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INTRODUCCIÓN

A fin de entender las enfermedades del hígado, es importante conocer las


funciones normales de este complicado órgano. El hígado sirve para mantener
en equilibrio el metabolismo y las funciones del cuerpo. Se calcula que el
hígado se encarga de realizar más de 1.500 funciones básicas a un nivel
bioquímico. El fallo de cualquiera de estas funciones bioquímicas podría
provocar la muerte del animal.

Algunas de las principales funciones del hígado incluyen el control apropiado


de los carbohidratos (azúcares, almidones), los lípidos (grasas, colesterol,
ácidos biliares) y las proteínas. Entre algunas de las proteínas importantes que
produce el hígado se encuentran los factores de coagulación sanguínea, la
urea (la cual es utilizada por los riñones para ayudar a preservar el agua del
cuerpo) y la albúmina (la proteína principal de la sangre que ayuda a mantener
el volumen apropiado de fluido en los vasos cardiacos y sanguíneos).

El hígado tiene una gran capacidad de reserva para la regeneración y el


funcionamiento. Es capaz de soportar lesiones y maltrato de mejor modo que la
mayoría de los órganos sin dejar de funcionar (aunque la enfermedad sea muy
aparente en el cuerpo), y se puede reparar a sí mismo de forma sorprendente
tras sufrir un daño.
Hepatopatías
El término “enfermedad hepática o hepatopatía” se aplica a muchas
enfermedades que impiden que el hígado funcione bien o que impidan el
trabajo normal de este órgano.

Normalmente, las enfermedades hepáticas muestran signos clínicos muy poco


específicos (pérdida de peso, anorexia, vómitos, diarrea, poliuria-polidipsia,
anemia moderada no regenerativa, etc.).

Sabemos que el hígado juega un papel primordial en el metabolismo. Este


órgano tiene un suministro sanguíneo muy peculiar, que viene tanto de la
arteria hepática como de la vena porta. Estos dos riegos sanguíneos están en
equilibrio dinámico y cada uno de ellos puede variar entre el 30% y el 70%,
dependiendo de varios factores fisiológicos (alimentación, presión sanguínea).

El hígado tiene la capacidad de regenerarse y una amplia reserva funcional, de


manera que aunque esté severamente dañado las pruebas de laboratorio
pueden ser normales o casi normales y los síntomas clínicos pueden estar
ausentes o ser pocos. Por estas y otras razones es muy importante alcanzar un
diagnóstico preciso cuando las pruebas de laboratorio sobre el hígado son
anormales. Es necesario distinguir en particular entre marcadores de daño
hepático y pruebas funcionales del hígado. Éste es el primer paso para
identificar una enfermedad hepática primaria o secundaria.

Diagnóstico de una enfermedad hepática

Está representado por las pruebas funcionales del hígado. Son útiles para dar
una idea de cómo está trabajando el hígado. En realidad miden la capacidad
del órgano para sintetizar sustancias (albúminas, factores de coagulación,
colesterol, etc.), elaborarlas (bilirrubina), reabsorberlas (ácidos biliares) o
excretarlas (bromosulfoftaleína). Entre estas pruebas, las de ácidos biliares y
bilirrubina se consideran actualmente como las piedras de toque. La bilirrubina
en suero sube si el hígado es incapaz de elaborarla. Obviamente, es necesario
distinguir si hay hemólisis (ictericia pre-hepática) u obstrucción biliar (ictericia
post-hepática) para estar seguro de que el problema está en el parénquima del
hígado.

El paso siguiente en el diagnóstico de la enfermedad hepática es la histología


o, en algunos casos especiales, la citología. La histología debe ser efectuada
por un patólogo experimentado; en cualquier caso, el diagnóstico final debe ser
“elegido” por el clínico, por medio de su capacidad para discutir los resultados
con el patólogo y sus conocimientos clínicos.
1. Intoxicación por alcaloides pirrolicidínicos

Esta afección hepática se presenta cuando el ganado consume vegetación que


contiene alcaloides pirrolicidínicos. Los efectos de este tipo de alcaloides son
acumulativos, lo cual significa que la dosis tóxica de las plantas no se tiene que
consumir a un mismo tiempo para que cause daño al hígado. Algunos animales
sufren daños en el hígado o incluso mueren tras consumir una fuerte dosis de
alcaloides pirrolicidínicos, mientras que otros ingieren cantidades pequeñas
pero dañinas hasta que se llega a un "límite", y esto desemboca en el
comienzo de los signos clínicos.

 Signos clínicos

Los signos que se observan a causa de la intoxicación por alcaloides


pirrolicidínicos se relacionan de forma directa con el daño que ésta ocasiona al
hígado. Los signos que se observan comúnmente son, entre otros,
deshidratación, pérdida de peso, diarrea, ascitis (acumulación de fluido bajo la
piel) y prolapso rectal. En ocasiones también se observan cambios de conducta
y signos neurológicos en el ganado.

