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SANTUARIO HISTÓRICO Y ECOLÓGICO

TEXTOS
Luis Guillermo Lumbreras
Walter H. Wust

FOTOGRAFÍAS
Renzo Uccelli

Prólogo del Dr. Valentín Paniagua Corazao


Ex Presidente Constitucional de la República
985.612 Lumbreras Salcedo, Luis Guillermo, 1937-
C5L Choqequirau, santuario histórico y ecológico/[textos, Luis Guillermo Lumbreras, Walter H. Wust;
fotografías, Renzo Uccelli; colaboración Alejandro Balaguer]. - - Lima: Fundación Telefónica, 2001.
52, [3] p.: il. Col., mapas, planos; 21 cm.
Incluye referencias bibliográficas.

1. Choqequirau 2. Monumentos arqueológicos - Perú - Cusco 3. Arqueología - Perú - Choqequirau (Cusco) -


Fotografías 4. Perú - Historia - Época prehispánica 5. Medio ambiente - Perú - Valle del Apurímac I. Wust,
Walter H., 1967 - II. Uccelli, Renzo III. Balaguer, Alejandro, 1959 - IV. Fundación Telefónica (Lima) V. Título
BNP: 2001-032

TELEFÓNICA DEL PERÚ S.A.A. ■ Choqequirau, santuario histórico y ecológico


© Fundación Telefónica
■ Presidente del Directorio
Alfonso Bustamante y Bustamante ■ Textos
Luis Guillermo Lumbreras
Walter H. Wust
FUNDACIÓN TELEFÓNICA
■ Fotografías*
■ Presidente Renzo Uccelli
Alfonso Bustamante y Bustamante
■ Coordinación
■ Vicepresidentes Cecilia Pardo Grau
José Ramón Vela Martínez
Ludwig Meier Cornejo ■ Edición, diseño y preprensa
Servicios Editoriales del Perú S.A.C.
■ Consejo de Administración
Eduardo Airaldi Quiñónez ■ Impresión
Antonio Crespo Prieto Metrocolor
Dimitri Karagounis
Javier Manzanares Gutiérrez
*Con la colaboración especial de Alejandro Balaguer
Joaquín Maroto Sanz
(págs. 42 y 43) y Walter H. Wust (págs. 44 a 49)
Rainer Spitzer Chang

■ Tesorero
Hugo Paniagüe Carrión

■ Secretario general
Víctor Carlos Schwartzmann Larco

■ Administrador general
Rafael Varón Gabai

ISBN: 9972-9412-0-5
Depósito Legal 1501082001-3076
Setiembre 2001
Impreso en el Perú

Prohibida la reproducción parcial o total de las características gráficas de este libro. Ningún párrafo o imagen contenidos en esta
edición pueden ser reproducidos, copiados o transmitidos sin autorización expresa de los editores. Cualquier acto ilícito cometido
contra los derechos de propiedad intelectual que corresponden a esta publicación será denunciado de acuerdo con el D.L. 822 (Ley
sobre el Derecho de Autor) y con las leyes que protegen internacionalmente a la propiedad intelectual.
PRESENTACIÓN

ara Telefónica y la Fundación Telefónica es una

P satisfacción especial presentar esta obra que reco-


ge información valiosa sobre el importante asen-
tamiento incaico de Choqequirau, generosa-
mente prologada por el Dr. Valentín Paniagua Corazao, ex
Presidente Constitucional de la República, que cuenta
con una investigación inédita del arqueólogo peruano
Luis Guillermo Lumbreras.

Esta publicación, una nueva contribución a la comuni-


dad académica nacional e internacional y a los peruanos en
general, ha sido enriquecida con textos de Walter H. Wust
y con fotografías exclusivas de Renzo Uccelli.

Choqequirau encierra un simbolismo particularmente


significativo. Para los pobladores de su región representa el
último bastión de resistencia indígena durante la conquis-
ta; para los viajeros extranjeros del siglo XIX era parada
obligatoria, a pesar de la enorme dificultad de acceso; para
la flora y fauna del área es un santuario que alberga a diver-
sas especies en vías de extinción.

Este libro cumple con los objetivos de Telefónica y su


Fundación en cuanto a participar activamente en la valo-
ración del patrimonio natural y cultural de nuestro país.
Choqequirau captura para el Perú de hoy la fuerza del pa-
sado y de su entorno ecológico, y la pone al servicio de las
nuevas generaciones de peruanos.

ALFONSO BUSTAMANTE Y BUSTAMANTE


PRESIDENTE DEL DIRECTORIO
CONTENIDO

Prólogo 9

El santuario 11

Cronología 34
Páginas anteriores: atardecer en la
cordillera de Vilcabamba; la entrada al
Croquis del conjunto arqueológico 38
Ushnu vista desde el canal de agua del
sector Urin.
Izquierda: vivienda del sector Urin con Croquis del área intervenida 40
sus clavos de piedra para sujetar los
techos. Rutas de acceso 42
Página siguiente: el nevado
Salcantay, una de las montañas
sagradas del pueblo inca, que puede
Vida silvestre 45
ser vista tanto desde Machu Picchu
como de Choqequirau. Perfil biogeográfico del valle del Apurímac 50
PRÓLOGO

A
firmar la identidad nacional es una tarea inaplazable
en el proceso de desarrollo del Perú. El legado
ancestral ha sido siempre un reto capaz de con-
mover y movilizar a las naciones frente a los
desafíos de su futuro. Hacerlo, además, en tiempos en que
la globalización despersonaliza a los pueblos, resulta indis-
pensable para conservar su fisonomía histórica. Por eso
mismo es admirable la pasión con que arqueólogos,
antropólogos e historiadores, siempre ignorados y nunca
suficientemente reconocidos, se esfuerzan por convencer-
nos de lo evidente: una nación que anhela un mejor desti-
no no puede ni debe ignorar o dejar de valorar su pasado,
particularmente cuando es tan grandioso como el del Perú.

