después que les ha atravesado un cuerpo sólido cualquiera. Mas,
a pesar de ello, cada rasguño o herida inferida es causa de
dolores para aquel demonio, razón por la cual todos ellos temen
la punta de la espada o los demás instrumentos de defensa.

Bodin, el más sabio demonólogo de su siglo, sostiene la


misma opinión tan repetida así mismo por el Porfirio y Jámblico,
siguiendo a Platón y a Plutarco, como saben además muy bien

247
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

todos los teurgistas. En la Demonología de aquel sabio se nos


cuenta:

Recuerdo que en 1557 un demonio elemental de los


llamados relampagueantes, cayó con el rayo en casa del zapatero
Pondot, y al punto empezaron a llover piedras en toda la
habitación, con las cuales pudo llenar un arcón el ama de la casa,
cerrando enseguida herméticamente las ventanas, lo que no
impidió, sin embargo, el que las piedras siguiesen cayendo,
aunque sin dañar a ninguno de los allí presentes. El magistrado
Latomí vino a informarse, pero no bien entró cuando el espíritu
le arrebató su sombrero. Seis días iban así transcurridos cuando
el consejero M. J. Morgues llegó también a buscarme para
esclarecer tal misterio. Cuando entramos en la casa ya alguien
había aconsejado al dueño de la misma que se encomendase a
Dios de todo corazón y blandiese con energía por todo el ámbito
del aposento su espada desenvainada. Desde aquel momento
cesaron como por encanto aquellos fenómenos que durante una
semana les habían tenido tan molestos.”

Los libros de hechicería de la Edad Media están llenos de


narraciones análogas, pero los más antiguos filósofos no sólo
mencionan relatos análogos, sino que puntualmente los
describen y analizan.

Proclo figura en primera línea en punto a semejantes


maravillas. Pasma verdaderamente la colección de hechos que
presenta, corroborados por testigos, entre ellos algunos
famosos filósofos. Al recordar muchos casos de su tiempo en los
que a no pocos cadáveres se los había encontrado con diferentes
posiciones en sus tumbas, lo atribuye a que eran larvas o
vampiros, “como los casos –añade –referidos por los antiguos
respecto de Aristio, Epiménides y Hermodoro”, o como los otros
cinco de la Historia de Clearco, el discípulo de Aristóteles. Para
acabar, cita el caso de Filonea. Esta hija del Demostrator, añade,
casada contra su voluntad con un tal Krotero, murió poco
después, pero a los seis meses de muerta volvió a la vida, como

248
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

dice Proclo, a causa de su antiguo amor por el joven Macates, a


quien visitó durante muchas noches sucesivas hasta que ella, o
mejor dicho el vampiro que hacía sus veces, murió de rabia. Su
cuerpo muerto, después de su segundo fallecimiento, fue visto
por toda la ciudad en la casa de su padre, mientras que su
sepultura se encontró vacía. Semejante suceso está confirmado
por las Epístolas de Hiparco y por las de Arriedo a Filipo, según
relata Catalina Crowe en su Nighi–Side of Nature, pág. 335.
Demócrito en sus escritos referentes al Hades, diserta, en fin,
ampliamente sobre las posibilidades de que algunos muertos
retornen a la vida.

Para hacerse cargo de la timidez, frivolidad y prejuicios con


los que se suelen juzgar estos y otros mil hechos del pasado, no
hay sino hojear la obra del Dr. Figuier, Historia de lo maravilloso
en los tiempos modernos. La obra apoyada en testimonios tan
valiosos como el del célebre Dr. Calmeil, director del asilo de
lunáticos de Charentón, se ocupa documentadísimamente de los
profetas de Cevennes; los camisardos, los jansenistas, el diácono
Paris y cien otras epidemias de neurosis consignadas en la
historia de los últimos siglos y que sólo podemos ligeramente
mencionar, máxime habiendo sido descriptos por cuantos
autores modernos se han ocupado de estos problemas.

Los asombrosos fenómenos de los convulsionarios de


Cevennes se presentaron como una verdadera epidemia a fines
de 1700. Las medidas inhumanas adoptadas por los católicos
franceses para extirpar aquel espíritu de profecía que había
asaltado a una población entera, son sucesos históricos sobre
los que no tenemos por qué insistir. El mero hecho de que un
puñado de hombres, mujeres y niños, que apenas sumaban dos
mil personas, resistiesen durante años enteros a los 60.000
soldados del rey, es ya por sí solo un prodigio. Todas las
maravillas acaecidas a aquéllos, están registradas en los
procesos que hoy se conservan en los Archivos de Francia.
Existe entre éstos el informe oficial que el feroz abate Chayla,
prior de Lava¡ elevó a Roma, y en el cual se lamenta de que el
espíritu maligno fuese tan poderoso que no bastase exorcismo
249
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ni tortura inquisitorial alguna que alcanzase a desalojarle de los


cevenneses. Añade el abate que él mismo puso las manos de esta
gente sobre carbones encendidos; que envolvió a varios otros
en algodón impregnado en aceite y les prendió fuego, sin
conseguir en uno y otro caso que se chamuscasen ni que se
formase una sola ampolla en su epidermis; que se dispararon
tiros sobre ellos a quemarropa, encontrándose luego aplastadas
las bajas entre la ropa y la piel, sin producirles el menor
rasguño, etc.…, etc.…

“A fines del siglo XVII –dice el Dr. Figuier después de relatar


todo esto –una anciana importó en Cevennes aquel espíritu de
profecía, que bien pronto se comunicó a diversos jóvenes de
ambos sexos, acabando el contagio por ser general. Hombres,
mujeres, tiernos niños se habían constituido en torrentes de la
más extraña inspiración, expresándose, no en patois ordinario,
sino en el más correcto francés, lengua tan poco conocida en la
región en aquel tiempo. Hasta los niños de pecho profetizaban.
Ocho mil profetas –continúa –se esparcieron por el país y la
mitad de las facultades de Medicina de Francia, entre ellas la de
Montpeller, se apresuraron a constituirse en Cevennes,
declarándose maravilladas y confundidas al escuchar a gentes
sin cultura literaria alguna disertar eruditamente de cosas de las
que jamás supieron una palabra, y hasta se expresaban con igual
lucidez ¡meros niños de teta!, durando horas y horas los tales
discursos…Aquello –añade el comentador –no fue sino una
momentánea exaltación de las facultades intelectuales,
fenómenos que pueden observarse en muchas afecciones del
cerebro”…¡Exaltación momentánea, que dura muchas horas, en
cerebros de niños de pecho, hablando en correcto francés antes
de que hayan podido aprender ni una sola palabra de su patois:
¡Oh milagro de la fisiología! Prodigio debía ser tu nombre,
exclama el católico Des Mousseaux al comentar la obra de
Figuier en la suya acerca de “Las costumbres y prácticas de los
demonios”.

Vengamos ahora a los no menos célebres prodigios de los


jansenistas, según el Dr. Figuier, con gran copia de datos
250
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

históricos, nos cuenta.

El diácono Paris era un jansenista que murió en 1727.


Inmediatamente después de su muerte comenzaron a ocurrir
junto a su tumba los más sorprendentes fenómenos. El
cementerio rebosaba de gente desde la madrugada hasta la
noche, y los jesuítas, exasperados al ver que los herejes
verificaban las curas más maravillosas y todo género de
prodigios, acudieron a las autoridades, obteniendo de ellas la
orden de que se cerrase la entrada a la tumba del célebre
diácono. Pero a pesar de todos los obstáculos, las maravillas
continuaron durante unos veinte años. El obispo Douglas, que
fue a París con este exclusivo objeto, visitó el sepulcro y pudo
comprobar que los milagros continuaban como el primer día
entre los convulsionarios, cosa que, forzosamente, se achacó,
como siempre, al diablo. El propio Hume, en sus Ensayos
filosóficos, añade: “Jamás seguramente se habrán atribuido a una
sola persona tantos milagros corno los que últimamente se han
dado como acaecidos junto a la tumba del diácono Paris.
Doquiera se veían enfermos que habían sanado, sordos que
habían oído y ciegos que habían recobrado la vista por la virtud
del sepulcro santo. Pero lo más extraordinario del caso es que
muchos de dichos milagros acaecieron en el sitio mismo de la
tumba, ante jueces de indiscutible seriedad y rectitud, en una
época ilustrada, hechos que ni los propios jesuítas, a pesar de
ser gentes de ordinario instruidas; de contar con el apoyo de las
autoridades civiles, y de ser decididos enemigos de las
opiniones en cuyo favor se dice que fueron obrados los
milagros, han sido capaces tú de negarlos, ni de refutarlos, ni de
descubrir su verdadera causa. Tal es la verdad que arroja el
testimonio histórico acerca de semejantes sucesos.”

El Dr. Middleton, en su Investigación libre, obra que escribió


acerca de dichos fenómenos a los diez y nueve años de haber
comenzado y cuando ya estaban en franca decadencia, declara
que la evidencia de tales milagros es tan plena e indiscutible por
lo menos como la de las maravillas que de los apóstoles se
refieren. En efecto, dichos fenómenos, cuya autenticidad está
251
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

probada por tantos millares de testigos, ante magistrados y a


despecho del clero católico entonces omnipotente, deben ser
colocados entre los más sorprendentes que registran la Historia.
Carré de Montgeron, miembro del Parlamento, que se hizo
famoso por sus relaciones con los jansenistas, los enumera
cuidadosamente en los cuatro gruesos volúmenes en cuarto
dedicados al rey, bajo el título de La Vérité des miraeles operés
par l´intercession de M. de Paris, demontrée contre l'Archevêque
de Sens. Por sus irrespetuosidades hacia el clero romano fue
encerrado en la Bastilla; pero era tal el cúmulo de testimonios
personales y oficiales aducidos para probar cada uno de los
casos, que la obra fue aceptada.

“Una de las –convulsionarias –dice Figuier –apoyada por


sus lomos en la punta de aguda estaca, se mantenía doblada en
forma de arco con la mayor impasibilidad. El placer mayor que
podía darse a esta criatura era recibir en tal posición y sobre su
estómago el golpe de un pedrusco de cincuenta libras
suspendido de una polea. Montgeron y muchos otros testigos
añaden que, no sólo no mostraba magulladuras la muchacha,
sino que pedía a voz en grito que golpeasen aún más fuerte.

Juana Maulet, otra joven de veinte años, apoyada su espalda


contra la pared, recibía sobre su epigastrio centenares de golpes
dados por un forzudo gañán con un martillo de treinta libras
sobre un taladro de hierro apoyado así sobre la boca del
estómago de la débil paciente. Pudiera creerse –añade
Montgeron al relatarlo –que el taladro debería hundirse en las
entrañas de ésta, pero, al contrario, ella gritaba, con la cara
radiante de felicidad: “¡Oh qué delicia, y cuánto placer me causa
este golpeteo ¡Valor, hermano, y golpead con doble fuerza, si
podéis!…”

La relación oficial de tales maravillas, que es mucho más


completa que la de Figuier, añade otros detalles, tales como el
de aquellos que serenamente se ponían a describir sucesos
distantes, luego infaliblemente comprobados; el de mantenerse

252
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

en el aire muchos de estos convulsionarios merced a una fuerza


invisible y sin que todos los esfuerzos reunidos de los miembros
de la Comisión eran impotentes para obligarles a que bajasen.
Se vieron ancianas trepando con agilidad de gatos monteses por
muros verticales hasta de treinta pies de altura.

El Dr. Calmeil, director del Asilo de locos de Charentón, dió


acerca de estos y otros fenómenos análogos la acostumbrada
explicación que de ellos dan los médicos: “el meteorismo o
plenitud de gases en el tubo digestivo; el estado espasmódico
del útero de las mujeres; la turgencia de las envolturas carnosas
de las capas musculares que protegen y cubren el abdomen, etc.;
añadiendo que la asombrosa resistencia ofrecida por el cuerpo
de los convulsionarios era debida al histerismo o a la epilepsia,
fuerza que tiene algunos puntos de contacto con los cambios de
sensibilidad que se producen por el miedo, la cólera, en una
palabra, cualquiera otra pasión de ánimo llevada hasta el
paroxismo. Para el terrible crítico católico Des Mousseaux, en su
obra citada, replica lleno de indignación ante ésta y otras
opiniones semejantes de nuestra ciencia médica:

“¿Estaba el ilustrado médico completamente despierto


cuando formuló tales teorías?…Si él o el Dr. Figuier quisiesen
mantener seriamente sus categóricas afirmaciones podríamos
decirles: “¿Nos permitiríais una vez, por vía de experimento,
insultaros tan duramente que estallaseis en justa indignación
contra nosotros al oír de nuestros labios, por ejemplo que
falseáis la ciencia y estafáis a vuestro público, y, aprovechando
tal momento, repitiésemos con vosotros los experimentos de
Cevennes, dándoos un saludable masaje con estacas o garrotes,
seguros de que otra cosa no resultarían estos terribles golpes,
dado el estado de insensibilidad a que seguramente os llevaría
vuestra cólera?”

Inútil es el añadir que el reto de Des Mousseaux ha


quedado, por siempre, sin respuesta.
Volvamos a los hechos de vampirismo.

253
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Verdaderas o falsas, existen entre los orientales


“supersticiones” de una naturaleza tal como jamás pudieron
soñar un Edgard Poe o un Hoffmann, y estas creencias se hallan
infiltradas en la misma sangre de las naciones que las dieron
vida. Cuidadosamente expurgadas de toda exageración, se verá
que encierran una creencia universal en aquellas almas astrales,
inquietas y errabundas conocidas con los nombres de gulas o
vampiros. Un obispo armenio del siglo V, llamado Yeznik, cita
algunos ejemplos de esta clase en el libro I, párrafos 20 y 30, de
una obra manuscrita que se conservaba hace unos treinta años
en la biblioteca del monasterio de Etchmeadzine, en la Armenia
rusa. Entre otras existe una tradición que data de los tiempos
del paganismo y, según la cual, siempre que un héroe cuya vida
es todavía necesaria en la tierra, cae en el campo de batalla, los
aralez, o sean los antiguos dioses populares del país, quienes
poseen la facultad de poder volver a la vida a los que han
muerto en el combate, lamen las sangrientas heridas de la
víctima, y soplan sobre ellos hasta que les han comunicado una
vida nueva y vigorosa, después de lo cual, el guerrero se levanta;
desaparecen todas sus heridas y vuelve a ocupar su puesto en la
batalla. Pero el espíritu inmortal del héroe vuela muy lejos,
entretanto, y vive el resto de sus días en un templo abandonado
y lejano.

Tan luego, por otra parte, corno un adepto era iniciado en el


último y más solemne misterio de la transmisión de la vida, el
séptimo y temible rito de la gran operación sacerdotal que
constituye la más elevada teurgia, ya no pertenece más a este
mundo. Su alma era ya libre desde aquel momento, y los siete
pecados mortales, en acecho siempre hasta entonces para
devorar su corazón al tiempo en que su alma libertada por la
muerte cruzase las siete escaleras y los siete portales, ya no
podían dañarle ni en muerte ni en vida, por cuanto había pasado
ya las siete dobles pruebas y los doce trabajos de la hora final. El
Sumo Hierofante era quien únicamente sabía cómo llevar a cabo
esta solemne operación de infundir su propio aliento vital y su
propia alma astral en el adepto escogido por él para sucederle, y
12
quien de esta suerte quedaba así dotado de una doble vida .
254
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

La Epístola V a los Hebreos trata del sacrificio de sangre. “En


donde existe un testamento –dice –necesariamente debe mediar
la muerte del testador…Sin el derramamiento de sangre no hay
remisión alguna…” La sangre produce fantasmas, y sus
emanaciones proporcionan a ciertos espíritus los materiales
necesarios para formar sus apariciones transitorias. “La sangre
–dice Eliphas Levi es la primera encarnación del fluido
universal, la luz vital materializada. Su producción es la más
maravillosa de todas las maravillas de la Naturaleza; vive,
porque se transforma perpetuamente, siendo el efectivo Proteo
universal. La sangre procede de principios en los cuales antes no
existía nada análogo, y que se convierte en carne, huesos,
cabellos, sudor, lágrimas…La sustancia universal, con su doble
movimiento, es el gran arcano del Ser, la sangre es a su vez el
gran arcano de la vida.

“La sangre, dice el hindú Ramatsariar, contiene todos los


secretos de la existencia; ningún ser viviente puede existir sin
ella. El comer sangre es profanar la obra del Creador.” Por ello
Moisés, siguiendo la universal tradición prohíbe hacerlo.

Paracelso escribe que con los vapores de la sangre puede


uno evocar cualquier espíritu que desee ver, puesto que con sus
12
emanaciones se formará una apariencia, un cuerpo La feroz
costumbre introducida posteriormente entre el pueblo de
sacrificar víctimas humanas, es una mera copia pervertida en
los Misterios Teúrgicos. Los sacerdotes paganos que no
pertenecían a la clase de los hierofantes continuaron
practicando algún tiempo este horrible rito, el cual servía para
ocultar sus verdaderos propósitos. Pero el Heracles griego está
representado como el adversario de los sacrificios humanos y
como el destructor a los hombres o monstruos que los ofrecían.
Bunsen demuestra, apoyándose en el hecho de que en los más
antiguos monumentos no se nota figura o señal alguna que
indiquen que entonces se verificaban sacrificios humanos, que
esta costumbre habla sido abolida en el antiguo Imperio a la
conclusión del séptimo siglo, después de Menes. Además, tres

255
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

mil años antes de Jesucristo, Hipócrates habla prohibido


severamente los sacrificios humanos entre los cartagineses.
Difilus ordenó que las víctimas humanas fuesen sustituidas por
toros. Amoris obligó a los sacerdotes a sustituir por figuras de
cera las víctimas aquellas.

visible –pero esto es perfecta hechicería o necromancia. –


Los hierofantes de Baal se inferían profundas incisiones en su
cuerpo y con su propia sangre producían apariciones objetivas y
tangibles. Los secuaces de cierta secta persa, muchos de los
cuales se ven en las cercanías de los establecimientos rusos de
Temerchan–Shoura y Derbent, tienen sus misterios religiosos,
durante los cuales forman un gran círculo y giran en frenética
danza. Estando arruinados sus templos, verifican sus ritos en
edificios retirados y cerrados a toda vista desde el exterior,
edificios con una gruesa capa de arena como pavimento. Todos
van vestidos con flotantes vestiduras blancas y las cabezas
desnudas y afeitadas. Armados de cuchillos y excitados por la
macabra danza, pronto llegan a un grado tal de excitación
furiosa que comienzan a herirse a sí propios y a los otros hasta
que no pueden más y el pavimento queda empapado en sangre.
Antes de que semejante “Misterio” termine, cada hombre tiene
un compañero con quien danza. Algunas veces los espectrales
bailarines tienen cabellos en sus cráneos lo cual se diferencian de
los naturales de sus inconscientes cabezas. Como hemos
prometido solemnemente el no divulgar los demás detalles de
esta terrible ceremonia que sólo hemos presenciado una vez,
debemos abandonar este punto, añadiendo que durante el
tiempo en que estuvimos en Petrovsk, del Cáucaso,
presenciamos otro misterio semejante.

Antiguamente las hechiceras de Tesalia añadían algunas


veces a la sangre del célebre cordero negro, la de un niño, para
mejor evocar las sombras. A los sacerdotes se les enseñaba el
arte de evocar los espíritus de los muertos, así como los de los
elementos, pero su manera de proceder no era ciertamente las
de aquellas terribles hechiceras.

256
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Entre los yakuts de Siberia, en los mismos confines del lago


Bai kal y junto al río Vitema, existe otra tribu que practica la
hechicería tal y como la ejercían las famosas brujas de la Tesalia.
Sus creencias religiosas son una mezcla extraña de superstición
y de filosofía…Según ellas las almas de los muertos se
convierten en “sombras” condenadas a vagar sobre la tierra
hasta que se verifique cierto cambio, ora favorable, ora adverso,
que ellos explican, por supuesto. Las sombras luminosas o sean
las de los buenos, se convierten en los guardianes o protectores
de aquellos a quienes han amado en la tierra. Las sombras
obscuras, siempre procuran, por el contrario, causar daño a
cuantos en vida conocieron, incitándoles al crimen y demás
malas acciones perjudicando así por todos los medios a los
mortales…Durante los sacrificios de sangre, que siempre se
verifican de noche, los yakuts evocan las sombras obscuras o
malvadas para saber de ellas el modo cómo han de contener su
malignidad. La sangre les es necesaria para esta, porque sin sus
vapores, no podrían aquéllas hacerse visibles, y aun serían,
creen, más peligrosas, pues que la extraerían de las personas
vivientes por medio de la transpiración. En cuanto a las sombras
buenas o luminosas, ellas no precisan ser evocadas así, porque
les desagrada, y porque cuando quieren, pueden hacer sentir,
sin necesidad de nada, su presencia.

La evocación por medio de la sangre se practica también,


aunque con diferente objeto, en distintos puntos de Bulgaria y
de Moldavia, especialmente en los distritos vecinos a los
musulmanes. La tiranía y esclavitud horribles a que han estado
sujetos estos desgraciados cristianos durante siglos les ha hecho
mil veces más impresionables y más supersticiosos. El día 7 de
Mayo de cada año, los habitantes de Bulgaria y Moldavia Valaca
celebran “la fiesta de los muertos”. En efecto, después de puesto
el sol, multitud de hombres y mujeres, llevando sendos cirios en
las manos, acuden a los cementerios y oran sobre las tumbas de
sus difuntos.

Esta antigua y solemne ceremonia, llamada Trizna, es una


reminiscencia general de los primitivos ritos cristianos; pero
257
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

era más solemne todavía mientras duró la esclavitud


musulmana…Entre los habitantes de las ciudades la ceremonia
es ya meramente rituaria; pero entre algunos campesinos el rito
toma proporciones de toda una evocación teúrgica. La víspera
del día de la Ascensión, las mujeres búlgaras encienden una
porción de lámparas y cirios; junto a las tumbas colocan crisoles
sobre trípodes, y el incienso perfuma la atmósfera en un
grandísimo radio alrededor. Desde que anochece hasta un poco
antes de la media noche, y en memoria del muerto, se convida a
comer a los amigos y a un cierto número de mendigos,
obsequiándoles además con vino y raki o aguardiente, y se
distribuye dinero a los pobres. En cuanto ha terminado la fiesta,
se acercan los convidados a la tumba, y llamando al difunto por
su nombre, le dan las gracias por las bondades de que han sido
objeto. Cuando ya todos, incluso los parientes más cercanos, se
han ido marchando, una mujer, generalmente la de más edad, se
queda sola con el muerto, y se asegura que procede entonces a
la ceremonia de la evocación. Prosternada de hinojos, y después
de fervientes súplicas al muerto una y mil veces repetidas para
que se presente, la mujer se extrae un número mayor o menor
de gotas de sangre del lado izquierdo de su pecho y las deja caer
lentamente sobre la tumba. Esto da fuerza al invisible espíritu
del muerto que vaga en derredor del sepulcro, permitiéndole,
por algunos instantes, el asumir forma visible y dar sus
instrucciones adecuadas a la cristiana teurgista o bien
bendiciéndola simplemente y desapareciendo hasta el año
próximo. Tan firmemente está arraigada semejante creencia,
que, con motivo de una dificultad de familia, hemos oído a una
mujer moldava proponer a su hermano el demorar toda
decisión acerca del asunto debatido hasta que en la noche de la
Ascensión pudiese el padre resolver la dificultad, cosa a la que el
hermano accedió como si su padre se hallase en la habitación
contigua.

Que en la Naturaleza existen secretos terribles, bien puede


creerlo el que, como nosotros, ha sido testigo del caso del
zuachar ruso, caso en el que no pudo el hechicero morir hasta
que comunicase a otro la palabra, lo cual rara vez dejan de
258
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

hacerlo por su parte los hierofantes de la Magia Blanca.

Los hindúes creen tan firmemente como los servíos y


húngaros en los vampiros. “El hecho de un espectro que
reaparece para chupar la sangre humana, dice el Dr. Pierart
famoso mesmerizador, en un artículo sabio de la Revue
Spiritualiste, volumen IV, no es tan inexplicable como parece, y
menos para los espiritistas, quienes admiten los fenómenos
llamados de bicorporeidad o duplicación del alma. Esas manos
espectrales que hemos estrechado, esos miembros
materializados que tan palpablemente hemos visto en las
sesiones mediumnímicas, son una prueba evidente acerca de
cuántas y cuántas cosas son posibles, bajo condiciones
favorables, para esos espectros de lo astral evocados por ellas.”

Al así expresarse el respetable médico, no hace sino


reproducir la teoría cabalista acerca de los shandim, o sea de la
categoría más inferior de todos los seres espirituales. Al
referirnos Maimónides en su obra Abodah Sarah que las gentes
de su tiempo se veían obligadas a mantener íntimas relaciones
con sus difuntos, describen las fiestas de sangre que en tales
casos se celebraban. Cavaban al efecto un hoyo en el suelo en el
cual vertían sangre fresca y, colocando encima del mismo una
mesa, evocaban a los espíritus, quienes presurosos acudían,
contestando a todas sus preguntas. No obstante de ello, Pierart,
con toda su doctrina teurgista acerca del vampirismo, se
muestra indignadísimo contra la superstición del clero al
ordenar que se atraviese con una estaca el corazón de todo
cadáver sobre quien hayan recaído sospechas de vampirismo.

En tanto que la forma astral del muerto no esté


completamente desprendida del cuerpo, existe, en efecto, cierta
trabazón en virtud de la cual, mediante la atracción magnética,
puede obligarse a aquella forma a que retorne y se posesione de
nuevo del cuerpo. Acontece en ocasiones que la forma astral no
se ha desprendido de éste más que a medias, por decirlo así,
cuando el cuerpo es enterrado por presentar todas las

259
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

apariencias de una muerte efectiva. En semejantes horribles


casos, el alma astral, aterrada, retorna violentamente a su
envoltura de carne, y entonces la desdichada víctima, o bien
acaba de morir realmente tras el paroxismo de las atroces
angustias de la sofocación, o bien, si durante su existencia
terrestre, ha sido groseramente material, se convierte en un
vampiro…

En este segundo caso, empieza para el mísero cataléptico,


así enterrado en vida, una existencia verdaderamente
bicorpórea, en la que el cuerpo que yace aprisionado en la
tumba es sostenido con la sangre o fluidos vitales que sus
cuerpos astrales fantasmáticos roban aquí y allá a los vivos,
porque, es sabido, que esta última forma etérea puede ir donde
le plazca y, en tanto que el lazo que la mantiene unida al cuerpo
no se rompa, vagar en forma ya visible ya invisible,
alimentándose arteramente de sus humanas víctimas. A juzgar
por todas las apariencias, semejante espíritu logra seguidamente
el transmitir, mediante una disposición misteriosa e invisible
que acaso llegue a ser explicada algún día, el producto de su
succiones fluidicas al cuerpo material que yace inerte en el
fondo de la tumba, contribuyendo así a perpetuar en cierto
modo aquel su estado de catalepsia,

Brierre de Boismont cita algunos casos por el estilo,


completamente auténticos, que ha tenido a bien calificar de
“alucinaciones”. “Una reciente investigación ha demostrado –
dice un periódico francés –que en 1871 dos cadáveres fueron
sometidos al infame tratamiento de la superstición popular, por
instigación del clero…¡Oh ciega preocupación!, “pero el Dr.
Pierart, citado por el escritor católico Des Monsseaux quien
resueltamente admite el vampirismo, exclama: “–¿Ciega
superstición, decís? Sí, tan ciega como gustéis, pero, ¿de dónde
provienen tales preocupaciones? ¿Por qué se han perpetuado
ellas a través de todas las épocas y en tantísimos países?
Después de la infinidad de casos de vampirismos como se han
visto, ¿debemos decir nosotros que hoy ya no sucede tal cosa y
que los casos que de ello se relatan jamás tuvieron sólido
260
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

fundamento? De la nada, nada se hace. Cada creencia, cada


costumbre, procede de los hechos y causas que le han dado
origen. Si nunca se hubiese visto aparecer en el seno de las
familias de ciertos países, seres revestidos de las ordinarias
apariencias, de los muertos yendo a chupar la sangre de una o
varias personas y si de esto no hubiese resultado la muerte por
extenuación de la víctima, nadie hubiese ido jamás a
desenterrar los cadáveres a los cementerios, ni jamás
hubiésemos presenciado nosotros el hecho increíble de haberse
encontrado personas enterradas varios años antes, con el
cuerpo blando y flexible, los ojos abiertos, la tez sonrosada, con
la boca y narices llenas de sangre y manando sangre a torrentes
en el acto de ser decapitada”.

Uno de los más importantes ejemplos de vampirismo figura


en las cartas reservadas del filósofo, marqués d'Argens, y en la
Revue Britanique de Marzo de 1837, el viajero inglés Pashley
describe algunos casos de que tuvo noticia en la isla de Candía.
El Dr. Jobard, sabio belga, anticatólico y antiespiritista, da
testimonio de otros casos análogos en su obra acerca de Les
Hauts Phenomenes de la Magie, pág. 199.

“No quiero examinar, dice el obispo de Avrauches Huet


(Huetiana, página 81), si los casos de vampirismo que se relatan
diariamente son verdaderos o meros frutos de un error popular,
mas es lo cierto que han sido atestiguados por tantos autores
competentes y fidedignos y por un número tan considerable de
testigos de vista, que nadie debe decidirse en esta cuestión sin
contar con una gran dosis de prudencia.”

Aquel buen señor de Des Mousseaux, que tanto se ha


molestado recogiendo materiales para su teoría demonológica,
nos sale con algunos ejemplos sensacionales para demostrar
que todos estos casos se deben a la intervención del diablo, el
cual toma las formas fantasmáticas de los muertos para
revestirse de ellas y vagar por las noches chupando la sangre de
las gentes, explicación que a nosotros nos parecería excelente si

261
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

no pudiésemos arreglarnos con otras mejores sin traer a la


escena a personaje tan siniestro. Si de una vez para siempre
queremos creer en el retorno de los espíritus, tenemos una
multitud de perversos sensualistas, miserables y criminales de
todas clases, especialmente suicidas, capaces de rivalizar en
malicia con el mismísimo diablo en sus mejores días, que ya es
bastante por sí solo el vernos actualmente obligados a creer en
lo que vemos y sabemos que es un hecho, o sea en los espíritus, sin
necesidad de añadir a nuestro panteón de espectros a un diablo
a quien nadie ha visto nunca.

Sin embargo, en lo que al vampirismo se refiere, hay


particularidades interesantísimas que recoger, desde el
momento en que la creencia en tal fenómeno ha existido desde
las épocas más remotas en todos los países. Las naciones
eslavas, los griegos, válacos y servios, dudarían primero de la
existencia de sus enemigos los turcos que del hecho relativo a la
existencia de los vampiros. Los brucolak o vurdalak, como son
denominados estos últimos, son huéspedes sobrado familiares
en el hogar eslavo para que se dude de ellos. Escritores del
mayor talento, hombres tan integérrimos como llenos de
perspicacia, se han ocupado del asunto creyendo en él por
supuesto.…¿De dónde proviene esta máxima creencia a través
de los tiempos; esa identidad de detalles y analogías en las
descripciones de aquel singular fenómeno, que encontramos en
el testimonio jurado de pueblos extraños los unos a los otros y
que discrepan, sin embargo, por completo respecto a otras
varias supersticiones?

“Hay –dice Dom Calmet, escéptico monje benedictino del


siglo XIX, en su artículo Apparitions (vol. II, pág. 47 de la obra
antes citada) –dos procedimientos distintos para destruir la
creencia de estos pretendidos espectros…El primero consiste en
explicar los prodigios del vampirismo por medio de meras
causas físicas: el segundo en negar completamente la verdad de
tales relatos, cosa que consideramos lo más seguro y más
prudente”.

262
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El primer procedimiento de explicar, en efecto, el


vampirismo por medio de causas físicas, aunque ocultas, es el
adoptado por la escuela de Mesmerismo de Pierart, y, no son
ciertamente los espiritistas quiénes más derecho puedan tener
de rechazar lo plausible de esta explicación. El segundo plan, sin
embargo, es el adoptado por los hombres de ciencia y por los
escépticos. Según advierte Des Mousseaux, no hay camino que
menos filosofía requiera que este procedimiento expedito de la
negación rotunda de lo que se ignora.

“Cierto día –añade Dom Calmet –empezó a aparecerse


inopinadamente a los habitantes de una aldea, cerca de Kodom,
el espectro de un pastor, y, a consecuencia del susto, o bien por
otra causa cualquiera, todos murieron antes de una semana.
Exasperados los demás campesinos ante aquello, fueron en
busca del cadáver del pastor y le desenterraron, clavándole con
una gran estaca en el suelo. Otra vez se apareció, sin embargo su
espectro aquella. misma noche, sumiendo a la población en
terrores casi apocalípticos y matando por sofocación a varios
habitantes, en vista de lo cual, las autoridades locales
entregaron el cuerpo del pastor al verdugo, el cual le quemó en
un campo vecino. El cadáver –añade Des Mousseaux al comentar
el hecho –aullaba como un loco, pateando y resistiéndose como
si estuviese vivo, arrojando rojas oleadas de sangre por la
herida de la estaca, y las apariciones de su espectro no cesaron
hasta que el cuerpo todo no quedó reducido a cenizas.

“En más de una ocasión –continúa Dom Calmet –varios


agentes de la justicia visitaron los lugares que, según públicos
rumores, eran frecuentados por espectros. Los cadáveres de
éstos fueron al punto exhumados y siempre se observó sano y
sonrosado el cuerpo de todos los sospechosos de vampirismo.
Se observaba también que los objetos familiares de las casas
antaño habitadas por ellos en vida, se movían extrañamente sin
que nadie los tocase. Por un celo muy natural, las autoridades se
negaban generalmente a la cremación o a la decapitación, sin
cumplir antes los procedimientos legales: se citaban, pues,
testigos, y sus declaraciones eran oídas y atentamente
263
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

meditadas. Luego se pasaba al examen de los cadáveres


desenterrados, y si presentaban, por su parte, las inequívocas
señales dichas de su vampirismo, eran entregados al verdugo.
“La dificultad principal, empero, de todo esto –termina Dom
Calmet –consiste en saber el cómo y cuándo estos vampiros
pueden abandonar sus tumbas y, luego de realizar sus proezas,
tornar a entrar en ellas, sin que parezca que la tierra haya sido
removida lo más mínimo, habiéndosele visto por los testigos con
sus habituales vestidos, comiendo y vagando en fin, de un lado a
otro, cual si estuviesen vivos…Y si todo ello no es sino pura
fantasía por parte de quienes se vieron favorecidos por
semejantes visitas, ¿por qué, indefectiblemente se encuentran
luego en sus respectivas sepulturas los cadáveres de tales
espectros, frescos y flexibles, llenos de sangre, y sin ofrecer en
su cuerpo señales de descomposición alguna?

¿Cómo explicar el que al día siguiente de la noche en que


repetidos espectros aterrorizaron con su aparición a los vecinos,
sus pies resultaban sucios, y cubiertos de barro, cosa que no se
observaba en modo alguno con los demás cadáveres del mismo
cementerio? ¿Por qué, una vez quemados los cuerpos de los
vampiros, nunca tornan a aparecer sus espectros y por qué, en
fin, han ocurrido casos semejantes con tanta frecuencia en este
país, haciendo imposible el desterrar de él tamañas
supersticiones?”.

Existe, a no dudarlo, un estado de semimuerte, fenómeno de


naturaleza desconocida y desechado, por tanto, como
superstición por la fisiología y la psicología de nuestra época. En
semejante estado, el cuerpo está virtualmente muerto, y en los
casos de aquellas personas en los que la materia haya
predominado sobre el espíritu, sin que una perversión absoluta,
sin embargo, haya destruido “el hilo de oro” que une al alma
humana con su Supremo Espíritu, una vez que el cuerpo físico
yace abandonado a sí mismo, el alma astral se irá
desprendiendo de él por medio de esfuerzos graduales,
separándose completamente de aquél al romper el eslabón
último de los corpóreos vínculos. A partir de este momento, una
264
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

polarización magnética repelerá violentamente al hombre


etéreo, de la masa orgánica de su cuerpo, ya en franca
descomposición, y toda la dificultad consiste, primero, en que
nosotros nos imaginamos que el momento de tal separación
entre los dos cuerpos es aquel en que el hombre es declarado
muerto por la ciencia, y no después, y segundo, en la
incredulidad dominante acerca de la existencia, sea del alma,
sea del espíritu, mantenida injustamente por esa misma ciencia.

Pierart trata de demostrar en su trabajo que son siempre


peligrosos los enterramientos prematuros, aun cuando ofrezca
señales indudables de putrefacción. “Los infelices muertos
catalépticos –dice –enterrados como muertos efectivos en
lugares secos y frescos en donde el cuerpo no puede ser destruido
por causas locales, su espíritu, (es decir, su cuerpo astral),
revistiéndose de un cuerpo fluidico (o etéreo) se ve impelido a
abandonar su tumba y a ejecutar, a expensas de los seres
vivientes, los actos peculiares de su vida física, los de nutrición
muy especialmente, y cuyos elementos gracias a un misterioso
lazo existente entre el cuerpo y el alma, lazo que la ciencia
espiritualista explicará algún día, son transmitidos al cuerpo
material que yace en la sepultura, ayudándole de este modo a
conservar su mísera existencia. Semejantes espíritus, vagando
en sus cuerpos efímeros, han sido vistos con frecuencia
alejándose o retornando a los cementerios, y se ha sabido que,
cayendo sobre vivos, les han chupado la sangre,
vampirizándoles. Ulteriores investigaciones judiciales, luego,
han venido a demostrar que, a consecuencia de tamaña
monstruosidad, sobrevenía una extraordinaria hemación o
desangre de las víctimas, quienes por ello, más de una vez
habían sucumbido.”