 Diagnóstico

Los casos en los que se sospecha de intoxicación por alcaloides pirrolicidínicos


se pueden identificar cuando se detectan elevaciones de enzimas hepáticas en
muestras de sangre. Los niveles de ácido sérico biliar y de bilirrubina también
se encuentran elevados. La biopsia de hígado es una de las mejores maneras
de determinar si se trata de un caso de intoxicación por alcaloides
pirrolicidínicos. Si el animal ya ha muerto debido a este tipo de intoxicación, los
hallazgos de necrosis ayudan a determinar la causa. En la necropsia, el hígado
se observa pequeño, firme y de un color de marrón pálido a amarillento.
También se pueden analizar muestras del alimento del animal para determinar
la presencia de vegetación que contenga alcaloides pirrolicidínicos.

 Tratamiento

Las opciones de tratamiento para las enfermedades hepáticas relacionadas


con la intoxicación por alcaloides pirrolicidínicos dependen de la severidad del
daño del hígado. Si los animales han consumido cantidades significativas de
alcaloides pirrolicidínicos durante mucho tiempo y el daño que ha sufrido el
hígado es de seriedad a tal grado que se ha convertido en fibrosis, el
tratamiento no dará ningún beneficio. No obstante, si el hígado sólo ha sufrido
una leve irritación o un daño menor, podría repararse por sí mismo y volver a
un estado relativamente normal.
2. Abscesos hepáticos

 Introducción y agentes causantes

Como se mencionó anteriormente, el hígado desempeña el papel de "filtro"


global para la sangre del cuerpo. Debido a esto, el hígado es muy propenso a
los abscesos que se forman a consecuencia de las bacterias que entran al
hígado a través del torrente sanguíneo. Las afecciones como la sobrecarga de
granos, la rumenitis y la enfermedad de la ferretería permiten que las bacterias
entren en el torrente sanguíneo y posteriormente al hígado. Tras su ingreso a
éste, las bacterias infectan los tejidos y se podría formar un absceso. Las áreas
del hígado que han sido dañadas a raíz de la enfermedad de la ferreteríade los
trematodos hepáticos, etc., son las más propensas a los abscesos. Las
bacterias que comúnmente están relacionadas con los abscesos hepáticos
son Actinomyces pyogenes, Streptococcus, Staphylococcus y en
particular, Fusobacterium necrophorum.

 Signos clínicos

Los signos relacionados con los abscesos hepáticos suelen pasar inadvertidos,
en particular si el absceso se encuentra aislado del resto del cuerpo. De vez en
cuando, el único signo evidente es la pérdida constante de peso. En los
animales que tienen abscesos grandes o múltiples, los signos podrían ser más
marcados. Los signos más frecuentes son pérdida de peso, falta de apetito,
fiebre y disminución de la producción de leche. Algunos animales podrían dar
muestras de dolor y tener problemas para levantarse y echarse. Si los
abscesos se propagan y dañan los vasos sanguíneos podrían producir
dificultad para respirar, choque séptico, hemorragias bucales y nasales, y hasta
la muerte repentina. Los animales que sufren tales afecciones a menudo están
decaídos, tienen fiebre y su estado empeora rápidamente.

 Diagnóstico

A menudo puede resultar difícil identificar al ganado con abscesos en el


hígado. A veces se puede recurrir a las pruebas de sangre y al ultrasonido a fin
de identificar a los animales afectados. La mayoría de los casos de abscesos
hepáticos se diagnostican hasta que se efectúa la matanza.

 Tratamiento y prevención:

El tratamiento para los abscesos hepáticos podría incluir antibióticos, tales


como la penicilina o la tetraciclina; sin embargo, este tratamiento con
frecuencia no es del todo exitoso. Por lo tanto, los esfuerzos que se realicen
deben enfocarse en la prevención del problema. Podría incluirse el tratamiento
de los trematodos hepáticos, la introducción del ganado a dietas altas en
concentrados de forma más lenta a través de un periodo de varias semanas (lo
cual previene la acidosis), la administración de niveles bajos de antibióticos en
el alimento y la prevención de todo tipo de infecciones bacteriales (enfermedad
del ombligo, metritis, raspaduras, etc.).
3. Trematodos hepáticos

 Introducción y agentes causantes

Fasciola hepatica, Fascioloides magna (trematodo hepático gigante)


y Dicrocoelium dendriticum son los trematodos hepáticos más comunes que se
encuentran en el ganado. Las infecciones de Fasciola hepatica son las más
comunes entre los tres tipos. El ciclo vital de F. hepaticacomienza cuando los
huevos provenientes de un animal infectado son arrojados en el estiércol. Los
huevos se transforman en miracidios los cuales infestan a los caracoles.
Mientras viven en los caracoles, los trematodos hepáticos pasan por una etapa
metacercaria. Las metacercarias son esparcidas por los caracoles y se
enquistan en la vegetación que luego es consumida por el ganado.