Visitar Choqequirau es una experiencia indescriptible


por el impacto de los restos y el maravilloso entorno que
provee el cañón del Apurímac. Su misterio, develado por la
estupenda reseña del Dr. Luis Guillermo Lumbreras, es sólo
parte del atractivo de unos restos impresionantes en medio
de un paisaje que, como nos revela la bellísima información
gráfica que ilustra el texto, es comparable con el de Machu
Picchu. Su conocimiento será sin duda invalorable para
nuestros estudiosos y, desde luego, para nuestros niños y
jóvenes, que podrán acercarse a las horas dramáticas en
que nació el Perú mestizo en el que nos ha tocado vivir.

Es plausible y digna de todo encomio la iniciativa de la


Fundación Telefónica, que no hace mucho publicó, a
solicitud del gobierno transitorio, una muy sugestiva
reseña de este mismo monumento. Estoy seguro de que
éste y otros esfuerzos análogos harán posible la puesta en
valor de Choqequirau, y recuperarán para la cultura
nacional el valioso legado de esta maravillosa reliquia del
pasado histórico del Perú.

VALENTÍN PANIAGUA CORAZAO


EX PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
EL SANTUARIO
Luis Guillermo Lumbreras

os pobladores locales, incluso los que viven en Aban- en 1834. Luego de varios días de caminata, esperando hallar

L cay o en Curahuasi –en las riberas del río Apurímac–


dicen que Choqequirau era el lugar donde se habían
refugiado los últimos incas que salieron del Cusco
después de la derrota del último rey del Tawantinsuyu –Man-
co Inca–, quienes resistieron durante cuatro décadas –entre
los supuestos tesoros que habrían dejado los incas de la resis-
tencia, llegó al sitio con una gruesa compañía de campesinos
locales e hizo lo que seguramente todos los viajeros hacían: ca-
var los pisos y romper paredes en busca de los tesoros:

1536 y 1572– a los españoles, que ya se habían apoderado del «En mis proyectos para hacer excavaciones y levan-
Cusco, la capital del imperio. tar planos, no había contado con una de las consecuen-
cias forzosas del abandono del terreno durante siglos: la
Eso fue lo que escuchó Antonio Raimondi, el naturalista vegetación que invade todo. No sólo las calles, sino las
italiano que recorrió todo el Perú a mediados del siglo XIX, y casas y las mismas paredes estaban cubiertas de plantas
ésa fue también la razón por la que este lugar despertó tanto trepadoras. Imposible dibujar el conjunto de la ciudad...
interés en los viajeros que llegaban hasta esa región haciendo Hicimos despejar la plaza y los edificios... Mientras me
una larga y penosa travesía de varios días para alcanzar el pa- ocupaba en dibujar las viejas casas de Choquequirao...
raje donde estaban las ruinas. mis coasociados excavaban en la tierra por donde quie-
ra que creían reconocer huellas de algún entierro... na-
Lo que se veía entonces era muy poco: unos cuantos mu- da se enterraba con ellos, ni vasos ni topos... Mis com-
ros de tipo incaico, sin los bellos paramentos de estilo cusque- pañeros cavaron a través de una de las falsas puertas
ño, en medio de un bosque que lo cubría todo. El conde De (nichos) de la gran muralla triunfal... detrás se hallaba
Sartiges, aventurero francés de la época, fue a Choqequirau la roca viva...»1
1 De Sartiges o Lavandais, transcrito por Aparicio, 1999: 198.
2 Huertas, 1973.
Página anterior: los sectores Hanan y Urin
Sin duda, si alguna vez hubo tesoros, éstos fueron expolia- de la ciudadela vistos desde el camino de
dos desde el siglo XVI. En aquella época ya se conocían los piedra que lleva hacia el Ushnu.
asentamientos incaicos de la región, cuya riqueza en oro –y Arriba y derecha: viviendas recién intervenidas
otros secretos– se combinaba con el misterio que envolvía una al este de la ciudadela, tras la colina del Ushnu.
clandestina y «perdida capital» de los incas rebeldes. Se cono-
ce un documento de 1710 que menciona que «Chuquiquirao»
es uno de cuatro «pueblos antiguos de la gentilidad» en la re-
gión de Vilcabamba –zona de refugio donde se instaló el go-
bierno de la resistencia– junto a Chuquitiray, Vilcabamba la
Grande, «habitación principal del Inga», y un pueblo de plate-
ros del Inca. Todos ellos están mencionados en relación con el
oro y la plata, y se afirma en el escrito levantado por don Juan
Arias Díaz Topete que se «comprobó y calificó... ser ciertas las
noticias que por antiguas tradiciones se tenían de las riquezas
12 de estos parajes» 2. Carlos A. Romero, quien en 1909 hizo una
minuciosa búsqueda de lo que se sabía sobre Choqequirau
hasta entonces, indica que en 1768 ya existían referencias do-
cumentales sobre el lugar. No era, pues, desconocido, y la no-
ticia de su existencia debió estar acompañada de la ambiciosa
curiosidad de los aventureros.

Pese a lo poco que se veía, y pese también al hecho de no


hallarse los tesoros esperados, es comprensible que la fama
del sitio se mantuviera a lo largo de los siglos: el espectácu-
lo de aquellas pocas muestras de arquitectura incaica era
efectivamente impresionante. Léonce Angrand, un estupen-
do retratista, vicecónsul de Francia en el Perú entre 1834 y
1838, visitó las ruinas de Choqequirau e hizo un plano y ex-
Izquierda: la colina sobre la que se alza
el Ushnu vista desde uno de los celentes apuntes a carbón del muro al que De Sartiges bau-
recintos del sector Urin. Arriba: tizó como «muro triunfal» (del triunfo o de la gloria), por su
recintos de la parte alta donde destacan belleza y carácter monumental.
dos edificios residenciales.
Los edificios fueron conocidos poco a poco y, en realidad,
hoy mismo no se conocen del todo. Después que De Sartiges
hiciera la primera intervención conocida de las ruinas, fue Hi-
ram Bingham quien intervino en el sitio en 1909. Lo hizo tam-
bién a instancias de los pobladores del Apurímac. La oferta era
que iba a encontrar la última capital de los Incas. Con esta vi-
sita, Bingham inició su búsqueda de esa «ciudad perdida», que
lo llevó a descubrir Machu Picchu en 1911, luego de desesti-
mar que Choqequirau fuera la misteriosa ciudad.