Así, pues, al tenor del piadoso consejo de Dom Calmet, o


debemos persistir en negar los hechos, o bien, si es que hemos
de aceptar los testimonios humanos y legales, muy dignos de
respeto, aceptar la única explicación posible dada por Glanvil al
decir en el volumen II, pág. 70 de su Sadducismus Triumphalus,
que “las almas de los difuntos se encarnan en vehículos aéreos o
265
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

etéreos, como está plenamente comprobado por hombres tan


eminentes como el Dr. More, al evidenciar que semejante
doctrina fue siempre la de los Santos Padres y los más antiguos
filósofos…”

Antes de abandonar el repulsivo tema del vampirismo, y sin


otra garantía que la de habérnoslo comunicado varios testigos
fidedignos, queremos citar un caso más para que pueda servir
de ejemplo:

A principios de este siglo, acaeció en Rusia uno de los más


horribles casos de vampirismo que la Historia registra. El
gobernador de la provincia de Tch*** era un hombre de unos
sesenta años, y de un carácter celoso, malicioso y cruel.
Investido de una autoridad despótica, la ejercía sin
contemplación alguna, llevado siempre del primer impulso de
sus brutales instintos. Se había enamorado el gobernador de
una linda muchacha, hija de un oficial subordinado suyo, y, a
pesar de que la doncella estaba prometida a un joven que la
amaba extraordinariamente, el tirano obligó al padre de la
muchacha a que la desposase con él y no con el joven. Presa de
la mayor desesperación, la pobre víctima llegó a ser la esposa
del viejo, quien bien pronto se mostró lleno de celos, llegando
hasta golpearla y encerrarla semanas enteras en su domicilio sin
dejarla hablar con nadie más que en su presencia. Por último, el
odioso gobernador cayó enfermo cierto día y murió; pero al
sentir ya próximo su inevitable fin, hizo jurar a su esposa que no
se volvería a casar, conminándola, con las más horribles
imprecaciones, de que en el caso de que faltase a su juramento,
llegaría hasta salir del sepulcro, y la mataría.

El tirano fue enterrado en el cementerio de la ciudad que


cae al otro lado del río, y su libertada viuda, de allí a poco,
venciendo sus escrúpulos por su juramento, dió de nuevo oídos
a las instancias de su antiguo novio, y quedaron comprometidos
ambos para casarse en plazo breve.

266
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

La noche misma de la acostumbrada fiesta esponsalicia,


cuando ya se había retirado todo el mundo, se alborotó la
antigua casa con unos angustiosos gritos de horror y lamentos
que salían de la cámara de la novia. Se forzaron al punto las
puertas y se vio con sorpresa que la infeliz mujer yacía
desmayada en su lecho, al par que se percibía el ruido como de
un carruaje saliendo del patio. El cuerpo de la joven estaba lleno
de cardenales debidos, al parecer, a fuertes pellizcos recibidos, y
en su cuello se veía una como ligerísima punzada de la que
brotaban gotitas de sangre. Todo el mundo quedó pronto
pasmado de. horror al volver en sí la viuda y narrar aterrorizada
que su difunto marido, el gobernador, había entrado
súbitamente y sin saber cómo en la cerrada habitación,
exactamente como en vida, con la diferencia de presentar en su
semblante una horrible palidez cadavérica, y la había golpeado y
pellizcado cruelmente, después de haberle echado en cara su
inconstancia.

Inútil es añadir que nadie dió crédito a semejante relato,


pero a la mañana siguiente el centinela apostado en el otro
extremo del puente por el que cruza el río, refirió que,
momentos antes de la media noche, un carruaje arrastrado por
seis caballos, pasó con velocidad vertiginosa por el puente, en
dirección de la ciudad y sin hacer el menor caso de las voces de
¡alto!, que se le dieron.

El nuevo gobernador, que no creía en la historia de


semejante aparición, tornó la precaución, sin embargo, de
doblar los centinelas de la otra parte del puente, a pesar de lo
cual, el suceso se repetía noche tras noche con desesperante
regularidad. Los soldados custodios de la barrera del pontazgo,
declaraban unánimes que, a pesar de todos sus cuidados y de los
esfuerzos hechos para detenerle, el fantástico carruaje pasaba
velozmente por delante sin que fuesen ellos capaces de
impedirlo. Todas las noches también se oía en el patio de la casa
el mismo ruido, prolongado y sordo, del coche consabido; los
vigilantes, juntamente con los criados y la familia de la viuda.
quedaban sumidos al punto en un profundo sueño, y todas las
267
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

mañanas resultaba, en fin, la pobre víctima, magullada,


ensangrentada y desfallecida.

No hay que decir la consternación que tamaño suceso


producía ya en toda la ciudad. Los médicos no acertaban a
explicar aquel caso; los sacerdotes se constituían en el palacio
de la viuda para en él pasar la noche en oración, mas al
acercarse el instante de la media noche todos caían presa de un
letargo invencible. El mismo arzobispo llegó de la capital y
practicó en persona la ceremonia del exorcismo, pero a la
mañana siguiente se halló a la viuda en estado más deplorable
que nunca y ya próxima a morir.

Para calmar, en fin, al horrorizado vecindario, el


gobernador se vio obligado a adoptar las medidas más severas.
Situó a cincuenta cosacos a lo largo del puente con orden
terminante de detener a todo trance al carruaje–fantasma.
Sonaron, sin embargo, las doce campanadas de la media noche y
se vio venir veloz el coche por el camino del cementerio. El
oficial de guardia y un sacerdote, crucifijo en mano, se plantaron
delante de la barrera del pontazgo, gritando a la vez:

–En el nombre de Dios y en el del Czar, ¿quién viene aquí? –


A lo que, una cabeza harto conocida por todos, apareció por la
ventanilla del coche, y una voz, que no lo era menos, contestó
con energía:

–¡El Consejero secreto de Estado y Gobernador C!…–y en el


mismo instante, el sacerdote, el oficial y los cincuenta soldados
fueron lanzados violentamente a un lado, cual sacudidos por
una conmoción eléctrica, al par que el fantástico y lujoso tren
cruzaba veloz sin que nadie pudiese detenerle.

El arzobispo, entonces, y como último recurso, apeló al


procedimiento sancionado por el tiempo, o sea el de desenterrar
el cuerpo y clavarlo en tierra por medio de una aguda estaca de

268
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

roble que le atravesase el corazón, cosa que fue puntualmente


ejecutada con gran pompa religiosa y en presencia de todo el
pueblo. Los narradores del maravilloso hecho me aseguraron
que el cuerpo del gobernador se halló, en efecto, repleto de
sangre y con las mejillas y los labios rojos. En el momento de
clavarte la estaca exhaló un gemido, mientras que un gran
chorro de sangre brotó con ímpetu a bastante altura.

El arzobispo pronunció luego el exorcismo acostumbrado,


y, desde entonces, no se oyó hablar más del vampiro ni de su
fantástico carruaje.

Hasta qué punto las circunstancias del caso hayan podido


ser exageradas por la tradición, no podemos decirlo, pero
nosotros lo sabemos hace años por un testigo ocular, y aun hoy
día existen aún familias en Rusia cuyos ancianos miembros
recuerdan fielmente el espantoso suceso.

269
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

LOS SUEÑOS
Dreams, 1890
Adyar Pamphlet Nro. 7

PREGUNTA: ¿Cuáles son los “principios”1 que están activos


durante el sueño?

RESPUESTA: El “principio” activo durante el sueño ordinario –


el cual debe distinguirse del verdadero sueño, y al cual se le
llama sueño frívolo– es “Kama”, el asiento del Ego personal2 y
del deseo, despertado a la actividad caótica por las adormecidas
reminiscencias del Manas inferior.

P: ¿Qué es el “Manas inferior”?

R: Generalmente se le llama alma animal; (el Nephesh de los


Kabalistas hebreos). Es el rayo que emana del Manas superior o
Ego permanente, y ese “principio” es el que forma la mente
humana y, en los animales, el instinto, porque los animales
también sueñan3. La acción combinada de “Kama” y del “alma
animal” es, sin embargo, meramente mecánica. Es el instinto, no
la razón, lo que está activo en ellos. Durante el sueño del cuerpo,
mecánicamente reciben y envían descargas eléctricas hacia y
desde diversos centros nerviosos. El cerebro es apenas
impresionado por ellas, y la memoria las almacena,
naturalmente, sin orden ni secuencia. Al despertar, estas
impresiones se borran gradualmente, como ocurre con
cualquier sombra fugaz que no tiene ninguna base real o
sustancia que la respalde. La facultad retentiva del cerebro, sin
embargo, sólo podrá registrarlas y conservarlas siempre que
hayan sido fuertemente impresas. Pero, por regla general,
nuestra memoria registra solamente las impresiones fugaces y
deformadas que recibe el cerebro en el momento de despertar.
Este aspecto de los “sueños”, sin embargo, ha sido
suficientemente observado, y correcta y suficientemente
descrito en las modernas obras de fisiología y biología, dado que
tales sueños humanos no difieren mucho de los sueños de los
animales. Lo que es enteramente terra incognita para la ciencia
son los verdaderos sueños y experiencias del Ego superior, a los
270
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

que también se denomina sueños, pero que no deberían


denominarse así, o se debería cambiar el nombre de las otras
“visiones” del sueño.

P: ¿En qué difieren éstas?

R: La naturaleza y funciones de los sueños verdaderos, no


pueden ser comprendidos a menos que admitamos la existencia
de un Ego inmortal en el hombre mortal, independiente del
cuerpo físico, pues el asunto se vuelve totalmente
incomprensible a menos que creamos –lo cual es un hecho– que
durante el sueño queda solamente una animada forma de
arcilla, cuyos poderes de pensar independientemente están
enteramente paralizados. Pero si admitimos la existencia de un
Ego superior o permanente en nosotros –el cual no debe ser
confundido con lo que llamamos “Yo superior”– podemos
comprender que aquello que a menudo consideramos como
sueños, generalmente aceptados como frívolas fantasías, son, en
verdad, páginas sueltas, arrancadas de la vida y experiencias del
hombre interno, cuyo confuso recuerdo, ha sido deformado más
o menos por nuestra memoria física, en el momento de
despertar. Esta última capta, mecánicamente, unas pocas
impresiones de los pensamientos, de los hechos presenciados, y
de los actos realizados por el hombre interno durante sus horas
de completa libertad. Porque nuestro Ego vive su propia vida
independiente dentro de su prisión de arcilla todas las veces
que se libera de los estorbos de la materia, como ser: durante el
sueño del hombre físico. Es este Ego el actor, el hombre real, el
verdadero ser humano. Pero el hombre físico no puede sentir ni
ser consciente durante los sueños; porque la personalidad, el
hombre externo, con su cerebro y aparato pensante, está hasta
cierto punto paralizado.

Podríamos muy bien comparar al Ego real, con un prisionero, y


a la personalidad física, con el carcelero de su prisión. Si el
carcelero se duerme, el prisionero escapa, o, por lo menos,
traspone las paredes de su prisión. El carcelero está
semidormido y mira, cabeceando, todo el tiempo fuera de la

271
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ventana, a través de la cual sólo puede captar vislumbres


ocasionales de su prisionero, como si se tratara de una vaga
sombra que se estuviera moviendo enfrente de él. Pero, ¿qué
puede percibir, o qué puede conocer él de las verdaderas
acciones, y especialmente de los pensamientos, de aquél a quien
custodia?

P: Los pensamientos del uno ¿no se imprimen sobre el otro?

R: No, por lo menos durante el sueño; porque el Ego real no


piensa del mismo modo que su efímera y transitoria
personalidad. Durante las horas de vigilia, los pensamientos y la
voz del Ego superior llegan, o no llegan, hasta su carcelero, el
hombre físico; pues ellos constituyen la Voz de la Conciencia,
pero durante su sueño, ellos son, absolutamente, la Voz en el
Desierto. En los pensamientos del hombre verdadero, o de la
“individualidad” inmortal, las imágenes y visiones del Pasado y
del Futuro están como Presente; y sus pensamientos no son
como los nuestros, imágenes subjetivas en nuestra cerebración,
sino actos y hechos vivientes, realidades del tiempo presente.
Son realidades, así como lo eran cuando el habla, sólo expresada
en sonidos, no existía; cuando los pensamientos, eran cosas, y
los hombres no necesitaban expresarlos en palabras; porque
instantáneamente ellos mismos se resolvían en acciones
mediante el poder de Kriya–Sakti4, ese poder misterioso que
instantáneamente transforma las ideas en formas visibles, y
éstas eran tan objetivas para el “hombre” de la primitiva tercera
raza5 como los objetos visibles lo son ahora para nosotros.

P: ¿Cómo explica, entonces, la Filosofía Esotérica, la transmisión


de algunos fragmentos, aunque sean pocos, de esos pensamientos
del Ego a nuestra memoria física, la cual, a veces, los retiene?

R: Todos ellos se reflejan en el cerebro de la persona que


duerme, cual las sombras exteriores que se proyectan sobre las
paredes de lona de una tienda de campaña, las cuales el
ocupante ve al despertar. Entonces, el hombre piensa que ha
soñado todo eso, y lo siente como si lo hubiera vivido por

272
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

conducto de algo, mientras que en realidad son los


pensamientos–acciones del verdadero Ego lo que él ha percibido
vagamente. A medida que va despertando plenamente, sus
recuerdos se vuelven, a cada minuto, más deformes, y se
mezclan con las imágenes proyectadas por el cerebro físico, bajo
la acción del estímulo que obliga a despertar al que duerme.
Estos recuerdos, por el poder de asociación, ponen en
movimiento varios órdenes de ideas.

P: Es difícil comprender cómo el Ego puede actuar durante la


noche en sucesos que han ocurrido hace tiempo. ¿No quedó
establecido que los sueños no son subjetivos?

R: ¿Cómo podrían ser subjetivos cuando el estado de sueño, es


él también, para nosotros, y en nuestro plano, de todos modos,
algo subjetivo? Para el que sueña (en este caso, el Ego), en su
propio plano, las cosas de ese plano son tan objetivas para él,
como nuestros propios actos lo son para nosotros.

P: ¿Cuáles son los sentidos que actúan en los sueños?

R: Los sentidos del que duerme reciben choques ocasionales, y


son despertados por la acción mecánica; lo que oye y ve es,
como se ha dicho, un reflejo deformado de los pensamientos del
Ego. Este último es altamente espiritual y está ligado muy
estrechamente con los principios superiores: Buddhi y Âtmâ.
Estos elevados principios están inactivos por completo en
nuestro plano, y el mismo Ego superior (Manas) está más o
menos inactivo durante el estado de vigilia del hombre físico.
Este es, particularmente, el caso de las personas de mente muy
materialista. Están inactivas las facultades espirituales porque
el Ego está tan impedido por la materia, que apenas puede
prestar toda su atención a las acciones del hombre, aun cuando
el último cometa pecados por los cuales ese Ego –cuando se
reúna con su Manas inferior – tenga que sufrir, de mancomún,
en el futuro. Son, como he dicho, las impresiones proyectadas en
el hombre físico por este Ego, lo que constituye eso que
denominamos “conciencia”; y en la proporción en que la

273
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Personalidad, el Alma inferior (o Manas), se una a su conciencia


más elevada o Ego, es que la acción del último sobre la vida del
hombre mortal se caracteriza más.

P: ¿Este Ego, entonces, es el “Ego superior”?

R: Sí; es el Manas superior iluminado por Buddhi; el principio de


la autoconciencia, el “Yo–soy–yo”, en síntesis. Es el Kârâna–
Sarîra, el hombre inmortal que pasa de una encarnación a otra.

P: ¿Es el “registro” o “tabulario de la memoria”, en el verdadero


estado de sueño, diferente al del estado de vigilia?

R: Puesto que los sueños son, en realidad, las acciones del Ego
durante el sueño físico, ellos naturalmente, están registrados en
su propio plano y producen sus pertinentes efectos sobre éste.
Pero, debe recordarse siempre, los sueños son, en general, tales
como los conocemos: simplemente nuestros recuerdos
brumosos de esos hechos, en el estado de vigilia.
Indudablemente ocurre con frecuencia, que no recordamos
haber soñado nada, pero más tarde, en el transcurso del día, la
reminiscencia del sueño surge, de improviso, en nosotros.
Acerca de esto existen varias causas. Se asemeja a lo que
algunas veces nos ocurre a cada uno de nosotros:
frecuentemente una sensación, un olor, hasta un ruido casual, o
un sonido, nos traen de pronto a la mente sucesos durante
mucho tiempo olvidados, escenas y personas. Algo de lo que ha
sido visto, hecho, o pensado por el “actor nocturno”, el Ego, se
imprimió en aquel momento en el cerebro físico, pero no fue
llevado a la consciente y alerta memoria, debido a alguna
circunstancia u obstáculo físico. Esta impresión se registra en el
cerebro, en su correspondiente célula o centro nervioso, pero,
debido a alguna circunstancia accidental, le “falla el tiro” por así
decir, hasta que algo le da el impulso necesario. Entonces, el
cerebro la introduce inmediatamente dentro de la memoria
consciente del hombre despierto; pues tan pronto como las
condiciones requeridas le han sido proporcionadas, ese
particular centro entra en actividad y realiza el trabajo que tenía

274
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

que cumplir pero que, en aquel momento, estaba impedido de


completar.

P: ¿Cómo se realiza este proceso?

R: Existe una especie de consciente comunicación “telegráfica”


que actúa incesantemente, día y noche, entre el cerebro físico y
el hombre interno. El cerebro es algo tan complejo, tanto física
como metafísicamente, que puede compararse a un árbol cuya
corteza podéis quitar, capa tras capa, siendo cada capa diferente
de todas las demás, y teniendo cada una su propio y especial
trabajo, su función, y sus propiedades.

P: ¿Qué es lo que distingue a los estados de la memoria e


imaginación “que sueñan”, deaquellos de la conciencia despierta?

R: Durante el sueño, la memoria física y la imaginación son,


naturalmente pasivas, porque la persona que sueña está
dormida: su cerebro está dormido, su memoria está dormida,
todas sus funciones se encuentran durmiendo y en reposo.
Solamente cuando se las estimula, como os he dicho, despiertan.
De este modo, la conciencia de la persona que duerme no está
activa, sino pasiva. El hombre interno, sin embargo, el
verdadero Ego, actúa independientemente durante el sueño del
cuerpo; pero es dudoso que cualquiera de nosotros –a menos
que esté completamente familiarizado con la fisiología del
ocultismo– pueda comprender la naturaleza de su acción.

P: ¿Qué relación tienen la Luz Astral 6, el Akâsa 7 con la


memoria?

R: La primera es el “tabulario de la memoria” del hombre


animal; la última, la del Ego espiritual. Los “sueños” del Ego, lo
mismo que los actos del hombre físico, están todos registrados,
desde que ambos son acciones basadas en causas que producen
sus efectos. Nuestros “sueños”, siendo simplemente el estado de
vigilia y las acciones del verdadero Yo8, deben, naturalmente,
estar registrados en alguna parte. Leed el artículo “Visiones

275
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Kármicas”, publicado en Lucifer, y reparad en la descripción del


verdadero Ego, el cual permanece sentado como un espectador
delante de la vida del héroe, y hallaréis quizá, algo que os llame
la atención.

P: ¿Qué es, en realidad, la Luz Astral?

R: Como la Filosofía Esotérica nos lo enseña, la Luz Astral, es


simplemente la escoria del Âkâsa o Ideación universal, en su
sentido metafísico. Aunque invisible es, no obstante, y por así
decir, la radiación fosforescente de la última, y el intermediario
entre ella y las facultades pensantes del hombre. Son estas
últimas las que mancillan la Luz Astral y la hacen lo que es: el
almacenamiento de todas las iniquidades humanas, y de modo
especial, de las psíquicas. En su formación primordial, la Luz
Astral, como radiación, es completamente pura aunque, cuanto
más hacia abajo desciende, y se aproxima a nuestra esfera
terrestre, más se diferencia, convirtiéndose, como consecuencia
de ello, en impura en su mismísima constitución. Pero el
hombre contribuye de modo considerable a esta corrupción y
restituye su esencia mucho peor de lo que la recibió.

P: ¿Podría explicarnos de qué modo se relaciona ella con el


hombre, y cuál es su acción en la vida de sueño?

R: La diferenciación en el mundo físico es infinita. La Ideación


universal (o Mahat, si lo preferís), envía su radiación
homogénea al mundo heterogéneo, y éste alcanza a las mentes
humanas o personales por medio de la Luz Astral.

P: Pero, ¿no reciben nuestras mentes su iluminación directamente


desde el Manas superior por medio del Manas inferior? Y, ¿no es el
primero la pura emanación de la Ideación divina: los “Mânasa–
Putras”, los cuales encarnaron en los hombres?

R: Lo son. Los Mânasa–Putras 9 individuales o Kumâras son las


radiaciones directas de la Ideación divina; son “individuales” en
el sentido de una posterior diferenciación, debido a

276
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

innumerables encarnaciones. En suma, ellos son la totalidad


colectiva de esa Ideación, que se convierte, en nuestro plano, o
desde nuestro punto de vista, en Mahat, del mismo modo que
los “Dhyân Chohans” son, en su conjunto o totalidad, la
PALABRA o “Logos”, en la formación del mundo. Si las
Personalidades (Manas inferiores o mentes físicas) estuvieran
inspiradas e iluminadas únicamente por sus elevados alter Egos,
pocos pecados existirían en este mundo. Pero no lo están; y, al
hallarse apresadas en las redes de la Luz Astral, se separan cada
vez más de sus padres, los Egos. Leed y estudiad lo que dice
Eliphas Lévi acerca de la Luz Astral, a la que él denomina Satán y
la Gran Serpiente. La Luz Astral ha sido tomada demasiado
literalmente para que signifique alguna especie de segundo cielo
azul. Este espacio imaginario, sin embargo, en el que están
impresas las incontables imágenes de todo lo que siempre fue,
es y será, no es más que una demasiado triste realidad. Se
convierte en (y es para el hombre, si es algo psíquico, ¿quién no
lo es?) un Demonio tentador, su “ángel malo”, y él inspirador de
todas sus peores acciones. Actúa aún sobre la voluntad del
hombre mientras duerme, mediante visiones impresas sobre su
adormecido cerebro (visiones que no deben ser confundidas
con los “sueños”), y estos gérmenes dan sus frutos cuando el
hombre despierta.

P: ¿Cuál es el papel desempeñado por la voluntad en los sueños?

R: La voluntad del hombre externo, nuestra volición, está


naturalmente dormida e inactiva durante el sueño; pero una
cierta inclinación puede dársele a la adormecida voluntad
mientras dura su inactividad, y ciertos resultados posteriores,
desarrollados por la acción recíproca –producida casi
mecánicamente– mediante la unión de dos o más “principios” en
uno, de modo que actúen en perfecta armonía, sin ninguna
fricción, sin ninguna nota falsa, cuando despierte. Pero, este es
uno de los recursos de la “magia negra” que, cuando se usa con
buenos propósitos, pertenece al adiestramiento del Ocultista.
Debe estar uno muy adelantado en el “sendero” para tener una
voluntad que pueda actuar conscientemente durante el sueño

277
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

físico, o actuar sobre la voluntad de otra persona durante el


sueño de esta última; por ejemplo: dominar sus sueños, y de
este modo, dominar sus acciones cuando despierte.

P: Se nos ha enseñado que el hombre puede unir todos sus


“principios” en uno solo: ¿qué significa esto?

R: Cuando un Adepto10 alcanza éxito en hacer tal cosa es un


Jivanmukta 11 y, virtualmente, ya no es más de esta tierra; se
convierte en un Nirvâni 12 pudiendo entrar en Samadhi 13 a
voluntad. Generalmente se clasifica a los Adeptos según el
número de “principios” que tienen bajo su perfecto dominio,
porque aquello que denominamos voluntad, tiene su asiento en
el Ego superior, y este último, cuando está libre de su
personalidad cargada de pecados, es divino y puro.

P: ¿Qué papel desempeña el Karma 14 en los sueños? En la India


dicen que todos los hombres reciben la recompensa o el castigo de
todos sus actos, ya sea en el estado de vigilia, o durante el estado
de sueño.

R: Si eso dicen, es porque han conservado en toda su pureza, y la


recuerdan, la tradición de sus antepasados. Ellos saben que el
Yo es el verdadero Ego, y que él vive y actúa, aunque en plano
diferente. La vida externa es como un “sueño” para este Ego,
mientras que la vida interna, o sea la vida en lo que
denominamos “plano del sueño” es, para él, la vida verdadera.
Por eso los hindúes (los profanos, naturalmente), dicen que
Karma es generoso y recompensa al hombre verdadero durante
el sueño, del mismo modo que lo hace la falsa personalidad en la
vida física.

P: ¿Cuál es, “kármicamente” la diferencia entre los dos?

R: El hombre físico animal es tan poco responsable como un


perro o un ratón. Para la forma corpórea, todo termina con la
muerte del cuerpo. Pero el verdadero Yo, el que proyectó su
propia sombra o inferior personalidad pensante, que

278
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

desempeñó su papel y tiró de los hilos durante la vida del


autómata físico, tendrá que sufrir, juntamente con su factotum y
alter ego, en su encarnación próxima.

P: Pero ambos, el Manas superior y el inferior, son uno: ¿no es así?

R: Lo son, y sin embargo, no lo son; y ese es el gran misterio. El


Manas superior o Ego es esencialmente divino, y, por
consiguiente, puro; ningún desdoro le puede mancillar, ni
tampoco ningún castigo puede alcanzarle, per se, puesto que es
inocente y no interviene en las deliberadas transacciones de su
Ego inferior. Empero, a pesar del hecho de que es dual, y que
durante la vida, el Ego superior es distinto del inferior, “el Padre
y el Hijo” son uno; por ello, al reunirse con su progenitor el Ego,
el Alma inferior fija e imprime en él tanto sus malas como sus
buenas acciones; ambos tienen que sufrir. El Ego superior,
aunque inocente y sin tacha, tiene que padecer el castigo de las
malas acciones cometidas por el Yo inferior, junto con él, en una
futura encarnación. La doctrina de la expiación en su totalidad
está fundada sobre este viejo principio esotérico; porque el Ego
superior es el prototipo de aquello que, en la tierra, es el tipo, o
sea la personalidad. Para los que la comprenden es, una vez
más, la vieja historia védica de Visvakarman, demostrada en
forma práctica. Visvakarman, el omnividente Dios–Padre, que
está más allá de la comprensión de los mortales, termina, como
hijo de Bhuvana, el Espíritu Santo, por sacrificarse él a sí mismo,
para la salvación de los mundos. En la filosofía hindú, el místico
nombre del Ego superior es Kshetrajna, o sea el “Espíritu
encarnado”, aquello que conoce y da forma a kshetra, “el
cuerpo”. Averiguad la etimología del nombre y hallaréis en él, el
término aja, “primogénito”, y también el de “cordero”. Todo esto
es muy sugestivo y podrían escribirse varios volúmenes sobre el
desarrollo pregenético y postgenético del tipo y del prototipo:
Cristo–Kshetrajna, el “Dios–Hombre”, el Primogénito,
simbolizado en el “cordero”. La Doctrina Secreta muestra que
los Mânasa–Putras o Egos encarnantes, han tomado sobre sí
mismos, voluntariamente y a sabiendas, la carga todos los
futuros pecados de sus futuras personalidades. Por eso, es fácil

279
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

entender que no es el señor A, ni el señor B, ni ninguna de las


personalidades que periódicamente viste el Auto–Sacrificado
Ego, quienes son los verdaderos sufrientes, sino en realidad el
inocente Christos, dentro de nosotros mismos. De aquí que los
místicos hindúes digan que el Yo Eterno, o el Ego (el uno en los
tres y los tres en el uno), es el “Auriga” o conductor; siendo las
personalidades los temporarios pasajeros; mientras que los
caballos son las pasiones animales del hombre. Por lo tanto, es
exacto decir, cuando permanecemos sordos a la Voz de la
Conciencia, que crucificamos al Christos dentro de nosotros.
Pero, volvamos a los sueños.

P: Los llamados sueños proféticos, ¿son indicio de que la persona


que sueña tiene señaladas facultades clarividentes?

R: Puede decirse, en el caso de las personas que


verdaderamente tienen sueños proféticos, que ello se debe a
que su cerebro y memoria físicos, están en más estrecha
relación y simpatía con su Ego superior, que en la generalidad
de los hombres. El Yo–Ego tiene mayores facilidades para
impresionar a la cáscara física y memoria en aquello que es de
importancia para tales personas, que en el caso de otras
personas menos dotadas. Recuérdese que el único Dios con el
que el hombre se pone en contacto, es su propio Dios, llamado
Espíritu, Alma y Mente, o Conciencia, y que estos tres son uno.

Pero hay malezas que deben ser destruidas para que crezca una
planta. Debemos morir, dijo San Pablo, para poder vivir de
nuevo. Es mediante la destrucción que podemos adelantar, y las
tres fuerzas: la conservadora, la creadora y la destructora, son
otros tantos aspectos de la divina chispa que existe en el
hombre.

P: Los Adeptos, ¿sueñan?

R: Ningún Adepto adelantado sueña. Adepto, es alguien que ha


logrado el pleno dominio sobre sus cuatro principios inferiores,
incluso el cuerpo, no permitiendo, por lo tanto, a la carne, que

280
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

siga sus inclinaciones propias. El, simplemente, paraliza su Yo


inferior durante el sueño, y se convierte en un ser
completamente libre. El sueño, tal como nosotros lo
entendemos, es una ilusión. ¿Cómo podrá soñar un Adepto,
entonces, cuando se halla exento de toda otra ilusión? Durante
el sueño, él vive simplemente en otro plano más real.

P: ¿Existen personas que nunca soñaron?

R: Según mi conocimiento, no existen en el mundo tales


personas. Todas sueñan, quien más, quien menos; solo que, en la
mayoría de las personas, los sueños se desvanecen súbitamente
al despertar. Esto depende de la condición más o menos
receptiva de los ganglios del cerebro. Los hombres poco
espirituales y los que no ejercitan sus facultades imaginativas, o
aquellos que están extenuados por las labores manuales, de
suerte que sus ganglios no actúan, ni aún mecánicamente,
mientras reposan rara vez sueñan, si acaso lo hacen, con alguna
coherencia.

P: ¿Cuál es la diferencia entre los sueños de los hombres y los de


los animales?

R: El estado de sueño, es común no solamente a todos los


hombres, sino también a todos los animales, por supuesto que
desde los más elevados mamíferos hasta las aves más
diminutas, y aún hasta los insectos. Todo ser dotado de cerebro
físico, o de órganos que se le asemejen, puede soñar. Todo
animal, grande o pequeño, tiene, más o menos, sentidos físicos;
y aunque estos sentidos estén aletargados durante el sueño, la
memoria sigue, por así decir, obrando mecánicamente,
reproduciendo las sensaciones pasadas. Que los perros, los
caballos y el ganado sueñan, todos lo sabemos, como así
también los canarios, pero tales sueños son, así lo creo,
simplemente fisiológicos. Cual las últimas brasas de un fuego
que se extingue con espasmódico destello y ocasionales llamas,
así actúa el cerebro al entregarse al sueño. Los sueños no son,
como dice Dryden, “interludios creados por la fantasía” pues

281
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ello puede referirse únicamente a los sueños fisiológicos


provocados por la indigestión, o por alguna idea o
acontecimiento que se haya impreso sobre el cerebro en
actividad durante las horas de vigilia.

P: ¿Cual es, entregarse al sueño?

R: Este, en parte, ha sido explicado por la fisiología. El Ocultismo


sostiene que es el agotamiento periódico y regulado de los
centros nerviosos, y especialmente de los ganglios sensorios del
cerebro, los cuales se rehúsan a seguir trabajando en este plano,
y (a no ser que se vuelvan inadecuados para el trabajo) son
compelidos a recuperar sus fuerzas en otro plano o Upâdhi.
Primero viene Svapna o estado de sueño, y este conduce al de
Sushupti15. Debe recordarse ahora que todos nuestros sentidos
son duales y que obran según el plano de conciencia sobre el
cual la entidad pensante enfoca su energía. El sueño físico
depara la mayor facilidad para su acción en los diferentes
planos; al, mismo tiempo, es una necesidad, con el fin de que los
sentidos puedan recuperarse y obtener así una nueva
probabilidad de vida para Jagrata, o estado de vigilia, desde
Svapna y Sushupti. Según el Râja–Yoga, Turîya 16 es el estado
más elevado. Así como el hombre, agotado por determinado
estado de fluido vital, busca otros, como, por ejemplo, cuando
está agotado por el aire cálido y se refresca con el agua fría: así
el sueño es un sombrío rincón, en el asoleado valle de la vida. El
sueño es un indicio de que la vida de vigilia se ha vuelto
demasiado fuerte para el organismo físico, y de que la fuerza de
la corriente vital debe romperse, cambiando el estado de vigilia
por el de sueño. Pedid a un buen clarividente que os describa el
aura de una persona vitalizada mediante el sueño, y el de otra,
momentos antes de dormirse. La primera se verá bañada por las
vibraciones rítmicas de las corrientes vitales: doradas, azules y
rosadas, como si estuviese envuelta en un vaho de intenso tinte
oro–anaranjado, compuesto de átomos que giran con
vertiginosa y casi increíble rapidez, demostrando que la persona
comienza a estar muy fuertemente saturada de Vida; la esencia
vital es demasiado fuerte pava sus órganos físicos, y debe

282
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

buscar alivio en el lado sombrío de esa esencia, el cual es el


elemento del sueño, o sueño físico, uno de los estados de
conciencia.

P: Pero ¿qué es el sueño?

R: Eso depende del significado del término. Podéis”soñar” o


como solemos decir, ver visiones, ya estéis despierto, ya
dormido. Si se recogiese la Luz Astral en una taza o vaso
metálico, mediante la fuerza de la voluntad, y se fijaran los ojos
en algún punto de ella, con fuerte voluntad de ver, el resultado
sería una visión de vigilia o “sueño”, si la persona fuera bastante
sensitiva. Los reflejos en la Luz Astral se ven mejor con los ojos
cerrados, y en el sueño, son aún más nítidos. Desde un estado de
lucidez, la visión se vuelve translúcida; desde un estado de
conciencia orgánica normal, se eleva a un estado de conciencia
trascendental.

P: ¿A cuáles causas, principalmente, se deben los sueños?

R: Como todos sabemos, existen muchas clases de sueños.


Dejando a un lado los “sueños producidos por la digestión”,
existen sueños cerebrales y sueños recordatorios; visiones
mecánicas y visiones conscientes. Los sueños de admonición y
los premonitorios, requieren la activa participación del Ego
interno. Los sueños se deben también, a menudo, a la
participación consciente o inconsciente de los cerebros de dos
personas vivientes, o de sus respectivos Egos.

P: ¿Qué es, entonces, lo que sueña?

R: Generalmente, es el cerebro físico del Ego personal, el asiento


de la memoria, que emite y arroja chispas, cual las agonizantes
brasas de un fuego. La memoria del durmiente se asemeja a un
arpa eolia de siete cuerdas, y su estado mental puede
compararse al viento que se desliza por entre las cuerdas. La
respectiva cuerda del arpa responderá a uno de los siete estados
de la actividad mental en que se encuentre el durmiente, antes

283
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

de que éste se entregue al sueño. Si se tratara de una suave


brisa, el arpa será afectada apenas; si de un huracán, sus
vibraciones serán proporcionalmente más poderosas. Si el Ego
personal está en contacto con sus principios superiores y los
velos de los planos más elevados se le descorren, ello está bien;
si por el contrario, es de una materialista naturaleza animal, es
probable que no haya sueños; o si la memoria capta, al azar, el
hálito de un “viento” de un plano superior, viento que será
impreso a través de los ganglios sensorios del cerebelo, y no por
la influencia directa del Ego espiritual, recibirá imágenes y
sonidos tan torcidos e inarmónicos, que aún una visión
devachánica parecerá una pesadilla o una caricatura grotesca.
Por lo tanto, no hay sólo una respuesta a la pregunta: “¿Qué es lo
que sueña?”, porque todo depende de cada individuo, cuál de
sus principios es el motor principal de los sueños, y si los
recordará u olvidará.

P: ¿Es la aparente objetividad del sueño, verdaderamente objetiva


o subjetiva?