Tras ser ingeridos, los trematodos jóvenes salen de los intestinos y se


desplazan por el cuerpo del animal dañando tejidos y órganos. El órgano que
por lo general resulta más dañado es el hígado. Los trematodos causan
hemorragias, fibrosis, calcificación e inflamación en el hígado. Los tejidos
dañados del hígado crean el ambiente perfecto para el crecimiento excesivo de
las bacterias clostridiales que causan enfermedades como la enfermedad
negra y orina roja.

 Signos clínicos y diagnóstico

Los signos comunes son pérdida de peso, depresión, deshidratación, ascitis


(acumulación de fluido), anemia (pérdida de glóbulos rojos) y pelaje áspero.
Las infestaciones por trematodos se pueden identificar al detectar huevos en
las muestras de estiércol, a través de análisis sanguíneos (para buscar
anticuerpos o antígenos) e inclusive al detectar trematodos en la necropsia. Las
técnicas de flotación fecal para buscar huevos de trematodos suelen ser
complicadas, por lo que es imprescindible prestar mucha atención a las
instrucciones de la prueba.

 Tratamiento y Prevención

En una situación favorable, los trematodos hepáticos se pueden atacar en tres


diferentes frentes. Primero que nada, las infecciones internas de trematodos
deben ser eliminadas del animal. En segundo lugar, se deben tomar medidas
de control a fin de eliminar las poblaciones de caracoles que contribuyen a
perpetuar las infecciones. Y por último, los animales deben mantenerse
alejados de las áreas que sirven de refugio a las poblaciones de caracoles. En
la mayoría de los casos, en la práctica sólo se toma la primera medida
mencionada. Esto se debe, por lo general, a que muchos de los productos que
se utilizan con el fin de controlar a los caracoles (sulfato de cobre y
pentaclorofenato sódico) son altamente tóxicos para ciertos animales y peces.
También resulta muy difícil aislar de forma adecuada las áreas grandes de
pastoreo que puedan tener caracoles. Por consiguiente, la mayoría de los
ganaderos se concentran en utilizar clorsulón o albendazol.
El determinar cuándo se debe hacer uso de estos productos puede constituir
un reto y se debe basar en las condiciones ambientales locales, en la población
de caracoles, en los niveles actuales de infección y en las exposiciones
anteriores. Es por ello que resulta difícil recomendar un solo programa de
control que se adapte a todos los casos. Como punto de partida, en la mayoría
de los casos se utiliza un tratamiento cada seis meses.

4. Hepatitis y enfermedades hepáticas

 Introducción

Las enfermedades hepáticas se producen cuando el hígado se inflama


(hepatitis) o sufre algún tipo de daño. Estas enfermedades puede ser el
resultado de un acontecimiento aislado o a consecuencia de daños e
inflamaciones continuos que ocurren por un tiempo prolongado. La insuficiencia
hepática se presenta cuando aproximadamente un 75% de los tejidos del
hígado se dañan paulatinamente o de un solo golpe. Esta cantidad de daño
sobrepasa la reserva funcional del hígado y conduce a signos clínicos de
insuficiencia hepática.

 Agentes causantes

4.1 Enfermedad negra (Clostridium novyi): En el caso de la enfermedad negra,


las toxinas producidas por las bacterias causan hepatitis necrótica infecciosa.
La enfermedad negra comienza, por lo general, a raíz de una infestación de
trematodos (Fasciola hepatica) que daña al hígado y establece las condiciones
ideales para el crecimiento excesivo de la bacteria Clostridium novyi.

4.2 Hemoglobinuria bacilar u "orina roja" (Clostridium hemolyticum): La


hemoglobinuria bacilar es otra enfermedad clostridial que afecta al hígado. Al
igual que la enfermedad negra, la hemoblobinuria bacilar por lo general
comienza a raíz de una infestación de trematodos (Fasciola hepatica) que daña
al hígado y establece las condiciones ideales para el crecimiento excesivo de la
bacteria Clostridium hemolyticum.