Según este estudioso norteamericano, Machu Picchu –y


no Choqequirau– era «la ciudad perdida». Fue así como el en-
tusiasmo por la visita y las fatigosas campañas de los buscado-
res de tesoros cesaron. Con mayor timidez, los habitantes del
Apurímac siguieron repitiendo sus tradiciones, pero el flujo de
los visitantes se dirigió hacia Machu Picchu, mientras que las
condiciones de acceso a Choqequirau se mantuvieron iguales
a las existentes hacía siglos.

Sólo desde la década de 1960, cuando ya era claro que


tampoco existían los argumentos adecuados para identificar
a Machu Picchu como la «ciudad perdida», y que más valio-
sos que las leyendas eran los sitios por sí mismos, el Estado
peruano intervino en el sitio e inició la limpieza parcial del
Arriba: muro de contención de la plaza
principal del sector Urin.
Derecha: recintos del sector Urin y la
colina del Ushnu.

lugar (este proceso tuvo un carácter extensivo sólo desde la


década de 1990, cuando tomó parte en él el Plan Copesco,
con la intervención de un grupo de destacados profesionales
de la arqueología y la restauración)3.

Nadie está en condiciones de sostener que en este lugar no


vivieron los incas de la resistencia entre 1536 y 1572, aun cuan-
do existen suficientes informaciones sobre otros lugares don-
de pudieron afincarse los rebeldes. De cualquier modo, el sitio
está en la zona donde se asentaron los dirigentes de la resisten-
cia inca, y éste, con excepción de Machu Picchu, es el lugar de
mayores méritos para ser ocupado por personas de elite. Sus
accesos son lo suficientemente difíciles como para tener una
condición de reserva frente a visitantes no deseados.
16
La observación del sitio induce a proponer un papel
destacado al monumento, no tanto en la elegancia de sus
aparejos, que están hechos con piedra de campo unidas
con barro, o por sus paramentos, que debieron ser cubier-
tos con estuco, sino por la forma y organización de los
diversos recintos que lo constituyen.

La mayor parte de los edificios no tienen una función


doméstica, y en su mayoría, deben considerarse como
estructuras con función pública, aparentemente cere-
monial. La sección alta del sitio es casi estrictamente
para este uso, al igual que el Ushnu y el conjunto de la
parte baja. Es como un santuario cuyos ocupantes
3 Samanez y Zapata, 1995, 1999.
Izquierda: detalle de una hornacina del
«muro triunfal». Arriba: vista del debieron ser más bien amautas o sacerdotes y escogidos
mismo muro, puerta de entrada al al servicio del culto.
Ushnu.
Cuando se llega a Choqequirau, sea desde el pueblo de
Cachora, por el sur, o desde cualquier otro lugar, lo que des-
taca es una colina troncocónica, con un amplio y plano espa-
cio circular en la cúspide, cuyas laderas han sido terraceadas,
lo que le da un perfil homogéneo. Este lugar ha sido llamado
Ushnu, nombre que tenían unos santuarios que se alzaban en
lugares visibles de los asentamientos incaicos más importan-
tes. Se construían a modo de plataformas –generalmente pi-
ramidales o troncocónicas– para la ejecución de rituales pro-
piciatorios en los grandes festivales del Tawantinsuyu. Eran
parte del culto a las montañas (los apu), artificialmente le-
vantadas en las plazas sagradas (wakaypata) frente a los es-
pacios donde se reunían los fieles para sus cultos y festejos.
Se presume que el Inca o sus representantes y los sacerdotes
y otros notables ocupaban la cima.

Visto como lo vemos ahora, parece tratarse sólo de una


colina cuya parte más alta está rodeada de un muro que
convierte este espacio en una suerte de plaza circular.
Desde allí se divisa todo el impresionante paisaje del en-
torno, con el río Apurímac 1.500 metros abajo y las enhies-
tas montañas de perfiles casi verticales que lo rodean. Se
ven también, al norte, los edificios que constituyen el cen-
tro de Choqequirau, que están a unos 40 metros más aba-
jo y se inician a más de 100 metros hacia el norte. Se baja
Arriba: detalle de un muro de la
kallanka del patio principal. Derecha:
vano de entrada del «muro triunfal».

hacia ellos por un camino que rodea la colina y llega hasta


el «muro triunfal» de De Sartiges. Es en este punto don-
de el Ushnu adquiere un carácter monumental, pues en
verdad ese «muro» es parte de una plataforma baja de la
colina que aparece como un vestíbulo para el ascenso; se
trata de un hermoso pórtico que está frente a una plaza
rectangular flanqueada por dos laderas de gran pendiente
que forman una suerte de cuello de unión entre la colina y
la ciudadela.

El «muro triunfal» es una alegoría arquitectónica. Se trata


en realidad de un pórtico constituido por un conjunto de ni-
chos, de una o dos jambas, que juegan a desnivel, tanto en
profundidad como en altura; simulan el frontis de un edificio
20 complejo, con varias entradas, aun cuando sólo una de ellas es
un vano que conduce hacia el Ushnu, en tanto que las demás
son nichos adheridos a la roca. De ese modo, todo el conjun-
to se convierte en un solo muro. Por la entrada, que está al es-
te del pórtico, se accede a una plataforma angosta donde hay
un recinto cuadrangular al que le llaman «mirador». Es el
«vestíbulo» del Ushnu.