R: Si se admite que es aparente, es natural entonces que sea


subjetiva, La pregunta debería ser: ¿para quién y qué, son las
imágenes o representaciones en los sueños, ya sean objetivas o
subjetivas? Para el hombre físico, o persona que sueña, todo lo
que vea con los ojos cerrados y, sea dentro o a través de la
mente, es naturalmente subjetivo. Pero, para el Vidente que está
dentro del que sueña físicamente, siendo subjetivo ese mismo
vidente para nuestros sentidos materiales, todo lo que ve es tan
objetivo, como lo es él para sí mismo, y para otros como él. Los
materialistas probablemente sonreirán, y dirán que hacemos de
un hombre una entera familia de entidades, pero no es así. El
Ocultismo enseña que el hombre físico es uno, pero que el
hombre pensante es septenario, ya sea que piense, actúe o
sienta; y que vive en siete diferentes estados de existencia o
planos de conciencia; y que para todos estos estados y planos, el
Ego permanente (no la falsa personalidad) tiene una serie
distinta de sentidos.

284
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

P: ¿Pueden distinguirse estos diferentes sentidos?

R: No, a menos que seáis un Adepto o un Chela altamente


adiestrado y por completo familiarizado con estos diferentes
estados. Ciencias tales como la biología, la fisiología y aún la
psicología misma (de las escuelas dé Maudsley, Bain y Herbert
Spencer), no tratan el tema. La ciencia nos instruye respecto a
los fenómenos de la volición, la sensación, el intelecto y el
instinto, y dice que todos ellos se manifiestan a través de los
centros nerviosos, el más importante de los cuales es el cerebro.
Nos podrá hablar de la sustancia o agente peculiar a través del
cual tienen lugar estos fenómenos, como los tejidos vasculares y
fibrosos, y explicar su recíproca relación, dividiendo los centros
ganglionares en motores, sensitivos y simpáticos, pero jamás
revelará una palabra de la misteriosa acción del intelecto
propiamente dicho, ni de la mente y sus funciones.

Ahora bien, ocurre, con alguna frecuencia que somos


conscientes y sabemos que estamos soñando; esto es muy
buena prueba, de que el hombre es un ser múltiple en el plano
del pensamiento; de modo que no sólo es el Ego, u hombre
pensante, Proteo, una entidad multiforme, siempre cambiante,
sino que también es, por así decir, capaz de separarse él mismo
en el plano de la mente o del sueño, en dos o más entidades; y
en el plano de la ilusión que nos sigue hasta el umbral del
Nirvâna. El es semejante al Ain–Soph hablando con Ain–Soph,
dialogando consigo mismo y hablando a través de, y a sí mismo.
Y este es el misterio de la inescrutable Deidad del Zohar, como
así también de las filosofías de la India; lo mismo en la Kabbala,
en los Purânas, en la metafísica Vedantina, y aun en el llamado
misterio cristiano de la Divinidad y Trinidad. El hombre es el
microcosmos del macrocosmos; el dios sobre la tierra está
edificado sobre el modelo del dios en la naturaleza. Pero la
conciencia universal del verdadero Ego transciende un millón
de veces la auto–conciencia del Ego personal o falso.

285
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

P: ¿Es aquello que se denomina “celebración inconsciente”


durante el sueño, un proceso mecánico del cerebro físico, o es una
operación consciente del Ego, cuyo resultado sólo se imprime en
la conciencia ordinaria?

R: Es lo último; por que, ¿cómo es posible recordar en nuestro


estado consciente, lo que tuvo lugar cuando nuestro cerebro
trabajaba inconscientemente? Esto es, aparentemente, una
contradictio in adjecto.

P: ¿Cómo puede suceder que personas que nunca han visto


montañas, en la naturaleza, a veces las vean claramente en el
sueño y sean capaces de observar sus rasgos característicos?

R: Probablemente, porque han visto representaciones de


montañas; o también, porque hay alguien o algo en nosotros que
las ha visto con anterioridad.

P: ¿Cuál es la causa de esa experiencia en el sueño, en la cual el


soñador parece estar siempre esforzándose por algo, sin que
nunca lo alcance?

R: Es porque el yo físico y su memoria, están impidiendo la


posibilidad de saber lo que hace el verdadero Ego. El que sueña,
sólo recoge débiles vislumbres de las acciones del Ego, cuyas
acciones producen los llamados sueños, en el hombre físico,
pero no es capaz de seguirlas consecutivamente. Un enfermo
que delira al recobrar la razón, guarda, con la enfermera que lo
cuidó y atendió durante la enfermedad, la misma relación que la
del hombre físico con su verdadero Ego. El Ego actúa con tanta
conciencia dentro y fuera de él, como lo hace la enfermera que
atiende y cuida al hombre enfermo. Pero, ni el paciente, después
de abandonar su lecho de enfermo, ni el que sueña, al despertar,
serán capaces de recordar algo, excepto vislumbres y eso a
intervalos.

P: ¿En qué difieren el sueño y la muerte?

286
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

R: Hay, en verdad, cierta analogía entre ambos, pero también


una gran diferencia. Durante el sueño existe una conexión,
aunque débil, entre la mente inferior y la superior del hombre,
reflejándose la última, más o menos, en la primera, por más que
sus rayos puedan desviarse. Pero, una vez que el cuerpo ha
muerto, el cuerpo de ilusión, o Mâyavi Rûpa, se convierte en
Kâma–Rûpa, o alma animal, y queda abandonado a sus propios
recursos. Por lo tanto, existe tanta diferencia entre el fantasma y
el hombre, como la hay entre el animal, denso y grosero, aunque
sea sobrio mortal, y el hombre inveteradamente ebrio, incapaz
de distinguir los contornos más salientes; entre un hombre
encerrado en una habitación a oscuras, y uno en una habitación
iluminada, aunque sea imperfectamente, por alguna que otra
luz.

Los principios inferiores, son semejantes a las bestias salvajes, y


el Manas superior, es el hombre racional que los somete y
subyuga, con más o menos éxito. Pero, una vez que el animal se
libera del dueño que la mantenía en sujeción, no bien ha cesado
de verlo y oírlo, parte otra vez a la selva y a su antigua guarida.
Se requiere, sin embargo, cierto tiempo para que un animal
vuelva a su estado original y natural, pero estos principios
inferiores o “fantasmas” retornan instantáneamente, y tan
pronto la Tríada Superior ha entrado en el estado devachánico,
la Duada inferior vuelve a ser lo que era desde el comienzo: un
principio dotado de instinto puramente animal, hecho más feliz
aún, por el gran cambio.

P: ¿Cuál es la condición del Linga Sarîra, o cuerpo plástico,


durante los sueños?

R: La condición de la forma plástica es la de dormir con su


cuerpo, a menos que sea proyectada por algún deseo impetuoso,
engendrado en el Manas superior. En los sueños no desempeña
parte activa, sino que por el contrario, es completamente pasiva,
siendo el involuntario testigo semidormido, de las experiencias
a través de las cuales los principios superiores están pasando.

287
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

P: ¿En qué circunstancias se ve ese espectro?

R: A veces, en casos de enfermedad o pasión muy fuertes, de


parte de la persona vista o de la que ve, la posibilidad es mutua.
Una persona enferma, de modo especial en el momento de
morir, es muy probable que vea en sueños o visiones, a aquellos
a quienes ama o en quienes está pensando continuamente; y lo
mismo ocurre con una persona despierta que esté pensando
intensamente en alguien que está dormido en ese momento.

P: ¿Puede un Mago evocar a esa entidad que sueña y ponerse en


comunicación con ella?

R: En la magia negra no es raro evocar el “espíritu” de una


persona que duerme; el hechicero puede entonces conocer, de la
aparición, cualquier secreto que desee, y el durmiente ignorar
completamente lo que ocurre. Bajo tales circunstancias, lo que
aparece es el Mâyâvi Rûpa; pero siempre existe el peligro de que
la memoria del hombre viviente conserve los recuerdos de la
evocación y la recuerde como un sueño vívido. Si no está,
empero, a una gran distancia, el Doble o Linga Sarîra puede ser
evocado, pero éste no puede hablar ni dar información,
existiendo siempre la posibilidad, de que el durmiente muera
debido a esta separación forzada. Muchas muertes repentinas
durante el sueño han ocurrido de esta manera, sin que el mundo
lo haya advertido.

P: ¿Puede existir alguna comunicación entre una persona que


sueña y una entidad del Kâmaloka? 17

R: El que sueña con una entidad del Kâmaloka podrá con toda
probabilidad, provocar sobre sí mismo una pesadilla; o correr el
riesgo de llegar a ser “poseído” por el “fantasma” así atraído, si
se trata de un médium, o de una persona que se ha hecho a sí
misma tan pasiva durante las horas de vigilia, que hasta el Yo
superior es actualmente incapaz de protegerlo. Esta es la razón
por la cual el estado mediúmnico de pasividad sea tan
perjudicial y, con el tiempo, incapacite al Yo superior para

288
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ayudar o aún advertir a la persona que duerme, o que se halla en


trance. La pasividad paraliza la comunicación entre los
principios inferiores y los superiores. Es muy raro hallar
ejemplos de médiums que a la vez que permanecen pasivos a
voluntad, con el propósito de comunicarse con alguna
inteligencia superior, algún espíritu extraterreno (no
desencarnado), conserven suficientemente su voluntad
personal, como para no romper toda comunicación con el Yo
superior.

P: ¿Puede una persona, mientras duerme, estar “en rapport” con


una entidad del Devachán?

R: El único medio posible de comunicación con las entidades del


Devachán, mientras se duerme, es por medio de un sueño o una
visión, o durante el estado de trance. Ningún ser devachánico
puede descender a nuestro plano; somos nosotros, o más bien,
nuestro Yo interno quien tiene que ascender hasta el suyo.

P: ¿Cuál es el estado mental de un beodo, durante el sueño?

R: No es de verdadero sueño, sino de un pesado estupor; no es


un descanso físico, sino algo peor que el insomnio y que
rápidamente mata al beodo. Mientras dura ese estupor, como
también durante su ebriedad, en el estado de vigilia, todo gira y
da vueltas en su cerebro, produciendo en su imaginación y
fantasía horribles y grotescas formas, en continuo movimiento y
contorsiones.

P: ¿Cuál es la causa de las pesadillas, y por qué los sueños de las


personas que sufren de
consunción avanzada, son a menudo placenteros?

R: La causa de las primeras es simplemente psicológica. La


pesadilla proviene de la opresión y dificultad en respirar; y la
dificultad en respirar creará siempre una sensación de opresión
y producirá una sensación de inminente calamidad. En el
segundo caso, los sueños se vuelven placenteros porque el

289
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

consuntivo se siente cada día más separado de su cuerpo


material y, en proporción, más clarividente. A medida que la
muerte se aproxima, el cuerpo se consume y cesa de ser un
impedimento o barrera, entre el cerebro del hombre físico y su
Yo Superior.

P: ¿Es bueno cultivar los sueños?

R: Es mediante el cultivo del poder denominado “sueño” que se


desarrolla la clarividencia.

P: ¿Existe algún medio de interpretar los sueños, como por


ejemplo, las interpretaciones dadas en los libros de sueños?

R: Ninguno, excepto la facultad clarividente y la intuición


espiritual del “intérprete”. Cada Ego que sueña difiere de los
demás, del mismo modo que ocurre con nuestros cuerpos
físicos. Si todo en el Universo tiene siete claves para su
simbolismo en el plano físico, ¿cuántas más claves no tendrá en
los planos superiores?

P: ¿Existe algún método para clasificar los sueños?

R: De un modo general, podemos dividir los sueños en siete


clases, y a su vez, subdividir éstas. Los dividiríamos así:

1) Sueños proféticos. Estos son impresos en nuestra memoria


por el Yo superior y, por lo general, son sencillos y claros: ya se
trate de voces oídas o del vaticinio de futuros acontecimientos.

2) Sueños alegóricos; o confusas vislumbres de realidades


captadas por el cerebro y deformadas por nuestra fantasía.
Estos, por lo general, son verdaderos a medias.

3) Sueños enviados por Adeptos, buenos o malos; por los


mesmerizadores; o por los pensamientos de mentes muy
poderosas que se empeñan en que hagamos su voluntad.

290
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

4) Sueños retrospectivos; de acontecimientos que pertenecen a


pasadas encarnaciones.

5) Sueños de prevención; en los que se trata de advertir a otros


por su incapacidad de ser impresionados.

6) Sueños confusos; cuyas causas han sido tratadas


precedentemente.

7) Sueños que son meras fantasías e imágenes caóticas; debidos


a la deficiente digestión, a alguna perturbación mental, o a
parecidas causas externas.

NOTAS

1Principios: Son los elementos o esencias originales, las diferenciaciones


fundamentales, sobre y de las que se han formado todas las cosas.
Empleamos dicho término para designar los siete aspectos
individuales y fundamentales de la Realidad única universal en el
Kosmos y en el hombre. Se han expuesto diversas clasificaciones de
los Principios humanos. Tenemos la división en dos, tres, cuatro,
cinco, seis y hay por último la clasificación esotérica, o mejor dicho
semiesotérica, llamada septenaria, cuyos siete Principios, empezando
por el superior, se enumeran generalmente de este modo: 1. Âtman
(Espíritu); 2. Buddhi (alma espiritual); 3. Manas (mente o alma
humana); 4. Kâmarûpa (alma animal, asiento de los instintos, deseos
ni pasiones); 5. Prâna (vida, o sea la porción de Jîva [ vida en el
sentido de lo Absoluto] que el cuerpo físico se ha apropiado); 6. Linga
Sarîra (cuerpo astral o doble etéreo, vehículo de la vida: y 7 Sthûla
Sarîra (el cuerpo físico, moldeado sobre el Linga Sarîra). En rigor, sólo
deben contarse seis principios, porque el Âtman o Âtma no se ha de
considerar como tal, puesto que es un rayo del Todo Absoluto y es la
síntesis de los seis. – (Salvo la nota 3, que es del editor del original
inglés, todas las demás notas son del editor de esta versión española,
y son tomadas del Glosario Teosófico por H. P. Blavatsky, edición
española del año 1916).

291
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

2Ego. La Filosofía Esotérica enseña la existencia de dos Egos en el


hombre, el mortal o personal, y el superior, divino e impersonal. Al
primero se le llama “personalidad”, y al segundo “individualidad”.

3La palabra “soñar” significa realmente “dormitar”; esta última función


es denominada en ruso dreamâtj. – N. del editor original.

4 Kriya–SakIi. El poder del pensamiento; una de las siete fuerzas de


Naturaleza. La potencia creadora de los yoguis perfectos. Es aquel
misterioso y divino poder latente en la voluntad de cada hombre, y
que, si no es llamado a la vida, avivado y desarrollado por la práctica
del yoga, permanece inerte en los 999.999 de cada millón de
hombres, por cuya razón se llega a atrofiar. Es aquel misterioso poder
del Pensamiento que, en virtud de su propia energía inherente, le
permite producir resultados fenomenales externos, perceptibles. Los
antiguos sostenían que una idea cualquiera se manifestará
exteriormente si la atención (y la voluntad) de uno está
profundamente concentrada en ella. De igual modo, una volición
intensa será seguida del resultado apetecido. En el Libro de Dzyan,
segunda parte, estancia VII, Nº 21, se lee: “La tercera Raza vino a ser
el vehículo de los Señores de la Sabiduría. Creó hijos de la Voluntad y
del Yoga, mediante el Kriya–Sakti los creó…”

5Tercera raza. Las razas humanas son siete. Admitida la séptuple


naturaleza del hombre, cada uno de sus principios guarda relación
con un plano, un planeta y una raza. Las razas humanas nacen la una
de la otra, crecen, se desarrollan, envejecen y mueren. De las siete
razas cinco han aparecido ya y han completado casi, su carrera
terrestre y otras dos tienen que aparecer todavía en esta Ronda.
Nuestra quinta Raza–madre existe ya como raza sui géneris y por
completo independiente de su tronco padre, desde hace un millón de
años. En la tercera (Lemuriana) se desarrolló el órgano de la vista.

6 Luz astral. La región invisible que rodea nuestro globo, como rodea a
todos los demás, y corresponde, como segundo “principio” del
Kosmos (siendo el tercero la Vida, de la cual, es vehículo), al Linga
Sarîra o Doble astral del hombre. Es una esencia sutil, visible sólo
para un ojo clarividente. Físicamente, es el éter de la ciencia moderna.
Metafísicamente, y en su sentido espiritual u oculto, el éter es mucho
más de lo que suele imaginarse.

7 Âkâsa. La sustancia primordial erróneamente identificada con el éter,


puesto que es al éter, lo que el espíritu respecto a la materia

292
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

8 Self, en inglés. El Ego superior, el Pensador, el hombre inmortal,


diferente del yo personal, el Ego inferior.

9 Mânasa–Putras. Nombre dado a aquellos Egos superiores antes que se


encarnaran en la humanidad.

10Adepto es aquel que, mediante el desarrollo espiritual, ha conseguido


el grado de Iniciación y ha llegado a ser Maestro en la ciencia de la
Filosofía Esotérica.

11Jivanmukta. Un Adepto que ha llegado al último estado de santidad y


se emancipado de la materia. Literalmente: un liberado o emancipado
en vida.

12 Nirvâni, que ha alcanzado el Nirvâna o estado de conciencia nirvánica.

13 Samadhi. Es un estado en que la conciencia se halla tan disociada del


cuerpo, que éste permanece insensible. Es un estado de
enajenamiento o de éxtasis, en que la mente es por completo
consciente de si misma y del cual vuelve ésta al cuerpo con los
conocimientos o experiencias que ha adquirido en aquel estado
superfísico, recordándolos una vez que se ha sumergido en el cerebro
físico.

14 Karma. Ley de causa y efecto o de Causación ética. El Karma no crea ni


designa nada. El hombre es quien traza y crea las causas y la ley
kármica ajusta los efectos y este ajustamiento no es un acto, sino la
armonía universal que tiende siempre a recobrar su posición
primitiva. El Karma no castiga ni recompensa; es simplemente la Ley
Única universal.

15 Sushupti. Sueño profundo; sueño sin ensueños; aquel estado de ánimo


en que las manifestaciones de la mente, experimentadas en el
ensueño, están en reposo.

16 Turiya. Un estado de éxtasis (trance) más profundo. Es el cuarto


estado de conciencia, el que excede al de sueño sin ensueños, el
superior a todos, un estado de elevada conciencia espiritual. (La Voz
del Silencio, de H. P. Blavatsky).

17 Kamaloka. El plano semi–material, subjetivo e invisible para nosotros,


donde las “personalidades” desencarnadas, las formas astrales,
permanecen hasta desvanecerse del todo, gracias al completo
agotamiento de los efectos de los impulsos mentales.

293
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

MAGIA ANTIGUA
EN LA CIENCIA MODERNA
(Ancient Magic in Modern Science, The Theosophist, oct. 1886)

Puede que se juzgue con demasiado entusiasmo, o no, al


hinduísta francés, Paul Thier, al decir éste que la India se le
presenta como el gran foco primitivo del pensamiento humano,
cuya firme llama ha terminado por comunicarse y prender a
todo el mundo antiguo43. Sin embargo, él tiene razón al afirmar
esto. La metafísica aria44, es la que ha despertado interés por el
conocimiento oculto, –la Ciencia más antigua, madre de todas
las demás, puesto que las contiene en sí–. Ha sido el Ocultismo –
síntesis de todos los descubrimientos de la Naturaleza y,
principalmente, de las potencias psíquicas que hay dentro y más
allá de cualquier átomo físico de materia–, el vínculo primitivo
que ha unido en una sola piedra angular los fundamentos de
todas las religiones de la Antigüedad.

La chispa primitiva ha prendido realmente en cada una de


las naciones, y ahora la Magia yace en el fondo de toda fe
nacional, tanto nueva como antigua. Egipto y Caldea son las
primeras naciones que nos proporcionan mayor evidencia sobre
la cuestión, incapaces como son de proteger sus reliquias
paleográficas de la profanación –como hace la India–. Las
turbias aguas del Canal de Suez llevan hasta aquellas que bañan
las costas británicas, la Magia de los primeros días del Egipto
Faraónico, para llenar con su desmenuzado polvo los museos
británicos, franceses, alemanes y rusos. La Magia antigua,
histórica, se refleja así en los registros científicos de nuestro
siglo que todo lo niega. Ella fuerza a los científicos a actuar
contra su propio deseo y cansa sus cerebros, riéndose de sus
esfuerzos por interpretar su significado a su manera
materialista, sin embargo, ayuda al ocultista a comprender
mejor la Magia moderna, la nieta raquítica y débil de su

43
Ensayo: Prefacio de Colebroke.
44
A través de Mr. Barthelerny St. Hilaire, el mundo ha aprendido que “¡el genio hindú, ha
permanecido siempre en una especie de subdesarrollo infantil, en lo que respecta a la
metafísica!”
294
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

poderosa y arcaica abuela. Difícilmente aparecerá un papiro


hierático, exhumado junto con la momia de un Rey o un
Sacerdote–Hierofante envuelta en vendas, o una inscripción
indescifrable, curtida por la intemperie de los atormentados
sitios de Babilonia o Nínive, o un antiguo cilindro–sello, que no
proporcione información sugestiva o material nuevo para la
reflexión al estudiante de ocultismo. Pero, no obstante, se niega
la Magia y se la califica de “superstición” de los antiguos e
ignorantes filósofos.

Así, hay magia en todo papiro; magia en todas las fórmulas


religiosas; magia embotellada en frascos herméticamente
cerrados con miles de años de antigüedad; magia en obras
modernas elegantemente encuadernadas; magia en la mayoría
de las novelas populares; magia en reuniones de sociedad; la
magia –peor que eso, la HECHICERIA– está en el mismo aire que
se respira en Europa, América, Australia; cuanto más civilizada y
culta es una nación, tanto más formidable y efectivo es el efluvio
de magia inconciente que emite y guarda en la atmósfera
circundante…

Naturalmente, estando la magia ridiculizada y declarada


tabú, no será nunca aceptada bajo su nombre legítimo; aunque
no obstante, la ciencia oficial ha empezado a ocuparse ya, y no
poco, si bien bajo máscaras modernas, de esta ciencia
condenada al ostracismo. ¿Pero qué es lo que hay en un
nombre? El que un lobo se defina científicamente como un
animal del genus canis, ¿lo convierte en un perro? Los hombres
de ciencia prefieren denominar la magia que fue investigada por
Porfirio y explicada por Jámblico, hipnosis histérica, pero esto no
la hace ser menos magia. El resultado y consecuencia de la
primitiva Revelación que los Reyes–instructores de las “Dinastías
Divinas” dieron a las tempranas razas, llegó a ser un
conocimiento innato en la Cuarta Raza, la de los Atlantes; y este
conocimiento, en sus raros casos de manifestaciones genuinas
“anormales”, es llamado ahora mediumnismo. La historia
secreta del mundo, preservada sólo en lejanos y seguros
refugios, si se contara sin reservas, informaría por sí sola a las

295
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

actuales generaciones, sobre los poderes que permanecen


latentes en el hombre y en la Naturaleza y que son desconocidos
para la mayoría. El tremendo abuso que hicieron de la magia los
Atlantes fue lo que condujo a su raza a la destrucción total, –y al
olvido–. La relación de sus hechicerías y de sus perversos
encantamientos ha llegado hasta nosotros en trozos
fragmentados, a través de escritores clásicos en forma de
leyendas y pueriles cuentos de hadas atribuidos a remotas
naciones. De allí el desprecio por la necromancia y la teurgia. En
nuestros días, se ríen tanto de las “brujas” de Tesalia, como del
médium moderno o del creyente esoterista. Esto, nuevamente,
es debido a la hechicería, y uno debería tener siempre el coraje
moral de repetir este término; la magia, de la que fatalmente se
abusó, es la que forzó a los adeptos, “los Hijos de la Luz”, a
enterrarla profundamente, después que sus pecaminosos
devotos encontraran para sí una sepultura acuática en el fondo
del océano; situándola de este modo fuera del alcance de los
profanos de la raza que siguió a la de los Atlantes. El mundo
debe “agradecer” entonces a la hechicería su ignorancia actual
sobre la magia. ¿Pero quién o qué clase de gente en Europa o
América creerá esto? Nadie, salvo una excepción; y esta
excepción, la constituyen los católicos romanos, y su clerecía;
pero aún ellos, obligados por sus dogmas religiosos a dar
crédito de la existencia de la magia, le atribuyen un origen
satánico. Es sin duda esta teoría la que ha impedido hasta ahora
que la magia sea tratada científicamente.

Sin embargo, nolens volens45, la ciencia ha de ocuparse de


ella. La Arqueología, a través de su departamento más
interesante –la Egiptología y la Asiriología–, está fatalmente
unida a ello, haga lo que haga. Pues la magia se encuentra de tal
manera enraizada con la historia mundial que si esta última ha
de escribirse alguna vez en su totalidad, diciendo la verdad y
nada más que la verdad, no parece que haya otro remedio. Si la
arqueología cuenta todavía con descubrimientos e informes
sobre escritos hieráticos que estén libres del odioso tema,

45
No queriendo, queriendo. (N. del T.)
296
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

entonces mucho nos tememos que la HISTORIA nunca será


escrita.

Uno puede imaginar la embarazosa posición y por ello


simpatiza profundamente con algunos sabios y miembros de la
Royal Society46 de entre los muchos académicos y orientalistas.
Estos forzados a descifrar, traducir e interpretar viejos papiros
enmohecidos, inscripciones en estelas y tablillas babilónicas, ¡se
encuentran en cada momento cara a cara con la MAGIA!
Ofrendas votivas, grabados, jeroglíficos, encantamientos –toda
la parafernalia de esa odiosa “superstición”– les miran fijamente
a los ojos, demandan su atención y les llenan de la más
desagradable perplejidad. Pensemos por un momento cuáles
tendrían que ser sus sentimientos al estudiar el siguiente caso:
Se exhuma un papiro que tiene evidentemente un gran valor. Es
el pasaporte post–mortem que se ha facilitado al alma
osirificada47 de un Príncipe o incluso de un Faraón que ha
partido recientemente, escrito con caracteres rojos y negros por
un famoso y erudito escriba, pongamos por caso de la IV
Dinastía, bajo la supervisión de un Hierofante Egipcio –una clase
admirada en todas las épocas y considerada por la posteridad
como la más elevada de entre los filósofos y sabios antiguos–.
Las fórmulas ahí contenidas fueron escritas en las horas
solemnes de la muerte y entierro de un Rey–Hierofante, de un
Faraón y gobernante. El fin del documento es presentar al
“alma” ante sus jueces en la temible región del Amenti, ahí
donde se dice que una mentira tiene más peso que cualquier
otro crimen. El orientalista toma el papiro y dedica a su
interpretación días, quizás semanas de trabajo para encontrar
en él la siguiente
afirmación: “En el año XIII, y en el segundo mes de Schomoo, en
el 28 día del mismo, nosotros, el primer Sumo Sacerdote de
Amón, el Rey de los Dioses, Penotman, el hijo del delegado (o

46
Célebre e influyente sociedad dedicada a toda clase de investigaciones científicas para el
adelanto de los conocimientos humanos.
47
Tendríamos que aclarar al lector que toda alma (que nace nuevamente después de la
muerte del cuerpo que la animó, dentro de su ciclo de 8.000 años) se convertía en
Egipto en “Osiris”, era Osirificada, esto equivale a decir que la personalidad se reducía
a sus principios superiores, a un espíritu.
297
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

sustituto)48 del Sumo Sacerdote Pion–ki–moan, y el escriba del


templo de Sosser–soo–khons y de la Necrópolis
Bootegamonmoo, comenzamos a vestir al fallecido príncipe
Oozirmari Pionokha, etc., etc., preparándole para la Eternidad.
Cuando la momia estaba concluida se le pidió que se levantara y
agradeciera a sus sirvientes; igualmente se le pidió que aceptara
un cubre elaborado para él por la mano de la “dama cantante”,
Nefrelit Nimutha, que entró en la Eternidad en el año tal y cual”.
¡Unos cientos de años antes! Todo ello en jeroglíficos.

Esta puede ser una lectura equivocada. Hay, sin embargo,


docenas de papiros bien autentificados, que registran lecturas y
narraciones más curiosas que la corroborada en éste por
Sanchoniaton y Manetón, por Platón y Herodoto, por Sincello y
docenas de escritores y filósofos que mencionan la cuestión.
Aquellos papiros citan con harta frecuencia, tan seriamente
como cualquier otro hecho histórico que no necesita una
especial corroboración, dinastías completas de Reyes–Manes, es
decir, de fantasmas y espectros. Lo mismo se encuentra en las
historias de otras naciones.

Todas ellas pretenden para sus primeras y más tempranas


dinastías49 de gobernantes y reyes, lo que los griegos llamaban
Manes y los egipcios, Ourvagan, “dioses”, etc. Rosellini ha
tratado de interpretar la enigmática afirmación, pero en vano. Y
dice: “Significando la palabra manes ourvagan, y este término en
su sentido literal, imagen externa, si fuera posible situar esa
dinastía dentro de algún período histórico, podríamos suponer
que la palabra se referirla a alguna forma de gobierno teocrático,
representado por imágenes de dioses y sacerdotes” 50.
48
“Sustituto”, era el nombre dado al padre del “Hijo” adoptado por el Sumo
Sacerdote Hierofante; una clase de estos Hierofantes permanecían solteros,
y adoptaban “Hijos” con el fin de la sucesión y transmisión de su poder.

49
La Doctrina Secreta enseña que aquellas dinastías estaban compuestas por seres divinos,
“las imágenes etéreas de criaturas humanas”, en realidad, “dioses” en sus cuerpos
astrales luminosos; los Sistha de los Manvantaras precedentes.
50
Rosellini, I monumenti dell' Egitto e della Nubia, vol. I, pág. 8. El dice además que
Manetón y las viejas Crónicas están de acuerdo en traducir la palabra manes por
298
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Una dinastía de reyes, a todas luces vivientes, y en todo caso,


actuando y reinando, que resultaran haber sido simples
maniquís e imágenes, requeriría para ser aceptada una dosis de
credulidad moderna mucho mayor que incluso el creer en los
“reyes fantasmas”.

¿Eran todos estos Hierofantes y Escribas, Faraones y Reyes–


Iniciados tan locos o farsantes, cómplices y embusteros para
haberse creído ellos mismos tales cuentos o para haberlos
hecho creer a otros, si no había ninguna verdad en su
fundamento? ¿Y ello durante una larga serie de milenios, desde
la primera hasta la última Dinastía?

De la Dinastía divina de los Manes trata más detalladamente


el texto de la Doctrina Secreta; pero pueden mostrarse algunas
de tales hazañas en papiros genuinos y descubrimientos
arqueológicos. Los orientalistas han encontrado una tabla de
salvación: aunque forzados a publicar el contenido de algunos
papiros famosos, ellos los llaman ahora Romances de los días del
Faraón fulano de tal. El recurso, si bien ingenioso, no es
absolutamente honesto. Los Saduceos literarios pueden estar
realmente contentos ante la situación.

Uno de ellos es el llamado Papiro de Lepsius del Museo de


Berlín, que éste ha adquirido ahora de los herederos de Richard
Lepsius. Está escrito con caracteres hieráticos en la lengua
arcaica egipcia (copto antiguo), y es considerado uno de los
descubrimientos arqueológicos más importantes de nuestra
época, puesto que proporciona datos de comparación y rectifica
algunos errores en el orden de las sucesiones dinásticas.
Desgraciadamente, faltan los fragmentos más importantes. Los
eruditos egiptólogos, que tuvieron las mayores dificultades en
descifrarlo, han concluido que era “un romance histórico del

nekhues. En las “Crónicas” de Eusebio de Cesarea, descubiertas en Milán y comentadas


por el Cardenal Mai, se traduce la palabra nekhues también como ourvagan, “la sombra
externa” o “imagen etérea de los hombres”; en suma, el cuerpo astral.
299
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

siglo XVI a.C.51, que refería sucesos que tuvieron lugar durante
el reinado del faraón Keops, el supuesto constructor de la
pirámide de este nombre, que tuvo su auge en el siglo XXVI (?)
antes de nuestra era”. Muestra la vida egipcia y el estado de la
sociedad en la Corte de este gran Faraón, casi 900 años antes de
la “pequeña desavenencia entre José y la Sra. Potiphar”.

La primera escena se inicia con el rey Keops en su trono,


rodeado por sus hijos, a quienes manda que le entretengan con
narraciones sobre la remota Antigüedad y sobre los poderes
milagrosos que ejercían los célebres sabios y magos de la corte
de su predecesor. El príncipe Kefren, contó entonces a la
audiencia cómo un magus en la época del faraón Nebkha fabricó
un cocodrilo de cera y lo dotó de vida y obediencia. Habiendo
sido colocado por un esposo en la habitación de su esposa infiel,
el cocodrilo atrapó entre sus fauces a los dos, mujer y amante, y
los llevó dentro del mar. Otro príncipe contó una historia de su
abuelo, el padre de Keops, el faraón Snefru. Sintiéndose éste
agotado, mando llamar a un mago a su presencia, quien le
aconsejó como remedio el espectáculo de veinte bellas doncellas
de la corte divirtiéndose en una barca en el lago cercano. Las
doncellas obedecieron y el corazón del viejo déspota se
“refrescó”. Pero repentinamente una de las damas chilló y
empezó a llorar fuertemente. Un valioso collar se le había caído
al agua, que tenía una profundidad de 120 pies en ese lugar.
Entonces, un mago pronunció una fórmula, llamó a los genii del
agua y del aire en su ayuda y sumergiendo su mano en las olas,
extrajo de ellas el collar. El Faraón estaba profundamente
impresionado por la hazaña. Ya no miró a las veinte bellas,
“despejadas de sus ropas, cubiertas de redecillas y con veinte
remos hechos de ébano y oro”; sino que mandó se hicieran
sacrificios para los manes de estos dos magos, cuando se
murieran. A esto añadió el príncipe Gardadathu que el más
elevado de tales magos no muere nunca, y que uno de estos vive
hasta el día de hoy, en la ciudad de Deyd–Snefroo, más que

51
Supuestamente, durante la Dinastía XVIII, de acuerdo con las Tablas Sincrónicas de
Manetón, desfiguradas hasta lo irreconocible por el hábil Eusebio, el obispo demasiado
listo de Cesarea.
300
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

centenario; que su nombre era Deddy; y que tenía el poder


milagroso de volver a unir las cabezas cortadas a sus troncos y
devolverles la vida, así como pleno dominio y autoridad sobre
los leones del desierto. Deddy, sabía asimismo dónde
procurarse los caros materiales necesarios para el templo al
dios Thot (la deidad de la sabiduría), que el faraón Keops
ansiaba levantar junto a su gran pirámide. Después de oír esto,
el poderoso rey Keops expresó el deseo de ver al viejo sabio en
su corte. El príncipe Gardadathu emprendió viaje al instante y a
la vuelta trajo consigo al gran mago.

Después de largos saludos, cumplidos mutuos y reverencias,


según el papiro, siguió entre el Faraón y el sabio una larga
conversación, que, resumida decía así:

–“Me han contado, oh sabio, que eres capaz de volver a unir


de nuevo las cabezas cercenadas a sus cuerpos”.
–“Puedo hacerlo, gran Rey”, contestó Deddy.
–“Que traigan aquí sin dilación a un criminal”, dijo el
Faraón.
–“Gran Rey, mi poder no se extiende a los hombres. Sólo
puedo resucitar a los animales” –observó el sabio–.

Entonces fue traído un ganso, su cabeza fue cortada y


situada en la esquina oriental e la sala y su cuerpo en la parte
occidental. Deddy extendió su brazo sucesivamente en las dos
direcciones y murmuró una fórmula mágica. En el acto se
levantó el cuerpo del ave y caminó hacia el centro de la sala, y la
cabeza rodó hasta encontrarse con éste. Luego saltó la cabeza
sobre el cuello sangrante; los dos fueron reunificados; y el ganso
empezó a caminar, a pesar de la decapitación.

Esta misma hazaña maravillosa la repitió Deddy con


canarios y con un toro. Después de ello el Faraón deseó ser
informado sobre el proyectado templo de Thot.

El sabio–mago lo sabía todo sobre los viejos restos del


templo, ocultos en cierta casa de Heliópolis, pero no tenía

301
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

derecho a revelárselo al rey. La revelación debía venir del


mayor de los trillizos de Rad–Dedtoo: “Esta es la esposa del
sacerdote del Sol, de la ciudad de Saheboo. Ella concebirá
trillizos del Dios–Sol, y estos hijos jugarán un papel importante
en la historia de la tierra de Khemi (Egipto), ya que serán
llamados a gobernarla. El mayor, antes de convertirse en
Faraón, será Sumo Sacerdote del Sol en la ciudad de Heliópolis”.

“Después de oír esto, el faraón Keops, a causa de su pesar


rasgó sus ropas: ¡su dinastía sería derrocada por el hijo de la
deidad, para la que efectivamente, estaba levantando un
templo!”.

Aquí el papiro está roto; y faltando una gran parte del


mismo, a la posteridad le es negada la posibilidad de saber lo
que emprendió el Faraón ante esta situación.

