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Comentario de texto de Descartes

“(1) Así, a causa de que nuestros sentidos nos engañan algunas veces, quise
suponer que no había ninguna cosa que fuera como las imágenes que ellos nos
transmiten de esa cosa. (3) Y como hay hombres que se equivocan al razonar, incluso
en cuanto a las cuestiones más simples de la geometría y cometen en ellas
razonamientos falsos, juzgando que yo estaba expuesto a equivocarme como cualquier
otro, rechacé como falsas todas las razones que había tomado antes por demostradas.
(2) En fin, considerando que todos los pensamientos que tenemos cuando estamos
despiertos nos pueden venir también cuando dormimos, sin que haya ninguno que, por
tanto, sea verdadero, resolví fingir que todas las percepciones que hasta entonces
habían entrado en mi mente no eran más verdaderas que las ilusiones de mis
sueños.[4,¡¡ojo, que falta el “geniecillo maligno”!!]. Pero enseguida me di cuenta de
que, mientras quería pensar así que todo era falso, era necesario que yo, que lo
pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad pienso luego existo era tan firme y tan
segura que hasta las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces
de hacer tambalear, juzgué que la podía recibir sin escrúpulo como el primer principio
de la filosofía que buscaba”. Descartes, R., Discurso del método, IV.

Contexto:
Filósofo y científico francés del siglo XVII. Fue uno de los iniciadores del
racionalismo y está considerado como el padre de la filosofía moderna. Considera que el
fundamento de todo conocimiento tiene que estar en la razón.
Ideas principales:
 (Descartes, en este pasaje, desarrolla el proceso de la duda metódica: )
 Duda de los sentidos, porque me engañan
 Duda de los procesos racionales, porque nos equivocamos en nuestros
razonamientos
 Duda del mundo exterior porque no somos capaces de distinguir entre vigilia y
sueño.
 Concluye con una certeza de la que es imposible dudar: pienso luego existo.
 Yo soy una cosa que piensa (“res cogitans”), y como tal, existo.

Explicación de las ideas:


En el texto nos pone Descartes de manifiesto, de un modo muy elemental, su
proceso de la duda metódica (también teorética y radical), para llegar la verdad de la
que no se puede dudar y que, además, se convierte en su criterio de certeza. Por el
camino ha ido rechazando todo tipo de ideas y conocimientos poco fiables con el
objetivo de llegar a una verdad evidente: Pienso, pienso luego existo. Esta verdad le
servirá como fundamento, como principio de la filosofía.
Descartes defiende la autonomía del conocimiento humano con respecto a la fe o
a las Sagradas Escrituras y afirma que la verdad de una proposición depende solo de la
razón. No debemos admitir ninguna autoridad ajena al propio entendimiento.
En su búsqueda de un saber firme e indudable, el hombre tiene como único apoyo la luz
natural de la razón. En ella debemos hallar las verdades elementales a partir de las
cuales sea posible construir el edificio entero del saber. Para Descartes, será
fundamental encontrar un punto de partida, una verdad absolutamente cierta, dado que
su ideal de ciencia es la matemática, una ciencia deductiva que parte de principios
ciertos y evidentes.
Con el fin de encontrar esa verdad, propone su duda metódica rechazando todos
los conocimientos de los que es posible dudar. Esto significa que todo lo que no es un
conocimiento seguro, no puede servir como principio de un saber definitivo.
En el texto presente hay tres niveles de duda: la información de los sentidos, las
demostraciones científicas y el mundo real, pero no debemos olvidar que en otros
escritos, Descartes introduce un cuarto nivel de duda, representado por un “geniecillo
maligno” que tiene por cometido que yo me equivoque siempre que me ponga a
conocer. Este último nivel de duda, llamada hiperbólica, eleva el nivel de radicalidad y
hace que la propia duda nos dirija a la primera verdad: "pienso, luego existo".
Esta verdad se halla en la razón y sirve como base de un saber firme porque es
indudable y nos ofrece los rasgos de cualquier otra verdad. De ella se deduce el criterio
de certeza: todo lo verdadero es evidente, es decir, claro y distinto. Desde la existencia
del yo pensante y de la idea innata de infinito, Descartes llegará a la existencia de Dios,
y de esta, a la del mundo real, las tres sustancias que forman la realidad cartesiana:
infinita (Dios), pensante (yo) y extensa (materia).

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