La plaza que está al norte del elegante pórtico «del


triunfo» es también un mirador, desde donde se apre-
cian las profundidades del Apurímac y el entorno bosco-
so de las ruinas, al que las descripciones de De Sartiges
le dan la poesía que merecen: «Desde Huadquiña hasta
las ruinas de Choquequirao no íbamos a encontrar más
Arriba: vista del sector Hanan desde el
Ushnu. Se puede apreciar el canal abrigo que la bóveda de los bosques ni otro lugar de re-
principal y las escalinatas que unen los poso que el borde de los torrentes... donde... las lindas
sectores Hanan y Urin. Izquierda: mariposas azules, las serpientes doradas y las verdes co-
edificio de dos pisos en el sector Urin. torras anuncian a los ojos encantados la región cálida
con su espléndida población de aves canoras y con plu-
maje deslumbrador».

Desde esta plaza rectangular se ingresa, casi de modo


imperceptible, a una gran plaza pentagonal rodeada del
conjunto de edificios que se identifican como «El Palacio».
Un grupo de tres cuartos está en el lado suroeste y una lar-
ga «callanca» de cuatro puertas en el lado oeste. Las tres ca-
sas están asociadas a una fuente hecha con losas de piedra,
a modo de baño, que está en el recinto del extremo sur y
que se alimenta de agua mediante una fina acequia que con-
duce el líquido desde la parte alta de la ciudadela. El edifi-
cio occidental, a modo de «callanca», es en realidad, el que
da frente a la plaza y está hecho con una cuidadosa arqui-
tectura. Tiene cuatro entradas, que están además intercala-
das con nichos largos y angostos; en el interior, todos los
muros tienen nichos de casi dos metros de alto –como si es-
tuvieran dispuestos para recibir a un numeroso grupo de
personas paradas dentro de ellos– que además tenían un
sistema de cierre que no estamos aún en condiciones de en-
tender. Todo esto es parte, obviamente, de un espacio sa-
cralizado, y más que palacio, el papel de este edificio podría
ser asumido como parte de un adoratorio o templo, con ri-
tos que no podemos describir por el momento.
Izquierda: plaza principal del sector
Urin. Arriba: clavo de piedra para
amarrar los techos.

El frente septentrional de la plaza da acceso a un edificio


que es, claramente, una casa de dos pisos. La entrada al pri-
mer nivel se hacía desde la plaza por dos puertas, mientras
que para entrar al segundo piso se debía subir a una platafor-
ma lateral mediante una puerta que está en el frente oeste. Un
pasaje largo, al lado de la casa dicha, conduce a otras dos ca-
sas parecidas que están dispuestas de sur a norte. Esto sí pa-
rece un palacio, con seis recintos en cada uno de los pisos, con
un acceso controlado desde el pasadizo. Está asociado, final-
mente, a una extensa «callanca» de seis puertas, que mira ha-
cia el oriente con sus puertas frente a una terraza de finos aca-
bados. Anexos hay una serie de pequeños cuartos que pueden
ser considerados de servicio. Todo esto está encima de un
complejo de andenerías organizadas de manera muy armonio-
sa y que han sido parcialmente restauradas.

Si bien es presumible que en el palacio viviera gente,


nada indica que fueran más de 20 o 30 personas, supo-
niendo que vivieran 10 en cada casa y teniendo presente
que los segundos pisos eran usualmente markawasi, luga-
res destinados a la conservación y cuidado de cosas tales
como alimentos, ropa u otros bienes para el consumo o el
culto. En las casas que suponemos de servicio no es pre-
sumible que hubiera más allá de 20 personas, dado que
aun suponiendo que dos o tres de los cuartos eran para
vivienda, no son suficientemente amplios como para alo-
jar a más personas. Tampoco hay espacios de vivienda en
la parte alta, donde todos los recintos son del tipo de los
Página anterior: canal principal en el
edificios públicos incaicos. Los hay, en cambio, en los te- sector Hanan. Arriba: muros de
rrenos intermedios entre Hanan y Urin, donde varios contención de los andenes
cuartos tienen todas las características de viviendas or- ornamentales. Derecha: terrazas de los
ganizadas en torno a patios y dispuestas en terrazas. Su- andenes ornamentales en el lado oeste
mados todos los edificios que se conocen en este sector, del sector Urin.
queda claro que tampoco pudieron habitarlos más de 60
personas, asumiendo que en cada casa se podían alojar
hasta cinco.

Todo esto constituye el «sector bajo» (Urin) del conjun-


to. Hay otro «arriba» (Hanan), donde nace la fina acequia
que lleva agua hasta la fuente de las tres casas. Hay unas
escaleras, parcialmente descubiertas, que conducen hasta
allá, casi 40 metros encima.
28
La parte alta es netamente ceremonial, organizada
en torno a una plaza y con un gran recinto alargado con
frente al sur, en cuyo muro frontal hay cuatro grandes
nichos. Tiene una sola entrada desde la plaza y está co-
nectado con cuatro pequeños recintos alineados de
norte a sur, accesibles también desde la plaza. Al fren-
te, al norte, hay unas estructuras que parecen tener
funciones litúrgicas.

Todo eso es en la parte más alta, que está 100 metros


encima de la plaza de Urin. Unos 20 metros más abajo,
hay una serie de «callancas» alargadas, con sus múlti-
ples puertas, dispuestas sobre terrazas y con sus puertas
Izquierda: el cerro Choqequirau,
cubierto de vegetación, visto desde la mirando al oriente. Hay cinco en la misma dirección y
parte alta de la ciudadela. Arriba: una perpendicular. Hay quienes piensan que pudieron
edificio residencial en el sector Urin. ser lugares para alojar a numerosas personas, como las
que forman un ejército.

Eso es lo nuclear, pero no es todo. Choqequirau es un


asentamiento disperso, y aparte de unos pocos recintos de
piedra que aparecen en uno y otro lado de las laderas que
rodean al sitio, nada impide pensar que en medio del bos-
que se escondan los cimientos o las simples huellas de vi-
viendas donde habitaran gentes del común en condiciones
de campamento o como eventuales visitantes. En varios
puntos hay obras de ingeniería hidráulica muy cuidadosa,
expresada en una red de acequias y una extensa red de te-
rrazas agrícolas dispersas en las laderas hasta casi llegar al
lecho del río Apurímac.