El fragmento que sigue nos permite apreciar lo que es


evidentemente el tema principal del arcaico documento, el
nacimiento de los tres hijos del Dios–Sol. Tan pronto como Rad–
Dedtoo sintió los dolores del parto, el gran Dios–Sol llamó a las
diosas Isis, Neftis, Mesehentoo y Hekhtoo, y las envió para que
ayudaran a la sacerdotisa, diciendo: “Ella va a dar a luz a mis
tres hijos, que serán los que algún día, regirán esta tierra.
Ayudadla y ellos levantarán templos en honor a vosotras, harán
innumerables libaciones de vino y sacrificios”. Las diosas
hicieron lo que se les pidió, y nacieron tres niños, cada uno de
cerca de un metro de alto y con los brazos muy largos 52. Isis les
dió sus nombres, Neftis los bendijo, mientras las otras dos
diosas confirmaron sobre ellos el glorioso futuro que iban a
tener. Los tres jóvenes, se convirtieron con el tiempo en reyes
de la V Dinastía, siendo sus nombres Ouserkath, Sagoorey y
Kakäy. Después que las diosas hubieran retornado a sus
mansiones celestes sucedieron algunos milagros importantes. El
trigo que se había dado a las diosas madres volvió por sí mismo
al arcón de los cereales de una dependencia del Sumo Sacerdote,

52
Los brazos largos eran en Egipto, como ahora en la India, un símbolo del estado de
Mahâtmâ o Adepto.
302
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

y los sirvientes dijeron que voces de seres invisibles, cantaban


allí los himnos que se entonaban en el nacimiento de príncipes
herederos, y se escucharon claramente los sonidos de la música
y de las danzas que pertenecen a este rito. Posteriormente, este
fenómeno puso en peligro las vidas de los futuros reyes –los
trillizos–.

Habiendo sido castigada una esclava en una ocasión, por la


Suma Sacerdotisa, se fue corriendo de casa y habló así a las
masas aglomeradas: “¿Cómo se atreve a castigarme ella, la
mujer que dio nacimiento a tres reyes? Iré y se lo diré al faraón
Keops, nuestro señor”.

En este punto tan interesante, nuevamente está el papiro


roto; y el lector se queda una
vez más sin saber lo que resultó de la denuncia y cómo evitaron
los tres pretendientes–niños ser perseguidos por el supremo
gobernante53.

Otro de estos sucesos mágicos nos los proporciona Mariette


Bey (Mon. Dir. pl. 9, época persa), a partir de una tablilla del

53
Esto es lo que más debemos lamentar, –dice el traductor del papiro–, “teniendo en
cuenta que los detalles legendarios, contenidos en el Papiro de Lepsius están basados
evidentemente en las tradiciones más antiguas y emanan en realidad de testigos oculares
y de pruebas de primera mano”. Los datos en el papiro coinciden totalmente con los
hechos conocidos, y están de acuerdo con los descubrimientos realizados por la
egiptología y con la innegable información obtenida de la historia y de hechos remotos
de esa “tierra del misterio y del enigma”, como Hegel la llamó. Por ello no tenemos
ningún motivo para dudar de la autenticidad de la narración general contenida en
nuestro papiro. Asimismo, nos revela hechos históricos enteramente nuevos. Así, nos
enteramos en primer lugar de que Kefren, fue hijo de Keops; que la V Dinastía se
originó en la ciudad de Saheboo; que los tres primeros faraones fueron tres hermanos y
que el mayor de estos trillizos había sido Sumo Sacerdote Solar en Heliópolis antes de
subir al trono. Por escasos que puedan parecer los detalles, adquieren bastante
importancia en la historia de los sucesos distantes de nosotros más de 40 siglos.
Finalmente, el Papiro de Lepsius, es un documento extremadamente antiguo, escrito en
la antigua lengua egipcia, al tiempo que los hechos narrados en él, pueden, por su
originalidad (¿magia?), ser parangonados con las mejores narraciones egipcias
traducidas y publicadas por el famoso egiptólogo y arqueólogo Maspero, en su obra
llamada Contes de l'Ancienne Egypte.
303
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Museo Bulak54, concerniente al reino etíope fundado por los


descendientes de los Sumos Sacerdotes de Amón, donde floreció
la teocracia absoluta. Parece que fue el mismo dios, el que
seleccionó los reyes a su antojo, y “la estela 114, que es un edicto
oficial de la elección de Aspalout, muestra como tuvieron lugar
tales hechos”. (Gebel–Barkal). El ejército formó cerca de la
montaña Sagrada de Napata, eligió a seis oficiales que debían
encontrarse con otros delegados propuestos por el estado, para
proceder a la elección del Rey.

“Venid”, dice la leyenda inscripta, “venid, elijamos un Señor


que sea como un toro joven e irresistible”. Y el ejército comenzó
a lamentarse, diciendo: “Nuestro Señor está con nosotros y no lo
conocemos”. Y otros remarcaron: “Sí, pero podemos conocerlo,
aunque hasta ahora nadie salvo Râ (el Dios), lo conoce. Que el
gran Dios le proteja del mal, dondequiera que se encuentre”…
En el acto gritó todo el ejército: “Pero existe ese dios Amón–Râ
en la montaña Sagrada, y él es el dios de Etiopía. Vayamos a él;
no habléis en ignorancia de él, pues la palabra hablada en
ignorancia de él no es buena. Dejémosle elegir a él, a ese dios,
que es el dios del reino de Etiopía, desde los días de Râ… El nos
guiará, ya que los reyes etíopes son todos obra suya, y él dará el
reino al hijo que ama”. “Esto es lo que dijo todo el ejército: Son
palabras excelentes, en verdad… un millón de veces.”

La narración, muestra luego a los delegados debidamente


purificados, dirigiéndose al templo y postrándose ante la
enorme estatua de Amón–Râ, mientras formulan su petición.
“Los sacerdotes etíopes son poderosos. Saben fabricar imágenes
y estatuas milagrosas, capaces de moverse y de hablar para
servir como vehículo de los dioses; es un arte que mantuvieron
de sus ancestros egipcios.”

Todos los miembros de la familia real pasaban en procesión


delante de Amón–Râ, y ésta no se movía aún. Pero tan pronto

54
Bulak, barrio situado en el puerto del Cairo, donde estuvo situado desde 1858 hasta 1891
el MuseoEgipcio, que fue trasladado posteriormente a Gizeh y en 1902 cerca del puente
de Kars el–Nil, que une la margen derecha con la isla de Guézira. (N. del T.)
304
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

como Aspalout se aproximó a ella, le saludó la enorme estatua


con los dos brazos y exclamó con potente voz: “Este es vuestro
rey, este es vuestro Señor que os hará vivir”. Y los jefes del
ejército saludaron al nuevo Faraón. Este entró en el santuario y
fue coronado personalmente por el dios con sus propias manos;
luego se reunió con su ejército. La fiesta finalizó con la
distribución de pan y cerveza.” (Gebel–Barkal).

Hay una serie de papiros e inscripciones antiguas que


prueban sin la menor duda que durante miles de años los Sumos
Sacerdotes, los magos y los faraones –así como las masas– ,
creyeron en la magia, además de practicarla; siendo esta última
propensa a ser atribuida a hábiles juegos malabares. Las
estatuas tuvieron que ser fabricadas; pues, a menos que
estuvieran hechas con ciertos elementos y piedras, preparadas
bajo ciertas constelaciones, de acuerdo con las condiciones
prescritas por el arte mágico, no se podía hacer actuar dentro de
éstas los poderes divinos (infernales, si alguien lo quiere así), o
las FUERZAS, que se esperaba animasen a tales estatuas e
imágenes. Una batería galvánica, si se quiere que produzca sus
efectos mágicos, ha de ser preparada con metales y materiales
específicos, no al azar. Una fotografía ha de ser obtenida bajo
ciertas condiciones especiales de oscuridad y con ciertas
substancias químicas, antes de que produzca el efecto deseado.

Hace unos veinte años se enriqueció la Arqueología con un


documento egipcio muy curioso que da los puntos de vista de
esta antigua religión sobre el tema de los fantasmas (manes) y
sobre la magia en general. Es el llamado Papiro Harris sobre
Magia (Papyrus Magique). Es extremadamente curioso por su
relación con las enseñanzas esotéricas, y además muy sugestivo.

OSTENDE, julio de 1886


(Apareció en The Theosophist de octubre de 1886)

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

MAHATMAS Y CHELAS
Publicado en “The Theosophist” de 1884

Un mahatma es un personaje que mediante una preparación y


educación especiales ha desarrollado aquellas facultades
superiores y ha alcanzado aquel conocimiento espiritual que la
humanidad común adquirirá después de pasar a través de
innumerables series de reencarnaciones durante el proceso de
evolución cósmica, siempre que, como es natural, no vaya
durante ellas en contra de los fines de la Naturaleza y cause su
propia aniquilación. Este proceso de autoevolución de los
Mahâtmâs se extiende sobre un cierto número de
“encarnaciones", aunque, comparativamente hablando, son muy
pocas. Pero, ¿qué es lo que encarna? La Doctrina Secreta, hasta
donde ha sido revelada, muestra que los tres primeros
principios mueren más o menos con la llamada muerte física. El
cuarto principio, junto con las partes inferiores del quinto
donde residen las tendencias animales, tiene a Kâma-loka por
morada, donde sufre la agonía de la desintegración en forma
proporcional a la intensidad de los deseos inferiores; mientras
que es el Manas superior, el hombre puro, el que está asociado
con los principios sexto y séptimo, quien entra en el Devachan
para disfrutar ahí los efectos de su buen Karma, y reencarnar
después en una individualidad superior. Ahora bien, una
entidad que está pasando por la instrucción oculta en sus
sucesivos nacimientos, en cada encarnación tiene gradualmente
cada vez menos de ese Manas inferior, hasta que llega el
momento en que todo su Manas, siendo de carácter totalmente
elevado, está centrado en su individualidad superior, es
entonces cuando puede decirse que tal persona se ha convertido
en un Mahatma .
En el momento de su muerte física perecen los cuatro principios
inferiores sin ningún sufrimiento, pues estos son para él, de
hecho, como un adorno superficial que se quita o se pone a
voluntad. El verdadero Mahâtmâ no es entonces su cuerpo
físico, sino ese Manas superior que está inseparablemente unido
a Âtmâ y a su vehículo (el sexto principio),una unión efectuada
por él en un período comparativamente muy corto, debido a que
306
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

sigue el proceso de auto –evolución establecido por la Filosofía


Oculta. Por eso, cuando la gente expresa el deseo de “ver a un
Mahâtmâ”, realmente no parecen entender que es lo que piden.
¿Cómo pueden esperar ver con sus ojos físicos lo que trasciende
a la vista?¿Es el cuerpo –una mera cáscara o máscara – lo que
imploran ver y tras lo que van?? Y suponiendo que ven el cuerpo
de un Mahâtmâ, ¿cómo pueden saber que tras esa máscara hay
oculta una entidad elevada?¿Bajo qué criterios van a juzgar si
Mâyâ refleja ante ellos la imagen de un verdadero Mahâtmâ? ¿Y
quién puede decir que lo físico no es Mâyâ? Las cosas elevadas
pueden ser percibidas sólo mediante un sentido relacionado con
esas cosas elevadas; por tanto quien desee ver a un verdadero
Mahâtmâ deberá usar entonces su vista intelectual. Deberá
elevar su Manas de tal manera que su percepción sea clara y
todas las neblinas creadas por Mâyâ sean dispersadas. Su visión
será entonces brillante y podrá ver a los Mahâtmâs dondequiera
que esté; pues estando fusionados el sexto y el séptimo
principio que son ubicuos y omnipresentes, puede decirse que
los Mahâtmâs están en todas partes. Esto sería como
encontrarnos en la cima de una montaña y tener a nuestra vista
toda la llanura, y con todo, no estar enterados de cada árbol o
lugar particular, ya que desde esa elevada posición todo lo que
está debajo es casi idéntico, y así como nuestra atención puede
ser atraída hacia algo que sobresale o desentona del entorno, de
esta misma manera, aunque toda la humanidad está dentro de la
vista mental de los Mahatmas, no se puede esperar de ellos que
tomen nota especial de cada ser humano, a menos que éste
atraiga su particular atención por sus actos especiales. Su
preocupación esencial es el mayor bien para la humanidad en
conjunto, pues ellos mismos se han identificado con esa Alma
Universal que traspasa la Humanidad, y el que quiera atraer su
atención debe hacerlo de esa manera, a través ,de esa Alma que
se extiende por doquier.
Esta percepción del Manas puede ser denominada “fe”, que no
debe ser confundida con “creencia ciega”. “Creencia ciega” es
una expresión usada a menudo para indicar la creencia sin
percepción o comprensión; mientras que la verdadera

307
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

percepción de Manas es esa creencia inteligente, que es el


verdadero significado de la palabra “fe ”.Esta creencia debe
estar al mismo tiempo acompañada por el conocimiento, es
decir, por la experiencia, pues “el verdadero conocimiento lleva
consigo la fe”.La fe es la percepción del Manas (el quinto
principio),mientras que el conocimiento, en el verdadero
sentido de la palabra, es la capacidad del Intelecto, es decir, es
percepción espiritual. En resumen, la individualidad superior
del hombre, compuesta por su Manas superior, el sexto principio
y el séptimo, debe trabajar como una unidad, y sólo entonces se
puede obtener “la sabiduría divina ”,pues las cosas divinas sólo
pueden ser percibidas mediante facultades divinas. Así, el deseo
que debe mover a alguien a pedir ser aceptado como chela ,es el
comprender las funciones de la Ley de Evolución Cósmica para
poder trabajar en armonioso acuerdo con la Naturaleza, en vez
de ir en contra de sus fines por ignorancia.

308
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

PECADO CONTRA LA VIDA


Artículo aparecido en “Lucifer”, Noviembre 1887

Un artículo aparecido recientemente en un peri6dico declaraba


que cierta dama americana de gran fortuna, residente en
Londres, había concebido el extraño deseo de poseer un abrigo
confeccionado con las cálidas y suaves plumas del pecho del Ave
del Paraíso. Se requerían quinientos pechos para este propósito
y, continuaba la historia, se habían enviado a Nueva Guinea a
dos hábiles cazadores para matar a las pobres víctimas cuyo
sacrificio era necesario para satisfacer este salvaje capricho.

Nos alegra saber que la veracidad del hecho ha sido negada por
el "Mundo", aparentemente de muy buena fuente. Pero, por
poco que la dama en cuestión sea merecedora del reproche que
la calumnia desató sobre ella, vale la pena analizar el
sentimiento que pueda haber despertado en una sociedad
donde -si bien los abrigos de Aves del Paraíso son raros- la
mayoría de los mujeres que se visten lujosamente se adornan de
un modo u otro, a expensas de los pájaros.

El principio involucrado en un sombrero adornado con las


plumas de un solo pajarito, asesinado con este propósito, es el
mismo que el que se haría grotescamente manifiesto en una
indumentaria que requiriera el sacrificio de quinientas.
Demasiada gente rica en esta edad insaciable se olvida que el
mayor privilegio de aquellos que poseen los medios es el poder
de aliviar el sufrimiento.

Demasiados, también, olvidan que la compasión de aquellos que


rigen el mundo animado debe extenderse más allá de los límites
de su propio reino; y así, tenemos el penoso espectáculo del
"deporte" asociado todavía en países civilizados con propósitos
que ya no deberían producir placer a hombres que se han
elevado por encima de la vida primitiva de cazadores y
pescadores. ¿Cómo es posible descender del orgulloso estado de
la humanidad en busca de una gratificación innoble? Es malo
matar cualquier criatura senciente por los salvajes placeres de
309
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

la caza. Es malo, tal vez peor, causar su destrucción para


beneficiarse fríamente con su sacrificio. Y es malo malgastar el
dinero, en este difícil mundo de necesidades y privaciones, para
permitirse costosos gustos persanales. Pero la cima de todo la
que es reprensible en estos hechos dañinos se alcanza,
seguramente, cuando las mujeres -que deberían, en virtud de su
sexo, ayudar a suavizar las ferocidades de la vida- llegan a
causar el daño mayor y pecan contra todo un catálogo de
deberes humanos utilizando la crueldad por los caprichos de
una moda infame.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

PENSAMIENTOS SOBRE LOS ELEMENTALES


Quien estas líneas escribe, ha dedicado años enteros al estudio
de estos seres invisibles –y por completo insensibles–
llamados por varios nombres en todos los países bajo el sol, y
conocidos con el genérico de espíritus. Sólo la nomenclatura
aplicada a estos naturales de las esferas por la iglesia Católica –
buenos o malos– no tiene fin..La gran cronología de sus nombres
simbólicos, es un estudio. Abrid cualquier relato de la creación
en el primer Purâna que os venga a la mano, y mirad la variedad
de apelaciones conferidas a estas criaturas divinas y semi–
divinas (producto de dos clases de creaciones: la Prakrita y la
Vaikrita o Padma, la primaria y la secundaria), evolucionadas
todas del cuerpo de Brahmâ. Solamente el Urdhwasrota1 de la
tercera creación abraza una variedad de seres con
características e idiosincrasias suficientes para el estudio
durante toda una vida.

Lo mismo sucede con los relatos egipcios, caldeos, griegos,


fenicios o cualquier otro. Las huestes de estos seres son
innumerables. Los antiguos paganos, in embargo –y
especialmente los neoplatónicos de Alejandría–, conocían lo que
creían, y distinguían sus diferentes órdenes. Ninguno los
consideraba bajo el punto de vista sectario como lo hacen las
iglesias cristianas. Se ocupaban de ellos, por el contrario, con un
conocimiento mucho mayor, pues hacían una distinción mucho
más acertada de las diferentes naturalezas de estos seres, que
los Padres de la iglesia lo hicieron nunca. Con arreglo a la línea
de conducta que estos últimos se habían trazado, todos los
ángeles que no habían sido reconocidos como servidores del
Jehovah de los judíos, eran proclamados demonios.

Los efectos de esta creencia, más tarde erigida en un dogma, los


encontramos ahora afirmándose en el Karma de los muchos
millones de espiritistas educados y mantenidos en las
respectivas creencias de sus iglesias. Aun cuando un espiritista
se haya divorciado hace mucho tiempo de las creencias
teológicas y clericales; aunque sea un cristiano liberal o

311
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

antiliberal, un deísta o un ateo, que haya sabiamente rechazado


toda creencia en los demonios, y que demasiado razonable para
considerar a sus visitadores como ángeles puros, haya aceptado
lo que crea un justo término medio, sin embargo, no reconocerá
a otros espíritus que los de los muertos.

Este es su Karma y también el de las iglesias colectivamente. En


las últimas, es natural un fanatismo tan obstinado y un tal
prejuicio: es su regla de conducta; pero en el espiritismo libre,
es imperdonable. No puede haber dos opiniones sobre este
asunto.

Tiene que ser, o la creencia completa o la absoluta incredulidad


en los espíritus. Si un hombre es escéptico y descreído, nada
tenemos que decir; pero una vez que cree en los fantasmas y
espíritus, cambia la cuestión. No hay hombre ni mujer que esté
libre de todo prejuicio y de ideas preconcebidas, que pueda
creer que en un infinito de vida y de ser –digamos sólo en
nuestro sistema solar–, que en todo este espacio sin límites, en
el cual los espiritistas sitúan su Paraíso2, haya solamente dos
ordenes de seres conscientes: los hombres y sus espíritus,
mortales encarnados e inmortales desencarnados. El futuro
guarda para la humanidad extrañas sorpresas, y la Teosofía, o
más bien sus partidarios, serán del todo vengados en días no
muy lejanos. No hay por qué tratar de una cuestión que ha sido
tan discutida por los teósofos, y que solamente ha acarreado
oprobio, persecución y enemistad a los escritores. Por lo tanto,
no nos saldremos de nuestra senda para decir mucho más. Los
elementales y los elementarios de los kabalistas y teósofos, han
sido suficientemente ridiculizados. Desde Porfirio hasta los
demonologistas de los siglos pasados han aportado hechos tras
hechos y han aglomerado pruebas sobre pruebas; pero con tan
poco efecto como el que pudiese tener un cuento de hadas
relatado a niños.

Raro libro, en verdad, el del vicio Conde de Gabalis,


inmortalizado por el Abate de Villars, y traducido y publicado
ahora en Bath. Aconsejo a los que tengan inclinaciones

312
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

humorísticas, que lo lean y reflexionen sobre él. Doy este


consejo con objeto de hacer un paralelo. La que estas líneas
escribe, lo leyó hace años y lo ha vuelto a leer ahora con más
atención aún que la primera vez. Su humilde opinión con
respecto a la obra, si a alguien le importa saberla, es que se
puede buscar durante meses, sin encontrarla nunca, la
demarcación entre los Espíritus de las secciones espiritistas y
las sílfides y ondinas de aquel satírico francés.

Hay algo que suena de una manera siniestra en los sarcasmos


joviales y en las chanzas de su autor, quien a la vez que señalaba
con el dedo del ridículo lo que era creencia suya, tenía
probablemente el presentimiento de su propio y acelerado
Karma 3, bajo la forma del asesinato.

La manera con que presenta al Conde de Gabalis, es digna de


atención: “Cierto día me asombré al ver entrar a un hombre de
una apostura de las más dignas, quien saludándome
gravemente, me dijo en francés, pero con acento extranjero: –
Adora, hijo mío, adora al Dios más grande de los Sabios; y no te
llenes de orgullo porque envíe a ti uno de los hijos de Sabiduría
para convertirte en un miembro de la Sociedad y hacerte
participar de las maravillas de la Omnipotencia”4 .

No hay más que una contestación que dar a aquellos que,


haciendo hincapié en obras semejantes, se ríen del Ocultismo.
Servitissimo la da con enojada frase en su introducción Cartas a
mi Señor en la obra arriba nombrada. “Yo lo hubiera persuadido
(al autor del Gabalis) de que cambiase por completo la forma de
su obra –escribe–, pues esta forma burlona de llevarla adelante
no me parece propia del asunto. Estos misterios de la Kábala
son cosas serias que muchos de mis amigos estudian muy
seriamente;… los brujos son ciertamente demasiado peligrosos
para ser tratados en burla”. Verbum sat sapienti.

Son peligrosos sin duda alguna. Pero desde que la historia


empezó a registrar pensamientos y hechos, media humanidad se
ha burlado de la otra media, ridiculizando sus más caras

313
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

creencias. Esto, sin embargo, no puede cambiar un hecho en una


ficción, ni tampoco destruye a las sílfides, ondinas y gnomos de
la Naturaleza, si los hay; pues estos últimos, ligados con las
salamandras, podrían destruir a los incrédulos y perjudicar a las
compañías de seguros, a pesar de que éstas creen menos en las
salamandras vengativas que en los incendios causados por
casualidad y por accidentes.

Los teósofos creen en los espíritus tanto como los espiritistas,


pero creen que son tan diferentes en sus variedades como las
tribus haladas en el aire. Hay entre ellos halcones sanguinarios y
murciélagos vampiros, así como hay palomas y ruiseñores. Ellos
creen en ángeles, porque muchos los han visto “… a la cabecera
del enfermo, ¿De quiénes eran la voz tierna Y los pasos
silenciosos? En donde los corazones afligidos destilaban como el
sauce Vagaban ellos entre los vivos y los muertos”.

Pero no eran éstas las materializaciones con tres dedos en los


pies de los modernos médiums. Aun cuando nuestras doctrinas
fuesen todas pasto para las chanzonetas de un Villars, esto nada
probaría en contra de las pretensiones de los ocultistas de que
sus enseñanzas son hechos históricos y científicos, cualquiera
que sea la forma con que se las presenten al profano. Desde que
comenzaron a reinar los primeros reyes por la gracia de Dios,
han pasado innumerables generaciones de bufones, nombrados
para divertir Majestades y Altezas; la mayoría de estos
despreciados individuos tenían más sabiduría en el fondo de sus
gibas y en la punta de los dedos, que todos sus reales amos
juntos en sus vacíos cerebros. Solamente ellos tenían el
privilegio inestimable de decir la verdad en las cortes, y estas
verdades han sido siempre causa de risa…5. Esta es una
digresión; pero obras tales como la del Conde de Gabalis, tienen
que ser analizadas despacio, y mostrado su verdadero carácter,
pues de lo contrario se las haría servir como martillo de fragua
para pulverizar aquellas obras que no toman el tono
humorístico al hablar de cosas misteriosas, ya que no sagradas
del todo, y que dicen lo que es del caso. Se asegura de la manera
más positiva que se dicen más verdades en las ingeniosas

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

railleries y gasconnades de aquella “Sátira, llena de hechos


eminentemente ocultos y reales, de los que la mayoría de las
gentes, y especialmente los espiritistas, pueden figurarse”.

Un solo hecho, como ejemplo, cuya existencia actual se


demuestra en el momento presente entre los médiums, bastará
para probar que tenemos razón.

Se ha dicho en otra parte que la Magia blanca difiere muy poco


de las prácticas de hechicería, excepto en los efectos y
resultados, consistiendo todo en si la intención es buena o mala.
Muchas de las reglas y condiciones preliminares para entrar en
sociedades de Adeptos, ya sean del sendero Derecho o del
Izquierdo, son también idénticas en muchas cosas. Por esto dice
Gabalis al autor: “Los Sabios jamás os admitirán en su sociedad
si no renunciáis desde este momento a una cosa que no puede
permanecer en competencia con la Sabiduría. Tenéis que
renunciar a toda relación carnal con las mujeres” (página 27).

Esto es sine qua non para los ocultistas prácticos, ya sean


rosacruces o yoguis, europeos o asiáticos. Pero lo es también
para los dugpas y tadoos, de Bután y de la india y para los vudús
y naguales, de Nueva Orleáns y de México 5; pero con una
cláusula adicional, sin embargo, en los estatutos de estos
últimos. Y es ésta el tener relaciones carnales con djins,
elementales, o demonios, llámeseles como se quiera, varones o
hembras 6.

“No os hago conocer ninguna otra cosa que los Principios de la


antigua Kábala”, explica Gabalis a su discípulo. Y le informa de
que los elementales (que el llama elementarios), los habitantes
de los cuatro Elementos –esto es, las sílfides, ondinas,
salamandras y gnomos–,viven muchas edades, pero que sus
almas no son inmortales.

“Respecto de la Eternidad… tienen finalmente que disolverse en


la nada…” “Nuestros padres los filósofos –continúa diciendo el
soidisant rosacruz–, hablando a Dios cara a cara, se quejaron a

315
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Él de la desgracia de esta gente (los elementales) y Dios, cuya


Misericordia no tiene límites, les reveló que no era imposible
encontrar un remedio para este mal. Les inspiró que del mismo
modo que el hombre, por la alianza que con Dios había
contraído, había sido hecho partícipe de la Divinidad, las sílfides,
los gnomos, las ninfas y las salamandras, por la alianza que
podían contraer con el hombre podían hacerse partícipes de la
inmortalidad. Así, pues, una ninfa o una sílfide se hace inmortal,
y capaz de alcanzar la dicha a que nosotros aspiramos, cuando
tiene la fortuna de casarse con un sabio; un Gnomo o un silfo
cesa de ser mortal desde el momento en que se casa con una de
nuestras hijas”.Después de haber soltado este hermoso ejemplar
de buen consejo sobre hechicería práctica, el sabio termina de la
siguiente manera: “¡No, no! Nuestros sabios no han cometido
nunca el error de atribuir la caída de los primeros ángeles a su
amor por las mujeres, como tampoco creen que hayan puesto a
los hombres bajo el poder del Diablo… No hubo nada criminal
en todo esto. Eran silfos que trataban de hacerse inmortales. Sus
inocentes pretensiones, muy lejos de escandalizar a los filósofos,
nos han parecido tan justas, que todos nosotros, de común
acuerdo, estamos resueltos a renunciar por completo a las
mujeres para entregarnos a la inmortalidad de las ninfas y
sílfides (pág. 33).

Y así hacen ciertos médiums, especialmente en América y


Francia, quienes se alaban de tener por maridos o esposas a
espíritus. Conocemos personalmente a tales médiums, hombres
y mujeres, y no serán los de Holanda los que negarán el hecho,
dado cierto suceso reciente entre sus colegas y correligionarios,
fresco en su memoria, concerniente a algunos que escaparon de
la locura y de la muerte haciéndose teósofos. Siguiendo nuestros
consejos fue como pudieron finalmente librarse de sus
consortes de ambos sexos.

¿Se nos dirá también en este caso que esto es una calumnia y
una invención? Pues entonces, que los que, como los espiritistas,
estén inclinados a ver nada más que un inocente pasatiempo en
estas diarias y nocturnas relaciones con los llamados espíritus

316
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

de los muertos, se dediquen a observar. Que los que ridiculizan


nuestros avisos y nuestra doctrina, y se burlan de ella,
expliquen, después de analizado desapasionadamente el
misterio y la razón de hechos tales como la existencia, en las
mentes de ciertos médiums y sensitivos, de su matrimonio real
con espíritus varones y hembras. Las explicaciones de locura y
alucinación no significan nada, cuando se las pone frente a
frente con los hechos innegables de las MATERIALIZACIONES
DE ESPÍRITUS. Si hay espíritus capaces de tomar té y vino, de
comer manzanas y pasteles, y de besar y palpar a los
concurrentes a las sesiones espiritistas, hechos que han sido
probados, así como también la existencia de estos mismos
visitadores, ¿Por qué no habrían de ejecutar estos mismos
espíritus los deberes matrimoniales del mismo modo? ¿Y qué
son estos espíritus y cuál es su naturaleza? ¿Se nos dirá por los
espiritistas, que los fantasmas de Mme. de Sévigné o de Delfina –
una de cuyas autoras nos abstenemos de nombrar por
consideración a sus parientes que sobreviven– son los espíritus
reales de estas difuntas señoras; y que la última sentía una
afinidad espiritual por un médium canadiense, idiota, viejo y
sucio, hasta el punto de hacerse su feliz esposa, como él se
alababa públicamente, siendo el resultado de esta unión un
rebaño de hijos espirituales engendrados con este santo
espíritu? ¿Y quién es el marido astral –el consorte7 nocturno– de
una señora médium de Nueva York muy conocida, y a quien la
escritora conoce personalmente? Que el lector tome cuantos
informes pueda sobre este último desarrollo de las relaciones
espirituales (?!); que piense seriamente sobre esto, y que lea
después el Conde de Gabalis, especialmente el apéndice con sus
partes latinas, y entonces quizás podrá apreciar mejor toda la
gravedad de la supuesta chanza en la obra en cuestión7, y
comprender el verdadero valor que encierra la burla en ella.
Entonces podrá ver claramente la horrible relación que hay
entre los faunos, sátiros e íncubos de San Jerónimo, las sílfides y
ninfas del Conde de Gabalis, los elementarios de los kabalistas, y
todas las Lillies poéticas y espirituales de la Comunidad Harris,
los Napoleones astrales y otros don Juanes que han partido y se
hallan en el Summer Land (tierra de verano), o sea las

317
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

afinidades espirituales de más allá de la tumba del mundo


moderno de los médiums.

A pesar de la horrible multitud de hechos, se nos dice semana


tras semana en los periódicos espiritistas, que, a lo más, no
entendemos una palabra de lo que decimos. Platón (un
seudónimo por cierto muy presuntuoso para ser usado), ex–
teósofo descontento, dice a los espiritistas (véase el Light del 1º
de Enero de 1889) que no solamente no hay reencarnación,
porque el espíritu astral de un difunto amigo suyo se lo dijo
(verdaderamente es un testimonio valioso y digno de
confianza), sino que está probado que toda nuestra filosofía no
tiene valor por este mismo hecho. Se nos notifica que el Karma
es una necedad mayúscula. “Sin el Karma, la reencarnación no
tiene razón de ser”; y puesto que su informante astral se ha
informado en el reino de su presente existencia de la teoría de la
reencarnación, y dice que no puede encontrar un solo hecho, ni
siquiera el rastro de uno, respecto de aquella verdad… este
informante astral tiene que ser creído. El no puede mentir. Pues
un hombre que ha estudiado la química, tiene derecho a una
opinión, y se ha ganado el de hablar sobre sus varias teorías y
hechos… especialmente si durante su vida terrestre fue
respetado y admirado por sus investigaciones en los misterios
de la Naturaleza y por su amor a la verdad8.

Es de esperar que los astrales de eminentes químicos, tales


como Mr. Crookes y Buderof, cuando desencarnen, se
abstendrán de venir a menudo a hablar con los mortales; pues
habiendo estudiado la química tanto y tan bien, sus
comunicaciones post mortem adquirirían una reputación de
infalibilidad tal, que quizás llegarían a perjudicar el progreso de
la humanidad y el desarrollo de sus poderes intelectuales. Pero
la prueba es suficientemente convincente, sin duda alguna, para
la presente generación de espiritistas, puesto que el nombre
usado por el “director astral de un amigo”, era el de un hombre
honrado y amante de la verdad. Parece, pues, que una
experiencia de más de cuarenta años con espíritus, que dicen
muchas más mentiras que verdades, y hacen mucho más daño

318
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

que bien, nada significan. Y de este modo los esposos y esposas


espirituales tienen también que ser creídos, cuando dicen que
son esto o aquello. Pues como Platón (el seudónimo) con razón
arguye: “No hay progreso sin conocimiento”, y el conocimiento
de la verdad que se funda en hechos, es un progreso del grado
más elevado; y si los astrales progresan, como lo afirma este
espíritu, la filosofía del Ocultismo respecto de la reencarnación,
es errónea en este punto; ¿Y cómo podemos saber que los
demás puntos son correctos, puesto que no hay pruebas de
ellos? Esto es lógica y filosofía elevadas. “El fin de la Sabiduría es
la consulta y la discusión” con espíritus, debió de haber añadido
Demóstenes si hubiera sabido donde encontrarlos; pero todo
esto deja sin resolver la cuestión de quiénes son estos espíritus;
pues “cuando los doctores no están de acuerdo”, tiene que haber
lugar a dudas; y además del hecho saliente de que los espíritus
están divididos en sus opiniones sobre la reencarnación, lo
mismo que lo están los espiritualistas y los espiritistas, “todos
los hombres no son a propósito para ser campeones de la
Verdad, ni para recoger el guante en su causa”, según dice Sir F.
Browne. Esto no significa ninguna sátira irrespetuosa para
Platón, quien quiera que él sea; no es más que un axioma. Un
hombre de ciencia eminente, el profesor W. Crookes, dio una vez
una definición muy sabia de la verdad, demostrando cuán
necesario es distinguir entre la verdad y la exactitud. Una
persona puede ser amante de la verdad –dijo– esto es, puede
sentirse lleno de deseo de recibir la verdad como de enseñarla;
pero a menos que esta persona tenga gran poder natural de
observación, o haya sido educada por medio de alguna clase de
estudio científico en el trabajo de observar, anotar, comparar y
dar cuenta con toda exactitud y detalle, no podrá dar una
relación exacta ni digna de confianza –y ni por tanto verdadera–
de sus experiencias. Sus intenciones pueden ser sinceras; pero
si tiene una chispa de entusiasmo, puede estar expuesto a
proceder a generalizaciones que sean a la vez falsas y
peligrosas. En resumen: como dice también otro eminente
hombre de ciencia, Sir John Herschel: “La gran –y ciertamente
única– cualidad de la Verdad, es la de ser capaz de sufrir la

319
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

prueba de la experiencia universal, y de salir sin cambio alguno


de cualquier clase de discusión sincera a que se la sujete.”

Ahora bien; pocos son los espiritistas, si es que hay alguno, que
reúnan las preciosas cualidades requeridas por el profesor
Crookes; en otras palabras, su veracidad se halla siempre
neutralizada por su entusiasmo, que los ha conducido al error
durante los últimos cuarenta años. En contestación a esto se nos
dirá –y hay que confesar que con gran justicia– que esta
definición científica es un arma de doble filo;;esto es, que los
teósofos están, por lo menos, en el mismo caso que los
espiritistas; que son entusiastas y, por tanto, crédulos también.
Pero en el presente caso la situación cambia. La cuestión no
consiste en lo que los espiritistas o teósofos puedan pensar
sobre la naturaleza de los espíritus y su grado de veracidad, sino
lo que dice la experiencia universal requerida por Sir John
Herschel. El espiritismo es una filosofía –si lo es, lo que nosotros
negamos– de ayer. El Ocultismo y la filosofía de Oriente, ya sean
verdad en absoluto o sólo relativamente, son enseñanzas que
vienen a nosotros con una antigüedad inmensa; y puesto que –
tanto en los escritos y tradiciones del Oriente, como en los
numerosos fragmentos y manuscritos que nos han dejado los
teósofos neo–platónicos; en las observaciones de sabios, tales
como Porfirio y Jámblico, en las de los teósofos de la edad
media, y así sucesivamente ad infinitum –puesto que
encontramos en todos éstos el mismo idéntico testimonio de la
naturaleza, extremadamente variada y a menudo peligrosa, de
todos estos genios, demonios, dioses, lares y elementarios, todos
confundidos ahora en un haz bajo el nombre de espíritus, no
podemos menos que reconocer en todo esto “algo que reporta
victoriosamente la prueba de la experiencia universal, y que
“resulta sin cambio” después de toda clase de observaciones y
experiencias.

Los teósofos dan tan sólo el producto de una experiencia que


procede de la más remota antigüedad; los espiritistas sostienen
sus propias opiniones nacidas hace cuarenta años, y basadas en
su entusiasmo perenne y en su emocionalismo. Pero que se le

320
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

pregunte a cualquier testigo imparcial y de buena fe, que


presencie los hechos de los espíritus en América y que no sea ni
teósofo ni espiritista: ¿Cuál puede ser la diferencia entre la
novia vampira de quien se dice que Apolonio de Tyana libró a
un joven amigo suyo, a quien el súcubo nocturno estaba
matando lentamente, y las esposas y esposos espíritus de los
médiums? Ninguna, seguramente, sería la contestación correcta.