4.2.1 Administración o consumo de medicinas tóxicas o veneno:

a. Debido a que el hígado es el primer órgano que procesa todas las


medicinas orales, la sobredosis de éstas podría producir una
insuficiencia hepática. Entre las medicinas de las que se conoce
que causan insuficiencia hepática aguda se incluyen los gases
anestésicos inhalados, algunos anticonvulsivos, la tetraciclina y
los antibióticos con sulfato de trimetoprim.
b. Las sustancias y las plantas venenosas también pueden dañar el
hígado. Entre algunas de éstas se incluye la vegetación que
contiene alcaloides pirrolicidínicos, las algas verdeazuladas, la
aflatoxina, la alfalfa mohosa y los metales pesados (hierro, cobre).
 Signos clínicos

Los signos clínicos de las enfermedades hepáticas normalmente son


dramáticos, no obstante, no suelen ser específicos. Otros signos que a veces
se observan son deshidratación, pérdida de peso, diarrea, ascitis (acumulación
de fluido bajo la piel), prurito (comezón) y fotosensibilidad. En ocasiones se
presenta la ictericia (encías amarillentas y ojos blancuzcos). En la mayoría de
los casos severos, los animales podrían sufrir hemofilia (hemorragias debidas a
la pérdida de la capacidad de coagulación). El daño que se extiende por todo el
hígado y que no es muy grave podría conducir a una insuficiencia hepática
crónica si sólo quedan pocos tejidos sanos que regenerar.

 Diagnóstico

El diagnóstico de las enfermedades hepáticas se hace con una variedad de


pruebas. Por lo general, primero se efectúa un examen físico, seguido de un
conteo sanguíneo completo, un panel de suero químico y un análisis de orina.
El aumento en las enzimas hepáticas g-glutamiltransferasa (GGT),
aminotransferasa de aspartato (AST), lactatodeshidrogenasa (LDH),
aminotransferasa de alanina (ALT) y fosfatasa alcalina (ALP), suele indicar un
problema hepático. Las pruebas de ácido sérico biliar y de bilirrubina se
recomiendan generalmente para cualquier enfermedad hepática. Para que se
pueda hacer un diagnóstico completo, el veterinario patólogo podría obtener y
examinar una biopsia de hígado.

 Tratamiento

El tratamiento de las enfermedades hepáticas gira en torno a una agresiva


atención de apoyo y, si es posible, en la eliminación de la causa de la
insuficiencia. Es imprescindible descontinuar el uso de cualquier medicina que
pudiera ser la causa del fallo del hígado. Se debe comenzar lo más pronto
posible una terapia de fluidos, al igual que la lenta corrección del equilibrio de la
base ácida sanguínea y de los niveles de sal disuelta (sodio, potasio, cloruro.
Se debe empezar una terapia dietética lo más pronto posible. Las dietas bajas
en proteínas son muy importantes para la recuperación y se proporcionan en
un principio en cantidades pequeñas varias veces al día. El tratamiento puede
continuar por varias semanas y hasta por meses, e incluso puede ser indefinido
en algunos casos a fin de prevenir la recurrencia de la insuficiencia hepática.
Los animales que no quieren comer deben ser alimentados por la fuerza. Para
ello, administre gachas mediante sondas orogástrica o fístulas ruminales. Se
recomienda mezclar fluido ruminal normal con harina de alfalfa (15% de
proteína) y grano desecado proveniente de fábricas de cerveza o pulpa de
remolacha con cloruro potásico. La transfaunación (un proceso que consiste en
tomar los jugos ruminales de un animal sano y proporcionárselos a un enfermo)
puede estimular el apetito y ayudar a que el rumen de una vaca enferma vuelva
a la normalidad.

Existen otros tratamientos que se utilizan dependiendo de la causa de la


insuficiencia hepática. Estos incluyen el uso de antibióticos (ceftiofur, penicilina,
sulfato de trimetoprim), vitamina B, ácido fólico y vitamina K.
CONCLUSIONES

1. hepatopatías tóxicas constituyen un verdadero problema de salud en la


actualidad, si se tiene en cuenta que se trata de reacciones
impredecibles, las cuales pueden ir desde formas clínicas inaparentes
hasta hepatitis fulminantes en un porcentaje mayor que en el resto de
las enfermedades hepáticas de otra causa.

2. llevar un cuidado y seguimiento adecuado del hígado, para mantenerlo a


pleno rendimiento y de este modo ganar en salud y calidad de vida. Así
como a poder identificar los principales signos en nuestro cuerpo en
caso de sufrir una enfermedad hepática.

3. Identificar con tiempo cuando es un caso aguado o crónico

4. Las hepatopatías deben ser tratadas lo más pronto posible en para que
el clínico pueda determinar el tratamiento adecuado en bienestar del
animal.

5. Es importante saber que un simple golpe o contusión puede causar una


insuficiencia hepática y podría ocupar o dañar el 75% del órgano
BIBLIOGRAFÍAS

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2017].Disponible en: www.infovets.com/books/spanish_dairy/F/F477.htm
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4. Medicina veterinaria: Tratado de enfermedades del
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