Los datos arqueológicos son claros al indicar que ésta es


obra de los incas y que es parte de los proyectos urbanísti-
cos que tuvieron los gobernantes del Cusco en épocas
avanzadas de su gobierno. A diferencia de Machu Picchu,
que es de algún modo su par, no fue construido por Pacha-
cútec y, según parece, fue obra atribuible a su sucesor, Tu-
pac Inca Yupanqui, y tal vez incluso pudiera ser posterior,
de los tiempos de Wayna Qhapaq, que ya es el siglo XVI.

Cuando se examinan los restos de la cerámica hallados


por los arqueólogos, se aprecia que no es del estilo cusqueño
Arriba: muros de una kallanka en el
tradicional y que hay una fuerte impronta local que no se con- lado este de la plaza principal.
dice con el carácter sagrado y público del sitio. Eso puede
permitir elucubrar en el sentido de que no es en nada impro-
bable que al menos una parte de la alfarería se produjese
cuando las relaciones con el Cusco ya no eran eficientes y ha-
bía que abastecerse de manufactura local. Esto podría haber
ocurrido después de 1536. Pero eso es sólo una especulación.

De otro lado está el hecho de que aun siendo un sitio muy


bello no se usaron los materiales usuales que empleaban los
cusqueños para sus palacios y templos. Esos eran construi-
dos con sillares bien tallados, que en más de un caso manda-
ban llevar desde lugares muy lejanos, cuando la materia pri-
ma era ausente. Aquí los materiales de construcción son lo-
32 cales y no hay sillería. Todo lo demás, en términos técnicos y
artísticos, corresponde a modelos incaicos de elite. Los para-
mentos de los edificios estaban cubiertos con estuco de barro
y pintados, de la misma manera como eran los edificios que
Wayna Qhapaq mandó construir en Yucay para su hacienda.
Son indicadores que, entre otros, señalan que estamos frente
a complejos incaicos diferentes, cuando los comparamos con
Pisaq, Machu Picchu u Ollantaytambo. Seguramente cum-
plían funciones diferentes, pero también fueron hechos por
arquitectos diferentes que, si bien seguían las mismas tradi-
ciones, en cambio eran de otros gustos y otras técnicas. Fi-
nalmente, debe mencionarse que Choqequirau da la sensa-
ción de haber sido un centro urbano inconcluso, parte de un
gran proyecto que quedó sin terminar.◆
CRONOLOGÍA

JUAN ARIAS DÍAZ TOPETE 1710 Primer explorador que da noticias


Explorador peruano sobre una ciudadela llamada
«Chuquiquirao».

COSME BUENO 1768 Realizó, por orden del virrey


Cosmógrafo Mayor del Reino del Perú Marqués de Villagarcía, la
descripción de las provincias del
Obispado del Cusco. Informó
sobre un «pueblo de la
antigüedad con el nombre de
Choquequirau».

PABLO JOSÉ ORICAÍN 1790 En su Compendio de Noticias


Geográficas de Cuzco menciona
a la ciudad de Choqequirau,
«despoblada desde la gentilidad».

JOSÉ MARÍA TEJADA 1834 Viajó a la ciudadela atraído por la


Prefecto del Cusco leyenda de los tesoros ocultos de
Vilcabamba.

LÉONCE ANGRAND 1847 Describió el Ushnu, la Plaza


Vicecónsul de Francia en Lima Principal y las Kalanka.

JOSÉ B. SAMANEZ OCAMPO 1864 Aseguró haber pasado cinco


Arquitecto peruano meses en Choqequirau.

34 EMILIO COLPAERT 1865 Confeccionó el mapa del


Cosmógrafo francés departamento del Cusco, donde
aparece Choqequirau.

EUGENE DE SARTIGES 1874 Se dirigió a Choqequirau por la


Viajero francés ruta de Yanama.

CHARLES WIENER 1880 En su descripción de la geografía


Estudioso francés de la margen derecha del río
Apurímac desde Inkawasi,
menciona a Choqequirau y
adjunta un croquis con la
ubicación de la ciudadela.
HIRAM BINGHAM Y CLARENCE HAY 1909 Invitados por el presidente Augusto
Historiador y topógrafo B. Leguía y con el auspicio de la
norteamericanos National Geographic Society, hicieron
una descripción minuciosa de la
ciudadela.

CARLOS A. ROMERO 1909 Recibió el encargo del Instituto


Historiador peruano, miembro del Histórico del Perú «emitir un informe
Instituto Histórico del Perú sobre todos los antecedentes que se
tengan sobre esta materia y todos los
datos que juzgue pertinentes a tan
interesante objeto».

JUSTO PALIZA LUNA 1932 Como autoridad de la región visitó


Subprefecto de La Convención, Choqequirau para identificar a la
Cusco ciudadela dentro de su jurisdicción.

CRISTIAN BÜES 1936 Concluye el croquis de la zona que


Ingeniero denomina «Orientación del Señorío de
Vilcabamba del año 1570».

GUSTAVO ALENCASTRE Y FIDEL RAMOS 1964 Como supervisores del Patronato


Antropólogos peruanos Departamental del Cusco organizaron
la limpieza del conjunto con el apoyo
de los pobladores de Marampata y
Choqequirau.

GARY ZIEGLER 1965 Llegó a Choqequirau siguiendo sus


Arqueólogo y explorador investigaciones sobre los incas de
estadounidense Vilcabamba.

FIDEL RAMOS Y TEODORO PORTUGAL 1968 Realizaron la delimitación y


Antropólogo y topógrafo peruanos ubicación del área arqueológica de
Choqequirao a fin de que fuera
incluida en el Registro Oficial de
Monumentos Arqueológicos.