Aquellos que no se estremezcan ante esta horrenda


resurrección de la demonología y brujería de la edad media,
pueden en todo caso comprender la razón de por qué, entre los
numerosos enemigos de la Teosofía –que desgarra el velo de los
misterios del mundo de los espíritus, y quita la máscara a los
espíritus disfrazados bajo nombres eminentes–, ningunos son
tan mordaces ni tan implacables como los espiritistas de los
países protestantes y los países católico–romanos.

Monstrum horrendum informe cui lumen ademptum… es el


epíteto más a propósito que debe aplicarse a la mayoría de las
Lillies y Joes del mundo de los espíritus. Pero no queremos con
esto sostener en modo alguno –no imitando a los espiritistas
que están determinados a no creer en otros espíritus que en los
de los queridos difuntos– que no existan otros espíritus que los
espíritus de la Naturaleza o elementales, cascarones o
elementarios, dioses y genios de los reinos invisibles, o que no
hay ningún espíritu santo ni elevado que se comunique con los
mortales; pues esto no es así. Lo que los ocultistas y kabalistas
han dicho siempre, y los teósofos repiten ahora, es que los
espíritus elevados o santos no visitan ninguna promiscua sesión
espiritista ni se casan con hombres ni mujeres.

La creencia en la existencia de visitantes invisibles, aunque


demasiado a menudo presentes, de mundos mejores y peores
que el nuestro, está demasiado arraigada en los corazones de los
hombres para que pueda ser arrancada tan fácilmente por la fría
mano del materialismo, ni aun de la ciencia. Los cargos de
superstición acompañados del ridículo, han servido más bien
para engendrar nuevas hipocresías y disimulos sociales entre

321
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

las clases educadas. Pues hay pocos hombres, si es que hay


alguno, en el fondo de cuyas almas no exista latente la creencia
en tales criaturas sobrehumanas y suprapersonales, la cual
puede despertarse a la primera oportunidad. Muchos son los
hombres de ciencia que, habiendo abandonado a la vez que los
cuentos de las nodrizas, las creencias en los reyes de sílfides y
reinas de hadas, y que se ruborizarían de ser acusados de creer
en brujerías, han caído, sin embargo, víctimas de la astucia de
los Josés, Catalinas y otros fantasmas y directores. Y una vez que
han cruzado el Rubicón, ya no vuelven a temer el ridículo. Estos
científicos defienden tan desesperadamente la realidad de los
espíritus materializados y otros, como si fuesen una ley
matemática. Las aspiraciones del alma que parecen innatas en la
naturaleza humana, y que duermen tan sólo para despertar con
mayor energía; los deseos de cruzar el límite de la materia, que
hacen que muchos escépticos se vuelvan creyentes rabiosos a la
primera apariencia de lo que para ellos es una prueba
innegable; todo esto completa el fenómeno fisiológico del
temperamento humano. ¿Han encontrado nuestros modernos
fisiólogos su clave? ¿Permanecerá el veredicto non compos
mentis o será “víctima del fraude y de la psicología, etc. Cuando
decimos que los incrédulos no son sino un puñado, esta
afirmación no es exagerada; pues los más escépticos no son los
que más alto clamorean contra las supersticiones degradantes,
contra la locura ocultista, etc., etc. A la primera oportunidad
serán de los primeros entre los que caen y se rinden. Y cuando
seriamente se cuentan los millones siempre crecientes de
espiritistas, ocultistas y místicos en Europa y América, no hay
por qué lamentarse como lo hace Carrington de la marcha de las
hadas. Se han marchado, dice el poeta: Han volado Las hermosas
ficciones de nuestros padres, tejidas en la tela de la Superstición
cuando el Tiempo era joven.

Tiernamente amadas y queridas. Han volado Delante de la vara


de la ciencia Afirmamos que no han hecho semejante cosa, y que
antes al contrario, son estas hadas –y mucho más las hermosas
que las horribles– las que amenazan seriamente, bajo sus

322
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

nuevas máscaras y nombres, desarmar a la ciencia y romper su


vara.

La creencia en los espíritus es legítima porque le basa en la


autoridad de los experimentos y de la observación; además
reivindica otra creencia considerada también como
supersticiosa, o sea el Politeísmo. Este último está basado sobre
un hecho de la Naturaleza. Espíritus que han sido tomados por
dioses, han sido vistos en todas las edades por los hombres –de
aquí la creencia en muchos y varios dioses–. El monoteísmo, por
otro lado, se funda en una pura abstracción, ¿Quién ha visto a
Dios? (nos referimos a aquel Dios Infinito y Omnipotente de que
hablan tanto los monoteístas). El politeísmo –una vez que el
hombre reclama el derecho de intervención divina en favor
suyo– es lógico y de conformidad con las filosofías de Oriente,
todas las cuales, ya sean panteístas o deístas, proclaman la
abstracción Una e infinita, un Algo absoluto que sobrepuja
totalmente a la concepción de lo infinito. Seguramente un credo
semejante es más filosófico que aquella religión cuya teología, a
la vez que por un lado proclama a Dios un Ser misterioso y hasta
Incomprensible, a quien “ningún hombre puede ver ni oír”
(Éxodo XXXIII, 20), lo muestra por otro tan humano y tan
pequeño como para ocuparse de los calzones de sus escogidos 9
¡mientras que descuidaba el decir algo definido sobre la
inmortalidad de sus almas o sobre su supervivencia después de
la muerte! Así, pues, la creencia en una hueste o huestes
espirituales que moran en varios pueblos y esferas del Universo,
o sea, en realidad, en Seres conscientes intra Kósmicos, es lógica
y racional, mientras que la creencia en un Dios extra Kósmico es
un absurdo. Y si Jehovah, que eran tan celoso por sus judíos, y
ordenaba que no debían tener otro Dios que Él, fue tan generoso
que otorgó Moisés a Faraón (“Mira; yo he hecho de ti un Dios
para Faraón y a Aarón… tu profeta”, Éxodo, VII, 1) como deidad
para el monarca egipcio, ¿Por qué a los paganos no se les ha de
permitir que elijan sus dioses? Una vez que creemos en la
existencia de nuestros Egos, bien podremos creer en la de los
Dhyân Chohans. Pues como dice Haré: “el hombre es un ser
compuesto, estando hecho de un cuerpo espiritual y de otro

323
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

carnal; los Ángeles son Espíritus puros, y por tanto, más


próximos a Dios, sólo que son creados y finitos por todos los
conceptos, mientras que Dios es infinito e increado”. Y si Dios es
lo último, entonces no es un Ser sino un Principio incorpóreo al
que es una blasfemia el antropomorfizar. Los ángeles o Dhyân
Chohans, son los Vivientes; aquel Principio existente por sí
mismo, la Causa eterna y compenetradora de todas las causas es
tan sólo el nóumeno abstracto del Río de Vida, cuyas olas,
siempre rodando, crean los ángeles lo mismo que los hombres;
los primeros siendo sencillamente “hombres de naturaleza
superior”, como instintivamente lo observaba Young. Las masas
de la humanidad tienen, pues, razón en creer en la pluralidad de
dioses; no son las naciones cristianas menos politeístas que sus
hermanos los paganos, por llamarles ahora espíritus, ángeles o
demonios.

Los veinte o treinta millones de espiritualistas o espiritistas que


existen actualmente, ofician a sus muertos con tanto celo como
los chinos e indos modernos ofician a sus houen 10, bhoots y
pisachas; los paganos, sin embargo, lo hacen para tenerlos
tranquilos y que no hagan daño post mortem.

Aun cuando se dice que estos dioses son “superiores al hombre


en algunos conceptos”, no se debe decir por esto que las
potencias latentes del Espíritu humano sean en modo alguno
inferiores a las de los devas. Sus facultades están más
desarrolladas que las del hombre ordinario; pero en último
resultado, este desarrollo tiene un límite prescrito, lo que no
sucede con el espíritu humano. Este hecho ha sido bien
simbolizado en el Mahâbhârata por la victoria que por sí sólo
obtuvo Arjuna, bajo el nombre de Nara (hombre) sobre toda la
hueste de los devas y deva –yo– nis (elementales inferiores).

También encontramos la referencia a este mismo poder del


hombre en la Biblia, pues, San Pablo dice claramente a su
auditorio: “¿No sabéis que juzgaremos a los Ángeles?” (I Corin.
VI, 3), y habla del cuerpo astral del hombre, el soma psychikon,

324
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

y del cuerpo espiritual, soma pneumatikon que “no tiene carne


ni huesos” pero que, sin embargo, tiene una forma externa.

El orden de seres llamados devas –cuya variedad es tan grande


que su descripción no puede intentarse aquí– se da en algunos
tratados ocultos. Hay devas superiores e inferiores, elementales
superiores y muy inferiores al hombre y aun a los animales.
Pero todos éstos han sido o serán hombres, y los primeros
volverán a nacer en planetas superiores y en otros Manvantaras.
Una cosa puede, sin embargo, mencionarse. Los Pitris, o
nuestros antecesores lunares y la comunicación de los mortales
con ellos, han sido varias veces mencionados por los espiritistas
como un argumento de que los indos creen efectivamente en
espíritus, y que hasta los adoran. Esto es un gran error. No son
los Pitris individualmente los que hayan podido ser consultados,
sino su Sabiduría en conjunto; mostrándose esta Sabiduría,
mística y alegóricamente, en el lado luminoso de la luna.

Lo que los brahmanes invocan, no son los espíritus de los


antecesores difuntos; puede encontrarse el completo significado
de este nombre en el vol. II de la Doctrina Secreta, en donde se
da la génesis del hombre. Los espíritus humanos más
desarrollados y elevados declararán siempre al dejar su
vivienda de barro: nacha purarâvarti, “no volveremos”; y de este
modo se colocan fuera del alcance de ningún hombre vivo. Pero
para comprender completamente la naturaleza de los
antecesores lunares y su relación con la luna, se necesitaría la
revelación de los secretos ocultos que no están destinados para
el conocimiento del público. Por tanto, no se dará más que las
pocas insinuaciones siguientes: Uno de los nombres de la luna
en sánscrito es Soma, que es también el nombre, como es bien
sabido, de la bebida mística de los brahmanes, y demuestra la
relación entre las dos. Un bebedor de Soma alcanza el poder de
ponerse en relación directa con el lado brillante de la luna,
tomando así inspiración de la energía intelectual concentrada
de los benditos antecesores. Esta concentración, y el ser la luna
un depósito de esta energía, es el secreto cuyo significado no
puede ser revelado más allá del mero hecho de mencionar el

325
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

continuo derrame sobre la tierra de cierta influencia desde el


lado brillante de la esfera.

Esto que parece una corriente (al ignorante) es de naturaleza


doble: una que da vida y sabiduría, y la otra que es letal. Aquel
que puede separar la primera de la segunda, como Kâlahansa
separó la leche del agua que estaba mezclada con ella,
demostrará así gran sabiduría y tendrá su recompensa. La
palabra Pitri significa, sin duda alguna, el antecesor; pero lo que
se invoca es la sabiduría lunar, esotéricamente, y no al antecesor
lunar. Esta sabiduría era la que invocaba Qutamy, el caldeo, en
el Nabathean Agriculture, quien escribió “las revelaciones de la
Luna”. Pero existe el otro lado de esto.

Así como la mayoría de las ceremonias religiosas brahmánicas


están relacionadas con la luna llena, de la misma manera las
siniestras ceremonias de los hechiceros tienen lugar en la luna
nueva y en su último cuarto. Del mismo modo, cuando el ser
humano perdido, o hechicero, llega a la consumación de su
carrera depravada, todo el mal Karma, y la mala inspiración cae
sobre él, como un negro íncubo de iniquidad, desde “el lado
oscuro de la luna”. El hechicero, el dugpa, que ejecuta siempre
sus ritos infernales en el día de la luna nueva, cuando la
influencia benévola de los Pitris está en su más bajo nivel,
cristaliza parte de la energía satánica de sus predecesores en el
mal, para sus propios viles fines, mientras que el brahmán, por
otro lado, persigue un fin benévolo correspondiente con la
energía que le otorgan sus Pitris… Por tanto, éste es el
verdadero espiritismo, cuyo corazón y alma han sido tan
erróneamente comprendidos por los modernos espiritistas.
Cuando llegue el día de la revelación completa, se verá que las
llamadas supersticiones del brahmanismo y de los antiguos
paganos en general, eran simplemente ciencias naturales y
físicas, veladas a los Ojos profanos de las multitudes ignorantes,
por temor a la profanación y al abuso, por medio de disfraces
alegóricos y simbólicos que la ciencia moderna no ha podido
descubrir.

326
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Afirmamos pues que ningún teósofo ha creído jamás en


supersticiones degradantes ni ha contribuido a propagarlas más
que lo que ha podido hacerlo cualquier sociedad filosófica o
científica. La única diferencia entre los espíritus de otras
sociedades, sectas o instituciones y los nuestros, consiste en sus
nombres y en los asertos dogmáticos con respecto a su
naturaleza. En aquellos a quienes los millones de espiritistas
llaman los espíritus de los muertos, y en quienes la Iglesia
romana ve los demonios de Satanás, no vemos nosotros ni lo
uno ni lo otro. Los llamamos Dhyân Chohans, devas, Pitris,
elementales superiores e inferiores, y los conocemos como los
dioses de los gentiles, a veces imperfectos, nunca santos. Cada
orden tiene su nombre, su sitio, sus funciones, que la Naturaleza
le ha asignado; y cada hueste es el complemento y la coronación
de su propia esfera particular, lo mismo que el hombre es el
complemento y la coronación de su globo; de aquí que sean una
necesidad natural y lógica en el Kosmos.

NOTAS

1. Los Urdhwasrota, los Dioses, llamados así porque la sola vista de los
alimentos tiene para ellos el lugar de comida;“pues hay satisfacción en
la sola contemplación de la ambrosía”, dice el comentador del Vishnu
Purâna.
2. Summer Land, literalmente, “tierra de verano”. Debe advertirse que
estos espiritistas son los de la escuela americana, que no creen en la
reencarnación, y que su Summer Land es un lugar situado en los
alrededores de la Vía Láctea (sic), en donde los espíritus se casan,
tienen hijos, se educan, tienen Congreso, casinos, etc. Los espiritistas
de la escuela de Allan Kardec creen en la reencarnación y son algo más
serios que los primeros con sus antifilosóficos y materialistas
conceptos. N. del T.
3. La obra fue publicada en París en 1670 y en 1675; fue cruelmente
asesinado el autor en su viaje a Lyon desde el Languedoc, su país natal.
4. Sub–Mundanos o los Elementarios de la Kábala; es la historia de los
Espíritus, vuelta a imprimir del texto del Abate de Villars, Physio–
AstroMystic, en donde se asegura que existen en la tierra criaturas
racionales además del hombre. Robert H. Fryer. Bath, 1886.
5. Hablamos aquí de los bien conocidos antiguos estatutos de la
Hechicería de los asiáticos, así como de la demonología de Europa. La
bruja tiene que renunciar a su marido, y el brujo a sus derechos

327
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

maritales sobre la esposa humana legítima, del mismo modo que el


dugpa renuncia hasta el presente todo comercio con mujeres
humanas, como lo hace también el vudú ,de Nueva Orleáns, durante el
ejercicio de sus poderes. Todos los kabalistas saben esto.
6. Los kabalistas judíos de Polonia y de Galitzia llaman en su ayuda al
espíritu hembra de nergal, cuando se dedican a alguna venganza, para
que infunda poder en ellos. El hechicero musulmán llama a un djini
hembra; un koldoon ruso a una bruja muerta (vyedma); el hechicero
chino tiene una houen en su casa, bajo sus órdenes. Este comercio se
dice que proporciona poderes mágicos y una fuerza sobrenatural.
7. Sub–Mundanes, o The Elementaries of the Cabala, con un apéndice
ilustrado de la obra Demoniality o Incubi and Succubi, por el Rvdo.
Padre Sinistrari de Amando. La contestación dada (pág. 133) por un
supuesto diablo a San Antonio, respecto a la corporeidad de los
íncubos y súcubos, sería ahora quizás oportuna. Habiendo preguntado
el bendito San Antonio quién era él, el pequeño enano de los bosques
contestó: “Soy un mortal y uno de los habitantes de los desiertos, a
quienes los gentiles en sus diferentes errores, adoran bajo los
nombres de faunos, sátiros e íncubos”; o espíritus de los muertos,
pudo haber añadido este elemental, vehículo de algún elementario.
Esta es una narración de San jerónimo, quien creía del todo en ella, y
nosotros también, aunque con algunas variantes.
8. Los argumentos y testimonios que se presentan contra la filosofía de
oriente, son muy curiosos, Seguramente esto es una buena prueba de
que los ocultistas tienen razón en decir que la mayoría de estos
espíritus no son ni siquiera espíritus mentirosos ,sino simplemente
cascarones vacíos y sin sentido, que adquieren conciencia sólo con la
ayuda de los cerebros de los asistentes y del cerebro del médium,
como medio de relación.
9. “Y tú le harás calzones de lienzo para que cubran su desnudez, que
alcanzarán desde sus lomos a sus muslos” (Éxodo XXVIII, pág. 42 y
siguientes.) ¡¡Dios un mercader de lienzos y un sastre!!
10. El houen en China es “la segunda alma, o vitalidad humana; el
principio que anima a la aparición”, según lo explican los misioneros
de China; simplemente el astral .El houen, sin embargo, es distinto del
Antecesor como los bhoots lo son de los Pitris en la India.

328
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

“¿Qué es la Verdad?”
(“What is Truth?”, Lucifer, oct. 1888)

La Verdad es la voz de la Naturaleza y del Tiempo,


La Verdad es el consejero asombroso dentro de nosotros,
Nada está destituido de ella, procede de las estrellas,
Del áureo sol y de toda brisa que sopla [...]
—W. Thompson Bacon

El sol inmortal de la Hermosa Verdad


A veces se esconde en las nubes, no porque su luz
Sea, en sí, defectuosa; sino que la oscurecen
Mi débil prejuicio, la fe imperfecta
Y todas las millares de causas que obstaculizan
El crecimiento de la bondad [...]
—Hannah More

"¿Qué es la Verdad,?" preguntó Pilatos a uno que debía


conocerla, si las pretensiones de la Iglesia Cristiana son, aún
aproximadamente, correctas. Sin embargo, él permaneció en
silencio. Así, la verdad que no divulgó, se quedó sin revelarse
tanto para sus seguidores como para el gobernante romano. El
silencio de Jesús en esta y en otras ocasiones, no impide a sus
actuales acólitos actuar como si hubiesen recibido la Verdad
última y absoluta y de ignorar el hecho de que se les
proporcionó ciertas Palabras de Sabiduría que contenían una
porción de la verdad, la cual se ocultaba en parábolas y dichos
hermosos aunque obscuros. 1

Esta actitud condujo, gradualmente, al dogmatismo y a la


afirmación. Dogmatismo en las iglesias, en la ciencia y en todas
partes. Las verdades posibles, vagamente percibidas en el
mundo de la abstracción, análogamente a aquellas inferidas
mediante la observación y el experimento en el mundo de la
materia, se imponen, bajo la forma de revelación Divina y
autoridad Científica, a las muchedumbres profanas,
excesivamente atareadas para pensar con su propia cabeza. Sin

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

embargo, la misma pregunta quedó en suspenso desde los días


de Sócrates y Pilatos, hasta nuestra edad de negación completa.
¿Existe algo de verdad absoluta en las manos de algún grupo o
de algún ser humano? La razón responde: "que no puede ser
posible." En un mundo tan finito y condicionado como es el del
ser humano, no hay espacio para la verdad absoluta tocante a
ningún tema. Sin embargo, existen verdades relativas y
debemos libar de ellas lo mejor que podamos.

En cada edad han habido Sabios que han dominado el


absoluto; pero sólo podían enseñar verdades relativas; ya que,
aún, ninguna prole de mujer mortal, en nuestra raza, ha
divulgado, ni pudo haber divulgado, la verdad completa y final a
otro ser humano, en cuanto todo individuo debe encontrar este
conocimiento final en sí mismo. Como no hay dos mentes
absolutamente idénticas, cada una debe recibir la iluminación
suprema mediante sus esfuerzos, en consonancia con sus
capacidades y no por conducto de una luz humana. La cantidad
de Verdad Universal que el sumo adepto viviente puede revelar,
depende de la capacidad asimilativa de la mente a la que está
imprimiendo, la cual no puede ir más allá de su habilidad
receptiva. Tantos hombres, tantas afirmaciones, es una verdad
inmortal. El sol es uno; sin embargo, sus rayos son incontables y
los efectos producidos son benéficos o maléficos según la
naturaleza y la constitución de los objetos sobre los cuales
brilla. La polaridad es universal, pero el polarizador yace en
nuestra conciencia. Nosotros, los seres humanos, asimilamos la
verdad suprema de manera más o menos absoluta, en
proporción al ascenso de nuestra conciencia hacia ella. Todavía,
la conciencia humana es simplemente el girasol de la tierra. La
planta, añorando los rayos cálidos, sólo puede dirigirse hacia el
sol y circunvalar a su alrededor siguiendo la trayectoria de la
estrella inasequible: sus raíces la mantienen anclada al suelo y
mitad de su vida transcurre en la sombra [...]

Sin embargo, cada uno de nosotros puede alcanzar,


relativamente, el Sol de la Verdad aún en esta tierra y asimilar
sus rayos más cálidos y directos a pesar del estado diferenciado

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

en que puedan tornarse después de su largo viaje a través de las


partículas físicas del espacio. A fin de alcanzar esto, existen dos
métodos. En el plano físico podemos usar nuestro polariscopio
mental y, analizando las propiedades de cada rayo, escoger el
más prístino. Para arribar al Sol de la Verdad, en el plano de la
espiritualidad, debemos trabajar con ahínco para el desarrollo
de nuestra naturaleza superior. Sabemos que, al paralizar,
gradualmente, dentro de nosotros, los apetitos de la
personalidad inferior, sofocando, entonces, la voz de la mente
puramente fisiológica, la cual depende y es inseparable de su
medio o vehículo: el cerebro orgánico; el ser animal en nosotros
puede hacer espacio a lo espiritual y, una vez levantado de su
estado latente, los sentidos y las percepciones espirituales más
elevadas crecen y se desarrollan en nosotros, en proporción y
pari passu con el "ser divino." Esto es lo que los grandes
adeptos, yogis orientales, místicos occidentales, han hecho
siempre y aún continúan haciendo.

Además, sabemos que, salvo pocas excepciones, ningún


hombre de mundo, ni ningún materialista, creerá jamás en la
existencia de tales adeptos o aún en la posibilidad de este
desarrollo espiritual o psíquico. "El incauto del pasado, en su
corazón pronunció que no existe ningún Dios," el individuo
moderno dice: "No hay adeptos en la tierra, éstos son
simplemente el producto de vuestra imaginación desquiciada."
Al estar conscientes de esto, nos apresuramos a reafirmar a
nuestros lectores Santo Tomases. Les rogamos que se dediquen
a la lectura de otros artículos de esta revista más compatibles
con sus intereses: los misceláneos ensayos sobre el Hilo-
Idealismo por varios autores.2

Desde luego, la revista Lucifer trata de satisfacer a sus


lectores de cualquier "escuela de pensamiento," demostrándose
igualmente imparcial hacia el teísta y el ateo, el místico y el
agnóstico, el cristiano y el gentil. Nuestros artículos de fondo,
los Comentarios relativos a La Luz en el Sendero, etc., no se
dirigen a los materialistas; sino a los teósofos o a esos lectores
conscientes, en su corazón, de la verdadera existencia de los

331
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Maestros de Sabiduría. Y si bien la verdad absoluta no se alberga


en la tierra y se debe buscar en regiones más elevadas, aún en
este irrisorio y pequeño globo rotante existen ciertas cosas que
la filosofía occidental aún no ha, ni siquiera, imaginado.

Volviendo a nuestro tema: sigue que aunque "la verdad


abstracta general, es la bendición más preciosa," por el
momento, igualmente para muchos de nosotros como para
Rousseau, tenemos que satisfacernos con verdades relativas. En
realidad, en la mejor hipótesis, somos un pobre grupo de
mortales que siempre siente pavor aún frente a una verdad
relativa, en cuanto podría devorarnos junto a nuestros
preconceptos anodinos. En la vertiente de una verdad absoluta,
la mayoría de nosotros no logra verla, así como no alcanza a
llegar a la luna en bicicleta. En primer lugar, porque la verdad
absoluta es tan inconmovible como la montaña de Mahoma, la
cual rehusó molestarse para el profeta, el cual tuvo que ir a ella.
Debemos seguir su ejemplo si queremos acercarnos a ésta aún a
distancia. En segundo lugar, porque el reino de la verdad
absoluta no es de este mundo; y nosotros estamos demasiado
identificados con éste. Y, finalmente, porque a pesar de que en la
fantasía del poeta, el ser humano es:

[...] El abstracto
De toda perfección, que la obra
Del cielo ha modelado [...],
en realidad es una triste mezcla de anomalías y paradojas, un
globo inflado con su propia importancia, con todo tipo de
opiniones contradictorias y con facilidad aceptadas. Es a la vez
una criatura arrogante y débil; quien, y si bien en un constante
temor de alguna autoridad terrenal o celestial
[...] como un mono iracundo
Juega tales trucos fantásticos delante del Cielo elevado
Que hace sollozar a los ángeles.

Ahora bien, como la verdad es una joya polifacética, cuyos


aspectos son imposibles de percibir todos a la vez y como no
existen dos hombres, a pesar de su ansia por discernir la verdad,

332
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

capaces de ver, siquiera una de estas facetas de manera similar,


¿qué podemos hacer para ayudarlos a percibirla? Visto que el
ser físico, cuyas ilusiones lo limitan y obstaculizan por todos
lados, no puede alcanzar la verdad mediante la luz de sus
percepciones terrenales, os decimos que desarrolléis vuestro
conocimiento interno. Desde el período en el cual el oráculo
délfico dijo al investigador: "Hombre, conócete a ti mismo," no
se ha enseñado una verdad más grande o más importante. Sin
tal percepción, el ser humano permanecerá, para siempre, ciego
a muchas verdades relativas por no mencionar la absoluta. El
hombre debe conocerse a sí mismo: adquirir las percepciones
interiores que nunca engañan, antes de que domine alguna
verdad absoluta. La verdad absoluta es el símbolo de la
Eternidad y ninguna mente finita podrá jamás asir lo eterno. Por
lo tanto, ninguna verdad podrá descender a ella en su totalidad.
Para alcanzar el estado durante el cual el ser humano la ve y la
percibe, debemos paralizar los sentidos del hombre externo de
arcilla. Se nos dirá que ésta es una tarea complicada y, en tal
coyuntura, la mayoría de las personas preferirá,
indudablemente, satisfacerse con verdades relativas. Sin
embargo, aún el acercarse a las verdades terrenales exige, en
primer lugar, amor hacia la verdad por la verdad misma, de otra
manera no se le podrá reconocer. ¿Quién ama a la verdad, en
esta edad, por la verdad misma? ¿Cuántos, entre nosotros, están
preparados a buscarla, aceptarla y ponerla en práctica, en una
sociedad en que cualquier cosa que tenga éxito debe construirse
en las apariencias y no en la realidad, en el egocentrismo y no en
el valor intrínseco? Estamos completamente conscientes de las
dificultades que se interponen en el camino para recibir la
verdad. La doncella de belleza celestial desciende sólo al terreno
que le conviene, el suelo de una mente imparcial, sin prejuicios e
iluminada por la pura Conciencia Espiritual y ambos son raros
habitantes en las tierras civilizadas. En nuestro siglo de vapor y
de electricidad, en el que el ser humano vive a una velocidad
febril, dejándole muy poco tiempo para la reflexión, por lo
general se deja ir a la deriva, de la cuna a la tumba, clavado a la
cama de Procuste de las usanzas y convencionalidades. Ahora
bien, el convencionalismo puro y simple es una mentira

333
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

congénita, ya que, en cada caso, es una "simulación de los


sentimientos según un patrón recibido" (definición de F. W.
Robertson) y donde hay alguna simulación, no puede haber
ninguna verdad. Aquellos obligados a vivir en la atmósfera
sofocante del convencionalismo social y que, aún cuando deseen
y añoren aprender, no osan aceptar las verdades que anhelan
por temor al Moloch feroz llamado sociedad, saben muy bien
cuán honda es la observación de Byron según el cual: "la verdad
es una joya que se encuentra en una gran profundidad,
mientras, en la superficie de este mundo, se sopesan todas las
cosas mediante las falsas escalas de la costumbre."

Que el lector mire a su alrededor; que estudie los relatos de


viajeros de fama mundial, que tenga presente las observaciones
conjuntas de pensadores literarios, los datos científicos y
estadísticos. Que elabore, en su vista mental, un esbozo general
de la imagen de la sociedad, de la política, de la religión y de la
vida moderna. Que recuerde las usanzas y las costumbres de
todas las razas cultas y naciones bajo el sol. Que observe el
comportamiento y la actitud moral de la gente en los centros
civilizados europeos y americanos y hasta del lejano oriente y
de las colonias, en cualquier lugar donde el hombre blanco ha
transportado los "beneficios" de la llamada civilización. Ahora
bien, después de haber pasado revista a todo esto, que se
detenga y reflexione y luego que nombre, si puede, aquel El
Dorado bendito, aquel lugar excepcional en el globo, donde la
Verdad es la invitada de honor, mientras la Mentira y el Engaño
son los marginados so pena de ostracismo; y constatará que no
puede. Pero nadie podrá, a menos que esté preparado y
determinado a agregar su fragmento a la masa de falsedades
que reina suprema en cada departamento de la vida nacional y
social. "¡La Verdad!" clamó Carlyle, "la verdad, a pesar de que los
cielos me aplasten por seguirla y no la falsedad, no obstante que
todo el reino celestial fuese el premio de la Apostasía." Estas son
nobles palabras. Sin embargo, ¿cuántos piensan y osarían hablar
como Carlyle, en nuestro siglo XIX? ¿Acaso no prefiere, la
gigantesca y pasmosa mayoría, el "paraíso de los perezosos," el
país del egoísmo cruel? Esta es la mayoría que se retira llena de

334
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

pánico ante el esbozo más nebuloso de cada nueva verdad


impopular, inducida por un simple miedo cobarde, no sea que el
señor Harris denunciara y la señora Grundy condenara a sus
paladines a la tortura infligida por su lengua asesina, la cual
desmenuza gradualmente.

El Egoísmo es el primogénito de la Ignorancia y el fruto de


la enseñanza según la cual: por cada recién nacido se "crea" una
nueva alma, separada y distinta del Alma Universal. Este
Egoísmo es la pared inexpugnable entre el Ser personal y la
Verdad. Es la madre prolífica de todos los vicios humanos, la
mentira nace de la necesidad de disimular, mientras la
hipocresía procede del deseo de encubrir la mentira. Es el hongo
que crece y se refuerza con la edad en cada corazón humano en
el cual ha devorado todos los mejores sentimientos. El egoísmo
mata todo impulso noble en nuestras naturalezas y es la deidad
que no teme, por parte de sus acólitos, la falta de fe o la
deserción. Por lo tanto, vemos que reina supremo en el mundo y
en la llamada sociedad de rango. Consecuentemente, vivimos,
nos movemos y existimos en esta deidad de la oscuridad bajo su
aspecto trinitario de Engaño, Hipocresía y Falsedad, llamado
RESPECTABILIDAD.

¿Es esto Verdad de Hecho o es calumnia? Podéis dirigiros


hacia cualquier dirección y discerniréis que, desde el escaño
más alto de la escala social hasta el más bajo, el engaño y la
hipocresía operan para beneficio del querido Ego en toda nación
y en cada individuo. Sin embargo, las naciones, por acuerdo
tácito, han determinado que los motivos políticos egoístas
deberían llamarse: "noble aspiración nacional, patriotismo",
etc.; mientras el ciudadano los considera, en su círculo familiar,
como "virtud doméstica." A pesar de todo, el Egoísmo, que
alimenta el deseo de extensión territorial o la competencia
comercial a expensas del prójimo, jamás se podrá considerar
como una virtud. Vemos que al Engaño perpetrado con
panegíricos y a Fuerza Bruta, el Jachin y el Boaz de todo Templo
Internacional de Salomón, se le llama Diplomacia, mientras
nosotros les damos su nombre adecuado. ¿Deberíamos aplaudir

335
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

al diplomático que, postrándose ante estas dos columnas de


gloria nacional y de política, pone su simbolismo masónico en
práctica diariamente: "esta casa mía se establecerá a la fuerza
(astuta)" y obtiene, con el engaño, lo que no puede alcanzar a la
fuerza? La siguiente calificación del diplomático: "destreza o
habilidad en asegurarse las ventajas" para su propio país a
expensas de otros, no puede alcanzarse diciendo la verdad; sino
hablando de manera astuta y engañosa. Por lo tanto, la revista
Lucifer llama a esta acción una Mentira viviente y ostensible.

Sin embargo, no es solamente en la política donde, la


costumbre y el egoísmo han avenido a llamar virtud al engaño y
a la patraña, recompensando a aquel que sabe mentir mejor en
público. Cada una de las clases, en la sociedad vive en la
MENTIRA y se derrumbaría sin ella. La aristocracia culta y
temerosa de Dios, estando prendada del fruto prohibido como
cualquier plebeyo, se ve obligada a mentir constantemente a fin
de encubrir lo que le gusta llamar sus "pecadillos," al paso que la
Verdad los considera inmoralidad burda. La sociedad de la clase
media rebosa de falsas sonrisas, palabras mentirosas y engaños
mutuos. Para la mayoría, la religión se ha convertido en un sutil
velo arrojado sobre el cadáver de la fe espiritual. El patrón va a
la iglesia para engañar sus sirvientes; el cura hambriento,
predicando lo que ya ha cesado de creer, embauca a su obispo,
el cual, a su vez, burla a su Dios. Diarios políticos y sociales
podrían adoptar como lema, la pregunta inmortal de George
Dandin, y aún beneficiarse: Lequel de nous deux trompe-t-on ici?
"A quiénes de nosotros dos engañamos?—"Aún la ciencia, en un
tiempo la tabla de salvación de la Verdad, ha cesado de ser el
templo del Hecho escueto. Casi todos los científicos se esfuerzan
sólo para imponer a sus colegas y al público, la aceptación de
alguna idea personal predilecta, de alguna teoría recién
elaborada, que dará lustre y fama a su nombre. Un científico
está tan pronto a suprimir evidencias que podrían dañar una
hipótesis científica corriente, como un misionero en tierras
paganas o un predicador en su patria, persuade a su
congregación de que la geología moderna es una mentira y la

336
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

evolución es puramente una vanidad y una aberración del


espíritu.

Esta es la situación en el año 1888. ¡Aún, ciertos periódicos


nos atacan por verlo en colores más tétricos!

La mentira se ha extendido a tal extremo—apoyada por


costumbres y convencionalismos—que hasta la cronología
obliga a la gente a mentir. Los sufijos A.C. y D.C., añadidos
después de las fechas por los hebreos y los paganos, en tierras
de Europa y Asia, así como por materialistas y agnósticos o
como por cristianos en casa, son—una mentira usada para
sancionar otra Mentira.

Entonces, ¿dónde podemos encontrar, siquiera, la verdad


relativa? Si ya en el lejano siglo de Demócrito le apareció bajo la
forma de una diosa que yacía en el fondo de un pozo tan
profundo que daba poca esperanza para su liberación; en las
actuales circunstancias tenemos cierto derecho a creer que se
esconda por lo menos, en un lugar tan lejos, como el lado
siempre invisible y oscuro de la luna. Quizá ésta sea la razón por
la cual, a todos los defensores de las verdades ocultas se les tilda
de lunáticos. Pase lo que pase, en ningún caso y bajo ninguna
amenaza, la revista Lucifer jamás será obligada a gratificar
alguna mentira universal, tácitamente reconocida y
universalmente practicada, pero se atendrá al hecho puro y
simple, tratando de pregonar la verdad dondequiera que se
encuentre y bajo ninguna máscara de cobardía. El fanatismo y la
intolerancia podrán considerarse actitudes ortodoxas y
congruentes, mientras el fomentar los prejuicios sociales y las
predilecciones personales a expensas de la verdad, podrán
reputarse como un comportamiento sabio a seguir a fin de
asegurarse el éxito de una publicación. Que así sea. Los editores
del Lucifer son Teósofos y su apotegma ya se escogió: Vera pro
gratiis (La verdad sobre todo).