LORENZO HUERTAS VALLEJOS 1973 Hace la descripción de Choqequirau


en un artículo sobre cuatro ciudades
incas en la franja comprendida entre
los ríos Vilcanota y Apurímac.

ROBERTO SAMANEZ Y JULINHO ZAPATA 1986 Por encargo de Copesco, hacen


estudios extensivos y un plan de
restauración del sitio.

PERCY PAZ 1993 A cargo de los trabajos de


EULOGIO AUCACONDOR excavación, residen en la ciudadela y
Arqueólogos peruanos están a cargo de los trabajos de
excavación que desarrollan catorce
obreros del Plan Copesco.
Fuente: Plan Copesco
CONJUNTO ARQUEOLÓGICO
DE CHOQEQUIRAU

ÁREA INTERVENIDA (1)


Equivalente al 20% de las 1810 has. que comprende el con-
junto arqueológico. Funcionarios del Plan Copesco afirman
que, de lograrse el financimiento, la intervención del área
faltante culminaría el año 2011.

PIKIWASI (2)
Son ambientes cuadriláteros, circulares, que definen
pasajes intermedios y pasadizos paralelos de donde parten
escaleras cortas. Podrían haber sido viviendas populares.

SECTOR PINCHA UNUYOC (3)


Son al menos 57 terrazas agrícolas, cuya construcción
difiere de las demás. En lo alto de éstas hay una
construcción que podría ser un templo con habitaciones
y captaciones de agua (4).

ANDENES DE PRODUCCIÓN (5)


Es un sistema de andenes ubicados en la ladera occiden-
tal de la plaza, formado por 150 terrazas angostas dis-
puestas en dos columnas, con canales, escalinatas y una
fuente de agua.

ARARIWA (6)
Es la vivienda del Chacra Kamayoq, el sacerdote
responsable del cuidado de los cultivos. Está conforma-
da por un templo, una fuente de agua y el ambiente des-
tinado a su vivienda.

PARAQTEPATA (7)
Es un sistema de andenes compuesto por 18 terrazas
distribuidas en tres columnas, con escaleras continuas y
canales que llegan de una fuente que se encuentra en la
parte central.
4

Río A Fuente: Plan Copesco


purím
ac
ÁREA INTERVENIDA
1993 - 2001

SECTOR I (HANAN) SECTOR III (URIN)


Ocupa la parte superior del conjunto y la conforman un Allí se encuentran unos recintos al oeste de la plaza (14).
edificio ceremonial Hanan (1) de dos niveles, junto al cual El tercero de ellos tiene fuentes que reciben el agua del
está el ingreso del canal principal de agua (2) que circula sector Hanan. El edificio principal (15), que es una kalanka
hasta el sector Urin y dos fuentes ceremoniales (3). En el de un solo nivel con cuatro vanos de acceso, con hornaci-
lado norte de la plaza hay un muro perimetral (4); en el nas bajas en el interior, rodeadas por cajuelas que aún
lado sur se levanta una kalanka (5) que mira hacia el sur guardan argollas para soportar palos y cortinas. Siguen
con un solo vano de acceso y, a un nivel más bajo al sur, recintos que parecen habitaciones elegantes de dos pisos
un patio triangular (6) y dos pequeños ambientes de un (16) a las que se ingresa por un pasadizo común. El otro
solo nivel separados por un pasadizo. Al pie de este sec- ambiente que define la plaza es una kalanka (17), de un
tor hay unos recintos tipo kalanka (7 al 11) que pudieron solo nivel y seis vanos de acceso orientados al sur. Al
ser depósitos o qollqas, y andenes compuestos por 16 ter- sureste de la plaza hay un muro que sirve como balaustra-
razas (12 y 13) con muros ornamentales y hornacinas. da de la plaza (18).

28
26

24
25
27
SECTOR IV (MURO TRIUNFAL)
Está compuesto por un muro con hornacinas ornamen-
tales (19) de dos niveles (20). En el segundo nivel hay un
recinto (21) y una puerta de doble jamba (22) que da al
camino de acceso al Ushnu (23).

SECTOR V (USHNU) 3
Es una plataforma en la cima de una pequeña colina
rodeada por un muro (24).

SECTOR VI (VIVIENDAS)
Ubicada al este de la colina del Ushnu, son edificios (25)
rodeados por un muro perimétrico (26), que tiene una 13
puerta de acceso en el lado este, donde parte una calzada
que se pierde en el bosque (27). En la parte superior del
lado norte existen cuatro muros de contención (28) con
traza en línea quebrada, que definen plataformas de la 12
misma figura.

SECTOR VII (ANDENES)


Empiezan en la parte inferior de la Plaza Principal. Son
las plataformas más anchas de toda la ciudadela (29),
construidas en tres niveles y divididas por amplias cajas
de escaleras (30).

15
16

14
17

18
20
19
29
21 22

23
RUTAS DE ACCESO
Quillabamba

MACHU PICCHU
Pisac

Chaullay

Río Urubamba
Sta. Teresa

Sayacmarca

Colpani Nevado
Salcantay
Huancacalle 6.264 msnm
Abra del
Yanama
Abra de Choquetarpo 4.580 msnm
4.080 msnm
Yanama

Abra de Sn. Juan 4.080 msnm


Abra del
Mollepata
CHOQEQUIRAU Salcantay Limatambo
2.803 msnm

Sunchupata

Puente Peatonal

Cachora Río Apurímac

Carretera Cusco-Abancay
ay
a nc
Ab
A
VIDA SILVESTRE
Walter H. Wust

bicado en las laderas occidentales de la Cordi-

U llera de Vilcabamba, que dominan el profundo


valle del río Apurímac, Choqequirau es mucho
más que un conjunto de edificaciones y vesti-
gios arqueológicos enclavados en la abrupta ceja de monta-
ña. Su ubicación estratégica permite a este singular santua-
rio abarcar lo que podría considerarse uno de los transec-
tos altitudinales más extraordinarios del país, y proteger,
en sólo algunos kilómetros lineales, ecosistemas tan dispa-
res como las nieves eternas, a más de 6.000 m de altura, y
los tórridos valles tropicales, a poco más de 1.800 msnm.