Están muy conscientes de que las libaciones y los sacrificios


del Lucifer a la diosa Verdad no dejan un humo dulce y rico en el

337
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

olfato de los señores de la prensa, ni el brillante "Hijo de la


Mañana," emite un dulce aroma en sus orificios nasales. Se le
ignora, cuando no se abusa; ya que veritas odium paret. Hasta
sus amigos están empezando a detectar faltas. No entienden por
qué no puede ser una revista puramente teosófica o, en
substancia, por qué se niega a ser dogmática y fanática. En lugar
de dedicar cada línea de sus columnas a las enseñanzas
teosóficas y ocultas, abre sus páginas "a la publicación de los
más grotescos, herogéneos elementos y doctrinas conflictivas."
Esta es la acusación principal, a la cual contestamos ¿y por qué
no? La teosofía es conocimiento divino y el conocimiento es
verdad. Por lo tanto, cada hecho verdadero, cada palabra
sincera, es parte integrante de la teosofía. La persona versada en
la alquimia divina o que haya alcanzado sólo un vislumbre de la
verdad, encontrará y extraerá esta última, tanto de una
declaración errónea como de una correcta. A pesar de lo
pequeño que sea un fragmento de oro en un montón de basura,
es siempre el noble metal y vale la pena rescatarlo aun cuando
se requiera un poco de trabajo adicional. Como se ha dicho, a
menudo es tan útil saber lo que una cosa no es como aprender lo
que es. El lector común difícilmente podrá esperar encontrar
algún hecho en una publicación sectaria bajo todos sus aspectos,
en favor y en contra, ya que, de una forma u otra, su
presentación ha de ser, seguramente, influenciada y las escalas
tenderán a inclinarse hacia el lado al cual se dirige la proclividad
del editor. Por lo tanto, quizá una revista teosófica sea la única
publicación donde se pueda esperar encontrar, al menos, la
verdad y los hechos imparciales, aún siendo aproximativos. La
verdad escueta se refleja en Lucifer bajo sus múltiples aspectos;
ya que de sus páginas no se excluye a ninguna filosofía y a
ninguna concepción religiosa. Además, como toda filosofía y
religión, a pesar de lo incompleto, lo inadecuado y hasta de lo
insensato que ocasionalmente algunas de ellas pueden ser, debe
estribar en alguna verdad y en algún hecho, el lector tiene la
oportunidad de comparar, analizar y escoger, entre las varias
filosofías que aquí se discuten. Lucifer ofrece tantas facetas de la
Unica joya universal en conformidad con su espacio limitado y
dice a sus lectores: "Escoged, en este día, a quien serviréis: ¿ya

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

sea a los dioses que estaban del otro lado de la inundación que
sumergió a los poderes del razonamiento humano y al
conocimiento divino, o a los dioses de los Amorites de la
costumbre y de la falsedad social o aún, al Señor del Ser
(superior), el brillante destructor de los poderes lóbregos de la
ilusión? Seguramente, la mejor filosofía es aquella que tiende a
disminuir en lugar de incrementar, el total de la miseria
humana.

De todos modos, hay posibilidad de elección que es el único


motivo por el cual hemos abierto nuestras páginas a todo
género de colaboradores, por lo tanto: se encuentran los
conceptos de un clérigo cristiano quien cree en su Dios y en el
Cristo; pero rechaza las interpretaciones malignas y los dogmas
impuestos de su iglesia ambiciosa y orgullosa, en concomitancia
con las doctrinas del hilo-idealista que niega a Dios, al alma y a
la inmortalidad, no creyendo en nada salvo en sí mismo. Los
materialistas más empedernidos encontrarán hospitalidad en
nuestra revista; sí, hasta aquellos que no tuvieron ningún
escrúpulo en llenar las páginas con escarnios y observaciones
personales sobre nosotros, abusando las doctrinas teosóficas
que tanto queremos. Cuando una revista de libre pensamiento,
editada por un ateo, inserte un artículo de un místico o de un
teósofo en el cual se elogien sus conceptos ocultos y el misterio
de Parabrahman aunque el editor se limite a expresar sólo
algunas observaciones casuales, diremos que el Lucifer ha
encontrado un rival. Cuando un periódico cristiano o de los
misioneros, acepte un artículo de un libre pensador que se burle
de la creencia en Adán y su costilla, acogiendo la crítica al
cristianismo—la fe de su editor—en manso silencio, entonces,
habrá alcanzado un nivel digno del Lucifer y se podrá decir que
ha arribado al grado de tolerancia donde se puede equiparar
con alguna publicación teosófica.

Sin embargo, mientras que ninguno de dichos órganos


cumpla con esto, son todos sectarios, fanáticos, intolerantes y
jamás podrán tener una idea de la verdad y de la justicia.
Pueden lanzar alusiones contra el Lucifer y sus editores, sin

339
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

afectar a ninguno de los dos. En realidad, los editores de tal


revista están orgullosos de dicha crítica y acusación ya que
atestiguan la ausencia absoluta de fanatismo o arrogancia de
algún tipo en la teosofía, el resultado de la belleza divina de las
doctrinas que predica. Desde luego, como se ha dicho, la teosofía
concede una audiencia y una justa oportunidad a todos.
Considera que ninguna concepción, si es sincera, está
completamente exenta de verdad. Respeta a los hombres
pensantes, sin importar a la clase de pensamiento que puedan
pertenecer. Está siempre dispuesta a impugnar las ideas y las
concepciones capaces de crear simplemente confusión sin
beneficiar la filosofía, deja a sus divulgadores libres de creer,
personalmente, en lo que quieran y rinde justicia a sus ideas
cuando son buenas. De hecho, las conclusiones o las
deducciones de un escritor filosófico, pueden ser totalmente
antitéticas a las nuestras y a las enseñanzas que exponemos. A
pesar de esto, sus premisas y afirmaciones pueden ser muy
correctas y cabe que otras personas se beneficien de la filosofía
opuesta, aun cuando nosotros la rechazamos, creyendo que
tenemos algo más elevado y más próximo. En todo caso, ahora
se ha clarificado nuestra profesión de fe y todo lo que se ha
dicho en las páginas anteriores justifica y explica nuestra
conducta editorial.

Al resumir la idea concerniente a la verdad absoluta y


relativa, cabe repetir sólo lo que ya hemos dicho. Fuera de cierto
estado mental altamente elevado y espiritual durante el cual el
Hombre es Uno con la Mente Universal—lo más que él podrá
captar en cualquier religión o filosofía serán verdad o verdades
relativas. Aun cuando la diosa que se alberga en el fondo del
pozo, saliera de su lugar de cautiverio, no podría transmitir al
ser humano más de lo que él puede asimilar. Entretanto, todos
nosotros podemos sentarnos en las inmediaciones del pozo,
cuyo nombre es Conocimiento y, atisbando en las
profundidades, esperar ver, al menos, el reflejo de la hermosa
imagen de la Verdad en las aguas oscuras. Sin embargo, según la
observación de Richter, esto presenta un cierto peligro. Por
supuesto, de vez en cuando, alguna verdad puede reflejarse,

340
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

como en un espejo, en el sitio donde estamos observando,


recompensando, entonces, al paciente estudiante. Pero el
pensador alemán agrega: "He oído que algunos filósofos en pos
de la Verdad, a fin de tributarle un homenaje, han visto su
propia imagen en el agua, acabando por adorar a ésta en lugar
de la verdad."[...]

A fin de evitar tal calamidad, la cual se ha abatido sobre


todo fundador de escuela religiosa o filosófica, los editores se
dedican, con esmero, a no ofrecer al lector sólo esas verdades
que encuentran reflejadas en sus cerebros personales. Entregan
al público una amplia gama de elección y rechazan mostrar
fanatismo e intolerancia, que son las indicaciones principales a
lo largo de la senda del sectarismo. A la par que dejamos el
margen más extenso posible para el cotejo, nuestros oponentes
no pueden esperar encontrar sus caras reflejadas en las aguas
prístinas de nuestro Lucifer, sin que las acompañen ciertas
observaciones o una justa crítica referente a los aspectos
prominentes de sus doctrinas, si contrastan con las
concepciones teosóficas.

Sin embargo, todo esto se circunfiere dentro de la revista


pública y abarca sólo el aspecto meramente intelectual de las
verdades filosóficas. En lo que concierne a las creencias más
espirituales y casi podríamos decir religiosas, ningún verdadero
teósofo debería degradarlas sometiéndolas a la discusión
públicas, sino que debería atesorarlas y esconderlas en las
reconditeces del santuario más interno de su alma. Tales
creencias y doctrinas no deberían exponerse imprudentemente
porque corren el riesgo inevitable de que las personas
indiferentes y críticas las traten de forma áspera, profanándolas.
Ni deberían incorporarse a ninguna publicación excepto como
hipótesis ofrecidas a la consideración del público pensante. Las
verdades teosóficas, una vez que transcienden un cierto límite
de especulación, es mejor que permanezcan escondidas al
público; ya que "la prueba de las cosas no vistas" no es una
prueba salvo para aquel que la ve, la oye y la percibe. No debe
arrastrarse fuera del "Sanctum Sanctorum," el templo del Ego

341
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

divino e impersonal o el Yo que se alberga dentro; ya que,


mientras la percepción de todo hecho externo puede ser, como
ya hemos demostrado, en la mejor de las hipótesis, sólo una
verdad relativa, un rayo de la verdad absoluta puede reflejarse
únicamente en el espejo inmaculado de su propia llama, nuestra
Conciencia Espiritual superior. ¿Cómo puede, la oscuridad (de la
ilusión), comprender la Luz que brilla dentro de ella?

Lucifer, Octubre de 1888

Notas
1 Jesús dice a los "Doce": "A vosotros se os da el misterio del Reino de
Dios, sin embargo, para ellos que están fuera, todas las cosas se les
expresan en parábolas, " etc. (Marcos iV. II.)

2 Véase el breve artículo "Autoconcentrismo" tocante a la misma


"filosofía," o el ápice de la pirámide Hilo-Idealista en este número. Es
una carta de protesta que el erudito Fundador de la Escuela en
cuestión nos envió para impugnar un error nuestro. Se queja por el
hecho de qu ¿Qué hay en un nombre?
Por qué la revista se llama “LUCIFER”
[Artículo por H. P. Blavatsky]

342
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

¿Qué hay en un nombre?


Por qué la revista se llama “LUCIFER”

¿Qué hay en un nombre? Muy a menudo hay en él más que lo


que un profano está preparado para entender, o el místico
erudito para poder explicar. Hay una invisible, secreta, pero
muy potente influencia que acompaña cada nombre y "la va
dejando dondequiera que va." Carlyle concibió que "no solo hay
mucho, sino, casi todo, está en los nombres." Además, escribió lo
siguiente: "Si yo pudiera desarrollar toda la influencia que
llevan los nombres, los cuales son la más importante de todas
las vestiduras, sería un segundo gran Trismegistus."
El nombre o título de una revista que comienza ya con un objeto
definido, es, por consiguiente, de suma importancia; pues,
ciertamente es, la semilla invisible, la cual, o bien crecerá "para
convertirse en un árbol, capaz de cubrirlo todo," los frutos del
cual dependerán de la naturaleza de los resultados producidos
por el objeto original, o el árbol marchitará y morirá. Estas
consideraciones demuestran que el nombre de la presente
revista—aunque ambiguo a los oídos del Cristiano ortodoxo—
no se debe a una selección descuidada, sino surgió como
consecuencia de mucho pensar en un nombre apropiado, y fue
adoptado como el mejor símbolo que expresa ese objeto y con
esta perspectiva los resultados.
El primero y más importante, o si no el solo objeto de la revista,
está expresado en la línea de la 1ra Epístola a los Corintios, en
su primera página. Es para traer luz a "las cosas ocultas en la
oscuridad," (iv. 5); mostrar en su verdadero aspecto y sus
significados originales y reales, cosas y nombres, hombres con
sus acciones y costumbres; y finalmente luchar todo prejuicio,
hipocresía y engaño en cada nación, en cada clase social, así
como en cada departamento de la vida. Una tarea difícil pero no
impracticable ni inútil, aunque sea un experimento.
De modo que, para una empresa de esta naturaleza, no podría
encontrarse mejor título que aquel que se escogió. "Lucifer," es
la clara estrella-matutina, la precursora del glorioso sol del
343
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

mediodía—el "Eosphoros" de los griegos. Brilla tímidamente al


amanecer para ganar fuerzas y deslumbrarnos la vista después
del crepúsculo de la tarde con su propio hermano
"Hesperos"—la estrella vespertina, o el planeta Venus. No
existe símbolo más apropiado para el presente trabajo—lanzar
un rayo de la verdad sobre todo lo que está oculto por oscuros
prejuicios, debido a erróneas concepciones sociales o religiosas,
precisamente por esa idiota costumbre que existe, en que, una
vez que alguna acción, cosa, o nombre ha sido marcado,
difamado con invenciones, no obstante injustas, hace que
personas vistas como respetables, decidan apartarse sin
atreverse siquiera a examinarlo bajo cualquier otro aspecto,
excepto ese que está sancionado por la opinión pública. De
modo que ese esfuerzo, hacer que los débiles de corazón se
enfrenten a la verdad, es asistido eficazmente por un título
perteneciente a la categoría de nombres marcados.
Lectores considerados como religiosos devotos pueden argüir
que "Lucifer" es aceptado por todas las iglesias como uno de los
numerosos nombres del Diablo. De acuerdo con la magnífica
ficción de Milton, Lucifer es Satanás, el ángel "rebelde," enemigo
de Dios y de los hombres. Aunque, si uno analiza la rebelión, se
va a encontrar que ésta no es más que una afirmación de libre-
albedrío y de libre pensamiento, igual que si Lucifer hubiese
nacido en el siglo XIX. El epíteto de "rebelde" es una calumnia
teológica, a la par con esa otra denigración de Dios por los
Predestinarios, la que convierte a la deidad en un demonio
"Todo-Poderoso," peor que el mismo Espíritu "rebelde." "Un
Diablo Todo-Poderoso deseoso de que lo 'cumplimenten' como
todo misericordioso cuando él está esforzándose en actuar con
la más diabólica crueldad," como escribió J. Cotter Morison.
Ambos, el preordinario y predeterminario Dios-demonio, y su
subordinado agente, son una fabricación humana; son dos de los
más, moralmente repulsivos y horribles dogmas teológicos, que
las pesadillas de monjes, con aversión a la luz, han llegado a
desarrollar alguna vez, de sus deseos inmundos.
Ellos se remontan a la edad Medieval, un período de
oscurantismo mental, durante el cual casi todos los prejuicios y

344
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

supersticiones presentes fueron inculcados a la fuerza en la


mente humana, de esta forma los han hecho casi imposibles de
desarraigar en algunos casos, uno de los cuales es el presente
prejuicio que estamos discutiendo.
Tan profundamente enraizado está el concepto formado de
antemano, y la aversión al nombre Lucifer—el cual no significa
nada más que "portador de la luz" (de lux, lucis, "luz", y ferre
"traer")1 aún entre las clases educadas, que por razón de
adoptar el título para la revista, los editores tienen la
perspectiva ante ellos de una larga lucha contra el prejuicio del
público. Tan absurdo y ridículo es ese prejuicio, que parece que
nadie se ha llegado a preguntar, cómo es que Satanás llegó a ser
llamado un "portador de la luz," a menos que los rayos plateados
de la estrella-matutina puedan en alguna forma sugerir el
resplandor de las llamas infernales. Esto no es más que, como
Henderson demostró, "una de esas perversiones vergonzosas de
escritos sagrados que estos adquieren con frecuencia, y que
pueden ser rastreados a una propensión a buscar en un pasaje
determinado, más que lo que en realidad contiene—una
disposición a ser influenciado por sonido en vez del sentido, y
una fe implícita en la interpretación recibida"—la cual no es una
de las debilidades de nuestra presente era. Con todo eso, el
prejuicio está allí, para vergüenza de nuestro siglo.
Esto no se puede evitar. Las dos editoras estarían siendo
desleales ante sus propios ojos, traidoras al mismo espíritu de la
obra que estamos proponiendo, si ellas cedieran a la presión y
huyeran de la batalla. Si se está decidido a combatir los
prejuicios, y sacudir las telarañas de la superstición y del
materialismo, de los más nobles ideales de nuestros
antepasados, uno tiene que prepararse para hacerle frente a la
oposición. "La corona del reformador y del innovador es una
corona de espinas" ciertamente. Si se fuera a rescatar la Verdad
en toda su casta nudez del pozo casi sin fondo, adonde fue
arrojada por todos los subterfugios e hipócritas convenciones
sociales, no se debe titubear al descender a la oscuridad, por la
boca ancha del pozo. No importa de que forma los murciélagos
ciegos—habitantes de las tinieblas y que odian la luz—vayan a

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

tratar al intruso en su lóbrega morada. A no ser que uno sea el


primero en hacer uso del espíritu y el valor que predica a los
demás, será considerado como un hipócrita y uno que se ha
apartado de sus propios principios.
Apenas habíamos acordado con el título, cuando las primeras
premoniciones de lo que nos esperaba, aparecieron en el
horizonte, en materia de oposición al título escogido. Una de las
editoras recibió y anotó ciertas objeciones caldeantes. Las
escenas que siguen a continuación son bosquejos de la
naturaleza.

I
Un Bien-conocido Novelista. Dígame sobre su nueva revista. ¿Qué
clase de personas piensa atraer?
Editor. Ninguna clase en particular: esperamos apelar al público
en general.
Novelista. Me alegra saber eso. Por vez primera seré uno del
público, ya que no entiendo su tema en lo más mínimo, y
quisiera entenderlo. Pero debe recordar que si su público la va a
entender, éste por necesidad va a ser muy pequeño. La gente
habla de ocultismo en estos días, de la misma manera que
hablan de muchas otras cosas, sin tener la más mínima idea de
lo que esto significa. Somos tan ignorantes y—con tantos
prejuicios.
Editor. Exactamente. Eso es lo que llama a la existencia a la
nueva revista. Nos proponemos educarle y desenmascarar cada
prejuicio.
Novelista. Realmente es buena noticia para mí, pues deseo ser
educado. ¿Qué nombre le va a dar a su revista?
Editor. Lucifer.
Novelista. ¡Qué dice! ¿Es que piensa educarnos en el vicio?
Conocemos bastante de eso. Sabemos que abundan los ángeles
caídos. Puede que reciba popularidad, pues ahora están de

346
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

moda las palomas manchadas, mientras que los ángeles de alas


blancas se consideran aburridos. Pero así y todo dudo que
pueda enseñarnos mucho.

II
Un Hombre de Mundo (en tono bajo, pues la escena es una cena
con invitados). He oído que piensa comenzar una revista, basada
en ocultismo. Sabe, esto me agrada mucho. Por regla general no
hablo mucho sobre estos temas, pero sin embargo, durante mi
vida me han ocurrido cosas extrañas que no pueden explicarse
de una manera ordinaria. Espero que usted profundice y nos
incluya explicaciones.
Editor. Por supuesto que trataremos. Es mi impresión que
cuando en alguna medida, el ocultismo es comprendido, sus
leyes son aceptadas por todos como la única inteligible
explicación de la vida.
U. H. M. Justamente, quisiera saberlo todo sobre ese tema, le
aseguro por mi honor, la vida es un misterio. Me consta que
abundan otros curiosos como yo. Estamos en una edad que está
afligida con la misma enfermedad Yankee de "querer saber."
Verá cómo le voy a conseguir cantidad de subscriptores. ¿Cómo
es que se va a llamar la revista?
Editor. Lucifer—y (anticipándose por la experiencia previa) no
tome el nombre en su sentido erróneo. Es el espíritu divino el
cual se sacrificó por la humanidad—fue la acción de Milton lo
que lo hizo estar asociado con el diablo. Somos enemigos
declarados de todos los prejuicios, y está muy apropiado que
ataquemos un prejuicio como éste—el de Lucifer. Usted sabe, él
es la Estrella Matutina—el Portador de la Luz. . . . .
U. H. M. (interrumpiendo). Yo sé todo eso—al menos no lo sé,
sino acepto sus buenas razones para escoger ese título. Pero su
primer objetivo es tener lectores; supongo que usted desea que
el público compre su revista. Eso está en el programa, ¿no es
así?
Editor. Por supuesto.
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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

U. H. M. Pues bien, escuche la advertencia de un hombre versado


en los caminos del mundo. No marque su revista desde sus
comienzos, con el color equivocado. Sin embargo, es evidente
que si uno se pone a pensar y analiza de donde deriva y de su
significado, se da cuenta que Lucifer es una excelente palabra.
Pero el público no se va a detener a pensar en derivaciones y
significados; y la primera impresión es la más importante. Nadie
le va a comprar la revista si la llama Lucifer.

III
Una Señora de Sociedad Interesada en Ocultismo. Me interesa
saber algo más sobre la pequeña revista, pues he interesado a
un gran número de personas en ella, aún con lo poco que me ha
dicho. Pero se me hace difícil explicar su verdadero propósito.
¿Cuál es?
Editor. Tratar y dar un poco de luz a aquellos que la desean.
U. S. S. Pues bien, esta es una manera bien simple de ponerla, y
me va a ser muy útil. ¿Cómo se va a llamar la revista?
Editor. Lucifer.
U. S. S. (Después de una pausa) No lo puedo creer.
Editor. ¿Por qué no?
U. S. S. ¡Sus asociaciones son espantosas! ¿Qué objeto tiene el
usar ese nombre? Suena como un chiste de mal gusto lanzado
contra la revista por sus enemigos.
Editor. Pero, usted sabe, Lucifer significa el Portador de la Luz,
es simbólico del Espíritu Divino—
U. S. S. Eso no importa—deseo hacerle bien a la revista y darla a
conocer, y usted no puede esperar que yo entre en explicaciones
cada vez que mencione su título? ¡Imposible! La vida es muy
corta y ocupada. Además, produciría un mal efecto; todos
pensarían de mí que soy una pedante, y no podría hablar, pues
no resistiría que pensaran eso de mí. Se lo pido de favor, no la

348
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

llame Lucifer. Nadie sabe el simbolismo de la palabra; lo que


significa hoy en día es el diablo, nada más o nada menos.
Editor. Pero eso es un gran error, y uno de los primeros
prejuicios que nos proponemos luchar en contra. Lucifer es el
claro, el puro heraldo de la mañana—
Señora (interrumpiendo). Yo pensaba que usted iba a hacer algo
más interesante y más importante que blanquear personajes
mitológicos. Vamos a tener que ir a la escuela de nuevo, o leer el
Diccionario Clásico del Dr. Smith. ¿Qué uso va a tener una vez
que todo esto se haga? Yo creía que nos iba a decir cosas de
nuestras vidas y cómo hacer para mejorarlas. Supongo que
Milton escribió sobre Lucifer, ¿no?—pero ya nadie lee a Milton.
Por favor dénos un título moderno que signifique algo humano.

IV
Un Periodista (pensativamente, al tiempo que enrollaba un
cigarrillo). Si, es una buena idea, esta revista suya. Nos vamos a
divertir con ella, como es de esperarse: y la vamos a hacer trizas
en los diarios. Sin embargo, todos la vamos a leer, porque
secretamente todos tenemos apetito por todo lo misterioso.
¿Cómo la va a llamar?
Editor. Lucifer.
Periodista (encendiendo un fósforo). ¿Por qué no la llama La
Mecha? Igualmente apropiado y no tan pretencioso.

El "Novelista," el "Hombre de Mundo," la "Señora de Sociedad," y


el "Periodista," deberían ser los primeros en instruirse. Una
mirada rápida al verdadero y primitivo carácter de Lucifer no
les puede hacer daño, sino quizá, curarlos de un poco de
prejuicio ridículo. Deben estudiar a Homero y la Teogonía de

349
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Hesiodo, para que puedan hacerle justicia a Lucifer, "Eosphoros


y Hesperos," la bella Estrella de la Mañana y de la Tarde. Si hay
mejores cosas que hacer en esta vida que "blanquear personajes
mitológicos," es más que inútil calumniar y pintarlos con el
negro de la infamia, además, demuestra tener una mente
estrecha; y nada de esto honra a nadie.
Poner reparos al título de LUCIFER, solamente porque sus
"asociaciones son espantosas" se puede perdonar—si es posible
perdonarlo en alguna ocasión—sólo en el caso de un misionero
norteamericano ignorante, miembro de una secta disidente, en
el que su pereza natural y falta de educación lo inclinaría a
preferir labrar las mentes de los infieles, tan ignorantes como él,
en vez de laborar los campos de siembra de su padre. En el
clérigo inglés, sin embargo, quienes todos reciben una
educación más o menos clásica, y estando supuestamente
versados en toda la sofistería teológica y casuísta, este tipo de
oposición es absolutamente imperdonable. No solamente huele
a hipocresía y engaño, sino que los coloca a ellos en un peldaño
aún más bajo que a ese que ellos llaman el ángel apóstata.
Cuando tratan de mostrar que el Lucifer teológico, caído por la
idea de que
Ambicionar vale la pena para reinar, aunque en el Infierno;
Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo,
Están virtualmente poniendo en práctica el supuesto crimen del
cual de buena gana lo acusan. Prefieren reinar sobre el espíritu
de las masas utilizando perniciosas MENTIRAS, productivas de
muchas maldades, en vez de servir al cielo al servir la VERDAD.
Esas prácticas sólo son dignas de Jesuitas.
Pero sus sagrados escritos son los primeros en contradecir sus
interpretaciones y las asociaciones de Lucifer, la Estrella
Matutina, con Satanás. Capítulo XXII de Revelación, verso 16th,
dice: "Yo, Jesús...soy la raíz...y la brillante Estrella Matutina"
(ρθρινοS "sale temprano"): de aquí Eosphoros, o en latín
Lucifer. El oprobio atado a este nombre es mucho más reciente,
la Iglesia Romana se vio forzada a cubrir su difamación teológica
mediante su doble interpretación—como de costumbre. Nos
350
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

dicen que Cristo, es la "Estrella Matutina," el divino Lucifer; y


Satanás el usurpator del Verbum, el "Lucifer infernal."2 "El gran
Arcángel Miguel, conquistador de Satanás, es idéntico en el
paganismo3 con Mercurio-Mithra, a quien, después de defender
el Sol (simbólico de Dios) de los ataques de Venus-Lucifer, se le
dio posesión de este planeta, et datus est ei locus Luciferi. Y
debido a que el Arcángel Miguel es el 'Angel del Rostro,' y 'el
Vicario del Verbum' es considerado ahora en la Iglesia Romana
como el regente de ese planeta Venus que 'el vencido enemigo
había usurpado'." Angelus faciei Dei sedem superbi humilis
obtinuit, dice Cornelius à Lapide (en Vol. VI, p. 229).
Esto explica por qué uno de los primeros Papas fue nombrado
Lucifer, como Yonge y datos eclesiásticos prueban. Por eso es
que el título escogido para nuestra revista está tan asociado con
ideas divinas y piadosas como con la supuesta rebelión del
héroe del "Paraíso Perdido" de Milton. Al tomar el nombre de
Lucifer, lanzamos el primer rayo de luz y de verdad sobre un
prejuicio ridículo que no debería tener cabida en esta "era de
datos concretos y descubrimientos." Nosotros laboramos por la
verdadera Religión y Ciencia, en el interés de los hechos y
contra la ficción y el prejuicio. Es nuestro deber, al igual que el
deber de la Ciencia física—profesada como su misión—lanzar
luz o datos reales en la Naturaleza hasta ahora rodeados por la
oscuridad de la ignorancia. Y al considerarse justamente a la
ignorancia como el principal promotor de superstición, ese
trabajo es, por consiguiente, noble y beneficioso. Pero las
Ciencias naturales son sólo un aspecto de CIENCIA y VERDAD.
Ciencias psicológicas y morales, o teosofía, el conocimiento de la
verdad divina, dondequiera que ésta se encuentre, son aún más
importantes con respecto al hombre, y la Ciencia real no debería
limitarse solamente al aspecto físico de la vida y la naturaleza,
ya que ésta es una abstracción de cada hecho, una comprensión
de cada verdad dentro del alcance de la inteligencia e
investigación humana. "La ciencia profunda y exacta de
Shakespeare en la filosofía mental" (Coleridge), ha probado ser
más beneficiosa hacia el verdadero filósofo en el estudio del
corazón humano—por eso, en promover la verdad—que la más

351
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

exacta, pero con certeza, menos profunda, ciencia de cualquier


Miembro de la Real Institución.
Sin embargo, esos lectores que no están convencidos que la
Iglesia no tenía derecho a lanzar un estigma sobre una bella
estrella, y que lo hizo debido a la necesidad de explicar por
cuenta de una de sus numerosas apropiaciones del Paganismo,
con todas sus concepciones poéticas de las verdades en la
Naturaleza, les pedimos que lean nuestro artículo "Historia de
un Planeta." Quizá, después de su lectura, se den cuenta de cómo
Dupuis fue justificado cuando aseguró que "todas las teologías
tienen su origen en la Astronomía." Con los modernos
Orientalistas cada mito es solar. Este es un prejuicio más y una
concepción formada de antemano en favor del materialismo y la
ciencia física. Esta ha de ser una de nuestras obligaciones,
combatirlo junto con la mayoría del resto.

Lucifer, Septiembre de 1887

Notas
1 Fue Gregorio el Grande quien por primera vez aplicó este pasaje de
Isaías, 'Cómo has podido caer desde el Cielo, Lucifer, hijo de la mañana,'
etc., a Satanás, y desde entonces la audaz metáfora del profeta, la cual se
refería, después de todo, a un rey Asirio enemigo de los Israelitas, ha sido
aplicado a Satanás.
2Las Memorias de Mirville a la Academia de Francia, Vol. IV, citando al
Cardenal Ventura
3Parecería que el paganismo que duró largos milenios hubiera copiado
de antemano los dogmas Cristianos que estaban por venir.

352
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

¿SUPERCHERÍA O MAGIA?
Sentencia sabia es la que afirma que el que trata de probar
demasiado, no llega al fin a probar nada. El profesor W. B.
Carpenter, F. R. S. (1) (y con otros adornos alfabéticos además) ,
nos da un ejemplo evidente en su contienda con hombres que
valen más que él. Sus ataques acumulan rencores con cada
nuevo periódico que hace órgano suyo, y a medida que aumenta
sus injurias, sus argumentos pierden fuerza y evidencia. ¡Y, sin
embargo, sermonea a sus antagonistas por su falta de calma en
la discusión, como si él no fuese el mismísimo tipo de la
nitroglicerina en controversia!

Abalanzándose contra ellos con sus pruebas, que son


incontrovertibles sólo en su propia opinión, él mismo se hace
coger más de una vez. De una de tales cogidas pienso
aprovecharme hoy citando algunas experiencias curiosas mías.
Mi objeto al escribir lo presente está muy lejos de ser el de
tomar parte alguna en esta embestida a las reputaciones. Los
Sres. Wallace y Crookes pueden muy bien defenderse. Cada uno
de ellos ha contribuido, dentro de su propia especialidad, al
verdadero progreso de los conocimientos útiles, más que el Dr.
Carpenter en la suya.

Ambos han adquirido gloria por valiosas investigaciones y


descubrimientos originales, mientras que su acusador ha sido
tachado con frecuencia de no ser otra cosa más que un
compilador muy hábil de las ideas de otros hombres. Después
de leer las hábiles réplicas de los acusados y la destructora
revista del aplastante profesor Buchanan, todos, excepto sus
amigos los psicofobistas, pueden ver que el Dr. Carpenter está
completamente por los suelos. Está tan muerto como el clavo de
puerta tradicional (doornail) .

En el suplemento de Diciembre de The Popular Science


Monthley, aparece (Pág. 116) la interesante concesión de que un
pobre juglar indo puede ejecutar una suerte que ¡casi le corta la
respiración al profesor! Comparados con ella los fenómenos

353
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

mediumnísticos de Miss Nichol (Mrs. Guppy) no son nada. Dice


el Dr. Carpenter:

La célebre suerte del árbol –que la mayoría de las personas que


han estado mucho tiempo en la india han visto – según la
describen varios de nuestros funcionarios civiles y científicos
más distinguidos, es verdaderamente la maravilla mayor que he
oído hasta ahora. Que un mangle crezca de un golpe, primero a
la altura de seis pulgadas en un trozo de terreno cubierto de
hierba, no visitado antes por los exorcistas, debajo de un cesto
cilíndrico invertido, después de haberse adquirido la certeza de
que estaba vacío, y que este árbol parezca crecer en el
transcurso de media hora, desde seis pulgadas hasta seis pies,
bajo una sucesión de cestos más y más grandes, es cosa que deja
pequeñita a Miss Nichol.

Ciertamente que sí. En todo caso, pone fuera de combate todo


cuanto cualquier F. R. S. (miembro de la Real Academia) pueda
enseñar a la luz del día, o en la obscuridad, en la Institución
Real, o en otra parte cualquiera. ¿No debería suponerse que
semejante fenómeno atestiguado de tal modo, y teniendo lugar
en condiciones que excluyen toda superchería, provocaría la
investigación científica? De no ser así, ¿qué otra cosa podía
promoverla? Pero obsérvese de qué modo un F. R. S. se escapa
entre los dedos. Pregunta irónicamente el profesor:

¿Atribuye Mr. Wallace esto a una causa espiritual?¿O cómo el


mundo en general (por supuesto, refiriéndose al mundo que la
ciencia ha creado, y al que vigoriza Mr. Carpenter) y los actores
en el consabido juego de manos en particular, lo atribuye él a
una habilísima superchería?
Dejando a Mr. Wallace, si es que sobrevive a este fulminante
rayo joviano, que conteste por sí mismo, tengo que decir por
parte de los actores que éstos contestarían con un No enfático a
ambas preguntas. Los juglares indos no tienen la pretensión de
que intervengan en sus operaciones agentes espirituales, ni
conceden que sean juegos de manos hábiles. Lo que sostienen es
que los fenómenos son producidos por ciertos poderes

354
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

inherentes al hombre mismo, quien los puede usar con fines


malos o buenos. Y lo que yo sostengo, siguiendo humildemente
a aquellos cuyas opiniones están basadas en experimentos
psicológicos y en conocimientos realmente exactos, es que ni el
Dr. Carpenter, ni su séquito de hombres científicos, por más que
sus títulos se extiendan tras de sus nombres como la cola tras de
una cometa, tienen todavía la menor idea de estos poderes. Para
adquirir, aunque no sea más que un conocimiento superficial de
ellos, tienen que cambiar sus procedimientos científicos y
filosóficos. Siguiendo a Wallace y a Crookes, tienen que
comenzar con el A B C del espiritismo, al cual Mr. Carpenter –
queriendo ser muy desdeñoso – denomina “el centro de la
ilustración y del progreso ”. Tienen que tomar sus lecciones no
solamente de los fenómenos verdaderos, sino también de los
falsos, de los que su autoridad suprema (la de Monsieur
Carpenter, el archi –sacerdote de la nueva religión) clasifica
debidamente como “engaños, absurdos y supercherías ”.

Después de estudiar todo esto como ha tenido que hacerlo todo


investigador inteligente, puede que se obtenga algún vislumbre
de la verdad. Es tan útil saber lo que no son los fenómenos,
como averiguar lo que son.

Mr. Carpenter tiene dos llaves de patente garantizadas para


abrir todas las puertas secretas de los gabinetes
mediumnísticos, las cuales tienen por rótulo expectación y
preocupación. La mayoría de los hombres de ciencia tienen
alguna llave maestra por el estilo. Pero no tienen aplicación para
la suerte del árbol; pues ni sus distinguidos funcionarios civiles,
ni los científicos , podían suponer que habían de llegar a ver a un
indo fornido desnudo, en un terreno que le era extraño,
haciendo crecer a un mangle desde la semilla hasta la altura de
seis pies en el espacio de media hora, pues sus preocupaciones
estarían todas en contra de tal hecho. No puede ser la causa
espiritual; tiene que ser prestidigitación . Ahora bien, Maskelyne
y Crooke, dos hábiles prestidigitadores ingleses, han tenido
abiertos los Ojos y bocas de toda la población de los llama para
que le expliquen esta hábil juego de manos, y hacer que los Sres.

355
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Wallace y Crookes se pongan rojos de vergüenza ante su propio


idiotismo? Todas las triquiñuelas del arte les son familiares:
¿dónde podría encontrar la ciencia mejor ayuda? Pero tenemos
que hacer hincapié en que las condiciones sean idénticas. La
suerte del árbol no debe ejecutarse a la luz del gas en el
escenario de ninguna sala de espectáculos, ni con los actores
vestidos de rigurosa etiqueta. Tiene que ser a la luz del día, en
un terreno que les sea del todo extraño, y que no hayan visitado
antes. No debe haber maquinarias ni ayudantes; la corbata y el
frac tienen que dejarse a un lado, y los campeones ingleses
aparecer en la primitiva vestimenta de Adán y Eva: un vestido de
piel estrechamente ajustado, con el sólo aditamento de un dhoti
o de unos calzones de siete pulgadas de largo. Los indos lo
hacen así, y sólo exigimos una justa igualdad. Si en estas
circunstancias hacen desarrollar un renuevo de mangle, el Dr.
Carpenter se hallará en perfecta libertad para hacer saltar con él
los últimos restos de los sesos de cualquier chiflado espiritista
que halle a mano. Pero hasta entonces, cuanto menos hable
acerca de los juglares indos, tanto mejor para su reputación
científica.
No hay que negar que en la India, en China y en otras partes de
Oriente, hay verdaderos juglares que hacen juegos de manos. Es
igualmente verdad que algunos de ellos sobrepujan en sus
habilidades a todo lo que conocen las gentes de Occidente.

Pero éstos no son ni faquires ni los que llevan a cabo la


maravilla del mangle, según la describe el Dr. Carpenter. Esta
última suele ser imitada por adeptos indos y orientales, por
habilidad de manos, pero bajo condiciones totalmente
diferentes. Siguiendo modestamente a retaguardia a los
distinguidos funcionarios civiles y científicos, voy a relatar algo
que he visto con mis propios ojos.

Hallándome en Caroupur de camino para Benarés, la ciudad


santa, le robaron a una señora, compañera mía de viaje, todo lo
que llevaba en un pequeño baúl. Joyas, vestidos y hasta su libro
de notas, que contenía un diario que venía escribiendo con
cuidado hacía más de tres meses, habían desaparecido

356
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

misteriosamente, sin que la cerradura del baúl hubiese sido


forzada. Habían pasado horas, quizás una noche y un día, desde
el robo, pues habíamos salido al amanecer para visitar unas
ruinas próximas, relacionadas recientemente con las
represiones de Nana Sahib contra los ingleses. El primer
pensamiento de mi compañera fue acudir a las autoridades
locales; el mío recurrir a la ayuda de algún gossain indígena (un
santo hombre a quien se atribuye que lo sabe todo) , o por lo
menos a un Jadugar o conjurador. Pero las ideas de la
civilización prevalecieron y se perdió una semana en visitas
inútiles a la chabutara (casa de la policía) y en entrevistas con el
Kotwal, su jefe. Desesperada ya, se recurrió por fin a mi idea y se
buscó a un gossain. Ocupábamos un pequeño bungalow al
extremo de uno de los barrios en la orilla derecha del Ganges,
desde cuya terraza se descubría una completa vista del río, que
en este sitio era muy estrecho.

Nuestro experimento se verificó en esta verandah en presencia


de la familia de nuestro huésped –un portugués mestizo del sur
–, de mí y de mi amiga, y de dos franceses recientemente
legados, que se habían reído ofensivamente de nuestra
superstición. Eran las tres de la tarde. El calor era sofocante,
pero sin embargo, el santo hombre –un esqueleto viviente color
café – pidió que se suspendiera el movimiento del pankah
(abanico suspendido que se movía por una cuerda) . No dijo la
razón, pero era porque la agitación del aire influye sobre todos
los experimentos magnéticos delicados.

Todos habíamos oído hablar de la marmita rotatoria como


agente para el descubrimiento del robo en la India: una marmita
común de hierro, la cual, bajo la influencia de un conjurador
indo, rueda por su propio impulso, sin que nadie la toque, hasta
el punto mismo en que los objetos robados se hallan ocultos. El
gossain procedió de un modo distinto. En primer lugar, pidió
algún objeto que hubiese estado últimamente en contacto Con el
contenido del baúl, y se le dio un par de guantes. Los estrujó
entre sus delgadas manos, y dándoles vueltas una y otra vez, los
dejó caer al suelo y procedió a dar lentamente una vuelta sobre

357
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

sí mismo, con los brazos y los dedos extendidos, como si


estuviese buscando la dirección en donde se encontraba lo
robado.

De repente se detuvo con un sacudimiento, se dejó caer


gradualmente al suelo y permaneció inmóvil, sentado con las
piernas cruzadas y con los brazos siempre extendidos en la
misma dirección, como si estuviese sumido en un estado
cataléptico.

Esto duró más de una hora, la que en aquella atmósfera


sofocante fue para nosotros una prolongada tortura. De repente
nuestro huésped saltó de su silla a la balaustrada, y comenzó a
mirar fijamente hacia el río, en cuya dirección todos volvimos la
vista también. De dónde y cómo venía, no podíamos decirlo;
pero allí, sobre el agua y cerca de su superficie, se aproximaba
un objeto oscuro. Tampoco podíamos descubrir lo que era; pero
aquella masa parecía impelida por alguna fuerza interna a dar
vueltas, primero con lentitud y luego más y más rápidamente, a
medida que se aproximaba. Parecía como sostenida por un
pavimento invisible, y su curso era en línea recta al modo que
vuela la abeja. Llegó a la orilla y desapareció de nuevo entre la
espesa vegetación, y presto, rebotando con fuerza al saltar sobre
la baja pared del jardín, voló más bien que rodó hacia la
verandah y cayó pesadamente en las manos extendidas del
gossain . Un temblor convulsivo y violento se apoderó del
anciano, al abrir, dando un profundo suspiro, sus ojos medio
cerrados. Todos estábamos asombrados, pero los franceses
miraban espantados el envoltorio con una expresión de terror
idiota en sus Ojos. El santo hombre se levantó del suelo,
desenvolvió la cubierta de lona embreada y dentro se hallaron
todos los objetos robados, sin faltar la menor cosa. Sin decir una
palabra, ni esperar a que le dieran las gracias, hizo un profundo
salaam (saludo) a la reunión y desapareció por la puerta antes
de que hubiésemos vuelto de nuestra sorpresa. Tuvimos que
correr tras él largo trecho antes que pudiésemos obligarle a
aceptar una docena de rupias, las cuales recibió en su cuenco de
madera.

358
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Esta historia parecerá sorprendente e increíble a los europeos y


americanos que no han estado nunca en la india. Pero tenemos
la autoridad de Mr. Carpenter que nos avala, pues sus amigos,
distinguidos funcionarios civiles y científicos, tan poco a
propósito para sorber nada místico con sus narices
aristocráticas, como el Dr. Carpenter para verlo en Inglaterra
con sus ojos telescópicos, microscópicos y científicos de doble
aumento, han presenciado el juego de manos del árbol que es
todavía más maravilloso.

Si lo uno es hábil prestidigitación, lo otro también. ¿Querrán los


señores de corbata blanca y chaqueta con cola de la sala de
espectáculos tener a bien enseñar a la Sociedad Real cómo se
hace uno y otro?

NOTAS

(1) Miembro de la Academia Real ó de Ciencias.

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Visiones Kármicas
Publicado en “Lucifer” de Junio 1888

¡Oh, la tristeza pasó! ¡Oh, la dulzura pasó!


¡Oh, lo extraño pasó!
En la cercanía de un arroyo musgoso me senté en una piedra
Y, a solas, olfateé la fragancia de una flor salvaje;
Mi oído zumbaba
Mis ojos se llenaron de lágrimas,
Ciertamente todas las cosas agradables se habían escurrido.
¡Ya están profundamente sepultadas contigo!
Tennyson ("La Joya", 1831 )

I
“Un campo repleto con carruajes bélicos, caballos relinchando y
legiones de soldados con cabellera larga [. . .] Una tienda real,
fastuosa en su esplendor bárbaro. Sus paredes de lino se
arrugan bajo el peso de las armas. En el centro, se yergue un
asiento cubierto de pieles. Ahí está sentado un guerrero de
aspecto salvaje. Pasa revista a los prisioneros de guerra que,
paulatinamente, desfilan delante de él y cuyo futuro es dictado
por la arbitrariedad de este déspota impiedoso.

Ahora se encuentra cara a cara con una nueva prisionera la cual


le habla con fervor pasional [...] Mientras la escucha,
suprimiendo la cólera en su rostro masculino, sin embargo fiero
y cruel, sus ojos se encarnizan desorbitándose con furia. Al
inclinarse hacia adelante con mirada fiera, su presencia, con los
mechones apelotonados que cubrían la frente ceñuda, su cuerpo
de huesos imponentes con músculos turgentes y las dos grandes
manos colocadas sobre el escudo situado en la rodilla derecha,
justificó la observación susurrada por un soldado canoso a su
vecino: "¡La santa profetisa recibirá poca misericordia por parte
de Clovis!"

La cautiva, colocada entre dos guerreros borgoñones, frente al


ex-príncipe de los Salianos y ahora rey de los Francos, es una

360
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

anciana de cabellera canosa y despeinada, que recae sobre sus


espaldas esqueléticas. A pesar de su edad avanzada, su imagen
alta es erecta y los ojos moros inspirados, miran orgullosa e
intrépidamente el rostro cruel del hijo aleve de Gilderich.

En voz alta y telúrica le dice: "Oh Rey, ahora eres grande y


poderoso, sin embargo, tus días están contados y reinarás sólo
por otros tres veranos. Naciste malévolo [...] eres pérfido con
tus amigos y aliados. Defraudaste a más de uno la corona que le
correspondía legalmente. Asesino de tus semejantes, en el
campo de batalla añades, al cuchillo ya la lanza, el puñal, el
veneno y la traición. ¡Cuidado en cómo te comportas con la
servidora de Nerthus"!

"¡Ha, ha, ha! [. . .] vieja bruja infernal!", erupta el Rey con


escarnio maligno y ominoso. "Has reptado verdaderamente de
las entrañas de tu diosa-madre. ¿No temes mi cólera? Está bien;
sin embargo, tus imprecaciones vacías no me infunden ningún
pavor [. . .] ¡Soy un Cristiano bautizado!

“Así es", contestó la Sibila. "Todos saben que Clovis ha


abandonado a sus dioses atávicos; ha perdido la fe en las
advertencias del caballo blanco del Sol e, inducido por el miedo
hacia los Alemanes, sirvió rastreramente a Remigio, el vasallo
del Nazareno en Rhemis. ¿Acaso vives más en armonía con tu
nueva fe? ¿No has, quizá, matado a sangre fría, a todos tus
hermanos que confiaban en ti, ya sea antes de tu apostasía o
después de ella? ¿No juraste ser fiel a Alárico, rey de los
Visigodos, mas en realidad lo mataste alevosamente, perforando
su espalda con tu lanza mientras él estaba luchando con valor
contra un enemigo? ¿Es quizá tu nueva fe y tus nuevos dioses
que te enseñan a orquestar, en tu alma lóbrega, trampas
maléficas contra Teodórico que te derrotó? [...] ¡Cuidado Clovis,
cuidado! ¡Ya que ahora, los dioses de tus padres se han
levantado contra tí! ¡Cuidado, repito, porque [...]"

"¡Mujer!" gritó airado el Rey. "Mujer, cesa de disparatar y


respóndeme. ¿Dónde está el tesoro de la gruta que los

361
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

sacerdotes de Satán han acumulado y escondido después de que


la Cruz Sagrada los desperdigó? Eres la única que lo sabe.
¡Contesta o, por el cielo y el infierno, te haré tragar tu lengua
para siempre!" [. . .]

Ella hace caso omiso de su amenaza y continúa dirigiéndose a él


con tranquilidad y sin miedo, como si no lo hubiese oído:
"[. . .] Los dioses dicen que tú, Clovis, eres maldito! Renacerás
entre tus enemigos actuales y sufrirás las torturas que infligiste
a tus víctimas. ¡Todo el poder y la gloria que les sustrajiste serán
tuyos sólo en efigie, sin alcanzarlos jamás! [...] Tú [...]"

La profetisa no pudo terminar su oración.


El Rey vociferó una terrible blasfemia y, agachándose como una
bestia salvaje en su asiento cubierto de piel, se lanzó sobre ella
con la agilidad de un jaguar, tirándola al suelo con un golpe.

Mientras él levanta su afilada lanza mortal, "la Santa" de los


adoradores del sol hace reverberar el aire con una última
imprecación.
"¡Te maldigo, enemigo de Nerthus! ¡Que mi agonía decuplique la
tuya! [. . .] Que la Gran Ley ejerza su venganza [. . .]"
La pesada lanza cae y, perforando la garganta de la víctima, le
clava la cabeza al suelo. Un flujo de sangre roja carmesí se
derrama de la herida profunda, cubriendo al rey ya los soldados
con una mancha indeleble.

II
El Tiempo, que sirve de referencia a los dioses y a los seres
humanos en el campo ilimitado de la Eternidad, el infanticida de
su prole y el asesino de la memoria en la humanidad, sigue
silencioso su flujo incesante a lo largo de los eones y las edades
[...] Entre millones de Almas, nace un Alma-Ego en la buena o en
la mala suerte, ¡quién sabe! Cautiva en su nueva Forma humana,
crece con ella y, al final, ambas llegan a ser conscientes de su
existencia.

362
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Felices son los años en que su juventud florece, ajenas a la


penuria y al dolor. No saben nada del Pasado o del Futuro. Para
ellas todo es un Presente jocoso: ya que el Alma-Ego no está
consciente de que ya había vivido en otros tabernáculos
humanos. Desconoce que renacerá de nuevo y no repara en el
mañana.

Su Forma es tranquila y contenta. Hasta la fecha no ha causado


ningún problema serio para el Alma-Ego. Su felicidad procede
de la serenidad dulce y continua de su temple, del afecto que
esparce a donde va. Es una Forma noble y su corazón reboza de
benevolencia. La Forma jamás ha sobresaltado su Alma-Ego con
una sacudida excesivamente violenta o estorbado la
tranquilidad plácida de su inquilino.

Cuatro décadas se deslizan como un breve peregrinaje. Un largo


paseo en las sendas asoleadas de la vida, salpicadas de rosas
perennes sin espinas. Los raros dolores que se presentan a este
binomio: la Forma y el Alma, son como la luz pálida de la fría
luna nórdica, cuyos rayos envuelven, en una sombra más
profunda, lo que rodea a los objetos embebidos de luz lunar, en
lugar de ser la oscuridad nocturna, la noche del dolor y la
desesperación sin esperanza.

Hijo de un Príncipe, nació para un día gobernar el reino paterno.


Desde la infancia lo han rodeado la reverencia y los honores.
Meritorio del respeto universal y seguro del amor de todos.
¿Qué más podría desear el Alma-Ego de la Forma en que habita?
Así, el Alma-Ego sigue gozando la existencia en su ciudadela,
observando tranquilamente el panorama de la vida en constante
cambio por sus dos ventanas: los dos dulces ojos azules de un
ser bueno.

III
Un día, un enemigo arrogante y pugnaz amenaza el reino
paterno. En el Alma-Ego se despiertan los instintos salvajes del
antiguo guerrero. Deja su tierra de sueño en la flor de la vida e

363
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

induce a su Ego de arcilla a blandir la espada del soldado,


asegurándole que lo hace por defender a su país.

Al incitarse mutuamente a la acción, derrotan al enemigo


ensalzándose con la gloria y el orgullo. Obligan al enemigo
altanero a postrarse a sus pies en el polvo en suprema
humillación. Por eso la historia les otorgó la corona al valor de
laureles perennes, que son los del éxito. Pisotean al enemigo
rendido y transforman el pequeño reino de su señor en un gran
imperio. Satisfechos, no pueden alcanzar nada más por el
momento. Entonces, se encierran, nuevamente, en la tierra de
sueño de su dulce morada.

Durante tres quinquenios el Alma-Ego permanece en su asiento


usual, oteando desde su ventana el mundo circunstante.

El cielo es azul y los amplios horizontes pululan con estas flores


que aparentemente son inmarcesibles, las cuales prosperan en
la luz solar de salud y vigor. Todo es hermoso, como un pasto
lozano en primavera [ . . . ]

IV
Sin embargo, a todos les llega un día infausto en el drama del
ser. Aguarda su ocasión en la vida del rey y del pordiosero. Deja
una huella en la historia de todo mortal nacido de la mujer y no
puede ahuyentarse, suplicarse, ni propiciarse. La salud es una
gota de rocío que cae de los cielos para vitalizar los capullos
terrenos sólo durante las horas matutinas de la vida, su
primavera y verano [. . .] Su duración es breve y vuelve de donde
provino: los reinos invisibles.

¡Cuántas veces, bajo el capullo más brillante y hermoso, acecha


la simiente de un parásito larvado!
Cuántas veces, en la raíz de la flor más rara, el gusano trabaja en
su refugio [ . . . ]
La arena del reloj que enumera las horas de la vida humana,
desciende más rápidamente. El gusano ha devorado el corazón

364
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

del capullo de la salud. Un día se descubre que el cuerpo


vigoroso está postrado en la cama espinosa del dolor.

El Alma-Ego ha cesado de brillar. Se sienta inmóvil y a través de


lo que se ha convertido en las ventanas de su cueva, observa
tristemente el mundo que para ella se está envolviendo,
rápidamente, en los sudarios funerales del sufrimiento. ¿Se está,
quizá, acercando la víspera de la noche eterna?

V
Hermosos son los lugares de temporada en la ribera
Mediterránea. Una sucesión interminable de rocas negras y
fragosas, contra las cuales se estrellan las olas, entre la arena
dorada de la costa y las aguas azules profundas del golfo.

Ofrecen su pecho de granito a los impetuosos vientos del


noroeste, protegiendo las habitaciones de los acaudalados que
se aglomeran a lo largo de las faldas interiores. Las cabañas
semi-derruidas en la ribera, son el refugio insuficiente de los
pobres.

Las paredes que el viento y las olas turbulentas arrancan y


devoran, a menudo aplastan sus cuerpos escuálidos, siguiendo,
sencillamente, la gran ley de la supervivencia del más apto.

¿Por qué deberían ser protegidos?


Hermosa es la mañana cuando el sol se levanta con matices de
ámbar áureo y sus primeros rayos besan los farallones de la
bella ribera. Alegre es el canto de la alondra cuando emerge de
su nido acogedor y bebe el rocío matutino de los cálices de las
flores; cuando la punta del capullo de rosa vibra bajo las caricias
del primer rayo de sol y la tierra y el cielo se saludan
sonriéndose. Triste es el Alma-Ego a solas, mientras observa la
naturaleza al despertar en el gran sofá al lado opuesto de la
amplia ventana que se abre sobre la bahía.
El mediodía que se acerca es apacible cuando la sombra
empieza a reflejarse firmemente en el reloj solar durante la hora

365
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

de la siesta. El sol cálido disipa las nubes en el aire cristalino y


los últimos vestigios de la neblina matutina que permanecen en
los relieves de las colinas distantes, se desvanecen. Toda la
naturaleza está preparándose para el reposo durante la hora
tórrida y desidiosa del mediodía. Las tribus aladas cesan de
gorjear, sus alas delicadas e irisadas retumban y dejan colgar
sus cabecitas somnolientas, refugiándose del calor ardiente. Una
alondra matutina está preparando un nido en los arbustos
circunstantes bajo los adornos de flores de granado y la
hermosa bahía del Mediterráneo. La cantante incansable es
silenciosa.

"Su voz reverberará jubilosa mañana", suspira el Alma-Ego,


mientras oye los insectos atenuar su zumbido en el pasto
lozano.

"¿Será mi voz, alguna vez, tan jocosa?"


Ahora, la brisa, con su fragancia floral, apenas mueve las
lánguidas cabezas de las plantas frondosas. La visión del Alma-
Ego se concentra en una palma solitaria que crece en un
intersticio de una roca cubierta de musgo. Los poderosos
vientos nocturnos del noroeste han torcido y casi arrancado su
tronco en un tiempo erecto y cilíndrico. Mientras se extiende
fatigadamente, sus brazos colgantes oscilan en el aire de un azul
iridiscente. Su cuerpo tiembla y parece en víspera de romperse
a la mitad cuando sople el primer viento borrascoso.

El Alma-Ego, mientras observa tristemente desde sus ventanas,


se entretiene en un soliloquio: "Entonces, la parte cortada se
precipitará en el mar y la palma, en un tiempo majestuosa,
cesará de existir ."

En la hora del ocaso, todo vuelve a la vida en la fresca y vieja


morada campestre. A cada instante, las sombras del reloj solar
se espesan y la naturaleza animada se despierta más atareada
que nunca, en las horas más frescas de la noche inminente. Los
pájaros y los insectos trinan y zumban sus últimos himnos
nocturnos alrededor de la Forma alta y aun poderosa, mientras

366
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

camina fatigada y lentamente por el sendero de grava. Ahora su


visión atenta se dirige con anhelo hacia la superficie azul del
mar pacífico. El golfo brilla como un tapiz de terciopelo azul,
salpicado de joyas en los rayos danzantes del sol poniente y
sonríe como un niño sin preocupaciones y cansado de saltar y
jugar todo el día. Adelante, el mar abierto, en su pérfida
hermosura, se extiende a lo largo del espejo tranquilo de sus
aguas frías, saladas y amargas como las lágrimas humanas. Yace
en su reposo engañoso como un hermoso monstruo durmiente,
vigilando sobre el misterio insondable de sus abismos lóbregos.
El verdadero cementerio sin monumentos de los millones que
se hundieron en sus profundidades. [. . .]

Sin una tumba, sin toque a muerto, sin un ataúd y desconocidos.


..

Mientras que, una vez que suene la hora para la Forma un


tiempo noble, su triste reliquia se mostrará en pompa magna y
las campanas tocarán a muerto para el alma que ha transitado.

Un millón de trompetas anunciarán su muerte. Reyes, príncipes


y próceres de la tierra presenciarán las exequias o enviarán a
sus representantes con caras fúnebres y mensajes de
condolencia para los familiares [. . .]

"He aquí una ventaja sobre los que 'no tienen ataúd y son
desconocidos"', observa amargamente el Alma-Ego.

Así los días se suceden uno tras otro. Mientras el Tiempo que
transcurre con sus alas veloces apremia su vuelo, cada hora que
pasa destruye algún hilo en el tejido de la vida y el Alma-Ego
experimenta una transformación paulatina en sus visiones de
las cosas y los seres humanos. La Forma, revoloteando entre dos
eternidades, lejana de su lugar nativo, sola entre doctores y
ayudantes, a cada día SA acerca más a su Alma-Espíritu. Otra luz
inalcanzada e inaccesible en los días jocosos, desciende
suavemente sobre el prisionero exhausto. Ahora ve lo que jamás
había percibido antes [. . .]

367
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

VI
¡Cuán grandiosas y misteriosas son las noches primaverales en
la ribera, cuando los vientos se atenúan y los elementos se
aplacan! Un silencio solemne reina en la naturaleza.

Sólo el arrullo plateado y casi inaudible de las olas, mientras


acarician suavemente la arena mojada, besando las piedras y las
conchas en su alternarse, alcanza el oído como el respiro leve y
regular de un pecho durmiente. Durante estas horas de quietud,
cuán insignificante e inerme se siente el ser humano mientras se
encuentra entre dos magnitudes gigantescas: el firmamento
arriba y la tierra dormitando abajo.

El cielo y la tierra se han sumido en el sueño, pero sus almas


están despiertas y dialogan susurrándose misterios inefables.
Entonces, el lado oculto de la
Naturaleza levanta su velo oscuro para nosotros, revelando
secretos que durante el día sería vano tratar de educir de ella.

El firmamento, tan distante y remoto de la tierra, ahora parece


avecinarse e inclinarse sobre ésta. Los campos siderales
intercambian abrazos con sus hermanas más humildes de la
tierra: los valles salpicados de margaritas y los dormitantes
campos lozanos. La bóveda celestial ha caído exangüe en los
brazos del gran mar tranquilo y sus millones de estrellas se
reflejan y se bañan en todo espejo de agua. Para el alma
adolorida, estas esferas centelleantes son los ojos de los ángeles.
Dirigen su mirada llena de misericordia inefable hacia la
humanidad doliente. No es el rocío nocturno que baña las flores
durmientes; sino las lágrimas sensitivas que caen de estas
estrellas al ver el Gran Dolor Humano [. . .]

Sí, dulce y hermosa es una noche meridional. Sin embargo: Cuán


terrible es la noche, cuando a la luz de una vela centelleante
miramos la cama en silencio, Cuando todo lo que amamos
desaparece rápidamente [. . .]

368
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

VII
Otra jornada se añade a la sucesión de días sepultados. Las
verdes colinas distantes y los capullos fragantes de los granados
se han fundido en las tiernas sombras nocturnas. El dolor y la
felicidad se han sumido en un letargo, el reposo que alivia el
alma. En los jardines reales todo ruido ha desaparecido y en esta
inmovilidad imperante no se percibe voz ni sonido.

Sueños con alas veloces descienden de las estrellas sonrientes


en acopios coloreados y al tocar nuestro suelo se esparcen entre
mortales e inmortales, animales y seres humanos. Aletean sobre
los durmientes, los cuales lo atraen según las afinidades. Sueños
de júbilo y esperanza, visiones balsámicas e inocentes,
vislumbres terribles y apoteósicas, vistas con los ojos cerrados y
percibidas por el alma. Algunos instilan felicidad y refrigerio,
otros causan sollozos que agitan el pecho durmiente, lágrimas y
tortura mental. Todos preparan, inconscientemente, al que
duerme, sus pensamientos en el estado de vigilia del nuevo día.
Aun durante el sueño, el Alma-Ego no encuentra reposo.

Su cuerpo febricitante se agita angustiado, incesantemente. Para


él, el tiempo de los sueños felices es una sombra que se ha
desvanecido, un recuerdo muy remoto. A través de la agonía
mental del alma, el hombre se ha transformado. La angustia
física de la forma hace vibrar, en su interior, un Alma
completamente despierta. El velo de la ilusión se ha descorrido
de los ídolos insensitivos del mundo y su vista se abre clara
sobre la vanidad y la insignificancia de la fama y la riqueza que,
a menudo, le parecen horribles. Los pensamientos del Alma
caen como sombras oscuras en las facultades pensantes del
cuerpo en rápida desorganización, amagando al pensador
durante el día, la noche y las horas [. . .]

La vista de su caballo bufante no lo regocija más. Los recuerdos


de los rifles y las banderas arrancadas a los enemigos; las
ciudades devastadas, las trincheras, los cañones, las tiendas y
una serie de trofeos conquistados, inciden poco sobre su orgullo

369
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

nacional. Estos pensamientos han cesado de animarlo y la


ambición no puede despertar en su corazón dolido el
reconocimiento altanero de cualquier hazaña valiente y
caballerosa. Son otras las visiones que pueblan sus días
desolados y largas noches insomnes [. . .]

Lo que ve es una multitud de bayonetas en un combate mutuo,


que levanta una neblina de humo y sangre. Millares de cuerpos
mutilados cubren el terreno. Han sido lisiados por las armas
asesinas que la ciencia y la civilización han inventado y que los
servidores de su Dios han bendecido para que tengan éxito. Sus
sueños pululan con seres heridos, sangrientos, moribundos,
mutilados, con mechones despeinados y empapados de sangre [.
. .]

VIII
Un sueño horrible se desprende de un grupo de visiones
fugaces, abatiéndose gravemente en su pecho adolorido. La
pesadilla le muestra hombres moribundos en el campo de
batalla, mientras maldicen a los artífices de su destrucción. Cada
dolor de agonía en su cuerpo asténico le instila en el sueño la
reminiscencia de angustias aun peores, agonías infligidas a
causa de él y para él. Ve y siente la tortura de los millones que
murieron después de largas horas de terrible agonía mental y
física, exhalando el último respiro en los bosques, en las
planicies y en los canales con agua estancada en el margen de la
calle, cubiertos de sangre bajo un cielo que el humo había
oscurecido. Nuevamente, sus ojos se fijan en los ríos de sangre,
cada gota de los cuales representa una lágrima de
desesperación, un grito angustiante y el dolor de una vida.
Vuelve a oír los penetrantes suspiros de la desolación y los
llantos agonizantes, cuyo eco resuena en las montañas, los
bosques y los valles. Ve las madres ancianas que han perdido la
luz de sus almas, mientras las familias han sido despojadas de la
mano que las alimentaba. Observa a las jóvenes viudas a merced
del mundo frío e insensible ya millares de huérfanos que
mendigan sollozando. Se percata de que las jóvenes hijas de sus

370
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

soldados más valientes, se desembarazan de sus atuendos de


luto para ataviarse con los vestidos despampanantes de la
prostitución. El Alma-Ego tiembla horrorizada en la Forma
durmiente [...] Los gritos desesperados de los hambrientos le
parten el corazón, el humo de las aldeas que arden, de los
hogares arrasados y de las ciudades devastadas, lo obceca [. . .]

En su sueño terrible recuerda aquel momento de insensatez


durante su vida de soldado, cuando, irguiéndose sobre un
cúmulo de fallecidos y moribundos, blandió con la mano
derecha una espada cubierta de sangre humeante, mientras en
la izquierda tenía el estandarte arrancado de la mano del
soldado que estaba expirando a sus pies y, con voz estentórea,
encumbró el trono del Omnipoderoso, agradeciéndole por su
reciente victoria.

Se sobresalta en su sueño y se despierta aterrado. Un gran


escalofrío sacude su cuerpo como una hoja de álamo y,
hundiéndose en su almohada, en congoja por tal reminiscencia,
oye una voz, la voz del Alma-Ego que le dice:

"La fama y la victoria son palabras vanas [. . .] Tributar


agradecimiento y oraciones por las vidas destruidas ¡son
mentiras maléficas y blasfemia!"

El Alma le susurra: " ¿Qué han otorgado estas victorias


sangrientas a ti y a tu país? Un pueblo ataviado en una
armadura de hierro", le contesta. "Cuarenta millones de
hombres muertos a toda aspiración espiritual ya la vida del
Alma. Una población sorda a la voz apacible del deber del
ciudadano honrado, contraria a una vida de paz, ciega a las artes
ya la literatura, indiferente a todo, excepto al lucro y la
ambición. ¿Qué es tu Reino futuro ahora? Una legión de títeres
aguerridos, singularmente; una gran bestia salvaje,
colectivamente. Una bestia que, como este océano, ahora
dormita sombríamente, mas está siempre lista a precipitarse
con gran furia sobre el primer enemigo que se le indique. ¿Quién
se lo indica? Es como si un Demonio despiadado y orgulloso,

371
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

invistiéndose repentinamente de autoridad y encarnando la


Ambición y el Poder, hubiera atenazado con presa férrea las
mentes de todo el país. ¿Por medio de qué maléfico encanto ha
hecho retroceder a la gente a los días primordiales de la nación,
cuando sus antepasados, los suevos rubios y los aleves francos,
vagaban con índole beligerante, deseosos de matar, diezmar y
subyugar el uno al otro? ¿Mediante cuáles poderes infernales se
ha efectuado todo esto? Sin embargo, la metamorfosis se ha
verificado y es tan innegable como el hecho de que sólo el
Demonio se regocija y se ufana por la transformación ocurrida.
Todo el mundo está silente en trepidante expectación. No hay
una madre o una mujer que en sus sueñas no se agite por la
negra y ominosa nube borrascosa que se cierne sobre toda
Europa. Está acercándose.

[. . .] Se avecina más y más [. . .] ¡Oh desesperación y horror!


[. . .] Vaticino que la tierra presenciará nuevamente el
sufrimiento que ya ví. ¡He leído el destino fatal en las frentes de
la flor de la juventud europea! Sin embargo, si viviré y si tendré
el poder, ¡jamás mi país tomará parte nuevamente en esto! No,
no, no veré la muerte famélica saciarse de las vidas que devoró
[...]
"No oiré [. . .] los gritos de las madres despojadas mientras que,
de las heridas horribles y los tajos profundos, ¡La vida
palpitante fluye más rápida que la sangre! [...]"

IX
El sentimiento de odio intenso hacia la terrible matanza llamada
guerra, toma raíces más y más profundas en el Alma-Ego, la cual
imprime, de manera más y más firme, sus pensamientos en la
Forma que la mantiene cautiva. A veces la esperanza se
despierta en el pecho dolido y matiza las largas horas de
soledad y meditación, como el rayo matutino disipa las sombras
tétricas del desaliento, iluminando las largas horas de reflexión
solitaria. Sin embargo, el arco iris no siempre logra disipar las
nubes borrascosas y, muy a menudo, es simplemente una
refracción del sol poniente en una nube pasajera, así como a los

372
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

momentos de esperanza soñadora, se suceden horas de


desesperación aún más intensa. ¿Por qué, por qué, o tú Némesis
burlona, entre todos los regentes de la tierra, has purificado e
iluminado a aquel que has reducido inerme, mudo e impotente?
¿Por qué alumbraste la llama del sagrado amor fraterno
humano en el pecho de uno, cuyo corazón ya siente el acercarse
de la mano glacial de la muerte y de la putrefacción, cuya fuerza
está disminuyendo paulatinamente y cuya vida está diluyéndose
como la espuma en la cresta de una ola a punto de estrellarse?
Ahora la mano del Destino encuéntrase en la cama del
sufrimiento. Finalmente ha sonado la hora para la realización de
la ley de la naturaleza. El viejo rey no es más, el príncipe más
joven es el monarca. Afónico e inerme es aún un soberano, el
maestro absoluto de millones de sujetos. El Destino cruel ha
edificado un trono sobre una tumba abierta, invitándolo a la
gloria y al poder. Devorado por el sufrimiento, repentinamente
se encuentra coronado. La Forma en consunción es arrancada
de la molicie de su nido entre las palmas y los rosales. Se ha
catapultado del refrescante sur al norte glacial, donde las aguas
se transforman en bosques de cristales y "las olas en sólidas
montañas." Ahí está dirigiéndose rápidamente a reinar y a
morir.

X
El monstruo negro que emite fuego, inventado por el ser
humano a fin de conquistar parcialmente el Espacio y el Tiempo,
procede inexorable su marcha hacia adelante. El tren se aleja, a
cada instante, del sur balsámico y saludable.

Análogamente al Dragón con la cabeza Ignea, devora la


distancia, dejando atrás un largo rastro de humo, chispa y olor
mefítico. Mientras su largo cuerpo flexible y tortuoso serpentea
y silba como un gigantesco reptil negro, el tren se desliza
velozmente, atravesando las montañas, los valles, los bosques y
los túneles. Su movimiento oscilador monótono concilia el
sueño del viajero exangüe, la Forma exhausta y acongojada.

373
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

En el palacio móvil el aire es cálido y refrescante. El vehículo


lujoso está lleno de plantas exóticas. De un gran ramillete de
flores que emiten una fragancia dulce, se eleva también la hada
Reina de los sueños, seguida por los jocosos gnomos. Las
Dríadas ríen en sus bosques lozanos y mientras el tren
serpentea, envían sobre la brisa sueño de verdes soledades y
visiones hermosas. El ruido sordo de las ruedas se trasforma,
gradualmente, en el estruendo de una cascada lejana,
diluyéndose luego en los susurros plateados de arroyos
cristalinos. El Alma-Ego vuela hacia la tierra de los sueños. [...]

Viaja a lo largo de eones de tiempo, viviendo, sintiendo y


respirando bajo las formas y los personajes más heterogéneos.
Ahora es un gigante, un Yotun, que se precipita a Muspelheim
donde Surtur reina con su espada flamante.

Lucha intrépidamente contra una hueste de animales


monstruosos, ahuyentándolos con un sólo gesto de su poderosa
mano. Luego se ve en el mundo del norte sumergido en la
neblina. Con disfraz de arquero denodado, penetra en Helheim,
el Reino de los Muertos, donde un Elfo Negro le revela una serie
de sus vidas y las respectivas misteriosas concatenaciones. El
Alma-Ego pregunta: " ¿Por qué el ser humano sufre?" "Porque
quiso ser un hombre", es la respuesta escarnecedora. Enseguida,
el Alma-Ego se encuentra en la presencia de Saga, la diosa
sagrada. Le canta las hazañas valientes de los héroes teutónicos,
sus virtudes y vicios. Muestra al alma los guerreros poderosos
que cayeron en el campo de batalla y también en la seguridad
sagrada del hogar por mano de muchas de sus Formas pasadas.

Se ve con facción de doncellas, mujeres, hombres jóvenes,


ancianos y niños [. . .] Siente que ha muerto más de una vez en
esas formas. Fallece como Espíritu heroico y las Valquirias
misericordiosas lo trasladan del campo de batalla sangriento a
la morada de la Dicha, bajo las hojas rutilantes de Walhalla.
Emite su último respiro en otra forma y es catapultado en el
plano frío y sin esperanza del remordimiento. Cierra sus ojos
inocentes en su último sueño de bebé y los Elfos dichosos de la

374
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Luz, lo transfieren a otro cuerpo, la fuente maldita del Dolor y


del Sufrimiento. En cada caso, las neblinas de la muerte se han
disipado y se desvanecen de la vista del Alma-Ego tan pronto
como cruza el Abismo Negro que separa el Reino de los Vivos
del de los Muertos. Así, para ella, la palabra "Muerte" no tiene
sentido, es simplemente un sonido vacío. Cada vez que atraviesa
el Puente, las creencias de lo Mortal asumen una vida y una
forma objetiva para lo Inmortal. Luego empiezan a desdibujarse
ya desaparecer [. . .]

"¿Cuál es mi pasado?, pregunta el Alma-Ego a Urd, la


primogénita de las hermanas Nornas. "¿Por qué sufro?"
Un largo pergamino se desdobla en su mano, revelando una
nutrida serie de seres mortales y en cada cual el Alma-Ego
reconoce una de sus moradas. Cuando llega al penúltimo, ve una
mano cubierta de sangre efectuar un sinnúmero de crueldades y
traiciones y tiembla de horror [. . .] Víctimas inocentes surgen a
su alrededor y claman a Orlog para que las vindiquen.

"¿Cuál es mi presente inmediato?" pregunta el alma asustada a


Werdandi, la segunda hermana.

"¡EI decreto de Orlog incumbe sobre de tí!" es la respuesta.


"Sin embargo, Orlog no pronuncia nada ciegamente como lo
hacen los humanos insensatos."

"¿Cuál es mi futuro?", pregunta desesperada el Alma-Ego a


Skuld, la tercera hermana Norna. " ¿Se me depara un futuro
siempre lleno de lágrimas y sin esperanza?" [...]

Ninguna respuesta se enunció. El Soñador siente que revolotea a


través del espacio y repentinamente la escena cambia. El Alma-
Ego se encuentra en un lugar que le es muy familiar, el bosque
real y el asiento delante de la palma rota. Su vista se extiende
nuevamente hacia el vasto espejo de agua que irisa las piedras y
los farallones. Ahí se eleva la palma solitaria destinada a una
rápida desaparición. El suave arrullo incesante de las olas
livianas, ahora asume un carácter de habla humana y recuerda

375
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

al Alma-Ego las promesas formuladas más de una vez en el


mismo lugar. El Soñador repite con entusiasmo las palabras
pronunciadas previamente.