Visto desde el aire, el territorio que acoge a Choqe-


quirau se muestra como un gran libro abierto, con el
caudaloso río Apurímac a sus pies y una gran cadena
montañosa que se precipita hacia las vertientes orienta-
les cubiertas por vegetación tropical. En la margen dere-
cha del río, esta zona protege una significativa sección
de una de las subcuencas más importantes de la región:
la Cordillera de Vilcabamba.

Los escasos estudios científicos realizados en sus alre-


dedores han determinado la existencia de numerosas zonas
de vida bien diferenciadas, siendo las más relevantes, des-
de el punto de vista ecológico, los pajonales altoandinos,
los bosques enanos de altura y la selva alta o yunga, repre-
sentada por la ceja de montaña. Esta gran variedad de pi-
sos ecológicos o hábitats permite, a su vez, la existencia de
Páginas anteriores: el río Arriba: el zorro andino (Duscysion
Apurímac corre al fondo del culpaeus), atoj en quechua, es un
accidentado valle que forman los solitario depredador.
macizos de la Cordillera de Izquierda: el gallito de las rocas o
Vilcabamba; una muca o tunqui (Rupicola peruviana) habita
carachupa (Didelphis albiventris) sobre los 1.800 msnm.
olfatea en busca de alimento.

una asombrosa diversidad de especies de flora y fauna sil-


vestre, adaptadas a la perfección a las condiciones especí-
ficas de su entorno.

El mundo natural de Choqequirau se inicia, pues, por en-


46 cima de los 4.000 msnm, allá donde el viento barre sin cesar
las planicies de ichu y donde las rocas se pueblan de líque-
nes y musgo. Es el territorio del cóndor andino y de la taru-
ca, el mayor y más elusivo de los cérvidos de los Andes; del
zorro andino o atoj y del zorrino o añás; de las juguetonas
vizcachas (roedores típicos de las alturas) y del puma o león
de la sierra. Un mundo de flores pequeñas y delicadas, pero
de colores intensos y alegres, que recuerdan a los ponchos
de los campesinos. Una tierra donde las variaciones de tem-
peratura son tan intensas que sólo algunas criaturas logran
sobrevivir: sol intenso durante el día y heladas por la noche.

Continuando con nuestro descenso imaginario arriba-


mos a una zona donde los vientos fríos provenientes de las
Arriba: una mariposa nocturna Derecha: las flores de chocho
(Sphingidae) exhibe unas (Lupinus mutabilis) alegran con
hermosas marcas blancas en sus su colorido las laderas de las
alas. Ellas reflejan la luz montañas. A diferencia de otros
ultravioleta, lo que le sirve al arbustos de la región, éste florea
insecto para comunicarse con durante todo el año.
ejemplares de su especie.

montañas nevadas se unen a las corrientes cálidas que as-


cienden del valle para formar un extraño y exuberante
mundo en miniatura. Son los bosques enanos un escenario
de árboles retorcidos donde las dimensiones parecen ha-
berse trastocado por capricho de la naturaleza: aquí los ár-
boles son pequeños y los musgos gigantes; los venados, co-
mo el pudú o sachacabra, alcanzan apenas los 20 centíme-
tros, y los picaflores, como la bomarea o sullun sullu, el ta-
maño de una paloma. Es la tierra de las bromelias, las be-
gonias y las flores más raras; el hogar del oso andino o ucu-
mari y del tucán de altura.

Algo más abajo, en el fondo de las quebradas, la hume-


dad reina a lo largo del año y las lluvias son más frecuentes
que en ningún otro lugar del país. Se trata de los bosques
de la ceja de montaña, que se muestran al visitante de tan-
to en tanto, sólo cuando el misterioso velo de niebla que la
cubre se abre para dar paso a una visión mágica y maravi-
llosa. Éste es uno de los ambientes más prolíficos y desco-
nocidos de la naturaleza, un reino de cascadas y seres mis-
teriosos donde los árboles crecen casi colgados de los acan-
tilados, aprovechando el escaso suelo fértil que ellos mis-
mos producen y sujetándose a las grandes rocas de granito
que afloran de las montañas. Ésta es la tierra del colorido
gallito de las rocas –el ave nacional del Perú–, de bandadas
de tangaras multicolores, de tucanes esmeralda y quetzales
de altura; de tigrillos y coatíes; el reino de los helechos gi-
gantes, las tillandsias y las orquídeas, cuyo grupo alcanza
Arriba: la tímida vizcacha (Lagidium
peruvianum) habita en los roqueríos
más inaccesibles de las vertientes
andinas. De costumbres gregarias,
forma grupos familiares de hasta 60
individuos.

Izquierda: un majestuoso aguilucho


grande (Geranoaetus melanoleucus)
otea su territorio. Después del cóndor,
ésta es la mayor de las aves de presa de
la región andina.

aquí más de un centenar de especies, entre las que desta-


can las espectaculares wakanki (en quechua, «llorarás») y
wiñay wayna («siempre joven»).

Finalmente, al fondo del gran valle y bajo el efecto


térmico del curso de agua que lo recorre, los bosques de
la ceja de montaña brindan su calidez y condiciones idea-
les para una enorme variedad de cultivos: coca, achiote,
maíz, cacao, café y frutales. Ésta fue la despensa de los
incas, quienes recurrieron a ella en procura de sus frutos
más preciados, y lo continúa siendo hoy para los pobla-
dores afincados en sus dominios. Una tierra de bosques
de bambú que florecen después de décadas para morir en
masa, como siguiendo un mandato misterioso y extraño;
48 un territorio donde los valles se ensanchan y los ríos
aplacan su furia para dar paso a cauces transparentes
que lamen de las montañas el limo rico en nutrientes. És-
te es, qué duda cabe, el preludio de los grandes bosques
amazónicos.

Desde el punto de vista ambiental, el principal valor de


este ecosistema reside en el rol que juegan los exuberan-
tes bosques que crecen en las partes altas de sus monta-
ñas para el mantenimiento del equilibrio hídrico de la re-
gión, captando el agua de las lluvias y conduciéndola –sin
causar erosión– hacia el curso del Apurímac. Si estos bos-
ques desaparecieran, se perderían con ellos numerosas es-
pecies de flora y fauna únicas y casi desconocidas para la
Arriba: el ichu (Stipa ichu) es la
ciencia; pero, sobre todo, se iniciaría en el área un irrever- gramínea más común de las alturas
sible proceso de deterioro ambiental que traería consigo andinas. Cubre enormes extensiones de
consecuencias devastadoras para el hombre, como la des- planicies y pampas sobre los 3.500 msnm
trucción de las vías de comunicación, la desaparición de y es consumida por varias especies de
zonas de cultivo, inundaciones y deslizamientos de tierra. camélidos, entre ellas, la vicuña.

En la actualidad, la principal amenaza contra este san-


tuario natural son los incendios forestales. Iniciados por Abajo: las bromelias o achupallas son
agricultores residentes en las zonas altoandinas colindan- plantas epífitas, es decir, que crecen
tes, los fuegos estacionales –dirigidos a renovar los pastos alejadas del suelo (sobre otras plantas o
naturales– se vuelven incontrolables e ingresan, ayudados las rocas). Sus tallos carnosos
por el viento y la fragilidad de la vegetación, ladera abajo constituyen el alimento predilecto del
hacia el corazón de los bosques de montaña. A menudo, el oso andino o ucumari.
fuego arrasa con todo a su paso, destruyendo enormes ex-
tensiones de selva virgen, hasta que el efecto de las lluvias
aplaca la furia de las llamas. En años recientes, la magni-
tud de los incendios ha sido tal, que su efecto devastador
llegó incluso a trasponer los límites del cercano Santuario
de Machu Picchu.

Afortunadamente, los diferentes sectores involucra-


dos en la conservación y el desarrollo de cuencas andi-
nas, con el apoyo de la cooperación internacional, vienen
trabajando en el desarrollo de un plan de uso múltiple de
recursos, capacitando a los agricultores acerca de los pe-
ligros de la quema anual de pastos y ofreciendo alterna-
tivas de aprovechamiento no destructivo de los recursos
del área a los pobladores que dependen de ella. ◆
PERFIL BIOGEOGRÁFICO DEL
VALLE DEL APURÍMAC

CORDILLERA DE VILCABAMBA

SERRANÍA ESTEPARIA 1
CLIMA ALTITUD
Semiárido 1.000-1.500 m
Estepa estacional 2.500-3.800 m
Templado seco boreal 1.000-3.800 m

FLORA
En las laderas del piso inferior, pajonales
y cactáceas. En el superior, el chocho o
lupino y algunos bosques de relictos
(restos de bosques que fueron extensos). 1
FAUNA
Mamíferos: muca muca, vizcacha, zorro
andino, añas, venado gris, guanaco y, en
las zonas más húmedas, oso de anteojos.
TIERRAS DE CULTIVO Aves: perdices, pato de los torrentes, cón-
dor andino, perico cordillerano, paloma
Entre los productos más frecuentes están la
torcaza, picaflor gigante (el más grande
papa, tarwi, anís, olluco, maíz, oca y habas.
del mundo) y el zorzal o chiguanco.

50
2

BOSQUE RIBEREÑO
Huarango, molle, carrizo, cañabrava
y, sobre los 2.000 msnm, el aliso.

RÍO APURÍMAC
NIEVES PERPETUAS
Sobre los 5.200 msnm

PUNA 4
3
CLIMA
Temperaturas bajas, seco, varía hasta
40º C entre día y noche; precipitación
estacional.

ALTITUD
BOSQUES DE ALTURA 3
Sobre los 3.800 msnm

FLORA
CLIMA Gramíneas (ichu), pajonales, bosquetes
Cálido y húmedo en la parte inferior y de queñual, quishuar, colle, rodales de
más frío en la parte superior. En algunas yareta y puya de Raimondi o titanka.
zonas las precipitaciones son de 6.000 mm
al año (Lima tiene 12 mm).
VALLE SECO 2
FAUNA
Mamíferos: zorro andino o atoj,
ALTITUD zorrino, dos especies de gatos
De 800 a 3.500 m silvestres u osjos, vicuña, taruca,
CLIMA
Cálido y seco, templado al E; temperatura vizcacha, cuy silvestre.
FLORA Aves: abundan en los ambientes
promedio anual: 23-24ºC; precipitación
• Bosque de neblina (1.300-2.550 m), acuáticos perdices (kiula, pisaca),
promedia anual: 500 mm.
orquídeas, tillandsias y bromelias, zambullidores, parihuanas o flamencos,
helechos arborescentes, musgos y patos, gansos andinos o huallatas,
ALTITUD
líquenes. cóndor andino, tórtolas, churretes y
2.800 m
• Bosque enano (2.500-3.800 m), picaflores.
árboles de 15 m, orquídeas.
FLORA
Palo verde, molle, chaguano, cactáceas y
FAUNA
varias especies de matorrales que
Mamíferos: oso andino o ucumari,
conforman un denso bosque bajo (chillco,
machetero, pacarana y el pudú o
chocho y otros).
sachacabra (un venado de apenas 20 cm
de alzada).
FAUNA
Aves: tunqui o gallito de las rocas,
Mamíferos: muca, zorro andino, zorrino,
variedades de tucanetas, picaflores, pavas
ocelote, gato montés, venado gris.
y palomas de monte y loros.
Aves: perico de frente roja, chisco,
perdices, gallinazo cabeza roja, vencejos
andinos y tordo parásito.
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