"De ahora en adelante, ¡jamás sacrificaré para la fama y la vana


ambición un sólo hijo de mi tierra natal! Nuestro mundo está
tan lleno de dolores inevitables y tan escaso de felicidad y dicha
para que yo le agregue a su copa de amargura, el océano
insondeable de desesperación y sangre, llamado Guerra. ¡Lejos
de mí un pensamiento de este tipo! [. . .] Nunca más [. . .]"

XI
Una visión extraña acompañada por un cambio [. . .]
Repentinamente, en la vista mental del Alma-Ego, la palma casi
desarraigada alza su tronco colgante, asumiendo una posición
erecta y lozana como en el pasado. Mas he aquí una dicha
mayor, el Alma-Ego se descubre tan fuerte y saludable como
nunca. Con voz enfática canta a los cuatro vientos una canción
penetrante y alegre. Dentro de sí siente una ola de felicidad y
dicha y parece saber el por qué está contento.

De súbito es transportado en lo que parece ser una Sala


fabulosa, iluminada con luces muy brillantes y construida con
materiales jamás vistos antes. En esta sala percibe a los
herederos ya los descendientes de todos los monarcas del globo,
reunidos como una familia feliz. No llevan puestos los emblemas
de la realeza y él parece saber que los príncipes reinantes, son
tales por virtud de sus méritos personales. Su grandeza de
corazón, nobleza de carácter, sus cualidades superiores de
observación, sabiduría, amor por la Verdad y la Justicia, los han
elevado a ser dignos herederos de los Tronos de los Reyes y las
Reinas. Se han elidido las coronas investidas por autoridad y la
gracia de Dios. Ahora rigen por virtud de la "gracia de la
humanidad divina", elegidos unánimamente por ser idóneos a
gobernar y por el amor reverencial de sus sujetos voluntarios.

376
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Todo el acervo parece haber experimentado un cambio extraño.


Ya han desaparecido la ambición, la codicia y la envidia
famélicas, erróneamente llamadas Patriotismo. El egoísmo cruel
ha cedido el espacio al altruismo justo, mientras la fría
indiferencia hacia las necesidades de las multitudes, ya no
encuentra un terreno fértil en el corazón de los pocos
favorecidos. El lujo inútil, las falsas pretensiones sociales o
religiosas, han desaparecido. Librar una guerra ya no es posible
porque se han abolido los ejércitos. Los soldados se han
convertido en labradores diligentes y trabajadores y todo el
universo hace eco a su canción en un éxtasis de felicidad.

Alrededor del Alma-Ego los reinos y los países viven


hermanados. ¡Finalmente ha llegado la gran hora gloriosa! Lo
que casi no osaba esperar ni pensar en la inmovilidad de sus
largas noches de dolor, ahora se ha convertido en realidad. La
gran maldición ha sido conjurada y ¡el mundo se encuentra
absuelto y redimido en su regeneración! [...]

Temblante de sentimientos arrobados, con su corazón


desbordante de amor y filantropía, al levantarse para declamar
un discurso enardecido que llegaría a ser histórico, cuando, de
repente, se percata de que su cuerpo ha desaparecido o mejor
dicho, ha sido sustituido por otro [...] Sí, ya no es la Forma alta y
noble que conoce; sino el cuerpo de otro acerca del cual aún no
sabe nada [. . .] Algo oscuro se interpone entre él y una gran luz
radiante y ve la sombra de la cara de un gigantesco reloj en las
olas etéreas. En su superficie ominosa lee:

"LA NUEVA ERA: 970.995 AÑOS DESDE LA DESTRUCCIÓN


INSTANTÁNEA POR EL PNEUMO-DYNO-VRIL DE LOS ÚLTIMOS
DOS MILLONES DE SOLDADOS EN EL CAMPO DE BATALLA EN
LA PORCIÓN OCCIDENTAL DEL GLOBO. 971.000 AÑOS DESDE
LA SUMERSIÓN DE LOS CONTINENTES Y LAS ISLAS EUROPEAS.
ESTE ES EL DECRETO DE ORLOG y LA RESPUESTA DE SKULD [. .
.]"
Con un gran esfuerzo vuelve a ser el mismo. Inducido por el
Alma-Ego a recordar y a actuar en conformidad, alza sus brazos

377
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

al cielo y jura, ante toda la naturaleza, que conservará la paz


hasta el fin de sus días, al menos en su país.

Un distante sonido de tambor y largos gritos de lo que, en su


sueño, imagina ser los agradecimientos enfáticos por la promesa
contraida. Una sacudida abrupta, un fragor violento y mientras
sus ojos se abren, el Alma-Ego observa atónita. Su mirada
fatigada se encuentra con la cara solemne del médico que le
suministra la poción usual. El tren se detiene. El se levanta de su
sofá más débil y cansado que nunca ya su alrededor ve
prepararse, en el campo de batalla, unas líneas interminables de
soldados con un arma destructiva, aun más letal.

Sanjna

378
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

INSINUACIONES PRÁCTICAS PARA LA


VIDA DIARIA
(Some Words on Daily Life, 1888)

PREFACIO

Las citas de que está compuesto este artículo no se entresacaron


en un principio con el propósito de publicarlas; y por lo tanto
pueden parecer algo deslavazadas.

Vieron primeramente la luz como una Miscelánea teosófica, con


la esperanza de que el lector pudiera hacer las convenientes
anotaciones para formar un dietario de extractos y tener un
duradero registro de los libros leídos, de modo que allegara
positivo provecho de su lectura. Siguiendo este método, el lector
condensaría en un breve espacio todo cuanto le pareciera
esencial en el libro.

También se insinúa como de valiosa ayuda para el estudiante


aplicado, el método de leer cada mañana cierto número de citas,
a fin de practicarlas durante el día y meditar sobre ellas en los
ratos desocupados.

I
Levántate temprano, tan luego como te despiertes, y no te
quedes perezosamente en la cama, medio despierto y medio
soñando. Después ora fervorosamente por la regeneración
espiritual del género humano, a fin de que cuantos luchan en el
sendero de la verdad reciban positivo y vehemente aliento de
tus oraciones, que tú te fortalezcas sin ceder al halago de los
sentidos. Represéntate en la mente la imagen de tu Maestro
arrobado en Samâdhi. Pónla delante de ti con todos sus
pormenores; piensa reverentemente en él, y ruega por el
perdón de todos los errores de acción y omisión. Con esto te
será más fácil concentrarte, purificar el corazón y hacer mucho
379
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

más. Reflexiona sobre los defectos de tu carácter, descubriendo


por completo tus vicios y los fugaces placeres que te
proporcionan, y determínate firmemente a hacer todo cuanto
puedas para no ceder nuevamente a ellos. Este auto–análisis,
que te lleve ante el tribunal de tu propia conciencia, facilitará tu
progreso espiritual en un grado que no podrías imaginar.

Mientras te laves o bañes, ejercita tu voluntad, deseando que las


impurezas morales se eliminen al propio tiempo que las
corporales. En tus relaciones con los demás observa las reglas
siguientes:

1º Nunca hagas nada que no sea de tu deber; esto es, nada


innecesario. Antes de hacer una cosa, reflexiona si debes
hacerla.

2º Nunca hables palabras ociosas. Antes de pronunciarlas,


piensa el efecto que pueden producir.

Nunca quebrantes tus principios de conducta por


consideraciones de amistad.

3º Que nunca ocupen tu mente vanos o inútiles pensamientos.


Esto es más fácil para dicho que para hecho. No es posible
desalojar de golpe la mente. Así, en un principio, procura evitar
los malos u ociosos pensamientos, ocupando tu mente en el
examen de tus faltas o en la contemplación de los seres
perfectos.

4º Durante la comida, ejercita tu voluntad, deseando que el


alimento te aproveche para construir un cuerpo en armonía con
tus espirituales anhelos, y no engendrar malas pasiones ni
malignos pensamientos. Come únicamente cuando tengas
hambre y bebe cuando tengas sed, y nunca de otro modo. Si
algún manjar especial halaga tu paladar, no cedas a la tentación
de comerlo tan sólo para satisfacer el gusto. Acuérdate de que el
placer que de ello obtengas no existía algunos segundos
después, y cesara de existir algunos segundos después, porque

380
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

es un placer transitorio que se invertirá en dolor si te rindes a la


gala. Considera que sólo da placer a la boca, y si te dejas seducir
por aquel manjar y te conturba el apetito de saborearlo, no te
avergonzarás de cometer cualquiera acción para obtenerlo.
Repara en que hay otras cosas que pueden darte felicidad
eterna; y por lo tanto y es evidente locura concentrar tus afectos
en las transitorias. Advierte que tú no eres el cuerpo ni los
sentidos; y por consiguiente no pueden afectarte realmente los
placeres y dolores que el cuerpo goce o padezca. Practica la
misma, serie de razonamientos en el caso de cualquiera otra
tentación; y aunque a menudo fracases acabarás por lograr éxito
seguro. No leas mucho. Si lees durante diez minutos, reflexiona
durante algunas horas. Acostúmbrate a la soledad y a
permanecer a solas con tus pensamientos. Asimílate la idea de
que nadie sino tú mismo puede ayudarte a desviar
gradualmente tus afectos de todas. las cosas. Antes de
entregarte al sueño, ora como hiciste por la mañana. Pasa
revista a las obras del día, y echa de ver en qué has faltado, y
resuelve que no volverás a incurrir en la misma falta al día
siguiente.

II
El genuino motivo de anhelar el conocimiento de sí mismo
pertenece al conocimiento y no al Yo. El conocimiento de sí
mismo merece que lo anhelemos a causa de que es
conocimiento, y no porque pertenezca al Yo. El principal
requisito para adquirir el conocimiento de sí es el amor puro.
Anhela el conocimiento por puro amor y el conocimiento
coronará eventualmente el esfuerzo. Cuando un estudiante se
impacienta, es prueba segura de que obra por la recompensa, no
por amor, lo cual demuestra también que no merece la gran
victoria reservada a quienes verdaderamente obran por puro
amor.

El Dios en nosotros, esto es, el Espíritu de amor y verdad, de


justicia y sabiduría, de bondad y poder, ha de ser nuestro
verdadero y constante amor; nuestra única confianza; nuestra

381
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

única fe, que firme como una roca nos apoyemos en ella; nuestra
sola esperanza, que nunca nos engañará aunque todo perezca; y
el único logro a que aspiremos con nuestra paciencia, esperando
gozosamente hasta agotar nuestro mal karma y que la presencia
del divino Redentor se revele en nuestra alma.

El contento es la puerta por donde ha de entrar el Redentor,


porque quien está descontento de si mismo, lo está también de
la ley que lo ha hecho tal como es; y siendo Dios de por Sí la ley,
no podrá revelarse en quienes estén descontentos de El.

Si admitimos que nos hallamos en la corriente de evolución,


debemos considerar que son para nosotros justas todas las
circunstancias en que nos hallemos; y a esta consideración será
nuestro mayor auxilio cuando fracasemos en el cumplimiento
del deber, pues no podemos adquirir de ningún otro modo la
serenidad que tanto recomienda Krishna. Si todo nos saliese a la
medida de nuestro deseo, no echaríamos de ver ningún
contraste. También es posible que por estar nuestros planes
ignoradamente y en consecuencia erróneamente trazados, la
benéfica Naturaleza no permite que los realicemos. No se nos
vituperará por el plan; pero engendraremos mal karma si no
nos resignamos a la imposibilidad de llevarlo a cabo. Si estás por
entero abatido, será porque antes decayeron tus pensamientos.
Puede un hombre estar encarcelado, y sin embargo trabajar en
favor de una causa.

Así os exhorto a que eliminéis de vuestra mente todo disgusto


por las circunstancias en que os veáis, y si conseguís
considerarlas según las miras de vuestro Yo superior, no sólo
vigorizarán vuestros pensamientos, sino que se reflejarán en
vuestro cuerpo y lo fortalecerán.

Obrad activamente cuando sea hora de obrar, y entretanto


esperad con paciencia que llegue esta hora. Colocaos en
concordancia con el flujo y reflujo de los negocios de la vida, a
fin de que apoyados en la naturaleza y en la ley y con la verdad y
la bondad por faro, seáis capaces de obrar maravillas. La

382
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

ignorancia de esta ley tiene por consecuencia alternativas de


irreflexivo entusiasmo por una parte y de abatimiento y
desconsuelo por otra, siendo así el hombre esclavo de la marea
de la vida cuando debiera ser su dueño. Como dice La voz del
Silencio: Ten paciencia, candidato, y no temas el fracaso ni
solicites el éxito.

La energía acumulada no puede aniquilarse, sino que se


transmuta en otras modalidades de actuación; y como no es
posible que permanezca por siempre inactiva, continúa
existiendo. Por lo tanto es inútil resistir a una pasión que no
podemos dominar. Si no derivamos por otros conductos su
acumulada energía, se irá robusteciendo hasta que prevalezca
contra la voluntad y la razón. Para dominarla es preciso
conducirla por otro canal superior al por el que iba. Así la
afición a una cosa vulgar puede transmutarse en afición a una
cosa elevada, y el vicio puede revertirse a virtud con sólo
invertir el propósito. La pasión es ciega; va a donde se la lleva, y
la razón es para ella mucho mejor guía que el instinto. La cólera
reconcentrada o el amor reprimido han de encontrar un objeto
en que verter su energía, pues de lo contrario amenazan estallar
con peligro de su poseedor. La calma sigue a la tormenta. Los
antiguos decían que la naturaleza tiene horror al vacío. No
podemos destruir o aniquilar una pasión, pues si la sofocamos
vendrá a substituirla otra influencia elemental. Por lo tanto, no
intentemos destruir lo inferior sin substituirlo por algo
superior: el vicio por la virtud, y la superstición por el
conocimiento55.

III
Sabed que contra el deseo, la apetencia de recompensa y la
miseria de la ambición, no hay otro remedio que fijar la vista y
aplicar el oído a lo invisible e insonoro56.

55 Véase Magia blanca y negra, por Hartmann.


56 Véase Luz en el Sendero.
383
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Debe el hombre creer en su congénita facultad de progreso, y no


atemorizarse al considerar su naturaleza superior ni dejarse
arrastrar por la inferior57.

La experiencia demuestra que las dificultades no han de abatir


al hombre, ni mucho menos desesperanzarle, pues de lo
contrario el mundo no gozaría de las maravillas de la
civilización58.

Esforzarse en seguir adelante es la primordial necesidad del que


ha entrado en el Sendero. ¿De dónde extraer la fortaleza?
Mirando alrededor, no es difícil echar de ver en donde
encuentran otros hombres su fortaleza. Dimana de la profunda
convicción59.

Hay que abstenerse por ser de justicia, el abstenerse, no con el


solo intento de mantenerse uno limpio60.

Para pelear contra sí mismo y vencer en la batalla es preciso que


el hombre conozca que en la pelea está haciendo lo que debe
hacer61.

“No resistáis al mal”; es decir, no os quejéis ni irritéis contra los


inevitables infortunios de la vida. Olvidaos de vosotros mismos
al trabajar en beneficio de los demás. Si alguien nos ultraja,
persigue o injuria ¿a qué resistir? Con la resistencia
provocaríamos mayores males.

En toda obra, sea la que sea, hemos de considerar el mandato


imperativo del deber, y no su relativa importancia o
insignificancia. El mejor remedio para el mal, no es reprimir,
sino eliminar el deseo; y esto puede con mayor eficacia
cumplirse manteniendo la mente de continuo fija en las cosas
divinas.

57 Véase Comentarios a Luz en el Sendero


58 Por las Puertas de Oro.
59 Por las Puertas de Oro.
60 Luz en el Sendero.
61 Por las Puertas de Oro.

384
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El conocimiento del Yo superior queda invalidado cuando la


mente se complace en los objetos de los desenfrenados
sentidos62.

Nuestra naturaleza es tan ruin, soberbia, ambiciosa,


concupiscente y entercada en sus juicios y opiniones, que si las
tentaciones no la restringiesen se arruinaría por completo. En
consecuencia, nos acomete la tentación a fin de que aprendamos
a conocernos y seamos humildes. La mayor tentación es no
tener tentaciones, y así debemos alegrarnos al vernos tentados,
para con resignación, calma y constancia resistir a la
tentación63.

Considera que no has de hacer nada sólo para ti mismo, sino que
has de cumplir los deberes prescritos por Dios. Anhela
encontrar a Dios y no busques lo que Dios te pueda dar 64.

Haz todo cuanto hayas de hacer; pero no con el propósito de


recibir el fruto de la acción65. Si cumples todas tus acciones con
el pleno convencimiento de que no te han de allegar provecho
personal, sino que las haces porque es tu deber y está en tu
temperamento el hacerlas, se debilitará gradualmente la
personalidad egoísta hasta que, por completo apaciguada, brille
en todo su esplendor el verdadero Yo y lo conozcas.

No debes consentir que la alegría ni la pena te desvíen de tu


resuelto propósito66.

Hasta que el Maestro te acepte, trabaja abnegadamente por el


progreso y adelanto de la humanidad. Esta es lo único que te
proporcionará verdadera satisfacción.

El conocimiento aumenta en razón directa de su uso; esto es,


cuanto más enseñamos, más aprendemos. Por lo tanto,
62 Bhagavad–Gîtâ.
63 Molinos. – Guía espiritual.
64 Bhagavad–Gîtâ.
65 Bhagavad–Gîtâ.
66 Comentarios a Luz en el Sendero.

385
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

busquemos la verdad con la confianza de un niño y la voluntad


de un iniciado, comunicando nuestro conocimiento a quien de él
carezca, para confortarle en su peregrinación.

El discípulo debe reconocer plenamente que los derechos


individuales son el resultado ponzoñoso de la serpiente del
egoísmo. Nunca puede recriminar ni censurar a nadie ni
levantar la voz para defenderse o disculparse.

Ningún hombre es nuestro enemigo ni nuestro amigo. Todos


son por igual nuestros instructores 67. No hay que trabajar por
apego al provecho temporal o espiritual, sino para cumplir la ley
de la vida, que es la recta voluntad de Dios68.

IV
No vivas en lo presente ni en lo futuro, sino en lo eterno. La
gigantesca hierba (del mal) no puede florecer allí. Esta mancha
de la existencia se limpia en la atmósfera del pensamiento en la
eternidad69. Para lograr el “Conocimiento del Espíritu” es
requisito indispensable la pureza de corazón, que puede
alcanzarse por dos medios principales: desechando
persistentemente todo mal pensamiento, y manteniendo el
ánimo sosegado en toda circunstancia, sin jamás agitarse ni
airarse por nada. Estos dos medios de purificación reciben su
mayor estímulo de la devoción y la caridad. No hemos de
desmayar en nuestros esfuerzos. aunque nos sintamos todavía
impuros. Que cada cual aspire a la pureza y se esfuerce en
alcanzarla por el recto camino cuya primera etapa es la pureza
de corazón.

La mente ha de purificarse también cuando uno siente cólera o


dice falsedades o sin necesidad descubre las faltas ajenas o dice

67 Luz en el Sendero.
68 Bhagavad–Gîtâ.
69 Luz en el Sendero, regla 4.ª

386
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

o hace algo con propósito de lisonja, o cuando alguien queda


engañado por la insinceridad de palabra u obra70.

Quienes deseen salvarse han de evitar la lujuria, la cólera y la


codicia; obedecer fielmente las Escrituras, estudiar la filosofía
espiritual y perseverar en su realización práctica71.

Quien obra por motivos egoístas no puede entrar en un cielo


donde no existe el egoísmo.

Quien no ansía el cielo, sino que está contento donde se


halla, está ya en el cielo, mientras que el descontento clamará en
vano por él.

Libre y feliz es quien carece de personales deseos, y el “cielo” no


puede significar otra cosa que un estado de liberación y
felicidad.

Quien hace las buenas obras con esperanza de recompensa, no


es feliz hasta recibirla, y en cuanto la recibe cesa su felicidad. No
caben descanso y felicidad permanentes, mientras haya qué
hacer y cumplir. El cumplimiento del deber lleva en sí su propia
recompensa72.

Quien se cree más santo que otro y se jacta de no tener tal o cual
vicio o flaqueza y presume de sabio y de superior en algo a sus
prójimos es incapaz del discipulado. El hombre ha de volverse
como niño para entrar en el reino de los cielos. Sublimes tesoros
son la virtud y la sabiduría; pero si engendran orgullo y el
sentimiento de separatividad respecto a los demás, serán las
serpientes del egoísmo reaparecidas en distinta forma. La
primera regla consiste en la entrega y sacrificio del corazón del
hombre con todas sus emociones lo cual significa el logro de un
equilibrio inalterable por las emociones personales.

70 Bhagavad–Gîtâ.
71
Bhagavad–Gîtâ.
72 Hartmann. – Magia blanca y negra, pág. 40, ed. española. Biblioteca Orientalista,

Barcelona, 1914.

387
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

Pon sin demora en práctica tus buenas intenciones y no dejes ni


una en sola intención. Nuestro único procedimiento verdadero
consiste en que el motivo de la acción esté en la misma acción y
nunca en su recompensa. No ha de incitarnos a la acción la
esperanza del resultado ni tampoco hemos de mantenernos en
la inacción. “Por medio de la fe73 se purifica el corazón de la
insensatez y de las pasiones, con lo que se domina el cuerpo y
por fin se subyugan los sentidos”74.

Las características del sabio iluminado son:

1º Carencia de todo deseo, y conocimiento de que sólo el


verdadero Ego o supremo Espíritu es felicidad y que todo lo
demás es dolor.

2º Carencia de apego o repulsión a cuanto pueda sucederle,


pues obra sin cálculo egoísta.

Finalmente llega la subyugación de los sentidos, que no


aprovecha gran cosa sin la primera característica, y es inútil y
con frecuencia nociva, por engendradora de hipocresía y orgullo
espiritual, sin la segunda característica75.

Quien no practica el altruismo y no es capaz de compartir su


último bocado con el más pobre o desvalido que él; quien
repugna socorrer a su prójimo de cualquiera raza, nación o
creencia, siempre y doquiera lo vea sufriendo; quien cierra sus
oídos al clamor de las miserias humanas; quien oye calumniar al
inocente y no lo defiende como se defendería a sí mismo, no es
teósofo.

73
Se entiende aquí por fe el conocimiento adquirido mediante el ejercicio del altruismo y la
benevolencia
74
Bhagavad–Gîtâ.
75 Bhagavad–Gîtâ.

388
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

V
Nadie obra bien si descuida los inconfundibles deberes de la
vida resumidos en el divino mandamiento. Quien cumple con su
deber pensando que de no cumplirlo le resultará perjuicio, o
que su cumplimiento le allanará las dificultades que se le
presentan en su camino, obra con la vista puesta en el resultado.

Pero hemos de cumplir con nuestro deber tan sólo porque lo


manda Dios, quien puede en cualquier instante dispensarnos de
su cumplimiento. Mientras no apacigüemos la inquietud de
nuestra naturaleza, debemos obrar consagrando a Dios los
frutos de nuestra acción y atribuirle el mérito de nuestras obras.
La verdadera vida del hombre consiste en identificarse con el
supremo Espíritu. Pero esta vida verdadera es del todo
independiente de nosotros, porque es en sí la real verdad y no la
actualiza ninguna de nuestras acciones. El reconocimiento de
que cuanto se opone a esta verdad es ilusorio, es una nueva
conciencia, y no una acción. La liberación de un hombre no está
en modo alguno relacionada con sus acciones; porque las
acciones son útiles en cuanto nos dan a conocer nuestra
completa incapacidad para emanciparnos por nosotros mismos
de la existencia condicionada. Transpuesta esta etapa, las
acciones son más bien impedimentos que auxilios. Quienes
obran en obediencia a los divinos mandamientos y saben que la
facultad de obrar así es un don de Dios y no peculiar atributo de
la conciencia personal del hombre, se libran de la necesidad de
la acción. Entonces la verdad llena el purificado corazón y se
percibe la identidad con Dios.

Lo primero que debe hacer el hombre es desechar la idea de que


obra él de por sí, pues todas las acciones tienen por esfera las
“tres cualidades naturales” y no en modo alguno el alma.
Reconocido esto ha de ejecutar con devoción todas sus acciones,
esto es, sacrificarlas en aras del Supremo y no de su persona. Ha
de ofrecer el sacrificio a si mismo o sea a su Yo superior, que
equivale a sacrificarlas a Ishvara. Todos sus actos y aspiraciones
han de estar consagrados a si mismo o al Todo. Aquí interviene

389
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

la importancia del motivo. Porque si ejecuta valerosas hazañas o


benéficas acciones o adquiere conocimientos para auxiliar a la
humanidad, y a ello le mueve el único deseo de lograr la
salvación, obrará en tales casos por su propio beneficio, y en
consecuencia se ofrecerá sacrificios a sí mismo. Así es que ha de
consagrarse internamente al Todo, reconociendo que él no es el
actor sino tan sólo el testigo de la acción.

Como quiera que reside en cuerpo mortal, le conturba la duda; y


esto denota su ignorancia de algo, por lo que ha de disipar la
duda con “la espada del conocimiento” pues si sabe responder a
una duda, de seguro la disipará. Toda duda proviene de la
naturaleza inferior y nunca de la superior. Así es que, a medida
que aumente su devoción, será mayor el conocimiento que
adquiera de su naturaleza sâttvika.

Porque se ha dicho: “El perfecto de la devoción (o que


perseverare en su ejercicio) adquiere con el tiempo
espontáneamente conocimiento espiritual”. Y también se ha
dicho: “El hombre de mente dubitativa no goza de este mundo ni
del otro y ni logra la bienaventuranza final”. Esta última frase
rebate la idea de que si existe en nosotros el Yo superior,
acabará por triunfar de la necesidad de conocimiento, aunque
seamos indolentes y recelosos, y nos conducirá a la
bienaventuranza final con la colectiva corriente de la
humanidad.

La verdadera oración consiste en contemplar todas las cosas


sagradas o aplicadas a los actos de la vida diaria, acompañadas
del vehemente y cordial deseo de que sea más intensa su
influencia para enaltecer y mejorar nuestra conducta, y que se
nos conceda algún conocimiento de ellas. Todos estos
pensamientos deben entretejerse con el conocimiento de la
suprema y divina Esencia de que dimanaron todas las cosas. La
cultura espiritual se logra por medio de la concentración, que
debe ejercitarse diariamente, utilizándola en todo momento. Se
ha definido la meditación diciendo que es “el cese de todo activo
pensamiento externo”. Concentración es el enfoque de todo

390
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

nuestro ser en determinado objeto. Por ejemplo, madre


abnegada es la que ante todo y sobre todo procura por los
intereses de sus hijos en todos sus aspectos; no la que piensa
durante un día entero en una sola modalidad de los intereses
filiales.

El pensamiento tiene potencia reproductiva, y cuando la mente


se posa en una idea, queda coloreada por ésta, y todas las demás
ideas, asociadas con la principal, brotan entonces de la mente.
Por esta razón el m1stico acaba por conocer todo objeto en el
que constantemente piensa con detenida contemplación; y así
dijo Krishna con mucho acierto: “Piensa constantemente en mí.
Confía sólo en mi y con seguridad llegarás a mi”.

La vida es el gran maestro. Es la gran manifestación del Ego,


quien a su vez manifiesta al Supremo. De aquí que todos los
métodos sean buenos y todos formen parte del sublime anhelo
de la devoción, la cual, según el Bhagavad–Gîtâ, es “el éxito en
las acciones”.

Las facultades psíquicas, a medida que se vayan recibiendo,


deben emplearse también porque nos revelan el conocimiento
de algunas leyes; pero no hay que exagerar su valía ni tampoco
desconocer sus riesgos. El que confía en sus facultades psíquicas
es como quien se enorgullece y canta victoria por haber llegado
a la primera estación de la cuesta que conduce a los picachos
que se ha propuesto escalar.

VI
Es una ley eterna que el hombre no puede ser redimido por una
potestad exterior a sí mismo. De ser esto posible, bastara con
que hace muchísimo tiempo hubiera visitado la tierra un ángel
que declarando verdades celestes y manifestando las facultades
de la naturaleza espiritual, descubriese a la conciencia humana
los mil hechos que ignoraba76.

76 Spirit of the New Testament, pág. 508.

391
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

El crimen, lo mismo puede perpetrarse en pensamiento que en


acción. Quien por cualquiera causa odia a otro, que gusta
vengarse y no perdona las injurias, está poseído del espíritu del
homicidio, aunque no se dé cuenta de ello. Quien se doblega a
falsas creencias y somete su conciencia a una institución
humana, blasfema de su divino ser, y por lo tanto “toma el
nombre de Dios en vano” aunque no preste juramento alguno.
Quien desea o simpatiza con los deleites sensuales, sea en el
trato conyugal o fuera de él, es el verdadero adúltero. Quien no
presta al prójimo los conocimientos, bondades y auxilios que
prudentemente pudiera otorgarle, y vive para acumular
riquezas materiales, es el verdadero ladrón. Quien difama,
calumnia y rebaja el carácter de su prójimo con toda especie de
falsedades, es también un ladrón y de la peor índole77.

Si los hombres fuesen buenos consigo mismos y benévolos con


los demás, se operaría un formidable cambio en su estimación
del valor de la vida y de las cosas de esta vida78.

Educación del pensamiento. – Concentrad todas las fuerzas de


vuestra alma en el empeño de cerrar las puertas de vuestra
mente a todo pensamiento, sin permitir la entrada más que a los
que prometan revelaros la irrealidad de los sentidos y de la vida
corporal y la paz del mundo interior.

Reflexionad noche y día sobre la irrealidad de cuanto os rodea y


de vuestra misma personalidad. Los malos pensamientos no son
tan nocivos como los ociosos e indiferentes, porque de los malos
pensamientos podemos guardarnos una vez nos determinemos
a combatirlos y vencerlos. Esta determinación robustecerá
vuestra voluntad. Los pensamientos ociosos e indiferentes
distraen la atención y malgastan energía. La primera y mayor
ilusión que se ha de vencer es la identificación con el cuerpo
físico. Pensad que este cuerpo no es más que una casa donde
habéis de vivir temporalmente, y así no volveréis a ceder a sus
77 Spirit of the New Testament, pág. 50.
78 Theosophist, Julio de 1889, pág. 590.

392
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

tentaciones. Procurad también dominar las prevalecientes


flaquezas de vuestro carácter, dirigiendo el pensamiento por el
camino más a propósito para extinguir las pasiones. Después de
los primeros esfuerzos, sentiréis un indescriptible vacío y
desconsuelo en vuestro corazón; pero no os amedrentéis por
ello, sino consideradlo como el suave crepúsculo precursor del
naciente sol de la felicidad espiritual. La tristeza no es un mal.
No os quejéis, porque lo que os parecen sufrimientos y
obstáculos suelen ser en realidad los misteriosos esfuerzos de la
naturaleza para ayudaros en vuestra obra si sabéis
aprovecharlos. Considerad todas las circunstancias con la
gratitud de un discípulo79. Toda queja es una rebelión contra la
ley del progreso. Lo que hay que evitar es el dolor que todavía
no ha sobrevenido. El pasado no puede mudarse ni enmendarse.
Lo perteneciente a las experiencias presentes no puede ni debe
evitarse; pero sí han de evitarse las preocupaciones sobre
imaginarias desgracias, o los temores acerca del porvenir, así
como todo impulso o acción que puede causar presente o futuro
dolor a nosotros o a los demás80.

VII
Nada más valioso para quienquiera, que un excelso ideal hacia el
que aspire de continuo y a él amolde sus pensamientos y
emociones de suerte que regalen lo mejor posible en conducta.
Si así se esfuerza para llegar a ser, más bien que a parecer como
su ideal, no fracasará en el empeño de acercarse cada vez más a
él. Sin embargo, habrá de luchar para este logro, y si su ideal es
elevado y verdaderamente a alcanzarlo se encamina, no se
envanecerá, sino que, por el contrario, se humillará de su
rectitud, pues al descubrir ante si la posibilidad de mayor
adelanto en planos todavía más elevados, no se engreirá de su
progreso ni tampoco se entibiará su ardor. Precisamente el
reconocimiento de las vastas posibilidades de la vida humana es
necesario para disipar el tedio e invertir en celo la apatía. Así la
vida no es odiosa, sino aceptable, cuando comprendemos
79 Theosophical Siftings. Nº 3–vol. 2–89.
80 Pantanjali.– Aforismos del Yoga.

393
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

claramente su finalidad y estimamos sus espléndidas


oportunidades. El más recto y seguro camino para llegar a este
elevado plano de conciencia es el ejercicio del altruismo, tanto
en pensamiento como en acción. Estrecho es, en efecto, el campo
visual limitado a la personalidad, que mide todas las cosas con
la vara del interés egoísta, porque en semejante limitación no es
posible que el ego conciba elevados ideales ni se acerque a los
planos superiores de existencia. Las condiciones de adelanto
están dentro y no fuera, y por fortuna son independientes de las
circunstancias y condiciones de la vida terrena. Por lo tanto, a
todos se les depara la ocasión de ir escalando cumbre tras
cumbre, y cooperar así con la naturaleza en el cumplimiento de
la evidente finalidad de la vida81.

Si creemos que el objeto de la vida es la satisfacción y bienestar


de la personalidad, y que el bienestar material confiere la
suprema dicha, confundiremos lo inferior con lo superior y la
ilusión con la verdad. Nuestra modalidad material es
consecuencia de la constitución material de nuestros cuerpos.
Somos “gusanos de la tierra” porque nuestras aspiraciones se
arrastran por la tierra; pero si entráramos en un sendero de
evolución donde fuésemos menos materiales y más etéreos,
tomaría muy distinto cariz la civilización. Muchas cosas que
ahora nos parecen indispensables y necesarias dejarían de
serlo; y si pudiéramos transferir nuestra conciencia de un
extremo a otro del globo con la velocidad del pensamiento,
serían inútiles los actuales medios de comunicación. Cuando
más profundamente nos hundimos en la materia, más medios de
comodidad material necesitamos; pero el esencial y potente
dios interno del hombre no es material ni depende de las
restricciones peculiares de la materia.

¿Cuáles son las verdaderas necesidades de la vida? La respuesta


está en relación con lo que cada cual crea necesario. Los
ferrocarriles, los buques de vapor, la luz eléctrica, etc., nos son
ahora necesarios; y sin embargo, millones de gentes han vivido
largo tiempo felices sin conocerlos. Para uno serán necesarios
81
J. Buck. – Man, pág. 106.
394
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

una docena de palacios; para otro un carruaje; para otro una


pipa o una botella de ron. Pero todas las necesidades de esta
índole son ficticias, constituyen el estado en que el hombre se
encuentra satisfecho y le incitan a permanecer en él, sin desear
algo superior, por lo que pueden ser un estorbo más bien que
impulso en su evolución. Si nos eleváramos a más alto estado
que no exigiese nada artificioso, todas las cosas ficticias dejarían
de ser necesarias y no las desearíamos; pero la apetencia de
placeres groseros en que tiene fijo su pensamiento, le impide al
hombre entrar en la vida superior82.

82 Hartmann, Magia Blanca y Negra.

395
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

396
Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

CONTENIDO
Chelas y Chelas Laicos .................................................................................................................... 2
Chelas .................................................................................................................................................. 12
¿CIENCIA OCULTA O EXACTA? .................................................................................................. 15
EL AUTOCONOCIMIENTO ........................................................................................................... 52
EL GENIO............................................................................................................................................ 53
El Nuevo Ciclo .................................................................................................................................. 64
EL ORIGEN DEL MAL..................................................................................................................... 78
El Pralaya de la Ciencia Moderna ............................................................................................. 95
EL PRINCIPIO SEPTENARIO EN EL ESOTERISMO ............................................................. 99
Filósofos Antiguos y Críticos Modernos ............................................................................. 108
LA ALQUIMIA EN EL SIGLO XIX ............................................................................................. 144
La Ciencia de la Vida ................................................................................................................... 164
LA CONCIENCIA Y LA CONCIENCIA DE SÍ MISMO1 ........................................................ 177
LA ESTRELLA DE SEIS Y LA DE CINCO PUNTAS ............................................................. 180
LA LEYENDA DEL LOTO AZUL ............................................................................................... 189
La Mente Kósmica1 ..................................................................................................................... 199
LA TEOSOFÍA Y EL BUDDHISMO ........................................................................................... 219
LAS REGLAS DEL CHELADO .................................................................................................... 232
LOGIAS DE MAGIA ....................................................................................................................... 234
LOS ESPÍRITUS VAMPIROS ...................................................................................................... 242
LOS SUEÑOS .................................................................................................................................. 270
MAGIA ANTIGUA EN LA CIENCIA MODERNA .................................................................. 294
MAHATMAS Y CHELAS .............................................................................................................. 306
PECADO CONTRA LA VIDA ...................................................................................................... 309
PENSAMIENTOS SOBRE LOS ELEMENTALES .................................................................. 311
“¿Qué es la Verdad?” ................................................................................................................... 329
¿Qué hay en un nombre? .......................................................................................................... 343
¿SUPERCHERÍA O MAGIA? ....................................................................................................... 353
Visiones Kármicas ....................................................................................................................... 360
INSINUACIONES PRÁCTICAS PARA LA VIDA DIARIA .................................................. 379

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Cátedras Teosóficas – H.P. Blavatsky

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